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INSTITUTO DE ESTUDIOS HUMANÍSTICOS

SEDE DE LA SABIDURÍA

Seminario Arquidiocesano de Monterrey


Instituto de Filosofía

“Un diálogo entre la posmodernidad y


las redes sociales"

Seminario de Tesis
Pbro. Lic. Vicente Díaz Aldaco.

Alumno
MARTÍNEZ TREVIÑO MARTÍN LEONARDO.
2007-2011

Benito Juárez, Nuevo León. Marzo del 2011


ÍNDICE GENERAL

INTRODUCCIÓN ........................................................................................................................... I

CAPÍTULO I. Análisis fenomenológico de la comunicación ..................................................... 04


1. Proceso de la comunicación .................................................................................... 04
1.1. Elementos del proceso de comunicación .................................................... 05
1.1.1. El lenguaje ................................................................................... 07
1.2. Relación intersubjetiva ............................................................................... 08
1.3. Relaciones sociales ..................................................................................... 09
2. Evolución de los canales de comunicación ............................................................. 11
2.1. Escritura y envío de cartas .......................................................................... 12
2.2. El telégrafo ................................................................................................. 12
2.3. El teléfono................................................................................................... 14
2.4. Internet y Web ............................................................................................ 15
3. Web 2.0 .................................................................................................................... 17
3.1. Aplicaciones ............................................................................................... 19
3.2. Redes sociales y transformación de los modelos de comunicación ........... 20

CAPÍTULO II. Intersubjetividad ................................................................................................. 23


1. El modelo de la Política en Aristóteles ................................................................... 23
2. Relación recíproca Yo-Tú en Martín Buber ............................................................ 25
2.1. La experiencia humana ............................................................................... 26
2.2. Relación Yo-Ello ........................................................................................ 27
2.3. Relación Yo-Tú .......................................................................................... 27
3. Ser y estar con los otros en Gabriel Marcel ............................................................. 29
3.1. Formas fundamentales de intersubjetividad ............................................... 30
3.1.1. La respuesta ................................................................................. 31
3.1.2. La llamada ................................................................................... 32
3.1.3. El encuentro ................................................................................. 34
3.2. Intersubjetividad encarnada ........................................................................ 35
3.2.1. La familia ..................................................................................... 35
3.2.2. La comunidad humana................................................................. 36
3.2.3. Relación intersubjetiva con Dios ................................................. 37
4. Ética del discurso ..................................................................................................... 38
4.1. Principio deontológico de universalización ................................................ 40
4.1.1. Pretensiones de validez ................................................................ 41
4.2. Posibilidades del discurso ........................................................................... 42

 
CAPÍTULO III. Principios éticos en Internet ............................................................................. 45
1. Brecha digital ........................................................................................................... 46
2. Pérdida de identidad ................................................................................................ 48
3. Desinstitucionalización ............................................................................................ 52
4. Internet: red encarnada ............................................................................................ 54
5. Modelos dialógicos y procesos comunicativos basados en el interés ..................... 56
6. Principios personalistas en relación a las redes sociales ......................................... 57
6.1. Compartir .................................................................................................... 58
6.2. Esfuerzo personal ....................................................................................... 58
6.3. Respeto ....................................................................................................... 58

CONCLUSIÓN ........................................................................................................................... LX

BIBLIOGRAFÍA GENERAL ...................................................................................................... LXII

 
 

INTRODUCCIÓN

Nuestro tiempo requiere nuevos caminos de comprensión y, en particular, nuevos


caminos de relaciones dialógicas. Formamos parte de un mundo que avanza vertiginosamente
generando nuevos y sorprendentes modos de acceder a la realidad provocando un cambio en
nuestras estructuras epistemológicas: se hacen más visuales, más interactivas, más fluidas, más
interconectadas; y se apoyan en nuevos modelos dialógicos, aspecto importante en esta tesis
cuyo tema se centra en las relaciones interpersonales, producto del diálogo de los hombres;
motivo por el cual he decidido titular este tesis como: “Un diálogo entre la posmodernidad y
las redes sociales”.

Hemos crecido bajo una enorme oleada de avances tecnológicos y científicos de forma
tan acelerada que en pocas ocasiones nos hemos detenido a reflexionar sobre las repercusiones
que estos progresos provocan en nuestra sociedad; de ahí que en los siguientes capítulos se
desentraña una reflexión fenomenológica de las relaciones interpersonales que se presentan en
plataformas electrónicas, estudiándolas bajo la directriz del personalismo dialógico-
comunitario y la filosofía aristotélico-tomista convergiendo en un valoración ética-social de
dichas relaciones.

Por tanto, más que intentar hacer una abstracción exhaustiva de todos los fenómenos que
acompañan a los avances científicos, aquí solamente se trata del análisis exclusivo de la
relaciones que se forman a partir de los nuevos medios de comunicación, por supuesto,
acompañado de las condiciones de posibilidad que viabilizan que dicho fenómeno se presente
y bajo la condición de repensar a fondo los argumentos, estructura, vías éticas de acceso y de
explicación que conlleva la tecnología en boga. Asumiendo todas estas implicaciones será
posible hacer que esta tesis responda adecuadamente a la realidad del siglo XXI al modo con
el que el hombre de este siglo se entiende a sí mismo o, mejor, se autopercibe. Porque una vez
asumidos esos complejos retos a los que nos enfrentamos podremos obtener una interesante
contrapartida que hoy resulta más interesante que nunca: superar la complejidad posmoderna
que ha fragmentado el espejo ético de los valores, donde la persona se ve reflejada en cientos
de imágenes deformadas e independientes, ninguna de las cuales responde a su verdadero yo.

  I
 

Motivados por esa razón en esta tesis aspiramos, con mayor o menor conciencia, a una
valoración ética y antropología que reconstruya una imagen unitaria gracias a la cual podamos
recuperar nuestra identidad perdida y el sentido de su existencia. Así pues, si bien la
renovación de la concepción que tenemos de las redes sociales se presenta como una empresa
llena de dificultades, tiene a su favor una fructuosa recompensa: colmar un vacío de
significado.

Esta tarea a penas comienza a dar sus primeros pasos, el mundo cambia, la tecnología
precipita este proceso, pero la realidad hace que este cambio no sea tan estrepitoso; los
fenómenos que enmarcan las redes sociales no empezaron ayer, vienen de lejos. Comenzaron
siglos atrás, si bien es cierto que hoy asistimos a una fortísima aceleración e intensificación de
estos fenómenos, la reflexión filosófica ha venido respondiendo paulatinamente a las
experiencias personales propias de cada época convulsionada. Y así, esa reflexión se ha vuelto
ahora valiosa, útil e iluminadora para fines del objetivo planteado en esta tesis.

El trabajo que a continuación se presenta se articula en tres partes. La primera comienza


con una caracterización del fenómeno, las disposiciones que lo favorecen y la evolución de los
fenómenos que han provocado la proliferación de las redes sociales. El intento de mostrar el
avance de los medios de comunicación está en orden a una construcción fenomenológica de
los elementos que han ido formando las causas necesarias para llegar a esta irrevocable
realidad. Quizá pueda parecer chocante que dedique un capítulo entero a realizar un apunte
histórico de Internet, cuya antigüedad no alcanza más allá de unas pocas décadas. Incluso,
podrían preguntarse qué sentido tiene incluir en esta obra dicha mención histórica. Sin
embargo, podemos argumentar que conocer algo del devenir de la Red puede ayudarnos a
comprender el porqué de su repercusión social.

La segunda parte se ocupa de las principales doctrinas personalistas del diálogo y de la


comunidad. Oponiéndonos al individualismo y al colectivismo, examinaremos dos autores que
ven en las relaciones interpersonales la posibilidad de establecer relaciones profundas, estables
y duraderas a través del diálogo entre los hombres. El primero de ellos es Martín Buber quien
afirmará que la persona sólo se puede reconocerse en las relaciones Yo-Tú y nunca en las Yo-

  II
 

Ello; y el encuentro entre el “Yo” y el “Tú” sólo es posible a través del pronunciamiento de las
palabras primordiales: cuando yo digo “Tú” el otro siempre entenderá “Yo” y viceversa, eso
es lo que permite la comunicación, ya que los dos entendemos lo mismo pues cuando digo “Tú”
le estoy dando el “Yo” al otro, es decir, le permito ser y ejercer su “Yo”. Después vendrá
Gabriel Marcel quien trascenderá las relaciones Yo-Tú y pondrá especial atención en las
relaciones Yo-Nosotros en donde no basta estar en la comunidad, sino se hace necesario ser
con ella de tal forma que cada uno de los miembros alcanza su plenitud al mismo tiempo que
la alcanzan los demás. Luego, pasamos al estudio de la ética del discurso de Jürgen Habermas,
donde más que obtener orientaciones de contenido, se desarrolla un procedimiento lleno de
presupuestos que deben garantizar la imparcialidad en la formación de juicios; dicho
procedimiento somete a confrontación las diversas posiciones que se pueden adoptar dentro de
la comunicación y ve en el diálogo la posibilidad de salir de la tensión que se puede generar.
Tendríamos que debatir si está justificada esa expectativa, y corresponde al lector decidir si,
entre las respuestas que encontrará en estas páginas, acepta como válido este método para
conducir sus relaciones interpersonales.

La tercera y última parte de esta tesis está dedicada a la exposición de algunos principios
éticos que deben regir el uso de Internet y de las redes sociales en todos los ámbitos en los que
se utilice esta herramienta, pero principalmente en la formación de relaciones interpersonales.
Durante todo este capítulo se remarca que las cosas son lo que son, a pesar de que en
ocasiones se les intente cambiar el nombre o el significado al dictado de la mayoría. Así, por
ejemplo, la verdad no siempre es lo que dice la mayoría, la belleza no la determinan las modas
del momento o el bien de una acción no tiene porque estar relacionado con la cantidad de
personas que la realicen. Aunque lo lleven muchos o les guste a muchos, puede ser feo.
Aunque lo hagan muchos, puede ser un aceptable éticamente. En cualquier caso, esta tesis
alcanzará su fin si se lee con el afán de reconocer los deberes y derechos mutuos de los
ciudadanos, extendiendo su campo de acción a las relaciones de los hombres en la convivencia
y teniendo como resultado el bien común en las relaciones humanas.

Cd. Benito Juárez, marzo del 2011.


Martín Leonardo Martínez Treviño.

  III
Capítulo I
“Análisis fenomenológico de la comunicación”

A gran escala, la vocación hacia el ministerio sacerdotal inicia con la llamada de Dios a
los hombres y la respuesta libre y confiada de éstos. Este proceso de comunicación (llamada-
respuesta) es el modelo que el hombre ha utilizado para relacionarse con otros, con el mundo y
con Dios. En sí mismo, el proceso de comunicación no ha variado, sin embargo, las nuevas
tecnologías han insertado en la sociedad diferentes modelos de comunicación que trascienden
el espacio físico y temporal. El presente capítulo constituye una reflexión amplia y
cuestionante acerca de los fenómenos que se presentan ante las nuevas tecnologías en el
ámbito relacional que de alguna manera se proyectan sobre el mundo; reflexión que se hace
como un servicio a la sociedad y como una invitación a revalorar la importancia del diálogo
para las relaciones profundas.

1. Proceso de Comunicación
En el ámbito de la vida se encuentran minerales, vegetales, animales y otros hombres,
realidades irreductibles entre sí y, por tanto, auténticas. La actitud del individuo hacia cada
una de ellas es diferente; la acción que se ejecuta hacia la piedra o el vegetal deja indiferente al
hombre. No se percibe su presencia y mucho menos se corresponde con una acción análoga a
la de él. Es una relación unilateral; es decir, la piedra es para el hombre sólo una piedra, pero
él no existe para ésta; hacia el animal, la situación es distinta, él existe para mí y yo existo para
él; se da una coexistencia entre los dos, pero ni siquiera aquí se llega al fenómeno social, como
lo es la comunicación. La comunicación, en sentido estricto, es propia del hombre. Frente a
otra persona, surge la novedad de encontrarse delante de alguien que tiene una opinión sobre
mí, que me conoce como ser racional y relacional. Su respuesta no es parcial ni limitada como
la de los animales; el otro sujeto es capaz de responder de la misma manera que yo a él. Como
afirma Ortega y Gasset: “lo social nos aparece adscrito sólo a los hombres”1; y como lo afirma
más tajantemente Simmel “el individuo está atado y ata a otro”2.

                                                                                                               
1
ORTEGA Y GASSET, J. El hombre y la gente, Obras Completas, Alianza, Madrid 1983, vol. VIII, p.74.
2
BREIGER, R. Control Social y redes sociales: un modelo a partir de Georg Simmel, Política y Sociedad, Revista
Política y Sociedad, # 33, Madrid 2000, p. 62.

  4
Sin embargo, esta sociabilidad no se da en el bullicio de la calle, en la muchedumbre, a
partir de la nada; es necesaria la comunicación y ésta es posible en el diario compartir; en la
vida nada escapa a la pertenencia social dado que la práctica humana y sus resultados es un
recurso para la construcción de vínculos interpersonales3. En pocas palabras, ciertos marcos,
lugares y medios son relativamente favorables a la construcción de vínculos interpersonales,
mientras que otros los hacen difícil. Hemos de reconocer que el proceso de comunicación
definido como un “intercambio de información, conocimientos, sentimientos, y opiniones
entre los seres humanos”4, es fundamental para el desarrollo de la vida en sociedad y se realiza
de tal manera que exige el empleo de distintos sistemas o lenguajes, y al mismo tiempo la
intervención de ciertos elementos, los cuales por su importancia en el tema, abordaremos en el
siguiente apartado.

1.1. Elementos del proceso de comunicación


Michael Grossetii afirma que al comunicarnos, tratamos de alcanzar objetivos
relacionados con nuestra intención básica de influir en nuestro medio ambiente y en nosotros
mismos5; sin embargo, la comunicación puede ser invariablemente reducida al cumplimiento
de un conjunto de conductas, a la transmisión o recepción de mensajes; aún así podemos
afirmar que el proceso de la misma es bidireccional y no unilateral, es decir, hay dos partes
que están involucradas, un emisor y un receptor, un yo y un tú. Pero para que este proceso sea
posible y se dé de forma óptima, es necesario considerar la presencia de otros elementos:
mensaje, código, medio o canal físico y referente.

Un emisor inicia el proceso de comunicación construyendo un mensaje y enviándolo a


un receptor, éste a su vez analiza la información y reconstruye el mensaje a la luz de sus
propios antecedentes y experiencias, los cuales le servirán para sintetizar los datos recibidos.
El receptor analiza y reconstruye los significados del mensaje, sintetiza y construye
significados y se convierte en un emisor al responderlo. El mensaje representa el testimonio
                                                                                                               
3
Cfr. GROSSETTI, M. ¿Qué es una relación social? Un conjunto de mediaciones diádicas, Revista Redes Vol. 6,
# 2, junio 2009, p. 51.
4
LOZARES, C. Valores, campos y capitales sociales, Revista Redes Vol. 4, # 2, junio 2003, p. 13.
5
Cfr. GROSSETTI, M. ¿Qué es una relación social? Un conjunto de mediaciones diádicas, Revista Redes Vol. 6,
# 2, junio 2009, p. 47.

  5
que el difusor desea transmitir al receptor, pues contiene los símbolos verbales (orales y
escritos) y claves no verbales que representan la detalles que el emisor desea trasmitir al
receptor. El mensaje emitido y el recibido no necesariamente son los mismos, ya que la
codificación y decodificación del mismo pueden variar debido a los antecedentes y puntos de
vista tanto del emisor como del receptor. Jürgen Habermas pone especial atención en este
aspecto, pues considera que quien habla pretende, antes que nada, que lo que dice tiene sentido,
de suerte que su interlocutor puede entenderlo 6 . Si uno de los interlocutores se siente
incapacitado de entender o dar respuesta al emisor, en ese momento la comunicación se vuelve
un monólogo y la figura dialogal “llamada-respuesta” se torna sólo llamada.

Codificar el mensaje consiste en traducir la idea en palabras, gráficas u otros símbolos


adecuados para darlo a conocer. El emisor escoge el código a fin de organizar las palabras y
los símbolos en una forma que facilite el tipo de transmisión. Existen diferentes tipos de
códigos, como lo es el idioma español, el lenguaje de los sordomudos, la clave Morse, las
letras, etc. También existen los códigos de grupos especiales, como el del sistema policíaco,
los pilotos, etc., que tienen una manera especial de transmitir sus mensajes. Existe un sin fin
de códigos en la comunicación: símbolos visuales, gestos, señales con las manos, lenguaje,
escritura, etc., sin embargo, el que normalmente usamos es el verbal, el lenguaje.

Hasta ahora hemos definido los elementos del proceso de la comunicación desde el
presupuesto de la participación singular del hombre en este proceso. Conocer la función que
juegan estos elementos ha de ser considerada de gran importancia para nuestra tesis, pues
frente a los paradigmas del pasado más uniformes y homogéneos, hoy habitamos en
sociedades en las que los modelos de comportamiento y, sobre todo, los valores dialógicos
varían significativamente de una persona a otra. En estas condiciones, se hace necesario
remarcar el sentido universal que tiene la comunicación y lo haremos deteniéndonos en la
función que el lenguaje ejerce como distintivo específico del hombre.

                                                                                                               
6
Cf. HABERMAS, J. Conciencia moral y acción comunicativa, Trotta, Madrid 2008, p. 37.

  6
1.1.1. El lenguaje
El lenguaje no es sólo un característica o una capacidad específica del hombre, sino
propiamente “lo que lo constituye como humano. El hombre es constituido, creado por el
lenguaje”7. Ciertamente esta proposición puede invertirse y se puede afirmar que es el hombre
el que crea el lenguaje; crea símbolos y crea el lenguaje con su infinitud de formas y
contenidos. El lenguaje es lo que nos abre al mundo, nos lo presenta tanto en su aspecto real y
físico como en su sentido; constituye el mundo que percibimos, vivimos, tratamos e
intentamos dominar tal como lo afirma Aristóteles:

“[…] lo que hay en el sonido son símbolos de las afecciones que hay en el alma, y la escritura
es símbolo de lo que hay en el sonido. Y, así como las letras no son las mismas para todos,
tampoco los sonidos son los mismos. Ahora bien, aquello de lo que esas cosas son signos
primordialmente, las afecciones del alma, son las mismas para todos, y aquello de lo que
éstas son semejanzas, las cosas, también son las mismas”8.

Aristóteles distingue al hombre como un animal simbólico o simbolizante, creador de


símbolos y de lenguajes, el cual le permite abrir un horizonte nuevo, una dimensión
trascendente: no se mueve sólo dentro del mundo del sentido; el mismo mundo físico y
material es visto con una significación y un sentido. “El símbolo y el lenguaje abren para el
hombre un mundo inmenso, un mundo infinito, más amplio que el físico. De esta manera el
hombre se hace humano”9. El aspecto fundamental que hemos de resaltar en este sentido es
que el lenguaje humano es simbólico, es decir, el hombre expresa su pensamiento con signos
fonéticos, gráficos o de otro género. El hombre expresa, además, su pensamiento mediante
signos y símbolos que no tiene ninguna relación natural con la cosa significada. Por ejemplo,
no existe relación alguna entre la luz roja y su significado “alto”. Como dice Gehlen, la
palabra humana tiene una relación doble: a la forma de la palabra (nombre) y al contenido de
la palabra (concepto); ambas convergen en la realidad indicada10.

                                                                                                               
7
AMENGUAL, G. Antropología filosófica, BAC, Madrid 2007, p. 141.
8
ARISTÓTELES, Sobre la interpretación, Tratados de lógica II, Trad. M. Candel, Madrid 1995, p. 35.
9
AMENGUAL, G. Antropología filosófica, BAC, Madrid 2007, p. 142
10
Cf. GEHLEN, A. El hombre. Su naturaleza y su lugar en el mundo, Trad. F.C. Vevia Romero, Sígueme,
Salamanca 1995, p. 293.

  7
En conclusión, a diferencia del animal que se expresa y comunica a través de signos
naturales, el hombre se expresa y comunica con los demás a través de signos convencionales y
simbólicos unidos entre ellos por reglas gramaticales y sintácticas con las que es posible
expresar el propio pensamiento. Como dice Xavier Zubiri: “Sólo el animal tiene signos, y sólo
el hombre tiene significaciones. […] El llamado lenguaje animal no es lenguaje, porque el
animal carece de significaciones; posee por tan sólo, o puede poseer, señales sonoras
signitivas”11.

1.2. Relación intersubjetiva


En el anterior apartado profundizamos en el lenguaje como elemento crucial para
entender la especificidad humana que normalmente usamos como código para comunicarnos,
de tal forma que al hacerlo nos abrimos al mundo, a la trascendencia, nos abrimos a otro sujeto.
Dada esta importancia, vamos a detenernos en este aspecto relacional y considerar sus
implicaciones antropológicas.

Nuestra sociedad se explica por relaciones recíprocas entre los individuos, de manera
que la reciprocidad en las relaciones se convierte en principio básico: “hay sociedad donde hay
relaciones entre sus componentes, la sociedad misma viene formada y constituida por dichas
relaciones”12. Sin embargo, las relaciones con cada hombre son diferentes y por tanto éste ha
de buscar el desacoplamiento de sus seguridades, miedos y dudas y fomentar mayores recursos
de mediación que le permitan encontrar puntos de interés; de esa forma la inserción del
hombre en la vida social será un hecho tan evidente como constitutivo esencial del hombre13.

Si el hombre fuese un ser solitario que accidentalmente se encuentra en convivencia con


los demás, los cambios sociales no se harían sentir en él; pero en cuanto es social en su
constitución intrínseca14, es transformado en su forma particular. Un claro ejemplo está en la
dependencia que tiene de los padres durante muchos años y, aún llegando a adulto, sigue
manteniendo la necesidad de los demás para conseguir los medios de supervivencia. De esa

                                                                                                               
11
ZUBIRI, X. Inteligencia sentiente. Inteligencia y realidad, Alianza, Madrid 1980, pp. 50-51.
12
AMENGUAL, G. Antropología filosófica, BAC, Madrid 2007, p. 155.
13
Cf. LUCAS LUCAS, R. El hombre espíritu encarnado, Sígueme, Salamanca 2008, p. 242.
14
Cf. Ibíd. p. 243.

  8
forma, vemos como el hombre en su ser social utiliza el lenguaje como instrumento de
intercambio cultural, elevándolo, al mismo tiempo, por encima de los demás animales,
mostrando de este modo la estructura intersubjetiva. El lenguaje no es solamente
comunicación, sino sobre todo, comunión entre personas y encuentro de libertades; de esa
forma afirmamos que la esencia del lenguaje es la relación con el otro.

Se puede por tanto afirmar que el individuo particular no puede alcanzar sus fines
generales comunes a causa de las limitaciones de su propia individualidad por lo que se hace
necesaria la colaboración de los demás hombres para que, enriquecido con su ayuda, pueda
superar los propios límites y alcanzar la perfección humana. Aparece claro, por tanto, el
significado profundo de la dimensión intersubjetiva humana y Ramón Lucas Lucas lo expresa
muy bien al afirmar que las relaciones intersubjetivas no son otra cosa más que el “encuentro
entre persona y persona, y esto no sobre la base de una decisión de carácter ético, sino como
constitutivo esencial de la misma persona”15. La identidad del hombre puede comprenderse
plenamente sólo en el horizonte del ser, abierto a la comunicación, al don de sí y constituido
intrínsecamente como relacional, es decir, en la relación esencial con los otros.

1.3. Relaciones sociales


Como hemos visto, el hombre se encuentra en un mundo donde la relación con el otro es
indispensable para el desarrollo de sus capacidades. Este proceso de socialización alcanza una
mayor perfección cuando la persona no sólo se pone frente al otro, sino cuando ese otro lo
lleva a un nuevo miembro del proceso comunicativo: “una parte importante de las relaciones
intersubjetivas nace de la existencia de otras relaciones; estar en relación con alguien es
incrementar la posibilidad de entrar en contacto con aquellos con quienes el sujeto está
también en relación”16. Sin embargo no todas las relaciones que se dan entre un grupo de
hombre son iguales; a continuación presento tres clases de relaciones que, en principio, se dan
o pueden darse en toda sociedad:

                                                                                                               
15
LUCAS LUCAS, R. Horizonte vertical, BAC, Madrid 2008, p. 264.
16
GROSSETTI, M. ¿Qué es una relación social? Un conjunto de mediaciones diádicas, Revista Redes Vol. 6, # 2,
junio 2009, p. 55.

  9
En primer lugar encontramos las relaciones competitivas, en las cuales el
comportamiento se da como entre adversarios, no necesariamente enemigos, pero sí con
intereses contrapuestos, de tal manera que el beneficio de uno redunda en la pérdida para el
otro. Por duro que parezca, no se puede olvidar que estas relaciones se dan en la sociedad, y
que incluso difícilmente se pueden eliminar, puesto que siempre es posible que tengan lugar
situaciones de conflicto por enfrentamiento en la posición contrapuesta de las partes. El
principio que va rigiendo este tipo de relación es: “si yo gano, tú pierdes”. Es el caso, por
ejemplo, de unas oposiciones o la búsqueda de un puesto de trabajo, que si lo consigue uno, no
lo consigue otro, por muy amigos que sean. Además de estas razones objetivas, pueden darse
razones subjetivas, como la envidia, los celos, la pura afirmación del propio prestigio frente al
otro, etc. De ahí el carácter conflictivo que reviste a la sociedad con este tipo de relaciones,
carácter, en muchos casos, inevitable.

Las relaciones en las que nos comportamos como amigos, en las que todos coincidimos
en los mismos objetivos y quizás incluso en medios semejantes son las de tipo cooperativas.
Se trata de relaciones que crean conexión social, que hacen de la sociedad un todo, no siempre
armonioso, pero sí por lo menos tendente a un mismo fin. Basado en este tipo de relaciones
Aristóteles llega a poner la amistad como principio de la comunidad pues “la concordia parece
ser una amistad civil”17, y “se dice que una ciudad está en concordia cuando los ciudadanos
piensan lo mismo sobre lo que les conviene, eligen las mismas cosas y realizan lo que es de
común interés”18. La concordia de la cual habla Aristóteles se parece a una relación de amistad,
puesto que en tanto que participan de una comunidad hay amistad pues ésta sólo existe en
comunidad. Su principio puede definirse de esta manera: “si tú ganas, yo también, ganamos
todos”.

Pero, aún cuando el egoísmo puede verse manifestado en muchas de nuestras amistades,
encontramos también relaciones solidarias. Aquí se trata de relaciones asimétricas, entre
desiguales, en las que uno está dispuesto a perder para que el otro gane. Se trata de relaciones
en las que se discrimina a favor del desfavorecido19. Solidaridad no significa simplemente
                                                                                                               
17
ARISTÓTELES. Ética nicomaquea. Ética Eudemia, Trad. J. Palli Bonet, Madrid 1985, 1167 b1.
18
Ibíd. 1167 a26-28.
19
Cf. AMENGUAL, G. Antropología filosófica, BAC, Madrid 2007, pp. 371-380.

  10
cohesión social, sino se encamina a “mejorar las condiciones de la vida humana en sí misma,
es decir, procurar el bien común de la multitud de tal modo que cada persona concreta, no sólo
en el ámbito de una clase privilegiada, sino de la entera población, pueda verdaderamente
alcanzar el grado de independencia propio de la vida civilizada”20. Estas relaciones son
necesarias en la sociedad, dada la diversidad de causas de desigualdad que de alguna manera
hay que nivelar, por el bien de todos, principalmente de los más necesitados. El principio que
rige estas relaciones podría formularse de esta manera: “yo pierdo, para que tú ganes”.

En síntesis podríamos decir, que el hombre en cuanto posee la facultad de comunicarse


ejerce esta potencialidad de relacionarse de modo tan perfecto que en la misma apertura al
mundo se logra la realización de la relación con los otros. Este proceso comunicativo es tan
completo que sus elementos se llegan a formular de manera tan simple y tan práctico que en
pocas ocasiones abrimos el camino de reflexión para cada uno de ellos. De esa forma se llega
a comprender la importancia del lenguaje como código de sociabilización que nos permite
formar desde relaciones competitivas hasta las solidarias pasando por las cooperativas.

Una vez que hemos reflexionado sobre la importancia del lenguaje como medio para que
la persona exista como realidad que se refiere a otras personas, y por las cuales es capaz de
establecer relaciones para lograr su plenitud personal en vinculación con el bien y plenitud de
la comunidad, es necesario detenernos a reflexionar en las evolución de los canales de
comunicación a lo largo de la humanidad y cómo éstos han ayudado a la construcción de la
sociedad a través del diálogo.

2. Evolución de los canales de comunicación


Desde hace ya algunos años el hombre se ha movido en una sociedad convulsionada por
nuevas tecnologías de comunicación. Sin embargo, algo que es importante señalar es que el
comunicarse no es un fenómeno nuevo. El ser humano se ha caracterizado por ser un animal
netamente social, y se diferencia de los demás seres por su capacidad de razonamiento, la cual
se manifiesta por medio del lenguaje; es decir, la habilidad de comunicarse, que permite al
hombre exteriorizar sus pensamientos.

                                                                                                               
20
MARITAIN, J., en BURGOS, J.M. Reconstruir la persona, Palabra, Madrid 2009, p. 178.

  11
Podemos darnos cuenta como a lo largo de la historia los canales de comunicación se
revolucionan constantemente por lo que el fenómeno de la evolución de los canales de
transmisión de información nos concierne para este análisis filosófico, puesto que nos
ayudarán a establecer los cambios en el proceso de comunicación del hombre. Las pinturas
rupestres son una primera manifestación de la necesidad del hombre por comunicarse y
comunicar sus conocimientos a los demás hombres. La pintura rupestre la podemos considerar
como el primer canal mediante el cual el individuo salió de sí mismo y se abrió al otro.
Aunque este canal es muy efectivo, pues en la actualidad el mensaje se sigue transmitiendo a
las generaciones, resulta muy tarda su transmisión.

2.1. Escritura y envío de cartas


Con el desarrollo del habla, los hombres pudieron establecer una comunicación más
rápida y clara en el mensaje que querían compartir. Sin embargo, este tipo de comunicación
exige la presencia física de ambas partes; tanto emisor como receptor deben estar juntos al
establecer la comunicación. Ahora se podía emitir el mensaje de forma rápida, pero con la
condicionante de la presencia física. Con el advenimiento de la escritura esto cambió
radicalmente, ya no era necesario la presencia de ambas partes de la comunicación para poder
entablar una conversación. La invención del papel y el desarrollo de sistemas de escritura
permitieron establecer todo un proceso de comunicación que exigía a cambió, un transporte
físico del mensaje. Esto no fue ningún problema puesto que el hombre se podía trasladar de un
lugar a otro con relativa facilidad. Así, con el uso de la carta nació un primer concepto de
portadora de un mensaje.

2.2. El telégrafo
Cuenta la historia que mientras Samuel Morse viajaba por Europa, su madre, en Estados
Unidos cayó gravemente enferma, inmediatamente su familia intentó contactarlo por medio de
una carta, pero para cuando ésta llegó a él, su madre ya había muerto21. Esta situación y el
interés de Morse por los asuntos de la electricidad lo condujeron a llevar a cabo una profunda

                                                                                                               
21
Cfr. JOSKOWICZ. J. Historia de la telecomunicaciones, Instituto de Ingeniería Eléctrica, Universidad de la
República, Montevideo, Uruguay 2008, p. 5.

  12
investigación sobre las propiedades de la transmisión de la corriente eléctrica a través de un
cable22. La cual finalizó con la invención del telégrafo. Este invento de Morse funcionaba
mediante la presión de los dedos, el cual permitía el paso de la corriente durante un lapso
determinado y a continuación la anulaba. Estos pulsos podían ser transmitidos a un aparato
receptor distante con ayuda de un sólo cable. El receptor Morse original disponía de un
puntero controlado electromagnéticamente que dibujaba trazos, los cuales tenían una longitud
dependiente de la duración de la corriente eléctrica que circulaba por los cables del
electroimán y presentaba el aspecto de puntos y rayas. La combinación de puntos y rayas se
podía traducir en letras mediante el uso de un código que Morse terminó de perfeccionar en
1838, el cual llegó a conocerse y usarse mundialmente como clave Morse23.

El invento de Morse nos ayuda a ver un fenómeno que se comenzó a dar con este
invento y que en la actualidad se ve de forma emancipada por los avances tecnológicos, esto
es el carácter anónimo en la sociedad. “Las relaciones sociales propiamente dichas y los
proceso de comunicación no son sólo personales, llevan también el signo de lo anónimo, de lo
impersonal, de lo institucional”24. El telégrafo fue el primer medio de transmisión eléctrico por
el cual lo anónimo de la comunicación tomó un realce importante. Es en este sentido donde se
entiende la formación de la sociedad, no sólo de las experiencias del tiempo presente, sino de
la acumulación de experiencias prácticas y acciones de otras personas e instituciones, que han
ido actuando a lo largo de generaciones, creando tradiciones, instituciones, costumbres, leyes
y hábitos. La sociedad se ha construido y se constituye a partir del anonimato de la historia.

En este ámbito de lo anónimo, impersonal e institucional hemos de reconocer que “la


acción social se ha objetivado en instituciones, que si en principio fueron resultado de
acciones de individuos, actualmente operan como principio y marco de acciones, puesto que
encauzan y motivan nuestra acción”25. De esa forma una vez que la persona lo asume en su
proceso de comunicación y sociabilización, se lo apropia al mismo tiempo que lo hace
                                                                                                               
22
N.B. Cuando estudiaba en Yale aprendió que si se interrumpía un circuito se veía un fulgor y se le ocurrió que
esas interrupciones podían llegar a usarse como un medio de comunicación. Cfr. Ibídem.
23
Cf. BRIGGS, A. De Gutenberg a Internet. Una historia social de los medios de comunicación, Trad. M.A.
Galmarini, Taurus, Madrid 2005, p. 181.
24
AMENGUAL, G. Antropología filosófica, BAC, Madrid 2007, p. 156.
25
Ibídem.

  13
subjetivo. Es importante no perder de vista en este apartado la importancia que tienen las
instituciones como producto de la historia, pues si el hombre se llegara a olvidar del origen,
principio y sentido de su historia, comenzaría a perder el rumbo del proyecto solidario de crear
un mundo más humano, en colaboración con todas las generaciones, principalmente, a través
de las instituciones. Perderle el sentido a las instituciones, es manifestación de una pérdida de
sentido de la historia y cuando esto sucede es una tentativa a perder de vista la realidad26.

2.3. El teléfono
El telégrafo fue casi totalmente reemplazado 40 años después de su nacimiento por el
revolucionario invento de Graham Bell, el teléfono. Bell había sido educado en una familia
donde la música y las palabras tenían gran relevancia. Su padre había diseñado un sistema
denominado “voz visible”, para ayudar al aprendizaje del habla a las personas sordas. Por
influencia de su padre, toda la educación y entorno de Bell estuvo relacionada con la mecánica
de la voz y el sonido; así lo deja ver cuando varios años luego de haber inventado el teléfono,
remarcaba: “Ahora me doy cuenta que nunca hubiera inventado el teléfono si hubiera sido
electricista. La ventaja que yo tuve fue que toda mi vida la había dedicado al estudio del
sonido, al estudio de las vibraciones”27. Dado sus conocimientos acerca del sonido, Bell creía
que sería posible enviar varios mensajes sobre un mismo cable (este concepto, conocido
actualmente como “multiplexación” es ampliamente usado en telefonía) por lo que tenía en
mente la idea de transmitir voz sobre los cables telegráficos. Esto fue posible en el verano de
1875, cuando luego de varios experimentos y de forma accidental, Bell escuchó un sonido al
otro lado del telégrafo en el que Watson, su asistente de experimentos, estaba haciendo
algunas pruebas. Al inspeccionar el estado del telégrafo, se dieron cuenta que por error, uno de
los contactos estaba demasiado apretado, y no llegaba a abrirse completamente, pero si a
variar su resistencia. Finalmente, el 10 de marzo de 1876, Bell y Watson lograron trasmitir una
señal de voz a través de un cable eléctrico28.

                                                                                                               
26
N.B. En el tercer capítulo ahondaremos en esta realidad que se ve en los nuevos medios de comunicación
social (la desinstitucionalización), profundizaremos en los principios éticos que nos pueden ayudar a superar esta
realidad y el valor de la historia como creador de cultura. Cf. ZUBIRI, X. La dimensión histórica del ser humano,
Universidad Santo Tomás, Bogotá 1982, p. 53.
27
BRIGGS, A. De Gutenberg a Internet. Una historia social de los medios de comunicación, Trad. M.A.
Galmarini, Taurus, Madrid 2005, p. 193.
28
Cf. Ibíd., pp. 195-197

  14
Fue tan grande, y lo sigue siendo, el impacto de este nuevo canal de comunicación que
las consecuencias en la estructura de la sociedad y de la comunicación entre ellos cambió de
forma global. La ausencia conjunta, tanto del yo como del tú, en el diálogo se hacía cada vez
más natural. Y aunque el diálogo tiene una estrecha relación con la palabra y los gestos que el
rostro manifiesta29 no podemos negar que el diálogo puede existir incluso sin estos signos:
“Así como tampoco el intercambio de palabras más animado constituye una conversación […],
así, por otra, una conversación no necesita de sonidos, ni siquiera de gestos. El lenguaje puede
renunciar a toda cadencia sensible y permanecer lenguaje”30. Sin embargo, no hemos de
perder de vista que el hombre es por esencia intimidad tal como lo afirma Ortega y Gasset: “El
hombre exterior está habitado por un hombre interior; tras el cuerpo está emboscada el alma”31.
A diferencia de todas las realidades del universo, lo humano es un misterio que se revela
mediante la corporeidad. La intimidad del hombre no ocupa espacio; por ello necesita de la
materia para revelarse y se hace presente mediante el cuerpo; en él se proyecta, se imprime y
manifiesta. Cuando veo a otro hombre, su presencia sensible me da de él un cuerpo que
manifiesta una forma particular, que se mueve, que tiene comportamientos externos y visibles,
pero lo más misterioso es que viendo sólo la figura externa vemos en ellos algo que es pura
intimidad: su pensar y su querer.

2.4. Internet y Web


Los orígenes de Internet se remontan a un proyecto de investigación en redes de
conmutación de paquetes, dentro de un ámbito militar. A finales de los años sesenta (1969), en
plena guerra fría, el Departamento de Defensa Americano (DoD) llegó a la conclusión de que
su sistema de comunicaciones era demasiado vulnerable. Estaba basado en la comunicación
telefónica (Red Telefónica Conmutada, RTC), y por tanto, en una tecnología denominada de

                                                                                                               
29
N.B. Las estadísticas muestran que la mímica del rostro, sobre todo los ojos, contribuyen al 50% en la
transmisión de los contenidos. El requerimiento de la presencia física de la otra persona en la formación de
nuevas amistades será un punto que analizaremos en tercer capítulo, no sólo visto desde la necesidad de entablar
relaciones profundas y reales, sino también desde la perspectiva de no perder la identidad tanto del yo como del
tú en aquellas relaciones que se forman por medio electrónicos.
30
BUBER, M., en LUCAS LUCAS, R. Horizonte vertical, BAC, Madrid 2008, p. 293.
31
ORTEGA Y GASSET, J. Sobre la expresión del fenómeno cósmico, Obras Completas, Alianza, Madrid 1983, vol.
II, p. 578.

  15
conmutación de circuitos (un circuito es una conexión entre llamante y llamado32), que
establece enlaces únicos y en número limitado entre importantes nodos o centrales, con el
consiguiente riesgo de quedar aislado parte del país en caso de un ataque militar sobre esas
arterias de comunicación.

Como alternativa, el citado Departamento de Defensa, a través de su Agencia de


Proyectos de investigación Avanzados (Advanced Research Projects Agency, ARPA) decidió
estimular las redes de computadoras mediante becas y ayudas a departamentos de informática
de numerosas universidades y algunas empresas privadas. Esta investigación condujo a una
red experimental de cuatro nodos (puntos de intersección o unión de varios elementos que
confluyen en el mismo lugar33), que arrancó en diciembre de 1969, se denominó ARPAnet. La
idea central de esta red era conseguir que la información llegara a su destino aunque parte de
la red estuviera destruida. Al igual que en los equipos o las conexiones, también se evolucionó
en los servicios que ofrecía ARPAnet, ya que si bien al principio sólo permitía ejecutar
programas en modo remoto, en 1972 se introdujo un sistema de correo electrónico, que liberó
a los usuarios de la dependencia de los horarios (algo de importancia en Estados Unidos, por
la gran extensión territorial de este país), y supuso un sorprendente aumento en el tráfico
generado, convirtiéndose en la actividad que mayor volumen generaba.

Dado que una gran cantidad de los organismos del gobierno de los Estados Unidos
tenían sus propias redes de área local (RAL) conectadas a los nodos de la red, se fue
evolucionando hacia una red llamada ARPA Internet formada por miles de equipos. El nombre
sufrió algunos cambios más, como: Federal Research Internet, TCP/IP Internet y finalmente
Internet; durante los últimos años de los ochenta, esta herramienta creció tanto que comenzó a
incluir el potencial informático de las universidades y centros de investigación, lo que unido a
la posterior incorporación de empresas privadas, organismos públicos y asociaciones de todo
el mundo supuso un fuerte impulso para Internet que dejó de ser un proyecto con protección
estatal para convertirse en la mayor red de las computadoras del mundo. El éxito de Internet
continuó gracias a la notable mejora en la facilidad de uso de los servicios ofrecidos, dado que,
                                                                                                               
32
Cf. RIVOIR CABRERA, A. Redes Sociales: ¿Instrumento metodológico o categoría sociológica?, Universidad de
la República de Uruguay, Uruguay 2009, p. 11.
33
Cf. Ibídem.

  16
aún manteniéndose los servicios originales de transferencia de ficheros, correo electrónico o
acceso remoto, la irrupción de la World Wide Web (www o Web), un servicio de consulta de
documentos hipertextuales, ha sido el paso definitivo hacia la popularidad de la que
actualmente goza.

Con la aparición del Internet nace no sólo en los profesionales de la informática sino en
todo usuario, un sueño caso utópico, librar al mundo de las fronteras físicas creando un
espacio donde el tiempo y el espacio fueran conceptos muy flexibles. El impacto de Internet
provocó un aceleramiento en la globalización mundial entendiendo por este término “la
exportación planetaria de tecnología y mercados, pero también de modelos sociales, que se
distribuyen aceleradamente por las grandes carreteras cibernéticas”34. El impacto de Internet
no sólo ha cambiado las reglas de la economía, sino que ha modificado los patrones culturales
de los pueblos, que de muchas formas se sienten atraídos o incluso presionados a adaptarlos en
un proceso de transculturación incomparable por sus dimensiones y su rapidez. Es importante
no perder de vista que el hombre vive una vida verdaderamente humana cuando asimila y
asume, en la libertad, su propia cultura, es decir, el hombre es capaz de llegar al pleno
desarrollo de sus capacidades en la medida en que vive una vida cultural. Frente a los modelos
de globalización que el Internet, por su rapidez y utilidad, ha potencializado se hace urgente la
necesidad de afirmar la cultura propia, pues al contrario de los demás animales que se
desarrollan naturalmente siguiendo modelos de comportamientos fijos e instintivos, el hombre
es un animal que se hace; en él la mayor parte de los comportamientos son aprendidos y no
heredados biológicamente. Así es como podemos llegar a afirmar que “el hombre tiene una
cultura, un proyecto, una misión que realizar, significando con ello el conjunto de la obra
humanizadora del hombre en el tiempo”35.

3. Web 2.0
La Web ha triunfado con tal éxito que los avances tecnológicos no se han hecho esperar,
dentro de estas transformaciones generales de los medios y de la expansión específica de
Internet, emerge y se sitúa en vanguardia la denominada web 2.0:
                                                                                                               
34
GONZÁLEZ ESCOTO, A. El modelo social de la globalización y su impacto en la cultura cristiana, Universidad
del Valle de Atemajac, México 2003, p. 22.
35
LUCAS LUCAS, R. El hombre, espíritu encarnado, Ed. BAC, Salamanca, 2008, p. 233.

  17
“una red social, o de relaciones interactivas, abierta a los internautas que quieran
participar en los procesos comunicativos de producción, difusión, recepción e intercambio
de todo tipo de archivos: escritos, de audio, de vídeo o integrados en una concepción
audiovisual que lleva a los tratamientos multimedia con la incorporación de los complejos
modelos de la navegación, los enlaces y la interactividad y que enriquecen los modelos de
comunicación interactiva”36.

En la anterior definición el concepto de red se distancia de su concepción tradicional y


adquiere una dimensión de vinculación social y de valor comunicativo, es decir, en un medio
que une a diversas personas, siendo este aspecto el que le otorga la significación social. Con
este aspecto social que se adquiere en la Web 2.0, se propicia el incremento de modalidades
dialógicas y procesos comunicativos para nuevos contenidos digitales, la información, el
entretenimiento, el negocio y las relaciones interpersonales. Si anteriormente, en Internet, los
procesos comunicativos iban de uno a uno o a hacia muchos, en la nueva Web todo se abre
para que sean directamente los usuarios quienes desarrollen sus propios procesos
comunicativos. El yo no sólo se abre a un tú, sino que se abre a un nosotros anónimo:

“Lo social anónimo consiste en acciones y comportamientos humanos, pero no es un


comportamiento personalizado, sino que aparece en tanto en cuanto estamos en relación
con otros hombres anónimamente…, en el peor de los casos se puede llegar a caer en un
seguir las costumbres de modo autómatas, nadie es sujeto creador, responsable y
consciente de esos actos. El comportamiento social puede llegar a ser alienación y
despersonalización del hombre. Es hacerse a sí mismo un ‘se’, haciendo lo que la ‘gente’
hace, pensando como ‘la sociedad’, diciendo ‘lo que se dice’”37.

Se ha de tener presente la anterior afirmación de Lucas Lucas, pues si por una parte
veíamos que en lo anónimo de la historia se forman instituciones y recursos que llenan de
plenitud al hombre, ahora vemos como el anonimato vivido sin plena voluntad y haciéndolo
condicionado nos puede llevar a un fenómeno propiamente social: al afirmar que “todos” lo
han hecho, al mismo tiempo decimos “nadie” lo ha hecho. Este hecho se ve influenciado en la
Web 2.0 pues “los usuarios aparecen al mismo nivel, sin orden jerárquico, ni de prioridad de

                                                                                                               
36
CEBRIÁN HERREROS, M. La Web 2.0 como red de comunicación e información, Universidad Complutense de
Madrid, Madrid 2008, p. 346.
37
LUCAS LUCAS, R. El hombre, espíritu encarnado, Ed. BAC, Salamanca, 2008, p. 247.

  18
unos sobre otros”38. En ese sentido corremos el riesgo de seguir un espíritu de masas, donde el
hombre, perdiendo su capacidad de ser él mismo, evade su responsabilidad con la sociedad
para vivir de modo más individual teniendo la utilidad y el interés como única fuerza de
cohesión social.

Con la llegada de la Web 2.0, se observa, además, el creciente incremento del audio y
vídeo informativos. Los sistemas expresivos son más complejos en cuyos casos la capacidad
de interrelaciones elaboradas por un autor se organizan de acuerdo a sus planteamientos. La
combinación de información escrita con la sonora, visual y audiovisual genera mayor
complejidad en la integración de los usuarios de esta plataforma. Podríamos decir, que lo más
sobresaliente de esta Web es la promoción de la participación ciudadana que fomenta; los
usuarios ya no son meros receptores pasivos, ni siquiera meros receptores activos e
interactivos, “el gran cambio procede de la capacidad que se les da para la creación y
producción de informaciones y de mensajes”39. Será tarea de la sociedad civil salir del
anonimato en el que se puede caer y hacer de las relaciones medios de producción, de
información y de solidaridad para con aquellos que menos tienen; y esto sólo se puede lograr
si el hombre es capaz de ver la respuesta, el intercambio y a la discusión dentro de una
comunidad participativa, es decir, si los procesos de producción, difusión, recepción e
intercambio se convierten en algo plenamente interactivo.

3.1. Aplicaciones
El amplio universo de la Web 2.0 se extiende como un Big Bang en el que van
emergiendo nuevos progresos y aplicaciones, sobresalen los usos interpersonales y personales,
se manifiesta como una red de informaciones interpersonales mediante el uso de correos, chats,
foros y la incorporación de video-correos, video-chats y video-foros. Uno de los mayores
desarrollos es el de los podcasting o documentos sonoros. Éstos, “son archivos de audio y de
video distribuidos por suscripción a los oyentes”40. El usuario es creador personal del medio y
de la información para ofrecerla directamente a otros usuarios o a través de otro medio que
                                                                                                               
38
SALAVERRÍA, R. Cibermedios. El impacto de Internet en los medios de comunicación en España,
Comunicación Social, España 2005, p. 4.
39
CONTRERAS, F. El cibermundo. Dialéctica del discurso informático, Alfar, España 2008, p. 114.
40
CEBRIÁN HERREROS, M. La Web 2.0 como red de comunicación e información, Universidad Complutense de
Madrid, Madrid 2008, p. 351.

  19
presenta una sección para este fin. Uno de los aspectos que fomentan el éxito de los
podcasting, es que ya no es importante quién ofrece esta programación, si una emisora
tradicional o un usuario cualquiera, sino el interés que despierte en los seguidores.

En este mismo desarrollo se da un salto más al crearse las redes sociales, que por la
situación comunicativa que originan, se requiere para su análisis, la construcción de nuevos
modelos de comunicación distintos a los tradicionales y diferentes del modelo predominante
en la comunicación interactiva. No es nuestra intención plasmar todos las aplicaciones que
tiene la Web 2.0, hablar de cada una de ellas llevaría a la creación de otro trabajo de
investigación, sin embargo, para fines de nuestra tesis es importante conocer el desarrollo de
estos avances científicos, en cuanto marcarán el rumbo de la posterior reflexión que se realice
y resaltar el catalizador que propicia su éxito exorbitante.

3.2. Redes sociales y transformación de los modelos de comunicación


Con la incorporación de la web 2.0 las comunicaciones interactivas se expanden hacia
nuevos modelos de redes sociales. Si en las comunicaciones interactivas anteriores se
observaba ya un cambio en los paradigmas tradicionales por el intercambio de papeles de
emisores y receptores, con las redes sociales se traslada todo ello a los usos entre los propios
consumidores en cuyos casos nadie se siente como emisor ni receptor sino como un
comunicante de intercambios de mensajes41. Pero antes de seguir avanzando en el tema es
necesario hacer una aclaración en los conceptos que estamos manejando. Nos referimos a
relación social a la forma natural en la que el hombre se organiza y a partir de las cuales se
posibilita para crear, actuar y vivir42. Mientras que las redes sociales, son una manifestación
técnica de la Web 2.0, desde las cuales el hombre puede crear lazos de relación social a partir
de nexos tales como el entendimiento y características comunes43.

                                                                                                               
41
Cf. CEBRIÁN HERREROS, en ESPINOSA VERA, P. Semiótica de los mass-media. Imperio del discurso de la
comunicación global, Océano, México 2005, pp. 89-111.
42
Cfr. MOTTA, R. en RIVOIR CABRERA, A. Redes Sociales: ¿Instrumento metodológico o categoría sociológica?,
Universidad de la República de Uruguay, Uruguay 2009, p. 7.
43
Cfr. Ibídem.

  20
Aclarados estos puntos, podemos afirmar que las redes sociales y en general la Web 2.0,
generan modelos de comunicación específicos en los que los componentes se hacen más
complejos y adquieren otras dimensiones. Frente a los modelos tradicionales, los emisores y
receptores se intercambian los papeles en unos procesos interactivos. Es más, dentro de los
modelos de comunicación interactivos, los usuarios de las redes sociales adquieren unas
dimensiones de interrelaciones entre todos los participantes en igualdad de situaciones. La
mediación técnica se hace más compleja:

“Se da entrada a una dimensión expresiva y discursiva multimedia en contenidos,


navegación y búsquedas y la penetración en un ciberespacio y en un cibertiempo.
Tales vinculaciones se desarrollan en un ámbito virtual que genera a su vez un
cibermundo”44.

Las redes sociales propiciadas por la web 2.0 funcionan en un ciberespacio propio. Ya
no se trata de la red comunitaria que se organiza en un entorno local como las tradicionales
concepciones alternativas. Internet desborda la reducción de espacios y todo cuanto aparece en
ella lo convierte en algo global con acceso desde cualquier lugar en el que exista una conexión.
De este modo, las redes sociales se abren a todos los participantes del mundo que lo deseen.
La restricción de participación no es espacial, sino idiomática y cultural45. También se abre a
otros tiempos diferidos, es decir, a conversaciones dentro de las cuales cada participante puede
intervenir cuando quiera sin estar sometido a la simultaneidad. Se trata de participaciones, de
conversaciones en tiempos diferentes, algo prácticamente imposible en los procesos
comunicativos en la realidad. Sin embargo, una vez que hemos visto como las redes sociales
cambian los modelos tradicionales de comunicación, podemos decir que en el fondo las
nuevas y las tradicionales formas de comunicación comparten su éxito por “mantener una
actitud dialogante en todo momento, evitando la expresión exclusiva de una persona para que
las demás le sigan, sino adquiriendo su pleno sentido cuando la interactividad es un diálogo
abierto, un intercambio, nunca una imposición unilateral”46.

                                                                                                               
44
CEBRIÁN HERREROS, M. La Web 2.0 como red de comunicación e información, Universidad Complutense de
Madrid, Madrid 2008, p. 353.
45
Cfr. Ibídem.
46
CONTRERAS, F. El cibermundo. Dialéctica del discurso informático, Alfar, España 2008, p. 118.

  21
Sintetizando este capítulo podemos caer en la cuenta de tres ideas. La primera, la
realidad de las redes sociales y las nuevas tecnologías de los medios de comunicación masiva
no es algo que ha surgido de un momento a otro, y mucho menos podemos pensar que surgió a
partir de la nada, sino todo lo contrario, estas nuevas modalidades de intersubjetividad son
fruto de un proceso paulatino de comunicación que el hombre ha comenzado desde hace ya
muchos siglos, es decir, es una realidad que el hombre ha ido construyendo poco a poco; y lo
radical que necesito para llegar hasta aquí fue hacer presente su capacidad dialógica, lo cual
nos remite a la segunda idea.

La segunda idea con la que nos podemos quedar de este capítulo es que la fundamental y
necesaria condición de posibilidad para que las redes sociales funcionen y mantengan vigente
su éxito es el ser relacional del hombre, es decir, durante todo el capítulo reflexionamos sobre
el ser del hombre como un ser-con-los-otros y para-los-otros, de ahí que se haga necesaria una
reflexión que conteste a las preguntas: ¿es ontológico en el hombre su ser-relacional?, ¿es
necesaria la presencia de los demás hombres para la comprensión de uno mismo?, ¿qué
relaciones me llevan a la plenitud?, y ¿pueden, realmente, darse relaciones que lleven al
florecimiento comunitario?, y si se dan, ¿cómo son estas relaciones? Estas preguntas no
podemos contestarlas desde este capítulo, sólo surgen de éste, por tanto vemos apremiante la
reflexión sobre estas preguntas en el siguiente apartado a la luz del pensamiento personalista
comunitario, corriente que en los últimos años ha puesto especial atención en este aspecto.

Y la tercera idea que obtenemos de este capítulo es que el ser-relacional del hombre no
es la única condición de posibilidad para que las redes sociales se presenten, aunque es el
principal, también encontramos el lenguaje, la tecnología, la historia, la afectividad y la
presencia física del hombre, entre otras, como condiciones de posibilidad de las cuales surgen
fenómenos que se asocian a la realidad de las redes sociales, fenómenos que estudiamos en
este primer capítulo y que podemos resumirlos en cuatro formas fundamentales: la solidaridad,
identidad dialógica, institucionalización como proceso histórico y los nuevos procesos
dialógicos. Esta tercer idea se resume en pocas palabras del siguiente modo: son varias las
condiciones de posibilidad y variados los fenómenos que se presentan alrededor de éstas.

  22
Capítulo II
“Intersubjetividad”

En el capítulo anterior reflexionamos sobre algunos fenómenos que se presentan en las


relaciones interpersonales, en el campo específico de las nuevas tecnologías que en la
actualidad estamos experimentando. En el siguiente capítulo obedeceremos la intención de
propiciar una reflexión profunda sobre el estatuto filosófico del ser-relacional del hombre en
las actuales tendencias comunicativas. Partiremos con una línea de pensamiento personalista,
siendo la reflexión de Martin Buber quien nos ayude a comprender la necesidad que se tiene
del “otro” para comprenderse uno mismo; posteriormente Gabriel Marcel nos ubicará en un
contexto no sólo de relación yo-tú sino nos llevará a una visión comunitaria del diálogo; y
finalmente, tomaremos el pensamiento contemporáneo de Jürgen Habermas ayudándonos a
esclarecer la propuesta de la ética discursiva.

1. El modelo de la Política en Aristóteles


Según la filosofía medieval “el hombre es una sustancia individual de naturaleza
racional”47. Esta definición realza que todo hombre es uno, individual, intransferible; sin
embargo, hay en el hombre un profundo afán de convivencia con los demás, tal como lo
afirma Aristóteles al inicio de su obra Política: “el hombre es por naturaleza un hombre
político”48, es decir, el hombre es un animal cívico, animal que vive en sociedad, en ciudad, en
estado, a diferencia de los animales que viven gregariamente.

Empecemos por considerar qué significa “por naturaleza”. Podemos encontrar dos
significados que no se excluyen entre ellas. En el primer sentido, podemos entender que el
hombre es cívico, social, no sólo porque a lo largo de la historia él se ha hecho tal, o las
circunstancias o las conveniencias le han obligado a ser tal; sino que lo es por sí mismo, por su
propia constitución49. Pero naturaleza también adquiere otro sentido, pues un poco antes,
Aristóteles ha definido la polis como “la comunidad perfecta”, ya que posee la conclusión de

                                                                                                               
47
S. TH, I, q. 29, a.3 ad 2
48
ARISTÓTELES. Política.I,1. Trad. de J. Marías y M. Araujo, Madrid 1989, 1253ª.
49
Cf. LUCAS LUCAS, R. Horizonte vertical, BAC, Madrid 2008, p. 257.

  23
la autosuficiencia total y es la finalidad de las otras comunidades y lo es por naturaleza50. Y a
raíz de esta afirmación se entiende por naturaleza finalidad. Lo que cada ser es, después de
cumplirse el desarrollo, eso decimos que es su naturaleza. Naturaleza no es vista sólo como el
origen y fundamento de una determinación, sino como su finalidad, aquello que debe ser
cumplido, realizado. En este sentido, decir que el hombre es por naturaleza un animal cívico
significa que sólo en la ciudad llega a ser lo que es por su concepto, llega a realizar su
naturaleza, consigue su finalidad, su plenitud.

Lo que Aristóteles denomina como comunidad política es, a diferencia de una


comunidad puramente contractual, una comunidad sin la cual sus miembros no podrían existir,
no se podrían realizar como tales; se trata, por tanto, de una comunidad a la que se entra no
por amor de un fin particular, sino por amor del ser mismo. En ese sentido, Aristóteles
afirmará que la diferencia entre vivir y vivir bien se manifiesta en la estructura de la ciudad-
Estado (y toda comunidad humana) que es moral, fundada sobre leyes que distinguen entre el
bien y el mal, y a esa distinción se llega por medio del uso, no sólo de la voz, sino por su
palabra, el lenguaje y la comunicación51. El hecho fundamental, que aquí nos interesa destacar,
es que el hombre vive por naturaleza en ciudad, en comunidad; se realiza en sociedad, no se
realiza en lo solitario, sino en comunidad y comunicación, compartiendo valores y virtudes, tal
como lo afirma el personalismo:

“La persona no es un ser solitario, sólo puede lograr su plenitud personal si vive por y
para los demás. En el orden social esto significa que la existencia adecuada y correcta de
la persona le impone la obligación moral de vincularse con el bienestar material y
espiritual de su comunidad”52.

De este modo, la ciudad es el fin del obrar del hombre: al realizarse a sí mismo, tiene
como fin la construcción de la ciudad, puesto que en su propia realización va implicada la
realización de los demás hombres y por ende el de la ciudad. Las características de la
comunidad humana son que ésta se da por naturaleza, en su doble sentido: no sólo por opuesto
a convención, sino también como cumplimiento del fin, la realización de la esencia del
                                                                                                               
50
Cf. AMENGUAL, G. Antropología filosófica, BAC, Madrid 2007, p. 151.
51
Cf. Ibídem.
52
BURGOS, J.M. Reconstruir la persona, Palabra, España 2009, p. 166.

  24
hombre. Con esta teoría de Aristóteles podemos afirmar que la comunidad humana no sólo es
una estructura utilitaria, sino de comunicación, de compartir y de vivir en plenitud. De esa
forma podemos ver las dos grandes aportaciones que residen en las anteriores afirmaciones: el
carácter esencial y constitutivo de la comunidad y la estructura comunicativa de la misma53.

2. Relación recíproca Yo-Tú en Martín Buber


Una vez que hemos analizado el fundamento aristotélico sobre el cual se funda la
comunidad, la relación entre los hombres y sus fines, ahondaremos en la dimensión personal,
tanto del “yo” como del “tú”, mostrando que la relación yo-tú no se cierra en dos personas
excluyentes, y mucho menos se cierra a un antropología individualista y una sociología
colectivista. El personalismo comunitario nos da argumentos para oponernos a estas posturas
radicales, y abrirnos a una nueva comprensión de la persona.

Emmanuel Mounier después de haber experimentado el marxismo y el capitalismo, vino


a la convicción de que ni el individualismo capitalista ni el colectivismo comunista
solucionaban el problema social moderno. Para él, la enfermedad del mundo se podía curar
sólo cuando se llegara a valorar la dignidad del ser humano y se profesara como constitutivo
esencial de la persona su dimensión social, es decir, Mounier pretendía que el hombre fuera
aceptado como ser responsable ante sus hermanos. Esta dimensión humana, ligada a la de
responsabilidad, viene explicada por Buber, quien advierte que en la conciencia del “yo”
aparece que él no es aquel “tú”, pero que hay entre ambos algo en común donde brota el
“nosotros”, aquella “comunión de personas independientes, que han alcanzado ya la altura de
su mismidad y la responsabilidad propias”54. El tema es amplísimo, enorme, pero, a nuestro
juicio, es posible sintetizar las raíces fundamentales de esta perspectiva en el pensamiento del
filósofo judío Martín Buber.

                                                                                                               
53
N.B. Como veíamos al inicio del capítulo anterior, la comunicación siempre ha manejado un sentido relacional
y funcional dentro de una sociedad, sin embargo, la reflexión de Aristóteles nos ayuda a comprender que la
comunicación que se puede propiciar entre los miembros de una comunidad no sólo tiene repercusiones entre
ellos, sino de forma extraordinaria trasciende los límites comunicativos y de relaciones intersubjetivas para tener
efectos sobre toda la comunidad y llegar a formar relaciones sociales.
54
BUBER, M. ¿Qué es el hombre?, Trad. Eugenio Imaz, F.C.E., México 1949, p. 105.

  25
2.1. La experiencia humana
Para Buber, el dato fundamental para poder darse cuenta que existe el ser, es la
existencia necesaria de otro ser frente a él. Ese que dice que existe el ser es un “yo” pero al
decir “yo” va implícito un “tú”, es decir, para darse cuenta de la existencia del ser se necesita
alguien frente al “yo”. Buber sostiene que el “yo” no existe nunca en sí mismo, el “yo”
siempre se encuentra en relación: “No existe ningún Yo en sí, sino sólo el Yo de la palabra
básica Yo-Tú y el Yo de la palabra básica Yo-Ello”55; sin embargo, hemos de reconocer que,
en la condición humana fundamental existe una distancia constitucional ontológica, es decir,
existe la conciencia del “yo” y la conciencia de los otros. Los otros están frente a mi y al
mismo tiempo son independientes de mí. Tanto el “yo” como el “tú” siguen manteniendo su
identidad ontológica más profunda. Entonces, la naturaleza y experiencia humana del hombre
se entiende desde su ser en relación, sin negar la propia soledad (identidad) que se va
descubriendo a partir de las relaciones previas.

La naturaleza humana no se comprende sólo como un ser o estar, sino principalmente


consiste en un estar con otro “yo”. El ser del hombre es vinculación, por tanto la naturaleza no
es un ser previo a esta vinculación. La persona es una identidad cuya naturaleza es estar con,
vinculado a otros. Si queremos conocer la identidad de la persona hemos de ver la relación de
vinculación recíproca: “el ser en cuyo ‘estar-dos-en-recíproca-presencia’ se realiza y se
reconoce cada vez en encuentro del ‘uno’ con el ‘otro’”56.

Martín Buber analizando los tipos de vinculación y haciendo una síntesis de las
relaciones de los hombres concluye en las siguientes relaciones: “Yo-Tú” y “Yo-Ello”,
afirmando que si queremos llegar a la palabra fundamental e integral de la relación de
vinculación, ésta se encontraría en la relación “Yo-Tú”: “La palabra básica Yo-Tú funda el
mundo de la relación”57; esa palabra (Yo-Tú) expresa la identidad más profunda del hombre,
claro está con una reflexión ya hecha del hombre como persona, porque decir “yo” es un
fragmento de la persona y decir “tú” sigue siendo sólo un fragmento del hombre.

                                                                                                               
55
BUBER, M. Yo-Tú, Trad. Carlos Díaz, Caparrós, Madrid 1998, p.11.
56
BUBER, M. ¿Qué es el hombre?, Trad. Eugenio Imaz, F.C.E., México 1949, p. 151.  
57
BUBER, M. Yo-Tú, Trad. Carlos Díaz, Caparrós, Madrid 1998, p.13.  

  26
2.2. Relación Yo-Ello
Es una relación sujeto-objeto, esta relación se puede tener con todo ente, también con
otras personas, simplemente las conozco, conceptualizo, juzgo y razono para adquirirlas,
representarlas y consumirlas o producirlas. Cuando el conocimiento es orientado por el ser
humano por el camino del uso y consumo se está en la relación yo-ello; esta relación no es una
relación degradante en sí misma, sino es una relación importante para la ciencia y la técnica.
La degradación está cuando el hombre se identifica en el uso y el consumo, es decir, cuando el
hombre usa y consume se encuentra en un relación de posesión: conoce para usar y consumir.
Cuando el hombre comienza a poseer a otros hombres se corre el riesgo de ser poseído y al
mismo tiempo el poseído comienza a poseer. El hombre hace parte de su identidad el tener y el
poseer y “mientras nos contentemos con poseernos como un objeto, no nos enteraremos del
hombre más que como una cosa más entre otras, y no se nos hará presente la totalidad que
tratamos de captar”58.

2.3. Relación Yo-Tú


En esta relación se conoce para hacerse responsable del conocido. El encuentro es una
capacidad humana, una posibilidad ontológica de estar con, y se identifica en el encuentro de
dos personas donde hay un conocimiento para hacerse responsable lo cual implica adecuarse
al “tú”, contemplar y ser contemplado, conocer y ser conocido, amar y ser amado59. La
relación con el “tú” es de tiempo, no es en un instante. El encuentro es una penetración
profunda en el tiempo, es un compartir y un acoger abriéndose mutuamente al amor. Donde
hay apertura de conocimiento y de responsabilidad es donde hay una verdadera relación “Yo-
Tú” tal como lo afirma Buber: “El amor no se adhiere al Yo como si tuviese al Tú sólo como
‘contenido’, como objeto, sino que está entre Yo y Tú. […] El amor es responsabilidad de un
Yo por un Tú”60. En ese sentido de responsabilidad podemos afirmar que sólo existe una
amistad verdadera donde hay amor, pues cuando no se llega al amor estamos en una etapa
inmadura de la relación “Yo-Tú”, y así lo expresa Martín Buber cuando afirma que sólo

                                                                                                               
58
BUBER, M. ¿Qué es el hombre?, Trad. Eugenio Imaz, F.C.E., México 1949, p. 7.
59
Cf. Ibíd., p.117.
60
BUBER, M. Yo-Tú, Trad. Carlos Díaz, Caparrós, Madrid 1998, p.20.

  27
amamos a quienes somos capaces de “ofrecerle toda nuestra personalidad para ayudarle a
crecer como persona”61.

Educar para Buber es la ayuda y responsabilidad del “yo” para que el “tú” descubra la
verdad, pero la ‘Verdad’ y la propia identidad (Yo-Tú). Y la verdad se descubre educando y la
educación consiste en acompañar al “yo” para que descubra esta ontología humana y aprenda
a ser responsable por otro distinto de él mismo, es decir, a que asuma la responsabilidad que
tiene con los otros62. La categoría de ayudar de Buber es un concepto que va de la mano con
las categorías psicológicas y antropológicas antiguas, es decir, se entiende que es compartir el
yugo, las nostalgias, las tristezas, las penas y las alegrías. Buber dice que si se comparte el
yugo del otro estamos en el camino de la responsabilidad pero aún no del amor, pues, aunque
el amor necesariamente lleve consigo la responsabilidåad, ésta no es en sí misma amor; se
requiere del anhelo por buscar la plenitud propia y del otro. Una de las características que
llega a manifestarse en esa responsabilidad es que, en cuanto el ser humano está en relación,
puede surgir el conflicto que a su vez despierta un deseo que no debería ser así, pero que
puede surgir a causa del compromiso por una auténtica realización del hombre:

“Es necesario que el hombre se dé cuenta, sobre todo él mismo, de que las situaciones
conflictivas que lo oponen a los demás son sólo consecuencias de situaciones conflictivas
presentes en su alma; y que por tanto debe esforzarse por superar el propio conflicto
interior para poder así dirigirse a sus semejantes como un hombre transformado,
pacificado, y enlazar con ellos relaciones nuevas, transformadas”63.

Salir del conflicto, para Buber, es la categoría de la determinación y la libertad, es cierto


que hay muchas cosas que no podemos cambiar pero también es cierto que el hombre tiene la
capacidad de sobrepasar los límites deterministas. La liberación que hay que realizar con el “tú”
es apoyar y empujar la libertad que él mismo tiene para responsabilizarse por él y por el “tú”,
de esa forma podrá liberarse de la esclavitud. La propuesta de Buber es voltear al hombre y
                                                                                                               
61
BUBER, M., en LÓPEZ QUINTÁS, A. El poder del diálogo y del encuentro, BAC, Madrid 1997, p. 231.
N.B. Esta idea de responsabilidad y amistad fundadas en el amor nos ayudan a comprender la esencia misma de
las relaciones solidarias que estudiamos en el apartado 1.3 del capítulo anterior. Esta comprensión de
responsabilidad nos permite asumir la idea de que los elementos altruistas son necesarios para aunar y compactar
a la sociedad.
62
Cf. BUBER, M. ¿Qué es el hombre?, Trad. Eugenio Imaz, F.C.E., México 1949, p. 23.  
63
BUBER, M., en LUCAS LUCAS, R. Horizonte vertical, BAC, Madrid 2008, p. 288.

  28
llevarlo a la comunidad, pero para eso será necesario la naturaleza ontológica del hombre: la
relación dialógica “yo-tú”. Frente al deseo de salir de las relaciones conflictivas para llegar a
relaciones plenificantes y plenificadoras podemos decir que la relación dialógica es
ontológicamente necesaria.

En esa relación dialógica, la pregunta del “yo” provoca una respuesta del “tu”; por eso
para Buber no puede haber plenitud sin diálogo; y es diálogo “lo que acontece en cada hora
concreta de la vida humana”64; únicamente es necesario que el hombre sea capaz de escuchar
la palabra que a él se le dirige y responder a la misma:

“En el instinto de contacto se realiza el Tú innato muy pronto, de modo que expresa cada
vez más nítidamente la reciprocidad, la ‘ternura’; pero el instinto de ‘autor’ que se
establece más tarde se determina también por el surgimiento de una ‘personificación’ de
lo hecho, por un ‘diálogo’”65.

Se denota en la anterior afirmación de Buber que el hombre no sólo descubre su ser


ontológico en el diálogo, sino que también se siente personificado al entablar una relación yo-
tú, es decir, el hombre se siente realizado en su dignidad y valor más profundo, rechazando los
fundamentos teóricos materialistas y el miedo a ser utilizado y consumido en una relación yo-
ello. Una vez que el hombre se redescubre en esa relación amorosa del yo-tu, abierto al otro, y
responsable de los demás, es capaz de abrirse a la comunidad y fundar en ella nuevas
relaciones dialógicas, pero de este tema nos encargaremos en el siguiente apartado con la
reflexión de Gabriel Marcel.

3. Ser y estar con los otros en Gabriel Marcel


Martín Buber afirmaba que “si la soledad es el bastión del aislamiento en que el ser
humano entretiene consigo mismo el diálogo no para probarse y dominarse a favor de lo
venidero, sino en la autocontemplación de su configuración anímica, entonces esto es la
verdadera caída del espíritu”66. En ese sentido, podemos decir que el origen real de la persona

                                                                                                               
64
ARROYO ARRAYÁS, J.L. La antropología dialógica en la historia de la filosofía, Revista Thémata # 39,
Universidad de Huelva 2007, p. 1.
65
BUBER, M. Yo-Tú, Trad. Carlos Díaz, Caparrós, Madrid 1998, p.31.  
66
Ibíd., p. 91.

  29
humana, el nacimiento, excluye la soledad. No sólo cada persona procede de otras, de los
padres por ejemplo, sino que la propia constitución del hombre de indigente o menesteroso,
hace que la vida personal sea necesariamente interpersonal, es decir, de convivencia.

En el pensamiento de Gabriel Marcel este sentido de convivencia se encuentra en total


comunión con Buber, para quien la idea de la fundamentación del ser se encuentra en la
relación personal con el “tú”. Sin embargo, Marcel da un paso más al considerar que la
intersubjetividad no sólo es una condición de la existencia personal sino la condición de la
subjetividad o intimidad, pues no hay “yo” o intimidad sin intersubjetividad, gracias a la cual
el hombre no sólo es persona sino que lo es plenamente67.

Entonces, la intersubjetividad no sólo es estar con los otros, sino es ser y estar con los
otros, pero principal y esencialmente es ser con los otros. Marcel afirmó que la
intersubjetividad y el ser están estrechamente vinculados, pero no son idénticos, por lo que la
intersubjetividad es una condición de perfeccionamiento de la persona68. Cuando la persona se
descubre siendo con los otros, en ese momento se identificará con la sociedad y arraigará en
ella los valores más profundos en cuanto condición de estadía con los demás.

3.1. Formas fundamentales de intersubjetividad


Para Marcel la intersubjetividad, al igual que la individualidad, no puede ser pensada
mediante un conocimiento abstracto, sino mediante un conocimiento concreto. Marcel
concede primacía al análisis de realidades y acontecimientos concretos, porque es entre ellos
donde se da la creatividad, se crean los diversos modos de encuentro y se abre, así, la persona
a la trascendencia69.

                                                                                                               
67
Cf. MARÍAS, J. Persona, Alianza, Madrid 1997, p. 43.
68
Cf. Ibíd., p. 40. N.B. Esta noción de trascender el ámbito de estar-con-los-demás para llegar a ser-con-los
demás nos permite entender el apartado 2.2 del capítulo anterior, donde veíamos que el hombre en cuanto
histórico formaba y se formaba con las instituciones. El hombre que es capaz de ser-con-los-demás manifestará
su adhesión a las instituciones pues reconocerá que éstas son creación de hombres que han sido, son y serán-con-
él.
69
Cfr. LÓPEZ QUINTÁS, A. Claves para la interpretación del pensamiento de Gabriel Marcel, Universidad de
Navarra, España 2005, p. 3.

  30
Marcel deja entrever en muchos de sus escritos que esta trascendencia sólo es posible en
el amor como forma suprema de intersubjetividad y del encuentro entre seres personales: “el
amor es la forma en la que los seres humanos se encuentran como tales, como dos tú y no
como dos objetos o dos seres que lo único que hacen es compartir información”70, sin embargo,
para llegar a esta noción y a la profundidad del amor hemos de detenernos en la condición
mínima para poder tratar a un ser como a un “tú”, capacidad que Marcel recapitula en la
respuesta.

3.1.1. La respuesta
El “él” es para Marcel el ser que no puede responder a las preguntas o que en su
respuesta sólo ofrece información, pero no a sí mismo. En esta situación el ser es tratado como
una fuente de información o como un objeto sobre el cual se tiene un diálogo con uno mismo,
sin que el otro participe en dicho diálogo. Sin embargo, si el otro es visto como un ser capaz
de responder, entonces es tratado como un “tú” porque un ser que es capaz de responder ha
comprendido la pregunta y la ha hecho suya, lo cual supone un encuentro entre el que
pregunta y el que responde. Marcel afirmó que en la pregunta y la respuesta está comprendida
la objetividad, puesto que es una forma de comunicación, pero a la vez está presente un
encuentro entre dos “tú”, y eso está más allá de la pura información u objetividad de la
pregunta y de la respuesta71. El diálogo es, por lo tanto, una comunión en la verdad y no sólo
una comunicación de la verdad.

Entendida como un encuentro, la pregunta es una llamada que puede ser o no ser
entendida y la respuesta, cuando es dada por un “tú” es vista como don, no como una simple
información. Ahora bien, según Marcel, esta experiencia de estar frente a un “tú”, propia de
las presentaciones formales o de las coincidencias, puede ser superada y acabar convirtiéndose
en un verdadero diálogo de dos “tú”:

                                                                                                               
70
MARCEL, G. Ser y tener, Trad. Ana María Sánchez, Caparrós, Madrid 2003, p. 116.
71
Cfr. MARCEL, G. Diario metafísico, Trad. José Rovira Armengol, Losada, Buenos Aires 1956, p. 144.

  31
“Un encuentro casual entre dos extraños puede dar lugar a una verdadera amistad, ya que
gracias a la comunicación ambos han sido capaces de superar la primera sensación de ser
un “él” frente a otro “él” y han llegado a ser un ‘nosotros’”72.

Como habíamos dicho, esta apertura de dos seres que se comportan como un “él” frente
a otro “él”, a dos seres que son dos “tú”, que forman un “nosotros”, es para Marcel una forma
primaria de amor. En el amor, según él, se descubre al otro como un “tú” y a uno mismo como
un “yo”. El amor y la respuesta son para Marcel del orden del misterio y, por ello, de lo no
comunicable directamente: “un mundo del que lo misterioso fuera excluido y donde todo lo
que tuviera el poder de comunicarse se comunicara directamente, espontáneamente sería un
mundo carente de amor”73. Que el amor sea del orden del misterio no significa que no sea
comunicable. El amor se expresa de muchas formas, pero no de forma predicativa, pues el
conocimiento predicativo no expresa el ser y no tiene ningún valor ontológico74.

3.1.2. La llamada
El “tú” es aquel ser al que se dirige un pregunta de tal modo que no lo convierte en un
objeto de cuestionario; en la medida en que se supera el plano objetivo y predicativo, el “tú”
está en orden de la libertad:

“no es la esencia en tanto que naturaleza lo que alcanzo en el tú. En efecto, al tratarlo
como él, yo reduzco el otro a no ser más que naturaleza: un objeto animado que funciona
de tal manera y no de tal otra. Por el contrario, tratando al otro como tú, yo lo trato, yo lo
capto como libertad; yo lo capto como libertad, porque él es también libertad y no
solamente naturaleza”75.

El amor accede al otro como ser libre; el “tú” es el ser libre y creativo al que el “yo” se
dirige. El amor o conocimiento del “tú” libera al “yo” de la interpretación ilusoria que lo
convierte en un sujeto cerrado en sí mismo. El “yo” se comprende como amante, como
invocación de un “yo” a otro “yo”. En este sentido, el amor es la apertura del “yo” y la
superación del “él” en la creación de un nosotros. Cuando un “yo” hace un llamado a un “tú”

                                                                                                               
72
Ibíd., p. 150.
73
Ibíd., p. 164.
74
Cf. Ibíd., p. 166.
75
MARCEL, G. Ser y tener, Trad. Ana María Sánchez, Caparrós, Madrid 2003, p. 154.  

  32
no lo hace con el afán de apresar su amor en una sentencia lógica, más bien se subordina él
mismo a ese amor: “si participo del amor ya no intentaré hacerlo entrar en mis categorías
lógicas; todo lo contrario: es a mi mismo todo entero al que intentaré refundir para penetrar en
él; yo no lo subordino a mí sino que yo me subordino a él”76.

Para Marcel el amor es una invocación o llamada y como tal está más allá del simple
objeto, es decir, la llamada se dirige a algo que de ninguna manera podría ser pensado como
un objeto. La llamada se dirige hacia un “tú” que en ningún momento puede ser pensado como
objeto, porque en el momento que esto suceda la relación interpersonal se mancha. De ahí que
Marcel tome el concepto “indispuesto” para hacer referencia a aquel ser para quien el otro no
cuenta y ante quien se es consciente de no existir77. Por el contrario, un ser disponible es un
ser con el que se está, con el que uno se encuentra, para quien el otro cuenta porque es un “tú”.
Es ese ser con el que se puede entrar a formar parte de los demás, es a partir del cual se afirma
la existencia del “yo”: “la existencia no puede ser atribuida más que a los otros en tanto que
otros y yo no puedo pensarme a mí mismo como existente más que en tanto que me concibo
como no siendo los otros; por lo tanto como siendo otro”78. Sin los otros, sin un “tú”, no hay
un “yo”.

Así, en la llamada, el “yo” afirma su existencia a la vez que la existencia del otro. Si una
persona quiere encontrarse consigo misma el único camino que se encuentra viable es la
comunicación (llamada-respuesta) amorosa con el otro, comunicación que, ciertamente no será
sólo teóricamente, sino exhaustiva, práctica, completa, de plenitud a plenitud, es decir, sólo en
el amor se da el conocimiento del ser y como el ser es plenitud, éste es una exigencia de
plenitud pues el hombre únicamente llegará a ser pleno en y por el amor79.

                                                                                                               
76
MARCEL, G. Diario metafísico, Trad. José Rovira Armengol, Losada, Buenos Aires 1956, p. 230.
77
Cf. MARCEL, G. Ser y tener, Trad. Ana María Sánchez, Caparrós, Madrid 2003, p. 50.
78
Ibíd., pp. 73-74.
79
N.B. Marcel considera que el amor humano para poder mantenerse como tal tiene que abrirse a la
trascendencia. En este punto Marcel coincide con Buber para quien el “tú” concreto se abre paso en el amor al tú
absoluto.

  33
3.1.3. El encuentro
Hemos visto como para Marcel, en la respuesta y en la llamada, la persona es capaz de
estar presente frente al otro reconociéndolo como una comprensión de mí mismo. Sin embargo,
existen otras formas de intersubjetividad, una de las más importantes para Marcel es el
encuentro, que es una experiencia espiritual que afecta profundamente a la persona y que no
puede explicarse por la afinidad de gustos, pues el encuentro es algo más:

“[…] Pero la presunta identidad de este gusto o de esta afección (afinidad de gustos) no
nos acerca, en el sentido real del término (encuentro), ella no tiene ninguna relación con la
afinidad íntima, única de su género, de la que se trata aquí. Por otra parte sería sobrepasar
los límites de este razonamiento válido tratar esta afinidad como causa y decir: ‘es
precisamente ella la que ha determinado este encuentro’”80.

El encuentro, según Marcel, pertenece al orden del misterio o de lo no problemático,


más que de la afinidad de gustos. Es algo que envuelve al ser humano, que comprende su
propio ser porque actúa como principio interno a uno mismo y no como una causa exterior81.
Es un fenómeno que es vivido como algo que modifica profundamente y sin lo cual uno no
sería quien es. Por ello, el encuentro es la expresión más neta de la intersubjetividad o apertura
del hombre a los otros hombres, es decir, la presencia mutua de dos personas y esta condición
de posibilidad lo expresa muy bien Gabriel Marcel en la siguiente frase:

“Encontrar a alguien no es solamente cruzarlo, ‘estar ahí’ al mismo tiempo que él; es estar,
al menos un momento, con él. ‘Estar ahí’ no es más que un dato ‘objetivo’; ‘ser con’ es el
acto libre que nos hace presentes el uno al otro. El encuentro es una co-presencia”82.

Como podemos constatar, la presencia y el encuentro son inexplicables, experiencias


gratuitas, dones o algo que se ofrece en un detalle o gesto, algo que se entrega al otro: “la
presencia es algo que se revela inmediata e irrecusablemente en una mirada, en una sonrisa, en

                                                                                                               
80
MARCEL, G., en GALLAGHER, K. La filosofía de Gabriel Marcel, Razón y Fe, Madrid 1968, p. 112.
81
Cf. GALLAGHER, K. La filosofía de Gabriel Marcel, Razón y Fe, Madrid 1968, pp. 97-103.
82
MARCEL, G., en GALLAGHER, K. La filosofía de Gabriel Marcel, Razón y Fe, Madrid 1968, p, 112. N.B.
Marcel deja la puerta abierta para fundar relaciones por medios electrónicos sin necesidad de la presencia física,
con la condición de que el encuentro se realice en una atmósfera de comprensión mutua, pues aún existiendo la
presencia física, tanto del “yo” como del “tú”, sin la comprensión de ser-con-el-otro, el encuentro se verá
mermado por los meros intereses pragmáticos de las partes.

  34
un acento, en un apretón de manos”83. En síntesis, podemos decir, que el hombre es un ser
abierto a los otros, un ser intersubjetivo porque sin los otros y sin la comunicación con ellos no
podría tener conciencia de sí mismo y no podría llegar a ser sí mismo, así, sin encuentro no
hay intersubjetividad y sin ésta no hay “yo”.

3.2. Intersubjetividad encarnada


Hemos establecido diferentes formas en las que el hombre puede establecer relaciones o
formas de ser con otros hombres. No obstante, existen ciertos modos de relación que son
básicos y a los cuales Marcel concede gran importancia, estos son: la familia, la comunidad de
hombres y la relación del hombre con Dios.

3.2.1. La familia
Marcel no se detiene a hacer un estudio sociológico de lo que es la familia, para él la
familia “es el acto infinitamente misterioso por el que una esencia toma cuerpo”84. La familia
por ser un misterio no puede ser estrictamente delimitada por el conocimiento objetivo, es
necesario hacer un examen más profundo e interdisciplinario de ella.

La primera característica que Marcel destaca de la familia es que es el fruto de la unión


amorosa de dos seres que comparten sus vidas y de ella nacen los hijos como respuesta de ese
amor. En la unión familia el hijo está en condiciones de decir: “yo encarno la respuesta a la
doble llamada que unos seres se han dirigido en lo desconocido y que, sin sospecharlo, la han
lanzado más allá de ellos mismos, a una fuerza incomprensible que no se expresa más que
dando vida”85.

A partir del anterior texto podemos entender a la familia, según el pensamiento de


Marcel, como una serie de relaciones personales basadas en la llamada y la respuesta y el
nacimiento del hijo es a su vez una nueva respuesta a una llamada de los padres. Así, la
familia se presenta como una presencia actual donde la intersubjetividad se encarna desde el

                                                                                                               
83
Ibíd., p. 125.
84
MARCEL, G. El hombre problemático, Trad. María Eugenia Valentié, Sudamericana, Buenos Aires 1956, p.
170.  
85
Ibíd., p. 172.

  35
origen, desde donde tenemos nuestras raíces y nuestro propio ser. Es necesario tener en cuenta
esta concepción de la familia para nuestro siguiente capítulo, pues ésta será una base firme
sobre la cual recaerán algunos planteamientos educativos para el mejor desarrollo de los
relaciones que se mantienen en la Web.

3.2.2. La comunidad humana


Después de la II Guerra Mundial, Marcel reflexionó sobre el sentido de comunidad
desde el punto de vista de la intersubjetividad, llegándola a considerar como una realidad
diferenciada de la colectividad y de la agregación. Para nuestro autor la comunidad está
fundada en el amor y el respeto de sus miembros, que comparten un objetivo o fin86. Según
Marcel, este respeto y amor sólo se puede lograr una vez que el hombre supere la
individualidad y la colectividad, pues es ahí donde podrá encontrar el verdadero sentido de la
comunidad, ya que “la comunidad es esencia para la personalidad porque la intersubjetividad,
o relación con otro, en la que está basada nos proporciona unos medios de descubrirnos a
nosotros mismos y de buscar nuevos soportes en el mundo”87.

La comunidad se encarna en la intersubjetividad cuando el hombre es fraterno con su


hermano, cuando es capaz de extenderle un saludo, cuando lo reconoce como un hermano
diferente y se alegra por su superioridad88. En este sentido de intersubjetividad, la fraternidad
se centra en el ser de la persona por lo que según Marcel, en la comunidad se pone de relieve a
la humanidad como valor universal89. Esa humanidad formada por hermanos pone de relieve
que la fraternidad humana tiene su origen en la fraternidad divina: “la fraternidad real entre
todos los hombres no se refiere tanto a los orígenes prehistóricos, tan lejanos y confusos, como
a la paternidad trascendente, actual, personal de Dios que nos ha creado, a ti y a mí y a todos
los otros”90.

                                                                                                               
86
Cf. MARCEL, G. Ser y tener, Trad. Ana María Sánchez, Caparrós, Madrid 2003, p. 174.
87
SMITH, J., en URABAYEN PÉREZ, J. El pensamiento antropológico de Gabriel Marcel: un canto al ser humano,
Eunsa, Pamplona 2001, p. 204.
88
Cf. URABAYEN PÉREZ, J. El pensamiento antropológico de Gabriel Marcel: un canto al ser humano, Eunsa,
Pamplona 2001, p. 207.
89
Cf. LÓPEZ QUINTÁS, A. El poder del diálogo y del encuentro, BAC, Madrid 1997, pp. 229-232.  
90
URABAYEN PÉREZ, J. El pensamiento antropológico de Gabriel Marcel: un canto al ser humano, Eunsa,
Pamplona 2001, p. 208.

  36
Por otra parte, esta misma afirmación de la fraternidad y de esas comunidades animadas
por el amor es para Marcel la afirmación de una cierta aristocracia espiritual, pues solamente
en el seno de grupos restringidos y animados por un espíritu de amor donde lo universal puede
efectivamente tomar cuerpo91. Frente a la colectividad y la agregación que Marcel intenta
superar se hace necesario recuperar el carácter concreto de las relaciones personales, el
verdadero sentido de la comunidad humana, que es la fraternidad de los hombres ante Dios,
fraternidad que estudiaremos en el siguiente apartado.

3.2.3. Relación intersubjetiva con Dios


La fe es para Marcel una respuesta a una llamada, no un silogismo. Por eso la relación
entre Dios y el hombre es una relación de diálogo: “Dios es el Tú absoluto, que no puede
convertirse jamás en él. De manera que la vida espiritual es esencialmente diálogo”92 y en ese
sentido el diálogo es un “hablar con”, más que un “hablar de”.

La relación entre Dios y el hombre es una relación personal, basada en la creencia, y


establecida entre dos “tú”. Dios es un “Tú” que no puede ser de ninguna manera un “él” y el
hombre se presenta ante Dios como un “yo” que tampoco puede ser reducido a un “él”. Frente
a Dios, el hombre es un “tú” ante un “Tú” absoluto, porque entre ambos hay una relación de
amor absoluto. Esta relación de amor entre Dios y el hombre se establece como una
invocación o llamada de un “Yo” a otro “yo”. La relación personal que el hombre puede
establecer con Dios es lo que permitió afirmar a Marcel que entre ambos hay un sentimiento
de comunidad, que es el fundamento ontológico de la invocación y de la fe, que, por dirigirse a
una persona absoluta, se convierte en una fidelidad absoluta93.

Así es como Marcel da una importancia considerable al aspecto de la intersubjetividad, a


tal grado que para él, al igual que para Buber, será una condición de la existencia personal. La
intersubjetividad la considera como la apertura más profunda del hombre, de tal forma que se
llega a presentar como la más radical e íntima apertura a las otras personas. De esa forma la

                                                                                                               
91
Cf. MARCEL, G. Ser y tener, Trad. Ana María Sánchez, Caparrós, Madrid 2003, p. 46.
92
MARCEL, G. Diario metafísico, Trad. José Rovira Armengol, Losada, Buenos Aires 1956, p. 141.
93
Cf. MARCEL, G. Ser y tener, Trad. Ana María Sánchez, Caparrós, Madrid 2003, p. 68.  

  37
intersubjetividad se presenta como una condición de perfeccionamiento de la persona, por lo
que el hombre necesariamente llega a encarnarse en esa intersubjetividad.

Esta concepción de intersubjetividad de la que nos habla Marcel tiene repercusiones en


la comprensión de la ética kantiana puesto que la idea del hombre como ser encarnado e
intersubjetivo se aleja totalmente del hombre entendido como ser autónomo, y sobre todo del
sujeto trascendental kantiano. Según Marcel la ética no puede basarse solamente en el
imperativo categórico kantiano: “obra de tal manera que tu acción tenga un valor universal”,
porque éste se dirige a la acción de una persona concreta y no a la de una persona que se
comprende dentro de una relación “yo-tú” con una conciencia heterocéntrica, es decir,
consciente de que se puede comprender únicamente a partir de los ‘otros’94.

Este planteamiento de formular un ética a partir de la intersubjetividad está muy bien


expresada en filósofos como Jürgen Habermas y Karl-Otto-Apel, para quienes “el principio
moral se concibe de tal modo que excluye como inválidas aquellas normas que no consiguen
la aprobación cualificada de todos los posibles destinatarios”95 . Para llegar a profundos
compromisos en los que la humanidad se vea comprometida en el amor, se requiere que los
receptores participen activamente para llegar a argumentar a favor de la verdad y esto sólo es
posible a través del diálogo, es decir, a través de la propuesta de ser-con-los-otros donde no
sólo yo soy pleno sino porque soy-con-los-otros, los demás también lo son. Veamos de que se
trata esta propuesta.

4. Ética del discurso


El objetivo de estudiar esta propuesta ética es la aplicación de los principios de
intersubjetividad que anteriormente ya hemos estudiado en la tensión que pueda presentarse
entre el discurso, el diálogo y la realidad, lo que quiere decir entre universalidad y
particularidad, entre existencia y esencia, entre razón e historia, entre pensamiento y
percepción, entre reflexión y espontaneidad. La ética del discurso surge como un decidido
intento de oponerse al cientificismo dominante desde la década de los cuarenta. Hemos de

                                                                                                               
94
Cf. MORENO VILLA, M. El hombre como persona, Caparrós, Madrid 2005, p. 86.
95
HABERMAS, J. Conciencia moral y acción comunicativa, Trad. Ramón Cotarelo G., Trotta, Madrid 2008, p. 74.

  38
recordar que de acuerdo con el ideal weberiano de la ciencia libre de valoraciones la
investigación racional puede juzgar las instituciones económicas, jurídicas, políticas o sociales
desde el punto de vista de su funcionalidad respecto a fines previamente dados, pero no aporta
índices o tablas estimativas con los que criticar o legitimar esos fines96.

A un resultado semejante conduce el rechazo de todo intento de fundamentación última


del conocimiento por parte del racionalismo crítico. Dada la imposibilidad de justificar hasta
el final nuestras convicciones, los criterios de la acción de la ética y política dependen a última
hora de una decisión de la voluntad que no es a su vez justificable racionalmente. En estas
circunstancias se deja ver que el predominio weberiano (la ciencia libre de valoraciones) de la
razón instrumenta manipuladora, impide entender la interacción humana de otro modo que en
términos de estrategias de poder que buscan el sometimiento del otro; mientras que el
decisionismo surte un efecto paralizante al hacer invariable la critica racional de las normas e
instituciones sociales97.

Precisamente a estas dos consecuencias negativas del cientificismo dominante se


enfrenta la ética del discurso, que afirmará la posibilidad de una fundamentación estrictamente
racional de un principio moral incondicionado tal como lo propone Apel:

“Lo que hay que hacer más bien es aplicar el principio de universalización del imperativo
categórico, utilizado por Kant, a la comunicación real de los interesados y esto quiere
decir: intentar probar como universalmente capaces de consenso las normas propuestas ya
dadas por la tradición. Aquí está […], la posible validez de reglas o normas,
correspondiente al principio deontológico de universalización”98.

Aquí está, por así decirlo, la dimensión de futuro de la mediación comunicativa de la


posible validez de reglas o normas, correspondiente al principio deontológico de
universalización. Es necesario aclarar que esta mediación de comunicativa de validez (la
dimensión de una formación de consenso, orientada por el principio de universalización)
                                                                                                               
96
Cf. Ponencia presentada en el “Congreso sobre comparación entre las formas de fundamentación trascendental
y dialéctica”, convocado por la Asociación Internacional Hegeliana, Stuttgart, junio de 1981.
97
Cf. RODRÍGUEZ DUPLÁ, L. Ética, BAC, Madrid 2006, p. 166.
98
APEL, K.-O., en BLANCO FERNÁNDEZ, D. PÉREZ TAPIAS, J. SÁENZ RUEDA, L. Discurso y Realidad, Trotta,
Madrid 1994, p. 22.

  39
presupone como principio regulativo, la idea de comunidad de comunicación ilimitada e ideal.
Además el consenso no es entendido como una lluvia de meras opiniones sino que se trata de
la argumentación crítica de las pretensiones de validez que surgen durante el diálogo99.

4.1. Principio deontológico de universalidad


La ética del discurso ofrece un fundamento moral que transforma dialógicamente el
principio formal kantiano de la autonomía de la voluntad en el principio procedimental de la
ética discursiva. Tal principio puede formularse del siguiente modo:

“Todos los seres capaces de comunicación lingüística deben ser reconocidos como
personas, puesto que en todas sus acciones y expresiones son interlocutores virtuales, y la
justificación ilimitada del pensamiento no puede renunciar a ningún interlocutor y a
ninguna de sus aportaciones virtuales a la discusión”100 .

En este texto Apel reconstruye desde una perspectiva dialógica dos conceptos clásicos
de la ética occidental: el concepto de persona y de igualdad. La persona se nos presenta como
un interlocutor válido, que como tal debe ser reconocido por cuantos pertenecen a la
comunidad de hablantes. La idea de igualdad se torna ahora comunicativa, en la medida en
que ninguna persona, ningún interlocutor válido puede ser excluido de la argumentación
cuando ésta versa sobre normas que lo afectan. O por, decirlo en palabras del postulado ético-
discursivo de Habermas: “Toda norma válida encontraría la aprobación de todos los afectados,
siempre que éstos puedan tomar parte del discursa práctico” 101. Es aquí donde se hace
necesario aclarar que la ética discursiva no proporciona orientaciones de contenido, sino
solamente un procedimiento lleno de presupuestos que debe garantizar la imparcialidad en la
formación de juicios, es decir, el discurso práctico o ética discursiva, es un procedimiento no
para la producción de normas justificables, sino para la comprobación de la validez de normas
ya postuladas de modo hipotético.
                                                                                                               
99
Cfr. Ibídem. N.B. La comunidad de comunicación ilimitada e ideal que proponen Habermas y Apel, parece ser
que mantiene semejanza en los procesos dialógicos que se mantiene en la Web, donde el espacio y el tiempo son
transformados por el usuario y éstos ya no son límites para mantener un verdadero encuentro dialogal, pues para
éstos filósofos pensar en una comunidad ideal de comunicación presupone sea realizado sin presión de tiempo y
espacio.
100
Ibíd., p. 76.
101
HABERMAS, J. Conciencia moral y acción comunicativa, Trad. Ramón Cotarelo G., Trotta, Madrid 2008, p.
127.  

  40
4.1.1. Pretensiones de validez
Según Habermas “no hay enunciado aseverativo alguno que pueda conseguir la
autonomía de las normas si no es mediante una acción de habla”102, y a su vez, esta acción de
habla debe contener tres pretensiones de validez: verdad, justicia y sinceridad:

“[…] con cada enunciado inteligible el hablante formula una pretensión de ‘verdad’: que
el enunciado hecho es verdad (esto es, que coincide con los presupuestos existenciales de
un contenido propositivo mencionado); de ‘justicia’: que la acción del habla es justa con
relación a un contexto normativo existente (y, que, por lo demás, el propio contexto
normativo en el que se dan es legítimo); y de sinceridad: la intención que se manifiesta
por el hablante se ajusta a lo que se expresa”103 .

Es decir, en la ética del discurso se hace necesario el tránsito del “‘yo pienso’ al
‘nosotros argumentamos’”104 y esta argumentación debe cumplir con las tres pretensiones de
las que nos habla Habermas. No basta con pretensiones de verdad y de justicia, que se pueden
garantizar por medios discursivos, esto es, aduciendo razones, sino que es necesario
pretensiones de sinceridad, mediante un comportamiento congruente. Quien rechaza una oferta
inteligible de acto de habla niega la validez del enunciado al menos en uno de los tres aspectos
que Habermas propone: verdad, justicia y sinceridad, pues según nuestro autor, cada una de
las pretensiones cumple al menos una función: la verdad está en orden de la representación de
hechos objetivos, la justicia es garantía de efectivas relaciones interpersonales y la sinceridad
de verdaderas manifestaciones de vivencias105; de tal forma que un “no” de estas pretensiones
manifestaría no estar en consonancia con el mundo de los hechos objetivos existentes, con
nuestro mundo de relaciones interpersonales legítimamente reguladas o con el correspondiente
mundo de las vivencias subjetivas. En la comunicación cotidiana normal no se diferencian en
absoluto estos tres aspectos; pero cuando se está en desacuerdo, o en palabras de Buber, en
conflicto, los hablantes pueden diferenciar entre referencias al mundo singulares y convertir en
objeto de estudio las aspiraciones de validez aisladas y coincidir en algo, sea ello objetivo,
subjetivo o normativo. Al final de cuentas, el hecho de que alguien piense de verdad lo que
                                                                                                               
102
Ibíd., p. 71.
103
Ibíd., p. 141.
104
CORTINA, A.,   en BLANCO FERNÁNDEZ, D. PÉREZ TAPIAS, J. SÁENZ RUEDA, L. Discurso y Realidad, Trotta,
Madrid 1994, p. 75.
105
Cf. HABERMAS, J. Conciencia moral y acción comunicativa, Trad. Ramón Cotarelo G., Trotta, Madrid 2008,
pp. 121-146.

  41
dice es algo que sólo puede demostrarse mediante la congruencia de sus actos y no
acumulando razones.

Frente a la propuesta habermasiana, no sólo se requiere de una comprensión ontológica


relacional yo-tú (Buber), ni de la comprensión del ser-con-el-otro (Marcel), sino que se
requiere que estas relaciones cumplan con las pretensiones de validez pues sin la aceptación
tácita de estas pretensiones por parte de los interlocutores, la comunicación se hace imposible.

4.2. Posibilidades del discurso


Ahora bien, no podemos descartar la argumentación frente a la congruencia de los actos,
sino todo lo contrario, argumentación y congruencia hacen de la ética del discurso una ética
realista. Tal argumentación habrá de consistir en la aclaración del sentido de sus afirmaciones
y en la aportación de las razones que a su juicio las avalan: “la argumentación se ha de
elaborar bajo la forma de una ‘lógica informal’, ya que no es posible imponer un acuerdo entre
las cuestiones teóricas o práctico-morales de modo deductivo ni mediante pruebas
empíricas”106. En la argumentación no se trata de llegar a una decisión colectiva de las
intenciones individuales, sino se trata de la puesta en manifiesto de las posibilidades de acción
garantizando que todo afectado tenga la oportunidad de dar su aprobación de modo voluntario.

Este proceso sólo es posible en el marco de un diálogo en el que cada cual reconoce la
condición personal, racional de sus interlocutores y busca el entendimiento con ellos. De ahí
que la pragmática formal afirme que la comunicación humana presupone una situación ideal
de habla (Apel) o comunidad de comunicación ilimitada e ideal (Habermas) en la que el
consenso finalmente alcanzado por los interlocutores tras un diálogo abierto, desarrollado sin
presión de tiempo y en condiciones de simetría, obedezca únicamente a la fuerza de los
argumentos aportados. A este diálogo orientado al logro de un consenso enteramente racional
se le da el nombre técnico de “discurso”107. Así, el principio kantiano de universalización es
reformulado por Habermas en los siguientes términos:

                                                                                                               
106
Ibíd., p. 73.
107
Cf.  RODRÍGUEZ DUPLÁ, L. Ética, BAC, Madrid, 2006, p. 167.  

  42
“Toda norma válida ha de satisfacer la condición de que las consecuencias y efectos
secundarios que para la satisfacción de los intereses de cada cual se derivarán,
previsiblemente, de su aceptación general, puedan ser aceptados libremente por cada
afectado”108.

Como el cumplimiento de esta condición sólo puede comprobarse mediante el discurso,


Habermas se ve en la necesidad de formular el siguiente postulado ético discursivo: “Toda
norma válida encontraría la aprobación de todos los afectados, siempre que estos puedan
tomar parte en el discurso práctico”109.

Recapitulando podríamos decir que una ética discursiva aparece con los supuestos de
que las aspiraciones de validez normativa poseen un sentido cognitivo y se pueden tratar como
aspiraciones de verdad, y la fundamentación de normas y mandatos requiere la realización de
un discurso real que, en último término, no es monológico y no tiene nada que ver con una
argumentación que se formulara hipotéticamente, sino que se realiza bajo la pretensión de
formular no sólo lo bueno para nosotros sino lo bueno y lo justo para todos.

Para terminar este capítulo es necesario remarcar la atención en dos puntos: En el


primero podríamos hacer notar que el hombre es de tal forma relacional que la presencia de un
“yo” exige categóricamente la presencia de un “tú” y sin esta presencia, es inconcebible
pensar en la comprensión de uno mismo, aspecto fundamental para lograr relaciones
interpersonales fructíferas; además, la realización del hombre como persona tiene lugar en el
ámbito de comunidad, es decir, la persona es esencialmente comunitaria, teniendo como
contrario toda aquello que sea considerado masa, aglomeración indiferenciada y sociedad sin
rostro en la que los individuos son semejantes pero no próximos. Llegar a excluir todas estas
nociones de masa es un sueño casi utópico del personalismo comunitario, por lo que se hace
necesario un método que nos guíe en el camino para lograr este objetivo.

El segundo punto que sintetiza este capítulo responde al objetivo del personalismo; en
cuanto que Habermas intenta dar un método por el cual el hombre puede llegar a formar
                                                                                                               
108
HABERMAS, J. Conciencia moral y acción comunicativa, Trad. Ramón Cotarelo G., Trotta, Madrid 2008, p.
125.  
109
Ibíd., p. 127.

  43
principios universalmente válidos que rijan las comunidades y al mismo tiempo hagan de ellas
entidades basadas en el diálogo cuyas pretensiones de validez son la verdad, la justicia y la
sinceridad. Habermas, en consonancia con el personalismo expresado en Martín Buber y
Gabriel Marcel, pondrá como condición de posibilidad para su método, el reconocimiento del
ser relacional de la persona, de tal forma que el diálogo es parte primordial en el proceso de
formulación de dichos principios.

Ahora bien, frente a al método que propone Habermas y la reflexión personalista del ser
dialógico del hombre, y en relación con nuestro primer capítulo surgen las cuestiones: ¿las
relaciones interpersonales que se forman por medio de las redes sociales llevan a la comunidad
ideal de comunicación de la que habla Habermas?, ¿cómo podemos aplicar el método que
propone Habermas en los proceso dialógicos que se presentan en Internet?, y ¿cómo podemos
iluminar estas relaciones a la luz del personalismo comunitario y de la ética social? Todas
estas cuestiones las abordaremos en el siguiente capítulo a partir de principios universales
éticamente válidos para todas las personas independientemente de su raza, condición social,
cultura, religión, etc. Estos principios éticos estarán en orden de los fenómenos que se
presentan en las redes sociales, los cuales señalamos en el primer capítulo; por tanto no
agotaremos la reflexión ética en torno a las redes sociales, sino sólo hablaremos de aquellos
fenómenos que ya hemos estudiado y que tiene repercusión normativa en nuestras relaciones
interpersonales.

  44
Capítulo III
“Principios éticos en Internet”

“He aquí una fuerza enorme e incalculable… que de repente se ha desatado sobre
la humanidad; que ejerce todo tipo de influencias sociales, morales y políticas;
que lanza sobre nosotros problemas novedosos que exigen solución inmediata;
que destierra lo viejo antes de que lo nuevo esté maduro para reemplazarlo;… Y,
sin embargo, con la curiosa insensibilidad de una época material, rara vez
observamos este nuevo poder de otra manera que como una máquina que sirve
para ganar dinero y ahorrar tiempo… pocos de entre aquellos… que están
convencidos de que puedan controlarlo se han parado a pensar en él como… el
motor del cambio social más tremendo y de largo alcance que, para bien o para
mal, nunca haya afectado a la humanidad”110.

Tras leer el anterior párrafo se podría pensar, dado la temática de esta tesis, en Internet y
su poder transformador. Sin embargo, se refiere al ferrocarril transcontinental, cuyo texto está
fechado en 1868. En base a este texto, podríamos concluir que, en el fondo, lo que nos ocurre
en la actualidad ya ha sucedido en otras épocas de la historia y/o que ante cada nuevo adelanto
tecnológico repetimos las mismas advertencias, las mismas fobias y las mismas filias. Ahora
bien, también nos puede servir para reflexionar sobre la existencia de momentos en la historia
de la humanidad, en los que el ser humano se encuentra frente a situaciones radicalmente
nuevas, en las que existe implicación social que pretenden una mejor calidad de vida. La
pregunta clave, a la que intentaré dar respuesta en las siguientes líneas es: ¿qué implicaciones
sociales existen en Internet, y principalmente en las redes sociales?, y ¿de qué forma mejoran
la calidad de vida?

Juan Pablo II advierte que Internet está creando una cultura propia. Así, en el mensaje
para la XXXVI Jornada mundial de las comunicaciones sociales afirma:

                                                                                                               
110
GRAHAM, G., en GARCÍA FERNÁNDEZ, F. Ética en Internet, Rialp, Madrid 2007, p. 46.

  45
“Internet es ciertamente un nuevo ‘foro’, entendido en el antiguo sentido romano de lugar
público donde se trataba de política y negocios, se cumplían los deberes religiosos, se
desarrollaba gran parte de la vida social de la ciudad, y se manifestaba lo mejor y lo peor
de la naturaleza humana. Era un lugar de la ciudad muy concurrido y animado, que no
sólo reflejaba la cultura del ambiente, sino que también creaba una cultura propia. Esto
mismo sucede en el ciberespacio”111 .

Las grandes carreteras cibernéticas han distribuido nuevos modelos sociales a todo el
planeta, lo que provoca, no sólo cambios en las reglas de la economía y las comunicaciones,
sino que modifica los patrones culturales de los pueblos, que de muchas formas se sienten
atraídos a adoptarlos en un proceso incomparable por sus dimensiones y su rapidez, es decir,
los pueblos están sustituyendo una determinada cultura por otra que resulta más dominante.

En nuestros días el proceso está en pleno auge, pero no es un proceso espontáneo, algo
que de pronto aparece sin que sepamos ni de dónde ni cómo ha surgido; no es la consecuencia
natural del mero proceso evolutivo social o de un consenso logrado entre todas las naciones;
son decisiones concretas tomadas de personas libres y con plena determinación para hacerlo.

Por otro lado, una nueva conformación planetaria ya no permite hablar hoy de tercer o
primer mundo, porque con la caída del bloque socialista regido por el imperio soviético, el
planeta se polarizó en lo que ahora se llaman ejes norte y sur. La mayoría de las grandes
potencias mundiales se aglutinan en el eje norte, en tanto que los llamados países en vías de
desarrollo, y los subdesarrollados, se localizan hacia el sur112. Este fenómeno no sólo queda en
la mera división norte-sur, sino que se hace sentir en el acceso que se tiene a la tecnología;
esta división será el primer punto a considerar dentro del ámbito ético que concierne al uso de
la tecnología cibernética.

1. Brecha digital
Una de las más importantes preocupaciones que se tiene hoy en día sobre las nuevas
tecnologías es lo que se denomina brecha digital, “una forma de discriminación que separa a
                                                                                                               
111
JUAN PABLO II, Internet: un nuevo foro para la proclamación del Evangelio, Mensaje para la XXXVI Jornada
Mundial de las Comunicaciones Sociales, n.2.
112
Cfr. GONZÁLEZ ESCOTO, A. El modelo social de la globalización y su impacto en la cultura cristiana, UNIVA,
México 2003, p. 23.

  46
los ricos de los pobres, tanto dentro de las naciones como entre ellas, sobre la base del acceso
o no a la nueva tecnología de la información”113. Estrictamente hablando el fenómeno de la
desigualdad no es nuevo, pero sí más agudo, profundo e injusto. Hoy se habla de brecha
digital y antes se hablaba de brecha entre alfabetas y analfabetas. De modo que parece
necesario analizar más a fondo esa realidad, que evidentemente es inicua pero en el fondo no
nueva. Lo novedoso, es que la separación digital que existe la conocemos mejor gracias a la
información inmediata o tiempo real, es decir, la realidad y el conocimiento de los cambios de
hoy son más expeditos y patentes.

Esta situación nos lleva a desear el acceso a las nuevas tecnologías a todos los hombres
y no sólo a unos cuantos, de forma que puedan participar en los beneficios y el desarrollo de la
tecnología. Ser más instruidos, hacer y conocer es el deseo de muchos hombres, y aún cuando
algunos lo logran realizar, se hace urgente el considerar al gran número de personas que viven
condenados a vivir en condiciones que hacen ilusorio este legítimo deseo. Ante tal situación,
se hace necesaria, tal como lo afirma Gómez Granados, “la difusión y enseñanza del uso de
las nuevas tecnologías y no dedicarse sólo a ofrecer contenidos, por buenos y creativos que
sean”114. Es necesario que la persona se proponga mejorar la educación y cultura de la
humanidad; el Internet, y en general los medios de comunicación, no las cambiarán por
voluntad propia. En la medida que se comprendan las enormes posibilidades que estos medios
ofrecen para el mejor desarrollo de la sociedad se podrá ver a la persona humana y la
comunidad como el fin y la medida de uso de los medios de comunicación social; en ese
sentido, la educación está llamada a realizarse de persona a persona, con vistas al desarrollo
integral de las mismas115.

Frente al amplio campo de las nuevas tecnologías y la educación que se requiere para
formar una sociedad comunitaria con los que menos tienen se hace urgente señalar la
necesidad del diálogo para llegar a un verdadero enriquecimiento intercultural. En efecto, “el
diálogo entre las culturas resulta hoy particularmente necesario si se considera el impacto de

                                                                                                               
113
PONTIFICIO CONSEJO PARA LAS COMUNICACIONES SOCIALES, Ética en Internet, n. 10.
114
GÓMEZ GRANADOS, M. La cultura digital en la era de la comunicación, IMDOSOC, México, D.F. 2004, p. 30.
115
Cf.  PONTIFICIO CONSEJO PARA LAS COMUNICACIONES SOCIALES, Ética en Internet, n. 3.  

  47
las nuevas tecnologías de la comunicación en la vida de las personas y de los pueblos”116.
Gracias al diálogo el hombre podrá llegar a la sensibilidad cultural y el respeto de los valores y
creencias de los demás, ya que el diálogo intercultural “protege la diversidad de culturas como
expresiones históricas diversas y valiosas de la unidad originaria de la familia humana […]
salvaguardando la comprensión y comunión recíprocas”117.

Frente a la brecha digital, sólo nos resta decir que ni la tecnología, ni la sociedad, ni el
bien de la humanidad pueden condicionar los caminos ni interferir en la libertad de la persona
para que ésta se realice de modo pleno, sino que se está llamado a generar un mínimo de
condiciones donde las personas logren una comunidad ideal de complementariedad entre los
que menos tienen con los que más tienen.

2. Pérdida de identidad
En el primer capítulo apuntábamos cómo, tanto el emisor como el receptor, son
elementos necesarios e indispensables para el mutuo reconocimiento e interacción de las
personas, fundamentalmente señalábamos su importancia en el reconocimiento e interacción
que se da, cuando existe un verdadero intercambio de ideas. En Internet, y principalmente en
las redes sociales, las personas que establecen un diálogo corren el riesgo, por la ausencia de la
presencia física y el orden alternativo del tiempo y del espacio, de perder el papel que juegan
en la comunicación, por lo que se ubican a sí mismos como meros comunicadores, sin dejarse
interpelar por lo que el otro es capaz de informar y modificar en su conocimiento; en ese
sentido podemos decir que falta “humildad” para reconocer que la otra persona es capaz de
modificarme y modificarse. Esta situación podría traer como consecuencias la ausencia del
sentido de lo humano, con sus inevitables consecuencias: incapacidad de compasión, egoísmo
individualista y desconfianza en los demás. Este hecho se intensifica en la Web porque ésta
permite la confusión de imagen y representación, porque en ella el sujeto, que puede realizar
esta distinción, se multiplica, se libera de sus límites y se diluye entrando con una identidad
múltiple. Esta situación fomenta que las personas jueguen voluntariamente con su identidad

                                                                                                               
116
JUAN PABLO II, Mensaje para la XXXIV Jornada Mundial de la Paz, n. 11.
117
Ibíd., n. 10.

  48
convirtiéndose en pioneros de una humanidad que “sólo puede asegurar técnicamente su
supervivencia a costa de renunciar a la subjetividad”118.

En muchas ocasiones la identidad es considerada como la colección de rasgos de una


persona. Normalmente a la hora de definir a una persona se enumera una serie de rasgos con el
fin de indicar a qué persona nos referimos o cómo la entendemos. Sin embargo, aquí se niega
que esto constituya la identidad personal, porque no basta con tener una colección de rasgos,
sino, además, hay que tener la conciencia y la vivencia refleja de aquellos rasgos. La identidad
implica autoconciencia y reflexión sobre uno mismo, es decir, es una construcción reflexiva.
Por tanto, la persona que se envuelve en una cultura a expensas de perder su identidad, no sólo
ve degradada su conciencia de ser, sino, pierde la noción de lo que quiere ser, de lo que se
propone ser y hacia quien dirige su obrar, actuar y ser.

Frente a esta problemática es preciso plantearse, en primer lugar, la identidad como “la
integración de todas las identificaciones y de las imágenes previas de uno mismo (identidad
personal), o del mundo y de la cultura”119 a la luz de una sociedad en comunión y no sólo de
conexión; comunión basada en la fraternidad y complementariedad. Porque una vez
recuperada la identidad se podrá dar sentido y experiencia a las relaciones dialógicas,
iluminando y orientando toda la vida, dándole a la persona, una prioridad sobre las masas. Es
preciso decir que la identidad no es algo que se posea de una vez para siempre, sino que es
como la vida, que se va haciendo, se va construyendo continuamente en nuestro vivir, con
nuestras experiencias, decisiones, relaciones con los otros, momentos o situaciones socio-
culturales que vivimos, etc., y en ese sentido la revolución cibernética que vivimos la podemos
convertir en una herramienta que nos ayude a construir nuestra identidad durante toda la vida
como una tarea permanente. En resumen, “una persona con un sentimiento razonablemente
estable de la identidad personal tiene sensación de continuidad biográfica y es capaz de
captarla reflejamente y, en mayor o menor grado, de comunicarse con los demás”120.

                                                                                                               
118
OTTMAR, J. Ciberética: ¿Nuevos desafíos o antiguos problemas?, Revista Concilium 309, Verbo Divino,
Febrero 2005, p. 26.  
119
AMENGUAL, G. Antropología filosófica, BAC, Madrid 2007, p. 245.
120
TAYLOR, Ch., en AMENGUAL, G. Antropología filosófica, BAC, Madrid 2007, p. 244.

  49
En un segundo lugar, es preciso no ver al Internet sólo en este aspecto negativo, es
necesario verlo con una perspectiva positiva y estimulante. Se puede lograr un avance en la
humanidad si las personas son capaces de plantear el progreso tecnológico en pro de los más
necesitados, pues una vez que el hombre logre afrontar su identidad llegará a ser mejor, es
decir, “será más consciente de la dignidad de su humanidad, más responsable, más abierto a
los demás particularmente a los más necesitados y a los más débiles, más disponible a dar y
prestar ayuda a todos” 121 . En ese sentido el hombre está llamado a establecer no sólo
relaciones de justicia o cooperativas sino solidarias, con las cuales se llegue a obrar en
conjunto, de modo coordinado de los distintos miembros para conseguir fines comunes.
Internet “puede ser un medio para resolver problemas humanos, promover el desarrollo
integral de las personas y crear un mundo regido por la justicia, la paz y el amor”122. Se trata
de una visión prodigiosa, pero Internet y con él las redes sociales, tienen la capacidad de hacer
de cualquier persona, en cualquier lugar que se encuentre, un compañero en las dificultades y
contrariedades de la vida. Pero este objetivo sólo se podrá lograr a la luz de sólidos principios
éticos, principalmente el de la solidaridad definido como “la disposición a comprometerse a
fines comunes o en fines de otros, que uno considera como amenazados y a la vez como
valiosos y legítimos”123, es decir, procurar el bien común de la multitud de tal modo que cada
persona concreta, no sólo en el ámbito de una clase privilegiada, sino de la entera población,
pueda verdaderamente alcanzar el grado de independencia propio de la vida civilizada.

Si el fin supremo de la sociedad es mejorar las condiciones de la vida humana en sí


misma y si la persona es el ser más digno y valioso que existe, es entonces cuando
comprendemos que la sociedad y con ella las nuevas herramientas tecnológicas deben estar al
servicio de la persona. La tecnología con toda su riqueza, el mercado y las demás instituciones
sociales tiene sentido y se justifican en la medida en que sirven de un modo u otro al bien de la
persona, que es quien tiene el rango ontológico más elevado. En terminología de derechos esto
significa que la persona tiene derechos inviolables que la tecnología nunca puede traspasar ni
violar porque estaría atentando contra su dignidad, algo que jamás estará justificado.

                                                                                                               
121
JUAN PABLO II, Redemptor hominis, n.15.
122
 PONTIFICIO CONSEJO PARA LAS COMUNICACIONES SOCIALES, Ética en Internet, n. 5.  
123
AMENGUAL, G. Antropología filosófica, BAC, Madrid 2007, p. 380.

  50
Es importante señalar que para poder ejercer la solidaridad es necesario, en cuanto que
se considera a la persona no como un ser solitario sino que alcanza su plenitud personal en
comunidad, poner en práctica el método discursivo que propone Habermas para que la ayuda
brindada esté abierta a la comunión entre las personas, de tal forma que esta comunión lleve al
conocimiento real de las necesidades con el fin de “buscar el bienestar y la realización de los
miembros de la comunidad dentro del respeto al bien común de todos. Pero para discernir este
bien común se requieren la consulta y el diálogo”124. Y una vez alcanzada la comunidad ideal
de comunicación, es cuando podemos comprender la necesidad de mantener un recto y
adecuado uso de las redes sociales, al que se nos impone la obligación de vincularnos no
solamente con el bien material, sino también al espiritual de la comunidad, es decir, no
podemos aislarnos en un cómodo egoísmo protegido por el escudo de nuestra propia dignidad
o de nuestras cualidades personales, sino que se tiene un deber moral de solidaridad y de
compromiso con la sociedad en la que vivimos; deber de solidaridad que impone la obligación
de construir una buena sociedad y de dedicar a ello buena parte de nuestras propias ilusiones,
recursos y esfuerzos.

De esa forma, una vez que la solidaridad se realice en torno al diálogo experimentado
por medio de las nuevas tecnologías se podrá rescatar el verdadero valor, tanto del emisor
como del receptor, evitando el riesgo de perder la identidad tanto del “yo” como del “tú”. Esta
importancia se refleja en Apel, quien establece que:

“Todos los seres capaces de comunicación lingüística deben ser reconocidos como
personas, puesto que en todas sus acciones y expresiones son interlocutores virtuales, y la
justificación ilimitada del pensamiento no puede renunciar a ningún interlocutor y a
ninguna de sus aportaciones virtuales a la comunicación”125 .

Es decir, la persona se presenta como un interlocutor válido, que como tal debe ser
reconocido por cuantos pertenecen a la comunidad de hablantes. La idea de igualdad de la que
habla Apel se torna comunicativa, es decir, en la medida en que ninguna persona sea excluida
del diálogo, se evitan establecer desigualdades y despreciar el pensamiento de la otra persona.
                                                                                                               
PONTIFICIO CONSEJO PARA LAS COMUNICACIONES SOCIALES, Ética en las comunicaciones sociales, n. 12.  
124
125
APEL, K-O., en BLANCO FERNÁNDEZ, D. PÉREZ TAPIAS, J. SÁENZ RUEDA, L. Discurso y realidad, Trotta,
Madrid 1994, p. 76.

  51
En la medida que aceptamos el diálogo de la otra persona, seremos capaces de recuperar la
identidad de emisor y receptor.

3. Desinstitucionalización
La experiencia de la historia nos es dada de múltiples maneras: por el paso del tiempo, el
cambio de épocas, la vivencia personal, la vivencia de la libertad y la acción, de modo que
somos conscientes de que hacemos historia por nuestra acción y por nuestras opciones. La
sociedad se ha ido formando de todas estas experiencias que el hombre ha fraguado a lo largo
de generaciones llegando a formar con ellas numerosas instituciones, pues las relaciones
sociales llevan el signo de lo institucional.

Con la incorporación de la Web 2.0, los modelos dialógicos y procesos comunicativos


poseen características impresionantes: instantáneos, inmediatos, mundiales, descentralizados,
interactivos, ilimitados en sus contenidos y alcance, flexibles y adaptables. Estas
características exigen que la persona tenga sus sentidos en acto porque “la elección se presenta
como bien, la novedad se confunde con la belleza y la experiencia subjetiva suplanta a la
verdad”126. A su vez, esta actualización invita a anclarnos al presente, a olvidar la memoria, el
pasado y el futuro, es decir, a olvidarnos de la historia y por tanto a romper los lazos que
existen con las instituciones.

En cualquier momento y lugar “yo puedo hacer lo que me dé la gana” es la frágil


excusa que muchas personas utilizan para liberarse de las normas morales que contraen al
pertenecer a una institución. El problema no radica en la banalización del mundo, es más bien,
la pasividad de compromiso que exige una institución. Las personas quieren ayudar, ya no
desde un institución sino desde un síntoma emotivo que pueden generar imágenes y audio en
conjunto frente a una realidad. Y haciendo uso de esa emotividad los medios mantienen una
lucha por acumular dinero, sometiendo a la sociedad a un intenso bombardeo de violencia,
degradación e inmoralidad como pautas de conducta válidas. Inclusive se llega a reconocer
que “si el producto vende, todo lo demás es lo de menos”; se cae en un afán por rehuir a la

                                                                                                               
126
BENEDICTO XVI, en FLORES CUETO, J. Las redes sociales. Revista Enlace Virtual # 1, Universidad san Martín
de Porres, Octubre del 2009, p.10.

  52
responsabilidad de los dueños de los medios descargando la culpa en la sociedad bajo el
argumento “si eso quieren, eso les damos”. Es aquí donde se hace urgente atender los límites
que el sentido común y muchas instituciones legales imponen a la libre expresión de las ideas
en aras de tutelar un bien jurídico que tenga repercusiones en el orden del bienestar social. Al
final de cuentas hemos de aceptar que la crudeza, obscenidad, vicio, y violencia que toleramos
en nuestros monitores, son la crudeza, obscenidad, vicio y violencia que soportamos en
nuestra vida real.

El reto que hemos de asumir es ver el ciberespacio, “no como una experiencia
radicalmente nueva, sino como la intensificación de experiencias anteriores mediante la unión
de diferentes medios”127, para provocar en nuestra sociedad un recobro de las instituciones a
favor del mundo entero. Al mismo tiempo, Internet al ser una tecnología de navegación para el
funcionamiento de la sociedad, pertenece a ésta y por tanto forma parte de ella. Entendiendo
las nuevas tecnologías en ese sentido, podemos decir que éstas, hacen del hombre un ser
constitutivamente de cultura y que la creación de un mundo más humano, en colaboración con
todas las generaciones, es un deber de su existencia histórica e institucional donde la Web no
es un impedimento para lograr este fin, sino todo lo contrario, dispone a hombres y mujeres de
posibilidades para realizar el proyecto y la misión de su existencia. En este punto podemos
concluir con lo que afirma Jhon Ottmar:

“Ni internet ni la televisión son instancias educativas del más alto nivel. Ni siquiera allí
donde fallan otras instancias educativas como la familia y la escuela tienen la capacidad
de influir, pero tampoco aquí son las verdaderas causas de las actitudes moralmente
negativas con respecto a uno mismo, a los demás y al mundo en su totalidad, sino que
expresan lo que previamente ya ha sido dañado por las deficiencias de la familia y de otras
instancias educativas”128.

                                                                                                               
127
OTTMAR, J. Ciberética: ¿Nuevos desafíos o antiguos problemas?, Revista Concilium 309, Verbo Divino,
Febrero 2005, p. 25.
N.B. En Internet se unen los medios de comunicación individuales como el teléfono (un emisor habla con un
receptor) con los medios de masas como la televisión (un emisor habla ilimitadamente con muchos receptores), y
por ello se acrecienta su poder.
128
Ibíd., p. 22

  53
4. Internet: red encarnada
La existencia de cada persona es un evento único, exclusivo. El cuerpo juega un papel
constitutivo en la individuación de la persona; “la diversidad de los rostros es la expresión de
la individualidad de todo ser humano, que por este mismo motivo, quiere ser llamado por su
nombre propio”129. Profundizar en la corporeidad es un tema que requiere nuestra atención en
esta tesis, puesto que las relaciones dialógicas que se presentan en Internet carecen de la
presencia física de los interlocutores.

Los nuevos medios de comunicación tienen un enorme potencial para facilitar la


conexión, la comunicación y comprensión entre las personas y las comunidades, por lo que es
muy frecuente que sean utilizadas para estar en contacto con amigos, familiares y para
encontrar nuevas amistades. Esta necesidad de acercarnos a otras personas, de conocerlas
mejor y darnos a conocer, es una respuesta al “deseo fundamental de las personas de entrar en
relación unas con otras”130.

En realidad cuando nos abrimos a los demás, realizamos una de nuestras más profundas
aspiraciones y nos hacemos más plenamente humanos: “La intersubjetividad envuelve a toda
la persona, la compromete y facilita o impide su creación como ser libre y responsable, es
decir, es una condición del perfeccionamiento de toda existencia humana, porque gracias a ella
el hombre no sólo es persona sino que lo es plenamente”131. Con esta reflexión de Marcel y
frente a los nuevos modelos de comunicación es importante considerar no sólo la capacidad de
favorecer el contacto entre las personas, sino también la calidad de los contenidos que se
manejan, pues ya la advertía Habermas: para lograr un verdadero diálogo es necesario que se
cumplan tres pretensiones: verdad, justicia y sinceridad132.

Son las llamadas redes sociales, las que principalmente, establecen nuevas formas de
relaciones interpersonales, y no podemos dudar que estos espacios virtuales pueden ser una
expresión de una búsqueda sincera de un encuentro personal con el otro, ya que el
                                                                                                               
129
LUCAS LUCAS, R. Horizonte Vertical, BAC, Madrid 2008, p. 311.
130
BENEDICTO XVI, Mensaje para la XLIII Jornada Mundial de las Comunicaciones, enero del 2009.
131
MARCEL, G. en URABAYEN PÉREZ, J. El pensamiento antropológico de Gabriel Marcel: un canto al ser
humano. Eunsa, Pamplona 2001, p. 176.
132
Cf. HABERMAS, J. Conciencia moral y acción comunicativa, Trotta, Madrid 2008, p. 141.

  54
conocimiento recíproco pude construirse sin interacción directa entre las personas, pues la
información puede pasar a través de recursos técnicos y tecnológicos varios. Sin embargo, el
exceso deseo de establecer y desarrollar amistades virtuales puede llevar al deterioro de la
disponibilidad para la familia, amigos y personas con quienes nos encontramos en la realidad
cotidiana. Es en este punto donde debemos poner atención; “cuando el deseo de conexión
virtual se convierte en obsesivo, la consecuencia es que la persona se aísla , interrumpiendo su
interacción social real”133. No podemos forjar un futuro en el que cada hombre y cada mujer,
esté incapacitado de verse a sí mismo como una persona y ser vistas por su hijos como seres
reales, es decir, no podemos formar una sociedad de engranajes en máquinas o como material
de relleno en procesos automatizados.

Iniciar nuevas amistades es una gran oportunidad para todos los usuarios de las redes
sociales pero es importante señalar que “el contacto virtual no puede y no debe sustituir el
contacto humano directo, en todos los aspectos de nuestra vida”134. En ese sentido, estamos
obligados a encarnarnos en el mundo real, en relación con la epifanía del rostro, pues ésta
manifiesta tres contenidos fundamentales, según Lévinas: primero, el rostro indica al otro
como un tú personal que pide ser reconocido como tal; segundo, la desnudez del rostro
simboliza que está abierto al diálogo y me interpela: puedo amarlo u odiarlo; tercero, el
fundamento último de este carácter ético del encuentro está en el hecho de que el rostro del
otro hace referencia al absolutamente Otro135.

Por un lado no podemos caer en la gran falacia en la que se cae constantemente, sobre la
responsabilidad en los medios; los medios de comunicación no hacen nada por sí mismos; son
únicamente instrumentos, herramientas que los hombres elegimos usar de uno u otro modo. Y
por otro, hemos de reconsiderar la llamada a presenciar físicamente el encuentro con el otro,
pues el rostro en sí mismo lo hace un ser muy especial; al mismo tiempo, cuando participamos
de su compañía lo excluimos de las masas lo que le permite recuperar su identidad, todo esto
con el fin de ayudarle a crecer en humanidad, cultura y espíritu, mediante la conciencia crítica,
el discernimiento y el uso de la libertad.
                                                                                                               
133
BENEDICTO XVI, Mensaje para la XLIII Jornada Mundial de las Comunicaciones, enero del 2009.  
134
Ibídem.  
135
Cf. LÉVINAS, E. Totalidad e Infinito, Trad. Daniel E. Guillot, Sígueme, Salamanca 2006, pp. 211-214, 262.

  55
5. Modelos dialógicos y procesos comunicativos basados en el interés
Anteriormente hemos dicho que el diálogo constituye un medio eficaz para la
sensibilidad cultural, la solidaridad y la ayuda mutua, y sin éste, todos nuestros esfuerzos
quedarían fijados en un base poco sólida en cuanto estarían vistos desde una perspectiva
relativa. En las aplicaciones que encontramos en Internet sucede un fenómeno muy particular,
éste es, que su éxito se basa en que están diseñadas de acuerdo a los intereses que los propios
usuarios manifiestan. En este aspecto no podemos dejar que la solidaridad que se puede
prestar a través de estos medios tecnológicos esté basada en el interés del internauta, pues la
solidaridad no puede estar basada en sentimentalismos, pues, “el amor cuando es auténtico, no
se considera opcional y dependiente de la buena voluntad”136. La solidaridad implica la
conciencia del vínculo ontológico que une a todos los hombres; de ella nace el impulso a
colaborar y participar en el bien de toda la comunidad.

No sólo los medios de comunicación masiva con su tendencia homogeneizadora y el


desarrollo tecnológico, sino el modo de vida, la organización de la familia y del trabajo
multiplican, a menudo, actitudes de indiferencia, desinterés, desconfianza y hasta hostilidad en
el trato de unos con otros. El otro está cerca, pero no próximo; se sabe que existe, pero es un
desconocido. La relación es sólo utilitaria y funcional por lo que el otro queda
despersonalizado, se le da un número o un nombre común: en la escuela es un estudiante, en el
trabajo un obrero, en el metro un viajero, en el negocio un cliente, en el estado un ciudadano.
Se vive en el anonimato que genera indiferencia, que a su vez produce desinterés, aislamiento
y soledad.

Esta indiferencia es incapaz de favorecer relaciones de comunión interpersonal. Se vive


como máquinas y, cuando hay que ocuparse de los demás, se hace mecánicamente. Al otro se
le manipula, se le trata como un objeto al servicio de los propios intereses. Esta manipulación
es la perversión más radical de la relación interpersonal, porque degrada a la persona a objeto
y olvida su dignidad. En palabras de Buber podríamos decir que estamos frente al “tú” en una
relación alienante “Yo-Ello”137.

                                                                                                               
136
 LUCAS LUCAS, R. Horizonte Vertical, BAC, Madrid 2008, p. 285.  
137
Cf. BUBER, M. Yo-Tú, Trad. Carlos Díaz, Caparrós, Madrid 1998, p.15.

  56
Se hace urgente la necesidad de eliminar la indiferencia y el desinterés frente a las
necesidades de la comunidad y esto sólo se podrá realizar cuando la persona trascienda el
ámbito de los gustos personales y se dirija a transformar la sociedad en la que vive, para que
su vida resulte posible en ella, o cuando descubra cuáles son las formas que la sociedad le
propone y que él puede hacer propias y que corresponden a su personalidad. Y todo esto lo
podremos asimilar cuando entendamos que la persona y la comunidad humana son el fin y la
medida del uso de los medios de comunicación social. No cabe duda que en este campo de los
medios de comunicación con toda razón podemos ilustrar las palabras de Jhon Ottmar:

“Internet es aún un simple medio para acontecimientos éticamente relevantes que suceden
fuera de la red. La misma red es moralmente indiferente. Está abierta a cualquier
propósito. Puede ser instrumento eficaz tanto para hacer el bien como para hacer el
mal”138 . Y pese a cualquier otra afirmación, “el servir a la persona humana y construir una
comunidad humana fundada en la solidaridad, en la justicia y en el amor, y decir la verdad
sobre la vida humana y su plenitud final, son y seguirán ocupando el centro de la ética en
los medios de comunicación”139.

Y frente a estos imperativos categóricos sólo nos resta decir: por seguridad de nuestros
hermanos, sobrinos y niños, y de la sociedad que heredarán y legarán a la siguiente generación,
se hace urgente que nuestra voz sea escuchada frente a estos temas que anhelan soluciones.

6. Principios personalistas en relación a las redes sociales


Aunque la reflexión de este capítulo tiene como estatuto ontológico la reflexión
personalista, es necesario resaltar valores conformes al personalismo comunitario de Marcel y
Buber, para orientar las preguntas que tanto aquejan a las nuevas tecnologías: ¿puede ser
recibido el personalismo en las redes sociales?, ¿podrá enfrentarse al individualismo
exacerbado que inquieta nuestra época y que tiene como contrincantes reales a sistemas
totalitarios? La respuesta sin duda no es sencilla, pero podemos encontrar, inesperadamente,
en el mundo del Internet valores que podrían colaborar a responder estas preguntas y que al
mismo tiempo complementan la reflexión hasta ahora realizada . Analicémoslos pues:

                                                                                                               
138
OTTMAR, J. Ciberética: ¿Nuevos desafíos o antiguos problemas?, Revista Concilium 309, Verbo Divino,
Febrero 2005, p. 18.  
139
 PONTIFICIO CONSEJO PARA LAS COMUNICACIONES SOCIALES, Ética en las comunicaciones sociales, n. 33.  

  57
6.1. Compartir
No podemos negar que dentro de una comunidad de usuarios el valor más importante es
el compartir. No importa cuántos conocimientos tenga uno, o qué tan hábil sea: el que no
comparte eventual y gradualmente se automargina de la comunidad, tal como lo atestigua
Marcel cuando afirma “la comunidad es esencial para la personalidad porque la
intersubjetividad, o relación con otro, en la que está basada nos proporciona unos medios de
descubrirnos a nosotros mismos y de buscar nuevos soportes en el mundo”140. Esta realidad la
podemos ver mejor ejemplificado en los llamados ‘gurús’, personas con un profundo
conocimiento de Internet y disciplinas relacionadas que son capaces de contestar desde las
preguntas más sencillas hasta las más complejas, e incluso son capaces de cooperar creando
y/o mejorando las aplicaciones en beneficio de la comunidad. Estos ‘gurús’ reafirman la
función de la comunidad de ir definiendo la propia personalidad para insertarse en el mundo,
sin que se ahogue la propia individualidad.

6.2. Esfuerzo personal


La cooperación entre los miembros de las redes sociales y en general de Internet no tiene
tintes paternalistas en el sentido de que se parta del supuesto de que quien no sabe es incapaz o
inferior y hay que resolverle sus problemas. Las respuestas que tratan de dar al usuario son
exigentes, en la medida de su capacidad, e incluso se les pueden negar si da señales de no
querer cooperar en la solución de su propio problema. Por ejemplo, si un usuario pregunta en
un foro algo que ya está documentado parte de las respuestas es “googlea antes de preguntar”,
es decir, se le sugiere que busque la respuesta en línea ya que existen documentos que
detalladamente responden su pregunta. Dicho desde el pensamiento de Marcel podemos
parafrasear diciendo que la comunidad no subsidia la ignorancia voluntaria, ya que esto va en
contra del bien del individuo con pereza intelectual, y de la comunidad en su conjunto141.

6.3. Respeto
En Internet existe un valor casi ‘sagrado’, todo aquel que entre en una conversación está
obligado a respetar las ideas de los otros siempre y cuando no se atente en orden al bien
                                                                                                               
140
MARCEL, G., en URABAYEN PÉREZ, J. El pensamiento antropológico de Gabriel Marcel: un canto al ser
humano, Eunsa, Pamplona 2001, p. 204.  
141
Cf. MARCEL, G. El hombre problemático, Trad. María E. Valentié, Sudamericana, Buenos Aires 1956, p. 46.

  58
común. Es algo como decir que en nuestro país gozamos de libre expresión y no se le puede
negar su derecho a manifestar sus opiniones: cuando se rechazan ciertas opiniones no se
rechaza la libertad de expresión, sino la negligencia al afirmar o negar algo. Este valor es tan
importante y fundamental para el bien común que si alguien lo viola los miembros de la
comunidad procederán a advertir que se atenta contra la integridad de la persona, un claro
ejemplo de esto es la etiqueta “denunciar grupo”, “denunciar fotografía”, “denunciar
comentario”, etc., en la red social Facebook cuando se atenta contra la rectitud de la persona,
que después de una buena cantidad de denuncias se pasa a la remoción de lo denunciado.
Buber afirmará que “no es posible encontrar la esencia del hombre en los individuos aislados,
porque la unión de la persona humana con su genealogía y con su sociedad es esencial y, por
lo tanto, debemos conocer la naturaleza de esta vinculación si queremos llegar a conocer la
índole esencial del hombre”142, es decir, el beneficio del individuo no puede ir por encima del
de la comunidad.

Como podemos deducir de los valores anteriormente enunciados, las comunidades de


usuarios de Internet mantienen respeto del bien común encarnado en el bienestar de todos y
cada uno de los usuarios de la comunidad: cada usuario es un fin, no un medio, ya que la razón
de ser de la comunidad es el bienestar de sus miembros, y sus intereses jamás deberán ser
resueltos de forma que se viole la integridad y dignidad de cualquier persona.

En síntesis, Internet y con él todas las aplicaciones que se ejecutan en la red no son un
demonio de la sociedad y mucho menos un retroceso para la formación de una comunidad más
humanizadora, ni tampoco son la revolución tecnológica que redimirá el género humano, sino
sólo son un medio que el hombre puede utilizar para reflexionar y plantear nuevas
posibilidades de conseguir la libertad y dignidad humana bajo las condiciones categoriales de
la conexión digital.

                                                                                                               
142
BUBER, M. ¿Qué es el hombre?, Trad. Eugenio Imaz, F.C.E., México 1949, p. 35.

  59
CONCLUSIÓN

Una vez que hemos estudiado la cuestión dialógica en el campo de las nuevas
tecnologías, se hace necesario llegar a concluir diciendo que Internet se entiende sólo y
exclusivamente como un medio de comunicación humano donde se puede distinguir
claramente la acción ética de los sujetos y los destinatarios, donde puede utilizarse
directamente la dignidad humana y el bien común como criterios para juzgar determinados
hechos que ocurren en el ciberespacio. De ahí que lleguemos a una máxima que debe ser
estimada por todos: Los medios de comunicación y las relaciones que se establecen gracias a
ellos tienen como finalidad y criterio concluyente el desarrollo benéfico de la persona y la
comunidad de seres humanos.

Quien considera la tecnología de Internet como medio importante para el


autosostenimiento del mundo, y por ello fomenta el esfuerzo de adaptación en el
comportamiento y autodefensa de los seres humanos, debe tener en primer lugar el aprecio al
mundo sensible, material y real, pues de lo contrario sus argumentos no son convincentes. Es
esencial para los seres humanos de este mundo que vivan y se comporten como única unidad
de cuerpo y alma, cuerpo y espíritu. Tener en consideración la importancia de estos esfuerzos
de adaptación implica oponerse a toda amenaza contra esta constitución de la persona.

Entendiendo la importancia que tiene Internet como tecnología de navegación en el


funcionamiento de la sociedad, es como se concibe su pertenencia a la comunidad y su
subordinación a ella; de esa forma el sistema de los medios actuales y pretéritos, de los que
hablamos en el primer capítulo, nunca perderán su rango ontológico de medio. Sólo en ese
sentido podemos promover las redes sociales como un esfuerzo de adaptación entre los
pueblos y comunidades, siempre y cuando este esfuerzo de adaptación no consista en
renunciar a la subjetividad porque precisamente la disposición a ello es lo que convierte al
Internet en un ámbito de la sociedad humana, en caso contrario se alejaría o alienaría de su
función como medio.

  LX
Una vez rescatada la subjetividad y la dignidad de la persona es posible concluir que
Internet puede ser la base de un foro más amplio y plural para el diálogo público y puede
llegar a convertirse en el tipo de espacio público que Habermas defendía para una auténtica
validación de las normas deontológicas de universalización. En efecto, Internet suministra un
abanico de opiniones e informaciones disponibles en nuestra casa o lugares de trabajo mucho
más nutrido y variado que en cualquier otro tiempo pasado. A la persona y las comunidades se
les ha dado el poder de presentar sus puntos de vista directamente en el ámbito público, sin
embargo, mientras siga existiendo la brecha digital en nuestra sociedad nunca se podrá dar la
comunidad ideal de comunicación ilimitada a la que pretendía llegar Habermas.

La solidaridad ha de extenderse a todas las áreas de la vida social, económica, política,


cultural y religiosa. Por lo mismo, los medios de comunicación han de ponerse al servicio de
las necesidades y de los intereses reales, tanto de personas como de los grupos, en todos los
niveles y de todos los modos. Es necesario que los responsables de la política de comunicación
(empresarios), los comunicadores, y los usuarios se comprometan a servir a las personas
mediante la construcción de una sociedad basada en la justicia y la solidaridad a través de la
comunicación de la verdad acerca de la vida humana.

Internet presenta muchos riesgos, omisiones e intereses de todo tipo para lo sociedad
humana, pero quedarnos en un pesimismo frente a las criticas partidarias de una satanización
de este medio tecnológico de comunicación que estamos experimentando sería el peor error
que podemos cometer, pues estaríamos eliminando los retos y oportunidades que presenta esta
realidad. Si queremos conquistar el corazón de los hombres “es justo y bello mirar al pasado,
pero es necesario saber vivir el presente mirando hacia el futuro”1 y esto sólo lo puede hacer
quien ve el porvenir de nuestra sociedad y de las nuevas tecnologías con esperanza.

                                                                                                               
1
TÁCITO., en LUCAS LUCAS, R. Explícame la persona, Art, Roma 2010, p. 243.

  LXI
BIBLIOGRAFÍA GENERAL
Sin la pretensión de ser completo me limito a referir el elenco de las obras efectivamente
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