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9/01/2011.
Es corriente que el complejo mundo de la justicia actual nos induzca a creer que el
Derecho positivo, es decir, el conjunto de normas que rige la conducta de los hombres
de una colectividad, es una creación reciente. Lo cierto es, sin embargo, que sus
primeras manifestaciones habría que rastrearlas ya en los oscuros tiempos de la
prehistoria, en la forma en que nuestros lejanos antepasados hicieron valer sus
derechos, unas veces a partir de la reciprocidad en sociedades regidas por
parentesco, otras por mandato de los ancianos de la tribu o el clan y otras por
imperativo divino.
Dos rasgos caracterizan el Derecho positivo que conocemos de todas las épocas. La
aceptación por parte de la colectividad de la necesidad de adecuar la conducta de sus
miembros a un conjunto de prescripciones que obliguen a todos, y el surgimiento de
un poder sancionador que dispone de la facultad de coerción sobre aquellos que las
transgreden.
En la historia de las civilizaciones ha existido un esfuerzo permanente por fundamentar
la potestad del legislador de dictar leyes, así como la facultad de sancionar su
incumplimiento. Filósofos y juristas occidentales de épocas muy diversas han
coincidido en que, por encima del Derecho positivo, existía un Derecho natural,
entendido como un conjunto de principios universales e inmutables, que serían
expresión de una Justicia trascendente (divina o humana, poco importa) que
gobernaría, a imagen del mundo físico, el Universo de la Moral y la sociedad. Sin
embargo, esta fundamentación del derecho ha sintonizado con la evolución de la
sociedad occidental. Si durante el feudalismo la ley positiva era un reflejo de la ley
eterna que gobernaba el orden de la Creación, en el contexto de las revoluciones
burguesas de los siglos XVII y XVIII surgió el iusnaturalismo que hacia derivar de la
razón humana y de sus derechos de libertad e igualdad formales la legitimidad del
Derecho positivo, plasmándose en la Declaración de los derechos del Hombre y del
Ciudadano de 1789.
En la actualidad, si bien muchos tratadistas siguen sosteniendo el origen iusnaturalista
del derecho aunque admitiendo un contenido sumamente amplio y variable ha cobrado
fuerza la tendencia a fundamentar la legitimidad del Derecho positivo en la necesidad
de articular las sociedades humanas a partir de los principios éticos y colectivos con
los que éstas se han decidido dotar libremente. El Derecho adquiere de este modo una
dimensión instrumental, desprovista de una legitimación trascendente, pero esencial
para la regulación de las relaciones sociales y la convivencia pacifica.
A toda institución presidirá la idea de fin u otra que podrá ser altamente moral; pero
esta idea (moral), al tomar forma en una institución, no tendrá más remedio que tomar
forma económica, artística o científica, ya que a las instituciones (manifestación o
realización en la vida social de una necesidad o de un concepto) preside la idea de
forma.
1.1.3.- CONCEPTO.
Es la ciencia jurídica que estudia los elementos del Derecho u ordenamiento jurídico
existente en toda organización social y los fundamentos científicos y filosóficos que lo
han permitido evolucionar hasta nuestros días.
5.- Teoría fenomenológica: su exponente fue Adolf Reinach, esta teoría plantea que
las figuras jurídicas tienen su propio ser.
6.- Dentro de las teorías actuales del derecho destaca la argumentación jurídico
racional de Kriele. Denomina así a este método porque permite fundamentar de otro
modo las decisiones jurídicas.
Para Ovilla Mandujano éstos constituyen, desde el ángulo formal, el lenguaje de los
abogados. Son los signos que identifican las normas, por ello, este autor los considera
elementos constitutivos del derecho y además abstracción que refleja esos elementos
en conceptos.
Los conceptos jurídicos contingentes son muchos y variables, en concordancia con las
distintas sociedades y condiciones sociales de que se trate. Ejemplo. La esclavitud,
ciertos delitos y, en general una serie de figuras e instituciones jurídicas que en
distintas épocas y lugares han existido y que son estudiadas, en forma especifica, en
las distintas legislaciones correspondientes en diversos tiempos y lugares.
Defunción del positivismo jurídico: como una concepción con arreglo a la cual el
derecho es producido, en un proceso histórico, por el poder gobernante en la
sociedad. En esta concepción es derecho solo aquello que ha mandado el poder
gobernante y todo lo que este mande es derecho por virtud del hecho mismo que lo
manda.
Por lo tanto el formalismo jurídico es:
1.- Una teoría de la justicia donde, es justo lo conforme a la ley e injusto lo que se
aparta de ella, conduce a una concepción legalista de lo justo.
A esta concepción de justicia se le denomina formal porque, de acuerdo con ella, un
acto justo es el cumplimiento de la ley, sin cuestionar su naturaleza o el fin de la
misma.
2.- El derecho como forma se refiere a una determinada teoría particular del derecho,
mas no a una teoría de justicia, es decir el criterio según el cual las acciones son
juzgadas como justas o injustas. En este sentido el formalismo jurídico se entiende
como la doctrina que estudia lo jurídico o sea, el estudio de aquella actividad practica
del hombre, que suele ser diferenciada de la moral, de la costumbre de la economía
etc. De esta manera podemos entender el formalismo jurídico como las teorías que
conciben el derecho como forma constante, pero con contenido variable.
3.- La ciencia del derecho como ciencia formal es el estudio del aspecto formal de las
normas sin tratar de indagar sobre su contenido, sino solo sobre su construcción. En
general se puede decir que cuando se habla de formalismo jurídico puede uno
referirse a la concepción formal de la justicia a la concepción del derecho como forma
y, además, a la concepción de la ciencia jurídica como ciencia formal.
Poe ende el objeto de estudio del derecho no es la explicación causal, estimativa o
teleológica del instituto sino la determinación de su estatus normativo.
4.- La interpretación formal del derecho puede tener dos sentidos, en primer lugar
como método hermenéutico, en el que el formalismo antepone y privilegia la
interpretación lógico-sistemática a la histórico-teleológica; en segundo lugar, como
tarea atribuida al intérprete, es decir en cuanto a la función hermenéutica se atribuye al
juzgador un poder meramente declarativo.
2.- El fin o la idea del derecho: esta esfera de investigación “se ocupa del principio
racional que da al derecho su validez o fuerza obligatoria” especifica y que constituye
el criterio para la rectitud o corrección de una norma jurídica.de allí surgen cuestiones
fundamentales acerca del contenido de justicia; acerca de relación entre la justicia y el
derecho positivo y sobre el papel desempeñado por el principio de justicia en la
legislación y en la administración del derecho etc.
3.- La diferencia entre derecho y sociedad: Se incluyen “cuestiones relativas al origen
histórico y al desarrollo del derecho, a los factores sociales que en nuestros días
determinan el contenido variable del mismo a su dependencia frente a la economía y
a la ciencia jurídica popular y a su influencia sobre ellas, a los efectos de ciertas reglas
o instituciones jurídicas, al poder del legislador para dirigir el desarrollo social, a la
relación entre el derecho viviente (es decir el derecho tal como se desarrolla en la vida
de la comunidad), y el derecho teórico o de los libros y a las fuerzas que de hecho
motivan la aplicación del derecho, en contraposición con los fundamentos
racionalizados de las decisiones judiciales.
Pero el positivismo analítico toma, frente al derecho, una actitud netamente empírica,
esto es considera para su estudio las normas o reglas positivas que producidas por la
sociedad constituyen el derecho; como lo hacen, en general, todas las variantes del
positivismo.
Respecto del “vivir honestamente”, Bentham opina que es una tautológica, pues
significa que “hay que hacer lo que hay que hacer”.
El segundo postulado, “no hacer daño a nadie”, puede ser interpretado de dos
maneras:
a).- “En cualquier caso, bajo cualquier circunstancia, no hacer daño a nadie”. Si es asi
¿Qué decir de los jueces, soldados, por no hablar del verdugo?. ¿Tampoco deben
hacer daño a nadie?. Significa que el aserto “no hacer daño a nadie” no es absoluto,
esto es, existen circunstancias y casos, como los citados previamente en que se
justifica hacer daño a alguien, por lo que rechaza este postulado iusnaturalista y
mejor propone su formulación de la siguiente manera:
b).- Debemos no hacer daño a nadie, salvo cuando debamos, y al formular de esta
manera el postulado, no hay nada en él que pueda servirnos como regla de
comportamiento. El principio se convierte en algo verdaderamente inútil como pauta de
comportamiento.
Con respecto al ultimo principio, de “dar a cada uno lo suyo”, Bentham lo refuta
diciendo que este significa que debemos dar a cada uno lo que debemos darle, lo que
también resulta inútil como regla de comportamiento, estos principios, según Bentham,
son formulas vacías.
Luego entonces emite este autor su opinión, que la medida de las cosas se rige por el
principio de utilidad, entendido este como “el principio que aprueba o desaprueba las
acciones humanas, según que tienda a aumentar o disminuir la felicidad de la parte
cuyo interés este envuelto en aquella acción.
Así pues la felicidad del pueblo debe ser la aspiración del legislador, de tal manera
que el interés colectivo tiene que estar determinado por lo que genere felicidad para el
mayor numero de individuos.
La más importante función del Estado es la seguridad, por lo que las disposiciones
jurídicas deben asegurarla. La igualdad, por su parte, se entiende en un sentido
liberalista, es decir no significa igualdad de situaciones entre los individuos, sino
igualdad de oportunidad, esto es, permitir a cada individuo buscar sus propios
placeres, vivir su propia vida o buscar su propia felicidad.
En la obra de Austin hay una distinción clara entre la ciencia del derecho y la ciencia
de la ética:
Según Austin todo derecho positivo, o simplemente todo derecho, es establecido por
una persona o cuerpo soberano, sea un miembro o varios en una sociedad política
independiente, donde aquella persona o cuerpo es soberano o supremo.