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I. Repensar la propia noción de tropismo más como un factor objetivo que como un
tópico deslumbrador. Un requisito relacionado con la progresiva libertad de
relación y opción implícita en todo desarrollo social y traducida en una mayor
capacidad de comunicación, de intercambio y de acceso y, por tanto, de ocupación
y apropiación de un espacio territorializado, infraestructural. Un territorio
definitivamente inacabado, en continua mutación, reciclaje y cambio; lejos ya de la
aparentemente inalterable continuidad "armónica" de la ciudad clásica.
II. Repensar la propia estructura de ese nuevo espacio (urbano y territorial a la vez)
en progresiva disolución y fractalidad, y que se evidenciaría no ya como forma
-una figura literal, reconocible, enmarcada-, sino como un sistema
progresivamente abstracto definido desde la relación, combinatoria y abierta, de
flujos y capas. Acontecimientos entramado materiales e inmateriales: redes
infraestructurales y lugares de relación, en su dimensión más física. Un sistema
complejo, multiescalar y destipificado, tan sólo orientable, de modo eficazmente
cualitativo, mediante órdenes tácticos flexibles, "infiltrados" y no "impuestos"; con
capacidad de evolución y distorsión; dispositivos abiertos, concebidos desde la
superposición, más que composiciones cerradas hechas desde la agregación.
III. Se precisa repensar la propia dimensión articuladora de unas infraestructuras
entendidas como dispositivo estratégico, independiente de toda prefiguración:
mallas donde las cosas se cruzan y se entrecruzan: canales para el intercambio y la
sorpresa. Directrices neutras a plantear, en cualquier caso, más desde la eficacia
de las relaciones que desde la proliferación de unos trazados convertidos, a
menudo, en marañas absurdas nacidas de múltiples decisiones coyunturales y que
deberán dejar paso a futuras operaciones de reestructuración.
IV. Se quiere repensar también la propia noción de escala y el cambio producido tanto
en la propia estructura urbana como en la forma del objeto; una escala
desplazada, en efecto, de lo edilicio a lo infraestructural en una doble dimensión
dicotómica similar a la que se produce en la propia percepción metropolitana, en
la que continuamente lo cotidiano se funde con lo extraordinario, lo doméstico
con lo global, lo general con lo particular, lo edificado con lo ausente...
V. Repensar, entonces, la fuerza del vacío intersticial no tanto como residuo o reserva
bucólica sino como instrumento operativo, "junta" articuladora de posibles
secuencias capaces de ritmar los acontecimientos en alternancias sucesivas,
equilibrando la fuerza de las volumetrías con el valor de las superficies: desarrollos
"urbanos" -nuevos y viejos, "tectónicos" y densos- y "horizontes" en los que
recuperar experiencias relacionadas con la dimensión del cielo, la conciencia del
suelo, los colores y la vegetación, etcétera.
VI. Repensar, en este marco, la idea de lugar no como fragmento evocador de un
"todo" coherente, sino como acontecimiento específico y autónomo dentro de un
abanico -un patchwork-estratégico y heterogéneo de estratos, situaciones y
bellezas potenciales encadenadas a partir de esa progresiva capacidad de
desplazamiento que permite, en un mismo lapso de tiempo no sólo llegar cada vez
más lejos sino llegar cada vez a más lugares: lugares tradicionales -naturales y
artificiales- y "nuevos lugares" relacionados, en último término, con los propios
escenarios de la movilidad: circuitos y atractores (cintas conectoras más que
trazados; referentes más que hitos); secuencias y signos (ritmos y contrarritmos
marcados por un compás atonal de señales, mensajes y trazas...); nodos e
intersticios (cruces, transferencias, solapes pero también pliegues, márgenes,
infields residuales que hay que revitalizar); o vacíos y suelos ("campos", espacios
vacantes, "topos" más que "tectos"). Una ciudad como "lugar de lugares",
calidoscopio de oportunidades a valorar y preservar, unas, a reestructurar y
transformar, otras, desde el uso y desde la forma.
VII. Repensar, por último, la propia estructura y la forma del objeto desde una
asunción de lo topológico más que de lo tipológico. Una forma nacida de procesos
directos con lógicas internas. De datos operativos más que de mecanismos de
elección relacionados con el gusto o la prefiguración. Formas y estructuras. Más
ajustadas, a decisiones de estrategia más que de estética; a procesos dinámicos
más que a la suma de "detalles" coyunturales. A una manipulación directa de
programas, y técnicas, planteados no sólo como meros enunciados o simples
"transmisores", sino como agentes comprometidos con el propio diseño de una
nueva espacialidad, sensible, al mismo tiempo, a la fuerza de la percepción y a la
conciencia de entorno. Una espacialidad de membranas, circuitos y espacios
fluctuantes, de maclas, cruces y disoluciones; abierta a la transgresión de los
límites semánticos, funcionales, superficiales, tipológicos..., remitible a estructuras
de soporte cada vez más heterodoxas y solapadas entre sí; en las que lo reticular y
euclidiano deja paso a lo heterogéneo y fractal; nuevas formas convertidas, a su
vez, en "multi-scores" insólitos relacionados con el propio universo de la
movilidad. Nuevas formas concebidas, pues, como nuevos paisajes operativos. La
historia de la época contemporánea es también la de la movilidad urbana. Es una
movilidad que no se reduce solamente al desplazamiento en el espacio. Es un
proceso continuo, empezando por __ las estructuras de la economía y acabando
por las relaciones sociales. Contrariamente a lo que pudieron anunciar en su día
los que anticipaban el futuro, el desarrollo de las tecnologías de la información, de
la comunicación y de los transportes, lejos de frenar la dinámica de concentración
urbana, ha participado activamente en ella. De hecho, desde los orígenes de la
humanidad, el crecimiento urbano y las técnicas de comunicación e intercambio
siempre han ido a la par. Francois Asher, "La metápolis o el final de las periferias",
en Construir io ciudad sobre la ciudad, catálogo Europan, París: Europan, 1995.
Infraestructura
Disolución
Fractalidad
Sistema
Los asentamientos, las ciudades y las regiones son formas autoorganizadas con una
estructura interior muy compleja, compuesta de diferentes subsistemas
interdependientes. Se trata de sistemas abiertos en constante intercambio de energía,
masa e información con su entorno. Sistemas formados por múltiples unidades de rango
inferior (subsistemas) en interacción constante a través de diferentes mecanismos
combinatorios. Dirk Helbing, "Strukturbuldung dynamisher Systeme", Arch"*", núm. 121,
1994-
Redes
Al principio, unas pocas líneas unen siempre los núcleos importantes a un foco principal.
Más adelante poblaciones de tamaño intermedio se unen a los pequeños núcleos de su
entorno particular. Sucesivamente radiocéntricas, diversas mallas aparecen en escena de
forma independiente, yuxtaponiendo unas a otras su aparente interés por integrarse. El
resultado es una maraña absurda, antifuncional y cara por la acumulación de ahorros a
corto plazo. La reconversión de estas telarañas es un objetivo de futuro. Albert Serratosa,
op. cit.
Lugares
Superposición