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INSTITUTO NACIONAL DE MEDICINA LEGAL Y CIENCIAS FORENSES LESIONES PERSONALES DEFINICIÓN

EL delito de Lesiones personales es uno de los que con mayor frecuencia se cometen en el país, y su dictamen, la solicitud
pericial que más comúnmente debe resolver el médico legista. El Código Penal tipifica el delito en el Artículo 111 del
Titulo I, "Delitos contra la vida y la integridad personal". Capitulo tercero. De Las lesiones personales:

Lesiones: El que cause a otro daño en el cuerpo o en la salud, incurrirá en las sanciones establecidas en los artículos siguientes.

El bien jurídico protegido en este tipo penal es la integridad personal, que en su concepción más amplia incluye la integridad
corporal, la integridad de la salud y la vida de relación o integridad social. Desde el punto de vista de la medicina forense, se
definen las lesiones personales como: "Cualquier daño del cuerpo o de la salud orgánica o mental de un individuo llamado
lesionado, causado externa o internamente por mecanismos físicos, químicos, biológicos o psicológicos, utilizados por un agresor,
sin que se produzca la muerte del ofendido" Por daño en el cuerpo se entienden todas aquellas alteraciones
que comprometen la integridad anatómica, sean internas o externas. Por ejemplo, una herida gástrica, La amputación de una
mano, etc. El daño en la salud se presenta cuando se vulnera cualquiera de Las funciones orgánicas o mentales,
manifestadas clínicamente por signos o síntomas, así como alteraciones detectables por exámenes paraclínicos cuando se
requiera.

Los elementos constitutivos del delito de lesiones personales son los siguientes:
A. Un daño en el cuerpo o en la salud. Está configurado por toda manifestación orgánica o mental susceptible de menoscabar o
disminuir la integridad física o mental de la persona que sufre la acción. La utilidad jurídico-procesal del dictamen, en este
caso está dada por la naturaleza de la lesión. Ítem del dictamen en el cual el perito médico diagnostica y precisa la Lesión que
presenta el paciente, de manera que queda probado técnicamente que la persona sufrió un daño en el cuerpo o en la salud. Por
ejemplo, al decir el perito que el paciente sufrió una herida, una fractura, una equimosis o una intoxicación, este diagnóstico se
traduce en que efectivamente el paciente sufrió un daño.

B. Un agresor. Que puede actuar de forma dolosa, si ha realizado el hecho intencionalmente, o de forma culposa, "cuando el
resultado típico es producto de la infracción al deber objetivo de cuidado, y el agente debió haberlo previsto por ser previsible, o
habiéndolo previsto, confió en poder evitarlo". En relación con el agresor, el dictamen de lesiones en ocasiones puede
contribuir a su identificación, siguiendo el principio de que el arma liga al agresor, como se explica más adelante en el concepto de
patrón de lesión.

C. Un resultado. Las lesiones personales en nuestra jurisprudencia han sido consideradas delitos de resultado, de manera que
siempre tiene que haber un menoscabo demostrable en el cuerpo o en la salud; la sola intencionalidad o las acciones conducentes
a ocasionar lesiones sin que se produzca un daño no son consideradas delito de lesiones personales, a diferencia del homicidio,
que admite la tentativa. De esta manera, las acciones conducentes a cometer un homicidio pueden corresponder a una
tentativa de homicidio. En lesiones personales no existe la tentativa. Por otra parte, el resultado del delito de lesiones personales
jamás será la muerte, porque se tipificaría el delito de homicidio

PROCEDIMIENTO EN CASO DE LESIONES


El Artículo 292 del Código de Procedimiento Penal, dice: Reconocimiento en caso de lesiones. Al iniciarse la investigación por el
delito de lesiones personales, el funcionario ordenará de inmediato el reconocimiento médico del lesionado para determinar la
naturaleza de aquellas, el instrumento con que fueron causadas y la determinación de la incapacidad médico-legal y secuelas que
se generen. En todos los casos en que se requiera nuevo reconocimiento, el perito lo señalará en su dictamen
indicando el momento adecuado para realizarlo y los exámenes o documentos necesarios para emitir el concepto definitivo. El
funcionario competente ordenará la nueva peritación sin dilación alguna.

Cuando se requiera el dictamen sobre incapacidad laboral, el funcionario aportará al perito la información sobre la actividad
ocupacional del lesionado y cualquier otra que sea necesaria para rendir este tipo de dictamen. En el curso de la investigación se
ordenará la práctica de tantos reconocimientos como fueren necesarios para establecer las consecuencias definitivas. Las
decisiones se tomarán con base en el último reconocimiento que obrare en la actuación procesal. El presente
artículo introduce en la legislación colombiana el concepto de incapacidad médico-legal, distinguiéndola de la incapacidad laboral;
además, describe el procedimiento a seguir cuando la autoridad conoce un hecho que podría ajustarse a este delito y es la guía
de los requisitos mínimos que debe contener tanto la solicitud del examen pericial de lesiones personales como también el
correspondiente dictamen.

DICTAMEN PERICIAL El dictamen de lesiones personales deberá contener los siguientes puntos específicos:
1. Anamnesis 2. Naturaleza de la lesión.
3. Elemento vulnerante o tipo de arma. 4. Incapacidad médico-legal.
5. Secuelas o consecuencias médico-legales.
6. Incapacidad laboral: solamente en caso de solicitud especifica de la autoridad, siempre y cuando en el oficio petitorio se incluya
información sobre la ocupación o actividad del lesionado.
7. Cuando se requiere un nuevo examen, debe anotarse además fecha para realizar dicho reconocimiento, indicando los
exámenes o documentos (historia clínica, paraclínicos, etc.) necesarios para emitir el concepto definitivo.
A continuación se desarrollarán, uno por uno, los puntos básicos del dictamen.

4. INCAPACIDAD MÉDICO-LEGAL
La incapacidad médico-legal es uno de los conceptos fundamentales de la pericia médico-legal, utilizada como medida indirecta
para dosificar la sanción. La incapacidad médico-legal se define como "el tiempo expresado en días que
determina el perito teniendo en cuenta la duración y La gravedad de la lesión". La duración se refiere al tiempo en días que gasta
el tejido para lograr la reparación biológica primaria, mientras que la gravedad se determina con base en la evaluación clínica de
la importancia del daño causado a la integridad personal.
El código penal considera la incapacidad en el Artículo 112, que dice:
Incapacidad para trabajar o enfermedad. Si el daño consistiere en incapacidad 'para trabajar o enfermedad que no pase de treinta
(30) días, la pena será de prisión de uno (1) a dos (2) años. Si el daño consistiere en incapacidad para trabajar o
enfermedad superior a treinta (30) días sin exceder de noventa (90), la pena será de uno (1) a tres (3) años de prisión y multa de
cinco (5) a diez (10) salarios mínimos mensuales legales vigentes. Si pasare de noventa (90) días, la pena será de dos (2) a
cinco (5) años de prisión y multa de diez (10) a veinte (20) salarios mínimos mensuales legales vigentes.

De la lectura del código se deduce que la incapacidad médico-legal tiene únicamente fines penales; los términos incapacidad para
trabajar y enfermedad, se asimilan al concepto de incapacidad médico-legal. La incapacidad médico-legal no tiene fines
laborales ni de excusa para no asistir al trabajo; además, se diferencia de la incapacidad laboral en que no tiene en cuenta el
trabajo u ocupación de la persona. En relación con los fines penales de la incapacidad médico-legal, si la lesión causare
una incapacidad médicolegal menor de 30 días, la lesión personal como hecho punible se considera una contravención y es
competencia del juez penal; si la incapacidad médico-legal fuere mayor de 30 días, la lesión personal como hecho punible se
considera un delito, y su investigación es competencia de la Fiscalía. Si la incapacidad médico-legal es menor de 60 días, la
investigación por lesiones personales requiere querella; si la incapacidad es mayor de 60 días, la investigación es de oficio.

En el anexo se presenta una lista guía de parámetros para fijar la incapacidad médico-legal, la cual se debe adaptar a cada caso y
circunstancia específica, recordando que no hay enfermedades sino enfermos. En caso de que existan varias lesiones
simultáneas, la incapacidad se determina teniendo en cuenta los días de incapacidad que se le debe colocar a la más grave.

Incapacidad médico-legal provisional es aquella que fija el médico perito cuando las lesiones aún se encuentran en proceso de
reparación y se desconoce el resultado final de esa reparación; constituye un pronóstico teórico que se hace sobre la duración y
gravedad de una lesión. La incapacidad provisional se puede modificar en posteriores reconocimientos, ampliándose cuando se
presentan complicaciones, o reduciéndose cuando la evolución real de la lesión se da en menor tiempo al pronosticado. En los
casos de complicaciones se fijará nueva incapacidad médico-legal provisional en días contados siempre a partir de la fecha en
que ocurrieron las lesiones.

Incapacidad médico-legal definitiva. Se fija cuando las lesiones ya terminaron su proceso de reparación biológica y constituye
un concepto sobre el tiempo real de reparación. La incapacidad médico-legal definitiva sólo se modifica cuando en un examen
posterior se detecta que se cometió un error al fijarla, caso en el cual se deben especificar los motivos que justificaron tal
modificación. La última situación se presenta con alguna frecuencia cuando, por ejemplo, al momento de fijar la incapacidad
médico-legal definitiva, no se cuenta con suficiente información proveniente de la historia clínica. Se concluye,
entonces, que la incapacidad médico-legal se fija únicamente con los criterios de tiempo de reparación y gravedad de las lesiones.
No es criterio para fijar la incapacidad médico-legal la ocupación del lesionado, ya que la incapacidad variaría de acuerdo con la
ocupación de la persona y no con la gravedad del daño ocasionado; además, el bien jurídico tutelado en el delito de lesiones
personales, en todas las personas es el mismo: la integridad personal Siempre que el médico pueda precisar la naturaleza de las
lesiones, podrá tener criterio para fijar la incapacidad médico-legal; por el contrario, si no se conoce la naturaleza de la lesión, no
se podrá fijar la incapacidad médico-legal

Incapacidad laboral. Se define como el tiempo que, por causa de una noxa de cualquier origen, un individuo se obliga al retiro de
sus actividades cotidianas, por las que recibe una remuneración o una compensación salarial. El origen puede ser considerado
como enfermedad común, enfermedad profesional o accidente de trabajo. En la mayoría de los casos, los efectos de la violencia
se consideran de origen común. En Colombia, la incapacidad laboral actualmente se clasifica en incapacidad temporal,
incapacidad permanente parcial e invalidez; en el ámbito laboral, la primera de ellas deberá ser fijada por el médico tratante y las
dos últimas se harán con base en el Manual Único de Calificación de Invalidez (Decreto 917/99) por personal debidamente
entrenado o por las juntas regionales o nacionales de calificación de invalidez. Para la valoración del daño en el
proceso por lesiones personales debe tenerse en cuenta la persona de manera integral, es decir, que sea incluida la reparación
del daño ocasionado a la integridad personal, la salud, la vida de relación y no sólo el aspecto económico de la vida laboral. La
valoración del daño incluye el calculo de:

© Los perjuicios morales, que se definen como el pesar y dolor que causa una lesión personal en el afectado y su familia; los
calcula el juez de manera subjetiva de acuerdo con la sana crítica en gramos de oro que posteriormente se llevan a pesos de
acuerdo con el valor que en su momento certifique el Banco de la República.
© Los perjuicios materiales que se dividen en lucro cesante y daño emergente. El lucro cesante se calcula multiplicando el ingreso
diario demostrado, por los días de incapacidad laboral temporal, o con base en el porcentaje de discapacidad o minusvalía según
dictamen pericial. El daño emergente se calcula a partir de los gastos originados en el daño causado, como gastos de transporte,
gastos médicos, etc., independientemente de que hayan sido cubiertos por el sistema de salud.

La incapacidad laboral temporal será fijada por el médico tratante del sistema de salud o, en su ausencia, por el médico forense
cuando la autoridad así lo solicite. Dicha incapacidad se fija con base en un criterio médico clínico razonable, que permita
determinar el tiempo específico para que el trabajo no interfiera con la recuperación fisiológica y el tratamiento médico del
lesionado. Para fijar la incapacidad permanente parcial y la invalidez se tendrá como base el Manual Único de
Calificación de Invalidez ya citado; el examen será realizado por un médico debidamente entrenado y posesionado como perito
actuarial. Para estos casos, el dictamen tendrá únicamente efectos dentro del proceso por lesiones personales para la
compensación respectiva y no para los efectos laborales.

SECUELAS Se define una secuela como cualquier alteración importante en la forma y/o en la función que persiste o que va más
allá de la reparación biológica primaria. Cuando se causa una lesión, los mecanismos de reparación pueden llevar a una
resolución completa de la lesión o a una cicatrización que no altere de forma importante la forma ni la función, casos en los cuales
no hay secuelas y la consecuencia penal está determinada únicamente por la incapacidad médico-Legal. Por el contrario, el
proceso de reparación puede dejar una alteración importante en la forma o en la función (o las dos, simultáneamente), caso en el
cual hay secuelas y la consecuencia penal estará determinada únicamente por La presencia de la secuela.
Por lo general, las secuelas se fijan una vez haya terminado el proceso de reparación biológica primaria; sin embargo, es posible
fijar las secuelas desde el primer reconocimiento en todos los casos en que se tenga certeza de que una vez finalizado el tiempo
de reparación, el paciente persistirá con una consecuencia nociva, por ejemplo, un paciente que sufriere una amputación o la
enucleación de un ojo.

Desde un punto de vista académico, las secuelas en medicina forense se clasifican en cuatro grupos:
1. Estéticas
- Deformidad física de carácter transitorio. - Deformidad física de carácter permanente.
- Deformidad física que afecta el rostro de carácter transitorio. - Deformidad física que afecta el rostro de carácter permanente.

2. Funcionales
- Perturbación funcional de órgano de carácter transitorio. - Perturbación funcional de órgano de carácter permanente.
- Perturbación funcional de miembro de carácter transitorio. - Perturbación funcional de miembro de carácter permanente.
- Perturbación psíquica primaria de carácter transitorio. - Perturbación psíquica primaria de carácter permanente.
- Perturbación psíquica secundaria a daño en el sistema nervioso central de carácter transitorio.
- Perturbación psíquica secundaria a daño en el sistema nervioso central de carácter permanente.
- Perturbación psíquica secundaria a otro daño corporal de carácter transitorio.
- Perturbación psíquica secundaria a otro daño corporal de carácter permanente.

3. Carenciales
- Pérdida funcional de miembro. - Pérdida funcional de órgano. - Pérdida anatómica de miembro.
- Pérdida anatómica de órgano.

4. Secuelas obstétricas - agravante punitivo (aumentan la pena)


- Lesiones seguidas de aborto.
- Lesiones seguidas de parto prematuro con consecuencias nocivas para la salud de la madre o del niño.

B. SECUELAS FUNCIONALES En esta clasificación se incluyen las alteraciones llamadas perturbación funcional y perturbación
psíquica, tipificadas en el código penal en los artículos 114 y 115.

Artículo 114. Perturbación funcional. Si el daño consistiere en perturbación funcional transitoria de un órgano o miembro, la
pena será de dos (2) a siete (7) años y multa de quince (15) a veinticinco (25) salarios mínimos legales mensuales vigentes.
Si fuere permanente, la pena será de tres (3) a ocho (8) años de prisión y multa de veintiséis (26) a treinta y seis (36) salarios
mínimos legales mensuales vigentes.

Artículo 115. Perturbación psíquica. Si el daño consistiere en perturbación psíquica transitoria, la pena será de prisión de dos (2)
a siete (7) años y multa de veintiséis (26) a cuarenta (40) salarios mínimos legales mensuales vigentes. Si fuere permanente,
la pena será de tres (3) a nueve (9) años de prisión y multa de veintisiete (27) a cincuenta (50) salarios mínimos legales
mensuales vigentes.

PERTURBACIÓN FUNCIONAL Se entiende por perturbación funcional aquella disminución o desmejoría importante de la función
de un órgano o miembro sin que se pierda o anule la función. Como en las secuelas estéticas, también en esta se exige que la
función sea limitada de manera importante, pues no toda disfunción se debe considerar como una perturbación.

Órgano. En medicina legal se considera como el conjunto de tejidos que interactúan simultáneamente en el ejercicio de una
misma función. Equivale al concepto de sistema que se tiene en la medicina clínica. El concepto de órgano implica que
aquellas funciones desempeñadas por varias estructuras y tejidos conforman en su conjunto un solo órgano, por lo que deben ser
valoradas de manera integral en el examen. Por ejemplo, el órgano de la excreción urinaria está constituido por los
dos riñones, uréteres, vejiga y uretra, pues dichas funciones se realizan con el concurso de ellos en forma conjunta. De igual
forma, las dos extremidades superiores constituyen el órgano de la prensión y las dos inferiores en su conjunto el órgano de la
locomoción.

Miembro. Es cada una de las extremidades, y el miembro viril.

PERTURBACIÓN PSÍQUICA Perturbación psíquica primaria. Se define como un daño o desmejoría en la salud mental del
ofendido causado sin que medie un daño físico u orgánico. En estos casos, los agentes vulnerantes son actuaciones o
mecanismos psicológicos tales como amenazas, chantajes, coacción que obligan a la persona a vivir una experiencia frustrante o
lesiva, que desborda su capacidad adaptativa normal frente a un estímulo determinado o estrés, y ocasiona una alteración
psíquica que interfiere de manera importante con su adecuado desenvolvimiento personal y social. Dentro de estos casos
están las víctimas de secuestros, delitos sexuales y lesiones personales causados por violencia psicológica.

Todos los casos en que el médico perito sospeche una posible perturbación psíquica primaria, deben ser remitidos al psiquiatra
forense, que tiene los conocimientos y experiencia necesarios para examinar esta compleja peritación.

CARÁCTER PERMANENTE O TRANSITORIO DE UNA SECUELA Una secuela es de carácter transitorio cuando, una vez
causada, posteriormente desapareció, perdió su carácter de ostensible o se volvió discreta, y/o se ha recuperado la función,
debido a la mejoría ocurrida por el solo paso del tiempo o por un tratamiento ya efectuado.

PÉRDIDA FUNCIONAL. Se llama pérdida funcional a la anulación completa o casi completa de la función del órgano o miembro,
con conservación de la estructura anatómica. A diferencia de la perturbación funcional, en la que hay una desmejora en la función
de un órgano o miembro, en la pérdida funcional se pierde la función principal de un órgano o miembro. Por ejemplo, cuando un
paciente que sufre una intoxicación con alcohol metílico, como consecuencia presenta pérdida de la visión.
LEY 57 DE 1915 (15 de noviembre) sobre reparaciones por accidentes de trabajo. El Congreso de Colombia DECRETA:

ARTÍCULO 1 Modificado por los artículos 5 de la Ley 32 de 1922 y 9 de la Ley 133 de 1931. Para los efectos de la presente
Ley, enriéndese por accidente de trabajo un suceso imprevisto y repentino sobrevenido por causa y con ocasión del trabajo, y que
produce en el organismo de quien ejecuta un trabajo por cuenta ajena una lesión o una perturbación funcional permanente o
pasajera, todo sin culpa del obrero. Enriéndese por patrono toda persona, natural o jurídica, dueña de las industrias,
obras o empresas en que por sí o por interpuesta persona, se esté verificando un trabajo, y por obrero a toda persona cuyo salario
no exceda de seis pesos oro semanales, que ejecute trabajo por cuenta del patrono,

ARTÍCULO 2 El patrono es responsable de los accidentes ocurridos a sus operarios con motivo del trabajo que realicen y en el
ejercicio de la profesión que ejerzan, a menos que el accidente sea debido a culpa del obrero, o a fuerza mayor extraña al trabajo
en que se produzca el accidente, o a imprudencias o descuido del operario, o a ataque súbito de enfermedad que lo prive del uso
de las facultades menta- les o de las fuerzas físicas o a violación de los reglamentos de la empresa.

ARTÍCULO 3 Se considera como culpa, imprudencia o des- cuido, el arrojo innecesario, la embriaguez, la desobediencia a
órdenes expresas de los superiores o a los reglamentos de la empresa o fábrica, y en general, todo acto u omisión que produzca
consecuencias desgraciadas y en que resulte culpable el trabajador.

ARTICULO 4 En las obras municipales, departamentales o nacionales, las reparaciones por accidente de trabajo corresponden al
Municipio, al Departamento o a la Nación, respectivamente, pero si tales obras, o las de particulares, se ejecutaron por contrato,
entonces las reparaciones por accidentes de trabajo serán de cargo del contratista.

ARTÍCULO 5 Divídense en cuatro clases las consecuencias de un accidente de trabajo:

a) Incapacidad temporal, cuando la lesión o perturbación es pasajera y se termina por la curación completa.

b) Incapacidad permanente parcial, cuando la víctima queda con una disminución definitiva de la capacidad obrera que no tenía al
tiempo del accidente. Se clasifica en este grupo, por ejemplo, la pérdida anatómica de un miembro o de un segmento de miembro;
la pérdida funcional (por lesión orgánica) o la disminución de validez (funcional) de un miembro o de un segmento de miembro; la
pérdida de un ojo; la pérdida de la audición, bien sea completa o incompleta; una enfermedad traumática que no condene a la in-
acción total, etc.

c) Incapacidad permanente total, cuando la invalidez deja al obrero definitivamente impotente para todo trabajo industrial útil.

Se consideran de esta clase, como ejemplo, las perturbaciones mentales incurables; la pérdida de dos miembros por parálisis o
amputaciones; la pérdida de ambos ojos, de ambas manos o de ambos pies; las enfermedades traumáticas graves de las vísceras
abdominales o toráxicas.

d) muerte del trabajador.

ARTÍCULO 6 Modificado por el artículo 8 de la Ley 133 de 1931. Las indemnizaciones respectivas de los casos anteriores
serán:

a) Se pagará al lesionado durante el tiempo de la incapacidad para trabajar la asistencia médica necesaria y las dos terceras
partes del jornal que ganaba al tiempo del accidente.
b) Se pagará al lesionado la asistencia médica necesaria y el jornal entero correspondiente hasta un mínimo de noventa días y un
máximo de ciento cuarenta días, según el grado de incapacidad parcial definitiva.
c) Se pagará al lesionado la asistencia médica necesaria y una suma igual al valor del salario correspondiente a un año, teniendo
en cuenta el salario semanal que ganaba al tiempo del accidente.

d) Se pagará una indemnización igual al jornal entero de un año, únicamente a los herederos que se determinan en adelante.

Para el caso de esta indemnización se considera cumplida la causal cuando la muerte ocurra por consecuencia y efecto natural
del accidente dentro de los sesenta días siguientes a éste. Los herederos de que se ha hablado y la manera de distribuir
la indemnización serán los siguientes:

Si hay solo viuda, a ésta toda la indemnización; Si hay viuda e hijos legítimos, la mitad a la primera y la otra mitad a los hijos;
pero si la viuda ha contraído nuevas nupcias antes del reconocimiento del derecho de la indemnización, ésta corresponderá toda a
los hijos; Si hay hijos legítimos solamente, toda la indemnización será para ellos; Si no hay viuda ni hijos legítimos,
la indemnización será para los ascendientes legítimos, por partes iguales; Si faltaren éstos también, la indemnización será
para los hijos naturales. A falta de todos los anteriores, la indemnización será para los padre, naturales, pero si solamente
uno de ellos tu- viere la calidad de padre o madre natural, a éste corresponderá la indemnización.

PARÁGRAFO. Si el patrono pudiere emplear a cualquiera de los que conforme a esta Ley tienen derecho a la indemnización, en
el mismo oficio que desempeñaba el "decujus", con el mismo jornal que ganaba éste, por el término expresado, el patrono
quedará relevado de la indemnización; pero si el salario fuere menor, el patrono estará obligado solamente a pagar el completo a
los mencionados herederos. Los gastos indispensables de entierro y las diligencias del caso serán siempre de cargo del
patrón.

ARTÍCULO 7 Los patronos quedan en libertad de sustituir la obligación de reparar los accidentes de trabajo, con el seguro, hecho
a. su costa, y a favor de los obreros, de los riesgos de tales accidentes, siempre que los aseguren en una sociedad debidamente
constituida, y que la suma que corresponda al obrero a título de seguro no sea inferior a la que recibiría a título de reparación,
según la presente Ley.

ARTÍCULO 8 La obligación más inmediata del patrono o empresario es la de proporcionar sin demora alguna la asistencia médica
y farmacéutica al obrero lesionado, y al efecto se acudirá en el primer momento en demanda de los auxilios más próximos, pero
inmediatamente después la asistencia será puesta a cargo del facultativo o facultativos de- signados por el patrono.

ARTÍCULO 9 La asistencia médica que, conforme a las disposiciones de la presente Ley, debe darse a las víctimas de los
accidentes del trabajo, será contratada libremente por el empresario o patrono; pero donde hubiere médicos gradúa- dos, en
ningún caso podrá confiársela a persona que no lo sea. En caso de que, con peligro para la vida del lesionado Y por culpa
del patrono o empresario, se retarde la consecución del facultativo que haya de encargarse de la asistencia médica o quirúrgica de
la víctima, aquél pagará a favor del lesionado, mientras dure su estado de peligro, una multa de cinco pesos ($5.00) por cada día
de retardo en el suministro del médico.

ARTÍCULO 10. Las industrias o empresas en que hay lugar a la reparación por accidentes de trabajo, conforme a esta Ley, son
las siguientes:

1 Las empresas de alumbrado público. 2 Las empresas de acueductos públicos.


3 Las empresas de ferrocarriles y tranvías. 4 Las fábricas de licores.
5 Las fábricas de fósforos.6 Las empresas de arquitectura o construcción de albañilería en que trabajen más de quince obreros.
7 Las minas y canteras. 8 Las empresas de navegación por embarcaciones mayores.
9 Las empresas industriales servidas por maquinaria con fuerza mecánica; y 10. Las obras públicas nacionales.

ARTÍCULO 11 En los trabajos que dependan de empresarios, industriales o cualquiera otra clase de capitalistas cuyo capital no
alcance a mil pesos ($1,000.00) oro, no están obligados a pagar indemnización de accidentes de trabajo, sino la asistencia médica
de que habla el artículo 7 de esta Ley.

ARTÍCULO 12. Para los efectos del conocimiento del hecho y de las reclamaciones e intervenciones a que pueda dar lugar, el
patrono, dentro de las veinticuatro horas siguientes a las del accidente, dará noticia de él al Juez respectivo, en un escrito firmado
por él o por quien lo represente, en papel común, y en que hará constar la hora y el lugar en que el accidente ha ocurrido, cómo se
produjo, quiénes lo presenciaron, el nombre de la víctima, el del lugar a donde ha sido trasladada, el del facultativo o facultativos
que lo asisten, el salario que ganaba el obrero y la razón social de la compañía aseguradora, si existe el seguro.

ARTÍCULO 13. Caso de defunción del obrero, el patrón o empresario dará inmediatamente parte del hecho al Juez competente,
haciendo constar los datos que sean pertinentes, de los consignados, en el artículo anterior, y si la muerte ha sido producido
simultáneamente por el accidente.

ARTÍCULO 14. El escrito de que hablan los dos artículos anteriores tendrá el carácter de información para la controversia judicial
a que pueda dar lugar el accidente.

ARTÍCULO 15. Conocerán, mediante juicio ordinario, de las controversias que se susciten por razón de la presente Ley, entre el
patrón y el trabajador, cualquiera que sea la cuantía, los Jueces Municipales. La actuación será en papel común. Si la
acción se dirige contra el Municipio, el Departamento o la Nación, el juicio se seguirá ante los Jueces que sean competentes,
según las reglas generales.

ARTÍCULO 16 Es nula toda renuncia de los derechos consagrados en la presente Ley a favor del obrero. Esta nulidad no va
contra la transacción, ni contra el compromiso y arbitramento que se celebren con posterioridad al accidente.

ARTÍCULO 17 Las acciones que consagra la presente Ley prescriben en un año.

ARTÍCULO 18 El Consejo de Estado queda encargado de presentar a la próxima legislatura un proyecto de ley complementario
de la presente.

ARTÍCULO 19 Queda facultado el Gobierno para emplear hasta quinientos pesos ($500.00) en el primer año de la vigencia de
esta Ley, con el fin de asegurar en una Compañía Nacional de Seguros a los trabajadores de las obras públicas de la Nación.

Dada en Bogotá, a 11 de noviembre de 1915. El Presidente del Senado, MARCELINO ARANGO-EL Presidente de la
Cámara de Representantes, A. DULCEY-EL Secretario del Senado, CARLOS TAMAYO El Secretario de la Cámara de
Representantes, FERNANDO RESTREPO BRICEÑO.

Poder Ejecutivo-Bogotá, noviembre 15 de 1915. Publíquese y ejecútese.

JOSÉ VICENTE CONCHA El Ministro de Gobierno, Miguel ABADIA MÉNDEZ. ("Diario Oficial" número 15646).
Proceso No 26050 CORTE SUPREMA DE JUSTICIA SALA DE CASACIÓN PENAL
Magistrado Ponente: JULIO ENRIQUE SOCHA SALAMANCA Aprobado Acta No.146
Bogotá D.C., veintiuno (21) de mayo de dos mil nueve (2009).

VISTOS Decide la Sala el recurso extraordinario de casación discrecional interpuesto por el defensor del procesado YINEDGAR
JIMÉNEZ OSORIO —Patrullero de la Policía Nacional—, contra la sentencia de segundo grado de 23 de marzo de 2006 mediante
la cual el Tribunal Superior Militar confirmó la dictada por el Juzgado Ciento Cincuenta y Cuatro de Primera Instancia adscrito al
Departamento de Policía del Tolima, por cuyo medio lo condenó como autor penalmente responsable del delito de lesiones
personales.

HECHOS Y ACTUACIÓN PROCESAL El aspecto fáctico fue presentado por el Tribunal de la siguiente forma:

“…el 19 de enero de 2002, el señor JOSÉ RICARDO IZQUIERDO, quien al parecer se encontraba en estado de embriaguez, al
estar parqueando su vehículo en un lugar prohibido, ubicado frente al Banco de Colombia del municipio de Purificación (Tolima),
fue llevado a las instalaciones de la Estación de Policía de ese municipio donde le hicieron un parte que canceló y cuando se
disponía a salir con un particular que le conduciría el vehículo, se agredió mutuamente de palabra con el Pt. JIMÉNEZ OSORIO
YINEDGAR, quien le propinó una patada fracturándole la rodilla izquierda, lo que le ocasionó una incapacidad definitiva de 60 días
y como secuelas deformidad física que afecta la estética corporal de carácter permanente y perturbación funcional del miembro
inferior izquierdo y el órgano de la locomoción de carácter permanente.”

La denuncia penal formulada por José Ricardo Izquierdo Arias en contra del Patrullero de la Policía YINEDGAR JIMÉNEZ OSORIO
ante la Fiscalía General de la Nación, fue remitida por este organismo a la jurisdicción castrense al considerar que se trataba de un
acto realizado en el ejercicio propio de las funciones policiales, por ello, el Juzgado Ciento Setenta y Nueve de Instrucción Penal
Militar, adscrito al Departamento de Policía del Tolima, abrió formal investigación penal.

Luego de vincularlo a través de indagatoria, por decisión de12 de julio de 2004 le resolvió la situación jurídica con medida de
aseguramiento de detención preventiva, con el beneficio de la libertad provisional, como presunto responsable del delito de lesiones
personales consistentes en la perturbación funcional permanente previstas en el inciso 2° del artículo 114 del Código Penal Ordinario
(Ley 599 de 2000). Clausurada la investigación, la Fiscalía Ciento Cincuenta y Seis Penal Militar calificó el mérito sumarial
mediante proveído de 22 de noviembre de 2004 con resolución de acusación por el delito de lesiones personales dolosas previsto en
el artículo 188 del Código Penal Militar (cuando la incapacidad no supere los 30 días), decisión que adquirió firmeza el 10 de diciembre
de la anualidad en cita al no ser objeto de impugnación.

La fase del juicio la adelantó el Juzgado Ciento Cincuenta y Cuatro de Primera Instancia ante el Departamento de Policía del Tolima,
despacho que luego de surtir la diligencia de corte marcial, mediante sentencia de 31 de octubre de 2005 condenó a YINEDGAR
JIMÉNEZ OSORIO como autor del delito de lesiones personales. Acogiendo la normatividad sustantiva prevista en el Código Penal
ordinario (Ley 599 de 2000) en sus artículos 111, 112, 113 y 114, aplicó este último precepto —perturbación funcional permanente—,
fijándole como penas principales tres (3) años de prisión y multa de veintiséis (26) salarios mínimos legales mensuales vigentes para el
año 2002, además de las sanciones accesorias de interdicción de derechos y funciones públicas por igual tiempo de la pena aflictiva
de la libertad y separación absoluta de la fuerza pública. Al procesado le fue concedida la condena de ejecución condicional
contemplada en el artículo 71 de la Ley 522 de 1999.

En virtud del recurso de apelación promovido por el defensor, el Tribunal Superior Militar mediante sentencia de 23 de mayo de 2006
confirmó la decisión, por lo que insiste a través de la impugnación extraordinaria con la presentación de la demanda de casación por la
vía discrecional ante la eventual violación de garantías procesales. La Corte mediante auto de 7 de febrero de 2007 admitió el libelo y
del mismo se allegó el concepto del Ministerio Público.

DEMANDA El defensor acude a la causal prevista en el numeral 2° del artículo 207 de la Ley 600 de 2000 para postular que la
sentencia no guardó congruencia con los cargos formulados en la resolución de acusación. Señala que a su defendido en el
calificatorio le fue endilgado el delito de lesiones personales previsto en el artículo 188 del Código Penal Militar que tiene señalada una
pena de arresto de seis (6) a diez y ocho (18) meses, en tanto que la sentencia acogió las disposiciones penales ordinarias de la Ley
599 de 2000 según los artículos 111, 112, 113 y 114 para imponerle una sanción mayor y de diferente naturaleza de tres (3) años de
prisión y multa de veintiséis (26) salarios mínimos legales mensuales vigentes.

Para el censor, el juzgador asumió una función calificadora propia de la Fiscalía y desconoció que a la hora de fallar se deben acoger
los cargos formulados en la resolución de acusación. En consecuencia, solicita a la Sala casar la sentencia y emitir la que en
derecho corresponda.

CONCEPTO DE LA PROCURADURÍA El Procurador Cuarto Delegado para la Casación Penal (e) sugiere a la Corte acoger el
cargo formulado a fin de casar la sente ncia, así como también hacerlo oficiosamente ante la pretermisión del principio de juez
natural.

Del cargo En criterio del representante del Ministerio Público, se presentó una errónea calificación de la conducta al adecuarla a
las previsiones del artículo 188 del Código Penal Militar cuando las lesiones no superan treinta (30) días de incapacidad, puesto
que debían adecuarse dentro del Código Penal ordinario. Subraya que en la misma resolución de acusación se hizo
mención al reconocimiento médico-legal practicado a José Ricardo Izquierdo Arias que le fijaba una incapacidad definitiva de
sesenta (60) días y, como secuelas, la deformidad física que afectaba la estética corporal de carácter permanente y la
perturbación funcional del miembro inferior izquierdo y del órgano de la locomoción también de carácter permanente.
En este orden, asevera que no se trataría de la incongruencia de la sentencia respecto de los cargos formulados en la resolución
de acusación, como lo presentó el demandante, pues si bien se respetó el hecho histórico investigado en relación con la lesión, se
desconoció en el calificatorio la incapacidad, la perturbación funcional y la deformidad permanente. Por lo tanto, pide a
la Corte declarar la nulidad de lo actuado desde la clausura de la investigación.

De la casación oficiosa Para el Delegado, se pretermitió la cláusula de competencia, por cuanto la evidente desviación en el
actuar del procesado no guarda relación con el natural servicio que como Patrullero de la Policía debía cumplir en el trámite de
requerir a un ciudadano infractor de una norma de tránsito. Explica que el enjuiciado desvió la conducta al dejarse
provocar por los improperios de la víctima que al parecer se encontraba en estado de alicoramiento, pues, pudiendo instaurarle
una querella procedió a agredirla, comportamiento abiertamente contrario a la función policial y desconectada con la misión de
garantizar la pacífica convivencia, el pleno goce y ejercicio de los derechos de las personas. Bajo tal entendimiento, considera
que la investigación y juzgamiento de este asunto correspondía a la jurisdicción ordinaria, específicamente, a la fiscalía local y al
juzgado penal municipal de Purificación-Tolima. Por consiguiente, solicita a la Corte declarar la nulidad a partir del cierre del
instructivo.

CONSIDERACIONES DE LA CORTE Ante el pedimento del Procurador Delegado, la Sala abordará en primer lugar lo referente a
la falta de competencia de la justicia castrense para conocer del asunto, por cuanto, en caso de prosperar haría superfluo abordar
el cargo planteado por el demandante. Con esa perspectiva se entrará a analizar si el delito endilgado a JIMÉNEZ
OSORIO no tiene una relación con el servicio que constitucionalmente se le asigna a la Policía Nacional y por ello le correspondía
a la justicia ordinaria, no a la castrense, conocer del diligenciamiento. La Corte ha enfatizado respecto de la circunstancia
foral que se desprende del artículo 221 de la Constitución Política para efectos del conocimiento del juzgamiento castrense de los
miembros de la fuerza pública, que un delito tiene relación con el servicio siempre y cuando su ejecución se desarrolle dentro de
las tareas propias de las labores que ellos cumplen.

En este caso, por la forma como se desarrollaron los hechos, las lesiones causadas a José Ricardo Izquierdo Arias por el accionar
del Patrullero de la Policía YINEDGAR JIMÉNEZ OSORIO pese a su claro viraje o desafuero, mantienen un vínculo con el servicio
atribuido constitucional y legalmente a la Policía Nacional, como pasa a explicarse:

Efectivamente, según los artículos 216 y 218 de la Constitución Política, la Policía Nacional pertenece a la Fuerza Pública, es un
cuerpo armado permanente de carácter civil, cuya finalidad es el mantenimiento de las condiciones necesarias para el ejercicio de
los derechos y libertades públicas, así como para asegurar que los habitantes de Colombia convivan en paz.

De la misma forma, el artículo 221 del texto superior preceptúa que las cortes marciales o tribunales militares conocerán de los
delitos cometidos por los miembros de la fuerza pública en servicio activo y en relación con el mismo servicio de conformidad con
las disposiciones del Código Penal Militar.

Esta Sala, desde la postura adoptada por la Corte Constitucional en la sentencia C-358 del 5 de agosto de 1997, en relación con
el pretérito Código Penal Militar (Decreto 2550 de 1998) al excluir de dicho ordenamiento las expresiones “con ocasión del
servicio” o “por causa de éste”, que hacían extensivo el fuero penal militar a actos que no tuvieran estricta relación con el servicio
de la fuerza pública, ha establecido que las circunstancias temporales, espaciales y modales de la conducta desarrollada por
miembros activos de la fuerza pública son las que determinan el conocimiento del asunto en la justicia castrense siempre que de
ellas se pueda concluir racionalmente que tal comportamiento tiene relación fáctica con el servicio que les corresponde prestar.

Resulta palmario que el simple hecho de pertenecer a la Fuerza Pública no conlleva indefectiblemente la situación foral. Para
atribuir el conocimiento del juzgamiento castrense de los miembros de la fuerza pública se ha de analizar si el delito tiene relación
con el servicio siempre y cuando su ejecución se desarrolle dentro de las tareas propias de las labores que cumplen tanto las
Fuerzas Militares, como la Policía Nacional. Lo expuesto conlleva la delimitación de la función militar o policial,
según el caso, en el sentido de que es insuficiente la pertenencia y ejercicio activo del sujeto pasivo de la acción judicial, pues se
impone verificar si el delito cometido tiene un nexo directo y próximo con el servicio que constitucional o legalmente se le asigna,
en este caso a la Policía, acerca del mantenimiento de las condiciones necesarias para el ejercicio de los derechos y libertades
públicas y la convivencia pacífica.

Al decantar las anteriores consideraciones al hecho investigado, se acreditó que: i) YINEDGAR JIMÉNEZ OSORIO hacía parte de
la institución policial al desempeñarse como Patrullero; ii) para el momento de los sucesos prestaba turno de vigilancia cumpliendo
funciones de tránsito en una patrulla motorizada; iii) en tal virtud, fue requerido por el Comandante de la Estación de Policía para
atender el caso de un conductor que, además de encontrarse en estado de ebriedad, había cometido una infracción vial; iv)
inmovilizó el vehículo y condujo a José Ricardo Izquierdo Arias a las dependencias policiales; v) una vez en el sitio, como el
infractor se refirió en términos desobligantes hacia los miembros de la autoridad, tratando incluso al patrullero de ladrón, el
Patrullero reaccionó propinándole un puntapié en la rodilla.

Para la Corte, tal empleo de la fuerza física del procesado como respuesta a la reacción del ciudadano al verse compelido ante la
autoridad policial nació en un acto del servicio, al punto que la conducta se desarrolló a raíz del procedimiento relacionado con la
imposición de un comparendo por la infracción de tránsito. Lo anterior no quiere significar o cohonestar acciones violentas
en cumplimiento de las operaciones policiales, pues es claro que si bien a la Policía le es permitido el empleo de la fuerza para v, gr, la
contención, ella en todo momento debe ser proporcional.

Tampoco se puede generalizar que las lesiones personales causadas por un miembro de la fuerza pública han de ser conocidas
indefectiblemente por la jurisdicción penal militar. En cada caso será necesario trazar el límite a fin de determinar cuándo la
conducta no constituye en un acto relacionado con el servicio, que no se trate de una extralimitación de poder dentro del marco de
la actividad propia de la función militar o policial, pues si v.gr., se establece que pese a estar en servicio activo el miembro de la
fuerza pública delinque en actividad no relacionada con la prestación de dicho servicio ha de ser sometido a la jurisdicción
ordinaria al no quedar amparado por la circunstancia foral, como cuando se advierte que la actividad estuvo encaminada desde un
inicio a la violación de la ley.

La Sala, en este caso no advierte la disposición previa o interés deliberado de YINEDGAR JIMÉNEZ OSORIO en causarle las
lesiones a la víctima, pues medió una acción legítima del policial de imponerle la sanción pecuniaria por haber infringido normas
de tránsito y fue en respuesta a la forma como el ciudadano reaccionó a ello cuando les profirió insultos a los miembros de la
autoridad policial.

Bajo esta perspectiva, el accionar del Patrullero al propinarle un golpe con su pie en la rodilla de José Ricardo Izquierdo Arias, a
cambio de formularle una querella por su maltrato verbal, extralimitó los actos propios de su gestión policial para ubicarse en
terrenos del ilícito de lesiones personales, siendo este el aspecto que lo ubica en la circunstancia foral, precisamente, por el
desbordamiento de la función que le correspondía cumplir, en otras palabras, se marginó de la estricta legalidad prevalido de la
autoridad funcional, pues ya que de haber ajustado su accionar al reglamento policial, no hubiera generado la conducta punible
investigada. Al ratificar así la relación causal entre la gestión policial y el delito cometido, ya que fue en desarrollo
de tal función que JIMÉNEZ OSORIO entró en contacto con José Ricardo Izquierdo Arias, efectivamente correspondía a la justicia
castrense su investigación y juzgamiento. En este orden, la Sala no accede a la petición de nulidad invocada por el
representante del Ministerio Público.

Del cargo formulado Concerniente a la censura propuesta por el recurrente ante la incongruencia de la sentencia respecto de los
cargos formulados en la resolución de acusación, la Corte estima necesario abordar de manera preliminar los aspectos
relacionados con el delito de lesiones personales tanto en el estatuto penal militar como en el Código Penal ordinario, así mismo,
las normas procesales bajo las cuales se adelantó este trámite judicial, resaltando algunas actuaciones, premisas que servirán
para abordar el estudio del reparo.

1. Normatividad Penal Militar y Penal Ordinaria El Código Penal Militar (Ley 522 de 1999) sólo contempla un delito de
lesiones personales en el artículo 188: “El que intencionalmente cause a otro daño en el cuerpo o en la salud que implique incapacidad
para trabajar o enfermedad que no pase de treinta (30) días, incurrirá en arresto de seis (6) a dieciocho (18) meses.”

Para ilícitos de la misma especie que sobrepasen aquella incapacidad o generen secuelas, dadas las previsiones del artículo 195 del
mismo ordenamiento se ha de acudir a la legislación sancionatoria ordinaria: “DELITOS COMUNES: Cuando un miembro de la Fuerza
Pública, en servicio activo y en relación con el mismo servicio, cometa delito previsto en el Código Penal Ordinario o en leyes
complementarias, será investigado y juzgado de conformidad con las disposiciones del Código Penal Militar”.

Por su parte, el Código Penal (Ley 599 de 2000) contempla en el capítulo II del Título I de la parte especial los delitos que atentan
contra el bien jurídico de la integridad personal estableciendo un tipo precepcetivo de lesiones (artículo 111) el cual se complementa
con los sancionatorios previstos seguidamente (artículos 112 a 116) que atienden al resultado producido; incapacidad para trabajar o
enfermedad, deformidad, perturbación funcional, perturbación psíquica, pérdida anatómica o funcional de un órgano o miembro.

Tales normas a su vez conforman disposiciones compuestas al consagrar varias eventualidades de acuerdo a la temporalidad de la
incapacidad, de la desfiguración o de la perturbación. Así, la que prevé el daño en el cuerpo por la alteración de su anatomía o
configuración externa (artículo 113) comprende tres aspectos: i) el defecto que dura algún tiempo ii) el que permanece; y iii) el que
afecta, en uno u otro caso, el rostro. Los primeros, cada uno con un rango punitivo específico, en tanto que el último como circunstancia
que las agrava, y la referida a la perturbación de las funciones de un órgano o miembro corporal (artículo 114) también establece
aspectos punitivos según su temporalidad, sea transitoria o permanente.

Finalmente, se regula el principio de unidad punitiva (artículo 117) según el cual, para efectos de la dosificación de la sanción si como
consecuencia de la conducta se producen varios resultados, se ha de aplicar la pena que corresponda al de mayor gravedad.

2. Del procedimiento penal militar y del procedimiento adjetivo ordinario El Código Penal Militar contempla dos
procedimientos para el juzgamiento de los miembros de la fuerza pública que incurran en su actividad en delitos relacionados con el
servicio. Un trámite ordinario con estructura de tendencia acusatoria en cuanto escinde las funciones de investigación,
acusación y juzgamiento que se adelanta en una indagación preliminar, sumario y corte marcial (artículos 451 a 577), y otro especial,
por lo abreviado, para determinados ilícitos (artículos 578 y 579). En el general, el sumario se da inicio con el auto de
formal investigación penal y se desarrolla con la vinculación mediante indagatoria o declaración de persona ausente del imputado, la
posterior resolución de situación jurídica con la eventual imposición de medidas de aseguramiento de conminación, caución o detención
preventiva, —ésta última cuando se trata de delitos que tengan pena de prisión cuyo mínimo sea o exceda de dos (2) años o atentan
contra el servicio o la disciplina y también cuando medie captura en flagrancia por delito doloso o preterintencional que tenga prevista
pena de prisión—.

Perfeccionada la investigación el funcionario de instrucción penal militar remite el expediente al Fiscal respectivo y éste la cierra, a no
ser que considere necesaria la práctica de más pruebas en cuyo caso debe retornarlo al instructor. Tras la clausura y presentación de
alegatos se profiere la calificación bien con cesación de procedimiento o con la resolución de acusación en cuyo caso como requisitos
formales ésta debe contener, entre otros, “la calificación jurídica en que fundamenta su acusación, con señalamiento expreso del delito
o delitos y de sus circunstancias específicas.”

En la siguiente fase de juicio de Corte Marcial, el Juez de Primera Instancia efectúa el control de legalidad para establecer si existen
causales de nulidad que ameriten rehacer la actuación, en caso negativo, decreta el inicio del juicio corriendo traslado a los sujetos
procesales para solicitar pruebas, luego de lo cual se fija fecha para adelantar la audiencia de Corte Marcial y en su adelantamiento tras
la práctica probatoria e intervención de los sujetos procesales se dicta y se notifica la sentencia.

De otro lado, el procedimiento especial previsto inicialmente en el artículo 578 del Código Penal Militar, contemplaba los denominados
delitos de servicio y los mencionados en el título octavo del libro segundo denominado “OTROS DELITOS” en el cual se encuentra el
artículo 188 de las lesiones personales cuando no superan los treinta (30) días de incapacidad. Es esa actuación
abreviada el juez adelantaba la investigación en el término de 15 días. Luego de escuchar en indagatoria al procesado o emplazarlo por
dos (2) días para declararlo persona ausente, resolvía la situación en los dos (2) días siguientes, una vez perfeccionado el instructivo
por auto de sustanciación,
el juez de primera instancia declaraba la iniciación del juicio y daba traslado a las partes por dos (2) días para la solicitud de pruebas,
las cuales se debían practicar en los cinco (5) días siguientes y luego de surtir traslado a los sujetos procesales, emitía fallo.

Tal procedimiento especial fue modificado por la Ley 1058 de 2006 previsto ahora para los delitos de desobediencia, abandono del
puesto, abandono del servicio, lesiones personales cuya incapacidad no supere los treinta (30) días sin secuelas, entre otros, con la
expresa salvedad prevista en el artículo 2° de la misma ley acerca de que en los procesos que a su entrada en vigencia (julio 26 de
2006) ya se hubiere iniciado el juicio, se continuarían tramitando hasta su culminación por las normas de procedimiento de corte
marcial.

En este trámite especial ahora se ha de agotar una inicial audiencia de conciliación cuando se trata de los delitos de hurto, abuso de
confianza, daño en bien ajeno y lesiones personales que no superen los treinta (30) días de incapacidad. Su trámite se debe surtir en el
lapso de treinta (30) días, tras lo cual el Fiscal entra a calificar el mérito probatorio y si profiere resolución de acusación, ha de solicitar
al juez de conocimiento la convocatoria a una audiencia de acusación y aceptación de cargos. Si el procesado los acepta se emite fallo
anticipado concediéndole la rebaja de una sexta parte de la pena, en caso contrario, se surten los trámites de la audiencia de Corte
Marcial. El anterior recuento permite evidenciar que en el trámite ordinario que se sigue en la justicia penal militar, no
existe el acto relacionado con la posibilidad de variar la calificación jurídica durante el juicio, como lo prevé el procedimiento penal
ordinario de que trata la Ley 600 de 2000.

Efectivamente, bajo el Código de Procedimiento Penal Ordinario de tendencia similar al Código Penal Militar, (Ley 600 de 2000) es
dable variar la calificación cuando se advierte el error por parte del funcionario acusador al valorar los elementos de convicción o en la
selección del precepto que regula el comportamiento investigado, o cuando por prueba sobreviniente se altera un elemento estructural
del tipo, la forma de coparticipación o imputación subjetiva o algún evento configurador de una circunstancia que modifique los límites
punitivos para hacer más gravosa la situación del enjuiciado. Tal preceptiva conmina su adelantamiento a iniciativa del
funcionario acusador o a petición o insinuación del juzgador y es de ineludible observancia cuando se va a agravar la situación del
procesado, no así cuando va a resultar favorecida dado que el juez puede degradar la responsabilidad, pudiendo incluso si el fiscal
considera que el acusado debe ser condenado por una especie delictiva de menor entidad que la imputada en la acusación o que se le
debe reconocer una circunstancia atenuante o alguna causal que aminore o aún excluya su compromiso penal, simplemente bastará
con que la alegue en su intervención.

En ordenamientos adjetivos ordinarios anteriores al del 2000 la resolución de acusación se tornaba intangible y asumía la condición de
referente necesario y único de la sentencia, sin que le fuese permitido al Fiscal o al Juez modificarla en la fase del juicio, cualquiera que
fuese el motivo alegado, ni menos desbordarla al momento de dictar sentencia, no obstante, con la Ley 600 se permite la mutación de
la calificación jurídica con el procedimiento aludido al poder ajustar la acusación a sus precisos términos por la incidencia del principio
de congruencia que debe guardar la sentencia con los cargos de la resolución de acusación. De ahí que se exija la
claridad y precisión en la resolución de acusación a fin de presentar la conducta delictiva circunstanciada, imputación fáctica y jurídica,
estándole vedado al juez agravar la responsabilidad del acusado al adicionar hechos nuevos, suprimir atenuantes reconocidas en la
acusación o incluir agravantes no contempladas en ella o en la variación de la calificación jurídica.

Sobre el particular, la Corte en providencia de 23 de abril de 2008 (Radicación 29339) replanteó la interpretación que se venía haciendo
del artículo 404 de la Ley 600 de 2000 al disponer que para las variaciones de agravación diferentes a la errónea calificación que hacen
relación al nomen iuris, sólo son procedentes si media prueba sobreviniente, modificando la línea jurisprudencial trazada desde el auto
del 14 de febrero de 2002 que permitía la variación de la calificación no sólo por prueba sobreviviente, sino también mediante prueba
antecedente, esto es la realizada con una nueva mirada o apreciación probatoria.

3. Del caso en estudio Tras varios exámenes médico legales practicados a José Ricardo Izquierdo Arias a raíz de la
fractura de su rodilla izquierda, el tercer reconocimiento realizado el 18 de octubre de 2002 determinó una incapacidad médico legal
definitiva de sesenta (60) días y como secuelas; la deformidad física que afecta la estética corporal de carácter permanente, y la
perturbación funcional del miembro inferior izquierdo y del órgano de la locomoción de carácter permanente.1

El trámite se surtió por el procedimiento ordinario, no el abreviado. El dictamen pericial aludido fue allegado en la fase instructiva, aún
antes de vincular mediante indagatoria al policial YINEDGAR JIMÉNEZ OSORIO, por ello, una vez realizada esta diligencia, al
momento de resolverle la situación jurídica mediante proveído de 12 de julio de 2004 fue afectado con medida de aseguramiento
consistente en detención preventiva, con el beneficio de la libertad provisional, adecuando su actuar al Código Penal ordinario (Ley 599
de 2000) en sus artículos 111 y 114, los cuales incluso fueron transcritos en la decisión, precisando que de éste se aplicaba el inciso 2°
por configurarse una perturbación funcional de carácter permanente con una penalidad de tres (3) a ocho (8) años de prisión y multa de
veintiséis (26) a treinta y seis (36) salarios mínimos legales mensuales.

No obstante lo anterior, la Fiscalía 156 Penal Militar ante el Juzgado 154 de Primera Instancia de manera indebida y desconociendo la
experticia que determinaba la entidad de las lesiones, adecuó típicamente el comportamiento en el delito único de lesiones personales
del Código Penal militar, que como ya se ha explicado sólo está previsto para cuando la incapacidad no supera los treinta (30) días,
proceso de subsunción abiertamente contrario de la realidad probatoria, como que las lesiones de la víctima abarcaron una incapacidad
definitiva de sesenta (60) días y le generaron unas secuelas, la de mayor entidad la perturbación funcional del miembro inferior
izquierdo y el órgano de la locomoción de carácter permanente. Con este entendimiento la Corte considera que el
cargo presentado por el censor acerca de la falta de congruencia de la sentencia respecto de los cargos formulados en la resolución de
acusación, no puede prosperar, por cuanto la raíz de tal desafuero radica en el error en la calificación jurídica. Efectivamente,
de acoger el planteamiento del impugnante se arribaría a una sentencia estimativa casando el fallo a fin de emitirlo en total apego al
calificatorio, esto es, por las lesiones que generan una incapacidad de treinta (30) días, con una sanción de arresto que fluctúa entre
seis (6) a dieciocho (18) meses, con lo cual se desconocerían los hechos inequívocos acreditados pericialmente de las lesiones de

1
mayor gravedad. El yerro advertido, en consecuencia, amerita la intervención oficiosa de la Corte, ante la presencia de una causal
de nulidad, como pasa a explicarse:

Si bien naturalísticamente no hay alguna modificación (imputación fáctica) por cuanto se le ha endilgado a JIMÉNEZ OSORIO la
realización de unas lesiones personales, la imputación jurídica de las mismas hecha en la resolución de acusación no guarda
correspondencia con lo acreditado probatoriamente, situación que impide la emisión de sentencia de mérito por una conducta de menor
entidad. Precisamente, la Corte con anterioridad ha precisado que cuando se evidencian palmarios errores en la imputación
(fáctica o jurídica) los cuales se apartan del referente óntico se impone declarar la nulidad de la actuación en procura de realizar la
calificación jurídica adecuada por cuanto las decisiones judiciales se deben adoptar dentro del marco de la legalidad, de los derechos
fundamentales y de las garantías procesales. Para efectos de determinar el radio invalidante, en atención a que en el
procedimiento penal militar no existe la posibilidad de surtir el trámite de variación de la calificación jurídica provisional, la nulidad,
entonces, ha de abarcar desde la resolución de acusación, inclusive.

Y si bien en el estatuto castrense está contemplado el control de legalidad que corresponde al juez de conocimiento una vez le llega el
diligenciamiento a fin de dar curso a la fase del juicio, no tendría algún sentido retrotraer la actuación a dicho momento a fin de que ese
funcionario entrara a revisar y advertir el error en la calificación con miras a su enmienda, por cuanto ello sería desconocer el papel de
la Corte de ejercer control constitucional y legal de la actuación, y de paso, se afrentaría grandemente contra el principio de economía
procesal. Por último, de pensar que ante la pretensión del defensor de la sentencia estimativa por un delito menor, respecto de
la decisión de nulidad procesal que la Sala anuncia se estaría afectando la situación jurídica del procesado por la eventual reforma
peyorativa al ser recurrente único, resulta diáfano que la anulación por el error en la calificación jurídica proviene del rol de juez
constitucional, garante del cumplimiento de la Constitución y la ley que le corresponde a la Corte.2

“La declaración de nulidad obliga a rehacer la actuación –castiga el proceso-, pero de ninguna manera ata el sentido de la nueva
sentencia, ni las posibilidades defensivas que surjan a partir de la reconstrucción del rito. No impide a la parte defensiva ejercer el
derecho de contradicción a plenitud en el proceso reconstruido (Vg. probar alguna causal de ausencia de responsabilidad penal,
someterse a la terminación abreviada del proceso por sentencia anticipada, preacordar los términos de la imputación, allanarse, etc.).
[…]
“La Corte reitera su pensamiento pacífico en el sentido de que, cuando la imputación difiere del supuesto fáctico real no puede ser
tenida como fundamento correcto de la sentencia… sencillamente porque no se hace justicia material cuando el fallo no tiene un
referente fáctico correcto; al encontrar una resolución de acusación acertada en lo fáctico (imputación fáctica) pero abiertamente
desfasada en lo jurídico (imputación jurídica), la nulidad se impone como remedio”.3

Bajo esta óptica, como la imputación adecuada correspondería a la que se le realizó al momento de resolver la situación jurídica de
JIMÉNEZ OSORIO, esto es, las lesiones personales por la perturbación funcional de un órgano o miembro de carácter permanente, la
declaración de nulidad se impone para retrotraer en mayor grado el diligenciamiento a fin de emitir una nueva resolución de acusación
como solución que se desprende del procedimiento penal militar, en aras de que el eje conceptual fáctico y jurídico del proceso sea uno
solo. La Sala resalta que para efectos del término prescriptivo de la acción penal en la fase sumarial en la que quedaría
reducido el diligenciamiento, por tratarse de un comportamiento acaecido el 19 de enero de 2002, la penalidad del artículo 114 del
Código Penal de tres (3) a ocho (8) años de prisión, este límite máximo sufre una modificación al aumentarse en una tercera parte por
haber sido realizado por un servidor público, lo que extiende tal lapso hasta el 19 de septiembre de 20124.

Lo anterior se establece no sólo porque el artículo 195 del Código Penal Militar al referirse a los delitos comunes cometidos por los
miembros de la Fuerza Pública remite a las disposiciones del Código Penal ordinario, sino principalmente, porque el parágrafo del
artículo 83 al regular lo relacionado con el término de prescripción de la acción penal prevé que: “Cuando se trate de delitos comunes la
acción penal prescribirá de acuerdo con las previsiones contenidas en el Código Penal ordinario para los hechos punibles cometidos
por servidores públicos.”

En criterio de la Sala lo expuesto constituye razón suficiente para casar de manera oficiosa la sentencia del Tribunal Superior
Militar y anular la actuación a partir, inclusive, de la resolución de acusación de 22 de noviembre de 2004, circunstancia que
conlleva a que el cargo formulado por el censor no prospere. En mérito de lo expuesto, la Sala de Casación Penal de la
Corte Suprema de Justicia, administrando justicia en nombre de la República y por autoridad de la ley,

RESUELVE

1. NO CASAR el fallo por razón del cargo formulado en la demanda presentada por el defensor de YINEDGAR JIMÉNEZ
OSORIO.
2. CASAR OFICIOSAMENTE la sentencia de 23 de marzo de 2006 proferida por el Tribunal Superior Militar.
3. PRECISAR, que como consecuencia de lo anterior se declara la nulidad de la actuación a partir de la resolución de acusación
de 22 de noviembre de 2004. Contra esta decisión no procede recurso alguno. Cópiese, notifíquese, cúmplase y devuélvase al
Tribunal de origen.

JULIO ENRIQUE SOCHA SALAMANCA JOSÉ LEONIDAS BUSTOS MARTÍNEZ SIGIFREDO ESPINOSA PÉREZ
ALFREDO GÓMEZ QUINTERO MARÍADELROSARIOGONZÁLEZDELEMOS Comisión de servicio
AUGUSTO J. IBÁÑEZ GUZMÁN JORGE LUIS QUINTERO MILANES Comisión de servicio
YESID RAMÍREZ BASTIDAS JAVIER ZAPATA ORTÍZComisión de servicio

TERESA RUIZ NÚÑEZ


2

4
De manera reiterada la Corte ha indicado que en aplicación del principio de igualdad para la contabilización del término de
prescripción de los delitos cometidos por los miembros de la Fuerza Pública que guarden relación con el servicio se deben aplicar
armónicamente las disposiciones que sobre tal materia consagra el Código Penal ordinario (ver entre otras, Sentencias de 22 de mayo
del dos mil tres 2003. Radicación 20179 y de 27 de octubre de 2008 Radicación 22831)
Secretaria

Proceso No 30877 CORTE SUPREMA DE JUSTICIA SALA DE CASACIÓN PENAL


Magistrado Ponente: JULIO ENRIQUE SOCHA SALAMANCA Aprobado Acta No.303
Bogotá, D. C., veintitrés (23) de septiembre de dos mil nueve (2009).

VISTOS La Sala resuelve el recurso de apelación interpuesto por el defensor del procesado GERARDO TRIANA LOZANO contra la
sentencia proferida el 25 de septiembre de 2008 por Tribunal Superior de Ibagué, mediante la cual lo condenó a tres años de prisión,
multa de 50 salarios mínimos legales mensuales vigentes e inhabilidad para el ejercicio derechos y funciones públicas por el término de
cinco años, como autor responsable del delito de prevaricato por acción.

HECHOS Y ACTUACIÓN PROCESAL

1. Se extracta de las diligencias que el 16 de mayo de 2002, a las 10 de la mañana aproximadamente, Jesús Osorio Rincón,
acompañado de Jaime Jiménez González, conducía el camión de placa SUA-243, transportando 20.000 kilos de jabón detergente.
Cuando transitaba por la variante que comunica los municipios de Melgar y Flandes, Tolima, varios sujetos provistos de arma de fuego
que se movilizaban en un campero Willis de color amarillo, le hicieron señales para que interrumpiera la marcha y como no obedeció le
dispararon. Esta circunstancia lo obligó a parar, momento en el cual dos sujetos subieron al camión,
uno por cada lado, diciéndole que se trataba de un atraco, que se corriera y prosiguiera la marcha o lo mataban; sin embargo, cuando se
percataron que estaba sangrando, descendieron del vehículo, instante en el cual uno de los delincuentes fue arrollado por un automóvil
que pasaba por el lado, quien posteriormente, de acuerdo con los documentos que portaba, fue identificado como Carlos Hayr Sandoval
Albarracín, los demás sujetos alcanzaron la fuga.

Como consecuencia del disparo, el señor Jesús Osorio Rincón resultó herido en el ojo derecho con fractura comminuta malar y de la
pared lateral de la órbita y arco cigomático del mismo lado; por lo que medicina legal le dictaminó una incapacidad definitiva de 45 días,
perturbación funcional del órgano de la visión y deformidad física que afecta el rostro, secuelas de carácter permanente.

La investigación la adelantó la Fiscalía 52 Seccional del Espinal, Tolima, a cargo del doctor GERARDO TRIANA LOZANO, quien afianzado
en la denuncia presentada por el señor Jaime Jiménez González, ayudante del camión, y el informe de la Policía Nacional, ordenó la
apertura de instrucción vinculando mediante indagatoria al sujeto que aseveró responder al nombre Carlos Hayr Sandoval Albarracín, y
le resolvió la situación jurídica con medida de aseguramiento de detención preventiva por los delitos de homicidio, hurto calificado y porte
ilegal de armas de fuego, los dos primeros en la modalidad de tentativa.

2. El 13 de septiembre siguiente, el mismo funcionario analizó “de manera oficiosa la viabilidad de adecuar la tipicidad y calificación
provisional de los hechos imputados” al sindicado, “respecto del disparo que con arma de fuego recibió el señor JESUS OSORIO
GARZÓN, como a resolver la solicitud de DETENCIÓN DOMICILIARIA impetrada por el defensor”.

Consideró que Medicina Legal le dictaminó al señor Osorio Garzón una incapacidad médico legal de cuarenta y cinco (45) días con
secuelas de perturbación funcional del órgano de la visión y deformidad física que afecta el rostro, por lo que la conducta atribuida al
supuesto Sandoval Albarracín se acomodaba al tipo penal descrito en el inciso 2º del artículo 114 de la Ley 599 de 2000, y no en el de
homicidio en modalidad de tentativa, pues “pese a que utilizó un arma de fuego que es idónea para ocasionar la muerte de una persona,
también es cierto que la lesión no colocó en peligro la vida del conductor del vehículo, pero empece a que hubo necesidad de intervenir
quirúrgicamente al vulnerado, la lesión en sí no revistió las características de mortales, dejándole a la postre una perturbación funcional
que no es otra que una lesión, pero en ningún momento un conato de homicidio”.

De esta manera modificó la resolución de 4 de mayo de 2002 en el sentido de que la medida de aseguramiento continuaba vigente por
“la conducta punible de [lesiones personales con] PERTURBACIÓN FUNCIONAL permanente de que trata el libro 2º del C. Penal, Título
I, Capítulo tercero”, quedando sin “valor jurídico” por el delito de homicidio en la modalidad de tentativa.

Finalmente, le concedió al procesado la detención domiciliaria porque el delito de [lesiones personales con] “perturbación funcional
permanente”, para la época del suceso, tenía señalada pena mínima de tres años, el cual fue cometido en concurso con los de
fabricación, tráfico o porte de armas de fuego o municiones y hurto calificado en la modalidad de tentativa, de suerte que la pena por
imponer, en caso de sentencia condenatoria, no sobrepasaría cinco años de prisión, además infirió, con base en el desempeñó laboral,
familiar y social, que no colocaba en peligro a la comunidad, pues tenía “dos niños por los cuales responder” y su profesión [fabricante de
calzado] la podía desempeñar en su residencia.

3. Esta decisión fue impugnada por el Ministerio Público y revocada por la Unidad de Fiscalías Delegada ante el Tribunal Superior de
Ibagué, el 17 de octubre de 2002. En tal sentido, consideró que “si bien es cierto en el reconocimiento médico legal se ratifica como
definitiva para JESÚS OSORIO RINCÓN una incapacidad de 45 días, también lo es que esa herida ocasionada por el proyectil que
penetró en el ojo derecho del hoy lesionado y atendiendo el sitio donde sufrió esta, la calidad del arma usada y el propósito del atacante,
que no era el de causarle unas simples lesiones, sino la de causar la muerte al conductor del rodante, para de esta forma apoderarse de
la mercancía que transportaba en el camión.”

Para el Fiscal Quinto Delegado ante el Tribunal es claro que quien empleando arma de fuego apunta a una parte vital del cuerpo de una
persona y dispara, tiene la intención de segarle la vida; sin que sea necesario dejar demostrado si la lesión causada tenía virtud para
producirle la muerte.

Y aunque especulativamente no descartó la probabilidad de que por no haberse alcanzado el resultado la conducta no fue idónea, hizo
énfasis en que la ley exige para la configuración de la tentativa que el acto, por lo menos, haya puesto en peligro el bien jurídico.

En último lugar, dispuso la expedición de copias de la actuación para que se iniciaran sendas investigaciones penal y disciplinaria, en
contra del Fiscal 52 Seccional de la Unidad de Fiscalías del Espinal, Tolima, doctor GERARDO TRIANA LOZANO.
4. La Fiscalía Primera Delegada ante el Tribunal Superior de Ibagué, por medio de resolución de 8 de noviembre de 2002, ordenó la
apertura de investigación previa en contra del doctor TRIANA LOZANO y lo escuchó en versión libre el 10 de marzo de 2003.

En esa diligencia5 manifestó que la investigación penal que adelantaba contra Carlos Hayr Sandoval Albarracín transcurría normalmente
hasta cuando recibió el dictamen médico legal definitivo practicado al lesionado, pues con fundamento en él consideró que la conducta
contra el bien jurídico de la vida y la integridad personal encaja en el delito de lesiones personales con perturbación funcional permanente
del órgano de la visión, descrito en el inciso final del artículo 114 del Código Penal. Asimismo, que para variar la calificación
jurídica provisional tuvo en cuenta que el lesionado fue tratado quirúrgicamente por el servicio de oftalmología y que el arma de fuego se
percutió una sola vez, circunstancias de las cuales dedujo que la intención de los delincuentes no fue quitarle la vida al conductor sino
obtener el apoderamiento de la mercancía que transportaba en el camión, como generalmente sucede en los delitos de piratería
terrestre, además, ante la resistencia opuesta, optaron por huir.

Aseguró que en los delitos contra la vida y la integridad personal quien decide acerca de la gravedad, características y secuelas de las
lesiones es el médico legista y no el fiscal, por eso se fundamentó en el dictamen aludido y en el concepto suministrado por el médico
CORTÉS, del servicio de urgencias del Hospital San Rafael de Girardot, quien le dijo que no toda lesión en la cara es mortal y que en el
caso bajo su cargo las heridas sufridas por el conductor del camión establecían la conducta delictiva de lesiones personales y no la de
homicidio en la modalidad de tentativa.

5. En la indagatoria6 insistió en que, por haber fundamentado su criterio jurídico en el dictamen pericial de medicina legal, su decisión no
es arbitraria ni contraria a la ley; además, en los delitos de homicidio y lesiones personales, la aplicación de la tentativa es compleja.
También resaltó que una de las funciones de la segunda instancia es corregir o reafirmar las decisiones del inferior que por la recarga
laboral no podía dedicarle mayor tiempo a cada proceso, circunstancia que pudo haber determinado su equivocación, sin que ello
signifique que prevaricó.

6. El señor Jorge Antonio García Borja, notificador de la Unidad de Fiscalías del Espinal, manifestó que cuando le fue concedida la
detención domiciliaria a Carlos Hayr Sandoval Albarracín el defensor se presentó, a las tres de la tarde aproximadamente, con la póliza
que garantizaba el cumplimiento de las obligaciones correspondientes, momento para el cual todavía no le habían entregado la decisión
para enterar al procesado; sin embargo, dicho suceso que no le causó extrañeza porque el doctor TRIANA LOZANO le había anunciado
que en las horas de la tarde debía notificar “una domiciliaria”, además el defensor, antes del meridiano, había estado en el despacho del
Fiscal.

7. Gustavo A. Romero Carvajal,7 técnico judicial de la Fiscalía 52 Seccional del Espinal, declaró que el 13 de septiembre de 2002 el
doctor TRIANA LOZANO le comentó que estaba analizando una solicitud de detención domiciliaria presentada por el defensor de Carlos
Hayr Sandoval Albarracín, frente a la cual había concluido que era necesario variar la calificación jurídica provisional de homicidio en la
modalidad de tentativa [que se le atribuyó en la resolución que le resolvió la situación jurídica] por la de lesiones personales con
perturbación funcional prevista en el artículo 114 de la Ley 599 de 2000, pues según el último reconocimiento médico legal practicado [a
la víctima], la lesión que recibió le generó perturbación funcional del órgano de la visión, y esa apreciación del galeno se ajustaba a las
disposiciones mencionadas.

Asegura que el Fiscal tuvo en cuenta que la víctima fue sometida a intervención de oftalmología tres días después de haber recibido el
disparo, hecho del cual dedujo que no estuvo ante una muerte inminente, la intencionalidad de producirle la muerte no surgía evidente en
cuanto sólo le hicieron un disparo a pesar de que el arma utilizada por los delincuentes tenía otros cartuchos; abandonaron el automotor
y se alejaron; el proyectil solamente interesó el ojo derecho del conductor y no un órgano de la cabeza cuya afección le hubiera podido
ocasionar la muerte, y, por último, que no se tifipificaba porque el resultado no se produjo por circunstancias ajenas a la voluntad del
autor. No se podía afirmar que la muerte del lesionado no sucedió debido a una rápida, oportuna, delicada y acertada
intervención científico-quirúrgica, pues, según el fiscal, la herida causada no revistió ninguna gravedad para la existencia de aquél, pues
llegó consciente al hospital y hasta el tercer día fue operado por el servicio de oftalmología.

Comenta que el Fiscal se guió por la obra del doctrinante Antonio Vicente Arenas, en la cual se precisa que los casos de perturbación
funcional transitoria o permanente quedan subsumidos en el título de lesiones personales. También, consultó al señor Luis Felipe Ospina
Carvajal, estudiante de derecho que trabajaba en el Juzgado Primero Penal del Circuito del Espinal, a quien se consideraba versado en
el manejo de la tentativa.

8. La Fiscalía Primera Delegada ante el Tribunal Superior de Ibagué, el 29 de mayo de 2003, le resolvió la situación jurídica a GERARDO
TRIANA LOZANO con medida de aseguramiento de detención preventiva por el delito de prevaricato por acción, con derecho a la libertad
provisional.

9. El médico Rubén Darío Cortés Guzmán declaró que durante un viaje al Espinal, el procesado le preguntó si la herida sufrida por la
víctima era mortal, y él le respondió que si estaba con vida, no, aclarándole que la situación es disímil a cuando el proyectil penetra en la
cavidad craneana lesionando el cerebro a aquella en que, por el ángulo [de tiro], sólo se afecta una parte de la estructura ocular; sin
embargo afirma, le dijo al ex funcionario que sin tener presente al paciente o la historia clínica es difícil hacer un diagnóstico.

10. Se allegó copia de la sentencia por medio de la cual el Tribunal Superior de Ibagué, el 12 de diciembre de 2002, condenó al doctor
GERARDO TRIANA LOZANO en su condición de ex Fiscal 54 Seccional de Melgar, Tolima, por el delito de prevaricato por acción porque en
otro proceso penal, después de haber dispuesto el cierre de la investigación, por solicitud de la defensa repuso tal decisión y revocó la
medida de aseguramiento impuesta a los procesados por el delito de secuestro, concediéndoles la libertad provisional con argumentos
similares a los consignados en un papel con membrete del defensor, hallado sobre el escritorio del funcionario.8

5
6

7
8
Dicha sentencia fue confirmada por esta Sala de la Corte el 8 de julio de 2003, radicado No. 20704. (9)

11. Faiber Augusto Páramo Lozano,10 Secretario Judicial de la Unidad de Fiscalías Seccionales del Espinal, manifestó que el día en el
cual se notificó a Carlos Hayr Sandoval Albarracín la decisión que le concedió la detención domiciliaria, el Delegado del Ministerio
Público, aproximadamente a las dos de la tarde, observó encima de la máquina del notificador una póliza por el valor de la caución y
seguidamente preguntó por la providencia respectiva, respondiéndole que hasta ese momento él no tenía conocimiento de ella. Situación
que el Delegado puso en conocimiento del Coordinador de la Unidad de Fiscalías, doctor Luis Alberto Barrios Hernández. Que a las
cuatro o cuatro y media de la tarde, el técnico judicial de la Fiscalía le entregó la decisión al notificador.

12. Previo cierre de la investigación, 11 el instructor, mediante providencia de 9 de enero de 2004, acusó al doctor GERARDO TRIANA
LOZANO por el delito de prevaricato por acción, providencia que adquirió ejecutoria el 21 de enero de 2004.

13. La Sala Penal del Tribunal Superior de Ibagué adelantó la fase del juicio y después de agotar las audiencias preparatoria y pública,
mediante sentencia de 25 de septiembre de 2008 condenó al doctor TRIANA LOZANO a tres (3) años de prisión como autor responsable
del delito de prevaricato por acción y le concedió la suspensión condicional de la pena privativa de la libertad por un período de prueba
igual al de la sanción impuesta.

FUNDAMENTOS DEL FALLO IMPUGNADO Para el a quo los elementos de persuasión allegados al proceso demuestran que la
conducta atribuida al ex fiscal TRIANA LOZANO es típica, antijurídica y culpable, en cuanto congregan los elementos objetivos y subjetivos
que estructuran el tipo penal de prevaricato por acción.

Destacó que el acusado, el 24 de mayo de 2002, fundamentado en el informe policivo y la denuncia presentada por el señor Jaime
Jiménez González, resolvió la situación jurídica a Carlos Hayr Sandoval Albarracín imponiéndole medida de aseguramiento de detención
preventiva por los delitos de porte ilegal de armas de fuego, hurto calificado agravado y homicidio, los últimos en la modalidad de
tentativa, pues esos elementos probatorios revelaban que varios sujetos que se movían en un campero Jeep Willis intentaron cerrar el
camión de placa SUA-243, conducido por el señor Jesús Osorio Garzón, a quien intimidaban con arma de fuego para que se orillara,
pero como no obedeció esa orden le dispararon “varias veces sus armas”, destrozando el vidrio panorámico del rodante y causándole
lesiones graves en el ojo derecho.

Una vez el camión se detuvo, dos delincuentes subieron al mismo por cada uno de los estribos y le gritaron al conductor que se corriera y
prosiguiera la marcha con ellos; sin embargo, cuando se percataron de la gravedad de las lesiones que le causaron, se bajaron de la
máquina, momento en el cual uno de ellos fue atropellado por un automóvil que pasaba, contingencia que facilitó su captura.

Resalta que en la resolución de situación jurídica el ex funcionario tuvo en cuenta que los asaltantes tenían el propósito de apoderarse de
la carga transportada usando armas de fuego, una de las cuales apuntaron hacia la cabeza del conductor del camión percutiéndola a
pocos metros, circunstancias de las cuales dedujo los elementos que estructuran la conducta delictiva de homicidio en la modalidad de
tentativa. Sin embargo, posteriormente con sustento en el resultado alcanzado, modificó la adecuación típica
convirtiendo el homicidio imperfecto en lesiones personales, haciendo abstracción del fin homicida que buscaban los autores del hecho.

En el caso que fue sometido al conocimiento del procesado, asevera el a quo, es evidente la estructuración del homicidio imperfecto, al
punto que ninguno de los sujetos procesales cuestionó la adecuación típica contenida en la resolución mediante la cual se le resolvió la
situación jurídica a Sandoval Albarracín, el defensor asintió en ella cuando anunció con la solicitud de detención domiciliaria que se
acogería a sentencia anticipada, pues asumía que en tal hipótesis su petición era válida porque la pena privativa de la libertad a imponer,
según sus cuentas, no sobrepasaría cinco años de prisión. De otro lado, refutando al defensor, afirmó que lo
decidido por el acusado en la resolución de 13 de septiembre de 2002 no fue producto de su torpeza intelectual, falta de criterio jurídico,
desconocimiento o error, sino que se trató de una actividad consciente y voluntaria orientada a contrariar la ley.

En tal sentido, señaló que (i) los sujetos procesales no presentaron ningún reparo a la adecuación típica inicial; (ii) no era posible acceder
a la detención domiciliaria con la peregrina promesa de que el acusado se acogería a sentencia anticipada; (iii) procesalmente no obraba
elemento probatorio alguno que permitiera afirmar en forma seria, fundada y motivada que el desempeño laboral, familiar y social de
Sandoval Albarracín no colocaba en peligro a la comunidad y no evadiría el cumplimiento de la pena; (iv) las explicaciones del ex
funcionario, acerca de las dudas del carácter letal y gravedad de la herida sufridas por la víctima del atentado no son convincentes.

Esto, teniendo en cuenta que a) lo lógico era haber ordenado la aclaración del dictamen antes de tomar la decisión y no después; b) no
era un funcionario inexperto, para ese entonces acumulaba una experiencia de 29 años en la judicatura; c) no desconocía que
jurisprudencialmente se ha señalado que la gravedad de la lesión no determina la calificación jurídica de la conducta, sino que debe
explorarse la intención del agente y la acción dirigida contra la vida ajena, de modo que la tentativa de homicidio es posible incluso
cuando la víctima no resulta lesionada; d) la póliza judicial con la cual Sandoval Albarracín garantizaba el cumplimiento de sus
obligaciones, se allegó de forma apresurada; e) el 12 de diciembre de 2002 el doctor TRIANA LOZANO fue condenado por el Tribunal
Superior de Ibagué por hechos similares, lo cual indica su capacidad moral para cometer ilícitos.

LA IMPUGNACIÓN

1. El defensor expresa su desacuerdo con la sentencia del Tribunal porque el artículo 232 de la Ley 600 de 2000 dispone que toda
providencia debe fundarse en prueba, legal, regular y oportunamente allegada a la actuación y, además que no se puede dictar
sentencia condenatoria sin que obre en el proceso prueba que conduzca a la certeza de la conducta punible y la responsabilidad del
procesado.

10
11
La providencia mediante la cual el acusado resolvió la situación jurídica a Sandoval Albarracín con medida de aseguramiento de
detención preventiva, se cimentó en el informe policial y en la denuncia formulada por la ‘víctima’; elementos que, a su juicio, no eran
suficientes para fundamentar esa decisión.

2. En relación con el homicidio en la modalidad de tentativa, refiere que en el proceso ‘principal’ no se ha dicho nada acerca del mismo,
por lo que resulta inocuo afirmar que el ex fiscal “prevaricó dolosamente” al variar la calificación jurídica de la conducta atribuida a
Sandoval Albarracín, de suerte que el debate se fundamentó en simples criterios subjetivos.

3. Su procurado varió la calificación jurídica de la conducta imputada a Sandoval Albarracín con base en el reconocimiento médico legal
[practicado a la víctima], de modo que no se trata de una decisión caprichosa, como lo cree la Fiscalía y el Ministerio Público, con ella
persiguió garantizar los derechos del procesado afectado con la medida [restrictiva de la libertad].

4. Los documentos aducidos [copias del proceso a cargo del acusado] no reúnen los requisitos señalados en el artículo 239 de la Ley
600 de 2000, en cuanto no están autenticados.

5. En la ‘actuación original’ se profirieron otras decisiones de fondo que no fueron debatidas, como el auto de 22 de enero de 2004,
mediante el cual el Juzgado Segundo Penal del Circuito del Espinal decretó la nulidad de la actuación dejando sin efectos jurídicos las
decisiones asumidas por el Fiscal 52 Seccional del Tolima, luego no comprende por qué el fallo de instancia se fundamenta en las
decisiones que asumió su procurado. No obstante, afirma que el dictamen médico legal practicado a la
víctima era suficiente para establecer la configuración del homicidio imperfecto, pues “las lesiones recibidas pueden o no, ser
determinantes en la calificación jurídica, porque no es lo mismo hablar de lesiones personales, a que medicina legal determine con
certeza que además de la lesión se puso en grave peligro la vida del paciente…”

6. Ni en la acusación ni en el fallo se determinó en qué consistió la supuesta vulneración al bien jurídico tutelado, es decir, nadie ha dicho
por qué la decisión de 2 (sic) de septiembre de 2002, es contraria al ordenamiento jurídico.

7. En la sentencia impugnada se aplicó la “teoría objetiva del delito” por “cuanto se está mirando solamente la parte objetiva de la
decisión, su efecto y destinatario, más no en verdad el móvil o la intensión (sic) del funcionario” de modo que si se hubiera aplicado la
teoría finalista del delito el proceso terminaría con absolución a favor del doctor TRIANA LOZANO, máxime cuando no obra prueba de su
interés en el proceso.

CONSIDERACIONES

1. Acorde con el numeral 3º del artículo 75 del de la Ley 600 de 2000, corresponde a la Sala de Casación Penal de la Corte Suprema de
Justicia conocer de las apelaciones interpuestas en los procesos que en primera instancia conocen los tribunales superiores de distrito
judicial, en este caso el adelantado en contra del doctor GERARDO TRIANA LOZANO ex Fiscal 52 Seccional de la Unidad de Fiscalías
Delegadas del Espinal por hechos relacionados con el ejercicio de sus funciones cuando aún hacía parte de la Fiscalía General de la
Nación, como está acreditado con el acto administrativo de nombramiento y la certificación expedida por el Analista de la Sección de
Desarrollo Humano de la Dirección Seccional Administrativa y Financiera de Ibagué, Tolima.12 En consecuencia, la Sala
desatará el recurso interpuesto dentro de los límites que señala el artículo 204 ibídem, es decir, concretando su actuación a lo que
constituye objeto de impugnación y a los aspectos inescindiblemente vinculados al mismo.

2. Vistos los argumentos del recurrente, el problema jurídico se centra en los siguientes puntos: (i) la autenticidad de las copias del
proceso penal adelantado en contra de Carlos Hayr Sandoval Albarracín y su eficacia probatoria en este asunto. (ii) La estructuración del
delito de homicidio en la modalidad de tentativa en la conducta atribuida a Sandoval Albarracín y la posibilidad jurídica de su variación por
la de lesiones personales de acuerdo con el dictamen médico legal definitivo practicado al señor Jesús Osorio Rincón, y (iii) si
efectivamente se lesionó el bien jurídico de la administración pública con la conducta de prevaricato por acción atribuida al doctor
GERARDO TRIANA LOZANO; los cuales la Sala abordará en su orden.

2.1. La autenticidad de las copias aportadas del proceso penal adelantado contra Carlos Hayr Sandoval Albarracín.

El artículo 239 de la Ley 600 de 2000 dispone que “Las pruebas practicadas válidamente en una actuación judicial o administrativa
dentro o fuera del país, podrán trasladarse a otra en copia auténtica y serán apreciadas de acuerdo con las reglas previstas en este
código”.

En el caso bajo examen, el instructor mediante resolución de 8 de noviembre de 2002 dispuso el inicio de la investigación previa en
contra del doctor TRIANA LOZANO, en la cual ordenó solicitar a la Fiscalía 52 Seccional del Espinal fotocopia autenticada y por duplicado
de la actuación adelantada en contra de Carlos Hayr Sandoval Albarracín con el fin de que obrara como prueba, por tratarse de la
actuación en donde se profirió la decisión contraria a derecho.

Con ese cometido, el 8 de noviembre de 2002, la Secretaría de la Unidad de Fiscalías Delegadas ante el Tribunal Superior de Ibagué
ofició al Fiscal 52 Seccional de la Unidad de Fiscalías del Espinal, Tolima, 13 pidiendo dichas copias, las cuales fueron autorizadas el 13
siguiente14 por el Fiscal 33 Seccional a quien le fue reasignado el proceso,15 sin embargo no fueron enviadas, razón por la cual el 21 de
enero 200316 se reiteró la solicitud, la cual fue respondida por el Secretario Judicial de la aludida Unidad de Fiscalías, quien mediante
oficio No. USF-0248 de 22 de enero de 2003, anunció que remitía fotocopias simples y por duplicado de la actuación.

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Sin embargo, el Secretario de la Unidad de Fiscalías Delegadas ante el Tribunal Superior de Ibagué dejó constancia que en esa fecha
recibió el oficio junto con el cuaderno original del proceso solicitado, con información de que no fue posible fotocopiarlo por averías en la
máquina respectiva.17 El mismo empleado también certificó que, teniendo en cuenta la necesidad de que las reproducciones en
mención formaran parte del proceso, las tomó18 y las autenticó, como se aprecia en la constancia que dejó al final de ellas.19

Ese procedimiento, observado por el secretario de la Unidad de Fiscalías Delegadas ante el Tribunal Superior de Ibagué, constituyó una
solución viable a la situación expuesta por su homólogo de la Unidad de Fiscalías Seccionales del Espinal, de suerte que su actuación no
fue diferente a obtener las copias y dejar constancia de manera fehaciente, de acuerdo con la función legalmente atribuida a los
secretarios, que las mismas coinciden con el original que tuvo a la vista, sin que tal circunstancia afecte su aptitud probatoria, pues
previamente fueron ordenadas por el funcionario judicial que tenía a cargo el proceso y autorizadas por el secretario respectivo, quien
ante la imposibilidad física de obtenerlas envió el expediente para dichos fines a la autoridad solicitante.

Tampoco tuvo en cuenta el recurrente que cuando la Fiscalía Delegada ante el Tribunal de Ibagué revocó la resolución mediante la cual
su defendido varió la calificación de la conducta de homicidio en la modalidad de tentativa por lesiones personales en el proceso
adelantado contra el presunto Sandoval Albarracín, ordenó expedir las copias que originaron esta actuación, las cuales fueron
debidamente autenticadas.20 Asimismo, desconoce que el doctor TRIANA LOZANO, tanto en la versión libre como en la indagatoria,
hizo alusión a la variación de la calificación jurídica provisional de homicidio en grado de tentativa a lesiones personales y a las pruebas
en las que la fundamentó, las cuales obran en las copias expedidas, cuya incorporación al proceso no descubre irregularidad alguna que
genere un vicio de estructura o de garantía, pues, para los fines perseguidos, sólo bastaba su incorporación al proceso y permitir a las
partes su controversia, como efectivamente ocurrió. En consecuencia los reparos del defensor acerca de la autenticidad de
las copias no alcanzan trascendencia jurídica alguna.

3. La configuración de la tentativa de homicidio. En punto de la estructuración de la conducta delictiva de homicidio en la


modalidad de tentativa en el caso sometido a conocimiento del ex fiscal procesado, el criterio a seguir para establecer su configuración
no era el del resultado o delito remanente como desatinadamente lo consideró en la providencia del 13 de septiembre de 2002, porque
procesalmente no aparecía siquiera un indicio de que los atacantes hubiesen desistido de cometer el ilícito; todo lo contrario, que
ejecutaron los actos necesarios a pesar de lo cual el resultado no se produjo por circunstancias ajenas a su voluntad.

El procesado en la versión libre y en la indagatoria insinuó que hubo un desistimiento en la ejecución de la conducta, en cuanto
manifiesta que si los delincuentes sólo efectuaron un disparo se deduce que no tenían la intención de segarle la vida al conductor del
camión que únicamente perseguían el apoderamiento de la carga, como comúnmente acontece en los casos de piratería terrestre,
además de que la herida causada no fue mortal.21

Sin embargo, en la resolución de 13 de septiembre de 2002 no precisó los referidos aspectos, pues en ella, luego de hacer referencia a
la incapacidad definitiva del señor Osorio Garzón, acotó:

“La lesión que recibió el señor OSORIO GARZON dada su ubicación y consecuencias tipifica el delito de PERTURBACION
FUNCIONAL de que trata el artículo 114 del actual C. Penal, en su inciso 2º, y no el de Homicidio (sic) tentado, pues pese a que se
utilizó un arma de fuego que es idónea para ocasionar la muerte de una persona, también es cierto que la lesión no colocó en peligro la
vida del conductor del vehículo, pero empece a que hubo necesidad de intervenir quirúrgicamente al vulnerado, la lesión en si no revistió
las características mortales, dejándole a la postre una perturbación funcional que no es otra cosa que una lesión, pero en ningún
momento un conato de homicidio, por lo que se habrá de modificar la resolución de fecha veinticuatro de Mayo del año en curso [2002]
…”

Esas consideraciones descubren que no tuvo en cuenta las circunstancias en las cuales se desarrolló el hecho contra la vida de la
víctima, a pesar de su inexplicable preocupación por determinar si en realidad se encontraba frente a un delito de homicidio imperfecto,
como se extracta de las declaraciones de Gustavo A. Romero Carvajal, técnico judicial de la Fiscalía 52 Seccional del Espinal y del
médico Rubén Darío Cortés Guzmán. Recuérdese que el primero aseguró que el doctor TRIANA LOZANO se guió por la
obra de un doctrinante nacional y por el concepto que le emitió el señor Luis Felipe Ospina Carvajal, empleado del Juzgado Primero
Penal del Circuito del Espinal; y el segundo, que durante un viaje al Espinal aquél le preguntó si la herida soportada por la víctima
revestía carácter mortal, desatendiendo que la calificación jurídica de la conducta delictiva es un juicio de valor exclusivo del funcionario
judicial y que para ese entonces, como se destacará más adelante, la jurisprudencia de la Corte tenía sentado que la tentativa de
homicidio se configura aunque la víctima resulte ilesa.

3.1. En la aplicación del dispositivo amplificador de la tentativa, doctrinal y jurisprudencialmente se asiente en varias clasificaciones. Así,
se denomina simple o inacabada aquella en la cual la ejecución de la conducta delictiva que se ha propuesto se interrumpe cuando
apenas principia su ejecución por la interposición de un factor ajeno a la voluntad del agente, que le impide su consumación; acabada o
frustrada cuando el agente ha cumplido con todos los actos que estaban a su alcance pero el resultado no se produce por
circunstancias extrañas a su querer; y desistida aquella en la cual el agente después de haber iniciado la ejecución de la conducta
delictiva o de haberla completado, de manera voluntaria resuelve poner fin a su empresa y evita que el resultado se produzca.

El ex fiscal consideró que en el caso que investigaba no se configuraba el delito de homicidio en la modalidad de tentativa porque el
proyectil disparado solamente interesó el ojo derecho de la víctima causándole una herida que no tuvo carácter mortal, de modo que el
supuesto Sandoval Albarracín solamente debía responder por el delito de lesiones personales que, según su criterio, fue el que se
concretó; además, si hubiera tenido la intención de matar tuvo oportunidad para efectuarle otros disparos al conductor del camión, según
lo manifestado por él a Gustavo A. Romero Carvajal.
Sin embargo, omitió que la conducta de los asaltantes fue plena, es decir, que se llevó a cabo la fase ejecutiva del homicidio sin alcanzar
el resultado, constituyendo por consiguiente una auténtica tentativa sin que la actitud posterior a los disparos la degrade a la de lesiones
17

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20
21
personales, porque como atentado contra la vida se agotó, a pesar de que, teniendo oportunidad, no efectuaran más disparos a la
víctima, esto bajo la reflexión del ex funcionario de que el arma contenía más cartuchos. Al respecto, téngase en cuenta
que el señor Jesús Osorio Garzón narró ante el acusado que varios individuos que iban en un vehículo marca Willis de color amarillo,
adelantaron el camión que él conducía atravesándosele en la vía, pero como el continuó la marcha acelerando el camión, cuando los
alcanzaba desenfundaron sendas armas de fuego haciéndole uno de ellos “un disparo” que lo hirió y lo obligó a parar.

Igualmente refiere que cuando los sujetos subieron al camión le expresaron “hágale, hágale que esto es un atraco y si no lo matamos”, y
el ayudante les dijo que cómo iban a hacer si él estaba herido, sucesos que ocurrieron de manera rápida.22

Esa actuación de los salteadores lleva al entendimiento que previamente acordaron la realización tanto del hurto como de las conductas
necesarias para lograr el plan criminal. Aspecto que encuentra comprobación en la forma en que el conductor y el ayudante del camión
relatan lo sucedido, versiones de las cuales se extracta que la agresión contra la vida del conductor del camión fue prevista por ellos, por
eso cuando aquél se negó a parar y continúo la marcha acosándolos para abrirse paso, sin dudarlo desenfundaron las armas que
portaban y uno de ellos le efectuó el disparo que le impacto en el ojo derecho [en la denuncia, el señor Jaime Jiménez González dijo que
fueron varios los disparos], asumiendo cada uno las consecuencias jurídicas de esa actuación.

En este sentido la jurisprudencia de la Sala tiene sentado:

“Mediando, como en el presente asunto, ideologías compartidas, voluntades concurrentes e intervención con aportes concretos según la
división preacordada del trabajo criminal, se afirma que todos son coautores globalmente de la conducta delictiva realizada y
responsables por sus consecuencias. No es, como suele entenderse, que cada uno sea autor sólo de la parte que le corresponde en la
división del trabajo; ya que en este género de manifestaciones del crimen organizado se gesta un conocimiento común y una voluntad
que también es común y por ello, el delito que recaiga en ese marco de acción, pertenece a todos como a sus autores”.23

3.2. Asimismo, en relación con la tentativa desistida y de la exigencia prevista en el inciso 2º del artículo 27 de la Ley 599, ha precisado:

“Pues bien, la figura de la tentativa desistida, también llamada desistimiento o arrepentimiento, se consagró inicialmente en el artículo
15 del Código Penal de 1936, regulación según la cual “al que voluntariamente desista de la consumación de un delito iniciado”, se le
aplicaría únicamente la pena prevista para los actos realizados hasta el acto de desistimiento si éstos configuraban por sí mismos
delito o contravención; en caso contrario se generaba impunidad de la conducta.

“A la luz de esa normatividad la tentativa desistida presentaba dos modalidades: la primera, cuando el agente simplemente
suspendía la consumación del delito por una libre determinación de su voluntad, y, la segunda, cuando el actor después de haber
realizado los actos idóneos para producir el resultado buscado se arrepentía y evitaba, mediante actos positivos, el resultado
inicialmente perseguido, modalidad que la doctrina llamó «arrepentimiento activo».

“La figura no tuvo consagración explícita en el Código Penal de 1980, pues la doctrina mayoritaria consideró tal institución como
innecesaria, ya que si el arrepentimiento ocurría antes de que el sujeto iniciara la ejecución de la conducta punible, se presentaba un
fenómeno de atipicidad. Por el contrario, si el resultado coincidía con la descripción típica contenida en una disposición que
consagraba un delito o contravención, a ese nuevo tipo penal se debía referir el juzgador, sin necesidad de recurrir a una norma
expresa como la del citado artículo 15 del Código Penal de 1936. Tal crítica se formuló por el doctor Reyes Echandía, al presentar la
ponencia sobre el tema en el anteproyecto de 1974:

«Proponemos que no se legisle sobre este tema, porque consideramos inútil cualquier norma que se refiera a esta especie de
tentativa, ya sea que no prevea sanción alguna, ora que se señale determinada pena.

«En efecto, si la tentativa desistida no se sanciona, carece de razón su consagración legislativa, porque sería tanto como describir un
comportamiento atípico, y por ende impunible, y porque su único fundamento válido, servir de puente de otro hacia el arrepentimiento
tempestivo, como lo llama algún autor, es ajeno al contenido propio de un código penal, cuya misión básica es la de describir
conductas punibles. Y si se decide sancionarla es también inútil, porque en tal caso la pena se remite a la conducta desarrollada por
el agente antes de su desistimiento, en la medida en que ella esté descrita como delito o contravención, y entonces tal referencia
punitiva sobra, porque esa modalidad de la conducta es de suyo punible.

«Por las consideraciones precedentes, creemos que la supresión de esta figura no traería ningún traumatismo punitivo y, antes bien,
contribuiría notablemente a despejar los equívocos e incertidumbre que actualmente existen en torno a la disposición legal que la
consagra”

“No obstante, la teoría tradicional de la tentativa desistida dejó por fuera la hipótesis en la cual el agente ha manifestado su voluntad
de revocar el peligro ya creado, haciendo todo lo necesario para evitar la consumación, que no obstante se ha frustrado por
circunstancias ajenas a su voluntad, vacío que se pretendió zanjar con la previsión introducida en el inciso 2º del artículo 27 del
Nuevo Código Penal, que en la exposición de motivos se explicó por el ponente en los siguientes términos:

«En el desistimiento, cuando la conducta no produce ningún resultado, por razones político-criminales se prescinde de la pena. Tal
es la forma tradicional del desistimiento, por tanto, no necesita regulación expresa, pues basta una interpretación a contrario sensu
para estimar excluida la punibilidad. En efecto, si el resultado no se produce por razones imputables al agente, no existiría
punibilidad.

«El fenómeno regulado en el inciso segundo es diferente. El mismo apunta a que, a pesar de haber manifestado el agente la voluntad de
revocar el peligro ya creado y hacer todo lo necesario para evitar la consumación, ya por razones ajenas a su voluntad se ha evitado la
consumación.

22
23
«Desde el punto de vista político criminal tal situación, donde el agente ha mostrado volver a los cauces del derecho, debe ser tenida en
cuenta; toda vez que, si ello no fuera así, en todos los eventos en que el sujeto estime la posibilidad que ya por razones diferentes a su
voluntad el peligro ha podido ser revocado, no tendría un estímulo que lo moviera hacia la desactivación del curso causal que ha
originado.

«Sin embargo, se ha estimado que, frente a la tradicional tentativa desistida, no sólo se muestra la voluntad de volver a los cauces del
derecho, sino también, principalmente, el agente ha desactivado el peligro. En el evento del segundo inciso, se da lo primero, más no lo
segundo, por tanto debe adjudicársele punibilidad a su comportamiento, pero siempre la misma debe ser menor que la tentativa
tradicional, esto es la figura regulada en el inciso primero” (Gaceta del Congreso No. 280, pág. 65).»

“Así, a la luz de la nueva normatividad, incurre en menor punibilidad quien desiste voluntariamente de la consumación de la conducta
típica querida inicialmente, así el resultado no se produzca por circunstancias ajenas a su voluntad.

“En tales casos, la menor punibilidad sólo se producirá bajo el presupuesto de que, simultáneamente con el abandono de su acción, o
con el retiro de la contribución prestada en el caso de la complicidad, se impida la consumación del hecho mediante “todos los esfuerzos
necesarios”, esto es mediante la ejecución de acciones positivas dirigidas a evitar el resultado, así éste no se produzca por la irrupción de
circunstancias ajenas a su voluntad.

“En otras palabras, quien a pesar de cesar en su acción criminal, deja a su curso los sucesos por él desencadenados, no desiste con
relevancia jurídico penal. Así, quien propina una puñalada a su víctima y en su fuero interno decide no seguir adelante con su acción,
pero abandona al herido a su suerte en un sitio solitario, no puede hacerse acreedor a la menor punibilidad, porque voluntariamente no
ha realizado todos los esfuerzos necesarios para impedir la consumación.

“En el mismo ejemplo, habrá tentativa atenuada cuando el autor, con una conducta dependiente de su voluntad, traslada al herido hasta
un centro asistencial, con lo cual ayuda eficazmente a interrumpir el proceso causal que ha desencadenado. La conducta del actor debe
ser activa y comprometida con su voluntad de evitar el resultado muerte que inicialmente buscó ejecutando los actos necesarios para
obtenerlo, independientemente de que después de su injerencia positiva concurran otras circunstancias ajenas a su voluntad que
impidan definitivamente la consumación, como por ejemplo la intervención médica que procuró restablecer la sanidad de la víctima.
(Subrayas ajenas al texto)

“De otro lado, el desistimiento no puede tener su fundamento en circunstancias exteriores, ajenas a la voluntad del actor; debe surgir de
un motivo autónomo, independientemente de que sea éticamente valioso. Por lo mismo puede provenir del miedo ante el descubrimiento
o del arrepentimiento por razones axiológicas, o incluso en motivos bajos como la decepción respecto del escaso valor de los objetos que
pretendía hurtar.

“Asimismo, no habrá desistimiento si está provocado por impedimentos independientes de la voluntad del autor y que paralizan su
voluntad de decisión, por ejemplo, si el autor se ve descubierto y expuesto a la persecución penal. (Subrayas ajenas al texto)

“Pero para efectos de la aplicación de la atenuante, debe considerarse además si la modalidad de desistimiento deja o no subsistente un
delito remanente, porque en caso negativo lo correcto es predicar la impunidad en el actuar del agente, tal como sucede en la tentativa
desistida tradicional, como lo imponen los principios de acto y culpabilidad. En cambio, si subsistiere delito remanente, la pena imponible
en caso de desistimiento voluntario será la señalada en el referido inciso 2º del artículo 27 del nuevo Código Penal.

“Por lo demás, queda a salvo la hipótesis donde la falta de consumación se produce no por factores ajenos a la voluntad del agente, sino
exclusivamente por su propia injerencia, caso en el cual no se presentaría un fenómeno de tentativa propiamente dicha frente a la
conducta punible perseguida, pues es requisito esencial del instituto la existencia de una causa extraña a la voluntad del agente que
impida el resultado buscado. En este caso, el agente responderá penalmente por la conducta que se hubiese consumado antes del
desistimiento.”24

3.3. En la investigación adelantada por el ex Fiscal no se aprecia que los atacantes hubiesen desistido de su conducta, sino que
habiéndola ejecutado, la muerte del conductor del camión no se produjo porque el proyectil sólo le hirió el ojo derecho y la región orbitaria
sin penetrar en la cavidad craneana, circunstancia que atendiendo aspectos como el calibre, el ángulo de tiro, la pérdida de potencia y
velocidad del proyectil por haber impactado inicialmente el panorámico del vehículo, la calidad de la munición utilizada, etcétera,
incidieron en la velocidad y efectividad del disparo, lo cual se erige como un evento ajeno al querer del agente, que no desnaturaliza el
homicidio en grado de tentativa. Para determinar la estructuración del homicidio en la modalidad de tentativa el ex fiscal no
debió prescindir del fin perseguido por el agente, porque como lo había considerado en la resolución de 24 de mayo de 2002, cuando
resolvió la situación jurídica al supuesto Sandoval Albarracín, “la prueba indiciaria analizada lo liga como autor de dichos ilícitos 25
realizados dentro de la actividad delictiva encaminada a hurtarse la carga de jabón que se transportaba en el camión de placas (sic)
SUA-243”.
Ese designio criminal se revelaba a partir de los actos externos ejecutados, las manifestaciones verbales, el arma utilizada, la forma y el
número de veces en que es usada, la causa y el momento del empleo y la localización de la herida. De manera que no tenía que
reducirse a un específico resultado para predicar que la conducta se acomodaba al delito de homicidio en la modalidad de tentativa, sino
que, para tal fin, debía explorar los actos ejecutados, los cuales dejan ver cuál era la intencionalidad de los delincuentes.

En este sentido la jurisprudencia de la Sala, pacíficamente ha señalado:

24
25
“La tentativa de homicidio puede presentarse aún sin que se lesione a la víctima, pues basta que con la intención de matar se ponga en
peligro el interés jurídico protegido para que la figura se tipifique, ya que el fundamento de la punición de la tentativa no es el resultado
que se produzca sino el peligro en que se ponga la vida del sujeto pasivo de la acción homicida.”26

Más aún, el acusado no contaba dentro del material probatorio, con elementos de convicción que dieran sustento de sus afirmaciones. El
reconocimiento médico legal practicado al señor Jesús Osorio no era suficiente para deducir que la conducta delictiva de lesiones
personales fue la actualizada por el fingido Sandoval Albarracín, pues el perito en ningún momento advirtió que se configurara ésta, y no
podía hacerlo teniendo en cuenta que la adecuación típica, como ya se acotó, axiológicamente le corresponde hacerla al funcionario
judicial. Es que contrario a lo manifestado por el defensor, los hechos investigados por el ex fiscal y las pruebas que conforman
el expediente adelantado respecto de Sandoval Albarracín, demuestran que el suceso contra el bien jurídico de la vida y la integridad
personal típicamente se adecua a la conducta de homicidio en la modalidad de tentativa.

Al respecto, el Tribunal acertadamente consideró en el fallo censurado:

“Aunque en la referida resolución [de 24 de mayo de 2002] no hace en forma expresa un estudio de esta figura (la tentativa), es
indudable que al enmarcarse la agresión de que fuera víctima Jesús Osorio en dicho dispositivo amplificador del tipo con apoyo en los
elementos probatorios antes referidos –el informe policivo y la denuncia– resulta evidente que el funcionario tuvo en cuenta para ello el fin
perseguido por los asaltantes (hurtarse el camión y el cargamento de jabón que llevaba, las armas de fuego utilizadas, la distancia desde
donde fueron accionadas (a pocos metros) y la dirección de los disparos (a la cabeza del conductor), de los cuales refulgen los
elementos estructurantes de la figura de la tentativa (Art. 27), como lo son la fase subjetiva, es decir, del dolo dirigido a la consumación
del hecho, pues es evidente que quien dispara un revólver a la cabeza de otra persona desde pocos metros lo hace como mínimo con un
dolo eventual, esto es asumiendo como probable la muerte y dejando el resultado al azar, pues lo que le interesaba en el caso concreto
era causarle el mayor daño posible con el fin de lograr el fin último perseguido: que detuviera la marcha y despojarlo del camión, y la fase
objetiva constituida por el principio de ejecución, los disparos efectuados; su idoneidad, dada la naturaleza de los medios utilizados, la
inequivocidad de los actos de ejecución, pues al ser dirigidos a la cabeza del conductor, indican inexorablemente la intención homicida; y,
la falta de consumación del resultado típico por circunstancias ajenas a la voluntad del autor, como lo fue el rápido traslado de la víctima
al hospital y la oportuna intervención de los médico (sic) que lo trataron.” (Subrayas del original)

Las pruebas que obraban en el referido proceso revelan que cuando los asaltantes esgrimieron las armas y uno de ellos disparó a la
cabina del camión apuntando al lugar donde se sabe que normalmente va el conductor, sin duda querían la muerte de éste aunque la
misma no fuera el fin que perseguían desde el inicio, lo cual se traduce en un “momento volitivo” menos intenso respecto del dolo directo
o “de primer grado”,27 que no transmuta la conducta delictiva en una de menor reproche punitivo.

4. Lesión al bien jurídico de la administración pública

La Sala tiene establecido que el delito de prevaricato se estructura cuando ante la solución jurídica prevista por el ordenamiento legal
para resolver el problema jurídico planteado, el funcionario judicial antepone su voluntad o capricho eludiendo el contenido de la norma
jurídica concreta que por conocerla está obligado a aplicarla correctamente, generando con ello un evidente distanciamiento entre el
derecho aplicable y el usado en el caso concreto, lesionando el bien jurídico de la administración pública, traducido en el sometimiento
del Estado al imperio de la ley en sus relaciones con los particulares, en virtud del cual, los asuntos de conocimiento de sus servidores
deben ser resueltos con fundamento en la normatividad que los rige, garantizando de esta forma la vigencia del ordenamiento y la
pacífica convivencia del colectivo social.

En otras palabras, debe coexistir el conocimiento de la manifiesta ilegalidad de la decisión y la conciencia que con ella se vulneraba
injustamente el bien jurídico de la recta definición del conflicto puesto en conocimiento del servidor público, quien podía y debía
pronunciarse con sujeción a la ley y a la justicia, sin que sea de su naturaleza la demostración de una especial finalidad, la que si bien
puede ser relevante en la determinación de la culpabilidad, su falta de acreditación no conduce a declarar la irresponsabilidad del
procesado. Al respecto, vale recordar que la Corte viene insistiendo en que cuando se comprueba una motivación en concreto,
ello facilita la demostración del móvil, pero si esto no se logra, no implica que el conocimiento y la voluntad de transgredir la ley
desaparezca.

La evidente contradicción de lo resuelto con la norma debe observarse en el entramado fáctico-jurídico de la providencia, en el sentido de
identificar qué tan cerca o qué tan lejos se estuvo de aquella, sin perjuicio, desde luego, de respetar la interpretación autónoma de que
goza el funcionario judicial para tomar la decisión (artículo 228 de la Constitución Política), la cual no puede rayar en la emancipación
absoluta frente a la ley, esto es, en el alejamiento total de su sentido, porque, entonces, se cae en la arbitrariedad y en el capricho.

En el caso que se examina la Sala encuentra que la finalidad perseguida por el ex fiscal con la decisión que se le reprocha, no era
justamente la de variar la calificación jurídica provisional de la conducta de homicidio en la modalidad de tentativa, sino buscar un artilugio
‘jurídico’ para facilitar la liberación de su procesado dejándolo en una pretendida detención domiciliaria y causando funestos resultados al
proceso. En efecto, una vez la Unidad de Fiscalías Delegadas ante el Tribunal Superior de Ibagué revocó la decisión
asumida por el doctor GERARDO TRIANA LOZANO, ordenó al INPEC trasladar a Carlos Hayr Sandoval Albarracín del lugar en donde se
encontraba en detención domiciliaria a la Cárcel del Circuito del Espinal, misión que no fue posible cumplir debido a que, según lo
informó la Asesora Jurídica de la Cárcel Nacional Modelo de Bogotá, aquél no vivía en la dirección que suministró.28

De este modo, se observa que el procesado dispuso su ánimo para resolver de la forma que conocida y más allá de lo pedido por el
defensor del presunto Sandoval Albarracín, quien solicitó la detención domiciliaria con el anuncio de que éste se acogería a sentencia
anticipada, para que las cuentas punitivas permitieran la sustitución de la detención preventiva, dado que en tal caso la pena a imponer
no excedería de cinco años. Lo manifestado por el defensor de Sandoval Albarracín ponía de presente su asentimiento
con la calificación jurídica de la conducta efectuada por TRIANA LOZANO en la resolución de 24 de mayo de 2002, a través de la cual le

26

27
28
resolvió la situación jurídica con medida de aseguramiento de detención preventiva por los delitos de tráfico, fabricación y porte de armas
de fuego o municiones, hurto calificado y homicidio, los últimos en modalidad de tentativa. Por ende, si la petición
del defensor cabalgaba sobre hipótesis jurídicas que aún no se habían materializado, no se captan las razones para que el ex fiscal
procesado se pronunciara de manera oficiosa en relación con aspectos que no eran controvertidos por los sujetos procesales, a menos
de que, como se desprende de las pruebas, buscara favorecer al supuesto Sandoval Albarracín.

En este sentido el a quo razonada y válidamente precisó:

“7.2. Como no era posible acceder a la concesión de la |detención domiciliaria con la peregrina promesa de que el procesado se acogería
a la sentencia anticipada, el funcionario acusado varió la calificación con el fin de poder cumplir con el requisito referido al quantum
punitivo y, a reglón seguido, falseando la realidad procesal, dio por acreditado el aspecto subjetivo, afirmando en forma mendaz que «la
dirección de Sandoval Albarracín se encontraba demostrada en el expediente» lo cual no es cierto; téngase en cuenta que en la
ampliación de indagatoria que rindió Sandoval Albarracín el 10 de septiembre de 2003 (sic) (C. Anexo, fol. 151), tres días antes de la
resolución cuestionada, persistió en asegurar que desconocía la dirección de su residencia. Además, […] su abogado […] fue quien
entregó extra procesalmente (sic) en horas de la mañana del 13 de septiembre de 2002 la supuesta dirección de residencia de su
representado, lo que significa que la misma, contrario a lo afirmado en la resolución, no existía en el expediente.

“7.3. Tampoco obraba en el proceso elemento probatorio alguno que permitiera afirmar en forma seria, fundada y motivadamente que
por su desempeño personal, laboral, familiar y social, Sandoval Albarracín no colocaría en peligro a la comunidad y que no evadiría el
cumplimiento de la pena. Por el contrario, la propia conducta desplegada por aquél impedía hacer esa prognosis…”

Estos argumentos no fueron controvertidos por el defensor en el recurso de apelación, sino que simplemente, asumiendo una posición
escolástica frente a lo demostrado en el proceso, expresó que en su sentir, en el caso de Sandoval Albarracín ni siquiera se reunían los
requisitos para haber proferido medida de aseguramiento en su contra, punto de vista que, por lo que se ha venido anotando, es lejano a
la realidad. De otro lado, si bien es cierto el proceso adelantado en contra de Sandoval Albarracín no ha culminado con
sentencia, tal circunstancia no es indicativa de que el delito de prevaricato por acción atribuido al ex funcionario no se haya ejecutado,
todo lo contrario, que si no terminó como era lo esperado, se debió precisamente a la trascendencia de la decisión del doctor TRIANA
LOZANO, debido a que el sujeto que estuvo privado de la libertad identificado con aquél nombre aprovechó la detención domiciliaria
concedida irregularmente para fugarse, pues durante el tiempo que estuvo privado de la libertad el ex fiscal no se preocupó por verificar
los datos que suministró, los cuales, como lo estableció posteriormente el Juez Segundo Penal del Circuito del Espinal con ocasión de la
captura del verdadero Sandoval Albarracín, son falsos, circunstancia que originó la nulidad de la actuación a partir del cierre de la
investigación.

Y ante la imposibilidad de individualizarlo la Fiscalía 33 Seccional del Espinal, Tolima, profirió resolución inhibitoria, la cual
posteriormente, el 25 de noviembre del mismo año, revocó desvinculando definitivamente a Sandoval Albarracín y finalmente, ante los
inconvenientes para identificar o individualizar a los autores o partícipes del hecho, el 19 de octubre de 2005 dictó nuevamente resolución
inhibitoria.29 Luego la lesión al bien jurídico de la administración pública refulge evidente y clara, pues el doctor TRIANA LOZANO
contrariando sus deberes oficiales profirió decisión contraria a derecho generando desconfianza entre los asociados respecto de la
integridad de administración de justicia. Para terminar, en relación con la aplicación de la “teoría objetiva del delito” y la
“escuela finalista”, observa la Sala que el recurrente no presenta un propuesta seria que ocasione y facilite la discusión desde la
perspectiva de la dogmática jurídica, pues, no expone las razones jurídicas que fundamentan su conclusión, desconociendo en todo
caso, que lo decidido por el a quo se ajusta a las preceptivas del Código Penal, el cual no se adscribe a ninguna doctrina específica.

Por lo expuesto, la Sala de Casación Penal de la Corte Suprema de Justicia, administrando justicia en nombre de la República y por
autoridad de la ley;

RESUELVE

CONFIRMAR integralmente el fallo impugnado en lo que fue objeto de disenso. Contra esta decisión no procede ningún
recurso. Cópiese, notifíquese y cúmplase Notifíquese y cúmplase.

JULIO ENRIQUE SOCHA SALAMANCA JOSÉ LEONIDAS BUSTOS MARTÍNEZ SIGIFREDO ESPINOSA PÉREZ
ALFREDO GÓMEZ QUINTERO MARÍA DEL ROSARIO GONZÁLEZ DE L. AUGUSTO J. IBÁÑEZ GUZMÁN
JORGE LUIS QUINTERO MILANÉS YESID RAMÍREZ BASTIDAS JAVIER DE JESÚS ZAPATA ORTIZ
TERESA RUIZ NÚÑEZ Secretaria

Proceso No 30987 CORTE SUPREMA DE JUSTICIA SALA DE CASACIÓN PENAL


Magistrado Ponente ALFREDO GÓMEZ QUINTERO Aprobado Acta No. 295
Bogotá, D.C., dieciséis (16) de septiembre de dos mil nueve (2009)

VISTOS: Se pronuncia la Sala sobre la admisibilidad de la demanda de casación formulada por el apoderado de la parte civil
reconocida en este proceso contra la sentencia proferida por el Juzgado Primero Penal del Circuito de Barranquilla el 6 de mayo

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Folios 132 – 144 del c. de la causa.
de 2008, a través de la cual -revocando la condenatoria dictada el 28 de noviembre de 2007 por el Juzgado Sexto Penal Municipal
de la misma ciudad- absolvió a Marlon Alfonso Acevedo Fandiño por el delito de lesiones personales culposas objeto de
acusación.

ANTECEDENTES: Según reseñó el ad quem “se investiga al señor Marlon Alfonso Acevedo Fandiño del delito de lesiones
personales culposas en accidente de tránsito, en el que resultara víctima el señor Germán Enrique Uribe Caamaño, en hechos
registrados el 17 de noviembre del año 2000 a eso de las 2:30 a.m. cuando el señor Marlon Alfonso Acevedo Fandiño se
movilizaba en una camioneta Toyota Hilux de color blanco perla, con placas QGL 510 de propiedad de la empresa Basf
Barranquilla S.A., por la calle 76 con carrera 46 , colisionando con el señor Germán Enrique Uribe, que venía bajando en una
motocicleta marca Honda C-70 modelo 89, placas EDC-03 ocasionándole lesiones a nivel del cuerpo y la cara, que le produjeron
incapacidad médico legal definitiva de 90 días y deformidad física que afecta el rostro, de carácter permanente, perturbación
funcional del sistema nervioso central que afecta el órgano de la visión y afecta el órgano de la olfación, perturbación funcional del
órgano de la locomoción de carácter permanente”. (sic)

Vinculado al correspondiente sumario Marlon Alfonso Acevedo Fandiño mediante diligencia de indagatoria, fue éste acusado en
resolución de junio 28 de 2005 como probable autor del punible de lesiones personales culposas, de conformidad con los artículos
331, 333, 337 y 340 del Decreto Ley 100 de 1980, decisión que al ser impugnada fue confirmada por la de segunda instancia que
se dictara en octubre 20 de 2005. Correspondió entonces la etapa de la causa al Juzgado Sexto Penal Municipal de
Barranquilla el cual dictó sentencia en noviembre 28 de 2007 condenando a Acevedo Fandiño como autor del delito por el que se
le acusó a la pena principal de 6 meses y 24 días de prisión, multa de $4.000,oo interdicción de derechos y funciones públicas por
lapso igual al de la privativa de libertad y suspensión en la conducción de automotores por término de 6 meses; igualmente lo
condenó a pagar, solidariamente con el tercero civilmente responsable Basf Barranquilla S.A., por resarcimiento de perjuicios en
favor de la víctima la cantidad de $130.000.000,oo. Apelado el fallo por la defensora del encausado el Juzgado Primero
Penal del Circuito de Barranquilla lo revocó a través del proferido en mayo 6 de 2008, siendo éste recurrido extraordinariamente
por el apoderado de la parte civil.

DEMANDA Y CONSIDERACIONES: Toda vez que en este asunto sólo resultaba viable la casación excepcional habida cuenta
que la sentencia de segunda instancia fue proferida por un Juzgado Penal del Circuito y la conducta punible objeto de juicio tiene
prevista una pena privativa de libertad que de conformidad con los artículos 333 y 340 del Decreto Ley 100 de 1980 no excede de
ocho años de prisión, es incuestionable que concernía al libelista a través de alguno de los dos medios que la posibilitan, esto es
para el desarrollo de la jurisprudencia o la protección de garantías fundamentales, motivar -como en efecto lo ha hecho- la
discrecionalidad de la Sala en el propósito de que su demanda le sea admitida.

Así, ofreciendo el apoderado de la parte civil anticipadamente en el escrito a través del cual sustentó la excepcionalidad del
recurso extraordinario y en el desarrollo mismo del cargo postulado en la demanda respectiva, diversos argumentos en aras de
motivar la pretensión de que sea aceptada la que formula bajo el entendido que está justificada su viabilidad con miras al
desarrollo de la jurisprudencia y específicamente a la ampliación y concreción de la doctrina de la Sala en torno al valor probatorio
de los informes policivos, especialmente de los rendidos por los agentes de tránsito, máxime cuando existen decisiones
encontradas proferidas por la Corte a juzgar por las transcripciones que hiciera el ad quem y planteando en ese orden un reparo
con sustento en la causal primera de casación, no puede menos que concluirse que su libelo satisface las exigencias normativas
que lo hacen admisible. En efecto, expuestas por el casacionista las razones por las que considera necesaria la
intervención de la Sala en el objetivo de que se desarrolle y precise la jurisprudencia, toda vez que en su sentir es opuesta en el
sentido de que en algunas ocasiones se admiten los informes policivos como prueba documental y en otras como simple criterio
orientador sin mérito suasorio alguno, tales se presentan como motivos que indudablemente accionan con suficiencia la
discrecionalidad de la Sala para admitir el libelo, más aún cuando encuentra satisfechos en él los demás requisitos prescritos en el
artículo 212 del Código de Procedimiento Penal.

En mérito de lo expuesto, la CORTE SUPREMA DE JUSTICIA en Sala de Casación Penal,

RESUELVE:

1. Declarar AJUSTADA a las exigencias legales, la demanda de casación discrecional presentada por el apoderado de la parte civil
reconocida en este asunto.

2. Por tanto, correr traslado ante el Ministerio Público, a fin de que dentro del término de veinte (20) días emita el respectivo concepto.
Notifíquese y cúmplase,

JULIO ENRIQUE SOCHA SALAMANCA JOSÉ LEONIDAS BUSTOS MARTÍNEZ SIGIFREDO ESPINOSA PÉREZ
ALFREDO GÓMEZ QUINTERO MARÍA DEL ROSARIO GONZÁLEZ DE LEMOS AUGUSTO J. IBÁÑEZ GUZMÁN
JORGE LUIS QUINTERO MILANÉS YESID RAMÍREZ BASTIDAS JAVIER DE JESÚS ZAPATA ORTIZ

Teresa Ruiz Núñez Secretaria

PRoceso No 28151 CORTE SUPREMA DE JUSTICIA SALA DE CASACIÓN PENAL


Magistrado Ponente JAVIER ZAPATA ORTIZ Aprobado Acta No. 70
Bogotá D. C., treinta y uno (31) de marzo de dos mil ocho (2008).
VISTOS: Con el fin de verificar si reúne los requisitos formales que condicionan su admisión, examina la Sala la demanda de
casación presentada por el defensor de DIEGO MARINO MARÍN CORREA, contra el fallo del 13 de abril de 2007, mediante el
cual el Tribunal Superior de Manizales confirmó íntegramente la sentencia de primera instancia, dictada el 3 de agosto de 2005
por el Juzgado Quinto Penal del Circuito de la misma ciudad, que condenó a implicado por el delito de homicidio culposo agravado
y lesiones personales culposas agravadas (por haberse cometido bajo el influjo de bebidas embriagantes), a la pena principal de
treinta y un (31) meses quince (15) días de prisión, a interdicción de derechos y funciones públicas por igual lapso, a indemnizar
los perjuicios generados; le impuso la prohibición de conducir vehículos automotores durante tres (3) años; y le concedió el
subrogado de la suspensión condicional de la ejecución de la pena.

HECHOS Fueron relatados de la siguiente manera por el Tribunal Superior de Manizales, en la sentencia de segundo grado:

“Refieren las actuaciones que el día 17 de noviembre de 2003, a eso de las 11:30 de la mañana, en la vía que de esta ciudad
conduce al municipio de Neira, más concretamente a la altura del Sector “La Balastrera”, colisionaron la camioneta Toyota, de
estacas, con placas NAB 584, conducida por DIEGO MARINO MARÍN CORREA, con dos motociclistas, accidente en el cual
falleció la Señora YANETH CASTRO RIVERA y resultaron lesionados MÓNICA ANDREA GARCÍA, ANDRÉS ARISTIZÁBAL
VALENCIA, JHON FABER GARCÍA y el menor MAICOL A. ARISTIZÁBAL.”

ACTUACIÓN PROCESAL RELEVANTE


1. Con base en el informe policía judicial, el acta de inspección del cadáver de la joven Yaneth Castro Rivera y la
denuncia instaurada por Andrés Aristizábal Valencia (lesionado) y la denuncia radicada por Adriana García García (hermana del
lesionado Jhon Faber García García), la Fiscalía Veintiuno Seccional de Manizales abrió investigación y dispuso vincular a DIEGO
MARINO MARÍN CORREA. Previamente, compareció Mónica Andrea García Arbeláez, pasajera de la motocicleta Yamaha
DT 125, quien resultó lesionada, y rindió testimonio, donde explicó que repentinamente el conductor de la camioneta invadió el
carril izquierdo y se produjo la colisión; lo cual se explica en el estado de embriaguez del implicado.

2. En su indagatoria, DIEGO MARINO MARÍN CORREA, conductor de la camioneta involucrada, aseguró que iba a
velocidad normal, por el carril derecho, “cuando aparecieron dos motos a toda velocidad y se estrellaron contra mi carro”; y
sostuvo que iba en sano juicio, aunque admitió que la noche anterior había consumido licor. No obstante, al definir
su situación jurídica, mediante resolución del 16 de julio de 2004, la Fiscalía Trece Seccional de Manizales afectó a DIEGO
MARINO MARÍN CORREA con medida de aseguramiento, consistente en detención preventiva, por los delitos de homicidio
culposo agravado y lesiones culposas agravadas; y le concedió libertad provisional bajo caución. (Folio 177 cdno. 1).

3. Clausurado el ciclo instructivo, la mencionada Fiscalía calificó el mérito del sumario, el 17 de septiembre de 2004, con
resolución acusatoria en contra del implicado, como autor de los ilícitos antes descritos. (Folio 214 cdno. 1) De acuerdo
con el acopio probatorio y las experticias a cargo del Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses, la Fiscalía instructora
especificó los siguientes resultados del accidente de tránsito, que sirvieron como base para tipificar las conductas endilgadas a
MARÍN CORREA:

-. Ocupantes de la motocicleta Yamaha RX 115: i) conductor, Jhon Faber García García, incapacidad médico legal de 90
días, con secuelas permanentes por deformidad física y perturbación funcional; y ii) la pasajera Yaneth Castro Rivera, perdió la
vida.

-. Ocupantes de la motocicleta Yamaha DT 125: i) conductor, Andrés Aristizábal Valencia, incapacidad médico legal
definitiva de 12 días, sin secuelas; ii) pasajera Mónica Andrea García Arbeláez, incapacidad médico legal definitiva de 15 días, sin
secuelas; y iii) pasajero Maicol Andrei Aristizábal García, de cinco años de edad, incapacidad médico legal definitiva de 12 días,
sin secuelas.

La resolución acusatoria no fue impugnada y quedó en firme el 30 de septiembre de 2004.

4. Adelantó fase de la causa el Juzgado Quinto Penal del Circuito de Manizales; se llevó a cabo el debate probatorio y
mediante sentencia del 3 de agosto de 2005, condenó a DIEGO MARINO MARÍN CORREA, como autor de homicidio culposo
agravado y lesiones culposas agravadas (por la haberse cometido bajo el influjo de bebidas embriagantes), a la pena de treinta y
un (31) meses quince (15) días de prisión; y adoptó las otras determinaciones indicadas en la parte inicial de esta providencia.

5. Inconforme con la decisión anterior, el defensor interpuso el recurso de apelación, pretendiendo se declare la inocencia
del implicado, en aplicación del principio in dubio pro reo; aún así, con fallo del 13 de abril de 2007, el Tribunal Superior de
Manizales confirmó íntegramente la sentencia de primera instancia.

6. En esta oportunidad, la Sala califica el aspecto formal de la demanda de casación presentada por el defensor de
DIEGO MARINO MARÍN CORREA.

LA DEMANDA: Dos cargos postula el defensor de DIEGO MARINO MARÍN CORREA contra la sentencia del Tribunal Superior de
Manizales. El inicial, por nulidad, con fundamento en la causal tercera de casación prevista en el artículo 207 del Código de
Procedimiento Penal (Ley 600 de 2000); y el restante, por violación directa de la ley sustancial, invocando la causal primera,
ibídem.

PRIMER CARGO: nulidad parcial del fallo por ausencia de querella: El libelista hace una extensa disertación acerca del
concepto, alcance y límites de la querella, como condición de procesabilidad; la evolución normativa de ese instituto jurídico, su
conexión con el debido proceso y las consecuencias de su omisión, en los casos donde se requiere por mandato legal.
Recuerda que a la señora Mónica Andrea García Arbeláez, pasajera de la motocicleta Yamaha DT 125, quien resultó lesionada, le
concedieron incapacidad médico legal definitiva de 15 días, sin secuelas; por lo cual, de acuerdo con el artículo 35 del Código de
Procedimiento Penal (Ley 600 de 2000), este específico evento de lesiones personales culposas era querellable; y ella no
presentó querella, donde manifestara su interés particular de que el Estado sancionara al responsable de tal conducta punible.

Asegura que el testimonio rendido por Mónica Andrea García Arbeláez no sustituye la querella, porque en esa declaración no hace
expresa su voluntad de formular querella contra el implicado. En tales condiciones –agrega- la investigación no debió
iniciarse; y tampoco podía proseguirse, porque acaeció la caducidad de la querella seis meses después de la comisión de la
conducta punible (artículo 34 ibídem); y por éste motivo la investigación abierta debió precluir; y en defecto de esta solución, era
necesario cesar procedimiento en el juicio. Con tal convicción, solicita a la Corte casar parcialmente el fallo
impugnado, en el sentido de declarar la nulidad de lo actuado con relación a las lesiones personales padecidas por Mónica Andrea
García Arbeláez; y cesar procedimiento por ese mismo ilícito.

SEGUNDO CARGO: violación directa de la ley sustancial, por no aplicar el principio de favorabilidad, sobre la manera
como la Ley 906 de 2004 reglamenta la querella

Esta censura versa acerca de la falta de aplicación del artículo 29 de la Constitución Política; del artículo 7° (favorabilidad) de la
Ley 600 de 2000; y de los artículos 7° (favorabilidad), 73 (caducidad de la querella) y 74 (delitos que requieren querella) del
Código de Procedimiento Penal, Ley 906 de 2004.

El censor reitera su discurso acerca del concepto, alcance y límites de la querella, como condición de procesabilidad; su evolución
normativa, su conexión con el debido proceso y las consecuencias de su ausencia; y a ello adiciona un completo análisis del
principio de favorabilidad y las condiciones bajo las cuales resultan aplicables algunos institutos jurídicos contenidos en la Ley 906
de 2004, Código de Procedimiento Penal para el sistema acusatorio, sobre las conductas punibles materializadas en vigencia de
la Ley 600 de 2000. Concreta el reproche en las lesiones personales culposas ocasionadas a Jhon Faber García
García, conductor de la motocicleta Yamaha RX 115, a quien el médico forense reconoció incapacidad por 90 días, con secuelas
permanentes por deformidad física y perturbación funcional.

Explica que ese ilícito de lesiones personales culposas, dadas sus características y secuelas, sí podía investigarse de oficio o por
denuncia instaurada por un tercero, bajo la égida de la Ley 600 de 2000, estatuto procesal penal vigente cuando ocurrieron los
hechos. No empece – acota el casacionista- con la entrada en vigor del Código de Procedimiento Penal para el sistema
acusatorio, Ley 906 de 2004, todas las lesiones personales culposas se convirtieron en delitos querellable, por disposición del
artículo 74 de este régimen.

Es así que, interpretando el asunto bajo la óptica de la favorabilidad, a partir del 1° de enero de 2005, cuando empezó a regir la
Ley 906 de 2004, el delito de lesiones personales culposas donde fue víctima Jhon Faber García García, pasó a ser querellable; y
por lo tanto, era imprescindible que él concurriera ante las autoridades a instaurar la querella, para manifestar que le interesaba
que el Estado juzgara al responsable, antes de que se cumpliera el término de seis meses de caducidad, a que se refiere el
artículo 73 ibídem.

Lo anterior –dice el censor- sin perjuicio de que Jhon Faber hubiese rendido testimonio dentro de la misma investigación y de que
su hermana, Adriana García García, denunció los hechos. Por ello, debido a que el interesado no instauró la querella, se produjo
la caducidad el 30 de junio de 2005, esto es, seis meses después del 1° de enero del mismo año, cuando empezó a regir la Ley
906 de 2004; de modo que no podía proseguir la acción penal y no ha debido emitirse sentencia condenatoria, sino que lo correcto
era cesar el procedimiento por tal ilícito. Solicita a la Corte casar el fallo impugnado y en su lugar, por gracia
del principio de favorabilidad, cesar procedimiento a DIEGO MARINO MARÍN CORREA, por el ilícito de lesiones personales
culposas de que fue víctima el ciudadano Jhon Faber García García.

CONSIDERACIONES DE LA SALA: Pese a que la demanda presentada por el defensor de DIEGO MARINO MARÍN CORREA
aparentemente satisface los requisitos lógico formales establecidos en el artículo 212 de la Ley 600 de 2000, será inadmitida, por
los motivos que se exponen a continuación.

Dado que el recurso extraordinario se rige por el principio dispositivo, las pretensiones de la demanda delimitan la competencia de
la Sala de Casación Penal, con excepción de la nulidad que puede ser decretada oficiosamente –si a ello hubiere lugar- en aras
de la protección de las garantías fundamentales. El recurso de casación se concibe como un instituto procesal
extraordinario que busca remediar o poner fin a la violación de la Constitución Política, del bloque de constitucionalidad en lo
pertinente o de la ley, que hubiese ocurrido y se refleje en la sentencia de segunda instancia, por errores de juicio o de actividad, y
como tal, comporta la elaboración de un juicio lógico jurídico sobre la sentencia misma, siguiendo el derrotero trazado en las
causales invocadas.

No se trata de exigir que el libelista estructure fórmulas únicas o sacramentales para postular sus reproches, ni se precisa siquiera
que utilice la terminología acuñada por la doctrina y la jurisprudencia para designar las distintas especies de yerros de juicio o de
actividad. Sin embargo, sí es de esperarse que el casacionista discurra de un modo claro, lógico, y profundo, hasta demostrar que
el fallo presenta defectos protuberantes en su estructura jurídica, de tal suerte que no es factible mantener su vigencia.

Por lo tanto, la esencia del recurso extraordinario radica en que la demanda permita verificar la necesidad de que la Corte
Suprema de Justicia intervenga, a través de un nuevo fallo o de un pronunciamiento de fondo, que ponga fin a algún agravio
trascendente infligido en las instancias a los intervinientes o materialice cualquiera de las garantías fundamentales quebrantadas a
los sujetos procesales.
SOBRE EL PRIMER CARGO: nulidad parcial del fallo por ausencia de querella: En el marco de la causal tercera de
casación, el libelista destaca que la señora Mónica Andrea García Arbeláez, pasajera de la motocicleta Yamaha DT 125, padeció
lesiones que le depararon incapacidad médico legal definitiva de 15 días, sin secuelas; por lo cual, de acuerdo con el artículo 35
del Código de Procedimiento Penal (Ley 600 de 2000), era querellable el ilícito de lesiones personales culposas de que fue
víctima; y como ella no presentó querella antes del termino de caducidad, la acción penal no podía iniciar o no podía proseguir;
situación ignorada en las instancias y que afectó de nulidad parcial el fallo del Tribunal Superior de Manizales.

1.1 Si bien la causal de nulidad como motivo de casación aparentemente no exige en su redacción formas específicas en cuanto
su proposición y desarrollo, la demanda no puede confundirse con un alegato de libre confección, pues, igual que en las otras
causales, debe ajustarse a ciertos parámetros lógicos de modo que se comprendan con claridad y precisión los motivos de la
nulidad, las irregularidades sustanciales alegadas y la manera como se quebranta la estructura del proceso o se afectan las
garantías de los sujetos procesales.

1.2 En la confección del reproche, el libelista se esmera por ofrecer depurados conceptos jurídicos sobre diversos aspectos de la
querella y el debido proceso; sin embargo, dejó de lado confrontar la realidad procesal con el presunto defecto que erige en motivo
de nulidad, en orden a demostrar si el supuesto motivo invalidante efectivamente existió y verificar la trascendencia del mismo.

En otras palabras, la disertación sobre las instituciones jurídicas no se acompañó con una argumentación condigna, tendiente a
demostrar que en el presente caso la lesionada Mónica Andrea García Arbeláez, no compareció ante la autoridad judicial
competente para relatar los acontecimientos y formular imputaciones directas contra el implicado, DIEGO MARINO MARÍN
CORREA, antes de que transcurrieran seis meses después del accidente.

1.3 El la revisión del expediente, que debe efectuarse antes de decidir sobre la admisión del cargo casacional, cuando se postula
por la causal de nulidad, se consta la siguiente actuación, cuya reseña en orden cronológico se extracta, sin que en modo alguno
comporte una respuesta de fondo:

-. El accidente de tránsito ocurrió el 17 de noviembre de 2003, aproximadamente a las once de la mañana en la vía Manizales –
Neira.

-. El mismo día, la Fiscalía de reacción inmediata practicó la inspección del cadáver de Yaneth Castro Rivera, pasajera de la
motocicleta Yamaha RX 125, conducida por su compañero, Jhon Faber García García, quien resultó gravemente herido.

- En esa misma fecha – 17 de noviembre de 2003- la Sección de Policía Judicial del Departamento de Policía Caldas, capturó y
dejo a disposición de la Fiscalía de Reacción Inmediata al implicado DIEGO MARINO MARÍN CORREA.

-. En horas de la noche de es mismo día, el ciudadano Andrés Aristizábal Valencia, conductor de la motocicleta Yamaha DT 125,
se hizo presente en la Policía Judicial de Manizales, con el fin de formular denuncia, en la cual advirtió que sufrieron lesiones él,
su esposa Mónica Andrea García Arbeláez y su hijo, Maicol Andrei Aristizábal García.; y atribuyó la responsabilidad de lo ocurrido
a MARÍN CORREA, por guiar la camioneta en estado de embriaguez.

-. También, el 17 de noviembre de 2003, el funcionario de policía judicial solicitó al Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias
Forenses, practicar reconocimiento médico legal a todos los heridos, “con el fin de establecer la naturaleza de las lesiones que
presentan, causa, posibles secuelas, físicas y consecuencias psíquicas”.

-. En la noche del mismo día, la señora Adriana García, hermana de Jhon Faber Castro Rivera (lesionado) y cuñado de Yaneth
Castro Rivera (occisa), acudió a la Policía Judicial de Manizales y presentó por separado su propia denuncia.

-. Fue con base en toda esa información y por tener a disposición una persona privada de la libertad, que el 17 de noviembre de
2003, el Fiscal adscrito a la Unidad de Reacción Inmediata de Manizales abrió investigación, dispuso vincular mediante
indagatoria al implicado y decretó la práctica de pruebas; entre ellas, la declaración de las personas que tuviesen conocimiento
sobre los hechos.

-. Al día siguiente, 18 de noviembre de 2003, asumió el conocimiento del asunto la Fiscalía Trece Seccional de Manizales y
nuevamente decretó los testimonios de las personas que hubiesen conocido los hechos; entre ellos, los lesionados y
expresamente, Mónica Andrea García Arbeláez.

-. El 19 de noviembre de 2003, rindieron testimonio los lesionados Andrés Aristizábal Valencia (quien ya había denunciado los
hechos) y Mónica Andrea García Arbeláez, compañera del anterior.

-. La pasajera de la motocicleta Yamaha DT 125, Mónica Andrea García Arbeláez, en quien se concreta el cargo casacional,
compareció a la Fiscalía instructora y bajo la gravedad del juramento hizo el siguiente relato:

“Vea, el día lunes 17 de noviembre del presente año, yo iba de parrillera en la moto de mi esposo ANDRÉS el niño Maicol Andrey
lo llevábamos en el medio de los dos, salimos de la casa como a las diez y cuarenta y estuvimos en el centro comprando el
almuerzo para llevar, salimos más o menos a las once pasadas de la mañana con destino a una finca de Neira para abajito donde
un amigo de nosotros, también nos acompañaba JHON FABER quien llevaba a su compañera YANETH, nosotros íbamos por la
vía de nosotros y JHON FABER iba más adelantico que nosotros y de repente apareció esa camioneta invadiendo el carril de
nosotros, en ese instante como nosotros íbamos más atrasito sólo alcanzamos a ver que Faber se estrelló con esa camioneta,
nosotros veníamos más atrás, pero golpeamos con la camioneta, mi esposo trató de esquivarla pero le dio en la parte delantera
golpeando la punta de la camioneta en la parte derecha viniendo de Neira, la moto (continuó) golpeó con esa camioneta en esa
parte con la llanta trasera, entonces nosotros salimos rodando no se cuantos metros, pero nos fuimos rastrillados, la moto quedó
más allá de donde quedó la camioneta, no se decirle a cuantos metros quedamos, sólo se que cuando nosotros nos paramos nos
abrimos a correr hacia donde había quedado la camioneta y allí llegamos y como no encontrábamos a JHON FABER y a YANETH
éramos buscando debajo de las llantas y vimos que FABER estaba debajo de la llanta de la camioneta por todo el lado derecho
por donde nosotros íbamos y la moto estaba ahí debajo de la llanta de la camioneta, esa llanta viene a ser la izquierda delantera,
viniendo de Neira hacia Manizales, resulta que el señor de la camioneta se iba a volar él arrancó y como la llanta estaba con la
moto en ese momento le pisó las piernas a JHON FABER, el señor arrancó al fin, se pudo saber de la moto que estaba debajo y
mi esposo no se le quitó del frente de la camioneta, cuando la camioneta iba arrancando yo vi a YANETH que iba dentro de la
camioneta en la parte de atrás y como el señor se iba a volar, anduvo un poquitico y no se como hizo mi esposo y abrió la puerta
del conductor de la camioneta y el señor se bajó y era como tambaleando y nos miraba todo raro, estaba borracho, en ese
instante llegó mucha gente y nos ayudaron a subir a JHON FABER a la camioneta y en esa misma camioneta nos trajeron para el
Hospital, hasta ahí porque yo me quedé en el lugar del accidente y luego mandaron la ambulancia por mí y por el niño y ya llegué
al Hospital y nos entraron a revisar y allí nos dijeron que Yaneth estaba muerta, ya no se nada más, hasta ahí.(…) La visibilidad es
buena, nosotros vimos la camioneta más o menos a una cuadra y en el momento la vi que venía bien, pero como ya dije de un
momento a otro se nos tiró a la vía de nosotros y nos atropelló.” (Folio 28 cdno. 1)

-. El implicado rindió indagatoria 19 de noviembre de 2003, en horas de la tarde, para declararse inocente.

Nótese que hasta la apertura de investigación, el decreto del testimonio de los lesionados y la recepción de la indagatoria, el
Instituto Nacional de Medicina Legal no había reportado los resultados de los exámenes practicados a cada una de las personas
lesionadas; de modo que no se contaba con elementos de juicio para determinar la duración de la incapacidad ni las posibles
secuelas.

-. Aún cuando Mónica Andrea García Arbeláez fue examinada el 20 de noviembre de 2003, según consta en el informe remitido
por el Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses, el resultado se allegó mucho tiempo después, y fue incorporado a folio 132
del cuaderno original, en seguida de una constancia del auxiliar judicial, suscrita el 31 de abril de 2004.

Se concedió a Mónica Andrea una incapacidad médico legal definitiva de quince (15) días, sin secuelas.

1.4 El censor menciona como fuente del defecto estructural, que Mónica Andrea García Arbeláez no compareció ante la Fiscalía
para presentar ella, personalmente, la querella, pese a que era una condición de procesabilidad. Tal aseveración, que no
supera el enunciado del reproche, luce en la demanda como una expresión insular frente a una serie de hechos no observados
por el casacionista, siendo de imprescindible análisis, de modo que la postulación no satisface el requisito de la trascendencia.

En efecto:

-. Como a consecuencia del accidente falleció de una persona, otras fueron lesionadas y se produjo la captura del implicado, la
Fiscalía tenía el deber funcional de iniciar la investigación de oficio; máxime que hasta la fecha de apertura no se conocían los
dictámenes sobre incapacidad y secuelas, para catalogar de antemano si se estaba frente a conductas punibles querellables o
investigables de oficio.

-. El artículo 32 de la Ley 600 de 200, relativo al querellante legítimo, expresa, entre otras cosas, que “Cuando el sujeto pasivo
estuviese imposibilitado para formular la querella…puede presentarla el defensor de familia, el agente del Ministerio Público o el
Defensor del Pueblo o los perjudicados directos.”

En censor pasó por alto que Mónica Andrea García Arbeláez quedó incapacitada a partir del día del accidente (17 de noviembre
de 2003) y por quince días más, a partir del 20 del mismo mes, cuando se practicó su reconocimiento. De suerte que, durante ese
lapso, no estaba obligada a comparecer personalmente y la querella bien pudo se presentada por uno de los perjudicados
directos. Y así ocurrió, pues su esposo, el señor Andrés Aristizábal Valencia, conductor de la motocicleta Yamaha DT
125, directo perjudicado, que igualmente padeció lesiones con doce días de incapacidad, presentó denuncia o querella, ya que
para los fines procesales es igual, el 17 de noviembre de 2003, donde hizo cargos contra el implicado y se refirió a las heridas con
él sufrió, y a las lesiones de su esposa, Mónica Andrea García Arbeláez, y de su hijo, Maicol Andrei Aristizábal García.

-. Como si lo anterior no bastara, el 19 de noviembre de 2003, no obstante su incapacidad, Mónica Andrea García Arbeláez acudió
a la Fiscalía instructora con el fin de rendir testimonio bajo la gravedad del juramento, donde relató los acontecimientos con los
detalles antes transcritos y, por supuesto, hizo cargos contra el conductor de la camioneta, DIEGO MARINO MARÍN CORREA, a
quiena tribuye la responsabilidad del accidente por conducir en estado de embriaguez e invadir repentinamente el carril contrario.

Parece evidente que con ese acto, el de comparecer ante la autoridad competente a corroborar la denuncia antes instaurada por
su esposo, Mónica Andrea satisfizo la exigencia de la querella, toda vez que, de acuerdo con lo establecido en el artículo 29 de la
Ley 600 de 2000, la denuncia, la querella y la petición, tienen los mismos requisitos, esto es, cualquiera de ellas “ se hará bajo
juramento, verbalmente o por escrito, dejando constancia del día y la hora de su presentación y contendrá una relación detallada
de los hechos que conozca el denunciante.”

-. El hecho de que en los formatos disponibles en las unidades de policía judicial, el encabezamiento de diligencia lleve un rótulo
preestablecido de “denuncia”, en lugar del título de “querella”, carece de relevancia, cuando lo cierto es que quien tiene el interés
jurídico comparece ante la autoridad competente y hace una relación detallada de los hechos, con el fin de que se adelanten las
investigaciones a que haya lugar. De igual manera, si a la versión de Mónica Andrea se le llamó “ testimonio”, no por ello dejó de
contener los elementos fundamentales de una querella, que no son otros que los enlistados en el artículo 29 de la Ley 600 de
2000.

Dicha norma es explicita al establecer los requisitos de la denuncia, de la querella o la petición, entre los cuales no se encuentra
que para manifestar su interés de ejercer la acción penal, el denunciante o el querellante utilice expresiones tales como “quiero
que el Estado investigue”, o “es mi deseo que se sancione al responsable”, o “solicito que se haga justicia”, u otras similares a
éstas.

De ahí que el censor parte de un supuesto que la ley procesal penal no contempla, cuando hecha de menos frases de ese
carácter en la declaración de la lesionada Mónica Andrea García Arbeláez; pues, se reitera, sólo es necesario que el interesado
rinda versión verbalmente o por escrito, bajo la gravedad del juramento, con un relato detallado de los hechos; y, por supuesto,
ante la autoridad competente.

1.5 E casacionista redunda en el hecho histórico según el cual, al acta que recoge la versión de Mónica Andrea García Arbeláez,
no lleva un encabezado con palabra “querella” y en torno de esa idea edifica la censura. Al argumentar de esa manera,
dejó de lado lo que era imprescindible, vale decir, demostrar a la Corte que la investigación no podía iniciar de oficio –pese a las
circunstancias específicas de este caso-; o que no era suficiente la denuncia presentada por Andrés Aristizábal Valencia, en
nombre suyo, de su esposa y de su hijo, todos afectados en el mismo accidente; o que la declaración de Mónica Andrea García
Arbeláez no tenía la entidad de una querella, por no reunir los requisitos establecidos en el artículo 29 de la Ley 600 de 2000.

En el anterior orden de ideas, la censura no será admitida, dado que se percibe vacua la argumentación sobre la trascendencia
del supuesto motivo de nulidad; y por el principio de limitación que regenta el recurso extraordinario, la Sala de Casación Penal no
pude complementar el libelo ni extenderlo hacia motivos no propuestos por el demandante.

SOBRE EL SEGUNDO CARGO: Violación directa de la ley sustancial, por no aplicar el principio de favorabilidad, sobre la
manera como la Ley 906 de 2004 reglamenta la querella

El defensor de DIEGO MARINO MARÍN CORREA sostiene que las lesiones personales ocasionadas a Jhon Faber García García,
conductor de la motocicleta Yamaha RX 115, a quien el médico forense reconoció incapacidad por 90 días, con secuelas
permanentes por deformidad física y perturbación funcional, sí eran investigables de oficio en el marco de la Ley 600 de 2000.

Y que, con la entrada en vigor del Código de Procedimiento Penal para el sistema acusatorio, Ley 906 de 2004, todas las lesiones
personales culposas se convirtieron en delitos querellables, por disposición del artículo 74 de este régimen. Por lo
cual, en virtud del principio de favorabilidad, a partir del 1° de enero de 2005, cuando empezó a regir la Ley 906 de 2004, el delito
de lesiones personales culposas donde fue víctima Jhon Faber García García, pasó a ser querellable; y por eso era imprescindible
que él concurriera ante las autoridades a instaurar la querella, para manifestar que le interesaba que el Estado juzgara al
responsable, antes de que se cumpliera el término de seis meses de caducidad, a que se refiere el artículo 73 ibídem.

2.1 Si bien, se observa corrección lógico argumentativa en la postulación de este reproche, por violación directa de la ley
sustancial, no será admitido, porque el análisis objetivo del asunto permite concluir que no es necesaria la intervención de la Corte
Suprema de Justicia, porque a la luz de la normatividad vigente y de la jurisprudencia de la Sala de Casacón Penal, no existe
vulneración de algún derecho fundamental cuyo restablecimiento fuese impostergable.

2.2 La temática propuesta por el libelista ha sido estudiada con antelación por esta Sala de la Corte, para sentar la doctrina, que
se ha reiterado en forma de línea jurisprudencial, en el sentido que si en vigencia del anterior Código de Procedimiento Penal (Ley
600 de 2000), el delito se investigaba de oficio, no es obligatorio que el afectado comparezca a manifestar su interés de que el
proceso continúe, por el hecho de que el mismo delito pasó a ser querellable a partir de la entrada en vigencia del Código de
Procedimiento Penal para el sistema acusatorio (Ley 906 de 2004).

A la sazón, en auto del 23 de mayo de 2007 (radicación 26831), se indicó: “En efecto, es claro que la querella como
condición de procesabilidad cobra especial valía en cuatro momentos procesales identificables, así:

1, cuando el perjudicado (o quienes se encuentran legalmente autorizados para representarlo) pone en conocimiento de las
autoridades la conducta por cuyo medio resultó lesionado o puesto en peligro el bien jurídico del cual es titular, caso en el cual el
Estado asume las correspondientes labores de investigación, acusación y juzgamiento, pues tal ha sido la voluntad del
querellante.

2, cuando aquel desiste por escrito de la querella en cualquier estado de la actuación, antes de que se profiera sentencia de
primera o única instancia (artículo 37 de la Ley 600 de 2000).

3, cuando se impone extinguir la acción penal por indemnización integral respecto de los delitos que admiten desistimiento, entre
los cuales se encuentran los querellables (artículo 42 ejusdem).

4, cuando opera el instituto de la conciliación, el cual es procedente respecto de delitos que admitan desistimiento o
indemnización integral (artículo 41 ejusdem).

Precisado lo anterior se observa que la Sala tiene decantado que el principio de favorabilidad cobija también a las normas
procesales, siempre que de ellas se deriven efectos sustanciales.
(…)
A su vez, en punto del artículo 74 de la Ley 906 de 2004, que se ocupa de señalar los delitos por los cuales es necesaria como
condición de procesabilidad la presentación de querella, tiene dicho la Sala que tiene de manera incuestionable la connotación de
norma con efectos sustanciales, pese a encontrarse ubicada en un ordenamiento procesal.
(…)

De conformidad con las anteriores precisiones, observa la Sala que de los referidos cuatro momentos o situaciones procesales en
los que cobra especial operatividad la querella, en tratándose de aquellas situaciones de las que el proceso se inició por denuncia
u oficio bajo la égida de una legislación que no exigía querella, pero ulteriormente una nueva normatividad dispuso que tal delito
necesitaba tal condición de procesabilidad, la aplicación del principio de favorabilidad sólo es viable respecto de los tres últimos,
esto es, tratándose de los institutos extintivos de la acción penal (desistimiento, reparación integral y conciliación seguida de
desistimiento), no ocurre lo mismo en relación al primero de dichos momentos procesales.
Lo anterior es así, pues la Sala encuentra que si el legislador no establece la querella como presupuesto para el ejercicio de la
acción penal derivada de la conducta punible, una vez el Estado tiene conocimiento por denuncia, informe u oficiosamente de la
comisión del delito, tiene la obligación de adelantar el correspondiente trámite procesal hasta sus últimas consecuencias, sin que
el advenimiento de una ley posterior que exija la referida condición de procesabilidad resulte aplicable retroactivamente en virtud
del principio de favorabilidad, pues es claro que en tales situaciones la puesta en marcha del aparato jurisdiccional en ejercicio del
ius puniendi ya se consolidó, quedando a salvo, desde luego, la posibilidad de que se acuda a alguno de los referidos
mecanismos de extinción de la acción penal, para cuya aplicación si operaría la aplicación favorable de una norma posterior con
efectos retroactivos.

En apoyo de lo expuesto se observa que exigir al sujeto pasivo de la conducta delictiva que dentro de los seis (6) meses
siguientes a la vigencia de la ley posterior, por cuyo medio se dispuso de la ya citada condición de procesabilidad para el delito
por el cual se procede, haga explícito dentro de la actuación su interés en que el Estado continúe con la investigación, a fin de que
no opere la caducidad de la querella, corresponde a una carga para la víctima que va más allá de lo dispuesto por el legislador,
quien si así lo hubiera querido, lo habría plasmado en la mencionada normatividad.”

La misma tesis fue reiterada por la Sala de Casación Penal en auto del 20 de junio de 2007 (radicación 26884).

2.3 Por manera que, no existiendo yerro ni agravio que el implicado no debiera soportar, el cargo no será admitido porque,
además, en esta oportunidad una vez más se ratifica la misma senda jurisprudencial. Las glosas sentadas con
antelación conllevan a inadmitir la demanda, máxime que tampoco en la revisión del expediente se observa la vulneración de
alguna garantía fundamental, que amerite el ejercicio de las facultades oficiosas de la Sala de Casación Penal en los términos del
artículo 216 del Código de Procedimiento Penal, Ley 600 de 2000.

En mérito de lo expuesto, la Sala de Casación Penal de la Corte Suprema de Justicia,

RESUELVE INADMITIR la demanda de casación presentada a nombre de DIEGO MARINO MARÍN CORREA.
Contra la presente providencia no procede recurso alguno. Cópiese, notifíquese, devuélvase al Tribunal de origen y cúmplase.

SIGIFREDO ESPINOSA PÉREZ ALFREDO GÓMEZ QUINTERO MARÍA DEL ROSARIO GONZÁLEZ DE LEMOS
AUGUSTO J. IBÁÑEZ GUZMÁN JORGE LUIS QUINTERO MILANÉS
YESID RAMÍREZ BASTIDAS

JULIO ENRIQUE SOCHA SALAMANCA JAVIER ZAPATA ORTIZ TERESA RUIZ NÚÑEZ Secretaria
Colecistectomía Intervención quirúrgica que consiste en la extracción de la vesícula biliar. A pesar del desarrollo de técnicas no quirúrgicas, es
el método más común para tratar distintas patologías de la vesicula biliar. Las opciones quirúrgicas incluyen la colecistectomía laparoscópica y
la más antigua e invasiva de colecistectomía abierta. Las indicaciones que se tienen para hacer esta clase de intervención, es a pacientes
que posean una o más de las siguientes enfermedades y/ó condiciones de la vesícula tales como:

1. Cálculos biliares (colelitiasis). 2Inflamación por infección (colecistitis).


2. Dolor abdominal intensa debido a un c 4 Cólico de vesícula.
3. Bloqueo de los conductos biliares (obstrucción biliar).

El resultado de la colecistectomía es habitualmente bueno. Los síntomas desaparecen completamente en el 90% de los pacientes.

Los riesgos de la colecistectomia son los riesgos de cualquier intervención bajo anestesia general: Reacciones a la medicación.
*Problemas respiratorios.* Hemorragias. *Infecciones.

- Riesgos adicionales: Daño al conducto biliar

la colelitiasis se refiere a la formación de cálculos en la vías biliares, sobre todo en la vesícula. La mayor parte de estos cristales—cerca de un
80%—están constituidos por cristales de colesterol, el resto son cristales pigmentados de color negro
La colecistitis crónica es causada por ataques leves y repetitivos de colecistitis aguda que producen un engrosamiento de las paredes de la
vesícula biliar, la cual comienza a encogerse y finalmente pierde la capacidad para desempeñar su función de concentrar y almacenar la bilis.
La ingestión de alimentos grasos puede empeorar los síntomas de la colecistitis, debido a que la bilis es necesaria para digerir dichos
alimentos.

La encefalopatía hipóxico-isquémica (EHI) es el síndrome producido por la disminución del aporte de oxígeno (O2) o la reducción mantenida
del flujo sanguíneo cerebral (FSC) al encéfalo. Puede ser provocada por una hipoxemia sistémica (asfixia, insuficiencia respiratoria), una
alteración en el transporte del O2 (anemia aguda, intoxicación por monóxido de carbono) o una reducción del FSC global (paro cardíaco)
(1,2,3,4).

TÉRMINO DE RESPONSABLE DE LA MONTO DE LA NORMA QUE REGLAMENTA LA COBERTURA


COBERTURA COBERTURA COBERTURA
3 primerosdías Empleador 100 % del salario Decreto 1406 de 1999, en su artículo 40 – Parágrafo-1°: “Serán
de cargo de los respectivos empleadores las prestaciones
económicas correspondientes a los 3 primeros días de
incapacidad laboral originada por enfermedad general, tanto en
el sector público como en el privado. En ningún caso dichas
prestaciones serán asumidas por las entidades promotoras de
salud     o demás entidades autorizadas para administrar el
régimen contributivo en el Sistema General de Seguridad Social
en Salud a las cuales se encuentren afiliados los incapacitados“.

Del día 4° al día 90 EPS 2/3 partes del salario* Artículo 227 del Código Sustantivo del trabajo: “En caso de
incapacidad comprobada para desempeñar sus labores,
ocasionada por Del día 4° al EPS       Dos terceras enfermedad no
profesional, el trabajador tiene día 90 partes del salario derecho
a que el patrono le pague un auxilio monetario hasta por 180
días, así: las 2/3 partes del salario durante los 90 días“
Del día 91 al   día 180 EPS 50 % del salario* Artículo 227 del Código Sustantivo del trabajo: “En caso de
incapacidad comprobada para desempeñar sus labores,
ocasionada por enfermedad no profesional, el trabajador tiene
derecho a que el patrono le pague un auxilio monetario hasta
por 180 días, así: y la mitad del salario por el tiempo restante
Del día 181 al   día 540 AFP 50 % del salario* Artículo 23 del Decreto 2463 de 2001: “Para los casos de
accidente o enfermedad común en los cuales exista concepto
favorable de rehabilitación, la Administradora de Fondos de
Pensiones con la autorización de la aseguradora que hubiere
expedido el seguro previsional de invalidez y sobrevivencia o
entidad de previsión social correspondiente, podrá postergar el
trámite de calificación ante las Juntas de Calificación de Invalidez
hasta por un término máximo de 360 días calendario adicionales
a los primeros 180 días de incapacidad temporal otorgada por la
Entidad Promotora de Salud, siempre y cuando se otorgue un
subsidio equivalente a la incapacidad que venía disfrutando el
trabajador.

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