Professional Documents
Culture Documents
EL DIABLO
55
Cuadernos BAC
Nicofás L6pez Martinez
es sacerdotc, cloctor en Tcologi¿r y crrlctlllitico
de Dogmáticir cn kr Frrcrrltrrtl-tlc'li',rl,,girr,lc
Burgos.
r,
^. IABLo Yl, Enscñunzus ur I'ut'hro rt I)io, /92.r (r.irr'cri. Irditrice Vaticana,
Ciudad del Vaticano 1973) n.llt4.
4
malos)) (DS 'z 800). Esta puntualización, así como otras simi-
lares, de fecha anterior y posterior, no es sino una exposición
autorizada del símbolo de la fe, con motivo de ciertoi errores
de o.rigen dualista. que pretendían poner en plano de igualdad
al diablo y a Dios, como princlpios def mal y dlet bien
respectivamente.
No se define la existencia del diablo: se la da por supuesta,
como la de cua,lquiera otra criatura. El Magisterió suele
intervenir con definiciones dogmáticas cuando ai"guno. niegan
verdades reveladas por Dios. No era éste el cáso: ni en la
antigüedad ni en la Edad Media se niega la existencia del
diablo. Los errores surgen, a veces, al explicar la nattraleza y
atribuciones del mismo. Entonces la Iglésia puntualiza cues-
tiones fundamentales relativas al origer¡ natuialeza espiritual,
pecado, condenación eterna y actividad maléfica del- diablo,
sin entrar en. otros pormenores. La persuasión general de que
el diablo existe no tiene fisuras hásta fechas-relativameñte
recientes. He aquí algunos ejemplos de la enseñanza de la
Iglesia:
6
-
El concilio Varicano II afirma que <el Hiio de Dios. con
resurreccion. nos.libró de1 poder dé Satanás>
:t T.T.lr,.J
o,: que et l,acfre envlo a su Hijo <a fin de arrancar por 1SC
él a'los
hombres
.det po4gr de tas riniebtas y ¡¿ S;ü"4;,-áó' jl,l
gye..9n e.fecto. <Crisro^de¡r99a e.t imperio ¿.1 á*Ufo,
Alldiendo a Ef 6, l l-13, habla de <lás ásechanzas áel tÁó'bi.
ii"urí,
(LG 48).
vI se refirió en varias ocasiones a la existencia v
a la-Pablo
actividad maléfica del diablo. pn ," ioLiii; ¿i;é d¿
junio de
.1972, pronunció la conocidá-fruré,-nÁ ;;"¿; ;;
atguna gneta ha entrado el humo de Satanás en el templo
áé
Dios>3. Y el 15 de noviembre del mismo año hablabu
diablo: <Es el enemigo, número unó,- 'p;
ári¿"r
"l dnt;J*
excelencia. Sabemos también que este ü.",os"u.o y perturba-
dor existe de verdad y que con alevosa astucia u"tiu'io¿áuiu,
es el enemigo oculto-qúe siembra .rroré, é iñróii""ilr;'ü
nrstona humana... Es el pérfido y astuto encantador. que
sabé
insinuarse en nosotros-por. *édio ¿é los sentiá;;;;;;
fantasía, de la concupiscéncia, Oe ta tOgici ri6i"" ;
desordenados contactbs sociales en el jue"go O;ñ;;;;;r;;;
¿. ló,
para introducir en él desviaciorr.r,
-uLho mas noclvas porque
en, apariencia son conformes a nuestras estructuras
fiiicai
pslqulcas, o a nuestras instintivas y profundas aspiraciones> a.o
Y añadía: <<Podremos_suponer su ác'ción si;iesira';iií-áárá"
negación de Dios sg
u
frale.radical, sutil y uUrui¿l;'la
¿onJ" ii
mentira se afirma hipócrita y poderosa contra verdad
evidenre, donde el ambr es elimiñado por un egoismo f¡í"
cruel; donde el nombre de Cristo .r'irpugná?o .""'ááiá
;
consclente y rebelde...: donde el espíritd d"el Evane;li;-;;
mlxrltlcaclo.y desmentido; donde se af irma la desesp-eración
como la última palabra> s.
Resumen: a/ Estos documentos, de índole dispar, convie_
nen en
.dqr por supuesta la existeícia del diábi;-ó;; ;.
personal. Se trata de un dato de fe. Como escribe
K. Rahner,
<<no.puede ser entendido .o-á unu mera personifica_
il!1a,Ul9
clon,mltologrca del mal en el mundo, o sea, la existencia
del
oraofo pugge drscutirse> (Sacramentum mundi Il 2491.
19
D ) Í'l dnb.lo depende radicalmente
de Dios creadori fue
creaoo por Dlos y. por tanto, fue creado bueno. La
maldad
3 <<Ecclesia> 32
a Ibid.. o.186. ll972l 969).
s Ibid. -
del diablo se debe a que pecó. Se apartó libremente de Dios y
quedó condenado para siempre.
c) Por permisión divina actúa con astucia, induciendo al
hombre al mal, aunque no puede anular la libertad humana.
El hombre, al pecar, cae bajo su dominio maléfico.
d) Cristo Redentor nos libera del dominio del diablo.
e) El Magisterio de la Iglesia no se compromete con
respecto a otras muchas cuestiones concretas, que apuntare-
mos más adelante, como la naturaleza del pécadó de los
demonios, el número y posible jerarquización ile los mismos,
las formas concretas de su acción en el mundo y en relación
con el hombre. Una vez que rebasamos los datos fundamenta-
les, entramos, como diría Pablo VI, en <todo un mundo
misterioso, revuelto por un drama desgraciadísimo, del que
conocemos muy poco> (1.c.).
Daros sÍnI-rcos
<La doctrina del Magisterio de la Iglesia ha codificado el
contenido real de la Escritura en lo ielativo a los ánseles
(buenos y malos), limitándose con cautela a lo religiosam"ente
lmportante 'para nosotros y para nuestra salvación, y dejando
todo lo sistemático al trabajo de la teología> (K.-RairNen,
o.c.. I 168).
8
de lo que en estas religiones hay de verdadero y de santo>> ó.
Lq v91dad queda garantizada por el hecho de la inspira-
ción bíblica.
Antiguo Testamento
Nuevo Testamento
l2
delPadre (cf..Lc 22,42).l.apasión fue la hora de los enemigos
{e.Jg¡qs. y <<e^l dominio de la oscuridad> (Lc 22,53), es deóir,
del diablo (cf. Col l,13; Ef 2,2;6,12). El (ihabíamétido en ei
corazón de Judas Iscariote la idea de entregarle>r (Jn 13,2),
pues <Satanás entró en Judas>> (Lc 22,2; cf. jn 13.27).
Pero es Jesús quien lleva la iniciativa en la lucha, de modo
que e! fuerte es encadenado por el más fuerte (cf. Mc 3,27) v
<el jefe de este mundo va a ser expulsado afuera> (Jn l2,3lj.
los reiterados ataques de Jesús al diablo se ponen de mani-
fliesto en los milaglos que realiza al expulsár demonios de
algunos posesos y liberar a enfermos de la influencia de
Satanás. El relieve que dan los evangelistas a estos relatos
demlestra, p_o{ }na parte, la importañcia que atribuían a la
acción del diablo en el mundo y, por otr-a, su interés por
presentar..<signos> de la superioridad del Señor y de la
instauración del Reino de Diós: <Si yo expulso los démonios
gracias _al Espiritu de Dios, es que ha llegado a vosotros el
Reino de Dios> (Mt 12,28).
Los casos en que se habla de posesión diabólica suelen
tener manifestaciones fisicas tales como ceguera, mudez total
o
^p-arcial, -convulsiones,
gritos y actitudea furiosas (cf. Mt
9,32; 12,22; 17,14-17;. Mc 1,23-26, etc.). En alsunoi casos
eg4riq. tratarse_ de enfermedades, explicables s'ín posesión
diabólica, pero hay que tener en cuenta que en el Evangelio se
distingue entre_endemoniados y enfermos (Mc 1,34), airnque,
según la mentalidad del judaísmo, se propenda a coísiderir ai
diablo como agente de las enfermedádes.
El dominio de Jesús sobre los demonios es reconocido por
éstos en varias ocasiones (cf. Mc 1,23-24; 5,2-16 y paralelós).
Con la venida y- la obra de Jesús se evidencia qu-e <el jefe de
este mundo está condenado> (Jn 16,11), es d-ecir, véncido.
Como signo de esta victoria, se habla de la sentencia que en el
juicio final.pronunciará Jesús contra los condenados: <Apar-
taos_ de mí, malditos, al fuego eterno, preparado pará el
diablo y sus ángeles> (Mt 25,41).
El ejercicio del poder sobre los demonios es parte inte-
grantg de la misión salvífica de Jesús, misión de lá que hizo
partícipes a sus discípulos, a quienes <daba autoridad sobre
los espíritus impuros> (Mc 6,7). Consta que ellos ejercieron
este poder: <Señor, hasta los demonios se nos someren en tu
nombre> (Lc 10,17; cf. Act 5,16; 8,7; 16,16-18; 19,12-16;).
En las cartas de San Pablo y en los otros escritoi del
Nuevo Testamento se nos alerta contra el diablo y se indican
l3
los medios para vencerle. Jesús, en la oración sacerdotal,
había pedido al Padre: <No ruego que los saques del mundo,
sino que los guardes del Maligno> (Jn 17,15). Porque la
victoria de Jesús sobre Satanás no impide que éste siga
tentando, individual y colectivamente, a los cristianos con
intención de engañarlós (cf. 2 Cor 2,1l) mediante sus estrata-
gemas (Ef 6,11) y trampas (1 Tim 3,7), incluso disfrazándose
de <ángel de lua (2 Cor I 1,14), y <<ronda como león rugiente,
intentando devorar a alguno> (l Pe 5,8). Procura sembrar
cizaña en el campo del Señor (cf. Mt 13,25.28), zarandea a los
apóstoles cribándolos como al trigo (Lc 22,31), suscita perse-
cuciones contra ellos y, en general, contra la Iglesia (cf. Ap
2,10;12,17;' 13,7); estorba la predicación del Evangelio (1 Tes
2,18). Al final de los tiempos, la venida del anticristo <<estará
señalada por el influjo de Satanás> (2 Tes 2,9), quien pondrá
a disposición de aquél <su fuerza, su trono y gran autoridad>
(Ap 13,2), en orden a <<engañar, si fuera posible, aun a los
Mt 24,24).
elegidos> (cf.
Las tentaciones son siempre superables. No todas se
deben al diablo, pero él puede sacar provecho de las que
tienen otras causas, por ejemplo, nuestras tendencias desorde-
nadas. Para vencerlas, contamos siempre con la ayuda de la
gracia. Somos libres y, por tanto, responsables de nuestras
claudicaciones ante la tentación. Sant 4.7 nos da la fórmula:
<<Someteos a Dios; en cambio, resistid al diablo y huirá de
vosotros>>. Esta resistencia es siempre posible, porque <fiel es
Dios, que no permitirá que seáis tentados por encima de
vuestras fuerzas> (l Cor 10,13; cf. 2 Tes 3,3). Hay que
revestirse de la armadura de Dios (Ef 6,11), embrazar el
escudo de la fe (Ef 6,16) y evitar las ocasiones (l Cor 7,5;
1 Tim 3,6). Cumplidas estas condiciones, <<el Dios de la paz
hará pedazos a Satanás bajo vuestros pies rápidamente)
(Rom 16,20). <¡Feliz el hombre que soporta la prueba!> (Sant
1,12); cuantos resistan con valentía estarán entre <los que lo
han vencido por la sangre del Cordero y por la palabra del
testimonio que dieron>> (Ap 12,11).
Los que se dejen seducir y caigan en pecado vienen a ser
<hijos del diablo> (cf. 1 Jn 3,10), se sitúan voluntariamente
bajo su dominio: <Quien comete el pecado es del diablo> (l Jn
3,8); él <actúa ahora en los rebeldes> (Ef 2,2), que optan por
someterse a las tinieblas, alpoder de Satanás (cf. Act 26,18), o
engrosar las filas de alguna <sinagoga de Satanás>> (Ap 2,9;
3,9). De hecho, el mundo, en la medida en que rechaza el
t4
suave yugo cie Jesús (cf. Mt 11,30), (yace en poder del
Maligno> (l Jn 5,19), a quien San Pablo llega a llamar <el
dios de este mundo>> (2 Cor 4,4). Bajo su dominio sólo cabe
participar en la mentira y en la muerte (Jn8,44;1 Tim 4,1).
En la antigüedad
l5
el diablo. A juicio de Tertuliano, los demonios son ángeles
caídos o las almas de aquellos gigantes de que habla Gén 6.
Tratan de perder al hombre en cuerpo y alma,le inducen a la
idolatría, pueden realizar prodigios (por ej., aparición de
fantasmas), fomentan los vicios. <Han enseñado a las mujeres
especialménte el arte de la belleza femenina: el brillo dé las
piedras preciosas con las que se hacen diversos adornos, los
brazaletes de oro con los que se aprietan los brazos, los tintes
con que colorean las lanas y hasta ese polvo negro con el que
destacan el entorno de los ojos> (De cultufem.2,1). En tono
apologético destaca el dominio del diablo sobre la vida
pública pagana: <Las plazas, el foro, los baños, los establos y
nuestras mismas casas no están sin idolos. Satanás y sus
ángeles han llenado el mundo entero>> (De spect.8,9). Acuña
la frase (pompa del diablo>, que pasó a la liturgia: en el
bautismo renunciamos <al diablo, a su pompa y a sus ánge-
les> (ibid., 4,1).La gran victoria sobre Satanás se obtiene en el
martirio.
En cuanto a Orígenes" <la existencia de los demonios es
para él un artículo dé fe> 8. Son criaturas racionales, caídas y
malévolas, que están organizadas. Atribuye el origen de la
situación de los demonios al pecado de soberbia, de apostasía
y de lascivia (alusión a Gén 6). El diablo era el príncipe de
toda la tierra hasta que vino Cristo; y sigue siéndolo en la
medida en que abunda el pecado. Es el tentador, que fomenta
los vicios; somos de Dios, pero el diablo nos compra al precio
de nuestro pecado. Debemos rechazar sus sugestiones, des-
confiar de nuestra debilidad y actuar responsablemente como
seres libres. Dado que el martirio es una victoria sobre los
demonios, se explica que éstos hayan procurado que las
persecuciones cruentas disminuyan. Su arma principal es la
tentacron.
Estas ideas, gradualmente enriquecidas con datos margi-
nales no bíblicos, son de dominio cornún en la literatura
cristiana antigua. No siempre es fácil distinguir en los escritos
patrísticos lo que se transmite como doctrina revelada y 1o
que depende de los libros apócrifos, de creencias populares,
de peculiares teorías astrológicas y, en general, de residuos del
paganismo. Especial interés tienen a este respecto las narra-
ciones sobre la vida de algunos célebres anacoretas, que
luchan con el diablo en la soledad del desierto. Se difunden
8 R. TREVIJAN0, En lucha contra las potestades (Vitoria 1968) p.169.
l6
profusamente relatos de visiones terroríficas de Satanás, que
adopta formas animalescas y provoca tentaciones que los
santos vencen mediante el avuno. la humildad. la oración. el
silencio y el trabajo. Ejerció éspecial influencia'la Vida de San
Antonio, escrita por San Atanasio hacia el año 357 y traduci-
da del griego al latín hacia el año 390. Las tentaciones de San
Antonio darán pábulo a representaciones del diablo bajo
formas grotescas y espantosas. La imaginación de los escrito-
res y, andando el tiempo, de los artistas del románico,
encuentra en ellas un filón inagotable, que seguirá explotán-
dose durante toda la Edad Media, en la pintura flamenca y,
más tarde, en las composiciones del Bosco y de otros muchos.
La enseñanza patristica da por supuesto que el diablo es
de naturaleza espiritual, pues (aunque perdió la bienaventu-
tanza, no per 'ió la naturaleza semejante a la de los ángeles>
(SeN Gnnconlo MncNo, Moral. in Job 2,4: ML 75,557). Por
tanto. es naturalmente superior al hombre, de cuya posibili-
dad de salvación tiene envidia. Esta le mueve a tramar todo
tipo de tentaciones para inducirnos al mal moral. A veces,
provoca también el mal fisico: <Los dolores corporales en
muchas ocasiones son provocados por los ángeles de Satanás;
pero no pueden hacerlo sino con permiso divino> (SaN
AcusrÍN, In Ps. 130,7: ML 37,1708) e. Se llega a la convicción
de que las enfermedades son alteráciones sdmáticas causadas
por el diablo. Al administrar el sacramento de la unción de
los enfermos, se unge la parte enferma, al mismo tiempo que
se exorciza al diablo para que deje de actuar en ella. Para
inducir al pecado, actia a través de su acción en el cuerpo o
en las potencias del alma. Pero no hay que tenerle miedo:
<Puede ladrar, puede solicitar, pero no puede morder sino al
que quiera ser mordido> (SeN AcusrÍN: ML 39,1820). Para
eludir sus trucos tiene fuerza especial la señal de la cruz;
también se menciona con preferencia la eficacia del ayuno.
En la época del Bajo Imperio pululan supersticiones, actos
de magia, de adivinación y de hechicería que, según la
mentalidad popular, tienen mucho que ver con la actuación
abierta o encubierta del diablo. Incluso alsunos escritores
cultos de aquel tiempo admiten como posibiés ciertas leyen-
das paganas, como que haya hechiceras que mediante deter-
minados alimentos convierten en animales de carsa a los
e Obras de San Agustín. Tomo XXII: Enarraciones sobre los salnos. Edición
bilingüe preparada por B. Martin (BAC, Madrid 1967) p.423.
17
hombres, así como que las brujas tienen poderes ocultos,
conferidos por Satanás, para causar males diversos. Hasta en
la corte imperial se practican la magia, la brujería y las
adivinaciones. Relatos de los hechos más inverosímiles se dan
por buenos y proporcionarán temas que se encargarán de
transmitir algunos historiadores medievales, por ej., Vicente
de Beauvais. La abundancia de leyes contra las artes mágicas,
por sus implicaciones con el demonio, demuestra que, sobre
todo a partir de las invasiones de los bárbaros, todo lo
relacionadocon la accióndiabólica cobra crecienteimportancia.
En la Edad Media
18
parte de los cristianos. Hasta nuestros días han llegado
costumbres populares que, en días de fiesta, manifiestan desde
la Edad Media la alegría de apalear y aun quernar representa-
ciones grotescas del diablo.
Desde el punto de vista doctrinal, el culto a los demonios
en algunas sectas cátaras da ocasión a los teólogos para
reflexionar detenidamente sobre la naltraleza del diablo y las
características de la acción diabólica. El dualismo de raiz
maniquea rebrota entre bogomilos, patarenes, pobres de
Lyón, valdenses, albigenses, etc. Satanás, a quien consideran
intrínsecamente malo, es un principio de acción que tiene
rasgos de divinidad nefasta, autora y rectora de todo lo
material. Por eso le denominan a veces Satanael (la termina-
ción semítica e/ designa la divinidad). En estas sectas suele
darse un peligroso fanatismo y una visión negra de la vida,
incompatible con la doctrina cristiana. Como es sabido, Santo
Domingo de Guzmán fundó la Orden de Predicadores movi-
do por la urgencia de evangelizar a los albigenses. El peligro
social que éstos implicaban contribuyó decisivamente al esta-
blecimiento de la Inquisición medieval. En los turbios am-
bientes a que dan lugar estas sectas renacen y se difunden,
bajo formas accidentalmente nuevas, antiquísimas prácticas
de magia y de brujería. Los relatos acerca de las mismas,
generalmente aceptados como verídicos, incluso en algunos
dgcumentos papales (cf., por ejemplo, la bula de Gregorio IX
dirigida a algunos obispos alemanes en 1232: BnnoNro, ,4na'
les, a. 1232, n.6), hacen del diablo un personaje central, cuyas
supuestas manifestaciones, p.ej., en los conventículos de bru-
jas, son tan fantásticas como repugnantes. La literatura sobre
estos temas contribuye a la difusión de cierto espíritu morbo-
so, que encierra además el atractivo de lo prohibido. Lo real y
lo ilusorio se mezclan en el caldo de cultivo de la credulidad y
de la ignorancia religiosa.
Las doctrinas cátaras motivaron que el concilio Lafera-
nense IV hablara sobre la naturaleza y el pecado del diablo.
Por su parte, la teología del siglo xrrr, una de las cimas de la
escolástica, tiene su máximo representante en Santo Tomás de
Aquino (I 1214), quien desarrolla su demonología a partir de
los datos bíblicos, la enseñanza patristica y la enseñanza del
Magisterio de la lglesia. El eje de sus especulaciones es el ya
conocido: los demonios son ángeles caídos que, por permisión
divina, inducen al hombre a pecar y, además, pueden causarle
males físicos.
l9
Trata el tema en diversas ocasione
especialmente lái citarse
63 u 6a ¿li^pll?_merecen
sima teorigi.", ,.u*
"u.st¡ones
r"
cuanro a ra curpa, y sobre i.- ü: 'fi!:ilT:.?iT:.::Jl
"iáráá.íór
rór--áJrironior,
cuesrrones con las que cierra
apretado resumen dé su á*tri,iu,-il
,u"ñig".?..
ángElorogiu.-ir"- áüii,,l"
puramente espiritual pero a naturaleza angélica,
limitaaá v. por tanto. defeótible,
nace pensar al Angeli_io que
et pé.u¿á'¿." lo, ?ng.l.i .;ü1á",
fue de soberbia, aunqueJ-po.
pecar también de envidia: uiu áé .onsecuencia, pudieron
creador' por ser A.uiiigi*'ocupar el puesro del
puede ser mala; ,sustancías-i"i.iÉJüu,.s. su natur areza no
roda-su.mald"¡-ü;;i.;e
eJercer desordenad.amente de haber pecado. al
su liUertaá.-Fr"nru que este pecado
tuvo lugar inmediatamente despuéi'
angeles. considera pro!1,{g o.. lu creación de ros
pecadores fuera el rnás ,üli'pi,n.,pul de los ánseles
eximio.entre tloor; éste, Lucifer.*per_
suadió a otros Dara que *e
unierañ-a-éi en Ia rebelión contra
Dios' Er pecadb ¿e ioi á;ñ;i;;"iJ'cu,nui¿
angélica: ile ahí que conserv.n su naturareza
to narurat. muv'supe.n9; ,u .upu.rdad de conocimien_
pecar perdieron ia gracia y. " 4""riíjdad del hombre. Al
por-lo táñi", ra capacidad de
sobrena r urates pro[ia m.,ít..CI.Éái. actos
Sáí
cia y es á n o ui t n'a¿ oi p;;' ;;ffi p;."';,T:? o,?,.a::
r ¡
1t
";; iffi;iü:
]uear,en.que
ffJl?ál,il
.i,'ñ ffi .TJ i:: i
sul{1 ,u .i.inu"lírtru.¡on. **;f;
tos demonios
trenen <dos lugares de tormento:
uno p;;r;;¿; ;;J;#.";
este es el infierno. v otrg po,,urOn'0".í.]...,.,o
a los hombrer. v ná.a estó ¿euen'átró"rri, a que someten
sa... Mas. a oárii. g:l dl;;;l atmósfera renebro_
h"Tbr'.:..o^3.ngeles. estarán ¡,ii.T,í, iáo"s tos matos, sean
¿n cuanro a la. dl.inn.rno, (.1 q.64 a.4).
"n¿e Ioi-'ábmonros medianre los
maleficios, Santo Tomás 3¡gion
no compart. utgrnu, actitudes,
o. menos negativas, que ya más
drcen que et malefició nó existe
,e daüan
"n
i, u.tnpo, <<Algunos
jri.i";;i;;
que atribuyen a maleflcio aquello, ,iñ" , ;;rñüiü
causas se ignoran. pero esto ód.i,o, naturales cuyas
l; ;ñ;;; ra auroridad de_los
diccn,que los. d;*;;i;;
iÍI,^?l:-gri"nes
ros cuerpos y sobre la imaginacion ii.n.n poresrad sobrc
de in, f.,o,i,6-r-.r,-;r;;;;
20
Dios lo permite>. Atribuye. esta actitud
no. creen que haya demonios a falta de fe, <porque
" sino ex"l^;ü;";":.*L"':j.
n ió n déi ilrs;:-ü'""
i'"py i; ".i";;;;jrf'
hombre se cáusa'a .i,ñ",iJ'pái"ri"propra I#,ili:
tr',i":o¿;
apreciación; y
l:,LPjé:,_q"rque de unu .u,.ntrnenra pueden
atgunas fisulls_ en .irági'ná"iái
:y:gll y entonces
prensa,
tos Jentidoi tur.i .o_á';'i ñ";;;.
creen ver demoni.;.
rechaza estas teorías. poi elü^ F;iti;;rd;e;;i_.
Jr."?o,
cayeron del cielo _son to, á._ónior_que unos ángeles
sutireza de su naturar.eza, piJd.;-üiriit", , que, dada la
cosas que nosotros
no podemos. por eso
dos maléfic os>> ( rn y!lo¡
lüe d, i;¿i;;; a son llama_
Sr;t ,. g;¿'4. i;.1; ü.lacerlas
euodtib.l I a. t0).
Salvo en cuestiones u""i¿.ntuii,r,
aquí. la autoridad .i lu, que no entramo,
lo. fantoÍ;ü;b;&"minó
posterior. pero. en {1 en la reotosia
rocanre a la aócion fiil;
los demonios en el h"*b;;, ;'p;,i;ü-j:
6ó;;; puerra abierra, que
algunos aprovecharol. u.u.lii),u"1;"t.':"
para introducir oor. ellu ¡ni,niliO .srgros posteriores
hechos. que no hátrria aceptado u
á.'t.onu. y de supuestos
tu rtg.iu er sentido critico de
Sanro Tdmás. Las mué's-trá;
d;f¿?: p.ej.. Caro Baroia en
Las brujas v su mundo,on U.i"nu"prr.ú,
logía no dá ya mucho rá; o. ri¿".rá!"i ¿. ello. La dembno_
especulación reolósica. pelo
punto de vista de ra
terreno supuesraménte practióá,;"1;;'d
¡;;;;r;lt;-;;l ffi;;"' :i
extraños de carácter negativo, áiriUu"iáo', de esrudiar hechos
al diablo.
Desde el Renacimiento hasta hoy
Desde la baia Edad Media el
papel imporranie .:^':",:jl:fi;'ü;;im diablo sigue jugando un
tentador, es temido por sus intervenci,ones Más que como
extraordinario. La llslcas de carácter
brujas .n'Éi.ipu, buen número
pfocesos inqui s.i t oriares. "4r? l,ras refresentaciones artísticas
de
so los escriros de moratistas y e inclu-
indirectamente fomenra" úb;p.;"r;b"n
¡t;r;;;;;;rpir¡i;;i;;;fÉi,"" .
vención diabórica con excesii" u ,orp.rhar la inter_
m p u g n a r a s p rácticas má gicai
f";irJ;d. obras escritas para
io Áó"J u i ii i r-;;i;f;, ;;;;
r I
2l
del pueblo' Los oroceso.s de hechicerías
Castitla ta Nuevi.,e9Ed¡;,ñdi'"C)ri", en. ra Inquisición de
tardíos conrra ra brujería asr como orros más
ñuuu.ü, a.úd;"r" L"rli'iii_
:11? y en
arraigada qué esraba"n lu .ánui..ron de que
actuaba alsunas personas y se servía de ellás p;; et diabro
E,-special profensióri a eto níanif*r;;r ;;r"i;;,
ju*í'T:; argunos farsos con-
:T:.,"-: ,q.l lri áig"nó, ¿" iñ^,_;li;"a"d;"¿,
movrmlentos iluministas. "o*o
Los escritores. casi s.iempre moralizantes,
doble dirección: ai escepticismo con respecto van en una
los fenómenos extíaordfi;ñ;;"" a la realidad de
) atribuir a ensaño. ¿¡aUóllóá l; -"áia
b
;;;.
demagia y brujería;
;".edido o imaginado,
no pueda teneréxplicu.ión náru'ru'i]"' "
La descripción de esos fenómenos., de los
dos y de sus efectos se encuentra en medios utiliza_
intinidad de textos. He
del pag.a t"o..nóio'üri. iir."i.nremenre
3:Xili9
sabrdo con sran disgusto que. e.n hemos
j.
algunas partes Oel noiie
Alemania, a-sí como en las.'pro^vincia"r.
ó¡udades, tierras. luua_
res y diócesis de Magunciá. C"ñ;;,
iréveris. Salzbureó v
Bremen. muchas p.rrónu, áéu-tl.ll*or,
salvación y.apartándose.de iá i" t"iár]"", ;i;l¿á"ó;&?.ú
demonios incubos y súcubos; ó;; cometen abusos con
t sus encantamientos,
hechizos, coniuros i *"¿iánü;i.";;filá";;'ü;;rrir;.;.;
y sortílegos éxcesoi, ahogan, hacen v
p^r::ylun,que perezcan"1i-"nér"y"á.fiior,
los. ninoí recién naci¿oi-ios T.t"J'¿É
ros anrmates. tas cosechls, las uvas y
asi como hombres. grujeres, ganaOci,
l"a.fr"t;;;L iá", l.t".iü
.ebanos y otros anima_
les diversos; las viñas,.huertas, prádos,
pastizales, trigos,
cereales y legumbres; afligen y ;irñ;;;an
res y torturas, tanto interiores como
con atroces doro_
hombres, muieres. ¡umenüs, u.rii"i,' - exterior.r,^uüJr'ririliri,
impiden a los'hombres
t"llñ."; ilffi;'r'"";
ils"roráiy,l.qr muJeres concebir y
que puedan los maridos.-.pagar ét débrto conyugal a las
mujeres y éstas a sus marid'or;-á¿.áeJ,
,"rrr.gun de la fe que
recibieron en el santo, bautismó;-"oié.""
comerer y perpe_
I?.1"!?r il"rtigación det enemigo del género numano, orros
mucnos excesos v crímenes néfandosl
almas. ofensa de ia divina Mrr";;;
con peligio ¡.';;
pernicioso eiemplo v
escá n d a I o de m uch os¡, B*uI a_
diciembre 1484: Bultar. norn.,'.V,^;
1 sriz ;;;;;;"i; i i
i" ri;; ; ; ;r,
)gi;.""
Durante el Renacimiento- y'ñá.íu nn.,
abundan los astrólogos y del siglo xvrr
.adivinor]l*qrr.nes se supone en
pacto con el diablo; se teme o se busca a ¿iscíi,uios -v
22
discípulas de la Celestina, duchos
lrttros amorosos qüe surren en pócimas,_ conjuros y
hablándose de brujas que cabalgaiiob.e "i;iü ior arte diabólicá: sieue
lomos de animares inmundos. tu sus escobas ó a
ñó.1t. ¿.t
para celebrar aquerarres u4o rá'pi.iráé"cr'á!i "-G;i;áüu'oo,
fiorma de macho'c19no¡ correr leyendas üiüi"il
acerca de los lusares
concretos de rales reuniones; lo, ér""los
nos se atri buyen-con frecuen'cia a ln-t"ru"""ió;
A;;ür*;;iri#_
como algunos fenómenos d.e tripnosis d; l;J"á.]?.r
celebran misas negras; se ¿u" iuror" " d. hirü";;:;
prácticas sueren r"ñnuóriió" áJ Oé ."g.'ir*;,1;yi;
se.añade, a veces, un crimen .it"ái; 'r""r*prmen
rár";ils cnsrranos, a ros que
misales para este culto satáni"ó._*^' "" en Francia
Lutero fue uno de los m¿s cónvencidos
-. de la realidad de la
i n r e rv e n c i ó n d i a b ó | i
c a p o'. ; p l i. ;;' ;;; q..,;r'
i, oii ü J il ü"rá:
I
cias. Sin llegar a tanto,'los ^
mas representati-
vos mencionan habitualmente ";i;;;;"i&cos
al diab-lo, aunque cargan más el
acento en su panel de te.ntador. que
y, sobre to¿o. ta p.rre.cón e;piJ,;;L'i;n
dificulta Ia u¡áí cii;;;;
en la meditación'<de dos banáeiu.i. tgnacio de Loyola.
presenra a Lucifer, <i-;r;;i .n._igo"
i.nt-' lriór"eiríi¡íi"i
11y,yyytuates,. ¿íil#;
::1tlil l"rura)), como antagoúisra de óristo;1;i_"n_"
como sl se asenrase... en una grande cátedr; ü.í
ái};;;;"i.il;;;
Tjq:.i^h:1ibte V espanrosá>; considera (como hace llama_
mrenro cte rnnumerables,demonios y
unos en ral ciudad y a los orros eñ orra, loi ;rp;;.';'l;,
cómo
mundo"': y.cómo ros amonesr a para echar
y ;ri ó.i ój;.
rédes viá¿.""ñ. "i á
rrn de que rienren a ros hombres'hacialu.o¿¡óia.'eilráiiá,
soberbia y, <destos tres escaloné, i"?*"á í'rá
San Francisco Javier,.ul nuiiuilur-letpecias
to¿o.l6rátrJñ;ir";;
por los mares de china. i¿enriñca de un viaje
ioJi¿5ior con er demonio-v
advierte que <más se o! r5.m;Lt;-il;" fianzaen Dios oué
el miedo al enemiso), ¡a ( : diabioil,;:ü;:"ru;
con frecuencia a ias ¡ir..iJiut-iér iirüiá ¿.', ó_l jlr"üi
<Quiere que. como el ei .iejf. .i" ra vida espirituar:
(Llama 3J,23) rr. parece que ül"uii" el alma lo sea>>
en alguna ocasión actuó como
exorcista. Sanfa Teresa cuenta que jn
una persona tres lesiones de demonios,
Avila había sacado <de
y les m;;¿;;;.ü;
de Dios que dijesén * ;;;b;'iíttp.rn,o
obedecieron>>
to Cartas y escritos de San Franc.isto Javier (BAC,Madrid 31979) p.367.
f:,\í¡ri' ¿' u é'l''l'it i.'i"'o', M der Niño Jesús y L
"")).'¿li¿,'!;:á,1;
z-)
(cartas sin embargo,
giosa a la-73-5A¡rz'
que la comunid"J?iiiá -cuando examinó a una reli_
ñ.Jesa, dictaminó que no
tenía demonio <sino rotru ¿-. metunáo]riurr. por su parte, santa
Teresa de Jesús narra cómo
<<tentaciones v turbaciones interiori,
6;;l;"ba
el demonio con
v
"rJ ,..r.tun y con <otras
q.ue hacía caii públicar. q;;'I,9
él>. Le describé como (un negrillo ,nuy
."
poo,u rgnorar que era
como le vi, reíme y no. hube ,ñr"áor, ;y;
uUoriiüüi.;.
ygj".ry1imporiancia a ros áá-ári;,,Ef;; /Ziu;;-;;^;;"rd"
tengo tan entendido_,su.poco poder _sl yo
".iñ:
ffi.iJ;á
Dios- no soy
que casi ningún- témor l,os tengo; porque contra
no son nada
sus fuerzas, si no ve-n almas
aquí muesrran e'os su.poden,libüj.ii
.en¿idári"bfu;il;til;::;;
preferencia en la im-aginación; en elia
¿."ír"I";;ü ;;;
saltos y engaños> (MTradas i,¡LOj.-I-o. ,;,
"d;;-J'¿;;il;
la señal de la cruz y. sobre to¿o, óón ugua
ufr"V"rt"^ri.dffi;
bendita.
Seria interesanté pasar t.u¡rü-á-oiios muchos
represen-
de la teología,'de la espirituáfidad y d;ias
ll1tes
como seguir los derroteros de Ias coirieit.. É;i;;;i
s.eriedad de los teólogos se ve desborááOu
rli¡itil"r.' ll,
po, la imasinación
arrisras, quienes encuentran áiáüio;ffi"ültii;,J
9:]"1
una. cantera inagotable para sus composiciones,
"n "r
curosas como la representación de ia batalla algunái ia;
;i;. á;;;i;;
buenos y. malos, con corazas, armas p"iir".nár;-.;;"r*
v
propios de la época. por orra purt.. ru'udu"ái"il"
¿i".;;;i;:
dedicados a réorobar sup"rst'icio,rl;-.y
trastienda se afirma o se.süpone la acci'ón
h.¿ñi;;íil-#;;
diabólica, indica rbs
vericuetos por los que discurri, l,
d;l;;;üi;:'""
"i"Jrfidad
. Desde el siglo xvrr, Ia generatizaci¿;;;;;;'r:iiiíin'e.
crítica, así coñro l¿
me¿ranteL;;;;;"#"f"Ttti,:'J.:?l#,Í,"*?l3'[to'."",iK;
ponen en -niétli"o
:g]9 "" .duda y t,uitu iL prior, las manifesta_
clones externas del ooder del diablo*, sinó que
muchos dlian
de admitir la existen'cia¿¿
de mera personificación del ,'"1. É,
$ialñ,lfffioof. a la condición
25
unas limitaciones generales, impuestas por el hecho de que los
demonios son criaturas tanto, no pueden ser omnipo-
de -por
-les
tentes , dependen la permisión divina y Dios no
aluloriry, a superar las fuerzas del hombre en el plano moral
(cf. 1 Cor 10,13). Esto supuesto, la actividad diabólica es de
signo negativo, orientada siempre hacia el mal.
No es el diablo el único inductor de los males del mundo:
los males fisicos, mientras no se demuestre lo contrario, se
deben a causas fisicas intramundanas; y, en cuanto al mal
moral, los catecismos clásicos mencionán. con base bíblica.
tres enemigos del hombre: el demonio, el mundo y la carne.
Es deficil saber en cada caso cuándo el demonio actúa en
solitario y cuándo en colaboración con el ambiente y con
nuestro desequilibrio pasional. También puede aprovecharse,
directa o indirectamente, de los males fisicos (catástrofes.
enfermedades, accidentes, reveses de fortuna, etc.) para que,
con ocasión de circunstancias adversas, el hombre eiperimen-
te, por así decirlo, el vértigo del mal moral.
26
de cada cual: <En aquello en lo que ve que hay deleite
introduce diversas sugestiones>, decía San Jerónimo (Breviar.
in Ps.. 16.20: ML 26.860-861).
Los clásicos suelen insistir en esto: <El demonio, para
sitiar y combatir nuestra conciencia, reconoce primero las
fuerzas y flaqlueza de ella, rodéala con ojos solícitos para
asentar la artillería do ve más daño le podrá hacer y entrarla
por el lugar donde más flaca la hallare> 74. La astucia
insidiosa y la mentira, así como el hábil sentido de la
gradación, son armas del tentador. Por eso la tentación
procede con visos de normalidad y sería dificil asegurar
cuándo y en qué medida la tentación ha sido suscitada o
mantenida por este agentb extrínseco a nuestra propia debili-
dad. Pero, insistimos, el diablo no puede tomar por nosotros
las decisiones, no puede anular nuestra responsabilidad perso-
nal: nunca hay pecado sin consentimiento voluntario y libre.
Según todos los indicios, nadie que llegue al uso de razón
se libra de tentaciones. Por eso la vida del hombre sobre la
tierra es <milicia> (cf. Job 7,1). Muchos antiguos pensadores
cristianos la describieron como una lucha permanente contra
el diablo. Algunos llegaron a sospechar que, así como cada
uno gozamos de los buenos oficios del ángel de la guarda,
tendrJamos también asignado el correspoñdiente démonio
encargado de tentarnos. Es una opinión relativamente exten-
dida entre los Santos Padres, sobre la que no hay datos
suficientemente seguros para poder pronunciarse. La resisten-
cia a las tentaciones ha de ser activa (cf. DS 2217), aunque en
algunas tentaciones, p.ej., contra la castidad, la actividad más
prudente es huir de ellas. Ni los contemplativos más avanza-
dos pueden dispensarse de esta lucha (cf. DS 2192). La
victoria es posible con la ayuda de la gracia (cf. DS 1515),
gracia que Dios da, porque no manda imposibles (cf. DS
I 536).
Pero la tentación diabólica puede también revestir caracte-
res colectivos, que responden a la dimensión social de la
persona. Sería ingenuo pensar que el diablo es ajeno a la for-
mación de anlbientes en los que el odio, la mentira y la
injusticia contribuyen a contaminar más fácilmente a los
miembros de la sociedad. No es descabellado pensar en
tentaciones colectivas, suscitadas por Satanás en orden a
27
invertir la escala natural y cristiana de valores, a difundir
tópicos insidiosos contra la verdad, intentar la promoción de
leyes directamente opuestas a la ley de Dios, esclavizar al
hombre con señuelos meramente materiales, fomentar la
degradación moral y la irreligiosidad, susurrar de mil modos
y maneras la vieja promesa: seréis como dioses. La acción del
diablo consistirá en pudrir el ambiente con criterios discor-
dantes del Evangelio y en sacar partido de la debilidad
humana, para quála soóiedad se dejd arrastrar por la corrien-
te de lo fácil.
Especial gravedad reviste la tentación colectiva cuando
viene provocada directamente por las (estructuras de peca-
do>, amparadas o establecidas por formas de sociedad o por
leyes po-sitivas que inducen a violar la ley natural o la'ley
divina. Estas <estructuras de pecado> son fruto del pecado de
personas concretas. muchas ii pocas, que incitan o fretenden
obligar a que otros pequen. Con razón pueden ser denomina-
das diabólicas, por la presión que ejercen sobre la persona
para ponerla ante el dilema del heroísmo o la práctica del mal.
Actividad extraordinaria
Podemos llamar extraordinaria toda intervención del dia-
blo en el orden material y psíquico mediante fenómenos de
carácter maléfico que alteren los procesos naturales en sí
mismos o en el modo de producirse. Supuesta la permisión
divina, son Varias las posibilidades de que el diablo cause
males naturales, especialmente en perjuicio del hombre.
Apuntemos algo sobre tres capítulos mayores: la infestación
local, la posesión diabólica y la magia negra.
La infe s t a c i ó n I o c al. naltr puramente espi ritual
del diablo le hace posible -Lapenetraraleza
en las cosas materiales,
conocerlas profundamente y, a la luz de ese conocimiento,
aplicar su energía angélica en orden a causar trastornos
imprevisibles de hecho para el hombre, p.ej., algunas catástro-
fes naturales, accidentes, epidemias, etc. No puede conocer
los actos futuros que dependan exclusivamente de la libertad
divina o de la libertad humana, pero puede hacer planes a
base de conocer el engranaje de las causas naturales y de las
propensiones de las personas, para provocar hechos o situa-
ciones de carácter maligno en lo material y en lo psíquico.
Para pormenorizar en este campo habría que analizar
hechos que la literatura demonológica aduce con profusión.
28
Ya aludíamos más arriba a algunos, pero es una literatura
que, de ordinario, no es muy de fiar. No todos esos hechos
pueden ser descartados de antemano; algunos tienen hoy
posibles explicaciones que no tenian en el momento en qué
acaecieron. Por principio general, la acción diabólica tiéne
que ser demostrada en cada caso. La certeza de que determi-
nados desastres, enredos de circunstancias o heéhos que se
salen de lo normal sólo pueden ser obra del diablo ed, casi
siempre, muy dificil de establecer. Por supuesto, no basta la
persuasión basada en la credulidad popular. Por otra parte, es
dudoso que el diablo tenga interés en ser descubierlo. Pero
hay que dejar abierta la puerta a la posibilidad.
La posesión diabólica.-Consiste en la ocupación del
cuerpo de una persona por el demonio, el cual ejerce dominio
directo sobre el mismo e indirecto sobre las facultades aními-
cas, de suerte que el endemoniado deja de tener dominio total
o parcial de sus actos: el maligno actia a través de é1. Puede
tratarse de un solo demonio o de varios. El poseso no suele
serlo de modo permanente, sino con inteimitencias. Los
efectos de la posesión pueden ser muv distintos v. a veces.
espectacularesl actividad corporal ex[raordinaria. p.ej.. en
cuanto a velocidad , fuerza física desproporcionada; alteracio-
nes súbitas de la vida vege_tqtiva, p.ej., de] ritmo cardíaco, del
ritmo de crecimiento; módificacicineÉ en la percepción senso-
rial, p.ej., visión y audición atrofiadas, o, por él contrario,
agudizadas en grado increíble; capacitación asombrosa de las
facultades superiores, p.ej., para hablar y escribir en lenguas
desconocidas, resolver instantáneamente complicados proble-
mas, etc._ Característica habitual: aversión a lo religioso y
propensión a actitudes blasfemas, sacrílegas y lúbricas.
Estos cuadros presentan en ocasiones coincidencia con
enfermedades como epilepsia, histerismo y una larga serie de
trastornos psíquicos. También pueden darse semejanzas con
fenómenos objetivos y subjetivos descritos por la parapsico-
logía. Ello ha dado pie a muchos racionalistas para negár por
sistema la posesión diabólica aun en los casos más inexplica-
bles. Sin embargo, no es científtco rechazar la posibili¿á¿ ¿e
la misma. La Iglesia es más prudente. En el Ritual Romano
11,1,3, antes de dar fórmulas para los exorcismos, advierte al
exorcista que (no crea fácilmente que alguien está endemonia-
do>; y el canon 1151 del Código de Derecho canónico
establéce que el exorcista, que ha d-e ser un sacerdote <piado-
so, prudente y de vida irreprensible>, necesita para cada caso
licencia especial y expresa del Ordinario y que <no debe
29
proceder a hacer los exorcismos sin antes haberse cerciorado,
por medio de una investigación cuidadosa y prudente, de que
se trata realmente de un caso de posesión diabólica>. Con
estas reiteradas cautelas, equidistantes de la negación cerril y
de la fácil credulidad, ha atttorizado oficialmente, en algunos
casos, a practicar los exorcismos, es decir, los conjuros o
mandatos imperativos que, en nombre de Dios, se profieren
contra el demonio, según las normas y textos del Ritual. El
hecho de que, fracasados los recursos de la ciencia. haya dado
resultado positivo la labor del exorcista, inclina a pensar que
se trataba de posesión diabólica rs. Por otra parte. también es
posible la mézcla de trastornos fisicos o pdíquicos, natural-
mente exolicables, con la posesión diabólica, que ofrece
aspectos científicamente inexplicables. Cuáles sean éstos, ha-
brá de estudiarse en cada caso por personas competentes. no
predispuestas a la credulidad. peio tampoco óerradas de
antemano a la valoración obietiva de los hechos.
Por analogía, cabria hablár también de posesión diabólica
<espiritual> cuando la persona se obstina fiíamente en el mal
y, a ciencia y conciencia, lucha contra Dios. Se da entonces
óoincidencia-con los objetivos satánicos, a los que la persona
aspira mediante la reafirmación voluntaria de una sbberbia
<luciferina>, que se manifiesta en forma de odio y envidia de
Dios. Actitudes como las de Juliano el Apóstatá, de Nietz-
sche, de algunos perseguidores de la Iglesia o de corruptores
del pensamiento hacen pensar que el diablo se sirve dé ellos
como de instrumentos maléficos.
,1,,a m,agia negra.-Entendemos por magia negra la facul-
tad de obtener efectos sensibles insólitos, moralmente malos,
con medios.desproporcionados. Esa facultad se atribuye a
pacto explícito o implícito con el diablo, de quien el maso
recibiría poderes sobrehumanos, a cambio de vénder su ahña
a Satanás, p.ej., al modo del Doctor Fausto, de Goethe.
Difiere de la magia blanca, en la que se utilizan medios na-
turales, como en la prestidigitación, (trucos) bien conoci-
dos y há_bilmente practicados. Las formas de la magia negra
son, muchisimas y han sido ampliamente descritas yf desde la
antigüedad, aunque estén siempre envueltas por ciérto aire de
misterio <religioso>. Mencionemos, a modo-de ejemplos, los
maleficios, cuya finalidad es hacer daño a alguien en su
persona, en su familia o en sus bienes; la adivinaciín, para
tf I-S narración pormenorizadlL de algunos casos recisntes puede verse en C.
^
BALDUCCI, La posesión diabólica (Barceloná 1976) 19-87.
30
conocer cosas ocultas presentes o futuras, mediante el recurso
a ídolos,.oráculos, pitonisas, astrólogos, etc.; la nigromancía
o evocación de los muertos; los horóscopos. sortilesios. etc.
_ En la mayor parte de los casos. la práctica de la magia se
ha co_nvertido en negocio y tiene más de aparente que de real.
La clientela de los magos suele aumentar a medida que
disminuye la religiosidad. En algunas grandes ciudades mo-
dernas- los magos y pitonisas sé cuenán por millares y su
clientela es de lo más variopinta. En los pueblos culturalrnente
menos evolucionados los magos suelen jugar un papel similar
al de los sacerdotes paganos, y sus práéticas ádóptan casi
siempre caracteres maniflestameinte suirerstrcrosos. ^
Tampoco ante la magia cabe adootár actitudes de insenua
credulidád. pero no se -puede descaitar que. en algún"caso.
pueda intervenir el diablo. Que el mago esté o no convencido
de ello es indiferente. Casos de maeiá se mencionan va en el
Antiguo Testamento, p.ej., los pro?igios que realizaron los
m?gos al servicio del faraón de Egipto en tiempo del Exodo
(cf. Ex 7-,10-12; 22). La Biblia prohíbe la magiá con severas
penas (cf. Dt 18,10-12). Pero la labor del diablo puede ser más
bien indirecta, al fomentar por este medio la curiosidad
malsana y cierto sentido del misterio donde no suele haberlo.
No deja de ser un diabólico sucedáneo de la fe religiosa para
personas que tratan de llenar de algún modo su vacío inteiior.
. Algo parecido cabria decir también de las prácticas espiri-
tistas, las cuales,.aparte sus famosos fraudes, sbn perjudiciales
para la buena salud mental y religiosa, no por la intérvención
directa del diablo, sino por su carácter morboso y porque se
trata de una superstición incompatible con la docirina iatóli-
ca sobre el más sllá. sobre 1a persona humana y sobre la
divinidad de Cristo. Conrazón prohíbe la Iglesia ásistir a las
sesiones espiritistas aun por mera curiosidad y aunque se
descarte la intención de relacionarse con los espíritus malig-
nos (cf. AAS 9 Il9l71 268).
(Estas pocaS razones y autoridades creo que abastarán
para. declarar al pueblo común cuán falsas, malas y peligrosas
son las supersticiones, vanidades y hechicerías entre los cris-
tianos; y cuándo se deben apartar dellas los buenos siervos de
Dios, porque es cierto que en ellas se ofende mucho a Dios y
son pecados que él castiga con mucho rigor y saña> 1ó. De
ellas se sirve el diablo, sin necesidad de muchas manifestacio-
nes extraordinarias.
tó P- CIRUELO, Reprobación de las supersticiones y hechicerías (Salamanca 1538)
p.79.
31
SUMARIO
Págs.