You are on page 1of 1

EJEMPLO DE COMENTARIO CRÍTICO

Recuerdo que cuando yo estudiaba sexto de bachillerato, la clase de literatura


consistía en una ceremonia entre tediosa y macabra. Un profesor de cara avinagrada subía
cansinamente a la tarima con una carpeta bajo el brazo, tomaba asiento con lentitud y
desgana, abría la carpeta y comenzaba a dictarnos una retahíla de fechas de nacimientos,
títulos de obras, características de diversa índole y fechas de defunción que era preciso
copiar al pie de la letra, porque en caso de que no supiéramos el año de la muerte de
Calderón de la Barca corríamos el peligro de suspender el examen.

Afortunadamente para mí, a esa edad yo ya estaba enfermo sin remedio de la


literatura y había tenido ocasiones espléndidas de disfrutarla, pero comprendo que para mis
compañeros de clase, cuyas únicas noticias sobre la materia eran las que nos daba aquel
lúgubre profesor, la literatura sería ya para siempre odiosa.

Y del mismo modo que la educación religiosa del franquismo fue una espléndida
cantera de librepensadores precoces, la educación literaria era, y en ocasiones sigue siendo,
una manera rápida y barata de lograr que los adolescentes se mantuvieran obstinadamente
lejos de los libros.

MUÑOZ MOLINA, A. (1991): La disciplina de la imaginación. Madrid, Asociación de Profesores


de Español.

En el texto propuesto, el autor Antonio Muñoz Molina aborda el tema de la


influencia del profesorado en los estudios de los jóvenes.

Para ello, se sirve de una estructura descriptiva en el primer párrafo, que a su vez
sirve como introducción, cuyo principal punto de interés es la clase de literatura que el
autor tuvo que sufrir durante sus años de bachiller. Esta descripción de la clase está
plagada de connotaciones negativas: “la clase consistía en una ceremonia entre tediosa y
macabra” (l. 1), “un profesor de cara avinagrada (…) tomaba asiento con lentitud y
desgana” (l. 2 y 3), “retahíla de fechas…” (l. 4); de modo que el lector comprende
inmediatamente lo aburrido de aquellas sesiones.

En los dos párrafos siguientes se utiliza una estructura argumentativa de tipo


inductivo: En el primero de ellos, el autor utiliza un argumento de conocimiento
general, utilizando su propia experiencia vital: a él, que ya había disfrutado de la
literatura, aquel profesor desmotivado no pudo hacerle perder el gusto por la literatura,
pero a quien no había tenido ocasión de acercarse a los libros aquellas clases les hacían
alejarse de ellos. En el segundo, el autor enuncia su tesis, que es que la educación
literaria del franquismo hizo que la literatura perdiese gran número de seguidores.

Desde mi punto de vista, el autor tiene razón al decir que los profesores aburridos
y desmotivados contagian su hastío a los alumnos a los que imparten clase, pues a lo
largo de mi vida como estudiante he tenido que sufrir las lecciones de muchos
profesores así, y, al igual que los compañeros de clase de Muñoz Molina, acabé
cogiéndole rabia a muchas materias. Lo que a los compañeros del autor les sucedió con
la literatura a mí me sucedió, en mi etapa de Bachillerato, con la filosofía, pues en esta
asignatura tenía un profesor casi igual al que se describe en el texto, al cual, además, no
se le entendía cuando hablaba.

De todas maneras, también es verdad que de todo se puede sacar algo positivo,
pues el haber sufrido aquellas clases, que en ocasiones eran auténticas torturas, me ha
hecho ver claramente lo que yo, como profesor, no quiero ser.

You might also like