Una coca loca tiene muchos menos sponsors que una Coca Cola, pero es reciclable, querible, fácil de llevar, de dejar y de traer. Se trata del mundo verde y amarillo en el que habitamos.
Una coca loca tiene muchos menos sponsors que una Coca Cola, pero es reciclable, querible, fácil de llevar, de dejar y de traer. Se trata del mundo verde y amarillo en el que habitamos.
Una coca loca tiene muchos menos sponsors que una Coca Cola, pero es reciclable, querible, fácil de llevar, de dejar y de traer. Se trata del mundo verde y amarillo en el que habitamos.
envidiablemente tecnológicos cada vez que mi pantalla inteligente no responde, susurra, tocándose la barba, que no es amigo de la ecología. Lo dice como si estuviera confesando que se masturba en la última fila del cine con una foto pedófila por la que ha pagado en yenes. Mientras él habla se me pasan por la cabeza pinos, bosques y lagos, el olor a leña que hay por ahí, los bichitos de luz y un pulpo de ojos saltones con pinta de milanesa que encontré mientras buceaba en Almería. Si esas cosas sobre las que se mueve el hombre en un círculo inacabado que siempre vuelve, desaparecieran, lloraría sin respeto, me sonaría los últimos mocos que también son fluidos santos e iría a la casa de Sergio a pedirle explicaciones. Pero no sé porque, a mí tampoco me enamoran los ecologistas de emblema, los vegetarianos de espinaca con limón y los grinpis a prueba de chuletas asadas y grasa animal. Me gustan las mollejas, la marihuana y los fuegos artificiales de la Navidad. Lo confieso, no reciclo como debería. Sí me llama la atención que para comerse una papa frita haya que llevarse a casa una fábrica de bolsas de plástico diseñadas, impresiona que es más cara la botella que la leche, el embase que el yogurt y la bolsa del Corte Inglés que la bufanda china que está adentro. Eso podríamos comenzar ya mismo a cambiarlo y aligerar el equipaje. También podríamos cerrar las tiendas de ventas de animales y abrir establecimientos para su adopción, incluso, si vamos más lejos, podríamos usar un buen bidet (no el modelo español) y no comprar papel higiénico. Ya que estamos, tampoco desodorante. Eso siempre y cuando nos manejemos con redes sociales a base de clic y obviemos juntarnos en espacios reales.
Pero te decía, reciclar, poner cada vidrio con su vidrio, cada
cartón en la bolsa verde y el humo del cigarrillo siempre fuera del alcance del pulmón, no es para mí. No todavía, aprenderé con el tiempo a ordenar basura, a odiar la Coca Cola y a meditar con el abdomen mientras miro televisión.
Creo que Sergio y yo somos medio-ecologista instintivo, poco
serio, no comprometido, sin verdes brillantes ni ballenas adoptadas por internet. No hablamos por la radio, no vendemos salud y de vez en cuando comemos hamburguesas rápidas que utilizan árboles para envolver papas fritas. Probablemente seamos pecadores sin sponsor.
Aprovecho para pedirte, si te vas a morir o estás pensando en
suicidarte, dona los órganos. Hay gente que necesitaría tus córneas para seguir pecando claramente.