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Deshojando la margarita

Crees que él te quiere, pero no estás segura. Bien. Lo primero que hay que
hacer es no hacer nada. Es decir, comenzar la dificilísima tarea de no hacer
absolutamente nada de nada. El varón necesita usar el pene que la vida le
ha dado, y para eso tú tienes que tener la otra cosa maravillosa que tiene
toda dama que se precie de ser dama: el espacio vacío, la incógnita feroz
del mundo del amor, esa pizca de fuego que roza la piel sin quemarla.
Te voy a pedir que no hagas preguntas incómodas y salgas a pasear, mira
que linda la luna, qué olores y colores, cuánta gente hay en el mundo, qué
bonito el perro del vecino. Otra alternativa para no hacer preguntas raras,
es llevar a cabo una tarea poco habitual: leer. Concentrarse en algún buen
libro, hay miles. Dibujar es otra posibilidad. Con fumar 10 cigarros es
suficiente, más ya te pondrán el hígado fuera de foco y a la larga marcarás
su móvil y te pondrás pesada. De eso nada, ya te dije.

Dirás, pero yo necesito saber si él me quiere. Te diré, ni él mismo lo sabe,


poco a poco se irá dando cuenta, pero saberlo, lo que se dice saber sí te
quiere, no lo sabe. ¿Sabes por qué? Por no le conviene. El hombre no
quiere saber que quiere porque eso significa una ruina para su
testosterona, siempre dispuesta a subirse a la primera moto que
encuentra con una rubia tetona detrás. Así es ser hombre, básicamente,
luego con los años y las hipotecas, todo cambia bastante, pero ya te digo
que no te ilusiones porque pertenecen a otro mundo en el que tú estás, sí,
pero de perfil. De frente, en su universo masculino y muscular, tenemos
muchas mujeres muy bellas, dinero, trabajo, música, amigos, caballos y
autos. Si no es suficiente hay libros, política, bebidas alcohólicas, viajes en
camioneta, pubs, ideas y partidos de tenis. Hay más. El varón no quiere
tener bebés y esperar que tú lo llames, eso le ocurre muy de vez en
cuando, no está en su naturaleza elemental y le dura poco.

Vamos resumiendo que si no, no nos quedará conversación, calladita estás


más bonita. Para protestar, exigir y preguntar siempre te quedará años de
matrimonio, ahora aprovecha que estás libre y sueña, imagina, invéntate
otros que te siguen en twitter y que conocerás pasado mañana cuando
salga el sol y te quites el poncho. Si no es éste, será otro, eso te lo puedo
asegurar. Tú, amiga lectora, sabes que yo que en cada semáforo, andén,
oficina o café existe la posibilidad de encontrar el clavo que saca este
clavo, el famoso suplente que entra a jugar cuando el titular se ha ido y al
final, se como el partido. Eso pasa, a mí me ha pasado y a vos te pasará.
No desesperes, que el día menos pensado (ocurre en un día, no hay
mucho que esperar) lo que creías que te importaba, deja de importarte. Y
el llamado que ahora se llama Pablo, mañana se llama Enrique o Patricio.
Ah, una cosa más, si vas a conversar con alguien sobre todo esto, que sea
para sentirte mejor con la pregunta, con la vida y con el amor en general,
respuestas fijas, firmes y estables no te daré ni tu madre. Somos como el
mundo laboral, flexibles, modernos e incapaces de contratos fijos.

Que tengas un buen día.

carobaratti@yahoo.es

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