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Los danzantes Matachines se colocan siempre en dos filas paralelas; los de la derecha
portando en la mano una sonaja de guaje azul y los de la izquierda con sonaja roja. El
director del grupo, llamado Monarca o Monaba, se coloca a la cabeza entre las dos filas de
danzantes o a los lados del Monaha para imitar sus pasos.
Las danzas consisten en una serie no muy variada de pasos cortos y breves, estampando
todo el pie en el suelo, sin levantarlo mucho, al tiempo que describen figuras coreográficas
muy diversas que son combinadas de manera pre-establecida para cada son y ejecutadas al
tiempo que los propios danzantes van sacudiendo su sonaja al ritmo de la danza.
También ejecutan la llamada danza de la trenza con una coreografía algo diferente. Los
danzantes se dividen también en dos grupos, formando dos círculos que caminan en sentido
contrario en torno a un poste del que penden listones de colores. Cada danzante toma el
extremo de un listón y al entrecruzarse con los danzantes del grupo opuesto, se va tejiendo
una trenza alrededor del poste. Al quedar entrelazados completamente los listones, se inicia
un movimiento en sentido contrario para destrenzarlos.
En ocasiones como la descrita, los Matachines danzan por espacio de diez a quince
minutos. Al terminar la misa, permanecen dentro del templo, ejecutando sones que duran de
treinta a cuarenta minutos cada uno, con intervalos cortos de descanso entre uno y otro.
Después continúan sus danzas en el atrio, mientras se realizan la de los Coyotes junto a la
puerta de entrada de la nave izquierda de la iglesia y al tiempo que las diversas ramadas
albergan a Venados y Pascola en plena actividad. En fiestas de segunda clase los
Matachines pueden negarse a danzar.
Además de tomar parte en las misas y en las procesiones no cuaresmales con que se
celebran las fiestas del calendario litúrgico, los Matachines participan también en los cabos
de año, en las exequias, en la ceremonia anual de cambios de gobernantes y en cualquier
otra actividad de índole religiosa, como por ejemplo, en la bendición de una nueva capilla.
Los lugares asignados tradicionalmente para la ejecución de las danzas de Matachines son,
en el interior del templo: detrás de las Cantoras, en la nave central, que es el mismo sitio
asignado a los Chapayeca durante la cuaresma; fuera del templo: en el atrio, en las ramadas
y en las rutas procesionales.
La música para estas danzas es producida por un grupo de dos violines y dos guitarras,
aunque en ocasiones no es posible mantener el mismo equilibrio. Los violines llevan la
melodía a dos voces, mientras las guitarras ejecutan un acompañamiento consistente en la
alternancia constante de bajo y acorde. Los danzantes acentúan el ritmo con sonajas y el
zapateado.
La estructura formal de los sones de Matachines es siempre la misma: una sola frase de
carácter marcadamente europeo dividida en dos miembros a-b, que se repite
indefinidamente una y otra vez. La frase musical se inicia con la Tónica. El segundo violín
sigue la melodía del primero en intervalos de tercera o sexta, pero se cierra la frase al
unísono. No hay cambios de dinamismo, lo que aumenta la monotonía del son, atenuada un
poco por su aire. El compás es binario con ritmo tético.
REPERTORIO
INDUMENTARIA
Los matachines no usan ropas especiales para su danza, sino sólo complementos simbólicos
como lo son la corona, la sonaja y la palma.
Visten a la usanza del campesino y vaquero sonorense y calzan las típicas sandalias yaqui.
En la cabeza, asentada sobre un turbante de paliacate, portan una vistosa corona cónica con
cuatro hileras verticales de círculos de cartón con figuras geométricas de colores inscritas
en ellos, desde la base hasta la cúspide del cono. De ésta penden abundantes cintas de papel
de colores. En la mano derecha llevan la sonaja roja o azul y en la izquierda de la palma,
que es un manojo de plumas de colores en forma de hoja de palma.
Los niños Malinches llevan vestido blanco de faldón largo, con la blusa bordada y sujeta al
dorso por pañoletas de colores o listones rojos que les cruzan el pecho y espalda. Sobre el
pecho caen además muchos collares de cuentas de colores. Les ciñen el talle otros listones
de colores brillantes. Bajo el vestido usan sus ropas ordinarias de niño. También portan
corona, sonaja y palma.
El conjunto musical carece de jerarquía interna, así como de carácter sacro. El número de
sus integrantes puede variar, pero lo más usual es el grupo de cuatro instrumentistas: dos
violines y dos guitarras.
ORIGEN Y SIMBOLISMO
Los Matachines representan la victoria de los cristianos en sus luchas contra los moros. Los
danzantes de la fila izquierda portan los guajes rojos como símbolos del mal, distintivo de
los moros, mientras los de la derecha les oponen los azules, símbolo del bien que
representan los cristianos. El Monaha personifica al poder real al servicio del culto religioso
y guiando a sus súbditos, quienes llevan simbólicas coronas de gloria, obtenidas en sus
luchas contra el mal. Las palmas multicolores reciben y saludan festivamente al Mesías,
como otrora sucediera a su entrada en Jerusalén, días antes de la pasión. Los Malinches
llevan el vestido blanco, emblema de la pureza de espíritu de los infantes bautizados.
Finalmente el colorido del que hacen gala le imprime a la danza el carácter alegre y
triunfalista que debe animarla.
El nombre de Malinche dado a los aprendices recuerda a la indígena de ese nombre, quien
con su actuación a favor de la conquista y su asimilación voluntaria a la nueva fe y cultura,
le merecieron el reconocimiento español, al grado de ponerla como modelo de la
disposición sumisa, abierta y confiada con que el indígena debía presentarse ante el
colonizador en aras de la evangelización.
A pesar de todo y aunque, como afirma G. Montell, la danza de los Matachines corresponda
a su forma actual al tipo europeo de danza de cuadrilla y lleva nombre mediterráneo,
existen evidencias de danzas mexicanas prehispánicas, que ofrecen similitudes con ésta, así
como algunos elementos autóctonos que se observan aún en ella. El propio Montell admite
la posibilidad de que el nombre (mattacino) haya sido importado de Europa y aplicado a
una danza ya existente. Bien pudiera ser ésta como las que describe Francisco Javier
Clavijero.
Eran bellísimas sus danzas. Desde niños se ejercitaban en ellas bajo la dirección de los
Sacerdotes. Eran de diversas suertes y con diferentes nombres que expresaban o la calidad
de la danza o las circunstancias de la fiesta en que se usaban. En unas danzaban en círculo y
en otras en filas; unas eran de solo hombres y en otras danzaban también mujeres.
Vestíanse para la danza los nobles de los más ricos vestidos; adornábanse de brazaletes,
zarcillos, pendientes de oro, pluma y pedrería, y llevaban en una mano un pequeño escudo
cubierto de las más vistosas plumas, o un mosqueador de la misma materia, y en la otra un
ayacaxtli, que era un calabacillo con muchos agujeros y cantidad de pedrezuelas dentro,
que agitaban acompañando su ruido, que no era desagradable, al son de los instrumentos...
Las danzas menores, que se hacían en los palacios para recreación de los señores, o en los
templos por devoción particular, en sus casas o en ocasión de algunas bodas u otro regocijo
doméstico, se componían de pocos danzantes, formados por lo común en dos líneas rectas y
paralelas que a ratos danzaban con las caras vueltas hacia una extremidad de su línea, a
ratos mirando cada uno al correspondiente de la otra línea, o entreverándose los de una
línea con los de la otra y permutando de lugar; a ratos desprendiéndose uno de una línea y
otro de la otra, danzaban solos en el espacio interpuesto entre ambas líneas, cesando entre
tanto los demás.
Las danzas mayores, que se tenían en las plazas grandes y en el atrio del Templo Mayor, se
diferenciaban de las menores en el orden y forma, y en el número de los danzantes.
Los matachines y sus danzas constituyen una de las manifestaciones folklóricas más
frecuentes en diferentes puntos del territorio mexicano. En el noroeste y costa del pacífico
encontramos Matachines entre los Tarahumaras, mayos, Coras; más al sur y con el nombre
de Matlachines, en Aguascalientes, Zacatecas y algunos Estados del centro del país.
Las danzas de los Matachines entre los Mayos, siendo las más similares a la de los yaqui,
presentan sin embargo, algunas diferencias. Por ejemplo, la música suele ser de aire más
lento y se inicia con frecuencia en anacrusa. La indumentaria mayo se ve enriquecida con
una falda corta de franjas tricolores sobre el pantalón. La corona va ornada de flores. Las
variantes se incrementan en proporción directa a la distancia geográfica que separa a los
yaqui de los otros grupos étnicos que poseen esta danza.
Las danzas de Matachines en México, así como otras equiparables, requieren de un estudio
especial bastante amplio, que excede a la presente obra.
Matachines yoremes:
Desarrollo de la danza:
De nueva cuenta vamos a ubicar la figura básica de los matachines que se colocan ante el
altar para sí entender de manera mas clara cómo los danzantes realizan sus pisadas y los
movimientos coreográficos que efectúan con ellas; éstos se componen, grosso modo, de
giros, pisadas fuertes realizadas con toda la planta del pie, caminados rítmicos y caravanas.
Por las formas de los pasos y las combinaciones que realizan, pueden catalogarse se
ejecución entre las danzas de regular complicación. Los sones se ven comandados
íntegramente por el monarca mayor. Él es quien diseña el secuencial de pisadas que habrán
de intervenir y por su cuenta decidirá el momento para las evoluciones coreográficas que se
denotan sencillas. Cuando se cuenta con un monarca segundo, éste realiza las pisadas del
mayor, con la diferencia de que la inicia con el pie contrario y respecto a las filas: la del
lado izquierdo se subordina al monarco principal y la derecha al de segundo grado, dando
resultado un seguimiento cruzado. Aunque existen preparaciones claves que indican los
cambios de pasos y movimientos, no deja de ser una tarea complicada tanto para el
monarc9o segundo como para el resto de los matachines; él sigue acertadamente cada uno
de los secuenciales que el monarca mayor impone. Las mudanzas o evoluciones
coreográficas, muy limitadas como lo mencioné, consisten, en número mayoritario, en
recorridos que las filas realizan a paso natural rumbo a la cruz que se encuentra en la parte
alta de la figura básica. Mientras que las filas inician su caminado hacia fuera, en sentido
contrario, lo monarcas los hacen por dentro de ellas. Al arribar los matachines a la cruz,
uno a uno baja sus palmas e inclinan levemente su cuerpo en un acto rápido de opleitesí al
sagrado elemento y retornan a su puerto de partida para estructurar otra serie de pasos
fuertes. Otro de los movimientos más repetidos es el acercarse de frente al compañero que
se tienen del lado contrario. Levantando sus palmas, nuevamente a paso caminado, se
colocan hombro con hombro y sin detener la marcha giran mutuamente tratando de no
perder esa colocación, bajando la palma al realizar y subiéndola al retomar a sus lugares.
Vestimenta:
Los matachines asisten a sus festividades donde deberán bailar con su ropa de uso
ordinario. No les identifica un pantalón o una camisa de confección especial que los señales
como danzantes, y acorde a lo investigado, tampoco en otros tiempos lo tuvieron.
Esta danza sobresale por haber sido utilizada como arma de evangelización durante la
conquista en toda la américa hispana. Se le encuentra enraizada entre las creencias de
diversos grupos indígenas, y no indígenas, del noroeste de México, del altiplano
mesoaméricano, América Central y prácticamente toda América del Sur con la excepción
quizá de Brasil y Argentina.
Etimología de matachines
Por otra parte la palabra matassin en italiano se aproxima a la palabra mataccino, es decir,
el payaso o el loquito. Según Varela, algunos historiadores señalan que en la danza de
mataccinos había seis hombres por grupos de tres, más un solista representado por un
muchacho vestido como niña y que era conocido con el nombre de "Mayde Maryan", es
decir, la Virgen María. El autor explica que este personaje era substituido a menudo por un
caballo pequeño con caderas de papel o de cartón . Lo anterior explica por una parte como
en el territorio mexicano este pequeño personaje, aparentemente aislado, en la coreografía
de la danza es representado por la malinche convertida al pensamiento europeo para servir
de interprete a los conquistadores. La substitución de la Virgen por un caballo, pone en
evidencia una serie de ritos que se desarrollaban en Francia en el sur de la región de la
Loira durante las fiestas de pascua, -tradición ya desaparecida con la "ortodoxia cristiana"-.
Cabe agregar que las pinturas de la Virgen María estaban ya bien presentes durante el siglo
XVI en el arte occidental. Por esta razón su imagen comenzaba a difundirse en diversas
expresiones, entre las cuales la danza no era la excepción.
Al interior de otros grupos indígenas tanto del noroeste como del centro del territorio
mexicano, existen otros personajes que representan al payaso ritual. En el caso de los
mayos estos son representados por los fariseos chapacobam para los mayos, y chapayecas
entre los yaquis, los cuales hacen la parodia de la crucifixión de Jesús durante la Semana
Santa.
Lo que hemos expuesto hasta ahora, nos permite pensar que el personaje de matachín -en el
noroeste de México-, desarrolló implícitamente la parte simbólica de la batalla, pero, como
figura de recogimiento, y no de exaltación cómica que sería la otra parte simbólica que
encontró permutación en otra danza. Los movimientos entrecruzados de un lado a otro del
templo no expresan sentimientos de extroversión sino de oración. Esta danza constituye sin
duda una de las formas de resistencia de algunos grupos indígenas. Con estas coreografías,
la gente se reconoce dentro de su cultura, invocando alabanzas hacia sus sujetos de fe.
Bibliografía
1. Clavijero Francisco Javier, Historia Antigua de México, libro VII /45, Porrúa, México,
1974.
3. Le Roux j. Ph., Dictionnaire comique de l'art, en Le Robert tome VI, segunda edición,
Montréal, Canada, 1988.
6. The New Grove, Dictionary of Music and Musicians volume twelve, MacMillan
Publishers Limited, London 1980.
7. Varela Leticia, "Danza de matachines Indígenas y Mestizos", en X Simposio de Historia
de Sonora I.I.H. Hermosillo Sonora, Universidad de Sonora, 1986.