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Contenido y forma en EL JEFE

Contenido y forma son inseparables e interdeteminantes. La forma existe, en cuanto es


contenido y el contenido, en cuanto es forma.
Como explica Marta Zátonyi, el sujeto se contacta con la forma, con el objeto, y la
separa del mundo infinito del objeto, le da el contenido, o como diría Heidegger, desoculta su
verdad. El artista se contacta con la materia, proyecta su propia esencia sobre ella, recibe su
respuesta, enfrenta su realidad con la propia (la esencia de la materia con su propia esencia), y
con esta lucha se hace la obra. Si la esencia es el fundamento, este mismo fundamento se va a
determinar a sí mismo como forma, y esta forma va a generar el contenido, va a separarse a sí
mismo, de la no-existencia, de la no-conciencia. Se convierte algo en-sí, en algo para-nosotros.
Esto se debe a que no existe nada fuera del sujeto que ve, sujeto que piensa y nombra. La
obra de arte que nunca fue percibida por nadie, tiene la potencialidad de convertirse en arte,
pero en estas condiciones, sigue siendo cosa en-sí, y sólo será cosa para-nosotros, si el sujeto
la toma, se la apropia.
Esta dialéctica del sujeto-objeto es fundamental, como lo es en el caso del contenido y
la forma. Como ya se dijo, la forma existe, en cuanto es contenido y el contenido, en cuanto es
forma. La unidad y lucha de contrarios, es su existencia. La esencia (contenido) desde el
vamos sugiere la forma. La forma es la manera de expresarse de la esencia, mediante la
materia. La forma es dependiente de la materia y por ello lucha contra ella. Por otro lado, la
materia también desde el vamos contiene y sugiere la forma. Es decir, no existe forma sin
materia.
Lo activo de la forma va a proyectarse sobre la pasividad de la materia, pero al
encontrarse con ella, la materia se activa y contesta a la acción de la forma, deja de ser pasiva
y sugiere, genera. A través de esa forma materializada, surge la apariencia. Así lo interior
(esencia, contenido) se exterioriza, por medio de la creación artística, mientras lo exterior
(forma, apariencia) se interioriza mediante el análisis sobre la obra artística.

Para el análisis de contenido y forma en el film El jefe, separaremos ambas categorías y


distinguiremos los fenómenos propios de cada una, especificados por Marta Zátonyi, que se
presentan en la obra.
En el caso del contenido, se destacan dos fenómenos: la idea generadora y el tema.
Empezaremos por la idea.
La idea, que representa la ideología del creador, es su conciencia y su inconciente
también. El artista mediante su obra comunica su idea a sus receptores, conciente o
inconcientemente. El mundo objetivo recibe el mensaje y esta se transforma en sujeto. En El
jefe la idea del creador, Fernando Ayala junto a David Viñas, es a grosso modo, que el
peronismo, desde su conducción, es una “banda”. Su líder Perón maneja a voluntad, valga la
redundancia, las voluntades de sus seguidores, que finalmente se ven defraudados por su
partida en 1955. Pero también retrata el comienzo de un nuevo orden, del post peronismo, por
sobre un viejo orden, el peronismo, desde una visión antiperonista.
Como señala Zátonyi, el arte no debe contar la ideología, anunciarla, sino que la
ideología, como un elemento permanentemente presente y constitutivo, aparecerá de manera
simbolizada a través de lo sensitivo. El jefe es un evidente ejemplo de este accionar del arte.
Ayala no muestra su idea abiertamente. No tiene como personajes a Perón y a sus
colaboradores, sino que están simbolizados en la barra liderada por Berger (la figura de Perón).
Tampoco la política se ve claramente, pero el accionar de la barra es una traspolación del
plano político al plano cotidiano, del accionar, que para Ayala realiza el peronismo con sus
políticas y maneras de conducir los destinos de una nación. Con respecto a esto, también vale
la pena aclarar que en esos tiempos hablar abiertamente de Perón era complicado.
La película es una gran metáfora de la ideología del creador, hecha claramente a
conciencia. Consideramos que la obra es verdaderamente obra de arte ya que, como advierte
Zátonyi, trasciende el momento y el lugar de su creación. Por ejemplo, podría servir para una
relectura del peronismo a principios de la década del ’70, hoy un detractor del Kirchnerismo
podría utilizarla para ver similitudes entre este movimiento político y el accionar de Berger y sus
secuaces, o pasando a otro plano, se relaciona con lo Kitsch y el tratar de ser lo que el poder
nos dice que seamos (relación de Berger-Marcelo, el personaje de Leonardo Favio). Esta
también es una característica del cine, las películas tienen muchos niveles de lectura que
conciernen a distintas disciplinas de las ciencias sociales, principalmente.
El jefe, en cierto sentido, trasluce la idea de país que tienen Fernando Ayala y David
Viñas. En la película, se repudian los aspectos “populistas” del movimiento peronista, en
especial, la forma de manipular a las masas. Se hace hincapié en el desdeño de la cultura y en
la exacerbación de lo vulgar por parte de ese gobierno, que se ve simbolizado en la disputa por
el contenido de la revista entre Berger y Solari. La oposición entre “cultura o barbarie”. Esto,
suponemos, parte principalmente de David Viñas quien en reiteradas ocasiones critica la forma
de llevar adelante, la por entonces Dirección General de Cultura, por parte de Leopoldo
Marechal, titular del organismo durante el gobierno peronista. En un reportaje de la época dice
Ayala del filme: “Es la demostración de que todo jefe está mintiendo. El caudillo surge a
consecuencia de la mediocridad, la abulia, esa moral a la violeta de lavarse las manos.”
(Clarín.com, Edición Viernes 23.10.1998, Espectáculos, El jefe cumple 40).

El tema, el otro elemento del contenido, es el fenómeno elegido para representar. La


relación entre la idea (mensaje) y el tema se inscribe también como lo subjetivo y lo objetivo, en
una relación dialéctica. En El jefe, el tema, objetivamente y para un espectador desprevenido o
que no cuente con los elementos para una lectura más profunda, es la relación de un líder con
aquellos que lo siguen, o sencillamente una barra de delincuentes, estafadores. El tema, a los
ojos de un espectador más perspicaz, es el peronismo. Está claro que a la distancia, más
precisamente a 52 años, la lectura de una película se simplifica bastante.
El mensaje surge desde el sujeto, el tema surge desde el mundo objetivo. El creador lo
elige entre otras posibilidades, otras partes del mundo. Ayala elige el peronismo que es el tema
por excelencia de la época, de la argentina post revolución libertadora, pero a fuerza de verdad,
Perón es el tema político por excelencia desde que su figura irrumpió en la vida política del país
en la década del ’40 hasta nuestros días. El director toma esta porción del mundo objetivo, del
que es parte y creador, se la apropia y nos entrega su versión de la misma, ya reformulada. En
cierto modo Ayala le pone velos a esa realidad y la simboliza a través de la “barra”, por decisión
artística-creativa, y también por el condicionamiento del momento histórico del que es parte.
Dicho de otro modo, el condicionamiento de ese momento histórico es generador, le propone a
Ayala y a Viñas, que es el creador de la historia, una solución creativa para eludir esa barrera.
Como observa Zátonyi, el tema no es solamente el fenómeno elegido para representar sino
también el camino para crear nuevas realidades.

Para el análisis de la forma en el film también nos referiremos a sus componentes, que
son: tipologización o tipificación, la composición, los medios estilísticos, y las técnicas artísticas.
Mientras la tipificación y la composición se relacionan más íntimamente con el
contenido, los medios estilísticos y las técnicas artísticas lo hacen con la realidad sensitiva,
empírica del receptor.
Partiendo desde la tipificación o tipologización, se establece que el tipo es un fenómeno
que en su unicidad puede expresar lo general. Esta unicidad, en el arte, debe ser representada
de tal manera que el receptor pueda reconocerse y no sólo en el tiempo de la creación de la
obra, sino tiempo después también. Si el arte se propusiera representar nada más que la
unicidad, no sería arte, porque los fenómenos en su particularidad ya existen, explica Zátonyi.
El arte parte de ellos, y a través de ellos construye lo general. De esta manera tipologiza, y sólo
puede darse por medio de la generación de la forma. Esto se debe a que la materialización ya
apela a la percepción del receptor, y construye o reproduce, trasgrediendo y reiterando el
código existente.
Fernando Ayala en El jefe, parte desde un grupo de personas concreto, Berger y su
banda, con sus acciones concretas, como la estafa en una subasta de terrenos, para simbolizar
algo tan amplio como el movimiento peronista, su ideología (vista desde su oposición al
peronismo), la manera de relacionarse con el pueblo y la forma de gobernar un país. Es un
ejemplo de la forma de partir desde un particular, concreto, para hablar de un general, más
difícil de abarcar. Es una manera inteligente de enfrentar un tema y, a nuestro modo de ver,
más efectiva, ya que se puede hablar de mayor cantidad de cosas y de manera más precisa,
que si se intentara englobar un fenómeno o acontecimiento mayor. Es interesante como la
obra, a pesar de inscribirse mayormente dentro de la vertiente 1, tiene este accionar audaz, si
se quiere.
Los personajes son tipos: Berger, el líder con todos sus atributos “porteños”, Solari, el
intelectual que se dirime con su idea de ética, Mima, la mujer liberal que comenzaba a aparecer
en aquellos años, o Siruli, el hombre bruto de clase más baja. Estos personajes desde su
particularidad sirven para referirse a estratos de la sociedad, algo que no es nuevo para nada,
pero que en este film tiene un trasfondo ideológico más interesante. En Siruli, por ejemplo,
vemos la visión de Ayala de lo que es el sector popular del peronismo, que es llevado de las
narices por Berger debido a su ignorancia, y el último en aceptar la traición de su líder. Mima y
Marcelo representan el nuevo orden que aparece en la sociedad de esos años. La primera, con
sus ideas liberales del rol de la mujer en la sociedad y el segundo, con su rebelación contra la
clase aristocrática venida a menos, conservadora y retrógrada. También es la simbolización de
aquellos que son atraídos y “engañados” por la figura de Perón, que finalmente se ven
defraudados por el mismo.

El segundo aspecto de la forma, es la composición. En sentido general, la composición


es el ordenamiento, estructuración de los elementos que componen la obra, con dos tareas
principales. Una es facilitar la percepción del receptor, la otra es jerarquizar los componentes, y
con ello unirse orgánicamente con el contenido para expresarlo de la manera más fuerte,
generando para eso una estructura interior que sirve para posibilitar el camino del receptor
hacia el núcleo de la obra, manteniendo y guiando su interés por la misma.
En el caso del cine es difícil analizar la composición como lo hace Marta Zátonyi en
pinturas u obras de diseñadores gráficos. El cine está compuesto por cientos de planos con
cientos de composiciones diferentes, que se suceden continuamente, a diferencia de una
pintura que se mantiene estática e inmutable. Creemos que la mejor forma de hablar de la
composición de la película es analizar su estructura, el modo en que se suceden los hechos en
el relato y la manera en que están jerarquizados. Luego, tomando unos o dos planos, analizar
dentro de estos, aspectos del film que se vean retratados por su composición.
El jefe se estructura alrededor de lo que les sucede interna y externamente a los
miembros de la banda, principalmente a Berger, Solari y Marcelo. Sin embargo, es este último
el verdadero protagonista de la historia, es quien realiza una transformación desde el comienzo
de la película hacia el final. Se ve obnubilado por la figura de Berger, por su poder, por su
carisma. El modelo a seguir no es el conservador de su padre, sino el de Berger, que es quien
tiene más influencia sobre su carácter y su manera de pensar. Solari, el intelectual que de a
poco se aleja cada vez más de su “jefe” ideológica y éticamente, es quien primero devela el
verdadero ser de Berger y se le opone. Se preocupa por Marcelo, que siendo joven va tras los
pasos del líder, y le advierte que este no es como él cree y que debe construir su vida por otro
lado. Finalmente, la profecía de Solari se cumple, y Marcelo, defraudado por Berger, se rebela
y declara contra él. Luego se rebela frente a quien intenta adjudicarse el puesto vacante de
“jefe”, el personaje interpretado por Ignacio Quirós, dejando la banda ante el gesto orgulloso de
Solari que ve como Marcelo entendió aquello de lo que hablaba: debía ser él mismo, hacer su
camino (ni el de Berger, ni el de su padre) y no ser manipulado por nadie, ni intentar ser aquello
que es el otro.
El relato tiene una estructura circular. Comienza con la escena en la que los muchachos
están sentados en la comisaría, detenidos equivocadamente, esperando que Berger se
presente para rescatarlos. El espectador no sabe nada ni entiende que es lo que sucede por el
momento. La escena termina cuando aparece Berger y allí Ayala nos conduce al pasado, para
desarrollar la cadena de hechos que llevaron a estos hombres a estar detenidos. Casi la
totalidad del film es un gran flashback, que se remonta al momento en que Marcelo es
introducido a la banda y conoce a Berger. Finalmente se retoma la primera escena de la
película, con el espectador ya comprendiendo lo que sucede, y se desarrolla hasta el final, con
Berger preso, Marcelo junto a Solari partiendo “libres” hacia un futuro mejor (símbolo del
espíritu de esperanza que había con la llegada de Frondizi a la presidencia), y los restantes
miembros de la banda liderados por el nuevo jefe.

Este plano corresponde a la escena final de la película, cuando Berger intenta obligar a
Marcelo a cubrirlo para no ser detenido.
La fotografía de la película, llevada a cabo por Ricardo Younis, es excelente y este
plano da cuenta de ello. Aquí la luz cumple un papel fundamental. Es una luz dura, que genera
marcados claroscuros. Marcelo se encuentra, literal y simbólicamente, a la sombra de Berger.
Su figura lo cubre y lo avasalla. No tiene escapatoria. Marcelo se encuentra en una situación
muy difícil de llevar a adelante y comprender. Por un lado se ve totalmente defraudado por
Berger, ya que este lo inculpó para salvarse el pellejo. Todo lo que pensaba, todo su mundo se
le vino literalmente abajo, y las palabras de Solari se cumplían. Ahora debe decidir entre
hacerle caso a Berger y seguir confiando en él o rebelarse de una vez por todas y hacerse un
bien. Su gesto demuestra todo esto, está totalmente afligido, desconcertado. Disminuido frente
a Berger a quien mira desde abajo. El plano picado resalta aún más esta disminución. Es difícil
la situación del defraudado. Aquel por el que enfrentó a su padre y a Solari, lo desilusionó
totalmente. Por su parte, Berger se intenta imponer ante Marcelo, él está parado, lo mira desde
arriba. El poder de este se refleja en esta postura. Está firme, tenso. Desde esta firmeza se
impone. Mientras que su contorno es rectilíneo, el de Marcelo es más ondulado, encorvado,
metido hacia adentro.
La verticalidad domina la imagen, lo importante es la jerarquía, quien está abajo es
inferior. La sombra, la figura de Marcelo y la figura de Berger que, incompleta, abarca la imagen
desde el plano superior al inferior. El cuerpo de Berger ocupa la mitad del plano, mientras que
el de Marcelo no llega a cubrir un cuarto del mismo. El blanco del traje, que simboliza, el poder,
la grandilocuencia, la elegancia, la pulcritud, se resalta frente a su sombra oscura que se
proyecta sobre Marcelo, que lleva un traje gris, que pasa desapercibido.

Pasaremos a la observación del tercer elemento de la forma que es el estilo. Este es un


sistema de los elementos formales de la creación artística que actúa según conceptos formales
coincidentes o parecidos en la selección de los diferentes componentes, en su conformación, y
con este proceso coordina los elementos formales y los cohesiona.
Es difícil encasillar a El jefe dentro de un estilo en particular pero de modo general se
podría decir que tiene características estilísticas del cine negro.
La estructura circular del relato antes descripta, es común en este estilo. Es habitual que
estos filmes comiencen por el final y vuelvan hacia el pasado, para finalmente llegar al punto de
partida y cerrar el relato desde allí.
La fotografía de la película es otro elemento característico de este estilo. El claroscuro,
que es tomado del expresionismo alemán, es el generador de ambientes densos y oscuridad
de los personajes. El contraste entre aquello iluminado y aquello a oscuras es muy grande, y
muchas veces tiene una carga simbólica potente, como en el plano analizado.
Mima no es una femme fatale, sin embargo, su figura desprende una gran sensualidad y
una constante seducción hacia Berger, tal como lo hacen ese tipo de mujeres en los policiales
negros.
La música de jazz es otro elemento de este género. En el caso de El jefe está a cargo
de Lalo Schrifin e interpretada por el saxofonista “Gato” Barbieri.
En cuanto a la trama de la película, no es la de una típica película de cine negro, sino
más bien es la de una película testimonial con ciertos elementos del policial.

Por último, el cuarto componente de la forma son las técnicas artísticas Estas son el
componente más exterior de la forma. El conjunto de elementos formales con que el artista
logra plasmar, materializar su idea en una realidad objetiva, percibible por los otros,
incorporable en el mundo objetivo, es lo que constituyen las técnicas artísticas.
En la realización técnica, concreta, toma vida por primera vez el contenido y forma: la
creación de la forma exterior al mismo tiempo también es la creación de la forma interior y del
contenido.
En cuanto a consideraciones, la realización técnica de El jefe es de gran calidad, para la
época y para el cine argentino, desde todo punto de vista.
Uno de los grandes sostenes de esta factura técnica es el elenco que se reclutó. Una
película puede contener un tema y una idea muy original, gran producción y realización técnica,
pero sin una buena interpretación por parte de los actores, todo se viene abajo. La principal
figura es Alberto de Mendoza, que para entonces contaba con gran trayectoria en cine y teatro,
que interpreta un personaje hecho a su medida. También están Duillo Marzio, que ya era un
actor de prestigio en ese momento, Orestes Caviglia, el padre de Marcelo, que es a su vez
interpretado por un muy joven Leonardo Favio, Luis Tasca, que hace de Siruli, y por último, la
aparición de Graciela Borges, que realizaba su segunda película. Todos realizan una gran labor
e hicieron de El jefe una gran película.
La fotografía, con la utilización del claroscuro ya mencionado, es otro de los puntos
fuertes. El encargado fue el director de fotografía Ricardo Younis, presente en la mayoría de las
películas de la primera época de Ayala, que cuenta con el prestigio de figurar dentro de los 50
mejores directores de fotografía de la historia por su labor en Una viuda difícil, película
estrenada en 1956 dirigida también por Ayala. Realmente la fotografía en blanco y negro de
esta película muestra el perfeccionamiento, no sólo de la fotografía de Younis, sino de la
fotografía de la época, que la película a color, que comenzaba a utilizarse asiduamente en esos
años, tardó mucho en alcanzar.
Hay muchos planos que quedan en la memoria del espectador por su composición y
utilización de la luz, como por ejemplo el plano analizado anteriormente, el plano de todos los
miembros de la banda sentados en el banquillo de la comisaría, Berger desde un ángulo
contrapicado dando un discurso cual si fuera un político en campaña, Marcelo con la figura de
su abuelo retratada en un cuadro por detrás y todo lo que esto simboliza, entre muchos otros.
El montaje, al estilo hollywoodense, imprime un gran ritmo al relato. Los tiempos están
muy bien controlados.
La música, con el saxofón y sus tambores, se une al montaje para estructurar el ritmo
del relato, pero también añade suspenso y pone en alerta al espectador. Como se ha señalado,
la musicalización está a cargo de Lalo Schrifin. El jefe fue la primera participación del
prestigioso músico en cine, que posteriormente tendría una carrera muy exitosa en Hollywood.
No hay duda que en el caso de El jefe las técnicas artísticas van en el mismo sentido
que el contenido, la idea del mismo. Es decir, al tener gran nivel técnico permiten materializar la
idea, suponemos, tal cual la tenía el director en su cabeza. No se da el caso que señala Marta
Zátonyi, en el que una realización técnica inadecuada, mala o desafortunada, debilita o
directamente elimina, el valor de la obra. Aquí técnica e idea van de da la mano.

En conclusión, todo lo analizado aquí sirve como fundamento para considerar, y avalar
a quienes consideran, a El jefe como una de las grandes películas de la cinematografía
nacional. Que retrata un momento fundamental de la historia argentina, a su manera y desde
una ideología particular. Pero estemos o no de acuerdo con ella, en lo que todos coincidirán es
en que, como obra de arte que es, El jefe habla principalmente acerca de la condición humana.

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