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(Apunte en base al libro Teoría General del Acto Jurídico de Víctor Vial del Rio y material del Prof.
Eduardo Darritchon Pool)
INTRODUCCION: En el siglo XVIII, por influencias ilustradas, el hombre se veía libre en todo su
actuar. Como supremo juez en sus actos, sólo se compromete si así lo quiere, en virtud del principio
de la autonomía de la voluntad, siendo libre para determinar qué actos celebra, sus contenidos y sus
efectos. La autonomía de la voluntad es la piedra angular de la teoría general del acto jurídico.
En nuestro código civil no se regula expresamente una figura general del acto jurídico. Sin embargo,
se logra construir una figura unitaria, pues el libro cuarto “De las obligaciones en general y de los
contratos”, contiene normas que pueden aplicarse a todos los actos jurídicos, a menos que el tenor de
la disposición o la naturaleza de las cosas las limiten a los contratos.
A la clasificación tradicional hecha en doctrina, Vial del Rio distingue en su libro, respecto a los hechos jurídicos entre:
NATURALES Y VOLUNTARIOS: Según si consisten en un acontecimiento de la naturaleza (nacimiento, muerte,
demencia, mayoría de edad) o en un acto del hombre. Si bien es cierto que en el suicidio, por ejemplo, interviene el
hombre, igualmente se puede hablar de hecho natural, pues tal intervención es secundaria, ya que sin ella, los efectos del
hecho natural igualmente ocurrirían. POSITIVOS Y NEGATIVOS: Según si se producen como consecuencia de que
ocurra algo o de que no ocurra. En verdad, las consecuencias de los hechos jurídicos negativos, ocurren porque se
vinculan a hechos positivos. CONSTITUTIVOS, EXTINTIVOS E IMPEDITIVOS: Los primeros tienen como
consecuencia la adquisición de un derecho subjetivo; los segundos, ponen fin a una relación jurídica; los terceros
obstan la eficacia de los constitutivos.
HECHOS JURÍDICOS DEL HOMBRE (ACTOS HUMANOS): Hay autores, y legislaciones como la argentina, que
clasifican los hechos del hombre en actos voluntarios y actos involuntarios en atención a si el sujeto pudo o no darse
cuenta del acto y apreciar sus consecuencias. Sin embargo, se estima que esta clasificación carece de trascendencia,
teniendo la calidad de hechos o actos del hombre solo los ejecutados voluntariamente; los involuntarios se asimilan a los
hechos jurídicos naturales.
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CLASIFICACIÓN DE LOS ACTOS HUMANOS: a) Atendiendo a que el acto puede o no conformarse con el
derecho: ACTOS LÍCITOS E ILÍCITOS: Los actos lícitos son aquellos que se conforman con el derecho. Los
ilícitos, en cambio, son aquellos que contravienen al derecho.
Sólo los primeros están protegidos por el derecho, y producen los efectos deseados. Frente a los ilícitos, el ordenamiento
responde de dos maneras: 1) Impidiendo que el acto produzca los efectos queridos por el autor o las partes; 2) Ordenando
reparar los daños causados
b) Atendiendo a que los efectos del acto pueden o no surgir como consecuencia inmediata y directa de la manifestación
de voluntad: NEGOCIOS JURÍDICOS Y ACTOS JURÍDICOS: A los negocios jurídicos los caracteriza el hecho
de que los efectos por él producidos son los queridos por su autor o por las partes, de tal modo que dichos efectos
surgen como consecuencia inmediata y directa de la manifestación de voluntad.
En el acto jurídico, los efectos que éste produce no van necesariamente adheridos a la voluntad de sus autores y,
muchas veces, son independientes de ella.
En opinión de Vial del Rio, la doctrina nacional desconoce tal clasificación, distinguiendo entre los
actos voluntarios realizados con la intención de producir efectos jurídicos y los actos voluntarios
realizados sin dicha intención, denominando actos jurídicos solo a los primeros.
CONSECUENCIAS DE LOS HECHOS JURÍDICOS: a) ADQUISICIÓN: Se adquiere una relación jurídica cuando la
ley la atribuye a un sujeto determinado como consecuencia de un hecho jurídico, b) MODIFICACIÓN: Se hacen
cambios a cierta relación, sin hacerla perder su identidad, que la vuelve sustancialmente diferente. Pueden cambiar los
sujetos de la relación, o su objeto; por disposición legal o por voluntad del hombre, c) EXTINCIÓN: Un derecho
subjetivo se extingue cuando desaparece de la realidad jurídica, cuando muere; ya por disposición legal o por voluntad
del hombre. La pérdida de un derecho implica solo un cambio de titular.
DESDE QUÉ MOMENTO SE PRODUCEN LOS EFECTOS DE LOS HECHOS JURÍDICOS: El hecho jurídico
produce los efectos que le son propios desde que cumple los requisitos exigidos por el supuesto legal. Solo una vez que
han ocurrido todos los acontecimientos previstos por el supuesto complejo operan los efectos propios del hecho jurídico
(Ej.: prescripción adquisitiva: 1) posesión del prescribiente, 2) inercia del dueño, 3) transcurso del tiempo).
La doctrina llama estado de pendencia a la incertidumbre que se produce mientras no se han verificado todos los
hechos que configuran al supuesto complejo.
Ej.: hecho jurídico sujeto a condición: donación (aun así en este periodo pueden darse algunos efectos menores o
“prodrómicos”)
RETROACTIVIDAD DE LOS EFECTOS DE UN HECHO JURÍDICO: La retroactividad puede tener como fuente la
ley o la voluntad de las partes. En la retroactividad legal, por una ficción del legislador, se supone que los efectos que
no habían tenido lugar en cierto momento, se consideran más tarde, realizados desde entonces (por regla general, se da en
supuestos complejos).
Por excepción, tienen lugar en supuestos simples; en hechos jurídicos que solo tienen valor subsidiario en relación con
otros hechos (por ejemplo, la ratificación del dueño en la venta de cosa ajena)
3.- ACTOS O NEGOCIOS JURIDICOS: Son los hechos voluntariamente realizados por el
hombre con la intención de producir efectos jurídicos o consecuencias de derecho.
Vial del Rio señala que algunos autores entienden como conceptos distintos acto y un negocio jurídico, en razón al mayor
o menor poder de la voluntad en la regulación de las consecuencias de éste.
Así, el pago sería un acto jurídico por cuanto es una manifestación de voluntad, pero ocurre que el derecho previamente determina qué se tiene que
pagar, cómo debe pagarse, por lo cual el juego de la voluntad esta constreñido por las reglas objetivas. Distinto sería el caso del testamento, en que la
voluntad del testador tiene mayor libertad pudiendo nombrar herederos, desheredar a sus asignatarios forzosos, imponer legados, etc.
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NOCION GENERAL DEL ACTO JURIDICO
CARACTERISTICAS DEL ACTO JURIDICO: En opinión de Vial del Rio la doctrina atribuye
las siguientes características al acto jurídico:
a) El acto jurídico es una manifestación de voluntad: La voluntad debe ser exteriorizada de una
forma que permita conocerla; implica un elemento interno (voluntad) y uno externo (su
manifestación). Ambos elementos, de forma separada, no son idóneos para originar un acto jurídico.
c) La manifestación de voluntad produce los efectos queridos por el autor o por las partes,
porque el derecho la sanciona: En relación con la causa eficiente de los efectos jurídicos o
antecedente generador de los mismos, la doctrina se encuentra dividida.
Para algunos, los efectos jurídicos del acto encuentran su antecedente en la voluntad del autor o de
las partes. Para otros, tal antecedente es el ordenamiento jurídico. “La voluntad no es soberana ni
independiente para producir efectos, pues otra voluntad, la de la ley – que sí es soberana e
independiente - autoriza para celebrar actos jurídicos, produciéndose los que ella determina”
(Santoro Passarelli)
Para Vial, los actos jurídicos producen los efectos jurídicos que les son propios, tanto por el derecho
como por la voluntad de las partes.
Los efectos de los actos jurídicos derivan en forma inmediata de la voluntad, y mediata, de la ley que
permita la libertad jurídica.
1.- Atendiendo al número de partes cuya voluntad es necesaria para que el acto jurídico se
forme:
ACTOS JURÍDICOS UNILATERALES: Son aquellos que para nacer a la vida jurídica
requieren solamente la manifestación de voluntad de una parte.
(Ej.: testamento, la oferta, la aceptación, confirmación de un acto nulo, ratificación del mandante al mandatario que ese
extralimitó del poder, la ratificación del dueño de la venta de una cosa ajena, la aceptación de la herencia, etc.)
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b) Complejos: Es aquel que procede de varias personas físicas que, no obstante, están manifestando
una voluntad común. (Ej.: La oferta que hacen varias personas de venta de una casa que son
propietarios en común)
Se llama autor a la parte cuya voluntad es necesaria para dar nacimiento el acto jurídico unilateral.
Es importante afirmar que no altera el carácter de unilateral de un acto jurídico la circunstancia de que éste, para producir
la plenitud de sus efectos, pueda requerir, en ciertos casos, la manifestación de voluntad de otra persona que no sea el
autor. (Ej.: testamento y la aceptación de la herencia).
ACTOS JURÍDICOS BILATERALES: Son aquellos que para nacer a la vida jurídica
requieren la manifestación de voluntad de dos o más partes. (Ej.: contratos, tradición, el pago
efectivo o solución, el matrimonio, la novación).
El término “partes” se reserva para aquellas personas que teniendo intereses antagónicos o contrapuestos, se ponen de
acuerdo para dar nacimiento a un acto jurídico bilateral.
Cabe señalar que esta clasificación no hace referencia al “número de personas” que intervienen en la manifestación
voluntad, sino a las partes (es posible que varias personas manifiesten una sola voluntad, no dejando de ser unilateral el
acto).
En doctrina, se les llama a los actos jurídicos bilaterales “convención”. Se define a la convención
como el acuerdo de voluntades de dos partes, con un propósito definido y característico que
produce como efectos la adquisición, modificación o extinción de derechos subjetivos. Aquí, en
el acto jurídico bilateral, existen dos partes que tienen intereses diversos, sin embargo, logran
ponerse de acuerdo, manifiestan su voluntad y se crea un acto jurídico nuevo.
Cuando el acuerdo de voluntades tiene por finalidad crear derechos y obligaciones, estamos ante un
contrato, por lo que se entiende que todo contrato es una convención. A modo de ejemplo; la tradición,
como modo de adquirir dominio, exige la voluntad del tradente como del adquiriente.
En los artículos 1437 y 1438 el legislador trata como sinónimos convención y contrato, es decir, en
nuestro Código, el legislador los entiende indistintamente como igual cosa.
La doctrina, en cambio, diferencia claramente la convención del contrato, estableciendo entre ambos
una relación de género a especie. Por tanto, no toda convención es un contrato, pero si todo
contrato es una convención, al crear derechos y obligaciones.
La doctrina moderna agrega a la clasificación clásica los actos jurídicos plurilaterales; que son aquellos actos jurídicos
que para nacer requieren la manifestación de voluntad de más de dos partes. (Ej.: novación por cambio de acreedor)
2.- Atendiendo a que la producción de los efectos del acto jurídico puede o no encontrarse
subordinada a la muerte del autor o de una de las partes:
ACTOS JURÍDICOS ENTRE VIVOS: Son aquellos que para producir los efectos que le son
propios no requieren por su misma naturaleza la muerte del autor o de una de las partes.
Son aquellos que están destinados a producir efectos en vida de su autor o de las partes. En este
sentido, se dice que son aquellos en los que la función económico-social que cumplen se realiza en la
práctica de la vida diaria de los hombres
ACTOS JURÍDICOS POR CAUSA DE MUERTE O MORTIS CAUSA: Son aquellos que por
su misma naturaleza requieren como supuesto necesario e indispensable para producir plenos
efectos, la muerte del autor o de una de las partes.
(Ej.: el testamento y el mandato). En el caso del mandato, es un acto entre vivos, pues no requiere por naturaleza, la
muerte del autor. Es más, la muerte del autor o de alguna de las partes acarrea, por regla general, su extinción. La ley
contempla, sin embargo, la posibilidad de que el mandato suponga, precisamente, la ejecución de un acto que
necesariamente deba realizarse después de la muerte del mandante, en cuyo caso los efectos propios del mandato están
subordinados a la muerte de éste (art. 2169 Código Civil).
La generalidad de los contratos son actos entre vivos, pues todos ellos, por su misma naturaleza, producen efectos sin
que sea necesaria la muerte. Ello no obsta a que las partes otorguen el carácter de mortis causa a un acto o contrato
que por su naturaleza no lo es, como ocurriría, por ejemplo, con el contrato de compraventa en que se estipula que la
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obligación del vendedor de hacer la tradición de la cosa vendida o la obligación del comprador de pagar el precio se hará
exigible solo después de la muerte de uno u otro.
3.- Atendiendo a la utilidad o beneficio que reporta el acto jurídico para quienes lo ejecutan:
4.- Atendiendo a que el acto jurídico puede o no producir sus efectos de inmediato y sin
limitaciones:
ACTOS JURÍDICOS PUROS O SIMPLES: Son aquellos que producen sus efectos de
inmediato y sin limitaciones desde que se otorgan o celebran.
ACTOS JURÍDICOS SUJETOS A MODALIDAD: Son aquellos cuyos efectos están sujetos a
ciertas circunstancias especiales o clausulas restrictivas.
La modalidad se ve como una cláusula, la cual se incorpora al acto jurídico con el fin de alterar sus efectos normales. Las
principales modalidades son la condición, el plazo y el modo. La doctrina agrega la representación y la solidaridad pues
alteran los efectos normales del acto jurídico en el que inciden.
ACTOS JURÍDICOS DE FAMILIA: Son aquellos que atañen al estado de las personas o a las
relaciones del individuo dentro de la familia.
Por ejemplo, el matrimonio, el reconocimiento que hace el padre, la madre o ambos de la filiación no matrimonial del
hijo, la adopción.
ACTOS JURÍDICOS PATRIMONIALES: Son aquellos que tiene por finalidad la adquisición,
modificación o extinción de un derecho pecuniario.
Por ejemplo: el contrato de mutuo o el pago de una deuda.
ACTOS JURÍDICOS PRINCIPALES: Son aquellos que subsisten por sí mismos, sin necesidad
de otro acto que les sirva de sustento o de apoyo. Por ejemplo; la compraventa.
ACTOS JURÍDICOS ACCESORIOS: Son aquellos que para poder subsistir necesitan de un
acto principal que les sirva de sustento o de apoyo.
Se clasifican en actos jurídicos de garantía: Son las denominadas “cauciones”. Las cauciones se constituyen para
asegurar el cumplimiento de una obligación principal, de tal manera que no pueden subsistir sin ella (art. 46 del Código
Civil). Por ej.: la prenda, la hipoteca, la fianza. Actos jurídicos dependientes: Son aquellos que si bien no pueden
subsistir sin un acto principal, no persiguen asegurar el cumplimiento de obligación alguna. Por ejemplo, una
capitulación matrimonial.
Los actos jurídicos accesorios no pueden subsistir sin un acto jurídico principal, sin embargo, su existencia
jurídica puede ser anterior al acto principal (caso de la hipoteca para asegurar obligaciones futuras). No obstante, las
cauciones o garantías se constituyen con posterioridad o coetáneamente al acto principal.
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ACTOS JURÍDICOS SOLEMNES: Son aquellos que están sujetos a la observancia de ciertas
formalidades especiales requeridas, sea para la existencia misma del acto, sea para su validez,
de tal modo que su omisión trae como consecuencia la inexistencia o nulidad del acto.
(Ej.: compraventa de bienes raíces, que debe ser otorgada por escritura pública, según art. 1801).
ACTOS JURÍDICOS NO SOLEMNES: Son aquellos que no están sujetos a requisitos externos
o formales para su existencia o para su validez.
CONCEPTOS GENERALES: Según lo dispuesto en el art. 1444 del Código Civil, se distinguen
tres clases de elementos que pueden concurrir en los actos jurídicos: de la esencia, de la naturaleza
y accidentales.
1.- ELEMENTOS ESENCIALES: Son aquellos sin los cuales, el acto jurídico no produce efecto
alguno o degenera en otro acto diferente.
Vial del Rio citando a Stolfi dice que son los elementos necesarios y suficientes para la
constitución de un acto jurídico.
La omisión de uno de estos elementos produce que acto o contrato no produzca efecto alguno, es la
nada o inexistencia jurídica.
Estos elementos esenciales, a su vez, pueden ser COMUNES O GENERALES que son aquellos
que no pueden faltar en ningún acto jurídico, sea cual fuere su especie (Ej.: la voluntad) y
ESPECIALES O ESPECÍFICOS que son aquellos requeridos para cada acto jurídico en
especial (Ej.: contrato de compraventa se estipule el precio en dinero, de lo contrario degenera en
otro, se configuran los elementos de la esencia del contrato de permuta).
En doctrina no hay uniformidad acerca de los elementos de la esencia. Hay quienes dicen que estos elementos son
solamente voluntad y causa; para la doctrina anticausalista es sólo la declaración de la voluntad y para la doctrina
tradicional es la voluntad, la causa y el objeto.
El Código Civil, en el art. 1444, define que son cosas de la esencia de un acto o contrato aquellas “sin las cuales no
produce efecto alguno o degenera en otro distinto”, pero no menciona cuáles son esas cosas esenciales. El art. 1445
señala varios requisitos para que una persona se obligue para con otra, pero sólo la voluntad, el objeto y la causa son
esenciales.
No tienen la calidad de esenciales los restantes requisitos enumerados por el art. 1445 (capacidad, voluntad sin vicios,
objeto lícito y causa lícita), pues en el acto en que inciden estos produce todos los efectos que le son propios, pero con un
vicio que autoriza su declaración de nulidad.
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2.- ELEMENTOS DE LA NATURALEZA: Son aquellos que no siendo esenciales en un acto
jurídico, se entienden pertenecerle, sin necesidad de una cláusula especial, pero las partes
pueden, si así lo quieren, excluirlos del acto jurídico mediante clausula expresa.
Stolfi los define como las consecuencias del acto que tienen por disposición de la ley, en vista del silencio de los
interesados; por tanto no es necesaria la voluntad de éstos para que tengan lugar, pero si es indispensable para
modificarlos o extinguirlos
Vial del Rio señala que parte de la doctrina considera que no existen tales elementos de la naturaleza (no pueden
ser las consecuencias de un acto elementos del mismo), sino que más bien hay “efectos naturales del acto jurídico”,
es decir, aquellos que la ley subentiende y que no requieren declaraciones de voluntad para existir, voluntad que si es
necesaria si las partes quieren modificarlos o extinguirlos.
Nuestro Código Civil no habla de elementos de la naturaleza, sino que dice que en todo acto o contrato se distinguen
“cosas” de la esencia, de la naturaleza y accidentales. Efectivamente existen “cosas” y no elementos de la naturaleza,
siendo éstas aquellos efectos que la ley subentiende sin la necesidad de cláusula especial.
Ejemplo de efectos de la naturaleza de la compraventa; es la obligación que pesa sobre el vendedor de saneamiento por
evicción y vicios redhibitorios. Pueden las partes, manifestando voluntad, sacarle ese peso al vendedor
Se concluye que solamente son elementos del acto jurídico los de la esencia, pues nunca pueden faltar.
I.- REQUISITOS DE EXISTENCIA: Son aquellos indispensables para que el acto nazca a la
vida del derecho. De faltar, el acto jurídico es inexistente.
En algunos casos omiten como requisito las solemnidades, pues en actos solemnes, la voluntad se declara a través del
cumplimiento de la solemnidad requerida.
II.- REQUISITOS DE VALIDEZ: Son aquellos que, si bien posibilitan que el acto jurídico
nazca perfecto a la vida del derecho, éste adolecerá de un vicio que lo hará susceptible de ser
anulado.
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4.- CAPACIDAD
En ciertos casos la ley exige una solemnidad como requisito de validez del acto jurídico. (Ej.: presencia de testigos
hábiles en el testamento).
LA VOLUNTAD JURÍDICA
REQUISITOS DE LA VOLUNTAD:
1.- DEBE MANIFESTARSE: Para que la voluntad produzca efectos debe exteriorizarse, o sea,
manifestarse, darse a conocer al mundo exterior. Mientras permanece en el fuero interno del
individuo, mientras no trasciende su persona, la voluntad resulta indiferente para el derecho.
EXPRESA: Es aquella que se formula explícitamente, vale decir, cuando la voluntad se hace
perceptible mediante signos externos que revelan inequívocamente la concertación de un
negocio jurídico, como la palabra, la escritura, gestos o indicaciones. Esta declaración de voluntad
no es concebible sin un destinatario y debe ser clara, sin ficciones ni ambigüedades. Esto supone un
deber para el declarante quien debe soportar las consecuencias de su falta de claridad. Es también
llamada explícita o directa.
Por ejemplo; art. 1511 inc. 3º, la solidaridad debe ser expresamente declarada en todos los casos en que no la establece
la ley; no hay solidaridad tácita del deudor. Art. 1946, contrato de arrendamiento: para ceder o subarrendar, se requiere
una facultad expresa (inversa es la solución en el marco de la Ley Nº 18.101 sobre arrendamiento de predios urbanos, en
el caso de inmuebles destinados a la habitación con plazo fijo superior a un año: en ella, conforme al artículo 5º, el
arrendatario siempre podrá subarrendar, salvo cláusula expresa que se lo prohíba; en este último caso, el arrendatario
podrá poner término anticipado al contrato sin la obligación de pagar la renta por el período que falte)
TÁCITA: Es aquella que se formula de modo implícito, vale decir, cuando la voluntad no se
expresa por medios encaminados a exteriorizarla, pero puede deducirse indirectamente, con
seguridad, de un comportamiento externo.
Es un comportamiento que no va dirigido a un destinatario, del cual se puede extraer a través de una deducción lógica,
una conclusión inequívoca y desprender una manifestación de voluntad implícita o indirecta. Esa conducta en doctrina es
llamada “conducta concluyente”
Respecto a la voluntad tácita y el hecho del cual se deduce, éste debe cumplir tres requisitos:
1.- El hecho que supone la manifestación de la voluntad debe ser concluyente (por ejemplo, art.
1241, aceptación de una herencia)
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2.- El hecho debe ser inequívoco: es decir, que no pueda ser interpretado de manera diferente (por
ejemplo, el mismo art. 1241; o artículo 1956, en el contrato de arrendamiento de un inmueble,
cuando opera la “tácita reconducción”)
3.- Que sea incompatible con una voluntad contraria (por ejemplo, arts. 1654, remisión tácita de
la deuda; 2124, aceptación tácita del mandato; 2164, cuando estamos ante la revocación tácita de un
mandato; o artículo 1516, a propósito de la renuncia a la solidaridad hecha por el acreedor)
2.- DEBE SER SERIA: Es aquella que se emite por persona capaz y con el propósito de crear
un vínculo jurídico; es decir, en el sentido de perseguir efectivamente un fin reconocido o
tutelado por el derecho.
No es voluntad seria, en consecuencia, la que se manifiesta por mera cortesía, complacencia o en
broma, y en general cualquier manifestación de la que el juez pueda claramente desprender la falta
de seriedad.
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DIVERGENCIA ENTRE VOLUNTAD Y DECLARACION
a) El sujeto ha sido víctima de error, fuerza o dolo. Su manifestación no refleja lo que habría querido
de no mediar el vicio respectivo.
Existe tal discordancia, a su vez, en lo que se denomina la reserva mental, que es aquellos casos en que una de las
partes contratantes desea o quiere una cosa internamente pero declara una diversa con el objeto de hacer
consentir a la otra parte, si se trata de un acto bilateral, pero sin que ésta conozca ese hecho. Se entiende que este
querer interno no viciaría la voluntad, siendo válido el acto jurídico
PENSAMIENTO DE HARTMANN: Estima que es solución equitativa del conflicto buscar una
regla o principio de aplicación general. En concepto de este autor corresponde al juez analizar las
circunstancias particulares del caso y determinar si hubo buena fe o no en las partes sobre la base de
la observación de la actitud hipotética que tendría el “hombre ideal” en circunstancias similares,
soportando todas las consecuencias del acto realizado, aunque su declaración no coincida con la
voluntad manifestada. Ferrara comenta que “el pensamiento vital de la teoría de Hartmann, o sea,
que si bien de ordinario lo normal es la voluntad de las partes, no se atiende, sin embargo, a la
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divergencia interna cuando lo prohíben la buena fe y la seguridad del comercio jurídico, es acogido
generalmente por los escritores más autorizados y gana terreno cada día”.
CONCLUSIONES:
1) Se critica la teoría volitiva, porque obliga a averiguar la intención psicológica perteneciente al fuero interno del
individuo y ajena al derecho, siendo la labor del juez más que jurídica, sicológica. A su vez, se deja al destinatario en una
situación de desmedro en relación a la del declarante que puede pedir la invalidez del acto alegando que no corresponde a
su querer real, lo cual atenta contra la seguridad del comercio.
2) Se critica por su parte la teoría de la declaración atribuye a las meras palabras o declaraciones efectos jurídicos con
absoluta prescindencia de la voluntad real del autor o de las partes.
3) Ferrara reconoce como correcta la teoría de la responsabilidad, que mejor equilibra los intereses en pugna. El juez no
está obligado a doblegarse frente a las palabras que constituyen la declaración, sino por el contrario, debe indagar la
intención real de las partes, no la intención que se mantuvo en el fuero interno y que, por lo mismo, es ajena al derecho,
sino que la intención que se exteriorizó o manifestó de alguna manera.
CONCEPTOS GENERALES:
1.- La TGAJ descansa sobre dos pilares fundamentales: libertad y voluntad. El hombre es libre de
vincularse o no a otros, y si lo hace es por su propia voluntad.
2.- Además, suponiendo que todos los hombres son iguales y libres, se entiende que todo contrato
libremente convenido por las partes es necesariamente equitativo; y cualquier control por parte del
legislador compromete ese equilibrio e implica una injusticia.
3.- Los conceptos de libertad y voluntad en que coinciden los filósofos y juristas del S. XVIII dan
nacimiento al denominado principio de la autonomía de la voluntad, piedra angular del derecho civil
y como tal reconocido por el Código de Napoleón. Así se configura este principio determinando que
“el hombre es árbitro de sí mismo y de lo suyo, de forma que puede hacer todo lo que no esté
prohibido, respetando el orden público y las buenas costumbres”.
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4.- La voluntad individual, además de predominar en las relaciones humanas, lo hace en el
ordenamiento jurídico.
CONSECUENCIAS DEL PRINCIPIO DE LA AUTONOMÍA DE LA VOLUNTAD: 1.- El hombre es libre para obligarse o no, y si
lo hace es por su propia voluntad. 2.- Es hombre es libre para renunciar por su sola voluntad a un derecho establecido en su beneficio,
con tal que mire al interés individual del renunciante y que la ley no prohíba su renuncia (art. 12 Código Civil) 3.- El hombre es libre
para determinar el contenido de los actos jurídicos que realice, siendo estos igual de obligatorio que una ley. Esto se desprende del art.
1545.
Cada vez que surjan dudas de las consecuencias o el significado de esas manifestaciones, debe atenderse al querer real de las partes.
Esto se refleja en el art. 1560.
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FORMACION DEL CONSENTIMIENTO: El Código Civil no reglamenta la formación del
consentimiento, es el Código de Comercio el que regula su formación, arts. 97 al 108,
distinguiéndose dos actos jurídicos sucesivos para su formación: LA OFERTA y LA
ACEPTACIÓN
1.- LA OFERTA: La oferta es un acto jurídico unilateral por el cual una persona propone a
otra la celebración de un acto o contrato en términos tales, que para que éste quede perfecto,
basta con que el destinatario de la oferta simplemente la acepte.
REQUISITOS: Como acto jurídico que es, debe cumplir los requisitos de existencia y validez que
se establecen en la ley y constituirse como una manifestación de voluntad seria. Además, la oferta
deberá ser COMPLETA, es decir, estar formulada en términos tales que baste la simple
aquiescencia de la persona a quien va dirigida para que la convención propuesta se
perfeccione. Si el contrato es nominado, esta es completa, si contiene los elementos esenciales del
contrato propuesto. (Ej.: En la compraventa: cosa y precio).
Algunos autores mencionan también como requisito de la oferta: 1) Debe formularse por una persona capaz; 2) Debe
hacerse con la intención de producir un vínculo jurídico; 3) Debe exteriorizarse; 4) Debe ser voluntaria; 5) Debe estar
exenta de vicios; y 6) Debe ser dirigida a un destinatario y comunicarse a éste.
Si no señala elementos esenciales, de modo que no basta con la mera aceptación del destinatario, es
una oferta incompleta, la cual se considera como una pretensión de negociación de la cual podría
derivar una oferta completa.
Si la oferta incompleta se responde con una contraoferta completa, que es aceptada por el primitivo
oferente, se forma consentimiento.
La respuesta del destinatario de la propuesta primitiva formulando, a su vez, una oferta, se llama
contraoferta.
- Verbal: Es aquella que se manifiesta por palabras o por gestos que hagan inequívoca la
proposición de celebrar una convención.
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PERSONA DE QUIEN PUEDE EMANAR LA OFERTA: Puede emanar del futuro acreedor o
futuro deudor, es indiferente.
- Verbal: Es aquella que se manifiesta por palabras o por gestos que hagan inequívoca la
conformidad con la propuesta.
a) La intención del proponte era formular una oferta divisible, con lo cual se entiende que ha hecho
varias ofertas, y se consideran solo aquellas que el destinatario ha aceptado.
b) La intención del proponente era formular una oferta indivisible, con lo cual la aceptación parcial
no es idónea para formar el consentimiento y tendría solo el alcance de una contraoferta.
REQUISITOS:
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1.- ACEPTACIÓN PURA Y SIMPLE: El destinatario de la oferta debe aceptarla tal como se
formuló, sin introducir a ésta modificaciones o emitir pronunciamientos parciales. La aceptación que
no es pura y simple se mira como una nueva oferta con las consecuencias que de ello se derivan
(artículos 101 y 102 Código de Comercio).
- Si la oferta es verbal: La aceptación se debe manifestar en el acto de ser conocida la oferta por la
persona a quien se dirige.
- Si la oferta es por escrito:
- Destinatario reside en mismo lugar que el proponente debe aceptar la oferta dentro del plazo
de 24 horas.
- Destinatario reside en lugar distinto debe aceptar a vuelta de correo.
El alcance de los términos “residir en el mismo lugar” o el plazo implícito en el término “a vuelta
de correo” es una cuestión de hecho que corresponde determinar al juez.
Por otro lado, el oferente está obligado a comunicar al aceptante que su aceptación ha sido
extemporánea.
En el caso de la aceptación extemporánea (la que se da una vez que se vence el plazo que
eventualmente hubiera designado el oferente, o a falta del tal plazo, el designado por la ley), el
proponente será obligado, bajo responsabilidad de daño y perjuicios, a dar pronto aviso de su
retractación (art. 98 Código de Comercio).
La aceptación no se presume, pero una vez probada, se presume que ha sido dentro del plazo, a
menos que se prueba lo contrario.
Hay retractación cuando el oferente revoca o deja sin efecto la oferta y habrá caducidad cuando el
proponente muere o se incapacita legalmente.
Tanto una como otra impiden la formación del contrato, si se producen antes que se manifieste la
aceptación, conforme al art. 101 del Código de Comercio.
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RETRACTACIÓN TEMPESTIVA: Es aquella que se produce antes que el destinatario acepte
la oferta. En esta situación la aceptación pasa a ser irrelevante, pero se deben indemnizar los gastos,
daños y perjuicios que pudiera haber sufrido el destinatario. El proponente se puede eximir de esto si
acepta cumplir el contrato propuesto, o sea, si deja sin efecto su retractación (art. 101 Código de
Comercio).
Para saber el momento en que se forma el consentimiento se debe distinguir si se trata de contratos
entre presentes o de contratos entre ausentes:
En cuanto a que se entiende por contrato entre presentes: Arturo Alessandri estime contratos entre presentes aquellos en
que la aceptación puede ser conocida por la otra parte al tiempo o inmediatamente de ser emitida, de manera que serán
contratos entre ausentes aquellos en que la aceptación puede ser conocida por el oferente sólo después de cierto tiempo,
más o menos largo, de ser formulada.
Somarriva estima que son contratos entre presentes los que se celebran entre personas que se encuentran reunidas en un
mismo lugar, entre personas que están una frente a la otra; y contratos entre ausentes aquellos que se celebran entre
personas que se encuentran en distintos lugares.
Tratándose de contratos entre presentes, como la aceptación es conocida por el oferente al
tiempo de ser emitida, el consentimiento se forma al en el momento en que se da la aceptación.
En cuanto al contrato celebrado por teléfono se perfecciona al momento de la aceptación. Cabe decir que se trata de un
contrato entre presentes ya que la propuesta es verbal y la aceptación llega a conocimiento del oferente inmediatamente
de ser emitida. En consecuencia, se aplica la regla del artículo 97 del Código de Comercio. Sin embargo, en cuanto al
lugar, el contrato celebrado por teléfono es entre ausentes.
Tratándose de los contratos entre ausentes, existen distintas teorías para determinar el momento en
que se forma el consentimiento:
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1.- TEORÍA DE LA DECLARACIÓN DE VOLUNTAD O DE LA APROBACIÓN: El
destinatario acepta la oferta, aunque ésta sea ignorada por el proponente.
2.- TEORÍA DE LA EXPEDICIÓN: El destinatario de la oferta envía la correspondencia que
contiene su aceptación, debe ser dirigida al oferente y no es necesario que la haya recibido.
3.- TEORÍA DE LA RECEPCIÓN: La carta que contiene la aceptación llegue al domicilio del
oferente.
4.- TEORÍA DEL CONOCIMIENTO O DE LA INFORMACIÓN: El oferente toma
conocimiento de la aceptación.
El Código de Comercio opta, en un principio por la teoría de la expedición, criterio que fue
sustituido por la Teoría de la declaración, como se desprende de sus arts. 99 y 101.
Exc.: Código Civil; donaciones entre vivos (no basta la sola aceptación).
3.- DEBE ESTAR EXENTA DE VICIOS: El elemento esencial de todo acto jurídico es la
voluntad, si esta no existe o si adolece de algún vicio el acto es susceptible de ser anulado.
Se diferencia entre la falta de voluntad o ausencia de voluntad y la voluntad viciada,
estableciéndose que el acto en que falta la voluntad no existe, es la nada, en cambio aquel en que
incide un vicio de la voluntad, existe, pero puede ser invalidado.
CONCEPTO: Son aquellas circunstancias y situaciones que influyen sobre la voluntad de los
sujetos de un acto o negocio jurídico, de forma que hacen que no existe correspondencia entre
la manifestación exterior de voluntad y la voluntad efectiva de los sujetos, o bien, influyen
sobre la formación de la voluntad.
El art. 1451 del Código Civil establece que los vicios de que puede adolecer el consentimiento son:
I.- EL ERROR
II.- LA FUERZA
III.- EL DOLO
A pesar que dicho precepto habla de “consentimiento”, tanto en los actos jurídicos unilaterales como bilaterales puede
encontrarse viciada la voluntad.
I.- El ERROR: Es la ignorancia o falso concepto que se tiene de la realidad o de una norma
jurídica.
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Vial del Rio nos dice que es la falsa representación de la realidad determinada por la
ignorancia, es decir, por no haber tenido la parte conocimiento de todas las circunstancias que
influyen en el acto concertado, o por equivocación, es decir, por no haber valorado
exactamente la influencia de dichas circunstancias.
Lo que determina a una persona a manifestar su voluntad para la celebración de un acto jurídico es el
conocimiento que tenga de la realidad, de manera que la manifestación surge como consecuencia de
ese conocimiento.
EL ERROR RECAE SOBRE HECHOS QUE CONSTITUYEN LA REALIDAD: Solo se aplica la teoría del error a
cosas o hechos presentes, no correspondiendo aplicarla respecto de cosas que al tiempo del contrato no existen siendo, en
consecuencia, imposible reconocerlas. Ese es el error de previsión y no vicia el consentimiento.
Se define error de previsión como una equivocación, un yerro de la mente al proyectarse al futuro que, al hacerse
realidad, lo pondrá o no de manifiesto.
EL ERROR ES UN VICIO DEL CONOCIMIENTO: La manifestación de voluntad que supone todo acto jurídico
debe motivarse en un conocimiento de la realidad. Si dicho conocimiento es equivocado o errado, se dice que está
viciado, privando de eficacia a la manifestación de voluntad.
CLASES DE ERROR:
Se establecen como excepciones los arts. 2297 y 2299 ubicados entre las disposiciones que regulan
el cuasicontrato de pago de lo no debido.
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Según Vial del Rio, lo que estas disposiciones establecen no se refiere a que el error de derecho
que ellas suponen vicie la voluntad, sino un efecto distinto, que es que la víctima del error de
derecho pueda sustraerse legítimamente a las consecuencias jurídicas que emanan de la
declaración de voluntad, que no hubiere efectuado si hubiese tenido una acertada representación de
la realidad jurídica.
SITUACIÓN DEL ART. 2297: “Se podrá repetir aún lo que se ha pagado por error de derecho
cuando el pago no tenía por fundamento ni aún una obligación puramente natural”.
El error en la creencia de una obligación que en la realidad no existe impide que el pago produzca
sus efectos, sirviendo como fundamento a la denominada acción de repetición, que es la que la ley
flanquea a quien paga lo que no debe para exigir la restitución de lo pagado.
En relación al art. 1452 y su interpretación rigurosa, podría conducir a la estimación de que sólo el
error de hecho y no el de derecho haría posible la acción de repetición, problema que soluciona
expresamente el art. 2297.
SITUACIÓN DEL ART. 2299: “Del que da lo que no debe, no se presume que lo dona, a menos
de probarse que tuvo perfecto conocimiento de lo que hacía, tanto en el hecho como en el
derecho”.
El problema de interpretación puede presentarse en caso de que la persona que recibe de otra lo que
no se le debe pretendiera retener la cosa bajo el pretexto que se le ha donado. Sin embargo, el
artículo citado se encarga de precisar tal situación. El “perfecto conocimiento” que menciona la ley
para que pueda presumirse la donación se opone, ciertamente, al error que pudiera haber sufrido la
persona que da a otra lo que no debe, error que inclusive puede ser de derecho, como se desprende de
la norma en cuestión. (Ej.: donación institución de beneficencia – franquicia tributaria)
CLASIFICACION: En los artículos 1453, 1454 y 1455, el Código Civil describe y reglamente las
hipótesis de error de hecho que estima relevantes.
EL ERROR ESENCIAL U OBSTACULO: Dice el art. 1453; “El error de hecho vicia el
consentimiento cuando recae sobre la especie de acto o contrato que se ejecuta o celebra, como
si una de las partes entendiese empréstito y la otra donación; o sobre la identidad de la cosa
específica de que se trata, como si en el contrato de venta el vendedor entendiese vender cierta cosa
determinada, y el comprador entendiese comprar otra”.
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Se reglamentan en dicho artículo dos supuestos de error:
a) El error que recae sobre la especie de acto o contrato que se ejecuta o celebra (Ej.: una parte
entiende que hay arrendamiento y la otra comodato).
b) El error que recae sobre la identidad de la cosa específica que se trata (Ej.: una parte cree
estar vendiendo el caballo “Petronio” y la otra comprando el caballo “Remolino”, lo que constituye
una falsa representación de la identidad de la cosa objeto del contrato).
En doctrina, se entiende que se configura en este artículo el denominado error obstativo u obstáculo. En Chile, se prefiere
hablar de error esencial, término que la doctrina utiliza para el error relevante o error vicio.
SANCION DEL ERROR ESENCIAL: El error esencial impide el acuerdo de voluntades. Por
ende, a juicio de algunos, el error esencial no produciría la nulidad relativa sino la inexistencia del
acto o contrato o al menos la nulidad absoluta.
Para otros, sin embargo, los casos de error esencial producen nulidad relativa, al igual que tratándose
de los restantes casos de error (substancial, accidental y en las personas), puesto que el art. 1454
expresa que “el error de hecho vicia asimismo el consentimiento...”, y se refiere a casos de error
sustancial que, de acuerdo al art. 1682, producen nulidad relativa. La palabra “asimismo”
evidenciaría que el error esencial del artículo 1453 vicia “de la misma manera” el acto o contrato
que el error substancial del artículo 1454.
EL ERROR SUSTANCIAL: Dice el inciso primero del artículo 1454: “El error de hecho vicia el
consentimiento cuando la sustancia o calidad esencial del objeto sobre que versa el acto o
contrato, es diversa de lo que se cree; como si por alguna de las partes se supone que el objeto es
una barra de plata, y realmente es una masa de algún otro metal semejante”.
Substancia es la materia de que se compone el objeto sobre el que recae la obligación.
Cualidades esenciales son las que dan al objeto una fisonomía propia que la distingue de los
demás.
Un ejemplo de error en la sustancia, sería el que proporciona el Código, al decir “...como si por alguna de las partes se
supone que el objeto es una barra de plata, y realmente es una masa de algún otro metal semejante”; un ejemplo de error
en una cualidad esencial del objeto, sería como si por alguna de las partes se supone comprar un caballo de carrera, y el
caballo es de tiro (en este caso, las partes no se equivocan en cuanto al caballo, sino a una cualidad esencial del mismo).
HISTORIA DEL ARTÍCULO: El Código Civil Francés sólo considera el error sustancial. Pothier piensa que es
posible la existencia de casos en que la sustancia no haya sido el motivo que indujo el contrato, por ello debe otorgarse
mayor relevancia al concepto de calidad esencial. Bello incorpora el pensamiento de Pothier, ya que incorpora en el
Código Civil al error sobre la calidad esencial.
Por lo tanto, para nuestro Código Civil lo importante es la calidad esencial y no solamente la sustancia.
Por los problemas de interpretación que involucra el término “sustancia” Vial propone la eliminación del artículo 1454.
De hecho, la doctrina moderna no habla del error de sustancia, sino del error sobre “las cualidades relevantes de una
cosa”, entendiéndose por tales las determinantes y atrayentes para las partes, las que inducen a contratar y sin las cuales
una de ellas, a lo menos, no habría contratado
El error sustancial puede recaer entonces no sólo sobre la composición de la cosa u objeto, sino
también sobre cualquiera otra cualidad que es esencial de éste.
Ahora bien, en cuanto a que se entiende por calidad esencial, existe discusión en doctrina:
1) Algunos estiman que para determinar la calidad esencial debe estarse a lo que entienden
las partes, aquella cualidad que para las partes fue determinante para contratar. Esta es la que
siguen los autores chilenos, de manera que definen el error sustancial como el error que versa
sobre cualquiera cualidad del objeto que mueve a las partes a contratar.
2) Otra parte de la doctrina cree que hay que estarse a lo que la generalidad de las personas
entiendan, de manera que exista un criterio objetivo y no subjetivo como el anterior.
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3) Para Avelino León, deberá estarse a las circunstancias que rodean el acto, además de lo
que entiendan la generalidad de las personas.
PRESUNCION LEGAL DEL ART. 1454: El artículo 1454 induce a pensar que en él existe una presunción
simplemente legal de que la sustancia es lo que determina a contratar.
Es decir, quien lo alega no necesitaría probar que para él la sustancia constituía una cualidad esencial.
Esto significaría que el consentimiento estaría viciado por el mero hecho objetivo de que la cosa tuviera una sustancia
distinta a la que la víctima del error le atribuye.
Pero esto admitiría prueba a contrario, lo que daría pie a que la otra parte comprobara que la sustancia materia no era
relevante para quien alega haber sufrido el error.
SANCION DEL ERROR SUSTANCIAL: Dice el artículo 1454 del Código Civil que el error
sustancial vicia la voluntad, por tanto, se produce la nulidad relativa del acto o contrato.
ERROR SOBRE LAS CALIDADES ACCIDENTALES: Dice el inc. 2 del artículo 1454; “El
error acerca de otra cualquiera calidad de la cosa no vicia el consentimiento de los que
contratan, sino cuando esa calidad es el principal motivo de una de ellas para contratar, y este
motivo ha sido conocido de la otra parte”.
En efecto, cualidades accidentales de una cosa son aquellas que normalmente son irrelevantes, en
el sentido de que la consideración de que la cosa las tenga no determina a contratar ni abstiene
de hacerlo.
Para saber que cualidades son accidentales es menester proceder por exclusión, son aquellas que no
son esenciales.
Por regla general, el error accidental no vicia el consentimiento, a menos que se cumplan los
siguientes requisitos:
SANCION DEL ERROR SOBRE LAS CALIDADES ACCIDENTALES: Por regla general no
vicia el consentimiento, salvo en los casos que el error accidental cumpla los requisitos antes
señalados, situación en la cual produce la nulidad relativa del acto o contrato.
LABOR DEL JUEZ CUANDO SE ALEGARE POR UNA DE LAS PARTES EN UN CONTRATO QUE HA SIDO
VICTIMA DE ERROR SOBRE LAS CALIDADES O CUALIDADES DE UNA COSA: El juez debe extraer de las
circunstancias del contrato, las cualidades de la cosa que la mayoría de las personas en circunstancias similares hubieren
considerado esenciales, de manera que si estas cualidades faltasen no hubieran contratado.
Si coincide el error que alega la víctima con el resultado de la deducción del juez, cabría considerar que el
consentimiento prestado por la víctima se encuentra viciado, por lo que procedería la rescisión del contrato. A menos que
la otra parte probara que aquella igual hubiera celebrado el contrato si conociera la ausencia de esa calidad en la cosa.
Con respecto a la calidad accidental existe una presunción contraria a la de la calidad esencial, por lo que la víctima debe
probar que la calidad accidental fue el principal motivo que tuvo para contratar y que la otra conocía el motivo
determinante.
ERROR EN LA PERSONA: El inciso primero del art. 1455 dispone que; “El error acerca de la
persona con quien se tiene intención en contratar no vicia el consentimiento, salvo que la
consideración de esta persona sea la causa principal del contrato”.
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La víctima del error in persona yerra en la identidad de una persona o en alguna de sus cualidades
personales, por desconocimiento o conocimiento defectuoso de dicha persona.
La regla general es que este error es irrelevante. Sólo es relevante cuando el contrato se ha
celebrado en consideración de una persona determinada, “hasta el punto de que la misma ha sido
la razón principal – o exclusiva – de la declaración de voluntad”.
Son los llamados contratos “intuito personae”, aquellos en que el otro contratante no habría
contratado si se hubiere tratado de otra persona o el autor del acto jurídico unilateral no lo
habría otorgado, si sus efectos se hubieran radicado en otra persona.
En estos casos, el error en la persona viciará el consentimiento. Pero a su vez, la persona con
quien erradamente se contrató, tendrá derecho a solicitar que se le indemnicen los perjuicios en que
de buena fe haya incurrido por la nulidad del contrato.
Como ejemplos de actos intuito personae se pueden señalar: actos de familia (matrimonio,
adopción, reconocimiento de hijos, etc.). La regla general es que los contratos patrimoniales no
sean de carácter intuito personae, pero existen excepciones: contratos gratuitos (donación,
depósito y comodato), contratos onerosos que importan confianza de una persona específica
(mandato).
El concepto de error en la persona formulado por la Doctrina Moderna dice relación a que siempre que por razón de la
persona el negocio no satisfaga o no pone fin al conflicto de intereses. Según la doctrina moderna hay error en la
persona por una serie de criterios objetivos que se prueban en el caso concreto: tipo de contrato, cualidades del
contratante, circunstancias, intereses en juego, confianza, etc., siendo asi un Es un concepto más amplio que el de intuito
personae (Doctrina tradicional).
Error en las cualidades relevantes de una persona: Se entiende por cualidades relevantes de una persona aquellos
caracteres objetivos de índole estable o permanente que configuran la personalidad.
Se discute el error en el matrimonio respecto a si el error es sólo sobre la identidad física del contrayente o es extensivo
también a otro tipo de condiciones o cualidades que configuran la identidad de la persona.
Se dan como ejemplo de cualidades irrelevantes en relación al matrimonio: Equivocada apreciación del carácter o
temperamento de uno de los contrayentes, si tiene una u otra profesión, su mayor o menos inteligencia o belleza física, su
situación económica.
Como cualidades relevantes se presentan: Haber sufrido condenas penales, reputar sano al cónyuge que padece de una
enfermedad contagiosa.
SANCION DEL ERROR EN LA PERSONA: Por regla general es irrelevante y solo viciará el
consentimiento en contratos en que la causa principal de contratar es la consideración de la
persona. Se sanciona con nulidad relativa (art. 1682).
Declarada la nulidad del contrato la otra persona tiene derecho a que la indemnicen siempre y cuando
haya actuado de buena fe.
EL ERROR COMÚN: Es aquel que consiste en la creencia generalizada que tiene todo un
grupo social o una comunidad sobre un hecho o sobre una situación a la que estiman como
verdadera no siéndolo realmente.
En tal situación, no hay un vicio del consentimiento, sino que por el contrario, el acto jurídico se
considera válido a pesar de no estar estrictamente ajustado a la ley.
Se fundamenta el error común en el interés social, se prefiere fiarse de las apariencias compartidas
por todos o por un considerable número de personas.
Para la doctrina, tres son los requisitos que deben reunirse para estar ante el error común:
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1.- Debe ser compartido por todas o la mayoría de las personas en el lugar en que el acto
jurídico se realiza.
2.- Debe ser un error excusable, descansar en un justo motivo.
3.- Debe haber buena fe en aquellos que incurren en el error.
En nuestra legislación, estarían inspirados en el error común, por ejemplo, los arts. 704 Nº 4 (el título
meramente putativo); 1576, 2º (en el pago); 1013 (en el testamento, habilidad putativa de un testigo);
2058 (contrato de sociedad); 51 de la ley de Matrimonio Civil (referido al matrimonio putativo).
II.- LA FUERZA: Se define la fuerza como los “apremios físicos o morales que se ejercen sobre
una persona destinados a que preste su consentimiento para la celebración de una acto
jurídico”. Es un vicio de la voluntad que se opone a la libertad, ya que la voluntad supone una
manifestación libre y sin coacciones.
CLASIFICACION:
FUERZA MORAL: Consiste en la amenaza actual de un mal futuro ejercida sobre una
persona a fin de que preste su consentimiento para la celebración de un acto jurídico.
Sí hay manifestación de voluntad del sujeto, pero esta no ha sido libre. La manifestación le fue impuesta por una
amenaza actual de un mal futuro. El sujeto prefiere el mal menor, evitando la amenaza de un mal mayor. Frente a la
fuerza moral se puede elegir entre tres alternativas: aceptar celebrar el acto, rehusar celebrar recibiendo la amenaza o
defenderse de la amenaza.
El estudio de la fuerza como vicio de la voluntad se restringe a la fuerza moral (apremios que
producen a la víctima miedo o temor de sufrir un mal).
REQUISITOS DOCTRINARIOS PARA QUE LA FUERZA MORAL VICIE LA VOLUNTAD: a) Fuerza moral
importante: Es aquella que influye de manera significativa en el ánimo de la víctima. Para determinar dicha influencia
se toma en consideración a un tipo medio de persona sensata, considerando edad, sexo y otras condiciones (como cultura
por ej.)
b) Fuerza moral injusta: Que la fuerza sea injusta significa que el mal con que se amenaza debe ser ilegítimo, es decir,
contrario al derecho; o bien, no siendo en sí mismo ilícito, que se enlace a la consecución de una ventaja
desproporcionada e injusta.
No es injusta cuando se tiene derecho a ejercerla. (ej.: amenaza de embargo)
Sin embargo, aun cuando se tenga el derecho de ejercer la amenaza, ésta sería injusta en cuanto sirva para obtener
beneficios injustos; o sea, beneficios a los que no se tiene derecho. Por ejemplo, el apremio o coacción se constituye
ilícito cuando recurre el acreedor a un acto que crea intimidación en el deudor, con el objeto de procurarse condiciones
más ventajosas o amenazar el acreedor con denunciar un delito cometido por el deudor, a efectos de que pague.
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No importa que quien ejerza la fuerza no tenga intención de concretarla, ni que con la amenaza se busque un resultado
justo o lícito. El único requisito es que la amenaza se haya realizado con la voluntad y conciencia de determinar al
otro sujeto al negocio.
REQUISITOS:
1.- DEBE SER GRAVE: Es aquella capaz de producir una impresión fuerte en una persona de
sano juicio, tomando en cuenta su edad, sexo y condición.
Corresponde al juez determinar si la fuerza cumple con este requisito. Una misma amenaza puede
producir en una persona una impresión fuerte y en otra no. Por lo tanto, la víctima debe probar:
1.- La existencia de amenaza
2.- La gravedad de la misma.
Excepción: La ley presume la gravedad cuando hay un justo temor de verse expuesta a ella, el
consorte, ascendientes o descendientes.
2.- DEBE SER INJUSTA: Que la fuerza sea injusta significa que debe ser contraria a la ley, no
debe ser aceptada por el derecho.
La amenaza de proceder al ejercicio legítimo de un derecho no constituye vicio del consentimiento.
Por eso la amenaza de ejercitar una acción judicial en contra de un deudor no constituye fuerza.
3.- DEBE SER DETERMINANTE: Este requisito se desprende de la parte final del artículo 1457:
La fuerza puede provenir de cualquier persona con el objeto de obtener el consentimiento.
La doctrina nacional agrega como tercer requisito para que la fuerza vicie el consentimiento que sea
determinante, entendiendo que el consentimiento obtenido con la amenaza debe ser
consecuencia inmediata y directa de ésta, de modo que sin la fuerza la víctima no habría
celebrado el acto para el cual se la forzó.
DE QUIENES PUEDE PROVENIR LA FUERZA: Dice el artículo 1457; Para que la fuerza
vicie el consentimiento no es necesario que la ejerza quien es beneficiado por ella; basta que se
haya empleado la fuerza por cualquiera persona con el objeto de obtener el consentimiento.
La ley no distingue, pudiéndola ejercer una de las partes del contrato o un tercero ajeno al mismo. No
se exige que la fuerza provenga de una persona que es beneficiada por ella.
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EFECTOS DE LA FUERZA MORAL: El acto en que incide la fuerza moral sí existe, pero se
expone a ser invalidado. La sanción es la nulidad relativa (art. 1682 inc. final)
EL ESTADO DE NECESIDAD: Se entiende por la “situación en que el sujeto que se siente amenazado por un hecho de
la naturaleza o por un acto del hombre, para evitar el daño que teme en su persona o en sus bienes, adopta un
determinado comportamiento, que produce un perjuicio a terceros o resulta perjudicial para los propios intereses del
sujeto”.
Se plantea una hipótesis semejante a lo que ocurre en la fuerza. Pero se diferencian en que:
1.- En el estado de necesidad la coacción psicológica puede derivar de un hecho natural o humano, en tanto que en la
fuerza proviene necesariamente del hombre.
2.- El apremio de la fuerza va dirigido directamente a obtener el consentimiento de la víctima. En el estado de necesidad
el apremio no está encaminado a la manifestación de voluntad.
EFECTOS DEL ESTADO DE NECESIDAD: En caso de que el mal lesione los intereses de terceros, la persona que
actúa en estado de necesidad no queda obligado a reparar los daños que produzca a terceros.
En caso de que el mal lesione los intereses propios, la persona ha escogido entre dos males, el mal que cree menor.
La doctrina alemana e italiana excluyen la responsabilidad en caso de estado de necesidad, existiendo en la legislación
italiana norma expresa.
En nuestro Código Civil no existe ninguna disposición en relación, por lo que el contrato celebrado por estado de
necesidad no es rescindible (tampoco sería rescindible por lesión, ya que ésta es permitida en casos expresamente
determinados por ley, en los cuales no se considera la lesión creada por estado de necesidad).
III.- EL DOLO:
CLASIFICACION:
DOLO BUENO: “Comportamiento lícito, realizado con astucia, halagos o incitaciones que se
consideran permitidas en la vida de los negocios o en las relaciones sociales jurídicas”. Es
producto de las exageraciones normales del mundo del comercio.
DOLO MALO: “Supone un comportamiento ilícito constituido por un engaño que una persona
hace a otra para inducir a esta última a una manifestación de voluntad que sin el dolo no se
habría efectuado o se abría efectuado en condiciones menos onerosas”
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Existen casos excepcionales en que la ley expresamente ha reglamentado la reticencia. Tal ocurre, por ejemplo, en materia de
Contratos de Seguro, artículo 557 Nº 1 del Código de Comercio, el cual establece la rescisión del contrato por reticencias del
asegurado.
EL DOLO COMO VICIO DEL CONSENTIMIENTO: Está regulado en los arts. 1458 y 1459.
En el inciso primero del art. 1458 se establece que el dolo vicia el consentimiento cuando es
obra de una de las partes y cuando además aparece claramente que sin él no habrían
contratado.
Este artículo hace referencia a los actos jurídicos bilaterales (contratos), pero también puede viciarse
la voluntad en los actos jurídicos unilaterales. El Código admite la posibilidad de dolo en la
aceptación o repudiación de una herencia (arts. 1234 y 1237); la renuncia de los gananciales hecha
por la mujer o por sus herederos (art. 1782) y el testamento (art. 968 n° 4). En razón de la naturaleza
de los actos jurídicos unilaterales para que el dolo vicie el consentimiento basta que sea
determinante. Necesariamente el dolo debe ser fraguado por un tercero, sin importar si resulta o
no beneficiado con el acto celebrado.
El dolo siempre es sancionado por la ley, si se dan los supuestos legales necesarios.
1.- DEBE SER DETERMINANTE: Esto implica que el dolo haya determinado la concurrencia
al acto jurídico de la víctima de él, en términos tales que de no existir dolo no hubiese
celebrado el acto.
En caso de controversia corresponderá al Juez calificar si el dolo es determinante, fundado para ello en la gravedad del
engaño y el consecuente error sufrido. Ello permitirá calificar si la víctima del dolo solo consintió en razón de él o si por
el contrario hubiese consentido igual en el acto jurídico y no obstante el dolo.
De lo anterior se colige entonces que el dolo debe producirse con anterioridad o al momento de la celebración del acto
jurídico, siendo irrelevante para los efectos de determinar si el consentimiento está viciado, el dolo en que se ha incurrido
con posterioridad al nacimiento del acto jurídico.
2.- DEBER SER OBRA DE UNA DE LAS PARTES: En el dolo debe haber intervenido una sola
de las partes, si se trata de un acto jurídico bilateral. Si hubo dolo por parte de ambos contratantes no
procede la revisión del contrato (por aplicación del principio en virtud del cual nadie puede
aprovecharse de su propio dolo).
En esto existe una diferencia con la fuerza la cual vicia el consentimiento tanto si es obra de una de las partes, como si es
obra de un tercero.
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Se señalan como razones de dicha diferencia que tratándose del dolo la víctima estaría en mejor posición de defensa que
lo que experimenta la víctima de la fuerza.
Asimismo, se dice que tratándose del vicio de fuerza existe un interés general comprometido, lo que no ocurrirá en el
caso de dolo en el cual lo único comprometido es el interés particular de las partes del acto jurídico.
Doctrinariamente, para que el dolo vicie el consentimiento, debe reunir los requisitos: a) Existencia de un engaño o
artificio, b) Que a dicho engaño se recurra para inducir a una persona a celebrar un acto jurídico, c) La víctima
debe celebrar el acto al que se la indujo, siendo el acto consecuencia inmediata y directa del dolo (maquinaciones
engañosas deben tener éxito). d) Si el acto es bilateral, el dolo debe provenir o ser conocido por la otra parte. Si el dolo
fuera obra de un tercero, no vicia el consentimiento de la parte que celebró el contrato, a menos que aquella hubiera
estado en conocimiento del engaño del tercero, caso en el cual debió informar a la víctima, constituyendo su silencio un
dolo negativo que vicia el consentimiento de la parte que lo sufrió si fuera determinante para ésta.
EFECTOS: - C y D no vician el consentimiento, sólo dan a la víctima derecho a indemnización de perjuicios. - Si el
dolo vicia el consentimiento, es indiferente que la víctima haya o no sufrido perjuicios, la existencia de éstos no se
requiere para demandar la rescisión del contrato. - En los casos en que el dolo no vicia el consentimiento, es esencial la
existencia de perjuicios, pues sin ellos no es posible demandar la indemnización.
EFECTOS QUE ATRIBUYE EL CODIGO CIVIL AL DOLO: El dolo debe ser determinante y
obra de una de las partes para viciar el consentimiento, teniendo como sanción la rescisión o
nulidad relativa (art. 1682).
No reuniendo el dolo los requisitos expresados no hay nulidad, pero en conformidad al inc. 2 del art.
1458; “En los demás casos el dolo da lugar solamente a la acción de perjuicios contra la
persona o personas que lo han fraguado o que se han aprovechado de él; contra las primeras
por el total valor de los perjuicios, y contra las segundas hasta concurrencia del provecho que
han reportado del dolo”.
Sobre el particular, nuestra jurisprudencia ha precisado que es innecesario que aquellos que se han aprovechado del dolo
tengan conocimiento del mismo o que el acto jurídico del cual se obtiene el beneficio, diga relación con el dolo: siempre
habrá que responder hasta el monto del provecho
PRUEBA DEL DOLO: Dispone el art. 1459 que el dolo no se presume sino en los casos
especialmente previstos por la ley. En los demás debe probarse.
La regla general es que el dolo debe probarse por quien alega haber sido víctima de él.
La ley excepcionalmente presume el dolo en ciertos casos (Ej.: art. 968 Nº5 indignidad para suceder,
causantes que dolosamente han detenido u ocultado un testamento)
LA LESION
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CONCEPTO: Se define la lesión como el perjuicio que experimenta una persona cuando
ejecuta ciertos actos jurídicos, y que resulta de la desigualdad existente entre la ventaja
obtenida y el sacrificio para obtenerla.
Su campo de aplicación se restringe a los contratos onerosos conmutativos, estando constituida por la
desigualdad entre las prestaciones recíprocas de las partes, de modo tal que una recibe más y otra
menos de lo que da.
LA LESION EN EL CODIGO CIVIL CHILENO: El art. 1451 no menciona entre los vicios del
consentimiento a la lesión. El Código Civil limita el campo de aplicación de la lesión a determinados
actos jurídicos como:
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COMPRADOR: 1) Consentir en ella
Precio compra: $300 Juez declara Vendedor
Justo precio: $100 rescisión 2) Restituir el exceso recibido
consistente en la diferencia
entre el justo precio aumento
en 10% y $300.
Justo precio: $100 /aumentado 10% = $110 (justo precio aumentado 10%)
Precio venta: ($300) - Justo precio aumentado 10% ($110) = $190 Monto a restituir.
La regla general que rige los efectos de la nulidad encuentra en esta materia una calificada
excepción, toda vez que la parte en contra de quien se pronuncia la rescisión como consecuencia de
haber acogido el juez la demanda de la otra parte que sufrió la lesión, puede evitar que se
produzcan los efectos de la nulidad no obstante la sentencia que declara el acto nulo.
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g) LESIÓN EN LA ANTICRESIS: La anticresis en un contrato por el que se entrega al
acreedor un bien raíz para que se pague con sus frutos (art. 2435). Las partes podrán estipular
que los frutos se compensen con los intereses, en su totalidad o hasta la concurrencia de valores. Los
intereses que se estipularen, si se presenta lesión enorme, estarán sujetos a la misma reducción que
en caso del mutuo.
EFECTOS DE LA LESION: Los efectos de la lesión no son uniformes, ya que en algunos casos
produce la rescisión o nulidad relativa del acto jurídico (aceptación de una herencia, en la
partición, en la permuta, y en la compraventa de bienes raíces, salvo la restitución que puede operar
en esta última) mientras que en otros sin afectar la validez, trae como consecuencia la rebaja de
la prestación que supera los límites permitidos por el legislador.
EL OBJETO
REQUISITOS: Para precisar los requisitos del objeto es necesario distinguir entre:
a) Requisitos que debe reunir la cosa que se trata de dar o entregar:
1.- REAL
2.- DETERMINABLE
3.- COMERCIABLE
b) Requisitos que debe reunir el hecho que se debe o no ejecutar:
1.- DETERMINADO
2.- FISICA Y MORALMENTE POSIBLE
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En todo caso, no podemos dejar de mencionar que ciertos autores prefieren referirse en general a
los requisitos del objeto sin hacer esta distinción, y en este sentido mencionan como tales los
siguientes: a) Determinación del objeto: El objeto debe ser determinado al momento de la conclusión del acto
jurídico o al menos determinable, estableciendo desde ese momento al menos una “medida objetiva” de determinación,
no dejada a la voluntad de las partes. b) Posibilidad del objeto: El objeto debe ser posible tanto en el hecho como en el
derecho. Se opone a este requisito la imposibilidad que puede ser de hecho o jurídica. La imposibilidad de hecho,
material o física, que se tiene por ejemplo en la venta de cosas inexistentes, no debe confundirse con la llamada
imposibilidad subjetiva, que es la imposibilidad relativa al sujeto al momento del acto o contrato.
La imposibilidad jurídica se debe a razones o causas jurídicas (Ej.: venta al extranjero de mercaderías que está prohibida
su exportación, prenda sobre bienes inmuebles, hipoteca sobre bienes muebles que no sea nave o aeronave). c) Licitud
del objeto: El objeto debe ser lícito, es decir, no debe ser contrario a la ley, al orden público o a las buenas costumbres.
El objeto que contraviene a la ley o al orden público es “ilegal”, y el que contraríe las buenas costumbres es “inmoral”
(Ej.: renuncia de la acción rescisoria por lesión enorme en la compraventa o en los pactos para disponer en forma distinta
que la legal de la cosa dada en prenda).
Según Ferrara “son ilícitos los contratos o negocios que tienen por objeto la realización de una acción delictuosa o la
promesa de recomendación, a cambio de una compensación a las autoridades de instancia, aspiraciones, los contratos de
prostitución, etc.”
1.- COSA REAL: Debe existir al momento de la declaración de voluntad o, al menos, esperarse
que exista. Así lo establece el inciso primero del art. 1461, que dice que no sólo las cosas que
existen pueden ser objeto de una declaración de voluntad, sino las que se espera que existan.
De conformidad con lo dispuesto en el art. 1813, la venta de una cosa que no existe, pero que se
espera que exista, se entiende hecha bajo la condición de que la cosa llegue a existir, a menos que se
exprese lo contrario, o que por la naturaleza del contrato aparezca que se compró la suerte.
Por consiguiente, la regla general es que la venta de cosas futuras es condicional, condición que
consiste en que la cosa llegue a existir.
La condición constituye un elemento de la naturaleza de la compraventa, la que sin embargo posee
dos excepciones:
1.- Que la compraventa de cosa futura no debe subordinarse a la condición de que ésta llegará
a existir
2.- Que por la naturaleza de la compraventa, se compra “la suerte” más que la cosa misma.
Por otra parte, si se vende una cosa que se supone que existe al momento de perfeccionarse el
contrato, y que en realidad, no existe, la venta no producirá efecto alguno (art.1814).
2.- COSA COMERCIABLE: Se dice que una cosa es comerciable cuando es susceptible de
dominio o posesión por los particulares, o bien cuando se encuentra en el comercio humano y
no excluida de él por su naturaleza, por su destinación o por la ley.
Para Avelino León tienen la calidad de incomerciables tiene las siguientes cosas:
- Aquellas excluidas del comercio humano por su naturaleza: alta mar, aire, cosas
comunes a todos los hombres (art. 585).
- Aquellas que por su destinación (mientras la conserven) no son susceptibles de
dominio o posesión por los particulares: Los bienes nacionales, de uso público como calles,
plazas, puentes, caminos, el mar adyacente y sus playas.
Agrega Avelino León que según un criterio muy generalizado – del que él no participa- se
consideran incomerciables aquellas cosas se excluyen del comercio humano por razones de orden
público o en resguardo de la moral y de las buenas costumbres, citando como ejemplos entre otras,
las cosas cuya enajenación debe hacerse cumpliendo ciertos requisitos, como es el caso de drogas,
armas, o productos explosivos.
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Vial concuerda con Avelino León en cuanto a que la incomerciabilidad de una cosa guarda
exclusivamente relación con la naturaleza o destinación de la misma.
3.- COSA DETERMINADA: La cosa que debe darse o entregarse debe estar determinada, a lo
menos, en cuanto a su género (art.1461).
Una cosa puede estar determinada como especie o cuerpo cierto o como género. En el primer caso
se individualiza determinadamente un individuo de un género también determinado. La
determinación es genérica cuando se indica indeterminadamente un individuo de un género
determinado (Ej.: un automóvil, dos caballos).
Cuando la cosa está determinada en género, se debe señalar la cantidad, es decir el número de cosas
objeto de la declaración de voluntad estando expresamente determinado por las partes y si nada
dicen, el acto debe contener los datos o fijar reglas que sirvan para determinarlo. Se dice en este caso
que la cantidad es determinable.
En cuanto a la calidad, a falta de expresión en este punto, deberá ser la cosa, a lo menos, de una
calidad “mediana”.
SANCION POR FALTA DE OBJETO: Doctrinariamente el acto sin objeto es inexistente. Así lo
da a entender el artículo 1814, al hablar de la venta de una cosa que al tiempo de perfeccionarse el
contrato se supone existente y no existe, no produce efecto alguno. La falta de producción de los
efectos propios de la compraventa a que alude la disposición, constituye precisamente lo que la
doctrina entiende como la necesaria consecuencia de la inexistencia de un acto o contrato.
Para los autores que no admiten la teoría de la inexistencia en el Código Civil, la sanción por falta
de objeto es la nulidad absoluta, pues se habría omitido un requisito exigido por la ley para el
valor del acto, en consideración a su naturaleza o especie.
EL OBJETO ILICITO
CONCEPTOS GENERALES: El art. 1445 exige para la validez del acto que el objeto sea lícito.
Aunque el objeto sea ilícito, adquiere existencia jurídica, pero el acto nace con un vicio que lo hace
susceptible de ser invalidado por la declaración de nulidad absoluta.
Según Claro Solar, objeto lícito es el reconocido por la ley, que lo protege y lo ampara. A contrario
sensu, el objeto ilícito es aquel que no se conforma con la ley; o bien aquel que infringe la ley o
contraviene el orden público y las buenas costumbres.
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Este concepto de objeto ilícito se obtendría del artículo 1461 inciso final, que se refiere al objeto
moralmente imposible, y aplicando por analogía el art. 1467, referido a la causa ilícita.
Para Eugenio Velasco Letelier, en cambio, objeto ilícito es aquel que carece de cualquiera de los
requisitos que la ley señala al objeto, tanto cuando éste consiste en una cosa como en un hecho. A
contrario sensu, el objeto es lícito cuando la cosa o el hecho reúne los requisitos legales.
Avelino León, en cambio, señala que es objeto ilícito el que versa sobre cosas incomerciables o
hechos o contratos prohibidos por las leyes, o sobre hechos contrarios a las buenas costumbres
o al orden público.
Vial del Rio plantea que es irrelevante el concepto de objeto lícito como aquel que se conforma
con la ley, siendo lo importante establecer cuando el objeto es ilícito. Según el art. 1445 cuando
enumera los requisitos para que una persona obligue a otra por un acto o declaración de voluntad, no
dice que el acto debe ser lícito, sino que el objeto del acto debe ser lícito.
Si se considera que el objeto del acto consiste en una cosa o un hecho, solo podría formularse
un juicio de ilicitud cuando el acto tenga por objeto un hecho, ya que las cosas, por sí mismas
no son lícitas ni ilícitas. Hay objeto ilícito según Vial entonces, cuando el objeto del acto o
contrato consiste en la ejecución de un hecho ilícito, siendo aquel el que contravienen la ley,
concepto que coincide con el de moralmente imposible (art. 1461 inc. final).
La ilicitud del objeto no sólo consiste en un hecho ilícito, sino que también a que el acto o contrato
sea considerado reprobable. Tales son, en primer lugar, la causal general de objeto ilícito que
establece el art. 1466, en todo contrato que la ley prohíbe, y la causal que contempla el artículo 1464
en la enajenación de las cosas que la disposición señala.
En resumen, Vial entiende en términos generales que “es ilícito el objeto cuando éste consiste en
la ejecución de un hecho que atenta contra la ley, el orden publico, la moral y las buenas
costumbres, ya que el reproche de ilicitud se formula específicamente en consideración al
hecho que constituye el objeto del acto, como sería matar a otro, lo que contamina, por así
decirlo, con el vicio de ilicitud al acto que tiene por objeto tal hecho.” Esto afirma que es el acto
mismo el que configura la causal de objeto ilícito.
El Código no define el objeto ilícito, solo señala algunos casos en que se presenta con especial
relevancia la ilicitud del objeto:
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contiene normas relativas al cumplimiento de resoluciones dictadas por tribunales extranjeros. Se
agrega que las estipulaciones por las que las partes contratantes se someten a una jurisdicción
extranjera es perfectamente legítima dentro de ámbito de derecho internacional privado (art. 318
Código de Bustamante).
Para Vial el tema es discutible en razón del Decreto Ley Nº 2349 de 1978, que estipula que es
necesaria la dictación de una ley especial para autorizar los pactos de sumisión a derecho extranjero
de los contratos internacionales o a las estipulaciones a través de las cuales los diferendos derivados
de tales contratos se someten a la jurisdicción de tribunales extranjeros, en que sea parte el Estado de
Chile o sus organismos, instituciones o empresas.
El problema de interpretación subsiste en relación con los referidos pactos en contratos celebrados en
Chile, en que no son parte el Estado o sus organismos, instituciones o empresas.
a) El derecho a suceder por causa de muerte a una persona viva no puede ser objeto de contrato
alguno, sea gratuito u oneroso.
b) La redacción del inc. 2 del art. 1463 induce a pensar que la regla general del inc. 1 tiene una
excepción constituida por las convenciones entre el que debe una legítima y el legitimario relativas a
la misma legitima o mejores, convenciones que serian válidas. Sin embargo estos pactos no se
encuentran autorizados en el Titulo de las Asignaciones Forzosas, siendo la única autorizada la
contenida en el art. 1204, pacto de no disposición de la cuarta de mejoras, que señala que “Si el
difunto hubiere prometido por escritura pública entre vivos a su cónyuge o a alguno de sus
descendientes o ascendientes, que a la sazón era legitimario, no donar, ni asignar por
testamento parte alguna de la cuarta de mejoras, y después contraviniere a su promesa, el
favorecido con ésta tendrá derecho a que los asignatarios de esa cuarta le enteren lo que le
habría valido el cumplimiento de la promesa, a prorrata de lo que su infracción les
aprovechare.
Cualesquiera otras estipulaciones sobre la sucesión futura, entre un legitimario y el que le debe
la legítima, serán nulas y de ningún valor”.
c) Del art. 1204 se desprende que la única convención permitida es la no de no disponer de la cuarta
de mejoras. La ley prevé la infracción a dicho pacto, consistente en que la parte que se obligó a no
hacerlo dispone de la cuarta de mejoras en su testamento, en cuyo caso la sanción no es la nulidad
de este instrumento, sino que simplemente la ineficacia de la disposición de la cuarta de mejoras,
pero solamente en lo que representa perjuicio para el asignatario que fue parte de dicho pacto,
constituido por lo que dejo de percibir si el causante hubiera cumplido su promesa.
Siendo este pacto la única excepción respecto a los pactos sobre sucesión futura, Vial plantea que la
ley autoriza otra convención relativa a legítimas o mejoras: La donación irrevocable hecha en razón
de legítimas o de mejoras a que se refiere el artículo 1185 del Código Civil.
d) La ley prohíbe las convenciones que tengas por objeto el derecho a suceder por causa de muerte a
una persona viva, siendo perfectamente validas las convenciones relativas a derechos sucesorios ya
existentes por haber muerto el causante (cesión de derechos hereditarios, art. 1909 y siguientes).
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3.- ENAJENACION DE LAS COSAS ENUMERADAS EN EL ARTÍCULO 1464: Dice el art.
1464: “Hay un objeto ilícito en la enajenación: 1. De las cosas que no están en el comercio; 2.
De los derechos o privilegios que no pueden transferirse a otra persona; 3. De las cosas
embargadas por decreto judicial, a menos que el juez lo autorice o el acreedor consienta en
ello; 4. De especies cuya propiedad se litiga, sin permiso del juez que conoce en el litigio”.
Antes de entrar en el estudio particular de cada una de las enajenaciones mencionadas en el art. 1464,
es menester precisar algunos conceptos:
a) QUÉ SE ENTIENDE POR ENAJENACIÓN: El acto por el cual se enajena una cosa es la
tradición, definida por la ley como un modo de adquirir las cosas que consiste en la entrega que
el dueño hace de ella a otro, habiendo por una parte la intención y la facultad de trasferir el
dominio, y por otra la capacidad e intención de adquirirlo. En consecuencia la tradición es
sinónimo de tradición.
En cuanto a las finalidades que puede desempeñar la enajenación se puede tomar en un sentido
amplio o restringido.
En un sentido amplio, la enajenación designa a la tradición, la cual sirve para transferir el
dominio o para constituir cualquier otro derecho real. En sentido restringido, la enajenación se
refiere solo a la transferencia del derecho real de dominio.
Se discute en doctrina el alcance que debe darse al término enajenación contenido en el artículo
1464. Para algunos, cuando la ley habla de enajenación por lo general se refiere a la tradición que
hace posible la transferencia del dominio y no a la enajenación en un sentido amplio, lo que
desprende de varias disposiciones en que se distingue entre “enajenar y gravar” o “enajenar y
gravar con hipotecas, censos o servidumbres”. Para otros, cuando la ley dice enajenar no
necesariamente restringe el alcance de este término a la tradición que permite la transferencia de
dominio, y el artículo 1464 es uno de los casos en que dicha palabra debe tomarse en un sentido
amplio.
En consecuencia, en los casos enumerados por el artículo 1464 adolece de objeto ilícito la tradición
de las cosas que en ellos se señala, sin que tenga para tal efecto relevancia alguna que la tradición se
haya hecho con la intención de transferir el dominio o de cualquier otro derecho real.
Algunos autores estiman que el art. 1464 no tiene el alcance de una norma prohibitiva respecto a
todos los casos enumerados en tal artículo, solo respecto a los números 1 y 2, no teniendo tal carácter
respecto a los números 3 y 4 ya que bajo ciertas circunstancias (permiso del juez que conoce el litigio
o autorización del acreedor) la enajenación de dichas cosas es válida. El alcance del art.1810 es solo
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parcial (referido a los números 1 y 2) de modo tal que la venta de cosas embargadas o de las especies
cuya propiedad se litiga no adolecería de objeto ilícito por no ser aplicable el art. 1466.
La opinión mayoritaria de la doctrina y jurisprudencia es que el art. 1464 debe ser
interpretado como una norma prohibitiva.
3.1.- ENAJENACIÓN DE LAS COSAS QUE NO ESTÁN EN EL COMERCIO: Las cosas que
no están en el comercio humano son aquellas que no susceptibles de dominio o posesión por los
particulares (Ej.: cosas comunes a todos los hombres y bienes nacionales de uso público).
El art. 1461 determina que es requisito del objeto, cuando este consiste en una cosa, que sea
comerciable y que de no serla, no podría constituir el objeto de un acto o contrato ya que faltaría una
cualidad esencial del objeto. Mientras que el art. 1464 determina que sería ilícito, pudiéndose
desprender de tal artículo, que aunque la cosa este fuera del comercio, puede constituir el objeto de la
enajenación. Así la enajenación de cosa incomerciable no sería inexistente, sino que se sancionaría
con nulidad absoluta, por aplicación del art. 1682.
Vial concuerda con Claro Solar al entender que el Nº 1 del art. 1464 revela una confusión de ideas
del legislador, consecuencia de que no distingue entre requisitos de existencia y validez.
Vial entiende que si la cosa no existe, o no se encuentra determinada o está fuera del comercio, falta
un requisito o cualidad esencial del objeto, lo que implica que si se llegara a celebrar un contrato en
que la cosa debida no existe o es incomerciable o indeterminada, no cabe sino concluir que tal acto
carece de objeto y, como tal, no produce efecto alguno, pues el objeto es un elemento de la esencia.
Podría argumentarse a su vez, que la declaración que tiene por objeto una cosa incomerciable, tiene
un objeto, constituido por la misma cosa, lo que no ocurre cuando no existe o cuando se encuentra
indeterminada. Dicho en otros términos, constituirían requisitos o cualidades esenciales de la cosa
objeto del acto jurídico solamente que ésta exista y que se encuentre determinada.
Se contra argumenta a esto que la absoluta indeterminación del objeto revela que no existe una
intención seria de obligarse, y esto es lo que ocurriría también en los actos que recaen sobre cosas
incomerciables.
Llama la atención que los únicos actos que la ley expresamente declara que tienen un objeto ilícito
sean la compraventa y la enajenación (sanción nulidad absoluta). El código no menciona que otros
actos que tengan por objeto una cosa incomerciable adolezcan de objeto ilícito, o conlleven su
nulidad absoluta, siendo posible a su respecto llegar a una sanción más drástica como la inexistencia
jurídica. Sustenta esta tesis, en primer lugar, el art. 1461, del cual se desprende que no puede ser
objeto de una declaración de voluntad una cosa incomerciable, y segundo, el art. 1444 cuando dice
que sin las cosas de la esencia del contrato no produce efecto alguno.
Sin duda es extraño que otros contratos como el arrendamiento y el comodato, se sancionen con la
inexistencia jurídica, en circunstancias que la venta de la misma cosa produzca efectos mientras no
se declare su nulidad absoluta. Esta incongruencia se le atribuye a un error del mismo código en el
art. 1464 al especificar que se trata de la enajenación y no de cualquier acto que tenga por objeto una
cosa incomerciable.
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Hay quienes consideran que esta disposición es redundante, ya que los derechos y privilegios que no
pueden transferirse a otras personas estarían fuera del comercio humano, aplicándose la regla del Nº
1 del artículo 1464, entendiendo equivocada tal interpretación, ya que si se encontrarían dentro del
comercio humano, toda vez que son susceptibles de dominio o de posesión por los particulares, lo
que ocurre es que son inalienables, lo que significa que el titular de dichos derechos no puede
transferirlos a otra persona.
En consecuencia, no sería redundante el Nº 2 del art. 1464 ya que todas las cosas
incomerciables son inalienables, pero no todas las cosas inalienables son incomerciables (como
sucede con los derechos personalísimos) pues pueden ser susceptibles de dominio o de posesión
por los particulares.
La enajenación de cosas embargadas plantea una serie de interrogantes que se pasan a exponer a
continuación:
a) Desde que momento debe entenderse que una cosa se encuentra embargada: Se hace
necesario distinguir entre las partes litigantes y los terceros ajenos al juicio:
a.1) Respecto a las partes litigantes en el juicio que se ha declarado el embargo, desde el momento
en que notificada la resolución que ordena requerir de pago al deudor y embargarle bienes
suficientes si no paga en el momento del requerimiento, el ministro de fe quien corresponde
efectuar la diligencia del embargo practica éste sobre bienes específicos del deudor.
b) Cuándo debe existir el embargo o prohibición para que la enajenación adolezca de objeto
ilícito: Debe existir al momento de la enajenación para que ésta adolezca de objeto ilícito.
c) ¿Hay objeto ilícito en la enajenación forzada de una cosa embargada?: Algunos autores como
Avelino León y Claro Solar (y a la cual también adhiere Vial del Rio) consideran que es válida,
porque en el Nº 3 del art. 1464 la ley sanciona la ilicitud que revela la conducta de la persona que
transfiere el dominio de la cosa embargada a un tercero voluntariamente, y no aquellas conductas
que no requieren el consentimiento del deudor y que pueden producirse inclusive contra su voluntad,
como lo son las ordenadas por el juez (ver ejemplo pág. 179-180).
Otros piensan que por no distinguir la ley entre enajenación forzada y voluntaria, cualquiera de ellas
adolecería de objeto ilícito.
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d) ¿De qué manera se podría enajenar válidamente una cosa embargada?: El art. 1464 Nº 3
establece dos maneras:
d.1) Autorización judicial: Debe darla el mismo juez que decretó la prohibición o embargo. Si
varios jueces lo han decretado, la autorización debe ser dada por todos ellos.
d.2) Autorización del acreedor: En cuanto al acreedor, éste puede renunciar a su derecho como
acreedor embargante, en virtud del art. 12 (se puede renunciar a un derecho mientras éste sea en
beneficio propio y no sea prohibido por la ley). Si hubiere más de un acreedor, la autorización la
deben dar todos ellos.
En ambos casos, la autorización debe darse antes de la enajenación, pues si fuera a posteriori vendría
a constituir un saneamiento del vicio de nulidad absoluta que la ley no contempla.
1.1.- CONDONACIÓN DEL DOLO FUTURO: Dice el art. 1465 que “el pacto de no pedir más
en razón de una cuenta aprobada, no vale en cuanto al dolo contenido en ella, si no se ha
condonado expresamente. La condonación del dolo futuro no vale”.
La condonación del dolo futuro es reprobada por la ley porque supone que una de las partes de la
convención acepta anticipadamente que la otra la haga víctima de engaños o que infrinja un
contrato con la intención de dañar al acreedor, y porque implica una renuncia a perseguir la
responsabilidad de la parte que actuó con dolo, lo que pugna contra principios esenciales del
derecho como son la buena fe y la responsabilidad por los actos ilícitos. Esto no obsta a que el dolo
pueda ser condonado una vez que se haya ejecutado el engaño o la infracción de obligación dolosa y
siempre que la persona que condona haya conocido el engaño o dolo del deudor que fue víctima.
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La condonación del dolo debe ser una declaración en que se manifieste en términos explícitos y
directos su intención de condonar el dolo específico de que ha sido víctima.
1.4.- CONTRATOS PROHIBIDOS POR LA LEY: El art. 1464 termina incluyéndolo que se
constituye como la regla general, estableciendo que habrá objeto ilícito en todo contrato prohibido
por las leyes (Ej.: compraventa de cosas cuya enajenación está prohibida por ley o la compraventa
entre cónyuges).
LA CAUSA
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Por otra parte, la doctrina anticausalista considera suficiente para la existencia del acto jurídico la
manifestación de voluntad y el objeto sobre el cual ésta recae, y que estima que la exigencia de una
causa impone un requisito artificial y prescindible.
La principal dificultad que presenta la causa para los intérpretes y tratadistas está en sus variadas
acepciones:
a) CAUSA EFICIENTE: Es el elemento generador del efecto, el que da vida a lo que antes no
existía. En este sentido, se puede afirmar que la fuente de las obligaciones, esto es, los hechos
jurídicos que les dan origen, son su causa eficiente. (Ej.: causa eficiente de la obligación del
vendedor de entregar la cosa es el contrato de compraventa mismo).
b) CAUSA FINAL: Es el fin inmediato o invariable de un acto, o sea, el fin próximo que
determina la voluntad a obrar y que siempre es posible encontrar en la estructura misma del contrato
y que es siempre idéntica para todos los actos pertenecientes a la misma especie. (Ej.: la causa o fin
del comprador es incorporar la cosa a su patrimonio y del vendedor procurarse dinero).
EVOLUCION HISTORICA DE LA NOCION DE CAUSA: Se dice que la noción se origina en el pensamiento de los
canonistas medievales quienes consideraron que no bastaba para crear obligaciones el solo consentimiento de las partes,
sino que sería necesario además, que este encuentre razón en un motivo lícito y moral.
En los tiempos modernos surge Domat quién da los elementos o piezas fundamentales de la teoría clásica de causa, para
lo cual se centra en la causa de la obligación que contrae una de las partes que celebra un contrato, y descarta por
completo la causa del contrato que engendra la obligación. Dicha teoría es perfeccionada y completada en el S.XVIII por
Pothier y es la que orienta a los redactores del Código Civil Francés o Código de Napoleón.
Tal como decíamos antes, causalistas y anticausalistas representan las dos vertientes que se pueden encontrar en torno al
tema. Los primeros pueden subdividirse, a su vez, en quienes creen que la causa debe configurarse con un criterio
estrictamente objetivo (causa eficiente) y otros que la consideran con un criterio eminentemente subjetivo (causa
motivo).
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b) DOCTRINA ITALIANA: Pese a coincidir con la doctrina tradicional en cuanto a que debe
existir una causa y que esta debe analizarse por un criterio objetivo, los italianos consideran que la
causa surge como requisito del acto jurídico y no de la obligación.
Para Betti “la causa del negocio es, propiamente, la función económico – social que caracteriza al
tipo de negocio como acto de autonomía privada (típica en este sentido) y determina su
contenido mínimo necesario”.
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parte el art. 1467: No puede haber obligación sin una causa real y lícita; pero no es necesario
expresarla. La pura liberalidad o beneficencia es causa suficiente.
Se entiende por causa el motivo que induce al acto o contrato; y por causa ilícita la prohibida
por ley, o contraria a las buenas costumbres o al orden público.
Así la promesa de dar algo en pago de una deuda que no existe, carece de causa; y la promesa de dar
algo en recompensa de un crimen o de un hecho inmoral, tiene una causa ilícita”.
Y agrega el art. 1468: “No podrá repetirse lo que se haya dado o pagado por un objeto o causa
ilícita a sabiendas”.
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b) ARGUMENTOS DE QUIENES SOSTIENEN QUE EL CÓDIGO CIVIL INNOVÓ EN
MATERIA DE CAUSA, APARTÁNDOSE DE LA DOCTRINA TRADICIONAL:
1) El concepto de causa – motivo existía desde la Edad Media. No cabe duda que esta concepción era
conocida por Bello, constituyendo su fuente de inspiración a pesar de estar en boga los postulados
de la teoría clásica.
2) Definición expresa del Código (motivo).
3) El Código establece que la mera liberalidad es motivo suficiente, pero con ello no está señalando
que adopta la teoría tradicional, sino que en las donaciones o demás actos gratuitos basta como
motivo la intención de efectuar una liberalidad.
4) Al exigir el Código una causa real y lícita, esta facultando al juez para indagar por el motivo que
realmente determinó a la celebración del acto o contrato, establecido el cual podrá concluir si es o no
ilícito.
5) En la promesa de dar algo en pago de una deuda que no existe, que constituye ejemplo de la falta
de causa, no es posible desconocer el motivo que induce a formular la declaración y que está
constituido, precisamente por la creencia de que existe una obligación.
REQUISITOS: De acuerdo al artículo 1467 del Código Civil, la causa debe reunir dos requisitos:
ha de ser real y además lícita. No necesita expresarse sin embargo.
1.- LA CAUSA DEBE SER REAL: Se entiende por tal, aquella que efectivamente existe. La
existencia de la causa debe ser objetiva; no basta que exista solamente en el fuero interno de la
persona. No interesa saber si subjetivamente existe para el autor o la parte una causa, porque ello
implicaría caer en la causa ocasional. El acto jurídico no producirá otro efecto que el correspondiente
a su estructura jurídica, cualquiera que sea la idea que al respecto tengan las partes. Esta objetividad
es la que distingue la causa de los motivos.
a) Falta de causa en los actos simulados: Se distinguen dos etapas, primero aquella en que los
contratantes se ponen de acuerdo en ocultar su voluntad real para la simulación y, segundo, aquel
momento en que lo celebran. Según Vial, respecto al contrato simulado el motivo que sirve de causa
es el interés de las partes de engañar a terceros. Respecto a la simulación absoluta no existe ningún
motivo real que induce a las partes a celebrarlo y en la relativa, si bien existe un motivo real para el
contrato disimulado (que es lo que realmente quieren las partes) pero no existe un motivo real para el
contrato simulado.
b) Falta de causa en los actos que tienen como único motivo la creencia errada de que existe
una obligación: El declarante se representa como motivo determinante de la declaración una
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obligación que, en realidad, no existe. Se presenta una causa falsa, lo que equivale a decir que carece
de causa real, por lo tanto, debe considerársele inexistente.
2.- LA CAUSA DEBE SER LÍCITA: La exigencia de ilicitud de la causa, que formula el artículo
1467, permite a los tribunales mantener el control de la moralidad de los contratos. La autonomía de
la voluntad, que posibilita a los particulares una absoluta libertad contractual, está necesariamente
limitada por el interés general que exige reprimir la inmoralidad.
Según nuestro Código, hay causa ilícita cuando el acto:
1º Está prohibido;
2º Es contrario a las buenas costumbres; y
3º Es contrario al orden público
a) RELACIÓN ENTRE LA CAUSA Y EL ERROR: Existe entre la causa y las hipótesis de error
relevante o error – vicio, en donde la causa de que la víctima haya contratado (motivo determinante)
es la creencia de que la cosa tenía una determinada sustancia o cualidad, o la consideración de una
persona determinada.
Otra cosa distinta es el llamado error en los motivos, el cual se traduce en una intelección
defectuosa de hechos extraños al esquema negocial. Supone inexacta representación de las razones o
móviles personales que inducen a contratar, las propias creencias, propósitos individuales y fines
buscados son objeto de yerro y equivocación.
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LA SIMULACIÓN
CLASIFICACION DE LA SIMULACIÓN:
1.- En cuanto a la existencia del acto jurídico, la partes dan apariencia de realidad a un acto que no
existe (simulación absoluta).
2.- En cuanto a la naturaleza del acto jurídico, las partes celebran un acto que sirve para esconder o
disimular otro, que es el realmente querido por las partes (simulación relativa)
3.- En cuanto a las persona de los contratantes, las partes celebran un acto real, en cuanto a su
existencia y contenido, sin embargo, atribuyen la calidad de partes a personas que en realidad no la
tienen (simulación relativa).
DESDE QUE MOMENTO EXISTE LA SIMULACIÓN: Hay autores que estiman consumada la
simulación solo una vez que las partes pretendan hacer oponible a terceros el acto simulado.
Ferrara no comparte esta opinión, señalando que el momento mismo de la celebración del
contrato simulado, esta queda perfecta.
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Se diferencian a su vez, en que la intención en la reserva mental es engañar a la contraparte, y en la
simulación es engañar a terceros. Por último, la reserva no atenta contra la validez del acto jurídico,
mientras que la simulación sí.
b) El disimulado u oculto, que es el que refleja la verdadera intención de las partes y que se
encuentra encubierto por el primero.
En la simulación relativa se simula algo por una parte (se inventa la apariencia de un acto que no es real) y por otra se
disimula (bajo ese acto aparente se oculta un acto real) a diferencia de la simulación absoluta en que se simula algo y no
se disimula nada.
La simulación no se sanciona en sí misma (simulación licita), sino que puede ser sancionado el acto disimulado, si este
último persigue perjudicar a terceros o infringe la ley.
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cuanto a la fecha las partes fingen una fecha distinta a la verdadera, suponiendo que éste se ha
celebrado en tiempo pasado (antidata) o en una fecha posterior a la verdadera (postdata) adecuándola
a sus intereses y en relación a las modalidades o pactos accesorios de un contrato las partes
simulan, por ejemplo, plazos en circunstancias que la obligación es pura y simple.
1.- ENTRE LAS PARTES: La regla general es que prima la voluntad real por sobre la declarada.
En este sentido, es frecuente que las partes acompañen al contrato una contraescritura con su
voluntad real, constituyendo así un medio que facilite la prueba en juicio de la voluntad de los
contratantes.
La falta de un documento de un documento que deje constancia de la voluntad real de las partes
puede dificultar en la práctica la prueba de ésta, pero no es obstáculo para que tal voluntad pueda
acreditarse por otros medios.
2.- RESPECTO DE TERCEROS: La regla general es que la voluntad real de las partes, que
mantuvieron encubierta, no afecta a los terceros, sino solo el acto simulado que da cuenta de la
voluntad declarada de las partes.
Sin perjuicio de lo anterior pueden existir terceros que tenga interés en que prevalezca la voluntad
real de las partes que contrataron, para cual deberán probar que tal contrato en su totalidad o en parte.
Por lo tanto, para analizar los efectos que produce la simulación respecto a terceros, hay que
distinguir dos tipos de terceros:
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simuladamente, en circunstancia que quería entregarla en comodato. Z compra la cosa a B quien se la
vende como dueño de la misma).
a) En la hipótesis que el contrato de compraventa constara por escritura publica y que también la
contraescritura que deja constancia del comodato fuera otorgada por escritura pública o por
instrumento privado del que se ha tomado razón al margen de la escritura pública y del traslado, en
cuya virtud obró el tercero, cualquiera de las partes puede imponer a éste el contrato que las vincula.
La venta que realiza B a Z es de cosa ajena, pues B es un mero tenedor de la cosa (comodato),
justificando la acción reivindicatoria que pueda entablar A en contra de Z para recuperar la posesión
de la cosa.
b) En la hipótesis de que no una de las partes, sino que un tercero que ejerce la acción tendiente a que
el juez declare la voluntad real de las partes que aparecen celebrando un contrato simulado,
pretendiera imponer ésta sobre la declarada en el contrato simulado, de una de cuyas partes otro
tercero adquirió una relación jurídica. (Ej.: A vende una cosa a B, con el objeto de sustraerla del
acreedor de A. Luego B vende a Z)
En el ejemplo descrito se encuentran en conflicto los intereses de los terceros que quieren
prevalecerse de la voluntad real (acreedor de A), con los intereses de los terceros que quieren
prevalecerse del acto aparente u ostensible (el adquiriente Z).
REQUISITOS:
b) El actor debe probar el daño sufrido como consecuencia de la incertidumbre ocasionada por el
acto simulado.
El Código nada dice respecto a la prescripción de esta acción. Hay autores que consideran que tal
acción no se extingue por su no ejercicio, pudiéndose ejercer en cualquier tiempo y sea cual fuere el
transcurrido desde la celebración del contrato; otros en cambio, no divisan razón alguna para no
aplicar la regla general que determina la prescriptibilidad de las acciones y derechos, principio que
sólo encuentra excepción en aquellos casos expresamente determinados por ley.
Vial se inclina por la interpretación que propugna la prescriptibilidad de la acción de simulación, por
considerarla más adecuada con el espíritu general de la legislación. El tiempo de prescripción seria el
general de las acciones personales (5 años), a menos que se estimara que la acción de simulación
48
emana de un delito civil, en cuyo caso el plazo de prescripción seria de 4 años, contados desde la
fecha del contrato simulado.
ELEMENTOS:
a) El elemento material u objetivo que es el resultado que la ley no quiere, constituido por la
similitud o equivalencia práctica del resultado prohibido por la norma.
b) El elemento intencional o subjetivo que es la intención de defraudar o burlar la ley.
Se discute en doctrina si ambos elementos deben necesariamente coexistir para que se configure un fraude a la ley, no
siendo para algunos necesario el elemento intencional, dándose casos en que no existe dicha intención. Para otros en
cambio, es de la esencia del fraude a la ley el ánimo fraudatorio, que es el móvil que induce a adoptar una determinada
postura jurídica vinculándose así con al concepto de causa.
LAS FORMALIDADES
CONCEPTO: Las formalidades son ciertos requisitos de forma o externos que exige la ley para
la celebración de determinados actos jurídicos.
Según la enseñanza más difundida, existe entre los conceptos de formalidad y solemnidad una relación de género a
especie, en el sentido que la solemnidad es una especie de formalidad. Por ello todo acto jurídico solemne es formal,
pero no todo acto jurídico formal es solemne.
Por formalidad debe entenderse una modalidad externa o un requisito exterior al cual debe sujetarse el acto jurídico y que
la ley exige con diversas finalidades.
Solemnidad en cambio, es la formalidad que la ley exige cumplir para la formación o perfeccionamiento del acto
jurídico, de manera tal que omitiéndose, el acto jurídico no se perfecciona o no es válido. La sanción a la omisión de la
solemnidad será la inexistencia o la nulidad absoluta, según se acepte o no la inexistencia como sanción en nuestro
ordenamiento civil.
CLASIFICACION: Atendiendo a los objetivos perseguidos por la ley las formalidades se clasifican
en:
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constituyendo la solemnidad un requisito de existencia de los mismos. Si falta la solemnidad, el acto
no existe: no produce efecto alguno.
Las solemnidades no se presumen, requieren para su existencia un texto expreso de la ley. Sin
perjuicio de esto, las partes, mediante la autonomía de la voluntad, pueden convenir que un contrato
no se entienda perfeccionado mientras no se cumpla una solemnidad (Ej.: art. 1802 compraventa, art.
1921 arrendamiento, 1554 Nº 1 promesa necesariamente debe constar por escrito, art. 1801
compraventa de bienes raíces, servidumbres, censos y de una sucesión hereditaria no se reputa
perfecto mientras no se ha otorgado la escritura pública).
SANCION: La omisión una solemnidad requerida para la existencia del acto impide que éste
exista, pues sin esta solemnidad no hay voluntad.
SANCION: La omisión de una solemnidad requerida para la validez del acto jurídico no
impide que el acto nazca a la vida del derecho, pero hace que tenga un vicio el cual lo hace
susceptible que sea declarado nulo.
2.- FORMALIDADES HABILITANTES: Son requisitos que la ley exige para completar la
voluntad de un incapaz, o para protegerlo.
3.- FORMALIDADES POR VÍA DE PRUEBA: Las formalidades por vía de prueba están
constituidas por determinadas formas o requisitos externos que sirven como el principal medio
de prueba de un acto jurídico y que de no emplearse el legislador priva a éste de un
determinado medio de prueba.
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Así por ejemplo, se puede citar como una formalidad por vía de prueba la que establece el artículo 1709, en cuanto exige
que consten por escrito los actos que contengan la entrega o promesa de una cosa que valga más de dos unidades
tributarias.
La formalidad, que en este caso está constituida por la escrituración ("que conste por escrito"), se exige por vía de
prueba por cuanto la sanción a su omisión es que si el acto que debiendo constar por escrito no se escritura no
puede probarse por testigos (artículo 1.708).
Como se puede apreciar, en este caso la ley no exige la formalidad de la escrituración en razón del nacimiento o
perfeccionamiento del acto sino en función de su prueba. Por ello en dicho caso la escrituración no es una solemnidad
sino una formalidad exigida por vía de prueba.
Otro caso que se puede citar como ejemplo de formalidad por vía de prueba es la escrituración del Contrato de Trabajo
(artículo 9 del Código del Trabajo).
SANCION: La omisión impide, simplemente, que el acto pueda probarse por determinado medio de
prueba, lo que no obsta a que la existencia del acto pueda acreditarse por otros medios probatorios,
como seria, por ejemplo: la confesión.
4.- FORMAS O MEDIDAS DE PUBLICIDAD: Son aquellas que tienen por objeto proteger a
los terceros que puedan verse afectados por las consecuencias de un acto jurídico celebrado
por otros.
Con este propósito la ley exige la inscripción del acto en un registro público, su publicación en un
periódico, etc.
a) DE SIMPLE NOTICIA: Son aquellas que tienen por objeto poner en conocimiento de
terceros las relaciones jurídicas de otras personas, en que pueden tener interés (Ej.: notificación
al público por medio de tres avisos publicados en un periódico de los decretos de interdicción
provisoria o definitiva del demente y del disipador, arts. 447 y 461).
Vial del Río citando a Luis Claro Solar estima que la inscripción del decreto de interdicción, es una formalidad de
publicidad de simple noticia. Otros autores, en cambio, sostienen que se trata de una formalidad de publicidad sustancial,
de manera que mientras no se practique la inscripción, la interdicción sería inoponible a terceros. Defienden esta
doctrina, entre otros, José Clemente Fabres y Manuel Somarriva: véase la obra “Tratado de los Derechos Reales”, de
Alessandri-Somarriva-Vodanovic, Tomo I, Quinta Edición (Santiago, Editorial Jurídica de Chile, año 1993), págs. 237 a
239.
b) SUSTANCIALES: Son aquellas que tienen por objeto precaver a los terceros interesados,
que son los que están o estarán en relaciones jurídicas con las partes de los actos que éstas
celebren (Ej.: la notificación que debe hacerse al deudor de la cesión de un crédito).
ACTOS SOLEMNES POR DETERMINACIÓN DE LAS PARTES: La ley es la que da a un acto el carácter de solemne
o no solemne. Las partes, sin embargo, pueden hacer solemne un acto que por exigencia de la ley no tiene tal naturaleza.
Por ejemplo, si se pacta que la compraventa de ciertos bienes muebles se celebrará por escrito: art. 1802 del CC. En este
caso, la ley confiere a las partes el derecho a retractarse de la celebración del contrato.
Por lo demás, si las partes celebran el contrato sin cumplir con la formalidad voluntariamente acordada, se entenderá que
han renunciado tácitamente a la señalada formalidad.
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LA CAPACIDAD
CONCEPTO: Es la aptitud para ser sujeto de derechos y poder ejercerlos por si mismo.
CLASIFICACION:
Por el carácter de atributo de la personalidad que la capacidad de goce reviste, es que no resulta
posible que puedan existir incapacidades de goce generales. De ser ello posible, dicha situación
importaría desconocer al sujeto que estuviese en dicha situación el carácter de persona.
a) Las normas que regulan la capacidad son de orden público, y en consecuencia, no pueden ser
modificadas en un acto jurídico.
1.- LOS DEMENTES: La Corte Suprema ha sostenido que debe entenderse por tales a todos los
que tengan de un modo permanente sus facultades mentales sustancialmente deterioradas,
todos aquellos que se encuentran privados de razón.
La expresión “dementes” que utiliza la ley no debemos interpretarla en su sentido técnico, de
acuerdo al significado que le asigna la psiquiatría, sino en su sentido natural y obvio.
El art. 468 regula lo concerniente a la rehabilitación del demente. Deberá probarse que ha recobrado
permanentemente la razón.
2.- LOS IMPÚBERES: El art. 26 establece que son impúberes los hombres menores de 14 años y
las mujeres menores de 12 años.
Los impúberes se clasifican en infantes (todo el que no ha cumplido 7 años) e impúberes
propiamente tales.
La distinción tiene importancia, tratándose de la posesión de bienes muebles y en el ámbito de la
responsabilidad extracontractual.
En lo que se refiere a la posesión de los bienes muebles, establece el art. 723, 2º, que los dementes
y los infantes son incapaces de adquirir dicha posesión. A contrario sensu, los impúberes
propiamente tales sí podrán adquirirla.
En lo relativo a la responsabilidad extracontractual, el art. 2319 dispone que son incapaces de
cometer delitos y cuasidelitos civiles los infantes y los dementes. Por ende, los impúberes
propiamente tales sí podrán ser capaces de delito o cuasidelito. Quedará a la prudencia del juez
determinar si el menor de 16 años cometió el delito o cuasidelito sin discernimiento, caso en el cual
estará exento de responsabilidad. Si el menor tiene 16 o más años, será plenamente capaz de delito o
cuasidelito civil.
b) Se aceptó expresamente la “lengua de señas”, como un medio idóneo para conocer la voluntad
del discapacitado (el artículo 1019, que regula el otorgamiento del testamento abierto por parte del
sordo o sordomudo que puedan darse a entender claramente, establece que tratándose de estas
personas, “la primera y la segunda lectura deberá efectuarse, además, ante un perito o
especialista en lengua de señas, quien deberá, en forma simultánea, dar a conocer al otorgante
el contenido de la misma”. A su vez, dispone el artículo 13 de la Ley de Matrimonio Civil, si “…
uno o ambos contrayentes … fueren sordomudos que no pudieren expresarse por escrito, la
manifestación, información y celebración del matrimonio se harán por medio de una persona
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habilitada para interpretar la lengua de el o los contrayentes o que conozca el lenguaje de
señas”(el precepto, en verdad, debió aludir también al que sólo es “sordo”). Finalmente, el artículo
382 del Código de Procedimiento Civil, dispone en sus incisos 3º y 4º: “Si el testigo fuere sordo, las
preguntas le serán dirigidas por escrito; y si fuere mudo, dará por escrito sus contestaciones.
Si no fuere posible proceder de esta manera, la declaración del testigo será recibida por
intermedio de una o más personas que puedan entenderse con él por medio de la lengua de
señas, por signos, o que comprendan a los sordos o sordomudos”.
a) Nunca pueden actuar por sí mismos en el mundo jurídico, sino que siempre representados (art.
43).
b) Si actúan por sí mismos, el acto jurídico adolece de nulidad absoluta: art. 1682. Para algunos
autores, la sanción no sería la nulidad sino la inexistencia jurídica, por falta de voluntad.
c) Los actos de los absolutamente incapaces no producen ni aun obligaciones naturales (art. 1470) y
no admiten caución (art. 46).
e) Las obligaciones generadas por actos de los absolutamente incapaces no pueden ser novadas (art.
1630).
1.- LOS MENORES ADULTOS (art. 26): Normalmente, los menores están sometidos a la
potestad del padre y la madre (quienes ejercen la potestad parental, que incide en la persona del
menor, y la patria potestad, que incide en los bienes del menor), o a la curaduría o tutela, según sean
púberes o impúberes.
La interdicción del disipador o del demente, debe solicitarse, en forma de juicio, por determinadas
personas, generalmente el cónyuge y ciertos parientes. En todo caso, tratándose de un loco furioso,
cualquiera persona puede solicitar la interdicción (arts. 443 y 459).
b) Si actúan por sí mismos, sin estar previamente autorizados, sus actos adolecerán de nulidad
relativa (art. 1682).
c) Los actos de los menores adultos producen obligaciones naturales (art. 1470 Nº 1); no así
tratándose de los actos de los disipadores, porque éstos últimos carecen del suficiente juicio y
discernimiento
e) Los actos de los relativamente incapaces pueden ser ratificados (art. 1684).
f) Las obligaciones naturales producidas por los actos de los menores adultos, pueden ser novadas
(art. 1630).
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c) La capacidad de ejercicio revela la idoneidad del sujeto para actos jurídicos en general, idoneidad que se mide en
relación con un grado de desarrollo psíquico general, en tanto la legitimación considera la idoneidad para un acto
singular que se mide conforme a circunstancias particulares.
En definitiva, a las incapacidades particulares están expuestos accidentalmente sujetos con capacidad
plena, es decir con capacidad de ejercicio.
Así las cosas, podemos concluir que las incapacidades particulares o prohibiciones, afectan la
capacidad de goce de un individuo, porque le impiden, en ciertas circunstancias y respecto de
determinadas personas, la adquisición de derechos y la asunción de obligaciones.
CONCEPTOS GENERALES: La doctrina tradicional entiende como los efectos del acto jurídico
al conjunto de derechos y obligaciones que de él emanan.
Según Betti, los efectos de los actos jurídicos corresponden “según la apreciación legislativa, a la finalidad económico –
social del tipo de negocio y son, al mismo tiempo, los que parecen más adecuados a la reglamentación de intereses que
las partes normalmente han tenido en cuenta”.
Vial concluye que los efectos de los actos jurídicos constituyen entonces la forma a través de la cual la ley interpreta a
términos jurídicos lo que las partes de un acto jurídico quieren lograr a través o por intermedio de él; señalan, en
suma, la conversión del fin práctico en un fin jurídico.
En principio, los actos jurídicos sólo producen efectos (derechos y obligaciones) entre las partes
que lo celebran. Sin perjuicio de lo anterior, en ciertos casos, el acto jurídico puede producir efecto
respecto a terceros.
Algunos actos jurídicos por su propia naturaleza producen efectos respecto de todos. Se les denomina actos erga omnes.
En general, los actos de familia y los relacionados con el estado civil producen efectos erga omnes.
De hace de suyo necesario, para analizar lo antes expuesto, estudiar la noción de parte y tercero en
un acto jurídico.
CLASIFICACIÓN:
56
b.1) TERCEROS ABSOLUTOS: Son aquellos que en forma alguna se verán afectados por los
actos jurídicos celebrados por otras partes.
Respecto a los terceros absolutos, el acto jurídico no produce efectos, principio que constituye la
contrapartida a la norma del art. 1545 respecto de las partes del contrato.
b.2) TERCEROS RELATIVOS: Son aquéllos que están o estarán en relaciones jurídicas con
las partes, sea por su propia voluntad o por disposición de la ley.
La doctrina establece a su vez quienes pueden ser terceros relativos:
ACREEDORES DE LAS PARTES: El art. 2465 del Código Civil consagra el llamado derecho de
prenda general de los acreedores. Ahora bien, siendo los acreedores de un deudor ajenos al acto
jurídico que éste celebra, sufren sin embargo los efectos del mismo, desde el momento que puede
afectar o disminuir el conjunto de bienes del deudor con los cuales responder al derecho de prenda
general mencionado. En todo caso, también pueden verse beneficiados, si a consecuencia de los
actos o contratos celebrados por el deudor, se incrementa su patrimonio. En este contexto, también
debemos tener presente que los acreedores comunes tienen ciertas acciones, destinadas a proteger sus
intereses, como son la acción pauliana o revocatoria (art. 2468 del CC) y la acción oblicua o
subrogatoria. La tendencia de la doctrina moderna, es considerar a los acreedores de una de las partes
contratantes como terceros absolutos, y no como terceros relativos.
a) EFECTOS ESENCIALES: Son aquellos que determina la ley, y que se producen como obligada
consecuencia de su celebración.
c) EFECTOS ACCIDENTALES: Son aquellos que las partes pueden, en virtud de la autonomía
privada, incorporar a los actos jurídicos.
OTRA CLASIFICACIÓN DE EFECTOS DE LOS ACTOS JURIDICOS: a) Efectos directos: Son aquellos que surgen
como consecuencia directa e inmediata de la celebración de un acto jurídico (pagar el precio en la compraventa, por
ejemplo) y b) Efectos indirectos: Son aquellos que no surgen como consecuencia directa e inmediata al celebrar un acto,
sino que derivan de relaciones creadas por dicho acto (alimentos en cónyuges al contraer matrimonio, por ejemplo).
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LA REPRESENTACIÓN EN LOS ACTOS JURÍDICOS
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2) Para ejercer la representación voluntaria se requiere necesariamente aceptar y ejecutar el mandato, que se supone
ofrecido tácitamente en ésta. 3) La potestad de representar no es de la esencia del mandato, ya que es plausible que el
mandatario no represente al mandante.
TEORÍA DE LA FICCIÓN DE LA LEY: Sostenida por Pothier, afirma que los efectos de la
representación recaen en el representado y no en el representante, pues por medio de una ficción de
la ley se entiende que es aquel quien manifiesta su voluntad en el acto jurídico.
Esta teoría ha sido abandonada por cuanto no logra explicar los casos de representación legal del demente o del impúber,
ya que resulta imposible admitir que el representante expresa la voluntad de éstos, ya que la ley les da precisamente un
representante porque carecen de voluntad.
TEORÍA DEL NUNCIO O MENSAJERO: Atribuida a Savigny, sostiene que el verdadero sujeto
del acto jurídico es el representado y no el representante, porque este actúa como un intermediario
del “verdadero” contratante, siendo un mero portador de su declaración de voluntad.
Al igual que la teoría de la ficción de la ley, es criticada porque no logra explicar los casos de representación legal del
demente o del impúber señalados anteriormente.
TEORÍA DEL DOBLE CONTRATO (Thol): Thol discrepa de la doctrina de Savigny, en cuanto a
que el representante sea un mero portador de la declaración del principal.
Thol postula que la voluntad contractual nace sólo a partir de la voluntad ajena del mandatario, por
medio de la cual nace la voluntad contractual en el mandante. Los derechos y obligaciones se radican
en el representado gracias a dos contratos: el primero es el que celebra el representante con el tercero
valiéndose del poder de representación; el segundo, el que celebra el representado con el tercero a
consecuencia del anterior.
TEORÍA QUE SIGUE NUESTRO CÓDIGO CIVIL: En conformidad a la relación que se puede
establecer entre las normas que regulan la representación en el Código Civil se entiende que sigue la
teoría de la representación modalidad del acto jurídico. Se desprende tal conclusión en torno a que:
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a) Los mismos términos del art. 1448 aparece claramente que es el representante el que celebra el
acto, pero atribuyéndole los mismos efectos que si hubiese sido ejecutado por el representado; no
considera la ley que el acto ha sido consentido por el representado, sino que estima que solo los
efectos del acto se radican en el representado.
b) Así se desprende también de la ubicación del mismo art. 1448, pues se encuentra junto a otras dos
disposiciones que también establecen excepciones en que los actos celebrados por una persona
afectan a otra (arts. 1449 y 1450)
c) Numerosos artículos ponen de manifiesto que es la voluntad del representante la que la ley
requiere cuando hay representación. Por ejemplo: artículos 672, 673, 678; de acuerdo a estas
disposiciones, la tradición requiere del consentimiento del tridente o su representante y del
adquirente o su representante; y el error del mandatario o representante invalida la tradición.
Conforme al inciso 1° del artículo 721 “si una persona toma la posesión de una cosa en lugar o a
nombre de otra de quien es mandatario o representante legal, la posesión del mandante o
representado principia en el mismo acto, aún sin su conocimiento.”
2.- EN RELACIÓN CON LAS FORMALIDADES QUE EXIGE LA LEY PARA LOS ACTOS
DE CIERTAS PERSONAS: a) Si las formas tienen como misión dificultar los actos de las personas
sometidas a ellas y asegurar su contenido, deben ajustarse asimismo al precepto formal de que se
trate los negocios celebrados por un representante en nombre de esas personas.
2) Mientras que los negocios jurídicos que esas personas realizan como representantes de otras no se
encuentran sujetas a formalidades, no deben guardar éstas.
3.- EN RELACIÓN CON LOS VICIOS DEL CONSENTIMIENTO: Vial del Rio distingue:
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1) El error del representante vicia el consentimiento siempre que dicho error sea también relevante
para el representado.
2) La fuerza o dolo determinante que se ejerciera sobre el representante vicia el consentimiento y
permite rescindir el contrato en el que existió el vicio.
3) El error relevante del representado, o la fuerza o dolo que se hubiera ejercido sobre él, hace
anulable el poder, y a través de este, anula el acto de representación.
4) En caso inverso, en el que el representante o representado ejercieran fuerza o dolo contra el otro
contratante, sin importar de cuál de los dos provenga, viciará el consentimiento, si para la contraparte
des determinante.
4.- EN RELACIÓN CON LA BUENA O MALA FE DEL SUJETO: La mala fe del representado
hace imposible que este adquiera la posición regular, aun cuando el representante haya actuado de
buena fe. Ahora bien, cuando la mala fe del representante no es compartida por el representado, se
entiende por regla general que sí afecta a este último, aunque se encuentre de buena fe.
Cuando la mala fe proviene del representado, sabiendo o debiendo saber el vicio que invalidaba el
contrato, por objeto o causa ilícita, éste no podría alegar nulidad absoluta ni repetir lo pagado, según
los arts. 1683 y 1468 respectivamente. En cambio, cuando la mala fe proviene del representante y no
del representado, no existe una visión dominante. El autor se inclina por la idea que da la doctrina
extranjera, según la cual al representado se le permitiría alegar la nulidad absoluta o repetir lo
pagado, dado que la persona debe sufrir los perjuicios que emanen de su propio actuar, y no del de
otros.
REQUISITOS DE LA REPRESENTACIÓN:
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3.- EL REPRESENTANTE DEBE TENER PODER DE REPRESENTACIÓN: La autorización
para actuar a nombre del representado, debe ser anterior a la celebración del acto en que se ejerce
dicho poder. Hay dos casos en los que, pese a no existir poder de representación, se considera como
si existiera:
1) Si el acto jurídico celebrado por un agente oficioso o gestor de negocios ajenos ha sido útil para el
interesado, se entiende que éste lo ha aceptado en el momento en que se realizó.
2) Cuando el interesado ratifica el acto con posterioridad a su celebración.
La revocación del poder es un acto unilateral, al igual que el que le da origen. Entre las causales de
revocación se encuentran la muerte del representado, la muerte del representante, y la incapacidad
sobreviniente del representante.
1) El art. 2160, inciso primero se refiere al mandatario que actúa a nombre del mandante. Lo que el
Código llama límites del mandato, equivale al contenido del poder de representación. El acto jurídico
es inoponible al representado si el representante se ha extralimitado o ha actuado en ausencia de
poder de representación.
2) El art. 2173 establece una excepción a la regla general que se desprende del art. 2160. El acto
concluido por quien actuó a nombre de otra persona, como si el poder de representación continuara
vigente, será oponible a ésta siempre que la otra parte esté de buena fe.
3) En el art. 2154 se expresan dos situaciones: En primer lugar, si “B” dice ser representante de “A”,
o si siéndolo no tiene el poder suficiente, y celebra un acto con un tercero que desconoce esta
situación, el acto es inoponible a “A”, y sólo “B” responderá respecto al tercero, por haber actuado
de mala fe al no cumplir con el deber de informar la verdadera condición de su poder. En el segundo
caso, se supone que el tercero no puede ignorar (sin incurrir en negligencia), que “B” no era
representante de “A”, o que no tenía el poder suficiente, por lo que “B” no tendrá responsabilidad
frente al tercero, salvo que se obligue personalmente.
4) En el art. 2160, inciso segundo se establece que la ratificación es una excepción al principio
general de que los actos generados en exceso o defecto de poder son inoponibles a la persona a
nombre de la cual se celebran.
LA RATIFICACIÓN: Es el acto mediante el cual el interesado hace por sí eficaz el acto que ha
sido concluido en su nombre. Siendo un acto unilateral, debe emanar del interesado, o en caso del
fallecimiento de éste, debe emanar de los herederos, quienes incorporan el derecho de ratificar que
tenía el causante en su patrimonio, como parte de los derechos y obligaciones que suceden de éste. Si
la persona en nombre de la cual el mandatario contrató no ratifica, éste se hará responsable frente a la
contraparte.
Una vez que la persona frente a la cual es otorgada toma conocimiento de ella, la ratificación es
irrevocable. La ratificación puede ser expresa o tácita, aplicándosele las reglas generales para la
manifestación de la voluntad. Por último, la ratificación opera con efecto retroactivo: por medio de
una ficción de ley se considera que un acto obliga a quien lo ratifica desde la celebración del mismo,
y no desde su ratificación.
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INEFICACIA DE LOS ACTOS JURÍDICOS
1.- INEFICACIA POR INEXISTENCIA: Un acto jurídico puede ser ineficaz porque se omitió un
requisito esencial para su existencia jurídica, lo que determina que no produzca efecto alguno, pues
se estima que no llegó a constituirse como tal. Esta clase de ineficacia se llama inexistencia.
Otros autores distinguen entre ineficacia en sentido amplio, entendiendo que es ineficaz aquel
acto jurídico que no genera sus efectos propios o deja de producirlos por cualquier causa,
dentro de la cual consideran la inexistencia y la nulidad (con mayor o menor discusión en razón a la
consagración de la inexistencia como sanción en nuestra legislación) y la ineficacia jurídica en
sentido estricto, la cual supone un acto jurídico existente y válido, pero que no produce efectos
o queda privado de ellos, a consecuencia de un hecho posterior a la ejecución o celebración del
acto, ajeno al acto mismo, como por ejemplo en el caso de la resolución, la revocación, la
caducidad, la inoponibilidad, etc.
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POSICIÓN DE CLARO SOLAR: Claro Solar sostiene que nuestro Código Civil recoge la teoría
de la inexistencia jurídica, en términos tales que “si falta una de las cosas esenciales a su
existencia, el acto jurídico no puede existir, no puede producir efecto alguno; es la nada.”
Señala que la inexistencia y la nulidad son conceptos diferentes, y esta diferenciación está formulada
por el Código Civil en diversas disposiciones:
a) En los arts. 1444 y 1681, el legislador distinguiría la inexistencia de la nulidad. En el art. 1444,
se expresa que el acto jurídico “no produce efecto alguno” y no que sea “nulo”; en el art. 1681
señala que “Es nulo.... para el valor”, en lugar de decir “para su existencia”; lo que permite
concluir que la nulidad sólo se refiere a la falta de requisitos de validez y no de existencia.
b) El art. 1701, que señala que la falta de instrumento público en los actos o contratos en que la ley
requiera de esta solemnidad, trae como consecuencia que se miren como “no ejecutados o
celebrados”, es decir, como inexistentes, aun cuando en ellos se prometa reducirlos a instrumento
público dentro de cierto plazo, bajo una cláusula penal, cláusula que no tendrá efecto alguno.
c) En el art. 1801 en su inc.2 establece que “La venta de los bienes raíces,
servidumbre y censos, y la de una sucesión hereditaria, no se reputan
perfectas ante la ley, mientras no se ha otorgado escritura pública”. La frase
“perfectas ante la ley”, se interpreta como “existentes ante la ley”.
d) El art. 1809, que establece que en caso de no convenirse el precio, no habrá venta.
e) En el art. 1814, en la venta de una cosa que se supone existir al contratar pero en realidad no
existe, la expresión “no produce efecto alguno” aludiría a una venta inexistente.
b) El art. 1681 del Código Civil solo sanciona con la nulidad absoluta la omisión de los requisitos o
formalidades que las leyes prescriben para el valor de ciertos actos o contratos en consideración a su
naturaleza, no refiriéndose a la inexistencia.
c) Corrobora lo anterior el inc. 2 del art. 1682 que establece que se sanciona con nulidad absoluta
los actos celebrados por los absolutamente incapaces. Si el Código Civil hubiera acogido la
inexistencia, hubiera declarado tales actos inexistentes, pues la demencia implica la falta de
voluntad.
b) El artículo 1681 al señalar que es nulo todo acto o contrato a que falta uno de los requisitos que la
ley prescribe para el valor del mismo, no está significando que es nulo el acto en que se ha
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omitido un requisito de existencia, sino que se refiere a la omisión de requisitos exigidos para el
valor del acto, debiendo entenderse la expresión valor como sinónimo de validez.
c) Respecto a los actos de los incapaces absolutos, esta clase de persona no consienten en el acto o
contrato que ejecutan y podría decirse que falta en el acto o contrato el consentimiento no pudiendo
perfeccionarse; pero como pueden “aparentemente consentir”, la ley declara que este
consentimiento adolece de nulidad absoluta.
En opinión de Vial del Rio el problema radicaría en que el legislador chileno no formuló en
términos explícitos la distinción entre requisitos de existencia y requisitos de validez de los
actos jurídicos lo que lleva a confundir ambos conceptos. Cree, sin embargo, que el legislador
implícitamente distingue entre requisitos de validez y existencia. De no ser así, carecería de sentido
el conjunto de artículos que cita Claro Solar, especialmente el art. 1444.
El hecho de que el Código Civil no mencione la palabra inexistencia jurídica ni diga que la
omisión de un requisito de existencia se sanciona con la inexistencia del acto, no es causal
suficiente como para afirmar que la teoría de la inexistencia no tiene acogida dentro de nuestra
legislación.
Agrega Vial del Rio a su argumentación lo establecido en la Ley Nº 18.046 sobre Sociedades Anónimas, en su art. 6 y
posterior reforma, contenida en la Ley Nº 19499 del año 1997 que establece la denominada “nulidad de pleno derecho”
a las sociedades anónimas que no cumplen la solemnidad requerida para su existencia jurídica, que en opinión de este
autor, viene a reafirmar la idea de la consagración de la inexistencia jurídica en nuestro ordenamiento.
Carlos Ducci, por su parte, considera que carece de lógica la oposición entre actos inexistentes
y actos nulos. Señala que no puede haber un acto inexistente, es una contradicción de términos.
Si se ha emitido una declaración de voluntad en vista de producir un efecto jurídico, el acto existe; el
problema que se presenta es saber si ha cumplido los requisitos de forma y fondo para producir
efectos. Si no es así, el acto no es inexistente, es nulo.
Agrega Ducci que la noción de inexistencia es incierta e inútil, recordando que, por lo demás,
nuestra Corte Suprema ha fallado que se confunden los efectos de la carencia de requisitos de
existencia y validez.
Finalmente, cabe indicar que en el derecho comparado, la tendencia es incluir la inexistencia dentro de la nulidad
absoluta
1.- La inexistencia opera de pleno derecho a diferencia de la nulidad que debe ser declarada
por sentencia judicial: Así, por ejemplo, en un contrato de compraventa que adolece de nulidad, la parte que
pretenda la devolución de la cosa debe pedir primero que se declare la nulidad del contrato. En cambio, tratándose de una
venta inexistente (por ejemplo, por falta de precio), se podría solicitar de inmediato la restitución de la cosa,
interponiendo la acción reivindicatoria (lo que supone, obviamente, que se desconoce el contrato).
En ambos casos se deberá recurrir a los tribunales, aunque con un objetivo diferente.
2.- El acto inexistente no produce efecto alguno, mientras que el nulo produce todos sus efectos:
Así, el acto jurídico nulo producirá todos sus efectos mientras un tribunal no declare la nulidad, lo
que no ocurre con el acto inexistente.
3.- El acto nulo puede sanearse con el transcurso del tiempo lo que no ocurre respecto al acto
inexistente.
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5.- La nulidad puede alegarse como acción o excepción, mientras que la inexistencia sólo como
excepción: En efecto, mientras se contempla la acción para obtener que se declare nulo un acto
jurídico, no hay acción para solicitar que se declare la inexistencia de un contrato. Por ello, ésta
última sólo podrá deducirse como excepción contra el demandante.
6.- La inexistencia puede ser alegada por cualquier persona a diferencia de la nulidad que
puede ser alegada por determinadas personas: Situación que se da en menor o mayor amplitud,
según se trate de la nulidad absoluta o nulidad relativa.
7.- La nulidad judicialmente declarada, produce efectos sólo en relación a las partes en cuyo
favor se ha decretado lo que no ocurre con la inexistencia, constatada judicialmente, que
permite a todo interesado aprovecharse de ella.
CONCEPTOS GENERALES: La nulidad es la sanción para todo acto o contrato a que falta
alguno de los requisitos que la ley prescribe para el valor del mismo acto o contrato, según su
especie o calidad y estado de las partes (art. 1681 inc. 1º).
El Código Civil reglamenta la nulidad como un modo de extinguir las obligaciones. Sin embargo, cabe hacer presente
que la nulidad no extingue, propiamente, la obligación, sino que destruye el acto o declaración de voluntad que engendró
la obligación; extinguiéndose ésta por consecuencia.
PRINCIPIOS APLICABLES:
a) La nulidad es una sanción de derecho estricto, lo que implica que no puede ser aplicada por
analogía.
b) La nulidad no puede renunciarse anticipadamente, porque con ella se protegen los intereses
superiores de la colectividad.
c) Cuando dos a más personas han contratado con un tercero, la nulidad declarada a favor de
una de ellas no aprovechará a las otras.
LA NULIDAD ABSOLUTA
a) El objeto ilícito;
b) La causa ilícita;
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c) La omisión de algún requisito o formalidad que las leyes prescriben para el valor de ciertos
actos o contratos según la naturaleza de los mismos
d) La incapacidad absoluta de alguna de las partes.
1.- Debe existir al tiempo de producirse la nulidad, es decir, al verificarse la infracción que acarrea la
sanción, lo que acontecerá al ejecutar o celebrar el acto o contrato.
2.- Debe existir también al momento de pedir la declaración de nulidad;
3.- El interés debe tener su causa jurídica y necesaria en la lesión o perjuicio producido por la
infracción.
Cabe señalar que nuestra jurisprudencia permite pedir la declaración de nulidad a terceros, que tengan el interés antes
descrito. En tal sentido, se afirma en un fallo de la Corte de Santiago, de agosto de 1939, que “Basta tener interés en la
declaración de nulidad absoluta; y no es necesario haber intervenido en el contrato cuya validez se impugna”.
Pero no todos pueden pedir la declaración de nulidad. Se priva de este derecho a quienes
conocieron o debieron conocer el vicio que invalidaba al acto jurídico.
La jurisprudencia ha señalado que la palabra “sabiendo” supone el conocimiento personal del vicio
de nulidad, mientras que las expresiones “debiendo saber” aluden a la obligación de conocer el
vicio, deducible de otros preceptos legales (o, agregamos nosotros, de situaciones de hecho, como en
el caso de un abogado).
Los tribunales también han concluido que el conocimiento del vicio debe ser real y efectivo y no el presunto o ficto a que
se refiere el art. 8° del Código Civil, lo que resulta de toda lógica, pues una conclusión contraria, en la práctica impediría
a cualquiera de los contratantes pedir la declaración de nulidad. En tal sentido, un fallo de la Corte Pedro Aguirre Cerda,
de enero de 1988, deja en claro que “En el artículo 1683 del Código Civil no se trata de la presunción de conocimiento de
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la ley establecida en el artículo 8º del mismo Código. Por el contrario, se trata del conocimiento material, real y efectivo
del vicio que afecta al acto o contrato. Esto es tan evidente que, de no ser así, nunca podrían los que ejecutan o celebran
un acto o contrato alegar por su parte la nulidad absoluta, ya que siempre la ley los consideraría como sabedores del vicio
que contaminaría al negocio jurídico” (Repertorio, Tomo VI, pág. 234).
En cuanto a los herederos o cesionarios, los tribunales han señalado, mayoritariamente, que no
pueden alegar la nulidad en la hipótesis planteada, por dos razones fundamentales:
El causante o cedente no tenía tal derecho, y por lo tanto, mal pudo transmitirlo o transferirlo;
Se tiene presente también que cuando un incapaz incurre en dolo, ni éste ni sus herederos o
cesionarios pueden alegar la nulidad (art. 1685). Por ende, con mayor razón no podrían alegarla los
herederos o cesionarios de una persona capaz.
La jurisprudencia mayoritaria (Corte de Talca, julio de 1898 y marzo de 1899; Corte de Valparaíso, julio de 1899; Corte
de Valdivia, mayo de 1910, mayo de 1911, julio de 1912; Corte de Concepción, octubre de 1913, diciembre de 1931;
Corte Suprema, septiembre de 1920, septiembre de 1927, julio de 1930, octubre de 1934 y octubre de 1938) se sintetiza
en los siguientes términos: “Están inhabilitados para alegar la nulidad absoluta los herederos del que ejecutó el acto o
celebró el contrato sabiendo o debiendo saber el vicio que lo invalidaba. Los herederos no podrían invocar por una parte
el carácter de herederos para demostrar el interés que tienen para pedir la declaración de la nulidad absoluta del acto, y
desentenderse de ese carácter para evitar que le alcance la prohibición que gravita sobre sus antecesores para alegar la
nulidad. Los herederos representan y continúan la persona del difunto sin solución de continuidad alguna; le suceden en
todos sus derechos y obligaciones contractuales y transmisibles con las mismas calidades y vicios; salvo ciertas
situaciones personalísimas del de cujus, son la misma persona que él, no pueden ni más ni menos que éste en lo que
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actúan en su representación y sin derecho propio: el muerto vive en el heredero. No procede conferir al heredero un
derecho que no sólo no radicaba en su causante, sino que le empecía a él una expresa prohibición (...) Si se facultara a los
herederos para alegar la nulidad por no haber tenido injerencia en el dolo que la origina, con la misma lógica habría que
concederles la facultad para excepcionarse sosteniendo que la nulidad que se solicita en su contra es consecuencia de un
dolo que no han cometido y no les debe perjudicar. Si aún tratándose de incapaces que han inducido con dolo al acto o
contrato, no se les permite a ellos ni a sus herederos o cesionarios alegar la nulidad, con mayor razón debe sostenerse que
tal prohibición abarca también a los herederos y cesionarios de los capaces” (Repertorio, Tomo VI, pág. 240).
Sin embargo, existen fallos que sustentan la doctrina minoritaria (Corte de Valparaíso, abril de 1933,
julio de 1935; Corte de Temuco, agosto de 1935; Corte de Santiago, noviembre de 1952, septiembre
de 1958 y noviembre de 1960), y que posibilitan pedir la declaración de nulidad a los herederos y
cesionarios, expresando al respecto:
“La regla del artículo 1683 del Código Civil en cuanto prohíbe alegar la nulidad absoluta al que pacta un contrato a
sabiendas del vicio que lo invalidaba, o no pudiendo menos de conocerlo, establece una excepción al principio general
contenido en el mismo precepto, en virtud del cual la acción de nulidad compete a todo el que tenga interés en ello.
Siendo ésa una excepción, la incapacidad o inhabilidad especial que establece no puede aplicarse a otras personas que a
aquellas que señala determinadamente el texto de la ley; de lo que sigue que, como el tenor del artículo 1683 no priva de
un modo expreso y categórico de ejercitar la nulidad de un contrato al heredero de quien lo celebró, conociendo o
debiendo conocer el vicio que lo anulaba, todo intento de extender a él la mencionada inhabilidad o incapacidad significa
una extralimitación de la norma especial, cuyo alcance, por ser de excepción, no puede ampliarse más allá del radio
precisado por su tenor literal. (Repertorio, Tomo VI, pág. 241).
En todo caso, en las hipótesis anteriores, y aún cuando una o ambas partes estén impedidas de
impetrar la nulidad absoluta, el juez, cuando aparezca de manifiesto el vicio, o el ministerio público
judicial, si el asunto está sometido al conocimiento de las cortes, podrán declarar y solicitar que se
declare, respectivamente, la nulidad absoluta.
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Excepcionalmente, la Ley N° 19.499, sobre saneamiento de vicios formales de sociedades, permite subsanar la nulidad
absoluta de que puede adolecer una sociedad, otorgando una escritura de saneamiento, lo que en la práctica viene a ser un
acto de ratificación.
Algunos autores agregan, como características de la nulidad absoluta, que: 1) la acción para solicitar
la declaración de nulidad absoluta es irrenunciable, porque se trata de una institución de orden
público, establecida en el interés general y no particular. 2) La acción de nulidad absoluta se concede
sin distinguir si se ha cumplido o no el contrato nulo (así lo ha entendido la jurisprudencia de la
Corte Suprema); y 3) La nulidad absoluta no opera de pleno derecho, sino que debe ser declarada
judicialmente.
LA NULIDAD RELATIVA
CONCEPTOS: Según el art. 1681, la nulidad relativa es la sanción a todo acto o contrato a que
falta algún requisito que la ley prescribe para el valor del mismo acto o contrato, según la
calidad o estado de las partes.
SANEAMIENTO DE LA NULIDAD RELATIVA: Dice el art. 1691 que el plazo para pedir
rescisión durará 4 años, se contará en caso de violencia desde que hubiese cesado; en caso de
error o dolo, desde el día de celebración del contrato; cuando proviene de incapacidad legal
desde que haya cesado la incapacidad.
a) En caso de violencia o fuerza; el cuadrienio se cuenta desde el día en que hubiera cesado.
Se produce una situación especial tratándose de la nulidad del matrimonio, pues conforme al artículo 48 de la Ley de
Matrimonio Civil, prescribe la acción para impetrar la nulidad, en el plazo de tres años, y no de cuatro, contados desde
que hubiere desaparecido el hecho que originó la fuerza.
b) En caso de error o dolo; el cuadrienio se cuenta desde la celebración del acto o contrato.
El citado artículo 48 de la Ley de Matrimonio Civil, establece que la acción de nulidad de matrimonio fundada en el
error, prescribe en el plazo de tres años, y no de cuatro, contados desde que hubiere desaparecido el hecho que originó el
error.
c) En caso de incapacidad legal; el cuadrienio se empieza a contar desde el día en que haya cesado la
incapacidad.
En todo caso, preceptos especiales del Código Civil pueden designar otros plazos, como acontece,
por ejemplo:
En el art. 1757 del CC., respecto al saneamiento de los actos o contratos ejecutados o celebrados por el marido en
contravención a los arts. 1749, 1754 y 1755: el cuadrienio se contará desde la disolución de la sociedad conyugal o desde
que cese la incapacidad de la mujer o de sus herederos; en el caso del artículo 1759, en el cual el cuadrienio se cuenta
desde que cesó el hecho que motivó la curaduría del marido; en el caso del artículo 1782 la acción de la mujer para pedir
la rescisión del acto mediante el cual hubiese renunciado a los gananciales, prescribirá en cuatro años, contados desde la
disolución de la sociedad conyugal;
a) SITUACIÓN DE LOS HEREDEROS MAYORES DE EDAD: El art. 1691 inc. 1º señala: “los
herederos mayores de edad gozarán del cuadrienio entero si no hubiere empezado a correr; y
gozarán del residuo en el caso contrario”.
Si son mayores de edad y el cuatrienio no corre, tendrán cuatro años desde que murió.
Si son mayores y está corriendo, el tiempo que falte desde que se murió pasa al heredero.
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empiecen a contabilizarse los cuatro años sin tener aplicación el inc. 3 del art. 1692, que como se dijo, se refiere
expresamente a los menores de edad. De esta forma se concluye que puede demandarse la rescisión al cesar la
incapacidad, sin importar cuánto tiempo haya pasado. Sin embargo, en la práctica los alcances de esta interpretación son
por lo general inoperantes, ya que en el mismo plazo, puede completarse el tiempo requerido por la ley para que opere la
prescripción adquisitiva.
CLASIFICACIÓN:
1.- ¿Qué significa ejecución voluntaria de la obligación?: Para algunos autores, consideran que a
la ejecución voluntaria de la obligación aquella que se realiza libre y espontánea con ausencia de
vicios. Para otros, en cambio, consiste en el obrar con conocimiento de los vicios que la invalidan, el
confiriente a sabiendas realiza su obligación de igual manera.
Vial se adhiere a la segunda hipótesis ya que la confirmación debe ser hecha con conocimiento de la
realidad, debe saber el vicio que la invalidaba para renunciar a pedir la rescisión.
CARACTERÍSTICAS DE LA CONFIRMACIÓN:
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REQUISITOS DE LA CONFIRMACIÓN:
a) La confirmación solo opera tratándose de un vicio que la ley sanciona con nulidad relativa.
c) El confirmante debe ser capaz de contratar, ya que es un acto jurídico, y requiere cumplir con los
requisitos establecidos para éstos.
d) Debe hacerse en tiempo oportuno, o sea, entre la celebración del acto y la declaración judicial de
nulidad, ya que una vez declarado nulo, nunca existió.
e) Debe efectuarse después de haber cesado la causa de invalidez, ya que si se confirma cuando la
causa está vigente, se confirmaría un acto anulable posteriormente.
f) Cuando es expresa debe cumplir con las mismas solemnidades que la ley establece para el mismo
acto que se confirma
a) En relación a las personas que pueden pedir la declaración judicial de nulidad: La nulidad
absoluta puede ser pedida por todo el que tenga interés pecuniario en ello, salvo el que ejecutó el
acto a sabiendas o debiendo saber del vicio que lo invalidaba. La nulidad relativa solo puede alegarse
por quien en cuyo beneficio la ha establecido la ley, o por los cesionarios o herederos
b) En relación con la declaración de nulidad de oficio, por el juez: La nulidad absoluta debe ser
declara por el juez de oficio cuando esta manifiesta en el acto o contrato. La nulidad relativa solo
puede ser declarada a petición de partes y nunca de oficio, aún cuando sea manifiesta.
c) En relación con el saneamiento por el transcurso del tiempo: La nulidad absoluta se sanea en
10 años desde la fecha de celebración. La nulidad relativa se sanea en 4 años que se cuentan según lo
visto anteriormente.
NULIDAD TOTAL Y NULIDAD PARCIAL: El acto puede ser afectado por nulidad relativa o
absoluta en su totalidad o en parte. Es total cuando afecta a todas las partes y cláusulas de un
acto jurídico y será parcial cuando afecta solo a una parte o a ciertas cláusulas.
3.- Lo anterior no se puede aplicar si la parte del acto jurídico que no está afectada directamente por
la invalidez es por naturaleza dependiente o accesoria respecto a la inválida, o de cualquier manera
es tal que para el ordenamiento jurídico no puede tener existencia autónoma.
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4.- Tampoco es posible la aplicación cuando se prueba que sin la parte o cláusula el acto jurídico no
se habría realizado o que sin la parte invalidada no se hubiese estipulado la que quedo.
EFECTOS DE LA NULIDAD
1.- EFECTOS QUE PRODUCE LA NULIDAD PARA LAS PARTES QUE CELEBRARON
EL ACTO O CONTRATO NULO: El art. 1687 inc 1º, estable que se restituyen al mismo estado
en que se hallarían si no hubiese existido el acto o contrato nulo, sin perjuicio de lo provenido por
objeto o causa ilícita.
Un acto anulable produce plenos efectos, pero una vez declara la nulidad, esta impide estos efectos
para el futuro y hacia el pasado con efecto retroactivo, en consecuencia se pretende que las personas
que celebraron el acto o contrato, vuelvan al mismo estado en que se hallarían con anterioridad.
La nulidad extingue las obligaciones.
Como debe efectuarse las restituciones mutuas, se establece en el Libro II título XII “de la
reivindicación”.
a) Nulidad por causa u objeto ilícito: El Art. 1687 advierte sobre esto. Se debe buscar la salvedad
en el Art. 1468, donde no se podrá repetir lo pagado cuando se haya dado o pagado por un objeto o
causa ilícita a sabiendas. Una vez declarada la nulidad el que a sabiendas contrató no puede pedir la
restitución. De esta manera la ley sanciona la inmoralidad.
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d) Situación de la persona que adquiere el dominio de la cosa por prescripción: No está
obligada a restituir la cosa que recibió en virtud del acto o contrato nulo la parte que, habiendo
adquirido la posesión de la misma, ha ganado el dominio de ésta por el modo de de adquirir
prescripción adquisitiva.
c) Caso del comprador que es condenado a restituir la cosa cuando se ha declarado la rescisión
de la compraventa por lesión enorme
Las enajenaciones o gravámenes que hubiere hecho el comprador sobre la cosa adquirida antes que
se pronunciara sentencia, no quedan sin efecto. Por eso el Art. 1895 obliga al comprador que se halle
en caso de restituir la cosa a purificarla de todos los derechos reales que hubiere sobre ella.
REQUISITOS PARA QUE OPERE LA CONVERSIÓN: Para que el acto nulo se transforme en
válido, se requiere que:
1.- Que el acto nulo cumpla con todos los requisitos que se exigen para el acto diverso en que se
transforma.
2.- Que las partes tengan conocimiento de la ineficiencia del primer acto.
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Ej.: Si una compraventa de bien inmueble se hace por documento privado no vale, pero si valdría como promesa de
compraventa. Un mutuo ineficaz por no entrega de la cosa puede derivar como promesa de mutuo.
1.- Debe ser común: Es decir, compartido por la generalidad de los que se hallen en las mismas
circunstancias que las partes en el tiempo y lugar en que el acto ha sido concertado.
2.- Debe ser excusable: Debe existir un justo motivo de error, una apariencia que justificadamente
induzca a error.
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LAS MODALIDADES DE LOS ACTOS JURÍDICOS
CONCEPTOS GENERALES: Se definen como las cláusulas que se insertan en un acto jurídico
con el fin de alterar los efectos que normalmente dicho acto produce. Operan al ser incorporadas
por las partes a un acto que ni esencial ni naturalmente las contempla, pero en virtud de la autonomía
privada puede hacerse y constituyen elementos accidentales en dicho acto.
LA CONDICIÓN
CLASES DE CONDICIÓN:
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La doctrina distingue las condiciones potestativas en:
1.- Simplemente potestativa: Son aquellas cuyo cumplimiento depende de un hecho voluntario del
acreedor o del deudor.
2.- Meramente potestativas: Consisten en la pura o mera voluntad de una de las partes.
Refiriéndose a las condiciones meramente potestativas, el Código señala que será nula la obligación
que dependa de la sola voluntad del deudor, no así la que dependa de la sola voluntad del deudor. Y
refiriéndose a las simplemente potestativas, señala que estas valdrán sea que el hecho deba ser
realizado por el acreedor o por el deudor (art. 1478).
El legislador permite que la condición que consiste en la ejecución de un hecho pueda depender del
deudor, pero no ocurre lo mismo con aquella que depende de su mera voluntad. Se explica porque el
cumplimiento de la condición simplemente potestativa no depende de la sola voluntad del deudor
(que quiera o no quiera cumplir) sino que de realizarse el hecho, aunque sea por circunstancias
imprevistas y ajenas a su voluntad, lo quiera o no. Lo que rechaza la doctrina son las condiciones
meramente potestativas que dependan del deudor cuando son suspensivas (te doy mi auto si quiero),
no así las resolutorias (te doy mi auto y me lo devuelves si quiero).
LA CONDICION SUSPENSIVA
1.- Pendiente: Esto es en el tiempo que media entre el día de la celebración del contrato en que una
de las partes contrajo una obligación sujeta a condición suspensiva y el día en que la condición se
realiza, o en que ha llegado a ser cierto que no sucederá el acontecimiento contemplado en ella, o en
que se ha cumplido el plazo dentro del cual el acontecimiento ha debido verificarse, y no se ha
verificado (art. 1482).
2.- Cumplida: Ocurre el día en que se verifica el hecho en que ésta consiste.
3.- Fallida: Esto es el día en que llega a ser cierto que dicho hecho no se va a realizar o en que vence
el plazo establecido por la ley o por las partes para que el acontecimiento se verifique, y no se ha
verificado.
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3.- Fallida: Esto ocurre cuando la condición positiva se produce (el hecho que no debía ocurrir se
verifica).
La condición puede operar dentro de un plazo, el cual puede ser fijado por las partes, o a falta de
éstas por la ley. El plazo legal no se encuentra en ningún artículo, sino que se desprende del mensaje
del Código, el cual señala que “en general se reputan fallidas (las condiciones suspensivas y
resolutorias) si tardan más de treinta años en cumplirse”. Este plazo a que se refiere el mensaje, es el
que establecía el CC para la prescripción, el cual en los últimos años ha variado llegando a ser en la
época actual de diez años, por lo cual se entiende que las condiciones que no se cumplen en dicho
plazo se entienden fallidas. Algunos discuten esta solución respecto del plazo legal, señalando como
fundamento el art. 739 que establece un plazo de cinco años. Finalmente se desecha la solución de la
norma citada por estar exclusivamente referida al fideicomiso. Respecto al plazo que pueden fijar las
partes, se dice que este no puede superar al plazo legal, ya que se estima que el límite puesto por el
legislador es la regla fundamental en esta materia y no debe ser posible su derogación por la voluntad
de las partes.
1.- Pendiente: El derecho del acreedor no ha nacido, se encuentra en suspenso. Por esto el pago del
deudor antes de verificarse la condición constituye pago de lo no debido y puede repetirse (art.
1485). Sin embargo en el intervalo, la ley reconoce al acreedor condicional un germen de derecho, lo
que se evidencia por lo prescrito en el art. 1492 inc. 3º. Al cumplimiento de la condición, esta opera
con efecto retroactivo al momento en que se contrajo la obligación condicional.
2.- Cumplida: Nace el derecho del acreedor para exigir el cumplimiento de la obligación e
igualmente nace para el deudor la obligación de cumplir con esta. Esta condición opera con efecto
retroactivo, por lo que se entiende cumplida desde el momento en que se contrajo la obligación. Este
efecto encuentra fundamento en el art. 1492 inc. 1º, ya que si la condición se encuentra pendiente al
fallecer el causante, no puede transmitir derechos relacionados con ésta a sus herederos por carecer
de ellos, pero al cumplirse ésta, en virtud del efecto retroactivo, se entiende que el sujeto tenía esos
derechos desde el momento en que se contrajo la obligación, por lo que si puede transmitir tales
derechos a sus sucesores.
En la situación prevista por dicha norma, se contempla que la obligación del deudor siempre se
transmite a los herederos; en cambio, la transmisión del derecho del acreedor presenta dos
excepciones (art. 1492 inc. 2º): en el caso de las asignaciones testamentarias y las donaciones entre
vivos, ya que éstas se realizan en consideración a personas determinadas.
3.- Fallida: En este caso el germen de derecho que tenía el acreedor desaparece. Al igual se entiende
que nunca existió obligación para el deudor. Además en el caso de haberse decretado providencias
conservativas a petición del acreedor condicional estas quedarán sin efecto.
LA CONDICIÓN RESOLUTORIA:
1.- Pendiente: Esto es dentro del espacio de tiempo que media entre la celebración del contrato y el
momento en que el hecho previsto se realiza, o la fecha en que llega a ser cierto que el hecho no se
va a realizar, o en que se cumple el plazo fijado por las partes o la ley para que el hecho se verifique
sin que se hubiera verificado. Lo que aquí ocurre es que desde que el contrato se celebra nace un
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derecho para una de las partes que justifica el poder exigir la prestación debida por el deudor, pero
este derecho adquirido puede llegar a extinguirse al producirse una de las situaciones descritas con
anterioridad.
2.- Cumplida: Si la condición es positiva, se encuentra cumplida si se verifica el hecho en que ella
consiste; si es negativa, se encuentra cumplida si no se verifica tal hecho. Aquí se extingue el
derecho que había nacido con el contrato, lo que opera con efecto retroactivo, por lo que se entiende
que el derecho nunca existió.
Respecto al efecto de la condición resolutoria cumplida: Entre las partes, al cumplirse la
condición (al igual que sucede con la nulidad) la ley otorga el derecho a ser restituidas al mismo
estado en que se hallaban antes del contrato. Con respecto a los frutos percibidos en el tiempo
intermedio estos no deben ser restituidos a menos que la ley, el testador, el donante o los
contratantes, según los varios casos, hayan dispuesto lo contrario (art. 1488). En la nulidad, en
cambio, debe restituirlos el contratante que está de mala fe. Por otro lado, los efectos de esta
condición respecto de terceros son que se otorga acción reivindicatoria sólo contra terceros
poseedores de mala fe, a diferencia de lo que ocurre en la nulidad en que también procede contra los
terceros de buena fe.
3.- Fallida: Se encuentra en este estado cuando llega a ser cierto que no sucederá el acontecimiento
contemplado para la extinción del derecho. Puede ocurrir por un hecho que así lo revele, o bien
cuando ha expirado el tiempo dentro del cual el acontecimiento ha debido verificarse y no ha sido
así. Este tiempo debe ser fijado por las partes y, en su defecto por la ley, lo que implica un plazo de
diez años. Finalmente, al fallar la condición resolutoria, desaparece el riesgo de extinción del
derecho, el cual se radica en su titular.
CLASES DE CONDICIÓN RESOLUTORIA:
1.- ORDINARIA: Es aquella constituida por cualquier hecho futuro e incierto del cual depende
la extinción de un derecho, bajo el entendido de que tal hecho no es el incumplimiento de
obligación alguna de las partes que celebran un contrato, pues en tal caso nos encontraríamos en
presencia de una condición resolutoria tácita o de un pacto comisorio.
La extinción del derecho en este caso se produce por el sólo hecho de cumplirse la condición, es
decir, opera de pleno derecho sin necesidad de una sentencia judicial, ya que la ley no requiere de
ella.
2.- TÁCITA: Es aquella establecida por la ley para los contratos bilaterales y en la cual el
hecho futuro e incierto del cual depende la resolución del contrato es el incumplimiento de
alguna obligación emanada de éste. Esta condición, como se dijo, se aplica a los contratos
bilaterales. Además se considera una cosa de la naturaleza del contrato, por lo que las partes pueden
excluirla mediante una expresa manifestación de voluntad.
Aquí se habla de resolución del contrato y no de extinción de un derecho que la parte infractora
adquiere como contrapartida de la obligación, ya que la resolución es una de las causales de
ineficacia de la relación contractual, lo que implica la extinción de los derechos y obligaciones que el
contrato genera para ambas partes y no solamente para la parte que infringe su obligación.
La condición resolutoria tácita se entiende cumplida cuando se produce la infracción de la obligación
de una de las partes, pero en este caso el incumplimiento no acarrea de pleno derecho la resolución
del contrato, sino que se hace necesario obtener que se declare en forma judicial la resolución del
contrato por incumplimiento de la obligación de una de las partes.
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Es posible que por el sólo incumplimiento de la obligación no se produzca la resolución del contrato.
Esto en virtud de lo dispuesto por el art. 1489. De tal norma se desprende que el contratante que ha
cumplido tiene dos opciones: una es demandar la ejecución forzada de la obligación, ya que tiene
interés aún en el contrato y, la otra es que demande la resolución del contrato, para lo cual deberá
interponer la denominada “acción resolutoria”. Sea que demande la una o la otra, puede además
pedir la indemnización de los perjuicios.
Hay que recordar que se infringe la obligación cuando ésta no se cumple, se cumple en parte o en
forma tardía. Además ésta condición opera sólo para contratos bilaterales.
EFECTOS DEL PACTO COMISORIO TÍPICO: Este puede ser simple o calificado.
PACTO COMISORIO SIMPLE: Aquí la estipulación de las partes viene a constituir un llamado
de advertencia al comprador por el cual se le previene que no pagar el precio “puede” producir la
resolución del contrato. Produce los mismos efectos que la condición resolutoria tácita, puesto la
acción comisoria puede enervarse (pagando el precio más las correspondiente indemnización) en los
mismos plazos, por lo que se estima pacto comisorio simple carece de importancia práctica. A pesar
de esto, la única razón que lo explica es poner en conocimiento del comprador la posibilidad de
llegar a la resolución del contrato.
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PACTO COMISORIO CALIFICADO: Es aquella estipulación con la cual las partes dejan
constancia de que el incumplimiento de la obligación del comprador de pagar el precio produce
“necesariamente” la resolución del contrato. En este caso la acción comisoria puede enervarse
(pagando el precio más las correspondiente indemnización) dentro de las veinticuatro horas
subsiguientes a la de la notificación de la demanda de resolución del contrato.
EFECTOS DEL PACTO COMISORIO ATÍPICO
Como aquí precisamente no hay regulación legal se plantean dos criterios por la doctrina:
1.- Unos estiman que a este tipo de pactos se aplican las normas de los arts. 1877 y ss.
2.- Otros (entre ellos Vial) rechazan la postura anterior señalando que dichas normas son
excepcionales y concluyen que los efectos de los pactos comisorios atípicos serán los que las partes
determinen, o los que en su silencio indique el juez interpretando la intención que tuvieron con la
estipulación. Así habrán dos posibilidades: una es que las partes quieran efectivamente que con el
incumplimiento, el contrato se resuelva de pleno derecho operando el pacto como una condición
resolutoria “ordinaria” cumplida (esto será irreversible); y la otra es que las partes quieran que para
que el contrato sea resuelto, sea necesaria la dictación de una sentencia operando como una
condición resolutoria tácita, pudiendo enervarse la acción comisoria mediante la forma y en las
instancias ya vistas.
Dice Vial que a pesar de señalar las partes que el contrato se resuelva de pleno derecho, es posible
seguir con él, esto es, demandar la ejecución forzada, pero sólo en el caso de que el pacto se haya
estipulado en el interés del contratante diligente.
Determinar los efectos que las partes quisieron con el pacto comisorio atípico es una cuestión de
hecho que queda entregada a la decisión del juez.
Esta acción prescribe para los pactos comisorios típicos en el plazo que determinen los contratantes,
si no pasare de cuatro años. Transcurrido este tiempo, prescribe necesariamente, sea que se haya
estipulado un plazo más largo o ninguno. Los cuatro años son contados desde la celebración del
contrato (art. 1880).
Hay que agregar que si la acción ha prescrito para un caso concreto, aún se puede contar con la
acción resolutoria que emana de la condición resolutoria tácita del art. 1489, ya que su plazo empieza
a correr desde que la obligación se hace exigible.
Para los pactos comisorios atípicos la acción prescribe en el plazo de cinco años desde que la
obligación se ha hecho exigible, conforme con la regla de prescripción para las acciones personales
(art. 2515).
1.- En los casos en que no se produce la resolución de pleno derecho (ya se vieron los casos) se
entiende que el contrato nunca se celebró, por lo que no se adquirió ningún derecho.
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2.- En el caso de la condición resolutoria ordinaria y del pacto comisorio atípico que produce los
efectos de aquella no se requiere demandar judicialmente por su carácter de ipso jure. Tratándose de
un contrato unilateral se entenderá que el contrato nunca se celebró; pero en el caso de un contrato
bilateral que tenía una condición resolutoria ordinaria de cuyo cumplimiento dependía la extinción
de un derecho de una sola de las partes (del que lo adquirió), sólo esa parte deberá restituir a la otra
lo que recibió por lo contrato. Sin perjuicio de esto, se admite que pueda pactarse una condición de la
que depende la extinción del derecho de ambas partes.
EFECTOS DE LA CONDICIÓN RESOLUTORIA CUMPLIDA ENTRE LAS PARTES Y
RESPECTO DE TERCEROS:
Estos se producen cuando una persona que no tiene la calidad de parte en el contrato en que existe la
condición, adquiere la cosa que una de las partes obtuvo como consecuencia de la celebración del
mismo. Los efectos respecto de terceros se contemplan en los arts. 1490 y 1491.
La razón de ser del art. 1490 es que el legislador se guió por razones de justicia y equidad, teniendo
como presupuesto la buena fe en el tercero, que estará constituida por el hecho de no haber tenido
conocimiento éste último al contratar de la existencia de una condición resolutoria y, por el contrario,
la mala fe consistirá en haberla conocido en ese momento.
En el caso del art. 1491 (a diferencia del art. 1490) se atiende a un factor objetivo para solucionar el
conflicto de intereses que puede presentarse entre los sujetos: si la condición consta o no en el
contrato.
Comentario: A pesar de que ambos arts. parecen contemplar situaciones diversas no es así. Ambos se
refieren a una causal de ineficacia que permiten resolver el contrato. Hay que agregar, además, que
los dos contemplan la posibilidad de reivindicar en contra del tercero adquirente.
MODO EN QUE DEBEN CUMPLIRSE LAS CONDICIONES: El art. 1484 señala que las
condiciones deben cumplirse en la forma descrita en el contrato, en el evento de que efectivamente
se haya determinado. De lo contrario, se hará en la forma más racional que han entendido las partes
(art. 1483). Esto se aplica tanto a las condiciones suspensivas como a las resolutorias.
EL PLAZO:
CONCEPTO: Se define como el hecho futuro y cierto del cual depende el ejercicio o la
extinción de un derecho.
1.- En el plazo el hecho futuro es cierto, en cambio, en la condición el hecho futuro es incierto.
2.- Del plazo puede depender el ejercicio o extinción de un derecho, en cambio, de la condición
puede depender el nacimiento o extinción de un derecho.
3.- En cuanto a los estados en que pueden hallarse.
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4.- El plazo cumplido opera sólo hacia el futuro, en cambio, la condición cumplida opera efecto
retroactivo.
5.- La condición resolutoria cumplida no opera por regla general de pleno derecho requiriéndose
sentencia judicial, en cambio, el plazo cumplido opera de pleno derecho.
6.- Lo que se paga mientras está pendiente una condición suspensiva puede repetirse, ya que no se
sabe si la condición su cumplirá, en cambio, lo que se paga pendiente el plazo no se puede repetir, ya
que se sabe que necesariamente el plazo ha de llegar.
1.- Cuando el plazo suspensivo está pendiente nace el derecho del acreedor y la obligación del
deudor, pero el acreedor no puede ejercer su derecho ni tampoco exigirlo mientras el plazo está
pendiente. Sin embargo, el deudor si quiere puede cumplir en forma anticipada.
2.- Cuando el plazo suspensivo se encuentra cumplido el acreedor puede ejercer su derecho y
reclamar la prestación debida.
3.- Cuando el plazo extintivo se encuentra pendiente el derecho del acreedor y la obligación del
deudor han nacido, pudiendo el primero ejercer su derecho y reclamar la prestación debida.
4.- Cuando el plazo extintivo se encuentra cumplido se extingue el derecho por el solo ministerio de
la ley. Si el derecho se trataba de una cosa debe ser restituido.
Renuncia anterior al vencimiento del plazo: Esta puede ser formulada solamente por la persona en
cuyo beneficio fue estipulado. Puede ser expresa o tácita (pago pendiente el plazo). La regla general
es que el deudor pueda renunciar al plazo, salvo en los casos contemplados en el art. 1497. Si el
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plazo está establecido en beneficio de ambas partes, para renunciar a él el deudor, necesita el
consentimiento del acreedor.
CONCEPTO: No hay una definición legal de lo que es el modo. Además, a pesar de que el título IV
del Libro Cuarto se denomina “De las obligaciones condicionales y modales” no trata las segundas.
Sin embargo, en el art. 1493 se remite a disposiciones sobre asignaciones testamentarias modales del
Libro Tercero, señalando que son aplicables a las convenciones.
Ahora, de lo dispuesto por el art. 1089 podemos decir que el modo “es una modalidad de los actos
jurídicos que se establece en el testamento o en una convención en virtud de la cual el
asignatario o la parte que adquiere una cosa debe aplicarla a un fin especial, como el de
ejecutar ciertas obras o sujetarse a ciertas cargas”. Las obligaciones modales son las que
contienen esta modalidad.
1.- Si la obligación modal se establece en una asignación testamentaria no acarrea la extinción del
derecho que adquiere sobre la cosa, salvo que el testador haya establecido una cláusula resolutoria,
con lo que el incumplimiento de la obligación modal extingue el derecho. La cláusula resolutoria es
aquella que impone la obligación de restituir la cosa y los frutos, si no se cumple el modo.
2.- Con respecto a la obligación modal que se establece en un contrato la ley no menciona los
efectos, pero en virtud del art. 1493 se aplicarían en este caso las normas del Libro Tercero. De esta
forma la infracción no extinguiría el contrato, salvo que haya una estipulación semejante a la
cláusula resolutoria en el testamento, que sería aquí un pacto comisorio que señale que el
incumplimiento de la obligación modal obliga a la parte infractora a restituir la cosa y los frutos.
Vial estima que otro camino para llegar a la extinción del derecho es la condición resolutoria tácita
cuando la infracción del modo constituye el incumplimiento de una obligación de una parte en los
contratos bilaterales. Además dice que en los contratos unilaterales también puede demandarse la
resolución por incumplimiento (a pesar de lo claro del art. 1489) aduciendo que la ley lo permite en
la donación.
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