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DE ESPALDAS AL SINÚ
RELATORES
AEROFOTOGRAFÍA DE MONTERÍA
FUENTE: IGAC
ESCALA 1:51600
FEBRERO 20 DE 1989
PLANO DE MONTERÍA
FUENTE
INSTITUTO GEOGRÁFICO AGUSTÍN CODAZZI
1988
MONTERÍA
CONTENIDO
INTRODUCCIÓN
IX CONCLUSIONES 309
INTRODUCCIÓN
Primero fueron los españoles; pero luego, desde mediados del siglo XIX, el po-
tencial de la región atrajo a extranjeros a comerciar por el Sinú; entre ellos figura-
ban familias de franceses que se radicaron en la zona y aportaron sustancialmente
al desarrollo económico de la ciudad y la región y quienes, individualmente o
asociados con empresarios locales, abrieron nuevos tipos de negocios tales como
una planta de energía eléctrica, una fábrica de hielo, un acueducto, la navegación
fluvial, negocios de tipografía y venta de vehículos, además de fincas ganaderas y
comercio de maderas, al otro lado del mar.
el casco urbano en el refugio intensivo y desmesurado de la abatida población 2 Montería presentó un crecimiento es-
pectacular de su población de 5,86%
campesina, en adición a los desplazados por las recurrentes inundaciones, quie- entre 1992 y 1998. De acuerdo con el
nes abandonan sus antiguas estancias para asentarse en zonas inadecuadas, au- Dane, en diciembre de 1992, la ciudad
contaba con 183.607 habitantes, y en
mentando el fenómeno de la marginalidad en la ciudad. 1998 ya alojaba más de 300.000 perso-
nas, proyectadas a 346.000 habitantes
En parte, el crecimiento explosivo de la población,2 resultado de las fuertes pre- en el año 2000. El crecimiento de Mon-
tería es considerable, si se tiene en cuen-
siones migratorias, de oleadas de desplazados rurales y del simultáneo deterioro ta que casi duplica la tasa de crecimiento
de la base productiva de la ciudad y municipios vecinos, como Cereté, Lorica y de otras ciudades, como Cartagena, con
gran recepción de población desplaza-
Tierralta, con los que se mantienen lazos económicos, explica la existencia de da, cuya tasa fue de 3,42% en el mismo
grandes sectores de población en estado de pobreza y miseria. período.
Hoy, en las puertas del siglo XXI, la imagen de Montería como principal centro
de acopio de la costa Caribe y del país, con la agricultura y la ganadería fortaleci-
das como fuentes de empleo de su población, es todavía una aspiración sin reali-
zar de su gente y de sus dirigentes económicos y políticos.
En un relato de la primera expedición a la parte alta del valle del Sinú, Castellanos
describe, en 1534, la llegada a Cenú (Finzenú):
Los indígenas Zenúes habitaron originalmente en las planicies y los valles más
allá y más abajo del límite norte del territorio de los chocoes, hacia el mar Caribe
y su gentilicio se recuerda y se conserva gracias al nombre del río Sinú. Tribus
parientes de los Zenúes vivieron en la región comprendida entre el golfo de Urabá
y el bajo Valle del Cauca, hacia el oriente. En su libro, El Sinú, geografía humana
y ecología, B. Le Roy Gordon evidencia las relaciones de la región al citar a
Herrera y Tordesillas: «En el Zenú, que es la misma tierra, i la gente de las
mismas costumbres [...] [que los indígenas de Urabá]» (1601-1615).
El golfo de Urabá se llamaba así por un famoso cacique que allí reinaba cuando
llegaron los conquistadores. Los indígenas de la costa entre el río Darién (Atrato)
y la región que riega el río Sinú, también fueron llamados Urabaes, aunque sólo
una parte de la costa estaba bajo el dominio de dicho cacique. Es posible que los
españoles oyeran a los Urabes utilizar el nombre de Finzenú para referirse a los
habitantes del oriente y a los lugares en que vivían.
Finzenú se levantaba en una planicie carente de árboles que se extendía más allá del
horizonte, cerca de la ciénaga de Betancí y constituía la capital del populoso valle del
Sinú. Ciudad famosa, parece que disfrutaba de cierta importancia religiosa y, antes de
la conquista, era la más grande y la de mayor número de habitantes en la región.
Detrás de las ciénagas, allí donde se erradicó la selva con el fin de habilitar la
tierra para la labranza y suministrar combustible para los hogares y la alfarería,
los pastos invadieron los campos y ocuparon las tierras barbechadas. Una vez 3 Giraldo García, Mario. Plan de Desa-
fueron establecidos, es posible que los pastos se hayan mantenido selectivamente rrollo de Montería 1998-2000.
La presencia del pasto, habría evitado la labranza y así los pastizales se convirtie-
ron en sabana permanente habitada por la fauna típica de este medio natural. Los
agricultores que abastecían a Finzenú y Ayapel, se habrían movilizado hacia
aquellos lugares, donde el suelo selvático recién desbrozado posibilitaba labran-
zas más fáciles y mejores cosechas, en lugar de cultivar continuamente las tierras
altas (Le Roy Gordon).
En 1537, el oidor Vadillo, jefe de una expedición a Betancí, afirmó que la región,
por sus características de sabana, se prestaba para la ganadería: «Porque traídas
las vacas, pocos podrán criarlas por la mala disposición de la tierra, sino se llevan
al Cenú a Urabá» (Le Roy Gordon).
A finales del siglo XVI, las naciones indígenas de la región del Sinú-San Jorge y
de la costa de Urabá, se habían desintegrado y sobrevino la despoblación y la
deforestación. En una descripción de la provincia de Cartagena, escrita en 1678,
se afirma: «es esta tierra [...] mas montuosa que llana, y aunque no es serranía, es
de muchos y muy continuos montes y valles, y montañas de árboles muy crecidos
y valles profundos llenos de arcabucos y ciénagas [...].»
En 1844, Luis Striffler, quien navegó por el Sinú, llegó a la población y escribió
sobre los cambios que habían sufrido los límites selváticos, especialmente al
compararlos con las descripciones procedentes de anotaciones anteriores sobre
la localización de la selva durante la Conquista. Striffler anota:
A partir del Siglo XIX, hasta nuestros días, la deforestación continúa y se expande la
ganadería. La región, a lo largo de los siglos, ha sido centro de producción y abasteci-
miento agrícola y ganadero y la calidad de sus tierras evidencia ese potencial.
II
ORGANIZACIÓN SOCIO-ESPACIAL6
Montería es una ciudad que crece históricamente alrededor de cuatro ejes viales
que se integran posteriormente, para bien y para mal.
El primero es el eje del río, el eje del contacto con el mundo del comercio y la
cultura que es Cartagena de Indias y parte del Caribe. «Montería se comunica por
la vía del Sinú bajando hasta el puerto de Cispatá y de ahí hasta Cartagena y demás
puertos marítimos de las costas del Atlántico hasta Colón y hacia arriba del Sinú
hasta Morrocoquiel. Por tierra, y aprovechando los caminos carreteables, con
todas las poblaciones del departamento de Bolívar en la época de verano». 7
El cuarto eje es vislumbrado por el mismo autor cuando escribe: «Con la impres-
cindible construcción de una carretera hasta el golfo de Urabá, que empalme con
la gran carretera Panamericana, florecerá para el hermoso valle del Sinú la verda-
dera edad de oro con que soñaron las imaginaciones de los primeros intrépidos
que descuajaron sus selvas. La propiedad raíz llegará al límite más alto de su valor
adquisitivo, como en ninguna parte del país, redundando esto en un positivo
beneficio para todos y para el fisco. Para ese entonces, las transacciones y la
industria misma tendrán la temperatura más alta del movimiento incesante, for-
mando lógicamente las bases más sólidas de una riqueza cierta que servirá de
orgullo y sostén a la economía bolivarense y con ella a la colombiana.» El eje
6 La mayor parte de este capítulo está to- nuevo, construido recientemente, comunica al Urabá antioqueño con Montería
mada del escrito Algunas consideracio-
nes sobre la organización espacial de y, a su vez; vincula, parcialmente, a la región costanera de Córdoba.
Montería de María Josefina Yances.
Otra parte fue tomada del Plan de De-
Los efectos previstos por el autor corozalero, no se produjeron. Con el nuevo eje,
sarrollo de Montería 1998-2000 . El es-
crito de fondo lo hace el relator. Montería queda convertida en lugar de acopio de productos que se transportan
7 Badel, Dimas. Diccionario Histórico desde Córdoba hacia el centro del país, en este caso, Medellín. Actualmente,
geográfico de Bolívar, 1943. Re-edición
del Fondo Cultural del Bolívar Grande.
existen localizaciones industriales desplazadas del centro tradicional, pero que,
Gobernación de Bolívar, 1999 en términos de las relaciones inter-regionales, continúa jugando el papel de cen-
8 Ibíd. tro principal del intercambio entre Córdoba y Antioquia.
Montería crece y se desarrolla sobre la margen derecha del río Sinú, el mismo río
que condiciona su forma y su tendencia de crecimiento hacia el norte. En un infor-
me fechado en Montería el 1º de septiembtre de 1926, escrito por José M. Montoya
R., tomado de Datos históricos del departamento de Bolívar, Archivo Histórico de
Cartagena de Indias, se percibe la influencia de las obras adelantadas por el muni-
cipio tales como: la iglesia, el colegio de la Sagrada Familia, el parque «donde sus
bellas mujeres van a amenizar los ratos y a contemplar las odoríferas flores que la
adornan. Tiene también dos deliciosos paseos llamados Cavalongas y Acacias; en
este último se halla la primera piedra donde se construirá el monumento a la ban-
dera nacional, iniciado por el eminente general y doctor Jorge Ramírez Arjona,
para que perdure el amor al pabellón, en las generaciones venideras, gloria del
pasado, símbolo del presente y promesa del futuro».
«La estructura predial, que tiene que ver con la división de los predios con respec-
to a la manzana, determinó el uso y las actividades urbanas, condicionando que el
volumen edificado no ocupara sino una cuarta parte del predio».11 Ello hizo de
Montería una ciudad solariega, al término de la década de 1960.
La transformación que sufrió la ciudad con la construcción del puente sobre el río
y el desarrollo de los barrios La Granja y P-5, introdujo el debate de nuevas
realidades sociales y urbanas. Las primeras migraciones hacia Montería, exhorta-
9 Plan de Desarrollo de Montería 1998- ron la respuesta del Estado por intermedio del Instituto de Crédito Territorial,
2000.
ICT, el cual al proponer el primer programa masivo de vivienda, dio a la ciudad el
10 Ibíd.
impulso que la convertiría en centro de atracción. La ejecución de los proyectos
11 Ibíd
mencionados, planteó una nueva propuesta de manzanas y calles y racionalizó la
12 Gamarra López. Informe al Instituto
Geográfico Militar y Catastral. estructura predial y la acción urbanizadora, como complementos de la industria-
14 Ibíd.
III
Cuando las nuevas casas estuvieron listas, la población bautizó el primer barrio y
sus casas con los nombres de Barrio de Los Enanos y las Cajitas de Fósforo. En
diciembre de 1951, se hizo la entrega formal, y con reparos o disgustos, las vivien-
das fueron ocupadas por los primeros beneficiarios. Aquellas fueron entregadas
sin agua, sin energía eléctrica, sin calles pavimentadas y rodeadas de monte. El
malestar creció entre los moradores, cuando sintieron que se ahogaban con el
techo tan bajo y las habitaciones tan cerradas.
Por fortuna, esta primera experiencia del ICT fue tenida en cuenta para el diseño
de los planes como la Coquera y Buenavista. Años más tarde, se volvería a come-
ter este tipo de errores en otros programas de vivienda popular o de interés social.
Montería como capital, sin embargo, seguía atrayendo dos clases de inmigrantes
pobres: los forzados y los voluntarios. Por un lado, se encuentran los forzados, o
los obligados a salir por el conflicto armado; son los despojados o los engañados
o amenazados por los actores armados del estado de violencia que vive el país. Y
lo anterior se suma al completo abandono del campo, en todos los sentidos, a la
ausencia de políticas y programas para la población rural y a la orfandad en que
han quedado, después de las calamidades naturales, como han sido las inundacio-
nes y las avalanchas de los ríos.
Por el otro, los voluntarios deciden por su cuenta y riesgo salir de sus pueblos con
la intención de mejorar sus condiciones de vida. Algunos cuentan con apoyo 15 Información tomada del texto original
familiar de amigos o paisanos mientras se instalan. Otros, sencillamente se aven- basado en el de Víctor Negrete.
En todo caso, durante su existencia como capital, Montería ha recibido una gran
presión por la vivienda en todos los estratos y, lo que hasta el momento se ha
construido, ha resultado insuficiente para cubrir el déficit de alojamiento y lograr
la satisfacción de los servicios públicos elementales.
Durante cuatro años (1995-1998), el Inurbe otorgó 2.126 soluciones para el me-
joramiento de vivienda (80%); en vivienda nueva, éstas fueron el 10% del total,
porcentaje que fue igual al correspondiente a los lotes con servicio para familias
de estratos más bajos.
o Los otros, los nacidos en la ciudad, no han recibido nada de ella. Por lo tanto,
consideran que no le deben nada. Hay resentimiento e indiferencia.
Nuevas organizaciones han venido apareciendo en los últimos años, con el propó-
sito de atender diferentes grupos humanos y de dar respuesta a necesidades sentidas
de los asentamientos. Éstas, no sólo trabajan con hombres adultos, sino que tam-
bién lo hacen con mujeres, ancianos, jóvenes y niños, en programas de nutrición,
saneamiento ambiental, producción agropecuaria, generación de ingresos, ecología,
deportes, capacitación, gestión y generación de valores, entre otros. Reconocen,
además, la importancia de la participación del mayor número de miembros en las
deliberaciones y toma de decisiones. Dentro de estas organizaciones, hay que men-
cionar las de cooperación internacional como Acción contra el Hambre (francesa),
Médicos sin Fronteras (holandesa), Benposta (española), Visión Mundial (norte-
americana) y Plan Internacional (inglesa). También vale nombrar a las locales
como Revivir, María Cano, Prodesal, Asonoriente, Codepaz e instituciones como
Cruz Roja, el Sena y el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar.
La relación entre los líderes de las juntas de acción comunal y estas organizacio-
nes no gubernamentales internacionales y locales, es de mutua indiferencia. De
acuerdo con el criterio predominate, hay que buscar acercamientos con las juntas
y tratar de armar planes de trabajo conjunto, ya que éstos no existen. Los contactos
y convenios con las instituciones oficiales y privadas, los gremios y similares son
permanentes y las acciones no obedecen a planes concertados y articulados a
programas gubernamentales.
PARTICIPACIÓN DE LA MUJER
IV
LA SITUACIÓN ACTUAL
Al evaluar los logros obtenidos en el campo de los servicios públicos en Monte-
ría, resulta un balance desolador. La población es, sin duda, la principal afectada.
Estudios realizados afirman que, en sólo veinte años (entre 1975 y 1995), la ciudad
duplicó sus cifras demográficas y, por ende, el espacio físico ocupado. Sin embargo,
desde hace cuarenta años, Montería sigue tratando el agua en la vieja planta de Sierra
Chiquita, que produce 450 litros aproximadamente, los cuales sólo alcanzan a atender
el 50 % de la población actual; es decir, que la tecnología para producir agua potable
presenta un rezago de veinte años. Las autoridades municipales, con los brazos cruza-
dos, han venido observando lo sucedido; vieron crecer la ciudad e incrementar de
manera desordenada las necesidades de la población, sin actualizar los sistemas.
En los últimos cinco años, tanto las estructuras de suministro y de tratamiento de las
aguas como las instalaciones físicas, los equipos electromecánicos y las instalaciones
eléctricas, han mejorado considerablemente. No obstante, en el mismo período, se
acumuló una cartera de unos $3.500 millones, con lo cual se han menguado las
posibilidades de inversión en el manejo de la infraestructura y la calidad del servicio.
La cobertura del alcantarillado sanitario, sólo alcanza el 25% y es la peor entre las
ciudades capitales de la costa Caribe. Esta situación implica que, al finalizar el 16 Este aparte está basado en la interven-
ción del doctor Álvaro López, ex-geren-
siglo XX, alrededor del 75% de la población se encuentra sin este servicio y, por te de la liquidada Saam, S.A.
CUADRO 2
SERVICIOS PÚBLICOS DOMICILIARIOS EN MONTERÍA
La telefonía de igual forma es muy precaria con una cobertura de sólo el 17%,
cifra que tiende al crecimiento, pues Telecom, la empresa que poseía el monopo-
lio del sector, enfrenta la competencia de Escarsa, una nueva firma del sector
privado. Las dificultades de lograr la instalación de una línea telefónica que se
experimentaban hace diez años, se han ido superando.
Una de las preguntas que con mayor frecuencia se formulan los monterianos es:
«¿Por qué las inundaciones se presentan periódicamente?» La respuesta se en-
cuentra en una sucesión de hechos.
Las inundaciones del río y sus caños no deben considerarse un problema exclusi- 18 Este aparte está basado en la interven-
vamente ambiental. La cuenca baja del río Sinú se inunda, ahora más que algunos ción de Carlos Arturo Escobar.
Desde la perspectiva ambiental existe también la gran preocupación por los servi-
cios públicos domiciliarios en el perímetro urbano ocupado por los asentamientos
humanos de la ciudad de Montería. Hace mucho tiempo que el crecimiento de la
ciudad traspasó su frontera, más concretamente, el borde demarcado por la aveni-
da circunvalar.
Igualmente, en el área rural del municipio se han desconocido, por completo, los
requerimientos de servicios públicos, con lo cual ha quedado demostrada la inca-
pacidad de las autoridades en el manejo espacial de esta zona, en donde los índi-
ces de cobertura son o muy bajos o nulos. De hecho, sería necesario establecer
consideraciones sobre la proyección de los servicios públicos en los planes de
desarrollo para atender a las poblaciones rurales aledañas conurbadas a las áreas
que originalmente se habían delimitado como casco urbano. Es absolutamente
conveniente para el sostenimiento de un ambiente sano que todos los
asentamientos de las márgenes derecha e izquierda del río Sinú dispongan de una
solución con pozos sépticos para manejar sus aguas residuales, hasta cuando pue-
da disponerse de un alcantarillado.
Se deben construir tantos indicadores como cuantos sean necesarios para poder
planear el desarrollo de la ciudad que se quiere. Lastimosamente, en el caso de
Montería, casi nunca se ha trabajado sobre estas mediciones y cuando se han
empleado, no han sido las adecuadas.
VI
Un gran número de empleos proviene del sector informal o sea, que se genera en
las ventas callejeras y el trabajo doméstico.
CUADRO 3
SITUACIÓN LABORAL EN MONTERÍA:
UNA MIRADA AL MERCADO LABORAL 1992-1998
Es cierto que todas las regiones de Colombia cuentan con determinadas vocacio-
nes para desarrollar sus principales actividades económicas o sociales y que ellas
son generalmente facilitadas por la dotación de recursos naturales, por las venta-
jas competitivas y por factores de carácter cultural. Pues bien, por mucho tiempo,
se catalogó a la agricultura y a la ganadería como las principales fuentes de em-
pleo en Montería. Sin embargo, en los últimos años la situación ha sido muy
diferente. Muchos tenían la idea de que al inaugurarse el siglo XXI, Montería
estaría convertida en el principal centro de acopio de la Costa Caribe; pero no
tuvieron en cuenta los estragos provocados por la violencia rural y que han obli-
gado a la golpeada población campesina a refugiarse dentro del casco urbano y
tampoco pudieron prever el gran número de víctimas desplazadas por las inunda-
ciones, quienes han tenido que abandonar sus antiguas estancias para reubicarse
en zonas inadecuadas, donde son evidentes la desatención por parte del gobierno
nacional a las necesidades locales de inversión pública y la ausencia de ayuda
humanitaria.
VII
A partir de la vigencia de tales leyes, se ubica el primer plan que se puso a operar
en el año de 1993, mediante acuerdo municipal. Posteriormente, se han elabora-
do dos planes de desarrollo: el aprobado por el gobierno municipal para el
período 1995-1997 y luego el de 1998-2000. Ambos fueron planes de gobierno,
no planes de ordenamiento urbano.
VIII
Más allá de la zona central, entre los principales ejes de la ciudad, la trama urbana
se ha tejido en medio de un juego de intereses particulares: (i) el eje definido por
la vía a Arboletes que atraviesa la ciudad, conectándola, por un lado, con Cereté
hacia Lorica y Sincelejo y, por el otro, con Planeta Rica hacia Medellín; (ii) el eje
presentado por el río Sinú y sus riberas que direcciona la ciudad en los costados
del río; (iii) el eje conformado por la circunvalar y (iv) el eje vial que comunica a
Montería con el Urabá antioqueño.24 Tales ejes, marcaron el crecimiento de la
ciudad y su propia infraestructura con las limitaciones y los retos que implicará
reconstruir una tierra urbana ambientalmente sostenible para sus habitantes.
Las cifras señalan una desigual dotación de los servicios públicos. Así, mientras
en el centro de la ciudad se cuenta con una total cobertura, en el resto del casco
urbano el cubrimiento es de tres cuartas partes, y los suburbios, sumados a mu-
chos asentamientos subnormales, definitivamente carecen de los mismos. Se pue-
de incluso conocer con exactitud el número de suscriptores; pero, obviando los
datos estadísticos, se sabe que en general, la problemática de los servicios públi-
cos de Montería se refiere a la mala calidad y a la escasa cobertura. Es evidente el
cuantioso daño que estos servicios insuficientes provocan a la población, entre
los cuales se cuentan los problemas ambientales generados con el vertimiento de
todos los desechos sanitarios y las basuras al río Sinú.
Montería, al decir de sus arquitectos, es una ciudad que ha copiado los modelos
de otras y donde no se ha logrado concertar un modelo propio. Es una ciudad que,
en este momento, está inconclusa, presenta muchos problemas y es insegura.
Tiene un gran río y un patrimonio arquitectónico importante, pero que no han
sido manejados adecuadamente, al expandirse la ciudad. Tiene posibilidades de
contar con espacios públicos, áreas verdes y de recreación que deben ser tenidas
en cuenta para ordenar el desarrollo futuro.
IX
CONCLUSIONES25
Se llegó así a un estado en el cual la norma empezó a ser más importante que el
desarrollo. Las administraciones municipales, de planes de desarrollo, pasando
por planes ordenadores o reguladores, se relegaron a los códigos de urbanismo.
La oficina de planeación municipal se limitó a vigilar el cumplimiento de la
norma. Hasta nuestros días, la ciudad «legal» se construyó lote a lote; «se cum-
ple», pero con la pauta individual. La ciudad en grande, en su conjunto, se dejó de
planificar y se dejó de pensar.
25 Mario Giraldo García, miembro del Con- Queda, sin embargo, en el ambiente una gran pregunta: con todas las dificultades,
sejo Directivo del Observatorio del Cari-
be Colombiano. debilidades y limitantes que padece la ciudad ¿por qué la gente quiere seguir
CIUDAD INCONCLUSA
RELATOR
AEROFOTOGRAFÍA DE RIOHACHA
FUENTE: IGAC
ESCALA 1:37270
FEBRERO 17 DE 1987
PLANO DE RIOHACHA
FUENTE
INSTITUTO GEOGRÁFICO AGUSTÍN CODAZZI
1987
RIOHACHA
CONTENIDO
INTRODUCCIÓN
INTRODUCCIÓN
El descubrimiento de bancos de perlas en las costas del cabo de la Vela que tuvo
lugar hacia 1538, por parte de comerciantes de perlas de la isleta de Cubagua,
cercana a Margarita, provocó el traslado de la mayoría de los habitantes de aque-
lla con sus autoridades, sus esclavos africanos, sus indígenas, canoas y casas move-
dizas. El fundamento jurídico para su movilización consistió en una licencia real
de exploración de bancos perlíferos; pero, a partir de ella, lograron conservar en
sus nuevos asentamientos la autonomía política local, hecho que les permitió
mantenerse a salvo de los abusos de los gobernadores. Así, en los primeros años
de establecidos en las costas guajiras, en un territorio disputado por las
gobernaciones de Santa Marta y Venezuela, fundaron la ciudad de Nuestra Señora
de los Remedios del cabo de la Vela, por lo cual pidieron que se confirmasen para
aquella las ordenanzas municipales y cédulas reales que conformaban el estatuto
político de la ciudad autónoma de Nueva Cádiz de Cubagua «por ser ambas
poblaciones una misma cosa».
Riohacha no pudo contar, por tanto, desde sus inicios con una base agrícola que
permitiese su abastecimiento y, mucho menos, con un contorno indígena pacifi-
cado, requisitos éstos fundamentales para la supervivencia de los asentamientos
hispanos en América. Debido a ello, así como al predominio de la explotación
perlera sobre otras actividades económicas, la mayor parte de su avituallamiento
procedía de Venezuela, Santa Marta, Cuba, Santo Domingo y Andalucía, lugares
en donde tenían su sede las casas comerciales dedicadas al negocio de las perlas.
La organización económica de los vecinos, se daba alrededor de las llamadas
«haciendas de perlas», las cuales comprendían el conjunto de personas, animales,
edificaciones, canoas y aparejos, necesarios para la extracción y comercialización
de los bancos de perlas. La hacienda era la empresa de explotación cuya propie-
dad correspondía a un solo dueño o a una sociedad comercial, la cual, a su vez,
usualmente estaba a cargo de un mayordomo o administrador. A pesar de las
múltiples disposiciones de la Corona que buscaban controlar la evasión del quin-
to real, numerosas perlas salían hacia otras provincias, especialmente hacia el
Nuevo Reino, sin ser reportadas ante los oficiales reales. Los vecinos de Nuestra
Señora de los Remedios, también introdujeron esclavos africanos, desde 1544,
sin la correspondiente licencia oficial. El obispo de Coro, protestó ante la Corona
por la complacencia de las autoridades del Río de la Hacha frente al comercio
ilegal de esclavos.
LA CIUDAD FRONTERIZA
A principios del siglo XVII, el panorama social y económico había cambiado
considerablemente en la península de La Guajira. La producción de los ostrales
había iniciado paulatinamente su descenso, desde la segunda mitad del siglo ante-
rior. Parte de los 1.200 habitantes de la ciudad, había marchado hacia Panamá y
la Margarita, en búsqueda de nuevos bancos perleros. La esclavitud indígena en
las haciendas de perlas, había sido finalizada, hacia 1570, por expresas instruccio-
nes de la Corona y el buceo continuó realizándose con esclavos negros, hasta que
la población aborigen asumió su control mediante acciones armadas. Muchos de
los vecinos, habían diversificado sus actividades al dedicarse a la cría de ganado,
creando así nuevos espacios de contacto y de conflicto con la población nativa.
LA CIUDAD REPUBLICANA
El inicio de las luchas de los habitantes de las colonias americanas por su inde-
pendencia de España, no significó que los indígenas guajiros adoptasen actitudes
menos hostiles con respecto a los republicanos. No obstante, éstos concibieron
nuevos proyectos pobladores en la península, previendo que su triunfo podría im-
plicar la reorganización territorial de entidades políticas hispanas como el virreinato
de la Nueva Granada y la capitanía general de Venezuela. De esta manera, Bolívar
concibió en 1815 que la capital de la futura república de la Gran Colombia debería
construirse en territorio Guajiro y pensó, por tanto, en una nueva ciudad que con el
nombre de Las Casas, en honor de ese héroe de la filantropía se funde en los confi-
nes de ambos países en el soberbio puerto de Bahía Honda. Esta posición, aunque
desconocida, es más ventajosa por todos respectos; su acceso es fácil y su situación
tan fuerte que puede hacerse inexpugnable. Posee un clima puro y saludable, un
terreno tan propio para la agricultura como para la cría de ganado y una grande
abundancia de maderas de construcción. Los salvajes que la habitan serían civiliza-
dos y nuestras posesiones aumentarían con la adquisición de La Guajira.
El fin del dominio español, significó para el nuevo gobierno republicano enfren-
tar todo un legado de problemas pendientes en el territorio guajiro. El primero,
era la pacificación, empresa en la que la Corona había fracasado continuamente.
En segundo lugar, se hallaba la persistencia del contrabando, del cual no sólo se
beneficiaban los indígenas, puesto que en dicha actividad también participaban
los criollos de Riohacha. Por último, era en extremo preocupante la presencia de
los ingleses en las costas de la península, quienes proveían de armamentos a los
naturales y cuyas acciones parecían ir más allá del intercambio comercial con
éstos y podrían crear un protectorado inglés en ese territorio al apoyar la efectiva
autonomía de la cual gozaban los guajiros.
Los años comprendidos entre 1830 y 1850, se van a caracterizar por enconados
enfrentamientos entre riohacheros y guajiros. En el año de 1846, se establecieron
las poblaciones de Dibulla, Camarones, El Paso y Soldado, situadas en territorio
indígena. Como consecuencia de ello, los nativos perdieron las fértiles llanuras
del litoral en la vertiente nororiental de la Sierra Nevada, así como gran parte de
las tierras ubicadas en el curso del Medio Ranchería. Sin embargo, en 1850, fue
destruido por los guajiros el poblado de El Paso, junto con las fundaciones colo-
niales de Menores y Moreno, en un proceso de reflujo de la resistencia indígena
que se cierra en 1882, con el arrasamiento de Soldado.
LA COLOMBIANIZACIÓN DE LA CIUDAD
A principios del siglo XX, los territorios de las comunidades indígenas como la
península de La Guajira o la Sierra Nevada eran vistos como regiones exóticas,
Riohacha había optado por mantener sus nexos mercantiles y culturales con el
Caribe en la clandestinidad y las actividades comerciales, consideradas ilícitas
por el gobierno central, se desarrollaban por la vía de los puertos de la alta Gua-
jira. La ciudad era la sede de organismos administrativos que representaban al
gobierno central. La presencia de los cuerpos coercitivos nacionales como la
policía y la aduana, crearon situaciones de tensión entre la población criolla, que
vio menoscabada la autonomía «de hecho», de la cual había gozado durante
siglos. Así, en junio de 1935, la tensión social acumulada explotó en la asonada de
la población hacia el cuartel de la policía colombiana de San Antonio, suceso
conocido en la tradición oral de la ciudad como la Guerra de Pancho, en la cual
murieron cinco riohacheros y un agente de esa institución.
En los últimos veinte años, la apertura de vías de comunicación con el resto del
país, como la troncal del Caribe, permitió importantes procesos migratorios ha-
cia las principales poblaciones de la península, especialmente la procedente de
otros departamentos de la costa Atlántica, hecho que reforzó la homogeneización
cultural con el resto de la población nacional. Este proceso migratorio, ha contri-
buido significativamente a producir un cambio en la correlación demográfica de
los grupos étnicos, lo que lleva a que la población indígena actual represente tan
sólo el 35% del total de los habitantes del departamento.
II
LA CIUDAD Y LA REGIÓN
Durante varios siglos, su mejor forma de comunicación con las otras ciudades
costeras de Colombia fue por vía marítima, hasta la apertura de la carretera de la
troncal del Caribe en los años setenta, hecho que favoreció un importante flujo
migratorio desde otros departamentos de la costa Caribe hacia la ciudad y, al
mismo tiempo, facilitó la circulación, no registrada, de mercancías desde Maicao
hacia otras áreas de la costa Caribe y del interior del país.
III
NORMATIVIDAD Y PLANEACIÓN
La aproximación al estudio de la organización socio-espacial y de la estructura
física de la ciudad, parte de la identificación de los planes de desarrollo que han
sido adoptados en el municipio de Riohacha en el último cuarto del siglo XX. De
igual manera, se considera necesario describir a los actores sociales que han
influenciado la morfología de la ciudad, cuyas construcciones dan formas arqui-
tectónicas y espaciales al paisaje urbano en una estética visual concreta.
LA ESTRUCTURA FÍSICA
La ciudad se estructura a partir de un trazado vial irregular; de unidades disper-
sas, con calles y sendas que tienden a formar, en algunos sitios, una cuadrícula que
trata de definir las calles en las direcciones este-oeste y las carreras en el sentido
norte-sur. Riohacha, se caracteriza, además, por poseer cuatro jerarquías viales
entre las que se distinguen: (i) una vía arteria de tipo regional (Troncal del Cari-
be) que atraviesa el casco urbano con un flujo vehicular de gran peso; (ii) la
llamada carrera séptima, en sentido norte- sur, la cual funciona como una arteria
que comunica a Riohacha con el sur del departamento y con Valledupar, a partir
de la calle 15; (iii) las llamadas semi-arterias, como la avenida al aeropuerto o
carrera 15 y algunas calles, como la calle primera, en donde se concentra gran
parte de la actividad turística. Hacia el oriente, la ciudad tiene un colector vial
representado en la avenida circunvalar; otros colectores están representados en la
calle 7 o ancha, en la calle 13 y en la carrera 6, esta última llamada tradicional-
mente la calle del Comercio.
Los hitos geográficos y culturales de Riohacha son: (i) el delta del río Ranchería,
conocido históricamente como río Yaro, Hermo o de la Hacha, que le dio su nombre
a la ciudad; (ii) el mar Caribe que la definió durante siglos como ciudad portuaria,
contrabandista y perlera. A través de éste, se seguían las rutas hacia el resto del conti-
nente, las Antillas y Europa; (iii) la calle primera, paralela al mar; allí se desarrolla
hoy gran parte de la actividad turística y también se encuentra el muelle, el cual se ha
reducido a las actividades de abastecimiento de la Texas Petroleum Company, y a
servir de paseo recreacional. Entre los lugares de importancia histórica y ambiental,
se hallan también la laguna Salada y el valle de los Cangrejos.
EL PATRIMONIO HISTÓRICO
Hasta hoy, la expansión territorial de la ciudad ha arrasado las edificaciones que
formaron parte de su patrimonio cultural. Los cementerios, los asentamientos
indígenas y los ecosistemas que integran su entorno, no han sido considerados
como elementos estructurantes del espacio, la memoria y la identidad urbanas.
IV
EL GOBIERNO DE LA CIUDAD
Para analizar la situación del gobierno local, Yolima Carrillo10 presentó cifras de
un informe de la Contraloría, según el cual, en 1998, los gastos de funcionamiento
del municipio reflejaron una desproporción frente a los recursos propios con los
cuales éste debía sostenerse. Así, mientras los primeros alcanzaron $ 5.706 millo-
nes, los ingresos propios, sin incluir el recaudo por concepto del impuesto predial,
sólo llegaron a $ 1.145 millones. El déficit de los ingresos recaudados, menos los
gastos ejecutados se incrementó, en el año de 1998, en 2,51% sobre la base del año
anterior, agravando considerablemente el estado de las finanzas municipales. La
situación fiscal se torna aún más crítica, en 1999, pues para ese año se esperaba un
déficit de $ 20.636.286.137.11
Riohacha llega al final del siglo XX, en medio de una de las peores crisis admi-
nistrativas, a lo largo de la centuria. En la entrada del edificio de estilo republi-
cano, donde funciona el gobierno municipal, el día en que se realizó el Taller ya
10 Autora de la ponencia La ciudad y su
mencionado, se encontraba un letrero que decía: «Se vende este inmueble» y de gobierno municipal, presentada en el
sus balcones pendían muñecos que representan la imagen de la alcaldesa y de Taller ¿Cómo es Riohacha al final del
siglo XX?
los nueve concejales que apoyaban la coalición de gobierno. Luego de 454 años
11 Contraloría General del municipio de
de vida municipal, este lánguido epílogo obliga a sus ciudadanos a reflexionar Riohacha. Análisis del presupuesto del
sobre la necesidad de construir no sólo una nueva dirección política sino sobre municipio de Riohacha, año 1998.
la urgencia de cambiar los hábitos de la población en la forma de relacionarse 12 Se hace referencia al Taller: Cómo es
Riohacha al final del siglo XX? (N.d. E.).
con la cosa pública.
13 Deluque Gómez, Dolila. Estructura
económica del municipio de Riohacha,
ponencia presentada en el Taller ¿Cómo
es Riohacha al final del siglo XX? Rio-
hacha, octubre 13 y 14 de 1999.
A pesar del apoyo de los ciudadanos a los procesos de elección popular de alcal-
des y a algunos intentos de renovación política durante los últimos 13 años, se
tienen como resultado las siguientes situaciones:
La ciudad no es asumida por sus habitantes y ello se manifiesta, entre otras actitu-
des, en la cultura del no pago de los impuestos, lo cual, a su vez, genera apatía
hacia los asuntos públicos, especialmente hacia la fiscalización de los recursos.
Los gobernantes son evaluados con base en la simple realización de obras físicas,
a la vez que, casi siempre, se subvaloran los logros en materia social, económica,
ambiental y cultural.
Es evidente que Riohacha necesita involucrar a todos los actores sociales intere-
sados en el destino de la ciudad: indígenas, criollos y migrantes de otras partes de
Colombia, que producen y trabajan por Riohacha y a los habitantes de las zonas
rurales. Se requiere buscar el equilibrio entre crecimiento y desarrollo, ya que el
primero no es consustancial con el segundo. Se debe propiciar la participación
efectiva de amplios sectores de la ciudadanía y reorganizar las finanzas de la
ciudad, especialmente mediante la realización de esfuerzos en materia fiscal y la
racionalización del gasto público. Igualmente, es urgente iniciar un proceso de
educación ciudadana que permita construir ciudad y le dé a la administración la
oportunidad de rodearse de un equipo humano idóneo para realizar sus labores y
mejorar la capacidad de negociación del gobierno local con los niveles departa-
mental y nacional. Ello implica mejorar la educación superior para disponer de
dirigentes capacitados, pues existe una evidente relación entre la calidad de la
educación y la de la gestión pública.
LA ECONOMÍA DE LA CIUDAD
De otro lado y de acuerdo con lo afirmado por Dolila Deluque15 aunque el núme-
ro de cabezas se ha visto reducido, la ganadería continúa siendo una de las activi-
dades económicas más importantes del municipio. A principios de la década del
90, en Riohacha se contaban 91.325 cabezas de ganado vacuno, que representa-
ban el 24,8% del total departamental. Adicionalmente, en el territorio del muni-
cipio existían más de 150.000 cabezas de ganado caprino; esta actividad pastoril
realizada por la población indígena.
VI
Entre sus zonas naturales, se distingue la planicie central que es un área en donde
predomina el bosque tropical seco, enmarcado por los ríos Camarones y Ranche-
ría, así como por el mar Caribe y la zona del arroyo de El Soldado. La zona de vida
predominante es el bosque seco subtropical. La temperatura promedio es de 28,3
grados centígrados. Tiene un régimen de lluvias de tipo bimodal. El primer perío-
do, con mayor cantidad de ellas, entre agosto y noviembre y el segundo, con
menores precipitaciones entre abril y mayo. El promedio anual registrado de
humedad relativa es de 73%. El brillo solar alcanza altos valores, pues en el mes
de junio de 1994 hubo 294 horas de brillo solar. En esta zona predominan los
vientos alisios, los cuales modifican los altos niveles de temperatura.
17 El presente capítulo se basa en la ponen- Utilizando la matriz de Leopold como instrumento de estudio de impacto am-
cia Riohacha y el medio ambiente, pre-
sentada por Martha Ligia Castellanos biental, la investigadora Martha Castellanos ha identificado los siguientes proble-
profesora de la Universidad de La Gua- mas de tipo ambiental en la ciudad de Riohacha:
jira y en la exposición realizada sobre el
mismo tema por Víctor Pinedo Guerra,
en representación de Corpoguajra en el Afloramiento de aguas negras en las principales calles de la ciudad.
Taller ¿Cómo es Riohacha al final del
siglo XX? Deterioro del paisaje.
Algunas propuestas hacia el futuro, presentadas para dar respuesta a los pro-
blemas ambientales, son:
Comprometer a las autoridades locales y regionales, con respecto al tema
ambiental, como un componente del mejoramiento del nivel de vida.
Desarrollar actividades tendientes a actuar sobre las condiciones ambienta-
les problemáticas.
Promover valores que generen cambios de actitudes en la relación entre el ser
humano y su entorno, comenzando en las instituciones educativas.
Planificar, reglamentar y recuperar el espacio público.
VII
Francisco Justo Pérez, señala que los habitantes de Riohacha han llegado al fin
del siglo XX sin un imaginario coherente acerca de su propia ciudad. En el trans-
curso de la segunda mitad del siglo XX, las transformaciones físicas, demográfi-
cas, económicas políticas y sociales, han sido tan aceleradas que numerosos
elementos característicos de las manifestaciones culturales de la Riohacha tradi-
cional han sido enajenados, en tanto que otros, provenientes de otras regiones de
la sociedad nacional colombiana, han sido apropiados por la población criolla.
La débil presencia estatal, que caracterizó durante siglos a la ciudad, había traído
consigo el predominio de los grupos familiares extensos sobre la familia de tipo
nuclear, ya que la primera proveía los lazos de solidaridad política, económica y
social, necesarios para brindar seguridad a los miembros del grupo, sin necesidad
de recurrir a las instituciones de tipo estatal, cuya presencia menoscababa la
autonomía de la cual la población de la ciudad había gozado, de hecho, durante
siglos. Actualmente, la familia nuclear tiende a predominar sobre la familia ex-
tensa y el papel del Estado como regulador de conflictos, por medio de sus insti-
tuciones, se ha consolidado en las ultimas décadas. Por otro lado, la presencia de
otros cultos religiosos, va disputando a la Iglesia Católica su predominio de si-
glos. De hecho, ello se pone en evidencia en que la fiesta más importante de la
ciudad, junto con el antiguo carnaval, es la celebración de la virgen de los Reme-
dios, patrona de la ciudad. A estos cambios, han seguido otros de tipo tecnológico
relacionados con la cultura material, los patrones culinarios, la medicina tradi-
cional y la tradición oral, entre otros.
VIII
REFLEXIONES FINALES
Los siguientes son algunos de los aspectos que se identifican como los de mayor
relevancia para que en Riohacha, el proceso de construcción de ciudad, aún in-
concluso, avance hacia un mejoramiento de las condiciones urbanas, sociales y
económicas, en el marco del reconocimiento y del fortalecimiento de su identi-
dad y de sus valores culturales:
LA CIUDAD POSIBLE
Como factor de desarrollo, como elemento dinamizador, la ciudad desempeña
un papel particularmente activo en el proceso de desarrollo regional, puesto que
Superar la etapa de los proyectos impuestos, hecho que fue una constante a lo
largo del siglo XX.
Seleccionar a los funcionarios sobre la base de la responsabilidad y el liderazgo
en la administración de estos procesos
Aplicar tanto el proyecto ciudad educadora como los demás proyectos del
pensum escolar, dirigidos a la formación para el uso y disfrute de los espacios
urbanos, tal como se contempla en la nueva reforma urbana.
CIUDAD INSULAR
RELATOR
AEROFOTOGRAFÍA DE SAN ANDRÉS
FUENTE: IGAC
ESCALA 1:29800
MARZO 18 DE 1990
SAN ANDRÉS
CONTENIDO
INTRODUCCIÓN
BIBLIOGRAFÍA 383
INTRODUCCIÓN*
Tanto los notables como el intendente de la misma época, Jorge Tadeo Lozano,
señalaban, a su vez y como respuesta, en gran parte, al contraste que se registraba
entre la vida de las islas y el continente, «
que tenían la certeza de que las
condiciones de paz y convivencia existentes hasta ese momento iban a desapare-
cer progresivamente, si las autoridades centrales no escuchaban a los habitantes
de las islas, si no lograban gobernar y administrar con inteligencia», lo que el
mismo intendente había llamado «La Arcadia feliz y deseada» (Ibíd).
BREVE HISTORIA
EL PASADO
Sin embargo, la historia de las islas no ha sido siempre de tolerancia. Los isleños
han aprendido esta virtud a lo largo de siglos de colonización y esclavitud durante
los cuales las potencias europeas hicieron del Caribe un campo de batalla.
A pesar de haberse conocido la existencia de las islas desde 1527, sólo se pobló
Old Providence en permanencia hacia 1629, por parte tanto de colonos puritanos
que venían de Inglaterra huyendo de las guerras de religión como de cultivadores
y leñadores jamaiquinos que, con mano de obra esclava, se dedicaron a la agricul-
tura y a la ganadería. Este primer asentamiento no tuvo mucho éxito, pero hizo
evidente para la Corona inglesa la importancia de su posición estratégica, cerca
del paso de los galeones españoles que transportaban el oro y la plata.
San Andrés comienza a poblarse hacia 1677, con algunas familias de colonos.
Pero en la pugna entre España e Inglaterra se registraron varios episodios de
abandonos y desalojos hasta 1786, cuando se encuentra un asentamiento definiti-
vo conformado por colonos ingleses que no quisieron volver a Inglaterra, a pesar
de que las islas volvieron a dominio español. También se quedaron algunos holan-
deses y otros leñadores cimarrones jamaiquinos y la tierra se repartió en franjas
transversales a cada una de las 10 familias importantes. En este tiempo, se empe-
zó a formar un pequeño núcleo en el costado oriental de la isla, entre lo que hoy
es San Luis y el Barrack.
En 1953, la isla se encontraba en crisis a pesar de haber ensayado, con relativo éxito,
la producción de cítricos y cochinilla que nuevamente decae por razones sanitarias.
LA HISTORIA RECIENTE
La historia de San Andrés de los últimos 50 años es la historia del Puerto Libre.
Para algunos, es en esta época cuando se agravan los problemas. Según la Directo-
ra de Coralina, June Marie Mow, la Declaratoria del Puerto Libre en 1953, pro-
dujo una inmigración masiva alimentada por la idea de hacer fortuna rápida, lo
que no sólo generó una confrontación entre nativos (de origen anglo-africano), e
inmigrantes del continente colombiano, con modos de vida diferentes, sino que
también trajo consigo cambios culturales y ecológicos, «
así como conflictos
hacia adentro de la sociedad insular, cuyas consecuencias no pueden pasarse por
alto en la actualidad
hasta el punto que el raizal ha asimilado la lengua, la
música y las costumbres de la población inmigrante
» (Mow, 1999: 71).
Así, la ciudad actual no es sino el resultado físico y tangible del Puerto Libre, que
dejó de ser funcional económicamente y sigue constituyendo un problema am-
biental. Tal como lo señala June Marie Mow «los asentamientos humanos actua-
les
son el resultado de la implantación de un nuevo modelo de desarrollo
económico que ha producido la pérdida de competitividad de las islas, por la
disminución de atractivos ambientales para el turismo
debido a la prolifera-
ción de barrios marginales». Esta situación indica también que el problema am-
biental, que actualmente es el más importante en la isla, se explica porque las
actividades turística y comercial que atrajeron a la población inmigrante, se han
adelantado sobre un ecosistema frágil en donde los recursos naturales son esca-
sos. «La ocupación indebida del litoral para ubicar hoteles, la utilización de
arenas de las playas para su construcción, la fabricación de espolones en forma
indebida, han causado un gran deterioro paisajístico y ambiental» (Mow).
EL PANORAMA ACTUAL
A finales del siglo XX, San Andrés es, después de Colón, la principal ciudad del
Caribe occidental, con un total de 53.159 habitantes, en sólo 26,98 km2 de
extensión. Es, además, la isla más densamente poblada del Gran Caribe, con
1.976 hab/km2.
San Andrés guarda aún fuertes nexos culturales con la costa centroamericana,
desde Colón en Panamá hasta Roatán en Honduras, pues buena parte de los
primeros pobladores de las costas Caribes de Centroamérica venían del archipié-
lago, cuando estos territorios aún hacían parte de Colombia (Parsons, 1985).
Actualmente, con la nueva Ley del Mar (Unclos III), con una posición tan alejada
del continente y su situación en medio del Caribe occidental, le da derechos a
Colombia sobre una extensión de unos 350.000 km2 de mar patrimonial o de
zona económica exclusiva (ZEE), entre los 12°,10 norte y los 16°,10,10 norte,
y como límite oeste el meridiano 82°.
Situada sobre la ruta aérea y marítima del canal de Panamá y New Orleans y
Miami, aún tiene importantes relaciones con el entorno internacional centro-
americano, norteamericano y de las Antillas, pues es la plataforma insular de
Colombia en el Caribe y su fachada noreste.
II
LA CIUDAD INSULAR
Hay dos modelos que ilustran muy bien la forma como ha vivido la isla su situación
de aislamiento relativo, característica central de San Andrés como ciudad estratégica.
El de puerto libre fue el modelo que atrajo una gran cantidad de mano de obra del
continente, para la construcción de hoteles y para el trabajo en el comercio y que
conllevó un aumento de la población, que, como se ha señalado, tuvo como efec-
to, entre otros problemas, la crisis ambiental de la isla,
Como descripción de la crisis atribuida a este modelo, se puede decir que, a partir
de las crecientes demandas de los recursos de la isla, se agravaron los problemas
Pero en vez de solucionar la crisis de las islas, el modelo del «puerto libre»
pareciera haberla agravado aún más. Así se tiene que los combustibles usados por
las plantas generadoras de energía, contaminaron e incendiaron la bahía, afecta-
ron gravemente los manglares y, sobretodo, las zonas turísticas. Peor aún, nunca
pudieron generar una energía de bajo costo para poner a funcionar los grandes
proyectos de depuración ni de desalinización, con lo cual se agravó el problema
ambiental al máximo. Esta difícil situación, coincidió con el proceso de
globalización de la economía mundial de finales de los años 80, el cual afectó aún
más al archipiélago, pues el «coto cerrado» de su comercio turístico tuvo que
entrar a competir no sólo con el mercado colombiano sino también con el inter-
nacional.
LA CONDICIÓN DE ISLA
De esta manera, el modelo de «plataforma» con el que se había buscado superar
las condiciones de atraso del Archipiélago y especialmente de San Andrés, em-
pieza a competir con otro que apenas comienza a ser esbozado, cual es el de mirar
las islas como lo que efectivamente son: islas.
Este nuevo modelo propuesto viene siendo implementado por Coralina y busca,
por medio de acciones, generar un modelo de desarrollo sostenible, razón esta
última que constituye el principal motivo para la creación de la Corporación.
El modelo de «isla» no busca cerrarlas sobre sí mismas, tal como lo plantean sus
opositores, al contrario del modelo de «plataforma» que pretendía abrirlas al
mundo, aunque sólo logró abrirlas al turismo nacional. Las islas no son esos
lugares cerrados que Robinson Crusoe pensó encontrar, como se puede leer en
las primeras páginas del libro de Defoe. Sin lazos con las otras tierras, las islas son
impensables; sin intercambios entre individuos y especies jamás hubiera podido
existir ni el conocimiento ni las creaciones originales de las cuales son capaces.
Por ello, en este modelo es importante que, como fachada que son del país, las
islas del archipiélago se abran a sus similares del Caribe occidental y especial-
mente a Centroamérica, sobre la base de que San Andrés es la segunda ciudad del
Caribe occidental. A partir de allí, se podría implementar un modelo de desarro-
llo específico para las islas oceánicas colombianas basado en la experiencia cultu-
ral de los isleños como la que se mantiene aún en Providencia por ejemplo, y en la
idea del desarrollo sostenible que a pesar de todas las discusiones a las que pueda
ser sometida es tal vez la única utopía disponible actualmente.
Las sociedades insulares son más fáciles de cambiar y los cambios adquieren
dimensiones catastróficas, pues rompen fácilmente los patrones culturales pro-
pios de las islas, para adoptar nuevos valores procedentes del continente que
rápidamente entran en contradicción con los propios, dificultando la superviven-
cia de las poblaciones y obligando a la emigración. Y como se ha constatado en
otras islas, las poblaciones migran más por la inestabilidad de los procesos indu-
cidos desde el continente que por el exceso de población.
A comienzos del siglo XX, se había conformado un pequeño poblado (San Luis),
desde donde se exportaba el coco y en donde estaban situados los principales
almacenes que vendían los productos importados. Se podría decir que éste fue el
primer núcleo o centro comercial de la ciudad insular.
EL POBLAMIENTO CONCENTRADO
La red vial primaria se conforma a partir de los rellenos del área central (Black
Dog y Rock Hole), de la bahía de San Andrés y del área del nuevo muelle depar-
tamental, construidos con las arenas del dragado del canal de acceso al puerto,
que actualmente tiene una profundidad promedio de 7 metros (Carta Col 200,
Puerto de San Andrés).
Esta situación diferencia muy bien a San Andrés de las ciudades del Caribe con-
tinental, que, en su mayoría, tienen un crecimiento tentacular que abarca grandes
áreas o manchas, especialmente de barrios (algunas veces de invasión) que se
alejan cada vez más del Centro, como en el caso de Cartagena (Ortiz De Cevallos,
1993), Barranquilla (Observatorio del Caribe, 1999) Montería y Santa Marta.
Los terrenos que quedan en medio de ese crecimiento tentacular, se valorizan,
una vez los dirigentes políticos locales consiguen dotar de servicios a los barrios
más alejados.
LA DENSIDAD Y EL POBLAMIENTO
La densidad define cuatro áreas principales de poblamiento:
La más densa es la del centro (North End), situada en el extremo norte de la isla.
Es densa, a pesar de que las construcciones son relativamente bajas, pues sólo hay
edificios que, en promedio, son de 4 pisos, en la parte comercial. Existen algunos
hoteles de más de 4 pisos, construidos sobre el borde de la playa en Spratt Bay, los
cuales rompen la continuidad de la línea de mira sobre el paisaje de la bahía y el
resto lo constituyen casas de uno y dos pisos. En este sector, vive el 72,5% del total
de la población de San Andrés (Dane, 1999: 23) y se aloja el 90% de los turistas.
Esta zona concentra los servicios de alcantarillado de que dispone la isla, los cuales
tienen una cobertura de sólo el 6%; también el 23% de los usuarios que reciben agua
potable del acueducto se ubica en este sector (aunque la mayor parte de los grandes
hoteles la «purifican» a partir de pozos profundos). Aquí también se localiza la
totalidad de los servicios especializados (bancos, comercio, clínicas y hospitales).
El área de San Luis está situada en la parte oriental de la isla, sobre la platafor-
ma costera oeste y se encuentra protegida por la laguna arrecifal, en la parte baja
de la isla. Este sector fue el comienzo del asentamiento exportador de coco, en
los primeros años del siglo XIX y está clasificado por la Oficina de Planeación
Departamental como área suburbana de baja densidad. No tiene ningún servi-
cio de alcantarillado y el de agua potable domiciliaria cubre un porcentaje muy
bajo de la población, con una frecuencia en la prestación del servicio de sólo 2
a 3 días al mes.
LA CONFIGURACIÓN URBANA
Comparando el pasado de la ciudad y su situación actual, es posible analizar cada
una de las etapas de su configuración urbana.
EN EL PASADO
La de San Andrés fue una ciudad típicamente Caribe, donde el tipo tradicional
propuesto por Segre (1991), se da casi en una forma pura. Según este autor, la
ciudad tradicional Caribe se caracteriza por el vínculo estrecho con los elemen-
tos naturales, especialmente con el mar y la vegetación. También se caracteriza
por el predominante carácter portuario y de centro de almacenamiento de pro-
ductos provenientes de las plantaciones. La vivienda se distingue por ser aislada,
de baja densidad y porque se integra en un conjunto de alturas homogéneas. La
ligereza y transparencia de los materiales y las estructuras utilizados para la cons-
trucción de las edificaciones son una manifestación de la adecuación de los mis-
mos a las condiciones del clima tropical y se daban en el pasado en San Andrés
como un tipo puro.
A lo anterior, habría que agregar los detalles constructivos típicos del Caribbean
Style, especialmente en las construcciones de madera tales como las ventanas
basculantes el porche la proliferación de aberturas (puertas y ventanas) en las
paredes exteriores la galería o verandah y, en general, el diseño de conjunto que
favorece la vida puertas afuera. Todo ello, permitía mejorar la ventilación de los
espacios interiores y realizar una mejor integración orgánica intramuros-extra-
muros. De la misma forma, el manejo de la luz proveniente del exterior, la cual es
filtrada sin llegar a la eliminación total, constituye un factor fundamental en el
diseño bioclimático tropical.
El North End, empieza a tener una alta densidad habitacional, las áreas naturales
(ciénagas, áreas de inundación, arenales), rápidamente son apropiadas para usos
privados y se pierde la oportunidad de aprovechar las tierras de la nación en áreas
verdes. Se trata de un crecimiento completamente anárquico, sin control de la
gobernación, que fuera denunciado por Arenas y Gómez, (1993) y que dificulta
la dotación de servicios de infraestructura básica, pues lo que prevalece es el
interés privado sobre el público.
Sin embargo, aún se mantienen en los sectores de la Loma y San Luis algunas
viviendas que recuerdan la ciudad Caribe tradicional. Ello, a pesar del empeño de
la población, inclusive de la población nativa, de construir en materiales duros,
más resistentes al clima, pero mucho menos confortables, pues la madera que era
el material más utilizado empezó a escasear y a volverse más costosa.
LA CIUDAD FUTURA
Para hacer posible esta segunda opción, se espera desarrollar una serie de difíciles
operaciones de «cirugía social», que cambiaría la configuración actual, como por
ejemplo, facilitar el traslado de población al continente, para lo cual el gobierno
nacional asignó $3.606 millones de pesos en el presupuesto del 2000 (Conpes,
1999). Con estos «Programas Retorno» y de «Relocalización de Familias de
Inmigrantes» se espera aliviar la presión sobre los recursos y llegar a una capaci-
dad de carga aceptable. Además, se busca congelar la construcción, erradicar las
zonas tuguriales, cumplir con las normas del aeropuerto, donde se ha construido
sobre el área de seguridad de la pista, recuperar las tierras para la comunidad
nativa, etc., propuestas presentes en los diferentes modelos de Estatuto Raizal,
hasta ahora conocidos.
Entre estas dos fuerzas, la acción del Estado parece más bien encaminada a supe-
rar la difícil crisis de gobernabilidad que viven las islas. Sin embargo, es posible
esperar que su intervención contribuya a moderar los embates del capital sobre
frágiles ecosistemas, para ayudar a definir una ciudad adaptada a sus condiciones
insulares, sin negar su vocación de meta turística, dotada con servicios públicos
modernos y que cuente como mayor fortaleza de su desarrollo, la ciudad hasta
ahora abandonada y olvidada de la cultura autóctona, o sea, aquella que aún
permanece en sectores como La Loma y San Luis.
IV
LA CIUDAD CONSTRUIDA
Entre 1980 y 1981, se construye la urbanización del Bight con servicios de infra-
estructura, vías pavimentadas y alcantarillado, por el sistema alternativo (tanque
Inhoff y campo de infiltración en su etapa final) y se inicia su adjudicación a 193
familias. En 1982, tomaron auge los créditos individuales supervisados para la
construcción y el mejoramiento de la vivienda, ya que las construcciones de con-
juntos exigían altas inversiones en infraestructura y servicios públicos.
CUADRO 1
SECTORES SUBNORMALES AÑOS 1988 -1995
SEGÚN NÚMERO DE VIVIENDAS Y POBLACIÓN SAN ANDRÉS ISLAS
1988 1995
Viviendas Población Viviendas Población
Rock Hole 36 206 76 460
Bight Rincón Barrio Obrero 7 59 57 350
La Jaiba 28 209 27 200
Santa Ana 13 65 163 900
Cartagena Alegre 30 128 29 230
El Cliff 330 1813 122 1230
Tablitas 34 174 37 200
Back Road (parte baja) 12 76 * *
Buenos Aires 18 29 103 520
Batle Loli 20 100 78 400
Hoffie 212 1300 * *
Sub-total 740 4159 692 4490
Sectores 1988
Viviendas Población
Av. de las Américas (detrás de Susy) 2 22
Platanal 5 22
Arenal Estadio Basket Infantil 15 75
Av. Boyacá, detrás Almacenar 8 45
20 de Julio (Hielo Nevado) 8 40
Bight (lado Col. Sagrada Familia) 4 46
Juan XXIII (Estadio Fútbol) 8 39
Subtotal 53 289
puede ver que la movilidad de este fenómeno se debe a los cambios en la ubica-
ción de los patios arrendados (rent yard), donde se presentan los mayores proble-
mas, pues viviendas precarias son arrendadas a precios muy altos por metro
cuadrado, prácticamente sin ningún servicio y con la expresa prohibición de cons-
truir cisternas o sanitarios. Finalmente, en el listado siguiente, aparecen los secto-
res subnormales registrados en 1999, que no estaban inventariados en 1988, ni
evaluados en 1995.
CUADRO 3
SECTORES SUBNORMALES EN EL AÑO 1995
SEGÚN NÚMERO DE VIVIENDAS Y POBLACIÓN, SAN ANDRÉS ISLAS
Sectores 1995
Vivienda Población
Modelo (segunda etapa) 53 570
Rock Hook 95 170
Res Bround 111 50
School House 8 45
Subtotal 208 835
Ante esta situación, los participantes en el Taller ¿Cómo es San Andrés al final del
siglo XX?, consideran que debe disminuirse el déficit cuantitativo y cualitativo de
la viviendas en la isla, mediante un plan de acción serio y consistente para superar
la «subnormalidad», que dé la posibilidad a la población de vivir en una vivienda
digna. Para ello, será necesario contar con la participación de los diferentes
estamentos de la comunidad, tales como el Fondo de Vivienda Departamental,
Inurbe, Coralina, Occre, las corporaciones de Ahorro y Vivienda y las entidades
nacionales e internacionales, pues buena parte de los problemas ambientales de
la isla son generados por estos barrios subnormales.
MORFOLOGÍA ESPACIAL
Los cambios en la morfología espacial de la Isla de San Andrés, se explican a partir de:
o Los Corredores Viales que quedaron definidos una vez se terminaron los
rellenos con los materiales extraídos de los dragados del canal de acceso al
puerto.
o En el año 1993, el North End sólo contaba con 8.000 m2 de espacio público,
incluidas las pocas zonas verdes y los estrechos andenes existentes, espacio
que tiende a disminuir.
o En el mismo año, existían 534 tugurios, sin contar las zonas subnormales de
las Natanias, los Corales, Simpson Well, Canteras, el Cocal, Gaviotas y otros.
o La separación espacial de la cocina (por razón del uso del carbón de leña) y de
las letrinas y del baño.
LA CIUDAD VIVIDA
Sin embargo, San Andrés no es solamente eso. Hay que entenderla a partir de sus
vivencias diarias, cotidianas, es decir del feeling que sus habitantes tienen con su
entorno y que no es, precisamente, el mismo de los turistas. El ciudadano común
y corriente que vive la isla paradisíaca como un hecho cotidiano, estructura otras
impresiones y otras vivencias que, como en una especie de «feedback», reflejan el
medio físico, económico, social, cultural. Estas impresiones se devuelven al en-
torno humano, cuidándolo, embelleciéndolo y contribuyendo a su desarrollo o lo
contrario, provocando su deterioro y su decadencia.
Este sistema de interacciones es lo que hace que la ciudad sea vivible para unos e
invivible para otros. Y aunque esta «habitabilidad» no constituye un índice de
eficacia de la urbanización o de satisfacción con el tipo de ciudad que se habita, es
la forma más común que tiene el ciudadano corriente para encontrarle una res-
puesta a una pregunta trascendental: ¿Qué hago yo aquí?
¿Como ciudad vivida, al ritmo cotidiano de una isla tropical, cómo es San Andrés
al final del siglo XX?
Desde los puntos de vista ambiental, social y especialmente cultural, varias enti-
dades (Coralina, el Dane, la Secretaría de Salud, la Coordinación Cultural del
Banco de la República y la Secretaría de Educación del Departamento), todas
ellas dirigidas por mujeres, descubrieron su visión sobre la calidad de vida de la
ciudad.
LA SITUACIÓN AMBIENTAL3
Para abordar la problemática ambiental, se plantea partir del carácter insular,
debido a su condición de ser una pequeña isla de sólo 26 km2 de extensión, con
una densidad cercana a 2.000 hab/km2 Esta densidad, que en el continente no
sería problema, en las condiciones de insularidad se convierte en una situación
crítica para absorber los impactos ambientales que se producen, ya que no hay en
la isla un lugar en dónde construir rellenos sanitarios para las basuras, ni facilida-
des para adecuar un alcantarillado para las aguas negras. Tampoco hay suficientes
recursos disponibles (agua y tierras) para satisfacer la demanda de una industria
turística que se ha «hiperdesarrollado», hasta el punto de que actualmente hay
más oferta de camas de hotel, que demanda por las mismas.
Residuos sólidos. Según Coralina, entre un 20% y un 40% del total de residuos
de la isla, no es biodegradable. A ello hay que agregar, la falta de reciclaje para los
componentes reaprovechables, la inadecuada disposición de desechos hospitala-
rios, de tóxicos, de pilas, de baterías, de escombros de la construcción y de auto-
motores, que deterioran enormemente la calidad del paisaje que un área turística
debe ofrecer.
La recolección de basuras es, tal vez, el mejor servicio que se presta en la isla, con
una cobertura del 94%, según el último Censo del DANE; pero lo más trágico es
que actualmente aquellas se están descargando a cielo abierto, sin ninguna técni-
ca de manejo del relleno sanitario.
Alto impacto sobre los ecosistemas insulares. Los hábitat de las islas están sujetos
a serias transformaciones que producen una pérdida irrecuperable de la
biodiversidad. Hay corales que han desaparecido en cortos períodos de tiempo.
Los manglares, otro de los ecosistemas estratégicos del Archipiélago, se han visto
seriamente afectados por la actividad turística, pues durante varios años, algunos
hoteles los emplearon como lugar de disposición final de sus aguas residuales.
También algunos manglares fueron drenados y rellenados para la construcción de
hoteles y urbanizaciones; muchos refugios de aves acuáticas fueron destruidos;
las áreas de pesca se vieron diezmadas; las playas de recreación se perdieron por
erosión y los arrecifes coralinos se convirtieron en roca caliza para la construcción.
LA SITUACIÓN SOCIAL
Se analiza a partir de dos aspectos interrelacionados íntimamente en la isla: el de
la sobrepoblación y el del nivel de vida; pues la opinión, más o menos generaliza-
da, es que, en la medida en que aumenta la población, la calidad de vida disminu-
ye, sobre todo en períodos de crisis en los cuales el desempleo aumenta
sensiblemente.
LA DINÁMICA DEMOGRÁFICA
Los datos del último censo, realizado en mayo de 1999, muestran que San Andrés
pasó de 46.254 habitantes en 1993 a 53.159 habitantes en 1999, con un aumento
de unos 1.150 hab./año, una tasa de crecimiento anual de 2,48% y una densidad
de 1.976 hab./km2, la más alta de las islas del Caribe. Sin embargo, las olas
migratorias, que producen, según las opiniones más frecuentes, la crisis social
actual por el incremento de la fuerza de trabajo, han disminuido en los últimos
años.
Los habitantes no nativos que cuentan con derechos adquiridos para seguir en San
Andrés, representan alrededor de 20.750 personas o sea el 39% de la población,
mientras que los que se sienten inmigrantes, así hayan nacido en la isla, suman
LA CALIDAD DE VIDA
CUADRO 5
NECESIDADES BÁSICAS INSATISFECHAS, SEGÚN AÑOS (% HOGARES POBRES)
(DEPARTAMENTO DE SAN ANDRÉS, PROVIDENCIA Y SANTA CATALINA)
1985 44,2%
1993 33,3%
1997 21,0%
CUADRO 6
NECESIDADES BÁSICAS INSATISFECHAS, SEGÚN MUNICIPIO Y AÑOS
(% HOGARES EN MISERIA)
Municipio 1985 1993
San Andrés 42,1 34,0
Providencia 63,1 24,6
Total 44,2 33,3
Otros indicadores de calidad de vida (Cuadro 8), muestran una situación que es
notablemente diferente del promedio nacional. En la tenencia de la vivienda, por
ejemplo, el porcentaje de hogares que vive en arriendo aumentó notablemente
entre 1993 y 1997, lo que está indicando que el acceso a la propiedad es mucho
más difícil en las islas que en el promedio del país o que a los nuevos inmigrantes
no les interesa adquirir vivienda. El número de personas por hogar, también es
más bajo en el archipiélago.
Con relación a la seguridad social, la cobertura del sistema en San Andrés es 12%
más alta que en el promedio nacional; por el contrario, la del régimen subsidiado
CUADRO 8
INDICADORES DE CALIDAD DE VIDA,
SEGÚN CENSO SAI Y ENCUESTA DE CALIDAD DE VIDA (1993-1997)
Indicadores de calidad de vida Censo sai Encuesta calidad de vida
Sai Nacional
1993 1997 1997
Tenencia de la vivienda: % Propiedad 51,3 Sin dato 55,3
% Arrendamiento 43,1 56,5 35,9
Composición del hogar: No. de personas 3,7 3,4 4,7
Cobertura seguridad social: Sin dato 78,6 57,1
Régimen subsidiado Sin dato 23,0 34,2
Régimen contributivo Sin dato 78,6 57,1
Tasa de analfabetismo 4,66 2,6 9,55
Tasa de desempleo Sin dato 10,7 14,3
Pobres Sin dato 4,5 10,6
No pobres Sin dato 2,8 4,3
de salud es 11% más baja. También, la tasa de analfabetismo es más baja en San
Andrés y continúa descendiendo en relación con 1993. Así mismo, a pesar de la
crisis económica que vive la isla, la tasa de desempleo, comparada con el prome-
dio nacional, es más baja en el archipiélago.
Otro aspecto que tiene que ver con la calidad de vida es el tipo de gasto, o sea la
manera como las familias invierten su presupuesto, el cual, aunque se acerca
más al promedio nacional, presenta diferencias con respecto al mismo, pues en la
isla son más costosos la vivienda y los alimentos. Otros gastos, sin embargo, son
más bajos que el promedio nacional, tal como sucede con la educación, el trans-
porte y el vestuario.
Con relación al interés por adquirir tierras, en el archipiélago sólo aspira a hacer-
lo el 14% de los hogares, frente a un 50% que registra el promedio nacional. Así
mismo, el 31% de los propietarios espera vender sus tierras, frente a un 16% del
promedio nacional, datos que muestran un mayor desapego por la tierra en San
Andrés.
LA SALUD
La distribución de la población por zonas de la ciudad, muestra que cerca del 70%
de la misma está ubicado en North End y que ocupa un 15% del espacio disponible
en la isla (principalmente en los sectores del Hospital y Cocal donde la población es
básicamente inmigrante, así como el Barrio Obrero, descontando la zona del Bight
y Orange Hill, donde aunque su población es predominantemente de origen conti-
nental, también se encuentran mezclas con los nativos ). La población de los secto-
res mayoritariamente nativos, ocupa el 85% del área.
CAUSAS DE MORTALIDAD
LA MORBILIDAD
Las causas por las cuales consulta la gente en San Andrés6 están relacionadas con
el parasitismo intestinal (helmiantiasis), las enfermedades de los dientes, las afec-
ciones de la piel, la infección respiratoria aguda, las infecciones de los órganos
genitales, la hipertensión arterial, las enfermedades del aparato urinario, la des-
nutrición y el trauma.
Este criterio guía los programas de salud pública, pues la vigilancia sanitaria es
fundamental para evitar que un caso de enfermedad pueda convertirse rápida-
mente en un gran problema. Esto debido a que una isla tan pequeña es, paralela-
mente, un medio cerrado en donde una epidemia puede circular rápidamente,
debido al permanente flujo de turistas (360.000/año).
Estos movimientos continuos de población hacen que las islas turísticas se encuen-
tren expuestas a riesgos epidémicos, razón por la cual en San Andrés se ha asignado
prioridad a la vacunación como uno de los aspectos más importantes dentro de las
medidas sanitarias preventivas. En el Caribe, el sarampión y la poliomielitis están a
6 Datos de 1999, suministrados por la Se-
punto de erradicarse y, en ese marco, la isla avanza positivamente en el cumpli-
cretaría de Salud del departamento. miento de sus metas de manejo de las enfermedades inmuno-prevenibles.
LA MEMORIA URBANA
De estos sitios, sólo existía una memoria catastral que no expresaba su historia,
pues no hablaba nada del proceso de urbanización ni de quienes la ayudaron a
construir, mucho menos de los problemas que habían enfrentado para su cons-
trucción ni de la forma como los habían resuelto. La misma ubicación geográfica
de los sitios era poco definida, la nomenclatura era imprecisa y, por lo general, los
nombres de las cartas catastrales no coincidían con los de las cartas mentales de
sus habitantes.
En un primer trabajo adelantado por los alumnos del Instituto Bolivariano fue
evidente que los vecinos hablaban de un mismo lugar con distinto nombre, lo cual
dependía de que el informante fuera continental o isleño. Al mismo tiempo, se
hacía muy difícil utilizar conceptos como el de barrio, común para unos pero
desconocido para otros, por lo cual se hizo necesario utilizar nociones neutras
como la de sector, con la esperanza de que, a lo largo del estudio, apareciera una
forma de nombrarlos más precisamente para rescatar su historia.
Para tal efecto, se realizó un concurso en el que los interesados debían escribir
unas cuartillas sobre la «Historia de mi sector», mediante la recolección de testi-
monios orales, material escrito, fotos, planos, mapas y demás elementos que con-
tribuyen a escribir una historia local del sitio donde la población vive y al cual
siente pertenecer.
Existe una tercera visión que se ubica en el momento «
no del pasado inglés,
sino de aquel de los colonizadores que llegaron acá con unos nombres que hoy
por hoy se convierten en los abolengos de la comunidad isleña. No lo digo ni con
ironía ni con sátira por que yo soy Sandra Victoria Howard Taylor Archibold
Robinson etc. En cuanto a mis apellidos, tengo que decir que, a excepción del
Garnica, que igualmente fue un colonizador pero éste, venido de Santander, to-
dos los demás hacen parte de esas familias originarias de filibusteros, de piratas,
de expresidiarios, que llegaron a colonizar estas tierras».9
Otra visión es la de los católicos de comienzos de este siglo que echaron atrás la
educación que se venía implantando en inglés con unos patrones fundamental-
mente religiosos y que con subsidios del Estado comenzaron a implantar la edu-
cación en español.
En ese momento, se inicia el rompimiento del idioma, que era eje fundamental de
cohesión cultural. «Alrededor del idioma giran todos los demás elementos que
permiten a una cultura tejer sus entrañas. Alrededor de él vienen las manifestacio-
nes, los íconos del imaginario colectivo que se pueden ir elaborando. La lengua es
un factor fundamental, y con la implantación del español se rompe bruscamente
con este eje cultural. A partir de ahí, el choque es más frontal y ha sido el que más
ha deteriorado la calidad de la educación».10
De esta forma, hay diversas culturas que producen «
un intercambio que no
podemos negar, no podemos rodear a cada isleño de una burbuja y que éste sea
impermeable a todas estas señales que llegan de todas partes, de todos los medios,
porque el mundo lo tenemos aquí en San Andrés».
VI
LA CIUDAD PRODUCTIVA11
San Andrés, con la política de apertura económica nacional, dejó de ser una
plataforma a partir de la cual circulaban las mercancías hacia el continente, para
convertirse en un área marginal desde el punto de vista comercial, pues la cliente-
la que antes del proceso de apertura compraba artículos más baratos en la isla,
hoy los compra en cualquier Sanandresito del interior del país más baratos aún.
Jairo Peralta12 indicó que los sectores que han impulsado el desarrollo de San
Andrés son la construcción, el comercio y el turismo. Sin embargo, el comercio
es la actividad económica más importante, pues el turismo hasta hace pocos años
se realizó como un segundo atractivo, ligado a la compra de productos baratos
que se vendían aprovechando las ventajas del Puerto Libre.
Pero también sugieren analizar otras alternativas que permitan mejorar la situa-
ción económica. Por ejemplo, la pesca, la cual actualmente no presenta muchas
posibilidades industriales, pues no hay ni una infraestructura aceptable, ni políti-
cas específicas, ni planes de inversión por parte del gobierno; así mismo los
tratados internacionales presentan limitantes, incluso para los pescadores
artesanales. La agricultura cuenta con un espacio muy limitado en la isla y tiene
problemas adicionales, tales como la falta de agua y deficiencias de organización.
Roberto Basmagui13 afirmó que San Andrés, salvo el período del coco, no ha
contado con un producto de exportación importante. Por ello, la exportación de
servicios turísticos es una gran alternativa.
A comienzos de los años 90, según Basmagui, el gobierno nacional decide que las
islas deben ser turísticas, «
pues mucha gente repetía que el comercio de la isla
estaba muerto. Pero hoy en 1999, no somos ni una isla turística, ni nuestro comer-
cio es competitivo»14. Esto debido a que las obras de infraestructura que se debie-
ron haber construido en la zona turística, como el acueducto y el alcantarillado,
están en igual o peor estado, del que tenían al comienzo de esta época de apertura
y los planes del gobierno nacional no han logrado hacer progresar a la isla como
destino turístico.
Sin embargo, «el Turismo, lo dice el gobierno nacional, local, lo dice la gente, es el
futuro»15. Una perspectiva que se abre en este marco es la de los Parques Naturales,
la construcción de senderos, la promoción y preservación de los arrecifes, para
realizar una explotación razonable y sostenible de los recursos naturales de la isla.
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cés, (Sin publicar).
RELATORA
AEROFOTOGRAFÍA DE SANTA MARTA
FUENTE: IGAC
ESCALA 1:42000
ENERO 14 DE 1995
PLANO DE SANTA MARTA
FUENTE
INSTITUTO GEOGRÁFICO AGUSTÍN CODAZZI
1987
El Taller ¿Cómo es Santa Marta al final SANTA MARTA
del siglo XX?, fue organizado por el Ob-
servatorio del Caribe Colombiano y la
alcaldía de Santa Marta, y se realizó en el
Museo Bolivariano de Arte Contempo-
ráneo, durante los días 26 y 27 de agosto
de 1999. La relatoría fue preparada por
Adriana Mercedes Corso, quien actuó
como moderadora junto con Alberto
Abello Vives, director del Observatorio
del Caribe Colombiano. Participaron
como expositores:
CONTENIDO
INTRODUCCIÓN
ANEXOS 421
INTRODUCCIÓN
Vivir en una ciudad, vivir de ella, con ella y para ella, es un hecho que genera
ineludibles reflexiones, así como vivencias aptas para motivar y enriquecer los
espacios de disertación de cada habitante, fundamentados éstos en imaginarios,
gustos, aversiones, tiempos, rutinas, percepciones, búsquedas, interpretaciones,
relaciones, encuentros, desencuentros y compromisos. «Ad portas» de un nuevo
siglo, Santa Marta, ciudad turística, cultural e histórica de la costa Caribe colom-
biana parece ser poco valorada en su esencia por sus raizales, quienes con mirada
tímida, a veces parcial y con actitudes indecisas, no alcanzan a vislumbrar sus
bondades paisajísticas y humanas, dignas todas de resaltarse. Por el contrario,
haciendo gala de escasa sensibilidad, poco se comprometen en la difusión de sus
virtudes y valores o en los procesos que definen su destino.
El Taller ¿Cómo es Santa Marta al final del Siglo XX?,1 realizado en esta ciudad
durante los días 26 y 27 de agosto de 1999, en el marco del programa de estudios
del Observatorio del Caribe Colombiano ¿Qué ciudades estamos construyendo
en el Caribe colombiano?, aparece como un hecho de notable significado y surge
como un primer encuentro de samarios inquietos, preocupados, cada uno de ellos
por su ciudad desde su sentir y pensar, así como desde su concepción propia del
ser y del deber ser. A este evento, acudieron profesionales que sentían la necesi-
dad de expresar sus expectativas, sus preferencias y sus enfoques sobre el desarro-
llo como actores del presente y también como oidores y testigos de un pasado que
se ofrece como el acompañante hacia el logro de un futuro mejor para Santa
Marta. Sus opiniones se caracterizaron por el interés y el entusiasmo, a pesar de
que, en algunas oportunidades, sus matices, criterios y puntos de vista, pueden
aparecer como enfrentados.
Este texto surge de las reflexiones, conclusiones y comentarios del Taller antes
mencionado; se fundamenta y proyecta en los distintos aportes expuestos por un
1 El Observatorio del Caribe agradece a los grupo de profesionales samarios conocedores desde diversas temáticas, de su
ponentes que respondieron a la convo- territorio. Este trabajo también materializa una experiencia inicial de generación
catoria para analizar los principales pro-
blemas de Santa Marta, así como a los
de un espacio ideado para acercar a ese habitante comprometido en distintos
asistentes al Taller, por haber asignado en ámbitos y roles y, además, sintetiza en una estructura narrativa, la memoria de
su agenda la prioridad que la ciudad
merece. Igualmente, se agradece a Zarita
una vivencia intelectual, dirigida a la construcción de una nueva teoría sobre esta
Abello por el honor que significó realizar ciudad que, a pesar de ser la más antigua de Colombia, cuenta con una escasa
el evento en la quinta de San Pedro
historiografía que pudiera enseñar los procesos vividos en ella.
Alejandrino, al alcalde de Santa Marta,
Jaime Solano Jimeno y a la secretaria de
Planeación Distrital, Zully David Hoyos, El texto está organizado de la siguiente manera: un primer capítulo está dedicado
por su apoyo en la organización acadé-
mica del evento y por la valiosa informa-
a la descripción de los aspectos generales de Santa Marta, en cuanto a su geografía,
ción que suministró del expediente del las características ambientales, el paisaje natural y la configuración político-ad-
Plan de Ordenamiento Territorial de San-
ta Marta.
ministrativa. El segundo capítulo, comprende una breve narración de la evolución
El distrito de Santa Marta se emplaza sobre la Sierra Nevada del mismo nombre, el
macizo litoral más alto del mundo, escenario de estratégica importancia ambiental y
que ha sido declarado por la Unesco como Reserva del Hombre y de la Biosfera. La
Sierra posee una aguda variación altitudinal, con alturas que oscilan desde el nivel del
mar hasta los 5.775 metros sobre el nivel del mar, lo cual, junto con su localización
tropical, permite la existencia de los pisos térmicos cálido, templado, frío y nival, así
como la presencia de diversos ecosistemas de significativa importancia los cuales, en
su totalidad, representan casi todo el espectro de la América tropical.
II
EL POBLAMIENTO PREHISPÁNICO:
BASES DEL LEGADO ARQUEOLÓGICO TAIRONA
La ocupación del espacio de lo que hoy constituye la ciudad de Santa Marta, se
inicia en el siglo XIV, con el desplazamiento de grupos de población precolombi-
nos oriundos de la cuenca del río Ranchería, quienes debido a la sequedad de sus
tierras y al deterioro de las mismas por la actividad de tumba y quema de la selva,
migraron en busca de mejores medios de sustento al norte de la Sierra Nevada.
Allí, se vieron obligados a desarrollar sistemas de terrazas y obras de irrigación
apropiadas a las características de los suelos. Estos sistemas alcanzaron tal grado
de eficiencia que llegaron a generar grandes excedentes en algunos cultivos, entre
los cuales se destacó el maíz, así como procesos de acumulación que posibilita-
ron la configuración de federaciones de pueblos, cuyo distintivo fue una gran
división del trabajo y una importante diferenciación social. Sin embargo, esta
unión no los llevó a constituir un Estado políticamente consolidado comparable
con el de otras culturas prehispánicas de América Latina.
En 1501, con la llegada de los españoles a las costas de Santa Marta, comienza la
época de la Conquista, que se prolonga durante 100 años y que origina una serie
de hechos determinantes en la reorganización del espacio y en la relocalización
de los asentamientos indígenas. Como consecuencia tanto de la fuerte resistencia
que opuso al conquistador como del contagio de enfermedades, la población
indígena fue diezmada. Además, de los efectivos que sobrevivieron, algunos per-
manecieron sojuzgados en el área plana, mientras que otros huyeron hacia las
alturas de la Sierra para que su inaccesibilidad impidiera a los españoles llegar
hasta ellos. Estos hechos produjeron profundos cambios en la estructura de la
organización nativa, puesto que al ver alterado su patrón original de asentamiento
su población ya no pudo mantener ni los sistemas de cultivo en terrazas ni los
métodos de irrigación que tan altos excedentes habían generado durante un largo
período de tiempo.
Para ese entonces (1514), Santa Marta se emplaza en el hábitat de los Matunas
descrito por Fernández de Oviedo: en un bohío en la playa y 15 ó 20 de ellos más
adelante, no agrupados sino a manera de barrios separados y cerca al puerto, en la
playa, en arenales chinchorros y redes tendidas; y alrededor frondosos árboles
frutales y dos pequeños ríos que bajaban de la Sierra. La ciudad comienza a crecer
hacia el norte y hacia el oriente. Diego de la Peña y Juan Rodríguez, religiosos de
la orden de la Merced, construyen la primera iglesia de Nuestra Señora de la
Merced. Luego, en 1530, religiosos de la orden de los Predicadores fundan, al sur
de la plaza donde hoy está la gobernación, el convento de Santo Domingo. Más
Las relaciones de Bastidas con los naturales fueron armónicas y sólo después de
1527, con su partida y posterior muerte, se da inicio a las guerras entre conquista-
dores e indígenas. En estricto sentido, el objetivo del conquistador era prioritaria-
mente la obtención de oro y de mano de obra para explotar las minas, antes que la
misma tierra como dominio. Así, el saqueo y la obtención de la riqueza fácil,
constituyeron la constante en esta época de la ocupación, mientras que las activi-
dades productivas estaban encaminadas a garantizar algunos alimentos, ya que
casi en su totalidad éstos eran importados desde Santo Domingo o España. A
partir de 1543, llegan los piratas en busca del oro de los Taironas y de las perlas de
Riohacha. Este hecho, que condicionó el débil posicionamiento portuario de
Santa Marta frente a Cartagena durante dos siglos, implicó destrucción y ataques
bélicos, así como el incendio de la ciudad en 20 ocasiones, en hechos en los que
también participaron los indígenas.
En el siglo XVIII, con la finalización de los ataques piratas, la ciudad crece hasta
la iglesia de San Francisco construida en 1595, debido a la llegada de familias
de las provincias de Ocaña y Riohacha así como de otras regiones, inmigrantes
que generalmente formaban parte de los empleados de la Corona. Al iniciarse el
siglo XVIII, el territorio de la Sierra Nevada aparece como un sitio de poco
interés para la colonización española, ya que el centro de atención de la misma se
había desplazado hacia el interior del país, atraída por las perspectivas que le
brindaba la búsqueda de «Eldorado». Durante este período, surgen poblados en
las faldas de la Sierra Nevada, los cuales fueron fundados por contrabandistas e
indígenas opuestos a la Corona española.
El acontecimiento más importante a comienzos del siglo XIX está relacionado con
el arribo a la ciudad y la muerte, en el año de 1830, del Libertador Simón Bolívar,
en la quinta de San Pedro Alejandrino. Este hito le permitiría a Santa Marta, por
encima de las otras ciudades del país, simbolizar el inicio y el fin de la subyugación
española en Colombia. El dominio hispánico concluye en la ciudad de Bastidas el
11 de noviembre de 1820, con la llegada de los generales Padilla, Maza y Córdoba,
después de haber ganado éstos la batalla de las ciénagas, en el día anterior.
DE BOLÍVAR A LA «YUNAI»2
En la primera mitad del siglo XIX, Santa Marta atraviesa por un interesante
surgimiento empresarial, abanderado por comerciantes franceses, ingleses y nor-
teamericanos residentes en la ciudad. Son ellos quienes lideran la dinámica por-
tuaria en medio del estancamiento del comercio en el interior país, de las limitadas
posibilidades de comunicación y del uso de sistemas poco eficientes de transpor-
te, ya que sólo se empleaba el lomo de burro para el traslado de las telas finas, los
vinos y las joyas de fantasía, provenientes generalmente de Burdeos y Marsella.
Los extranjeros establecen relaciones comerciales con Madrid, así como con Jamaica
y otras islas del Caribe, y también con Barranquilla, Cartagena, Medellín y Bogotá.
Este intercambio incide en las costumbres y expresiones artísticas que reciben la
influencia cultural europea. En este siglo, surgen la Universidad de Derecho, la Es-
cuela de Medicina y, posteriormente, la Universidad del Magdalena. Así mismo,
2 Yunai: Término coloquial utilizado para
proliferan periódicos locales que se ocupan de temas de actualidad política y econó-
referirse a la United Fruit Company.
(N.d.E.) mica, como lo fue, en su momento, lo relacionado con el proyecto del ferrocarril.
Ante la pérdida de posición por parte de Santa Marta como puente marítimo, la
Sierra Nevada comienza a ser percibida como una posibilidad para el desarrollo
de actividades agroexportadoras. Con este propósito en mente, los gobiernos cen-
tral y regional promovieron campañas de colonización extrajera, mediante el
ofrecimiento de estímulos a familias europeas para que se radicaran en el macizo,
mientras se impulsa la apertura de vías y el fomento al crédito. Pero esta iniciativa
pierde fuerza con la llegada de la transnacional United Fruit Company (Yunai),
que, sin lugar a dudas, marca el desarrollo de la historia económica, social y
cultural de Santa Marta durante varias décadas, en torno a la producción y expor-
tación del banano. Así, el ferrocarril, el banano, el puerto y la administración
pública, se convierten en las principales fuentes de empleo a lo largo del siglo XX.
Otro evento económico de finales de los años cincuenta está relacionado con el
traslado de la compañía bananera a la zona del Urabá antioqueño. A su partida,
los productores locales conforman consorcios y federaciones para continuar vin-
culados al mercado mundial. Sin embargo, el negocio termina siendo controlado
por otras transnacionales que llegan a la ciudad. Con la partida de la compañía
bananera, los cultivadores de este producto deben resolver, por cuenta propia, las
limitaciones crediticias y es así como, en 1958, crean el Banco Bananero, con una
dinámica financiera ligada a su renglón así como al fomento de otras obras urba-
nísticas promovidas por el gremio de este ramo. El mencionado banco fue cerra-
do por el gobierno central, de manera definitiva, en 1967.
Hacia los años sesenta y setenta, se empiezan a tener en cuenta las potencialidades
turísticas de la ciudad. El Plan de Ordenamiento de 1965, corrobora la necesidad
de incluir dentro de los aspectos urbanísticos y estéticos al sector histórico, las
playas de la bahía y al sector de El Rodadero. A partir de entonces, se inicia, en ese
lugar, la construcción de hoteles y apartamentos de propiedad horizontal, a cargo
de inversionistas barranquilleros y del interior del país. Alrededor del propósito
de atraer el turismo hacia la ciudad, surgen las Fiestas del Mar para cautivar la
inversión extranjera. La bonanza de la marihuana cultivada en la Sierra Nevada,
se canaliza hacia la inversión hotelera y la construcción de nuevos barrios. En este
Las iniciativas de impulso al turismo ganan fuerza hacia finales de los ochenta, en
la medida en que se agudiza la crisis de la tradicional economía bananera, en la
que, sin embargo, hasta hoy se desenvuelven algunos samarios. Ello a pesar de que
la inseguridad, los cambios estructurales del mercado internacional de consumo,
los problemas de orden público y los efectos desfavorables de las políticas ma-
croeconómicas nacionales, han desestimulado el desarrollo de esta industria.
Todos estos sucesos, vistos en su conjunto, han obligado en la última década a sus
habitantes a mirar la ciudad hacia adentro, o sea, hacia el aprovechamiento de sus
ventajas naturales para el turismo. De ahí que la designación de Santa Marta como
Distrito Turístico, por parte de la Constitución Nacional, no resulta aislada de los
procesos históricos de la ciudad. Sin embargo, aun cuando en el presente se puede
hablar de la existencia de una demanda turística hacia Santa Marta, esta industria
es, hoy por hoy, una actividad con muchas posibilidades, pero que todavía requie-
re consolidarse.
III
A finales del siglo XX, Santa Marta padecía los problemas comunes a otras ciuda-
des colombianas. Ellos son la afectación de sus condiciones ambientales; la baja
valoración de su patrimonio y de las particularidades culturales propias del
samario; las limitadas condiciones de accesibilidad y funcionalidad territorial;
los niveles de calidad de vida en declive; la débil dinámica económica, con ten-
dencias hacia la informalización; la gestión poco comprometida, en medio de la
cual sobresale la falta de coordinación interinstitucional y la baja participación
ciudadana en los asuntos del desarrollo local. Todo ello, se acompañaba de un
difuso compromiso del sector privado como fuerza colectiva.
POSICIONAMIENTO REGIONAL
De acuerdo con el número de habitantes, Santa Marta está catalogada como una
ciudad intermedia. Posee una relativa importancia económica, financiera e insti-
tucional y también niveles aceptables de comunicabilidad y de bienestar social, a
los que se agrega una ligera concentración de servicios y recursos estatales. En la
actualidad, sus dos principales actividades económicas, la portuaria y la turística,
le permiten el desarrollo de relaciones tanto a nivel mundial como con los cen-
tros de producción y consumo más importantes del interior del país.
Desde el punto de vista subregional, como capital del departamento del Magdale-
na, Santa Marta no logra configurar una esfera de influencia sólida con respecto a
los municipios que conforman este ente territorial. En ello tienen mucho que ver,
por una parte, las limitaciones de infraestructura que dificultan la comunicación
y, por otra, el impacto que ejerce Barranquilla sobre los pueblos ribereños del sur.
En este sentido, las relaciones funcionales de Santa Marta se consolidan específi-
camente con el municipio de Ciénaga (con el que viene conurbándose acelerada-
mente), con la zona bananera, con Aracataca, Fundación y Pueblo Viejo. En la
actualidad, los equipamientos que articulan subregionalmente a Santa Marta son:
el hospital departamental (de tercer nivel), el aeropuerto Simón Bolívar, el puer-
to de Punta Betín, el palacio Tayrona (donde funciona la gobernación), la edifica-
ción donde delibera la Asamblea Departamental y la Universidad del Magdalena.
Aunque esta última en los últimos años, debido a las continuas crisis financiero-
administrativas, ha perdido la posición que en tiempos anteriores la destacara en
cuanto a la oferta y demanda de programas académicos que han constituido gran
soporte para la consolidación agropecuaria del departamento.
LA DIVERSIDAD CULTURAL
Partiendo del nivel del mar, en la zona plana del distrito, se encuentran el hombre
y la mujer costeros. Ellos son los integrantes de la población mayoritaria, con
características culturales propias y con una forma de ver la vida que es típica del
mestizaje pluriétnico blanco, negro e indio. Esta agrupación se encuentra marca-
Finalmente, en las partes medias y altas de la Sierra Nevada, habitan los indígenas
integrantes de las etnias Kogui y Arhuaca. Las primeras, se radican en los valles de
los ríos Palomino, Don Diego y Buritaca y las segundas, se localizan en la cuenca
media del río Guachaca. Estos grupos poblacionales minoritarios, tienen como
patrón los asentamientos dispersos y conservan las tradiciones culturales
milenarias, fundamentadas en la religión, la naturaleza y las autoridades propias.
Son dueños de su tiempo. Su acceso al conocimiento, la concepción sagrada del
territorio y la exaltación espiritual son logrados mediante la contemplación sere-
na del entorno. Su cosmovisión se refleja en su forma de vida pausada, sin afán, en
su actitud de defensa y en la permanente demanda del suelo ancestral, con la cual
afianzan su sentido de pertenencia étnica.
Por otro lado, es posible descubrir entre las avenidas del Libertador y Santa Rita
hasta la circunvalación, imponentes edificaciones de uso doméstico que datan del
siglo XIX y de comienzos del XX. Éstas son de estilo republicano, están alineadas
con la calle, tienen grandes puertas y ventanas, paredes altas para la salida del aire
caliente e interiores amplios, zaguán y patio central para procurar el frescor y
fueron construidas por prestantes familias samarias y cienagueras de la región,
durante el esplendor del negocio bananero. Entre los vestigios de estilo republi-
cano de importancia, vale la pena mencionar las edificaciones de la actual alcal-
día y del Concejo Distrital. Pero, de igual manera, Santa Marta conserva entre sus
muestras arquitectónicas, al barrio Pescaíto al norte de la ciudad, diseñado en
calles largas y amplias y casas sencillas de paredes lisas; así como al barrio
Manzanares, en el sur, cuyas casas en la amplitud de sus patios revelan el espíritu
de los trabajadores de las bananeras, quienes fueron sus constructores. Otro con-
junto de valor patrimonial, lo constituye el barrio El Prado, el cual a pesar de
haberse desarrollando sobre la base de una arquitectura foránea, puesto que fue
traída por los norteamericanos durante el auge del guineo, hoy se constituye en
uno de los símbolos que identifican a Santa Marta.
Pero todo este paisaje urbano de la ciudad histórica, se entremezcla con construc-
ciones contemporáneas pensadas y construidas más con criterios comerciales
que de comodidad doméstica. En el resto de la ciudad, el patrimonio arquitectó-
nico se confunde con urbanizaciones e invasiones, donde el valor del suelo ha
obligado a la economía de los espacios y se matiza con el surgimiento de la nueva
Por último en el área rural, la Sierra Nevada que lleva el mismo nombre de la
ciudad, se convierte en el principal referente espacial de la identidad de samarios
y samarias. Este prodigio natural es forjador de la cosmovisión indígena, del
modo de ser de la gente serrana y de la típica sublimación de la comunidad
costera. Como testigo de la monumental arquitectura y del ingenio ancestral
Tairona, Santa Marta cuenta con un patrimonio arqueológico integrado por Ciu-
dad Perdida, El Pueblito, el Valle de la Caldera y la Piedra de Donama, entre otros
vestigios precolombinos que demandan restauración y protección. Así mismo,
otro referente patrimonial cultural, lo representa el conjunto de haciendas cafete-
ras existentes en los sectores de Minca y Bonda. La mayoría de ellas fueron funda-
das en el siglo XIX y hoy son expresión viva de los procesos económicos dinámicos
de aquella época. Entre ellas, sobresalen las haciendas Onaca, Manzanares,
Jirocasaca, Cincinatti, Arimaca, La Victoria, El Recuerdo, Montecristo, San Isi-
dro y El Encanto.
A finales del siglo XX, en el área urbana de Santa Marta se identificaban los
siguientes asuntos críticos:
Los usos del suelo están caracterizados por una fuerte incidencia de invasiones de
terrenos y por las tendencias de ocupación del territorio que son propiciadas por
la construcción y la presencia tanto de las vías de comunicación como de otros
elementos estructurantes. Igualmente, la normatividad existente no prevé solu-
ciones claras frente a los déficit de vivienda de interés social, ni garantiza la
consolidación de conglomerados residenciales. Tampoco se prevé en las normas
la expansión urbana con base en el ensanchamiento de la infraestructura de servi-
cios públicos domiciliarios. Paralelamente, se presenta la imposición de estruc-
turas y equipamientos de interés regional y nacional con alta incidencia en la
definición de los usos.
Las anteriores falencias se ven reforzadas, entre otros, por problemas de gestión y
administración, relacionados con la debilidad de la planeación y la coordinación
institucional y por la falta de complementariedad entre las dinámicas urbana,
rural y de litoral y la carencia de estímulos y compensaciones en torno a la protec-
ción de los inmuebles de valor patrimonial.
Por otra parte, sin incluir a los nuevos ciudadanos inmigrantes, en 1998 el mayor
porcentaje poblacional (51,1%) lo representan los habitantes con una edad entre
15 y 44 años, seguidos de los menores de 14 años (32%) y de aquellos con edades
entre 45 y 64 años (12,2%). Por último, los mayores de 65 años representaban el
5,1% del total de población. Estos datos, permiten deducir que existe en la ciudad
una población joven, con predominio de aquellos en edad económicamente acti-
va con alto potencial de desarrollo.
INDICADORES DE POBREZA
En los últimos años, han crecido las zonas habitadas por gente pobre en Santa
Marta. Así lo evidencia el incremento de las viviendas pertenecientes a los estra-
tos I y II, las cuales pasan de representar el 32,4% del total del distrito en 1982 al
45,5% en 1995. En los comienzos del siglo XXI, podría inferirse que este último
porcentaje es todavía más elevado, debido a los fenómenos demográficos de des-
plazamiento por la violencia que condujeron a la conformación de tugurios en los
cerros del entorno urbano y en el área rural del distrito.
Algunos indicadores del DANE señalan que en 1993, el 29,9% de los hogares de
Santa Marta registraba necesidades básicas insatisfechas (NBI), mientras que el
9,9% alcanzaba niveles máximos de miseria. Ambas cifras se ubican muy por
debajo de los indicadores departamentales que, en el primer caso, ascienden al
48,8% y en el segundo, al 23,3%. Localmente, la situación resulta preocupante
para el área urbana que registra un 28,7% de hogares con NBI y un 9% en miseria.
Sin embargo, la situación más crítica se vive en el área rural, donde más de la
mitad de los hogares (55,2%) presenta NBI y una tercera parte de los mismos
(29,8%) se encuentra en condiciones de miseria.
DÉFICIT DE VIVIENDA
3 Determinación de las áreas urbanas hacia las cuales deben ser trasladados los
asentamientos.
7 Ejecución de la construcción.
9 Demolición de las áreas tuguriales para ser incorporadas como reservas am-
bientales.
Acueducto. Con una cobertura del 79% de la población en el área urbana, éste es
un servicio suministrado con frecuentes racionamientos y baja presión en las
redes. En el área rural, la cobertura y calidad dependen de la autogestión comuni-
taria. Actualmente, se encuentra en licitación el proyecto del río Guachaca, con
el cual se aspira ampliar la cobertura y mejorar las condiciones de provisión de
este servicio.
Energía eléctrica. La cobertura asciende al 93%. Este servicio se presta con ines-
tabilidad en el voltaje, cortes frecuentes y variable duración. Las irregularidades
en el servicio, obedecen a la baja capacidad de las subestaciones, las cuales res-
ponden a sistemas subdimensionados y de bajo nivel tecnológico, a líneas de
transmisión que operan al máximo de su capacidad de transporte, a deficiencias
en el mantenimiento y a la falta de un plan de expansión durante la temporada
turística. Las pérdidas ascienden al 10% por el robo de energía.
Telefonía. El 60% de los hogares del área urbana cuenta con el servicio telefóni-
co, pero la demanda por el mismo se ha incrementado en los últimos años. Como
consecuencia, la cobertura de la red es insuficiente y de baja capacidad para
responder al incremento de la solicitud del servicio y al desarrollo de los sectores
industrial y comercial. Actualmente, la telefonía funciona con baja oferta en el
área rural, insuficiencias en las líneas en el servicio público local y de larga distan-
cia, débil estructura financiera de la empresa y poca capacidad de pago por parte
de los usuarios.
Gas Natural. Cuenta con una cobertura cercana al 95%, con perspectivas de
expansión hacia el área rural, donde la leña todavía se utiliza como combustible
básico. Ésta es obtenida de la tala de bosques, generando destrucción y desequili-
brio de los ecosistemas estratégicos existentes en las cuencas hidrográficas. Tanto
las tarifas como el sistema de financiamiento que acompaña la conexión del
servicio, favorecen las posibilidades de acceso por parte de la población y la
empresa que presta el servicio se destaca por su eficiencia en el manejo adminis-
trativo y la atención al usuario.
SERVICIOS SOCIALES
Santa Marta se caracteriza por la poca accesibilidad física a los servicios sociales
básicos, debido tanto a limitaciones en la cobertura como a la baja calidad de los
mismos. Estos factores inciden negativamente en las condiciones de vida de sus
habitantes.
Para finalizar, puede decirse que en Santa Marta se vienen adelantando importan-
tes transformaciones en materias organizativa y tecnológica en el marco de la
descentralización. Sin embargo, a pesar de ello, la oferta de bienes y servicios
sociales, dista todavía de reunir los elementos sustantivos que le permitan al
gobierno distrital cubrir la demanda existente en procura del bienestar social de
los samarios.
EL EMPLEO
La ciudad de Santa Marta no ha sido ajena a la crisis económica que, desde fines
de la década de 1990, agobia a la región de la costa Atlántica y al país en general.
Algunos indicadores proporcionados por la Cámara de Comercio de la ciudad,
reportan el reciente incremento del desempleo, al pasar éste del 11,3% en 1995 a
un 15%, aproximadamente, en 1998. El registro mercantil de esta misma entidad,
atestigua la disminución, en un 44% de la oferta laboral existente en 1997, con
respecto a la de 1999, puesto que, mientras las actividades económicas formales
generaron 37.181 empleos en el primer año, sólo generaron 16.342, en el segun-
do. Con base en estas cifras, se comprende que el comercio y las actividades
agropecuarias, acompañados del sector de transporte y comunicaciones, concen-
tren la mayor oferta laboral. En efecto, en el primer caso ésta se ubica en 5.658
empleos; en el segundo, en 3.262 empleos y en el tercero en 1.765 puestos de
trabajo.
No obstante estos logros, aún se registra en las organizaciones de base una baja
capacidad de respuesta ante el riesgo de asumir la dirección de los asuntos colec-
tivos. La manera informal como, en muchas ocasiones, se asume tal liderazgo, el
clientelismo político, la poca capacidad de organización, la desconfianza en el
otro y los resentimientos causados por las respuestas negativas del gobierno a las
demandas locales, han desestimulado una mayor injerencia en los asuntos locales
por parte de las organizaciones de la comunidad. Parte de ello se debe a que los
mismos asentamientos humanos se han venido consolidando, en muy buena me-
dida, merced a un Estado paternalista. Otro factor de gran incidencia, está rela-
cionado con los grupos armados, cuya presencia en algunos sitios de la ciudad,
genera sensación de pánico, desazón e inseguridad.
LA PLANEACIÓN
A finales del siglo XX, los problemas fiscales de Santa Marta obedecían al desfase
que se presentaba entre la verdadera capacidad de recaudo presupuestal y los
gastos que demandan tanto las obras comprendidas dentro del Plan Integral de
Desarrollo como el funcionamiento de la administración. En este sentido, la
evasión de impuestos, así como la poca fuerza de los mecanismos implementados
para superarla, se convierten en los factores de mayor incidencia.
En relación con los ingresos no tributarios, entre 1995 y 1998 las transferencias
de la nación se convierten en la segunda más importante fuente de ingresos del
Distrito, con una participación que en 1998 llega al 32,6%. Seguidamente, se
destacan los recursos de capital, que constituyen 25,1% de los ingresos no tribu-
tarios en 1998, después de que entre 1996 y 1997 superaran en importancia a las
En relación con los gastos, éstos presentan una tendencia creciente, tras pasar de
$ 20.165 millones en 1995 a $ 37.680 millones en 1998, año en el que excepcio-
nalmente son superados (en $ 3.367 millones) por los ingresos totales. Entre
estos períodos fiscales, la participación de los gastos de funcionamiento asciende
de 45,5% en 1995 a 50% en 1998. En este lapso, la participación del servicio de
la deuda, dentro de los gastos totales, desciende de 18,4% a 16,5%. Debe anotar-
se, de paso, que en 1995 la deuda pública del Distrito ascendió a $ 15.724 millo-
nes; la misma aumentó un 9% en 1996, disminuyó 19% en 1997 y alcanzó los
$13.232,7 millones en 1998.
CUADRO 1
CARGA DE IMPORTACIÓN MOVILIZADA EN PUERTO BETÍN 1996-1999
(EN TONELADAS)
Tipos de carga 1996 1997 1998 1999 (*)
Contenedores 111.390 139.302 166.360 62.003
General 372.213 316.919 282.527 96.747
Granel líquido 22.686 26.010 22.571 10.142
Granel sólido 726.364 762.149 675.884 321.105
Total 1.234.649 1.244.379 1.147.343 489.996
Fuente: Sociedad Portuaria Regional de Santa Marta.
* Datos a primer semestre.
CUADRO 2
CARGA DE EXPORTACIÓN MOVILIZADA EN PUERTO BETÍN 1996-1999
(EN TONELADAS)
Tipos de carga 1996 1997 1998 1999 (*)
Contenedores 78.295 79.967 230.132 152.056
General 545.185 515.639 359.516 122.710
Granel líquido - - 7.385 16.058
Granel sólido 1.134.316 1.185.662 1.154.638 425.587
Total 1.757.796 1.781.268 1.751.672 716.411
Fuente: Sociedad Portuaria Regional de Santa Marta.
* Datos a primer semestre.
CUADRO 3
CARGA DE TRANSBORDO, TRÁNSITO INTERNACIONAL Y CABOTAJE
MOVILIZADA EN PUERTO BETÍN 1996-1999. (EN TONELADAS)
Tipos de carga 1996 1997 1998 1999 (*)
Contenedores 5.633 5.063 7.918 2.470
General 6.993 8.430 6.658 1.653
Total 12.626 13.493 14.575 4.123
Fuente: Sociedad Portuaria Regional de Santa Marta.
* Datos a primer semestre.
CUADRO 4
PRINCIPALES PRODUCTOS DE EXPORTACIÓN POR SANTA MARTA 1994-1999
(EN MILLONES DE TONELADAS)
Producto 1994 1998 Variación (%)
Carbón* 1,78 4,84 171,91
Banano 0,52 0,46 -11,54
Café 0,16 0,09 -43,75
Aceite de palma 0 0,006
Otros 0,6 0,014 -97,67
Fuente: Sociedad Portuaria Regional de San Marta - C.I. Prodeco.
* Incluye las exportaciones de C.I. Prodeco
* En porcentaje
** En número
Fuente: Superintendencia de Sociedades. Hotelería y Turismo 1995-1996, pp. 19, 28,
Ministerio de Desarrollo Económico. Estudios de Competitividad del Turismo, 1998, pp. 201, 209.
CUADRO 6
INGRESOS, GASTOS E INVERSIONES EN SANTA MARTA. 1995-1998
(EN MILLONES DE PESOS CONSTANTES DE 1997)
CRUCE DE CAMINOS
RELATOR
AEROFOTOGRAFÍA DE SINCELEJO
FUENTE: IGAC
ESCALA 1: 50700
FEBRERO 7 DE 1989
PLANO DE SINCELEJO
FUENTE
INSTITUTO GEOGRÁFICO AGUSTÍN CODAZZI
1981
SINCELEJO
CONTENIDO
La voz sincé es ya una versión hispánica, dado que los españoles solían adecuar a
su fonética las palabras indígenas. El carácter diminutivo del sufijo lejo, se deduce
de la misma forma que para la antigua encomienda indígena denominada Caciquejo
la cual se asume estaría bajo las órdenes de un cacique menor.
Lo cierto es que, Sincelejo y Valledupar son las dos únicas capitales de la costa
Caribe colombiana, cuyos nombres tienen origen raizal indígena, aunque ambas
estén mestizadas. De modo que, la palabra Valledupar está compuesta por Valle,
de origen español y de Upar, el nombre del cacique.
1 Basado en la ponencia La ciudad y su Con la llegada de la Conquista, las fundaciones se concentraron en encomiendas
historia, presentada por el historiador
Manuel Huerta en el Taller ¿Cómo es con el fin de controlar su desarrollo y fue la forma utilizada por los españoles para
Sincelejo al final del siglo XX? organizar la ganadería en toda la región costera.
Sincelejo es una microcuenca, una hoya hidrográfica compuesta por cuatro arro-
yos y además les da el nacimiento al arroyo grande de Corozal y al arroyo Canoas.
Las bondades paisajísticas que tiene Sincelejo han estado en el centro del debate
sobre el desarrollo histórico de la ciudad, desde el año mismo de su refundación
en 1776 por Don Antonio de la Torre y Miranda. Muchos piensan que Sincelejo
ha debido crecer hacia el mar, traspasando la barrera impuesta por los cerros
occidentales circundantes; otros siguen afirmando que los cerros deben ser una
zona de protección ambiental y que, de alguna manera, ha sido conveniente que el
crecimiento espontáneo los haya identificado como limitantes naturales del perí-
metro urbano.
II
DIMENSIÓN DEPARTAMENTAL
El departamento de Sucre comenzó su vida como entidad territorial autónoma a
partir del 30 de agosto de 1966, al ser segregado del departamento de Bolívar. Su
extensión es de 10.917 km2 y cuenta con un conjunto de 24 municipios y 233
corregimientos. Limita por el norte y el oriente con el departamento de Bolívar;
por el sur y el occidente, con el departamento de Córdoba y por el occidente y el
norte con el mar Caribe. El territorio departamental hace parte de una llanura y la
mayor parte de sus tierras son ligeramente onduladas. Al norte se encuentra algún
relieve montañoso perteneciente a la serranía de San Jacinto el cual a su vez es
uno de los últimos vestigios de la cordillera Occidental. Hacia el sur se halla la
región denominada «Depresión del bajo San Jorge y bajo Cauca», constituida por
Al llegar los conquistadores españoles a las actuales tierras de Sucre, las encon-
traron pobladas por numerosos grupos indígenas; los más importantes de ellos
eran los Zenúes de la familia Arawak y los Turbacos de la familia Caribe; los
primeros, ocupaban la mayor parte de la región y se hicieron famosos por haber
construido sistemas de drenaje y de control de inundaciones y riego, en cerca de
medio millón de hectáreas, en las proximidades del bajo San Jorge, con miles de
kilómetros de canales. Por más de mil años, estas obras extraordinarias permitie-
ron alimentar a más de un millón de habitantes.
Lograr, dentro del marco físico y paisajístico de la ciudad, una carretera con
vista a la ciudad.
Las vías radiales estructurantes del desarrollo de la ciudad que actúan como
canales importantes de tráfico, según las directrices del Plan de Desarrollo y
algunos análisis formulados para el Plan de Ordenamiento son:
La vía de acceso que sale de Corozal, denominada avenida Sincelejito, que pasa por
San Juan de la Pileta, continúa por el corregimiento de Las Palmas, Corozal, Sincé
y La Villa de San Benito de Tacazuán, para atravesar el morro que fue cortado en los
años sesenta con el fin de darle paso a la variante de la carretera troncal de Occiden-
te hasta unirse a la vía Sincelejito. Esta vía, que se prolonga en el sentido sureste-
noroccidente, fue rectificada en los años setenta para crear la avenida Boston, la
cual generó una cuerda que une Las Peñitas con el sector de Ciledco.
La vía Alfonso López que parte de la calle Real para constituirse en la nueva
vía a Sampués.
El camino a la hacienda La Narciza, hoy calle del mismo nombre que conecta
con la calle Majagual.
El camino de la «vieja variante a Tolú», que cruza por la vereda de Sierra Flor
y que empalma con el viejo camino a La Peñata, Tumbatoro y Caracol y que se
empalman a la altura del barrio La Vega, comunicando en el punto de la Cruz
de Mayo con las calles de Las Flores y Chacurí.
III
Las migraciones han tenido como asentamiento final la zona sur de Sincelejo y
sus alrededores en los últimos 15 años. Esta zona está conformada por 21 barrios
con características comunes, dentro de las que se destacan la ilegalidad urbanísti-
ca, la informalidad de la tenencia de la tierra y la ausencia de servicios públicos
domiciliarios, de espacio público y equipamiento comunitario, así como la falta
de fuentes de trabajo.
Los asentamientos informales cuentan con algo más de 55.000 habitantes; entre
ellos, alrededor de 8.500 son desplazados, quienes son considerados el grupo de
mayor pobreza. Éstos presentan varias características comunes: altos niveles de
desempleo con ingresos bajos, no poseen acceso a los servicios básicos de agua,
luz y alcantarillado, experimentan un mayor grado de marginación en el espacio
urbano y viven en un entorno ambiental degradado, sin acceso a la justicia, a la
información, a la salud y a la educación; se ubican en zonas de riesgo, insalubres,
sin título de propiedad, sin organización, sin acceder a la toma de decisiones y
carecen de las condiciones mínimas para llegar a un nivel de calidad de vida
aceptable.
Sincelejo es, por lo tanto, una ciudad que ha crecido añadida a retazos en sentido
contrario al mar y como ejemplo de ciudad informal. Esta ciudad es, sin duda, el
reflejo de una cultura gubernamental individualista, de visión de corto plazo y
reactiva; se produce como una expresión de las formas de apropiación del suelo
urbano y la aparición de distintos grupos económicos que interactúan en la acti-
vidad económica reflejando sus conflictos.
Gran parte de lo que sucede con los asentamientos subnormales de Sincelejo, obe-
dece a la manipulación de los grupos políticos en sus actividades proselitistas para
captar votos. Las campañas electorales son agenciadas por políticos que prometen
lotes o escrituras de las tierras sobre las cuales las familias ya habían tomado pose-
sión, aprovechándose del hecho de disponer de una población pobre.
La denominada ciudad del sur con más o menos el 45% de la población total de
Sincelejo es determinante en la elección de los gobernantes. De allí que los candi-
datos en cada coyuntura electoral aumentan el reparto de lotes sin servicios públi-
cos, sin escrituras, para dejar pendiente el proceso de legalización o mejoramiento
para futuras campañas.
IV
Sincelejo, capital del departamento de Sucre desde 1966, cuenta actualmente con
235.000 habitantes.
La ciudad necesita más control por parte de sus pobladores para que se cumplan
las normas establecidas en los planes. Mas allá de lo que se encuentra dibujado y
consignado en papeles, lo que se requiere es la materialización de las obras de lo
que la gente va a palpar como hecho urbano en detrimento de una ciudad caótica
y en beneficio de una ciudad ordenada.
Los usos comerciales que han ido apareciendo a lo largo de los ejes viales, predio
a predio, son inmuebles que, en importante proporción, fueron diseñados para
otros usos (vivienda, por ejemplo); pero han sido readecuados para la nueva
actividad con problemas de compatibilidad y complementariedad. Sólo ocasio-
nalmente los usos comerciales se desarrollan en edificaciones diseñadas para tal
fin y, en contadas excepciones, con el manejo del espacio público, el respeto por
el ciudadano y el equilibrio ambiental.
Sincelejo presenta pocos espacios públicos y los que existen se encuentran disper-
sos en lugares aislados de uso común o privado. De acuerdo con los planificado-
res urbanos, la calidad del espacio público municipal es determinada por el
tamaño, la proporción y el desarrollo de la población, en relación con sus aspec-
tos antroposocioculturales y en atención al criterio y carácter de lo público y
comunitario. Hoy en día, estas consideraciones tienden a desaparecer y el espacio
público no hace parte esencial del diseño de la ciudad.
Están constituidas por las porciones de territorios urbanos o rurales que han sido
catalogadas como restringidas o de prohibida urbanización, por sus condiciones
naturales o ambientales que, a su vez, les otorgan gran valor paisajístico o geográ-
fico cuyo cuidado corresponde a las autoridades municipales en beneficio del
bienestar comunitario.
Los cerros que constituyen una continuación de los Montes de María. Su delimi-
tación en el municipio de Sincelejo, se fundamentó en el plano de zonificación
biofísica del estudio general de suelos de Sucre de 1998, del IGAC; éstos se
encuentran altamente deforestados por la acción antrópica, en el afán de ampliar
la frontera de ganadería extensiva y, en alguna oportunidad, fueron santuarios de
incontables especies de flora y fauna nativas asociadas; de ellas ya algunas desapa-
recieron. Es, en consecuencia, importante iniciar su recuperación por la vía de la
promoción de la reforestación, no sólo en áreas públicas sino, sobre todo, en
propiedades privadas del área rural, para lo cual pueden ofrecerse incentivos
económicos a los propietarios, tal como lo dispone la ley.5
ÁREAS DE PAISAJE
Se han determinado como áreas de paisaje en el territorio de Sincelejo las corres-
pondientes a los cerros miradores de los alrededores que presentan un panorama
de exquisita e inigualable belleza con visual hacia el golfo de Morrosquillo, la
ciénaga de Momil y la ciudad; estos miradores deben ser objeto de una normativa
local especifica para su protección y mantenimiento, en la cual debe buscarse la
armonía y la convivencia entre el hombre y la naturaleza, máxime cuando el
perímetro urbano de la ciudad ya se encuentra sobre algunas de tales áreas. Éstas
se encuentran ubicadas en los cerros del occidente y del norte del casco urbano de
la ciudad, en una posición casi paralela a la carretera Sincelejo-Tolú y a los cerros
de Romero y Santa Elena en el sur.
De la subestación Boston, sale otra línea con sentido oriente, luego norte y más
adelante occidente, para unir a ésta con la subestación Sierra Flor, tratando de
evadir el casco urbano de la ciudad; de la subestación de la Sierra Flor sale otra
línea con sentido nor-occidente hasta la fábrica de Tolcemento que influencia una
6 Resolución N° 025 de julio 13 de 1995,
emanada de la CREG.
porción del territorio corregimental de Las Majaguas y La Chivera; la franja de 8
7 Ibíd. metros8 a lado y lado del eje de las líneas de 34 kv. perteneciente a Electrocosta
8 Ibíd. SA E.S.P. Así: desde la subestación eléctrica del municipio de Chinú viene una
9 Ibíd. línea en sentido sur-norte que influencia parte del territorio corregimental de
La gran mayoría de las líneas eléctricas de 13,5 kv. que se extienden dentro del
perímetro urbano, no guardan la distancia mínima, ya que generalmente tienen su
trazado sobre el anden y la zona de retiro de las construcciones. De otro lado, las
subestaciones eléctricas localizadas en el perímetro urbano de Sincelejo por su
diseño, se encuentran protegidas por un cerramiento que evita cualquier tipo de
contacto externo. Estas zonas deben estar convenientemente aisladas para evitar
una excesiva exposición a contaminación electromagnética o invisible que afecta
la estructura orgánica de todas las formas de vida y también para prevenir posi-
bles accidentes.
La franja de terreno correspondiente a 5 metros,11 2,5 metros a lado y lado del eje
del tubo del gasoducto de Ø10» de propiedad de Promigás, atraviesa el territorio
del municipio de Sincelejo de sur a norte, influencia directamente parte del terri-
torio corregimental de Sabanas del Potrero y San Nicolás, pasa muy cerca del
casco urbano de Sincelejo, paralelo a la vía a Tolú y más al norte influencia parte
del territorio de los corregimientos de Las Majaguas y La Arena; la franja de
terreno correspondiente a 5 metros,12 2,5 metros a lado y lado del eje del tubo del
gasoducto de Ø 8» de propiedad de Promigás, atraviesa el territorio del munici-
pio de Sincelejo en sentido sur-occidente nor-oriente, se desprende del ramal del
gasoducto de Ø10» en un punto cercano a la finca Rosedal, alineándose paralelo
a la troncal de occidente para llevar el gas hasta el municipio de Corozal. Estas
tuberías conducen el gas de uso domiciliario a elevadas presiones que pueden
generar en caso de ruptura conflagraciones de dimensiones mayúsculas. La franja
10 Ecopetrol, 1999.
de terreno correspondiente a 20 metros,13 10 metros a lado y lado de la línea del 11 Promigás, 1999.
eje de los arroyos que atraviesan el casco urbano de Sincelejo, por ser zonas 12 Promigás, 1999.
susceptibles a las inundaciones; especial mención merecen el barrio Uribe Uribe 13 Artículo 83, numeral d, del Cnrnr.
A las casas construidas sobre las zonas anegadizas del barrio Uribe Uribe se les
evitaría el problema de inundación, mediante un trabajo de mantenimiento
(dragado) de los cauces de los arroyos, al igual que de la limpieza del área bajo el
puente sobre el arroyo Pintao, en la vía que conduce al corregimiento de Chochó,
el cual por las características de su estructura retiene las basuras que taponan la
salida del agua, haciendo que el caudal del arroyo se represe y se afecten las
viviendas descritas; las viviendas ubicadas en el barrio Nuevo Majagual, que se
encuentran construidas entre los cauces de dos arroyos, definitivamente deben
ser reubicadas; el resto de las viviendas que se encuentran en la zona de riesgo
dentro del perímetro urbano no han tenido a la fecha problemas de inundaciones.
VI
Las características de los diferentes servicios con que cuenta el área urbana se
presentan a continuación.
ACUEDUCTO
La cobertura oficial del acueducto es del 90%, la cual se pretende ampliar al
100% con el Plan de Gestión de la Empresa en el año 2002; es decir, en el
mediano plazo. También se apunta a mantener su cobertura total, en el largo
plazo, sirviendo las áreas de nuevos desarrollos y expansión. Para lograr esta
meta, el Ministerio de Desarrollo tiene dispuesta una inversión de $ 1.800 millo-
nes que se destinarán al incremento de la producción (2 pozos más en el corto
plazo) y a la expansión de redes.
ALCANTARILLADO
La cobertura del alcantarillado es del 74% y Empas plantea ampliarla en el corto
plazo al 80% y en el mediano plazo al 90%, a la vez que se pretende llegar al
100% en el largo plazo. Los barrios subnormales y en proceso de consolidación
carentes del servicio se irán incorporando al sistema paulatinamente, hasta lograr
la cobertura total de la ciudad.
ENERGÍA ELÉCTRICA
De acuerdo con las estadísticas, la cobertura actual del servicio es del 98%. Te-
niendo en cuenta el perímetro urbano propuesto, así como las áreas de expansión
urbana y las de desarrollo integral y de desarrollo prioritario, se establece que la
empresa está en capacidad de cubrir el 100% de la demanda actual con la expan-
sión de redes y el servicio hacia Las Canarias, Los Rosales, Los Alpes y Bella
Vista. También existe esta posibilidad con la demanda futura, hacia La Narcisa,
zona sur, etc. La demanda de energía en Sincelejo, ha sido suplida con dos
subestaciones interconectadas a 110 kv: Cortijo con 20 mva y Boston con 60
MVA. Con las obras recientes del Planiep, se aumentó la capacidad instalada con
la construcción de la subestación Sierraflor (60 mva). Esta capacidad instalada de
Sincelejo de 140 mva casi triplica el requerimiento actual de la ciudad que es
aproximadamente de 10.500.000 kwh mes, lo que significa que se dispone de un
excedente suficiente. Adicionalmente, la empresa tiene la posibilidad de ampliar
y repotenciar fácilmente esta capacidad en Cortijo y Majagual, por medio de la
interconexión eléctrica. Además se tienen interconectadas a 34,5 kv. las anterio-
res subestaciones y desde las subestaciones Cortijo y Toluviejo se alimenta la
subestación Majagual de 8,5 mva. Con la capacidad de transformación existente,
se tiene cubierto el aumento de consumo de la ciudad por más de 10 años.
ASEO
El consorcio encargado del aseo presta los servicios de barrido de calles, recolec-
ción de basuras y disposición final de las mismas; también incluye el cuidado de
las zonas verdes y la prestación de servicios especiales. En el mediano plazo se ha
GAS NATURAL
La empresa Promigás vende el producto a la empresa regional Surtigás, que pres-
ta el servicio básicamente en el casco urbano de Sincelejo, mediante el suministro
a baja presión. La cobertura o disponibilidad del servicio, que en la actualidad
cuenta con la tubería instalada, es del 95% y se plantea su ampliación al 100%, en
el corto plazo, en zonas desarrolladas legalmente, de acuerdo con el crecimiento
de la ciudad y siguiendo las prioridades establecidas en el Plan de Ordenamiento
Territorial.
TELEFONÍA
La densidad telefónica16 en el área urbana es de 11,25%.
Telefonía social: Este servicio será prestado, en el mediano plazo, en todas las
cabeceras corregimentales del área rural.
VII
Por otra parte, al analizar el tema de los desplazados en Sincelejo, se hace eviden-
te que no sólo existen los que llegan del campo y se establecen en la periferia del
casco urbano, sino que también viven los desplazados por la misma ciudad, a
quienes se les violentan sus derechos fundamentales y culturales de manera exclu-
yente. Este tipo de violencia, causa un deterioro del sentido real de identidad y
pertenencia hacia la misma ciudad. No puede negarse que existe un señalamiento
entre los mismos miembros de las comunidades urbanas, con lo cual se provocan
marcadas diferencias culturales incluso entre las fiestas del norte y del sur: «Los
de allá no pueden entrar acá, pero los de acá tienen todo el derecho de entrar allá».
Gente que ha nacido y crecido en la ciudad, hoy resulta que ya no pertenece a ella,
no tiene cabida dentro de su dinámica cultural. No hay razón, entonces, para
ignorar el lugar de cada elemento coherente de la ciudad, qué tipo de aldea o de
ciudad nos merecemos, no hay razón para dejar de soñar al final del siglo XX la
ciudad que queremos y mucho menos para no elaborar el proyecto que ofrezca
bienestar a los ciudadanos que la habitan.
VIII
La agricultura, junto con la ganadería, es cada vez más una fuente económica de
importancia. Se destaca la producción de maíz, yuca, ñame y plátano. El comer-
cio al por mayor y al detal es bastante activo, conjuntamente con otros servicios,
especialmente los gubernamentales y los financieros.
La industria muy incipiente deberá ser estimulada y fomentada por las entidades
nacionales y municipales en la ciudad. Cuenta con algunas factorías de productos
alimenticios, de confecciones, calzado y procesamiento de artículos de maderas.
La actividad microempresarial ha llegado a ser, en la actualidad, la dinámica
económica más promisoria del municipio, por lo cual podría, con determinados
estímulos impositivos y crediticios, evolucionar hacia un conjunto de pequeñas y
medianas empresas con proyecciones en la generación de empleo.
Con respecto a la calidad del empleo es importante resaltar el nivel que ha adqui-
rido la informalidad, con un 58% en la estructura de la ocupación en Sincelejo.
Mientras que en los diez grandes centros urbanos, la tasa global de informalidad
era del 55,2% en 1984 y se incrementó al 57,1% en 1988. Para 1992 había des-
cendido a 54,9% y en los dos últimos años lo hizo aun más, alcanzando un 53,8%
en 1994. Esta reducción ha sido transitoria hasta 1996, ya que a partir de 1993 ha
venido en aumento, hecho que se ha acompañado de un escaso dinamismo del
empleo gubernamental, aunque también se han creado nuevos puestos de trabajo
en el sector formal, por parte del sector privado. El mayor grado de informalidad
Los actuales problemas de empleo urbano son atribuidos a las restricciones del
crédito, a las altas tasas de interés y a la apertura económica con implicaciones
negativas en el aparato productivo, el cual se considera que no es el adecuado para
enfrentar la competitividad internacional en un entorno de revaluación.
RELATOR
AEROFOTOGRAFÍA DE VALLEDUPAR
FUENTE: IGAC
ESCALA 1:37270
AGOSTO 29 DE 1998
PLANO DE VALLEDUPAR
FUENTE
INSTITUTO GEOGRÁFICO AGUSTÍN CODAZZI
1982
VALLEDUPAR
CONTENIDO
BIBLIOGRAFÍA 484
INTRODUCCIÓN*
Con los objetivos de fomentar la reflexión sobre la situación actual y los proble-
mas y retos de las ciudades costeñas y de recuperar el espacio perdido por el tema
urbano en los estudios e investigaciones regionales, el Observatorio del Caribe
Colombiano ha incluido en su programa de estudios estratégicos la línea de re-
flexión ¿Qué ciudades estamos construyendo en el Caribe colombiano?, la cual se
inicia en noviembre de 1998.
Primero se efectuó un recorrido analítico acerca del estado de los estudios sobre
la manera de entender la ciudad hoy, acerca de la participación de múltiples
ciencias y disciplinas en la interpretación del desarrollo urbano, sobre los con-
ceptos aplicados a la planeación urbana y de los problemas tanto de la misma
como de la gestión urbana. Este recorrido ha sido realizado con el apoyo de
múltiples instituciones y de un numeroso grupo de expertos nacionales y regiona-
les, quienes durante 1999 dirigieron sus esfuerzos a alcanzar el conocimiento
sobre la situación de las ciudades de la región al finalizar el siglo XX.
Este documento que ha sido llamado Valledupar, ciudad entre ciudades, es preci-
samente, la relatoría del Taller realizado en la capital del Cesar y la cual se presen-
ta dividida en cinco secciones. La primera de ellas, contiene una breve reseña
histórica desde su fundación hasta el final del siglo XX. En la segunda, se describe
la trascendencia de la satisfacción de la necesidad de agua potable en el desarrollo
social y urbano. En la tercera, se analiza al gobierno municipal, en el marco de la
descentralización política y administrativa. En una cuarta sección, se estudia el
tema de la economía y en la última de ellas se presentan algunas reflexiones
* Carlos García Aragón. Relator del Taller finales sobre la experiencia general del desarrollo urbano de Valledupar y de la
¿Cómo es Valledupar al final del siglo cual se podrán extraer lecciones que han de servir de estudio en el resto del Caribe
XX?, realizado en Valledupar el 24 y 25
de agosto de 1999. y de Colombia.
El Valle de Upar comprende las cuencas de los ríos Ranchería, Cesar y Ariguaní y
el sur de la ciénaga de Zapatoza. En su parte norte, está delimitado por la Sierra
Nevada de Santa Marta y las serranías de Perijá y de los Motilones, ampliándose
hasta las riberas del río Magdalena, territorio donde se asentaba la nación Chimila.
A su llegada en 1525, los primeros conquistadores comandados por Pedro Villa
Fuerte, lugarteniente de Rodrigo de Bastidas, encontraron en estos territorios una
organización social y política de considerable importancia, con poblados que, des-
pués de la dominación, pasaron a ser presididos por los colonizadores. Los más
importantes entre ellos fueron, sin duda, Tamalameque y Valledupar, en donde
residía Upar, el cacique máximo de los Chimilas y del cual la región deriva su
nombre. La ciudad colonial se funda, después de tres intentos, el 6 de enero de 1550.
En los inicios del siglo XVIII, además de la ganadería, se extienden por la región
los cultivos de caña de azúcar para alimentar la producción de los innumerables
trapiches instalados en la zona. Esta actividad se mantuvo hasta finales del siglo
XIX, cuando funcionaban cuatro fábricas oficiales de licor.
La vida de Valledupar fue apacible durante cuatro siglos, como consecuencia del
aislamiento geográfico de los centros urbanos, sociales y políticos de la época. El
crecimiento urbanístico en ese período fue lento, casi nulo, con un notable estan-
camiento en su desarrollo, el cual continúa incluso en las primeras décadas del
siglo XX con una población pastoril.
LA DÉCADA DE 1950
El aumento creciente de la población en la región del Cesar, la ampliación de la
frontera agrícola y el incremento de la producción agropecuaria estimulada por
la política económica de sustitución de importaciones a partir de los años 50,
también impulsaron notablemente las actividades comerciales y de servicios com-
plementarios. Ello dio lugar a que aparecieran usos y actividades que, hasta ese
entonces, eran ajenos a la vida de la región y que además fueron incorporados
plenamente a la vida económica nacional.
Hacia 1950, Valledupar era una pequeña población localizada a orillas del río
Guatapurí y próxima al río Cesar que contaba con sesenta manzanas, cien hectá-
reas y una población registrada de 9.011 personas. En ese momento, la ciudad
disponía de un excelente equipamiento urbano representado por el mercado, el
Colegio de Bachillerato Nacional Loperena, la Escuela de Artes y Oficios, el
hospital, los distritos de carreteras, los aeropuertos y la granja para el fomento
agropecuario. La población urbana representaba 34% del total de habitantes del
municipio. En esa época se construyeron nuevos barrios, los cuales conservaron
la forma compacta de la malla urbana y continuaron la trama vial existente. Los
constructores calificados introdujeron una nueva tipología de vivienda en la que
se reproducía la casa con terraza, antejardín amplio y verja, prototipo que se
encontraba en boga en la ciudad de Barranquilla en esos años.
Puesto que el valle del Cesar presentaba condiciones excepcionales para el culti-
vo del algodón en gran escala, así como del arroz, el sorgo y el ajonjolí, en pocos
años se adecuaron más de 200 mil hectáreas para estos cultivos que además de-
mandan un alto volumen de mano de obra, de equipos agrícolas y de todos los
servicios conexos. En esta época, se acelera el proceso de inmigración desde otras
regiones de la Costa y desde el interior del país, al igual que hacen tránsito por la
zona oleadas de cosecheros, muchos de los cuales se asientan en la región.
CUADRO 1
POBLACIÓN URBANA DE VALLEDUPAR 1938-1999
1938 1951 1964 1973 1985 1993 1997 1999
3.339 9.011 43.533 98.669 147.967 202.404 242.000 280.000
Fuente: Censo de población y proyecciones.
En 1964, Valledupar cuenta con 43.533 habitantes en su casco urbano, cifra que
representa el 55% de la población total del municipio. En esa época, en el
Cesar, nuevos sectores ascienden al liderazgo económico y político, dentro de
un intenso proceso de gran movilidad social, trastocándose la composición
que permanecía nucleada desde el siglo anterior y que estaba ligada a la pro-
piedad de la tierra.
Valledupar, como capital del Cesar, asume su nuevo papel. La ciudad comprende
que es fundamental adaptar su estructura física a este brusco proceso de urbaniza-
ción acelerada e inicia su camino hacia la planificación con su primer Plan Piloto
de Desarrollo Urbano. Éste fue realizado por el Instituto Geográfico Agustín
Codazzi en 1969. En él se diseña el primer plan vial de la ciudad y se conforma lo
que es la estructura vial actual, se adoptan la propuesta de zonificación urbana y
de usos del suelo así como las primeras normas para la urbanización y la cons-
trucción, las cuales fueron instrumentos básicos para definir la forma y el funcio-
namiento de la ciudad.
En 1990 debido tanto a la expedición del acto legislativo Nº1 de 1986, el cual da
inicio a la descentralización política de Colombia, con la elección popular de
alcaldes, como a la promulgación de la Ley 9 de 1987, que obliga a los municipios
a la formulación de los Planes de Desarrollo, se inicia en Valledupar una nueva
dinámica urbana. El primer alcalde elegido por voto popular, retoma la secuen-
cia de planificación de la ciudad y en 1989 se elabora el Plan de Desarrollo, el
cual se presenta en abril de ese año al Concejo municipal.
La ejecución del componente básico del plan vial, propuesto en el plan de desa-
rrollo de 1990, interconecta todos los sectores del área urbana y habilita zonas de
difícil acceso. Igualmente, se optimizan las vías existentes en ese momento y se
emprende un vigoroso programa de pavimentación de las calles de los barrios,
por medio de la autogestión comunitaria. Con ello, se involucró a las comunida-
des en la nueva construcción de la ciudad y se fortaleció, de esta manera, la
solidaridad entre las diversas comunidades urbanas.
Con la crisis del sector agropecuario de mediados de los años ochenta, la base
económica del departamento se resquebraja y se agudizan los conflictos sociales
que en otras regiones habían aflorado con anticipación.
II
Según el ingeniero William Aroca, en Valledupar tanto la historia del agua como
la de la dotación de la infraestructura para su suministro, constituyen la historia
de la ciudad.
ANTECEDENTES
El río Guatapurí hizo posible la vida, el sentimiento y el desarrollo en Valledupar.
De su curso derivaron muchas acequias que sirvieron para todos los quehaceres,
desde los domésticos, higiénicos, agrícolas y pecuarios, hasta los energéticos y
recreacionales.
EL PRIMER ACUEDUCTO
La existencia del acueducto de Valledupar data de 1942, en la época de la admi-
nistración de Pedro Castro Monsalvo, entonces gobernador del Magdalena. El
servicio consistió en un sistema rudimentario y simple, con base en el canal
municipal que tomaba el agua del río Guatapurí y no poseía ningún tipo de
tratamiento.
Además del uso doméstico, el agua de este canal se utilizó para la generación de
energía eléctrica con la planta Pelton, situada en la finca Campo Adela. Estos
servicios (acueducto y energía) entraron a ser manejados por la Empresa de Ser-
vicios Municipales creada por el Concejo municipal.
Estas obras culminaron y entraron en operación en 1978 y ello permitió que, por
primera vez, Valledupar y sus habitantes gozaran del suministro de agua de buena
calidad, apta para el consumo humano, lo cual contribuyó a la disminución de las
tasas de morbilidad. En ese año, la cobertura del acueducto era del 80% y la del
alcantarillado sanitario era de cerca del 35%.
PRIMER ALCANTARILLADO
Las primeras redes del alcantarillado sanitario, se instalaron a finales de la década
de 1940, en lo que actualmente es la carrera 9 con calle 13 B y continuaron por
toda la novena hasta la calle 17 y desde este punto hasta la carrera 4ª y por ésta
hasta la calle 18, lugar donde se construyó el primer emisario de vertimiento
directo hacia el río Guatapurí. Posteriormente, en los años 50 y 60, se construye-
ron las redes secundarias.
ALCANTARILLADO PLUVIAL
Con la puesta en marcha de esas obras se logra un cubrimiento del 30% en mate-
ria de recolección de aguas lluvias.
Con base en estos estudios, en 1993 se contrataron las obras que hicieron posible
dotar a Valledupar de una óptima infraestructura hidráulica y sanitaria, lo que
permitió, a su vez, a partir de abril de 1996 (fecha de finalización de la primera
etapa), ampliar el perímetro de servicios de la ciudad en más de 2.000 hectáreas.
EL FIN DE SIGLO
Para tal efecto será necesario trabajar intensamente al lado de otras instituciones
para inculcar en los habitantes de Valledupar la cultura del uso racional del agua,
de tal forma que Emdupar S.A. que reduzca sus riesgos, aumente sus ingresos y
tenga mejores posibilidades de atender eficaz y eficientemente la creciente de-
manda de servicios.
III
LA CIUDAD Y SU GOBIERNO
LA DESCENTRALIZACIÓN
Con la elección popular de alcaldes han llegado al gobierno municipal funciona-
rios con buen nivel de formación y con experiencia en la administración priva-
da y pública. Sin embargo, según opina la jefe de la Oficina de Planeación
Municipal, Sonia Gómez, la descentralización ha traído más cargas a los
municipios, los cuales no siempre poseen la capacidad técnica ni los recursos
para asumirlas.
LA CONTINUIDAD EN LA GESTIÓN
El municipio se ha caracterizado por una acertada continuidad en la planeación
y la gestión. Así, aunque de una administración a otra se presentan cambios en los
programas y en los estilos de gerencia, los distintos alcaldes han actuado dentro
de un marco claro de continuidad de los programas básicos. Ejemplos de esto se
encuentran en el avance en la malla vial y de servicios públicos y en la infraestruc-
tura educativa y de salud.
IV
LA ECONOMÍA Y LA CIUDAD
En este sentido, Valledupar debe liderar una estrategia que busque mejorar las
condiciones de vida y trabajo de otros municipios de la región para evitar el
desplazamiento de sus habitantes hacia ella.
Algunos de los elementos que matizaron la crisis del sector agropecuario son:
Al bajar los precios del carbón, disminuyen también las expectativas favorables
para el futuro inmediato. De hecho, la situación económica de Valledupar al
finalizar el siglo XX está llena de dificultades:
o Valledupar, como zona especial de exportación, compite por uno de los cua-
tro cupos que el Plan Nacional de Desarrollo señala para diversas regiones
del país. Por ello, según la administración, se debe incentivar la vocación
exportadora. La ciudad ofrece buenos servicios, es atractiva y se constituye en
polo de desarrollo regional y de frontera. Competirá, de acuerdo con las
actuales circunstancias de descentralización y globalización, con otras ciuda-
des hermanas en la materialización de esas aspiraciones.
o En vista de que difícilmente se encuentran socios locales para proyectos de
gran inversión es necesario buscar incentivos para atraer inversión, y éstos
requieren voluntad política para crearlos. De todos modos, en iguales cir-
cunstancias se encuentra buena parte de los municipios de Colombia.
o No se puede olvidar la historia de Valledupar, en la que la economía del
hinterland contribuye con sus excedentes al desarrollo urbano; luego, es claro
que la ciudad requiere la tan anhelada recuperación agropecuaria para conti-
nuar con la calidad de vida alcanzada hasta ahora.
o Se sugiere la promoción y desarrollo de otros proyectos como la explotación de
lapidarios (mármoles y granitos), los cuales tienen amplio mercado en Estados
Unidos. Para esto, debe aprovecharse la capacidad de las empresas carboníferas
instaladas en la región, consideradas las mejores del mundo en su género.
o Distrito de riego. Este tipo de proyectos requiere cada vez más el apoyo de los
usuarios, ya que los aportes de la nación para este caso sólo alcanzarían un
65%. En Valledupar, desde 1982, la administración Betancur propuso y
responsabilizó a Corpocesar de la dotación del distrito de riego sin embargo,
el siglo termina sin que dicha obra sea una realidad.
o Cultura. El patrimonio folclórico y cultural deberá contribuir al desarrollo
de industrias culturales y a mayores aportes de la cultura al producto interno
bruto de la ciudad.
REFLEXIONES FINALES1
En Colombia, por lo general, los gobiernos locales miran hacia atrás para cum-
plir los faltantes del pasado. Valledupar, en cambio, es una ciudad que mira hacia
1 Alberto Abello Vives. Director ejecuti- adelante y se anticipa al futuro, especialmente en el abastecimiento de los servi-
vo del Observatorio del Caribe Colom-
biano. cios públicos básicos. Más aún, la dotación de servicios, tal como ocurre con la
BIBLIOGRAFÍA