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LAGRIMAS DE CHOCOLATE

Camila Comila era una niña golosa y comilona que apenas tenía
amigos y sólo encontraba diversión en los dulces y los pasteles.
Preocupados, sus papás escondían cualquier tipo de dulce que
caía en sus manos, y la niña comenzó una loca búsqueda de
golosinas por todas partes. En uno de sus paseos, acabó en una
pequeña choza desierta, llena de chacharros y vasos de todos los
tipos y colores. Entre todos ellos, se fijó en una brillante botellita
de crital dorado, rellena de lo que parecía chocolate, y no dudó en
bebérselo de un trago. Estaba delicioso, pero sintió un extraño
cosquilleo, y entonces reparó en el título de la etiqueta: "lágrimas
de cristal", decía, y con pequeñísimas letras explicaba: "conjuro para convertir en chocolate
cualquier tipo de lágrimas".

¡Camila estaba entusiasmada! Corrió por los alrededores buscando quien llorase, hasta
encontrar una pequeña niña que lloraba desconsolada. Nada más ver sus lágrimas, estas se
convirtieron en chocolate, endulzando los labios de la niñita, que al poco dejó de llorar.
Juntas pasaron un rato divertido probando las riquísimas lágrimas, y se despidieron como
amigas. Algo parecido ocurrió con una mujer que había dejado caer unos platos y un viejito
que no encontraba su bastón; la aparición de Camila y las lágrimas de chocolate animaron
sus caras y arrancaron alguna sonrisa.

Pronto Camila se dio cuenta de que mucho más que el chocolate de aquellas lágrimas, era
alegrar a personas con problemas lo que la hacía verdaderamente feliz, y sus locas
búsquedas de dulces se convirtieron en simpática ayuda para quienes encontraba entregados
a la tristeza. Y de aquellos dulces encuentros surgieron un montón de amigos que llenaron
de sentido y alegría la vida de Camila.

VALOR EDUCATIVO

Amistad y alegrar a los demás

Idea y enseñanza principal Ambientación Personajes


La mejor forma de conseguir amigos es Un lugar cualquiera Una niña solitaria y
preocuparse generosamente por los demás. hace tiempo golosa

Autor.. Pedro Pablo Sacristan


LA SILLA

Había una vez un chico llamado Mario a quien le encantaba tener


miles de amigos. Presumía muchísimo de todos los amigos que
tenía en el colegio, y de que era muy amigo de todos. Su abuelo se
le acercó un día y le dijo:
- Te apuesto un bolsón de palomitas a que no tienes tantos amigos
como crees, Mario. Seguro que muchos no son más que
compañeros o cómplices de vuestras fechorías.
Mario aceptó la apuesta sin dudarlo, pero como no sabía muy bien
cómo probar que todos eran sus amigos, le preguntó a su abuela.
Ésta respondió:
- Tengo justo lo que necesitas en el desván. Espera un momento.
La abuela salió y al poco volvió como si llevara algo en la mano, pero Mario no vio nada.
- Cógela. Es una silla muy especial. Como es invisible, es difícil sentarse, pero si la llevas
al cole y consigues sentarte en ella, activarás su magia y podrás distingir a tus amigos del
resto de compañeros.
Mario, valiente y decidido, tomó aquella extraña silla invisible y se fue con ella al colegio.
Al llegar la hora del recreo, pidió a todos que hicieran un círculo y se puso en medio, con
su silla.
- No os mováis, vais a ver algo alucinante.
Entonces se fue a sentar en la silla, pero como no la veía, falló y se calló de culo. Todos se
echaron unas buenas risas.
- Esperad, esperad, que no me ha salido bien - dijo mientras volvía a intentarlo.
Pero volvió a fallar, provocando algunas caras de extrañeza, y las primeras burlas. Marió no
se rindió, y siguió tratando de sentarse en la mágica silla de su abuela, pero no dejaba de
caer al suelo... hasta que de pronto, una de las veces que fue a sentarse, no calló y se quedó
en el aire...

Y entonces, comprobó la magia de la que habló su abuela. Al mirar alrededor pudo ver a
Jorge, Lucas y Diana, tres de sus mejores amigos, sujetándole para que no cayera, mientras
muchos otros de quienes había pensado que eran sus amigos no hacían sino burlarse de él y
disfrutar con cada una de sus caídas. Y ahí paró el numerito, y retirándose con sus tres
verdaderos amigos, les explicó cómo sus ingeniosos abuelos se las habían apañado para
enseñarle que los buenos amigos son aquellos que nos quieren y se preocupan por nosotros,
y no cualquiera que pasa a nuestro lado, y menos aún quienes disfrutan con las cosas malas
que nos pasan.

Aquella tarde, los cuatro fueron a ver al abuelo para pagar la apuesta, y lo pasaron genial
escuchando sus historias y tomando palomitas hasta reventar. Y desde entonces, muchas
veces usaron la prueba de la silla, y cuantos la superaban resultaron ser amigos para toda la
vida.
El Muñeco de Nieve
 

Habia dejado de nevar y


los niños, ansiosos de
libertad, salieron de casa y
empezaron a corretear por
la blanca y mullida
alfombra recien formada.
La hija del herrero,
tomando puñados de nie
ve con sus manitas
habiles, se entrego a la
tarea de moldearla.
Hare un muñeco como el
hermanito que hubiera
deseado tener se dijo.
Le salio un niñito precioso, redondo, con ojos de carbon y un boton
rojo por boca. La pequeña estaba entusiasmada con su obra y
convirtio al muñeco en su inseparable compañero durante los tristes
dias de aquel invierno. Le hablaba, le mimaba...
Pero pronto los dias empezaron a ser mas largos y los rayos de sol
mas calidos... El muñeco se fundio sin dejar mas rastro de su
existencia que un charquito con dos carbones y un boton rojo. La
niña lloro con desconsuelo.
Un viejecito, que buscaba en el sol tibieza para su invierno, le dijo
dulcemente: Seca tus lagrimas, bonita, por que acabas de recibir una
gran leccion: ahora ya sabes que no debe ponerse el corazón en
cosas perecederas.
 
Fin

La Gata Encantada
 Erase un principe muy admirado
en su reino. Todas las jovenes
casaderas deseaban tenerle por
esposo. Pero el no se fijaba en
ninguna y pasaba su tiempo
jugando con Zapaquilda, una
preciosa gatita, junto a las llamas
del hogar. Un dia, dijo en voz alta:
Eres tan cariñosa y adorable que,
si fueras mujer, me casaria
contigo.
En el mismo instante aparecio en
la estancia el Hada de los
Imposibles, que dijo:
Principe tus deseos se han cumplido.
El joven, deslumbrado, descubrio junto a el a Zapaquilda,
convertida en una bellisima muchacha.
Al día siguiente se celebraban las bodas y todos los nobles y
pobres del reino que acudieron al banquete se extasiaron
ante la hermosa y dulce novia. Pero, de pronto, vieron a la
joven lanzarse sobre un ratoncillo que zigzagueaba por el
salon y zamparselo en cuanto lo hubo atrapado. El principe
empezo entonces a llamar al Hada de los Imposibles para
que convirtiera a su esposa en la gatita que habia sido. Pero
el Hada no acudio, y nadie nos ha contado si tuvo que
pasarse la vida contemplando como su esposa daba cuenta
de todos los ratones de palacio

Fin.
El Honrado Leñador
 

Habia una vez un pobre leñador


que regresaba a su casa despues
de una jornada de duro trabajo. Al
cruzar un puentecillo sobre el rio,
se le cayo el hacha al agua.
Entonces empezo a lamentarse
tristemente: ¿Como me ganare el
sustento ahora que no tengo
hacha?
Al instante ¡oh, maravilla! Una
bella ninfa aparecia sobre las
aguas y dijo al leñador:
Espera, buen hombre: traere tu hacha.
Se hundio en la corriente y poco despues reaparecia
con un hacha de oro entre las manos. El leñador dijo
que aquella no era la suya. Por segunda vez se
sumergió la ninfa, para reaparecer despues con otra
hacha de plata.
Tampoco es la mia dijo el afligido leñador.
Por tercera vez la ninfa busco bajo el agua. Al
reaparecer llevaba un hacha de hierro.
¡Oh gracias, gracias! ¡Esa es la mia!
Pero, por tu honradez, yo te regalo las otras dos. Has
preferido la pobreza a la mentira y te mereces un

premio. Fin.
El Principe y El Mendigo
 

Érase un principito curioso que quiso un día salir a pasear sin


escolta. Caminando por un barrio miserable de su ciudad,
descubrió a un muchacho de su estatura que era en todo
exacto a él.
-¡Si que es casualidad! -dijo el príncipe-. Nos parecemos
como dos gotas de agua.
-Es cierto -reconoció el mendigo-. Pero yo voy vestido de
andrajos y tú te cubres de sedas y terciopelo. Sería feliz si
pudiera vestir durante un instante la ropa que llevas tú.
Entonces el príncipe, avergonzado de su riqueza, se despojó
de su traje, calzado y el collar de la Orden de la Serpiente,
cuajado de piedras preciosas.
-Eres exacto a mi -repitió el príncipe, que se había vestido, en
tanto, las ropas del mendigo.
Contó en la ciudad quién era y le tomaron por loco. Cansado de proclamar inútilmente su
identidad, recorrió la ciudad en busca de trabajo. Realizó las faenas más duras, por un
miserable jornal.
Era ya mayor, cuando estalló la guerra con el país vecino. El príncipe, llevado del amor a su patria,
se alistó en el ejército, mientras el mendigo que ocupaba el trono continuaba entregado a los
placeres.
Un día, en lo más arduo de la batalla, el soldadito fue en busca del general. Con increíble audacia le
hizo saber que había dispuesto mal sus tropas y que el difunto rey, con su gran estrategia, hubiera
planeado de otro modo la batalla.
-Cómo sabes tú que nuestro llorado monarca lo hubiera hecho así?
Pero en aquel momento llegó la guardia buscando al personaje y se llevaron al mendigo. El príncipe
corría detrás queriendo convencerles de su error, pero fue inútil.
Aquella noche moría el anciano rey y el mendigo ocupó el trono. Lleno su corazón de rencor por la
miseria en que su vida había transcurrido, empezó a oprimir al pueblo, ansioso de riquezas. Y
mientras tanto, el verdadero príncipe, tras las verjas del palacio, esperaba que le arrojasen un pedazo
de pan.
-Porque se ocupó de enseñarme cuanto sabía. Era mi padre.
El general, desorientado, siguió no obstante los consejos del soldadito y pudo poner en fuga al
enemigo. Luego fue en busca del muchacho, que curaba junto al arroyo una herida que había
recibido en el hombro. Junto al cuello se destacaban tres rayitas rojas.
-Es la señal que vi en el príncipe recién nacido! -exclamó el general.
Comprendió entonces que la persona que ocupaba el trono no era el verdadero rey y, con su
autoridad, ciño la corona en las sienes de su autentico dueño.
El principe había sufrido demasiado y sabia perdonar. El usurpador no recibio mas castigo
que el de trabajar a diario.
Cuando el pueblo alababa el arte de su rey para gobernar y su gran generosidad el
respondia:
Es gracias a haber vivido y sufrido con el pueblo por lo que hoy puedo ser un buen rey.
Fin

El Viajero Extraviado
 

Erase un campesino suizo, de violento


carácter, poco simpático con sus
semejantes y cruel con los animales,
especialmente los perros, a los que
trataba a pedradas.
Un día de invierno, tuvo que aventu-rarse
en las montañas nevadas para ir a recoger
la herencia de un pariente, pero se perdió
en el camino. Era un día terrible y la
tempestad se abatió sobre él. En medio de
la oscuridad, el hombre resbaló y fue a
caer al abismo. Entonces llamó a gritos,
pidiendo auxilio, pero nadie llegaba en su
socorro. Tenía una pierna rota y no podía
salir de allí por sus propios medios.
-Dios mío, voy a morir congelado...
-se dijo.
Y de pronto, cuando estaba a punto de
perder el conocimiento, sintió un aliento
cálido en su cara. Un hermoso perrazo le estaba dando calor con
inteligencia casi humana. Llevaba una manta en el lomo y un barrilito de
alcohol sujeto al cuello. El campesino se apresuró a tomar un buen trago
y a envolverse en la manta. Después se tendió sobre la espalda del
animal que, trabajosamente, le llevó hasta lugar habitado, salvándole la
vida.
¿Sabéis, amiguitos qué hizo el campesino con su herencia? Pues fundar
un hogar para perros como el que le había salvado, llamado San
Bernardo. Se dice que aquellos animales salvaron muchas vidas en los
inviernos y que adoraban a su dueño...

Fin
El Pirata malvado
Habia una vez un barco con un pirata malvado y su tripulación. Una isla con un mapa
escondido y un enorme cofre lleno de riqueza enterrado.Y el pirata mas malvado que los
demás quería el mapa y luego el cofre con su llave.

Un día los piratas fueron a buscar comida a la isla y cortaron una palmera llena de cocos y
de repente cayó el mapa.

Luego fueron al barco y le dijieron al capitan cruel y malvado: ha caido el mapa y responde
el capitan:¿como que ha caido? responden: de una palmera, y luego el capitan dice: da
igual, ja ja ja ja es nuestro.

Fueron a la isla y desenterraron el cofre y fueron los piratas mas ricos del mundo pirata.

Fin.
Caperucita Roja

Había una vez una niña llamada Caperucita Roja, ya


que su abuelita le regaló una caperuza roja. Un día,
la mamá de Caperucita la mandó a casa de su
abuelita, estaba enferma, para que le llevara en una
cesta pan, chocolate, azúcar y dulces. Su mamá le
dijo: "no te apartes del camino de siempre, ya que
en el bosque hay lobos".

Caperucita iba cantando por el camino que su mamá


le había dicho y , de repente, se encontró con el
lobo y le dijo: "Caperucita, Caperucita, ¿dónde
vas?". "A casa de mi abuelita a llevarle pan,
chocolate, azúcar y dulces". "¡Vamos a hacer una
carrera! Te dejaré a ti el camino más corto y yo el
más largo para darte ventaja." Caperucita aceptó
pero ella no sabía que el lobo la había engañado. El
lobo llegó antes y se comió a la abuelita.

Cuando ésta llegó, llamó a la puerta: "¿Quién es?", dijo el lobo vestido de abuelita. "Soy
yo", dijo Caperucita. "Pasa, pasa nietecita". "Abuelita, qué ojos más grandes tienes", dijo la
niña extrañada. "Son para verte mejor". "Abuelita, abuelita, qué orejas tan grandes tienes".
"Son para oírte mejor". "Y qué nariz tan grande tienes". "Es para olerte mejor". "Y qué
boca tan grande tienes". "¡Es para comerte mejor!".

Caperucita empezó a correr por toda la habitación y el lobo tras ella. Pasaban por allí unos
cazadores y al escuchar los gritos se acercaron con sus escopetas. Al ver al lobo le
dispararon y sacaron a la abuelita de la barriga del lobo. Así que Caperucita después de este
susto no volvió a desobedecer a su mamá. Y colorín colorado este cuento se ha acabado.

FIN
Los Tres Cerditos
En el corazón del bosque vivían tres cerditos que
eran hermanos. El lobo siempre andaba
persiguiéndoles para comérselos. Para escapar del
lobo, los cerditos decidieron hacerse una casa.

El pequeño la hizo de paja, para acabar antes y


poder irse a jugar. El mediano construyó una casita
de madera. Al ver que su hermano pequeño había
terminado ya, se dio prisa para irse a jugar con él. El
mayor trabajaba en su casa de ladrillo.- Ya veréis lo
que hace el lobo con vuestras casas- riñó a sus
hermanos mientras éstos se lo pasaban en grande.

El lobo salió detrás del cerdito pequeño y él corrió


hasta su casita de paja, pero el lobo sopló y sopló y la casita de paja derrumbó. El lobo
persiguió también al cerdito por el bosque, que corrió a refugiarse en casa de su hermano
mediano. Pero el lobo sopló y sopló y la casita de madera derribó. Los dos cerditos salieron
pitando de allí. Casi sin aliento, con el lobo pegado a sus talones, llegaron a la casa del
hermano mayor. Los tres se metieron dentro y cerraron bien todas las puertas y ventanas.

El lobo se puso a dar vueltas a la casa, buscando algún sitio por el que entrar. Con una
escalera larguísima trepó hasta el tejado, para colarse por la chimenea. Pero el cerdito
mayor puso al fuego una olla con agua. El lobo comilón descendió por el interior de la
chimenea, pero cayó sobre el agua hirviendo y se escaldó. Escapó de allí dando unos
terribles aullidos que se oyeron en todo el bosque. Se cuenta que nunca jamás quiso comer
cerdito.

FIN
Cenicienta
El padre de Cenicienta, viudo, se casó con una mujer con dos hijas. Al morir él, llenas de
envidia por su dulzura y belleza, la tratan con gran desprecio y le obligan a hacer las tareas
más sucias; pero ella sigue manteniéndose dulce y serena. El príncipe organiza un baile
para buscar esposa pero a pesar de ser su mayor ilusión, la madrastra impide asistir a
Cenicienta. Mientras llora aparece su hada madrina, que la transforma en una princesa para
ir al baile, advirtiendo que el hechizo se deshará a medianoche. Cenicienta y el príncipe se
enamoran y bailan sin parar, pero al dar la medianoche Cenicienta sale corriendo,
perdiendo uno de sus zapato. El príncipe decide probárselo a todas las jóvenes y casarse
con aquella a quien le sirva. Y a pesar de los malvados intentos de la madrastra y sus hijas,
finalmente el zapato le sirve a Cenicienta, que se casa con el príncipe.
Patito Feo
En una hermosa mañana primaveral, una hermosa y fuerte pata empollaba sus huevos y
mientras lo hacía, pensaba en los hijitos fuertes y preciosos que pronto iba a tener. De
pronto, empezaron a abrirse los cascarones. A cada cabeza que asomaba, el corazón le latía
con fuerza. Los patitos empezaron a esponjarse mientras piaban a coro. La madre los
miraba eran todos tan hermosos, únicamente habrá uno, el último, que resultaba algo raro,
como más gordo y feo que los demás. Poco a poco, los patos fueron creciendo y
aprendiendo a buscar entre las hierbas los más gordos gusanos, y a nadar y bucear en el
agua. Cada día se les veía más bonitos. Únicamente aquel que nació el último iba cada día
más largo de cuello y más gordo de cuerpo.... La madre pata estaba preocupada y triste ya
que todo el mundo que pasaba por el lado del pato lo miraba con rareza. Poco a poco el
vecindario lo empezó a llamar el "patito feo" y hasta sus mismos hermanos lo despreciaban
porque lo veían diferente a ellos.

El patito se sentía muy desgraciado y muy sólo y decidió irse de allí. Cuando todos fueron a
dormir, él se escondió entre unos juncos, y así emprendió un largo camino hasta que, de
pronto, vio un molino y una hermosa joven echando trigo a las gallinas. Él se acercó con
recelo y al ver que todos callaban decidió quedarse allí a vivir. Pero al poco tiempo todos
empezaron a llamarle "patito feo", "pato gordo"..., e incluso el gallo lo maltrataba. Una
noche escuchó a los dueños del molino decir: "Ese pato está demasiado gordo; lo vamos a
tener que asar". El pato enmudeció de miedo y decidió que esa noche huiría de allí. Durante
todo el invierno estuvo deambulando de un sitio para otro sin encontrar donde vivir, ni con
quién. Cuando llegó por fin la primavera, el pato salió de su cobijo para pasear. De pronto,
vio a unos hermosos cisnes blancos, de cuello largo, y el patito decidió acercarse a ellos.
Los cisnes al verlo se alegraron y el pato se quedó un poco asombrado, ya que nadie nunca
se había alegrado de verlo. Todos los cisnes lo rodearon y lo aceptaron desde un primer
momento. Él no sabía que le estaba pasando: de pronto, miró al agua del lago y fue así
como al ver su sombra descubrió que era un precioso cisne más. Desde entonces vivió feliz
y muy querido con su nueva familia.
El Castigo del Avaro
 

Erase un hombre muy rico, pero también muy avaro. Un día acudió a la feria, donde le
ofrecieron un jamón muy barato.
-Se, lo compro! Después de todo, hago un negocio,
pues con ese dinero ni patatas hubiera adquirido.
Y se dio el gran atracón de jamón, manjar que nunca
probaba. Resultó que estaba podrido y al día
siguiente, aquejado de fuertes dolores, hubo de llamar
al médico.
-~Qué habéis comido? -le preguntó el galeno.
El avaro, entre suspiros, mencionó su compra barata.
-¡Buena la habéis hecho! -se burló
el médico-. Entre la factura de la botica y la mía, caro
va a saliros el jamón podrido.
Fin

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