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S E I S G R A D O S DE SEPARACIÓN

mites de sus disciplinas para algo más que intercambiar un tímido saludo. Capítulo 3
Pero en el mundo de las redes, los sociólogos, los economistas, los mate-
máticos, los informáticos, los biólogos, los ingenieros y los físicos, todos
tienen algo que ofrecer a los demás y mucho que aprender. Ninguna disci-
plina, ningún enfoque por sí solo, tiene bajo su dominio una ciencia de las Mundos pequeños
redes exhaustiva, ni tampoco es probable que esta situación acabe por
producirse. Más bien, cualquier comprensión profunda de la estructura
de las redes reales sólo se producirá a través de un genuino enlace de las
ideas y los datos que se hallan diseminados por todo el espectro intelec-
tual, siendo cada uno una pieza del enigma con sus ideas e historia fasci-
nantes, aunque ninguno de ellos es la única clave que permite descifrarlo.
Al igual que sucede con los rompecabezas, la clave para resolverlos es Tiempo atrás, cuando iniciamos con Steve Strogatz nuestro trabajo
el modo en que todas las partes se entrelazan encajando en una sola ima- conjunto, no sabíamos nada de todo aquello. Ni él ni yo teníamos ni la
gen unificada. Esa imagen, tal como tendremos oportunidad de ver en los más remota idea sobre Rapoport o Granovetter, ni de nada que tuviera
capítulos que vienen a continuación, dista mucho de ser una imagen com- que ver con redes sociales. Los dos teníamos conocimientos de física, de
pleta, pero gracias a los esfuerzos de muchos investigadores en toda una hecho, me había especializado en esa materia en la universidad. Pero en
multiplicidad de disciplinas y a varios distinguidos linajes de quehacer mi caso la universidad había sido una academia militar y el poco saber
intelectual en que fundarse, está empezando finalmente a ser visible con que en realidad se había filtrado por los resquicios de mi formación como
claridad. oficial, así como mis aventuras al aire libre y, en general, las preocupacio-
nes terrenales de la vida de un joven en la Marina, parecía ya algo muy re-
moto y con poca relevancia inmediata. La teoría de grafos era también un
misterio. La teoría de grafos, que, de hecho, es una rama de las matemáti-
cas, se puede dividir, grosso modo, en dos componentes: aquello que es casi
obvio y lo que resulta por completo abstruso. Tuve oportunidad de cono-
cer y aprender la parte evidente de la teoría de grafos en un libro de tex-
to, y después de algunos vanos forcejeos con el resto, me convencí que, de
todos modos, no era muy interesante.
Toda aquella profunda ignorancia nos dejó en una posición en cierto
modo incómoda. Teníamos la razonable certeza de que alguien antes ya
debía de haber pensado en aquel problema, y nos preocupaba que pudié-
ramos estar desperdiciando tanto tiempo simplemente volviendo a inven-
tar la rueda. Pero también pensábamos que si nos poníamos a indagar a
fondo, el hecho de saber lo mucho que ya se había hecho nos desalentaría,
o, si no, quedaríamos atrapados planteando el problema desde la misma
perspectiva y, por tanto, clavados en aquellas mismas cosas donde los de-
más también habían quedado varados. Después de pasar todo un mes en
mi casa de Australia pensando en este tema, nos reunimos durante el mes
de enero de 1996 en el despacho de Steve y ambos tomamos una decisión:
lo haríamos por nuestra cuenta. Sin contárselo prácticamente a nadie y sin
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apenas leer nada, dejaríamos a un lado el proyecto de los grillos y nos en- ,,Mis compañeros de clase se conocían entre sí, mis compañeros de la resi-
frentaríamos a elaborar algunos modelos muy sencillos de redes sociales dencia se conocían unos a otros y los amigos que había hecho en las ac-
que permitieran investigar rasgos tan característicos como el fenómeno tividades al aire libre también. Pero los diferentes grupos eran todos, en
del «mundo pequeño». Steve, sin duda considerando que debía proteger- efecto, bastante, diferentes. Sin tener a alguien como yo a quien ir a ver,
me de mí mismo, insistió en que le dedicáramos sólo cuatro meses —un mis amigos de escalada, por ejemplo, hubieran tenido que encontrar una
único semestre—, después de lo cual, si no habíamos hecho algún avance razón algo rebuscada para aventurarse alguna vez por mi departamento
significativo, deberíamos aceptar la derrota y volver a los grillos. En el en el Kimball Hall y —no sin cierta justificación— hubieran tendido a
peor de los casos, mi graduación quedaría pospuesta durante un semes- considerar a los estudiantes de ingeniería una especie aparte.
tre, y, si eso me hacía feliz, ¿por qué no hacerlo? Que dos individuos puedan compartir un amigo común al que cada
uno de ellos considera «íntimo» y que, aun así, no dejen de considerarse
el uno al otro como «lejanos» es una faceta tópica de la vida social, y a la vez
CON UN POCO DE AYUDA DE MIS AMIGOS también bastante enigmática. Tal como veremos en el capítulo 5, esta para-
doja se halla en el centro del problema del mundo pequeño y a través de su
En aquel momento llevaba viviendo en Ithaca justo dos años y empe- resolución podemos entender no sólo los resultados alcanzados por Mil-
zaba a sentir que tenía una nueva casa con nuevos amigos, aunque seguía gram, sino también una serie de otros problemas de redes que, a primera
sintiéndome también muy unido a mis antiguas amistades. Se me ocurrió vista, no tienen nada que ver con la sociología. Eso, sin embargo, nos lleva-
que, no obstante, si se preguntaba al estudiante medio de Cornell lo uni- rá cierto trabajo. Por el momento, baste decir que no sólo tenemos amigos,
do que se sentía con una persona de Australia escogida al azar, la respues- sino que tenemos grupos de amigos, cada uno de los cuales se define por el
ta sería probablemente que «no mucho». Al fin y al cabo, la mayoría de conjunto particular de circunstancias —cierto contexto, como en este caso
mis amigos en Estados Unidos no habían conocido a otros australianos la residencia de estudiantes o nuestro actual puesto de trabajo— que pro-
antes de conocerme a mí, y algunos de mis amigos australianos no cono- pició que llegásemos a conocernos. En el interior de cada grupo tiende a
cían a ningún estadounidense. Los dos países se hallaban casi en las antí- haber una densidad alta de vínculos y lazos interpersonales, pero, en cam-
podas, y pese a cierta similitud cultural y una buena dosis de fascinación bio, los lazos que unen a grupos diferentes son típicamente escasos.
mutua, la mayoría de sus respectivos habitantes los considera irremisible- Los grupos, sin embargo, están relacionados en virtud de individuos
mente distantes, incluso exóticos. Sin embargo, al menos un pequeño gru- que pertenecen a más de un grupo a la vez. Con el tiempo, a medida que
po de estadounidenses y un pequeño grupo de australianos en realidad es- los de un grupo empiezan a interactuar con los de otro por intermedia-
taban muy unidos entre sí, en virtud, aunque puede que no lo supieran, de ción de un amigo común, estos solapatnientos (overlaps) entre los grupos
un único amigo que todos tenían en común, yo mismo. pueden hacerse más fuertes y entonces las líneas divisorias entre ellos se des-
Una situación similar se daba a una escala más pequeña entre mis dife- dibujan. Durante los años que pasé en Cornell, mis diferentes grupos de
rentes grupos de amigos en Cornell. Por mi parte estudiaba en el departa- amigos finalmente llegaron a conocerse entre sí y en algunas ocasiones se
mento de Mecánica Teórica y Aplicada, que era un pequeño departamento hicieron asimismo amigos. Se dio el caso de que mis amigos de Australia
de la universidad en el cual había casualmente más alumnos extranjeros también vinieron a visitarme, y si bien no pasaron el tiempo suficiente
que estadounidenses. Pasé muchísimo tiempo en aquel departamento y lle- como para establecer relaciones duraderas, la separación entre los dos
gué a conocer bastante bien a los demás estudiantes. Pero también daba países es ahora, en un sentido modesto, menos clara y marcada que antes.
clases de escalada y esquí en el programa de actividades educativas al aire Después de darle vueltas a estas ideas en numerosas ocasiones y de
libre de Cornell, y la mayoría de los amigos de Cornell que aún hoy conser- deambular bastante por el gélido campus de Cornell, Steve y yo decidimos
vo eran compañeros instructores en actividades al aire libre o estudiantes. que había cuatro elementos que queríamos recoger en nuestro modelo. El
Por último, durante mi primer año en la universidad había vivido en una primero era que las redes sociales constan de muchos grupos que se sola-
gran residencia de estudiantes y había hecho allí algunos buenos amigos. pan, imbrican o coinciden en parte, en cuyo interior están densamente co-
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nexionados y que se solapan en virtud de individuos que tienen múltiples lugar complejo precisamente por este tipo de equilibrio, difícil de medir e
relaciones de afiliación. El segundo era que las redes sociales no son obje- incierto, entre fuerzas en conflicto. Por suerte, en enredos empíricos de este
tos estáticos, sino que en ellas se forjan continuamente nuevas relaciones y tipo es donde la teoría llega realmente a lucirse. En lugar de procurar es-
las antiguas se abandonan. En tercer lugar, no todas las relaciones potencia- tablecer el equilibrio entre voluntades individuales y la estructura social
les son igualmente probables. A quién conoceré mañana depende al menos —entre la aleatoriedad y el orden— que existe en el mundo real, podría-
en cierta medida de a quién conozco hoy. Pero el elemento final era que a mos plantear la pregunta: ¿qué aprendemos al examinar todos los mundos
veces hacemos cosas que provienen por entero cíe nuestras preferencias y posibles'? Dicho de otro modo, pensemos en la importancia relativa del
características intrínsecas, y que estas acciones, estos actos, pueden llevar- orden y la aleatoriedad como un parámetro que podemos sintonizar para
nos a conocer a nuevas personas que no tienen relación alguna con nuestras desplazarnos por un espacio de posibilidades, de una forma bastante aná-
anteriores amistades. Por ejemplo, mi decisión de ir a Estados Unidos estu- loga a cómo el sintonizador de una radio vieja nos permitía examinar el
vo motivada sólo por mi deseo cíe estudiar en una facultad, y no conocía a espectro de frecuencias radiofónicas.
nadie cuando llegué, ni nadie tampoco me conocía. Asimismo, mi decisión En un extremo del espectro, los individuos siempre hacen nuevos ami-
de enseñar escalada no se vio afectada por mi elección de departamento, gos a través de sus actuales amistades y, en el otro extremo, no los ha-
como tampoco lo estuvo la de la residencia de estudiante en la cual vivía. cen nunca. Ni un extremo ni el otro son posiciones muy realistas, pero
Dicho de otro modo, hacemos lo que hacemos en parte por la posición precisamente ésa es la cuestión: al escoger los extremos poco razonables
que ocupamos en la estructura social que nos rodea y, en parte, por nues- esperábamos que, en algún lugar del desordenado espacio intermedio, en-
tras preferencias y características innatas. En sociología, estas dos fuerzas contraríamos una versión creíble de la realidad. Y aunque no pudiéramos
reciben los nombres de estructura y acción (agency), y la evolución de una especificar con exactitud dónde podría encontrarse ese punto, albergába-
red social está impulsada por un equilibrio entre estas dos fuerzas. Dado mos la esperanza de que buena parte de lo que se hallaba entre los dos ex-
que la acción es una parte del proceso de toma de decisiones que realiza tremos sería, en un sentido bien definido, lo mismo. Lo que íbamos bus-
un individuo que no está constreñida por la posición estructural que ocu- cando no era un único tipo de red para presentarlo como modelo de lo
pa, los actos que se derivan de la acción parecen acontecimientos aleato- que es una red social, sino un tipo de red con espíritu de universidad, una
rios a los ojos del resto del mundo. Sin duda, decisiones como ir a otro país clase de redes, cada una de las cuales pudiera diferir de todas las demás,
o matricularse en una determinada facultad derivan de una compleja mez- pero cuyas propiedades esenciales no dependieran de esos detalles.
cla de historia personal y psicología, y, por tanto, no son en absoluto alea- Buscar el tipo acertado de modelo nos llevó cierto tiempo. La noción
torias. Pero la cuestión es que mientras no sean explícitamente determina- de estructura de grupo con la que habíamos echado a andar resultó ser di-
das por la red social real, podemos tratarlas como si fueran aleatorias. fícil de captar del modo preciso en que habíamos imaginado. Pero al final
Una vez que estas aparentes afiliaciones aleatorias han sido establecidas, se produjo el avance decisivo. Como siempre, fui corriendo por el pasillo
la estructura, sin embargo, vuelve a aparecer en la imagen, y los solapamien- directamente al despacho de Steve y golpeé la puerta hasta que él dejó
tos recién creados se convierten en puentes que los individuos pueden reco- lo que en aquel momento se proponía hacer, y me hizo entrar.
rrer para formar afiliaciones adicionales por su cuenta. La evolución diná-
mica de las relaciones en una red social, por tanto, está impulsada por un
equilibrio entre fuerzas en conflicto. Por un lado, los individuos toman lo DE LOS HOMBRES DE LAS CAVERNAS A LOS HABITANTES DE SOLARÍA
que parecen ser decisiones aleatorias para lanzarse en nuevas esferas socia-
les. Y, por otra, están obligados y a la vez posibilitados gracias a sus amista- Tal vez no sea nada sorprendente, pero de niño me encantaban las
des actuales a reforzar las estructuras cíe grupo ya existentes. La pregunta obras de Isaac Asimov. En concreto leí y releí sus dos series más conoci-
del millón es, así, ¿qué importancia tiene lo uno en relación con lo otro? das: su trilogía, fundación y la serie Robot. Curiosamente, la psicohistoria
Obviamente, nosotros no lo sabíamos. Y, lo que es más, estábamos1" de Hari Seldon, el protagonista principal de Fundación, fue probable-
bastante seguros de que nadie lo sabía. El mundo, al fin y al cabo, es un mente mi primer contacto con la idea de emergencia en los sistemas socia-
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les. Tal como lo expresa el matemático Seldon, si bien el comportamiento .cíales y por tanto tienen una alta probabilidad de llegar a conocerse. Ob-
de los individuos es sin remisión complejo e impredecible, es posible ana- viamente, ése sería un lugar extraño para vivir, pero de nuevo la cuestión
lizar y predecir el comportamiento de las bandas, de las muchedumbres e aquí es encontrar los extremos, En el otro extremo, muy afín a Solaría, la
incluso de las civilizaciones. Por fantástico que pudiera resultar cuando, a historia social del individuo es irrelevante para su futuro. Aunque dos
principios de la década de 1950, Asimov lo formuló, este enfoque es nota- personas puedan tener muchos amigos en común, eso no les hace tener ni
ble por su anticipación de buena parte de lo que el estudio de los sistemas más posibilidades de conocerse, ni tampoco menos, que si no tuvieran
complejos se propone realizar en nuestros días. Sin embargo, con Steve ningún amigo común.
de lo que quería hablar era de la serie Robot. Cada uno de estos principios generales que rigen la elección de nuevos
En Bóvedas de acero, el primer libro de la serie, el detective Elijah Ba- amigos se puede expresar de un modo más preciso mediante los términos
ley investiga el misterio de un asesinato en una Tierra del futuro que ha de lo que podríamos denominar reglas de interacción. En el universo de
sido construida en el subsuelo. Mientras criba los detalles del asesinato, nuestro modelo, podemos construir una red de nodos interconectados
también contempla los enigmas de su propia vida y de sus relaciones con por vínculos sociales (imaginemos que se trata de lazos de amistad, aun-
su compañero. De entre las ingentes masas de seres humanos que viven en que no tengan por qué serlo) y luego dejar que la red evolucione en el
las cuevas de acero, Baley sólo conoce a un pequeño grupo muy unido de tiempo conforme los individuos entablan nuevas amistades según una
personas y prácticamente a nadie más. Los extraños no se hablan entre regla de interacción específica. Los dos tipos extremos de mundos, el
sí, y las interacciones entre amigos son físicas y personales. En la conti- mundo de las cavernas y el de Solaría, por ejemplo, se pueden captar a
nuación del relato, El sol desnudo, Baley es enviado a cumplir una misión través de las reglas que se muestran en la figura 3.1. Vemos cómo la ten-
en el planeta Solaría, gran parte de cuyo malestar se sitúa en el otro ex- dencia de las dos personas a entablar amistad está determinada por el
tremo del espectro de la interacción social. A diferencia de los terrícolas número de amigos que actualmente tienen en común, pero que el modo
nativos, los habitantes de Solaría viven en la superficie de un planeta esca- preciso en que es determinado varía drásticamente de una regla a otra.
samente poblado. Habitan en enormes propiedades, en solitario aisla- La curva superior corresponde al hombre del mundo de las cavernas
miento, acompañados sólo por robots, e interactúan entre sí (incluso con porque tan pronto como los individuos tienen un único amigo en común,
sus esposos y esposas) sólo virtualmente, a través de lo que en realidad inmediatamente muestran también una fuerte tendencia a convertirse en
es una plataforma de teleconferencia global. De vuelta a la Tierra, la vida amigos. La curva de la parte inferior, en cambio, corresponde al mundo
se desarrolla en la seguridad de vínculos entrelazados y mutuamente rea- de Solaría, en el cual, aunque el número de amigos comunes es muy ele-
firmantes, de modo que entablar relación con un extraño es algo incon- vado, eso tiene un escaso efecto en la tendencia que tienen sus habitantes
cebible. En Solaría, sin embargo, todas las interacciones son igualmente
accesibles, y las relaciones anteriores parecen no tener relativamente im-
portancia a la hora de establecer otras nuevas. FIGURA 3.1. Dos tipos extremos de
Imaginemos ahora dos mundos —un mundo de cuevas y un mundo Mundo de los habitantes reglas de interacción. En la
de las cavernas
de relaciones aleatorias e independientes— y preguntemos por el modo en curva de arriba (mundo de los
que se forman las relaciones en cada uno de ellos. En concreto, pense- habitantes de las cavernas), el
hecho de tener aunque sólo sea un
mos cuál es la probabilidad que tenemos de conocer a una determinada
único amigo común implica que
persona escogida al azar en función de cuántos amigos comunes tenemos A y 6 tienen muchas posibilidades de
en realidad con la otra persona. En un mundo de cavernas, la ausencia de conocerse. En la curva de abajo
conocidos comunes sugiere que la población vive en «cuevas» diferentes, (el mundo de Solaría), todas las
de modo que probablemente nunca se llegarán a encontrar. Pero si se da interacciones son por igual
el caso de que tengan un solo amigo común, la consecuencia es que am- improbables, con independencia de
Número de amigos
compartidos por A y £ cuántos amigos compartan A y B.
bos viven en la misma comunidad, se mueven en los mismos círculos so-
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a interactuar. De este modo, bajo casi todas las circunstancias, interac- FIGURA 3.2. Entre los dos
túan de un modo aleatorio. extremos, existe toda una familia
de reglas de interacción, cada una
La gran ventaja de formalizar las reglas de la evolución de la red de
especificada por un valor particular
este modo es que, tal como vemos en la figura 3.2, se puede definir un del parámetro sintonizable (a).
continuo cíe regias intermedias, que aparecen como curvas que se hallan Cuando a = O, tenemos un
entre los dos extremos. Cada una cíe estas reglas expresa la tendencia de habitante del mundo de las
dos individuos a convertirse en amigos en función de cuántos amigos co- cavernas; cuando a se convierte
munes tienen en ese momento, pero varían en cuanto a la importancia en infinito, tenemos la regla de
interacción de Solaría.
que se confiere a los amigos comunes. Desde un punto de vista matemáti-
co, toda esta familia cíe reglas se puede expresar en términos de una ecua- Número de amigos mutuos
ción que contiene un único parámetro sintonizable. Al ajustar, o sintonizar, compartidos por A y 8
el parámetro entre cero e infinito, podemos escoger una de las reglas de
interacción —por ejemplo, una de las que se muestran en la figura 3.2— y Pero ¿qué se supone que estamos poniendo a prueba? Recordemos
construir entonces una red que evolucione en función de esta regla. Aque- que el problema que queremos comprender —el origen del fenómeno
llo que así hemos creado es un modelo matemático de una red social. Dado del mundo pequeño— parecía depender de la presencia de dos propie-
que éste fue el primer modelo que creamos con Steve, lo denominamos, a dades, al parecer contradictorias, de las redes sociales. Por un lado, la
falta de mejor nombre, el modelo alfa, y de este modo el nombre del pará- red debe mostrar un coeficiente de agrupamiento (clustering coefficient)
metro que regía su conducta pasó a ser el de alfa. grande, lo cual significaría que, por término medio, los amigos de una
Si bien por entonces aún no lo sabíamos, el modelo alfa era en su espí- persona tienen muchas más posibilidades de conocerse entre sí que dos
ritu muy similar a las recles de sesgo aleatorio de Anatol Rapoport. Y, al personas escogidas al azar. Por otro lado, debería ser posible relacionar a
igual que Rapoport, rápidamente nos resultó imposible resolver nada sir- dos personas escogidas al azar a través de una cadena de sólo unos pocos
viéndonos sólo de papel y lápiz. Por suerte para nosotros, cinco décadas intermediarios. De ahí que incluso individuos separados desde el punto
de desarrollo tecnológico finalmente habían producido ordenadores lo de vista global, estarían unidos por cadenas cortas o caminos (paths) en la
bastante rápidos para hacer el trabajo por la fuerza bruta. En realidad, en red. Satisfacer cada una de estas propiedades por sí misma es trivial, pero
muchos sentidos los problemas de dinámicas de redes son ideales para la no estaba de ningún modo claro cómo se podrían combinar. El mundo de
simulación por ordenador. Reglas muy sencillas, a la escala de acciones in- los habitantes de las cavernas de Elijah Baley, por ejemplo, está sin duda
dividuales, pueden generar una complejidad desconcertante cuando mu- muy agrupado, pero nuestra intuición sugería que si todas las personas
chos de estos individuos interactúan en el tiempo, cada uno tomando de- que conocemos tienden a conocerse sólo entre sí, sería muy difícil relacio-
cisiones que necesariamente dependen de las decisiones que han sido narnos a través de ellas con el resto del mundo dando tan sólo unos pocos
tomadas en un pasado. A menudo los resultados son muy contraintuitivos, pasos, Toda aquella redundancia local podría ser buena para la cohesión
y los cálculos a lápiz y en papel rara vez funcionan solos. A los ordenado- del grupo, pero ciertamente no resulta de ayuda para fomentar la conectí-
res, sin embargo, les van estas cosas, y esta interacción sin fin, ciegamente viclad global. En cambio, el mundo de Solaría tiene muchas más posibili-
reiterativa y rápida de reglas sencillas es precisamente para lo que han dades de presentar longitudes cortas en los caminos de la red. De hecho,
sido creados. Al igual que los físicos hacen experimentos en el laborato- cuando las personas interactúan pura y simplemente al azar, un resultado
rio, los ordenadores han permitido a los matemáticos convertirse en expe- estándar de la teoría de grafos es que, por término medio, la longitud tí-
rimentadores, poniendo a prueba sus teorías en una multitud de laborato- pica de un camino entre dos cualesquiera de ellas será corto. Sin embar-
rios imaginarios en los que las reglas de la realidad pueden ser ajustadas a go también es fácil mostrar que en un grafo aleatorio, la probabilidad de
voluntad. * que cualquiera de nuestros amigos se conozcan entre sí es prácticamente
desdeñable en el límite de una población global muy grande; de ahí que
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el coeficiente de agrupamiento sea pequeño. Nuestra intuición, por tanto, FIGURA 3.3. Longitud de
nos sugiere que el mundo puede o ser pequeño o estar agrupado, pero camino en función de alfa (a).
no puede ser ambas cosas a la vez. Los ordenadores, sin embargo, son in- Cuando alfa adopta un valor
crítico, muchas pequeñas
diferentes a la intuición,
agrupaciones se unen formando
la red entera, cuya longitud,
luego, rápidamente se reduce.
MUNDOS PEQUEÑOS

Sirviéndonos de la longitud del camino en la red y del coeficiente de


agrupamiento como sondas de investigación, empezamos a incorporar
nuestras redes alfa al ordenador, primero construyéndolas y luego imple-
mentando algunos algoritmos estándares para medir las estadísticas co-
rrespondientes. La programación necesaria para llevarlo a cabo era ele- valor de alfa bajo, el grafo está muy fragmentado, pero dado que la media
mental, pero tuve que aprender el lenguaje mientras la elaboraba, de se calcula sólo entre los nodos presentes en las mismas componentes co-
modo que el código resultante era feo y lento, y a menudo tenía que dedi- nexas (las cuevas), la misma talla pequeña de los componentes produce
car horas a rastrear la pista de algún bug que detenía mi programa des- caminos de longitud corta. Este es el mundo de Bóvedas de acero, en el
pués de que hubiera funcionado durante todo un día o más. La simula- cual las personas que pueden ser accesibles son fácilmente accesibles y
ción por ordenadores puede ser menos liada que en el mundo real, pero las personas que no pueden serlo no lo son de ningún modo. En cambio,
aun así es difícil. Sin embargo, al cabo de algo más de un mes, disponía- cuando el valor de alfa es alto, el grafo es más o menos aleatorio. En con-
mos al menos de algunos resultados sobre los que reflexionar. secuencia, se halla conectado entonces a una única componente universal,
A primera vista, parecía que nuestra intuición había sido correcta. y la separación típica entre un par cualquiera de nodos es pequeña, tal
Cuando a adoptaba un valor bajo, es decir, cuando los nodos tenían una como sabemos que sucede en el caso de los grafos aleatorios. Pero éste es
fuerte preferencia por relacionarse sólo con amigos de amigos, el grafo re- en cambio el mundo de Solaría, en el que se puede acceder a cualquiera
sultante tendía a ser muy agrupado. Tanto era así, de hecho, que en reali- con más o menos idéntica facilidad.
dad se fragmentaba en muchos componentes diminutos o cuevas. En el En la punta que ocupa el centro de la figura 3.3 se halla tocio el com-
interior de cada cueva, cada uno estaba bien relacionado con los demás, portamiento interesante. A la izquierda de esta punta, cuando alfa aumen-
pero entre cuevas diferentes no había ninguna relación. Este resultado ta, los fragmentos se juntan rápidamente, lo cual redunda en un gran
era en realidad un inconveniente, porque cuando las redes se fragmentan aumento de la longitud aparente del camino en la red. El mundo se está
de este modo, resulta difícil definir la distancia entre los nodos en dife- haciendo más grande porque las componentes previas aisladas están em-
rentes fragmentos. Por fortuna es posible definir una noción sensata de pezando a conectarse. Es más difícil, por término medio, contactar o es-
longitud de camino (path length) que pueda dar cuenta de la desintegra- tablecer relación con las personas, pero cada vez son más las personas con
ción de la red. En la forma más sencilla de este tipo de modificación, se las que se puede contactar. A la derecha de la punta, todas las compo-
mide la longitud del camino más corto entre pares de nodos, exactamen- nentes de la red han sido contactadas a una única entidad, y entonces
te como antes, pero sólo se computa el promedio de los pares que se ha- la longitud media del camino empieza rápidamente a comprimirse a me-
llan en la misma componente conexa. El resultado, tal como lo muestra dida que la regla de interacción se va haciendo aún más aleatoria. Justo
la figura 3.3, es que la longitud de camino típica es pequeña cuando el va- en la punta hay un punto crítico, una transición cíe fase —muy similar a
lor de alfa es bajo y es también pequeña cuando el valor de alfa es alto; sin aquella de la que hablamos a propósito cíe los grafos aleatorios— en la
embargo, la longitud del camino se dispara hacia arriba cuando el valor cual cualquiera está conectado, pero la longitud típica del camino entre
de alfa se halla en algún punto intermedio. La explicación es que para un parejas de individuos tiende a ser muy grande. En el vértice de la punta,
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en una red, pongamos por caso, de un millón de individuos cada uno de


los cuales cuenta con un centenar cíe amigos, la longitud típica del camino
sería del orden del millar; es decir, una red en la cual nos hallamos a tan
sólo unos pocos miles de apretones de manos del presidente es, sin duda,
la antítesis de un mundo pequeño. Pero un mundo así, y eso es importan-
te, es inherentemente inestable. Casi tan pronto como se ha producido la
transición de fase y la red ha quedado globalmente conectada, la longitud
media del camino empieza a caer como una piedra, acercándose rápida-
mente a su mínimo final. Aunque pareciera enigmática por aquel enton-
ces, fue esta caída sorprendentemente rápida en la longitud lo que resultó
ser crítico.
El coeficiente de agrupamiento también mostraba tener un compor- Redes aleatorias
tamiento imprevisto: primero aumentaba hasta alcanzar un máximo para
algunos valores bajos de alfa, y luego también caía rápidamente, del mis-
mo modo que la longitud media de camino. Pero, lo que resultaba más in-
teresante, sin embargo, era el lugar donde se situaba esta transición res-
FIGURA 3.4. Comparación entre longitud de camino (/.) y coeficiente de agrupa-
pecto a la transición correspondiente en la longitud del camino. Dado
miento (C). La región entre las curvas, en la que L es pequeña y C es grande (som-
que esperábamos, por un lado, grafos muy agrupados con longitudes ca- breada), representa la presencia de redes de mundo pequeño.
racterísticas grandes y, por otro, graíos poco agrupados con longitudes tí-
picas pequeñas, esperábamos también que las transiciones de las dos esta-
dísticas pudieran también corresponderse entre sí. En cambio, tal como en una única componente gigantesca, en cuyo interior prácticamente
lo muestra la figura 3.4, la longitud empezaba a caer en picado tan pronto cualquier individuo puede entrar en contacto con cualquier otro. No es
como el coeficiente de agrupamiento alcanzaba su valor máximo, posible, por ejemplo, tener dos o incluso unas pocas componentes mayo-
Al principio pensamos que debía de haber algún error en el código, res en las que el mundo se divida de forma equitativa o de manera uni-
pero después de comprobarlo minuciosamente y de devanarnos los sesos, forme. Este resultado puede parecer sorprendente porque el mundo a
caímos en la cuenta cíe que aquello que estábamos contemplando era el menudo aparece dividido, según fronteras geográficas, líneas ideológicas
fenómeno de mundo muy pequeño que íbamos buscando. En el universo o culturales, en un pequeño número cíe facciones grandes e incompati-
que definía nuestro modelo, había un régimen en el cual las redes mostra- bles: Este-Oeste, negros y blancos, ricos y pobres, judíos, cristianos y
ban un elevado agrupamiento de cuevas desconectadas, pero que estaban musulmanes. Si bien estas divisiones pueden guiar nuestra percepción,
relacionadas de modo que se podía contactar con cualquier nodo desde y en consecuencia afectar a nuestras acciones de formas muy diversas, lo
cualquier otro con una media de sólo unos pocos pasos. A las redes de que el modelo alfa nos dice es que no se aplica a la red misma, es decir, que
este tipo las denominamos redes de mundo pequeño, una denominación o bien estamos todos relacionados o bien no estamos relacionados de
que quizá no sea la más científica de las etiquetas, pero que cuenta con la ningún modo, y que, en realidad, no hay espacio intermedio.
gran ventaja de ser pegadiza. Las redes de mundo pequeño desde enton- Además, resulta que un estado muy conexionado es probablemente
ces han sido objeto de mucha atención y si bien el enmarañado modelo más aplastante que un estado muy fragmentado. El parámetro alfa que
alfa original ha sido en buena medida olvidado en otras partes, todavía utilizamos, recordémoslo, representa un equilibrio entre las limitaciones
hay algunas cosas que puede enseñarnos acerca del mundo. de la estructura social y la libertad de la acción individual. Por el momen-
Ante tocio, el modelo alfa nos dice que o el mundo se fragmenta en '• to, alfa es un parámetro difícil de interpretar, ya que no queda precisa-
muchos pequeños grupos, similares a cuevas aisladas, o está conectado mente claro qué significa un valor particular considerado en términos del
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mundo real. Una vez que aprendamos algo más acerca de redes, sin em- Pero de poder, pueden estarlo, y por esta razón el fenómeno del mun-
bargo, se hará evidente lo lejos que llega ese poquito de acción. La con- do pequeño es tan contraintuitivo: es un fenómeno global, y los indivi-
secuencia es que el mundo en el que vivimos casi con toda probabilidad duos, sin embargo, sólo son capaces de hacer mediciones locales. Sólo co-
se halla a la derecha de la punta marcada por la figura 3.4, lo cual implica nocemos a quien conocemos, y tal vez en la mayoría de los casos nuestros
que cada uno de nosotros puede estar en relación con cualquier otro in- amigos conocen al mismo tipo de personas que nosotros. Pero cuando
dividuo. De hecho, el modelo lleva a hacer otra afirmación aún más fuer- sólo uno de nuestros amigos es a su vez amigo de sólo una persona que es
te. Dado que la desconexión, a la derecha de la punta, es tan rápida, no amiga de alguien que no se asemeja en nada a nosotros, entonces existe
sólo es probable que el mundo sea globalmente conexo, sino que es casi un camino de conexión. Puede que no estemos en condiciones de utilizar ese
seguro que el mundo es pequeño en el sentido de que casi cualquier par camino, puede que no sepamos ni siquiera que está ahí, y encontrarlo
de individuos puede estar relacionado a través de una cadena corta de in- puede ser difícil. Pero el caso es que está ahí. Y cuando se trata de difu-
termediarios. Este resultado puede también suponer una sorpresa para sión de ideas, propagación de influencias e incluso de enfermedades, ese
muchos de nosotros, que hemos pasado la mayor parte de nuestras vi- camino importa tanto si conocemos su existencia como si no. Tal como
das interactuando con un grupo relativamente pequeño de personas sucede en Hollywood, importa a quién conocemos, pero aún hay algo
—amigos, familia y compañeros de trabajo o colegas— que en general se más: también importa a quién conocen nuestros amigos y a quiénes cono-
asemejan bastante a nosotros mismos. Incluso las personas educadas y cen aquellos otros individuos.
privilegiadas se pueden sentir aisladas dentro de sus pequeñas comunida-
des. Puede que no se sientan infelices con esa situación, pero es probable
que se sientan increíblemente distantes de una gran mayoría del mun- LO MÁS SENCILLO POSIBLE
do que es por completo distinta a la porción relativamente pequeña que
en realidad conocen. Entonces ¿cómo es posible que, pese a esta percep- El modelo alfa era un intento de comprender el modo en que se po-
ción (bastante real, sea dicho de paso), estemos todos conectados, rela- dían generar redes de mundo pequeño desde el punto de vista de las re-
cionados unos con otros? glas que las personas siguen cuando hacen nuevos amigos. Pero cuando su-
La solución de la paradoja es que el coeficiente de agrupamiento no pimos que el fenómeno del mundo pequeño era posible, nos propusimos
cae tan rápido como la longitud del camino. No importa cómo sea la red a averiguar exactamente qué lo generaba. No parecía adecuado concluir
una escala global —fragmentada o conexionada, grande o pequeña—, es sencillamente que el efecto que estábamos buscando estaba en función de
casi seguro que el coeficiente de agrupamiento será alto. Por tanto, a los nuestro parámetro alfa porque, en realidad, no sabíamos qué era alfa y,
individuos se les imponen severas limitaciones acerca de lo que pueden por tanto, tampoco cuál era el significado de cualquier valor particular de
deducir del mundo partiendo de lo que observan. Un célebre aforismo ese parámetro. Pese a la sencillez del modelo alfa, seguía siendo complica-
sostiene que toda política es local, pero, en realidad, sería mejor decir que do, de modo que decidimos que si realmente queríamos comprender qué
toda experiencia es local, es decir, sólo sabemos aquello que sabemos, y el sucedía, debíamos seguir la célebre máxima de Einstein: hacer que sea «lo
resto del mundo, por definición, se halla más allá del alcance de nuestra más sencillo posible, pero no simple». Así, ¿cuál era el modelo más senci-
pantalla de radar. En las redes sociales, la única información a la que tene- llo que podía replicar el fenómeno del mundo pequeñq? ¿Y qué podía
mos acceso, y, en consecuencia, los únicos datos que podemos utilizar decirnos, en su sencillez, que no nos hubiera dicho ya el modelo alfa? Lo
para hacer afirmaciones sobre el mundo, se hallan en nuestro entorno o que empezamos a hacer con nuestro segundo modelo —en lo sucesivo
vecindario local, en nuestros amigos y conocidos. Si la mayoría de nues- modelo beta— fue abandonar incluso la más superficial pretensión de mo-
tros amigos se conocen entre sí, es decir, si nuestro vecindario local está delar las redes sociales y tratar la estructura y la aleatoriedacl del modo
muy agrupado, y si el entorno local de cualquier otro individuo está tan más abstracto posible.
agrupado como el nuestro, entonces tendemos a suponer que no todos es- En física, tal como lo expusimos con anterioridad, las interacciones
tos agrupamientos pueden estar relacionados. entre los elementos de un sistema a menudo se producen en un retículo.
84 SEIS GRADOS DE SEPARACIÓN M U N D O S PEQUEÑOS 85

Los retículos son objetos de estudio particularmente convenientes porque nes desordenadas. Y sí bien no son tan sencillas como los retículos, las re-
en un retículo cada posición es idéntica a cualquier otra, de modo que una des aleatorias, sin embargo, también se han llegado a comprender bastante
vez conocemos nuestra posición, conocemos también la de todos los de- bien. Más en concreto, si bien las propiedades de los retículos periódicos
más. Por esta razón los sistemas de cuadrícula son tan populares cuando se pueden especificar de un modo exacto, las propiedades de un grafo
se trata cíe proyectar ciudades o cubículos en un gran espacio de oficinas: aleatorio se pueden especificar, en cambio, estadísticamente. Imaginemos
resulta muy fácil orientarse en ellos. Los únicos casos algo peliagudos son dos árboles de la misma especie y más o menos del mismo tamaño que
aquellos que se sitúan en las fronteras, porque esas posiciones tienen menos crecen juntos uno al lado del otro en el mismo suelo. Sin duda, nunca lle-
interacciones que sus homologas en el interior de los retículos. Esta asime- garán a ser el mismo árbol, pero, con todo, es igualmente evidente que
tría se puede reparar fácilmente (en términos matemáticos, si no en el espa- son, en cierto sentido, intercambiables. Los grafos aleatorios son predeci-
cio físico de la oficina) «envolviendo» el espacio alrededor de sí mismo, de bles aproximadamente del mismo modo: dado un par cualquiera de gra-
manera que los lados opuestos se unan. De este modo, un segmento de lí- fos aleatorios suficientemente grandes con los mismos parámetros, ningu-
nea recta se convierte en un anillo, y un retículo cuadrado se convierte en na prueba estadística podría distinguirlos.
un toro (figura 3.5). A los anillos y a los toros se les denomina retículos pe- Así, se podía considerar que una red era ordenada si se asemejaba a un
riódicos porque no existe ya ninguna frontera por la cual se pueda salir del retículo, y que era desordenada si se asemejaba a un grafo aleatorio. Todo
espacio. Cualquier punto que se mueva de una posición a otra en el retículo lo que debíamos hacer era encontrar un modo para sintonizar cada red en-
está destinado a seguir dando vueltas y vueltas, periódicamente, como una tre el orden completo y el desorden completo de forma que pasara por to-
nave enemiga en los antiguos videojuegos de invasores del espacio. das las etapas intermedias. Si bien estas redes en parte ordenadas, en parte
Los retículos periódicos, por tanto, se asemejaban a una clase cíe redes aleatorias, resultan aún difíciles de comprender en términos puramente
totalmente lógica para encarnar la noción de interacciones ordenadas. En matemáticos, son carnaza para los ordenadores, de modo que rápidamente
el otro extremo, una red aleatoria parecía ser la encarnación de interaccio- desarrollamos un sencillo algoritmo que permitiera construirlas. Dibuje-
mos un retículo regular, por ejemplo, como el que se muestra en la figura
Unir los dos 3.6, en el cual cada nodo está conectado con un determinado número de
*• extremos "*
uno con otro

D- <\r los dos extremos

¡= 0 (5 =
Unir los dos Aleatoriedad creciente
extremos FIGURA 3.6. Construcción del modelo beta. Los vínculos en un retículo periódico
del tubo
unidimensional son renovados aleatoriamente con la probabilidad beta ((3). Cuan-
FIGURA 3.5. Un retículo se puede hacer periódico uniendo sus extremos opuestos. En do beta es igual a O (izquierda), el retículo no experimenta ningún cambio, y cuando
los diagramas de arriba, un retículo unidimensional (izquierda) se convierte en un beta es igual a 1 (derecha), todo los enlaces son renovados, generando una red alea-
anillo (derecha). En los diagramas de abajo, un retículo bidimensional (izquierda) se toria. En el término medio', las redes son en parte ordenadas y en parte aleatorias
convierte en un toro (derecha). (por ejemplo, el enlace inicial de A y B ha sido renovado como Bmem).
86 SEIS GRADOS DE SEPARACIÓN MUNDOS PEQUEÑOS

sus vecinos más cercanos en el anillo. En esta disposición, por ejemplo, si -ríos? Ante todo, un retículo en anillo es «grande» en el sentido de que
tenemos diez amigos, conocemos los cinco que se hallan directamente a la cuando está formado por muchísimos individuos, el número típico de pa-
izquierda y luego los cinco que se hallan inmediatamente a la derecha. Al sos —el camino— entre dos individuos cualesquiera tiende a ser grande.
igual que sucedía con los extremos del modelo alfa, este tipo de red social Imaginemos, por ejemplo, que queremos hacer llegar un mensaje a al-
es bastante extraña: sería como si todos los que estuvieran en un anillo tu- guien que se halla en el extremo opuesto del anillo representado por el
vieran las manos agarradas y el único modo de comunicarse fuera hablar diagrama de la izquierda en la figura 3.6. Pongamos que el anillo esté for-
en voz alta a alguien situado lo bastante cerca como para oírles. Pero con- mado por un millón de personas y que cada una de ellas tiene un cente-
viene tener presente que aquí no tratábamos de construir redes sociales, nar de amigos, cincuenta a su derecha y otros cincuenta a su izquierda. El
sino sólo de hacer una interpolación, de algún modo sencillo, entre redes modo más rápido para hacer circular el mensaje es gritarlo a la persona en
ordenadas y desordenadas. la posición cincuenta a la izquierda, y pedirle que lo pase. Llegados a ese
Ahora, imaginemos que introducimos teléfonos móviles. En lugar de punto, hace lo que se le pide y se lo dice gritando a su amiga número cin-
hablar con uno de nuestros vecinos, ahora disponemos de un teléfono que cuenta que tiene a su izquierda y le pide que haga lo mismo. De este
nos pone directamente en contacto con otra persona, escogida al azar entre modo, el mensaje inicial va saltando por el anillo de cincuenta en cincuen-
toda la red. En la figura 3.6, esto equivale a escoger un vínculo al azar y re- ta personas cada vez, y son necesarias unos diez mil saltos antes de llegar a
novarlo (rewirin¿), es decir, borrar un enlace entre A y B, y luego, mante- su destino. No todos están tan lejos de nosotros como la persona situada
niendo el extremo de A fijo, escoger un nuevo amigo, Bnuevtn al azar, en el en el otro extremo del anillo respecto a la posición que nosotros ocupa-
anillo. En la práctica, lo que hacemos es escoger un valor de beta (el nuevo mos, pero la distancia media es aún de unos cinco mil saltos o grados de
parámetro sintonizable) entre O y 1, y luego sistemáticamente visitar cada separación, un orden de magnitud muy distinto a seis. Un retículo anular
enlace en el retículo y renovarlo con probabilidad beta. De modo que si está también muy agrupado por la sencilla razón de que el individuo que
beta es igual a O, entonces no se produce ninguna renovación (nadie tiene tenemos al lado, en virtud de la estructura del retículo, conoce casi a la
teléfono móvil) y terminamos justo allí donde empezamos, un retículo per- misma gente que nosotros. Incluso el individuo situado en el borde extre-
fectamente regular. En el otro extremo, cuando beta es igual a 1, cualquier mo de nuestro círculo de amistades todavía conoce a la mitad de nuestros
enlace individual es renovado, y el resultado es una red muy desordenada amigos, de modo que el coeficiente de agrupamiento, promediado entre
(diagrama de la derecha en la figura 3.6) que se asemeja a un grafo aleatorio. todos nuestros amigos, se halla más o menos a medio camino entre una
Estos dos extremos del modelo beta eran mucho más fáciles de com- mitad y uno, es decir, tres cuartos.
prender que los extremos correspondientes del modelo alfa, los cuales, En cambio, un grafo por entero renovado aleatoriamente muestra un
recordémoslo, estaban definidos en términos de las reglas de interacción agrupamiento insignificante. En una red muy grande, las posibilidades de
que regían los nodos individuales, Las redes que se desarrollan dinámi- renovar el enlace aleatoriamente con dos personas que, posteriormente,
camente, como el modelo alfa, en general resultan difíciles de analizar renueven a su vez el enlace aleatoriamente una con otra son muy peque-
porque con frecuencia no se sabe exactamente de qué tratan las reglas de ñas. Por esta misma razón, un grafo aleatorio será automáticamente pe-
comportamiento subyacentes que generan la estructura observable. Y, lo queño en el mismo sentido en que un retículo es grande. ¿Recordamos el
que tal vez era aún más importante: muchos tipos de reglas de comporta- primer experimento imaginario que hicimos con el fenómeno del mundo
miento subyacentes posiblemente podían generar los mismos tipos de pequeño? Si conozco a un centenar de personas, y cada una de ellas cono-
rasgos estructurales en la red final, y éste era el problema que más nos in- ce a su vez a otras cien personas, entonces en dos grados de separación
teresaba. Sabíamos de qué modo generar redes de mundo pequeño diná- puedo llegar a diez mil personas, con tres grados llegaré a casi un millón,
micamente. Ahora nos preguntábamos en qué medida podían existir in- y así sucesivamente. La ausencia de agrupamiento significa que no existen
dependientemente del modo en que las habíamos generado. relaciones redundantes o malgastadas —toda nueva relación adicional se
Además de hallarse en los extremos opuestos del espectro orden-alea- extiende a un nuevo territorio—, de modo que la tasa de crecimiento de
toriedad, ¿en qué otros sentidos difieren los retículos de los grafos aleato- mi red de amigos y conocidos no puede ser más rápida. En consecuencia,
88 S E I S GRADOS DE SEPARACIÓN M U N D O S PEQUEÑOS '

puedo llegar a cualquier otra persona en la red con sólo unos pocos pasos, distinguirla del eje vertical. Al mismo tiempo, al reducir la distancia entre
aunque la población sea muy grande. muchos pares de nodos, cada atajo reduce el efecto marginal de cualquier
Así, ¿qué sucede en el medio? Cuando la probabilidad de renovar atajo posterior. Así, la rápida caída en picado de la distancia se desacelera
los vínculos es pequeña, como sucede en el diagrama central de la figu- casi tan pronto como lia empezado, convergiendo suavemente hacia su lí-
ra 3.6, el objeto resultante se asemeja mucho a un retículo regular, pero mite de grafo aleatorio. En cuanto a este modelo sencillo, un resultado
tiene unas pocas relaciones aleatorias a larga distancia. ¿Qué importan- sorprendente es que por término medio, las primeras cinco renovaciones
cia tiene? Si examinamos el coeficiente de agrupamiento, unos pocos aleatorias reducen la longitud media del camino de la red a la mitad, con
vínculos aleatorios importan muy poco. Para cada renovación aleatoria, independencia de cuál sea el tamaño de la red. Cuanto mayor es la red, mayor
conocemos a uno menos de nuestros vecinos y hacemos un amigo adicio- es el efecto de cada enlace individual aleatorio, de modo que el impacto
nal que no conoce a ninguno de los individuos que conocemos. Sin em- de añadir enlaces pasa a ser efectivamente independiente del tamaño. La
bargo, la mayoría de nuestros amigos todavía se conocen unos a otros, de ley de rendimientos decrecientes, sin embargo, es igual de sorprendente.
modo que el coeficiente de agrupación continúa siendo alto. La longitud Una ulterior reducción del 50 % (de modo que ahora la longitud media
de camino, sin embargo, cambia cíe forma drástica. Como los vínculos del camino es un cuarto de su valor original) requiere más o menos otros
son renovados uniformemente al azar y como en un gran retículo hay cinco enlaces, aproximadamente diez veces más que en la primera re-
muchas más posiciones reticulares alejadas de nosotros que próximas a ducción y obteniendo sólo la mitad del impacto general. Las reducciones
nosotros, es probable que acabemos relacionados con alguien que está posteriores requieren muchos más enlaces aleatorios —mucho más desor-
lejos de nosotros. De ahí que los vínculos aleatorios tiendan a crear ata-
jos (shortcats), y los atajos, como su nombre indica, cumplen la función
de abreviar longitudes de caminos entre nodos que en principio están
alejados.
Retomemos ahora la analogía del teléfono móvil: en lugar de tener que
pasar un mensaje al extremo opuesto del anillo por medio de saltos de cin-
cuenta, ahora tanto nosotros como el destinatario de nuestro mensaje tene-
mos teléfonos móviles, lo cual nos permite acortar la distancia entre los
dos, de una sola vez, pasando de varios miles a uno. Y no sólo eso. Si que-
remos que un mensaje llegue a los amigos de nuestro nuevo amigo, pode-
mos llegar a contactar con ellos en tan sólo dos pasos. Además, sus amigos
pueden hablar con nuestros amigos, y los amigos de sus amigos pueden ha-
blar con los amigos de nuestros amigos, dando sólo unos pocos saltos,
todo a través de nosotros y nuestra relación con el otro lado del mundo. Por
decirlo así, de este modo es como funciona el fenómeno de mundo peque-
ño. En una red grande, cualquier vínculo aleatorio es probable que relacio-
ne individuos que estaban previamente muy separados. Y, al hacerlo, no
sólo los une, sino que grandes trozos del resto de la red pasan a estar tam-
bién más cerca.
La observación decisiva es que unos pocos enlaces aleatorios bastan FIGURA 3.7. Distancia del camino y el coeficiente de agrupamiento en el modelo
para generar un efecto muy grande. Tal como se puede ver en la figu- beta. Al igual que sucedía en el modelo alfa (véase la figura 3.4), las redes de mun-
ra 3.7, cuando beta aumenta más allá de O, la longitud del camino cae por do pequeño existen cuando la longitud del camino es pequeña y el coeficiente de
un acantilado, desplomándose en picado a tal velocidad que no es posible agrupamíento es grande (reglón sombreada).
90 SEIS GRADOS DE SEPARACIÓN MUNDOS PEQUEÑOS 91

den— y obtienen efectos aún más pequeños. Entretanto, el coeficiente de ferimos, podemos dejar que el agrupamiento aumente de forma natural
agrupamiento, como la carrera entre la tortuga y la liebre, continúa su gracias a la interacción de una regla para hacer nuevos amigos a través de
lento y constante descenso, hasta alcanzar finalmente la longitud caracte- los amigos que ahora se tienen. De un modo u otro, mientras disponga-
rística en el límite de un desorden completo. mos de una manera de generar agrupamiento y de un modo para permitir
El resultado final es que, una vez más, encontramos un intervalo am- los atajos tendremos siempre una red de mundo pequeño.
plío en el espacio de las redes entre el completo orden y el completo de- Así, aun en el caso de que el modelo beta fuese una insensatez porque
sorden, en el cual el agrupamiento local es alto y las longitudes de camino ningún sistema real de hecho se le asemejase, lo que nos decía no era nin-
globales son pequeñas. Éstas son nuestras redes de mundo pequeño. Al guna sandez, a saber, que las redes de mundo pequeño surgen de un com-
igual que sucedía con el modelo alfa, los individuos situados en algún promiso muy sencillo entre fuerzas muy básicas —orden y desorden— y
punto en una red de mundo pequeño no pueden decir en qué tipo de no a partir de mecanismos específicos por medio de los cuales ese com-
mundo viven, sólo se ven viviendo entre un apretado grupo de amigos promiso se ha alcanzado y gestionado. Llegados a este punto nos dimos
que se conocen entre sí. Las consecuencias de este enunciado son impor- cuenta de que las redes de mundo pequeño no sólo se muestran en el
tantes, tal como tendremos oportunidad de ver en capítulos posteriores mundo social, del cual surgió la idea, sino en toda clase de sistemas Ínter-
cuando, por un lado, nos interesemos por la propagación de las enferme- conectados en red.
dades y los virus de ordenador, y, por otro, nos centremos en la búsqueda
de información en grandes organizaciones y en las redes punto a punto
(peer to peer). EL MUNDO REAL
Pero el modelo beta también nos dice algo más profundo, porque nos
ayuda a resolver el problema del enigmático parámetro alfa de nuestro Aunque ahora nos parece algo evidente, darnos cuenta de que las redes
primer modelo. El problema de alfa, recordémoslo, era que resultaba im- de mundos pequeños surgen en todo tipo de sistemas en red fue para noso-
posible interpretarlo en términos de la propia red. Cuando alfa era peque- tros un verdadero paso adelante, dado que, hasta entonces, en realidad ha-
ño (el mundo de los habitantes de las cuevas), construíamos redes en las bíamos estado pensando el problema sólo en términos de redes sociales.
que personas con sólo un único amigo en común tenían una fuerte ten- A una escala más práctica, abría también la posibilidad de encontrar algunos
dencia a hacerse amigas. Y cuando el valor de alfa era muy grande (el mun- datos con los que validar nuestra predicción. Recuérdese que uno de los
do de Solaría), las personas en la red tendían a conocerse aleatoriamente grandes problemas que comporta estudiar el fenómeno del mundo pe-
tanto si tenían algún amigo en común como si no. Pero, tal como tuvimos queño, y la razón de que terminásemos adoptando la sintonización entre
oportunidad de ver, es imposible, en general, predecir exactamente qué el enfoque del orden y el del azar, es que una verificación empírica del fe-
tipo de red resultará de un valor dado de alfa, sobre todo cuando los valo- nómeno de mundo pequeño parecía algo totalmente inverosímil. ¿Quién
res se hallan en la región intermedia que genera el comportamiento más podía obtener ese tipo de datos de red? Ahora, sin embargo, nuestra gama
interesante. de datos de red aceptables se había ampliado de manera espectacular. En
Ahora estamos en condiciones de entenderlo. Alfa determina la pro- esencia cualquier red grande podría servir, con tal que estuviera suficien-
babilidad de que la red acabada presente atajos de largo alcance y alea- temente bien documentada. En la práctica, esta última condición signi-
torios, y son los atajos los que lo hacen todo. La belleza de este resulta- ficaba que había de ser disponible electrónicamente, un requisito que en
do consiste en que ahora podemos generar los atajos como nos plazca la actualidad parece trivial, pero durante aquellas épocas oscuras de In-
—simulando el proceso social de trabajo en red, como en el modelo alfa, ternet, hacia 1997, pensar incluso en redes que fueran buenas candidatas
o simplemente creándolos con cierta probabilidad, como en el modelo era de por sí ya un problema.
beta— y obtendremos más o menos el mismo resultado. Se puede decir, De entrada optamos por localizar una base de datos con citas científi-
en buena medida, lo mismo del agrupamiento. Simplemente podemos co- cas: se trataba de una enorme red de artículos científicos de miles de re-
locarlo ahí, tal como hicimos con el retículo en el modelo beta o, si lo pre- vistas académicas vinculadas unas con otras a través de sus citas bibliográ-
92 S K I S ( I R A D O S DE SEPARACIÓN MUNDOSPEQUEÑOS 93

ticas. Si yo citaba tu artículo, quedaba enlazado contigo, y si mi artículo trajes (más cíe cincuenta cuando escribíamos este libro), y, según los
se citaba en el tuyo, tú te vinculabas conmigo. No era lo que buscába- últimos recuentos, ha actuado con 1.550 personas, de ello se sigue que
mos (porque los artículos sólo citan artículos previamente publicados, los 1.550 actores tendrían un numero Bacon 1. Pueden parecemos muchos
vínculos entre ellos apuntan sólo en una dirección), pero al menos era la y sin duda Kevin Bacon ha actuado con muchas más personas que la
mejor idea que por entonces teníamos. Por desgracia, el International media (que es sólo de unas sesenta), pero esto aún representa menos del
Scientific Institute, el propietario cíe la base de datos, quería hacernos pa- 1 % de la población total de actores. Alejándonos del propio Bacon, si un
gar por acceder a ella y no disponíamos del suficiente dinero. actor nunca ha actuado con él, pero ha actuado con alguien que sí lo ha
En realidad, nos dijeron cíe manera educada •—-pero no por ello me- hecho, entonces tiene un número Bacon 2. Por ejemplo, Marilyn Mon-
nos tajante— que si les hacíamos entrega de un único artículo para usar roe trabajó en Niágara (1953) con George Ivés, y George Ivés actuó en
como semilla, por 500 dólares nos enviarían una lista con todos los artícu- El último escalón (1999) con Kevin Bacon, de modo que Marilyn tiene
los que citaban ese artículo. Por otros 500 dólares, nos darían una lista un número Bacon 2. En general el objeto del juego consiste en determi-
con los artículos que se citaban en esos artículos, y así sucesivamente. nar el número Bacon de un actor averiguando cuál es el camino más
Pensamos que era absurdo. Si algo habíamos aprendido cíe las redes, era corto que le relaciona con el gran hombre.
que cuando se busca partiendo cíe un ñoclo inicial (en este caso, el artícu- En la tabla 3.1 podemos ver lo que se denomina la distribución distan-
lo semilla), el número de nodos contactados tiende a crecer cié manera ex- cia-grado en el caso de la red de actores, utilizando a Bacon como origen.
ponencial. De este modo por los primeros 500 dólares, el Instituto nos ha- Casi el 90 % de todos los actores que figuran en la base de datos tienen
bría entregado sólo un puñado de artículos, mientras que por el tercer o un número Bacon finito, lo cual es otro modo de decir que se les puede
cuarto pago cié 500 dólares, debería de habernos buscado cientos o miles relacionar con Bacon a través de una cadena de intermediarios en la red.
cié veces más, ¡y por el mismo precio! Por un breve espacio de tiempo aca- De este modo una conclusión que podemos sacar directamente es que la
riciamos la idea de gastar un par cíe miles de dólares de los preciosos fon- red de actores tiene un componente gigantesco más o menos del mismo
dos de investigación cié Steve sólo para demostrárselo, pero la razón final- modo que lo tiene un grafo aleatorio una vez que se ha excedido su co-
mente se impuso y volvimos a pensar en otras redes. nectividad crítica. Otro hecho inmediatamente evidente es que el inmen-
Nuestro siguiente intento tuvo más éxito. A principios de 1994, un so grueso de actores tiene números Bacon sorprendentemente pequeños:
nuevo juego, denominado Kevin Bacon Game, surgió en la cultura popu- casi todos los que forman parte de la componente gigantesca pueden ser
lar y se adecuaba perfectamente a nuestros intereses. Este juego fue idea- contactados en un máximo de cuatro pasos.
do por un grupo cíe la asociación estudiantil del Albright College que, a
juzgar por las apariencias, eran cinefilos de cierta monta y que —sin duda TABLA 3.1. Distribución de los actores según el número Bacon
en un estado de realidad alterada— habían llegado a la conclusión de que ' Número Número ; Número acumulativo
Kevin Bacon era el verdadero centro del universo cinematográfico. Para • Bacon de actores total de actores
los lectores que no hayan oído hablar de este juego, funciona del siguiente 0 1 ,•.--. 1
modo. La red de películas consta de actores que están conectados por el í 1 1.550 . '. . 1.551
., 2
121.661 123Í212
hecho de haber actuado juntos en uno o más filmes; y no nos referimos sólo
a Hollywood, sino a cualquier película realizada en cualquier lugar, en cual- i 3 310.365 433.577
!'i 4 71.516 504.733
quier época. Según Internet Movie Datábase (IMDB), entre los años 1898 I

¡- 5 5.314 510.047
y 2000, más o menos medio millón de personas habían actuado en más de '' 6 652 510.699
doscientos mil filmes. 90 510.789
Y 7
Si se daba la casualidad de que alguien había actuado en un filme con 8 38 ..:- 510.827
Kevin Bacon, tenía un número Bacon 1 (el propio Bacon tenía el núme- ! 9 1 510.828
ro Bacon 0). Dado que Kevin Bacon ha actuado en muchos largome- i 10 1 510.829
94 SEIS GRADOS DE SEPARACIÓN MUNDOS PEQUEÑOS 95

Asimismo se podía concluir, como hicieron el grupo de la asociación .,; Alentados por estos resultados, Steve y yo empezamos a buscar otros
estudiantil, que el señor Bacon tiene algo especial, a saber, que es de algún ejemplos, Y como queríamos comprobar la generalidad de nuestros mo-
modo el fulcro sobre el que se alza el universo de los actores. Pero pen- delos, deliberadamente examinamos redes que tuvieran que ver lo menos
sándolo un poco más, hay otra interpretación por completo distinta que posible con las redes sociales. Gracias a la generosidad de algunos de
parece más plausible. Es cierto que cabe relacionar a Bacon con casi todo nuestros colegas en el departamento de Ingeniería eléctrica —Jim Thorp
el mundo en tan sólo unos pocos pasos, pero ¿no se podía concluir tam- y Koenyi Bae— cuya investigación estaba centrada en la dinámica de los
bién que cualquier actor se puede conectar con cualquier otro con más o grandes sistemas de transmisión eléctrica, pronto nos encontramos en el
menos el mismo número de pasos? De este modo, en lugar de calcular el camino adecuado. Steve y Jim se conocían y tenían un trato mutuo muy
número Bacon, calcularíamos los números Connery o los números East- amigable, de modo que establecimos una cita para hablar con Jim y Koenyi
wood, o incluso los números Pohlmann (Eric Pohlmann fue un oscuro ac- sobre cualquier red de datos que pudieran tener. Y resultó ser que tenían
tor austríaco que vivió entre 1913 y 1979, y actuó en 103 películas, entre muchas. En particular tenían un mapa electrónico completo de la red de
ellas El regreso de la Pantera Rosa y Desde Rtisia con amor). Dando un transmisión eléctrica cuya caída en agosto de 1996 he descrito en el capí-
paso más, y sacando el promedio de todos los puntos de inicio posibles tulo 1. Inmediatamente empezamos a hacerles caso, y poco después Koenyi
(es decir, empezando de manera independiente con cualquier actor indi- empezó a ayudarme a poner un poco de orden en la notación algo labe-
vidual que forme parte de la componente gigantesca), obtendríamos pre- ríntica que utiliza el Western Systems Coordinating Council para docu-
cisamente la longitud de camino media que habíamos calculado para mentar su red de suministro eléctrico nacional. Después de unos pocos
nuestras redes modelo. días preparando los datos, conseguimos ponerlos en el formato adecuado
Todo lo que precisábamos eran los datos de la red. Esto, tal como pudi- y hacer funcionar en esta base de datos nuestros algoritmos. Para nuestro
mos ver, no era un problema. Más o menos hacia esa época, Brett Tjaden mayor deleite, encontramos exactamente el mismo fenómeno que antes.
y Glenn Wasson, ambos especialistas en informática de la Universidad de Tal como queda reflejado en la tabla 3.2, la longitud de camino es muy
Virginia, habían lanzado una nueva página en Internet denominada Oracle cercana a la de una red aleatoria con el mismo número de nodos y enlaces,
ofKevin Bacon que rápidamente se convirtió en uno de los destinos más pero el coeficiente de agrupamiento es mucho mayor, es decir, justo como
populares de la red. Los cinefilos podían teclear el nombre de su actor fa- lo habían sugerido nuestros modelos de mundo pequeño.
vorito y el Oracle les «cantaba» inmediatamente la trayectoria del actor, En un intento por llevar nuestras predicciones un poco más lejos aún,
tal como hemos mostrado en el caso de Marilyn Monroe. Para realizar ese la red final que examinamos fue de nuevo totalmente diferente. En reali-
tipo de cálculos, Tjaden y Wasson debían tener la red almacenada en al- dad queríamos encontrar una red neuronal para calcular nuestras estadís-
gún lugar conveniente, así que escribimos a Tjaden pidiéndole si podría- ticas, pero pronto descubrimos que los datos neuronales, al igual que los
mos acceder a ella. Para nuestra sorpresa, respondió inmediatamente di- datos de las redes sociales, son exasperantemente escasos. Por suerte, en
ciéndonos que estaba de acuerdo e incluso se prestó a entrenarme en las todos estos años dedicados a pensar en osciladores biológicos, Steve ha-
idiosincrasias de los datos sin procesar. Al cabo de no mucho tiempo, cal- bía aprendido algo de biología, y después de algunos intentos fallidos su-
culamos la longitud media del camino y el coeficiente de agrupamien- girió que examináramos un organismo denominado Caenorkabditis elegans,
to para la componente gigante, que en aquel momento abarcaba a unos o C. elegans para abreviar. Era, según me dijo Steve, uno de los organismos
\A 3.2. Estadísticas de r
225.000 actores aproximadamente. El resultado era claro, tal como lo po-
demos ver en la tabla 3.2. En un mundo consistente en cientos de miles
de individuos, cada actor podía relacionarse con cualquier otro actor dando, en L,ea, ¡-aleatorio -C™, Caloñaría
promedio, menos de cuatro pasos. Además, los actores que habían actuado Actores de cine 3,65 2,99 0,79 0,00027
en el mismo reparto con un actor, tenían muchas posibilidades (80 % de Red eléctrica 18,7 12,4 0,080 0,005
las veces) de haber actuado unos con otros. Sin el más leve asomo de duda: C. elegans 2,65 2,25 0,28 0,05

era una red de mundo pequeño. I = longitud del camino; C= Coeficiente de agrupamiento
S E I S G R A D O S DE SEPARACIÓN MUNDOS P E Q U E Ñ O S 97
96

modelo que los biólogos habían elegido para realizar estudios exhaustivos Abatido volví a mi despacho a pensar en otro ejemplo de red, pero pa-
y cabía suponer que alguien hubiera examinado su red neuronal. sados un par de días recibí una llamada telefónica de la bibliotecaria, aho-
¡Podía ser! Después de sólo una investigación somera, ayudado por ra triunfal, en la que me informaba que finalmente había conseguido loca-
un biólogo amigo de Steve que resultaba ser un experto en C. elegans, rá- lizar los discos. A simple vista nadie parecía estar muy interesado en estos
pidamente descubrí que la C. elegans no es precisamente un actor secun- discos, dado que era la primera persona que me preocupaba por compro-
dario en la investigación biomédica. Junto a la mosca de la fruta, la Droso- barlos. Tras conseguir los discos y agenciarme un ordenador lo suficiente-
phíla, la bacteria E. coli y posiblemente la levadura, el diminuto nematodo mente viejo como para tener una disquetera de 4,5 y 3 pulgadas, el resto
C. elegans que vive dentro del suelo es el más estudiado y, al menos entre del proceso fue relativamente sencillo. Tal como ya había sucedido en el
los biólogos que estudian gusanos, el más célebre de los organismos. Pro- caso de la red eléctrica, los datos requeridos precisaban cierta manipula-
puesto por primera vez como modelo de organismo en 1965 por Sydney ción, pero pudimos pasarlos a un formato estándar sin demasiados pro-
Brenner, un biólogo contemporáneo de Watson y Crick, y convertido al blemas. Los resultados, que en esta ocasión se obtuvieron de modo casi
cabo de tres décadas en un actor central en el proyecto de secuenciación instantáneo, no nos decepcionaron: tal como muestra la tabla 3.2, la red
del genoma humano, el C. elegans ha pasado más de tres décadas sujeto a neuronal del C. elegans era también un mundo pequeño.
observación microscópica. Literalmente, miles de científicos han trata- De este modo disponíamos ya de tres ejemplos y, finalmente, de algu-
do de aprender no ya algo sino todo acerca de este organismo. Todavía no na validación empírica de nuestros modelos de maqueta. No sólo las tres
lo han conseguido, pero su récord de logros es sorprendente, sobre todo redes satisfacían la condición de pequeño mundo que habíamos esperado,
cuando alguien se tropieza por primera vez con este organismo. Se ha se- sino que la cumplían pese a grandes diferencias de tamaño, densidad y, lo
cuenciado, por ejemplo, todo su genoma al completo, un logro que po- que era más importante, de su naturaleza subyacente. No hay nada similar
dría parecemos trivial a la luz de lo realizado en el Proyecto del Genoma entre los detalles de las redes eléctricas y las redes neuronales. Nada hay
Humano, pero se llevó a cabo mucho antes y con muchos menos recursos, similar entre el modo detallado en que los actores de cine eligen proyec-
lo cual hace que sea a su modo igualmente impresionante. Asimismo han tos y cómo los ingenieros construyen líneas de transmisión eléctrica. Con
llegado a trazar el mapa de cada célula de su cuerpo en cada fase de su de- todo, a un cierto nivel, en algún modo abstracto, hay algo similar en todos
sarrollo, incluida su red neuronal. esos sistemas, porque todos ellos son redes de mundo pequeño. A partir
Una de las cosas bonitas del C. elegans es que, a diferencia de lo que de 1997, otros investigadores empezaron a examinar también las redes
ocurre con los seres humanos, la variación entre los especímenes, inclu- de mundo pequeño. Como era de prever, se observan en todas partes, in-
so considerada a escala de todo su organismo, es notablemente insignifi- clusive en la estructura de la World Wide Web o en la red metabólica de
cante. De este modo se puede hablar de una red neuronal típica para el la E. coli, en las relaciones de propiedad que unen a los grandes bancos y
C. elegans de una forma en que nunca será posible hacerlo para los seres corporaciones alemanes, la red de juntas directivas de las mil empresas
humanos. Y, lo que es aún más práctico, no sólo un grupo de investigado- norteamericanas de la revista Fortune y las recles de colaboración de los
res completaron la tarea realmente monumental de trazar el mapa de científicos. Ninguna de estas redes son exactamente redes sociales, pero
cómo prácticamente cada neurona en el cuerpo de este organismo de un algunas, como las redes de colaboración, son sus representantes razona-
milímetro cíe largo está conectada con cada una de las demás, sino que bles. Otras, como la WWW y la red de relaciones de propiedad, si bien
también un segundo grupo transcribió con posterioridad los datos de la no son sociales en un sentido real, al menos están organizadas socialmen-
red resultante a un formato legible por un ordenador. No deja de resultar te. Y, asimismo, algunas de las redes consideradas no tienen contenido
irónico que, después de dos logros tan espectaculares, el resultado final social alguno.
cupiera casi exclusivamente en un par de discos extraíbles cíe 4,5 pulga- Los modelos, por tanto, eran correctos. El fenómeno del mundo pe-
das almacenados en el interior de la cubierta negra de un libro que estaba queño no depende necesariamente de las características de las redes so-
en la biblioteca de Cornell. O, mejor, que el libro estuviera allí, pero ¿Jiie ciales humanas, pese a la versión estilizada de las interacciones humanas
la bibliotecaria me informara cíe que los disquetes se habían perdido. que habíamos intentado incorporar al modelo alfa. El fenómeno resulta
98 SEIS GRADOS DE SEPARACIÓN MUNDOS PEQUEÑOS 99

ser algo mucho más universal. Cualquier red puede ser una red de mundo líos rodea ordenamos e interpretamos el mundo. Con todo, un exceso de
pequeño con tal que tenga algún modo de plasmar el orden y continúe re- estructura, un control excesivamente fuerte del pasado sobre el futuro, pue-
teniendo alguna pequeña cantidad de desorden. El origen del orden pue- de ser también malo y conducir al estancamiento y el aislamiento. La va-
de ser social, como, por ejemplo, las pautas de amistad entrelazadas en riedad es lo que da sabor a la realidad, porque sólo con la variedad el orden
una red social, o bien físico, como la proximidad geográfica de dos cen- puede generar algo que sea rico e interesante.
trales eléctricas, no importa. Todo cuanto se requiere es un cierto meca- Y ésta es la cuestión que se halla detrás del fenómeno del mundo
nismo por medio del cual dos nodos que están relacionados con un tercer pequeño. Si bien llegamos a él pensando en las amistades, y si bien conti-
nodo común tengan más probabilidades de estar relacionados entre sí nuamos interpretando muchos rasgos de las redes reales en términos de
que dos nodos escogidos aleatoriamente. Se trata de un modo particular- vínculos sociales, el fenómeno mismo no se limita al mundo complejo de las
mente bello de plasmar el orden local, porque se puede observar y medir relaciones sociales: surge, de hecho, en una enorme variedad de sistemas
examinando sencillamente los datos de la red y no nos exige que conoz- que, desde el campo de la biología hasta el de la economía, han evolucio-
camos detalles acerca de los elementos que forman la red, las relaciones nado de forma natural. En parte es tan general porque es tan sencillo.
que mantienen entre sí o por qué razón hacen lo que hacen. Siempre que Pero no es, sin embargo, tan sencillo como un mero retículo con unos po-
A «conoce» a B y A conoce a C implica que B y C tienen, a su vez, más po- cos enlaces aleatorios añadidos. Más bien, es la consecuencia necesaria de
sibilidades de conocerse que dos elementos escogidos al azar, tenemos or- un compromiso que la naturaleza establece consigo misma, entre la voz
den local. severa del orden y su hermano, siempre subversivo y rebelde: el azar.
Pero muchas redes locales, sobre todo aquellas que han evolucionado Desde un punto de vista intelectual, las redes de mundo pequeño son
en la ausencia de un diseño centralizado, poseen al menos cierto desor- también un compromiso entre enfoques muy diferentes del estudio de los
den. Los individuos en una red social ejercen su acción, hacen elecciones sistemas en red desarrollados durante décadas en el ámbito de las mate-
sobre sus vidas y amigos que no pueden ser reducidas fácilmente a su máticas, la sociología y la física. Por un lado, sin el punto de vista de la fí-
mero contexto social y a su historia. Las neuronas en un sistema nervioso sica o de las matemáticas como guía a la hora de pensar en el surgimiento
crecen ciegamente, sujetas a las fuerzas físicas y químicas, pero sin aten- de lo global a partir de las interacciones locales, nunca hubiéramos inten-
der a una razón o a un designio. Por razones políticas o económicas, las tado abstraer las relaciones establecidas en las redes más allá de las rela-
empresas eléctricas construyen líneas de transmisión que no fueron pla- ciones sociales, y nunca hubiéramos visto la honda similitud que existe
neadas por las generaciones anteriores y que a menudo salvan grandes dis- entre tantos tipos diferentes de sistemas. Por otro lado, sin la sociología
tancias y terrenos difíciles. Incluso las redes institucionales como las jun- como fuente de estímulo, y sin la insistencia de la realidad social en el he-
tas directivas de las grandes corporaciones, o las pautas de propiedad que cho de que las redes reales viven en algún punto situado entre el frío or-
vinculan los mundos financiero y comercial —redes que cabría esperar den de los retículos y el desorden desatado de los grafos aleatorios, nunca
que estuvieran ordenadas según los designios maquiavélicos de sus crea- hubiéramos pensado en formular la pregunta.
dores— presentan la rúbrica de la aleatoriedad, aunque sea sólo porque
tantos intereses en conflicto nunca pueden reconciliarse de manera coor-
dinada.
Orden y aleatoriedad. Estructura y acción. Estrategia y capricho. Es-
tos son los contrapuntos esenciales de los sistemas reales en red, cada uno
entrelazado inextricablemente con el otro, impulsando el sistema a través
de su conflicto sin fin hasta una tregua incómoda, pero necesaria. Si nues-
tro pasado rio influyera en nuestro presente, si el presente fuese irrelevante
para el futuro, estaríamos perdidos, despojados no sólo de dirección, sino
también de cualquier sentido de identidad. A través de la estructura que
Capítulo 5

Buscar en las redes

Stanley Milgrana fue en realidad una figura notablemente controverti-


da durante buena parte de su vida profesional. Milgrana, uno de los gran-
des psicólogos sociales, demostró su ingenio en la ideación de experimen-
tos que dilucidaron la misteriosa interfaz entre las mentes de los indivi-
duos y el entorno social en el que típicamente operan. Los resultados de
estos experimentos a menudo fueron sorprendentes, pero a veces también
resultaron turbadores y poco gratos. En su estudio más célebre, Milgram
atrajo hacia su laboratorio de la Universidad de Yale a miembros de la co-
munidad local de New Haven, con el pretexto de participar en un estudio
sobre el aprendizaje humano. Conforme iban llegando, cada participante
era presentado al supuesto sujeto del experimento y se le pedía que le
leyera una serie de palabras que luego el individuo debería repetir. Si el
sujeto del experimento cometía una falta, había de ser castigado con una
descarga eléctrica, que debía administrarle el participante en el experi-
mento. Cada error sucesivo producía una descarga de mayor voltaje, que
llegaba finalmente a alcanzar niveles dolorosos e incluso letales. Cuando
esto se producía, el sujeto del experimento se ponía a gemir, a gritar, a su-
plicar perdón y a retorcerse por los suelos perdiendo la compostura. A los
participantes que se mostraban reacios o protestaban por lo que se les es-
taba pidiendo que hicieran a otro ser humano, un superviso^, de aspecto
severo, enfundado en una bata blanca y armado de una tablilla con sujeta-
papeles, les ordenaba que continuaran. En lo fundamental, sin embargo,
nunca ninguno de ellos fue forzado a hacer nada ni fue amenazado con
represalias. Si llegados a un determinado punto, se negaban a continuar,
el experimento terminaba sin mayores consecuencias
Naturalmente, el experimento no era más que una representación.
Las descargas eléctricas no eran reales y el sujeto del experimento era un
actor, En realidad se trataba de ver qué eran capaces de hacerle a otra
132 SEIS GRADOS DE SEPARACIÓN BUSCAR EN LAS REDES 133

persona, motu proprio, individuos libres cuando se les ponía en la situa- •-tiva. Los científicos llegan a abordar sus problemas concretos amparán-
ción de obedecer órdenes de terceros. Al final, a los participantes se les dose en un cuerpo de conocimientos anterior y en el cual esperan basarse
comentó todo esto, pero mientras el experimento duró, consideraban que sin poner en tela de juicio la validez de todos y cada uno de los métodos,
se trataba de algo real, lo cual hacía que su comportamiento fuera aún suposiciones o conjuntos de hechos que utilizan. Si todos tratáramos de
más incómodo. En una variación de esta prueba, durante la cual los parti- averiguarlo todo desde los primeros principios o incluso si insistiéramos
cipantes seguían siendo decisivos en el desarrollo del experimento, pero en comprender cada pieza del puzzle con igual grado de detalle, nadie lle-
en la que las descargas las aplicaba un intermediario, treinta y siete de los garía nunca a ninguna parte. Así, en cierta medida, tenemos que aceptar
cuarenta participantes aumentaron los voltajes hasta niveles letales, lo aquello que previamente la comunidad científica ha reconocido que se ha
cual llevó a Milgram a concluir que las burocracias que distanciaban a los hecho con detenimiento y de manera correcta, y que, en consecuencia,
individuos de las consecuencias últimas cíe sus actos eran más eficientes a es de fiar.
la hora de aplicar con dureza la represión. En otra variación, se le pedía al Por otro lado, los científicos son tan absolutamente humanos como
participante que sostuviera la mano del sujeto en la placa eléctrica mien- cualquier otro profesional y están invariablemente motivados por otros
tras le aplicaba la descarga. Aún en nuestros días, resulta difícil leer la ele- muchos factores aparte de la búsqueda de la verdad científica genuina. En
gante exposición que de su trabajo hizo el propio Milgram en Obediencia parte debido a sus imperfecciones humanas, y en parte por el hecho de
a la autoridad, sin sentir escalofríos. Pero en el panorama ideológico de que la verdad misma puede ser difícil de discernir, los científicos cometen
posguerra en Estados Unidos durante la década de 1950, los hallazgos errores, interpretan mal los resultados que han obtenido y permiten que
de Milgram desafiaban aquello en lo que por entonces se creía, y el expe- otros los tergiversen. El sistema recurre a una serie de mecanismos para
rimento se convirtió en un foco de escándalo nacional. anticiparse a la indefectible aparición de esos errores, como, por ejemplo,
Este experimento, pese a ser sumamente escandaloso, le abrió a Mil- el método de evaluación por expertos (peer review), los congresos y semi-
gram la puerta del panteón de los intelectuales con un reconocimiento narios académicos, y la publicación de artículos de crítica, que permiten
público cuya obra es tan ampliamente recordada y tan frecuentemente filtrar buena parte de las impurezas. Pero el proceso dista mucho de ser
explicada que ha acabado arraigando en la propia cultura. Todavía esta- perfecto y a veces nos sorprendemos al descubrir que un conocimiento
mos bajo el efecto del shock —es una manera de hablar— que supusieron que dábamos por cierto es dudable e incluso erróneo.
los resultados experimentales a los que llegó, pero no ponemos en tela de
juicio su autenticidad, aunque se dé el hecho de que sus experimentos
nunca fueron repetidos. (En realidad, en aplicación de las regulaciones vi- ¿QUÉ DEMOSTRÓ MlLGRAM EN REALIDAD?
gentes en materia de experimentos con sujetos humanos no podrían ser-
lo.) Tampoco ponemos en duda su investigación sobre el problema del La psicóloga Judith Kleinfeld dio con lo que ahora parece un ejemplo
mundo pequeño (véase el capítulo 1), pese a que sigamos encontrando clásico de esta fe injustificada mientras impartía su curso cíe psicología a
enigmáticos y sorprendentes los resultados a los que llegó. Si bien todos los estudiantes de primer ciclo. Andaba buscando un experimento prác-
hemos oído hablar de los seis grados de separación, la mayoría no es cons- tico que sus estudiantes pudieran realizar y que les permitiera entender
ciente de quién acuñó la expresión ni de cómo lo hizo, y muy pocos han el modo en que podía aplicar en sus vidas fuera del aul# lo que estaban
examinado de cerca y con detenimiento los resultados reales obtenidos aprendiendo en la asignatura. El experimento del mundo pequeño que
por Milgram. Incluso los investigadores que citan el artículo original de había realizado Milgram parecía un candidato perfecto y Kleinfeld deci-
Milgram y de los cuales nos inclinaríamos a pensar que lo han examinado dió proponer a sus estudiantes que lo repitieran de la manera en que se
a fondo se han mostrado propensos a aceptar sencillamente sus conclusio- podía hacer en el siglo XXI, utilizando el correo electrónico en lugar del
nes sin ponerías en duda. correo postal. Sin embargo, finalmente en realidad no llegaría a realizarse.
Ese comportamiento plantea una cuestión sutil sobre la ciencia. Por A fin de preparar el experimento, Kleinfeld empezó por leer los artículos
un lado, la fuerza del proyecto científico reside en su naturaleza acumula- de Milgram. En lugar de encontrar una base sólida para el experimento
134 SEIS GRADOS DE SEPARACIÓN BUSCAR EN LAS REDES 135

en el que estaba pensando, los resultados cíe Milgram —examinados dete- se sorprendió al descubrir que no era así y que más bien había sucedido
nidamente— parecían plantear sólo cuestiones incómodas acerca de cómo todo lo contrario. Si bien Milgram y sus colaboradores llevaron a cabo
había llegado a obtenerlos. otros experimentos —y el más significativo de los cuales era el que rela-
Conviene recordar aquí que Milgram puso en marcha su cadena con cionaba a una población de raza blanca en Los Ángeles con destinatarios
aproximadamente trescientas personas, todas las cuales trataron de hacer afroamericanos de la ciudad de Nueva York—, éstos adolecían más o me-
llegar sus cartas a un mismo destinatario en Boston. Según lo que todo el nos de lo mismo que el primero. Y lo que era aún más sorprendente, sólo
mundo cuenta, esas trescientas personas vivían en Omaha, pero un exa- un puñado de investigadores habían intentado reproducir los hallazgos
men más detenido de sus orígenes muestra que un centenar vivían de he- de Milgram, y los resultados a los que ellos habían llegado eran aún menos
cho en Boston. Además, de entre las casi doscientas personas que vivían persuasivos que los de Milgram. Uno de estos experimentos, por ejemplo,
en Nebraska, sólo la mitad habían sido seleccionadas al azar (a partir de trató de relacionar remitentes y destinatarios en el seno de la misma Uni-
una lista de correos que Milgram adquirió). La otra mitad eran todas in- versidad del Medio Oeste de Estados Unidos, lo cual difícilmente cabía
versoras en acciones de primer orden y el destinatario en Boston, por su- considerar como una prueba de un principio universal.
puesto, era un agente de bolsa. Los célebres seis grados, en realidad, eran Cada vez más preocupada por todo lo que iba descubriendo, Kleinfeld
el promedio obtenido a partir de los resultados de estas tres poblaciones, terminó buscando en los archivos de la Universidad de Yale, ahondando en
y, como cabía esperar, el número de grados variaba bastante de una por- las notas originales y los escritos inéditos de Milgram, convencida aún de
ción a otra de esta muestra: así, los naturales de Boston y los inversores de que se le había pasado hasta entonces algo por alto. Y, en efecto, así era. Tal
bolsa consiguieron completar las cadenas con mayor éxito y menos enla- como descubrió en ese trabajo de documentación, Milgram había realizado
ces que la muestra aleatoria tomada de Nebraska. otro estudio paralelamente al de Omaha, en el cual había escogido remiten-
Recordemos, asimismo, que el sorprendente hallazgo en el problema tes situados en Wichita, Kansas y, como destinataria, a la esposa de un estu-
del mundo pequeño afirma que cualquier persona puede llegar a cual- diante deHDivinity School de Harvard, Milgram mencionó este estudio en
quier otra persona, es decir, no sólo a las demás personas de la misma lo- su primer artículo, publicado en Pyschology Today, porque había dado la
calidad o a personas con fuertes intereses comunes, sino a cualquier otra cadena más corta de las que había tenido oportunidad de medir: la primera
en cualquier otro lugar. Así, en realidad, la única población que satisfacía, carta llegó a su destino en sólo cuatro días y empleó sólo dos intermedia-
aunque de modo remoto, las condiciones de la hipótesis tal como se acos- rios. Aquello que Milgram no mencionó en ese artículo ni en cualquier otro
tumbra a enunciar (e incluso tal como el propio Milgram la enunció) eran es que de las sesenta cartas que se enviaron, la primera era sólo una de las
las noventa y seis personas que habían sido seleccionadas a partir de la lis- tres que llegaron a su destino. Kleinfeld también sacó a la luz informes de
ta de correos. Llegados a este punto, el peso de la muestra empieza a ser dos estudios complementarios en los que los índices de finalización de la
inquietantemente menor: de las noventa y seis cartas iniciales enviadas cadena eran tan bajos que no se llegaron a publicar los resultados. La con-
por la población de esa muestra, sólo dieciocho llegaron a su destino. ¡Die- clusión final de Kleinfeld era que el fenómeno del mundo pequeño, tal
ciocho! ¿Y para este viaje tantas alforjas? ¿Cómo podía alguien haber in- como estamos acostumbrados a verlo presentado, carecía de base empírica.
ferido a partir de sólo dieciocho cadenas dirigidas a un único destinatario Cuando este libro iba camino de la imprenta, estábamos realizando lo
un principio tan universal y que pretende abarcarlo todo como el que em- que es de lejos el experimento de mundo pequeño más extenso hasta la
pezamos proponiéndonos explicar? Y ¿cómo todo el resto de nosotros pu- fecha realizado, en un intento por resolver el tema que debiera haberse re-
dimos estar de acuerdo con aquel resultado sin poner en tela de juicio en suelto mucho antes. Sirviéndonos del correo electrónico en lugar de cartas
ningún momento la plausibilidad de semejante afirmación? convencionales y coordinando los mensajes a través de un website centra-
Turbada por estas preguntas, Kleinfeld pasó a investigar los artículos lizado, pudimos manejar un volumen de remitentes y datos que Milgram
posteriores de Milgram y de otros autores, suponiendo que a todas luces ni alcanzó a soñar. Por el momento, tenemos cincuenta mil cadenas de
la insostenible laguna existente entre los resultados empíricos y su poste- mensajes cuyo origen se halla en cincuenta países en busca de dieciocho
rior interpretación había sido justificada en alguna otra parte. De nuevo, destinatarios distribuidos por Estados Unidos, Europa, América del Sur,
136 SEIS GRADOS DE SEPARACIÓN BUSCAR EN LAS REDES 137

la región de Asia y el Pacífico. Desde un profesor universitario de Ithaca i-.de una verificación empírica, de modo que, per se, la continua escasez de
—¿no se imagina quién es?— hasta un inspector de archivos en Estonia, pruebas empíricas no supone un problema para los resultados que hemos
pasando por un policía de Australia hasta un oficinista de Omaha, nues- obtenido. La cuestión en realidad es que existe una gran diferencia entre
tros destinatarios cubren la gama de usuarios de Internet, una población dos personas que están relacionadas por un camino corto (que es lo que afir-
de quinientos millones de personas globalmente dispersa. Nuestros remi- man los modelos de red de mundo pequeño) y su capacidad para encon-
tentes, entretanto, fueron reclutados a través de reseñas sobre el experi- trar ese camino. Recordemos que los sujetos del experimento de Milgram
mento que aparecieron publicadas en la prensa de todo el mundo, y son se suponía que pasaban la carta a una persona que consideraban más rela-
cientos los que se ponen cada día en contacto con nosotros. cionada con el destinatario de lo que ellos mismos estaban. Lo que se su-
Por grande que pueda parecemos, medio millar de millones de perso- ponía que no hacían era enviar copias de la carta a todas las personas que
nas no es aún todo el mundo. Y casi con toda seguridad, las personas que conocían. Con todo, ése era precisamente el tipo de cálculo que con Steve
tienen acceso a un ordenador (y el tiempo libre suficiente para utilizarlo) llevamos a cabo en nuestros experimentos numéricos, y que se halla im-
representan una sección relativamente reducida de la sociedad global. Evi- plícito en nuestros enunciados acerca de las longitudes de camino más
dentemente, por tanto, los resultados de un experimento tan gigantesco cortas. Por tanto, a nuestro entender, es completamente posible vivir en
corno el que realizamos no serán umversalmente aplicables. Además, el ex- un mundo pequeño, en el sentido de los modelos de redes de mundo pe-
perimento adolece de un problema con el que ya se encontró Milgram, queño expuestos en los capítulos 3 y 4, y aún así dudar de la veracidad de
aunque no en la misma medida: la apatía. En la actualidad, mucho más que los hallazgos de Milgram.
en la década de 1960, recibimos montones de correo basura, sobre todo Otro modo de expresar la diferencia entre la prueba que nosotros
correo electrónico, y frecuentemente somos reticentes —o sencillamente ideamos para el fenómeno del mundo pequeño y la de Milgram consiste
estamos demasiado ocupados— como para participar, aunque nos lo pida en contraponer búsqueda diseminada y búsqueda dirigida. En la modali-
un amigo. El resultado es un índice de termipacicfn de la cadena aplastan- dad diseminada, uno se lo cuenta a todos aquellos que conoce, los cuales,
temente bajo, menos del 1 % del total de las cadenas~que empezaron llega- a su vez, se lo cuentan a todos los que conocen, y así hasta que el mensaje
ron hasta sus destinatarios finales (Milgram, conviene recordarlo, obtuvo llega hasta su destinatario. Según esas reglas, si es que existe un camino
un índice de terminación del 20 %). Así, aunque las esperanzas que depo- corto que relacione la fuente remitente y el destinatario, uno cíe esos men-
sitamos en nuestro experimento son altas, el jurado aún está deliberando y sajes lo encontrará. El inconveniente es que la red está totalmente satura-
puede continuar así aunque nuestros resultados queden enteramente ana- da de mensajes, dado que cualquier rincón y ranura son probados como
lizados. Quizá, por tanto, el mensaje a transmitir es que resulta increíble- un camino potencial para llegar hasta el destinatario. No parece muy hala-
mente difícil resolver por vía empírica el fenómeno del mundo pequeño. güeño, y, en efecto, no lo es. De hecho, precisamente de este modo se pro-
pagan los virus informáticos más molestos, de los cuales hablaremos con
mayor detenimiento en el capítulo 6.
¿SEIS ES UN NÚMERO GRANDE O PEQUEÑO? Las búsquedas dirigidas son mucho más sutiles que las diseminadas y
presentan distintos pros y contras. En una investigación dirigida como la
¿Dónde nos deja esto? Al fin y al cabo hemos dedicado un buen rato a del experimento de Milgram, sólo se pasa un mensajera la vez, cíe modo
tratar de comprender el fenómeno del mundo pequeño. Y ahora, ¿ vamos que si la longitud de un camino entre dos individuos tomados al azar es,
a ponerlo en tela de juicio? Lo que se dice ponerlo en tela de juicio, no, pongamos por caso, de seis pasos, entonces sólo seis personas reciben el
pero existe una diferencia importante entre el fenómeno del mundo pe- mensaje. Si los sujetos del experimento de Milgram hubieran realizado
queño que definimos para nuestros modelos de red y el fenómeno del búsquedas diseminadas, enviando mensajes a todas y cada una de las per-
mundo pequeño tal como lo investigó Milgram y que, precisamente, he- sonas que conocían, las cartas hubieran sitio recibidas por todas las perso-
mos glosado en las páginas anteriores. Conviene no olvidar que el princi- nas que viven en el país —unos doscientos millones de habitantes más o
pal motivo para el enfoque inicial que dimos al problema era la dificultad menos en aquella época— sólo para llegar a un único destinatario. Si bien
F
138 SEIS GRADOS DE SEPARACIÓN BUSCAR EN LAS REDES 139

un método de diseminación hubiera encontrado, en principio, el camino ellos, sino también la cíe todos los colaboradores que trabajaron con estos
más corto hasta el destinatario, en la práctica, habría resultado imposible. últimos. Ni tan sólo conoceremos a la mayoría y puede darse el caso de que
Al requerir la participación de sólo seis personas, el método de la búsque- ni siquiera hayamos oído hablar de ellos; así, ¿cómo vamos a tener la posi-
da dirigida evita inundar el sistema, aunque la tarea de encontrar un cami- bilidad de saber con quién han trabajado? Básicamente no podemos.
no corto se hace considerablemente más complicada. Si bien en teoría Lo que hemos tratado de hacer aquí es efectivamente una búsqueda
sólo seis grados nos separan de cualquier otra persona en el mundo, el diseminada en una red de coautoría y, de nuevo, descubrimos que prácti-
planeta, no obstante, tiene seis mil millones de habitantes, y al menos un camente es imposible. Así, todos acabamos haciendo una búsqueda diri-
número igual de caminos que llevan hasta ellos. Enfrentados a este labe- gida. Escogemos a uno de nuestros colaboradores cuyo trabajo considera-
rinto de complejidad que resulta harto difícil de concebir, ¿cómo encon- mos que es más similar al de Erdó's, y así sucesivamente. El problema es
traremos aquel camino corto que andamos buscando? Bueno, lo cierto es que a menos que se sea un experto en uno de los campos específicos en
que es difícil, al menos si lo hacemos en solitario. los que Erdos trabajó, puede que no sepamos cuál de entre nuestros cola-
Mucho antes de que apareciera el juego de Kevin Bacon, los matemá- boradores es la mejor elección. En cuyo caso, puede que nos equivoque-
ticos acostumbraban a jugar a algo similar con Paul Erdos. A Erdó's, que mos desde el principio y terminemos atrapados en un callejón sin salida.
no sólo era un gran matemático —en extremo prolífíco—, sino también O tal vez lo acertemos de entrada, pero en una de las oportunidades si-
casi una celebridad entre la comunidad de matemáticos, se le consideró guientes no atinemos a hacerlo. O tal vez estemos en el camino correcto,
el centro de esta comunidad del mismo modo en que Kevin Bacon era el pero lo abandonemos antes de haber ido lo suficientemente lejos. ¿Cómo
centro del mundo de los actores cinematográficos. En consecuencia, cuan- sabremos si la búsqueda avanza por buen camino?
do se había publicado un artículo con Erdó's, se recibía el número Erdó's 1. Esta pregunta.no parece tener una respuesta sencilla y la principal difi-
Si no se había publicado un artículo con Erdos pero se había escrito uno cultad estriba en q«e_tr-atamos de resolver un problema global —encontrar
con alguien que sí lo había hecho, entonces se recibía el número Erdó's 2. un camino corto— utilizando sólo información local sobre la red. Pode-
Y así sucesivamente. De modo que la pregunta que hacer era: «¿Qué nú- mos saber quiénes son nuestros colaboradores, pero más allá de ellos, en
mero Erdó's tienes?». Y el objeto del juego consistía en tener el número realidad, nos enfrentamos a un mundo de extraños. En consecuencia, re-
Erdó's más pequeño posible. sulta imposible saber cuál de los muchos caminos que parten de nosotros
Si se tenía el número Erdos 1, entonces el problema era trivial. Y si se llevan hasta Erdó's en el menor número de pasos posible. A cada grado de
tenía el número Erdos 2, tampoco estaba mal. Erdos era un hombre céle- separación, hemos de tomar una nueva decisión y no hay un modo claro
bre, de modo que cualquiera que hubiera trabajado con él probablemente de evaluar cuáles son nuestras opciones. Al igual que alguien que vive en
lo habría mencionado. Pero cuando el número Erdó's era superior a 2, el Manhattan puede ir fácilmente en coche hasta el aeropuerto de La Guardia
problema se complicaba, porque aunque uno conociera bien a los colabo- para embarcar en un vuelo que le llevará a la Costa Oeste, la elección ópti-
radores con quien trabajaba, por lo general no conocía a todos los demás ma del camino de red puede llevarnos, al principio, en una dirección que
con los que aquellos habían colaborado. Si se le dedica un tiempo, se po- parece equivocada. Pero, a diferencia del desplazamiento hasta el aero-
dría escribir una lista razonablemente completa de otros colaboradores puerto, en este caso no tenemos un mapa completo de la ruta en nuestra
con los que han trabajado, aunque fuera sólo examinando todos los artícu- cabeza, de modo que el equivalente en este caso a «conducir en dirección
los que han publicado o preguntándoselo directamente. Sin embargo, hay este para volar hacia el oeste» no es una idea tan obviamente buena.
científicos que han escrito artículos durante cuarenta años o más y pueden Por muy pequeño que pueda parecemos a primera vista, el seis puede
haber acumulado varias docenas de colaboradores en ese lapso de tiempo, ser un número grande. De hecho, cuando se trata de búsquedas dirigidas,
y les puede resultar difícil acordarse de algunos de sus nombres. Todo esto cualquier número superior a dos es de hecho grande, tal como Steve tuvo
tiene ya el aspecto de ser difícil, pero lo es aún más, y en el siguiente paso oportunidad de descubrir un día cuando un periodista le preguntó cuál era
uno se pierde en lo esencial. Imaginémonos que tratamos de escribir la lis-'" su número Erdó's. Finalmente lo calculó —era cuatro—, pero tuvo que de-
ta no sólo de nuestros colaboradores y de los que a su vez colaboraron con dicar dos días enteros para averiguarlo. (Lo recuerdo porque yo estaba tra-
140 SEIS GRADOS DE SEPARACIÓN BUSCAR EN LAS REDES 141

tando de hacer algo con él y Steve estaba demasiado preocupado incluso Ante todo, lo que Kleinberg resolvió fue que, de hecho, si el mundo
para hablar.) Aunque puede parecemos que sólo se trata de otro de los mo- real funcionaba de algún modo como proponían los modelos que había-
dos que los matemáticos tienen para no hacer un trabajo real, lo cierto es mos propuesto con Steve, entonces las búsquedas dirigidas del tipo de
que las búsquedas dirigidas tienen una vertiente seria. Desde navegar por aquella observada por Milgram habrían sido imposibles. El problema, al
Internet hasta localizar un archivo en una red de evaluación por expertos, o final, resultó surgir de un rasgo de nuestros modelos de mundo pequeño
incluso hasta tratar de encontrar a la persona indicada para que responda a | que aún no hemos expuesto. Si bien los modelos nos permiten construir
una pregunta técnica o administrativa, con frecuencia nos encontramos bus- redes que presentan una cantidad de desorden variable, la aleatoriedad es
cando información haciendo una serie de preguntas, y a menudo nos queda- en realidad de un tipo especial. En concreto, siempre que se crea un atajo
mos atrapados en callejones sin salida frustrantes o dudando de si hemos a través de una de nuestras renovaciones o reconexiones (rewirings), un
seguido el camino más corto. Tal como veremos en el capítulo 9, encontrar vecino queda liberado y un nuevo vecino es escogido uniformemente al
caminos cortos que lleven a la información correcta es algo especialmente azar entre todos los de la red. Dicho de otro modo, cada nodo tiene la
importante en épocas de crisis o de rápido cambio, cuando los problemas misma probabilidad de ser escogido como nuevo vecino, con indepen-
requieren que se les encuentre una solución a toda prisa y nadie tiene una dencia de dónde se halle situado y lo lejos que esté.
idea clara de qué se precisa o quién la tiene. Y, tal como pudimos descubrir La aleatoriedad uniforme nos parecía una suposición natural que ha-
con el problema original del mundo pequeño, una teoría sencilla a veces cer en nuestro primer intento de abordar el problema, porque no depen-
puede decirnos mucho acerca de un mundo complejo que no hubiéramos de de la idea particular de distancia de nadie. Pero aquello que Kleinberg
reparado en considerar de haber examinado directamente el mundo mismo. señalaba era que las personas, de hecho, sí tienen nociones bastante fuer-
tes de lo que es distancia y las utilizan en todo momento para diferenciar-
se de los demás. La distancia geográfica es una noción evidente, pero la
EL PROBLEMA DE LA BÚSQUEDA EN EL MUNDO PEQUEÑO profesión, la clase, la raza, la renta, la formación, la religión y los intere-
ses personales son, a menudo, factores en nuestras evaluaciones de lo
En esta ocasión, el avance decisivo lo realizó un joven informático, «distante» que uno está respecto a otras personas. Nos servimos cié estas
Jon Kleinberg, que estudió en la Universidad de Cornell y en el MIT, tra- nociones de distancia en todo momento cuando nos identificamos a noso-
bajó en el Almadén Research Center que IBM tiene cerca de San Francis- tros mismos y a los demás, y es de suponer que los sujetos que participa-
co y luego volvió a Cornell como profesor. Kleinberg planteó una pregunta ban en los experimentos de Milgram también las utilizaban. Pero como
que ni a Steve ni a mí se nos había ocurrido, aunque, al igual que con las sea que las conexiones aleatorias uniformes como las representadas en la
redes sin escala, parecía tan natural considerada a posteriori que nos pre- figura 3.6 no se sirven de estas nociones de distancia, los atajos resultantes
guntábamos cómo era posible que se nos hubiese pasado por alto. En lu- son difíciles de utilizar en el caso de las búsquedas dirigidas. La ausencia
gar de centrarnos en la mera existencia de caminos cortos, como había- de toda referencia al sistema de coordenadas subyacente —el retículo en
mos hecho nosotros, Kleinberg se preguntó cómo los individuos en una anillo en el caso del modelo beta del capítulo 3— impide que la búsqueda
red podían encontrar efectivamente esos caminos. Y el motivo volvía a ser dé en el blanco con efectividad. Así, el mensaje termina o saltando aleato-
el trabajo de Milgram. Dejando a un lado las dudas que Judith Kleinfeld riamente por la red o abriéndose lentamente camino a través del retículo.
evidenció, ciertamente algunos de los individuos que participaron en los Si ése había sido el caso en el experimento cíe Milgram, sus cadenas ha-
experimentos de Milgram consiguieron que las cartas que ellos enviaron brían tenido una longitud de cientos de enlaces, pocos menos que si el
llegaran al destinatario que se pretendía, y el modo en que lo habían lo- mensaje hubiera pasado de puerta en puerta cubriendo toda la distancia
grado, para Kleinberg, nevera obvio. Después de todo, los remitentes en que separa Omaha de Boston.
esencia intentaban realizar una búsqueda dirigida en una red social muy Así, aquello que Kleinberg consideraba era una clase de modelos de
grande sobre la cual disponían de muy poca información (mucha menos red mucho más general en los que, aunque los enlaces aleatorios se conti-
que un matemático que tratarsj de calcular su número de Erdos). núan añadiendo a un retículo subyacente, la probabilidad de que un enla-
142 SEIS GRADOS DE SEPARACIÓN BUSCAR EN LAS REDES 143

hallan cerca (en el retículo) tienen alguna oportunidad cíe ser conectados.
En este límite, cada conexión aleator/ia contiene mucha información acer-
ca del retículo subyacente, y así los caminos pueden ser recorridos con fa-
cilidad. El problema estriba en que como los atajos de largo alcance son
efectivamente imposibles, no hay camino corto alguno que encontrar. Por
tanto, el modelo no daba lugar, ni en un límite ni en el otro, a redes en
las que se pueden lanzar procesos de búsqueda. Pero aquello que Klein-
FIGURA 5.1. Modelo de retículo berg quería saber era qué sucedía en la zona situada en medio.
bidimensional de Kleinberg. Cada En realidad sucede algo bastante interesante. La figura 5.3 muestra el
nodo está relacionado con sus otros
número típico de saltos que un mensaje necesita realizar antes de localizar
cuatro vecinos más cercanos
en el retículo y un único contacto
a un destinatario aleatorio, en función del exponente gamma (y). Cuando
aleatorio. el exponente gamma es muy inferior a dos, los caminos cortos sencillamente
no existen. Pero cuando gamma es exactamente igual a dos, la red alcanza
ce al azar relacione dos nodos decrece conforme crece su distancia medida una especie de óptimo entre la conveniencia de navegación del retículo y
en el retículo. Para decirlo cíe una forma más llana, Kleinberg consideraba la potencia acortadora de distancia de los atajos de largo alcance. Conti-
el problema de pasar el mensaje en un retículo de dos dimensiones (figura núa siendo cierto que la probabilidad de relacionar un nodo particular
5.1), en la parte superior del cual imaginaba que se añadían enlaces aleato- cualquiera decrecerá con la distancia. Pero también lo es que cuanto ma-
rios según una distribución de probabilidad representada por una de las yor es la distancia, más nodos con los que conexionarse hay. Aquello que
funciones de la figura 5.2. Desde un punto de vista matemático, cada una Kleinberg demostró es que cuando gamma alcanza el valor crítico de dos,
de estas líneas rectas trazadas en una escala de ejes logarítmicos es una ley estas fuerzas en conflicto se anulan la una a la otra. El resultado es una
potencial con un exponente gamma (y) que cambia de una línea a otra. red con la propiedad particular según la cual los individuos tienen el mis-
Un exponente con valor cero —la línea horizontal en la parte supe- mo número de lazos en todas y cada una de las escalas de longitud.
rior— implica que todos los nodos del retículo tienen igual probabilidad Este concepto es algo difícil de comprender, pero Kleinberg aportó
de ser contactos aleatorios; dicho de otro modo, el modelo de Kleinberg una bonita imagen que permite captarlo; rne refiero al dibujo View oftbe
se reduce a una versión bidimensional del modelo beta que hemos ex- World from 9'1' Avenue de Saúl Steinberg, y que fue publicado como una
puesto en el capítulo 3. Así, cuando gamma es igual a cero, existen mu-
chos caminos, pero tal como acabamos de ver, no se pueden hallar. Cuan-
do gamma, en cambio, es grande, la probabilidad de un atajo aleatorio de- No se
crece tan rápidamente con la distancia que sólo aquellos nodos que ya se pueden
No hay
encontrar
caminos caminos
cortos cortos
FIGURA 5.2. Probabilidad de
generar un contacto aleatorio en
Y=0
s:¡?
función de la distancia reticular (r).
Cuando el exponente gamma (y) es CL Creciente 3 *
igual a cero, los contactos aleatorios
Di
O y 'I1?
FIGURA 5.3. Principal resultado o^
-J -Q
de todas las longitudes son igual de de Kleinberg. Sólo cuando
probables. Cuando, en cambio, el el exponente gamma es igual
valor del exponente gamma es grande, a dos, la red posee caminos cortos
sólo los nodos situados cerca del que los individuos pueden
retículo estarán conectados. log ;- efectivamente encontrar. Y=2
144 SEIS GRADOS DE SEPARACIÓN BUSCAR EN LAS REDES 145

hermosa portada en The New Yorker en una de sus entregas de 1976. Lo ,,gión, o escala, de la imagen. Dicho de otro modo, sería de esperar que tu-
hemos reproducido en la figura 5.4. En la imagen, la Novena Avenida viéramos tantos amigos viviendo en nuestro vecindario como en el resto
ocupa casi tanto espacio como toda una manzana de la ciudad, la cual a su de la ciudad, que tuviéramos el mismo número de amigos viviendo en el
vez ocupa el mismo espacio que la parte de Manhattan al oeste de la Dé- resto del Estado como, de nuevo, en el resto del país, y así sucesivamen-
cima Avenida y el río Hudson juntos. La primera parte de la imagen te, hasta alcanzar la escala de todo el mundo. Las posibilidades que tene-
está dedicada a todos los Estados Unidos situados al oeste del Hudson, al mos de conocer a alguien que viva en otro continente son más o menos las
océano Pacífico; y, luego, finalmente, al resto del mundo. mismas que las de conocer a alguien que viva en nuestra calle. Sin duda,
Steinberg hacía en este dibujo un comentario social sobre la tendencia varios miles de millones de personas viven en otros continentes, y proba-
de los neoyorquinos a poner un hincapié muy especial en que los asuntos blemente sólo unos pocos cientos viven en nuestra calle. Pero aquí la idea
locales son grandes cuestiones que tiene planteadas el planeta —es decir, consiste en que es tan poco probable que conozcamos a alguna perso-
su visión de sí mismos como ombligo del universo—, pero, en cambio, en na en particular en el otro lado del mundo que «el resto del mundo» y «la
el modelo de Kleinberg, la imagen cobra un sentido aún más tangible. calle» acaban por representar más o menos el mismo número de nuestros
Cuando gamma es igual al valor crítico de dos, un individuo en la Novena conocidos.
Avenida es probable que tenga el mismo número de amigos en cada re- Lo fundamental del resultado alcanzado por Kleinberg es que cuando
se cumple esta condición de igual conectividad en todas las escalas de lon-
gitud, no sólo la red muestra caminos cortos entre todos los pares de nodos,
sino que también los remitentes individuales pueden hallar los caminos si
| .-:•.'-.
cada uno de ellos simplemente remite el mensaje a aquel de sus amigos
que parece estar más cerca o ser más allegado al destinatario. Lo que hace
factible el problema de la búsqueda es que nadie tiene que resolverlo en
solitario. Más bien, todo de cuanto debe preocuparse un remitente par-
ticular a cada paso es de hacer que el mensaje llegue a la siguiente fase de
su búsqueda, y aquí fase es algo similar a las diferentes regiones del dibu-
jo de Steinberg. Así, en el caso de que nuestro destinatario final fuese un
granjero de Tayikistán, no es preciso averiguar cómo hacer que el mensa-
je recorra todo el camino hasta llegar a su destino, ni siquiera al país indi-
cado. Sólo debemos dirigirlo hacia la parte correcta del mundo, y luego
dejar que otro se ocupe de él. Al hacerlo así, suponemos que la persona
que viene a continuación en la cadena, al estar más cerca del destinatario,
tiene una información más precisa que la nuestra, y, por tanto, está en
mejores condiciones de hacer que la búsqueda avance hasta su siguiente
fase. Y, en efecto, eso es precisamente lo que se garantiza cuando el expo-
nente gamma es igual a dos. Cuando la red satisface esta condición, sólo se
requieren unos pocos remitentes para hacer que un mensaje pase de una
fase a otra (desde cualquier parte del mundo hasta el país indicado, des-
de cualquier punto de ese país hasta la ciudad correcta, y así sucesiva-
FIGURA 5.4. Saúl Steinberg, View of the World from 9"' Avenue, publicado en una de mente). Y dado que el mundo, tal como lo refleja la imagen que Steinberg
las portadas de 1976 del The New Yorker, ¡lustra el concepto de fases de búsqueda dibujó, siempre se puede dividir en un pequeño número de estas fases,
desarrollado por Kleinberg. Colección particular, Nueva York.
entonces la longitud total de la cadena de mensaje será también corta.
BUSCAR EN LAS REDES 147
146 SEIS GRADOS DE SEPARACIÓN

La condición de Kleinberg, como la denominamos, junto con la prueba pico que plantea el problema del mundo pequeño: ¿cómo llegar hasta un
que hizo de la imposibilidad de buscar en redes uniformemente aleatorias campesino chino? Tal vez ninguno de nosotros conocía a ningún campesi-
de mundo pequeño, significó, de hecho, un paso importante en nuestra re- no en China continental y, con independencia de cuántos campesinos hu-
flexión sobre las redes. La idea de mayor calado cíe Kleinberg era que los biera en el país, quizá nunca llegaríamos a conocer a ninguno. Pero cono-
meros atajos no bastaban para hacer que el fenómeno cíe mundo pequeño cíamos a alguien que al menos podía indicarnos la dirección a seguir.
tuviera alguna utilidad real para los individuos informados localmente. Erica Jen, una norteamericana de origen chino que hasta hacía poco
Para que las conexiones o las relaciones sociales sean útiles —en el sentido había sido vicerrectora de investigación en el Santa Fe Institute y era asi-
de encontrar algo de forma deliberada— tienen que cifrar información mismo la persona que nos había contratado tanto a Mark como a mí, estu-
acerca de la estructura social subyacente. Pero aquello que el modelo de dió en la Universidad de Pekín durante los años de la Revolución cultu-
Kleinberg no explicaba es cómo el mundo podría efectivamente ser así. Tal ral, mucho antes de su llegada a Santa Fe. Además, en aquella época, Jen
vez sea cierto que si los lazos en una red social son dispuestos de tal o cual había sido en cierto modo una activista social (y una de las primeras ciu-
determinada manera, entonces el mundo de improviso pasa a ser explota- dadanas estadounidenses en estudiar en la capital de China) y nos figura-
ble. Pero, ante todo, ¿cómo diantre se organizaría la red de ese modo? Des- mos que, aunque no conociera a ningún líder rural de la provincia de Si-
de una perspectiva sociológica, cíe hecho, la condición de Kleinberg parece chuan (o cualquier otra donde nuestro hipotético campesino viviese), po-
bastante improbable. Kleinberg, sin eluda, no trataba de elaborar un mo- dría, en cambio, conocer a alguien que sí lo conociera. En todo caso, si le
delo realista en términos sociológicos y, al mantener el modelo que elabo- dábamos una carta, podíamos confiar bastante en que el mensaje llegaría
ró en ese nivel de sencillez, pudo comprender sus propiedades de una a China en un solo paso. No sabíamos exactamente cómo y tampoco qué
manera en que le hubiera resultado imposible a través de una versión más sucedería una vez la carta llegara a aquel país. Pero si Kleinberg estaba en
compleja. Pero, cíe este modo, dejó también la puerta abierta a una nue- lo cierto, aquél no era nuestro problema, ya que todo cuanto debíamos
va forma de pensar el problema, una forma que incorporaba ciertas ideas hacer era llevar la carta hasta la fase siguiente en el camino de su entrega
(es decir, hacerla llegar al país correcto) y entonces dejar que alguien más se
sociológicas.
ocupara de apuntarla en la dirección que la llevaría hasta su destinatario.
La diferencia entre el modelo Kleinberg y nuestra cadena imaginaria
de remitentes consistía en que si bien Erica era a todas luces un enlace
LA SOCIOLOGÍA CONTRAATACA
fundamental en la cadena, y probablemente la que haría llegar la carta más
Un día que Mark me visitó en la Universidad de Columbia, a la que me lejos, no era, en lo que a Mark y a mí concernía, un contacto de «larga dis-
había trasladado tras dejar el MIT en agosto de 2000 para incorporar- tancia». Los tres pertenecimos, en algún momento, a la misma comuni-
me al departamento de sociología, hablamos del problema de la búsqueda dad, pequeña y muy unida que abarcaba a los investigadores empleados
dirigida. Después de discutirlo un poco, nos convencimos de que la con- en el Santa Fe Institute. Desde nuestro punto de vista, no importaba dón-
dición de Kleinberg no era la forma correcta de entender los resultados de hubiera vivido Erica Jen o qué hubiera hecho hacía dos décadas: ella
de Milgram. Pero ¿entonces cuál era? ¿No había probado Kleinberg que era nuestro superior, y nuestra colega y amiga, y trabajaba en el mismo lu-
no era posible buscar de manera efectiva en cualquier red que no estuvie- gar que nosotros y estaba interesada en muchos de los infernos proyec-
ra conexionada equitativamente en todas las escalas de longitud? Bueno, tos intelectuales que nosotros. No era más distante de nosotros que no-
en parte sí y en parte no. Sí, en el caso de que fuera cierto que las personas sotros de ella y, por lo que sabíamos, sus amigos en China, a sus ojos, no
miden todas las distancias que median entre ellas y cualquier otra en fun- serían menos cercanos a ella de lo que lo éramos nosotros. Dicho de otro
ción de un retículo subyacente. Pero tal vez lo que en realidad nos decían modo, la carta daría lo que a cada uno de los portadores les parecerían
los resultados de Kleinberg era que las personas no calculan en realidad dos saltitos —uno desde nosotros a Erica y otro desde ella a un amigo
las distancias de esa manera. Mientras paseábamos por el campus bajo un suyo en China—, que, considerados como una única fase, parecerían ser
sol primaveral, se nos ocurrió un ejemplo que suponía el desafío arquetí- en realidad muy grandes.
148 SEIS GRADOS DE SEPARACIÓN BUSCAR EN LAS REDES 149

Pero ¿por qué dos pasos cortos vienen a ser por completo distintos de é'n lo lejos que nos encontramos de otra persona. Más bien, tal como Ha-
algo corto? En un modelo normal de retículo, como aquel que habíamos rrison me lo había recordado en el congreso de la American Association
considerado primero con Steve y luego con Kleínberg, eso no sucedía, y for Advancement of Science celebrado hacía ya un año, en Washing-
ésa es la razón por la cual todos Tbs modelos así (el de Kleinberg inclusive) ton D. C., tendernos a identificarnos a nosotros mismos y a los demás en
requieren una fracción de lazos de largo alcance. Sin embargo, parece que términos de los grupos, las instituciones y las actividades a las que esta-
puede suceder en el mundo social real y esta paradoja ha sido una fuente mos afiliados.
persistente de preocupación entre los sociólogos con inclinaciones mate- Mark y yo, que a esas alturas ya habíamos trabajado cierto tiempo en
máticas. Ya en la década de 1950, cuando el matemático Manfred Kochen redes de afiliación, estábamos familiarizados con la idea de identidad so-
y el politólogo Ithiel de Sola Pool trabajaron conjuntamente reflexionan- cial. Pero ahora nos dábamos cuenta de que los individuos no pertenecen
do sobre el problema del mundo pequeño, las distancias sociales parecían simplemente a grupos: tienen también un modo de disponerlos en una
infringir una condición matemática conocida como la desigualdad del suerte de espacio social para poder medir cuáles son sus similitudes o di-
triángulo, que la figura 5.5 ilustra. De acuerdo con la desigualdad, la lon- ferencias con los otros. La manera en que lo hacen resulta en cierto modo
gitud de cada lado de un triángulo es siempre menor o igual a la suma de similar, de hecho, al dibujo de Steinberg que hemos reproducido en la
las longitudes de los otros dos lados. Dicho de otro modo, dar un paso y figura 5,4, Partiendo del nivel de todo el mundo, los individuos empiezan
luego dar otro nunca nos llevará a mayor distancia del punto de partida a desglosarlo en una serie manejable de categorías más pequeñas y especí-
que la de dos pasos. Con todo, esto era precisamente lo que nuestro hipo- ficas; luego desglosan cada una de estas categorías en una serie de sub-
tético mensaje parecía haber hecho. categorías, y, cada una de éstas, a su vez, en categorías aún más pequeñas
y específicas. Este proceso prosigue hasta arrojar una imagen de una red
de afiliación similar en cierto modo a la reproducida en la figura 5.6.

El mundo
real

FIGURA 5.5. La desigualdad del


triángulo afirma que la distancia Partición
xAC í xAe + XK. De ahí que dos pasos jerárquica
Distancia
cortos nunca lleguen a ser un paso entre
largo. Ay ¡3

Pequeños grupos
(p. ej., equipos de
trabajo, familias, etc.)
¿Las redes sociales infringen la desigualdad del triángulo? Si no es así,
¿por qué parecen infringirla? La clave para entender esta paradoja de la FIGURA 5.6. División jerárquica del mundo en función de una sola dimensión social.
distancia en las redes sociales es que medimos la «distancia» de dos mo- La distancia entre A y B es la altura del grupo mínimo común antecesor, que en este
caso es tres (se considera que los individuos en el mismo grupo más bajo están se-
dos diferentes, y que tendemos a confundirlos. El primer modo de me- parados por una distancia de uno).
dirla —aquel del que hemos hablado en la mayor parte de este libro— es
la distancia a través de la red. Según esta noción, la distancia entre dos
puntos, A y~B, es sencillamente el número de enlaces en el camino más El nivel más bajo de esta jerarquía abarca los grupos que definen nues-
corto que los pone en relación y los conecta. Pero ésta no es la definición tras afiliaciones más íntimas, es decir, nuestro edificio, nuestro lugar de tra-
de la distancia que utilizamos típicamente cuando pensamos en lo cerca o bajo o nuestros pasatiempos. Pero, a diferencia de las redes de afiliación
150 SEIS GRADOS DE SEPARACIÓN BUSCAR EN LAS REDES 151

del capítulo 4, en las cuales dos actores podían o pertenecer al mismo gru- Por último, si dos personas están cerca en sólo una dimensión, se pue-
po (y de ahí que estuvieran afiliados), o no, ahora podemos permitir afilia- den considerar a sí mismas cercanas en un sentido absoluto, aunque estén
ciones de diferentes órdenes de magnitud. Dos personas pueden trabajar bastante alejadas en otras dimensiones. Que dos personas, usted y yo, ten-
en equipos diferentes pero pertenecer al mismo departamento. O posible- gamos sólo una cosa en común —un único contexto para la interacción—
mente trabajan en diferentes departamentos, pero pertenecen a la misma puede bastar para que nos conozcamos. La distancia social, dicho de otro
división, o quizá a la misma empresa. Cuanto más arriba en la jerarquía se modo, hace más hincapié en las similitudes que en las diferencias, y en
tiene que ir para encontrar una agrupación común, más distantes estarán ello radica la resolución de la paradoja del mundo pequeño. Tal como se
dos individuos. Y, al igual que sucedía en el modelo de Kleinberg, cuanto puede ver en la figura 5.7, dos individuos A y B pueden tener cada uno la
más lejanos son, menos probable es que se conozcan entre sí. Así, el equi- percepción de ser próximos o estar unidos a un tercer actor C, donde A lo
valente del exponente gamma de Kleinberg en nuestro modelo era lo que es en una dimensión (pongamos, por caso, ubicación geográfica) y B, en
dábamos en llamar el parámetro de homofilia, por el término sociológi- otra (por ejemplo, la ocupación laboral). Dado que sólo cuenta la distan-
co que describe la tendencia de los seres humanos a querer asociarse con cia más corta, no importa que C esté también bastante alejado de/1 y de B
quienes se les parecen. En una red muy homófila, sólo los individuos que en algún otro sentido. Pero como A y B están lejos en las dos dimensiones,
comparten los grupos más pequeños pueden estar relacionados, lo cual se perciben en realidad el uno al otro como muy separados. Sucede lo mis-
revela un mundo fragmentado de camarillas (diques) aisladas. Cuando mo cuando tenemos dos amigos que hemos llegado a conocer en circuns-
este parámetro es cero, tenemos el equivalente de la condición de Klein- tancias diferentes, y, aunque nos guste la amistad de los dos, tenemos una
berg, en la que los individuos hacen con igual probabilidad asociaciones clara percepción de que no tienen nada en común. Pero tienen algo en
en todas las escalas de distancia social. común —nosotros— y tanto si son conscientes de ello como si no, de he-
La distancia social, por tanto, funciona en buena medida del mismo cho están cerca. Otro modo de reflexionar sobre esta propiedad es que
modo en que lo hace en el modelo de Kleinberg, sólo que ahora hay mu- si bien los grupos pueden ser categorizados fácilmente, no sucede así en el
chos tipos de distancia a los que nos podríamos referir al evaluar laproba- caso de los individuos. La identidad social, por tanto, muestra una natura-
bilidad de que dos personas se conozcan. Mientras que el retículo de Klein- leza multidimensional —los individuos abarcan diferentes contextos socia-
berg de hecho sitúa a los individuos sólo en términos de sus coordenadas
geográficas, en el mundo real, los individuos derivan sus nociones de dis-
tancia de un surtido de dimensiones sociales. La situación geográfica es Dimensión 1 Dimensión 2
(p. ej., ubicación geográfica) (p. ej., profesión)
importante, pero también lo es la etnia, la profesión, la religión, la forma-
ción educativa, la clase, los pasatiempos y las afiliaciones organizativas. Di-
cho de otro modo, cuando compartimentamos el mundo en grupos más
pequeños y más específicos, nos servimos simultáneamente de múltiples
dimensiones. A veces, la proximidad geográfica es decisiva, pero en otras
instancias trabajar en el mismo ramo profesional, ir a la misma facultad o
apreciar el mismo tipo de música, a la hora de determinar a quién conoce
una persona, pueden ser mucho más relevantes que el hecho de saber
dónde vive. Además, estar cerca en una dimensión no implica necesaria- FIGURA 5.7. Los individuos dividen simultáneamente el mundo según dimensiones
mente proximidad o estrecha relación en otra. Al igual que el hecho de sociales múltiples e independientes. Este ejemplo esquemático muestra las posicio-
nes relativas de tres individuos —A, B y C— en dos dimensiones (por ejemplo, la
haber crecido en Nueva York no hace más probable que ejerzamos la pro-
ubicación geográfica y la ocupación laboral). A y C están cerca en cuanto a la ubica-
fesión de médico y no la de profesor, que si hemos crecido en Australia, ción geográfica y fi y C lo están en cuanto a la ocupación laboral que ejercen. De ahí
tampoco la pertenencia a la misma profesión implica necesariamente cjüe que C se sienta cerca de A y 6, y que, en cambio, A y B se perciban como lejanos, in-
vivamos cerca de otras personas que ejercen nuestra misma profesión. fringiendo de este modo la desigualdad del triángulo de la figura 5.5.
152 SEIS GRADOS DE SEPARACIÓN BUSCAR EN LAS REDES 153

les—, lo cual permite explicar que la desigualdad del triángulo se vea in-
fringida en el caso de la distancia social. A Mark y a mí nos parecía que la
naturaleza multidimensional de la identidad social de los individuos era
también aquello que permitía que los mensajes fuesen transmitidos a tra-
vés de una red aun cuando se daban lo que podrían parecer barreras so-
ciales de enormes proporciones.
En nuestras conversaciones, Mark y yo llegamos hasta este punto an-
tes de que él tuviera que volver a Santa Fe, momento en el cual los dos pa-
samos a estar demasiado ocupados como para trabajar en el problema. Al
cabo de unos seis meses, Jon Kleinberg hizo una visita a la Universidad
de Columbia para dar una conferencia en el departamento de Sociología
centrada en la investigación que había realizado sobre el problema del Condición
de Kleinberg 11
mundo pequeño, y aproveché la oportunidad para comentarle nuestras
ideas. No sólo se mostró de acuerdo en que nuestro enfoque parecía ser el FIGURA 5.8. Será factible buscar en las redes sociales siempre que se hallen en el área
modo correcto de plantear el problema, sino que, por su parte, ya había sombreada del espacio de parámetros de nuestro modelo. Esta región correspon-
de a grupos sociales homófilos (a > 0), pero los individuos estiman la similitud en
empezado a pensar en una línea similar. Aquello eran malas noticias para función de múltiples dimensiones (H). La condición de Kleinberg, en cambio, se
nosotros. Jon, al fin y al cabo, es el proverbial científico listo como una fle- sostiene sólo en un único punto situado en la esquina inferior izquierda del espacio
cha, es de aquellos que escuchan la exposición de un problema en una con- de redes.
ferencia por primera vez y al final de la misma ya lo comprenden mejor que
la persona que lo ha expuesto. Así que, si estaba considerando nuestro Nuestro principal descubrimiento fue que cuando dábamos la posibili-
enfoque —y, según lo que decía, había otros investigadores que también dad a los individuos de nuestro modelo de hacer uso de dimensiones socia-
lo estaban haciendo—, no disponíamos de mucho tiempo para organizar- les múltiples, eran capaces de encontrar, con relativa facilidad, destinata-
nos y hacer las cosas bien. rios escogidos al azar en redes muy grandes, aun cuando se diera el caso de
Por fortuna para nosotros, Jon es casi tan generoso como listo, y estu- que sus asociaciones fuesen muy homófilas. De hecho, tal como se aprecia
vo de acuerdo en no revelar los detalles de nuestra conversación durante en la figura 5.8, resulta que la existencia de redes explorables no depende
unos meses para darnos la oportunidad de ser los primeros en publicar demasiado del parámetro de homofilia, ni tan sólo del número de dimen-
algo. Aun así, tanto Mark como yo estábamos totalmente ocupados en un siones sociales. En términos gráficos, significa que las redes en las que se
futuro inmediato, de modo que si queríamos hacer algo deprisa, íbamos a pueden lanzar procesos de búsqueda existen para toda elección de pará-
necesitar alguna ayuda. Menos mal que en la conversación que mantu- metros que se halle en el interior de la zona sombreada que podemos ver
ve con Jon estuvo también presente Peter Dodds, un matemático de la en la figura 5.8. El equivalente de la condición de Kleinberg, en cambio, es
Universidad de Columbia que formaba parte de mi grupo de investiga- el punto singular situado en la esquina inferior izquierda de la misma figu-
ción. Peter y yo ya trabajábamos en otro problema (el cual se expone en el ra. Así, nuestro resultado era, en cierto sentido, el opuesto del que había
capítulo 9) y sabía que podía programar un ordenador casi con la misma obtenido Kleinberg. Mientras su condición especifica que el mundo tiene
celeridad que Mark. Además Mark estaba en Santa Fe, así que a Peter lo que ser de un modo muy particular para que búsquedas de mundo peque-
tenía mucho más cerca. En cuestión de días, después de la visita de Klein- ño sean efectivas, nuestro resultado sugería que puede ser casi de cualquier
berg, dejamos los demás proyectos y con Peter nos pusimos a trabajar en modo. Con tal de que los individuos tengan más posibilidades de conocer a
el problema de la búsqueda. Transcurridas unas pocas semanas sorpren- otras personas como ellos (parámetro de homofilia) y —lo fundamental—
dimos a Mark con un conjunto de resultados que eran incluso mejores de que siempre midan la similitud con más de una dimensión social, no sólo
lo que habíamos esperado. habrá caminos cortos entre casi cualquiera de ellos y entre casi todas las
154 SEIS GRADOS DE SEPARACIÓN BUSCAR EN LAS REDES 155
partes, sino que también los individuos que disponen sólo de información gram. La figura 5.9 muestra la comparación. Los dos conjuntos de resul-
local sobre la red serán capaces de encontrarlos. tados no tan sólo parecen más o menos comparables, sino que utilizando
Lo que sorprendía por partida doble, sin embargo, era que se conse- pruebas estadísticas estándares son indistinguibles unos de otros. Son, a
guían los mejores resultados cuando el número de dimensiones era sólo de todos los efectos prácticos, los mismos. A tenor de las enormes libertades
dos o tres. Desde un punto de vista matemático, que así fuera tenía sen- que nuestro modelo se toma en relación con las complejidades del mun-
tido. Cuando todos utilizan únicamente una sola dimensión (por ejemplo, do, este resultado era una auténtica maravilla. Para ver cómo funciona, re-
la geográfica) para explorar el mundo, no pueden sacar partido de sus tomemos el ejemplo del hipotético campesino chino. Al escoger a nuestra
múltiples afiliaciones para saltar grandes distancias en el espacio social. amiga Erica como nuestro primer intermediario, estábamos utilizando
Así, volvemos otra vez al mundo de Kleinberg, donde los lazos han de ser dos conjuntos de información. Primero, nuestra noción de distancia so-
dispuestos equitativamente en todas las escalas de longitud para que las cial nos llevaba a concluir que estábamos bastante alejados de nuestro
búsquedas dirigidas sean efectivas. Y cuando todos extienden sus contac- destinatario. Pero también nos decía a qué grupos debía pertenecer al-
tos entre demasiadas dimensiones —cuando ninguno de nuestros amigos guien para estar cerca. Nuestra noción de distancia social, por tanto, nos
pertenece al mismo grupo que nuestros otros amigos— entonces volvemos ayuda a identificar las condiciones que hacen de un individuo un buen
otra vez al mundo de las redes aleatorias, donde los caminos cortos, si bien candidato para pasarle el mensaje. Y, en segundo lugar, hacíamos uso de
existen, no pueden hallarse. Así, tiene sentido que las redes en las que los nuestro conocimiento local de la red para determinar si alguno de nues-
caminos pueden hallarse estén en algún lugar intermedio, donde los indivi- tros amigos satisfacía alguna de estas condiciones, es decir, si alguno de
duos ni son demasiado unidimensionales ni demasiado dispersos. Pero el nuestros amigos pertenecía al menos a un grupo que lo hacía estar más
hecho de que el rendimiento óptimo se produzca cuando el número de di- cerca del destinatario. El hecho de que hubiera vivido en China, convertía
mensiones es más o menos dos era también otra grata sorpresa, porque ése a Erica en una buena candidata.
parece ser el número que en realidad las personas utilizan. Éste es en esencia el método que utilizaron los sujetos de Milgram y,
Varios años después de que Milgram publicara su fundamental artícu- por tanto, nuestros modelos demuestran cómo, con tal de que los individuos
lo sobre el mundo pequeño, otro grupo de investigadores encabezado por
Russell Bernard (un antropólogo) y Peter Killworth (un oceanógrafo, lo
cual no deja de ser sorprendente) llevaron a cabo lo que dieron en llamar a 12
«experimento del mundo pequeño a la inversa». En lugar de enviar pa-
quetes y seguir su avance, como Milgram había hecho, se limitaron a des-
cribir el experimento a varios cientos de individuos que decidieron parti-
cipar en él y a preguntarles por el criterio que utilizarían para dirigir un
paquete si les pedían que lo hicieran. Lo que este grupo de investigadores
descubrió fue que la mayoría de los individuos se servían sólo de un par
de dimensiones —las más dominantes eran la geografía y la ocupación la-
boral— para dirigir sus mensajes hasta el siguiente destinatario. El hecho
de que el mismo número apareciera en nuestro análisis, transcurrido todo
un cuarto de siglo y sin haberlo provocado de manera especial (no tenía- 12 13 14 15
mos ni idea de cuál sería, pero no pensábamos que fuese dos), sorprendía Número de pasos en la última cadena
por ser bastante destacable. Pero conseguimos otro aún mejor.
FIGURA 5.9. Resultado del modelo de búsqueda en una red social comparado con los
Al introducir en nuestro modelo las estimaciones de los parámetros resultados para Nebraska de Milgram. Las barras representan las cuarenta y dos ca-
más o menos tal como se hubieran aplicado al experimento de Milgram, denas completadas que se iniciaron en Nebraska, y la curva es la media entre mu-
pudimos comparar nuestras predicciones con los resultados reales de Mil- chas búsquedas simuladas realizadas en conformidad con nuestro modelo.
156 SETS GRADOS DE SEPARACIÓN BUSCAR EN LAS REDES 157

tengan al menos dos dimensiones con las cuales estimar su similitud con es en esencia lo mismo que encontrar un archivo o cualquier otro trozo de
respecto a los otros, aun en un mundo en el cual la mayoría de las relacio- información especificada de forma única en una base de datos de distri-
nes que estableciesen fuesen con personas muy similares a ellos, podrían bución. En fecha reciente se ha prestado bastante atención al potencial de
encontrar caminos cortos que les llevaran hasta individuos incluso distan- las redes llamadas P2P (peer to peer) o punto a punto, sobre todo en el
tes y extraños. El hecho de que la concordancia entre nuestro modelo y sector de la música. La primera generación de este tipo de redes, el arque-
los resultados de Milgram sea tan firme, y en buena medida de manera in- tipo de las cuales es el célebre Napster, no era más que una red P2P, aun-
dependiente del modo en que escojamos los parámetros particulares, per- que en un sentido limitado. Si bien los archivos mismos se hallan situa-
mite colegir algo más serio acerca del mundo social. A diferencia de las dos en los ordenadores personales cíe cada individuo —usuarios iguales
redes de generadores de electricidad o de las neuronas en el cerebro, los (peers)— y los intercambios de archivos se producen directamente entre
individuos en las redes sociales tienen sus propias ideas acerca de qué les los usuarios, en el servidor central se mantiene un directorio completo de
hace ser lo que son. Dicho de otro modo, en una red social cada individuo todos los archivos disponibles (y sus ubicaciones).
viene acompañado por una identidad social que, al impulsar tanto la crea- En principio, un directorio central hace que el problema de encontrar
ción de la red como las nociones de distancia que permiten a los indivi- la información buscada sea trivial, aun en redes muy grandes, pues basta
duos navegar por ella, hace posible la búsqueda en las redes. con formularle la pregunta al directorio y éste indica la ubicación del ar-
chivo. Pero los directorios centrales resultan caros de crear y mantener.
Desde el punto de vista del usuario, los motores de búsqueda en Internet,
BÚSQUEDA EN REDES PUNTO A PUNTO (peer to peer] como, por ejemplo, Google, actúan como directorios centralizados, y, en
general, hacen un trabajo razonable cíe ubicación de la información (a pesar
La posibilidad de lanzar procesos de búsqueda en la red (searchabi- de la ocasional frustración). Pero Google no es como cualquier website
lity) es, por tanto, una propiedad genérica de las redes sociales. Al des- habitual. A fin de poder tratar las enormes demandas de procesamiento
glosar el mundo del modo en que lo hacemos —según nociones múltiples formuladas por millones de preguntas simultáneas, abarca decenas de mi-
simultáneas de distancia social— y al descomponer el proceso de búsque- les de servidores de capacidad high end. Hace un par de años, en un con-
da en fases manejables, podemos resolver con relativa facilidad un pro- greso celebrado en San Francisco, tuve oportunidad de escuchar a Larry
blema que parecía tremendamente difícil (basta con intentar jugar al Seis Page, uno de los fundadores de Google, hablar de su empresa: dijo que
Grados de Separación de Kevin Bacon sin el ordenador). Al igual que su- cada día se sumaban una treintena de nuevos servidores a fin de poder se-
cede con tantas de las cosas que de pronto comprendemos, el hecho de guir dando respuesta a la demanda. Los directorios centrales puede que
darnos cuenta de que las redes tienen que provenir de algún lugar y que sean una solución efectiva para el problema de la búsqueda, pero no son
su origen en la identidad social es decisivo para las propiedades que con baratos. Una arquitectura centralizada, además, puede resultar bastante
posterioridad muestran, nos parece ahora evidente. Pero en una ciencia vulnerable, tal como los usuarios de Napster pudieron descubrir cuando
cada vez más dominada por la física, la reentrada de la sociología en esce- su mecanismo favorito de intercambio de archivos de música fue cerrado
na era un avance intelectual significativo. Y lo que hemos aprendido es por la furiosa industria discográfica. Y de ahí que en una línea aérea que
que mientras que los modelos sencillos no tienen nada de malo, para sólo dispone de un único bub o conector a través del cual tienen que pa-
cualquier realidad compleja existen muchos de esos modelos, y sólo refle- sar todos los vuelos, cuando el centro falla, todo el sistema se desmorone.
xionando a fondo sobre el modo en que el mundo funciona —sólo pen- Antes de que Napster entrara en su agonía final, sin embargo, aun las
sando como lo hacen los sociólogos y los matemáticos— podremos esco- formas más radicales de base de datos distribuidas —a las cuales podría-
ger el correcto. mos denominar como las verdaderas redes P2P o punto a punto— ya ha-
Existe, no obstante, una razón práctica para entender las búsquedas bían empezado a hacer acto de aparición en el submundo de Internet.
dirigidas en redes, a saber, el proceso de hallar a una persona destinataria Una de ellas, llamada Gnutella, fue diseñada por un programado!: que se
en una red social, a través de una cadena de conocidos intermediadores, rebeló contra su antigua empresa, American On-Line (AOL), y que colgó
158 SEIS G R A D O S DE S E P A R A C I Ó N BUSCAR EN LAS REDES 159

el protocolo desarrollado del programa en la web de AOL en algún mo- mensaje a sus familiares y amigos, añadiendo la petición de que, cuando
mento del mes de marzo de 2000. Sabiendo que en potencia no estaba lo recibieran, lo remitieran a su vez a «cualquier persona que conozcas
cumpliendo con los derechos de propiedad intelectual implícitos en cual- para que lo envíen a su vez a todas las demás personas que conozcan...».
quier sistema que permita compartir los archivos y al corriente también de Pedían, además, que cada destinatario les respondiera de modo que pu-
la recién consumada fusión con Time Warner, la dirección de AOL cortó dieran mantener el registro del número de personas a las que les había lle-
por lo sano y eliminó el código open source que infringía la ley cuando ha- gado y de dónde eran. Nefanda idea. Cuando, al cabo de unas pocas se-
cía apenas media hora que había sido publicado en la red. Pero, aun así, manas, el proyecto fue finalmente cerrado, la clase había recibido 450.000
lo hicieron demasiado tarde: ya había sido descargado y circulaba como respuestas de cada uno de los Estados de la Unión y 83 de otros países. ¡Y
una droga por el sistema sanguíneo de la comunidad hacker, generándose sólo se contabilizan las personas que respondieron! Ahora imaginemos
docenas de actualizaciones y variantes. Uno de los primeros en hacer pro- que cada curso de sexto de primaria tratara de realizar en la asignatura de
selitismo en favor de Gnutella fue un joven ingeniero informático, Gene ciencias sociales un experimento similar. (Increíblemente, recibí otro
Khan, para quien Gnutella era la respuesta a las oraciones de todos y mensaje similar no hace mucho de una escuela de Nueva Zelanda, firma-
cada uno de los intercambiadores de archivos y la Némesis imparable de do por nada más y nada menos que por el ministro de Educación neoze-
la industria discográfica. Por el hecho mismo de que era sólo un protoco- landés. A algunos les cuesta aprender.) Y lo que es aún peor, imaginemos
lo, no podía ser confiscado. Y dado que no tenía centro, no había a quién que cada vez que alguien quisiera hacer llegar un mensaje a alguien más,
demandar ni qué cerrar. Escuchando a Khan, uno llegaba a creerse que iniciara exactamente este tipo de difusión mundial. La era de Internet se
Gnutella era indestructible y todopoderoso. precipitaría a un rápido e ignominioso final, atorada en una congestión de
Transcurrido un año, se demostró que Khan sólo tenía parte de ra- tráfico peor que la de una autovía de Bangkok.
zón. Nadie había conseguido destruir Gnutella, aunque por entonces En general, por tanto, los directorios centrales son caros y vulnera-
tampoco parecía haber demasiada necesidad de hacerlo. Gnutella, a juz- bles, y las búsquedas diseminadas dan más problemas que alegrías. En
gar por las apariencias, se metió en un brete debido sobre todo a la misma consecuencia, los algoritmos eficientes de búsqueda que necesitan sólo
arquitectura diseminada que le había hecho ser tan prometedor. Dado de una red local de información serán de considerable interés práctico. Así,
que ningún servidor sabía dónde estaban todos y cada uno de los archivos uno de los aspectos más enigmáticos del fenómeno de mundo pequeño es
—dado que no hay un directorio central—, cualquier demanda pasaba a ser que los individuos integrados en redes sociales parecen capaces de resol-
una búsqueda diseminada que en efecto preguntaba a todos y cada uno ver problemas de búsqueda punto a punto, aunque ellos mismos no sepan
de los nodos de la red: «¿Está ahí el archivo?». Así, una red punto a pun- qué están haciendo. Al comprender y sacar partido de las propiedades de
to como Gnutella, que por entonces contenía miles de nodos, generará la versión sociológica del problema, podemos esperar, por tanto, que
del orden cíe unas diez mil veces más mensajes que una red similar a la idearemos soluciones novedosas para los problemas de búsqueda en redes
que había utilizado Napster (cliente servidor) del mismo tamaño y en la cual que no tienen necesariamente que involucrar, en absoluto, a las personas.
cada petición es enviada a un único servidor de alta capacidad. Dado que Se han propuesto algunas otras soluciones al problema de los procesos de
el objetivo de una red punto a punto es llegar a ser lo más grande posible búsqueda en redes punto a punto, o P2P, que vienen a complementar el
(a fin de aumentar el número de ficheros disponibles), y dado que cuanto enfoque que, hemos dado al problema y que sacan partido cíe otros aspec-
más grande es la red, peor será su rendimiento, ¿no será que las verdade- tos de la estructura de red. Entre estos esfuerzos, uno de los más notables
ras redes punto a punto son en sí mismas contraproducentes? es el de Bernardo Huberman y su alumno Lada Adamic, del laboratorio
Fortuitamente la clase de sexto curso de la asignatura de sociales en la de investigación de Hewlett Packard en Palo Alto, California.
Escuela Primaria de Taylorsville, en Carolina del Norte, desveló, hace más Adamic y Huberman, tras observar que la distribución de grado de la
o menos un año, un mundo con un dejo similar al de Gnutella. Al acome- red parece seguir una ley potencial (con ciertos límites), propusieron un
ter el desarrollo cíe un «proyecto cíe correo electrónico», la maestra de algoritmo de búsqueda a través del cual los nodos dirigen las peticiones a
esta clase, Janet Forrest, y sus alumnos enviaron un simpático y escueto su vecino más conectado, el cual comprueba entonces su directorio y los
160 SEIS GRADOS DE SEPARACIÓN B U S C A R EN LAS REDES 161

directorios de sus vecinos para encontrar una copia del archivo busca- ,,plo, nunca hubiéramos comprendido el modo de pensar el problema de la
do, y repite el procedimiento si no llega a encontrarlo. De esta manera, búsqueda, no hubiéramos sabido qué puerta cruzar. Y sin nuestro ante-
cada petición rápidamente ubica a uno de los relativamente pocos hubs rior trabajo sobre las redes de mundo pequeño, Jon nunca se hubiera
o conectores, que son característicos de las redes sin escalas, y, juntos, son puesto a pensar en el problema. Sin Milgram, ninguno de nosotros hubié-
conectados a la mayor parte de la red. Al lanzar procesos de búsqueda ramos sabido qué estábamos tratando de explicar. Y sin Pool y Kochen,
aleatoriamente en esta red de conectores, el grupo demostró que la ma- Milgram se hubiera puesto a hacer un experimento diferente. Visto a pos-
yoría de los archivos podían ser hallados en un espacio relativamente cor- teriori, todo parece evidente, pero la verdad de la cuestión es que el pro-
to de tiempo sin sobrecargar con ello el conjunto de la red. A pesar de ser blema del mundo pequeño sólo se resolvería a través del esfuerzo combi-
ingenioso, este modo de enfocar las cosas adolece, sin embargo, de una nado de muchos pensadores distintos que llegaron a planteárselo desde
versión débil cíe la solución propia del directorio centralizado: los conec- todos los ángulos y que aportaron una increíble diversidad de habilida-
tores o hubs deben tener mucha mayor capacidad que los nodos ordina- des, técnicas, ideas y perspectivas. En ciencia, al igual que sucede en la
rios, y el rendimiento de la red depende sensiblemente de la operatividad vida, no se puede hacer avanzar la cinta para ver qué final nos espera, por-
de los conectores que son decisivos. En cambio, lanzar procesos de bús- que el final se va escribiendo sobre la marcha. Y del mismo modo en que
queda en las redes sociales parece un ejercicio muy igualitario. En nues- sucede también con los filmes más taquilleras de Hollywood, el final, aun
tro modelo, los individuos corrientes son capaces de encontrar caminos cuando aporta cierta sensación de resolución, es meramente un prólogo
cortos, de modo que no se requiere la presencia de hubs o conectores es- para la secuela. Para nosotros, la secuela fue la dinámica. Y junto a los
peciales. enigmas de las dinámicas en una red —ya se trate de las epidemias de en-
Tal vez, la cuestión principal es que, al alentar soluciones novedosas fermedades, los fallos en cascada de distribución de energía eléctrica o los
a problemas (en apariencia) diferentes, el problema del mundo pequeño estallidos de las revoluciones—, los problemas de las redes que hemos en-
proporciona un ejemplo perfecto de cómo las diferentes disciplinas se contrado hasta ahora son sólo como un puñado cíe guijarros en la playa.
pueden ayudar unas a otras a elaborar la nueva ciencia de las redes. Ya en
la década de 1950, Kochen (un matemático) y Pool (un politólogo) fueron
los primeros en pensar también en ello, pero, al no disponer de ordenado-
res, no llegaron a encontrar una solución. Milgram (que era psicólogo),
ayudado por White, físico y sociólogo, y seguidos por Bernard y Killworth,
que eran, respectivamente, antropólogo y oceanógrafo, abordaron enton-
ces el problema desde su vertiente empírica, pero no llegaron a explicar
de qué modo funcionaba en realidad. Al cabo de tres décadas, Steve y yo
mismo, ambos matemáticos, convertimos el problema en una cuestión so-
bre redes en general, pero no llegamos a ver su componente algorítmico y
dejamos de este modo la puerta abierta a Jon, un ingeniero informático.
Jon, a su vez, abrió la puerta a Mark, que es físico, a Peter, que es mate-
mático, y a mí mismo, que en la actualidad se me podría calificar de soció-
logo, para que entráramos y escogiéramos la solución que ahora nos pare-
ce que siempre estuvo ahí.
Sin embargo, ha sido preciso recorrer una larga senda de casi medio
siglo y ahora-, cuando pensamos que finalmente entendemos el problema,
nos parece que alguien debió de entenderlo y explicarlo hace ya mucho
tiempo. Pero tenía que suceder así. Sin la intervención de Jon, por ejem-

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