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Manifestó
Utopia
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Manifestó
Utopia
Sí, otra forma de imaginar, de pensar y de hacer política es posible. Existen otras
perspectivas que la resignación y la sumisión al modelo actual.
Para Utopía no se trata tan sólo de hacer correcciones al margen del sistema capitalista
que acentúa las desigualdades y destruye el planeta. El desafío es el de construir un proyecto
político que permita a cada uno desarrollarse individual y colectivamente.
Pero para construir previamente hay que deconstruir, y para eso, cuestionar tres
alienaciones, el dogma del crecimiento como solución mágica a todos los males, el consumo
como único criterio de realización individual y el trabajo erigido en valor absoluto. Nuestra
utopía considera que la reflexión aliada a la imaginación es capaz de crear un proyecto
político fuerte que seduzca a la mayoría.
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Para Dorine y André Gorz
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Manifestó Utopia
INDICE
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II. LA ECOLOGÍA Y OTRO MUNDO POSIBLE 37
El desafío ecológico 37
Las conclusiones sobre el clima 37
Las conclusiones sobre el agua 39
Las recomendaciones de Utopía frente al reto ecológico 40
El Factor 4 de las emisiones de gases de efecto invernadero 40
El emprendimiento Negawatt: sobriedad, eficiencia y energías renovables 41
Un abandono gradual de la energía nuclear 41
La creación de un centro público de energía 43
Quien contamina paga: la fiscalidad de los productos altamente contaminantes 44
La relocalización y la restauración de la agricultura de pequeños productores 45
El apoyo a la reforestación 46
Por una política para otro mundo posible 47
Por un sistema impositivo internacional10 49
La deuda del tercer Mundo 50
Por una Europa federal, política y social 51
Construir la Europa Federal 52
La soberanía alimentaria y los OGM 53
Por una soberanía alimentaria 53
Los OGM: un escándalo revelador 55
Los cultivos OGM someten a los agricultores porque la producción 55
es controlada por las empresas agroquímicas 55
Los OMG no resuelven el problema del hambre en el mundo. 55
El planteo «con y sin» OMG es una ilusión 56
5
Los cines independientes. 73
El derecho a una información respetuosa del individuo 74
El derecho a una información de calidad 74
El libre intercambio de contenidos culturales a través de Internet: 75
Una nueva organización que permita a todos el acceso a la cultura es posible. 75
El derecho al respeto de la vida privada 76
Romper con la visión actual de las cárceles 77
El derecho a la migración es un derecho fundamental 78
Por una gestión decididamente feminista 80
V. CONCLUSIÓN:
REINVENTAR LA POLÍTICA 98
BIBLIOGRAFIA 103
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PRÓLOGO
André Gorz
El tema de la salida del capitalismo nunca ha tenido tanta actualidad como hoy. En
realidad, no sólo se presenta en términos nuevos, sino también con una urgencia radical. Por
su propio desarrollo, el capitalismo ha llegado a un límite, tanto interno como externo, que es
incapaz de sobrepasar y que lo transforma en un sistema moribundo. Se sobrevive a sí mismo
escondiendo por medio de subterfugios la crisis de sus categorías fundamentales: el trabajo, el
valor y el capital.
Esta crisis del sistema se debe a que la cantidad de capitales acumulados no son ya
capaces de valorizarse por el crecimiento del sector productivo y la expansión de los
mercados. Tanto la producción como la expansión dejan de ser suficientemente rentables
como para valorizar las inversiones productivas adicionales. Las inversiones en la producción,
por las cuales cada empresa intenta restaurar su nivel de ganancia, tienen como resultado el
desencadenamiento de formas de competencia mortíferas, que se traducen, entre otras, en
reducciones competitivas de efectivos empleados, en externalizaciones y deslocalizaciones, en
la precaria situación de los empleos, en la reducción de los salarios y, a escala
macroeconómica, en la reducción del volumen del trabajo productivo de plusvalía y la
disminución del poder adquisitivo. En efecto, cuanto menos emplean el trabajo las empresas,
más es la importancia del capital fijo por trabajador y la tasa de explotación, es decir, que el
exceso de trabajo y el exceso de valor producido por cada trabajador deben ser más elevados.
Pero en esta elevación hay un límite que no puede extenderse indefinidamente, aun si las
empresas se deslocalizan a China, Filipinas o Sudán.
Las cifras confirman que estos límites ya se han alcanzado. La acumulación de capital
en el sector productivo no cesa de disminuir. En los Estados Unidos, las quinientas empresas
del índice Standard & Poor's disponen, en término medio, de 631.000 millones de reservas
líquidas; la mitad de los beneficios de las empresas americanas provienen de operaciones
realizadas en los mercados financieros. En Francia, las inversiones productivas de las
empresas del CAC 40 no aumentan y, sin embargo, sus beneficios son cuantiosos. La
imposibilidad de valorizar los capitales acumulados por la producción y el trabajo explica el
desarrollo de una economía ficticia, fundada en la valorización de capitales también ficticios.
Para evitar una recesión que devaluaría el capital excedente (sobreacumulado), los poderes
financieros han tomado la costumbre de incitar a las familias a endeudarse, a consumir sus
futuras ganancias, los intereses futuros o la futura elevación del valor de venta de sus
alojamientos. Mientras tanto la bolsa capitaliza el futuro crecimiento, las futuras ganancias de
las empresas, las futuras compras de las familias, los beneficios que permitirán hacer las
destrucciones y reestructuraciones impuestas por las LBO (Leverage Buy-Out, es decir la
compra de la(s) empresa(s) en quiebra, cuya financiación se realiza principalmente a través de
una deuda), empresas que no habían aún adoptado la precariedad, la sobre -explotación y la
externalización de su personal.
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El valor ficticio (en la Bolsa de Valores) de los activos financieros se ha duplicado en
aproximadamente seis años, pasando de 80 a 160 billones de dólares (o sea, unas tres veces el
Producto Interno Bruto mundial), manteniendo en los Estados Unidos un crecimiento
económico fundado sobre el incremento de la deuda interna y externa, la cual a su vez
mantiene la liquidez de la economía mundial y el crecimiento de China y países vecinos e,
indirectamente, el de Europa. La economía real se ha transformado en un apéndice del globo
financiero. Es necesario, imperativamente, contar con un elevado rendimiento del capital de
las compañías para que el globo inflacionario de la bolsa no estalle, con un aumento continuo
del precio del sector inmobiliario para que tampoco estalle el globo de los certificados de
inversión inmobiliaria, hacia los cuales los bancos han atraído el ahorro de los particulares,
prometiéndoles villas y castillas. La ruptura de los globos especulativos amenazaría el sistema
bancario con quiebras en cadena y la economía real con una depresión prolongada (la
depresión japonesa dura desde hace quince años).
Todo transcurre como si el capital, después de haber ganado la guerra que le declaró a
la clase obrera hacia fines de los años setenta, pretendiera ahora eliminar todas las relaciones
sociales que no se traduzcan en una relación comprador/vendedor, tratando a los individuos
como meros consumidores de mercaderías y vendedores de su trabajo —o de cualquier
prestación considerada «trabajo», desde el momento que pueda ser remunerada.
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de acciones comunes, unidos por un solo objetivo. El Estado tiene la tendencia a impedir y, si
viene al caso, reprimir esta unión de todos, tanto más firmemente cuanto que ya no dispone de
márgenes suficientes para calmar las masas empobrecidas, precarizadas y despojadas de sus
derechos adquiridos. Cuanto más se fragiliza su poder, más las masas populares amenazan
con radicalizarse y más se acompaña la represión con políticas que enfrentan a los individuos
unos contra otros, designando los chivos expiatorios sobre los cuales concentrar su odio.
Si se tiene en cuenta esta realidad, los programas, discursos y conflictos que ocupan la
primera fila del escenario político aparecen ridiculamente desfasados en relación con lo que
realmente está en juego. Las promesas y los objetivos propuestos por los gobiernos y los
partidos aparecen también como maniobras que ocultan el hecho de que el capitalismo no
ofrece ninguna perspectiva de futuro, sino, por el contrario, una deterioración continua de las
condiciones de vida, una agravación de su crisis, un debilitamiento prolongado, pasando por
períodos de depresión cada vez más prolongados y de recuperación cada vez más débiles. No
hay que esperar «mejoría» alguna si la mejoría se considera según los criterios habituales: no
habrá más «desarrollo» en términos de mayor empleo, mejor salario, mayor seguridad. No
habrá más «crecimiento» del cual los frutos puedan ser socialmente redistribuidos y utilizados
para un programa de transformaciones sociales que trasciendan los límites y la lógica del
capitalismo.
La esperanza que hace cuarenta años se puso en las «reformas revolucionarías» que,
comenzadas en el interior del sistema bajo la presión de las luchas sindicales, terminarían por
transferir a la clase obrera los poderes arrancados al capital, esa esperanza no existe más. La
producción solicita cada vez menos trabajo, distribuye cada vez menos poder de compra y
necesita cada vez menos trabajadores activos; no está ya concentrada en las grandes fábricas,
como tampoco lo está la fuerza de trabajo. El empleo es cada vez más discontinuo, disperso
entre prestatarios de servicios externos sin comunicación entre sí, relacionados por un
contrato comercial en lugar de un contrato laboral. Las promesas y los programas de
«retorno» al pleno empleo son espejismos cuya única función es mantener «el imaginario
salarial y mercantil», es decir mantener la idea de que el trabajo debe ser necesariamente
«vendido» a un empleador y los bienes de subsistencia necesariamente «comprados» con el
dinero ganado. Dicho de otro modo: no hay ninguna otra salida que no sea el sometimiento
del trabajo al capital y el sometimiento de las necesidades al consumo de mercaderías; no hay
vida ni sociedad más allá de la sociedad de consumo y del trabajo mercantilizado, ni otro
modelo que no sea el del capitalismo.
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85% de su nivel actual hasta esa fecha límite y el calentamiento climático llegar a 2 °C como
máximo. Más allá de 2 °C, las consecuencias serán irreversibles e incontrolables.
La salida del capitalismo ha comenzado ya, sin ser aún conscientemente buscada. Sólo
queda por determinar qué forma irá tomando y con qué cadencia o ritmo se irá realizando. La
instauración de un socialismo de guerra, dictatorial, centralizado^ tecnoburo-crático sería la
conclusión lógica —y estamos tentados de decir «normal»-— de una civilización capitalista
que, preocupada por valorizar las masas crecientes de capital, ha hecho lo que Marcuse
llamaba la «desmitificación represiva», es decir, la represión de las «necesidades superiores»,
y esto para poder crear metódicamente necesidades crecientes de consumo individual, sin
ocuparse de saber cómo serán satisfechas. Se eluden así, desde el principio, problemáticas
esenciales de las sociedades: la relación entre las necesidades y las condiciones que hacen su
satisfacción posible, la forma de gestionar los recursos limitados de modo que sean suficientes
y duraderos para cubrir las necesidades de todos y, sobre todo, se elude la búsqueda de un
acuerdo general sobre lo que será suficiente para cada uno de modo que las necesidades
correspondan a los recursos disponibles.
Sin embargo, otra salida muy diferente se perfila, que conduce a la extinción del
mercado y de los asalariados por la expansión de la autoproducción, la redistribución de la
misma y la gratuidad. En esta vía encontramos a los exploradores y a los que ya están
abriendo camino en el ámbito de los programas informáticos, de las redes libres (Freenet), de
la cultura libre que, con la patente CC (Creadores Comunes), transforman en libre (y libre,
free, significa en inglés a su vez libremente accesible por todos y gratuito) el conjunto de los
bienes culturales/conocimientos, programas informáticos, textos, músicas, películas, etc.,
reproducibles en un número ilimitado de copias a un coste muy bajo.
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y a la generalización de los conocimientos técnicos requeridos para su utilización. La difusión
del saber informático, que forma parte de la «cultura cotidiana» sin tener que ser aprendido, es
un ejemplo entre otros. La invención de los «fabbers», también llamados digital fabricators o
faetones in box —se trata de una especie de talleres flexibles transportables e instalados en
cualquier sitio— abre a la autoproducción local unas posibilidades prácticamente ilimitadas.
Es probable que los mejores ejemplos de prácticas alternativas que entren en ruptura
con el capitalismo nos vengan del sur del planeta, a juzgar por la creación en las favelas
brasileras (y no solamente allí) de «nuevas cooperativas» y de «puentes de cultura». Claudio
Prado, que dirige el Departamento de Cultura Numérica del Ministerio de Cultura de ese país,
declaraba recientemente: «El 'Job' es una especie en vías de extinción... Nosotros esperamos
saltar esta fase problemática del siglo XX para pasar directamente del siglo XIX al XXI. La
autoproducción y el reciclado de los ordenadores, por ejemplo, son apoyados por el gobierno.
Se trata de favorecer 'la apropiación de las tecnologías por parte de los utilizadores con una
finalidad de transformación social.» Efectivamente, las tres cuartas partes de los ordenadores
en Brasil en 2004/2005 fueron autoproducidos.
Septiembre de 2007
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INTRODUCCIÓN
Es imposible llevar a cabo una política correcta si no se tiene una visión precisa de la
sociedad hacia la cual se desea llegar, ni se podrá combatir eficazmente la actual revolución
conservadora, que reúne ultraliberalismo económico y práctica autoritaria del poder, sin
imaginar un pensamiento nuevo y un proyecto a la altura de lo que hoy está en juego.
La política se limita actualmente, en el mejor de los casos, a un arte de los medios que
olvida su finalidad y, en el peor, a una simple conquista o mantenimiento del poder. Debemos
retomar el combate de los objetivos y de las ideas para proponer una alternativa ambiciosa,
pero realizable, al modelo neoliberal que domina actualmente la escena mundial. Construir un
proyecto de sociedad es definir y organizar las condiciones de vida que permitirán a cada uno
realizarse en un contexto que tenga en cuenta los derechos y la dignidad humana. Es necesario
constatar que sobre estos temas nosotros nos situamos, muy frecuentemente, en el lado
opuesto a las ideas comúnmente aceptadas.
Para construir es necesario, primero, desmontar y para ello hemos de identificar las
alienaciones que deberemos combatir. Para Utopía, las tres primeras alienaciones de nuestras
sociedades desarrolladas son: el dogma del crecimiento como solución a nuestros males
económicos, el dogma del consumo como único criterio para la realización individual y la
centralidad del valor trabajo como única organización de la vida social. El combate contra
estas tres alienaciones es indispensable para construir el marco de la sociedad en la cual
queremos vivir y las modalidades de un verdadero modelo de desarrollo alternativo.
En la primera parte de este libro presentaremos los grandes ejes de nuestro modelo
alternativo de desarrollo. Éste deberá permitir a cada uno su integración en la sociedad, su
autonomía, disponiendo no solamente de los medios financieros de existencia, sino también
de las herramientas que le permitirán el ejercicio de un juicio esclarecido y su participación en
las decisiones colectivas. Ser un ciudadano activo no es solamente producir y consumir, es
también aprender a «vivir juntos», comprender los desafíos de nuestra sociedad y participar
en la vida política. También analizaremos cuándo, cómo, por qué y, sobre todo, para quiénes
nacieron los dogmas del crecimiento económico, del consumo y de la centralidad del valor
trabajo.
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No tenemos la pretensión de proponer sistemáticamente ideas nuevas en la plaza
pública de la cultura política, pero sí pretendemos volver a situar estas proposiciones en una
perspectiva global. Nuestra originalidad consiste también en llevar estos análisis y pro-
posiciones al seno de los movimientos y partidos de izquierda, de los militantes que
cuestionan el actual modelo de crecimiento, desde el Partido Socialista [francés] a los
ecologistas, los «altermun-dialistas», los antiliberales y los alternativos.
Puesto que este proyecto lleva implícita la intención de ser enriquecido y llevado
adelante políticamente, Utopía ha decidido constituirse en corriente al interior de todos los
partidos políticos de izquierda, estar presente en todas las asociaciones militantes y en todos
los países donde le sea posible. En Francia, estamos presentes en el Partido Socialista y en el
Partido de los Verdes, en el Partido de Izquierda (Parti de gauche) así como en el movimiento
Attac.
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I. OTRO MODELO DE DESARROLLO
ANDRÉ GORZ
Más que un simple giro semántico, esto implica una toma de posición profunda.
Comprobamos que la izquierda no se plantea ya la real pertinencia del sistema que regula
actualmente el conjunto de las relaciones sociales. Y si lo hace, se limita a proponer
solamente ajustes «marginales». Según nuestra visión, la legitimidad de construir un proyecto
político de izquierda portador de sentido y basado en un ideal claro y sólido no puede
establecerse sin el cuestionamiento del sistema capitalista. Efectivamente, la trampa de este
sistema consiste en presentarse como un «sistema económico», cuando en realidad va mucho
más allá: es un sistema político, un sistema económico y un sistema social que controla
prácticamente todos los diferentes aspectos de la vida de los individuos.
Por ende, es urgente llevar adelante una primera batalla política: una batalla cultural
que establezca una nítida diferencia entre capitalismo y actividad mercantil. El primero es un
sistema global que gobierna la economía y la sociedad. La actividad mercantil es un espacio
que puede servir para regular una parte de la producción de bienes y servicios. Pero el primero
no conlleva necesariamente el segundo.
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Nuestro proyecto implica el cuestionamiento del sistema
capitalista
Si bien la actividad mercantil en sí misma no es condenable, nuestro proyecto pone
necesariamente en tela de juicio el capitalismo en razón de dos de sus características, que lo
transforman, desde nuestro punto de vista, en un sistema incompatible con nuestro modelo de
desarrollo:
La situación actual del capitalismo agrava todavía más estas características: la apertura
de los mercados (de bienes, de servicios, de capitales) priva a las naciones de sus facultades
para determinar libremente sus políticas económicas, fiscales, de redistribución, de medio
ambiente. Por otro lado, el dogma de la competencia pura y perfecta implica una regresión de
los sectores públicos y de las políticas sociales.
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producción para asegurar un equilibrio social y ambiental duradero y equitativo para todos.
Aun si la historia no hubiese ya arbitrado sobre esta opción, igualmente sostenemos que
nuestro proyecto es incompatible con este sistema por tres razones.
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El modelo de desarrollo de Utopía
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Por otra parte, querer imponer desde arriba una visión y las acciones que se
desprenden de ella sería reinventar un nuevo totalitarismo. Este proyecto de desarrollo
universal, este ‘alter-desarrollo’, debe permitir a cada uno formar parte plenamente de la
sociedad, de ser autónomo disponiendo, no solamente de medios financieros, sino también de
las herramientas que le permitan ejercer su propio juicio y participar en las decisiones
comunes. Ser un ciudadano activo no es solamente producir y consumir, es también participar
en las decisiones políticas y comprender los desafíos de nuestra sociedad. «El papel de
ciudadano debe predominar sobre el «le trabajador y consumidor.»2
2. Ibíd.
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La semántica al servicio de una sola visión del mundo
ERIC HAZAN
La manipulación del vocabulario contribuye de una manera invisible pero muy eficaz
a la confusión de las ideas y a la actual pérdida de referencias; permite también a los que
detentan e! poder anestesiar la oposición afirmando que «no hay otra alternativa» y haciendo
circular la noción del fin de la política y de! reinado de un orden económico mundial, lo cual
reduce, de paso, lo político a lo económico. Uno de los ejemplos más sintomáticos de este
fenómeno es el desliz en ¡a utilización de la palabra «cuestión» o «tema» hacia la palabra
«problema». Así, la cuestión de la inmigración se transforma para algunos en el «problema de
la inmigración.
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Contra tres alienaciones fundamentales
ANDRÉ GORZ
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¿Es el capitalismo un fenómeno reciente e insuperable?
El nacimiento del capitalismo industrializado y productivista es un fenómeno reciente.
Sus orígenes se ubican a mediados del siglo XVIII, limitándose entonces solamente al mundo
occidental, comenzando por Inglaterra. Recién a principios del siglo XX sus métodos se apli-
caron a la agricultura y a los servicios, para después extenderse a la casi totalidad del mundo.
Sin embargo, quieren hacernos creer que el capitalismo ha existido siempre y que es
insuperable: «No es el pensamiento el que es único, sino la realidad», nos dice el neoliberal
Alain Mine. O, en otras palabras: circulen, aquí no hay nada para ver y mucho menos para
hacer. Elogio a la sumisión.
Los «gloriosos treinta años» (1945/1975), forjados por la vía indirecta del plan
Marshall lanzado en 1947 para sostener y reconstruir la economía europea tras la Segunda
Guerra Mundial, constituyen indiscutiblemente la edad de oro del capitalismo.
La Guerra Fría contribuyó a instituir en el capitalismo de mercado (al oeste), así como
en el capitalismo de Estado (al este), la nueva religión del crecimiento productivista como
apuesta al conflicto en curso y solución mágica a los problemas de la humanidad. En los
hechos, y teniendo en cuenta las importantes necesidades de reconstrucción y de producción
de bienes indispensables para la gran mayoría de la población —y también gracias a la
mecanización—, el pleno empleo se transformó en algo normal y las ganancias de la
productividad se multiplicaron por cinco en este período.
Las sociedades occidentales arrastran lo que se llama desde entonces el Tercer Mundo
en su frenesí de crecimiento bajo la forma de un colonialismo disfrazado. Según esas nuevas
normas, el «sub-desarrollo» se transforma en una enfermedad vergonzosa. Dos mil millones
de personas van a cambiar de estatuto para el Occidente y se transformarán en
«subdesarrollados», con la complicidad de muchos de sus propios dirigentes, que buscan de
esa manera obtener préstamos que no podrán pagar más que a cambio de una ruptura social
pavorosa y de un saqueo de sus estructuras y prácticas ancestrales.
Esos pueblos se verán obligados a lanzarse por los caminos de un desarrollo trazado
por otros. Hoy en día, la deuda del Sur alcanza los 28.000 millones de dólares. «Pocas
personas defienden ya esta gran hipocresía: se pretende ayudar a los países en desarrollo, al
mismo tiempo que se les obliga a abrir sus mercados a los productos de los países
industrialmente avanzados, quienes continúan a su vez protegiendo los suyos propios. La
naturaleza de estas prácticas vuelve a los ricos cada vez más ricos y a los pobres cada vez más
pobres (y más furiosos).4 Es el principio de la occidentalización del mundo. En los hechos, un
neocolonialismo salvaje y destructor.
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A partir de los años 1970, con la liberalización de los capitales y de las mercancías,
por un lado, y con la desreglamentación, por otro, asistimos al fuerte crecimiento de la
rentabilidad de los capitales. Esto último se acompaña invariablemente de operaciones de
privatización, concentraciones, deslocalizaciones y restructuraciones, con sus desastrosas
consecuencias en cuanto a la precarización del trabajo, a la desocupación masiva, a los
«reajustes estructurales» para el Sur y a la reducción de los derechos sociales en todas partes.
A partir de mediados de los años 1970, el crecimiento económico se construye con mucha
frecuencia sobre la degradación del progreso humano y el aumento de las desigualdades
sociales. Los treinta gloriosos se terminaron, pero el mito continúa.
JEAN GADREY
En 1960, la distancia entre lo que ganaban el 20% de los más ricos y el 20% de los
más pobres de nuestro planeta era de 1 a 30. En 2007 fue de 1 a 80. Las quinientas personas
más ricas del mundo ganan una cantidad de dinero igual a la que ganan los 500 millones más
pobres del planeta. Un ser humano de los «muy ricos» gana la misma cantidad que sus
«iguales», a saber, un millón de seres humanos en situación de extrema pobreza.
El setenta por ciento del comercio mundial se encuentra bajo el control de quinientas
empresas. Ford y General Motors realizaban ventas que superaban el PIB del África
subsahariana. Microsoft daba cuenta de ganancias de 37.000 millones de dólares en 2005, al
mismo tiempo que la ONU hace una estimación de solamente 20.000 millones por año para
erradicar la subalimentación, de 15.000 millones para abastecer de agua potable a todas las
regiones del mundo que hoy la necesitan y de 12.000 millones para garantizar una educación
de base a todos los que hoy no la tienen.
En los Estados Unidos, el PIB aumentó en un 240% entre 1959 y 1995. Sin embargo,
durante ese mismo período el índice de salud social que agrupa nueve indicadores sociales
bajó en un 40%. El 23% de los norteamericanos vive por debajo de lo que se considera el
umbral de la pobreza (en Gran Bretaña es el 22%) y el 1% de la población está en la cárcel
(cifra multiplicada por cuatro en los últimos veinticinco años). «Los Estados Unidos se están
transformando en un país rico con población pobre... el poder de compra del salario mínimo
es hoy en día un 35% inferior a lo que era hace treinta años.»5
22
faraónicas, «paracaídas dorados» para los grandes patrones, primas a dirigentes de bancos
financieros.
Y las cosas empeoran. Por un lado, el capitalismo empresarial, cuya lógica escapaba
ya a todo control político, ha dado lugar a un capitalismo financiero para el cual la máxima
rentabilidad del capital a corto plazo es su único objetivo, en detrimento del trabajo de los
asalariados y hasta de la continuidad misma de las empresas. Por otra parte, la concentración
creciente de las empresas conduce a la formación de un pequeño número de compañías
mundiales (worldcompanies), solidarias y cómplices en dictar sus leyes al mercado y aun a
ciertos gobiernos.
5. Joseph E. Stiglitz.
6. Emmaus, encuesta 2006.
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Un crecimiento infinito en un mundo finito: una ecuación
imposible
No se puede pensar en reducir la cantidad de mercancías sin querer al mismo tiempo
una economía radicalmente diferente, una economía cuyo primer objetivo no sea hacer dinero
y en la cual la riqueza no se exprese ni se mida en términos monetarios. La ecología política
es una disciplina económicamente anticapitalista y subversiva.
ANDRÉ GORZ
La utopía capitalista del crecimiento material ilimitado nos lleva a un callejón sin
salida y las fuerzas de la derecha están irremediablemente condenadas a sostener este
capitalismo destructor. Un crecimiento ilimitado en un mundo limitado es una ilusión. La
aberración es que la ciencia económica ignora los datos ecológicos en sus razonamientos y se
desconecta de la realidad de la biosfera. Cada uno de nosotros sabe que los recursos naturales
del planeta son insuficientes para permitirnos a todos un modo de vida a la europea y mucho
menos a la americana. El 20% de los seres humanos consumen el 80% de los recursos del
planeta. Se necesitarían uno o dos planetas más para continuar explotando los recursos
naturales mundiales al ritmo actual. Con un crecimiento económico mundial de solamente el
3% anual, se necesitarían ocho planetas más en el año 2100.
Pero, tanto en China como en otras regiones, serán las generaciones futuras las que
pagarán la cuenta. Con respecto al clima, la constatación queda sin réplica: los seres humanos
estamos desregulando el clima del planeta en el que vivimos de manera irreversible, y además
estamos aceptando casi serenamente las dramáticas consecuencias que nosotros mismos
provocamos. Solamente algunos grandes grupos de presión se permiten poner en duda la
relación que existe entre las actividades humanas, el efecto llamado de invernadero y el
recalentamiento del clima. Ya en la actualidad, el número de refugiados por catástrofes
climáticas es mayor que el causado por las guerras. Trece millones de hectáreas de bosques,
que son verdaderos surtidores de CO2, se destruyen cada año. Dos mil millones de habitantes
sufrirán de escasez de agua en el año 2025 en razón del aumento de la desertificación.
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Luchar contra el recalentamiento climático costaría actualmente, por año, 1% del PIB
mundial. Pero si se hace poco o nada, el coste será en el año 2050 del 20%, o sea, de 55.000
millones de dólares.7
VINCENT CHEYNET
Durante las elecciones presidenciales francesas ríe 1974, Rene Dumont alertó a la
opinión pública sobre los límites de los recursos naturales pero, aun teniendo razón —
demasiado temprano—, obtuvo menos del 2% de los votos.
El decrecimiento es una idea demasiado nueva para el gran publico, pero no tardara en
propagarse a causa de la crisis ecológica y social
Los principales teóricos del decrecimiento en Francia son actualmente Paul Aries,
Serge Latouche y Vincent Cheynet. Yves Cochet, del Partido de los Ecologistas, simpatiza
también con esta idea. Para ellos el decrecimiento no es el crecimiento negativo, sino la salida
de la religión del crecimiento, es decir una manera de atacar a los ídolos económicos y de
derrumbar todas las estatuas del Antiguo Régimen. El término «decrecimiento»,palabra obús
según Paul Aries, sirve para interpelar y poner en evidencia lo absurdo del economicismo. Se
expresa de esta manera el deseo de que el decrecimiento pueda ser acompañado de un
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crecimiento relaciona!, convivid y espiritual. Y esto no tiene nada que ver con el retorno a la
época de las velas, como lo pretenden, caricaturizándolo con mucha frecuencia los
enceguecidos partidarios del crecimiento económico. Según la expresión de Serge Latouche,
«descolonizar la izquierda del imaginario progresista» se hace imperativo.
De hecho, el consumo debería estar ligado a la aspiración a una mejor calidad de vida
y no a una acumulación ilimitada de bienes, ilusoria promesa de bienestar. El objetivo sería
reubicar el consumo en relación a otro modelo de desarrollo, más justo, respetuoso del medio
ambiente y en acuerdo con las verdaderas necesidades de los seres humanos. En este sentido,
nosotros estamos de acuerdo con los «objetores del crecimiento» que reclaman «menos
bienes, más vínculos».
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El consumo como revelador de la crisis de identidad
Más allá de la realidad económica, la sociedad sufre actualmente una crisis de
identidad y un profundo desencanto del mundo. Esta crisis de identidad está ligada a la
primacía de lo individual en detrimento de lo colectivo y a la creencia de que la suma de los
éxitos materiales de cada uno constituye el bienestar de todos. El consumo pierde su finalidad
primera, que es la de dar satisfacción a una necesidad: se consume porque los otros consumen.
Paralela y paradójicamente, los modelos de realización de sí mismo transmitidos por los
medios de comunicación y la publicidad ponen de relieve, y siempre en primer lugar, la
excepción, la distinción y el rendimiento. Hay que consumir para distinguirse, para mostrar su
diferencia, su éxito. Esta inestabilidad obliga a «estar siempre jugando un papel», incluso
frente a sus familiares y amigos.
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El consumo actúa como una droga
El condenado al trabajo y el forzado al consumo son las dos caras de un mismo rostro,
el del homo economicus. Se comienza por consumir objetos, luego otros seres humanos
(violencias, presiones) y finalmente se consume a sí mismo: drogas, sectas, suicidios.
PAUL ARIES
El consumo se ha transformado en el nuevo opio del pueblo. Es como una religión del
mercado y la semántica no es neutra: templos del consumo, grandes sacerdotes de la
economía, fe en el progreso, liturgia publicitaria, credo del poder de compra (el
fundamentalismo mercantil del que nos habla Stiglitz).
DOMINIQUE MÉDA
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que lo instituye como un valor liberador y como un camino para la realización individual. Por
supuesto que esta posición no es incompatible con nuestra convicción de que cada ciudadano
debe tener el derecho a trabajar y que la lucha contra la desocupación forzosa debe seguir
siendo una prioridad. Somos perfectamente conscientes que en una sociedad como la nuestra,
que sacraliza el trabajo, es muy difícil llevar adelante este debate con la profundidad y
serenidad que merece, en un clima donde la desocupación forzosa (y la carga de sufrimientos
materiales y sociales que la acompañan) hacen muchas veces esta reflexión inaudible.
Dejemos bien en claro desde el principio nuestra posición, para evitar malentendidos y
caricaturas: sostenemos que el trabajo debe ser un lazo social de calidad, al cual cada
individuo debe tener acceso. El proyecto del pleno empleo debe seguir siendo esencial, a la
par de la conquista de nuevos derechos.
Sin embargo, insistimos en afirmar, con fuerza, que la elevación del trabajo a la
categoría de valor fundamental es el resultado de una ideología productivista incompatible,
según nuestro punto de vista, con cualquier forma de realización de sí mismo.
En el Génesis, el trabajo está asimilado a una sanción. Así, después del pecado de
Adán y Eva se dice «te ganarás el pan con el sudor de tu frente». Es durante el siglo XVI que
el trabajo toma el nombre de tripalium, que designaba entonces un instrumento de tortura.
Desde el Imperio Romano hasta la Edad Media siempre se trató el trabajo de la misma
manera: con desprecio. El valor principal del orden social de esos tiempos era el rango.
Es Adam Smith, el gran teórico liberal e inventor de «la mano invisible del mercado»
como instrumento de regulación, que en 1776 asimila —en su libro Investigación sobre la
naturaleza y causas de la riqueza de las naciones— el trabajo y especialmente su pro-
ductividad (relacionada con la utilización de máquinas y la división de tareas) a un factor de
crecimiento de la riqueza. Este razonamiento, que consagra a partir del siglo XIX la medida
de la riqueza de una sociedad en función de su actividad económica, provoca un
deslizamiento semántico, instituyendo el trabajo como un valor moral estructurante. Y es así
como el trabajo adquiere un valor central a partir del cual se construye progresivamente un
nuevo orden social fundado sobre los asalariados.
29
El trabajo, una actividad de producción al servicio de lógicas
económicas
La elevación del trabajo a la categoría de valor es el resultado de un proceso histórico
vinculado al desarrollo del capitalismo y se caracteriza por el sometimiento del conjunto de
las actividades de la vida a las consideraciones económicas y al imperativo del aumento de la
producción y del consumo. El capitalismo considera el trabajo como un simple factor de
producción, es decir, como un coste, una variable ajustable al servicio de una lógica
implacable: la búsqueda de ganancia para los propietarios del capital. En la actualidad, el
trabajo es el soporte y el pretexto del crecimiento, la fuente de enriquecimientos fabulosos que
benefician a algunos, dejando a la gran mayoría encandilados con la esperanzada ilusión de
participar algún día en el festín, aunque resignándose más bien que escandalizándose. Camino
forzoso de una participación en las tentaciones de la sociedad de abundancia, el trabajo es
sometido al chantaje permanente de una obligación de competitividad, ubicado en una
situación de competencia desregulada, con armas muy débiles y defensas desgastadas.
Los directivos de la empresa arbitran entre los diferentes costes: materias primas,
alquileres, gastos de personal, como si existiera una equivalencia entre todos esos rubros
contables. El «recurso humano» es de esa manera analizado, desglosado y valorizado según el
precio del mercado. Esta valoración no tiene nada que ver con la dificultad o la pertinencia del
uso del bien o del servicio producido, sino que está directamente determinada por un razo-
namiento exclusivamente económico, que evalúa la escasez relativa de las competencias en el
interior de un proceso productivo. Esto significa, dicho crudamente, que en un medio de
competencia internacional, o bien se disminuyen los salarios, o los empleos se deslocalizan. Y
por supuesto que en una situación de desempleo, la relación de fuerza es más favorable a los
empleadores para imponer la congelación de los salarios apoyándose en el miedo a la inse-
guridad que esta situación genera. En estas condiciones, ¿cómo podemos imaginar la
realización satisfactoria de cada individuo a través de su trabajo? Como valor moral
deberíamos encontrar algo mejor... Y como vínculo social central deberíamos encontrar algo
más justo y equitativo.
30
tradición materialista, toma generalmente hoy en día posición por una «rehabilitación del
valor trabajo». Como si lo que fundara nuestro pacto social y nuestro «vivir juntos» debiera
reducirse a una actividad productiva remunerada. Esta izquierda revindica una herencia donde
el sentido de la historia de la humanidad sería el de humanizar lo natural, modelarlo,
rechazando la animalidad del mundo. En esta óptica o hipótesis, los seres humanos nos
realizaríamos completamente al interior o a través de nuestra producción. Nosotros no
compartimos esta manera de ver. La lucha verdadera, la única que tiene valor, es la del
rechazo de la lógica de aquellos que buscan valorizar el capital en detrimento del trabajo. Se
trata de valorizar los derechos y los poderes del trabajador con el fin de brindar al trabajo y,
por ende, a los seres humanos una conformidad con su esencia.
Antes de ser interpretado como un medio que nos permite organizar la naturaleza o
humanizar el mundo, el trabajo nació como un factor de producción. Por eso nosotros nos
oponemos a considerar la actividad de producción como ligada a lo esencial de los seres
humanos o de su historia. En este sentido, consideramos, como Dominique Méda, que «el
carácter alienante del trabajo no desaparece por la apropiación colectiva de los medios de
producción. Que los capitales sean manejados por los trabajadores y no por los capitalistas
cambiaría poco respecto de las condiciones concretas del trabajo; la organización del mismo
estará siempre en manos de algunos y no de lodos [...] o dicho de otra manera, la abolición de
la relación salarial no alcanza para que el trabajo se transforme en autónomo». ¿Debemos
continuar erigiendo como único vínculo social, como valor, una actividad que
estructuralmente produce desigualdad? Pensamos que no. El trabajo es y seguirá siendo
alienante, alienante por naturaleza, porque es el resultado de una relación, de una
subordinación mercantil entre los individuos, al servicio de un sistema cuya lógica es
extranjera a la noción misma de humanidad.
El trabajo y el mérito
La derecha ha hecho del «mérito» y del «trabajo» el fundamento de su reflexión
política. Y, curiosamente, la izquierda se siente algo molesta cuando se trata este tema.
Además, cada uno actúa como si el mérito y el trabajo fueran nociones o valores establecidos,
cuyo sentido y utilización se sobrentienden.
¿Qué entendemos nosotros por mérito? ¿Se trata de los necesarios esfuerzos que cada
ciudadano realiza sobre sí mismo para aprender y poder así contribuir lúcidamente en la vida
colectiva? No, seguramente que no. Cuando la derecha evoca el mérito, lo hace ligándolo con
naturalidad a lo que llaman «el éxito». El mérito se transforma entonces en un argumento
liberal y conservador por excelencia, que muchas veces se declina en términos de «de acuerdo
a su voluntad y a su trabajo, 'cada uno' puede llegar más o menos lejos en función de una
escala de valores preestablecida». Aquí, de nuevo, ¿de qué escala de valores estamos
hablando? ¿De la escala que jerarquiza a los individuos en función de su eficacia económica,
estando esta última determinada por las leyes del mercado? En este mundo (nuestro mundo),
el saber de una asistente social, o de un obrero, «vale» cinco veces menos que el de un cuadro
superior.
31
esto? Cuando le hablan de «mérito», ella responde: «luchar contra el fenómeno de
reproducción social»; al centrarse sobre «volver a poner en marcha el ascensor social», no
cuestiona más las jerarquías sociales, ni los valores y las lógicas que nos han conducido a
construirlas. Termina entonces implícitamente por legitimar un sistema y sus desigualdades
inherentes, proponiendo nada más que medidas correctivas, que no cambiarán
fundamentalmente el orden de las cosas, ya que la injusticia es justamente uno de los
componentes esenciales del sistema. No se trata entonces de corregir el sistema dándole a
cada uno la posibilidad de hacer «méritos», sino de saber cómo ir reconsiderando la escala de
valores de las relaciones humanas.
Puesto que el trabajo y las jerarquías sociales no deben ser el fruto de decisiones
económicas, proponemos la disminución del tiempo de trabajo, acordando un verdadero
estatuto a las actividades no productivas (asociativas, políticas, humanitarias...). También
deseamos promover una gestión del tiempo durante toda la vida, que permitirá a cada uno
interrumpir su actividad productiva para dedicarse a proyectos personales y colectivos.
Además, nos negamos a reconocer como ideal de sociedad lo que algunos llaman la «sociedad
del trabajo», oponiéndola a la de la «asistencia», lo que sugiere que si no se ha tenido la suerte
de encontrar o acceder a un empleo, no habrá seguro de enfermedad, ni seguro de
subsistencia, ni jubilación. Es como si solamente el trabajo participara del bienestar colectivo,
como si cada uno tuviera la misma posibilidad de elección y acceso a ese famoso «trabajo»,
32
como si los que no lo tienen hubieran conscientemente elegido esa situación para
«aprovecharse» del sistema.
JEAN GADREY
Con este modo de cálculo, las reparaciones originadas en las catástrofes naturales y
humanas, el tratamiento del exceso de residuos, los gastos originados en la degradación de las
condiciones de vida y de trabajo hacen progresar el PIB.
8. Dominique Méda.
33
No solamente no se tienen en cuenta las pérdidas del patrimonio natural, sino que se
contabiliza su destrucción organizada, como por ejemplo la extracción de materias primas. Y,
sin embargo, numerosas actividades y recursos que contribuyen al bienestar general, tales
como las tareas benévolas, el trabajo doméstico, las actividades culturales o la educación
popular no son tenidas en cuenta.
El Producto Interno Bruto (PIB) no fue creado para que sea una referencia del
bienestar general, pero su instrumentación política nos lo presenta como tal. Sin embargo, la
diferencia entre el PIB y los índices de salud social o de calidad del medio ambiente son
alarmantes. Hemos de ponernos otros lentes diferentes al PIB y combatir su carácter y su
utilización imperialista.
No es una minoría de expertos la que tienen que definir y cuantificar esta noción
compleja, capaz de evolucionar en el tiempo y en el espacio, y que varía según las diferentes
culturas humanas. Este trabajo implica necesariamente una parte de apreciaciones subjetivas,
tanto en lo que se refiere a los indicadores elegidos, como a la importancia dada a cada uno de
ellos. ¿Cómo sumar, por ejemplo, los porcentajes de desocupación y la desigualdad de los
sueldos, las expulsiones de la gente de su vivienda y el número de personas sometidas al
impuesto a las grandes fortunas? Es necesario exigir la publicación regular y comparativa de
indicadores que midan otro tipo de riquezas y no solamente las económicas. Entre estos
últimos indicadores, Utopía retiene cinco de los principales.
34
americano y la de este índice de salud social a partir de 1959, con una distancia muy
importante entre los dos índices a partir de 1973-1974.
El BIP 40
El BIP 40, Barómetro de las Desigualdades y de la Pobreza, fue introducido en
Francia por la Red de Alerta contra las Desigualdades (RAÍ), una iniciativa colectiva de
investigadores y de asociaciones. Se trata del único indicador sintético alternativo digno de
ese nombre existente en Francia y se compone de aproximadamente sesenta criterios. El BIP
40 es un índice reconocido que busca darle prioridad a los temas de la pobreza y la
desigualdad. Identifica las series de datos estadísticos que reflejan las diversas dimensiones de
la desigualdad y de la pobreza y luego las suma. Este índice depende sin embargo de las
estadísticas disponibles (sobre ciertos temas, como la salud, la falta de información es
frecuente). La metodología elegida para elaborar este índice se inspira en los trabajos
realizados para confeccionar el IDH o indicadores de salud social análogos.
La huella ecológica
Elaborado en 1996 William Rees y Mathis Wackernagel, este indicador se refiere
únicamente al medio ambiente y no integra criterios sociales. Refleja el grado de utilización
de la naturaleza (energías fósiles y renovables) por parte de los seres humanos con fines de
producción y consumo material. Está basado en la superficie del planeta (transiórmada en
cantidad de hectáreas), de las que depende su población, y tiene en cuenta lo que se consume
y los residuos que se originan.
Según la WWF, esta huella ecológica pasó de alrededor 60% de la superficie utilizable
del planeta en 1960 a más de 120% hoy, necesitándose por ende 1,2 planetas para seguir
extrayendo los recursos naturales al mismo ritmo actual. Se utilizan entonces 20% de los
recursos naturales más allá de lo que un proceso de recuperación lo permite. Efectivamente,
los cálculos muestran que durante los años 1980 la huella ecológica mundial comenzó a
superar la cifra de un planeta, es decir que la humanidad pasó a consumir y a producir
residuos más allá de lo que su capacidad de recuperación planetaria permite. Además, este
fenómeno ocurre en forma muy desigual según los continentes. Por ejemplo, un americano del
norte tiene una huella ecológica de 9,6 hectáreas, siete veces mayor que la de un africano o un
asiático.
El PIB verde
Creado por investigadores y organizaciones no gubernamentales, su objetivo es
corregir el PIB deduciendo el coste de los perjuicios ambientales y sociales. En teoría debe
servir para medir la verdadera riqueza nacional de un país. En el caso de China, que comenzó
a utilizar este índice en 2004, su PIB del año 2000, que se situaba en 8,75%, descendió a
6,5%. La Universidad de Pekín estima que por lo menos de 3 a 7 puntos de crecimiento del
PIB de los años noventa fueron logrados en detrimento de los recursos naturales y del medio
35
ambiente. Esto quiere decir que por lo menos la mitad del crecimiento de este decenio tendrá
que ser deducido, y eso sin tener en cuenta las condiciones sociales degradantes que acompa-
ñan este crecimiento económico.
DOMINIQUE MÉDA10
36
II. LA ECOLOGÍA Y OTRO MUNDO POSIBLE
El desafío ecológico
La situación actual nos hace pensar en unos personajes de historieta arrastrados en una
loca carrera por el vacío sin que ellos mismos se den cuenta; la fuerza de su imaginación les
hace flotar en las alturas pero, al tomar conciencia, se desploman totalmente.
RAOUL VANEIGHEM
Sin embargo, en 2006 un grupo corno Exxon Mobil gastó 16 millones de dólares en la
financiación de organismos encargados de manipular la información sobre el tema del
recalentamiento climático para fabricar dudas e incertidumbre, como lo hicieran hasta ayer las
compañías tabacaleras respecto al cáncer de pulmón. Para esa gente, «nuestras vidas valen
menos que sus beneficios».
37
los primeros afectados, habiendo sido los que menos contribuyeron a crear esta situación. El
cambio climático pone en peligro la vida de toda la humanidad.
El tema de la calidad del aire es completamente ignorado en los debates políticos. Sin
embargo, las actividades humanas en los países industrializados (industria y transporte) tienen
una clara incidencia en las enfermedades respiratorias y alérgicas. Según un estudio de la
OMS publicado en el año 2000, en Francia se cuentan 32.000 muertes por año atribuibles a la
contaminación del aire y el número de asmáticos se ha duplicado en veinte años.
El riesgo mayor es, en este caso, la aceleración del cambio climático, que trae consigo
una disminución de la capacidad del mar y de la tierra de producir biomasa para la
alimentación, la energía y otros elementos, así como para absorber carbono y servir de
receptáculo de la biodiversidad. Este riesgo existe a partir de una concentración de 400 ppm
de gas carbono en la atmósfera, cantidad a la que se llegaría a partir de 2015 si se continúa
con el ritmo de estos últimos años. Se entraría entonces, según los expertos sobre el clima, en
un territorio desconocido. Es por consiguiente muy urgente actuar.
NICHOLAS STERN3
2. Koffi Anan, ex secretario general de la ONU.
3. Conférence á 1'IEP París, 2007.
38
Mil quinientos millones de personas carecen de acceso al agua potable hoy en día,
2.000 millones no tienen saneamiento y 2.000 quinientos millones consumen agua
contaminada. Como resultado de todo ello, más de cuatro millones de seres humanos mueren
cada año por enfermedades vinculadas a la escasez de agua, incluidos dos millones de niños
que mueren tras consumir agua no potable.4
Sin embargo, desde hace treinta años no son declaraciones las que faltan: en la primera
Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Agua en 1977 se afirma «el derecho de todos los
pueblos a acceder al agua potable»; en 1990, la Carta de Montreal proclama que «El derecho
de acceso al agua es un derecho fundamental de los seres humanos».
Desde esta óptica, la solución preconizada hasta ahora ha sido la asociación público-
privada, o sea, de hecho, la privatización de los servicios de agua. Esto ha conducido a
menudo a un aumento de los precios para los consumidores, a la disminución de las inver-
siones indispensables, a la disminución de la calidad del servicio prestado y al desarrollo de
mecanismos de corrupción. Si bien los operadores privados reivindican sus conocimientos
tecnológicos, la lógica del mercado no es ni el humanismo ni el largo plazo.
Es muy urgente cambiar el modelo e instar a las naciones a retomar el control del
mercado para recuperar el derecho al agua, derecho fundamental, fuente de toda vida sobre la
tierra.
39
Para aportar soluciones a la crisis energética y climática, Utopía propone seis grandes
líneas de acción, que pueden aplicarse a nivel local, nacional, europeo e internacional: 1) el
planteo «Negawat» para reducir por cuatro las emisiones de gases de efecto invernadero; 2) el
abandono progresivo de la energía nuclear; 3) la creación de un centro público de energía; 4)
una enérgica política fiscal basada en el principio de «quien contamina paga»; 5) la
relocalización de la economía; 6) la restauración de la agricultura de pequeños productores y
un plan de apoyo a la reforestación.
Para llegar al Factor 4 será necesario que cada habitante del planeta genere un máximo
de media tonelada de carbono por año. Recordemos que cada ciudadano estadounidense
produce actualmente 5,3 toneladas y un francés algo más de dos. Con una progresión
económica mundial del 21% entre 1990 y 2001, la tendencia actual llegará a duplicar las
emisiones mundiales de CO2 para el año 2050. Además, el CO2 tiene un efecto acumulativo y
necesita un siglo para reabsorberse. Con el acuerdo de Kioto, que prevé una disminución del
5% para 2012 en relación a 1990, y que ni siquiera es aplicado en todas las regiones, estamos
lejos de este objetivo (solamente cubre el 27% de las emisiones producidas en Francia).
El Factor 4 ha sido objeto de un curioso consenso. Fue presentado por primera vez en
Francia por el primer ministro durante una conferencia sobre el clima, en 2004, luego
retomado en 2005 por el presidente de la República con motivo de los acuerdos de Kioto y
finalmente plasmado en la ley del 13 de julio de 2005 de lucha contra el cambio climático.
¿Debemos atribuir este consenso al carácter aparentemente lejano del año 2050? Ninguno de
los actuales gobernantes tendrá que rendir cuentas entonces, salvo frente a la historia. Este
desafío necesita, desde nuestro presente, una política voluntarista capaz de superar lo que hoy
sólo se da como una toma de conciencia individual.
Los planteamientos actuales o previsibles, incluidos los de Kioto, están lejos de ser
suficientes. Hemos de notar, sin embargo, que en marzo de 2007 los 27 estados miembros de
la Unión Europea decidieron que esa región deberá reducir desde ahora a 2020 las emisiones
de gases de efecto invernadero en por lo menos un 20% en comparación con 1990 y, para
esto, mejorar en un 20% la eficiencia energética y alcanzar el 20% de la producción a partir
de energías «renovables». Estas buenas intenciones deberán aún materializarse.
5. www.negawatt.org.
40
El emprendimiento Negawatt: sobriedad, eficiencia y
energías renovables
Un grupo de expertos trabaja desde hace varios años en Francia sobre el Factor 4 en
una asociación llamada Negawatt.5 Utopía propone tomar como base de acción en Francia la
propuesta de esta asociación, fundada necesaria y simultáneamente en la sobriedad, la
eficiencia energética y las energías renovables. Este emprendimiento tiene la ventaja de ser
realista ya que, limitándose al uso de las tecnologías existentes, no rechaza futuros avances
tecnológicos, especialmente los que pudieran concernir al almacenamiento de electricidad, a
las reservas de carbono, al desarrollo de tecnologías basadas en el hidrógeno o a la energía
nuclear de la llamada cuarta generación. También es realista, ya que describe medidas
concretas aplicables y demuestra que su financiación es posible.
Según los objetivos del Factor 4, Negawatt se propone identificar esos «negawatts»
que surgen de la energía no consumida gracias A una utilización más sobria y más eficiente
(aproximadamente el 64% de nuestro consumo de energía primaria). Se plantea también un
abandono gradual de la energía nuclear. La sobriedad consiste en eliminar todos los gastos
inútiles en cada uno de los rubros de organización de nuestra sociedad, así como también en el
comportamiento individual, sin recurrir a la austeridad o al racionamiento. Por ejemplo, se
trataría de aprovechar mejor la luz natural, reducir las iluminaciones inútiles, controlar mejor
la calefacción, racionalizar los hábitos de desplazamiento de personas y mercancías,
desarrollar el transporte público, promover el uso de la bicicleta en la ciudad, etc.
41
Las posiciones en favor de la energía nuclear presentan cuatro argumentos principales,
que están demostrando ser falsas soluciones. El cambio climático es una bendición para esta
posición pronuclear, pues presentan esta energía como productora de bajas emisiones de
carbono y reducida contaminación. Pero, si bien la energía nuclear emite pocos gases de
efecto invernadero, una electricidad mundial producida exclusivamente por energía nuclear
reduciría esos gases en sólo un 9%. Dicen también que permitiría la independencia energética,
sin embargo, el uranio, como el petróleo, es importado y estas materias primas existen
solamente en un número muy limitado de países. La energía nuclear se presenta con
frecuencia como una energía renovable, salvo que la duración de las reservas mundiales de
uranio se estima en cien años. Por otro lado, se considera de bajo coste pero, de hecho, los
costes indirectos no se incluyen en los cálculos, ni tampoco el aumento progresivo anunciado
del coste del uranio.
Por otra parte, los argumentos en contra de la energía nuclear son muchos e
importantes. Los tres principales son: los residuos, la proliferación y el riesgo de accidentes.
— Las soluciones técnicas para la eliminación de los residuos, que deberían haber
permitido neutralizar la radioactividad, prometida desde hace cuarenta años están aún por
verse. Incluso en la próxima generación de centrales nucleares quedarán siempre residuos
radiactivos y, por tanto, peligrosos. «Oficialmente» existen hoy en Francia mil sitios de
almacenamiento de residuos (incluyendo los residuos radioactivos de la medicina) para una
producción de 1.200 toneladas/año, principalmente provenientes de los combustibles o del
desmantelamiento de las centrales.
— La proliferación sigue siendo un grave riesgo porque las fronteras entre lo nuclear
civil y militar son, como lo sabemos, muy poco seguras.
42
nucleares de tipo EPR, como la de Flamanville, considerada por el experto John Large como
«el reactor nuclear más peligroso del mundo».
Esta gestión pública es tanto más importante cuanto que la producción y distribución
de energía están sujetas a limitaciones técnicas específicas, vinculadas a problemas de
almacenamiento (sobre todo para la electricidad), transporte o capacidad de planificación de
la producción. La duración de la construcción de grandes centrales eléctricas y los costes
correspondientes no pueden estar sujetos al mercado, que se focaliza principalmente en
objetivos de corto plazo.
43
Quien contamina paga: la fiscalidad de los productos
altamente contaminantes
El transporte depende principalmente del petróleo, del cual absorbe el 65% de la
producción. Este sector, que crece rápidamente ( 21 % entre 1990 y 2001 en Francia), origina
más del 30% de las emisiones de GEI en el mundo (la mitad corresponde a los automóviles
particulares). Esta situación, insostenible, no es sin embargo insoluble, ya que sabemos
fabricar coches que consumen solamente 3 litros por 100km, transportes eléctricos y podemos
recurrir a los agrocombustibles.
Conviene sin embargo ser prudentes y limitar éstos últimos, porque sus ventajas
respecto al medio ambiente son muy relativas y los efectos perversos sobre la producción son
numerosos. Para fabricar un litro de etanol a partir del maíz (casi siempre proveniente de la
agricultura intensiva y transgénica), según la región, se necesitan entre 1.200 y 3.600 litros de
agua... y una energía equivalente a casi un litro de petróleo. Una de las consecuencias será,
seguramente, la probable alianza entre los principales grupos agroalimentarios, petroleros y
agroquímicos. De ahí también la necesidad de limitar su producción a su área de consumo.En
Francia, los impuestos ambientales son bajos, correspondiendo a sólo el 4% del total de las
recaudaciones impositivas. Algunos combustibles como el kerosén de los aviones no pagan
impuestos en ninguna parte del mundo. Justamente, debido a que los contaminadores sufragan
poco o nada de los costes ambientales que ellos mismos generan, nos enfrentamos a una
inflación del consumo de energía. Estos costes recaen globalmente sobre la colectividad. Es el
caso justamente de los transportes, que no incluyen los costes y las consecuencias de las
emisiones de gases de efecto invernadero. Es necesario, como dicen los economistas,
«internalizar los costes externos».
44
Recomendamos también que tras un período de información que permita a los
industriales adaptarse, se establezcan normas máximas de emisión para la producción, fijadas
a nivel europeo.
45
Quisiéramos también mencionar aquí la política agrícola común (PAC), con la cual
disentimos. Esta política se llevó a cabo en Francia en el contexto de la reconstrucción
posterior a la Segunda Guerra Mundial. Hoy beneficia principalmente a la agricultura
intensiva y contaminadora que, además, no asume los costes de la contaminación que genera.
Una forma de relocalizar la agricultura y promover la agricultura ecológica podría consistir en
una gradual y progresiva redistribución de los recursos de la PAC. Se podría así beneficiar a
los agricultores orgánicos, por ejemplo a través de subvenciones destinadas a los comedores
colectivos (comenzando por los escolares) que consuman sus productos.
El apoyo a la reforestación
La superficie forestal cubierta del planeta asciende a casi 4.000 millones de hectáreas,
o sea alrededor del 30% de la masa continental. Según el informe de 2005 de la FAO, 13
millones de hectáreas desaparecen cada año, creando una pérdida neta de 7,3 millones de
hectáreas, si se tienen en cuenta las nuevas plantaciones y la expansión natural de los bosques
existentes. Esto representa 20.000 hectáreas por día, o sea el equivalente a dos veces el
tamaño de una ciudad como París. Sin embargo, los bosques son la principal reserva de la
biodiversidad, con más de doscientas especies por metro cuadrado, y desempeñan un papel
vital en la absorción de CO2.
En efecto, según estudios de la FAO, las superficies de bosques y suelos forestales del
planeta almacenan más de mil millones de toneladas de carbono. Esta enorme cantidad
representa más del doble del volumen de carbono presente en la atmósfera. Pero la
destrucción de los bosques produce el efecto contrario, o sea que libera en la atmósfera casi
6.000 millones de toneladas de dióxido de carbono cada año. Por ello, impedir que esas
reservas de carbono sean liberadas es importante para el balance del carbono y vital para la
conservación del medio ambiente, declara la Organización de las Naciones Unidas. Si Europa
y América del Norte, conscientes del problema, han detenido la deforestación, no sucede lo
mismo en América del Sur, África y Asia, que contienen más del 80% de los bosques
primarios del mundo. Si la deforestación mundial sólo se redujera en un 20%, se
economizarían tantas toneladas de CO2 como con el Protocolo de Kioto. Por otro lado, la
deforestación también es responsable de muchos otros problemas, tales como el
desplazamiento de poblaciones, la desertización, los cultivos intensivos, etc. El reto es
considerable.
46
Por una política para otro mundo posible
Afirmar que la política tiene un alcance mundial no es negar el interés por la condición
y los problemas de la gente allí donde vive, o en el lugar donde los ha ubicado su historia. Es
por el contrario afirmar que la ciudadanía local tiene como condicionante una ciudadanía
mundial activa. Toda elección de una orientación política local en la esfera económica, social,
cultural o institucional implica una elección cosmopolita y lo inverso.
ETIENNE BALIBAR
Cada vez se hace más necesaria una verdadera política internacional, una «nueva
organización del mundo». El siglo XX conoció algunas hermosas utopías. La Sociedad de las
Naciones (SdN) fracasó en su objetivo de paz universal después del conflicto de 1914-1918 y
la Organización de la Naciones Unidas (ONU) retomó la iniciativa en 1945. Si bien el riesgo
de un tercer conflicto mundial parecería evitado ¿en qué situación se encuentran las varias
decenas de conflictos actuales, los veinte millones de refugiados y los cerca de cien millones
de desplazados?
Una ONU reformada en profundidad puede ser el primer acto de un largo combate en
pro de una globalización justa y solidaria. En lo que concierne al Consejo de Seguridad,
rechazamos el statu quo de los cinco miembros permanentes que disponen del derecho de
47
veto y proponemos, en lugar del derecho de veto calificado (desacuerdo expresado por varios
países), la apertura del Consejo a seis nuevos miembros permanentes entre los cuales se
encuentran Japón, India, Alemania, así como también un país latinoamericano, un país
africano y un país árabe. La Organización de las Naciones Unidas debe en adelante tomar
también en cuenta los protagonistas de la sociedad civil, con una Asamblea Consultiva Mun-
dial donde se sentarían los representantes de esas transnacionales de la solidaridad que son los
movimientos de mujeres, los movimientos juveniles, las asociaciones de activistas de
derechos humanos o de desarrollo.
Por supuesto, deseamos reformar la OMC, para hacerla más transparente, más
democrática e incluir entre sus objetivos la búsqueda prioritaria del respeto de las normas
sociales (OIT/ CMDS) y ambientales (OME/CMDD). El FMl y el Banco Mundial deberán
igualmente responder a los objetivos de lucha contra la pobreza y de acceso a los bienes
públicos mundiales (medicamentos, agua, tecnología). Más representativas, más legítimas,
estas entidades serían más responsables.
9. Los ocho Objetivos de Desarrollo del Milenio acordados por los estados miembros
de la ONU para 2015 son: reducir la extrema pobreza y el hambre, asegurar la educación
primaria para todos, promover la igualdad de los sexos y la autonomía de la mujer, reducir
la mortalidad infantil, mejorar la salud materna, combatir el VIH/SIDA, el paludismo y
otras enfermedades, asegurarnos un medio ambiente sostenible, establecer una
colaboración mundial para el desarrollo.
48
Por un sistema impositivo internacional10
La fiscalidad es, junto con la moneda, uno de los dos pilares de la soberanía del
Estado. Los sistemas impositivos se instituyeron al mismo tiempo que se establecían las
fronteras de los territorios nacionales, permitiendo la soberanía y la autonomía de las políticas
nacionales.
49
La deuda del tercer Mundo
La deuda del tercer Mundo se estima en 28 000 millones de dólares. Comparada con
la de los estados Unidos (de 8 000 billones) no es importante, pero su mecanismo actual es tal
que los países endeudados pagan cada ano mas intereses que sus necesidades mínimas de
financiación. Es por ello que en los anos 1960-1970 la deuda del tercer Mundo se torno
explosiva. Los bancos occidentales incitaron a los países del Sur a tomar préstamos a tasas de
interés bajas, pero pagando al mismo tiempo comisiones sustánciales a los potentados locales.
A partir de la crisis de 1973, el norte aumento aun las posibilidades de préstamos al Sur, a
condición que este último comprará mercancías producidas en el Norte.
Para poder pagar, los países del Sur privilegiaron los cultivos de exportación (que
agotan los recursos naturales y reducen el área cultivada para la alimentación local) tales
como el algodón, el café, el cacao o el azúcar. Este tipo de cultivos pasaron a ser excesivos,
produciéndose, lógicamente, una importante caída de los precios en los anos ochenta. Al
mismo tiempo, los Estados Unidos aumentaron sus tasas de interés. El resultado fue que los
países endeudados quedaron financiera y económicamente estrangulados.
El FMI acepto en 1982 otorgar nuevos prestamos o retrasar el pago a cambio de los
famosos ‘programas de ajuste estructural’, provocando la reducción del presupuesto social, la
privatización de los servicios públicos, la liberalización y, en consecuencia, el
empobrecimiento de los países y de los pueblos. ‘Desde 1970, los países en desarrollo han
pagado el equivalente a 85 veces la deuda de ese ano pero ahora deben cuarenta veces mas.
Entre 1999 y 2004, el Sur pago un promedio de 81 000 millones de dólares por ano de lo que
había recibido de los nuevos prestamos* la deuda, tanto al Norte como al Sur, colectiva o
individual, esta en el corazón del actual modelo económico liberal. Ella permite transferir y
retirar, a través de los intereses, la riqueza del trabajo hacia el patrimonio de los más ricos, o
sea hacia aquellos que pueden prestar. Para reducir el pago de los intereses de la deuda se
establecieron políticas de austeridad y rigor en el Norte y políticas de ajuste estructural en el
Sur, siempre en beneficio de una minoría.*
50
El argumento que se repite con frecuencia sobre la corrupción de las élites del Sur no
tiene fundamento. En primer lugar, porque para que haya corruptos debe haber quienes
corrompen y además porque la corrupción y la pobreza se alimentan precisamente de la
deuda. Nosotros estamos claramente a favor de la cancelación total de la deuda de todos los
países del Tercer Mundo, deuda que hasta la fecha concierne principalmente a África.
Nuestro proyecto sólo se puede realizar como un modelo federal. Este nuevo espacio
político, democrático y ciudadano, al servicio de los Derechos Humanos y respetuoso del
medio ambiente, y que debe promover un ideal de desarrollo duradero.
51
Construir la Europa federal
También será una manera de hacer de Europa una entidad completa, capaz de avanzar
con menos dificultades, sobre todo hada una Europa social y para actuar con eficacia en el
seno de la comunidad internacional. Esta Federación existirá a través de sus instituciones,
pero también gracias a los medios y a las competencias de los que dispondrá. El diputado
europeo debe ser, en el espíritu de los ciudadanos, tan legítimo como el diputado nacional.
Para esto nosotros deseamos instaurar un doble principio de elección de los diputados
europeos. Luego de haber generalizado el principio de circunscripciones regionales, al
interior de cada Estado, se realizará una elección por lista a la proporcional. 80% de los
diputados serán elegidos en el interior de los estados y el 20% restante por el conjunto de la
Unión. De esta manera nacerán verdaderos movimientos políticos europeos dotados de
programas transnacionales.
Este modo de elección permitirá tanto aproximar los parlamentarios europeos a los
ciudadanos, como dar nacimiento a una verdadera opinión pública europea y trasformar los
debates preelectorales en verdaderamente europeos. El Parlamento, cámara de los pueblos de
Europa, será así dotado de legitimidad para ejercer plenamente su capacidad de legislador
europeo.
En este sentido, la Europa de las regiones nos parece la mas indicada para garantizar
esta exigencia de democracia, respondiendo al principio subsidiaridad (la responsabilidad de
la acción publica, cuando ella es necesaria, debe corresponder a la mas pequeña entidad capaz
de resolver el problema por si misma). Para ello, el lugar otorgado al Comité de las Regiones
(la voz de las colectividades territoriales en el seno de la Unión, actualmente órgano
consultivo) deberá ser redefinido.
52
La Comisión Europea (que representa hoy los intereses de la UE) se convertiría en un
verdadero gobierno europeo. Nuestra opción es la de una Comisión políticamente
responsable, coherente en su composición y asumiendo una política clara. En este contexto, el
presidente de la Comisión debe ser el líder de la coalición que haya ganado las elecciones
europeas. Será así el único responsable por el número y la elección de los comisionados,
elegidos entre los parlamentarios europeos. Este gobierno europeo deberá estar autorizado por
el Parlamento y recibirá la aprobación de un Comité (el Consejo) transformado de las
regiones. Esta Europa federal se apoyara en un impuesto armonizado en todo el territorio de
la Unión Europea , establecido de común acuerdo para financiar sus funciones (defensa,
relaciones exteriores, intervenciones estructurales, etc.).
JEAN ZlEGLER,
Informe de Naciones Unidas sobre el Derecho a la Alimentación
¿Cómo podemos aceptar que más de 840 millones de personas sufran todavía de
malnutrición en el mundo y que cada día 36.000 de ellas mueran de hambre o de las
consecuencias de la contaminación del agua? Nuestro planeta puede alimentar a todos sus
habitantes. El colmo es que quienes tienen hambre son agricultores, actuales o pasados. De los
13.000 millones de agricultores, mil millones carecen de las herramientas mecanizadas
necesarias para cultivar sus tierras, lo cual acarrea diferencias en la producción bruta de 1 a
200 entre un agricultor de los países ricos y uno de los países pobres. Las naciones del Norte,
al mismo tiempo que protegen ampliamente su agricultura, piden a los países del Sur aún más
liberalización y apertura de sus mercados. Los agricultores del Norte recibieron 365.000
millones de dólares de subvenciones en 2006, o sea mil millones por día. En consecuencia, los
países del Sur deben hacer frente a la entrada en sus mercados de productos que se venden a
precios muy por debajo de su coste de producción, en perjuicio de sus propias producciones
locales.
53
de la cadena alimentaria, mediante el control de las semillas, la producción, la distribución, la
comercialización y los precios. Diez sociedades controlan por ejemplo un tercio de los
mercados de semillas. Estas empresas han invertido miles de millones de dólares en
tecnologías que impiden que las semillas se regeneren, obligando cada año a los agricultores a
comprar nuevas a precios reajustados. La seguridad alimentaria en todo el mundo está
amenazada por este tipo de funcionamiento, puesto que ha conducido a una desaparición del
75% de la diversidad agrícola mundial en el último siglo. Frente a esta realidad dramática, la
«sociedad civil» ha construido una primera respuesta a escala planetaria. Conjuntamente con
otros movimientos favorables a otra globalización, defendemos el concepto de «soberanía
alimentaria», presentado en 1996 por Vía Campesina. Este movimiento social y campesino
internacional de agricultores de pequeñas explotaciones familiares, reconocido hoy en todo el
mundo, fue tomado como ejemplo por Jean Ziegler, relator especial de las Naciones Unidas
sobre el derecho a la alimentación.
54
- invertir fondos públicos para apoyar las actividades productivas de las familias y de las
comunidades, poner énfasis en la autonomización, el control local y la producción de
alimentos para la población y los mercados locales.
55
necesidades alimenticias básicas de las poblaciones más expuestas al hambre, al mismo
tiempo que amenaza al medio ambiente.
56
III. POR UNA AMPLIACIÓN
DE LOS DERECHOS FUNDAMENTALES
Toda sociedad positiva debería permitir a cada uno de sus miembros realizarse como
ciudadanos ilustrados y libres, que actúan sobre el presente y la democracia, que dedican una
parte de su tiempo a la vida de la colectividad, que participan equitativamente en el esfuerzo
de producción de bienes y conocimientos. Sin acceso a los derechos fundamentales ¿cómo
puede verdaderamente ejercerse la ciudadanía? La satisfacción del conjunto de dichas
necesidades es por ende una condición indispensable que la sociedad debe garantizar a cada
uno. Sin embargo, actualmente el individuo adquiere el derecho a existir si participa y apoya
la lógica dominante que, con coherencia, asocia (o quiere asociar) un derecho a cada deber.
Esta lógica no es la nuestra.
Artículo XXV-1: Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le
asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar, y en especial la alimentación, el
vestido, la vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales necesarios; tiene asimismo
derecho a los seguros en caso de desempleo, enfermedad, invalidez, viudez, vejez u otros
casos de pérdida de sus medios de subsistencia por circunstancias independientes a su
voluntad.
57
El derecho a acceder a un mínimo de recursos
Usted desea que los miserables sean socorridos, yo quiero eliminar la pobreza.
VÍCTOR HUGO
En su sentido más amplio, una renta básica de ciudadanía consiste en una asignación
de carácter social, distribuida igualitaria e incondicionalmente a todos los ciudadanos. Esta
renta básica de ciudadanía es una mensualidad igual para todos, otorgada desde el nacimiento
hasta la muerte, adeudada a cada ser humano como legítimo heredero de la riqueza acumulada
por las generaciones anteriores y que cada uno contribuye a enriquecer con sus actividades a
lo largo de toda su vida. Esta mensualidad es individual, incondicional, inalienable y
acumulable con cualquier otro ingreso. Ella crea un vínculo vital de solidaridad entre todos
los miembros del cuerpo social. Por último, la renta básica de ciudadanía implica la
disociación entre el trabajo y los ingresos. Establecer una renta básica de ciudadanía no es
intentar corregir los efectos del neoliberalismo o socorrer a los más pobres, es
fundamentalmente cuestionar la lógica capitalista y buscar otro modo de organización social.
58
Más allá del debate sobre el monto de tales ingresos, lo que no está aún resuelto, los
principios básicos de la renta básica de ciudadanía podrían ser los siguientes:
- La universalidad, sin límite máximo de recursos, pero sometida a impuestos y por
tanto integralmente recuperable en los ingresos elevados.
- El carácter individual, por oposición a una asignación o renta por hogar vinculada a
la composición del mismo que establece, de hecho, derechos injustos ligados a la condición
de cónyuge, padre o madre.
- El carácter incondicional, es decir, la disociación de toda forma de contrapartida,
ya sea por trabajo asalariado o proyectos de inserción-formación o de educación.
- El carácter acumulable con los ingresos resultantes de un empleo, sin otra
reducción que la del sistema fiscal en vigor.
- El carácter de prestación pagada en efectivo, o sea no afectada (como ocurre con
las prestaciones en especie) y de utilización totalmente libre.
- El carácter intocable de ese ingreso en las cuentas bancarias.
Aún si quedan numerosos interrogantes sin responder, existen soluciones técnicas para
financiar una renta básica de ciudadanía, a saber:
- Otorgar prioridad a las cuestiones sociales en la distribución del presupuesto del
Estado.
- Acompañar la aplicación de la renta básica de ciudadanía con una revisión del
actual sistema fiscal que, a través de los impuestos sociales basa nuestro sistema de
solidaridad en el sector asalariado (jubilación, salud, desempleo).
- Incorporar la renta básica de ciudadanía dentro del monto total de los ingresos
sometidos a impuestos, lo que aumentará la globalidad de las recaudaciones fiscales. Quienes
perciban la renta básica de ciudadanía como único recurso estarán excentos de impuestos y,
por el contrario, para quienes perciban ingresos elevados esta renta será revertida en su casi
totalidad a través del sistema impositivo.
Existen otras medidas que sería demasiado largo y complicado desarrollar aquí, sobre
las cuales han trabajado muchos economistas (por ejemplo Philippe Van Parijs, Yoland
Bresson, Yann Moulier-Boutang, Alain Caillé).1 Según ellos, la renta universal de ciudadanía
podría ser inmediatamente aplicada en los países europeos si se deja de potenciar la lógica de
la asistencia y se propone realmente integrar a los excluidos. Al reducir la presión del
desempleo y la pobreza, la situación de todos los asalariados mejora.
59
1. Ver los trabajos realizados por BIEN (Basic Income European Network).
Recordemos que el 70% de las familias reúnen [en Francia] las condiciones requeridas
para acceder a una vivienda social, un 48% en París, más del 70% en Languedoc Roussilllon
y hasta el 85% en algunos departamentos de ultramar.3
La cuestión de la vivienda forma parte de un marco más amplio, que pone un especial
cuidado en la coordinación de las estructuras de ayuda social y de salud. Se deberá también
encarar un mejoramiento de calidad de vida de los barrios populares, con un apoyo
sistemático a las actividades asociativas, ciudadanas, económicas, de comercio vecinal y de
transportes.
Una vivienda decente garantizada para todos no es, evidentemente, suficiente. Deberá
igualmente garantizarse a todos el acceso a un mínimo de recursos y servicios básicos.
Por otra parte, un sistema de este tipo incitaría a cada uno a reducir su consumo de
energía y de recursos naturales. En general, la gestión pública, democrática y transparente de
los recursos y el derecho a su utilización se hacen indispensables.
3. Fuente INSEE.
60
Algunas referencias comparativas.
Del mismo modo, el consumo de agua es de aproximadamente de unos 165 litros por
habitante y por día en Francia, con un coste medio anual de cerca de 177 euros, según el
Instituto francés del Medio Ambiente. Con el mismo espíritu que el del Programa de los
Verdes, proponemos que se concedan los primeros 50 litros gratuitamente. Los 50 litros
siguientes tendrían el precio del momento y de las cantidades excedentes aumentarían
progresivamente para compensar la gratuidad de los primeros 50 litros. Para el agua, mas aun
que para la electricidad, la aplicación de esta medida puede ser considerada como una
urgencia humanitaria.
Por ultimo, en el ámbito de las comunicaciones, los primeros 512 kbit/s en redes fijas
podrían tener, según el mismo principio, una parte gratuita. A diferencia de la cuota gratuita
de electricidad que deberá bajar para tener en cuenta los aumentos de eficacia y rendimiento
energético, la de acceso a Internet se extenderá gradualmente para tener en cuenta la
evolución de las necesidades mínimas y legitimas de las comunicaciones.
61
Hacia la gratuidad de los transportes urbanos y periurbanos
La movilidad es un derecho fundamental, porque de ella depende nuestra relación con
los demás y, en general, nuestra relación con la colectividad. Una sociedad rica es una
sociedad que permite a los individuos moverse independientemente de su condición social, de
su actividad productiva o de su proyecto de vida.
Es urgente tomar medidas inmediatas sobre los transporte para reducir los numerosos
problemas inherentes a este sector: aumento de los precios y desaparición programada del
petróleo, contaminación, saturación de la circulación, aumento del presupuesto de los hogares
(15%), inseguridad vial, efecto invernadero, etc. La política de desplazamientos en la vida
cotidiana, así como la organización del territorio, deben ser completamente replanteadas.
Hasta que estas medidas se apliquen a nivel nacional, se podrían realizar plebiscitos en
cada ciudad, departamento o región para permitir a los ciudadanos expresarse localmente
sobre este tema.
El derecho a la salud
Tomado literalmente, el derecho a la salud obviamente no existe, pues contar con
buena salud es algo independiente del derecho. Lo que sí plantea la noción de «derecho a la
salud» es el derecho de cada individuo a beneficiarse del mejor estado de salud posible. Esto
significa que el individuo tiene derecho a contar con un conjunto de medidas de prevención de
62
las enfermedades y a su tratamiento; además, tiene derecho a que el Estado se abstenga de
todo acto que pueda poner en peligro la salud.
63
los médicos y el personal de salud no son, como en la educación nacional, principalmente
integrantes de la función pública?
64
La falta de independencia de las publicaciones científicas, los grupos de interés, la
industria farmacéutica y la falta de medios o de voluntad de los poderes públicos frente a
estos laboratorios es una fuente importante de gastos y riesgos innecesarios. En consecuencia,
es necesario fortalecer el control sobre la eficacia de los medicamentos, limitar su publicidad
y supervisar las relaciones entre la industria y el mundo médico. Deberá además establecerse
un control sobre las orientaciones de la investigación privada (principalmente la que se
financia con fondos de la seguridad social).
Este control podrá apoyarse en las publicaciones médicas independientes que reciben
fondos del poder público, los sindicatos y las asociaciones mutualistas y de pacientes.
También será conveniente desarrollar una vigorosa investigación pública en el campo de la
medicina (que ya se hace en los Estados Unidos a través de sus institutos nacionales de salud).
Esta investigación, con nuevos modos de financiación, debe ser coordinada
internacionalmente, conforme a las expectativas de la Organización Mundial de la Salud
(OMS).
65
El acceso a los medicamentos
Las condiciones de acceso a la atención médica (especialmente a los medicamentos)
para los países más pobres deben ser redefinidas. Se trata de permitir a estos países producir o
comprar los medicamentos genéricos, incluso cuando sus patentes no están aún en el dominio
público, sin temor a represalias.
En todos los casos, los principios de la patentabilidad deben diferenciarse (en especial
en términos de duración y protección) en función de:
Junto a estas medidas, Utopía defiende una política de inversiones masivas en Europa
en la investigación pública sobre la biotecnología y los medicamentos, asociando en este
trabajo a los países democráticos del Sur. Se facilitaría de ese modo una transferencia gradual
de tecnologías y conocimientos para desarrollar medicamentos específicos a los problemas de
estos países. El derecho a la misma medicina para todos supone que la investigación se lleve a
cabo también sobre las enfermedades raras y sobre las enfermedades propias de los países
pobres. Los países ricos deberían tener la obligación de cooperar para financiar la
investigación pública en este ámbito.
Utopía también desea crear las condiciones para el diálogo entre la sociedad civil y los
científicos a la hora de decidir las prioridades en la investigación. Por último, la elaboración,
en un contexto de investigación pública vigorosa, de propuestas del tipo «copyleft», como en
los programas informáticos libres, podría también contribuir a los avances de la medicina
limitando el campo de lo patentable.
El derecho a la educación
El derecho a la educación en una escuela laica, gratuita y obligatoria es fundamental
porque permite a los individuos desarrollar su espíritu crítico, construir su opinión tan
libremente como sea posible, crear vínculos sociales y precisar la naturaleza de su compro-
miso ciudadano.
66
En un contexto de severo desempleo se asigna a la escuela la misión prioritaria de
formar jóvenes preparados para ocupar los puestos disponibles en el mercado laboral, en
detrimento de los objetivos antes mencionados. El Estado tiende así a abandonar pro-
gresivamente la idea de formar a los ciudadanos para, en cambio, «formatear» futuros
productores/consumidores. Con el mismo espíritu, la escuela promueve una «cultura» de la
competición, o sea obtener los mejores resultados, las mejores notas en los exámenes, a
menudo a costa de una gran dedicación, generalmente exclusiva, que desalienta y deja de lado
a numerosos jóvenes.
Utopía se opone a una escuela cuya principal función sea la de valorizar el «potencial
económico» del individuo y su espíritu competitivo. La escuela debe, sobre todo, permitir a
cada uno transformarse en un ciudadano libre, lúcido e informado, capaz de entender los
desafíos del mundo que le rodea, de participar en el debate para adaptarse a sus cambios,
comprometerse y actuar en la sociedad.
La escuela de la República
La escuela republicana debe acoger a los niños de todos los orígenes, de todos los
medios, de todas las religiones. Favorecerá la mezcla social y desempeñará plenamente su
papel de socializador, que sirva de base a nuestro «vivir juntos». Hoy, sin embargo, no puede
hacerlo, principalmente porque la misión asignada al personal educativo responde a otra
visión política y el docente aisladamente no puede realizarlo todo. Lo que garantizará el
proyecto escolar son, entre otras cosas, la creación de equipos educativos, el seguimiento
individualizado de cada uno de los estudiantes, el apoyo gratuito al trabajo personal, los
criterios de sanción que integran en lugar de excluir, la orientación vocacional en diálogo con
las familias. Una asociación con los diversos actores de la sociedad favorece el acceso de
todos a la cultura, al deporte, a la vida asociativa, etc.6
67
Proponemos también desarrollar una verdadera mezcla social, instaurando un proyecto
de distribución escolar (mapa escolar) a partir de un criterio más amplio que el de proximidad
geográfica del domicilio (es decir, matriculando a los jóvenes en otros barrios que no sean los
suyos).
Por último, la educación cívica debe enseñar a los alumnos a interesarse por los
demás, a escucharse y a respetarse mutuamente, a discutir, a definir la normas para la vida en
común, a llevar a cabo acciones colectivas, a cooperar. Proponemos para ello que en el
calendario de todas las clases, desde el jardín de infancia hasta el bachillerato, se prevea un
tiempo para la realización de proyectos colectivos. Es por intermedio de una realización
concreta, que necesita debate, elección de la estrategia, organización, solidaridad e
implicación de cada uno, que adquirirán los fundamentos de la ciudadanía. En esta lógica,
proponemos introducir una iniciación a la filosofía, a las ciencias sociales y a las humanidades
desde la escuela primaria.7
En los programas de estudio deberán incluirse temas tales como «historia de las
mujeres» y la igualdad/desigualdad de los sexos. Proponemos también que los programas de
historia, geografía y literatura tengan mayor apertura a las culturas de otros países. A través de
este esfuerzo, la escuela contribuirá a establecer una ciudadanía universal. Por último, la
igualdad de tratamiento de los ciudadanos también debe integrar la discapacidad,
desarrollando infraestructuras adecuadas y utilizando, cuando sea necesario, medidas de
discriminación positiva o garantizando una escolarización adecuada. La recepción de alumnos
discapacitados en la escuela de la República debe ser una norma y una norma aplicada. Debe
estar acompañada y ser facilitada por todos los medios e implica una formación adecuada del
personal docente.
Esta integración de los niños con discapacidad, cuando es posible y deseada, forma
también parte de la educación para la ciudadanía.
68
Sin embargo, para aquéllos cuya discapacidad es muy severa y requieren cuidados
diarios, las estructuras médico-escolares públicas son indispensables. Es anormal que estos
jóvenes y sus familias sólo puedan encontrar hoy soluciones en los establecimientos
especializados privados, a menudo lejos de sus hogares y con plazas muy limitadas.
Por último, será importante instaurar pasarelas entre las «grandes escuelas» y las
universidades. Las clases preparatorias se integrarán al mundo universitario para hacer
evolucionar a sus estudiantes en un medio más abierto que el de las escuelas secundarias y
más favorable a los intercambios estudiantiles.
Algunos cursos pueden ser compartidos con ramas universitarias no selectivas, con el
fin de crear una mayor integración y un espíritu de apertura entre los estudiantes de diferentes
carreras. Deseamos también que las grandes escuelas recluten una parte de sus efectivos entre
los estudiantes universitarios, franceses y extranjeros.
69
La educación popular
La educación popular, tomada a cargo en parte por los mismos ciudadanos, debe ser
revalorizada. Actor importante del progreso social, la educación popular re-agrupa las
actividades de formación y de educación que, paralelamente a la escuela, tienen como
finalidad democratizar el conocimiento y brindar a todos los hombres y mujeres, sea cual
fuere su edad, los medios para participar mejor en la democracia, proponiendo formas
originales de acceso al saber y a la cultura. Este tipo de educación se funda en el principio
esencial que la educación no tiene como primer objetivo formar trabajadores, sino ciudadanos
libres. Fundamento mismo del movimiento obrero y sindical, la educación popular permitió
desde la mitad del siglo XIX la toma de conciencia de la indispensable solidaridad entre los
trabajadores que adquirían poco a poco la plena condición de ciudadanos.
El derecho a la cultura
Para Utopía, la cultura esta constituida por el conjunto de conocimientos, prácticas
artísticas, leyes, costumbres y habilidades que nos identifican, que nos reúnen y que nos
sirven permanentemente de brújula.
70
Una política para la diversidad de la producción cultural
El pluralismo de la creación artística está profundamente afectado por las lógicas
capitalistas que exigen invertir en las producciones supuestamente rentables, con todo lo que
esto significa en términos de estandardización.
En el universo del espectáculo vivo, del cine y del audiovisual, los asalariados
permanentes, así como los intermitentes, deben poder participar juntos en la producción
cultural. Es necesario otorgar a los artistas un verdadero estatuto y un papel social, pre-
servando su independencia, así como los medios y el tiempo necesario para la creación
(composición, ensayo, etc.). Más ampliamente, todos los artistas, sin excepción, deben
beneficiarse de una verdadera protección social y de un derecho a la formación permanente.
Finalmente, el papel del Estado o de las colectividades locales en todos estos campos
es también el de asegurar un pluralismo cultural, apoyando las estructuras independientes en
la totalidad del territorio. El ejemplo de los cines independientes es edificante: este tipo de
cines, indispensables para la vitalidad y la renovación de este arte, están más fragilizados que
nunca; los «Multiplex» que han florecido en los cuatro rincones del país intentan captar un
público «cautivo» inventando tarjetas «ilimitadas» y buscando convencer a los espectadores
que, puesto que ellos constituyen «todo el cine», es inútil ir a buscar a otro lado.
Esta concentración afecta en primer lugar a las salas independientes, que encuentran
cada vez más dificultades para procurarse las copias de Films independientes con un buen
potencial económico que permitan llevar al espectador hacia caminos menos trillados, sin por
ello atentar contra un justo equilibrio financiero.
71
También los distribuidores y directores se ven afectados pues tienen dificultades
crecientes para encontrar salas que proyecten, eficientemente y por un tiempo suficientemente
prolongado, Films independientes insuficientemente explotados o no considerados por los
circuitos comerciales.
Las experiencias de acceso gratuito a los museos (llevadas a cabo en varias ciudades,
como por ejemplo en París), y que han contribuido a atraer públicos anteriormente excluidos,
deberán ampliarse a todo el territorio.
Por último, Utopía propugna una evolución de los derechos de autor y derechos
conexos, por un lado para permitir el acceso a las obras creadas a un público más amplio —
favoreciendo así la diversidad cultural— y, por otro, para otorgar una justa remuneración a los
autores. Las obras que están en el dominio público son una fuente de creatividad y una
manera de preservar su valor original. El dominio público deberá ser protegido, distinguido y
valorizado: las excepciones a los derechos de autor con finalidades educativas y de
investigación deben estar garantizadas.
Desde la misma óptica, los derechos de autor y los derechos conexos se limitarán a un
período de diez años después de la muerte del autor (en lugar de los setenta años actuales). Se
deberán estimular la práctica de aficionados y la formación musical, así como la creación de
una licencia «copyleft» (es decir, con la capacidad para distribuir, modificar o mostrar las
obras a condición que las nuevas obras creadas se beneficien del mismo régimen). Por último,
los bienes culturales (especialmente los contenidos audiovisuales) deben poder ser
intercambiados libremente por los utilizadores, en la medida en que se trate de un uso privado
y no comercial. La prohibición de tales intercambios en internet constituye efectivamente un
recorte inaceptable del acceso a la cultura, tanto más cuanto un archivo digital puede
adquirirse prácticamente sin coste. En contrapartida, deberá establecerse una contribución
pública para la financiación de la producción y para los herederos de esos derechos.
72
Los cines independientes.
Su objetivo es dar a conocer la labor concreta de estos cines y sus puntos de vista, así
como compartir información y herramientas de trabajo para garantizar una mejor promoción.
5. Una mejor difusión de los documentales a través del apoyo del CNC
Muchos documentales se distribuyen mal o nunca, a pesar de que los espectadores se
interesan cada vez más por este tipo de películas y los debates posteriores. Queremos apoyar
al CNC para una mejor difusión de estos documentales (equipamiento de salas, simplificación
de los procedimientos administrativos, organización de animaciones, etc.).
73
6. Difusión simultánea de !os DVD correspondientes a las películas proyectadas
Podemos comprender que ia difusión en DVD de las películas de renombre sea
aplazada para no obstaculizar el éxito del estreno en los cines. Sin embargo, apoyamos una
difusión simultánea de las películas más frágiles (que defendemos), porque amplía ¡a
audiencia potencial de la película e influye positivamente en su difusión en vídeo. Esto
provoca igualmente un efecto de «arrastre», especialmente para los documentales o las
películas menos publicitarias. Tras haber visto una película que han apreciado, los
espectadores están dispuestos a comprarla para compartirla con quienes viven lejos dejas salas
de este tipo.
En este aspecto proponemos, por un lado, exigir del servicio público audiovisual que
cumpla una misión de información y de análisis crítico. El tratamiento de la información
debería estar más orientado hacia los problemas nacionales e internacionales que hacia los
eventos, hechos diversos o modas. Esta misión exige recursos (enviados permanentes al
extranjero, investigaciones periodísticas de fondo, etc.) e independencia frente al poder
político.
Por otra parte, proponemos la regulación del mercado del audiovisual y de la prensa
para limitar las concentraciones de capitales, garantizar la pluralidad y la diversidad de los
contenidos, así como el respeto de un mínimo de ética. En la prensa y en el audiovisual, las
partes detentadas por un grupo privado no podrán representar más de un 30% del capital de
los medios más importantes, y no más de un 15% de la audiencia en cada tipo de medio
(prensa, televisión, radio). Las empresas que realizan más de un 10% de su volumen de
negocios trabajando para el Estado no deben ser autorizadas a participar al mismo tiempo en
las empresas de comunicación.
74
Para garantizar la pluralidad y la diversidad en la información, proponemos una
política de cuotas de difusión que tenga en cuenta los horarios de gran audiencia y que sea
aplicable a todas las cadenas públicas y privadas que emiten en el país. La educación en
materia de lectura de la información y de tratamiento mediático tendrá que ser impartida
desde muy temprano y deberá también hacerse en el marco de la formación permanente.
Se debería prever que el modo elegido para financiar este coste (sobretasa del abono o
impuesto) no penalice el acceso a Internet y garantice el máximo de justicia social posible.
Esta propuesta parecería tanto más justa cuanto que la mayor parte de los ingresos
producidos por la venta de los soportes físicos en el sector de la música esta consagrado a los
editores y no a los artistas, que viven en su gran mayoría gracias al espectáculo en vivo, al
régimen social de la intermitencia y a los empleos paralelos
75
Una propuesta tal es justa tanbien porque permitiría aumentar la diversidad cultural:
hoy, cuatro multinacionales producen un cuarto de los fonogramas editados cada ano y se
reparten los tres cuartos del mercado mundial; en Francia, menos del 5% de los títulos
musicales difundidos por las radios constituyen 85% de la difusiones, en detrimento de los
artistas independientes, y 4% de los títulos comercializados representan 90% del volumen de
ventas. Por su lado, Internet constituye un nuevo canal de difusión para los artistas que se
autoproducen por si mismos o son producidos por editores independientes gracias a una
promoción ‘comunitaria’ (los internautas promueven a los internautas).
Al mismo tiempo, las nuevas técnicas de control, que tienen por objetivo autentificar a
una persona (verificar que tiene la identidad o los derechos que afirma tener), se transforman
en un objetivo de identificación. Es el caso de la identificación por radiofrecuencias (RFID),
que se incluye por ejemplo en los pases de transporte de la RATP y, muy pronto, los teléfonos
móviles o los documentos de identidad; Estas técnicas (biométrica, video vigilancia) permiten
almacenar los datos relativos a las actividades cotidianas del ciudadano o ubicarlo, sin que él
tenga conciencia. Permiten también un control en el trabajo: vigilancia de los asalariados,
76
procedimiento de contratación, obligación de conexión permanente, exceso de información,
etc. Los nuevos documentos de identidad biométrica o la ficha médica informatizada
encierran también riesgos de intrusión en la vida privada.
Frente a esta constatación, Utopía insiste sobre la necesaria limitación del fichaje y de
la explotación de los datos personales a necesidades indispensables. El fichaje genético
masivo tiene que ser abandonado y la conservación de las huellas adaptadas a la persona y
más limitada en el tiempo. Las condiciones de utilización de estos datos biométricos serán
limitadas a problemas que exijan una seguridad absoluta y controlada, tanto dentro del
territorio como en el extranjero. Se otorgará una preferencia a los dispositivos que no dejan
huellas. Los datos personales, de cualquier tipo que sean, tienen que ser automáticamente
destruidos después de su utilización (por ejemplo, durante una compra por internet). Además,
toda explotación de los datos personales debe ser comunicada a la persona involucrada.
77
- Aplicar inmediatamente el conjunto de recomendaciones sobre las reglas
penitenciarias europeas (Rec. 2006-2 del 11 de enero de 2006);
- instaurar prioritariamente cuatro principios de funcionamiento de los esta-
blecimientos penitenciarios; el «numerus clausus» que define un límite infranqueable del
número de personas detenidas por establecimiento; un «nurnerus clausus» que limita también
el número máximo de personas con seguimiento en medio abierto; el encarcelamiento en
células individuales durante la noche; el control exterior de las cárceles por una autoridad
independiente; la participación de los detenidos en la organización de le vida en prisión.
- Favorecer la formación y la reinmersión, lo que supone; rechazar toda medida y
sanción penal perpetua; la liberación condicional automática (a la mitad o a los dos tercios de
la pena, según el caso); un acondicionamiento automático de pena para todo resto de pena
inferior a tres meses; un acompañamiento de los detenidos, desde la entrada en la cárcel hasta
la salida, con vistas a su reinserción.
La condición del éxito de esta política y estrategia necesita la adopción de una ley de
programación penitenciaria que garantice los medios logísticos y humanos necesarios, sin que
deba aumentarse el numero de lugares destinados a los presos.
Utopía desea salir de esta lógica económica de la inmigración proponiendo una nueva
visión de los flujos migratorios entre los países. Se deben reducir las presiones económicas
sobre los fenómenos migratorios, por un lado reequilibrando el funcionamiento del comercio
internacional y, por otro, desarrollando en contrapartida ciertas condiciones en los países de
emigración (formación, ayuda a los intercambios de cooperación, ayuda a las asociaciones
competentes y reconocidas que permiten un desarrollo económico y social efectivo en los
países de origen, etc.) y todo esto privilegiando el apoyo a los actores locales. Una ayuda
posible a estos actores locales podría realizarse, por ejemplo, a través de una exoneración de
impuestos de todas las transferencias de fondos enviados por los inmigrantes desde los países
de residencia hacia sus países de origen.
78
Simultáneamente a ese necesario reequilibrio de los beneficios, relacionado con los
flujos migratorios, la libertad de circulación y de establecimiento debe ser reconocida como
un derecho fundamental conforme a los artículos 13 y 14 de la Declaración Universal de los
Derechos Humanos de 1948. Además, es necesario dar a los inmigrantes los mismos derechos
fundamentales que los que poseen los ciudadanos nacionales. El reconocimiento de estos de-
rechos fundamentales exige un conjunto de medidas que conciernen a los extranjeros
presentes en el territorio y a los que llegarán posteriormente.
79
Estas medidas completan la ayuda al desarrollo (financiero y tecnológico), que debería
ser mucho más importante para los países más pobres.
Necesaria porque los países ricos han contribuido a crear la «presión migratoria» y a
alimentarla, tornando toda política de restricción migratoria inoperante e injusta. En efecto,
los países ricos han desarrollado mucho más el intercambio de mercancías que las posibili-
dades migratorias, excluyendo poco a poco, dicho sea de paso, a los países más pobres de los
intercambios económicos.
Esta política migratoria abierta y humanitaria es también realista porque los estudios
realizados sobre este tema muestran que los «pedidos de ayuda» que engendraría serían
mínimos y que, por el contrario, aceleraría el desarrollo de los países de origen y aumentaría
la incitación a los potenciales emigrantes a quedarse en sus países o a volver a ellos. Los
inmigrantes acogidos en buenas condiciones, sean calificados o no, mantienen vínculos con
sus países de origen.
Los inmigrantes más calificados, más numerosos entre los llegados de los países más
pobres, tienden a cooperar, a viajar entre los países receptores y los de origen y a realizar
inversiones más importantes cuando se benefician de un estatuto de larga duración. Al mismo
tiempo, las políticas migratorias que aceptan los emigrantes menos calificados favorecen las
transferencias de fondos hacia los países de origen, con un neto desarrollo, en la mayor parte
de los casos, de actividades económicas y sociales locales. En efecto, estas transferencias, que
representan hoy mucho más que la ayuda directa a los países en desarrollo, provienen más
bien de los emigrantes sin calificación que de los calificados.
80
La lucha por la igualdad entre los sexos es una de las más radicales. Los historiadores
y los antropólogos lo han verificado muchas veces. No constituye un problema menor en
ninguna civilización, porque a través de ella se encuentra el problema más general de la
relación al otro, diferente e idéntico. En casi todas las sociedades, y en todas las épocas, el
elemento masculino tiene más poder que el femenino.
Esta historia influenció el imaginario durante mucho tiempo (los cuentos de hadas, por
ejemplo, amen de tantas otras formas) y el siglo XX, que fue a veces llamado el siglo de las
mujeres (Michele Perrot), no fue suficiente para modificar en profundidad este punto de vista
milenario. Es cierto que el control de la contracepción permitió modificar el tema de la
maternidad, pues las mujeres se transformaron en sujetos autónomos. «Los hombres perderán
la orgullosa conciencia de su virilidad fecunda», declaró un eminente hombre político francés
en 1967 durante los debates sobre la contracepción.
Pero, no obstante, fue necesario esperar hasta la mitad del siglo XX para que el
«segundo» sexo fuera reconocido como digno de la sociedad laboral y política. Francia fue
una de las últimas «democracias» occidentales en otorgar el derecho al voto a la mitad de su
población. Se comprende ante esta amarga constatación el cornbate que fue necesario llevar
adelante y que ha dejado hasta hoy sus huellas. Pero el acceso al mundo del trabajo aún
engendra desigualdades. Las mujeres son especialmente víctimas del no reconocimiento de
los diferentes tiempos de la vida (actividades sociales, paténtales, políticas, amorosas, de
producción...). Para Utopía, la actividad humana es plural (social, familiar, política, amorosa)
y todas estas actividades son necesarias para el desarrollo humano de nuestras sociedades. En
relación a esta problemática, el Estado debe jugar un papel central, en particular a través de la
educación cívica y de la historia de las mujeres, que contribuirá a dar a cada ciudadano las
referencias necesarias para sobrepasar las formas estereotipadas que regulan frecuentemente
las relaciones entre hombre y mujer. Los hombres deben cambiar en profundidad su
comportamiento y concebir diferentemente la articulación de los tiempos de la vida en el seno
de la pareja.
La sociedad y las instituciones deben también evolucionar. Hoy en día, «el cuidado de
los hijos pequeños y los ritmos escolares siguen organizándose sobre la idea de que hay
todavía alguien, la madre, que viene a buscar a su hijo a la salida de la escuela y se ocupa
luego de él en su casa. El hecho de que las mujeres se hagan cargo de los dos tercios del
tiempo parental explica en gran parte las desigualdades profesionales. Son todavía las mujeres
las que dejan de trabajar cuando nace un hijo o las que frenan su trabajo profesional. Son ellas
las que regresan a casa más temprano al final de la jornada y las que rechazan las
promociones».10
Ser madre es un freno para la carrera profesional: una mujer de cada tres modifica su
manera de trabajar después de su primer hijo (estudio CEREQ 2007), el 17% cambian a
81
tiempo parcial, el 11% cambian de puesto o aceptan una transformación de su empleo, el 7%
renuncian y el 4% solicitan la baja por maternidad a tiempo completo. El 20% de las mujeres
jóvenes qué tienen varios hijos son inactivas. Por el contrario, ser padre no tiene muchas
consecuencias sobre la vida profesional: nueve de cada diez hombres declaran que el
nacimiento de un hijo no ha cambiado nada en su carrera.
Puesto que estas desigualdades son tanto más pronunciadas cuanto más precaria es la
condición social de las mujeres, nos preocuparemos también de reforzar la legislación que
concierne este tema en el Código del Trabajo, por ejemplo, sobre los plazos de preaviso y la
flexibilidad de los horarios. Se ha de permitir también a los asalariados aumentar o disminuir
su tiempo de trabajo, reduciendo al mínimo las posibilidades de rechazo por parte del
empleador (como es el caso en los Países Bajos). Deseamos que la paridad entre los sexos sea
efectiva en todas as instituciones o instancias representativas de los asalariados (comités de
empresa, delegado del personal, comisiones paritarias, etc.).
Al mismo tiempo, debemos dar a los inspectores del trabajo los medios para sancionar las
empresas donde existe una diferencia de tratamiento según el género. Proponemos la creación
de comités paritarios nacionales, regionales y departamentales de igualdad de oportunidades,
sobre la base del modelo escandinavo. Su misión sería la de interesarse en los contratos y en
las promociones, recoger denuncias, examinarlas, tratar de llegar a acuerdos amistosos o,
cuando es imposible, acudir a los tribunales.
82
Nos pronunciamos también a favor de:
83
IV. PROFUNDIZAR NUESTRA DEMOCRACIA
Deseamos una democracia que se ejerza a través del poder público, lo que quiere
decir, esencialmente, a través de un sistema representativo, así como también una democracia
que se apoye en cada ciudadano, ofreciéndole a cada uno la posibilidad de implicarse y
transformarse en actor de la sociedad democrática en un sentido amplio. Queremos por
consiguiente un equilibrio y un intercambio permanente entre estas dos formas esenciales de
la deliberación colectiva, representativa y ciudadana.
Utopía va mucho más lejos, proponiendo pura y simplemente la supresión del puesto
de presidente de la República. Proponemos efectivamente un primer ministro, elegido por los
parlamentarios, que deberá constituir un gobierno, el cual no podrá ser destituido más que por
una mayoría de diputados, sin por ello volver a la inestabilidad gubernamental de la IV
República. Contrariamente al pensamiento dominante, Utopía considera que la existencia de
un presidente de la República elegido por sufragio universal es, paradojalmente, una regresión
democrática. Detengámonos sobre este punto porque es central y determinante para el
conjunto de la vida política del sistema francés.
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La elección y la función de presidente de la República adolecen de cuatro principales
defectos:
Para que un país sea plenamente democrático es necesario que los tres poderes,
económico, político y mediático, sean completamente independientes entre sí.
Dicha orientación supone, ante todo, que el mandato de diputado sea ejercido a título
exclusivo, de manera que la Asamblea Nacional sea una cámara que represente el interés
general. Esto supone igualmente conducir una reforma democrática en las diferentes regiones
del territorio.
Hay que apuntar a un justo equilibrio entre los poderes (las mayorías electas y las
administraciones centrales y territoriales) y los contrapoderes (más allá de las minorías
electas): sindicatos, asociaciones, controles ciudadanos, plebiscitos...
Así, a nivel municipal, estamos convencidos de que hay que enriquecer las
herramientas disponibles de la democracia participativa para transformarlas en instrumentos
en manos de los ciudadanos y no de los intendentes. Estamos consecuentemente a favor de la
generalización, en las comunas de más de 3.500 habitantes, de los consejos barriales —
verdaderas instancias de debate e interpelación— y de la necesidad de dotar a estos últimos de
un presupuesto suficiente. Es necesario igualmente otorgar herramientas suplementarias a las
minorías electas, como por ejemplo, dar a la oposición el poder de presentar proyectos de
deliberación en el transcurso de por lo menos una reunión del Consejo Municipal por año.
85
Para también fortalecer el derecho de petición, debería preverse la obligación por parte
de la Asamblea Comunal de inscribir un tema en su orden del día desde el momento en que un
cierto número de firmantes lo exige. Las elecciones locales deberán además hacerse
obligatorias y tener así valor de decisión. Finalmente, los consejos intercomunales deberán ser
más democráticos y transparentes, elegidos por sufragio universal el mismo día que las
elecciones municipales entre los candidatos a las mismas.
Este proyecto no podrá prescindir de una gran transparencia del sistema de decisiones.
Por lo menos hemos de ser capaces de identificar quién hace qué, para que el control popular
sea posible:
Este tercer sector reagrupa actores diferentes (cooperativas, asociaciones, etc.), que
tienen como principal objetivo fortalecer los lazos sociales. Ya sea en los ámbitos de la acción
social, la cultura, la salud, los deportes o la formación, este sector es en el día de hoy
ineludible y representa 1,2 millones de empleos (es decir, el 9% de los empleos asalariados).
86
Pero los nuevos ritmos de la economía solidaria que se manifiestan desde hace varios
decenios en Europa (como en otros continentes) no pueden en ningún caso ser reducidos a una
función asistencial. Al contrario, el desafío es mucho más amplio, ya que se trata de
democratizar la economía a partir de compromisos ciudadanos.1
La imaginación no ha llegado todavía al poder, pero nos abre múltiples caminos. Nos
muestra que la globalización que uniformiza el pensamiento económico y social puede que no
salga definitivamente victoriosa. La reconciliación entre lo económico y lo social no es un
acto de resistencia, sino la voluntad de abrirse hacia el futuro, de transformar el inmovilismo
en el cual se quisiera encerrar a los pueblos del mundo, convirtiéndolos en un vasto campo de
experimentaciones y realizaciones.
87
La economía solidaria*
El empleo: esta economía va más allá del tratamiento social del desempleo. Si la
economía solidaria puede contribuir a la inserción, no se limita solamente a ello y los empleos
que puede ofrecer deben ser estables. Sin embargo, es necesario que los poderes públicos
ayuden a su financiación, haciendo la distinción entre la ayuda a la creación (en términos
medio un año de trabajo necesario antes del comienzo de las actividades) y la ayuda a la
creación por el apoyo a la contribución de fondos que permitan su funcionamiento o al
reclutamiento de un primer encuadre.
88
La economía social y solidaria abre nuevos campos
democráticos
La economía social y solidaria abre nuevos campos democráticos porque nos lleva a la
forma misma de democracia en la cual deseamos vivir. Queremos, por supuesto, una
democracia que se ejerza a través del poder público y, por ende, a través esencialmente de un
sistema representativo.
Queremos también una democracia que se apoye en cada ciudadano, ofreciendo a cada
uno la posibilidad de implicarse y de devenir un actor de pleno derecho en la empresa y en la
sociedad. Deseamos un equilibrio y un intercambio permanente entre estas dos formas
fundamentales de debate colectivo.
La economía social y solidaria implica por tanto un objetivo social fuerte, una
implicación de los diferentes actores, un debate colectivo, una evaluación pluralista, una
territorialización que sea factor de desarrollo local. Tanto en la escuela como en el campo, en
la ciudad o entre las generaciones, hemos de dar todo su lugar a lo que es el fundamento de
nuestro «vivir juntos».
Las SCOP fueron creadas para para colocar al ser humano y no al capital en el centro
de la actividad económica. Muy poco conocido, el movimiento cooperativo aplica al mundo
de la empresa los tres ideales de nuestra República:
- Libertad: libertad de iniciativa económica, sea cual sea el nivel de salario, libertad de
adherir o no a la cooperativa, libertad de palabra y de información en el seno de la empresa.
- Igualdad: igualdad de voto entre las personas, preocupación de igualdad en la
repartición tanto de los salarios como de los beneficios, igualdad de los saberes que interesan
al futuro de la empresa.
- Fraternidad: repartición de los beneficios muy favorable al trabajo, fuerte reducción
de las diferencias entre los salarios, relaciones jerárquicas cruzadas (elección de los dirigentes
89
por los asalariados asociados), búsqueda de la estabilidad de los empleos, participación en el
desarrollo local. También solidaridad con las futuras generaciones, por las reservas comunes,
y con las otras cooperativas, gracias a los movimientos cooperativos regionales o nacionales.
El objetivo de las SCOP es, sobre todo, instaurar una verdadera democracia en el seno
de la empresa, ofreciendo una alternativa económicamente eficaz, socialmente duradera y
portadora de valores. Estos valores son recordados en la Declaración del Congreso de la
Alianza Cooperativa Internacional (ACl), que tuvo lugar en Manchester en 1995:
La transición demográfica puede brindar una oportunidad para relanzar las SCOP en
los próximos quince años: 500.000 pequeñas y medianas empresas (PME) francesas, que
emplean a dos millones de personas, van a cambiar de dueño porque sus propietarios se
jubilan. Este fenómeno inquietante en términos de empleos ha generado numerosos estudios,
aunque pocas han sido las soluciones propuestas. Solamente se ha visto el apetito de los
bancos, que se verían en el papel de padrinos y de los fondos de inversión o LBO,3 que
aprovecharían con gusto este mercado. ¿Por qué no favorecer en este contexto una solución
que permita a todos los asalariados que lo deseen tomar su destino profesional en manos
propias, favoreciendo así el sentido social?
3. Levemge Buy OuP. la compra de la empresa, en general por parte de los fondos
de inversión y financiada principalmente por un préstamo que es a su vez rembolsado por
las ganancias generadas por la empresa misma.
90
Los asalariados, bien formados e informados sobre la realidad económica, tienen el
poder de nombrar o destituir a sus dirigentes y formular libremente las estrategias de las que
depende su propio futuro. Afirmamos que los valores de la cooperación son más eficaces que
los valores de la competencia.
Nuestra democracia social atraviesa actualmente una crisis de legitimidad, pues sólo el
8% de los asalariados están afiliados a organizaciones sindicales (principalmente en las
grandes empresas públicas o privadas). La política debe dar al movimiento sindical las
herramientas y los medios apropiados, permitiéndoles preservar al mismo tiempo su
independencia.
91
los partidos políticos. La financiación de los sindicatos saldrá de un impuesto específico e
identificado, pagado por cada ciudadano y por cada empresa. También proponemos
elecciones nacionales cada tres años que permitirán conocer la representatividad de cada
organización. Se repartirá entre todos los sindicatos un monto global definido por el
Parlamento, de acuerdo a la proporción de los votos obtenidos.
Por una representación de todos los asalariados En nuestro país existen dos categorías
de asalariados: aquéllos de las grandes empresas, que se benefician de las instituciones repre-
sentativas y de sindicatos reconocidos por el empleador, y aquéllos que trabajan en las
pequeñas y medianas empresas y en las muy pequeñas de menos de cincuenta asalariados,
para quienes esa sindicalización no existe. Permitirles la elección de delegados de zonas de
empleo o de comités locales por rubros dotados de las mismas prerrogativas que los comités
de empresas permitiría salvar en gran parte esta injusticia.
Cada asalariado, sea cual sea el tamaño de su empresa, deberá recibir, junto con su
contrato de trabajo, una información completa incluyendo el reglamento interior, la
convención colectiva de la cual depende, un folleto que resuma sus derechos y obligaciones y
el nombre y datos de los representantes a quienes puede dirigirse.
92
Democracia social y responsabilidad social
de la empresa (RSE)
La RSE tiene por principio considerar, además de los intereses predominantes de los
accionarios, aquéllos de las «partes interesadas», es decir, los otros actores involucrados en la
empresa, tales como los proveedores, los clientes, los asalariados, la sociedad civil y la
administración territorial.
La ley francesa NRE** obliga desde 2003 a las sociedades cotizadas en bolsa a
establecer un informe ambiental y social. Pero este nuevo informe, que hoy se ejerce sin
control, debe ser ampliado a todas las empresas de más de cincuenta empleados y ser objeto
de un control más profundo por parte de los poderes públicos, además de incluir un Ítem sobre
las mejoras introducidas en las áreas sociales y ambientales.
93
En primer lugar, el principio de la jerarquía de las normas debe ser restablecido, o sea
que los derechos de los trabajadores en la empresa no pueden ser inferiores a aquéllos
definidos en los acuerdos globales de cada rubro, que a su vez no pueden ser menos que los
derechos establecidos por el Código del Trabajo.
Debemos conquistar nuevos derechos, pero también debemos darnos los medios de
hacerlos aplicar. Este es para nosotros un combate esencial. La inspección del trabajo debe
hoy controlar, con solamente 800 inspectores, 1,2 millones de empresas, de las cuales cerca
de un millón tiene menos de diez trabajadores. A fin de garantizar el derecho de los
asalariados, proponemos que el número de inspectores del trabajo aumente de manera
significativa: debería duplicarse durante un primer período para luego ser indexado según el
número de asalariados.
94
EL SLAM
Contra la frecuente advertencia de que la reglamentación financiera sólo cabe con una
coordinación internacional, el SLAM reivindica constituir una solución aplicable
unilateralmente sobre el territorio nacional -aun si nada le vendría mejor que ser
internacionalizada. «Pero los capitales se irán y las empresas también» reclamarán
inmediatamente los amigos de las finanzas. Yo los invito a proseguir este debate.*
* http:/frederic.lordon.perso.cegetel.net
95
Repensar nuestra relación con el tiempo
Contrariamente a una idea comúnmente aceptada y repetida, no es en Francia donde se
trabaja menos. En 2006, la duración media semanal del trabajo era de 36,1 horas en Francia,
34,6 en Dinamarca, 35 en Suecia y 36,4 en Inglaterra.5 Sin embargo, la prioridad de los
gobiernos de derecha que se suceden continúa siendo la de cuestionar esta tendencia histórica.
La derecha y la patronal no terminan de culpabilizar a los empleados, acusándoles de no que-
rer trabajar más.
Hace cien años, el número de horas trabajadas por persona durante el transcurso de
una vida correspondía aproximadamente a un poco más del doble del tiempo de trabajo actual
por persona en Francia. «Esta reducción ha mejorado incuestionablemente el bienestar
social.» No dejemos afirmar como verdad este sinsentido económico y contrasentido
histórico. La reducción del tiempo de trabajo debe seguir siendo una herramienta importante
de la lucha contra el desempleo, pero ella será primero, y antes que nada, un instrumento al
servicio de un proyecto de sociedad más amplio, una sociedad del tiempo liberado que
permitirá la existencia y valorización de las actividades no productoras de riquezas materiales,
sino portadoras de bienestar individual y de un mejor «vivir juntos». Es necesario reconocer
«el tiempo de utilidad social» como un tiempo con un tiempo de pleno derecho, que deberá
dar a cada uno la posibilidad de acceder a los compromisos ciudadanos, a la vida asociativa, a
su propia educación y a la de sus hijos, a la cultura, a las diversiones creativas, a la realización
individual y al deporte.
Liberar el tiempo permite dedicarlo más a los otros, a su familia, a sus amigos, a la
sociedad, a sí mismo. La reducción del tiempo de trabajo es un factor de realización
individual, al mismo tiempo que de cultivo de los lazos sociales. El bienestar humano deberá
transitar por el dominio propio del tiempo de vida más que por una carrera desenfrenada en
pos de bienes materiales.
No se trata obviamente de decretar cuál será la buena utilización del tiempo libre, cada
uno deberá utilizarlo como le parezca. El «riesgo» es sin embargo el de «aumentar el tiempo
de reflexión disponible», de donde viene la necesidad de enriquecer la oferta política, cultural,
asociativa de proximidad, de darle todo su espacio a la educación popular. Porque si bien el
tiempo liberado abre numerosas perspectivas, también puede ser un nuevo factor de
desigualdad social entre, por un lado, aquéllos que podrían aprovechar de ese tiempo liberado
y, por el otro, quienes estarían condenados a soportarlo.
96
Continuar la reducción del tiempo de trabajo
Utopía se pronuncia por una reducción de la duración legal del tiempo de trabajo a 32
horas en cuatro días semanales, es decir, 185 días anuales (con arreglos negociados por los
actores sociales), con una limitación estricta de las horas extraordinarias, mucho mejor
remuneradas económicamente, y esto desde el comienzo.
Éstos son los caminos que proponemos explorar para llegar a nuevas modalidades de
reducción del tiempo de trabajo, con más imaginación, y más portadoras de futuro. Además,
¿por qué no proponer un debate y profundización de la propuesta siguiente?: fijar un número
global de horas de trabajo que hay que realizar a lo largo de toda la vida, disponiendo de una
cierta libertad en cuanto a su repartición. Con la ayuda de un crédito-tiempo se le reconocería
a cada trabajador el derecho de interrumpir momentáneamente su actividad profesional para
desarrollar un proyecto fuera de la esfera laboral. Será necesario igualmente reconocer un
«tiempo de utilidad social» de pleno derecho. Por ejemplo, las actividades asociativas y
principalmente el ejercicio del mandato ejecutivo en una asociación de educación popular, de
interés general o reconocida como de utilidad pública, podrían ser tenidos en cuenta en el
cálculo de derechos contabilizabas para la jubilación.
Esta política de liberación del tiempo debe ser la misma para todos, lo que supone la
puesta en práctica de políticas de acompañamiento cultural, de educación y de ocio
voluntarias.
97
V. CONCLUSIÓN:
REINVENTAR LA POLÍTICA
La crisis social y ecológica actual nos conduce a una misión difícil pero exaltante. Se
trata de una misión que exigirá a nuestra generación reinventar la política y construir un
mundo que permita a cada uno realizarse individual y colectivamente. Es una misión que
deberá replantear lo social en el marco de lo ecológico y la ecología en su dimensión social y
política; una misión que deberá «deconstruir» la ideología productivista dominante y
reconciliar lo global y lo local; una misión que redefinirá lo que es la riqueza para una
sociedad y para un individuo y que traducirá en actos y en proposiciones nuestras
convicciones y nuestro entusiasmo.
Retomar el combate de las ideas y del proyecto de sociedad, luchar contra la ideología
dominante, para la cual el crecimiento material, la realización a través del consumo y la
centralidad del valor trabajo son un horizonte ineludible, éste es el zócalo, el acuerdo mínimo
que permite a todos aquellos que comparten esta constatación de unirse a nosotros para
construir las bases de otro mundo posible.
La marcha del mundo y la de nuestras sociedades influirán más que nunca en nuestra
vida cotidiana. El estado de nuestro planeta, las conexiones sociales, la globalización de las
ideas, de las organizaciones productivas, así como las tecnologías de la información, nos
hacen cada vez más solidarios los unos de los otros. Es por esto que debemos invadir el
campo de lo político. Frecuentemente encerrados en algo que llamamos «realismo»,
olvidamos que en política hay siempre otros enfoques, otras decisiones que se pueden tomar y
que nada es definitivo. El siglo XXI tendrá que ser social, ecológico y de mejor convivencia o
será el de las catástrofes naturales y humanas.
Sí, otra manera de imaginar, pensar y hacer política es posible. Tanto en el fondo
como en la forma. No podemos querer otra política y hacerla como antes. Somos minoritarios
98
y lo seremos seguramente durante un tiempo. Pero siempre son las minorías las que llegan a
cambiar las cosas; todos los grandes cambios han tenido a un grupo de individuos como
catalizadores capaces de llevar a la práctica las esperanzas, de construir relaciones de fuerza,
de proponer un nuevo proyecto de sociedad. Nosotros queremos ubicarnos entre ellos.
99
VI. UNIRSE A UTOPÍA, MOVIMIENTO
POLÍTICO
Utopía es un ejemplo. Esta asociación es, ante todo, un lugar de reflexión para llevar
un idéala los partidos y asociaciones de izquierda, con la finalidad de influir con la mayor
eficacia posible las diferentes líneas ideológicas.
El nombre Utopía fue elegido en 1999, después del primer seminario llamado
«Universidad de Verano», en referencia al libro de Thomas Moore. Este seminario tenía por
finalidad comenzar una reflexión sobre lo que podía ser una sociedad ideal, retomando así el
camino del filósofo británico.
100
En 1999, la publicación de un nuevo libro de Dominique Méda, ¿Qué es la riqueza?,
alimentó la reflexión del grupo sobre el tema de una nueva articulación de la riqueza y una
nueva relación con el trabajo y estructuró desde entonces el desarrollo de Utopía, tanto para
profundizar nuestras proposiciones como para reunir nuevos adherentes.
Por último, desde 2008 Utopía está también presente en el PG francés (Partido de
Izquierda), de reciente creación.
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A través de sólidos lazos con el mundo intelectual
Utopía profundiza su reflexión tejiendo lazos privilegiados con numerosos
intelectuales comprometidos. En el otoño de 2007 iniciamos un comité científico, que reúne
investigadores de todas las disciplinas dispuestos a discutir nuestro punto de vista y nuestra
línea política.
Contacto: contact@mouvementutopia.org
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Bibliographie sélective
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Entropia, Revue d'études théorique et politique de la décroissance (2 numéros par an),
Parangon.
Gorz André, Ecologie et liberté, Galilée, 1977. Gorz André, Ecologie et politique, Galilée,
1975.
104
Polanyi Karl, La grande transformation, Gallimard, 1983.
Gallimard, 2006.
Vaneigem Raoul, Traité de savoir-vivre à l'usage des jeunes générations, Gallimard, 1967.
105