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Pequeños Productores
Ing. Sergio De La Cruz Robles,PhD. Rita Schwentesisus Rindermann , Ing. Vanessa Ramírez Ríos
β γ
I. INTRODUCCIÓN
1. ANTECEDENTES
Ello, es el resultado del potencial económico surgido por la creciente demanda, que ofrecen
los productos (frescos y/o procesados), derivados de la agricultura orgánica, principalmente
entre los consumidores de países desarrollados y por la limitada oferta, donde muchos
productores y organizaciones de productores de diversos países han encontrado
oportunidades comerciales, en función de las divisas que se generan mediante la
exportación de productos orgánicos, dado el precio “Premium” o “sobreprecio” que
presentan a diferencia de los productos convencionales y agroindustriales, al incorporar
nuevos valores que van más allá de los económicos relacionados con aspectos como salud y
responsabilidad social o ambiental.
Maestría en Ciencias en Sociología Rural, Universidad Autónoma Chapingo. serdero@yahoo.it
tel. +52 551-428-7386
β
Coordinadora General Red Mexicana de Tianguis y Mercados Orgánicos A. C. rschwent@gmail.com
tel. +52(595)9521-506
γ
Secretaria Técnica Red Mexicana de Tianguis y Mercados Orgánicos A. C. yleanavaneza@yahoo.com..mx
tel. +52(595)9521-506
Respecto a la agricultura convencional, ellos señalan que: “es un modelo adoptado desde
la década de los cincuenta,…[el cual]…se fundamenta en un sistema de producción de alta
eficiencia, dependiente de un alto uso de insumos sintéticos, donde el manejo
monocultivista se justifica como herramienta fundamental para lograr la mayor eficiencia
del proceso productivo. Sin embargo, este sistema de producción ha mostrado serios
problemas de sostenibilidad en veinte o treinta años de uso intensivo.” (Moore (1988),
citado por Soto, 2003.)
Lo anterior, configura a la agricultura orgánica como una opción para los pequeños
productores de México y de América Latina, como una estrategia para obtener mayores
ingresos, pero también para fomentar el arraigo en sus comunidades, conservar culturas,
tradiciones y/o comunidades y favorecer la conservación de la biodiversidad, así como
propiciar el acercamiento con los consumidores.
Se busca además que los vínculos entre los diferentes actores se fortalezcan con la
incorporación de nuevos valores sociales marcados por relaciones de confianza y
reciprocidad (conciencia respecto al medio ambiente, trabajo agrícola, convivencia social,
intercambio de experiencias, etcétera).
Asi mismo, estas empresas se encuentran apoyadas o auspiciadas por los estados
mantienendo el ciclo del capital a costa de la vida, la salud y la seguridad alimentaria de los
individuos.
Para ello, utilizan nuevas herramientas de mercadeo, y buscan nuevos mercados en los
cuales no habían incursionado previamente, tal como el mercado chino y asiático, que hoy
en día es muy atractivo y está permitiendo una apertura comercial no explorada
anteriormente por muchas empresas occidentales o buscando nuevos nichos de oportunidad
(orgánico, gourmet, tradicional, etcétera.)
De manera conjunta a los cambios en la forma de consumo se han presentado hoy en día
fenómenos denominados comúnmente como “escándalos alimentarios”, que se encuentran
relacionados con la producción de alimentos de tipo agroindustrial, que han potencializado
Estos, han obligado a las instancias de supervisión y control (aduanas, ministerios de salud,
economía, interior, entre otras dependencias nacionales e internacionales), en cada país, a
establecer regulaciones encaminadas a establecer o reforzar las medidas necesarias para
evitar, en unos casos, la propagación de plagas y enfermedades relacionadas con alimentos
y el transporte de materias primas, personas y animales y, en otros, instaurando
providencias que permitan su trazabilidad, y así poder limitar y/o reducir sus posibles
efectos, y minimizar su impacto en el comercio internacional y en sus mercados en
particular.
Así, el sector orgánico como proveedor de bienes de consumo, creció como una opción
diferenciada de mercado, antes que los gobiernos y las instituciones públicas prestaran
atención a su creciente importancia a nivel mundial.
Por su parte, el comercio mundial de productos orgánicos pasó de US$ 22 000 millones, en
2002; a casi US$ 40 000 millones, en 2005; y se calcula que alcancen US$ 66 000 millones,
para 2011. (FIBL, 2009)
Para el caso de México, este modelo productivo ha cobrado importancia creciente por el
aumento constante en la superficie de producción, donde la superficie orgánica pasó de 23
265 ha en 1996; a poco más de 395 000 ha en 2008; mientras que genera cerca de US$ 426
millones, por concepto de exportación y en promedio, el 85% de la producción es destinada
para este fin. A su vez, se integran más de 128 000 productores en este sistema de
Con el paso del tiempo y dada su creciente importancia los gobiernos y autoridades
nacionales implementaron políticas públicas con la finalidad de fortalecer sus sectores
orgánicos y regular la comercialización de los productos orgánicos, publicándose las
primeras regulaciones de Estado: (Francia, 1988), Unión Europea (1991), Estados Unidos
(2002), Japón (2002), etc.2
En el nicho de mercado de productos orgánicos, uno de los principales motores del fomento
de este sistema productivo se sustenta en lo que se denomina precio “Premium” o
“Sobreprecio”, es decir la obtención de un sobreprecio en la comercialización de los
productos por la incorporación de valores no económicos y que se añaden en el precio final
al consumidor, tales como aquellos relacionados con beneficios a la salud, o la
responsabilidad social y ecológica.
1
IFOAM, implementó los primeros estándares internacionales para la agricultura orgánica a nivel mundial
en 1980, mientras que para el caso del Codex Alimentarius, sus directrices entraron en vigor en 1999,
respecto a productos vegetales y en 2001, para productos de origen animal.
2
En 1988 se publicó la regulación francesa para aquellos productos derivados de agricultura “biológica”
siguiéndole la publicación y entrada en vigor del Reglamento CEE 2092/91 y posterior publicación del
reglamento CEE 1804/99 para el caso de la Unión Europea, siendo sustituidos hoy en día, por los
reglamentos CEE 384/2007, 889/2008 y 1235/08 . En Estados Unidos la Norma 7CFR parte 205, mejor
conocida como Programa Nacional Orgánico o simplemente NOP, entró en vigor en 2002. Los Estándares
Agrícolas Japoneses o JAS en materia de producción orgánica fueron publicados en el año 2002. Estos
estándares en conjunto regulan el mercado internacional de productos orgánicos pues la demanda de los
mismos se concentra en Europa, Estados Unidos y Japón, mientras que en otros países se ha promovido este
sector como una fuente generadora de divisas por concepto de exportación, como sucede en el caso de
México. A partir de los reglamentos anteriores se han instrumentado nuevas regulaciones nacionales que
han tomado un papel más activo con el fin de promover modelos productivos de agricultura orgánica y/o
fortalecer sus mercados de exportación. En algunos casos además se han incorporado aspectos relacionados
con la conservación de los recursos naturales, protección de sectores vulnerables o estratégicos (Francia,
Inglaterra, Alemania), entre otros.
Amador (1999), citado por Soto (2003), “refiere que “por su origen, la agricultura
orgánica surge desde una concepción integral, donde se involucran elementos técnicos,
sociales, económicos y agroecológicos. No se trata de la simple sustitución del modelo
productivo o de insumos de síntesis artificial por insumos naturales. La agricultura
orgánica es una opción integral de desarrollo capaz de consolidar la producción de
alimentos saludables en mercados altamente competitivos y crecientes”
También se generan condiciones que mantienen a los individuos en sus áreas de origen y
reducen los procesos migratorios al dar importancia a la mano de obra dentro del proceso
productivo, lo que permite la cohesión familiar.
Las políticas nacionales tampoco han favorecido estos sistemas de producción, salvo para
aquellos productos destinados a los mercados internacionales, y para obtener divisas
derivadas de su exportación.
Estos espacios no solo se presentan en México, sino también en países de América Latina
como Costa Rica, Guatemala, Brasil, El Salvador, Nicaragua, así como en países como
Estados Unidos y Canadá, entre otros, lo que permite la reproducción de experiencias
similares y un mayor acercamiento por parte de los consumidores.
V. CONCLUSIONES
El argumento central de este ensayo pretende hacer hincapié en que la producción orgánica
más que ser un nicho de mercado con un alto impacto económico, ofrece una alternativa
para los pequeños productores, que les permita revalorar sus prácticas tradicionales,
fortalecer sus sistemas de producción y mejorar su calidad de vida.
Por otra parte, la promoción de los productos orgánicos, no solo debe estar centrada en los
mercados de exportación, sino que también se debe impulsar como una opción para el
autoconsumo, el autoabasto, la venta de excedentes de producción, y la reproducción
familiar tanto de los productores como de los consumidores.
Si bien se considera que este tipo de productos es consumido por un sector con altos
ingresos, y mayor nivel educativo y/o social el acercamiento de otro tipo de consumidores
es factible en el momento en que se presenta un punto de encuentro y abasto de productos
orgánicos a un mayor número de consumidores.
Los espacios en los que se desarrollan los mercados orgánicos, no solo funcionan como
espacios de compra-venta de productos orgánicos, adicionalmente en ellos se da un
encuentro que posibilita el esparcimiento, el intercambio de ideas y el aprendizaje al hacer
partícipes a los asistentes al mercado a eventos culturales, demostraciones de campo y
Con todo esto, se pretende generar y promover una nueva configuración del mercado, que
no solo se centre en la apropiación de los recursos naturales, de los medios de producción y
del trabajo social con fines economicistas o de maximización de ganancias, sino que
implica un nuevo pacto que reconfigure las relaciones sociales, productivas, económicas,
políticas, culturales y ambientales.
Se entiende que no es simplemente un asunto del ambiente, también implica justicia social
y desarrollo, pues se trata además de gente y de sobrevivencia como individuos y culturas,
donde muchas de las alternativas surgen del interés y de la necesidad de buscar un nuevo
enfoque de sustentabilidad. (Barkin, 2001)
3
Adaptado de Amador, 2003.
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