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Twenty Boy Summer Sarah Ockler

FORO PURPLE ROSE 1


Twenty Boy Summer Sarah Ockler

AGRADECIMIENTOS
Les agradecemos su apoyo incondicional, su contribución, dedicación e interés en
sacar adelante este proyecto, haciendo que las traducciones y correcciones
tuvieran la mejor calidad. Igualmente se le agradece a todos aquellos que
demuestran su interés leyendo nuestras traducciones.

TRADUCCIÓN:

Aya001
Andre_G
Anelisse
Chelsea Sharkovish
Elamela
Eli25
Flochi
Genesis_480
GioEliVicRose
Izzy
Lost Angel
Maggieh
Masi
Selune
Sheilita Belikov
Virtxu
Xhessi

CORRECCIÓN:

Anjhely
Anne_Belikov
Ckoniiytthanzaaw!
Kanon ♪♫♪
Mona
Selene
Tibari

RECOPILACIÓN:

Kanon ♪♫♪

DISEÑO:

Virtxu

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Twenty Boy Summer Sarah Ockler

INDICE

Sinopsis Pág.5
Capitulo 1 Pág.6
Capitulo 2 Pág.7
Capitulo 3 Pág.19
Capitulo 4 Pág.27
Capitulo 5 Pág.32
Capitulo 6 Pág.37
Capitulo 7 Pág.44
Capitulo 8 Pág.55
Capitulo 9 Pág.61
Capitulo 10 Pág.66
Capitulo 11 Pág.73
Capitulo 12 Pág.79
Capitulo 13 Pág.86
Capitulo 14 Pág.93
Capitulo 15 Pág.99
Capitulo 16 Pág.106
Capitulo 17 Pág.112
Capitulo 18 Pág.118
Capitulo 19 Pág.125
Capitulo 20 Pág.130
Capitulo 21 Pág.135
Capitulo 22 Pág.139
Capitulo 23 Pág.147
Capitulo 24 Pág.153
Capitulo 25 Pág.160
Capitulo 26 Pág.164
Capitulo 27 Pág.168
Capitulo 28 Pág.172
Capitulo 29 Pág.176
Capitulo 30 Pág.185
Capitulo 31 Pág.189
Capitulo 32 Pág.194
Capitulo 33 Pág.196

Sobre la autora Pág.205

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Twenty Boy Summer Sarah Ockler

SINOPSIS

A
nna y Frankie han sido mejores amigas por todas sus vidas. Cuando las dos
chicas van a California para las vacaciones de verano, Frankie decide que le
deberían encontrar a Ana su primer novio conociendo un chico cada día. Lo
que Frankie no sabía es que Anna ya ha tenido el perfecto romance de verano.
Sucedió con el hermano de Frankie, Matt, quien murió en un accidente el año
anterior. Él romance de Anna murió con él, pero su secreto perdura.

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Twenty Boy Summer Sarah Ockler

Capítulo 1
Traducido por Elamela
Corregido por Kanon ♪♫♪

F
rankie Perino y yo tuvimos suerte ese día. Suerte de estar vivas —eso es lo
que todos decían—. Tengo una muñeca fracturada y una rodilla golpeada, y
mi mejor amiga Frankie tiene una cicatriz un poco gruesa por encima de su
ojo izquierdo, que divide su ceja en dos mitades iguales. Alentada por un lado,
decaída por el otro. Felices, tristes. Conmocionadas, sobrecogidas. Antes, después.

Antes, todos teníamos suerte.

Después, sólo yo y Frankie.

Eso es lo que todos decían.

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Twenty Boy Summer Sarah Ockler

Capítulo 2
Traducido por Chelsea Sharkovich
Corregido por Kanon ♪♫♪

F
ue hace poco más de un año.

De hecho, fue hace doce meses, 9 días y seis horas.

Pero hace trece meses, todo era… perfecto.

Cerré mis ojos, me incliné sobre mis velas, y recé al hada de los pasteles o al dios de
los cumpleaños o a quien sea que estuviese a cargo para que Matt Perino —el
hermano de Frankie y mi mejor amigo desde pequeño—, por fin me besara. Era el
mismo deseo secreto que venía haciendo desde que Frankie y yo teníamos diez, y
Matt doce, cuando accidentalmente, me enamoré de él.

Frankie, Matt y sus padres —Tío Red y tía Jayne, aun cuando no estamos
emparentados—, celebraron mi decimo quinto cumpleaños en nuestro patio
trasero, con mamá y papá, tal y como siempre. Cuando las canciones, los aplausos y
el soplar de las velas se detuvieron, abrí mis ojos. Matt estaba justo al lado mío, a
mi lado, compartiendo mi mismo aire. Peligroso. Mi nuca se puso caliente y
sensible cuando olí su shampoo de manzana —el de la botella verde que robo del
baño de Frankie porque le gusta como hace que se vea su cabello—, y por un largo
segundo pensé que mi deseo de cumpleaños por fin se hacía realidad, justo ahí
frente a todos. Ni siquiera tuve tiempo para pensar cuan embarazoso eso sería
cuando la mano de Matt, llena de pastel de cumpleaños, se movió desde su espalda,
en una trayectoria no tan lenta, hasta mi cara.

Si bien el pastel en la cara era claramente un progreso comparado con arrojar soda
en la cabeza al estilo del Super Bowl del año pasado, algo en la traducción del
deseo se seguía perdiendo desde que soplaba las velas hasta el cielo. Hice una nota
mental para hacer mi solicitud del próximo año en forma de lista, con ejemplos
irrefutables de clásicos de Hollywood, y gritarlo, empujando ambas manos en la
destrozada mesa de picnic.

Agarré dos enormes esquinas sobrecargadas con glaseado de flores. Después,


ataqué.

Me abalancé.

Corrí.

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Perseguí a Matt alrededor del patio hasta que él cayó al césped, luchando por
pedazos extra de pastel, y restregándomelos en la cara como si fuera una máscara
de lodo. Estuvimos así por diez minutos, riendo y rodando por el césped, Frankie y
nuestros padres animando y aullando, arrojando más pastel al cuadrilátero, velas
incluidas. Cuando finalmente nos detuvimos para respirar, no quedaba mucho
pastel, y los dos estábamos cubiertos de la cabeza a los pies con glaseado de
arcoíris.

Nos pusimos de pie lentamente, riéndonos a carcajadas mientras que, sin mucho
entusiasmo, declarábamos una tregua. Papá tomó una foto, el brazo de Matt
alrededor de mis hombros, pedazos de pastel y césped pegados a nuestras ropas y
cabello, todo cálido y rosado en el resplandor del atardecer y todo el verano se
extendía frente a nosotros.

Ni siquiera importaba el hecho de que Matt iba a ir a la Universidad en el otoño. Él


estaría en Cornell estudiando literatura Americana, a poco más de una hora de
distancia, y él ya había empezado a hablar acerca de las visitas mías y de Frankie
en los fines de semana.

Cuando la novedad de la lucha libre de pastel de cumpleaños por fin se desvaneció,


Matt y yo fuimos adentro para limpiarnos. Más allá de la puerta deslizante,
resguardados de todos los demás en la fresca oscuridad de la casa, nos paramos
frente al fregadero sin decir nada. Lo miré de soslayo y esperé que eso no
expusiera los pensamientos secretos en mi cabeza, pensamientos que, a pesar de
mis mejores esfuerzos para contenerlos, fueron más lejos de los que los había
dejado antes.

Su cabello negro desordenado y sus brillantes ojos azules me hechizaron,


amortiguando la conversación de afuera como si hubiésemos sido sumergidos bajo
el agua. Le acerqué una mano pegajosa y lo amenacé con otro poco de glaseado en
un intento de romper el silencio, temiendo que el escuchara a mi corazón latiendo
bajo mi camisa: Thump-thump. Thump-thump. Thump-thump. Thump-thump.

Matt recogió algo de glaseado de mi mano extendida y se movió cerrando el


espacio que nos separaba, cambiando absolutamente todo lo que alguna vez fue o
no entre nosotros con una sola ceja levantada.

—Anna —dijo él, arrastrando sus dedos glaseados por mi cabello—. ¿No sabes lo
que significa cuando un chico hala tu cabello en tu fiesta de cumpleaños?

No. Justo entonces, yo no sabía el significado de nada. No podía recordar como


habíamos llegado a la cocina, por qué estábamos cubiertos con pastel, por qué mi
mejor amigo de la infancia estaba mirándome tan diferente, o siquiera cuál era mi
nombre. Mordí mi labio inferior para evitar que mi boca dijera algo tonto sin el
permiso de mi cerebro, como “¡Oh, Matt, todos mis deseos se han hecho realidad!”.
Sentí la estupidez creciendo en mi garganta y me mordí más fuerte, mirando su
clavícula y el pequeño pedazo de cristal azul marino que usaba en un cordón de
cuero alrededor de su cuello, inhalando y exhalando.

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Inhalando.

Exhalando.

¿Segundos? ¿Horas? No lo sabía. Él había hecho ese collar un año antes, de un


pedazo triangular de cristal que encontró durante sus vacaciones familiares a la
Bahía Zanzibar, justo detrás de la casa en la playa en California que ellos rentaban
por tres semanas cada verano. Según Matt, el cristal rojo es el más extraño, seguido
por el purpura, y después el azul oscuro. Hasta la fecha, el había encontrado sólo
un pedazo de cristal rojo, el cual se convirtió en un brazalete para Frankie unos
meses antes. Ella jamás se lo quitó.

Me encantaron todos los colores —verdes oscuros, azules claros, aguamarinas, y


blancos—. Frankie y Matt los trajeron para mí en tarros de cristal cada verano.
Vivían silenciosamente en mi repisa, como piezas congeladas del océano que nunca
había visto.

—Ven aquí —susurró, su mano todavía sujetaba mis rizos salvajes. Mi cabello
rubio serpenteaba alrededor de sus dedos.

—Todavía no puedo creer que hiciste eso —dije, no por primera vez—. Es tan…
guay.

Matt miró hacia el cristal, su cabello cayó frente a sus ojos.

—Tal vez te lo dé —dijo—. Si tienes suerte.

Sonreí, con mi mirada fija en el triangulo azul. Tenía miedo de mirarlo, porque si
dejaba mis ojos en él, el tal vez trataría de… y después todo sería… y yo tal vez…

—Feliz cumpleaños —susurró, su aliento aterrizando cálida y repentinamente


cerca a mis labios, haciendo que mis tripas dieran un tirón. Y tan rápido como me
había sorprendido con el pastel, él me besó, una mano cubierta con glaseado
moviéndose desde mi cabello hasta la parte de atrás de mi cuello, la otra firme y
cálida en la parte baja de mi espalda, presionándonos juntos, mi pecho contra sus
costillas, mi cadera justo debajo de la suya, la parte de arriba de nuestras piernas
desnudas de verano calientes y tocándose. Dejé de respirar. Mis ojos estaban
cerrados y su boca sabía como a flores de mazapán y a cigarrillos de clavo, y en
diez segundos toda mi vida estaba envuelta en ese beso, en ese deseo, en ese
secreto que por siempre dividiría mi vida en dos partes.

Arriba, abajo. Feliz, triste. Sorpresa, temor. Antes, después.

En ese único momento, Matt, antes conocido como amigo, se convirtió en algo
completamente distinto.

Lo besé de vuelta. Me olvidé del tiempo. Olvidé mis pies. Olvidé a las personas
afuera esperando a que regresáramos a la fiesta. Olvidé qué pasa cuando amigos

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cruzan ese espacio. Y si mis pulmones no se llenaran y mi corazón no palpitara y
mi sangre no bombeara sin mi intervención, probablemente me hubiese olvidado
de ellos también.

Me pude haber quedado así toda la noche, de pie frente al fregadero, con el cabello
negro amanzanado de Matt rozando mis mejillas, mi corazón, suertudo y
olvidadizo, latiendo.

—¿Por qué tardan tanto? —preguntó Frankie, moviendo la cubierta de las


escaleras de afuera—. Vamos, Anna. Regalos.

Me alejé de Matt justo antes de que ella presionara su cara al vidrio para ver
dentro.

—Sí, cumpleañera —se burló Matt—. ¿Por qué tardas tanto?

—En un momento salgo, Frank. —Le mostré mi cara de no-te-atrevas—. Sólo


necesito cambiarme.

—¿Puedo ir? —susurró Matt contra mi cuello, provocándome escalofríos. O un


terremoto.

De repente recordé todos los baños que habíamos tomado juntos cuando éramos
niños, antes de que creciéramos lo suficiente para que fuera peligroso. Los
recuerdos parecían diferentes ahora. Más vulnerables. Crudos. Mi cara se puso
caliente, y tuve que mirar hacia otro lado.

—¿Entonces? —Matt pellizcó mi brazo mientras que Frankie regresaba a la mesa


de picnic.

—Tienes suerte de que Frankie no vio eso —dije, no muy segura de lo que quise
decir—. Y tienes que cambiarte tu propia camisa. En tu propia habitación. Me
refiero, a que…

—Mmm-hmm. —Matt sujetó mi mano y tiró de mí apretándome para otro beso, su


otra mano fue a mi mejilla, rápida e intensa. Presionó su cuerpo contra el mío en la
misma configuración de caderas, estómagos, y costillas como la primera vez. Me
apreté a él, queriendo envolverme alrededor de él, anclarme a él. Era eso lo que
evitaba que flotara como una pequeña e iridiscente burbuja.

—¿Crees que nos vio? —pregunté cuando por fin nos detuvimos.

—Nah. —Se rió, todavía sosteniendo mi mano—. No te preocupes. Es nuestro


secreto.

Sola en mi habitación, metí mi camisa glaseada dentro de una bolsa plástica para
encargarme de eso después. Lavé mi rostro y cabello con agua fría, pero mis
piernas no dejaron de temblar y no pude recuperar el aliento. Mi cerebro que
estaba notablemente ausente por el episodio del fregadero, repentinamente estaba

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súper consciente, diseñando escenarios y preguntas imposibles que estaban
alrededor de doce minutos y medio tarde:

¿Ahora qué?

¿Esto arruinará nuestra amistad?

¿Qué hay de nuestros padres?

¿Le gusto, o él solo estaba tonteando?

¿Ocurrirá de nuevo?

¿Cómo le decimos a Frankie?

¿Por qué dijo que es nuestro secreto?

Respuestas confeccionadas pasaron por mi mente, y tuve que cerrar mis ojos y
contar hasta cincuenta para calmarme. Quince minutos después de que todo
cambió era muy pronto para empezar a obsesionarse con los qué podría pasar en
el futuro.

De regreso afuera, caliente y mareada frente a la fogata de papá, pasé el resto de la


noche no tocando a Matt, no riéndome muy fuerte de sus chistes, no mirándolo,
temiendo que alguien leyera los pensamientos escritos en mi cara. Después de que
el fuego disminuyó a un suave resplandor y yo abrí todos mis regalos, era hora de
que los Perinos regresaran a su casa al lado. Di mis despedidas y agradecimientos a
Frankie, Tío Red y a la Tía Jayne, y miré a mis pies cuando fue el turno de Matt.

—Gracias por el pastel —dije—. Y por el diario. —Él sabía cuánto amaba mis
diarios, tanto como el amaba sus libros. Era el mejor regalo. Bueno, el segundo
mejor.

—Feliz cumpleaños, Anna —dijo, levantándome y dando vueltas conmigo en un


gigante abrazo, diciéndome con un guiño que me vería mañana, justo como había
hecho miles de veces otras noches—. Escribe algo para mí esta noche.

Para los demás él era el Matt regular, el hermano mayor parte del inseparable
triangulo de Anna-Frankie-Matt, el chico que solía enterrar nuestras Barbies en el
patio trasero y que nos leía historias de aventuras cuando no podíamos dormir.
Pero para mí, él se había convertido en algo más en el momento en que tiró de mi
cabello en el fregadero de la cocina. Algo diferente. Algo que nunca volvería a ser
como era antes.

¿Estás despierta? El mensaje de texto de Matt encendió la pantalla de mi celular en


mi mesita de noche más tarde aquella noche.

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Por supuesto que estaba despierta. En las horas posteriores a la fiesta, mi corazón
no había ralentizado su furioso palpitar.

Dormir estaba fuera de las opciones.

Encuéntrame en el patio trasero, ¿Ok?

Ok. En cinco minutos.

Me puse una sudadera, cepillé mis dientes, y arreglé mi cabello en una holgada cola
de caballo. Empecé a buscar mi delineador de ojos pero decidí que se vería un poco
extraño (y obvio) si apareciese en la puerta trasera a la una de la mañana
totalmente maquillada. En vez de eso, opté por dejar mi cabello suelto con un poco
de brillo de labios sabor a mango, casual, pero linda.

No era escabullirse de la casa exactamente. Es decir, era en mi propio patio trasero,


y si veía cualquiera de las luces de arriba encenderse, podría agacharme hasta
entrar en la cocina y pretender que estaba comiendo el último pedazo de pastel
rescatado de la batalla de cumpleaños.

Matt estaba esperando junto a las escaleras cuando caminé de puntillas a través de
la puerta trasera. Mis pies desnudos no habían siquiera tocado el rociado césped,
cuando él tiró de mi contra el costado de la casa.

—No puedo dejar de pensar en ti —dijo, besándome de nuevo, esta vez con un
propósito e intensidad que nunca había visto en él en nuestra larga historia como
amigos. Lo besé, enrollando mis brazos alrededor de su cuello y su boca
presionada contra la mía. Debí haber estado temblando, porque después de un
minuto él se detuvo y me preguntó si tenía frío.

—Sólo estoy… sorprendida —dije—. Y feliz. Y asustada. —Era apenas un suspiro,


pero esperé que comunicara todo lo que estaba pensando. Asustada de obtener lo
que quería. Asustada de lastimar a Frankie. Asustada de perder a mis dos mejores
amigos. Asustada de deshacer todo lo que nosotros tres conocíamos y amábamos
desde que éramos niños.

—Yo también —susurró, respirando con dificultad—. Anna, alguna vez tú…

Antes de que pudiera terminar, un rayo de luz apareció en el césped desde la


ventana del baño de mamá y papá en el piso de arriba.

—Tengo que irme —dije—. ¿Mañana?

Él agarró mi brazo y me acercó a él, y dijo en un susurro acariciando mi mejilla. —


Mañana.

Después besó mi cuello, sus labios quemaban la piel debajo de mi oído como una
chispa de la fogata, que ardió hasta mucho después de deslizarme de regreso a mi
cama.

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Llamó al siguiente día.

—Hola.

—Hola. — Todavía estaba aturdida por el encuentro de la noche pasada y por el


insomnio inducido por el beso.

—Frankie y yo vamos por helado. ¿Vienes?

Frankie.

—Claro —dije—. Pero Matt, ¿deberíamos… es decir, le dijiste algo?

—No… exactamente.

¿Acaso eso significa que él cree no es nada importante? ¿Qué podemos ir por
helado como cualquier otro día, como si no ocurrió nada? ¿Cómo si no volviera a
ocurrir?

—Quiero hacerlo, Anna —dijo, leyendo mi mente—. Es sólo que… ella es mi


hermana pequeña. Y tú eres nuestra mejor amiga. Y ahora eres mi… digo…
debemos protegerla, ¿sabes?

¿Y ahora soy tu qué? —Lo sé —dije.

—No te preocupes, Anna. Le diré, ¿de acuerdo? Sólo déjame pensar en la mejor
manera para hacerlo.

—Ok.

—¿Lo prometes? ¿Prometes que no dirás nada?

—No te preocupes —me reí—. Es nuestro secreto, ¿verdad?

Pasé una hora arreglándome, obsesionada con el cabello y la ropa y cosas que
nunca habían importado mucho. No podía calmar las mariposas en mi estomago
por ver a Matt de nuevo, por la sensación de sus labios sobre mí, por el resto del
verano, por el resto del para siempre.

Cuando llegué a su casa, me monté en el asiento trasero del auto de Matt y evité el
contacto visual con él, preocupada de que o ya le había dicho a Frankie, o de que no
lo había hecho. Recorrimos todo el camino sin mirarnos, Frankie hablaba en el
asiento del frente sobre su pronto viaje a California, aparentemente inconsciente
de que el mundo entero había cambiado la noche anterior. No fue sino hasta que
entramos en “La última parada de natillas”, cuando Frankie olvido su bolso en el
auto, que nosotros por fin nos miramos a los ojos.

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—Hey, tú —dijo Matt sonriéndome amablemente. Abrí mi boca para decir algo
importante, algo ingenioso y encantador, pero en el nuevo amanecer de nuestra
relación, donde todo repentinamente importaba, yo estaba con la lengua trabada.

—Hey —dije pobremente.

Matt hizo tintinear sus llaves y pateó el suelo con su pie. —¿En qué piensas? —
preguntó, trazando una línea a través de mi frente.

Antes de que pudiera inventar algo mejor que “En ayer en la noche, detrás de la
casa, y desearía que te callaras de una vez y me beses de nuevo” Frankie estaba de
regreso con su bolso, presionándonos para hacer la difícil decisión entre el banana
Split y el helado fudge de brownie.

Evitándole a Frankie cualquier agonía adicional en la selección de helados, Matt


ordenó uno de cada uno, junto con un helado de caramelo para mi, y compartimos
todo, cincuenta-cincuenta-cincuenta, tal y como siempre.

Mientras Frankie metía una cucharada llena de brownie en la boca de su hermano,


riéndose con su suave risa Frankie, un destello de culpabilidad me apretó el
estómago. Hasta la noche anterior, no había secretos entre nosotros tres, excepto
aquellos que mantenía para mí misma —mis silentes, antes no correspondidos,
sentimientos por Matt—. Difícilmente podía verlo sin que mis tripas se retorcieran.
Por favor, por favor vamos a decirle.

—Escucha —dijo Matt. De nuevo estábamos en el patio trasero bajo las estrellas,
escabulléndonos después que todos se fueron a dormir—. Tú sabes que ella
necesita oírlo por mí. Creo que el mejor momento para decirle es cuando estemos
en California. Está a solo unas pocas semanas, y entonces tendré algo de tiempo a
solas con ella para decirle todo. Eso le dará la oportunidad de procesarlo.

La idea de ocultarle algo tan importante, tan intenso, tan increíble a mi mejor
amiga por más de un día casi me mata. Nunca antes en nuestra historia compartida
oculte algo más que un enamoramiento pasajero —ella lo sabía todo—. Ella había
estado allí para cada tragedia, cada celebración, cada momento embarazoso. Ella
había estado conmigo cuando me pusieron mis brackets color verde neón en
cuarto grado. Conmigo en séptimo grado, cuando salí del baño del colegio y camine
la fila entera para el almuerzo con mi falda atorada en mis pantis. Conmigo cuando
Jimmy Cross y yo nos besamos durante la asamblea de octavo grado y nos enviaron
a la oficina del Director. Cumpleaños, sueños, temores, risas, obsesiones —todo—.
Dentro de su cabeza, Frankie tenía el mapa de mi vida entera, y yo el de ella.
Odiaba que mis sentimientos por Matt fueran desconocidos y no estuvieran en ese
mapa, como si fuera un secreto del tesoro enterrado.

Pero él era el hermano de Frankie. Confiaba en él. Y cuando tomó mi cara entre sus
manos y sopló mi nombre en mis labios, sabía que mantendría mi promesa para
siempre.

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Los días se convirtieron rápidamente en semanas, Matt y yo llevando a cabo
nuestra farsa de “sólo amigos” frente a Frankie y nuestras familias tan bien como
podíamos. Muchas veces durante cenas familiares o visitas casuales en nuestro
patio trasero contiguo, quise terminar la farsa, arrojar mis brazos a su alrededor
frente a todo el mundo y hacer que se supiera. Censuré cada mirada que le di, cada
palabra, cada contacto, segura que lo arruinaría y alguien se enteraría.

Pero nadie lo hizo.

Para nuestros padres y Frankie, nosotros éramos los mismos mejores amigos de
siempre, inocentes e inseparables. Cada vez que podíamos robar unos minutos a
solas, ahí es cuando nos convertíamos en eso “diferente”, ese intenso algo que me
mantenía despierta por las noches, temiendo enamorarme muy rápido, temiendo
perderlo, temiendo que esto no durara una vez que Frankie se enterara. Nos
dábamos besos muy cortos frente al pasillo, compartíamos miradas sabedoras y
cómplices a través de la mesa del comedor cuando no éramos observados.

Nos escabullíamos cada noche al patio trasero para buscar estrellas fugaces y
susurrar de la vida, de nuestros libros favoritos, del significado de las canciones y
viejos recuerdos, y de sobre qué pasaría después que Frankie se enterara. No eran
los temas de conversación en si los que cambiaron —nosotros habíamos hablado
de esas cosas antes—. Pero ahora, había una nueva intensidad. La urgencia de
saber tanto como pudiésemos, por abarcar lo más posible en nuestras noches
finales antes de que Matt revelara el secreto.

En el último día antes del viaje, después de que había terminado de empacar,
nosotros tres fuimos otra vez a “La última parada de natillas” por helado. Ordené el
helado de menta con chispas de chocolate y brownie, Frankie pidió una barquilla y
Matt una malteada de fresa. Matt y Frankie estaban animados, flotando por la
anticipación de su pronto viaje, contagiándome su entusiasmo. No podía esperar a
que ellos llegaran a Zanzibar, a la casa de verano, a la playa donde Matt le diría a
Frankie acerca de nosotros, donde ella sonreiría, reiría y lo abrazaría, y todo
volvería a ser perfecto otra vez.

—Todo estará bien Anna. Ya lo verás —me susurró cuando Frankie se levantó al
mostrador a buscar más servilletas—. Sé que lo estamos sacando a flote, pero ella
es mi hermana pequeña… no lo puedo evitar. Sólo tenemos que protegerla.

Sonreí, imaginando nuestro beso de despedida antes de la salida de mañana más


tarde esa noche en nuestro usual lugar de reunión detrás de nuestras casas.

Dividimos nuestros helados en tres partes, como siempre, guardando solo lo


suficiente para el viaje de regreso a casa. En el auto, Matt subió el volumen de su
CD favorito: Grateful Dead. Frankie y yo cantamos la melodía mientras él llenaba la
armonía, con su cara rígida y seria mientras se concentraba en las palabras.
Condujo con una mano en el volante, y la otra golpeando el salpicadero, después su
muslo y de nuevo al salpicadero —un salvaje solo de batería imaginario—. Paré de
cantar lo suficiente para comer una cucharada de helado de menta con chispas de
chocolate, un bache me hizo fallar, haciendo que el helado cayera desde mi camisa

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hasta mí regazo. Estaba en el asiento de adelante, justo a su lado, y no me importó.
En sólo tres semanas, mis mejores amigos estarían de regreso a casa, ayudando a
Matt a prepararse para la Universidad, disfrutando de los atardeceres del verano, y
anhelando el resto de nuestros días… el resto de nuestro para siempre.

El coro comenzó de nuevo a través de los altavoces y yo canté más fuerte: —Casey
Jones será mejor que… vigiles tu velocidad… —Frankie reía desde el asiento
trasero, Matt sonreía a mi lado, con sus dedos acariciando mi rodilla secretamente,
el sol del medio día estaba en el cielo y yo era feliz en el polvoriento camino que
teníamos adelante.

Juntos. Felices. Enteros.

El tres de corazones.

Interminables posibilidades.

Y entonces… mi helado volando de manos hasta el salpicadero.

Giros.

Gritos.

Choque.

Vidrios rotos.

Una rueda girando.

Casey Jones repitiendo una y otra vez. —Vigila tu–vigila tu–vigila tu


velocidaaaaaad.

Alguien apretando mi mano, acallando, pidiéndome el nombre de mis padres y su


teléfono. Helen y Carl Reiley. Pero no les diga, pensé.

Una ambulancia. Paramédicos. Camilleros. —Lo tengo —alguien grita—. ¡Saquen a


las chicas!

—¿Puedes oírme? ¿Puedes mover tus piernas?

—Jesús, ustedes chicas tienen suerte de estar vivas.

En el lobby del hospital, me acurruqué en el pecho de papá, dejándolo acariciar mi


cabello y tararear canciones de los Beatles como cuando hacía cuando era pequeña
para espantar a los monstruos. Mi cabeza dolía, mi rodilla estaba vendada, y mi
muñeca estaba inmovilizada y envuelta con cinta blanca.

Frankie, sentada frente a mí con sus rodillas en el pecho, tenía un labio hinchado y
ocho puntos sobresaliendo de su ceja izquierda como piernas de arañas molestas.

FORO PURPLE ROSE 16


Twenty Boy Summer Sarah Ockler
Estaba inmóvil —excepto sus dedos que frotaban el cristal rojo de su brazalete
hecho por Matt—. Cerré mis ojos bajo las luces fluorescentes y traté de hacer otro
deseo de cumpleaños, una sola oportunidad, un reembolso, un intercambio por el
beso frente al fregadero que comenzó todo, a cambio de un último milagro.

Mientras el doctor nos decía lo que ocurrió, pensé en la boca glaseada con sabor a
clavo y mazapán de Matt, y en sus libros favoritos apilados en cada superficie plana
de su habitación. Matt no era un conductor imprudente; el sólo tenía un hoyo entre
las cámaras de su corazón, una pequeña imperfección que había permanecido
inactiva durante diecisiete años hasta ese momento de regreso a casa de “La última
parada de natillas”, cuando decidió hacerse conocer. Ellos usaron términos
médicos más apropiados cuando se lo explicaron a Red, entregándole una bolsa
plástica llena de las cosas de Matt. Reloj. Billetera. La camisa del hombre
anaranjado de Syracuse que había usado ese día. Pero yo sabía lo que significaba.
Lo sabía tan pronto como Red empezó a gritar, tan pronto como la tía Jayne
colapsó en los brazos de mamá, tan pronto como llegó el sacerdote del hospital con
una mueca triste en su boca y sus ojos entrenados llenos de compasión.

Matt —El Matt de Red y Jayne, el Matt de Frankie, mi Matt—, murió con el corazón
hecho pedazos.

Y todo lo demás que alguna vez importó en mi completa existencia sólo se…
detuvo. Estaba bajo el agua de nuevo, viendo las cosas en un borrón en cámara
lenta sin sonido ni contexto, sin sentimientos, sin cuidado. El mundo pudo haber
terminado y yo no lo hubiese notado.

En cierto modo, si terminó

Ellos debieron haber dejado que Red, Jayne y Frankie se despidieran de él, pero no
lo recuerdo.

Mamá y Papá debieron haber llamado a familiares, amigos y a la funeraria, pero no


recuerdo.

Probablemente hubo enfermeras, disculpas, papeles de donadores de órganos y


tazas de café frío, pero no recuerdo nada de eso. No en alguna manera que tenga
sentido.

Ni siquiera recuerdo como llegué a casa. En un minuto estaba bajo el agua en la


silla de plástico dura del hospital, y al siguiente estaba de regreso en mi propia
cama con la puerta cerrada, amortiguando la conversación de mis padres en el piso
de abajo, y las interminables llamadas.

Debí haberme quedado dormida, porque soñé con él. En el sueño, el me daba su
collar con el cristal azul y el brazalete rojo de Frankie.

—Debemos cuidar de ella, ¿lo sabes? —dijo—. Debo ser yo el que le diga. Es la
única manera.

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Twenty Boy Summer Sarah Ockler

Lo sé.

Y cuando me sonrió, lo prometí. Le prometí que la protegería.

Le prometí que nuestro secreto se mantendría guardado por el resto de la


eternidad.

Y así sería.

FORO PURPLE ROSE 18


Twenty Boy Summer Sarah Ockler

Capítulo 3
Traducido por Chelsea Sharkovich

Corregido por Kanon ♪♫♪

A
costada sobre mi estómago en el nuevo edredón púrpura de Frankie, con
una camisa y pantalones de yoga, leo por tercera vez la entrevista de
Helicopter Pilot en la revista Rolling Stone.

—Marrón Brandy. —Frankie tapa su barra de labios y admira sus labios ante el
acertadamente llamado, espejo de vanidad—. Tal vez sea muy oscuro para ti —
dijo, pasándome la barra—, pero pruébalo si quieres.

No necesito probarlo. Va a ser muy oscuro. Mi piel es tan blanca que es casi azul,
excepto por diecinueve pecas que odio, completamente inmunes a limpiezas
faciales, tiras para granos y exfoliaciones con cítricos.

—Frank, por favor. —Regresé hasta el principio de la entrevista. Se supone que


deberíamos estar haciendo nuestras listas para empacar e imaginando todas las
cosas emocionantes que haríamos en California el mes siguiente, pero había
pasado la ultima hora viendo a Frankie acicalarse, arreglarse y maquillarse—. Me
rehúso a arreglarme para hacer esto.

—¿Quién se está arreglando? —preguntó Frankie—. Yo sólo estoy… ¡Oh, cállate,


Anna!

Frankie se arregla para todo —planeación de viajes, noche de películas, compra de


alimentos, el poco común evento de sacar la basura—. La Tierra podría ser sacada
de orbita por una falla en la curva continua del espacio tiempo, Norteamérica
podría inclinarse hacia Europa en la mitad de la velocidad de la luz, con flamencos
de plástico rosados para el césped, y los perros de las personas ladrando, e igual lo
haría. ¡Aroooooooof! —diría Frankie—, Espera, Anna. ¿Tengo algo en mis dientes?

Frankie siempre ha sido la linda, aun cuando nuestras madres nos vestían con los
mismos vestidos de verano en tonos pasteles o con los mismos pañales
desechables. Pero ella solía ser tímida, dulce y un poco torpe incluso.

El año pasado, cuando el shock de la muerte de Matt disminuyó y ella dejó de


llamarlo desde fuera de la puerta de su habitación, Frankie se convirtió en un
capullo como una oruga bebé, solitaria e incierta. Ella no hablaba con nadie —ni
con sus padres, ni con los míos, ni siquiera conmigo—. No es como si importara.
Algunas veces me preguntaba si iba a perder a mis dos mejores amigos por el
mismo corazón roto. Pero para cuando la escuela comenzó de nuevo en el otoño
pasado, ella emergió, completamente cambiada, una nueva mariposa que dejó de

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Twenty Boy Summer Sarah Ockler
llorar, amaba a los chicos, usaba maquillaje brillante, y fumaba Marlboro Lights en
secreto en la habitación de su cuarto.

Ahora, dondequiera que fuésemos, Frankie entra en la habitación como un


deslumbrante agujero negro y, de acuerdo con mi Quinto Teorema de Física
Cuántica y Chicas Hermosas, absorbía todo la atención hacia ella.

—¿Anna, lo quieres o no? —me preguntó.

—No. Es muy oscuro para mí.

—Como quieras, Gasparín. —Ella juntó sus labios, presionando una toallita en ellos
y colocándose una capa de brillo transparente.

El Remix de Frankie. Sombra de ojos brillante perfectamente aplicada, manicura


francesa, cabello marrón oscuro a la moda con reflejos rojos reluciendo alrededor
de su barbilla. “Anna” y “reluciente” no pertenecen a la misma oración. Mi cabello
es rizado, completamente, y se parece horriblemente a heno salvaje si no le aplico
suficiente gel. Aparte de las hidrataciones y una higiene apropiada, la última vez
que pase más de veinte minutos poniéndome en contacto con mi diva interior fue
cuando estaba con Matt. Ahora, mi maquillaje se encuentra en la gaveta inferior del
baño, debajo de una capa siempre creciente de polvo rosado brillante.

—Tú solías amar esto —dijo, hurgando en busca de una sombra más clara—. Aquí,
prueba esta “Locura de Luz de Luna”. Tiene cristales molidos o algo así.

Me encogí de hombros y me concentré en las fotos de la autodenominada mascota


de Helicopter Pilot, “El guitarrista de aire”, hasta que ella se distrae mezclando
sombras de ojos en el dorso de su mano con un hisopo. No puedo culparla por
intentarlo. Ella no sabe de Matt, el fantasma, flota dentro y fuera de mi corazón,
inquietante y sin resolver.

No te preocupes. Es nuestro secreto.

—¿Te gusta este color? —Ella parpadea hacia mí y se ríe. Algo en su sonrisa me
recuerda a él, y tengo que mirar hacia otro lado para bloquear la inundación de
recuerdos. Ahora, es oficialmente más de un año. Sé que debería superarlo, pero
realmente esto nunca me abandona. Cada mañana, me despierto y olvido sólo por
un segundo que ocurrió.

Pero una vez que mis ojos se abren, me sepulta como un derrumbe de rocas
afiladas y tristes.

Una vez que abro mis ojos, me siento pesada, como si mucha gravedad estuviera
presionando mi corazón.

Nunca hablo con Frankie sobre eso. Matt era su hermano de verdad, no su mejor
amigo chico en la onda de hermano mayor. Nunca digo nada de él.

FORO PURPLE ROSE 20


Twenty Boy Summer Sarah Ockler
Solo trago fuerte.

Asiento y sonrío.

Un pie frente al otro.

Estoy bien. Gracias por no preguntar.

—Ese color te queda increíble, Frank —dije.

—¿Has visto mi brocha grande para rubor? —preguntó—. No puedo encontrar


nada desde que Mamá convirtió mi habitación en el Hotel Sahara.

—Revisa en esos cofres de tesoros de tu escritorio. —Moví mi cabeza hacia un


grupo de cajas color oro alineadas desde la más pequeña hasta la más grande.

Frankie encuentra su brocha en el cofre del medio. —Debo colocar un candado en


la puerta o sino no voy a encontrar nada de nuevo.

En los seis meses pasados, Tía Jayne ha estado en una especie de impulso de
decoración. Cada vez que entro en la casa de Frankie, algo está diferente, nuevos
cojines o muebles movidos, más o menos plantas, manchas de colores o neutrales
minimalistas, torbellinos de tiros, fundas, guirnaldas, y muestras. La semana
pasada, ella transformó la habitación al estilo sencillo de 1920 de Frankie, en un
oasis de Moroccan, cubierto con morados oscuros y rojos, y con cortinas de
cuentas de madera.

—Es como una nueva aventura cada día —dijo Frankie el mes pasado cuando su
baño al estilo de luciérnaga se convirtió en un sexy baño para vaqueros, casi en una
solo noche, completado con cuerdas para toallas de soga verdadera. Supongo que
es bueno que la tía Jayne este emocionada por algo de nuevo —corriendo a la
tienda de fábrica o a la tienda de hogar y jardinería cada vez que la inspiración
llega a ella—, que es básicamente cada vez que uno de esos shows en los que dejas
la ciudad y permites que completos extraños redecoren tu casa en cuarenta y ocho
horas aparecen en la TV. Solo en el mes pasado, ella llenó la mitad del garaje con
cajas de revistas, cubiertas de almohadas, botes de pintura, antigüedades, vajilla
cambiada y piel sintética. Sólo hay una habitación que ella no toca —la que está la
final del pasillo—. La que tiene la puerta perpetuamente cerrada, que bien podría
no existir.

—Frankie, ¿Terminaste ya? —Ya sé todo lo que hay por saber de Helicopter Pilot,
incluido el hecho de que la estrella baterista Scotty-O tuvo un trasplante de hígado
cuando tenía cuatro años—. Leí este artículo tantas veces que siento que ya estoy
en la banda.

—Sí —dijo ella—, excepto que ellos son la mejor banda en el universo, y tú ni
siquiera puedes cantar “Cumpleaños Feliz” afinada.

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—Tal vez no. Pero Yo pasé mi examen final de inglés, que es más de lo que puedo
decir de ciertas personas en esta habitación.

—¡Hey! Sesenta y siete es aprobado. Y para tu información, sabelotodo, me acabo


de inscribir en los emails de una palabra al día para expandir mi vocabulario.

—Oh, ¿en serio? —pregunté.

—La palabra de hoy es judicial. Así como: el hecho de que Anna sea una súper
nerd, no significa que deba ser tan judicial en contra de las personas que no lo son.

—Juiciosa. Te refieres a juiciosa. Y no lo soy.

—Juicio, mierda. —Ella agarra su cuaderno de espiral y un bolígrafo de su


escritorio y garabatea en él—. Jui-cio-sa. Juiciosa. Tú —dijo ella, cerrando el
bolígrafo y colocando el cuaderno de vuelta en el escritorio—. Amo tener la razón,
¿tú no?

Lancé la revista al suelo. —Es doloroso, pero alguien debe ser inteligente en esta
operación.

Frankie se encoge de hombros, pasando por última vez su brocha con rubor por su
nariz. —Supongo que deberé confiar en mi belleza. Aquí… estoy lista. —Ella se
levanta de su silla y sonríe, sus manos en sus caderas como si estuviera esperando
por algún tipo de instrucciones de un director de teatro. Mi mariposa. Justo como
su hermano. Cuando sonríe, sus ojos azules se encienden y ponen un hechizo vudú
de amor en todos alrededor.

—Perfecto —dije, recogiendo mi cabello con un lápiz—. Ahora, ¿por favor


podríamos empezar a planear este viaje, preferiblemente antes de que termine?

Frankie me lanza un bolígrafo de gel púrpura y una hoja de rayas de su escritorio.

Mientras trabajo en la lista para empacar, ella camina por la habitación nombrando
ítems potenciales, filmando con su cámara de video. Una de sus tías se la dio
después que Matt muriera, para “distraerla de los hechos”, y ella no la ha soltado
desde entonces. Creo que teme perderse de algo importante, o no ser capaz de
recordarlo después, cuando importe.

En menos de una hora, nos encargamos de la ropa (casual diurna, día formal, noche
casual, noche formal, pijamas, y ropa impermeable para la playa), trajes de baño
(para lo cual todavía necesitamos ir de compras), artículos de aseos personal y
maquillaje (para Frankie), juegos, música, y libros (para mí). También escogimos el
nombre oficial para nuestra próxima aventura —Absolutamente el Mejor Verano
de Todos (A.M.V.T.)—, porque eso era exactamente lo que sería, de acuerdo con mi
reciente designada lista de tour.

—¿Estás bien, Anna? No te ves tan entusiasmada de repente. —Frankie se sienta


frente a mí e inclina su cabeza, frunciendo el ceño. Matt solía hacer eso con su

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cabeza siempre que estaba preocupado por una de nosotras y necesitaba ver más
de cerca la situación.

—No, estoy bien —dije—. Supongo que no se ve real todavía. Tú sabes cuán
extraño estaba Papá con todo este asunto. No quiero emocionarme mucho hasta
que no esté en el avión.

Papá ya opina que paso mucho tiempo aquí. —Red y Jayne necesitan involucrarse
más en el luto de Frankie —dijo en más de una ocasión, seguido después por algo
así—, especialmente porque este será su primer viaje sin Matt.

¿Pero qué sabe Papá? Su idea de apoyo en el luto implica traer cervezas para Red y
no mencionar el nombre de Matt.

Frankie sacude su cabeza y apaga la cámara. —No te preocupes, Él ya dijo que


puedes ir. Sólo necesitas hacer algo de… oh, ¿cómo se llama esa cosa?...
envisualización, creo.

—¿Envisualización? —pregunté.

—Tú sabes, ¿cuando piensas en lo que quieres y te imaginas a ti misma


obteniéndolo?

—Visualización, Frankie, y no va a funcionar.

—Visualización. Sí, eso. Sólo inténtalo, ¿de acuerdo? —Ella cierra sus ojos y
presiona sus dedos en su sien, hablando monótonamente—. Anna está llegando a
California. Ella y Frankie son mágicas y hermosas, como sirenas en el agua. Están
caminando en la playa y muchos chicos las saludan y babean porque son tan
irresistibles.

Ella abre sus ojos. —¿Lo puedes ver?

—No realmente —dije—. Pero si estoy soñolienta.

—Sé seria, Anna. No lo estás intentando lo suficiente. Cierra tus ojos.

Hago lo que pide y trato de imaginar la escena que ella describió. Ella habla de
recostarse bajo el sol, el olor de cocos, escribiendo postales a mis padres, y pronto
estoy pensando en las postales que Matt solía enviarme con fotos de focas usando
lentes de sol o mujeres con sobrepeso utilizando bikinis de neón. Guardé cada una
de ellas, a salvo en una caja bajo mi cama.

Si me hubiese besado un año antes, ¿Habría recibido cartas de amor, está vez?

—¿Ves? —Frankie golpea mi pierna, trayéndome de vuelta al presente.

—Veremos. —Saco de mi mente una imagen poco clara de Matt escribiéndome:


Besos y abrazos.

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—Anna, ¡esto va a ser tan increíble! —Frankie pega nuestra lista para empacar en
su cartelera de boletines en la pared, sobre su escritorio, y saca un cigarrillo de su
escondite en la gaveta superior. Ella sólo fuma en su habitación, en su ventana.
Nunca en público. Nunca en la escuela. Nunca afuera. Ella lo niega cada vez que lo
menciono. Pero algunas veces creo que a ella ni siquiera le gusta; ella solo quiere
que sus padres la descubran y hagan… no sé. Algo.

El mes pasado, cuando el tío Red y la tía Jayne sugirieron hacer el viaje a su lugar
favorito junto conmigo, Frankie enloqueció. Ella se volvió completamente silente
por un largo tiempo, y ninguno de nosotros sabía que iba a venir después. Era
como cuando la gente mencionaba a Matt en la escuela o en asuntos familiares
justo después del accidente. Su mente se apaga y se iba. Ó ella se molestaba
muchísimo y empezaba a temblar. Otras veces, al principio, ella sólo corría y
lloraba. Llorar es muy diferente a sollozar. Para llorar, requieres todo tu cuerpo, y
cuando terminas, sientes como si no tuvieras huesos para sostenerte.

Sin embargo, ella no lloró la noche en que hablaron del viaje. Ella sólo enloqueció y
se fue como un huracán hasta su habitación, dejando a Red y a Jayne dándome las
usuales disculpas. Podía ver que era difícil para ellos, pero no sabía que es lo que
esperaban. Mientras que el anuncio del viaje a California emergió de la boca de Red
y cayó en la mesa esperando por una respuesta, todo en lo que podía pensar era,
un año después es todavía muy pronto.

Pero a la mañana siguiente, a Frankie le empezó a gustar la idea, y para el fin de


semana, era como si a ella le hubiese gustada el viaje a la Bahía Zanzibar desde el
comienzo, garabateando imágenes de palmeras y de buenos tiempos soleados en
su cabeza.

Frankie se arrodilla frente a la ventana, empujando a un lado la cortina de cuentas


de madera e inclinándose contra la pared para encender el cigarrillo. El brazalete
rojo de Matt se desliza por su muñeca, brillando a través de la nube de humo. Las
plantas de sus pies están grises por el polvo de verano, y mientras ella se voltea
para echar el humo hacia el cielo, no puedo evitar pensar que es verdaderamente
muy pronto.

—Frankie, ¿crees que lo de California está ocurriendo muy rápido? Digo, ¿muy
pronto? —Mi voz es baja. No estoy segura de que sonó correctamente.

—No realmente —dijo, dejando el cigarrillo fumado hasta la mitad en una lata de
Coca-Cola light, y reuniéndose conmigo en el suelo—. Todavía tenemos una, dos…
cuatro semanas antes de que EMVJ comience oficialmente. Eso implica que nuestro
cabello crecerá aproximadamente media pulgada. —Ella sostiene su mano por
debajo de su barbilla, indicando el largo aproximado—. Además, vamos a tomar las
bebidas Ultra Rápido Delgada.

—¿Esas malteadas falsas? —pregunté. Tragarme mi propia lengua suena más


apetecible que tomar malteadas en el desayuno, almuerzo y cena—. Estás
bromeando.

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Twenty Boy Summer Sarah Ockler

—Anna, debemos hacerlo. Podemos perder, como, cinco kilos para entonces.
Piensa en playas. Piensa en bikinis. —Ella se levanta su camisa y se pellizca la
inexistente grasa de su barriga—. Y —dijo, golpeándose su barriga dos veces—, no
te olvides del A.A

A.A: El Albatros de Anna. Del latín Anna, es decir, yo, y Albatros, es decir, “algo que
entorpece o incapacita”; por ejemplo, “era un albatros alrededor de su cuello”. Es el
nombre clave que le dimos a mi virginidad cuando Frankie perdió la suya con un
alumno de intercambio estudiantil alemán después del baile de primavera hace
dos meses, cuando ella se convirtió en una experta en estas cosas.

—Pero Francesca —dije en mi suave voz de novelas románticas—. Quiero que


sea… ¡especial! —Que es, por lo menos, cincuenta por ciento verdad. Bueno, tal vez
sesenta. De acuerdo, sesenta y ocho, no más. La verdad es, siempre imaginé que
sería con Matt. Estaba enamorada de él antes de saber cómo se llamaba ese
sentimiento, y cuando por fin estábamos juntos el verano pasado, era un asunto
cerrado en mi mente. Vi todo mi futuro en ese único beso, empezando en la parte
cuando lo ayudaría a empacar en su última noche de la escuela, y una cosa llevaría
a la otra, y él me daría un apasionado beso de adiós, cayendo en su cama, y
entonces por fin…

Pero cuando murió, el sueño murió también. ¿Chicos? ¿Acercándose? ¿Tan cerca?
Duele demasiado pensar en eso. Si besara a alguien más, el hechizo se rompería, y
mis recuerdos de Matt y todo lo que anexé con ellos, se borraría. No, gracias.

—¿Especial? ¡Sí, claro! —Frankie me lanza una almohada adornada con elefantes
dorados—. Ya te lo dije, no es tan bueno la primera vez. Es más como un ensayo
para lo verdadero… un ensayo al desnudo. Escogí a Johan porque él se iba una
semana después y sabía que nunca tendría que volverlo a ver.

Escoger a Johan. Si buscara escoger en el diccionario, no encontraría ninguna


referencia a Frankie y Johan. Tendría que ir a la letra A de acosar. Todo el año,
Frankie intimidó a la novia de Johan, María, con crueles miradas en la clase de
gimnasia, dejaba notas diarias en su casillero, y se besaba con sus amigos para que
se corriera la voz hasta él. Johan era el único chico que no estaba dispuesto a
terminar su relación por un jueguito con Frankie, y eso la dejó perpleja y frustrada.
Así que, cuando María lo dejó una semana antes del baile de primavera, Frankie
pretendió no saber nada hasta la noche del baile, cuando se acercó a él con su cara
de Estoy-Aquí-Para-Ti, media hora después, ellos estaban en el oscuro campo de
fútbol haciendo su propio baile, dejándome sola enfrentando por mí misma a un
gimnasio lleno de felices y danzantes adolescentes.

Habían pasado dos meses. Johan está de regreso en Alemania y no ha respondido


ninguno de los e-mails de Frankie.

Pero eso no le impide conspirar para la caída de mi inocencia en nuestro próximo


viaje. En su mente, estaríamos ignorando una orden directa del Dios de las

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Twenty Boy Summer Sarah Ockler
Vacaciones de Verano si no zanjamos de una vez por todas mi gran V en algún sitio
de la costa del Pacífico.

—¿Cómo podría olvidar el Albatros? —pregunté—. Lo mencionas cada cinco


minutos.

—Sólo trato de mantenerlo fresco. —Ella se levanta del suelo y me ofrece su mano.

—De cualquier manera, tu virginidad es el último de nuestros problemas pre-viaje.


Vamos… a tu casa.

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Capítulo 4
Traducido por Chelsea Sharkovich

Corregido por Kanon ♪♫♪

A
rriba, en mi habitación, filma mi closet con su cámara de video, poniendo su
mejor voz de anunciante de comerciales:

—En un mundo donde los sueños de verano de verdad se hacen realidad, Anna y
Frankie planean las vacaciones de sus vidas. Habrá playas. Habrá trajes de baño. Y
habrá chicos. Pero algo se oculta bajo la superficie, amenazando con arruinar el
A.M.V.T si estas astutas y hermosas amigas no se enfocan en encontrarle una
solución inmediata: “¡El guardarropa de Anna es una completa pesadilla!”

Debido a la incansable búsqueda de Frankie por el pedazo de tela más pequeño


legalmente permitido, su atuendo de verano —y casi todas sus ropas de verano—,
está siempre listo para ir a la playa, con lindos tops tipo halter, mini-faldas, y
sandalias de tiras negras.

Debido a la incansable búsqueda de mi madre por las últimas ofertas, combinado


con su inmunidad estándar a los asuntos de la moda, mi guardarropa —
considerado como una colección—, debería ser juzgado, condenado y colgado.
Desprovisto de cualquier cosa linda, corta, o de tirantes, mi closet alberga una
antología de ítems a mitad de precio y fuera de temporada excavados de los
sótanos de las atestadas tiendas por departamento donde tuve que abrirme paso
con codazos a través de la multitud de mujeres de mediana edad en la caza de
gangas en los cajones de ropa interior suelta.

—¿Qué sugieres? —pregunté, pasando mis dedos por las camisas colgadas frente a
nosotras.

—Ni siquiera sé por dónde empezar. —Ella voltea la cámara a sí misma y hace un
encogimiento de hombros exagerado frente a la lente—. Sólo sácalo todo y tíralo
en la cama.

No estoy de humor para desmantelar todo mi closet, pero hago lo que ella dice.
Hace que sonría, sólo un poco, por eso no discuto con ella. Algunas veces, cuando
se ve feliz como ahora, la observo de reojo y me pregunto si mi mejor amiga sigue
allí en algún lado, la que solía hacer bodas elaboradas para nuestras muñecas y que
me negociaba mil dólares extra en Monopolio para que pudiéramos conspirar
contra Matt. En la oscuridad posterior a la muerte de nuestra amistad, no sé si
alguna vez volveré a ver a esa Frankie de nuevo. Somos personas tan diferentes
ahora; si hoy día la conociera en la calle, así como está ahora, jamás podríamos ser

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Twenty Boy Summer Sarah Ockler
amigas. Pero de vez en cuando, su sonrisa regresa —sin embargo, sólo
fugazmente—, y entonces la veo, de verdad la observo a ella, y sé que haría
cualquier cosa para mantenerla aquí un poco más, para impedir que vuelva a caer
en el coma de silencio que casi alcanzó el año pasado.

Aún si eso implica hablar de ropa, chicos y malteadas de dieta, en vez de cosas que
de verdad importan.

—El fallo del guardarropa de Anna Reiley, toma uno. —Frankie filma mientras
lanzo sobre la cama pilas de ropa inservible, una tras otra. Tengo unas favoritas
aceptables, acompañadas con frecuentes incursiones al closet de Frankie, pero la
mayoría de los embarazosos conjuntos fueron forzados a la clandestinidad, donde
esperan en vano el día en que, al igual que sus hermanos más elegantes, podrían
ser llamados al servicio de la moda.

—Por Dios, Anna. ¿Qué son estos? —Frankie baja su cámara para agarrar con su
índice y su pulgar unos jeans viejos, como si los pantalones pudieran transmitir un
contagioso virus.

—Son mis jeans favoritos de la secundaria. Me traen buenos recuerdos.

—Anna, cremalleras en los tobillo nunca son buenos recuerdos. ¿Y qué demonios
es esto? Está completamente arruinado.

Mi boca se secó mientras Frankie sacaba una camiseta blanca de la bolsa plástica
en la que la he mantenido durante el último año, guardada detrás de los zapatos en
el piso del closet. Tiene manchas de morado, en costras y decolorado, en
comparación con el azul original del cumpleaños. Al principio no quería lavarla
porque me recordaba esa noche y todo en lo que se suponía que se convertiría.
Después que él murió, no quería lavarla, deshacerme de ella, o hacer algo en
absoluto con ella.

Nunca.

—A la basura —dice Frankie, dispuesta a descartarla.

—¡No! —Me arrojé hacia ella y le arrebaté la camisa de sus manos con más fuerza
de la que me proponía. Es la única prueba que sobrevivió de la noche en la que
Matt y yo cambiamos de amigos a lo que sea en lo que nos convertimos, y es casi
imposible para mí no llorar.

—¿Qué te pasa, Anna? Es sólo una camiseta blanca. Puedes comprarte una nueva
por sólo cinco dólares.

No te preocupes. Es nuestro secreto.

—Disculpa. —Estaba sorprendida y contenta de que ella no la reconociera. Pasé mi


pulgar una y otra vez sobre una costra en uno de los tirantes, mientras que una
versión de cinco segundos de la pelea de torta pasaba por mis ojos como una

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Twenty Boy Summer Sarah Ockler
película en marcha acelerada. No llores por glaseado derramado, Anna—. Es sólo
que… me gusta esta.

—¿Por qué? —preguntó.

Sólo dile.

—Es del… es sólo… —Mordí mi labio inferior.

Dile.

—Anna, ¿qué ocurre?

Oh, no es nada, de verdad. Eso es de la primera vez que tu hermano me besó y me


hizo prometerle que no te diría. Yo estaba enamorada de él desde siempre, y se
suponía que él te diría de nosotros en California, y todos íbamos a vivir felices por
siempre. Todavía le escribo cartas en el diario que él me regaló, las cuales él no
responde, porque está muerto y todo eso. Pero, ¿además de eso? Honestamente, no
es nada.

—¿Anna? —Ella me mira con su cara inclinada de nuevo.

—¿Huh? Oh, lo lamento. Nada. Estoy bien. Me… me desharé de eso después. Como
sea, mira esto. —Tragué el nudo en mi garganta, empujé la camiseta detrás de
algunas cajas de zapatos en el closet, y saqué un par de diminutas pantuflas de
Snoopy—. ¿Recuerdas cuando teníamos pantuflas iguales en tercer grado?

—Anna, teníamos todo igual en aquel entonces. Esto… —ella pasa su mano sobre la
ropa—, es una fashion… una fashion Heidelberg, como tu dirías. No sé cuando nos
alejamos tanto del camino.

Lo sé. Recuerdo el momento exacto en el que Red empezó a dejarnos en el centro


comercial con su tarjeta de crédito, diciéndole a Frankie que comprara lo que
necesitara y que nos pasaría recogiendo en unas pocas horas. —Nada como un
trauma familiar para comenzar un buen armario —dijo ella, pretendiendo no llorar
mientras se probaba montones de ropa cara de nuestras tiendas favoritas.

—Es Hindenburg1, Frank. Y si te sientes nostálgica por combinar atuendos, eres


bienvenida para acompañarnos a mi Mama y a mí en nuestra siguiente visita a
Shay Casa de Ofertas2.

—Debe haber algo recatable aquí.

—Rescatable. Y no lo hay.

1Es una ciudad alemana, e importante destino turístico, por su centro histórico; el castillo de Heidelberg y la
universidad más antigua del país. Frankie confunde el nombre de la universidad, con el de la ciudad.

2 Es una tienda por departamento, caracterizada por sus grandes ofertas.

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Twenty Boy Summer Sarah Ockler

—Sí, eso es lo que dije. Rescatable. Así como, capaz de ser rescatado. Además, todo
lo que de verdad necesitamos son bikinis, shorts de jean, y sandalias. Y tal vez un
vestido o dos para salir en la noche. Ahora que lo pienso, tal vez deberíamos
comprar…

—¿Bikinis? ¡¿En público?!

¡Mi mundo se está destrozando a mí alrededor! Frankie —alta y delgada, piel


olivácea, con la grasa en los lugares adecuados y solo allí—, se verá sorprendente
en la playa. ¿Pero yo? Imagino mi piel azul-blanca, con mis brazos pecosos
colgando de manera poco atractiva en un bikini. Nadie quiere ver eso
desprevenido.

Miré a Frankie de arriba abajo y me mordí la uña del pulgar. Tal vez unas
vacaciones en la playa con mi sorprendente mejor amiga no es tan buena idea. —
No lo creo, Frankie.

—Anna, nadie nos notará si andamos por allí con ropas de viejas. Pensarán que
estamos embarazadas o algo así.

—¿En lugar de querer embarazarnos?

—Exactamente.

—No sé, Frankie. No creo que…

—Anna, eres hermosa, y lo sabes. Sólo debes dejar de ser tan tímida y empezar a
mostrarte. Ponte un poco de brillo labial, camina derecha, echa tus hombros atrás,
mete la barriga, saca tus senos… ¡y muéstrate!

En mi película mental de “mostrándome”, lo hago con el brillo labial, pero me


concentro tanto en enderezar, echar, meter y sacar que no veo la tabla de surf o
unos trozos de madera o el pie de un niño y me caigo, atravesando dicho obstáculo
invisible y estrellando mi cara en la arena caliente.

—No va a funcionar —dije.

Frankie se monta en la cama y sujeta mis hombros. —Si va a funcionar. Créeme.


¡Eres perfecta!

—¿De verdad lo crees?

KABOOM!

Frankie y yo chillamos debido al inesperado trueno. Para mí, el repentino cambio


en el clima es una clara señal de que el universo no quiere que use un bikini.
Mientras el cielo se oscurece y el aguacero empieza, veo a Frankie mirar por la

FORO PURPLE ROSE 30


Twenty Boy Summer Sarah Ockler
ventana de bahía detrás de nosotras, observando agujas de lluvia estrellarse contra
el vidrio.

Ella lo mira fijamente por mucho tiempo, trazando el camino del agua en la
ventana, distante. Ella hace eso algunas veces, como si su mente se dividiera y una
de las partes se quedara conmigo y la otra esta fuera, viviendo una vida
completamente diferente en la distancia, con personas que no puedo ver ni oír.

—Él amaba las tormentas en la noche, ¿recuerdas? —susurró, más como una
reflexión a la ventana que conmigo. Asentí y apoyé mi cabeza en su hombro. Era lo
más que había dicho de él en un largo tiempo.

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Twenty Boy Summer Sarah Ockler

Capítulo 5
Traducido por Virtxu
Corregido por Anne_Belikov

A
la mañana siguiente, totalmente en contra de mi voluntad, Frankie le pidió a
Tía Jayne que nos dejara en el centro comercial y que nos condujera a su
tienda favorita, Bling. Todo adentro —incluido el personal—, es o podría
verse o pasar por caucho, purpurina, o alguna combinación de los mismos.

Apoyada en el sistema de altavoces que iban del suelo al techo, detrás del
mostrador, una rubia tan sólo unos años mayor que nosotras hojeaba las páginas
del Celeb Style de este mes y meneaba la cabeza, colgantes de corazones de plata
bailaban por encima de sus hombros al compás del tecno tras de ella.

Nunca disuadida por una mujer con un halter3 negro, Frankie dio un golpecito
sobre el mostrador.

—Hola —gritó sobre la música—. ¿Te han llegado los nuevos trajes de baño?

La Chica Goma4, la cual llevaba unos vaqueros cortos que parecían ropa interior
con bolsillos, levantó una ceja a Frankie y sacudió la cabeza hacia el rincón más
alejado de la tienda.

—Gracias —le dijo Frankie.

—Lo que sea. —La Chica Goma pasó la página y dio un largo suspiro, mi-vida-es-
tan-dura.

Por suerte mi mamá no está aquí para presenciar el cambio, o estaríamos


esperando al administrador de Bling para que mamá pudiera compartir un largo y
doloroso comentario de cómo la falta de enfoque de la Chica Goma en el cliente se
refleja negativamente en la industria entera del vestido.

—Ella es nueva —me asegura Frankie, arrastrándome a la esquina donde la chica


nos había dirigido tan amablemente.

Después de entregarme su cámara con instrucciones explícitas de mantenerme


filmando, Frankie toma una respiración profunda y se pone a trabajar. Ella hace su

3 Estilo de ropa, donde el cuello es muy alto y la espalda está casi al descubierto.

4 En inglés Rubbergirl. Anna la llama así, debido a que mascaba chicle.

FORO PURPLE ROSE 32


Twenty Boy Summer Sarah Ockler
camino a través de bastidores de trajes de baño, alimentándose como una madre
antílope para su bebé muerto de hambre, pasando por colores o estilos que son
"taaaan del año pasado" o "demasiado bla, bla, bla, para la playa."

Cuando ella encuentra algo con potencial, tira de la tela para simular un día duro
en el surf y lo sostiene a la luz para asegurarse de que haya la cantidad correcta
para ver a través.

Después de quince minutos de caza y recolección, Frankie emerge de entre los


estantes con dos brazadas de “posibles”. Una uña rota y un ligero jadeo son
únicamente sus cicatrices de guerra.

—Toma esta mitad, y luego nos la cambiamos. —Me pasa un montón de brillante y
centelleante lycra a medida que avanzamos hacia el probador y nos metemos en
probadores contiguos.

—Creo que es necesario que permanezcamos con el negro —le digo a Frankie
mientras abro un poco la puerta del vestidor para mostrarle una cosa horrible
color naranja que se extiende en particular por mi parte trasera, el tercer traje más
atroz que me he probado—. Se supone que adelgaza.

—Todo el mundo viste de negro —dice Frankie—. Y no necesitamos adelgazar.


Necesitamos algo divertido. Algo… ¡EW! ¡Eso no es muy divertido! —Ella me mete
de nuevo en el probador antes de que los compradores puedan pasar a asociarla
con la monstruosidad de color naranja del probador A.

—Sigue intentándolo, Anna. Encontrarás uno.

Cinco posibles más, cinco rechazos más. Bueno, tal vez el amarillo del año pasado
de una sola pieza con el escote de margarita tenga potencial.

—Frank, esto no tiene remedio. ¿No puedo usar mí…?

—No —dice ella, saliendo de su probador—. No está permitido mencionar ese traje
amarillo de nuevo. Creo que he encontrado uno que me gusta. Ven a ver.

Abro mi puerta. Frankie es una visión envuelta en una bata blanca brillando bajo la
luz del probador.

Ella abre la bata y muestra un traje azul celeste estilo halter con lazos en el cuello y
en las caderas y que cubre lo suficiente de Frankie para mantener a todo el mundo
maravillado. Estaba hecho para ella, lo demostró la reunión de madres e hijas a su
alrededor como ovejas perdidas en busca de su orientación a través de los pastos
enredados de la colección de trajes de baño de Bling.

—¡Oh, Dios mío, es este! —Salgo de mi probador y la abrazo como si ella se


estuviera probando trajes de novia—. ¡Te ves increíble!

—¿Me hace ver muy gorda? —Tira un poco de la parte inferior y se vuelve hacia

FORO PURPLE ROSE 33


Twenty Boy Summer Sarah Ockler
atrás y adelante a ver su trasero y su estómago en el espejo de tres vías—. ¿Qué
pasa con mis enormes costillas? Tengo costillas de hombre.

Una de las madres se ríe.

—Cariño —dice la mujer—, si yo tuviera ese cuerpo, me gustaría ir a la playa


desnuda.

Frankie sonríe. Las mamás están de acuerdo. Una niña mira. Celeb Style, aquí viene
ella.

—Frank, es impresionante. Tienes que llevártelo.

—¿Tú crees? ¿Estás segura?

—Sí —dicen las ovejas perdidas y ella dice: —Está bien, siempre y cuando tú estés
siendo honesta.

—Oh, Dios mío, si no lo consigues yo no voy a California.

—¡Vale, vale! Lo voy a conseguir. Mientras tanto, aquí. —Ella va a su probador y


saca una percha con algo color verde oliva—. Creo que he encontrado uno para ti,
también. Sé que eres un poco más conservadora sobre estas cosas.

Encerrada en mi probador, me desvestí de nuevo y me preparé para otro rechazo


doloroso, pero predecible. Si esto no funciona, me voy a Alaska en su lugar. No
requiere traje de baño.

Me lo puse y estiré y até las diferentes partes en su posición sin mirarme en el


espejo. Mientras miro el gastado esmalte Cotton Candy de las uñas de mis dedos,
me imagino caminando por la playa con mi infantil traje color amarillo con Frankie,
la reina del verano, en su suave azul celeste. Voy a ser la compañera. La segunda
cadena. La segunda ración. La segunda opción.

Me duele la cabeza.

—¿Y bien?— Frankie llama a la puerta—. ¿Lo tienes?

Abro la puerta y la empujo, todavía con miedo de mirarme en el espejo.

—Wow. Wow. Anna, oh Dios Mío. ¡Wow!

—¿Malo? —Digo en voz baja.

—Um, ven aquí. —Antes de que pueda decir otra palabra, Frankie me agarra la
muñeca y tira de mí a la sala principal poniéndome en frente al espejo de tres vías.
Afortunadamente, las ovejas se han disuelto.

FORO PURPLE ROSE 34


Twenty Boy Summer Sarah Ockler

—Mira. —Ella me da un codazo. Me quedo mirando mi reflejo. La chica en el espejo


me mira de vuelta. No la reconozco.

—Anna, ya estás llevándote este traje.

—Cuesta ochenta dólares.

—Anna, ya estás llevándote este traje.

—Pero yo…

—Anna, ya estás llevándote este traje. Eso es todo.

Me retuerzo y giro y contorsiono todos mis apéndices en busca de algún defecto


fatal que me obligue a abandonar el traje, pero no puedo encontrar uno. No en la
ligeramente acolchada parte superior estilo halter ni en los lazos al cuello como el
de Frankie. No en la parte inferior tipo pantalón que hace que mi estómago se vea
plano y que se desliza por mis caderas como una segunda piel.

—Ves, te dije que eres hermosa —dice Frankie.

—Lo que sea. —Todavía me estoy acostumbrando a la idea de mostrar a alguien mi


ombligo a propósito.

—Oh, Dios mío —chilla Frankie—. Anna, se me acaba de ocurrir la mejor idea de
todos los tiempos.

—Genial. Le preguntaré a mamá si me presta un poco de dinero.

—No, escucha. —Ella pone su brazo alrededor mío y baja su voz—. Se trata de
Albatros. —Su ceja rota parece estar bailando mientras se mueve sugestivamente.

—Oh, está bien. Tu pequeño proyecto de mascota. —Estoy intrigada y temerosa al


mismo tiempo, una combinación a la que me he acostumbrado a lo largo del año
pasado con Frankie.

—Es perfecto. Estamos en California durante veintitrés días, ¿verdad? —Ella hace
algunos cálculos rápidos con sus dedos, mirando hacia el techo para
concentrarse—. Si nos permitimos tres días para la llegada, la exploración, y la
estrategia, eso nos deja dieciocho, diecinueve, veinte. Veinte días, más o menos.

—¿Veinte días para qué?

—Veinte chicos.

Creo que está bromeando, pero sus ojos están fijos. Tengo que parar esta locura
antes de que ella nos compre el pack familiar de condones en la farmacia.

FORO PURPLE ROSE 35


Twenty Boy Summer Sarah Ockler

—¡Frankie, no voy a dormir con veinte chicos, y tú tampoco! —Ella se ríe.

—Vamos, Anna. Sólo quise decir que si pudiéramos conocer a un chico por día, y
quizás hacer una pequeña prueba de manejo, sin duda podrías deshacerte de la AA
en algún momento, ¿verdad? Incluso podemos hacer una apuesta. Quien tenga las
mejores perspectivas, gana.

Mientras que el traje de baño amarillo de margaritas de Anna nunca habría


aceptado una apuesta tan escandalosa, la loca chica en el espejo usando el bikini
oliva no podía aplastar la sonrisa sincera de Frankie. Era de oreja a oreja, casi hasta
el final de sus brillantes ojos azules, y antes de que yo pudiera pensar acerca de lo
mala idea que era, nuestra apuesta estaba en movimiento.

—Veinte días —digo, feliz por su duradero entusiasmo—. Veinte chicos. Estoy
dentro.

Frankie mueve la ceja y le echa un vistazo más a nuestras reflexiones en bikini,


asintiendo en aprobación.

Sonrío y asiento de vuelta, reto aceptado.

Entra el anunciador de la película.

En algún lugar a lo largo de la costa de California, sopla un viento extraño sobre el


océano, y veinte chicos ajenos levantan la vista de sus tablas de surf al mismo
tiempo.

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Twenty Boy Summer Sarah Ockler

Capítulo 6
Traducido por Andre_ G (Traducción S.O.S.)
Corregido por Anne_Belikov

M
ientras los días se convertían en las horas finales antes del viaje, siempre
que pensaba sobre el plan de Frankie de los veinte-chicos, no podía
ignorar la irritable sensación en mi estómago que acompañaba al rostro
de Matt, desvaneciéndose decepcionado.

Jamás te vi en un bikini, lo imaginé diciendo.

No viviste suficiente tiempo para hacerlo, pensé.

¿Pero veinte, Anna? ¿Tienen que ser veinte? ¿Qué tal cinco? ¿O tres? ¿O uno?

¿Y a ti que te importa? Tú estás muerto, ¿lo recuerdas?

Sacudí mi cabeza y empaqué los últimos artículos de mi lista. A menos que Papá
tuviera un cambio de actitud de último minuto, partiríamos mañana en la mañana.

—Anna, los chicos muertos no hablan —dije en voz alta—. ¿Recuerdas?

—¿Qué? —Mamá hace su movimiento característico de toco-mientras-estoy-


abriendo-la-puerta de mi habitación—. ¿Dijiste algo, cariño?

—Eh, no, sólo repasando mi lista se equipaje. —Veo a Papá detrás de ella y espero
que ellos no hayan estado parados en ese lugar por mucho tiempo. Entonces veo el
aspecto grave en sus rostros y trago con fuerza, esperando que ellos sólo estén
aquí para recordarme sobre el bloqueador y los salvavidas y en general sobre ser
una buena niña para Tío Red y Tía Jayne.

—¿Podemos hablar un minuto? —pregunta papá, acomodándose en la silla de mi


escritorio.

—Eh, de acuerdo. —Yo remuevo y redoblo algunas cosas de mi maleta para crear
la ilusión de que estoy ocupada.

—Entonces, Frankie está volviendo a fumar —él dice.

No puedo decir si eso es una pregunta o una afirmación, así que me hago la tonta.
—¿Qué quieres decir?

FORO PURPLE ROSE 37


Twenty Boy Summer Sarah Ockler

—El día de hoy vine a casa entre open houses5 y la vi —él dijo. Papa trabaja en
bienes raíces, así que su horario puede ser impredecible. Frankie debería saberlo,
su ventana da hacia nuestra casa. Han pasado algunos meses desde la última vez
que él la atrapó, cuando me interrogó sobre mis inexistentes hábitos con el
cigarrillo y me hizo prometerle que haría que ella lo dejara.

—Ella sólo… se dio cuenta que… es solo que… no lo sé, papá. —Me rendí. La única
excusa que podía pensar era la verdad, ella está rota. Hasta que alguien pueda
encontrar la forma de repararla, ¿qué otra cosa puede hacer?

Papá suspiró. —Anna, ¿Crees que el viaje tal vez sea algo que los Perinos necesitan
hacer juntos, como una familia?

—Están yendo como una familia —le recordé. Su repertorio de preguntas me


estaba poniendo nerviosa. Cuando los Perinos me invitaron por primera vez, tomó
algo de persuasión para asegurar el permiso de papá. Antes de la muerte de Matt,
papá ya luchaba con tales actividades “extremadamente peligrosas” como que yo
saliera con el pelo mojado en invierno, sacarme los zapatos sin desatarlos, e ir a la
cama sin pasarme el hilo dental. Sólo empeoró después del accidente en el coche, y
realmente pensé que papá diría que no a unas vacaciones de verano al otro lado
del país, especialmente con sus comentarios de que yo estaba pasando mucho
tiempo con Frankie. Pero después de haber presentado un argumento convincente,
citando mis calificaciones finales en el cuadro de honor, y comprometiéndome a
hacer trabajo adicional en casa sin que me lo pidieran, me lo gané. Después de eso,
siempre que alguien mencionaba California, yo cambiaba el tema. Como le dije a
Frankie, aún puede revocar su permiso hasta que nos encontremos en el avión.

—Sé que ellos están yendo como una familia —dice papá—. Quiero decir, sin la hija
de sus vecinos metiéndose debajo de sus pies.

Él dice “la hija de los vecinos” como si yo fuera un percebe6 que incluso fuertes
productos químicos no pueden remover del casco de su tragedia familiar.

—Papá, ella en cierto modo me necesita allí, ¿lo sabes? —Me obligo a mantener la
voz estable, pensando en la “visualización positiva” de Frankie. Estoy en la playa.
Allí hay chicos babeantes y postales y algo sobre hermosas sirenas…

—Eso lo entiendo, Anna. Es sólo que… ¿Alguna vez has pensado que parte de la
razón por la que Frankie no sigue adelante es que tú no la estás dejando hacerlo?

Yo miro a mamá buscando apoyo, pero sus ojos están en mí expectantes, como si
yo pudiera ver en cualquier minuto su lógica irrefutable y desempacara mis

5
Término utilizado en bienes raíces, para referirse a las casas que están en venta, y poseen un “puertas
abiertas”, para que el público las vean.

6 Crustáceo marino cilíndrico que posee un caparazón compuesto por cinco piezas. El término se usa para
referirse a personas torpes e ignorantes.

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Twenty Boy Summer Sarah Ockler
maletas. Sé que mamá y papá se preocupan por Frankie, pero ellos no fueron los
que estuvieron escondiéndose con ella escaleras arriba durante las semanas que
siguieron a la muerte de Matt mientras parientes y amigos bien-intencionados se
paseaban por su casa, portando suministros infinitos de cartas y comida en
cacerolas desechables de papel aluminio, diciendo todas las cosas incorrectas.
“Ahora él está en un mejor lugar”. “Dios debe tener un plan para él”. “Al menos no
sufrió”. “Sigues estando joven, Jayne. Tal vez puedas tener otro hijo”. “Dejarías de
pensar en él si quitas sus fotografías”. Ellos no abrazaron a Frankie mientras ella
sollozaba por horas sin hablar. Ellos no se aseguraron de que ella comiera incluso
cuando no tenía hambre. Ellos no hicieron su tarea cuando no podía concentrarse,
ni le explicaron a nuestros profesores porque llegaba tarde a cada una de sus
clases.

—¿Cómo sabes que Frankie no está siguiendo adelante?

—Anna —papá dice con gentileza—. Todo lo que estoy diciendo es que mientras
estés alrededor, Red y Jayne no se tienen que preocupar realmente por Frankie, tú
lo estás haciendo por ellos. Y en un viaje a dos mil millas de distancia que será
extremadamente difícil para ellos, eso complica las cosas. Sólo queremos
asegurarnos de que tú estés lista para lidiar con esto.

¿Lidiar con esto? No sólo reduce el estado emocional de mi mejor amiga a algo
similar a un molesto sarpullido, sino que también planta una nueva semilla en mí
ya abarrotado cerebro.

¿Podría ser yo la razón por la que Frankie no está saliendo adelante?

Desde la muerte de Matt, la tierra ha hecho más que un viaje completo alrededor
del sol, bastante tiempo para superarlo, de acuerdo con los libros oficiales y
terapeutas y consejeros escolares que han tratado de hablarme sobre mi papel
“protector” en la vida de Frankie.

Pero Frankie no lo ha superado.

Yo no lo he superado.

Y no quiero hablar al respecto, porque algún día su nombre rozara mis labios en
presencia de ella, y a través de un involuntario sonrojo de mis mejillas, un
empalago de ojos, un aliento soltado demasiado fuerte, o una simple lágrima, el
secreto que supuestamente yo debo mantener guardado por siempre será
revelado.

—Cariño —dice mamá. Me da una suave mirada con su cara de Tú Puedes Hablar
Conmigo, que tan sólo es un poco más tolerable que su prima cercana, la cara de Yo
También Fui Una Vez Joven. A diferencia de la cara de YTFUVJ, que normalmente
significa que ella sabe que tengo algo entre manos y que es mejor que no mienta al
respecto, la cara de TPHC es en partes iguales culpa y empatía con un poco de
“¿seguimos siendo amigas?” y “Tu padre no es un tipo malo” mezclada en ella.

FORO PURPLE ROSE 39


Twenty Boy Summer Sarah Ockler

—Tú papá y yo sólo estamos preocupados por Frankie. Sabemos que ella está bajo
mucha presión, y tú has estado manejado algunas emociones realmente duras con
las cuales tal vez Red y Jayne deberían estar más involucrados.

Pienso sobre el constante torbellino de decoración de interiores y expediciones de


compras de la Tía Jayne con las tarjetas de crédito del Tío Red.

—Pues, ellos no están involucrados.

—Lo sabemos, Anna —dice papá—. Por eso es que tú mamá y yo estamos
preocupados. California va a ser especialmente difícil para ellos, y quien sabe cómo
va a afectar eso a Frankie. Puede que vayas a tener que ser la fuerte allí afuera,
¿Está bien?

Sofoqué una risa, recordando algo que Matt me dijo en sus últimos días. Frankie
estaba haciendo de niñera en una casa de nuestra calle, y Matt y yo estábamos
pasando el rato en su cuarto clasificando sus libros y música entre pilas de “se
quedan en casa” y “van a la universidad”.

—Sé que no me estoy yendo muy lejos —dijo él, barajeando entre los CDs de “se
quedan en casa”—. Pero estoy preocupado por Frankie. No quiero que ella se
sienta como si nosotros no la quisiéramos alrededor, o como si ella estuviera sola.
Creo que va a ser difícil para ella cuando se entere sobre nosotros. Tendrás que ser
la fuerte, Anna.

—¿Discúlpame? —Pretendí estar disgustada por su deducción de que nosotras las


chicas nos caeríamos en pedazos en su ausencia sobre protectora—. No es como si
te estuvieras yendo para la guerra. Creo que podemos manejarlo.

—No quise decir eso —dijo él, acercándose a mí en el borde de la cama, tomando
mi rostro entre sus manos.

Levanté la mirada hacia él con dolor fingido. Luego lo abordé, clavándolo a la cama
con otro beso.

—¿Ahora quién es la fuerte? —le pregunté.

—Muy bien, tú ganas. Tú ganas. —Él se rió. Yo me quedé encima de él, descansado
mi cabeza sobre su pecho mientras él jugaba con mi cabello hasta que Frankie
volvió a casa.

—¿Anna? —preguntó papá—. ¿Estás bien?

Yo asentí, pestañeando lejos el recuerdo. —Yo soy la fuerte, Papá.

—Lo sé, Anna. Pero…

—Lo difícil hay que dejarlo a un lado —mamá interrumpió—. Yo también creo que

FORO PURPLE ROSE 40


Twenty Boy Summer Sarah Ockler
el viaje será bueno para ti. Podría ayudarte, no lo sé, a volver a visitar a Matt.
¿Tiene eso sentido? —Me miró con tal compasión que por un segundo olvidé que
ella era mi madre y pensé que ella podría realmente saberlo, como si yo tuviera
mis sentimientos escritos en grandes letras rodeando mi rostro y todo lo que ella
tuviera que hacer fuera cepillar a un lado mi cabello para poder leerlas.

—Si —dije, esperando que ellos no vieran mis mejillas ardiendo—. Muy bien. —
Papá se levanta de la silla del escritorio—. Termina y metete en la cama. Mañana
tienes que levantarte muy temprano.

Finalmente.

Los temores pre-viaje se volvieron a disipar, les di a ambos un abrazo de buenas


noches y volví a chequear mis maletas con mi lista. Todo parecía estar en orden.
Sólo había un problema.

No puedo sacarlo a él de mi cabeza.

Apago la luz del techo y enciendo mi lámpara de lectura. Acurrucada en mi cama,


observo un chorro del aguacero bajando por la ventana haciendo que todo en el
exterior se vea suave y borroso. Vuelvo a pensar en el océano y observo los
recipientes llenos de cristales de colores alrededor de mí, que me dieron Frankie y
Matt.

Matt pudo haber muerto de cien formas distintas, pero siempre que miraba el
cristal, pasaba a través de la historia de nuestra amistad buscando cosas que
podría haber hecho de un modo distinto o haber dicho antes para romper la
cadena de eventos que guiaron a ese día en el coche, el día en que su corazón dejo
de funcionar. Hola Matt, estoy enamorada de ti. No vayamos hoy por helado. Tan
sólo vayamos a buscar un lugar para escondernos.

Antes cuando aún seguíamos siendo “sólo amigos,” yo solía escribir en mi viejo
diario sobre él, el cual cargaba para todos lados. Escribía sobre haber pasado el fin
de semana con él y con Frankie, o sobre él pasándose por mi casillero entre las
clases en la escuela, o sobre los libros que él me daba para que leyera y así
pudiésemos hablar después sobre ellos. Sólo algunas veces llegué a admitir mis
verdaderos sentimientos por él en el papel, siempre temía que alguien encontrara
mi diario y le enseñara a él todos mis secretos.

Escribí mi primera verdadera carta para él en el diario que él me dio, aunque


realmente todavía no quería que él la leyera. Fue después de habernos besado
fuera de mi casa, cuando estaba sola en mi cuarto con todas las células de mi
cuerpo zumbando de emoción, aún sintiéndolo sobre mis labios. Imprimí la foto
que papá había tomado después de la guerra de pastel, la pegué al interior de la
cubierta morada del diario debajo de su inscripción de “Feliz Cumpleaños” y
escribí.

Las siguientes semanas fueron un borrón de felicidad, encuentros de media noche


a escondidas, hablando sobre el resto del verano, sobre como él escribiría todos los

FORO PURPLE ROSE 41


Twenty Boy Summer Sarah Ockler
días desde California, sobre como Frankie y yo conduciríamos con sus padres para
llevarlo a Cornell. Cada segundo que estuve despierta, quería estar con él. Para
verlo y conocerlo en la completamente nueva luz de nuestra progresiva relación
(en lo que fuera que estuviera destinada a convertirse) en una forma diferente a
todos nuestros años de mejores amigos de la infancia.

No tuve tiempo para pensar en lo que estaba sucediendo, mucho menos para
escribir cartas que él nunca leería.

Unos cuantos meses después de que él murió, volví a empezar a escribirle, sólo de
vez en cuando. No en una forma de comunicación-con-los-muertos, pero si ayudó a
sentirme más cerca de él, especialmente después de una difícil noche con Frankie o
en noches en las que no podía parar de pensar en él.

Como en esta noche, en la víspera de nuestra partida, las vacaciones demasiado-


rápidas a las cuales les faltaría una sola cosa.

Querido Matt,

En menos de un día, estaré parada en la misma arena en la que tú estuviste parado


tantas veces. Bueno, no la misma arena, con las mareas y los vientos y la erosión y
todo eso, pero la misma simbólica arena. Estoy tan entusiasmada y asustada que
no puedo dormir, ¡a pesar de que tengo que levantarme en cinco horas!

Sabes, guardé cada una de tus postales. Están aquí en una caja debajo de mi cama,
todas las pequeñas historias que tú enviaste, como pequeñas piezas de California.
Como los cristales de la playa que ustedes siempre me traían. Algunas veces los
dejo sobre el escritorio y presionó mí oído contra las piezas, tratando de escuchar
el océano. Tratando de escucharte a ti.

Pero tú no dices nada.

¿Recuerdas como regresabas de tus vacaciones en la playa y me contabas lo que


realmente se sentía? ¿Cómo sonaba el océano en el amanecer cuando la playa se
encontraba desierta? ¿El sabor que tenía tu cabello y tu piel después de haber
nadado en agua salada durante todo el día? ¿Cómo podía la arena hacer arder tus
pies cuando caminabas sobre ella, pero si enterrabas tus dedos, era fría y húmeda
debajo? ¿Cómo te sentaste por tres horas en Ocean Beach sólo para ver al sol
hundirse en el agua a millones de millas de distancia? Si cerraba mis ojos mientras
tú estabas hablando, era como si yo estuviera allí, como si tus historias fueran las
mías. En muchas formas, me siento como si yo también tuviera recuerdos de ti en
ese lugar. ¿Crees que eso es loco?

Matt, por favor no pienses mal sobre el concurso de Frankie. Es sólo un tonto
juego. Es tan Frankie ¿Sabes?

No, supongo que no lo haces. ¡La matarías si lo hicieras!

Ella sólo te extraña. Todos lo hacemos. Yo estaré pendiente de ella. Lo prometo.

FORO PURPLE ROSE 42


Twenty Boy Summer Sarah Ockler

Por favor cuida de nosotros mañana, y las próximas semanas mientras estamos allí
lejos. Tú estarás en mis pensamientos todo el tiempo, como siempre lo estás.

Voy a encontrar algunos cristales rojos de mar para ti.

Te extraño más de lo que alguna vez podrías saber.

Con amor, Anna.

Pasé mis dedos sobre su nombre en la carta y cerré mis ojos, imaginándome que
cuando llegamos a California, él estará allí esperándonos, sonriendo con su cabello
amanzanado y su collar de cristal azul de mar.

FORO PURPLE ROSE 43


Twenty Boy Summer Sarah Ockler

Capítulo 7
Traducido por Eli25 (Traducción S.O.S.)
Corregido por Anjhely

—T
e veo en unas semanas. —Mamá me da un abrazo de despedida
en la puerta de entrada de los Perinos—. Llámanos cada dos o
tres días y no te olvides de enviar postales.

—Lo haré. Y no lo haré.

—Recuerda lo que dije acerca del filtro solar y siempre nada donde el vigilante te
pueda ver y oír —dice papá—. El océano puede ser peligroso, especialmente
durante la época de vacaciones cuando las playas están abarrotadas.

—Papá, cubrimos esto ya. Además, odias las vacaciones —me molesto—. ¿Cómo
sabes cómo son las playas?

—No odiamos las vacaciones —dice—. De hecho, mamá y yo acabamos de hablar


sobre planear nuestras propias vacaciones familiares para el próximo verano.

En mi historia de dieciséis años como Miembro Oficial de Esta Familia, nosotros


nunca hemos tomado unas vacaciones verdaderas. En una tormenta perfecta de
indisposiciones estúpidas, papá tiene miedo de volar, el estómago de mamá no
puede dar paseos largos en coche, y ambos tienen asuntos con el agua sin cloro.
Seguro, hemos cubierto el circuito local, país Amish, el zoo, el Parque del Estado de
Arista de Roble, algún listado en la guía turística del Estado de Nueva York y un
viaje de menos de dos horas. Pero nada emocionante, en la vida, sobre lo qué
escribir en los ensayos de la escuela en otoño. Ningún destino exótico para que
pueda enviar tarjetas postales.

Estimados Frankie y Matt,

¡Aquí nosotros estamos en... el zoo!

Ni siquiera hemos parado aún en el león. Los monos te echan de menos.

Con amor, tu vecina viajando por el mundo, Anna.

—Seguro, papá — digo, sonriendo—. Suena divertido. —Le doy a él y a mamá un


abrazo más, antes de quedarme al lado de Frankie en el asiento trasero. Después
de unas pocas palabras más a Red y Jayne acerca de cuidar de las plantas de los

FORO PURPLE ROSE 44


Twenty Boy Summer Sarah Ockler
Perinos, de la casa, y del correo mientras estamos lejos, Mamá y Papá finalmente
nos dejan.

Miré por la ventana de atrás mientras mis padres se despedían desde el patio y se
hacían más y más pequeños mientras vamos subiendo por la calle. En menos de
medio día, me bajaría de un avión a dos mil millas de distancia de donde ninguno
de ellos jamás irá. Por un momento considero sus aflicciones anti-viaje extrañas,
antes de darme cuenta de que nunca he estado en un avión y podría estar
maldecida muy bien con el mismo miedo a volar que mantiene los pies de papá
plantados en el suelo.

—No te preocupes —dice Frankie cuando confieso mis preocupaciones. Está


completamente maquillada, pelo perfecto, pantalones de cordón de viaje, y una
camiseta rosa simple—. Es más seguro que conducir.

Miro su ceja y sintió una punzada de dolor en la muñeca, los fantasmas de las viejas
heridas. Ella no lo nota.

El sol sólo se está asomando por el horizonte cuando Red sale a la carretera.
Alterna entre escanear la charla de la mañana en la radio que da las noticias y el
tiempo y trata de participar en la conversación de Jayne. He estado lejos toda la
mañana, asintiendo y sonriendo, cortés pero preocupada. Sigo la pista de Frankie y
continúo nuestra conversación como si fuéramos cualquier otra familia normal que
toma algunas vacaciones normales.

Frankie me habla del itinerario: el que tiempo lleva el vuelo a San Francisco, lo que
haremos cuando aterricemos, el viaje a Zanzibar, donde almorzaremos, a qué hora
debemos llegar a casa.

Son apenas las seis de la mañana y ya me siento como si hubiéramos estado


viajando todo el día.

En el aeropuerto, facturamos, entregamos nuestro equipaje, y seguimos las señales


hacia el punto seguridad.

—No puedo creer que tenga dieciséis años y nunca haya pasado por la seguridad
en el aeropuerto —digo cuando me quito los zapatos y los pongo en la cinta
transportadora al lado de los de Frankie—. Estoy demasiado protegida.

—La primera vez en el aparato de rayos X, la primera vez en un avión, la primera


vez en California... Presiento un tema aquí, Anna. ¿Tú sabes, primeras veces? —
Frankie mueve las cejas mientras pasamos por la máquina. Si Red y Jayne no
estuvieran ya en el punto de revisión esperándonos al otro lado, agarraría mis
zapatos de la cinta transportadora y la mutilaría con ellos justo aquí.

La pantalla de seguridad se toma unos pocos minutos extras para escanear a


Frankie con la varita portátil antes de ondearme a mí.

FORO PURPLE ROSE 45


Twenty Boy Summer Sarah Ockler

—Lástima —digo, cogiendo mis zapatos y poniéndome el cinturón—. Creo que


empaqué el traje de baño equivocado. Sabes, el amarillo. Con las flores.

—Mejor que no sea en serio. —Parecía espantada.

—Adivino que lo averiguaremos cuando llegamos a la playa.

—¿Averiguar qué? —pregunta Red cuando nos reunimos.

—Nada —dice Frankie—. ¿Dónde está mamá?

—En el cuarto de baño. —Red asiente hacia la señal azul y blanca por el vestíbulo.

—¿Otra vez? —pregunta Frankie. Es el cuarto viaje de Jayne al cuarto de baño


desde que facturamos—. ¿Está bien?

—Está bien, chicas. Sólo unos pocos nervios antes del viaje, eso es todo. —Tío Red
mete las manos en los bolsillos y mira hacia los cuartos de baño—. Sólo unos
nervios.

Frankie desliza su mochila sobre un hombro. —¿Podemos Anna y yo dirigirnos al


patio de comida? Está justo ahí arriba.

—Seguro, chicas. Os alcanzaremos en un minuto.

Frankie y yo encontramos un Jack Java y pedimos un té verde congelado de


zalamero y panecillos sin grasa de arándano, lo menos que podíamos hacer para
mantener nuestra pérdida de dos libras y media en el todo-abandonado de la dieta
Adelgaza-Ultra Rápido.

—No puedo creer que el aeropuerto tenga una tintorería y Jack Java —digo,
sorbiendo con ruido mi zalamero. Aunque había viajado al aeropuerto con mamá y
papá para recoger y dejar parientes, nunca había estado tan adentro. Encima del
sonido de los anuncios y llamadas de final de embarque a destinos exóticos, los
padres regañaban a sus hijos, las personas gritaban en teléfonos móviles, y los
amigos recuerdan el pasado acerca de sus vacaciones antes de embarcar a los
aviones que los llevarían a casa. Es como un mundo subterráneo secreto, un flujo
constante de llegadas y salidas, de reuniones y rupturas, holas y despedidas, antes
y después.

—Tienen de todo aquí, hasta un balneario —me dice Frankie—. Podrías vivir
totalmente en el aeropuerto.

—¿No hicieron una película acerca de eso?

—Si no la hicieron, deben. Venga piensa en ello, nosotros debemos. —Frankie


rebusca su cámara en su bolso y comienza con su voz de entrevistadora.

FORO PURPLE ROSE 46


Twenty Boy Summer Sarah Ockler

—A.B.S.E., día uno. Salida. Anna Reiley, visitante principiante al aeropuerto, bebe
de su zalamero esperando su vuelo a California. El aire está cargado de entusiasmo
cuando Reiley devora los últimos trozos de su panecillo sin grasa. ¿Díganos,
Señorita Reiley, cómo se siente al fin al ver el funcionamiento interno del
aeropuerto?

—Bueno, Francesca, es verdad que estoy llena de inquietud, nunca he estado en el


aeropuerto antes, como sabes. Más sería negligente si no dijera a los espectadores
cuán emocionada estoy por viajar con la renombrada Francesca Perino y sus
adorables padres. No les puedo agradecer lo suficiente. Y gracias, Francesca. Y
además querría darles las gracias a mis propios padres por acceder a enviarme al
aeropuerto, y a la Academia por creer que llegaría al aeropuerto cuando nadie más
lo hizo. Gracias. Gracias a todos. Por favor, no más preguntas.

—Está bien, gracias, Señorita Reiley. —Frankie gira la cámara hacia ella misma—.
Soy Frankie P., en directo desde el aeropuerto, me despido.

—Eres una freak.

—Yo estaría llena de turbancia y sería negligence si no estuviera de acuerdo.

—Llena de turbación y negligencia.

—Sí, eso, también.

Red y Jayne se reúnen con nosotras en frente de Jack, piden dos mezclas grandes
de la casa para llevar, y nos dirigirnos a la puerta. Después de unos pocos sorbos de
café fuerte, Jayne parece un poco mejor. Se ríe cuando Frankie y yo le mostramos
nuestra entrevista simulada.

Todavía tenemos una hora antes de embarcar, así que Frankie y yo pasamos el
tiempo escribiendo historias en la parte de atrás de mi diario sobre los otros
pasajeros de la zona de espera. Pasamos desde Duane Durstein, un pervertido, una
esposa de un vendedor de seguros estafador; Gloria Masterson de Boston
Mastersons (dinero de familia), que ignoró hace mucho tiempo su familia cuando
se negaron a aceptar su amor por los perros de lana de exposición; y Mickey, un
niño de seis años con orejas flexibles gigantescas que se niega a escuchar a su
agotada madre. Realmente, esa parte no es inventada, la madre del chico le llama
Mickey, también. Antes de que podamos pasar a la mujer de la sudadera de
ganchillo Americana, el asistente en la encimera llama a nuestra fila.

—Esas somos nosotros —dice Red—. ¿Chicas estáis listas?

Sonrío. Estoy demasiado lista.

Antes de que lo sepa, me estoy abrochado fuertemente al lado de Frankie en la fila


catorce, en el asiento junto a la ventana, escuchando atentamente las instrucciones
del miembro de la tripulación y siguiéndolas junto con la tarjeta de información de

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seguridad convenientemente situada en el bolsillo del respaldo del asiento. Todo
es nuevo a mí —cuartos de baño a treinta mil pies, aperitivos gratis, auxiliares de
vuelo masculinos—. Soy completamente una niña con los ojos abiertos de par en
par y con sonrisas tontas, que acaba de salir de la selva porque unos lobos la
criaron.

Alcanzo mi bolsa buscando mi diario para que pueda escribir acerca de todo lo que
veo en el avión y me doy cuenta con un pánico repentino que mi bolsa no es tan
abarrotada como debía ser.

—¡Oh, no! —mi pulso empieza a latir en las venas.

—¿Anna, qué pasa? —pregunta Frankie—. ¿Nerviosa?

—¡Me dejé el diario en el mostrador cuando entregué mi billete!

—¿Estás segura? —Frankie mira en mi bolsa para confirmarlo.

—¡Sí! ¡Recuerdo dejarlo para sacar el billete de mi bolsa! —Estoy prácticamente


llorando.

—No te preocupes, estamos todavía en la puerta. —Frankie aprieta el botón de


llamada—. Ellos probablemente te lo pueden conseguir.

—¡Frankie, no lo puedo perder! —Los pasajeros en las filas vecinas miran con
cierto interés cuando comienzo a hiperventilar. ¡Tengo la piel de gallina! ¿Cómo
pueden estar todos tan tranquilos con esto?

—¿Todo bien? —Una alegre auxiliar de vuelo en un traje azul marino, Darcy, según
el nombre en su etiqueta, apareció al final de nuestra fila.

—¿Alguien devolvió un cuaderno púrpura? —pregunta Frankie—. Lo dejó en el


mostrador cuando embarcó.

—Permita que lo verifique para usted —dice Darcy, sonriendo firmemente en el


lugar.

—Está bien, Anna. Respira. —Frankie da golpecitos en mi mano.

Después de lo que se sintieron como tres días, la alegre Darcy volvió a nuestra fila,
con el cuaderno en la mano.

—¿Es este? —pregunta—. Uno de los pasajeros se lo dio a Meg ahí adelante.

—¡Sí! —Lo alcancé sobre Frankie y el pasajero anónimo en el asiento del pasillo,
prácticamente arrebatando el diario de las manos con manicura de Darcy. —
Muchas gracias —digo, hojeando las páginas para asegurarse de que nada se ha
roto, comido, rociado, o dañado de algún modo durante nuestra breve pero
dolorosa separación.

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—Sí. No tienes ni la menor idea.

—Lo hago. Fliparía así si perdiera mis películas. —Sonríe y enciende su iPod con
Helicopter Pilot de doble-vida que descargamos anoche.

Me giro hacia la ventana, manteniendo el diario en el regazo. No hay manera de


que le permita estar fuera de mi vista ahora.

A mitad del vuelo, despego la cara del cristal y me doy cuenta de que no he sentido
ninguno de los síntomas de miedo a volar que papa me advirtió; náuseas, manos y
pies húmedos, latidos del corazón, nudillos blancos, generalmente convirtiéndolo a
uno en idiota (de la misma manera que cuando perdí mi diario, el cual fue un
accidente extraño y agradecidamente acabó rápidamente). Miro el país entero al
que vamos, los ríos, los lagos, las montañas que se parecen a ondas en el suelo—, y
los mosaicos de retazos verdes y amarillos de Centro América.

—Mira, Anna, ese es el puente Golden Gate7. —Frankie se inclina sobre mi cadera
para señalar un puente anaranjado inmenso que se extiende infinitamente. Más
allá está el océano Pacífico, salpicado con tiras de espuma blanca por encima y los
triángulos suaves de los colores de los veleros.

Amo el vuelo y las vistas tanto, que si tuviéramos que regresar a casa en este
momento, todavía se sentiría como unas vacaciones completas.

Es casi la una cuando bajamos por fin del avión, aunque son sólo las diez en
California. Después de encontrar nuestras maletas, recogemos nuestro coche
alquilado y nos dirigimos a la Carretera de la Costa del Pacífico. En menos de dos
horas, estaremos en Bahía de Zanzibar, puerta al A.B.S.E.

Como en el avión, Frankie permite que tenga el asiento con la mejor vista. Abro la
ventanilla y miro el océano; un rayo interminable de brillante azul y verde. El
humor en el coche es una yuxtaposición de entusiasmo y tristeza, alternando en
ondas de sonrisas y risa cuando la familia de Frankie indica varios sitios y las
bromas por mi perplejidad a la extrañeza de todo, seguido por un silencio, la
melancolía tácita que empuja en los espacios que Matt dejó atrás.

Aunque me había sentado con ellos durante las sesiones con el consejero escolar,
en el salón de Frankie, en las comidas torpes en familia, en los festivos donde nadie
hablaba y todo lo que podía oír era el tintinear de tenedores contra los platos,
ahora viajar en coche con los Perinos cuando las escenas navegaban por la
carretera evocaba recuerdo tras recuerdo en la memoria invisible, sin hablar, es lo
más duro que he hecho desde el funeral de Matt.

Tendrás que ser la más fuerte, Anna. —Chicas ¿queréis parar y conseguir una
mejor vista? —pregunta Red después de una hora en la carretera, cambiando de

7 Famoso puente situado en California, que une la Península de San Francisco por el norte, con el sur de Marin.

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carril para salir a un punto con vistas. Nuestro coche es el único, en un parche
rocoso de arena con una pequeña área de estacionamientos y mesas de picnic.

Frankie y yo andamos hacia la orilla del precipicio mientras Jayne saca un surtido
de rosquillas del aeropuerto y cajas de zumo de una nevera de nylon y los
establece en la mesa de picnic. Nos inclinamos en las barandillas de madera y
dejamos caer piedras sobre la orilla, cada una se hace añicos contra la roca de
abajo en diminutos fragmentos y el polvo se arremolina y zumba antes de
disolverse en el océano. Si no fuera por las rocas de dolomita, según la indicación
de información detrás de nosotros, la base del precipicio se habría erosionado en el
tumulto del océano hace miles de años, y Frankie y yo no estaríamos suspendidas
tan perfectamente como si estuviéramos encima del agua.

Envuelvo las manos alrededor de la barandilla y echo un vistazo hacia abajo. El


viscoso revuelto de debajo de mí me marea así que tengo que cerrar los ojos y
contar hasta diez al revés para recomponerme. Inhalo profundamente, oliendo y
probando la sal del océano en la piel y recordando cómo Matt había descrito este
mismo sentimiento en muchas de sus tarjetas postales.

Anna, cuando conozcas el océano, lo sientes más de lo que lo ves. Si tienes suerte,
ese asombro nunca se desvanece, y lo sientes cada vez que vuelves aquí. Lo
sentirás algún día.

—Chicas —llama Jayne desde la mesa de picnic—. ¡No tan cerca a la orilla! Venid y
tomad algo de beber. ¡Tenemos tres semanas más para disfrutar de la vista!

Abro los ojos y tiro suavemente del brazo de Frankie.

—Vayamos —digo.

—Espera, Anna, ¿lo oyes? Escucha.

—¿Qué es? —Suena como un ladrido.

—Mira… focas. —Ella apunta a diez metros por la orilla de la costa, donde una
docena de bultos marrones se menean y juegan en la arena, ladrando como alguna
clase de perros de agua.

—Guau —respiro. —Cambio mi respuesta.

—Anna, ¿qué es la primera cosa más guay que has visto en toda tu vida?

Me preguntó una noche, aproximadamente una semana después de mi


cumpleaños, cuando vimos tres estrellas fugaces en una fila detrás de su casa. Fue
después de la medianoche, y todos estaban durmiendo excepto los grillos.
Recuerdo hablar de esa tormenta loca de relámpagos que vi cuando tenía diez
años. Estaba muy lejos pero podía ver la nube de la lluvia afuera con velas, todo el
cielo azul oscuro-gris se iluminó en un destello tras otro.

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—¿Cuál es el tuyo?

—Siempre ha sido el océano. Pero estoy pensando en cambiar mi respuesta.

Él no dijo nada después de eso. Solo me miró a los ojos durante un largo, largo
tiempo, perdiéndonos todas las estrellas encima de nosotros hasta que fueron
demasiado ligeras para verlas de todos modos.

¿Qué respuesta? —pregunta Frankie.

—Focas. Las focas son oficialmente lo más guay que he visto en toda mi vida.

Sonríe, cabeceando. —Estoy de acuerdo.

Después de inhalar unas pocas rosquillas glaseadas, nos posamos en la barandilla


con Jayne y Red levantando su cámara y el trípode para nuestra primera foto
oficial del viaje. Aunque probablemente aparecerán en la imagen como burbujas
marrones indiscernibles en la costa lejana, las focas parecen formar una fila en la
mejor pose del grupo, sólo para nosotros. Satisfecho con el ángulo, Red pone el
reloj y corre para unirse a nosotras delante del océano, riéndose con las focas
cuando esperamos el clic.

—Eso va a ser genial, Twinkies8 —dice Red. Aunque hace mucho tiempo ya que
nos deshicimos del guardarropa amarillo asociado con bebés cuyos padres no
sabían de qué sexo serían, Frankie y yo aún somos inseparables. Ese es nuestro
apodo exacto de la niñez.

—¿Estás bien, Anna? —susurra Frankie delante de las focas cuando Red y Jayne
suben al coche.

—Creo que sí —digo—. Sólo captúralo todo. —Pateó el suelo, enviando una pila de
detritus que cae en cascada por la vertiente rocosa. Una nueva brisa succiona el
aire húmedo sobre el precipicio y recubre nuestros brazos con una niebla de plata.

—Él está aquí —susurra a través del océano. Tomo su mano y cierro los ojos otra
vez, estabilizándome a mí misma con otra la mano en la barandilla, flotando.

Otros cuarenta minutos de viaje pasan rápidamente. Después de la parada, tanto


Red como Jayne muestran renovada energía y entusiasmo, contando historias de
sus primeros viajes a la playa, cuando los niños eran pequeños. Red conduce gran
parte del tiempo con una mano en la rodilla de Jayne, y de vez en cuando, ella pone
la mano encima de la suya y sonríe.

Así cuando comienzo a sentirme nostálgica para almorzar, Frankie indica una
erosión azul a lo largo del hombro.

Bienvenido a Bahía Zanzibar

8 Bollos rellenos de nata.

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¡Paraíso perdido... y encontrado otra vez!
Pop: 945 949

—¡“Brisa”! ¡“Brisa”! ¡“Brisa”! —grita Frankie, bombeando el puño arriba y abajo.


Ella me habló acerca de su restaurante tradicional favorito en nuestro camino al
aeropuerto esta mañana.

Después de dejar la carretera principal, Red anda y se lanza a través del Bulevar de
Luz de la Luna, Muelle 7, según la señal que nos da la bienvenida a la calle
principal. Atascada con turistas, perritos calientes, trajes de baño de neón, el
muelle es un asalto en cada uno de los cinco sentidos, posiblemente el sexto
también.

No es el pueblo mismo, sino las personas. Nosotros. El verano parece llegar con
nosotros, como si el lugar entero hubiera estado durmiendo desde el mes de
septiembre pasado, despertando sólo cuando los taxis y los coches de alquiler
forman una fila para depositarnos a lo largo de la playa, las familias con
pequeñines, estudiantes universitarios de vacaciones, los retirados procurando
calentarse a sí mismos bajo el sol de California, y nuestra propia pandilla de lo más
variopinta. Juntos rompemos en el muelle como un maremoto que se frota los ojos
soñolientos del sueño de invierno, convirtiéndonos a nosotros en café.

Después de encontrar un estacionamiento en nuestra quinta visita por el muelle,


ponemos nuestro nombre en una mesa en “Brisa”, que tiene una espera de veinte
minutos, y damos un paseo a la orilla del muelle para mirar los barcos en el
Pacífico. El olor de aceite de coco sube de los devotos del sol de abajo, pero el
sonido de las olas camufla la mayor parte de su risa y la música.

—No te preocupes, Anna. — Red sacude su cabeza en el embrollo ondulante de


personas de abajo—. La playa cerca de la casa no está tan abarrotada como esta. La
comunidad de alquiler tiene un arrendamiento privado, así que sólo las personas
que utilizan las casas pueden estar en la playa.

—Sí, las viejas familias —susurra Frankie.

—Así que ¿qué piensas? —me pregunta Red—. Bastante asombroso, ¿huh?

—Más de lo que me imaginé —digo.

—La ubicación es a un lado, quiero fingir que estamos aislados de la mayor parte
del resto del mundo de aquí. Es bastante tranquilo, con excepción de los surfistas. Y
los turistas. Y los vendedores. Y todos los niños que chillan. —Tío Red suspira—.
¿Recuerdas cuando este lugar era de alguna manera un secreto, Jayne?

—Eso fue hace una vida. —Jayne mira fijamente afuera sobre el agua cuando Red la
abraza y besa su cabeza. Sonríe, sólo un poco. Se aparta, sintiéndose como un
intruso.

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—Vayamos a ver si nuestra mesa está lista —dice Frankie—. Anna, tienen la mejor
piña colada de aquí. Espera a probarlo.

—Sin alcohol, por supuesto —dice Jayne, alejándose de Red. Frankie sonríe—.
Vírgenes. Por supuesto.

Después del almuerzo, inclusive con dos de las mejores piñas coladas, Frankie y yo
entramos en la cola para el helado en Lechería de Caramelo Caroline de al lado,
Ultra Adelgaza Rápidamente está maldito. Jayne parece estar sintiéndose mejor,
pero aprendí pronto después de que Matt muriera que incluso algo tan sencillo
como pedir queso gratinado en un menú para un comensal puede soltar una
inundación de recuerdos imposibles de acorralar.

Mientras Frankie y yo esperamos en la cola, anulando completamente nuestros


panecillos sin grasa bajos en calorías combinados para la pérdida, en tan sólo una
hora contamos treinta y siete pechos caídos, mujeres mayores quemadas al sol que
no saben que han pasado los estatutos de limitaciones para usar bikini. Frankie y
yo hacemos un voto para no permitir nunca dejar a la otra salir en público así,
después de los treinta, por muy bien que pensemos que nos veamos. El choque de
la cal y el spandex contra el fondo de los escaparates cuyos matices profundos han
sido absorbidos por el gris pálido debido a los años de la sal oceánica cálida, me
recuerda que somos una molestia, una moda pasajera que dura cada verano
cuando da a bienvenida, vende, come, y existe únicamente para nuestro
entretenimiento. Me imagino que todas las tiendas cierran sus ventanas en el
otoño —las señales desconectadas, las máquinas que hacen caramelos taffy
limpiadas y guardadas—, un pueblo entero plegable como una tienda de campaña,
embalada en un tren con los elefantes y los tragafuegos.

Con los conos de helado en la mano, paseamos por la parte de atrás del soporte del
muelle, en dónde esperamos nuestra mesa en “Brisa”. Cuando lamí una gota
fugitiva de chocolate de cereza fundido en la mano, comencé a ser súper consciente
de nuestros alrededores. La antigua calma del vaivén de la marea. El grito de las
gaviotas que pasan a lo alto. El olor a sal y peces que continúa en la brisa tibia. Con
cada paso por los viejos tablones de madera del muelle, granos diminutos de arena
que hacen autostop son pulverizados bajo los tacones. La arena que viaja millones
de millas en miles de millones de años a través de continentes movedizos y
océanos agitados, sobreviviendo a las placas tectónicas, la erosión, y la
sedimentación sedentaria son aplastados por nuestras nuevas sandalias.

El cosmos puede ser demasiado cruel.

—Frankie, mira esta arena. No es asombroso que...

—Shh. Anna, averígualo. No, no ahora. No mires todavía.

—¿No mire qué? —giro la cabeza para mirar.

—Chicos. Con sombreros de béisbol. Allí. ¡Dije que no miraras! Nos descubrirán

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totalmente. ¿Mis dientes están bien? —destella una mueca rápida así que puedo
confirmar que toda la evidencia del almuerzo y el helado se han ido.

Asiento y doy una mirada casual a los chicos en cuestión, esperando a que mi
corazón salte o las palmas suden o la lengua llegue a estar desesperadamente
atada. Pero todas las funciones fisiológicas se quedan intactas. Se ven como todos
los chicos en casa, sólo que más bronceados.

—¿Qué es genial? —pregunto, pensando que si esto es tan bueno como sigue, me
arrastraré alrededor del viejo albatros durante un buen rato.

—Lo genial, Anna, es que nos están mirando totalmente. Y no hemos ni siquiera
acabado o algo.

Miro sus pestañas y la capa fresca del brillante rímel que se aplicó en el baño de
“Brisa”. —Mmm hmm.

—Lo que quiero decir es que, hemos estado aquí una hora y ya hay perspectivas.
Llegaremos a veinte fácilmente. Quizás lo debemos aumentar a treinta.

—Quizás debemos presentar a tus nuevos novios a tus padres —digo—porque


aquí vienen.

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Capítulo 8
Traducido por Sheilita Belikov
Corregido por Anjhely

F
rankie inmediatamente cambia a la Buena Hija, guardando a la Seductora
para un momento más adecuado, es decir, libre de padres. Los chicos frente
al muelle deben haber sentido su cambio de personalidad, o el peligro de un
padre que se acerca, ya que no están en ningún sitio que se detecte cuando Red y
Jayne llegan hasta nosotras.

—¿Encontraron algo que les gustara? —pregunta Red.

—¿Eh? —Frankie casi se ahoga con su helado.

—Mamá y yo compramos de crema con galletas —dice él, levantando su cono.

—Oh… cierto. Nosotras pedimos algo de chocolate con cereza.

—¿Así que cuando nos dirigimos a la casa? —Interrumpo para evitar que esta
situación incómoda se vuelva mucho peor. Debido a que Red y Jayne se han vuelto
relativamente poco exigentes en disciplinar a Frankie, ella es menos cuidadosa con
sus secretos de lo que las leyes de relaciones entre padres e hijos dictan. No creo
que diría algo realmente horrible, como: “Acabo de perder mi virginidad con un
estudiante de intercambio extranjero, por favor me pasan la sal”. Pero no quiero
correr ningún riesgo con nuestra competencia y arriesgarme a ser enviada a casa
el primer día. Qué vergonzoso. ¿Qué pensarían Red y Jayne si supieran que su hija y
su mejor amiga organizaron una cacería de hombres, más bien, una cacería de
veinte hombres, en las vacaciones familiares?

—Tenemos que recoger algunas cosas básicas para la cena de esta noche y el
desayuno de mañana —dice Red—. Entonces nos vamos. La casa está a unas cinco
millas colina arriba desde aquí.

Desde la carretera principal afuera de la ciudad, más allá de la tienda de


comestibles, sólo podemos ver la parte superior de la casa, el tejado alzado como la
punta de un iceberg de madera. Está asentada en una larga cresta con vista al mar,
no muy cerca de las otras casas vecinas.

Tío Red y tía Jayne guardan silencio desde el camino de tierra hasta la cima.
Mientras serpenteamos alrededor de una arboleda de palmeras en la cima de la
colina, la casa aparece de pronto como si hubiera estado esperando detrás de los
árboles para saltar sobre nosotros.

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—Wow —susurro. No puedo decir nada más. La vista de ella, en vivo y de cerca, me
enmudece. No es gigantesca o vanguardista ni nada, pero es impresionante para
mí, un cuento de hadas que vivía en cientos de fotografías e historias, finalmente
viniendo a la vida. Es toda de madera y con ventanas de arriba a abajo. Bajo el
brillante color naranja del sol, se ve como si estuviera ardiendo, un gigantesco
triángulo de vidrio quemándose contra el cielo azul.

Del camino de tierra, giramos hacia el camino de entrada en el lado norte de la


casa, al oeste desde el patio trasero se ve la playa y el océano y el cielo totalmente
abierto más allá.

—Wow —vuelvo a decir—. No puedo creer que esté aquí.

—Bienvenida a nuestro segundo lugar favorito en el mundo. —Tío Red detiene el


motor y aprieta la mano de tía Jayne.

Todos nos quedamos sentados en el coche durante unos minutos, sin decir nada.

—Voy a echar un vistazo a la vista desde el patio trasero —digo, saliendo del coche
y del silencio.

—Vamos a estar detrás de ti —dice tía Jayne.

Me dirijo por la colina gradual al patio trasero, bajando la mirada al capó plateado
del coche desde la parte superior. Los tres están congelados, con miedo a moverse.
No puedo decir si están hablando, pero Frankie está inclinada entre los dos
asientos delanteros.

Por un breve momento, echo de menos a mis padres. Papá en su chaqueta


deportiva Parkside Realty. Mamá con sus cupones. Tranquilos. Predecibles.
Normales. Me pregunto si me extrañan, también, a miles de kilómetros de distancia
en su casa normal y silenciosa donde las focas no ladran y las familias no lloran en
el coche.

El patio es del tamaño de la piscina de nuestra escuela y tiene seis escalones de


madera en la orilla para bajar a la playa. Sé que hay seis porque Matt solía
contarme sobre cómo salía corriendo por la puerta de atrás, por la terraza, a través
del césped, y saltaba hacia la arena, volando directamente sobre los escalones
mientras tía Jayne gritaba detrás de él que se rompería el cuello.

Me quito mis sandalias y camino por la hierba húmeda hasta los escalones,
sentándome en el inferior y cavando un pequeño túnel en la arena con mis pies.
Está húmedo y frío bajo la superficie caliente, tal y como Matt dijo.

Mientras las olas se acallan contra la orilla, pongo mi vista hacia el océano y veo
unas cuantas familias dispersas a lo largo de la playa. Frente a mí, una madre está
hasta las rodillas en el agua, agitando sus manos y llamando a dos niños a venir a
almorzar.

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Cuando un ser querido muere, la gente te pregunta cómo lo estás llevando, pero
realmente no quieren saber. Ellos buscan la afirmación de que estás bien, que
aprecias su preocupación, que la vida sigue y así puedan ellos. Secretamente se
preguntan cuando el estatuto de limitaciones para preguntar caduca (es de tres
meses, por cierto. Escrito o no escrito, ese es todo el tiempo que le toma a la gente
olvidar lo único que tú nunca podrás).

No quieren saber que nunca más vas a comer pastel de cumpleaños porque no
deseas borrar el sabor mágico del betún sobre sus labios. Que te despiertas todos
los días preguntándote por qué tienes que vivir y porque no. Que en la primera
tarde de tus primeras vacaciones reales, te sientas delante del océano, con la cara
caliente bajo el gigantesco sol, pidiéndole que te dé una señal de que todo está
bien.

—¡Aquí estás!

Salto. Es Frankie, bajando las escaleras. —¿Estás bien?

—Sí. —Me muevo a un lado para hacerle espacio en mi escalón y pongo mi cabeza
sobre su hombro—. Sólo estaba pensando en él.

—Yo también. —Sus ojos están rojos y vidriosos, pero ella sonríe—. Creo que lo
más difícil ha terminado. Estamos oficialmente fuera del coche.

Me río, sacando mis pies de sus cuevas de arena.

En la distancia, diminutos triángulos —algunos blancos, algunos rojos, algunos


multicolores—, navegan a lo largo del ascenso y descenso de un millar de picos de
agua salada.

—¿No es asombroso, Anna? —Ella mira hacia el agua—. Te hace sentir bastante
pequeña, ¿eh?

—Sí. —No quiero decir demasiado; rompería el hechizo de la delgada burbuja de


cristal, mi cabeza apoyada en su hombro, mi más vieja amiga reflexiva y seria y aún
capaz de ser sorprendida.

—¿Sabes cuál es la mejor parte de California? —ella pone su brazo alrededor de


mí, con la fría pulsera de Matt contra mi hombro—. Nadie me conoce aquí. Nadie
sabe que se supone que deben sentir pena por mí.

Pienso en los rostros de la escuela cuando pasábamos por los pasillos —ojos
mirando a otro lado, bocas susurrando—. “Ahí va la hermana de Matt. Oye, ¿no es
esa su mejor amiga?”

—Excepto por ti —ella dice—. Eres la única que conoce el gran secreto negro. Y
eres una bóveda cerrada cuando se trata de mantener secretos. —Se ríe, pateando
la arena con las puntas de sus pies.

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Sacudimos el polvo de los escalones arenosos y salimos hacia la orilla. De cerca, el


agua se agita y ondula, cambiando entre azul nebuloso y gris. Mientras cada nueva
ola se desliza hasta nuestros pies descalzos, la marea se retira, levantando el agua
como un soplo que bordea para darnos un vistazo de las piedras de colores de
abajo.

El agua es más fría de lo que esperaba. Penetra en los dedos de mis pies hasta que
estoy acostumbrada a la temperatura y ya no puedo indicar la diferencia entre el
aire y el agua en mi piel. Me arrodillo y recojo un puñado de lodo y piedras,
mirando fijamente mi palma ahuecada mientras la arena oscura y húmeda se
aclara en el aire.

—¿De dónde crees que vienen? —pregunto, dejando caer las manos al agua para
dejar que las olas pasen sobre ellas.

Shhh, ahhh. Shhh, ahhh.

—De muchos lugares, supongo —dice Frankie, agachándose para recoger una
piedra lisa y del tamaño de una ciruela—. El océano tiene un suministro
interminable de cosas interesantes. Por la mañana, encontraras conchas y cristales,
también. Mira esto. —Sostiene la piedra frente a mí—. Puedes ver tiras de colores
de otras piedras y arena que fueron prensadas juntas durante millones de… ¿qué
estás mirando?

Sonrío. —Sabe, Señorita Perino, para alguien que casi reprobó ciencias de la tierra,
claro está que sabe mucho sobre el ecosistema oceánico.

—Eso no es ciencia, Anna. Es naturaleza. Gran diferencia.

Abro la boca para discutir, pero en cierto modo tiene razón. Ciencia: una
explicación muy elaborada creada por el hombre para explicar todos los misterios
de la vida. Naturaleza: su propia creación, su propio misterio, existiendo desde
mucho antes de que respiráramos por primera vez y mucho tiempo después de
que respiremos por última vez.

Shhh, ahhh. Shhh, ahhh.

—Frankie, gracias por traerme aquí.

Ella me mira y sonríe suavemente. Su cuerpo está aquí conmigo, sus pies dejando
huellas en la arena mojada, pero sus ojos están a un millón de años de distancia,
nadando con algunas criaturas prehistóricas mientras arena, piedras y huesos
minúsculos se prensan juntos y se reducen en partículas pequeñas por separado, la
naturaleza moviéndose lentamente hacia adelante, inafectada por las idas y
venidas insignificantes de la vida humana. De repente me siento muy pequeña, más
pequeña y menos importante que los granos de arena bajo nuestros pies, y estoy
simultáneamente consolada y humillada.

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—Aquí, sostenla. —Frankie sonríe de nuevo, presionando su piedra a rayas en mi
mano—. Es el primer recuerdo oficial del A.M.V.T.

Caminamos de arriba a abajo por la orilla durante otra media hora, parando cada
pocos metros para recoger una concha vacía o un cristal cuadrado verde. Mis
dedos de manos y pies están arrugados y mi pelo estalla contra mis ojos y boca,
pero quiero pasar todo el viaje aquí afuera, con el océano reabasteciendo sus
tesoros como un viejo comerciante mientras yo sueño junto a ella en la arena.

Frankie está todavía callada, cavando en la arena por sus propios tesoros. La
última vez que estuvo en esta playa, estuvo ayudando a Matt a desenterrar
cristales para sus creaciones de joyería. Ellos se echaban uno al otro al agua.
Haciendo planes para la cena. Hablando de cómo se podría montar una ola todo el
camino hasta la orilla con sólo tu cuerpo si la tomabas correctamente.

A veces pienso que si ella supiera sobre Matt y yo, eso nos acercaría. Si tan sólo
pudiera hacerla entender cuanto me preocupaba por él, ella me dejaría entrar al
exclusivo club donde todos los miembros tienen derecho a estar irrevocablemente
tristes. En cambio, soy una intrusa. Miro por las ventanas y los veo llorar, pero
estoy en el exterior en la oscuridad, y ellos no pueden verme.

—Frankie, ¿puedo hacerte una pregunta?

—¿Qué?

—¿Te acuerdas de mí fiesta de cumpleaños el año pasado? ¿Cuando cumplí quince?


—Ignoro el sonido de la voz susurrante de Matt sobre las olas. Shhh. Es nuestro
secreto, Anna. Lo prometiste.

—Claro, supongo. —Se enjuaga las manos y las limpia en sus caderas—. Oye, ¿estás
lista para dirigirnos de vuelta? Podemos desempacar y preparar nuestra
habitación. Esperemos que mamá y papá estén descargando el coche.

—Está bien. —Lanzó un puñado de piedras al agua y las observo caer como lluvia.

—Entonces, ¿qué ibas a decir sobre tu cumpleaños? —Ella sonríe, y no la quiero


detener.

—Oh, no importa. —Agarró su mano—. Lo olvidé.

No diré nada de él.

Sólo tragaré saliva.

Asentir y sonreír.

Un pie delante del otro.

Estoy bien, gracias por no preguntar.

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Cuando atravieso la terraza hacia la casa, la arena rechina bajo mis pies descalzos,
haciendo un sonido suave y chirriante contra el piso. Trato de no llevarla adentro,
pero Frankie me asegura que la arena en el suelo es sólo parte de la experiencia de
Zanzíbar.

—Es como un detalle decorativo en movimiento —dice Jayne—. Ya sabes, trae un


poco de afuera hacia adentro.

—Cariño, no tienes permitido redecorar en vacaciones —dice Red—. No


empacamos tus muestras de tela y gamas de pintura.

—No te preocupes. —Ella se ríe—. Voy a encontrar una manera, si el estado


anímico abate.

Aquí no hay ninguna señal de tumulto emocional —no mejillas manchadas de


rímel, ni portazos, ni largos suspiros o rostros abstraídos—. Ya han puesto todas
nuestras maletas en sus habitaciones correspondientes, desempacado su propio
equipaje, abierto todas las ventanas, y confirmado que tenemos suficientes toallas,
platos y otros artículos esenciales. Cualquier fantasma de recuerdos que intentara
golpearlos mientras atravesaban la puerta principal se apresuro directamente
hacia fuera, por la calle y fuera de la vista, para que Red y Jayne sean la perfecta
ocho por diez9 reluciente de normalidad.

Me permito un diminuto pedacito de esperanza de que tal vez estas vacaciones


sean exactamente lo que la familia necesita.

Luego, otro rayo de posibilidad se escabulle en mis pensamientos. Si el sol de


California puede arreglarlos, tal vez, sólo tal vez, puede arreglarnos a Frankie y a
mí, también.

Contengo la respiración cuando la Tía Jayne pone la mesa para la cena, sabiendo
que si la pluma más ligera cae sobre esta fina neblina de paz, todo se hará añicos. A
veces pienso que todos nos sentimos culpables por ser felices, y tan pronto cuando
nos atrapamos a nosotros mismos actuando como si todo estuviera bien, alguien se
acuerda de que no lo está.

Esta noche, cuando Frankie se sienta a la mesa e inocentemente derriba su vaso de


Coca-Cola Light, Tía Jayne comienza a llorar, y el velo traslúcido del general todo-
está-bien se evapora para revelar las honestas y feas partes que hay debajo.

9 Es el tamaño más común de las fotografías.

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Twenty Boy Summer Sarah Ockler

Capítulo 9
Corregido por Kanon ♪♫♪
Traducido por Selune

—E
stá bien, mamá —dice Frankie, saltando para agarrar una
esponja—. Ya lo tengo.

—¡Ni siquiera hemos estado en esta casa una noche y ya te estás liando! —Ella
coge la esponja de la mano de Frankie y se arrodilla debajo de la mesa, secando el
derramado refresco de soda con una mano y sus lágrimas con la otra.

—Voy a buscarlo, Jayne. —Red salta sobre sus pies, deseoso de evitar un completo
derretimiento.

Tía Jayne agita su mano. —¿No podemos tener una cena normal en familia, por
favor?"

Ella sigue siendo impredecible. Algunos días se aferra a la palabra normal, como si
fuera la gran balsa naranja que salvara a la familia de la desesperación. "Normal" la
gente va de vacaciones de verano. "Normal" la gente cena junta. "Normal" la gente
no derrama soda en el suelo o tiene hijos muertos.

Otros días, es como ahora. Como si Matt justo acabara de morir de nuevo. Jayne lo
cogió más fuerte que nadie, y justo después del funeral, básicamente se encerró en
su habitación durante semanas, apenas comiendo, sin hablar. Mamá y yo estuvimos
allí todo el tiempo el verano pasado esperando el día en que saliera por fin de su
habitación. Después de un rato, lo hizo. Ella llegó tan lejos como hasta el cuarto de
Matt, donde se sentó en su cama y olió la ropa que había dejado allí en su último
día, nunca lavándolas o cambiando algo allí. Unos meses más tarde, todos
estábamos cenando cuando el tío Red sugirió que donaran algunos de los libros de
Matt y algunas ropas. Traté de imaginar lo que sería ver a alguien con su ropa,
como si estuviéramos haciendo cola en el supermercado y de repente, ¿¡Hey, no es
ese Matt!? No, es sólo el vecino que compró la camisa de Matt, comprando puré de
manzana y muffins ingleses para su madre. No lo podía soportar. Al parecer,
tampoco podía la tía Jayne. Sin responder, se levantó de la mesa y se retiró a su
habitación. Ella no volvió a hablar durante días, ni siquiera a mi mamá, su mejor
amiga. Era como si la muerte de Matt estuviera a punto de tragarse a todos ellos
como una ballena grande, triste, dejando tras de sí una casa llena de flores de
condolencia, cazuelas de pollo, y fantasmas.

—Lo siento, mamá —dice Frankie. Su voz es un susurro—. Fue un accidente.

FORO PURPLE ROSE 61


Twenty Boy Summer Sarah Ockler
Jayne suspira, borrando un derrame que ya no existe. —Está bien, Frankie. Sólo
trata de ser cuidadosa. Este viaje es bastante difícil sin…

—¿Suficientemente duro? —Frankie de repente encuentra su voz, y le grita a su


madre por debajo de la mesa—. Yo no soy la que planeo esto… estas vacaciones…
¡rículas!

Ridículas, Frankie. Ridículas.

Jayne se aturdió cuando se levantó del suelo, pero ella siguió, con rasgones tanto
en sus ojos, como su voz. —Lo siento, Frank, pero no eres la única herida aquí.

El tío Red parece congelado en el extremo de la mesa, impotente para detener la


ruptura entre madre e hija pasando frente a nosotros. Tengo miedo de mirar en
cualquier dirección, pero mi plato está vacío.

Frankie golpea su silla en la mesa y sale de la cocina. Nunca dejando la última


palabra al azar, lanza un ocasional "¡Perra!" por encima del hombro y desaparece
escaleras arriba.

—Esto fue suficiente. —Tía Jayne se seca las manos en un paño de cocina y toma la
misma ruta que Frankie, golpeando la puerta de su dormitorio.

Después de unos momentos de silencio, seguía mirando a mi plato, el tío Red se


mueve a recoger la mesa y se disculpa.

—Este viaje, sólo pensamos… ¡ah, olvídalo. No sé qué decir, Anna. Lo siento. —Él
arruga las cejas para mantener sus propias lágrimas, la espalda. Es realmente malo
cuando los papás lloran. En toda mi vida sólo he visto llorar a mi padre dos veces
—una vez en el hospital y luego en el funeral de Matt—. No importa lo que Matt y
mi papá dijeron… los padres se supone que son los fuertes. Probablemente por eso
Red tiene tantas líneas en la frente.

Todo el dolor sube allí para esconderse.

Él se disculpa de nuevo y sube arriba, dejándome sola en la cocina con la ballena


grande y triste.

¿Por qué estás llorando? Pregunta la ballena. No era tu hermano.

Espero a que no haya sonido que venga de arriba, antes de dirigirme hacia arriba
con mi cara de mejor amiga para encontrar a Frankie. Cuando no la veo en la sala
de color amarillo con las camas gemelas —el cuarto que siempre tuvo cuando era
niña y que compartiría conmigo en este viaje—, sé que hay un solo lugar en el que
puede estar. Voy hasta el final del pasillo más alejado de la habitación de Red y
Jayne y abro la vieja puerta de roble que Jayne nos pidió que no visitáramos,
subiendo por la estrecha escalera a la habitación del ático.

FORO PURPLE ROSE 62


Twenty Boy Summer Sarah Ockler
Frankie esta boca abajo en la cama de matrimonio, llorando en silencio en las
suaves almohadas blancas donde su hermano durmió cada verano salvo el último.
Horas antes, ella estaba en “Brisa”, más grande que la vida con su piña colada y
recién aplicado rímel. Ahora, escondiéndose en el cuarto gris azulado con vista al
mar polvoriento, ella es una flor pálida, rota, que hace que mi corazón duela.

Me gustaría más que cualquier cosa que Matt estuviera aquí, que se riera con
nosotros en su vieja habitación del ático, que todo fuera una gran confusión del
hospital como cuando dan a la gente los bebés equivocados.

“Hola, ¿señor y señora Perino? Esta es Peg desde el Mercy General. Estuve leyendo
algunos archivos antiguos y encontré algunas discrepancias. Sí, ustedes saben
cómo suceden estas cosas. En cualquier caso, hace aproximadamente un año,
debido a un bien jodido papeleo, sin darnos cuenta les dimos las malas noticias de
otra persona. Resulta que Philip fue el que murió, no Matt. Matt ha estado viviendo
con una familia en Toledo. Sí, los he llamado, también. Están volando con Matt
mañana. Sin rencores, ¿no? Ya saben cómo son estas cosas, suceden. Adiós”.

Puse mi mano en la espalda de Frank hasta que los sollozos quedaron en silencio y
su respiración se volvió larga y uniforme.

Una hora más tarde, oímos a Red y Jayne dirigirse escaleras abajo afuera de la
puerta principal, encerrándose en el coche y fijándose en el largo camino de
entrada. La casa estaba vacía, Frankie y yo nos arrimamos a la cocina para comer
algo.

—No puedo creer que se asustara así —dice Frankie, tirando de una nueva Coca-
Cola light de la nevera—. ¡Y papá ni siquiera dijo nada!

—No creo que supiera qué decir, Frank.

—Creo que van a separarse.

—¿Qué quieres decir? —pregunto—. ¿Cómo esta noche?

—No, me refiero a separarse. Divorcio.

—¿De qué estás hablando? Tus padres están bien. Solo se están adaptando a la
primera noche de regreso desde… bueno, es sólo difícil para ellos. —Y para ti.

—Por favor —dice ella por encima de la shhhhhp de su lata de refresco


abriéndose—. En casa, ni siquiera duermen en la misma habitación.

—Pero les he visto.

Frankie sacude la cabeza. —Dicen buenas noches y cierran la puerta, pero papá se
acerca sigilosamente hasta el cuarto de estar cuando piensa que estamos
dormidos. Como si no pudiera ver lo que está pasando.

FORO PURPLE ROSE 63


Twenty Boy Summer Sarah Ockler
El miedo y la tristeza comprimen mis entrañas mientras reproduzco mis noches
recientes con los Perinos como una película, escudriñando cada imagen en cámara
lenta en busca de un agujero en la trama. Red puso su mano sobre la rodilla de
Jayne la noche que nos dijeron acerca de regresar a California. ¿Se estremeció? Los
he visto cerrar la puerta del dormitorio mientras nos deseaban las buenas noches.
Ahora me los imagino metiéndose en su falsa cama juntos. Tumbándose juntos, con
las espaldas dadas vueltas, con cuidado de no dejar que un dedo meñique toque la
pierna del otro, esperando que nos durmamos, para poder detener la presentación.

Sacudo la imagen de mi mente, sintiendo como si hubiera irrumpido en una


habitación de adultos que participan en una grave conversación no dedicada a ser
escuchada por jóvenes orejas.

Hubo un tiempo en que pensé que Red y Jayne no lo lograrían —justo después de
que Matt murió—. Habían estado casados durante veinte años, pero en sólo dos
días se olvidaron por qué. Apenas hablaban entre sí —incluso cuando mis padres y
yo estábamos alrededor—. Una pelea entre todos hubiera sido mejor que el
silencio que los envolvía, pero no vino —ni siquiera entonces—. Tranquila tensión
se instaló en la casa Perino, como el cemento secándose.

Pasó un mes, y se quedaron juntos. Tres meses. A continuación, seis. Su


cumpleaños. Navidad. Día de la Madre. Día del Padre. El primer aniversario, hace
un par de meses. Hablando. Comiendo juntos. Riendo a veces. Cada sonrisa o una
broma empezando una pequeña grieta en el hormigón que los recubría.

—Pero tus padres son diferentes, Frankie. Pensé que ellos… quiero decir, ¿cómo es
que nunca… —No puedo encontrar las palabras para completar mi frase. Frankie
suspira y sigue el borde de su lata de refresco, la ceja rota colocada
protectoramente sobre su ojo izquierdo, conteniendo las lágrimas.

—La última vez que estuvimos todos en Zanzíbar —ella dice—, yo no lo entiendo.
—Su voz está muy lejos y es fina, como un fantasma aullando desde otra
dimensión. No importa si estoy a su lado… podría andar y ella continuaría
hablando

—Él era más viejo —dice ella, jugando con su pulsera—. Yo no vi las cosas que vio.
Yo no amo las cosas que amaba. No lo entendí, Anna. Pensé que tendría más
tiempo. Pensé que había…

Frankie tiene sus razones para no hablar de Matt, y olvidarse de ellas —incluso
momentáneamente—, es demasiado. Ella cruza los brazos a su alrededor y solloza.
Me acerco más, pongo mis brazos alrededor de ella, y lo dejo salir. Juntas lloramos
como lo hicimos en las semanas siguientes al accidente… grandes sollozos que
clavan su salida de lugares internos donde la luz se apagó hace un año.

No sé cuánto tiempo pasó, Frankie y yo sentadas sin palabras, con las cabezas
juntas, respiraciones cortas y sincronizadas, pero cuando salimos de nuestro triste
trance, la gaseosa estaba caliente.

FORO PURPLE ROSE 64


Twenty Boy Summer Sarah Ockler
Frankie levanta la cabeza lentamente y se seca los ojos. Empujo el pelo
enmarañado de su rostro.

—Hola. —Ella exhala. Su rostro está pálido, sus ojos hinchados, pero esa sonrisa de
magia vudú está despertando en las comisuras de su boca.

—¿Cómo pasé mis vacaciones de verano? —le digo.

Frankie se ríe. —Comiendo y llorando. ¿Quién no lo desearía?

—Exactamente. —Aprieto su mano.

En el exterior, los faros a través del césped, anunciaron a Red y Jayne subiendo por
el largo camino de entrada. Frankie y yo tiramos nuestras latas de soda en el
fregadero y nos dirigimos hacia arriba antes de que entraran sus padres, deseosas
de poner esta noche detrás de nosotras. Nos cambiamos rápidamente, nos
metimos en nuestras camas gemelas, apagamos las luces de noche, y tiramos de las
sábanas hasta la barbilla.

Una vez dormida Frankie, mi súper fuerza mejor amiga desaparece. Mi respiración
se rompe, lágrimas borran las estrellas en la claraboya de arriba, y todos los viejos
fantasmas que traté de dejar, flotan como la semilla de diente de león de deseos
por nuestra habitación.

FORO PURPLE ROSE 65


Twenty Boy Summer Sarah Ockler

Capítulo 10
Traducido por Aya001
Corregido por Ckoniiytthanzaaw!

F
rankie roncaba ligeramente debajo de su colcha amarilla, mientras yo me
consumía con pensamientos de Matt. El primer beso. Las estrellas fugaces.
Las miradas robadas en la mesa familiar. Los mensajes de texto en que me
citaba sus libros favoritos en medio de la noche. Su mano rozando mi mejilla
cuando nadie estaba mirando. El olor de su piel cuando se inclinó delante de mí
para pagar por nuestros helados el último día en “La última parada de natillas”.

Si yo hubiera sabido que iba a morir, mis últimas palabras para él habrían
significado algo. Desde luego, no habrían sido mi desafinado intento de cantar la
vieja canción “Grateful Dead” que tanto le gustaba. No, yo le hubiera dicho lo que
sentía por él, directamente. No más coqueteo, ni susurros con los ojos desorbitados
fuera en la hierba. Le hubiera mirado mucho más para garantizarme que su imagen
quedara grabada en mi mente de forma permanente. Yo le hubiera pedido un
millón de cosas más para que pudiera recordar lo que importaba, antes que yo
entrara en el coche de camino a casa desde “La última parada de natillas”. Porque
después, nada importaba.

Ni siquiera tuvimos la oportunidad de etiquetarlo. Sea lo que sea en lo que nos


convertimos en el último mes antes de su muerte seguirá siendo un misterio. Yo
nunca podría preguntarlo en voz alta. Me preguntaba a solas en mi cama por la
noche ¿qué pasaría si se hubiera encontrado con otra persona en “La última parada
de natillas”?, ¿o si Frankie se hubiera asustado de nosotros y él decidiera que no
valía la pena? Pero cuando estás enamorándote de alguien, simplemente no te
detienes a preguntar: —Matt, escucha, si te mueres antes de decirle a tu hermana
sobre nosotros, ¿se lo digo yo? Y, por cierto, ¿hay incluso un “nosotros" que
contar?...

Cuando esto sucede, no estás preparado en absoluto, fragmentado y perdido,


buscando el significado oculto en cada cosa pequeña. He reproducido los
acontecimientos de ese día cien mil veces, en busca de pistas. Un final alternativo.
El efecto mariposa.

Si Frankie y yo no hubiéramos querido helado ese estúpido día, él todavía estaría


con vida.

Si yo no hubiera conseguido que su corazón se alterara en todas sus formas al


besarlo todas las noches desde mi cumpleaños, él todavía estaría con vida.

Si yo no hubiera nacido, él todavía estaría con vida.

FORO PURPLE ROSE 66


Twenty Boy Summer Sarah Ockler

Si yo pudiera encontrar la mariposa que agitaba sus alas antes que se metiera en el
coche ese día, yo la aplastaría.

—¿No puedes dormir?

Tía Jayne me sorprendió desde la esquina oscura de la cubierta donde había


vagado distraída con mis fantasmas.

—Yo no creía que nadie más estuviera despierto —le dije, sosteniendo el aliento—.
Lo siento, no pretendía… Yo solo…

—Anna, no te vayas. —Jayne sacudió la cabeza—. Está bien. Yo solo estaba…


recordando.

—Yo también. —Inmediatamente quise retirarlo, correr a casa, y sumergirme


debajo de mi cama—. Quiero decir, ya sabes, las historias y todo eso.

Tía Jayne asintió con la cabeza, la pálida luz de la luna caía alrededor de su pelo
como una aureola, fundiéndola en un brillo azul pálido.

—Siéntate conmigo. —Ella empujó una silla con el pie. Me recordaba a la vieja
Jayne, la que me trataba como una amiga más que una niña pequeña. Antes de todo
lo sucedido, ella solía tumbarse al sol con nosotros, intercambiando un poco de té
helado por un rato de chicas. Por supuesto, los chismes no eran tan buenos en ese
entonces. Frankie todavía era virgen. Blue Frosting no me había hecho llorar. Yo no
estaba guardando secretos a mi mejor amiga.

Nos sentamos durante unos minutos, escuchando el suave ritmo de las olas contra
la orilla. Shhh, ahhh. Shhh, ahhh. Parecían más lentas en la oscuridad, pero más
fuertes.

—Frankie y Matt se paseaban arriba y abajo de esta playa en busca de cristal


marino —me dijo—. Era una competición que tenían.

—Solían traer algo nuevo para mí. Todavía lo tengo, en realidad.

—Sí, me acuerdo de los frascos. Matt los utilizaba para hacer cosas, también. El
brazalete de cristal rojo de Frankie. Y el azul que solía llevar alrededor de su
cuello… ¿te acuerdas?...

Subiendo. Cayendo.

Parpadeo por las lágrimas y asiento. —No sé qué pasó con él —dijo Jayne—. He
tratado de encontrarlo tantas veces… estoy convencida de que sólo se lo llevó.

Alcance y toque el lugar sobre mi clavícula donde a veces sentía el peso del collar
perdido, como si Matt me lo hubiera dado tal como bromeaba sobre ello. No,
todavía no está ahí. Probablemente fuera arrastrado fuera de entre los restos del

FORO PURPLE ROSE 67


Twenty Boy Summer Sarah Ockler
coche con los CD sueltos, las zapatillas de deporte, algunos libros de la biblioteca
atrasados, y las cucharas de helados… todos los pequeños trozos y piezas que
quedaron de toda una vida entera.

—Anna. —Jayne rompió el hechizo de la marea de la tarde—. ¿Te puedo preguntar


algo en confianza?...

—Está bien. —No estoy del todo segura de a dónde llevaba esto—. Yo sé que no era
yo misma esta noche, y lo siento. A veces no puedo predecir lo que me va hacer
estallar. Estoy trabajando en ello, realmente. Pero es Frankie… ¿Cómo está? En
serio...

Miro a la cara seria de Jayne y pienso en Johan. Pienso en todas las brillantes
sombras de ojos, los cigarrillos en la habitación, malas notas, golpes de puertas, y
me pregunto cómo Jayne realmente puede preguntarlo. Tal vez ella quiere oír un sí
—permiso para seguir sin darse cuenta de nada—. Pero la gravedad de su rostro,
las líneas de la frente y alrededor de su boca, sus nudillos blancos encima de su
taza… ella es una mujer ciega buscando la vista.

En algún lugar de la parte trasera de mi cabeza, oigo a papá, a lo lejos y triste.

Mientras estás cerca, Red y Jayne realmente no tienen que preocuparse por
Frankie… lo estás haciendo por ellos.

—Lo siento, cariño —dijo Jayne—. Espero no estar presionándote. Sólo me


preocupo por vosotras. Frankie no habla conmigo como solía hacerlo. Mi propia
hija es una extraña para mí.

—Para mí, también. —Mi boca se detiene haciendo lo suyo de nuevo mientras mi
cerebro está medio dormido. Estúpida boca—. Quiero decir…

—Dime. —La mano de Jayne de repente se posó firme sobre mi brazo—. Está bien.
—Ella me mira a los ojos y me da ese momento, esa oportunidad única de decirle
exactamente cómo es, cuan diferente se ha convertido Frankie, los lejanos viajes de
su mente, Johan, los veinte chicos, A.A., el primer beso glaseado, la promesa, cómo
no puedo dejar de pensar en Matt… todo. Deseo tanto contárselo… la madre rota
que después de tanto tiempo, finalmente podría ser capaz de arreglarnos a todos
nosotros.

—Frankie… se lo está montando bien —dije, queriendo patearme a mí misma.


Todas las cosas que podría haber compartido, y eso es lo que me sale. Montando
bien, como si estuviera evaluando su desempeño en la oficina.

—No —dijo Jayne, tirando de su mano hacia atrás—. Ella no lo está. Ninguna de
nosotras lo está. Ponte en mi lugar, Anna.

Un golpe combinado de emociones extrañas corrió a través de mí… una necesidad


fuerte y leal de proteger a Frankie, sentimiento de culpa por mi incapacidad para

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Twenty Boy Summer Sarah Ockler
decir la verdad a Jayne y una ira persistente de que nadie parecía saber o
preocuparse por lo que perdí.

—Tía Jayne, escucha. —Soy casi impertinente, como si estar dándole con cuchara
estas observaciones a la madre de mi mejor amiga fuera demasiado esfuerzo—.
Frankie sigue aquí. Ella no es suicida o toma drogas. Ella aún puede reírse de las
cosas la mayoría de las veces. Pero no es la misma.

—Anna, yo no tenía intención de…

—Vamos, la has visto. Todo maquillaje y actitud. Y ella no es exactamente una


estudiante de matrícula de honor estos días. ¡Y mira lo que pasó en la cena con
vosotras! Frankie sabe que se ha ido, Tía Jayne. Simplemente se ha ido, eso es, y
nada va a traerlo de vuelta.

Estoy temblando. Mi mano vuela para taparme la boca casi tan pronto como las
palabras se me escapan, el peso de lo que dije de pronto presionándome. Cosas
hirientes y con significado que nunca debería haber dicho. Soy oficialmente la
número uno peor persona en el universo, y Jayne está congelada, la cara
confundida es todo el castigo que puedo soportar.

Pero entonces… un profundo sorbo de nariz.

Una sonrisa.

Una mirada.

Una sonrisa enseñando los dientes.

Aquí mismo en la cubierta posterior en Zanzíbar Bay, en la mitad de la negra


noche, el mar es nuestro único testigo, vomite la fea verdad y la tía Jayne... se reía.

—Anna —dijo ella, enjugándose las lágrimas de sus ojos con el dorso de la
manga—, esta es la primera vez que alguien ha sido completamente honesto
conmigo desde que murió mi hijo.

—Oh Dios mío, Tía Jayne, lo siento mucho. No sé de dónde vino eso. —Me levanto
para abrazarla, con la esperanza de proteger mi cara roja de sus ojos.

—Mmm-hmm. —Ella me abraza de nuevo. ¡Y yo ni siquiera me he roto!

Me alejé de ella y me deje caer en mi asiento, todavía temblando por dentro por mi
arrebato y su reacción inesperada. Ella me mira y sorbe su té, toda una vida de
tristeza detrás de sus ojos… la vida de Matt. Pero ella sigue sonriendo.

—Anna, lo echas de menos.

—Todo el tiempo. Todavía no puedo creer que se haya ido. —Las palabras salen
como un zumbido, con un gusto divertido en mi boca. No importa cuántas veces las

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digo, que todavía se siente como un lenguaje ininteligible, imposible. Me duele el
pecho, y tengo que contener la respiración para evitar la inhalación de un sollozo.

—Fue más que tu mejor amigo.

Asiento con la cabeza ausente, olvidándome por un momento, olvidando que estoy
hablando con Jayne y no con mi diario.

—Yo… Quiero decir, él era como un hermano para mí. Ya sabes, como Frankie.
Bueno, ella es la hermana. Quiero decir…

Jayne alcanza mis manos sobre la mesa, moviendo suavemente la cabeza. —Cariño,
cuando dices el nombre de Matt, tienes la misma mirada en tus ojos que se le ponía
a él cada vez que decía el tuyo. —Su voz se rompió al final, pero sus manos estaban
calientes y firmes.

¿Qué mirada? Quiero preguntar, pero las mariposas están de vuelta, mezclada con
una tristeza que parece pegar y ralentizar sus alas mientras que suben a la
garganta. Más allá de nuestra esquina en la cubierta, los suspiros del océano,
esperando mi respuesta.

Shhh, ahhh. Shhh, ahhh.

—Frankie no lo sabe —le dije, aunque no estoy segura de lo que quiero que haga
con esta información. ¿Decírselo a Frankie? ¿Mantener mi secreto? Mi cabeza y el
corazón se enredan. En realidad no he dicho nada, pero Jayne y yo acabamos de
compartir más información acerca de Matt que he compartido con nadie… ni mi
propia madre incluida.

—Sé que no —dice Jayne—. No sería capaz de mantener un secreto así de mí… —
Pienso en Johan, pero lo desestime. Este es mi secreto, no de Frankie.

—Tía Jayne, yo…

—No puedo dormir, tampoco. —Frankie nos sobresalta en su pijama de rana,


tirando de la puerta corredera cerrándola tras ella—. ¿De qué estáis hablando?

Una flecha de miedo se dispara hacia arriba por mi espina dorsal, empujándome a
mis pies.

—Esto, eh, no es nada, Frank. No podía dormir. Yo no quería despertarte. —Yo


estudio su cara en busca de algún indicio de que hubiera escuchado algo, pero sólo
veo los ojos soñolientos y el pelo de cama desaliñado pegado a las líneas rosadas
de su mejilla.

—Bueno, estoy despierta ahora —dijo ella, tirando de una silla al lado de su madre.
Jayne se traga el resto de su té y se limpia la boca con la mano, dejando escapar un
largo suspiro como el del océano—. ¿Repetimos? —le pregunta a Frankie, a
quemarropa.

FORO PURPLE ROSE 70


Twenty Boy Summer Sarah Ockler

Frankie asiente y apoya la cabeza sobre el hombro de Jayne. —Toda la mañana me


estaba esperando un colapso —dijo Jayne—. Pero cuando llegamos aquí, y yo
estaba desempaquetando y preparando la casa, realmente pensé que iba a estar
bien.

—Yo también —dijo Frankie.

—Cuando fui a mi habitación después de que asaltaras la buhardilla, pensé que


todas estaríamos empaquetando y regresando a casa mañana por la mañana.

—¿Y ahora? —Frankie pregunto.

Tía Jayne alcanzó el bolsillo delantero de su chaqueta. —Creo que tu hermano


quiere que nos quedemos. Encontré esto en la parte posterior del armario de la
ropa, mientras que escarbaba alrededor por una caja de pañuelos.

Ella tiende la palma de su mano, mostrando un coche de metal del tamaño de una
cáscara de cacahuete. Sus ojos eran altivos cuando froto la pintura roja con el
pulgar, pero luego sonrió.

—Siempre estaba perdiendo estas cosas —dice ella, haciéndolo correr a lo largo
del borde de la mesa—.La mitad del tiempo papá se resbalaba sobre ellos y casi se
rompe el cuello. ¿Te acuerdas?

Frankie sonrió. —Pero, ¿cómo sabes que es suyo? Otras personas alquilaron este
lugar.

—Mira. —Jayne hizo girar las ruedas del coche, revelando el tren de aterrizaje de
metal llano y dos letras minúsculas en rotulador negro: MP

Frankie jadeo, alcanzando el juguete.

—¿Lo ves? —dijo Jayne, acariciando la mejilla de Frankie con los nudillos—. Él
quiere que nos quedemos.

Parece una locura, pero cosas como estas ocurren todo el tiempo. Para mí, son los
peniques. Siempre que pasábamos por un centavo en la acera, Matt no quería
tocarlo. —Deja que otra persona tenga un día de suerte —decía. Yo solía burlarme
de él y le decía que algún día, cuando llegara al más allá, habría un cuarto repleto
de todos los centavos que había dejado para otras personas.

Ahora encuentro centavos por todas partes. No sólo en la acera —que dejo en paz,
como él hubiera querido—, sino en los lugares más extraños. Uno en la ducha. Un
poco más en mis zapatos —que parece ser un lugar favorito—. Ayer mismo, uno se
retiró de un libro que traje.

Los pongo en mis bolsillos y los suelto en la acera cuando tengo oportunidad. Dejan
que otra persona tenga un día de suerte, digo.

FORO PURPLE ROSE 71


Twenty Boy Summer Sarah Ockler

Jayne coge el coche de Frankie y lo desliza de nuevo en su bolsillo, sonriendo. ¿Está


la Tía Jayne haciendo su camino de vuelta a nosotras desde la isla apartada a la que
había sido abandonada desde la muerte de Matt? Nunca puedo estar segura. Al
igual que en la cena, una sonrisa se puede convertir en un código cinco de
desmadre tan rápidamente como una tormenta puede romper más de un barco.

Pero por ahora, parece bien.

Las tres nos sentamos en la oscura mesa, refugiándonos en nuestros propios


recuerdos en silencio hasta que nuestra respiración se une con las olas contra la
orilla. Shhh, ahhh. Shhh, ahhh. Shhh, ahhh. Muchos minutos pasan de esta forma, y
cuando miro a Jayne y Frankie y de vuelta hacia el agua, y no quiero que termine.

Cuando finalmente se rompe el silencio, es Jayne, saltando de la silla y acaparando


nuestras manos.

—Vamos, chicas —dice ella—. Seguidme.

Frankie y yo la acompañamos hasta la playa, chillando a la vez que el agua helada


golpea nuestros dedos de los pies. Jayne salta hacia atrás y se acuesta en la arena,
justo por encima de la marea.

Estamos paradas encima de ella, sin saber si debemos participar o llamar al Tío
Red. De pronto ella agita sus brazos como una mariposa volcada en la arena, y todo
lo que podemos hacer es reír.

—Ángeles de arena —dice ella, como si fuera perfectamente normal que una mujer
adulta corriera por la playa a las tres de la mañana para hacerlos—. Vamos.

Estamos situados a ambos lados de ella y aleteamos los brazos y las piernas tan
duro como podemos, lágrimas marcando nuestras mejillas, aunque no si es de risa
o llanto, ya no podemos decirlo.

—¿Crees que los ve? —Jayne se da la vuelta y pregunta después de haber hecho
tres ángeles por encima de la marea.

—Si lo hace —dice Frankie—, él probablemente está preguntándose por qué las
mujeres de esta familia son totalmente dementes.

Las mujeres de esta familia. Por ahora, yo soy una de ellas. No la hija del vecino. No
una percebe. Pero una mujer de esta familia, corriendo de vuelta a la casa con risas
propias de una fiesta de pijamas, helada con arena en el pelo.

FORO PURPLE ROSE 72


Twenty Boy Summer Sarah Ockler

Capítulo 11
Traducido por Flochi
Corregido por Kanon ♪♫♪

—¿D e qué estaban hablando ustedes ayer por la noche?

Mis ojos pegados por el sueño parpadearon al abrirse como una


muñeca rota, incapaz de juntar las imágenes frente a mí. Frankie, estaba sentada en
el borde de una cama que no era la mía. Un cuarto extraño. La fuerte luz solar cae
sobre mi rostro por todos los lados equivocados. Me siento rápidamente, mi
memoria comienza tardía a recordarme que estamos en Zanzibar.

Es la mañana de nuestro primer día completo.

Y la Tía Jayne lo sabe. No todo, pero más de lo que nadie sabe.

—¿Huh? Oh, nada. Solo un poco sobre Matt. —Mi corazón empezó a latir más
rápido.

—Eso es lo que pensé. —Frankie se desliza fuera de la cama—. ¿Crees en serio que
ella está bien ahora?

—Sí, creo que está bien. Anoche fue muy divertido, ¿no? —Pasé mis manos por mi
pelo enmarañado, agitando más arena sobre el piso de madera—. Quiero decir, la
parte de la playa.

Frankie se rasca la cabeza. —Sí, cuéntame sobre eso. Yo tengo arena hasta en las
orejas.

Revise el reloj de plástico blanco sobre la mesita de noche compartida, ocho a.m.
no habíamos dormido más de cuatro horas anoche, pero la emoción por el día que
se nos presentaba superaba cualquier somnolencia persistente.

—Anna, gracias por quedarte anoche conmigo cuando enloquecí. Lo siento mucho
por las rarezas y los gritos en la cena.

Ella me mira y me da una media sonrisa, pienso en el terapeuta al que los padres
de Frankie la mandaron un par de veces el año pasado. Fui con ella una vez. Si él
estuviera aquí, probablemente diría algo como, “Está bien, necesitas explorar los
recuerdos provocados por las primeras vacaciones sin tu hermano”. Pero todo lo
que sale de mí es: —No te preocupes, está bien.

FORO PURPLE ROSE 73


Twenty Boy Summer Sarah Ockler
Me deslizo fuera de la cama y me estiro, tratando de frotar el sueño de mis ojos.

—¿Hambre? —pregunto—. Podríamos hacer panqueques con trocitos de


chocolate. —No es psicoterapia, pero panqueques con trocitos de chocolate
funciona para un montón de cosas.

Ella asiente. —Anna, ¿puedo preguntarte algo?

—Sé lo que vas a decir. Sí, podemos usar frutillas también.

Otra sonrisa… un amague de risa. —No. —dice ella—. No es eso. Es… ¿por qué mis
padres están raros?

—Porque son tus padres. Está en la descripción del trabajo. Deben conducir
minivans. Deben ser inmunes a la moda. Deben ser raros.

—Estoy hablando en serio, Anna —dice ella, cortándose una uña rota—. Mamá
está, gritando y llorando un minuto, y después encuentra un viejo auto de juguete y
está corriendo para hacer ángeles de arena en la playa. ¿Por qué querían venir acá?

Considero su pregunta, una que me hice a mí misma miles de veces después que
me invitaran. —Creo que ellos sólo quieren hacer las cosas mejor, Frank. Tal vez
pensaron que conseguirían que las cosas volvieran a la normalidad.

—Pero no lo harán —dice ella—. Ellos no lo conseguirán.

Abro mi boca para decir algo en su defensa, pero Frankie sacude su cabeza. —Está
bien, Anna. Estoy sólo un poco desorientada. Quiero decir que, anoche fue
divertido, pero aún así es raro que mamá se enloqueciera después que derramé mi
estúpida bebida así. Vamos abajo… creo que ya están cocinando algo.

Nos desperezamos y nos dirigimos a las escaleras, moviéndonos lentamente hacia


los aromas del desayuno que flotaban de la cocina. Recojo tostadas francesas de
Tía Jayne de vainilla y canela de la receta “secreta” que ella aprendió de un
programa de cocina, junto con el café de costumbre y el básico tocino.

—Buenos días, ángeles. —Tía Jayne besa la mejilla de Frankie y me da un guiño


rápido y sutil como un saludo secreto.

—Hola, Twinkies —dice tío Red, con un sartén lleno de tocino en la mano—.
Espero que tengan hambre.

—Estoy muerta de hambre. —Frankie se sienta en la mesa y alcanza jugo de


naranja—. Y todavía me pregunto qué pasó en la cena de anoche. Si a nadie le
preocupa. Estoy seguro que a nadie le importa.

—Cariño, no hablemos de anoche —dice Jayne, acariciando la mano de Frankie—.


Lo llamamos segunda oportunidad, ¿no?

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—Mamá, ese no es el punto.

—Bien, niñas. —El tío Red se une a la mesa con un trapo de cocina en el hombro y
un plato de tostadas francesas ya listas. Estaba preparado para prevenir otro
incidente de portazo y cierre de la puerta a toda costa—. Los huevos se están
enfriando.

Frankie deja su vaso y toma una profunda respiración. —Papá, sólo estaba
sorprendida, ¿bien?

Red se para con la sartén torpemente equilibrada sobre los platos, esperando
servir el desayuno como si fuera el cocinero contratado en vez de un hombre
envuelto en una conversación sobre su hijo muerto.

Frankie sigue. —Ustedes son lo que querían este viaje en primer lugar. No me
preguntaron. Bueno, tengo miedo, también, ¿saben? Todos lo que recuerdos de
California… no quiero… tengo miedo de hacer recuerdos nuevos, y que todo lo
demás… se borre.

Jayne se levanta de la mesa y se mueve a la puerta corredera, dándonos la espalda.


Sus hombros tiemblan ligeramente, pero no hace ningún sonido. Después de un
minuto, se seca los ojos y se une a nosotros nuevamente en la mesa. He visto esta
película cientos de veces, pero nunca se hace más fácil. Quiero gatear debajo de la
mesa y desaparecer.

Tío Red nos sirve los huevos y se sienta con nosotras. Mi cara está caliente
mientras me concentro en el patrón circular entrelazado a lo largo del borde de mi
plato azul. No puedo dejar de pensar en la puerta de atrás, y lo bien que se sentiría
correr hacia ahí y bajo la costa.

—Frankie. —Jayne se estira para agarrar la mano de Frankie—. No estamos


tratando de borrar los recuerdos o fingir que todo está bien.

—Sé eso, mamá. Es solo que…

—Mis chicas. —Dice el tío Red, con voz suave, y cejas arrugadas—. Vamos a seguir
con el desayuno, ¿bien? Tenemos que lidiar con las circunstancias a medida que se
presentas. —Puso su mano sobre la mejilla de Jayne y la acarició con el pulgar.

Jayne asiente y le da una palmada a la mano de Frankie.

Frankie suspire y toca mi pie con el suyo debajo de la mesa. —Lo siento —
murmura ella.

—Ustedes muchachas estuvieron levantadas hasta tarde anoche —dice Red,


retomando su posición como jefe de cocina y soltando una cucharada saludable de
huevos fritos caseros sobre su plato—. ¿Causando problemas?

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Twenty Boy Summer Sarah Ockler
—Sólo una conversación de chicas. —Tía Jayne me sonríe mientras pasa el jarabe
de arce. Mis ojos se concentraron en los suyos por un momento, y me pregunto si
ella puede leer mis pensamientos: no quiero contarle más sobre Matt y yo. Que no
sé qué hacer con Frankie. Que no estoy segura de cómo puedo competir en el
concurso Veinte Chicos de Verano cuando sólo hay un chico en el cual pienso.

Una nueva ola de culpabilidad se envuelve en mis dedos, amenazando con


arrastrarse hasta mi corazón con el resto de mis pesares. Tía Jayne fue una gran
oyente anoche, y me alegró haberle contado lo que dije sobre Frankie, pero tal vez
no debería haberla dejado creer que me preocupaba por Matt como más que un
amigo. Si ella nos ve hablando de otros chicos en la playa, ¿pensará que estoy
engañando a su hijo muerto?

—¿Verdad, Anna? —Frankie me patea debajo de la mesa, sacudiéndome de mis


pensamientos.

—Verdad. Lo siento, ¿que fue eso?

—Nuestros planes del día. Vamos a echarnos en la playa cerca de la casa, ¿verdad?

Sé que Frankie no tiene intención de permanecer en algún lugar cercano a la casa o


de su privada y aislada playa y del salvavidas designado de mediana edad, pero
asiento con la cabeza. —Voy a donde vayas, Frank.

—Papá y yo vamos a ir de compras después —dice Jayne—. Tenemos que


conseguir cosas para el resto del viaje. ¿No quieren venir?

—Vamos a ver —dice Frankie, sosteniendo sus manos a ambos lados como La
Dama de la Justicia10—. Caminar en una tienda de comestibles por dos horas
mientras papá evalúa la calidad del producto, o pasar un rato en la playa donde
podemos nadar, conseguir un bronceado, y conocer… es decir, nadar y conseguir
un bronceado. Difícil elección, mamá, vamos a tener que pensar.

—Me lo esperaba —dice tía Jayne—. Haz una lista de lo que quieran. Y asegúrate
de usar protector solar, y volver aplicar después de entrar al agua. Y si estás ahí
más de dos horas, vuelve a aplicar. En realidad, no deberías estar ahí fuera entre
las doce y las dos, entonces…

—Lo tengo cubierto. —Frankie puso sus ojos en blanco—. Ustedes actúan como si
no hubiera estado en el sol antes.

—No —dice Red, acariciando su hombro—, actuamos como si te quemaras cada


vez que venimos aquí.

—Papá, eso no es quemarse. Eso es conseguir una base de bronceado.

10 Famosa escultura de Nicolás Meyer, que representa la justicia. La figura es una mujer con los ojos vendados,
y con una balanza en una mano y una espada en la otra.

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Tío Red sacude su cabeza y sonríe. —Está bien, chicas pueden pasear por el área
concesionada si quieren, pero no quiero que vayan cerca de la bahía. No hay
salvavidas. ¿Está bien?

—Está bien, papá —dice Frankie.

—Bueno —dice Tío Red. Tan cariñoso. Tan confiado. Tan ingenuo—. Diviértanse,
mis hermosuras. —Después de unos segundos y unos cuantos tercios, él apartó su
plato limpio—. Mamá y yo nos vamos pronto. Llama al celular si necesitas algo. De
lo contrario, estén de vuelta antes de la cena. Mamá quiere hacer comida china.

Como un normal desayuno familiar en una normal mañana familiar. Si tuvieran un


perro, su nombre sería Mancha, y estaría ladrando afuera hasta que uno de
nosotros le lanzara un Frisbee.

Después del desayuno, nosotras (y por nosotras, me refiero a Frankie) pasamos


más de una hora arreglándonos para nadar en el océano. Se cambia de sandalias
unas cuantas veces y se lamenta de los pendientes que lleva. Cabello y maquillaje
son otra discusión… ¿pelo casual y desordenado como siempre, o peinado atrás
con una venda elegante? ¿Rímel resistente al agua, o solo un toque de brillo labial?
¿Sería o juguetona?

—Escucha —digo, parada lista con mi bikini —al que todavía no estoy
acostumbrada— y pareo—. Nadie va a notar lo que estás usando. Van a notarte a ti.
Todo lo demás es solo ruido de fondo. —Tuerzo mi pelo despeinado en un moño
suelto en la parte superior de mi cabeza.

—Anna, para tu información, nada de lo que te pongas en la cara, pelo, cuerpo es


sólo ruido de fondo. Hablando de eso, ¿por qué no estás filmando? Necesitamos
documentar esto. —Saca su cámara de su mochila y me la entrega.

Casi me río, pero ella no está jugando. Como el concurso de chicos, esto es un
proyecto para ella, cuidadosamente planeado y ejecutado, grabado de principio a
fin para la posteridad. Ni siquiera sus anillos del pie fueron dejados al azar.

Mantengo la cámara sobre ella tanto como puedo, prendiéndolo y apagándolo


discretamente para ahorrar a las futuras audiencias del tedio de Frankie aplicando
delineador de labios, Frankie soplando su esmalte de uñas, Frankie depilando sus
cejas. Estoy a punto de salir sin ella cuando finalmente anuncia que está lista.

—Gracias a Dios —digo, cerrando la cámara y metiendo mi diario y dos libros de


bolsillo en mi mochila—. ¿Podemos por favor meternos al agua ahora?

—¡Espera! —Frankie grita tan repentinamente que casi pienso que hay un
escorpión o tarántula en mi cabeza—. Aún tenemos que hacer algo contigo.

—Frank, he estado lista hace una hora.

Ella ríe. Ríe en serio. —Anna, no puedes salir así. ¡Mira tu pelo!

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—Por favor, Frankie. Vamos a nadar. En el agua. ¿Recuerdas?

—No sea floja con tu apariencia —dice ella, viniendo hacia mí con un peine y unas
cuantas horquillas en la boca. Da un aterrador paso atrás de un pañuelo escupido y
limpia mi cara con él—. No tomará tanto tiempo.

Se fuerte, Anna. Se fuerte.

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Capítulo 12
Traducido por GioEliVicRose
Corregido por Kanon ♪♫♪

P
ara el momento de llegar al agua, eran cerca de las once y la máscara
resistente al agua de Frankie sobre mis pestañas se siente pesada y pegajosa.
Me preocupa que todos los buenos lugares en la playa ya no estén, pero
Frankie me asegura que habrá un montón de puestos al llegar abajo a alcoba11,
lejos de todo el "viejo" pueblo.

El otro extremo de la playa, en realidad, es totalmente diferente, un tramo


separado de la arena, sin boyas, sin los vendedores de perros calientes, sin
salvavidas, o gente.

Hay una cosa que brilla por su ausencia en nuestra playa… pues hay una señal de
“Prohibido bañarse”.

—¿Ves? —pregunta Frankie—. Totalmente privado. No hay niños gritando o


molestas familias.

—O testigos.

—No seas una bebé, Anna.

—Frankie dice “Prohibido bañarse” por una razón. ¿Fuertes Rocas? ¿Tiburones?
¿Baja corriente?"

—Dice “Prohibido bañarse”, porque no es una playa pública, por lo que no tiene
salvavidas —dice ella, agachándose para desdoblar la manta de playa—. Es la
misma agua, Anna. Si hay tiburones aquí, hay tiburones en nuestra playa, también.
No es como que si ellos leyeran las señales.

—¿Cómo es que sabes acerca de este lugar? —le pregunto, dejando caer el bolso y,
con ello, el debate de los tiburones.

—Mi hermano —dice—. Él solía venir a la alcoba a veces.

La playa está siempre llena de gente, me dijo el año pasado, pocas noches antes de
su viaje. Estábamos solos en la sala de estar, pretendiendo ver una película
11En inglés se utiliza el término alcoba, para nombrar las depresiones en los acantilados de roca homogénea
formadas por la erosión del viento.

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mientras que Frankie dormitaba en la silla junto a nosotros. Pero hay un espacio
que me gusta un poco más abajo. A veces voy allí para leer y pensar. El mar es
bueno para despejar la mente.

Y para mirar a las niñas, le dije.

Bueno, seguro. Se echó a reír. Pero no esa parte. Nadie va allí a excepción de los
surfistas ocasionales. No hay salvavidas. Sólo el agua y las rocas. Una vez me senté
allí durante tres horas, sólo escuchando el agua y preguntándome que había
debajo.

Mire por encima del agua, preguntándome lo mismo, tratando de no pensar en el


hecho de que yo podría estar en el lugar favorito de Matt, mirando el mismo mar
azul, preguntándome las mismas interminables preguntas, sin respuesta.

¿Qué veríamos si escurriera como una bañera gigante?

Hundo mis dedos en la arena, esperando que Frankie diga algo más.

—Aquí, ayúdame con la manta. —Ella me da una esquina y se acuesta en el otro


lado.

—Muy bien, la manta está segura —le digo, todavía luchando contra la imagen de
Matt en el sofá esa noche, diciéndome sus cosas favoritas sobre California—. ¿Y
ahora qué? ¿Quedarse aquí todo el día hasta que algo emocionante nos pase?

Frankie se inca y se retuerce hasta que se encuentra estratégicamente posicionada


en su pose más favorecedora —vientre plano, brillantes labios, las piernas
dobladas levemente, empujando el pecho—. Ya lo verás.

—¿Tu realmente vas a mentir así?

—Es por eso que ellos inventaron la playa, Anna.

—¿Qué pasa con el agua?

—¿Estás bromeando? ¡Acabamos de hacer nuestro pelo!

Ella amaba nadar. Ella y Matt me hablaba de ello en sus tarjetas postales, todas las
horas que pasaban en el agua, la piel quemada y el ardor en los ojos por la sal, la
natación y montar las olas y jugando frisbee con los amigos de verano, o a veces
simplemente flotando por ahí sobre sus espaldas.

—Frank, vamos a ir al a…

—Oh, Dios mío, Anna. Chicos lindos, a las diez.

—¿Qué? —Vuelvo la cabeza para ver lo que está viendo, que es más en la dirección
de dos, ¿pero quién cuenta?

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Twenty Boy Summer Sarah Ockler

—¡No mires! —Ella aplasta mi muslo—. Sólo actúa natural. Aquí vienen.

Me acuesto a su lado, tratando de adivinar lo que significa "actuar natural". Yo


decido imitar su posición, sólo que mantengo mi pareo bien fijado y los brazos
cruzados sobre el pecho. Para el espectador promedio, cualquiera, que no sean los
chicos que se acercan rápidamente, probablemente tendría una mirada fría. O muy
cabreada.

—Oh, Anna —Frankie dice en una voz exagerada cuando los chicos están al alcance
del oído—. Tengo mucho calor. ¿Pásame una botella de agua?

¿Está bromeando?

Ella me mira expectante, con los ojos desorbitados, cercana a la molestia.

No es broma.

Me incorporo y saco un pez de agua embotellado de mi bolsa. Los muchachos están


a unos veinte metros de distancia, miran con la boca abierta como Frankie chupa la
botella de agua de una forma totalmente inapropiada.

—Oye. —Uno de los chicos dice con un veloz y masculino movimiento de cabeza—.
¿Qué sucede? —Frankie se encoge de hombros, invitándolos a nuestra revisión
anteriormente inalterada de arena.

Ellos intercambian miradas como leones hambrientos que acaban de ser invitados
al foso de cebras para la cena y de la sacudida a nuestra manta, presentándose
como Warren y Todd (¿o es Rod? lo he olvidado). Después de treinta segundos de
conversación, puedo resumir sus razones d'être12.

Beber cerveza. Comer pollos. Obtener bronceado.

Enjabona, enjuaga, repite.

Ante la insistencia de Frankie, sacuden su manta y traen el campamento al lado de


nosotros, gracias a Dios de su lado. Rod o Todd o como sea que se llame, no puede
ser serio, incapaz de concentrarse en un tema por más de un minuto. Él es un
estudiante de primer año en Berkeley, estudia biología marina, y lo que su novia
del campus no sabe no le hará daño, guiño, guiño.

¿Los chicos realmente creen que este trabajo de mierda es solo de chicas?

Frankie ríe. Creo que funciona en algunas chicas.

12 Expresión francesa que significa razón de ser.

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Warren no es precisamente el más callado, pero el hecho de que estoy fingiendo
estar dormida mientras Frankie y Rod/Todd ríen el uno al otro por bromas y
números de celulares de comercios, no le deje una entrada.

—Dud —dice Warren después de unos quince minutos de mirar el océano—.


Tengo prisa. Hasta luego. —Abro los ojos cuando se para, su sombra cae sobre mi
rostro. Frankie está haciendo algún tipo de cosa de medio beso con Rod/Todd, más
que amigos, pero menos que un completo beso francés. ¿Acepto este tipo de
comportamiento gratuito con estudiantes de intercambio extranjero, pero
desconocidos? ¿Molesto desconocidos? Toda la escena es más de lo que mi
estómago puede soportar.

—Frank, me parece ver a tus padre.

—Esa es mi señal —dice Rod/Todd—. Llámame más tarde, sexy.

¿Llámame más tarde, sexy? Voy a estar enferma. Frankie, en cambio, está
prácticamente lista para irse a vivir con él.

Los chicos se van por la playa y Frankie explora la costa opuesta en busca de Red y
Jayne.

—¿Dónde están? —pregunta—. Yo no los veo, Anna.

—Supongo que me equivoqué. ¿Podemos ir al agua ahora? —Tengo calor, estoy


aburrida, y de mal humor.

—Anna, ellos eran dos de las veinte cosas marcadas en la lista. ¿Por qué no hablar
con Warren?

—El tiene acné en la espalda, Frank. Por no mencionar que él es casi tan
interesante como algas marinas mojadas.

Frankie se ríe. —Muy bien. Pero todavía los estoy contando. Con ellos y los chicos
de ayer en Carolina, hacen cuatro.

—Ayer no cuenta —le digo.

—Bueno, los tendría, si mis padres no hubieran aparecido. —Ella busca su cámara
en su bolso e hizo zoom sobre mi cara—. Por lo tanto, señorita Reiley, ¿admites o
no las muestras A y B de Caroline en la cuenta oficial de los veinte chicos del
verano, por los términos del contrato original del “Absolutamente Mejor Verano de
Todos los Tiempos?"

Arrugo la frente para parecer seria. —Después de una cuidadosa consideración, el


tribunal otorga su consentimiento para un acuerdo. Vamos a contar el dúo de
helados platónicos y deslustrados de ayer como un solo chico.

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Twenty Boy Summer Sarah Ockler
Ella está de acuerdo, levantando tres dedos en frente de la cámara antes de ponerla
en sí misma. —Tres abajo. Diecisiete. No está mal para nuestras primeras
veinticuatro horas.

Ruedo mis ojos y empiezo a desatar mi pareo, listo para entrar en el agua. Si para
alcanzar nuestra meta de veinte chicos hay prioridad sobre los altos estándares de
higiene, la personalidad interesante, y un mínimo coeficiente intelectual de sexto
grado, estoy bajando ahora mismo.

—¿Podemos ir a nadar? —Le pido.

—Oh, está bien. —Frankie guarda la cámara en el bolso y me sigue al agua, con
salpicaduras y risitas cerca de la orilla.

Subimos hasta nuestros hombros, a la espera de coger las olas más fuertes y
montarlos hasta la orilla. El agua y el aire igualmente salados, punzan mis ojos y en
mi piel de revestimiento, al igual que Matt dijo en sus postales.

Al probar el agua en tus labios, se siente como que ha estado comiendo papas
fritas. Pero no hay nada que se le parezca, Anna.

—¿Lista para almorzar? —Frankie pregunta después de dos horas de saltar las
olas—. Me muero de hambre.

Recogemos nuestra manta y bolsos de playa y regresamos a la concesión que se


encuentra cerca de la casa de los perros calientes y patatas fritas. Después de
vernos comer, un tipo vestido de cueros que parece bastante viejo como para ser
nuestro padre se sienta a mi lado en la mesa de picnic.

—¿Puedo traerle a las chicas un batido? o, ¿más papas fritas?

Su aliento a leche agria cae sobre mi hombro.

—Claro —dice Frankie—. Quiero un batido de chocolate.

Él sonríe. —¿Y tú, cariño?

—Estoy bien —le digo, pateo a Frankie debajo de la mesa. Estoy totalmente
asustada de que ella esté fomentando este anciano pedófilo para pasar más tiempo
con nosotros el cual ya tiene.

—¿Está bien? ¿Estás segura? Te voy a traer un batido de cereza, ¿Qué te parece?

Frankie responde por mí. —A ella le encanta las cerezas.

Él nos guiña el ojo y se dirige hasta la barra a pedir nuestros batidos.

—Frankie, agarra tus cosas —le digo—. Vámonos.

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—De ninguna manera. Esto es lo más divertido que he hecho durante todo el año.

—¡El es un viejo!

—Estamos recibiendo batidos gratis, ¿verdad?

Su lógica me asombra. —¿A qué precio? —le pregunto.

—Cálmate, mamá.

El hombre vuelve antes de que pueda convencer a Frankie de irnos. Él rosa los
dedos contra los suyos cuando toma su batido, y sus ojos se rezagan en su pecho
por un largo tiempo antes de que vuelva a mi lado de la mesa.

Justo cuando no puedo coger otro poco de su alcohólico aliento en mi piel, estamos
salvadas por una mujer igualmente vestida de cuero con un vestido rosa brillante.

—Harold, ¿qué diablos estás haciendo? —ella pisa un cigarrillo a medio fumar en
la arena con su flip-flop. Su voz es áspera y suelta, es de piel marrón sobre sus
sacudidos brazos—. Marcia está esperando en el coche.

—Ya voy, querida. —Él rueda los ojos en nuestro beneficio y desaloja de la mesa de
picnic —una tarea cuando estás borracho—. Disfruten de los batidos, cerezas…
quiero decir, señoritas.

La Sra. Harold le agarra el brazo y lo conduce hasta el coche, lo regaña todo el


camino.

—No estamos bebiendo los mismos. —Aprovecho para quitarle el batido a Frankie
antes de que pueda probar un sorbo y colocar ambos en el bote de basura. Frankie
se ríe.

—Está bien, hermano mayor —dice. Casi me río, imaginando lo que su verdadero
hermano mayor haría si él hubiera sido testigo de este intercambio inquietante.

—Así que la cita del “Viejo Violador” era el número, ¿qué? —se pregunta—.
¿Cuatro o cinco?

—No lo estamos contando —le digo—. Este es el Verano de Veinte Chicos, no el


Verano de Veinte Sucios Viejos.

—Parece que ya tenemos un nombre para el viaje del próximo año —dice Frankie,
meneando ceja y media. Ella me guiña el ojo y se dirige al mostrador a pedir dos
nuevos batidos, que mantenga el roofies13.

13Es una droga llamada “la droga de la violación”, generalmente los violadores las colocan en las bebidas de la
víctima para provocarle amnesia.

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Twenty Boy Summer Sarah Ockler
Nada de esto se tomo en cuenta para el informe final que presentamos a Red y
Jayne durante la cena cuando preguntan sobre nuestro primer día en la playa.

—Tuvimos el mejor día —dice Frankie, mostrando sus padres algunas


cuidadosamente preseleccionadas imágenes de nuestra diversión en el sol.
Después del almuerzo, filmamos un montón de acciones de vídeo de la parte
popular de la playa sólo con este propósito—. La playa estaba llena, pero aun así
nos divertimos en el agua.

Pasaban platos rojos de la comida china que Jayne cocino para nuestra primera
cena oficial en la casa después de la loca noche anterior, sin pistas y feliz de que su
hija y su mejor amiga tuvieron un primer día maravilloso en la Bahía Zanzíbar.

—Estoy contento de haber decidido quedarnos —dice él, radiante.

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Twenty Boy Summer Sarah Ockler

Capítulo 13
Traducido por Aya001
Corregido por Anne_Belikov

A
la mañana siguiente tenía todos los ingredientes de nuestro primer día en
California, pero esta vez estaba preparada. Mientras Frankie se tomaba su
ducha, me vestí y eché suficientes chispas y destellos para callarla antes de
empezar nuestra agotadora marcha mortal al otro lado desierto de la playa.

—Si quieres conocer chicos —le pregunté a la vez que sacudimos nuestra manta
para el día dos—, ¿por qué estamos aquí como una pareja de nómadas errantes?
—Si ayer fue una indicación de la cantidad de chicos disponibles, no quiero
conocer a más de ellos. Me siento más segura en una multitud, especialmente
después de nuestro encuentro con Harold el Hombre Batido.

—Anna —dijo ella, reconfigurándose a sí misma en la manta como ayer—, sólo los
turistas frecuentan la parte llena de gente. Aquí es donde los lugareños vienen.

—Haz lo que quieras —digo yo—. Pero estoy nadando, no tomando el sol.

Yo desenvuelvo mi cuerpo pálido del sarong14, todavía no acostumbrada a enseñar


tanta piel en público. Me aplico otra capa de protección solar sólo para estar segura
y espero que nadie esté mirando en cuanto yo camino pesadamente hacia el agua.

No se siente tan cálida como ayer, pero mis pies se adaptan rápidamente, lo que me
permite meterme hasta la cintura. A lo lejos, familias de vacaciones se mueven
arriba y debajo de la orilla del agua, a la playa y de vuelta, sus risas tejiéndose
suavemente a través del húmedo aire.

Miro por encima del hombro para echarle un vistazo a Frankie. Ella sonríe y me
saluda, recolocándose a sí misma en la manta para alcanzar la mezcla de frutas
secas sin sentarse. —Quédate donde pueda verte —grita—. Tengo que conseguir
algunas fotos de esto.

La alcoba está tranquila hoy. A medida que el agua se mueve adelante y atrás sobre
mis muslos, mi mente se desvía hacia la conversación con Tía Jayne la noche que
hicimos ángeles de arena. ¿Cuánto sabe ella realmente? ¿Alguna vez él le habló a
ella de nosotros? ¿Nos vio besarnos sobre el fregadero lleno de platos cuando

14
Es una pieza larga de tejido, que a menudo se ciñe alrededor de la cintura y que se lleva como una falda tanto
por hombres como por mujeres.

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Twenty Boy Summer Sarah Ockler
pensábamos que nadie estaba mirando? ¿Ella lo dedujo? ¿Y qué quería decir
cuando dijo que él tenía la misma mirada en sus ojos cuando hablaba de mí? Matt y
yo nos pasamos tanto tiempo hablando acerca de cuándo y cómo y qué le íbamos a
decir a Frankie, que nunca llegamos a la parte sobre contárselo a alguien más.

Una nueva ola de mariposas revolotea en mi pecho mientras considero esto, y


tengo que cerrar los ojos para enterrarla. Matt se ha ido, ¿recuerdas? Estas
mariposas no tienen a dónde ir salvo la oscuridad, batiendo y enredando sus
diminutas alas hasta que se rompen.

—Hey, ¡virgen!

El apelativo es tan mordaz e inesperado que me lleva unos segundos darme cuenta
de que está dirigido a mí. Yo me batí alrededor para encontrar a Frankie riendo en
su manta a la sombra de dos tipos bronceados con tablas de surf de aspecto
regordete, el perfecto cliché de California.

—Virgen, ¿no? —La voz vuelve a preguntar. Viene del alto de cabello rubio
blanquecino que le caía sobre los ojos. Frankie sigue riéndose, y mi cuerpo se
calienta y enrojece, a pesar del frío del agua. Si Frankie se piensa que sólo va a
subastarme, bueno... no sé. Es un poco difícil ser ingeniosa cuando estás tratando
de evocar un calamar de mar gigante para que te trague y te arrastre a las
profundidades del fondo marino, para nunca ser vista, oída, o burlada de nuevo.

Yo me hundo para que el agua cubra mi pecho. —¿Disculpa?

—Um, ¿ustedes nunca se han embarcado antes? —preguntó Rubiecito en cierto


modo, extendiendo los brazos como si estuviera esperando aplausos por su
inteligencia.

—¡Vuelve, Anna! —Frankie agita las manos hacia mí—. Conoce a nuestros nuevos
amigos.

Miro detrás de mí para confirmar que el calamar gigante del mar de antes
mencionado ha ignorado mi petición telepática, a continuación, me vuelvo a
centrar, deseando que mi pareo flotara por sí mismo a la costa y cubriera mi
cuerpo a la vez que emerjo de las olas. Cuando eso no funciona, pienso en fingir un
calambre, uno de ellos saltara dentro y pondrá sus manos sobre mí. Aunque,
probablemente no Rubiecito. Está ocupado catalogando las medidas de Frankie
con sus ojos.

Yo camino hasta la orilla, que se ve realmente sexy a excepción de toda la parte


media cuando has despejado la parte superior del cuerpo y tienes que recoger y
tirar con violencia tus piernas como pistones para cortar a través del agua. El
calamar gigante puede no estar interesado en mí, pero me aseguraré de que
Frankie se vea bien y jugosa cuando la arrastre fuera de la cama esta noche y la
sacrifique a los dioses del mar.

—Oye —digo yo, tratando de parecer casual mientras tiro de mi toalla de debajo de

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los firme y, colocados a propósito, codos de Frankie—. Yo soy Anna. —Con la toalla
asegurada firmemente alrededor de mi cintura, extiendo mi mano hacia Rubito,
cuyo nombre es Jake.

—¿Por qué, Anna Abigail, eres tan formal? —Se burla Frankie con un acento
sureño ligeramente fuera de tono. Todavía estoy enfadada con ella por seguirles el
juego con la broma de virgen, y me pregunto brevemente si un saludo menos
formal, más apropiado, sería para mí arrancar la parte superior de mi bikini y
atarlo alrededor de mi cabeza como un lazo. Antes de que pueda responder,
Frankie está de pie, sacudiéndose la arena de su trasero a cámara lenta. Jake mira
fijamente. El otro (Sam, me entero) sacude la cabeza y me sonríe.

—Perdona a mi maleducado primo —dice, y su sonrisa me hace olvidar


momentáneamente lo molesta que estoy.

—Entonces, ¿de dónde son? —pregunta Jake.

—Nueva York. —Anuncia Frankie, sin molestarse en aclarar que es la parte pobre,
septentrional del estado.

—¿En serio? —preguntó Jake—. Eso mola.

—Está bien —dice ella, examinando sus uñas y llevando esa cosa de Nueva York
como una insignia que nunca ganó.

—¿Cómo es durante el verano? —pregunta Jake.

—Oh, ya sabes —dice Frankie—. Nunca un momento aburrido. Es por eso que
vinimos a Cali, para relajarnos. —Ella toma un sorbo de agua y se lame los labios,
mirando al océano. Jake mira con asombro a la nueva recién descubierta mujer de
misterio e intriga: Frankie, heredera de Nueva York, cenando con las estrellas,
codeándose con los ricos y famosos, arriesgando su vida todos los días en las
endurecidas calles. En realidad, antes de venir a California hace dos días, nuestras
actividades de verano incluían aventuras tan excitantes como estar extendidas al
sol haciendo cuestionarios en Cosmo15, haciendo simulacros de entrevistas con la
cámara de Frankie, experimentando con tratamientos faciales hechos de harina de
avena y mayonesa, e ir con mamá y papá a un festival gastronómico en el que
hacíamos apuestas de cinco dólares tratando de adivinar cuál de nuestros vecinos
locos estaban vestidos como el combo de kétchup y mostaza.

—¿Qué hay de ustedes? —pregunta ella.

—Nosotros vivimos aquí —dice Jake—. No, como, en la playa, pero en la ciudad. No
hay nada como Nueva York. Eso es impresionante. —Pienso en nuestros vecinos
comprimiéndose a sí mismos en sus trajes de condimento gigante. Impresionante.
Totalmente.

15 Se refiere a la revista Cosmopolitan.

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Twenty Boy Summer Sarah Ockler

Listo para pasar de nuestra conseguir-conocerte conversación, Jake se gira al agua


y anuncia en voz alta en la dirección de Frankie que es "hora de mojarse”. Ella deja
escapar un "¡Oh, sí!" eso es demasiado pretencioso, incluso para ella, y recoloca el
triángulo inferior de su bikini, dejándolo ir con un sexy chasquido antes de seguir a
Jake al agua.

Sam se vuelve hacia mí y sonríe. Durante unos segundos hacemos ese tango
conversacional incómodo donde los dos tratamos de hablar a la vez y acabamos
riendo y no diciendo nada en absoluto. Frankie chilla desde el agua, y Sam se
encoge de hombros, mirándome.

A pesar de mi actitud fría sobre el tema de los chicos veinte añeros de ayer, algo de
Sam me atrapa. Con el desordenado, sucio pelo rubio veteado por el sol y ojos
verdes, definitivamente está de buen ver. Libre de granos. Sin espeluznantes
vibraciones de viejo. Parece inteligente.

En otras palabras, totalmente equivocado para mí.

—Está bien, Anna Abby de Nueva Yawk —dice, señalando a su tabla—. ¿Quieres
probar?

Debo haber dicho que sí, porque se me cae la toalla y lo sigo hacia el agua,
prestando absolutamente ningún tipo de atención a la forma en que sus músculos
bien definidos se mueven por la espalda, la cicatriz blanca en el lado izquierdo por
encima de su cadera, o la extraña sensación que tengo en mi estómago cuando
mira por encima del hombro y me sonríe.

Absolutamente ninguna atención. Qué. Eso. Nunca.

En el agua, Frankie está tendida boca abajo en la tabla de Jake, remando con los
brazos mientras él le explica los conceptos básicos.

—Este rincón es ideal para aprender, porque el agua está bastante tranquila —dice
Jake, su mano descansando en la parte baja de su espalda como si fuera lo único
que lo mantiene pegado a la tabla—. Una vez que te metes en la parte pública de la
playa, se llena de gente y se agita.

—Ahora, lo primero que quieres hacer es conseguir una sensación del peso de la
tabla, y cómo reacciona a tu cuerpo. —Sus habilidades de enseñanza parecían tan
expertas que me pregunto si los dos caminan el largo de la playa todos los días,
remolcando las tablas solamente para las ocasiones de impresionar-chicas.

—Él enseña —me dice. Oh, ¡no! ¿Había dicho eso en voz alta?—. Es realmente un
gran maestro, a pesar del ego.

—Sam —dice Jake, alzando las cejas—, no confundamos ego con la confianza en las
capacidades de uno.

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—Por favor, continúa —dice Sam con un exagerado gesto de las manos.

—Cómo iba diciendo. Quieres conseguir llegar a tener las rodillas apretadas,
pegadas a la tabla con tu cuerpo tan pegado como te sea posible, como si fueras a
besarla. —Guía a Frankie en posición, moviendo sus manos a lo largo de su cuerpo
como un escultor.

Jake continúa su lección mientras Sam estabiliza su tabla para mí. Cuando me
muevo para subir, mi pierna roza la suya en el agua, piel desnuda sobre la tela
húmeda de su bañador, y siento una sacudida de la cabeza a los pies.

Simplemente me sorprendió, eso es todo. Yo no esperaba que su pierna estuviera


allí. Pensé que era un tiburón. O algo así.

—¿Estás bien? —me pregunta mientras dirijo la tambaleante tabla.

—Estoy bien. —La parte de mi pierna que le tocó todavía estremeciéndose. Sam no
está tan versado en la enseñanza como Jake, y sus manos como que flotan por
encima de mí, esperando mi permiso para proceder a través de cada paso. Cuando
estaba a punto de desequilibrar la tabla, gentilmente me tomó del brazo para
equilibrarme, y tuve que mirar hacia otro lado, fingiendo que es mi profesora
femenina de gimnasia, con sobrepeso, de mediana edad, dándome clases de
natación.

Pasamos una hora con ellos en el agua, aprendiendo lo básico de body-board16,


mirando a Jake presumiendo, hablando de la inherente pobreza del instituto. Son
un año mayor que nosotros y están preparándose para su último año. Pasan la
mayor parte de su tiempo libre en la playa. Jake enseña a nadar y practicar surf a
los inquilinos del verano, y Sam trabaja en “Smoothie Shack”, local en la playa
turista de al lado de su primo mayor, a una milla y media del rincón.

—¿Así que chicos, sólo lleváis estas tablas para buscar chicas? —Frankie preguntó
como si no le importara.

—¡Nos descubriste! —Jake le empujó de su tabla.

—En realidad, Jake me iba a mostrar algunos trucos nuevos —dijo Sam—. La gente
no suele pasar el rato en el rincón. ¿Qué estaban haciendo aquí, de todas formas?
Dice “Prohibido bañarse”.

—Por favor —dice Frankie—. He estado viniendo aquí toda mi vida. He estado por
toda esta playa, y nado donde quiera nadar.

—¿Cómo es que nunca te hemos visto antes? —preguntó Jake.

16
Deporte basado en el deslizamiento sobre la superficie aún sin romper una ola con una tabla.

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—No estaban prestando atención. —Se encoge de hombros, dejando a un lado la


parte sobre cómo ella probablemente no llevaba un bikini y no tenía nada para
sujetarlo, de todos todos—. O yo estaba ocupada hablando con alguien más.

Al parecer, la apatía es el modus operandi de hoy. Actúa coqueta y flirteando al


principio, luego cuando estás enganchado, baja la temperatura un poco, fingiendo
indiferencia. Magia vudú. Siempre funciona.

—No estarías hablando con otra persona si yo hubiera estado allí —dice Jake.

—¿Quién puede resistirse a este pelo, este cuerpo? —Frankie le salpica. Él le dice
que está buena. Creo que está enamorada. Una vez más.

Mientras tanto, de vuelta al plano de la realidad, Sam tiene que ir a trabajar. —


Pásate después si quieres —dice él—. Si te gustan los batidos, yo soy tu enchufe.

—¿Qué pasa con la lección? —Frankie pregunta—. No hemos llegado a hacer nada.

—Eso fue uno-cero-uno —dice Jake—. Dos-cero-uno comienza mañana, mismo


lugar, misma hora.

—Podríamos tener otros planes —dice ella, pero no lo hacemos. No sólo vamos a
estar aquí quince minutos antes de la hora señalada, sino que vamos a pasar dos
horas de antelación escogiendo vestuario para Frankie y ensayando sus líneas.

—Vamos, amigo —Sam le dice a Jake—. Voy a llegar tarde.

Caminamos a través del agua de nuevo a nuestra manta. Frankie abraza a Jake,
pero Sam simplemente me sonríe con apenas un simple casi imperceptible alce de
sus cejas, ¿Esperanzado? ¿Curioso? ¿Desorientado?

—Nos vemos más tarde, Anna de Nueva Yawk —dice, dándose la vuelta y
desapareciendo por la playa con Jake.

—Oh. Dios. Mío —dice Frankie, dejándose caer sobre la manta—. ¡Están tan
buenos!

—Frank, es sólo el día dos y medio. No vamos a llegar a veinte si sales corriendo a
casarte mañana. —Me cuelgo la toalla sobre mi cabeza como un velo—. ¿Lo haces?
¡Lo hago! ¿Lo haces? ¡Lo hago! ¡Oh, Jake! ¡Tienes que decirme quién te hace las
mechas!

Frankie se ríe y me golpea con su toalla. —Oh, está bien, Miss Sam, ¡sujeta el
tablero para mí! Sam, ¿cómo haces eso? Sam, quiero verte desnudo.

—Oh, Dios, para —le digo, riéndome con Frankie—. ¿Qué pasa con el pobre Rod
Todd? ¿No vas a llamarle?

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Twenty Boy Summer Sarah Ockler

—¿Estás de broma? Ese tipo era un bruto.

—¿Por qué le besaste?

—¡Eso no fue besarse!

—Um, claro. ¿Por qué le diste tu número?

—Anna, te lo juro, a veces puedes ser tan, tan chartreuse.

—¿Le diste una falsa… espera, qué me has llamado?

—Chartreuse. Ya sabes, densa. ¿Qué?

—Frankie, acabas de llamarme un tono de verde. Creo que te refieres a obtusa.

—Bueno, te ves un poco pálida.

Sacudo la cabeza y me rio. —Se llama protector solar. Prueba alguno.

—No, gracias. Por lo menos encontramos algunos chicos decentes hoy —dijo ella,
volcándose sobre su estómago y desatándose la parte superior—. Y a las dos nos
gustan distintos.

Me puse las gafas de sol y descansé mi mano en mi pierna, la parte que tocó Sam en
el agua. La parte que todavía me hormigueaba. —No quiero a nadie.

—¿Qué te pasa a ti? —Preguntó ella, como si ella fuera un médico que no puede
diagnosticar mi extraña combinación de síntomas poco probables—. Sam estaba
totalmente chequeándote. Y parecía que se estaban divirtiendo.

Me encojo de hombros, de pronto intentando excavar a través de mi bolsa por un


libro. Probablemente haya un millón de cosas que puedo decirle para hacer que se
calle. No es lo suficientemente guapo. No me gusta su pelo. Vi a alguien más cerca
de la casa que deseo comprobar. Pero ninguna de estas cosas es cierta. La verdad
es la única cosa que no puedo decir, que si yo puedo interesarme en Sam, es que
me estoy olvidando de Matt.

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Twenty Boy Summer Sarah Ockler

Capítulo 14
Traducido por GioEliVicRose
Corregido por Anne_Belikov

E
l sol entra y sale sobre Frankie a mi lado en la tarde a la hora de la siesta, he
leído el mismo párrafo de mi libro un centenar de veces, absorbiendo
absolutamente nada. Mi libro tiene trescientas y una páginas. ¿Dónde iremos
a cenar? ¡Wow! La arena es brillante. Pero Sam invade mis pensamientos,
pensamientos que se han convertido en algo peligroso y sólo requieren un poco de
estímulo hacia la mala conducta.

Su sonrisa, ¡Basta Anna! Sus ojos verdes, ¡Enfócate, Enfócate! La forma en que dice
"Anna Abby de Nueva YAWK"

¿Tendrán batidos de fresa y banana en la tienda de batidos? Apuesto a que él lleva


ese bronceado todo el año. ¿Tiene novia? Tal vez. Quizás una en cada Estado. Una
colección de vírgenes turistas esperando para que sea especial.

Yo pensaba en la chica en el espejo cuando Frankie y yo fuimos a comprar trajes de


baño. Cuando yo estuve contenta con el concurso, estaba medio bromeando, todo
por beneficio de Frankie. Además, no me puedo involucrar con cualquiera de aquí.
Apegarme. Que todas esas palabras y sentimientos e intensiones sobre enredos
sean más salvajes y confusas que mi cabello al viento, no gracias. El último chico
con quien me enredé murió de esa manera.

El pensamiento de Matt aprieta mis entrañas nuevamente. Me froto los ojos y miro
fijamente el agua en la parte más aislada, fuera de los límites donde hay tiburones,
corrientes bajas y niños que pueden o no estar esperando para ser llevados por la
corriente a mar abierto.

Shhh, ahhh. Shhh, ahhh.

Me concentro. Limpio mi cabeza. Estoy dominando todos mis pensamientos. Mi


cabeza está vacía. Estoy flotando. Soy una maestra, casquivana, flotando lejos en el
viento.

Shhh, ahhh. ¿Sam dijo que podíamos ir por batidos esta noche, o mañana?

Me doy por vencida. Necesito salir de esta playa, volver a la fría tranquilidad de la
casa. Regreso mi libro de vuelta al bolso y despierto a Frankie.

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Twenty Boy Summer Sarah Ockler
—Volvamos, tengo hambre. —Roso su hombro con suavidad, sintiendo calor
rápido desde su piel rosada—. Frank, despierta. Estás realmente caliente.

Ella despierta y se levanta para atar la parte superior de su bañador. —Lo sé —


dice—. Creo que fue la mejor cosa que he ideado en todo el año.

—No, quiero decir, estás caliente. Tu piel está hirviendo.

Cuando se sienta, mira su espalda que está tintada en un rosa caliente.

—¿No te pusiste bloqueador antes de salir de casa? —le pregunto.

—Mamá me obligó a hacerlo ayer. ¿Pero por qué voy a querer bloquear el sol dos
días seguidos? —Ella se retuerce adelante y atrás como un pez para ver su
espalda—. Necesito una base para no quemarme más tarde en la semana.

—Estás muy quemada —dije—. No puedo creer que no sientas dolor.

—Estoy bien. —Se pone de pie para sacudir la arena de nuestra manta—. Deja de
ser tan paranoica, podrías ponerte un poco de color, Gasper.

Caminamos por la playa de vuelta a casa, tomando algunas fotografías de la visita y


de los proveedores cercanos a la propiedad, en caso de que Jayne y Red quieran
ver más.

Estaban leyendo en el porche trasero cuando regresamos. —¿Día difícil? —Red


preguntó cuando dejamos caer nuestras cosas en el suelo y dimos inicio a nuestras
flip-flops17—. No las esperaba tan pronto chicas... Frankie, ¿Qué te hiciste?

—Me quede dormida —ella dijo, encogiéndose—. Pero estoy completamente bien.
Sólo cansada. —Ella coloca sus flops en el sofá y cierra los ojos antes de que Jayne
pueda inspeccionarla buscando todos los daños y dándole una conferencia sobre
protección solar.

—Es lo mismo cada año —dice Jayne, sacudiendo su cabeza—. Anna, voy a poner
este gel de lidocaína en la nevera. Ella no me preguntará, pero tú puedes darle esto
más tarde cuando no le entre el pijama —dijo, sosteniendo una botella tamaño
familiar de Blue Goo18.

—¿Hay que cancelar nuestra reservación y comer en casa esta noche? —pregunta
Red. Pero Jayne dice que Frankie no dejaría pasar la langosta por nada, así que
pasamos una hora jugando a las cartas en la cocina antes de despertarla para la
cena.

Frankie claramente sufría, pero, como Jayne predijo, no quería perderse la


oportunidad de comer langosta. Apenas puede caminar, pero de alguna manera

17
Sandalias masajeadoras, que pueden encenderse o apagarse.
18
Gel refrescante para quemaduras.

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logró una ducha de agua fría y una hora para maquillarse y peinarse. Ella no le
puede demostrar a nadie lo mucho que le duele, por temor a Jayne y Red y que se le
prohíba salir de la casa sin mangas y con pantalones largos el resto del viaje. Si
fuera una buena amiga, probablemente me compadecería y me ofrecería a llevarle
el bolso o algo, pero viendo a la reina del drama tratar de ocultar todas las muecas
de dolor es demasiado divertido. Lo hace bien con la farsa física, pero estaba
irritable y de mal humor toda la tarde, quejándose de cosas sin sentido en lugar de
la verdadera cuestión: sus quemaduras de décimo grado en toda su espalda y
piernas.

—¿Cuánto tiempo tenemos que esperar por una mesa, papá? Esto parece una
eternidad. —Y...

—¿Cómo puede un lugar no tener Ginger Ale? ¿Cómo se puede dirigir un


restaurante y no tener Ginger Ale suficiente? —Y...

—Nuestro camarero parece como si estuviera en la formación. ¿Quién no sabe


cómo describir la salsa mahimahi19? —Y...

—Hace tanto calor aquí. ¿Qué tipo de lugar no tiene aire acondicionado en pleno
verano? —Y...

—Le dije que no quiero nada de agua, gracias. —En esto, ella sostiene su mano
hacia el camarero vertiendo agua de hielo de su jarra de plástico. Lo que sea que
vio en Frankie, sus quemaduras de sol, o su actitud, algo lo distrajo. Dejó caer la
jarra en su regazo, buscando a tientas en cámara lenta para detener la fuerza de
gravedad del agua a su destino final en la camisa y en el regazo de Frankie.

Frankie chilla y se levanta de la mesa, remojada desde la mitad hacia abajo. Los
pobres saltos para ayudarle del camarero en una acción torpe, agarrando
servilletas de tela de la mesa detrás de nosotros e intentando borrar el aire delante
de ella sin llegar a tocar su cuerpo, para no causar más de una escena. Red, Jayne, y
yo estamos sorprendidos, cada uno de nosotros nos reservamos las merecidas
risas. Un movimiento en falso y nos los perderemos, sé que lo haremos. El
camarero, probablemente temiendo por su vida, se excusa para encontrar al
gerente.

—Lo siento mucho, señor —dice el gerente—. La cena de su familia va por la casa
esta noche. Y el postre, también.

—No se preocupe por eso —dice Red, tapando su cara con la servilleta para ocultar
una sonrisa—. Ella estaba hablando sobre lo caliente que estaba. Sincronización
perfecta.

Con eso, Jayne y yo no nos pudimos contener. Nuestra risa confunde al gerente,
que finge tener una emergencia culinaria repentina y nos implora a verlo si hay
algo más que pueda hacer para mejorar nuestra experiencia gastronómica.

19
Salsa de pescado Mahi-Mahi.

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Frankie se aleja de la mesa y lleva su tormenta hacia el baño de mujeres, como un


furioso tornado.

Yo preferiría quedarme en la mesa con Red y Jayne y disfrutar de un daiquiri de


fresa con crema batida (sin alcohol, por supuesto) que el camarero trajo (de la
casa, por supuesto), pero después de diez minutos, estoy obligada a comprobar a
nuestra diva enojada.

En el baño de mujeres, ella está de pie en el lavamanos, limpiando su cara con una
toalla de papel húmeda.

—Vamos, Frankie —le digo—. Vuelve a la mesa, que nos han traído daiquiris de
fresa. —Ella me ignora y arroja la toalla de papel.

—Hay que admitir que fue un poco divertido —le digo.

—Perfecto. Voy a pedirle al camarero que busque y arroje un galón de agua helada
sobre ti, entonces vamos a ver si todavía es divertido.

—Frankie, te estabas quejando sobre el calor. Es algo así como una respuesta del
universo.

Trata de actuar ofendida, pero puedo ver una sonrisa arrastrándose en su rostro.

—Te ves muy bien, de todos modos —le digo, apelando a su lado más sensible—.
Probablemente por eso dejó caer el agua. Él se sorprendió por tu arrebatadora
belleza. Técnicamente, debes tomarlo como un cumplido.

—Cierto. —Ella se encoge de hombros y con algunos trapos aparta de su párpado


inferior el delineador de ojos.

—Vamos a regresar —le digo—. Tu padre ordenó las langostas.

Ella empuja la puerta. —Perfecto. Más chistes a costa mía. —Al volver a la mesa,
Red y Jayne se disculpan por haberse reído de Frankie y se ofrecen a llevarnos al
golf en miniatura después de la cena.

Después de hartarnos de mariscos y postres, por no mencionar a los daiquiris,


caminamos bajo los rayos de la luna por el Boulevard en busca de los mejores
campos de mini, que resultó ser un lugar temático llamado Pirate's Cove. El curso
está repleto de ancianos que se desplazan muy lentamente y de hecho llevan la
cuenta, los niños que abandonan sus clubes y esas cosas meten las bolas en los
agujeros con sus pequeñas manos, y la gente como Frankie y yo, que desearíamos
más estar en la tienda de batidos de Sam que pasar tiempo de calidad con los
padres.

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Frankie está prácticamente cojeando por sus quemaduras de sol, pero Red y Jayne
están tan emocionados que sería cruel pedir libertad bajo fianza. Además, es
agradable verlos reír tanto.

—¡Hoyo en uno! —Red tira sus manos al aire después de poner la bola con éxito en
la boca de un cocodrilo de plástico—. Anota eso en la tarjeta, cariño. Un disparo.
¡Es el resultado a superar!

Red y Jayne pasan al tesoro hundido en cuanto Frankie tira para el cocodrilo. Como
ella está alineando su tiro, veo a los chicos de nuestro primer día en el muelle
pagar por un juego al frente.

—Frankie, mira. —Asiento con la cabeza en su dirección—. Tu novio de Carolina.

Se vuelve a mirar, a continuación, se pone detrás de mí. —Pensé que estabas


bromeando. ¡Escóndeme!

—El otro día estuviste pensando en ellos.

—Anna, no quiero que nadie me vea así.

—¿Así que en realidad estás admitiendo que te pareces a una langosta frita? —Yo
me pongo a cojear delante de ella, imitando sus quemaduras de sol en cámara
lenta.

—Por última vez, ¡esto es sólo una base! Estoy hablando de ser vista con ellos. —
Ella asiente con la cabeza hacia Red y Jayne, más adelante chocando entre sí en
virtud de un pabellón negro de calavera y dos hoyos por delante.

—Vamos, bribones ¡eh! —Red nos grita, provocando miradas simpáticas del
patrón en los orificios de cinco a siete—. Póngase al día, o están fuera de la tabla,
eh.

Bueno, Frankie tiene razón. Le agarro la mano y nos conduzco al segundo agujero,
muy lejos de los padres piratas con quienes llegamos y, más importante, los chicos
de Carolina. Tras un examen más detenido, no es tan malo. Aun así. Sam es mucho
mejor.

¡Anna! Vas bien. ¡Casi diez minutos enteros sin pensar en él!

Terminamos los últimos dos hoyos con poco esfuerzo y volvimos a nuestros
equipos, a la espera en el bar de Red y Jayne para completar el curso en su propia
juerga pirata.

—¿Qué vamos a hacer después? —pregunto.

Frankie se cierne sobre un banco de hierro, tratando de caer sin causar más dolor a
su espalda quemada. —Probablemente nada —dice—. ¿Sabes? Mamá y papá son
personas tempraneras. ¿Por qué?

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Twenty Boy Summer Sarah Ockler

—Tengo una especie de deseo por un batido.

***

—No te entiendo —le digo, de vuelta a casa—. Tú eres la que trata de hacerme caer
el AA, y ¿no quieres ir a encontrarte con ellos esta noche? ¡Ellos nos invitaron!

Son más de las diez, Red y Jayne hace mucho tiempo se han ido a la cama, y yo
estoy tratando de convencer a Frankie de salir a escondidas. Yo. Tratar de
convencerla. En sólo tres días, apenas me reconozco.

—Dios, Anna. Cualquiera diría que nunca has conectado con un chico antes. Oh, es
cierto, no lo has hecho. —Frankie lanza una almohada en mi dirección.

—Oh, cállate. —Es mentira, pero no puedo exactamente corregirla.

—Vaya si lo deseas —ella dice—. Pero me voy a quedar aquí. —Ella hace una
mueca mientras se arrastra entre el frescor de sus sábanas.

—Admítelo. —Me siento en el borde de la cama—. Admite que te sientes


avergonzada de estar estúpidamente quemada, y esa es la única razón por la que
no vas.

—Anna, yo no tengo ganas de romper las reglas, ¿de acuerdo? —Ella me mira con
severidad fingida, comenzando una reacción en cadena de risa histérica. Me inclino
sobre ella, con las palmas extendidas, y la pongo en peligro con una buena bofetada
en la delicada piel de la parte posterior de sus brazos si ella no cede.

—Muy bien, ¡tú ganas! —dice, riendo todavía—. ¡Quema! ¡Quema!

—¿Y? —digo, más cerca con la mano.

—¡Y me veo como un turista!

Satisfecha con la humildad recién descubierta de Frankie, voy a buscar la botella


gigante azul de lidocaína a la nevera, la concesión de su alivio temporal de su
propia estupidez.

Más tarde, después de que hemos establecido y aceptado en la cama nuestro


destino como ciudadanas sanas, y respetuosas de la comunidad en normas de la
playa por al menos una noche más, Frankie me aconseja un juego fresco con Sam.

—Sam y Jake son sólo cuatro y cinco en la lista. No queremos que piensen que
estamos realmente interesadas, Anna —dice ella, probablemente escaneando en su
memoria por otra referencia Johan con la cual demostrar su experiencia sexual.

—Está bien —le digo—. Porque yo no lo estoy. Interesada, quiero decir. Sólo estoy
diciéndolo, eso es todo.

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Twenty Boy Summer Sarah Ockler

Capítulo 15
Traducido por Virtxu
Corregido por Anjhely

G
racias a la sobreexposición ultravioleta de Frankie, estamos obligadas a
refugiarnos dentro de la casa jugando cartas y comiendo helado todo el día
siguiente. Incluso el Tío Red y la Tía Jayne se divirtieren más que nosotras,
corriendo por la mañana, nadando en la tarde, sentados leyendo en la parte de
atrás en las últimas horas de luz solar. Me estoy volviendo un poco loca.

No quiero mencionárselo a Frankie de nuevo, para que no me acuse de ser


demasiado entusiasta, pero no puedo dejar de pensar en Sam (el cual ya habrá
encontrado probablemente alguna amiga turística que no rechace sus invitaciones
para lecciones de surf y batidos. Nota mental: si Frankie sobrevive a su quemadura
de sol de décimo grado, mátala).

Frankie finalmente anuncia su regreso triunfal a la civilización a las ocho de la


mañana siguiente, despertándome para comenzar el largo y doloroso proceso de
arreglarnos para una inmersión en el océano.

Tal vez sea la luz del sol o el aire salado del océano, o la tranquilad de California, o
los pensamientos de conseguir a Sam de vuelta de la nueva hermosa princesa de la
playa, que él probablemente haya encontrado en mi ausencia ayer, pero esta vez,
estoy con Frankie. Me reviso normalmente en la puerta y dejo su trabajo de magia
vudú. Presto atención. Puedo ver y escuchar y hacer preguntas sobre su peinado y
sus técnicas de mezcla de maquillaje, como si todo mi futuro dependiera de ello.
Dejo que me engomine y me haga pruebas y hasta que me pinte con lo que parezco
al menos diez años mayor. Pintamos nuestras uñas, seleccionamos las sandalias
con cuidado, e incluso coordinamos nuestras bolsas de playa con nuestra toalla.
¡Ningún chico mortal puede resistirse a la coordinación y a la hermosura de esta
manera!

Ejercemos nuestro puntal arriba y abajo de la terraza hasta que Red y Jayne nos
dejan para un día de golf real, prometiendo cumplir con volver a casa para un
almuerzo juntos por la tarde.

—Recuerda, Anna —dice Frankie mientras cruzamos el patio a la escalera y la


playa—. Los hombros hacia atrás, estómago adentro, senos fuera. —Hago lo que
me instruye, aspirando, tirando y retorciéndolas piezas adecuadas en el momento
adecuado mientras la sigo hasta hacia abajo y rezo al Dios de los Momentos más
Embarazosos para que no tropiece.

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Twenty Boy Summer Sarah Ockler
Al acercarnos a la curva de la orilla que en torno a nuestro rincón, estoy
momentáneamente aliviada al ver a dos chicos haciendo el ganso en el agua. Pero a
medida que nos acercamos, me doy cuenta de que nuestro lugar en la alcoba ha
sido completamente invadido por otros turistas, Sam y Jake no están entre ellos.

—Lo sabía —le digo, dejando caer el bolso antes de acercarnos—. Pasaron de
nosotras.

Frankie cogió el bolso y me lo pasa de nuevo. —Vamos, Anna. Era un chico.


Supérate a ti misma.

Pero incluso ella no puede ocultar su decepción mientras explora el agua y la tierra
buscando a su amado rubio de California.

—¿Deberíamos volver? —pregunto, tratando de no parecer demasiado desinflada.


Sé que recién los conocí, pero aún así.

—Supongo.

—¡Espera! —Prácticamente lo gritó—. ¿A lo mejor está en eso de los batidos? Sam


dijo que no está lejos de aquí. Podríamos…

— ¡Tú y tus batidos! —Frankie se ríe—. Pensé que no estabas interesada

—No lo estoy. Yo sólo… quiero decir… ¿no quieres aprender a surfear?

Ella me mira fijamente, tratando de medir la cojera de mi argumento apenas


disimulado. Luego, riendo, coge el resto de sus cosas de playa y nos lleva hacia
adelante, más allá del hueco, más lejos de lo que nos hemos aventurado antes.

—Operación Batido de frutas en plena vigencia —anuncia, sacando la cámara—.


Que los perdidos albatros comiencen la cuenta regresiva.

Caminamos una al lado de la otra, tejiendo nuestro camino a través de las


multitudes de turistas cada vez más densamente aceitados, manteniendo un
comentario en directo para el vídeo. Justo cuando he visto a todos los hombres
mayores en Speedos que puedo manejar, Frankie señala al “Smoothie Shack”.

Vamos por la arena, con energía y esperanzas renovadas por la decolorada señal
de madera con sus astilladas letras de color verde y amarillo. Sam está de pie
detrás del mostrador y sonríe cuando nos ve, por lo que toda la caminata valió la
pena.

—Termino a las diez —grita por encima del mostrador—. Esperen, ¿de acuerdo?

Frankie guarda la cámara en su bolso y nos encontramos con una mesa cerca del
mostrador. Después de la larga caminata a través de toda esa gente pastosa y esos
niños pequeños con pañales empapados, vamos a acampar aquí toda la noche si es
necesario.

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Diez minutos más tarde, Sam se une a nosotros con tres de algo de plátanos con
coco u otra cosa, su favorito. Él establece las bebidas y se sienta a un lado de la
mesa.

—Oye. ¿Qué le hiciste a tu…? Quiero decir, te ves diferente. —Mis mejillas
inmediatamente se calientan. No es que el espectador promedio pueda decirlo,
teniendo en cuenta todo el maquillaje que llevo puesto—. Frankie y yo estuvimos
jugando esta mañana.

—Oh —dice, atando el papel de su pajita en pequeños nudos—. Se ve bien, quiero


decir. Sólo que no puedo verte a ti, eso es todo.

Hago una nota mental de deshacerse del maquillaje mañana.

Entonces me enfado conmigo misma por dejar que un chico que acabo de conocer
dicte lo que hago con mi propio rostro. Luego me enfado conmigo misma por
enfadarme conmigo misma y recuerdo que yo también prefiero el aspecto natural.

¿Ves? Esto es exactamente por lo que no quiero involucrarme con nadie.

—¿Dónde está Jake? —pregunta Frankie, tratando de sonar como si no le


importara. Pongo cara de besos sobre la mesa cuando Sam no está mirando. Ella se
preocupa por completo.

—Él está enseñando hoy. Se supone que debemos encontrarnos en una hora. Va a
venir conmigo. —Él asiente con la cabeza como si estuviera ya resuelto—.
Creíamos que nos habían abandonado.

Quiero dejar las cosas claras. —Frankie tenía una…

—Anna —me corta Frankie, dándome una mirada severa—. No tienes que
informarle de donde estábamos.

—Déjame adivinar —dice Sam—. ¿Una quemadura de sol? —Se ríe,


afortunadamente impermeable a su actitud. Me imagino que él ha visto la parte de
niña de Frankie. La mayoría de los chicos dejan salir las partes menos atractivas de
su personalidad externa en favor de las partes más atractivas de su cuerpo, pero de
vez en cuando hay un chico como Sam. Para Frankie, es realmente molesto.

—Es una teoría —anuncia—. De todas maneras, teníamos otros planes.

—Sí, Rosita20 —dice Sam—. En realidad no estaba preguntando. Sólo señalando


que nos abandonaron.

Frankie abre la boca para rebatir, pero Sam es demasiado rápido. Él nos habla
sobre el tramo de playa donde nos encontraremos con Jake, y cómo el agua es un

20
En inglés Pinkie, refiriéndose a que está toda rosada por el sol.

FORO PURPLE ROSE 101


Twenty Boy Summer Sarah Ockler
poco más fuerte allí que en nuestra parte, pero está lo suficientemente cerca de la
parte pública de la playa por lo que los socorristas aún puede llegar a ti en una
emergencia.

—No os preocupéis —dice él—. Tengo la sensación de que vosotras dos podéis
manejarlo. —Regresando la gracia a Frankie, Sam despeja la mesa y deja caer su
delantal detrás del mostrador—. Vamos —dice, sosteniendo la puerta para
nosotras.

Afuera, agarra su tabla de surf desde donde la escondió detrás del restaurante y
nos lleva unos diez minutos más abajo en la playa.

El lugar donde nos encontramos con Jake está en el borde exterior de la parte
turística. Es más amplio que nuestro rincón, así que hay algunos otros surfistas en
el agua, pero tenemos mucho espacio para extendernos.

Jake está cerca del agua, encerando su tabla. Cuando nos ve venir, corre hasta
Frankie y la agarra para llamar su atención elevando a Frankie en el aire con un
abrazo.

—¡Maldita sea, chica! —dice mientras la pone en el suelo—. ¿Te quedaste dormida
bajo el sol?

—Es una… ¿sabes qué? Sí —dice Frankie—. Me quedé dormida al sol. ¿Podemos
movernos ahora?

Frankie sacó una botella de protector solar mientras nos preparamos para el surf,
Parte Deux. Esta vez nos arrodillamos en las juntas y montamos unas pocas olas a
la orilla con Sam y Jake de cerca. El agua está mucho más agitada que en nuestro
rincón —principalmente debido a las lanchas de carreras que iban a través de unos
pocos cientos de metros de distancia—. Casi esperaba que Frankie fingiera un
incidente por la resaca, sólo para que pudiera ser rescatada valientemente, pero
estaba tan concentrada en Jake y en el surf y riendo con la boca abierta y la cabeza
echada hacia atrás que Frankie casi se olvidó de la mayor parte de sus típicos
trucos. Incluso vi un atisbo de algo de la vieja Frankie. Claro, todavía exudaba la
confianza de una chica que podría atraer a un enjambre de socorristas y personal
médico con una uña rota, pero no lo estaba haciendo a propósito.

Desafortunadamente para mí, al final de la lección, Sam no había conseguido ser ni


menos atractivo ni menos atento. En contra de mi mejor juicio, que brillaba por su
ausencia en estos días, acepté la dura realidad de que tal vez, podría tener tan sólo
el más mínimo del más pequeño del más mínimo tipo de interés por él.

Lo que significa por supuesto que está fuera de la lista de aspirantes para Último
Chico en Ver mi Virginidad Viva. Desde luego, no puedo soportar el tipo de
vergüenza imposible necesaria durante el plan de deshacerse de un albatros con
alguien a quien realmente podría gustarle.

FORO PURPLE ROSE 102


Twenty Boy Summer Sarah Ockler
Tenemos que cumplir con Jayne y Red para el almuerzo, pero acordamos
encontrarnos con Sam y Jake de nuevo mañana.

Mañana se transforma rápidamente en el día siguiente, que se convierte en el


siguiente, y el siguiente después de eso. Pronto, Frankie y yo estamos yendo de un
lado a otro todos los días entre las sesiones de mañana y tarde de surf hacia largos
almuerzos con el Tío Red y la Tía Jayne. Creo que los padres de Frankie aprecian el
tiempo a solas, pero también es importante que no les demos ninguna razón para
no confiar en nuestros informes diarios sobre chicas que no existen, en locales muy
agradables en los que supuestamente vamos todo el día, justo en la playa.

Para el final de la primera semana, nos instalamos en una rutina. Las comidas y
otras actividades al azar con Red y Jayne, mientras se requiera a la buena hija y a
su angelical mejor amiga, y por la mañana y la tarde con Sam y Jake. En nuestro
tiempo juntos, los cuatro tenemos ese tipo de imposible cercanía que sólo sucede
con las personas que apenas se conocen, gente que vive a cientos de kilómetros y
estados enteros lejos de ti.

Personas que no conocen tus secretos.

Frankie y Jake están el uno sobre el otro en una especie de repugnante manera que
hace que las personas casadas de edad estén visiblemente incómodas. La única
cosa que les impide aventurarse en la última frontera, al estilo de Johan en el
campo de futbol, es la falta de oportunidades. Incluso con la inclinación de Frankie
por los espacios públicos, las horas del día en la playa están demasiado llenas de
gente.

Sam quiere darme un beso, lo puedo sentir. Es esa mirada que me da a veces, una
mirada que he visto antes, y que no estoy segura de que esté lista para ver de
nuevo, no en su totalidad. Mi cuerpo está compuesto de varias partes y
terminaciones nerviosas a las que les encantaría volver a verla. Pero
afortunadamente, mi lado lógico sigue ganando, recordándome cómo las buenas
ideas pueden convertirse rápidamente en malas, ayudando a cambiar el tema o
apartándome cada vez que la mirada aparece en los ojos de Sam.

Frankie piensa que estoy loca.

—No puedo entenderte Anna. De verdad que no —dice al final de nuestra primera
semana con Sam y Jake. Les vemos a hacer trucos en el agua mientras que nosotras
tendemos nuestra toalla en la arena caliente—. ¿No te gusta?

—Sí, pero...

—Pero, ¿qué? ¿No quieres abandonar la A.A.? —Ella se ve afectada, como si mi


respuesta pudiera afectar el resultado de toda su vida.

—Supongo, pero...

—¿Supones?

FORO PURPLE ROSE 103


Twenty Boy Summer Sarah Ockler

—Frankie, realmente me gusta Sam. —Mantengo mi voz baja para que él no pueda
oírme. — Simplemente no es algo que se pueda forzar.

Ella me mira fijamente. —Entonces no puedo ayudarte, Anna. Vas a tener que
perder tu virginidad por ti misma.

La miro y me río. —Si tan solo fuera así de simple.

Sam y Jake se unen a nosotras en la toalla, goteando agua fría por las piernas. Antes
de que Sam pueda preguntarme si quiero un refresco de su refrigerador, Frankie y
Jake están pegados por la boca.

—Presos de la lujuria —dice Sam, dándome una Coca-Cola.

Presos… ¡oh, no!

—¡Frankie, mierda! ¡Alcatraz! —Hemos olvidado por completo que prometimos al


Tío Red que haríamos el tour por la tarde. De acuerdo con reloj de Sam, llevábamos
ya veinte minutos de retraso.

—¡Mierda! —Frankie se despega de Jake y ata su pareo.

Nos despedimos rápido, metemos todas nuestras cosas en nuestros bolsos, y


vamos por la playa, corriendo a través de la sudorosa y ondulante multitud de
turistas en el tramo entre el “Smoothie Shack” y nuestra casa de alquiler.

Nos presentamos para la salida de Alcatraz cuarenta minutos después de la


previamente acordada hora de reunión, disculpándonos y sin aliento. Red y Jayne
están sentados en la mesa de la cocina, con las llaves en la mano, el bolso de la
cámara embalado, esperando.

Frankie construye una historia acerca de un almuerzo con "Jackie" y "Samantha"


en la casa de playa de Jackie y que perdimos totalmente la noción del tiempo, lo
cual era fácil de hacer teniendo en cuenta que nuestros teléfonos móviles han
estado ociosamente en la mesita de la cama toda la mañana. Mi cara se pone roja
mientras ella expertamente teje nuestra historia. Me concentro en mi esmalte de
uñas de color rosa, a la espera de que Red y Jayne nos digan lo preocupados que
han estado y lo decepcionados que se sienten ya que nos hemos aprovechado de su
clemencia en este viaje.

Ellos no lo hacen, sin embargo. Ellos sólo hacen un tipo de encogimiento de


hombros, indican que todavía podemos hacerlo, y nos piden que la próxima vez
tratemos de atenernos a los planes. Yo habría preferido la conferencia del padre
estándar sobre aprender a ser adultos jóvenes y demostrar nuestra capacidad de
responsabilidad y ¿por qué tenemos que pagar por los teléfonos móviles si no los
vamos a llevar? que mis padres escribieron hace muchos años y en que han
confiado en toda mi difícil adolescencia. Pero Red y Jayne parecen verdaderamente
bien con ello.

FORO PURPLE ROSE 104


Twenty Boy Summer Sarah Ockler

—No os preocupéis por eso, niñas —dice tía Jayne—. Nos alegramos de que estéis
haciendo amigos en este viaje

Porque de alguna manera eso significa que todo va a estar bien. —Pero no me
importaría pasar un tiempo de chicas en paz con vosotras dos mañana, si eso está
bien —dice Jayne.— ¡Es decir, si no os importa ser vistas en la playa con un viejo
fósil!

—Claro —decimos, sonriendo como los pequeños querubines que somos, haciendo
una nota mental simultánea de notificar a Jackie y Samantha que no existen, que
nosotros no existimos, y, en caso de que nos encuentren sentadas mañana en la
playa con el ya mencionado antiguo fósil, sólo deben seguir caminando como si no
nos conociéramos.

Pedimos disculpas una vez más, nos ponemos unos pantalones cortos, nos
metemos en el coche para Alcatraz, y prometemos a Red que la próxima vez, nos
atendremos a los planes.

Por supuesto, los planes del tío Red no incluyen la parte en las que sus dos
pequeñas Twinkies hacen un descanso tan pronto como él y Jayne están dormidos,
pero al llegar las once de la noche, ese es el único plan en nuestra agenda.

FORO PURPLE ROSE 105


Twenty Boy Summer Sarah Ockler

Capítulo 16
Traducido por Masi
Corregido por Anjhely

—E
s la hora. —Frankie estaba de puntillas en nuestra habitación
debido a su misión de vigilancia del pasillo. — Están totalmente
dormidos.

Con el paso del tiempo y como única voz de la razón de esta operación, yo estoy
empeñada en resistirme. —¿Está seguro de que deberíamos hacer esto? —le
pregunto—. ¿Qué pasara si nos pillan? ¿Qué pasará si vamos caminando todo el
camino hasta allí y ni siquiera están allí?

—Anna, nos dijeron que pasan un rato allí todas las noches. Además, no nos van a
pillar. Mamá y Papá duermen como rocas, especialmente después de haber estado
tomando el sol todo el día.

—Ellos podrían levantarse por agua o por alguna cosa.

—No seas ridícula. Incluso si ellos lo hicieran, no entrarán aquí. Sólo haz lo que yo
haga.

Frankie cogió las almohadas extra y mantas del armario de nuestra habitación y
metió la mitad de ellas bajo sus mantas, haciéndome una seña para que yo haga lo
mismo.

—Incluso si ellos abren la puerta, pensarán que estamos profundamente dormidas.

La voz de la razón intenta hacerse notar de nuevo, pero cuando pienso en Sam
pasando el rato en la playa por la noche en frente a una fogata, la voz de la razón,
junto con su prima hermana, la voz de la lógica, se vuelven roncas.

—Está bien —le digo—. Hagámoslo.

Frankie vigila una vez más y levanta el pulgar hacia arriba desde el exterior de la
puerta de Red y Jayne. Caminamos de puntillas por las escaleras, evitando la
tercera que siempre cruje, y salimos, dejando la puerta abierta para nuestro
regreso.

Encuéntrate conmigo en la parte de atrás de nuevo más tarde, ¿de acuerdo? Matt
me empujó dentro del armario del pasillo antes de que nadie pudiera vernos.

—¿Qué pasará si mis padres se enteran?

FORO PURPLE ROSE 106


Twenty Boy Summer Sarah Ockler

Anna, hemos estado haciendo esto todas las noches durante semanas. No van a
oírnos. Además, yo no puedo esperar otras doce horas para verte.

Su boca era cálida sobre la mía, sellando nuestra promesa antes de que yo pudiera
pensar en alguna excusa más.

—Está bien. Estaré allí. Es mejor así.

—Anna, ¿estás conmigo? —El recuerdo de mi último encuentro furtivo con Matt se
desvanece en el aire marino salado.

—¿Huh? —Miro a Frankie, tratando de leer su expresión en la oscuridad. No


podemos encender la linterna hasta que estemos por la escalera, seguramente
fuera del alcance visual del dormitorio de Red y Jayne.

—Dije, que estés atenta a las rocas en la hierba. Estás totalmente en otro lugar.

—No, estoy contigo. Vamos. —Agarró su mano y nos dirigimos por las escaleras
hacia abajo, observando nuestros pasos con cuidado. Una vez que estamos en la
playa, es fácil guiar nuestro camino por la orilla. El sonido del agua se mantiene
sólido a nuestra izquierda, y la playa se ilumina con las luces de las fogatas
encendidas. Todavía podemos débilmente oler los perritos calientes y la manteca
de cacao de los que toman el sol por la tarde, pero ahora se mezcla con los
cigarrillos y la cerveza y las apacibles melodías de guitarras acústicas de los
menores de edad en el campamento base. Todas las otras pandillas silban y gritan
mientras pasamos, invitándonos a sentarnos junto al fuego y quedarnos a tomar
una copa. A Frankie le encanta llamar la atención, saludando y sonriendo a todo el
mundo, tomando fotos al azar, pero tenemos como misión encontrar a Sam y Jake,
no podemos desviarnos de nuestro curso.

Los muchachos están pasando el rato en frente de la choza, como ellos dijeron que
estarían cuando nos apresuramos a despedirnos tan pronto esta tarde. Al igual que
los otros grupos, Jake y Sam tienen un fuego encendido y una nevera pequeña de
cerveza. Mi estómago se hace un poco gaseoso cuando Sam me sonríe. —Te echaba
de menos —dice él, dándome una botella—. No sabíamos si te arriesgarías.

—Tuve que convencerla — dice Frankie—. Anna puede ser un poco mojigata a
veces.

Intento estrangularla hasta la muerte con mis ojos, pero ella me rodea con su brazo
y se ríe.

—La queremos de todos modos —dice ella.

Nosotros cuatro estamos de pie alrededor bebiendo las cervezas y cavando hoyos
en la arena con nuestros dedos del pie. Nosotras le contamos sobre nuestra
excursión a Alcatraz con Red y Jayne.

FORO PURPLE ROSE 107


Twenty Boy Summer Sarah Ockler
—Esa es una excursión que está actualmente muy de moda y es muy bonita —dice
Jake—. Llevé a mi hermana pequeña allí el año pasado.

—¿Tienes una hermana? —le pregunté, de repente dándome cuenta de que en


todas nuestras largas conversaciones sobre las mejores y peores asignaturas de la
escuela, de las posibles carreras, comidas favoritas, y música, nosotros no hemos
hablado mucho sobre la familia.

—Tres, en realidad —dice—. Katie tiene trece años. Y tengo hermanas gemelas
más mayores, Marisa y Carrie. Están en Carolina del Norte por la universidad. ¿Y
tú?

Yo les cuento que soy hija única y me doy cuenta, sintiendo un fuerte hormigueo en
el estómago, que acabo de crear un momento perfectamente incómodo y
agonizante. Miro a Frankie y hago una mueca rápida que espero transmita lo
estúpida que yo me siento por meternos en este territorio.

—Yo también —dice Frankie, dejando su botella vacía en la nevera—. Jake, vamos
al agua. —Se limpia con la parte posterior de su mano su boca y se vuelve hacia el
océano.

—¿Estás loca? —le pregunta—. No podemos ver nada.

—Exactamente. —Frankie se quita su camiseta revelando su bikini y la tira en la


arena donde la nevera, terminando el debate de "nadar o no nadar" de una vez por
todas.

—¡Al agua vamos! —Jake le pasa su cerveza a Sam y lanza su camiseta encima de la
de Frankie, persiguiéndola por la playa.

El sitio donde habíamos estado conversando se queda en silencio ante su ausencia,


pero no vacío. El fuego está caliente y también el aire que nos rodea.

—Frankie es, um, una chica divertida. —Sam sacude una toalla con rayas rojas y
blancas y la extiende sobre en la arena.

—Solía ser muy tímida, lo creas o no. —Me uno a él en la manta, contenta de tener
algo que hacer, además de asimilar que me gusta la cerveza.

—¿Por qué, estaba gorda o algo así?

Me río de la idea. —¿Gorda? Dios, no. Ella… bueno, ella… ya sabes, no hablemos
sobre Frankie ahora. —No hay razón para que yo introduzca a Matt aquí esta
noche. Frankie dijo que no quería traer ese trozo de su vida a la playa este verano,
y hasta ahora, a pesar de mi metedura de pata con la conversación sobre
hermanos, ella no lo había hecho. Es su tragedia, y a pesar de los pensamientos
tormentosos de mi cabeza, no tengo derecho a hablar de él a mi antojo.

FORO PURPLE ROSE 108


Twenty Boy Summer Sarah Ockler
—Me parece bien. —Sam se quita sus sandalias y se inclina hacia atrás en la manta
con las manos detrás de la cabeza—. Túmbate de espaldas —dice—. Confía en mí.

Yo me quité mis flip-flops y me recosté sobre mi espalda como Sam, manteniendo


un buen pie y medio entre nosotros, no fuera a ser que con el roce de un dedo del
pie extraviado o el de una pierna extraviada, surgiera una combustión espontánea.
Por desgracia (o afortunadamente, no estoy segura), él se gira para mirarme a la
cara. Mantengo mi cara hacia arriba, fijamente en las estrellas. No estoy pensando
en él. No estoy midiendo las partículas súper-cargadas del aire entre nosotros,
dispuestas a volverse más pequeñas y más estrechas. No puedo oler el jabón
masculino y la sal del mar en su piel. No puedo oír sus suaves y moderadas
respiraciones, o los latidos de su corazón, opuestos al mío.

—¿Qué ves? —pregunta.

Le hablo de las formas que encuentro en las estrellas, la oscuridad que abarca todo
el cielo. Un gris y humeante conjunto de nubes iluminadas por la aureola de la luna.

—Mmm —dice en voz baja—. Ahora cierra tus ojos. —Su palma está sobre mi cara,
sus dedos cerrando mis párpados. El calor cae en ondas de su mano hacia mi piel,
al mismo tiempo atemorizante y emocionante.

—Está bien. —Él vuelve a su posición sobre su espalda, dejando frío en los lugares
donde me había tocado—. Céntrate en todas las cosas que no puedes ver con tus
ojos.

Tomo una profunda respiración y trato de concentrarme en la tarea en cuestión. Yo


no quiero desilusionarlo. Yo no lo quiero confundir con mis nervios infantiles
superficiales.

—Ahora dime lo que ves —susurra.

—Bueno, tengo una vista fascinante de mis párpados.

—Eso no es a lo que me refiero, Anna Abby —dice él, su aliento atravesando el


espacio entre nosotros hasta llegar a mi oído—. Cuéntamelo otra vez.

Tomo y contengo otra profunda respiración.

En la oscuridad, veo la forma en que la brisa flota sobre mi piel. Veo cada grano de
arena presionándose en mi espalda por debajo de la manta. El crepitar de las
chispas del fuego, chisporroteando y apagándose alrededor nuestro. La música
fluyendo hacia mis oídos y hacia mi corazón, de un grupo de personas más abajo en
la playa, tocando guitarras y cantando y riendo. Y veo el mar, el sonido de las olas
precipitándose contra la orilla, sólo para caer de nuevo… una interminable carrera.

Mi corazón está completo, pero yo estoy temblando. Abro mis ojos y miro a Sam.
Está mirándome con tal intensidad que todo mi cuerpo reacciona a ella como un
imán al hierro, sin otra opción que el orden natural de las cosas, acercándonos,

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Twenty Boy Summer Sarah Ockler
sorprendiéndome. Me asusto. Temiendo que algo interrumpa su mirada. Algo por
lo que no tengo que asustarme.

Frankie y Jake han desaparecido por la costa, el tenue sonido de la risa de Frankie
por detrás de ellos como migas de pan en el aire. La oigo muy lejos, pero no me doy
cuenta del todo. No me doy cuenta de nada. Quiero decir algo, pero mis labios
parece que no puede recordar cómo formar las palabras.

—Anna, estás temblando —dice Sam, rompiendo el trance—. Aquí. —Se incorpora
parcialmente para quitarse la sudadera con capucha de color rojo y dármela.

Me siento y tiro de ella sobre mi cabeza, agradecida por la suavidad de la tela


contra la piel desnuda de mis brazos. Me la pongo, y me encuentro
instantáneamente e incontrolablemente abrumada. Es como si Sam me estuviera
rodeando, manteniéndome cerca, cálida y segura. Es él, el olor de su piel y algo
fresco y humo de la fogata, caliente y familiar, como si él está aquí conmigo.

Todo deja de importar. El frío se ha ido. El tiempo se ha ido. El mar deja de


susurrar. Vuelvo mi cara hacia él, sus ojos inmóviles, y todo a mi alrededor se para,
se suspende. Sam agarra la parte delantera de la sudadera conmigo dentro y la
acerca hacia él. Mis brazos le rodean, los suyos me rodean, y me besa, tan cálido e
intenso que lo siento todo hasta mis dedos de los pies. Volvemos a caer en la manta
y estoy fuera de mí, entrelazando las piernas con las suyas para estar más cerca,
más cerca, más cerca. Él se mueve sobre mí, el peso de su cuerpo me presionan
contra la arena, besando mis labios, mi cuello, las manos enredadas en mi pelo,
luego buscando debajo de mi camisa, y yo estoy flotando, todas los antiguas y
abrumadores heridas del corazón evaporándose. Mi corazón entero evaporándose.

—Anna Abby de Nueva YAWK —susurra. Está temblando, todavía encima de mí.
Me muevo para abrir la sudadera y le dejó entrar, envolviéndonos, apretándole y
dejando caer un brazo y una pierna por encima de él perezosamente. Mi cabeza
descansa en hueco entre su barbilla y su hombro. Respiro en su piel y
sosteniéndola allí, justo en mis pulmones, donde nada puede llegar a él.

Toda mi vida puede terminar en este momento y nada mas importaría, ni ahora ni
después.

Momentos más tarde, Frankie y Jake caminan a pie hasta la orilla y Sam y yo nos
separamos. Fue entonces cuando yo lo siento. Al igual que tratar de retener el
agua; que siempre acaba escapando. El aire frío en mi piel donde él se apretó
contra mí hace unos momentos. El olor de su pelo desapareciendo de mi piel. La
suavidad de sus manos, se ha ido. Sensaciones de tristeza sobre mí caen como una
ola, pero Sam sigue a mi lado, sonriendo. Sus ojos muestran satisfacción. Su mano
se roza contra la mía. Frankie y Jake salen corriendo del agua, sin aliento y
riéndose. Sam retira un rizo suelto de los ojos y me besa la ceja.

No puedo dejar de pensar cómo él se sentía contra mi cuerpo, contra mis labios. No
recuerdo ninguna otra cosa, cualquier cosa antes de eso. Y me doy cuenta en este

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Twenty Boy Summer Sarah Ockler
momento que por fin lo he hecho. Esa cosa horrible y detestable que juré que
nunca haría.

La crema de vainilla. Los cigarrillos. El triángulo de cristal azul. Las estrellas


fugaces. El sabor de su boca en la mía en el armario del vestíbulo.

Se había ido.

Todo lo que puedo pensar es en Sam. Matt está… borrado. Todo mi cuerpo está
caliente y en llamas.

Sam está sonriendo junto a mí, a causa de mí.

Y nunca me he sentido tan sola en toda mi vida.

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Twenty Boy Summer Sarah Ockler

Capítulo 17
Traducido por Izzy
Corregido por Ckoniiytthanzaaw!

Q uerido Matt:

¿Cuál es el estatuto de limitaciones para sentirse culpable por engañar a un


fantasma?

Las palabras son de color negro y sucio como hormigas en mi diario y se ven tan
ridículas como suenan. Han pasado casi veinticuatro horas, y no me puedo quitar la
sensación de calor, punzante que se instaló en mi estómago. No es tanto que lo
haya besado —noche romántica en la playa, estrellas, fogata, cerveza—, estas cosas
pasan, de acuerdo con Frankie.

Es que quiero que suceda de nuevo.

Nosotras no los vimos hoy. Prometimos pasar la mañana con Jayne en la playa, que
rápidamente se convirtió en el almuerzo, después a en la cena, y a continuación, en
la noche de juegos con el Tío Red. Para entonces ya era demasiado tarde para
volver a la playa —el sol se había puesto—, y de alguna manera había logrado
pasar el día entero con los padres de Frankie haciendo las cosas de vacaciones
familiares sanas que no impliquen ni niños, ni culpa, ni las cosas que dan
escalofríos por la noche.

Una parte de mí no se quiere ir.

Matt y yo estábamos caminando por el barrio, susurrando en medio de la calle a las


dos de la mañana. Estaban preparados para partir hacia California en dos días, y
después de eso, tendríamos alrededor de un mes antes de que Matt se trasladara a
Cornell. Traté de no pensar en eso, traté de no contar los días hasta que se fuera o
los días hasta que él nos visitara, o los días hasta que estuviera en casa para las
vacaciones. Una hora no era tan lejos, pero teníamos escuela y no era como si
pudiéramos ir allí cada vez que queríamos. No más mensajes de texto a escondidas
en medio de la noche. No más volcar todo el azúcar sólo para tener una excusa para
correr al lado, después de cenar.

—Has estado hablando acerca de la universidad desde que éramos niños, Matt.

—Lo sé, pero tú no estarás allí. Todo será diferente.

—De ninguna manera. Vamos a ser los mismos.

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Twenty Boy Summer Sarah Ockler

—¿Qué pasa si vuelvo y soy diferente, Anna? A veces vas a un lugar donde todo es
diferente, y todo lo que conoces cambia, y nadie te vuelve a mirar del mismo modo.

—De ninguna manera. Es todo lo que pude decir. Y entonces lo bese.

Yo no sabía lo que quería decir en ese entonces. Pensé que estaba siendo
sentimental, que sólo le preocupaba salir de casa por primera vez. Para Frankie,
Red, y Jayne, se mostró confiado y listo, nacido para la universidad, nacido para la
lectura y la escritura y lograr grandes cosas. Pero yo sabía que él tenía miedo. Fue
un cambio para él —estar lejos de mí y Frankie, lejos de nuestro trío inseparable,
lejos de su familia—. A decir verdad, yo estaba tan asustada de que se fuera, como
él lo estaba de irse, pero en esos momentos vulnerables, cuando confesó su
inseguridad bajo las estrellas, no podía estar de acuerdo con él. No podía hacer
otra cosa que mirarlo y sostener su mano con la esperanza de que él supiera lo que
estaba pensando, que nunca podría mirarlo de otra manera, o sentir otra cosa de lo
que sentía en estos compartidos y fugaces momentos.

Ahora, acurrucada bajo mis sábanas y escribiendo a un fantasma en mi diario, yo sé


lo que quería decir. He estado en California por poco más de una semana, y ya
estoy diferente. Todo acerca de mí se siente diferente. Me duele recordar a Matt,
para revivir sus postales, para tratar de recordar y olvidar al mismo tiempo su voz.
Yo estoy luchando cada día.

No puedo dejar de pensar en Sam.

Y Frankie no tiene absolutamente ninguna idea de nada de eso.

Son las diez y media, Red y Jayne finalmente están dormidos. La salida a
escondidas de la hora de brujas se aproxima. Frankie estaba ansiosa por volver a
Jake, pero no estoy lista para ver esta noche. Sam.

—¿Qué sucede? —pregunta Frankie, sorprendentemente suave—. Estuviste con él


toda la noche anterior. ¿No quieres ir?

Cerré mi diario, encogiéndome de hombros, sin saber muy bien cómo explicarlo.
Ella se sentó a los pies de mi cama. —Anna, ¿Sucedió algo?

Considere su pregunta. Sí, algo ha sucedido. Sam me dio un beso, y fue loco e
intenso, e incluso más sorprendente de lo que era con Matt, y ahora quiero que
suceda de nuevo. No, lo dije. Sólo lo pensé.

—No, no es eso. No quiero que se asuste, eso es todo. —Yo convenientemente omití
el resto—. Si seguimos mostrándonos cada día y noche en el itinerario, van a
pensar que estamos desesperados.

—¿Eres tú? —se burlo, arqueando una ceja hacia el cielo.

—Claro que sí. —Sonreí—. Pero no esta noche.

FORO PURPLE ROSE 113


Twenty Boy Summer Sarah Ockler

Frankie asintió con la cabeza, jugando con el brazalete de cristal rojo en su muñeca.
Esto me compraba la noche, pero otro día no vendría mal, tampoco.

—Frank, en realidad no hemos pasado algún tiempo juntas y solas en este viaje.
¿Por qué no nos levantamos por la mañana temprano y vamos algún lugar sin los
chicos? San Francisco, ¿tal vez?

—Wow, realmente no quieres parecer desesperada.

—Simplemente pensé que sería bueno bajar a la playa por una vez. Aún nos
quedan dos semanas más para pasar el rato con Jake y Sam. —Su nombre se me
atasco en la garganta, y espere que Frankie no se diera cuenta de mi piel sonrojada.

Ella considero mi idea y asintió con la cabeza.

—Hay un autobús por la calle que va a la ciudad —dice—. Pero mis padres no nos
dejaran ir solas, y yo no tengo ganas de pasar todo el día con ellos. Tuve suficiente
de la familia hoy, y aún falta el resto del viaje.

—Así que. Ellos tampoco nos dejan irnos a hurtadillas por la noche, pero lo
hacemos.

—Excelente punto —dice Frankie—. ¿No es a la hora en que Jackie nos invita a
salir en su barco por el día? Con sus padres, por supuesto.

Es probablemente la primera y única vez que Frankie me llamará brillante, pero


ella lo hace, las ruedas de la Operación San Francisco están en movimiento.

A la mañana siguiente, me levante a las siete cuando Jayne y Red salían hacia su
paseo matinal. Cojo mi diario y un lápiz para ir a la cocina, con la esperanza de
terminar de escribir acerca de las últimas noches y resolver las restantes partes de
la culpa que me sigue dando sacudidas en el estómago antes de Frankie despierte.

Me hago una taza de té verde lo más silenciosamente posible, paseando alrededor


con una barra de granola, y saliendo a la cubierta con mis pies descalzos,
deslizando con cuidado la puerta detrás de mí.

La mañana es perfecta. Es lo suficientemente temprano sólo los corredores están


fuera, dándome un vistazo del océano. Abrí mi barra de granola y apoye los pies
sobre la silla al lado, haciendo una nota mental para salir de la cama temprano con
más frecuencia.

El olor a tierra del té me recuerda a Mamá y Papá en su jardín, trabajando


discretamente uno al lado del otro, sin hablar aún así de alguna manera se
comunicaban, algo así como ver con los ojos cerrados anoche con Sam. No me
imagino a Mamá y Papá en el mismo pensamiento que yo y Sam, así que lo descarte
por completo, en su lugar me preguntaba lo que estarían haciendo a dos mil millas
al este y tres horas hacia el futuro. Les envié una postal de Alcatraz y hablé con

FORO PURPLE ROSE 114


Twenty Boy Summer Sarah Ockler
ellos hace unos días por teléfono. Sus voces eran ligeras y lejanas, ya que Papá me
habló de la última venta y el progreso en curso en el jardín, bienes raíces, cierre de
negocios y las malezas que crecen y la vida continuando sin mí.

Cerré los ojos y bebí el té, lo que le permitió a Sam reaparecer lentamente en mis
pensamientos. El sol cae caliente en mi cara de color naranja y rayas de limón,
recordándome sus manos mientras cerraba los párpados y me enseñó a ver en una
forma totalmente nueva. Es doloroso y al mismo tiempo estimulante, pero me hago
volver allí en mi cabeza, repitiendo cada instante, cada roce, cada respiración. Casi
puedo sentir sus labios en mi boca otra vez, cuando…

—¡Ahí estas! —Frankie me asustó, pisoteando toda mi silenciosa ensoñación como


un elefante imposible—. ¿Por qué no me despertaste?

—Creía que me escuchaste levantarse de la cama —mentí, con la esperanza que no


sonara demasiado irritada.

—Anna —dijo ella, quitando cabellos fuera de su camisa y dejándolos caer al


suelo—. Me tienes que sacudir, de lo contrario estaré muerta para el mundo y mira
lo que pasa. Tienes que pasar la mañana sola.

—Bien. —Cierro la historia inconclusa en mi diario—. Trágico.

—¿Qué llevas puesto hoy?

—¿Para qué?

—¡Anna! —Ella suspira—. ¡Realmente a veces me exaperebas!

—Quieres decir me exasperas.

—¿Eh?

—Que yo te exaspero.

—¡Eso es lo que he dicho! De todos modos, San Francisco, ¿recuerdas?

Ah, eso. Mientras estaba fuera, en mi viaje por la mañana pre-Frankie, me olvidé de
mi idea. San Francisco. Evadir a Sam.

—Estoy segura de que tomaste algo bueno para mí —digo mientras se dirige a la
cocina a buscar el desayuno.

La miro por la puerta abierta. Bajo el estruendo de sus manos buscando el cajón de
los cubiertos, el tintineo de una cuchara arrojada a un tazón de cereales, la
explosión de la puerta del armario en respuesta de su descuidada mano, Frankie
suavemente tararea una canción de nuestra infancia. Saca una caja de Cheerios de
la despensa, un cartón de leche y una lata de Coca-Cola light de la nevera, y canta
en voz baja, sin darse cuenta de su audiencia.

FORO PURPLE ROSE 115


Twenty Boy Summer Sarah Ockler

Si pudieras, ¿le pedirías rayos de la luna en un corazón de cristal?

¿Para los rayos del sol sobre el mar de plata?

¿O me pedirías a mí?

No había pensado en esa canción desde hace mucho tiempo. Cuando estábamos en
cuarto grado y Matt estaba en sexto, nos fuimos todos a verlo actuar en el
espectáculo de la escuela “-la música me mueve”. Mis padres y yo nos sentamos
con Frankie y Jayne mientras que Red estaba en la fila de atrás con todos los otros
papás grabando el musical para horas de futura tortura.

Ahora lo recuerdo como si acababa de dejar el auditorio. Matt había hecho un solo
de “Pídeme a mí”. Llevaba un esmoquin con una faja de plata de lentejuelas. Los
niños de la clase más joven estaban vestidos como sirenas y peces. Matt cantó el
coro y llevó a los niños al centro del escenario a cantar sus propios versos. La
mayoría de ellos olvidaron sus líneas, por lo que Matt continuó cantando como si
fuera sido planeado de esa manera.

A veces, mirando a Frankie es como ver a Matt a través de un vaso de agua —una
composición distorsionada de él con todas las piezas correctas, pero mezcladas y
en el orden equivocado—. Cuando escucho a cantar su canción, no me puedo quitar
la sensación de que sólo se detuvo a saludar.

Frankie llenó los platos de comida y continuó tarareando. Cuando finalmente me


pilló espiándola, se detuvo y rió, por un momento la vi, no la distorsionada
composición de Matt, pero la verdadera Frankie, la que horneaba galletas para mí
cuando estaba triste, la que recogió los dientes de león de su madre en la casa de la
escuela, la que se avergonzaba de que la escucharan cantar.

—No me escuches —dijo en voz baja, dejando escapar una tos falsa—. No lo estaba
haciendo —Mentí—. Acabo de oír que salías.

Ella pone su desayuno en la mesa y comienza a meter la mano en la caja para sacar
un puñado de pequeñas Os beige. Satisfecha, se sirve un plato lleno y los ahoga en
la leche.

No me gusta la leche más que todos los otros desayunos de otras naturalezas
combinados, pero Frankie puede disfrutar de su desayuno de otra manera.

—Estoy bastante segura de que el autobús de San Francisco sale cada dos horas los
domingos. —Había rastros de leche en las comisuras de su boca cuando hundió su
cuchara en el plato para sacar otro lote de Os, como una garza a los peces—. Es
como un paseo de dos y media horas. Podemos coger el diez y pasar allí todo el día.

En el transcurso de nuestras vacaciones se me había hecho costumbre mentirle a


Red y Jayne para que pudiéramos pasar más tiempo en el lado de la playa de Sam y

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Twenty Boy Summer Sarah Ockler
Jake. En realidad no era mentira, de todos modos. Todavía estábamos en la misma
playa, a pocos cientos de metros de donde ellos pensaban.

El viaje de San Francisco fue mi idea, pero mentirle a Red y Jayne durante todo el
día parecía mucho peor que los cuentos anteriores, sobre todo porque vamos a
estar a sesenta o setenta kilómetros de donde se supone que debemos estar.

—¿Por qué no volvemos antes de la cena? —pedí—. Así, tus padres no


sospecharan. —A Frankie casi se le cae la cuchara ante mi sugerencia.

—Dios, Anna. ¡Eres tan provoquial a veces!

—Parroquial… y no, no lo soy. Yo no creo que debamos...

—Mira, contarles lo del barco de Jackie fue tu idea. Si volvemos para cenar se verá
falso. Navegar es una cosa de todo el día, y estoy segura de que los padres de Jackie
nos invitarían a cenar.

—Supongo.

—Vamos, Anna. Tenías razón. Necesitamos tiempo para nosotras. Ahora


terminaremos aquí y iremos a alistarnos… tenemos que lucir bien hoy.

Tomé mi diario, la taza, y la barra de granola, mire hacia el cielo, y maldije al Dios
de las Vacaciones de Verano por meterme en este lío, evadir a Sam y aceptar
mentir en primer lugar.

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Twenty Boy Summer Sarah Ockler

Capítulo 18
Traducido por Selune
Corregido por Ckoniiytthanzaaw!

D
esde que los Perinos están bajo la ilusión de que hemos demostrado
nuestra capacidad para la responsabilidad por llegar a casa antes del toque
de queda, evitar el alcohol y los chicos, y ser completamente buenas chicas,
no es difícil para nosotras garantizar un día entero de libertad cuando regresan de
su excursión. Frankie les dice que los inexistentes padres de la inexistente Jackie
nos has invitado afuera en su inexistente barco, lanzando en una buena posición un
“Te amo”, y estaremos hasta la hora de dormir.

Como prepararse para un día en el mar es muy diferente a preparase para una
excursión a la ciudad sin vigilancia, nos duchamos rápidamente, nos pusimos unos
pantalones cortos y camisetas informales, y el resto de material en mochilas para
que podamos prepararnos de verdad en los vestuarios de las piscinas de la
comunidad en la calle.

Con incómodos peinados, vestidos, y accesorios, nos embutimos en unas sandalias


de tiras negras que no fueron hechas para caminar, guardamos nuestra “ropa de
barco” para más tarde en la piscina comunitaria y caminamos hasta la parada del
autobús, grabando con la cámara. Hombres y mujeres con pantalones cortos color
caqui y camisas con apliques de golf nos miraron cuando nos acercamos.

—¿Es este el autobús a San Francisco? —Frankie pregunta a una de las mujeres—.
Estamos haciendo un documental.

—Sí —dice la mujer con firmeza tratando de sonreír a la cámara, pero incapaz de
detener sus ojos de su cauce natural a la raja en la falda vaquera de Frankie. Me
encanta ver a las mujeres de edad reaccionar ante Frankie. O bien la miraban con
reproche como si se preguntaran que clase de madre dejaría que su hija saliera así
de casa, o miran con nostalgia sus pequeñas blancas Keds21, dándose cuenta de que
sus maridos —consumidos con pensamientos de seguros de automóviles y la
supervisión de la próstata—, nunca más volverán a colarse a través de sus
ventanas abiertas, o besarlas en la boca en mitad del día sin ninguna razón.

Los hombres, por supuesto, siempre miran lo mismo.

Hambrientos perros, gimiendo por un pedazo de comida de la mesa.

21
Marca de zapatos.

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Twenty Boy Summer Sarah Ockler

El trayecto hasta la ciudad dura una eternidad, el autobús se detenía cada pocas
manzanas para dejar y recoger pasajeros. Al igual que Frankie y yo, los turistas se
sientan inmóviles durante todo el viaje, nuestros mundos están compuestos sólo
por la localidad y el centro. Para nosotros las pequeñas aldeas grises en el centro
son, en gran parte invisibles. Ojerosa gente sube y baja en el centro, un intercambio
constante de extraños cargando las compras o los niños o angustia o algún otro
peso desconocido a cada paso.

Frankie y yo no hablamos mucho en el viaje, tomando turnos para cuidar y dirigir


la cámara mientras edificios, coches y pequeñas parcelas, como navegando por el
mundo en vela. Es parecido a como sería en realidad en el barco de Jackie,
capitaneando hacia el horizonte a una velocidad constante mientras que todo el
mundo se sienta flotando e indiferente en el agua.

Cuando el motor diesel finalmente se para en la estación de la ciudad, soy sacada


de mi ensoñación por el anuncio final del conductor.

—Última parada San Francisco. Todos los pasajeros deben salir.

Nos bajamos del autobús y nos encabezamos hacia un restaurante en la calle


Market. Coches pasando de prisa como si ni siquiera estuviéramos allí, salpicando
calor y los gases del tubo de escape sobre mis piernas y brazos desnudos. Estoy
rodeada de gente y colores, sonidos y olores diferentes como nunca he visto.

Si el autobús me hizo sentir como en una lancha rápida, las calles de la ciudad son
el océano, lleno de restos y deshechos de toda raza y cultura del mundo natural,
meneándose y tejiéndose a lo largo de las aceras hacia un fin desconocido.

Incluso Frankie se siente desconcertada, y me doy cuenta de que no ha estado aquí


en dos años, y nunca sin Red y Jayne y sin su hermano.

—Vamos a almorzar —dice ella, yendo hacia el comedor una vez estamos en la
calle—. Vamos a averiguar lo que queremos ver después.

Desde la seguridad de una cabina de plástico imitando al cuero rojo brillante,


ordenamos hamburguesas vegetarianas, patatas, batidos de fresas y un individual
de papel adicional, al observar un mapa impreso en la parte de atrás. Típicas
atracciones de turistas catalogadas en un individual, nada suena interesante y así
que nos cambiamos al plan B, que consiste en terminar la comida y vagar hacia
arriba, abajo o a los lados por las calles de la ciudad hasta que algo salte a la vista.

Encontramos un montón de puestos de verdura fresca y tiendas de estilo hippie


con una gran cantidad de joyas hechas a mano y mantas y jerséis que no nos
podemos permitir, incluso cuando Frankie ofrece colocar a los hippies en nuestra
película a cambio de un descuento. Filmamos en el Barrio Chino, flirteando con los
hombres envolviendo salmón a medida que las cabezas de todos los peces
sobrantes caían en la cuneta y se deslizaban hacia abajo por la calle. Al lado del

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Twenty Boy Summer Sarah Ockler
mercado de pescado, una anciana vende postales e imanes y unas pequeñas
estatuas verdes en forma de Buda.

—Podría vivir aquí para siempre —le digo, enamorada del brillante cielo azul y del
océano durmiendo en la distancia.

—Yo no —dice Frankie a medida que andamos hacia nuestro próximo destino
desconocido—. Hay demasiada gente. Demasiado caro. Y sin mencionar también el
mal olor.

Frankie se ríe y, de repente, justo detrás de ella, ahí está “Luces de la ciudad”. He
visto la antigua librería tantas veces en las fotos de Matt, que la reconocería en
cualquier lugar. Le encantaba venir aquí en excursiones de un día con Red, Jayne y
Frankie pero ella no parece darse cuenta.

—¡Frankie, mira “Luces de la ciudad”, vamos! —Le agarro la mano y la arrastro


hacia la puerta.

—¿Cuál es la gran cosa, Anna? Es sólo una vieja librería. No tiene ni siquiera un
lugar de café. Vayamos a otra parte.

—Frankie, no todos nosotros equiparamos la gran literatura con café con leche
acaramelada sin grasa. ¿No sabes qué es este lugar? Es el lugar en el que Matt
acostumbraba…

—Sé lo que es, Anna. Adelante —Ella me cortó—. Voy a la puerta de al lado por un
trago. Encuéntrame allí cuando hayas terminado. —Ella desaparece al cruzar la
calle en un lugar llamado “Vesubio”. Parece un bar, pero como no vuelve por la
puerta, supongo que le dieron una mesa.

Cinco minutos. Voy a estar sólo cinco minutos.

Empujo la puerta de cristal y camino hasta el centro de la tienda, dejando que el


olor a libros viejos remoje mis pulmones. Es diferente de lo que yo esperaba, se
siente más como una biblioteca que una tienda, y puedo totalmente imaginarme a
Matt flotando por aquí. Le encantaba leer. Él amaba las palabras, la forma en que se
hilvanaban en frases e historias. Quería estudiar, conocer y crearlas, para
compartirlas con el mundo. A menudo, Frankie y yo nos sentábamos en su cama
mientras leía pasajes de sus libros favoritos, con el ritmo frenético mientras pasaba
las mejores partes de una historia. Leyó con intensidad y apasionadamente
enamorado de cada personaje, cada giro de la trama o el giro del lenguaje. Hizo a
los personajes cobrar vida para nosotras, como si no estuviera leyendo una
historia de ficción, sino contando historias de sus amigos.

A Frankie le gustaba escuchar historias pero nunca mucho de leer. Yo siempre he


disfrutado de los libros y Matt siempre me prestaba sus libros favoritos, incluidos
los que había recogido aquí, de Jack Kerouac On the Road, un libro que provocó
una inquietud en mi, que no fue correspondida hasta este viaje. Aullido de Allen

FORO PURPLE ROSE 120


Twenty Boy Summer Sarah Ockler
Ginsberg. Dharma Bums, otro libro de Kerouac que me dejó igualmente deseosa de
viajar, descubrir, sentir.

Después de mi cumpleaños el pasado verano, en nuestras cortas semanas juntos,


Matt susurraba pasajes para mí mientras yo yacía de costado sobre la cama con los
pies en alto, esperando a Frankie para cambiarse o ducharse, o lo que fuera que me
daba unos momentos a solas con Matt.

Es mi misión en la vida que te preocupes por estas palabras Anna. Acerca de estas
personas y todo lo que dicen y todo lo que eran. Trazó las líneas de mi cara con sus
dedos mientras hablaba. Cada artículo es parte de toda una vida, toda, ¿sabes? Feliz
y triste y trágica y lo que sea, pero una vida entera. Y los libros te permiten
conocerlos.

El sol caía sobre su rostro mientras leía, iluminando toda la habitación. El amaba
las palabras.

Frankie coleccionaba en privado sus recuerdos de Matt, pero este es mío, una
conexión que no puede compartir, una memoria que no puede sostener en sus
manos o poner en el frasco perfectamente cerrado con los demás. Amor por la
lectura era algo que he compartido con él a solas, sólo con él. Fue todo para él.

Camino arriba y abajo por los pasillos y corro mis manos a lo largo del lomo de los
libros, antiguos y nuevos. Una capa de polvo inalterada en un estante especial me
hace pensar que Matt pudo haber tocado los mismos libros la última vez que
estuvo aquí. Me agacho para leer algunos de los desvanecidos títulos en los lomos,
recordando una descripción de esta escena exacta de una de las postales de Matt.

Líneas de libros en los estantes sin ningún orden en particular, a la espera de ser
descubiertos. Es como si los espíritus de Kerouac, Ginsberg y Ferlinghetti
frecuentaran los pasillos, llamándome a recogerlos. Para leer sus historias. Para
permitir que se escucharan. ¿Te encanta, Anna?

Estaba en lo cierto. Me encanta. Y pronto ya no puedo decir la diferencia entre mis


propias experiencias reales, aquí en la librería favorita de Matt, y las historias de
fantasmas que se han grabado en mi mente por años de postales.

Compre un libro de poesía sobre el océano de los escritores locales de los años
setenta, agradecí a la cajera, y tomé una última mirada alrededor antes de cruzar la
calle para encontrar a Frankie.

Dentro del “Vesubio”, me muevo entre las mesas y el bar en busca de pelo castaño
de Frankie, pero ella no está aquí.

—¿Has visto a una muchacha de mi edad? —Le pregunto al camarero—. Entró,


aproximadamente, ¿hace media hora? ¿Falda corta?

—No —dice—. Acabo de comenzar mi turno. Lo siento.

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Twenty Boy Summer Sarah Ockler
Mi corazón late en mi pecho. No puedo creer que la perdí. Escarbo en mi bolsa por
mi celular, esperando que ella no esté demasiado enojada conmigo como para
responder.

—Pruebe el segundo piso —dice el camarero.

Arriba, ahí está. Sentada en una mesa de dos con un tipo, revolviendo su bebida
con una pajita, riendo con la cabeza hacia atrás de algo que su compañero acaba de
decir.

—¿Frank?

—Oh, ahí estás. —Ella lleva la voz de adulto—. Me gustaría que conozcas a Jeremy.

—Es Jarred —dice él, de pie para ofrecerme su silla. Parece de nuestra edad, pero
actúa mucho más mayor—. Frankie me ha hablado mucho acerca de ti, Anna.

—Jarred dejó la escuela secundaria para seguir su música en la ciudad.

—¿Qué tipo de música? —pregunto, pensando si Jarred tiene todo lo necesario


para romper el hechizo de Jake.

—Yo toco la batería en algunas bandas —dice—. ¿Mad Rabbit y Hex?

—Cool. —Asiento con la cabeza como si hbierae estado escuchando a sus bandas
toda mi vida—. Hablando de eso —dice—, ahora me tengo que ir a ensayar. Debo
ir.

Frankie sonríe sobre su refresco. —Gracias por la bebida —dice—. No hay de qué.
¿Por lo tanto nos vemos en el show más tarde?

—Definitivamente.

—Siiii —Jarred sonríe y se dirige a los ensayos, practicando para ganar el corazón
de la chica de sus sueños en el show de esta noche, al que estamos asistiendo al
parecer.

—¿Qué show? —le pregunto—. ¿O era sólo para obtener una bebida gratis.

Ella sonríe, ya no está enfadada conmigo. —Estás aprendiendo rápidamente.

—Está bien —le digo—. Estemos hasta las seis. —Me alegro de que ella esté
madurando y arreglando la lista. Lo último que necesitamos es un muchacho
confundido.

—¿Obtuviste algo?

—Un libro de poemas. —Me siento frente a ella—. Yo sólo quería chequearla.

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Twenty Boy Summer Sarah Ockler
Frankie asiente con la cabeza, suspira, bebe su refresco, suspira de nuevo, y luego,
como poseída, se disculpa.

—Lo siento, Anna. No era mi intención deshacerme de ti. Me golpeó estar en onda
con Matt o algo así.

—No —le digo—. Soy yo. Debí haber sido más sensible. Pensé que te emocionarías
mucho cuando vi la librería.

—Está bien. —Ella me da un sorbo de su bebida—. Estaba pensando acerca de


cómo nos utilizaba para leer con nosotros —dice ella—. ¿Te acuerdas? Había tanto
dentro de él, era como que si estuviera actuando fuera de la obra o algo así.

Sonrío y la miro de cerca, esperando conseguir de ella la mirada lejana de nuevo.


Pero ella se queda aquí conmigo en el segundo piso del “Vesubio”, llevando la falda
vaquera corta con la ranura hasta el muslo, con la bebida de Cola Diet de limón en
nuestro viaje furtivo a la gran ciudad.

—Tomé algunos de sus libros —me dice—. Antes de que mamá empezó a perder
los estribos hacia fuera y no dejara a nadie en su cuarto. No sé por qué, no soy una
lectora.

Asiento con la cabeza, tratando de recordar cómo se veía. No he estado allí desde el
día antes de morir, cuando jugó con Frankie y conmigo este demo HP pirata que se
encuentra en línea. Jayne mantiene la puerta cerrada ahora, como la habitación del
ático en la casa de la playa, confiando en nuestra comprensión silenciosa que nadie
va a entrar.

—Debes tomarlos —dice ella, y por un momento me olvido de lo que está


hablando.

—¿Qué?

—Siempre te gustaba leer sus libros. Si estuviera aquí, te los habría dado a ti ya.

—Frankie, no puedo. Quiero decir…

—Él quiere que los tengas.

La alcance a través de la mesa y apreté su mano, ella cierra los ojos frente a solo
una lágrima. De la típica y ridícula manera Anna, todavía no puedo encontrar las
palabras para romper mi promesa y decirle a Frankie todo lo que pasó, pero la tapa
de su frasco de memoria se ha aflojado, y por el momento, estoy agradecida.

Son más de las tres cuando salimos de “Vesubio”. Como el Museo del Cómic está
cerrado por renovación y ninguna de nosotras puede pensar en otra cosa que nos
gustaría ver en la ciudad, decidimos tomar un autobús hasta el puente Golden Gate
y caminar hasta la mitad de ancho, parando cada pocos metros para filmar los
barcos de vela de abajo.

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Twenty Boy Summer Sarah Ockler

Hay mucho viento en el puente. En el momento en que cruzamos de nuevo y


cogemos el autobús del centro, la niebla y la lluvia han doblado hacia adentro,
acabando con el sol y el aire frío nos rodea.

Ninguna de nosotras se siente particularmente emprendedora, así que nos


dirigimos de nuevo al mismo restaurante de la calle Market para compartir un
pedido de patatas fritas, para después irnos a casa. Nuestro mesero está usando
una camiseta de la tienda Blade Surf que me recuerda a Sam, y cuando deja dos
aguas y toma el pedido, me doy cuenta que no he pensado en Sam en todo el día.

Ahora, cuando lo dejé de nuevo en mis pensamientos, la sensación punzante que


ocupaba mi estómago durante los dos últimos días se ha ido, llegando unas
mariposas errantes dando unos pocos golpes por todo el lugar.

La lluvia se levanta cuando acabamos la cena, las hojas frías y húmedas vienen
fuertes y rápidas. Envolvemos los brazos una alrededor de la otra y corremos hacia
la parada de autobús, congelándonos y riendo y respirando con dificultad. A lo
largo de la carretera, pasan coches a gran velocidad, empapando nuestros pies. En
el momento en que alcanzamos el refugio del plexiglás, estamos temblando y
estamos tan conscientes del peso de la ropa mojada y mochilas, como del
resplandor eléctrico de la ciudad que se desvanece detrás de nosotros.

Esta mañana Frankie dijo que había que coger el autobús de las siete para estar de
vuelta antes de las diez, el momento perfecto para el final de un largo viaje en
barco y la cena tardía con Jackie y Samantha. Pero a medida que ella controla sus
dedos en varias ocasiones a lo largo del horario anunciado en el refugio, siento un
dejo de preocupación.

—No perdimos el de las siete, ¿verdad? —pregunto—. Pasan sólo hasta las diez.

—No, es peor.

—¿Qué?

—Es domingo.

—¿Y?

—Los autobuses de vuelta a Zanzíbar dejar de pasar a las cinco los domingos.

FORO PURPLE ROSE 124


Twenty Boy Summer Sarah Ockler

Capítulo 19
Traducido por Dani
Corregido por Angeliitaw

E
l pánico comenzó como pequeños pinchazos en los dedos de mis pies, que
rápidamente se movieron a través de mis pies hacia mis rodillas entonces
tuve que sentarme sobe la húmeda banca metálica en el refugio. Antes de
que el miedo alcanzara mi ya extenuado estómago, tomé una profunda inhalación,
saqué mi teléfono, y marqué al servicio de informaciones.

—“Smoothie Shack” —digo—. En la Bahía de Zanzíbar.

***

Frankie y yo nos zambullimos dentro de una cafetería detrás de la parada del


autobús para esperar. Dos horas más tarde, un coche redujo la velocidad en frente
de nosotras y se detuvo a un costado del camino, con las luces de emergencia
destellando. Sam abre la puerta del copiloto, y corre hacia nosotras, manteniendo
una mano sobre su cara para protegerse de la lluvia que ahora está cayendo de
costado. Su delantal verde de “Smoothie Shack” sobresalía por la parte de abajo de
esa sudadera roja, y sentí una pequeña sacudida cuando pensé en desabrocharla y
meterme ahí dentro con él. Su cabello rizado se levantaba con la lluvia, como lo
hacía cuando él estaba en el océano, y cuando me agarra en un húmedo abrazo, no
puedo recordar porque lo estaba evitando.

Sam nos acomoda dentro del coche, cediéndole el asiento delantero a Frankie y
subiendo en el de atrás conmigo.

—Nos estábamos preguntando sobre ustedes dos —dice Jake cuando se desliza
hacia la calle.

Antes de que Frankie diga nada que me avergüence, le digo que simplemente
estábamos ocupadas haciendo cosas familiares y queríamos encontrarnos con ellos
para salir esta noche, pero dado que nos quedamos atascadas en San Francisco
más de lo que habíamos planeado quizás no seríamos capaces de arriesgarnos a
salir a hurtadillas.

Ellos se ríen de cómo relatamos nuestro día, en el estilo fingido para la cámara de
Frankie, comenzando por la actuación de presto-o-cambio en el vestuario y
terminando con el descuido con el horario del autobús y la frenética llamada a
“Shack”. Agradecidamente, el amigo de Sam podría cubrir su turno.

FORO PURPLE ROSE 125


Twenty Boy Summer Sarah Ockler
—Todavía deberían salir esta noche —dice Jake—. Incluso si la lluvia no para. Solo
saldremos a la plataforma de “Shack”, nadie estará alrededor.

—Probablemente lo haremos —dice Frankie. Asiento, mientras la pierna de Sam


roza con la mía en el asiento trasero. Ella podría prometerles que los ayudaríamos
a matar a alguien y esconder el cuerpo, y mientras Sam me mantenga cálida, yo
consentiría todo.

Después de casi dos horas en la carretera, alcanzamos la señal de Bienvenido a


Zanzíbar. Jake se detiene en frente de la piscina comunitaria para que así podamos
cambiarnos a nuestros conjuntos de pasear en bote.

Desafortunadamente, el viejo y caprichoso universo quiere enseñarnos otra


Importante Lección Sobre Secretos y Mentiras, y la piscina comunitaria —junto
con todos sus vestuarios—, está cerrada. Cerrada. Luces apagadas, gracias, por
favor regrese mañana.

—Podrías decirles que golpeaste una gran ola y empapaste toda tu ropa, así que
tuviste que cambiarte con la ropa de tus amigos —dice Jake.

—Aún mejor —dice Sam—. Diles que alguien cayó por la borda, y tuviste que saltar
para salvarlo.

—O que el bote se volcó, y tuvieron que usar sus mochilas como dispositivos de
flotación hasta que el guardacostas apareciera.

—O… o. —Frankie levantó su mano para callarlos antes de que empezaran a hablar
sobre bombas o agentes de control de drogas o cualquier otra fantasía de chicos a
lo James Bond—. Solo diremos que regresamos antes debido a la lluvia, nos
cambiamos en la casa de Jackie para ir a una barbacoa, y dejamos nuestra ropa allá
accidentalmente.

Ensayamos la historia otra vez antes de que Jake y Sam nos dejaran a unas casas de
la nuestra. De otro modo, Red y Jayne podrían divisarnos saliendo de un coche
lleno de chicos extraños y querrían invitarlos a por un té y galletas de limón.
Tendríamos que pretender que ellos eran los hermanos mayores, súper
responsables y súper gays de Jackie y Samantha a quienes no les gustaban las
chicas y coincidentemente tenían casi exactamente los mismos nombres que sus
hermanas. ¡Esos padres locos!

Los chicos se detuvieron y salieron del coche para despedirse. Hicimos planes
provisionales para encontrarnos a medianoche en “Shack”, asumiendo que
podríamos salir sin incidentes. Esta vez, después de que Sam me besara y nos
separamos, la calidez de su cuerpo permaneció mucho tiempo contra el mío,
apartando el frío como una manta en una mañana de sábado nevada de regreso en
el Este.

Te veré esta noche, sin importar que.

FORO PURPLE ROSE 126


Twenty Boy Summer Sarah Ockler
El coche se alejó y lo vimos poniendo la luz del freno en el signo pare antes de dar
la vuelta a la esquina. Frankie y yo caminamos los últimos cinco pies o
aproximadamente hacia la casa, repitiendo nuestra historia una última vez para
tener coherencia. No había forma de que Red y Jayne ya estuvieran en la cama,
ellos nunca se dormían hasta que Frankie y yo llegábamos a casa a salvo. Pero si
hoy es una buena noche de televisión, hay una oportunidad de que podamos salir a
hurtadillas sin ser vistas, hacer nuestro camino por las escaleras, y nos
escondiéramos en el baño tomando una ducha y poniéndonos nuestros pijamas sin
que Red y Jayne hicieran muchas preguntas. Hice volar un deseo hacia el Dios de
las transmisiones por televisión y abrí la puerta de la cocina.

Debería haber sabido mejor que involucrar al universo cuando está claramente con
el humor de repartir lecciones. Esta noche iba a convertirse en una horrible noche
de televisión en el área de la Bahía, para que Red y Jayne nos estuvieran esperando
en la cocina, bebiendo té, jugando cartas, y ávidos de escuchar sobre nuestras
salvajes aventuras de chicas piratas en el océano.

—Wow, ¿Se cayeron? —pregunta Red. Bañadas por la luz fluorescente de la cocina,
lucíamos como dos criaturas que el océano arrastró para capturarnos con una red.
Las únicas cosas que faltaban eran las estrellas de mar renegadas, algas viejas y
unos pocos percebes bien colocados.

—Caminamos de regreso de la casa de Jackie —dice Frankie—. Queríamos estar en


la lluvia.

—¿Chicas ustedes aún así salieron al agua hoy? ¿Incluso con el tiempo? —pregunta
Jayne.

Frankie se encoje de hombros en su genial manera despreocupada. —En parte. No


nos quedamos tanto como queríamos. Pero su papá nos invitó de regreso a su casa
para una barbacoa interior, así que igual fue divertido.

—¿Dónde están sus ropas de la mañana? —pregunta Jayne, observándonos


sospechosamente.

¿Porqué las madres siempre notaban las cosas? El Tío Red solo está sentado ahí
con su té, sosteniendo sus cartas, pacientemente esperando que la Tía Jayne
volviera a poner su cabeza en el juego. Pero Jayne está sobre nosotras. En cualquier
momento, ella chasqueará la lengua, soltando un largo suspiro, y levantará el
teléfono para llamar a mi madre y recordarle que horrible hija había criado.

Frankie seguía tranquila bajo presión y repitió toda la historia, justo como la
practicamos. El viaje en bote se interrumpió prematuramente por el tiempo.
Regresamos a la casa para la cena. Cambiamos nuestra ropa de barco que se había
mojado cuando la lluvia llegó. Los padres de Jackie se ofrecieron para traernos
(porque ellos son unas personas realmente geniales, preocupados y responsables),
pero nos rehusamos, insistiendo que queríamos caminar en la lluvia ya que todavía
estaba cálido. Tuvimos un día tan divertido con Jackie, Samantha y sus familias que
nos olvidamos totalmente de nuestra ropa, pero las recogeremos mañana en la

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Twenty Boy Summer Sarah Ockler
mañana. —Y a propósito, si esas son verdaderamente galletas de limón en ese
plato en frente de Papá, ¿podemos tomar algunas?

Jayne estira su brazo a través de la mesa para pasarle las galletas y expresa
simpáticamente que nuestro viaje en bote fue anulado por una tormenta. —Sin
embargo, suena como si aún así tuvieron un día divertido.

Les aseguramos que lo hicimos, agarramos algunas galletas más para el camino, y
nos apresuramos hacia la habitación, donde cerramos la puerta y explotamos en
risas.

—Padres —dice Frankie, con la boca llena de polvo de limón—. Ellos simplemente
creen todo.

—Tal vez los tuyos lo hacen. —Me saco mi ropa mojada y me meto en unos
pantalones cortos y una sudadera, ahuyentando el frío por haberme empapado
con la lluvia—. Sabes que Helen y Carl nunca nos dejarían solas en primer lugar. ¿Y
un viaje en bote con chicas desconocidas? Ellos exigirían sus números de teléfonos
para así poder llamar antes y asegurarse de los hechos de nuestra historia con un
adulto responsable, conseguirían una cuenta precisa de las chaquetas salvavidas
disponibles y dispositivos de flotación sobre el bote, luego llamarían al
guardacostas para asegurarse de que alguien estaría observándonos.

—No me lo recuerdes —Frankie se encoge de hombros—. Entonces, ¿cuánto


tiempo falta hasta que nos escapemos?

—Tal vez dos horas —digo—. Tenemos que bajar y parecer extremadamente
cansadas hasta que tus padres se vayan a la cama. Tú sabes, estar fuera en un barco
la mayor parte del día puede ser muy agotador.

—Anna, te estás convirtiendo en una chica bastante traviesa.

—Oh, esa no es la Anna normal —le aseguré—. Esta es la Anna Loca del espejo del
vestuario. Es totalmente tu culpa.

Frankie ríe. Pienso que a ambas nos gusta la Loca Anna un poco más que la Anna
normal. Es como magia, mientras me estaba tratando de probar un traje de baño,
algo rozó contra mi trasero y dio rienda suelta al Genio de A.B.S.E. del Bikini,
otorgándome todos mis deseos.

—Eso me recuerda —dice Frankie, sacándose su ropa—. Creo que deberíamos


alterar las reglas del concurso. Ya casi han pasado la mitad de nuestras vacaciones
y no hemos llegado muy lejos.

—No planeamos a Sam y Jake. —Me senté al final de su cama mientras ella
retocaba su maquillaje para nuestra gran cita con el sillón de abajo.

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Twenty Boy Summer Sarah Ockler
—No. Quiero decir, todavía podría encontrar mis propios diez, pero no quiero
adelantarte. De verdad te gusta Sam, ¿no es así? Puedo decir esas cosas. —Dio
ligeros golpes a su delineador corrido con un copo de algodón.
—Tal vez. —Me encojo de hombros—. Pero ¿entonces qué? A ti de verdad te gusta
Jake.

—Él está bien, supongo. Creo que vamos a… tú sabes. Esta noche. —Tira su rímel
sobre el tocador y gira su cabeza para arreglar su cabello mediante sacudidas como
si estuviera tomando la decisión de no pagar más impuestos o como si la azúcar
espolvoreada y el glaseado de la caja de donas eran importantes en la mañana.

—Frankie, ¿es enserio?

—Quizás. —Ella medio sonríe, como el demonio que se sienta sobre tus hombros
en todas las caricaturas viejas. El que es más lindo que espeluznante y que por lo
tanto causa infinitamente más destrucción y caos.

La miro fijamente con la boca abierta, pero los detalles adicionales no vinieron. En
cambio, hace una revisión final de su cara en el espejo del tocador, seca sus labios
con un pañuelo desechable, y nos dirige abajo por el Acto dos, en el que la hija y su
amiga mimadas en exceso dan una interpretación digna de un Oscar como las dos
chicas más soñolientas sobre el planeta, poniendo todos los miedos del
comportamiento ilícito a descansar.

Sin embargo, dos horas más tarde, cuando fuimos en puntillas por la escalera hacia
el patio trasero, con la cámara, mantas de playa, y la fiel linterna apagada,
descubrimos un agujero previamente sin resolver y potencialmente peligroso en el
plan.

—¿No pueden dormir, chicas? —La Tía Jayne nos llamó desde las sombras oscuras
y solitarias sobras de la costa, envolviendo un chal tejido a croché alrededor de sus
hombros contra la brisa.

FORO PURPLE ROSE 129


Twenty Boy Summer Sarah Ockler

Capítulo 20
Traducido por Eli25 (Traducción S.O.S.)
Corregido por Angeliitaw

F
rankie chocó contra mí al oír el sonido de la voz de su madre y yo di un
aullido, no sé si por la sorpresa de pisar a Frankie o por ver a Tía Jayne
pasear por la orilla para encontrarse con nosotras, no puedo decidir.

—¿Vamos alguna parte? —pregunta Jayne, inspeccionando nuestra marcha.

Me he vuelto muy hábil en mentir en estas vacaciones pero aún no he llegado a


dominar la habilidad de la fabricación instantánea bajo presión extrema. Eso es
más la especialidad de Frankie. Desafortunadamente, la reina de cuentos de hadas
exagerados está escondida en un estado de sorpresa detrás de mí, sin moverse y en
silencio.

—Nosotras solo estábamos, um, íbamos... queríamos... —Esperé que mi


tartamudeo hiciera volver a Frankie a la realidad, desde que Jayne está demasiado
cerca de mí para dar a Frankie la rápida patada en la espinilla que se merece.

Funcionó. Frankie tira su manta y baja las escaleras con el propósito de encontrar a
su madre.

—Anna y yo queríamos salir al agua para conseguir algunas fotos tomadas de


noche —dice ella—. Ya sabes, por la documentación del viaje.

Los ojos de tía Jayne se estrechan. —¿Completamente maquillada?

—Mamá, no queremos parecer totalmente espantosas ante la cámara.

—Pensaba que estaban cansadas.

—Lo estábamos —dice Frankie, girando su brazalete alrededor de su muñeca.

—Pero ahora estamos rejuperadas.

—Rejuvenecidas —digo, traduciendo para Jayne—. Cierto. Y tú necesitas mantas


porque...

—Porque podríamos querer tumbarnos y mirar las estrellas. —Frankie tiene una
respuesta para todo.

FORO PURPLE ROSE 130


Twenty Boy Summer Sarah Ockler
Tía Jayne miro de su hija a mí, a las mantas, a mis pies, y de vuelta a Frankie antes
de soltar un largo suspiro y sacudir su cabeza. —Frankie, yo...

—Mamá, ¿por qué estás aquí fuera sola, de todas formas?

Si no puede pagar un abogado, Frankie “Teflón” Perino te será designado por una
corte de leyes.

Tía Jayne abre su boca, pero Frankie contrarresta otra vez antes de que ningún
sonido salga. —¿Quieres estar en nuestra película?

Jayne se río cuando Frankie baja las escaleras para poner su cámara fuera de la
bolsa, añadiendo credibilidad a nuestro gastado tapiz de mentiras.

—Está bien, está bien. —Tía Jayne levanta sus manos y nos lleva de vuelta a el
césped—. Pero háganlo en la terraza. Hace frío aquí esta noche.

¿Esta noche? ¿A diferencia de las otras noches en que ha estado escondida en las
sombras viendo como tu adorada hija y yo me alejaba por la oscuridad? Mi corazón
está latiendo de camino hacia mi esófago y entrando en mi garganta. Lo trago de
vuelta para bajarlo y disparo a Frankie una mirada de lado que se traduce a “¿Tu
madre nos vio salir a hurtadillas la otra noche, y si es así, ¿por qué no ha dicho
nada?”.

Frankie responde con un levantamiento de cejas. “Lo dudo”, sus cejas rotas me
dicen poco.

En la terraza, entrevistamos a Jayne, preguntándole como había redecorado la casa


de la playa, el césped, y la costa entera si le dabas la oportunidad. Esto la divertía, y
cuando juega a lo largo con nuestras ridículas preguntas, me relajo,
convenciéndome de que ella no sabe lo de nuestras escapadas previas llena de
chicos y, que por alguna rotura inexplicable en las cadenas de los horribles eventos
de esta noche, acepta nuestra historia del documental.

—Está listo —dice Frankie—. Tenemos que hacer algunas ediciones antes de que
podamos mostrártelo. Queremos que sea una sorpresa cuando volvamos del viaje.

Por editar ella se refiere a transferir todas las partes con Sam, Jake, y nuestra vida
secreta a un oscuro DVD separado y cortar todas las tomas al azar que ella enfocó
de nosotras chapoteando, nadando, leyendo y en general comportándonos como
chicas sanas en la playa. Filmó cerca de veinte minutos el primer día, excepto las
maravillas de los bañadores. Nada más excepto un cambio de ropa para indicar el
paso del tiempo.

Después Tía Jayne se fue a la cama (al menos, después de decirnos que nos
vayamos a la cama), me gire hacia Frankie.

FORO PURPLE ROSE 131


Twenty Boy Summer Sarah Ockler
—Vale, se que tienes razón. He visto a tu profesora de esquí y a los guardias de
seguridad y a mis padres y todos los temas de adultos responsables, pero tu madre
no es tan estúpida. No hay manera de que nos crea.

Frankie se encoge de hombros. —Qué más da.

—Perdóname, una grande. No debería haber dudado de ti. —Me incliné con
admiración.

Frankie no estaba afectada, sus ojos estaban distantes y vidriosos. —Frank, ¿qué
pasa? —pregunto—. ¿Crees que estamos rompiendo las reglas y ella solo espera
decírselo a tu padre?

Nada. —¿Frankie? —Estoy empezando a preocuparme. Lo último que quiero es


que el viaje se interrumpa por nuestra estupidez.

—No importa, Anna —dice ella finalmente—. Ella ve lo que quiere ver.

—¿De qué estás hablando?

—Sé qué crees que ella es demasiado fría y todo eso, pero algunas veces deseo que
ella solo se hubiera... no lo sé, enfadado. Gritar. Decirme algo por mis mentiras.
Estar decepcionada. Ella ni siquiera se preocupa.

Dibujo a Tía Jayne en la terraza esa primera noche, con los ojos rojos y severos,
presionándome a contarle la verdad sobre su única hija. Sobre su única hija viva.

—Sí, lo hace, Frank. No puedes decir eso.

—De todas formas. Yo no soy su precioso hijo muerto. Siempre seré la segunda.

—No creo que sea así, Frank.

—No tienes ni idea de cómo es.

Miré a mis pies y no hable por lo que parece mucho tiempo. Frankie suspiró,
rompiendo el silencio. —Lo siento... no eres tú. No sé lo que me pasa esta noche. No
estamos rompiendo las reglas. Eso es lo principal. Vamos.

Alguna fuerza invisible, la Fuerza de Sam, quiere empujarme de vuelta a “Smoothie


Shack”, pero me resistí. No podemos arriesgarnos a ser pilladas otra vez, y es
demasiado tarde.

—No, Frank. Estamos, como, dos horas retrasadas. Ni siquiera estarán allí.

—Bien. Mañana, entonces.

—Mañana.

FORO PURPLE ROSE 132


Twenty Boy Summer Sarah Ockler
Miro su cara para hablar otra vez, otra oportunidad para convencerla de que su
madre realmente se preocupa, pero sus ojos estaban sobre el frío amanecer en el
océano.

Fin de la discusión.

La mañana llegó rápidamente, el sol car por la ventana y calienta mis pies como un
baño tibio. Frankie se despierta y me sonríe desde su cama a través de la
habitación, la amargura de la pasada noche se evaporada en la nueva luz. Nos
duchamos y nos vestimos tan rápido como la rutina glamorosa de Frankie permite,
aspirando algunos cereales y zumo por desayuno, y corriendo fuera antes de que
Red y Jayne nos inviten a otro viaje familiar de turista. Después de una rápida
parada en la piscina comunitaria por nuestras falsas ropas de bote, nos dirigimos a
la playa.

No necesitamos ir todo el camino hacia “Shack”, pues encontramos a Sam y a Jake


en la alcoba, riéndose de una horrible, espantosa, maléfica chica súper mona. Mi
corazón se hundió en mi estómago, y en un instante me volví una mala amiga,
secretamente esperando que la monada pertenezca a Jake y no a Sam. Es todo lo
que podemos hacer para volver atrás, pues nos avistan.

—¡Hey! ¡Aquí! —Jake nos ve y nos saluda hacia el agua. Ella debe estar con Sam.
Durante un momento no creo que mis piernas funcionaran, pero Frankie me codea
dejando nuestras cosas y tirando nuestras mantas de playa. La seguí con
entumecimiento obligado, enfadada de que él ya esté con alguien más, y enfadada
porque me permito preocuparme.

Entramos en el agua, y Sam corrió para abrazarme. Mi primera respuesta es


completamente física, actuando antes de que mi mente pueda procesar la situación
y preparar una más apropiada, eso es, una mala reacción. Sus piernas desnudas y
pecho están calientes contra mí en el agua, y sé que si me quedo así no importará
cuantas chicas tenga.

Me aparté cuando Jake nos presenta a la chica. Ahora que veo su cuerpo más bien,
le falta cuerpo, creo que casi soy lo bastante mayor para ser su madre. Al menos su
hermana mayor.

—Esta es Katie —dice Jake—. Mi hermana pequeña… de la que les hablé.

—De todas formas —dice ella—. No soy una niña.

Katie. Olvidé totalmente a su hermana. Estaba tan aliviada y avergonzada que casi
río en voz alta. Ella es solo es tres años más joven que yo, pero se siente como si
hubiera una vida entera entre nosotras. Cuando miré su sonrisa fácil y sus ojos
felices, no puedo recordar la última vez que me sentí así, probablemente sería
cuando Frankie aún tenía dos cejas completas.

Pasamos la mañana con el trío surfeando hasta justo antes de almorzar, cuando un
grupo de chicas ligeras de ropa rosa, llamaron a Katie por señas para unirse a ella

FORO PURPLE ROSE 133


Twenty Boy Summer Sarah Ockler
para un helado. Antes de que ella nos plantara, Katie me abraza a mí y a Frankie,
despidiéndose de la manera BBF de hermanas pequeñas.

Ella estaba sudando, y me sentí mal por desearle cosas malas cuando llegamos al
principio.

Que me guste Sam no es una cuestión ya, al menos no una sobre la que pueda
mentir. Eso es todo lo que puedo hacer para no seguir contando los doce días de
vacaciones, después de los cuales no le veré otra vez.

Pero no puedo pensar en eso ahora mismo.

Una vez que Katie se ha fue, Frankie y Jake se convierten en una ondulante,
besante, indistinguible masa de carne, destacando pegados fuera del agua. Si las
cosas progresan más allá, voy a tener actualizar la calificación de este espectáculo
público de PG-1322 a R23.

Afortunadamente, Sam no es como Jake. Solo que sus pies rozan contra los míos en
nuestra cueva secreta en la arena es suficiente para volverme loca, y en cinco
minutos sé lo encontraré afuera esta noche, aunque deba dejar una nota de rescate
fingiendo mi propio secuestro.

Varias horas después, Frankie y yo precavidamente comprobamos nuestra ruta de


escape, esperando evitar el plan de la nota de rescate. Esta vez, esperamos hasta
que Tía Jayne está definitivamente en su dormitorio y definitivamente no hace
ningún sonido. Entonces salimos de las camas, bajamos las escaleras de puntillas,
salimos a través de la puerta delantera, y atravesamos la playa a través del patio de
los vecinos por varias casas. Añade cinco minutos extra para nuestro arduo viaje,
pero es mejor que correr de un padre renegado por un paseo a medianoche en la
arena.

La siguiente semana pasó rápidamente, con nuestros días llenos con natación y sol
y tumbarnos a dormir en la arena, y nuestras tardes haciendo senderismo por la
longitud de la playa a “Smoothie Shack”.

Cada noche estoy con Sam, y las cosas consiguen más intensidad, mientra más y
más se cerca al final.

Algunas veces cuando estoy con él, algo me recuerda a Mat. Una estrella fugaz, el
olor del champú de alguien, una larga risa, el giro de una frase de alguien paseando
por la orilla. Cuando eso ocurre, cierro los ojos, cuento hasta diez, y él se aleja. Para
dejarme. Para devolverme mis recuerdos que son de alguna manera tan simples
como una canción flotando detrás de una hoguera, sin traerme todo el camino de
vuelta a él cada vez. Nunca funciona.

22 No apta para menores de 13 años.

23 Restringido. Menores de 17 años en compañía de sus padres, o tutor legal.

FORO PURPLE ROSE 134


Twenty Boy Summer Sarah Ockler

Capítulo 21
Traducido por Lost Angel
Corregido por Mona

—A
sí que, ¿lo hiciste o no lo hiciste? —A la vuelta de nuestra novena
misión exitosa a la luz de la luna, me reí y agarré los hombros de
Frankie. Ella comenzó a contar la historia diez minutos atrás, y
sólo iba en la parte donde fueron a bañarse desnudos. Su versión era demasiado
soñadora y, francamente, esta atípica versión romántica de mi mejor amiga me
está volviendo loca.

—Frankie, ¿sí o no? Lo has estado debatiendo toda la semana. ¡Vamos! —Ella me
mira de reojo, dejando que su movimiento de cejas lo diga todo.

—¡Tú, sucia chica! —Bromeo—. ¿Y?

—Estaba tratando de decírtelo antes, pero tú sólo querías la frase clave.

—¡Vamos!

—Lo siento, supongo que tendrás que averiguar cómo es por ti misma.

La miro duramente, obligando a mi sonrisa a esconderse. —¿Cómo sabes que no lo


sé?

El peso de las potencialmente devastadoras noticias de que en realidad tuve


relaciones sexuales sin decirle, la golpea como una bola de demolición. Ella deja
caer al mismo tiempo la bolsa y la mandíbula, ladeando la cabeza hacia un lado
para iniciar la reprimenda. Ella realmente sabe cómo hacer que la tortura sea
divertida.

Yo trabajo mi mejor sonrisa diabólica y camino junto a ella en la orilla. —Vamos,


plato de segunda mesa—dije—. ¡Aaaa-nnaaaa! —Ella se queja a mi espalda, dando
patadas en la arena y se niega a moverse hasta que reconozca su fastidio, me
compadezco por el período de tiempo adecuado (que varía según el delito), y me
disculpe por dicha infracción (incluso si no es mía), y deletree cada detalle.

—¡Está bien! —Había sobrepasado relativamente a propósito el PTF (Punto de


tolerancia de Frankie), pero esto se me estaba yendo de las manos—. No hicimos
nada. No cómo eso. Te lo hubiese dicho.

—Supongo. —Ella agarra su mochila, sólo convencida en parte—. Vamos, Frankie.


Sabes que te lo digo todo.

FORO PURPLE ROSE 135


Twenty Boy Summer Sarah Ockler

Ella sonríe, y me pregunto si alguna vez habrá un momento en que esas palabras
no se quemen en su camino de salida.

—Es una pena —dice ella, la reina de todas las cosas, su pequeña Anna todavía se
bamboleaba por la playa con un gran y gordo albatros—. Supongo que tendrás que
esperar hasta mañana en la noche para unirte al club de las chicas grandes. ¿Te ha
dicho algo al respecto? Uno de los estudiantes de surf de Jake tiene esa enorme
casa, cerca de Bahía Moonlight. Sus ricos padres supuestamente estarán en el norte
este fin de semana con sus ricos amigos haciendo cosas de gente rica como polo o
algo así, y probablemente nunca será capaz de hacerle frente a sus amigos de
nuevo (¿qué joven hombre respetable podría?) si no ha aprovechado al máximo la
oportunidad de dar una gigantesca fiesta de playa, llena de chicas semidesnudas en
un jacuzzi y un montón de menores de edad bebiendo. Puedo imaginarla ahora, al
igual que las fiestas en televisión donde mucha gente se presenta, algo caro se
rompe, y la pobre chica sexy llora por lo dura que es la vida, se emborracha y se
vomita a sí misma.

Frankie y yo nunca hemos estado en esas fiestas. Históricamente, nuestras fiestas


han sido más bien pequeñas reuniones, Frankie, yo, y uno o dos otras chicas
tratando de inventar algo de cocinar, jerez y jugo de naranja. Desde que Matt
murió, nuestra muchedumbre en las fiestas es incluso más pequeña, Frankie y yo
echando gotas de ron a escondidas en nuestra Coca-Cola de dieta de la botella
tamaño muestra escondida en su cajón de calcetines.

—Sí —le digo—. Sin embargo no vamos a poder permanecer mucho tiempo ni
beber demasiado. Desde nuestro encuentro con la Tía Jayne, en Lady of the Night24,
hemos sido extra prudentes. Muy tranquilas. Nunca demasiado tarde, por si acaso

Si Jayne está dando vueltas afuera otra vez, hacer una historia acerca de filmar un
documental a la luz de la luna es una cosa. Tropezar borracha y desflorada por la
puerta principal es otra bastante distinta.

—Está bien —suspira Frankie—. Me gustaría que hubiera alguna manera de que
pudiésemos regresar en la mañana. Estoy harta serpentear en la oscuridad.

—No bromeo. Más importante, creo que estás a punto de decirme el resto de la
historia de Jake.

Frankie se ríe, más fuerte que el océano. —Vale, vale. Escucha y aprende, mi amiga.
Escucha y aprende.

Para cuando terminó su historia, que era irregular y romántica en partes, pero
parecía al menos cincuenta por ciento cierta, estábamos en la puerta principal,
mirando por las ventanas en busca de signos de vida. Al no ver ninguno, hicimos

24
Es una película de drama sentimental silencioso de 1925. La protagonista se escapaba de noche para
encontrarse con su amante.

FORO PURPLE ROSE 136


Twenty Boy Summer Sarah Ockler
girar lentamente la perilla y fuimos en puntas de pies de vuelta a nuestra
habitación, misión cumplida.

Acostada en mi cama doble mirando la luna a través de la claraboya, escucho


respirar a Frankie, profunda y feliz. El aire a su alrededor está cargado y
esperanzador y me recuerda los veranos pasados, cuando ella y Matt volvían a casa
despreocupados, agotados y llenos de sol de su viaje anual a la Bahía Zanzíbar.

California es buena para ella. Incluso el Tío Red y la Tía Jayne parecen felices, a
pesar de los vagabundeos nocturnos de Jayne. Han pasado juntos la mayor parte
del viaje, riendo con nosotros en la cena a su antigua manera, sin complicaciones.
Tal vez hemos retrocedido en el tiempo. Frankie y yo tenemos catorce de nuevo.
Matt está dormido en su habitación del ático de color gris azulado. Y Frankie no ha
estado con dos tipos diferentes… realmente a estado con ellos…

Pero no… tenemos dieciséis años.

Matt no está en el ático. Frankie entró al campo de la “experiencia” hace meses, y


yo todavía estoy un poco asustada acerca de las manos de Sam sobre mí, con la
gran V escarlata grabada para siempre en mi frente. Cuando estoy con él, la
imagino parpadear y pulverizarse como un letrero de neón, justo antes de
chisporrotear en su brillo final y luego negro. Todo lo que tengo que hacer es
dormir con él, y el resplandor vergonzoso de la gran V se extinguirá.

La idea de perder la virginidad es un poco ridícula. Perder algo implica descuido.


Un error que puede solucionar simplemente recuperando el objeto perdido, como
tu teléfono celular o las gafas. La virginidad se parece más a derramar algo que
perderlo. Así como: “No te preocupes, mamá. Puedes cancelar los helicópteros y los
perros policía. Resulta que –entiende esto– yo realmente no perdí mi virginidad. Yo
sólo la tiré en algún lugar entre aquí y Monterrey. ¿Puedes creerlo? Podría estar en
cualquier lugar ahora, con todo ese viento”.

Imagino que algunos chicos desechan la virginidad en la playa. Tendrían que cerrar
la playa y poner un cartel. ¡Peligro! ¡Virginidad salvaje encontrada aquí! ¡Nade bajo
su propio riesgo!

¿Por qué tiene que ser tan especial? Frankie dice que la primera vez no es especial.
Es un inconveniente menor, un acto no más importante que ir al dentista.
Programas la cita a una hora conveniente para ambas partes y yaces tan inmóvil
como sea posible para acelerar el proceso. La próxima vez —y todas las veces
posteriores—, pueden ser especiales, pero no la primera.

El único problema es que con Sam, quiero que sea especial. Quiero decir, si sucede
con Sam. No es que lo esté planeando ni nada. Aparte de afeitar mis piernas. Sólo
por si acaso.

Son casi las cinco de la mañana, de acuerdo a los números que brillan
intensamente en mi reloj de la mesilla. Ruedo sobre mi estómago y empujo mis
manos bajo la almohada, empapándome en la fresca limpieza de la sábana.

FORO PURPLE ROSE 137


Twenty Boy Summer Sarah Ockler

Es muy bueno que podamos votar e ir a la universidad y usar pantalones largos y


todo eso, pero si alguien realmente quiere hacer una diferencia en las vidas de las
mujeres, deberían inventar una píldora mágica que tragar con un vaso de agua
antes de acostarse y al levantarse ¡Listo! ¡Ya no eres virgen! ¡Sin agonizar sobre
caras, e incluso incómoda ropa interior! Sin preocuparse acerca de cómo tus
pechos desaparecen cuando te acuestas sobre tu espalda, ni e hacer que tu
estómago se vea plano! Y ciertamente no pasar despierta toda la noche tratando de
encontrar una manera de dormir fuera en alguna estúpida fiesta mañana para
finalmente poder tener relaciones sexuales con un chico que he conocido tan sólo
hace un par de semanas, un tipo que puedo no volver a ver de nuevo.

Pero cuando pienso en él tocándome, mi cuerpo entero se siente electrificado y sé


que sólo me queda una cosa por hacer. Ir a la fiesta y acostarme con —¡Espera! —,
¡Dormir! ¡Pijamada! ¡Eso es todo!

Dicen que el verdadero genio con frecuencia ataca en los pálidos momentos entre
despierto y dormido. Este es uno de esos momentos. Ya sea la V de neón o los
pensamientos de las manos de Sam en mi cuerpo, la correcta combinación de
carbono y el oxígeno se unió en una sola chispa, brillante, un petardo en el
horizonte de la desesperanza.

Es mi idea más ingeniosa en lo que va de las vacaciones, posiblemente más que


nunca. —¿Frankie? ¿Frank? —digo su nombre hasta que se sacude de su tranquilo
sueño. Bosteza y se sienta en la cama, aturdida y confundida ante la luz cegadora
de una mente maestra.

—Jackie y Samantha llamaron —le digo—. La mamá de Jackie dijo que ella puede
tener una fiesta de pijamas mañana en la noche.

La habitación repentinamente está llena de luz, ya sea que provenga de la


pulverización de mi V de neón, de mi genio creativo, de la luna a través de la
claraboya, o de la radiante sonrisa de Frankie, no puedo discernirlo.

FORO PURPLE ROSE 138


Twenty Boy Summer Sarah Ockler

Capítulo 22
Traducido por Aya001
Corregido por Mona

P
asamos el día siguiente con Red y Jayne, caminando alrededor del Bulevar
Luz de Luna, fingiendo estar fascinadas con las pinturas de temas sobre la
playa, campanas de viento hechas a mano, y una miríada de otras baratijas
artísticas sin los cuales unas vacaciones en familia no están completas.

En algún lugar después de comernos el pastel de lima en “Brisa”, Frankie mencionó


“Sólo chicas” de Jackie, con padres supervisando, ultra casta noche de diversión,
que comenzaba después de la cena (¡Por supuesto que queremos cenar contigo,
Mamá! ¡La fiesta no es hasta más tarde!). Ella no tenía problemas en asegurarse
permiso. Red y Jayne ni siquiera nos dijeron qué les presentáramos a los ficticios
Jackie y a la legendaria Samantha. Ellos simplemente asintieron y sonrieron,
contentos de que Frankie fuera tan normal y se hubiera adaptado bien.

Con el muelle abarrotado y satisfechas con la cuota de baratijas de Jayne, volvimos


a la casa para un implacable juego de Frisbee en la playa con Red. La diversión
familiar continua durante la cena, y pronto, es hora de empezar a prepararse para
la fiesta.

Frankie y yo pasamos una hora probándonos ropa que nos sentara bien sobre
nuestros bikinis y enviar el tipo apropiado de mensajes mezclados: informal pero
no descuidada. Caliente pero no barata. Divertida pero no fácil. (Bueno, no tan fácil,
de todas formas). El pelo y el maquillaje tomó otra hora, una delicada danza de
varios productos aplicados con la cantidad justa de presión para las sombras, los
reflejos, y contorneados sin apelmazamiento, escamas o manchas. Sam prefería el
look natural, pero Frankie tenía razón, verse natural requería mucha ciencia.

Empaquetamos nuestras cosas para nuestra “noche de chicas” (bonitos pantalones


cortos, camisetas rosas conjuntadas, sudaderas, cámara, maquillaje, esmalte de
uñas, calcetines vellosos, una copia de Celeb Style mostrando una doble página del
tío bueno, de ojos azules el cantante Joe Donohue y Apollo, su perro salchicha, y el
diario sin el que nunca salgo de casa), un beso de despedida para Red y Jayne, y
nos dirigimos hacia la playa, llegando a “Smoothie Shark” precisamente diez
minutos después de cuando prometimos, a fin de no parecer demasiado ansiosas.

Sam y Jake están esperando en la cubierta de carga con pantalones cortos y


camisetas indudablemente sacadas de un montón de ropa del suelo de su
habitación. El pelo de Sam no estaba engominado. Sus pómulos, sin colorete. Sus

FORO PURPLE ROSE 139


Twenty Boy Summer Sarah Ockler
cejas no estaban depiladas, y dudaba que hubiera pasado tiempo rizándose las
pestañas.

A pesar de su ignorancia sobre alta costura, él hace que todo mi cuerpo zumbara.

—¡Vaya, tú wow! —Me acerca a él y huele mi cuello, sus manos encontrando su


camino por mi pelo—. Quizás no deberíamos ir a la fiesta. Quiero decir, habrá otras
personas allí. Otros chicos. Mirándote.

Estoy esperando algún comentario listillo de Frankie o Jake, pero parecen haberse
pegado por la boca, incapaces de comunicarse.

—Está bien, entonces —dijo Sam en voz alta—. Nosotros empezaremos a


dirigirnos a la fiesta. Ustedes pueden alcanzarnos después.

Le sigo por la playa. El cielo está oscuro, pero todavía hay franjas de color naranja y
rosa, sobras de la puesta de sol.

—La clave para una buena fiesta es la música —dice Sam, buscando en su iPod
mientras vagamos a través de la arena—. Eddie —el chico que hacia la fiesta—,
había dejado a cargo de la música a Sam. Si es muy intenso, nadie podrá pasar el
rato y hablar. Pero si es demasiado suave, se convertirá en una fiesta de ronquidos.
También tienes que considerar el momento. Hay un tipo particular de música
apropiado para cada etapa de la fiesta, introducción, calentamiento, apogeo,
decreciente, y la salida.

No sabía que había toda una ciencia detrás de la música de fiesta, pero cuando Sam
habla, quiero saberlo. En estos momentos a lo largo de la costa, no me importa
nada tanto como la melódica cadena de palabras y respiraciones pasando por sus
labios hacia mis oídos, y cuando asiento y pregunto cosas y río, sus ojos se
iluminan a la vez que me mira y pienso que podría llegar a amarle para siempre.

Quiere decir, no es que yo le ame.

Solo que podría posiblemente.

Amarle.

—¿Salida? —le pregunto.

Él sonríe. —Lo opuesto a la introducción.

—Cierto. ¿Así que como sabes cuándo cambiar?

—Sólo tienes que sentirlo. Te lo enseñare después. Empezaremos con algo tecno
ambiental y veremos cuando la energía de la multitud pide otra cosa. Aquí…
compruébalo.

FORO PURPLE ROSE 140


Twenty Boy Summer Sarah Ockler
Cuando cojo su iPod para desplazarme a través de las canciones, Sam pone su
brazo sobre mi hombro, fuerte y protector y bronceado y un poco golpeado. El
calor de su piel se filtra en mis hombros, y me siento tan repentinamente viva que
si no le beso en este mismo segundo, los dos íbamos a estallar en llamas y morir.
Me giro bajo el peso de su brazo y tiro de él en un beso desesperado, apretándome
contra él tanto como puedo.

Llegamos a casa de Eddie sobre las nueve y media, Jake y Frankie llegaron justo
después de nosotros. El cielo estaba índigo y la luna iluminaba el patio trasero
como un foco, eliminando los restos de la puesta de sol. Multitudes de personas
llegaban tras nosotros, hablando y gritando y llevando diferentes regalos de
naturaleza alcohólica. Basado en el número de veces que Eddie había dicho:
“Genial, encantado de conocerte,” supuse que cada persona que había invitado
había llevado sobre unos tres o cuatro extras, neveras y pizza en remolque. La casa
se llenó rápidamente con ruido, cuerpos, y botellas de cristal chocando. A veces me
sentía intimidada, asustada de que las cosas se salieran de control, y tengo cuidado
de quedarme cerca de Sam y Frankie. Pero pronto Frankie me da una bebida de
frutas con un parasol de papel, y todo parece un poco menos intenso.

Sam tenía razón sobre la música. Para las once, su ambiente tecno vibra con gracia
y perfección en un club de baile totalmente reggae, embutido de pared a pared con
más gente que toda la población en el final de temporada de la Bahía Zanzibar,
girando y rebotando con los timbales jamaicanos.

La casa podía soportarlo. Era como una pista de baile en sí misma. Enormes
ventanas del suelo hasta el techo daban hacia el océano. Gigantesca, piscina de
suelo. Mesas de billar en más de una habitación. Electrodomésticos de acero
inoxidable en la cocina. El lugar probablemente tenía diez habitaciones, también.
Era como si hubiera sido construido para entretener, como una de esas casas de
celebridad donde un puñado de gente famosa se sentaba dándole a la coca todo el
día, quejándose de sus vidas. Medio esperaba que caminaran de un minuto a otro
con sus drogas y sus problemas de Fantasyland, y Eddie solo se encogería de
hombros y sonreiría y diría genial, encantado de conocerlos.

Sam se va a comprobar la situación de la música, y con toda la conmoción y


espacio, pierdo a Frankie. Deambulo entre la multitud, me pierdo por varios
pasillos, y finalmente la encuentro en la cocina, cámara en mano, filmando a Jake
mientras toma la puerta de la entrada lateral sacándola de sus bisagras.

—Frankie, ¿Qué estás haciendo?

—Necesitamos una mesa para una pin-pong de cerveza —dijo ella sin más
explicación, haciendo zoom en mi cara como si fuera perfectamente normal
destrozar una casa para tan noble propósito.

—¿Me recuerdas como se juega el pin-pong de cerveza?

—Oh, tú lo recuerdas —dice ella como si jugáramos campeonatos de ping-pong


regularmente. Ella se cuelga la correa de la cámara sobre su hombro, todavía

FORO PURPLE ROSE 141


Twenty Boy Summer Sarah Ockler
grabando, y revuelve a través de las neveras abiertas sobre el mostrador buscando
un paquete de vasos de plástico rojos. —Colocas seis vasos en cada lado como para
los bolos y las llenas con cerveza. Entonces tienes que intentar meter la pelota de
ping-pong dentro de los vasos del otro equipo para hacerles bebérsela. Si fallas, tu
bebes.

—Ves, Anna —Jake dice sobre una base de fans agrupándose en filas a cada lado de
la habitación—. ¡Lo bueno del ping-pong cerveza es que incluso cuando pierdes, tú
ganas! —Saca un par de pelotas de ping-pong de su bolsillo que aparentemente
lleva encima para una ocasión como esta—. ¿Estás dentro?

Asiento. —Sólo si podemos hacer grupos.

Frankie me agarra. —Ella es mía. Chicas contra chicos.

Jake llama a Eddie para que se le una desde la parte frontal de la puerta lateral, que
ahora estaba plana y horizontal sobre dos taburetes, seis vasos rojos colocados en
triángulos en cada punta.

—¡Chicas mandan! —Alza su mano para chocar los cinco.

Choco su mano y tomo un trago de cerveza. —Las dos están a punto de ser
desalojadas —dice Jake, pero no antes de volver a nuestro lado de la puerta y besar
a Frankie una última vez antes del gran juego, provocando una cacofonía de
silbidos de los aficionados a los lados.

Jake vuelve al terreno de juego rebotando una pelota en la dirección de Frankie,


fallando completamente, terminando su turno haciendo pucheros.

Frankie vuelve, sorprendiéndome hundiendo el primer tiro en la copa justo en


frente de Eddie. El sumerge los dedos para sacar la pelota y se traga la cerveza.

Me giro hacia ella y la miro, incapaz de ocultar mi shock. —¿Práctica o magia? —le
pregunto.

—He jugado unas pocas veces, Anna. ¿Te acuerdas de las fiestas?

—No exactamente. —Debo haber estado en el baño durante la parte de las no


existentes fiestas, escondida vomitando, mientras Frankie completaba el
aprendizaje en cerveza ping-pong.

El juego dura unos diez minutos. Gracias a una extraña combinación de habilidad
mortal de Frankie hundiendo las pelotas de ping-pong en los vasos de cerveza y la
distracción de Jake sobre el burbujeo de las tetas de Frankie en el borde de la parte
superior de la camisola, nosotras ganamos.

Desafortunadamente, la celebración duro poco. Nuestro título de campeonas fue


arrancado sin piedad de debajo de nuestros pies confiados durante la segunda
ronda. Jake y Eddie metieron todas las bolas, haciéndonos beber en tiempo record.

FORO PURPLE ROSE 142


Twenty Boy Summer Sarah Ockler

—¡La chica de Sam bebe! —grita Eddie a la vez que hunde la última bola frente a
mí, salpicando mi camisa.

La chica de Sam. El sonido de ello me golpeo fuerte y rápido, haciendo que mi


cabeza diera vueltas. No puedo sentir mis pies. Estoy flotando. Estoy contenta.

¡La chica de Sam! ¡La chica de Sam! ¡La Chica de Sam! Toda la cocina cantaba, y me
di cuenta en ese momento de a cuanta gente podía atraer un estridente juego de
cerveza ping-pong. Saco la pelota del vaso y me lo trago, dejando salir un fuerte
hipo que probablemente lamentaría si estuviera sobria, que para recordar no lo
estaba.

—No se preocupen, chicas —dice Eddie, colocando su brazo alrededor mío—. Lo


bueno de la cerveza pong es, que incluso cuando pierdes, tú ganas.

Jake aparta el brazo de Eddie de mis hombros. —Anna —dice él—, ¿dónde está ese
novio tuyo, de todas formas?

—Él no es mí…

—Aquí —Sam se abre paso y coloca sus brazos alrededor de mí por detrás. Mi pelo
está recogido y él está respirando en la parte posterior de mi cuello, gimiendo en
voz baja para que nadie más pudiera oírlo. Si antes estaba contenta, ahora estaba
rebosante de vitalidad. Era una pluma cabeza hueca flotando de nuevo, una pluma
que también estaba rebosante de vitalidad. Hipo. Alguien podía sumergirme en
cerveza y ni me daría cuenta.

Me giro y le beso, provocando una nueva ronda de silbidos. —Ya veo que has
estado perdiendo en cerveza pong —dice él, sonriendo frente a los vasos
esparcidos por toda la pegajosa mesa.

—Sí —dije—. Pero lo bueno de cerveza pong es que incluso cuando tú ganas, tú
ganas. Quiero decir, incluso cuando tú ganas, tú… oh, qué más da. Hemos perdido
completamente. —Me retuerzo para soltarme y coger otra cerveza, que de alguna
forma se había convertido en algo no tan desagradable.

Frankie y Jake cogieron los vasos de la mesa y los recolocaron para el encuentro.

—Anna, te toca —dice Frankie.

—Lo siento, chicos —Sam coge la cerveza de mi mano y la pone en la mesa—.


Secuestro a su JMV25. Necesita tiempo muerto.

Sonrió y saludo a Frankie mientras desaparece para otra partida. Sam nos dirige a
través de la multitud en la casa, que se había aglomerado más en la última hora.
Muchas personas todavía estaban bailando, mientras otras estaban tiradas en
25
Jugadora más valiosa.

FORO PURPLE ROSE 143


Twenty Boy Summer Sarah Ockler
diferentes sofás y espacios en el suelo, algunos reían, otros estaban dándose el lote,
una red de brazos y piernas y pies con pedicura con pequeños anillos de plata.

Conseguimos abrirnos paso hacia fuera, pasando la piscina, y cruzando el césped.


El patio trasero está lleno pero no es ruidoso. Sorprendentemente, nadie está en
los escalones que conducen a la playa, y nadie parece estar en la playa, tampoco.

Nos sentamos en el último escalón escuchando el océano, mis piernas estiradas


sobre Sam. En la oscuridad, reflejado sólo por la casi luna llena sobre nosotros, el
agua es negra y espumosa como una sopa de regaliz. Mientras estábamos sentados
en silencio, los ruidos de la fiesta se desvanecían tras nosotros y empecé a
recuperar parte de las células cerebrales que había sacrificado durante la cerveza
pong.

—Es raro —dijo finalmente Sam, con una mano acariciando mi desnuda (y
afortunadamente afeitada) pierna—. He vivido aquí toda mi vida, pero nunca dejo
de asombrarme de lo diferente que se ve el agua de noche.

Entrecierro los ojos y trato de ver más allá de la inmediata costa, más allá de donde
las olas y la espuma rompen contra la arena. Todo es negro. Si intento andar en el
agua pasado el brillo de la luna en la superficie, caeré de la tierra al espacio
exterior.

—Sé lo que quieres decir —dije yo—. Sólo he estado aquí durante un par de
semanas y ya no puedo imaginarme no despertándome a esto.

Es la primera vez que me permito ir más allá de la burbuja feliz de nuestras


vacaciones, más allá de los días perezosos en la playa y las noches secretas en el
“Shack”. Más allá del océano y la arena y los Perinos siendo feliz y, lo más
importante, Sam. Pienso ligeramente sobre mi vida de vuelta en casa. Anna, hija de
un comerciante de bienes inmuebles. Anna, triste pero la hija de los vecinos en la
que apoyarse. Anna, atormentada por secretos.

Apoyo mi cabeza en el pecho de Sam y sé a la vez que su corazón late suavemente


en mi oído, que Zanzibar es mi capsula del tiempo. Quiero sellarme en este lugar,
encerrarme en este momento con Sam en la escalera desvencijada por el mar
frente al océano, sin abrir, sin examinar, o ni ser de ninguna manera perturbada
por unos cien millones de años.

—¿Podemos ir a alguna parte? —pregunto. No quiero pensar más allá de esta


noche y me siento superada por la necesidad de profundizar lo más posible en ello.

—Por supuesto —dice, apartando mis piernas para poder ponerse de pie—.
¿Quieres caminar a la Vista?

Artist Vista es una curva estrecha del litoral que sobresale en el otro lado del
muelle más allá del Boulevard Rayo de Luna. Frankie me lo enseñó el primer día
aquí cuando estábamos esperando a que Red y Jayne pidieran helados, pero no

FORO PURPLE ROSE 144


Twenty Boy Summer Sarah Ockler
habíamos ido allí en nuestras misiones de medianoche. Imagino que a esta hora de
la noche, solo hay una razón para ir allí.

—Si —contesté inmediatamente, levantándome para sacudir la arena de mis


pantalones cortos—. Déjame decírselo a Frankie para que no se asuste después.

—Buena idea —dice—, y ponte tu sudadera. Voy a ir a por una manta, también.

Perdí la noción del tiempo, pero debían ser cerca de las dos de la mañana. No
estaba cansada, y a juzgar por el sonido rebotando fuera de la casa mientras me
acercaba, tampoco lo estaban la gente guapa de la fiesta.

Frankie estaba en la cocina donde la dejé, excepto que ahora estaba sentada en un
taburete en frente de la mesa de cerveza pong con su brazo alrededor de otra
chica, las dos en pantalones cortos y con la parte superior del bikini, entrevistando
a su compañera con la cámara sobre cómo había perdido su ropa.

—Heyyyyyy —dice ella cuando me ve, dando tumbos en frente de la puerta-barra-


mesa—. ¡Mira quien ha vuelto!

—Frankie, ¿Dónde está tu camiseta? —pregunto—. La he perdido en striptease


cerveza ping-pong —dice lentamente, frunciendo el ceño exageradamente.

—Parece que este juego se ha ido bajando rápidamente —dice Sam, viniendo por
detrás de mí.

—Hey, ¡mira quien ha aparecido! —Jake viene de un misterioso pasillo de la casa


con una botella de Jägermeister—. ¿Quién quiere hacer un belly shot26?

—¿De tu peluda barriga? —pregunta Sam—. No gracias.

—No, ¡idiota! —Salta Frankie de su taburete y casi tira a la otra perdedora de


camiseta de cerveza pong en el proceso—. Lisa y yo —quiero decir Leah—, somos
los vasos.

—Vale —dice Sam—. De todas formas, no gracias.


—¡Más para nosotros! —Jake empuja a Frankie de vuelta a su sitio en la mesa al
lado de Lisa/Leah, que todavía no había dicho más de dos palabras pero suelta una
risita tonta cada vez que Frankie habla o se mueve y, para que conste, se ve como si
tuviera la edad de Katie… no es que le importara a Jake.

No sé cuánto tiempo nos tomaría llegar a la Vista o cuanto estaríamos allí, así que
le digo a Frankie que no me espere. Después de confirmar que Jake está planeando
pasar la noche con ella, le abrazo para despedirme y le sugiero que no beba más a
no ser que quisiera pasarse todo el día siguiente vomitando.

26 Un trago, normalmente de tequila o bourbon, que te bebes del estómago de otras personas.

FORO PURPLE ROSE 145


Twenty Boy Summer Sarah Ockler
—No te preocupes, Mamá —dice ella, reclinando todo su cuerpo sobre el mío
desde su posición frente a la puerta-barra-mesa—. No lo haré. Y también, te quiero,
Anna. Eres mi mejor amiga del mundo entero. No sólo estoy diciendo esto porque
esté borracha, también. Quiero decir, estoy borracha, pero aun así te quiero cuando
no lo estoy.

—También te quiero, Frankie —dije—. Ahora por favor quítate de encima.

Se ríe y se echa hacia atrás sobre el asiento, con sus largas, bronceadas piernas
colgando sobre el borde, al lado de la risitas Leah, el club de fans del pong. Frankie
esperando su próximo movimiento.

Recojo mi mochila de un armario fuera de sitio donde Eddie la había guardado


antes y busco mi sudadera, dejando mi falso equipo de fiesta de pijamas, diario, y
cepillo de dientes en la bolsa y dejándola al lado de la de Frankie en el suelo del
armario.

Localizo un baño a lo largo del pasillo que va hacia la cocina y entro para ponerme
la sudadera y me arreglo el pelo y compruebo mi cara rápidamente. Como por arte
de magia, incluso encuentro algo de loción para las piernas y un cuenco de
caramelos de menta en el lavabo.

Las mariposas están batiendo sus alocadas alas en mi caja torácica mientras hecho
un último vistazo al espejo.

La próxima vez que te vea, loca Anna, no me vas a reconocer.

FORO PURPLE ROSE 146


Twenty Boy Summer Sarah Ockler

Capítulo 23
Traducido por Elamela & Xhessii
Corregido por Anne_Belikov

N o se tarda mucho en llegar a Vista, y cuando llegamos reconozco la vista


inmediatamente. Todas las playas de las ciudades de California iluminan la
costa como fuegos artificiales, justo como había visto en las imágenes
perfectas de las postales de Matt miles de veces.

—Solíamos venir aquí mucho de picnic cuando era un niño —dice Sam, agitando
una manta para nosotros en la arena—. No he estado aquí en un tiempo.

Me siento en la manta junto a él. —Cuéntame una historia —le digo—. Sólo quiero
escucharte.

—Claro. Ven aquí. —Se tumba y me tira contra su pecho, acariciando mi pelo. Me
cuenta sobre crecer en California, y cómo es tan difícil hacer amigos porque todo el
mundo que conoces se va al final del verano. Su voz es baja y suave, amortiguada
por su pecho contra mi oreja.

—La cosa más trágica de California es que nada es permanente o real aquí —
dice—. Se parece a ti, ¿sabes?

—No. Me gustaría poder quedarme aquí para siempre.

—Pero no puedes, Anna. Ésa es la cuestión. —Levanta mi barbilla y me mira a la


cara—. Eres como este fantasma bello y loco, y cuando me despierte, te habrás ido,
y me preguntaré si algo de esto realmente pasó.

—Sé lo que quieres decir —digo, deseando no hacerlo.

Sam me pregunta por Nueva York, frotando suavemente mi espalda mientras


hablo. Le cuento sobre nuestra infancia, cuidadosamente evadiendo la tragedia que
tanto me define. Pero todas las reales historias de mi infancia (las más
importantes) llegan al mismo inevitable final.

Antes, Juntos.

Después, Separados.

Antes, Feliz.

Después, Triste.

FORO PURPLE ROSE 147


Twenty Boy Summer Sarah Ockler

Estar con Sam en este viaje ha sido como unas vacaciones del dolor, pero ahora no
puedo hablar de crecer sin pensar en Matt. El esfuerzo de empujarlo de mis
pensamientos y palabras me agota. Finalmente, su recuerdo gana, arrastrándose
en mi mente y haciéndome estar callada contra el sonido del mar y la respiración
de Sam.

Inmediatamente después de que Matt muriera, tenía miedo de hacer básicamente


todo. Ni siquiera podía morderme las uñas u oler mi camisa para ver si necesitaba
desodorante sin sentir que me estaba mirando. Deseaba y rezaba y le rogaba que
me diera una señal de que estaba viéndome, de que estaba conmigo, así lo sabría.

Pero nunca lo hizo. El tiempo siguió su camino. Y dejé de tener miedo. Hasta ahora,
vulnerable e insegura y un poco borracha. Tendida en la arena y enamorada
locamente de alguien que acababa de conocer. Matt me está mirando. Observando.
Posiblemente juzgando. Y lo peor de todo esto es que no quiero despertarme bajo
su derrumbamiento de rocas triste nunca más. No quiero probar el mazapán
glaseado y los cigarrillos de clavo. No quiero pensar en el collar de cristal azul o en
los libros que me leía en su cama o los montones de cosas de la universidad o en
algún chico al azar vistiendo su ropa donada en el supermercado.

No quiero ser la mejor amiga convertida en algo más del chico muerto.

O la vecina realmente comprensiva y amiga.

O la guardiana de los angustiosos secretos de por vida.

Sólo quiero estar flotando suspendida aquí en mi cápsula del tiempo de California
con ningún atardecer de ayer ni amanecer de mañana en ningún lugar del
horizonte.

Borrado.

—¿Cuál es tu primer recuerdo? —le pregunté a Matt. Estábamos lavando su coche,


mientras Frankie nos hacia los bocadillos en la cocina.

—La mayoría de ellos se encuentran en California. El océano. Realmente no


recuerdo la primera vez que lo vi, sólo cómo me sentí.

—¿Cómo?

—Increíblemente pequeño. Increíblemente insignificante. Y completamente


seguro. Suena loco, ¿verdad?

—No.

—¿Cuál es el tuyo?

FORO PURPLE ROSE 148


Twenty Boy Summer Sarah Ockler
Quería decirle que fue mi fiesta de cumpleaños decimoquinta hace dos semanas,
porque todo lo que vino antes de esa noche era una pálida luna detrás del sol de
ese beso. En su lugar, le dije estar sentada en el jardín con mi padre mientras Matt
cogía orugas y trataba de darles de comer hojas de roble del árbol de nuestro patio
trasero. Debía tener unos tres años.

—Quería hacer una granja de orugas. No puedo creer que te acuerdes de eso, Anna.
—Matt sonrió, enjuagándose el jabón de sus manos.

—No es tan guay como ver el mar por primera vez, pero todavía me hace sonreír.

—Te prometo que te llevaré allí algún día. Quiero verlo contigo. Quiero ver todo
contigo.

Sam me mira duro y serio, como si estuviera tratando de leer mi mente. No puedo
encontrar las palabras para esta conversación e incluso si pudiera, probablemente
sólo lloraría. Así que hago la siguiente mejor cosa y lo beso.

Borrado.

Me besa de vuelta, más profundo y más intenso, y se mueve encima de mí,


quitándome mi sudadera, sus caderas presionando contra las mías, más duro y
más cerca que nunca. Siento cosas que nunca he sentido, en lugares que no sabía
que existían, al igual que un centenar de pequeñas flores hambrientas despertando
y floreciendo con el sol después de un largo y crudo invierno.

En algún lugar debajo de mi reciente piel bronceada, sé que debería esperar, que
debería ser especial, que debería ser con alguien con el que pueda despertar por la
mañana, mañana y siempre.

¿Y si piensa que soy una chica turista buscando alguna aventura de amor
romántica de larga distancia para que sólo lo pueda compartir en sus efusivas
postales manchadas de playa con sus amigas?

No. Después de estas vacaciones, eso es todo. Sam y yo ya no existiremos más en el


contexto de Sam y yo, lo perderé, al igual que a Matt. Ya sea por la muerte o por la
imposible distancia entre Nueva York y California, pronto despertaré, y Sam se
habrá ido.

Sam, cuyo mechón de pelo cae en suaves ondas en mis mejillas mientras me besa.

Sam, cuyos ojos verdes y salvajes están en mí como sus manos, buscando y
encontrando, caliente e intenso.

Sam, cuya piel sabe a sal y a verano.

Sam, cuyo apellido es… un misterio total.

FORO PURPLE ROSE 149


Twenty Boy Summer Sarah Ockler
—¡Espera! —Me alejo de él mientras a tientas toca el amarre de la parte superior
de mi bikini—. Me acabo de dar cuenta de que no sabemos el apellido del otro. El
mío es Reiley. —Lo miro con un sentido de urgencia, como si esta nueva pieza de
información influyera hacia adelante en el momento de esta noche loca.

Se ríe. —Macintosh.

—¿Al igual que la manzana? —Le digo.

—Al igual que el ordenador.

—Es la misma cosa, ¿verdad?

—Um, ¿Anna?

—¿Sí?

—No hables más. —Sonríe.

—Está bien —susurro, pasando mis dedos a lo largo de su labio inferior. Mi mente
está corriendo más rápido que mi corazón, pero no estoy segura de cómo
detenerlo. No quiero detenerlo. Quiero devorar todo de él. Quiero saborear su boca
y olor, su champú y luego morir con este recuerdo, de inmediato y rápido, antes de
que nada pueda alejarlo.

Se mueve más cerca para besarme otra vez, pero empujo mi mano contra su pecho.
—Sam, quiero decir, está bien. ¿Tienes algo? —Espero el destello de
reconocimiento que se eleve en su rostro.

—Sí —dice, asintiendo con la cabeza y alcanzando su sudadera a mi lado. Oigo el


crujir del papel mientras lo desgarra para abrir el condón.

—¿Estás segura? —pregunta.

—Sí.

Sam me besa duro, respirando por su nariz mientras se baja la cremallera, se


desata, se desabrocha, y tira de nuestra ropa hacia abajo, besando mi estómago a
medida que avanza. Su boca se mueve lentamente de nuevo en mis labios,
murmurando en voz baja mientras envuelvo mis piernas alrededor de él y lo
empujo adentro.

No duele exactamente… es sólo un tipo de… extraño. Al principio contengo mi


respiración, mis pantalones cortos y mi bikini están al fondo aferrándose
lánguidamente alrededor de uno de mis tobillos como si escaparan a tiempo y
ahora tienen que sentarse a través de todo el acto sin hacer ningún ruido, para no
ser descubiertos.

FORO PURPLE ROSE 150


Twenty Boy Summer Sarah Ockler
Sam enredó sus manos en mi pelo, empujando adelante, adelante y adelante contra
mi cuerpo como las olas delante de nosotros. Siento su ritmo y relajación mientras
mis hombros y mis caderas cavan fosos en la arena debajo de nuestra manta. A
través de la seda de su pelo, miro la luna baja y naranja, degustando la sal de su
piel en mi boca, respirando con dificultad, esperando que las estrellas caigan a
nuestro alrededor.

Pero no se caen.

Simplemente se desvanecen, mirando al silencio, deteniéndose sobre las


precipitadas olas hasta que Sam se desenreda de mi cuerpo y me incorporo,
poniéndome mi ropa de nuevo.

El brillo del cielo nocturno palidece con la menguante marea, evaporándose en el


amanecer rosa con el albatros que he abandonado de una vez.

De alguna manera, no me siento diferente de cómo me sentía frente al espejo de


nuevo en la fiesta. No soy mayor. No soy más inteligente. Nada en las turbias aguas
de mi vida ha sido de repente clarificado, o desmitificado ahora que soy un
miembro del club secreto.

Sam está tendido con sus ojos cerrados, sus brazos cruzados sobre su pecho. —
Quédate conmigo, Anna Reiley —susurra soñoliento, sonriendo. Me agacho y toco
su estómago con dedos suaves.

—Sólo voy a enjuagarme mis pies. Volveré enseguida. —Engancho mis sandalias
en un dedo y camino descalza hasta la orilla del agua, mis pantalones cortos
desabrochados colgaban sueltos sobre la parte inferior de mi bikini. Andando por
la arena, los flecos se pegaron a mis muslos como telarañas mojadas.

Dejé que el agua lamiera mis pies y esperé a una señal de que estaré bien, que lo
que hice está bien, que todo está bien. Miro por encima de la espuma del océano y
espero.

Las olas susurran contra la orilla como lo han hecho durante toda la noche,
conocedoras y sabias e inalterables.

La arena y la desaparición de la luna, y las sombrillas de la playa del hotel están


cerradas como las flores al atardecer, sentadas todavía, inalterables, sin afectarse.

El mar emerge hacia adelante hacia los dedos de mis pies, sólo para retroceder, su
superficie opalescente en la arena se evapora al instante. Tomé la mágica píldora, y
ahora ya está hecho.

Me enjuago mis manos en el agua y me vuelvo hacia Sam. Después de cinco


minutos. Está sentado ahora, mirándome con sus brumosos ojos verdes,
temblando y sonriendo.

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Twenty Boy Summer Sarah Ockler
—¿Qué? —pregunto, cavando en la arena con mis pies, ocultando mi propia
sonrisa.

—No te muevas, Anna Reiley —dice—. En este momento, todo es perfecto.

FORO PURPLE ROSE 152


Twenty Boy Summer Sarah Ockler

Capítulo 24
Traducido por Genesis_480
Corregido por Anne_Belikov

C
aminamos por la playa al amanecer, con los brazos cerrados, la cabeza gacha,
escaneando la arena húmeda, que pasaba por debajo de nuestros pies. Mis
bolsillos se hicieron más pesados con cada pieza de vidrio de mar que
recogía: verdes, azules, blancos, ámbar. Después de tres semanas en la playa,
todavía estaba sorprendida de que las piezas de cosas que alguna vez fueron un
conjunto, una parte de otra cosa, puedan romperse y caer en el océano, viajar miles
de kilómetros y años para terminar aquí, pasajeros en los bolsillos de mi sudadera
blanca.

El resto de la playa se vino a la vida, preparándose para los turistas de la mañana.


El personal del hotel corría por toda la playa como pequeñas hormigas, en
pantalones cortos color caqui y camisas de polo en tonos pastel, limpiando,
enderezando, anticipando. Como los paraguas se abrían y se extendían sus pétalos
de color blanco y amarillo contra el sol, Sam me sonrío.

—¿Estás bien, Anna? —preguntó él.

Yo metí mis manos en mis bolsillos, sintiendo el frío vidrio liso entre mis dedos,
recordando algo que leí en una de las tiendas de baratijas en el Boulevard Luz de
Luna con Frankie y Jayne.

—Los pedazos de vidrio del mar supuestamente son las lágrimas de la sirena loca
de amor —le dije a Sam—. Ella fue desterrada al fondo del océano por toda la
eternidad por el Rey Neptuno, porque se enamoró de un capitán de un barco y lo
salvó de una tormenta.

Sam asiente. —Si, ya lo he oído antes. Hay todo tipo de refranes como ese por aquí.
Pero a veces tú tienes que tomar las cosas sólo por lo que son y apreciarlas, no
tratar de etiquetarlas o explicarlas. Las explicaciones le quitan el misterio, ¿sabes?

—Supongo. —Me agaché para recoger un pedazo de vidrio turquesa que vi debajo
de mis pies, y ahí fue cuando lo vi, oscuro y profundo, que sobresalía de la arena
mojada—. ¡Oh dios mío, mira!

Me levanté y extendí mi mano para que Sam la inspeccionara.

—Wow —dice él, agarrando el vidrio y sosteniéndolo hacia el sol—. El rojo, es


como, el color más raro que hay. Tienes mucha suerte de siquiera haberlo visto.

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Twenty Boy Summer Sarah Ockler

Yo tomo la pieza rojo oscura, del tamaño de medio dólar de él y sonrío, mirando al
otro lado del océano. Le dije a Matt en mi carta antes de que nos fuéramos que
encontraría una pieza sólo para él, pero ahora que está realmente aquí, brillando
en mi mano, sé que él querría que yo hiciera algo más con ella.

La levanté sobre mi cabeza y la lancé tan fuerte y tan lejos como pude hacia el
océano.

Deja que alguien más tenga un día afortunado, Anna.

Sam se ríe. —Hey, loca, ¿por qué hiciste eso? Probablemente no volverás a ver algo
como eso otra vez en toda tu vida.

—Cierto. Pero yo si lo vi. Y ahora alguien más puede también.

—No lo entiendo.

Me encogí de hombros y sonreí. —Las explicaciones toman el misterio de las cosas,


¿verdad?

—Um, cierto. —Sam se rió y me envolvió en un cálido abrazo.

Caminamos el resto del camino hacia la casa de Eddie con nuestros brazos
alrededor del otro, un feliz cansancio amenazando con poseernos. Mi piel tenía
pelos de gallina por la fría mañana, pero estoy caliente y optimista por dentro,
mareada por la falta de sueño, por la manera en que me siento junto a Sam, y el
cristal de mar rojo, señal del universo o no.

Cuando nos acercábamos a la casa, una mata de brillante pelo castaño rojizo
brillaba proveniente de las escaleras que llevaban al patio trasero. Cuando veo la
camisola de color claro, lo sé.

—Es Frankie. Ella debió haber esperado por mí o algo. Me pregunto… ¿dónde
estará Jake?

—Él tiene una clase temprano, probablemente tuvo que irse. Hablando de eso,
tengo que estar en el trabajo en tres horas. Estoy en un doble turno esta noche.

—¡Apenas puedes mantenerte en pie! —Lo empujé ligeramente, dejándolo sin


balance para demostrar mi punto.

—Nah. Sólo necesito como una hora de sueño, luego tomaré algo de café. Estaré
bien.

—Okay. —Saludo con la mano a Frankie. Ella estaba sentada en las escaleras
observándonos, esperando que yo le prestara atención a ella.

—¿Las veremos después? —Sam preguntó.

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Twenty Boy Summer Sarah Ockler

—Tal vez iremos por unos batidos. De otro modo, definitivamente esta noche. —Él
sonríe y me abraza, besándome en los labios y en la frente antes de correr por la
playa, y me descubro a mí misma sonriendo.

Así que yo podría.

Amarlo.

Para siempre.

A juzgar por el estado de contaminación en la cima de las escaleras, la fiesta había


emigrado desde el patio trasero al a playa después de que nos fuimos. Empecé a
caminar a través de un camino lleno de botellas y platos de papel para llegar a
Frankie. Su cabeza descansaba contra su mano en la barandilla y parecía que había
dormido tanto como yo.

—Hey —digo, esperando que ella notara algo diferente en mí—. ¿Qué estás…?

—Tú. —Ella no se mueve cuando habla, y no hay nada cálido o feliz en su tono—.
Necesitas permanecer muy alejada de mí.

—Frankie, ¿de qué estás hablando? —Trato de recordar cualquier cosa que pude
haber hecho o dicho la noche anterior para molestarla, pero nada viene. Ella estaba
bien cuando me fui con Sam. Y hacer que dejara los A.A. era su misión, de todos
modos—. ¿Qué te pasa?

Ella se levanta para enfrentarme. Su expresión, como su voz, es vacía y llana.


Negras rayas de máscara seca están por su piel debajo de sus ojos.
Inmediatamente, mi corazón se detiene.

—Frankie, ¿Qué paso? ¿Es Jake? ¿Algo paso con él? ¿Te lastimó?

Ella se queda mirándome duramente, sin pestañear, su respiración incluso


calmada. Sus ojos eran más que grises. Más allá de heridos. Más allá de importarle.

Sólo la he visto así otra vez, en el vestíbulo del hospital cuando el doctor salió con
el capellán para decirnos que no pudo salvar a Matt. Jayne sólo se desmayó, y Red,
sosteniendo una bolsa llena de las cosas de Matt gritó: “¡No! ¡No! ¡No!”. Una y otra
vez. Frankie sólo miró a sus padres, la misma cara fantasmal, ningún sonido,
derramando lágrimas por sus mejillas.

—Frankie, Háblame. ¿Algo pasó en la fiesta? ¿Qué está pasando? ¿Deberíamos


llamar a alguien? —Mi voz era débil, moviéndose rápido. Si la tocaba, podría
romperse. Desearía que Sam todavía estuviera aquí—. Por favor, háblame.

Aprovecho la oportunidad y pongo la mano en su hombro, accionando un


interruptor invisible. Ella se estremece, devolviendo su cuerpo a donde ella estaba

FORO PURPLE ROSE 155


Twenty Boy Summer Sarah Ockler
visitando. Sus ojos se vuelven salvajes, furiosos. Su cara se vuelve roja y sus
hombros se sacuden violentamente, apenas conteniendo la lucha dentro de ella.

—¿Hablarte a ti? ¿Hablarte a ti? —Ella pregunta—. Está bien, hablaré contigo,
Anna Reiley. Así que, ¿Dónde estabas anoche? —Su voz aguda y forzada, burlona.

—Frankie, yo estaba con Sam en el Vista. Te lo dije antes de que nos fuéramos.
¿Recuerdas?

—¿Con él? Como en… ¿con él, ¿con él?, ¿con él?

De repente estoy apenada y avergonzada. Yo no esperaba que mi mejor amiga


reaccionara así cuando le dijera sobre anoche. —Yo estaba tratando de decírtelo.

—Oh, por favor. Guárdatelo. Tú no ibas a decirme una mierda.

—Frankie, tú sabes que yo no me guardaría algo como esto de ti.

—Es eso así. —Ella lo dice, en lugar de preguntar—. ¿Justo como me dijiste sobre
esto? —Ella se vuelve y pone algo frente a mi cara, su mano con los nudillos
blancos y temblando. Cuando veo el rectángulo morado, me toma unos pocos
minutos darme cuenta de lo que es, para juntar las piezas. Es como cuando la Tía
Jayne reordenó la habitación de Frankie la última vez. Todas sus cosas todavía
estaban ahí, pero no era donde se suponía que debían estar. Seguíamos
despertando y olvidando donde estábamos.

La imagen de los dedos bronceados de Frankie alrededor de mi diario es algo


sacado de una película de ciencia ficción. Esos eran sus verdaderos dedos. Ese es
mi diario real. Pero la yuxtaposición de dos objetos formalmente desconectados no
pertenece a esta dimensión.

—Ese es mi… mi…—No puedo hablar. Mis rodillas flaquean. Esa vieja y caliente
sensación punzante corría por mi espalda y cuello. El sonido de las olas en la orilla
se amplifica. Puedo sentir la sangre desde mi corazón hasta mis venas y de vuelta
de nuevo. Estoy hiper-consciente. En cámara lenta. Culpable y enojada.

Yo arremeto contra ella, intentando alcanzar el diario, pero sus pies son rápidos, y
ella retrocede hacia el agua.

—Aquí está uno bueno. —Ella lee de una entrada al azar—. “Querido Matt, hay
tantas cosas que quiero decirte. Todos los días algo pasa en la escuela que me hace
querer regresar a casa y decirte, pero no puedo”. O qué hay de esta. “Querido Matt,
algunas veces me pregunto si alguna vez va a dejar de doler”.

Frankie pasaba por las páginas, gritando mis miedos y recuerdos a través del vasto
océano, liberándolos de sus cárceles de papel plano y rompiéndome en pequeños
pedacitos.

—Frankie, ¡por favor detente! —Es apenas un susurro.

FORO PURPLE ROSE 156


Twenty Boy Summer Sarah Ockler

—“Querido Matt, tu hermana está fuera de control. Desearía que estuvieras aquí,
no sé como ayudarla. Anoche ella salió con este tipo de la escuela al campo de
soccer y…”

—¡Detente! —Traté de gritar, pero aun así sale como un susurro.

—¿Tú piensas que lo sabes todo? —Ella grita—. Para tu información, ¡yo ni
siquiera dormí con Johan! Salimos todo el camino hacia allí, ¡y él ni siquiera quiso
estar conmigo!

—¿Qué?

—¡No pasó! ¡Yo no dormí con el! Y mientras estamos en el tema de la verdad, yo
tampoco dormí con Jake. ¿Feliz ahora? ¿Quieres poner eso en tu pequeño libro de
reportes?

No puedo creer lo que estoy escuchando. Abro mi boca para decir algo frío y
molesto, pero ningún sonido sale. Todo lo que puedo hacer es agarrarme del aire
por mi diario, mis pensamientos escritos como los niños perdidos de mi alma.

Frankie toma otro paso hacia atrás, todavía ojeando las páginas.

—“Querido Matt, finalmente llegamos a California, y es exactamente como me lo


dijiste. Te siento aquí con nosotros, yo creo que Frankie también lo hace”. ¡Cómo te
atreves a escribir aquí sobre mí! ¡Como te atreves a escribirle a mi hermano! ¿Tú
crees que porque te le insinuaste unas pocas veces él se preocupaba por ti? ¿Tú
crees que él no te habría abandonado en el segundo en que encontrara una nueva
chica en Cornell? ¡Supéralo!

Lágrimas corrían calientes por mis mejillas. Mi garganta se cerró. Mi corazón se


rompió, y estoy completamente paralizada.

Frankie tira de la portada y trata de arrancarla de su metal en espiral, teniendo


éxito sólo en parte. La portada se mueve de lado a lado en la brisa como un ala rota,
revelando la foto que yo miraba cada noche desde que murió. El brazo de Matt
alrededor de mi hombro, trozos de pastel y chispas de colores y hierba pegada en
nuestra ropa y cabello, todo cálido y rosa en el brillo del atardecer, todo el verano
se extendía delante de nosotros.

Después de que él murió, yo pasé horas mirando la foto, repitiendo la fiesta en mi


mente, poniendo las dos imágenes dimensionales de vuelta a la vida, llevándonos
de vuelta ahí. Pudimos decirle a Frankie de inmediato. Pudimos estar juntos.
Pudimos escaparnos de Custard e ir directamente al hospital y decirles que
arreglaran a Matt antes de que nada malo pasara.

Aclaro mi garganta y encuentro mi voz de nuevo, más fuerte esta vez. —


Devuélvelo, Frankie. No tienes ningún derecho a leerlo, y no tienes ningún derecho
para romperlo. Devuélvemelo.

FORO PURPLE ROSE 157


Twenty Boy Summer Sarah Ockler

Ella me mira con unos ojos locos, perdidos. —No, no lo creo. —Estoy desesperada.

—Frankie, por favor devuélvemelo. Por favor. Siento no habértelo dicho. Pero es
todo lo que me queda de…

—Anna, él era mi hermano. Mío. ¡Tú no tienes ningún derecho a tener nada de lo
que queda de él! —Como la declaración dejó su boca, ella volteó su espalda hacia
mí y corrió a la orilla arqueando su brazo tras ella, la más rara lagrima roja de
sirena brillando en su brazalete como la piedra que tiré de vuelta al océano sólo
hace unos latidos de corazón.

—¡Frankie, no! —Corro hacia ella pero mis piernas se sienten pesadas, como si
estuviera atrapada en una horrible pesadilla. La atrapo y agarro el fondo de su
camisola, haciéndola caer en la arena.

Pero el diario ya no está en sus dedos.

Está navegando a través del aire, aterrizando plano en el agua con un plop
aburrido.

Flota por un momento, moviéndose hacia detrás y delante con la corriente,


dándome una última oportunidad de recuperarlo. Me levanto y corro hacia el agua
detrás de él, empujando contra la marea con brazos pesados y piernas pesadas,
empujándome a nadar y estirarme y alcanzarlo.

—¡Anna! ¡Déjalo! ¡Déjalo ir! —Frankie grita desde la orilla con el agua hasta las
rodillas.

Yo sigo nadando hacia él, pero la corriente es muy fuerte, arrastrando mis piernas
y brazos y quemando mis pulmones hasta que no puedo mantener mi cabeza sobre
ella sin luchar. Mientras pateo y me devuelvo a aguas menos profundas, la marea
mueve el diario completamente fuera de alcance, rodeándolo, dándome un último
vistazo a las páginas deformadas antes de absorberlo a las profundidades del
océano.

Mi corazón late en mil trozos de vidrio roto, cada uno latiendo separadamente,
dolorosamente.

Lo he perdido de nuevo.

Cuando salgo del agua, me siento con fuerza en la orilla, pongo mi cabeza en mis
manos y lloro hasta que no tengo huesos. No me importa lo que piense Frankie. No
me importa si los invitados de la fiesta o el personal del hotel me ven aquí afuera.
Ni siquiera me importa si Sam regresa y me encuentra aquí, ojos hinchados y la
nariz congestionada y el corazón roto. Mi mejor amiga está estropeada en la arena
junto a mí como una muñeca de papel mojada.

Mi virginidad se ha ido.

FORO PURPLE ROSE 158


Twenty Boy Summer Sarah Ockler

El océano se ha tragado mi diario.

Y me toma toda la fuerza que me queda para no bucear de nuevo y seguirlo abajo,
abajo, profundo en el fondo del mar, perdido para toda la eternidad como la rota,
desterrada sirena.

FORO PURPLE ROSE 159


Twenty Boy Summer Sarah Ockler

Capítulo 25
Traducido por Flochi
Corregido por Mona

L
a culpa por no contarle a Frankie de Matt y yo es abrumadora, pero
empalidece al segundo lugar frente a la violación de que ella lea mis privados
y crudos pensamientos y los destruya. Ella irrumpió en mi corazón
celosamente guardado, robó la única conexión restante que tenía con Matt, y lo
convirtió en una monstruosidad. Para empeorar las cosas, durante todo el tiempo
que se la pasó educándome las primeras veces y los ensayos de desnudarse como
la Reina del Amor, ella estaba llevando una carga igualmente pesada e incómoda;
ella no era más experimentada que yo.

No puedo siquiera mirarla.

Por parte de Frankie, no puede mirarme, tampoco. Después que derramamos todas
nuestras silenciosas lágrimas en la playa, se dirigió a la casa de Eddie sola.

Le dijimos a Red y Jayne que volveríamos antes del almuerzo. Si aparecíamos antes
del desayuno húmedas y con los ojos hinchados, ellos se darían cuenta de que algo
estaba mal. Tenemos que esperar aquí afuera.

Subo las escaleras hasta el patio trasero, las piernas y el corazón presionados por
la tristeza y la fatiga. Unas cuantas personas se acamparon en las tumbonas que
bordean la piscina, inconscientes e inafectadas de la batalla de gritos de mi y de
Frankie más temprano. A través de la entrada trasera, pasé sobre la masa arrugada
y durmiente de un chico cuya ropa reconozco del club de fans de apestosa cerveza
de anoche. Di unos cuantos pasos más en la cocina antes de detenerme en seco por
un muro de hedor y suciedad. El olor de vómito de alguien se anunciaba a sí mismo
orgulloso, alargándose e intentando ahogarme. Cajas abiertas de pizza y cortezas
sueltas desparramadas por toda la cocina, la puerta convertida en mesa había sido
derribada sobre el taburete del bar, y una capa de arena mezclada con una película
pegajosa de cerveza derramada cubría cada superficie plana a la vista.

Yo nunca había olido un cuerpo en descomposición, pero me imagino que esta casa
se encontraba bastante cerca.

El lugar es silencioso, salvo por la disonancia de un ronquido colectivo y el suave


murmullo de los altavoces estéreo con música de fondo. Un montón de
desarrapados de la última noche de Gente Hermosa están acurrucados en distintos
niveles de desorden en el piso de la sala de estar, apestosos, con resaca y
manchados con maquillaje y cerveza.

FORO PURPLE ROSE 160


Twenty Boy Summer Sarah Ockler

Encuentro mi camino para volver al pasillo, abriendo tres puertas antes de


encontrar el armario donde dejé mi mochila junto a la de Frankie. La de ella no
está, pero la mía sí. Bajo su cremallera lentamente, esperando que por sobre todo,
que las últimas horas hayan sido sólo una ilusión inducida por una neblina eufórica
de Sam.

El frente de la mochila está vacío. La parte del medio contiene todo lo que empaqué
la noche pasada, salvo por la única cosa que realmente importaba.

Con mi mochila, me encierro en el baño que descubrí anoche. Afortunadamente,


nadie está desmayado en la bañera, por lo que me doy una ducha caliente rápida y
abrasadora, auxiliada con el lujoso baño y los productos para el cuerpo que
recubrían la pared de la ducha.

Después de la ducha, me pongo los pantaloncillos cortos y la remera rosada que


traje para dormir, empujando mis ropas húmedas en el bolsillo del medio.
Mientras limpiaba el vapor del espejo, mi rostro entra en foco y luce, para mi
sorpresa y decepción, exactamente como lo recuerdo. Sin contar la resaca
emocional recién adquirida, con ojos inyectados de sangre hinchados y ceño
cansado, el rostro normal de la vieja Anna, el mismo de ayer a la noche… nada
nuevo o mejorado sobre él.

En la parte principal de la casa, lanzo un vistazo al perímetro para asegurarme que


Frankie no está en las proximidades y encuentro un espacio en el suelo cercano al
estudio de la sala principal. Al otro lado, Eddie está desmayado en un sofá de cuero,
vistiendo un sostén de encaje negro relleno con servilletas sobre su remera verde.

Escucho el océano y los ronquidos repiqueteando suavemente a mí alrededor.


Cierro mis ojos y ralentizo mi respiración, pero el sueño me evade. Hace dos años,
imagine este momento de manera muy diferente… acostada en el suelo al lado de
Frankie, riendo tranquilamente mientras le contaba mí tarde, planificando
nuestras actividades para los días finales de la A.B.S.E.

En vez de eso, había pensamientos de Frankie apretando mi pecho y perforándome


con flechas negras de ira.

Mi mente se dispersa entre los recuerdos placenteros de los labios de Sam contra
los míos y la intolerable tristeza de ser traicionada por alguien que quería y al que
le confiaba mi vida entera.

Creo escuchar a alguien llamándome de la puerta delantera y me pregunto


brevemente dónde habrá terminado Frankie. Antes de que pueda sacudirlo de mi
imaginación, lo escucho una segunda y una tercera vez.

—¡Servicio de limpieza! ¡Servicio de limpieza!

El anuncio precede a unos cuantos golpes rápidos y el tintineo inconfundible de


llaves en la cerradura.

FORO PURPLE ROSE 161


Twenty Boy Summer Sarah Ockler

—¿Sr. y Sra. Donovan? ¿Hay alguien en casa? —La puerta se abre, dejando pasar
los rayos del sol que caen violentos sobre el rostro de Eddie, pero él no se molesta.
Yo me deslizo al interior de la oficina, así puedo mirar con seguridad el drama de
otra persona sin ser involucrada en él.

—¿Qué… ¡Buen Dios, muchacho! ¿Hay alguien muerto aquí? —Los accesorios de la
señora de la limpieza abren la puerta delantera, ella con su aspiradora de potencia
industrial se dirige al sofá donde Eddie finalmente se mueve.

—Hola. —Él bosteza, un sobreviviente solitario de las secuelas de la tormenta de la


fiesta, varado en el medio de una zona de Guerra plagada de cuerpos, botellas,
colillas de cigarrillos, prendas de vestir desperdigadas, cortezas de pizzas, vasos de
plástico, fragmentos obligatorios de la cara escultura rota, y arena.

—Edward, ¿dónde están tus padres? —pregunta ella, doblando sus brazos
rechonchos sobre su pecho.

Eddie se sienta lentamente e inspecciona los daños. —No te preocupes, Maggie. —


Le dice con su voz soñolienta—. No tienes que limpiar esto. Yo me ocuparé.

—Mmm-hmm. ¿Cuándo regresan?

—Mañana, creo.

—Debe haber sido una fiesta. —dice ella, agarrando su pecho con ambas manos y
asintiendo a la lencería de Eddie.

—¿Qué dem…? —Eddie levanta la mano para tocar el encaje contra su cuerpo y
sacude su cabeza, claramente sin recordar cómo llegó eso ahí.

—Bien entonces. Solamente llame si necesita algo, Edward. —Patea una botella de
la puerta, arrastra la aspiradora, y deja que la puerta se cierre de golpe. La botella
rueda por el suelo y descansa contra una caja de pizza cerca del pie de Eddie.

—Mierda. —Se inclina sobre el sofá con la cabeza entre sus manos, sin hacer
ningún esfuerzo por quitarse el sostén.

—¿Destrozado? —pregunto, saliendo de mi nido en el otro lado de la habitación.

—Nah, sólo un dolor de cabeza.

—¿La encargada de la limpieza no le avisará a tus padres?

—Probablemente. Pero no importa, siempre y cuando limpie todo. Es siempre lo


mismo cada verano. No tienen tiempo para preocuparse.

FORO PURPLE ROSE 162


Twenty Boy Summer Sarah Ockler
Me giro para hablarle a Frankie. ¿Ves? Hay un montón de padres a los que no les
importa. Pero entonces recuerdo que Frankie no está a mi lado, y por cierto, que la
odio.

Le ofrezco mi ayuda a Eddie para empezar la limpieza, pero él se niega.

—Maggie volverá —dice—. Es un pequeño juego que jugamos. Finge estar


sorprendida y preocupada, y después se marcha. Me levanto y echo a todo el
mundo. Entonces ella vuelve y me ayuda a ponerlo todo en orden.

—Le debes gustar.

—No realmente. Le gustan los cien dólares que le tiraré más tarde. —Eddie pone
algo de café y empieza la tarea de despertar a los muertos que están postrados por
toda la casa, la piscina cubierta y el patio. Le pregunto si vio a Frankie entrar antes.

—Sí, está arriba. Debieron haber bebido mucho anoche. ¡Ambas tienen un aspecto
de mierda!

Fuerzo una sonrisa. —Me han llamado peor. —Hace unas cuantas horas, en
realidad.

Me preparo una taza de café negro en la cocina y espero por la Princesa Perino.

Probablemente puedo nombrar a unas siete mil personas con las que preferiría
caminar por la playa esta mañana, pero no podemos arriesgarnos a aparecer por
separado en la casa. Por lo que Tío Red y Tía Jayne saben, pasamos un tiempo
súper-divertido en la súper mega pijamada de Jackie y Samantha, permaneciendo
sonrientes hasta muy tarde, peleando con almohadas y contestando cuestionarios
Cosmo por lo que necesitamos unas cuantas horas en nuestras propias camas
recuperando el sueño.

Una hora después, Frankie baja pisoteando las escaleras, repleta de maquillaje
cubriendo cualquier evidencia de agitación. Para mi beneficio, hace un gran show
abrazando a Eddie despidiéndose y dando las gracias por la —aturdidora—, fiesta.
Después, sin siquiera girar su cabeza remotamente en mi dirección, tironea su
mochila sobre su hombro y se dirige a la puerta trasera y baja a la playa, barbilla
elevada, estómago dentro, hombros caídos, pecho afuera… un feroz fénix castaño
rojizo elevándose de las cenizas de la ruptura con su mejor amiga.

FORO PURPLE ROSE 163


Twenty Boy Summer Sarah Ockler

Capítulo 26
Traducido por Dani
Corregido por Tibari

M
antuve un ritmo de distancia seguro detrás de ella, con mis enredados
sentimientos oscilando entre el arrepentimiento y el enfado, pasando más
tiempo en el segundo. Frankie no miró sobre su hombro ni una vez,
segura de que no la dejaría ir demasiado adelante. Ella sabe tan bien como yo que
si no aparecemos juntas actuando con naturalidad, vamos a tener que dar muchas
más explicaciones.

Corro los últimos treinta metros para asegurarme de que subimos las escaleras del
patio trasero juntas, sonriendo, dibujando perfectos rayos de sol llegando a casa de
nuestra noche de chicas. Red y Jayne están en la cocina cortando algo para el
almuerzo, en ese justo momento.

—¡Hey, chicas! —dice la Tía Jayne, secando sus manos sobre sus pantalones
cortos—. ¿Cómo estuvo la fiesta de pijamas?

—Bien —dijimos en un tono de muertos.

—No parece que consiguieras dormir mucho —dice el Tío Red desde detrás de su
periódico.

—Papá, realmente no duermes cuando vas a dormir en la casa de un amigo.

—Perdona mi ignorancia —dice, doblando el periódico y dejándolo sobre la


mesa—. ¿Qué hicistes?

—Toneladas de cosas. ¿Cierto, Anna? —La voz de Frankie es alta y despectiva.

—Oh, ya sabes —digo, agarrando una manzana del mostrador y tomando un


enorme y exagerado mordisco—. Bebida. Chicos. Lo normal.

Los ojos de Frankie se agrandaron, pero Red y Jayne sólo rieron. Nunca se les
ocurriría que estoy diciendo la verdad.

—En ese caso, voy a ir con ustedes la próxima vez. —La tía Jayne guiña un ojo y
dispone sándwiches y tortillas de chip27 sobre la mesa, mirándome durante un
27
Son aperitivos de harina de maíz aplastada y frita en aceite vegetal. Se parecen mucho físicamente a
los Doritos o Nachos.

FORO PURPLE ROSE 164


Twenty Boy Summer Sarah Ockler
segundo demasiado largo. Después de esa primera noche en el porche, no
hablamos sobre Matt y Frankie otra vez. Me pregunto si ella podía ver la distancia
entre su hija y yo ahora, llegando inesperadamente como una bandada de gaviotas
después de otra noche de juerga… otro intento fallido de olvido.

Dejamos nuestros bolsos en la sala de estar y tomamos nuestros lugares alrededor


de la mesa, poniendo las poses más naturales que podíamos manejar. Estaba tan
cansada que debo haber empezado a alucinar. Mi corazón se sentía como si
estuviera bombeando miel por mis venas, y mi cuello estaba caliente como si
esperara por el próximo comentario mordaz de Frankie.

No vino, sin embargo. Me disparó unas pocas miradas desagradables más cuando
Red y Jayne no estaban prestando atención, a las que yo incondicionalmente
respondí, pero su boca estaba cerrada. Me forcé a comer la mayor parte de mi
sándwich y unas pocas patatas antes de excusarme a nuestro dormitorio para una
muy necesaria siesta.

—Está bien —dice el Tío Red—. Te despertaremos más tarde para la cena. Ustedes
decidirán a dónde vamos a ir… donde quieran.

—Gracias, Tío Red. —Puse mis platos en el fregadero y me encaminé por las
escaleras. Contagiándome con una repentina enfermedad mortal para evitar fingir
mi comportamiento por una tarde con Frankie, probablemente eso está fuera de
pregunta, así que me resigné a eso, a esforzarme sacándolo de mi mente, y me
arrastré entre las frías sábanas blancas de mi cama, temporalmente borrando las
últimas horas de mi existencia. ¡Poof!

Unas horas más tarde, Frankie me despierta pateando el costado de mi cama.

—¿Qué? —suelto.

—Levántate. Vamos a ir a cenar en quince minutos.

—Oh, gracias por avisarme con anticipación.

—Lo que sea.

Después del festival del amor, Frankie y yo nos arreglamos para la cena en silencio,
trabajando alrededor una de la otra como si la próxima en hablar o hacer contacto
visual directo se convertiría en piedra. Cada pocos minutos ella mira en mi
dirección, y yo en la de ella, esperando por una apertura, una sonrisa, una
comprensiva inclinación de cabeza… cualquier indicación de que siquiera nos
volveremos a hablar alguna vez.

Pero nada vino.

Nada de Frankie, que probablemente olvidaría los eventos del universo por
llevarse a Matt antes de siquiera considerar perdonarme por no contarle lo que
sucedió entre nosotros.

FORO PURPLE ROSE 165


Twenty Boy Summer Sarah Ockler

Y ciertamente por mi parte también. Por mucha diversión que haya tenido con
Frankie, por mucho que la quiera y quiera pasar todas las vacaciones que vengan
con ella, por mucho que quiera preocuparme de ella por Matt… sé que nunca será
de la misma forma otra vez.

Después de varios minutos incómodos, Frankie finalmente rompe el silencio, con


lágrimas deslizándose con chirriantes susurros.

—¡Simplemente no veo cómo pudiste no haberme contado sobre eso!

—Oh, ¿en serio? —Solté un susurro de regreso, pasando un peine por mi cabello—.
Debería haberte dicho lo de Matt, pero ¿está bien para ti haberme mentido sobre
Johan y Jake?

—¡Eso es completamente diferente y lo sabes!

—¡Deja de intentar justificar tu mierda, Frankie! ¡Estoy harta de eso!

—¡Chicas, vamos! —Red llama desde las escaleras—. ¡Vamos a cenar, no a la


graduación!

—¡Cinco minutos, Papá! —grita Frankie, girándose hacia mí—. Oh, ¿entonces se
supone que soy un horrible monstruo de amiga, huh? ¿Hice que vinieras a este
viaje, hice que perdieras tu estúpida virginidad e hice que mintieras sobre Matt?

Agarro su muñeca y encuentro sus ojos, casi nariz con nariz.

—¿Sabes algo, Frankie? He acabado. —Empujo su brazo lejos y rápidamente reviso


mi cara en el espejo.

—No te molestes —dice a mi reflejo—. Nadie se dará cuenta.

Toda la noche, Frankie es una imagen de buenos momentos y luz del sol,
hablándoles a Red y Jayne sobre chicas que no existen, juegos que nunca hemos
jugado, y películas que no hemos visto, ocasionalmente mirándome para agregar
un detalle secundario o un “Oh, ¡recuerdo eso! ¡Es tan gracioso!”. Red y Jayne
parecían divertidos, una fotografía perfecta de unas vacaciones normales con su
hoja normal y su normal mejor amiga. ¿Qué podría ser mejor?

—Estoy tan contenta de que hayamos hecho este viaje juntos —dice la tía Jayne
tomando la mano de Frankie sobre la mesa en el Restaurante Costero de Shelly—.
Quizás deberíamos regresar el próximo año.

—Tal vez incluso podamos invitar a Helen y Carl para que vengan —dice el Tío
Red.

—¡Eso suena genial, Mamá! —Frankie me lanza otra mirada desagradable—.


Lástima que no nos podamos quedar otras pocas semanas, ¿huh, Anna?

FORO PURPLE ROSE 166


Twenty Boy Summer Sarah Ockler

Pienso en Sam y sonrío.

—Sí, lástima.

Después de cenar, los Perinos nos llevan al muelle. Debe ser el último fin de
semana de todos en la playa… el lugar está a rebosar.

—Está lleno esta noche. —Red se mueve para evitar chocar con un coche de
bebé—. Por qué no cruzamos al otro lado de la playa. No hemos ido a esa parte
todavía.

Bueno, tal vez ustedes no. Pero tu hija y yo ya casi somos nativas de ahí.

Caminamos por la avenida lentamente, Frankie y yo vamos unos pasos detrás con
los puños apretados, con nuestras sonrisas forzadas traicionando nuestro drama
privado.

La Tía Jayne pregunta si nos gustaría detenernos en alguna parte por un postre, y
dado que asentir y sonreír es más fácil que negar con nuestras cabezas e inventar
una razón para no querer un postre, estamos bien con eso sin pensar.

Y dado que el universo ha trabajado en su misteriosa manera propia todas las


vacaciones, esta noche no sería diferente, es el porqué de que ninguna de nosotras
esté particularmente sorprendida por descubrir que Jayne quiere un batido.

FORO PURPLE ROSE 167


Twenty Boy Summer Sarah Ockler

Capítulo 27
Traducido por Anelisse (Traducción S.O.S.)
Corregido por Tibari

U
na sacudida de pánico y emoción brotó simultáneamente. Por el momento,
mi cabeza y mi corazón estaban esquivándolo, tratando de decidir si debía
estar feliz de ver a Sam o rigurosamente asustada si no se ejecutaba algún
tipo de fuego rápido en la planificación de los próximos quince segundos, todo lo
de Jackie y Samantha iba a volar. Frankie se dirige a mí totalmente asustada, el
primer cambio en su expresión en toda la noche, y yo misma maldiciendo por no
pensar en establecer las reglas del juego con Jake y Sam por adelantado.

¡Buenas noches, damas y caballeros! ¡Bienvenidos a la hora de Anna y Frankie!


¡Mentiroso, Mentiroso! Esperamos que hayas disfrutado de nuestro show hasta
ahora. En el improbable caso de que nos encontremos con usted en el lugar donde
trabaja con Red y Jayne Perino a cuestas, sólo tienes que fingir que no nos conoces,
o que son los hermanos homosexuales mayores de nuestros nuevos mejores
amigos, Jackie y Samantha. ¡Gracias, y buenas noches!

La ceja de bebé pájaro de Frankie estaba toda torcida y con miedo, y todo lo que
pude hacer es encogerme de hombros.

Hay una larga fila para conseguir una mesa en “Shack” esta noche, pero eso no
detiene a Jayne. Pensando rápido, anuncio que necesito usar el baño y me abro
camino hacia la parte delantera de la línea en medio de una serie de enojados "¡La
fila comienza ahí atrás!" y "¡No cortes!".

Sam está en el mostrador, haciendo batidos en un tiempo récord. Son necesarios


unos minutos para que él se fije en mí, y yo sigo mirando por encima del hombro
para asegurarse de que Red y Jayne no me pueden ver desde su lugar en la parte de
atrás de la fila.

—¡Anna! —Por fin, me ve cuando pone dos gigantescos Malteadas pequeñas de


Frutilla en una bandeja de una camarera impaciente con una cola de caballo rubia
platino y los ojos demasiado delineados—. ¿Cómo llegaste tan temprano?

Se limpia las manos en el verde delantal de “Shack” y rodea el mostrador para


envolverme en un abrazo. Siento la misma electricidad del entusiasmo, todavía y
miedo, una vez más y fuerzo a mi cerebro para calmar a su contraparte emocional
lo suficiente como para poderme librar del abrazo de Sam y contarle la versión de
cinco segundos de por qué él no puede saber que existo.

FORO PURPLE ROSE 168


Twenty Boy Summer Sarah Ockler
—Lo tengo —dice, riendo—. Pero va a traerte consecuencias. Será mejor que
vuelvas esta noche. —Le prometo que lo haré de regreso al final de la fila para
encontrar los Perinos, esperando que el color de mis mejillas vuelva a la
normalidad antes de que lo noten.

Después de veinte minutos de contar historias inventadas acerca de nuestras


castas aventuras en la playa, estamos sentados en una cabina pequeña y cómoda,
examinando con cuidado las dos páginas de batidos y agitando el menú.

Frankie me coge mirando a Sam y pone los ojos en mí por encima del menú.

Estoy pensando en matarla.

La impaciente rubia platino que había visto anteriormente llevando nuestro


pedido, está sin levantar la vista ni una vez de su cuaderno. Unos minutos más
tarde, Sam se encuentra en el borde de la mesa, guiñándome un ojo a su paso por
nuestras bebidas.

Frankie me da una patada por debajo de la mesa, pero la ignoro, llegando hasta a
tomar mi batido de Vineapple —helado de vainilla, piña fresca y ginger ale—. Los
dedos de Sam cepillan contra los míos, enviando un choque que siento a través de
mi mano y todo el camino hasta mí brazo.

El tío Red agradece a Sam, y viendo a respirar el mismo aire y respondiendo a la


charla de los demás amablemente es como ver los dedos de Frankie otra vez en mi
diario… dos mundos muy diferentes y intencionalmente separados chocan. Quiero
gatear por la paja de mi batido y desaparecer en el mar de helado y ginger ale.

Una vez que Sam vuelve a su puesto detrás del mostrador, Frankie detiene las
patadas y sorbemos por nuestras bebidas aproximadamente dos minutos, ansiosas
por salir de aquí antes de que nadie nos reconozca. Tío Red y Tía Jayne, en cambio,
actúan como si fuera la última tienda de batidos que van a ver, como si los batidos
fueran una especie en peligro de extinción para ser apreciados y saboreados y
tardando el mayor tiempo posible. Cada minuto que pasa, Frankie y yo nos
hundimos más abajo en nuestras sillas, orando al Dios de las molestas
coincidencias de que Jake no aparezca y vuele nuestra portada.

Después de lo que se siente como tres horas, Red paga la cuenta y nosotros
estamos en nuestro camino de regreso al anonimato de la playa llena de gente. Sé
que es arriesgado, pero no me resisto al último adiós a hurtadillas. De pronto
recuerdo que tengo de ir al baño otra vez y emprendo mi camino de regreso a
través de la fila ondulante para los batidos para llegar hasta el contador. Después
de confirmar que no me han seguido, me arrodillo en un taburete vacío y llamo a
Sam.

—Por lo tanto, ¿a medianoche? —le pregunto.

—¿Como a eso de las once?

FORO PURPLE ROSE 169


Twenty Boy Summer Sarah Ockler
—Once y media —le digo—. Y se acabó.

—De acuerdo. —Se inclina y rápidamente me besa en los labios, apenas los toca
antes de que la frenética camarera le grite otro pedido a Sam.

—Nos vemos esta noche. —Él sonríe y vuelve a los cubos de pastel de helado de
detrás del mostrador.

Afuera solo está esperándome Frankie.

—Te tomó bastante tiempo. —Ella chasquea—. Mis padres están comprando
tarjetas postales.

Ella asiente con la cabeza hacia un puesto de periódicos.

—¿Todo bien? —pregunta Jayne cuando nos ponemos al día.

—Sí —le digo—. Sólo un pequeño relleno de los batidos. Frankie está preocupada
de que si trata de entrar en el automóvil demasiado rápido, la falda le va a explotar.

—En realidad, mamá —dice Frankie—, Anna estaba intentando de obtener de


nuevo el número móvil del chico de “Smoothie”, pero él se negó.

—No le gustaba el aspecto de mi media hermana fea —dije.

—Eso, y que Anna no tiene tetas.

—¡Chicas! —Se rió Jayne—. ¿Qué pasa con ustedes dos esta noche? ¿Hay luna llena
o algo así?

—No sé, ¿está Anna aullándole a él?

—De acuerdo, Twinkies. —Tío Red le tiende sus tarjetas postales a Jayne y se
esfuerza por sacar sus llaves—. Vamos a la casa. Todavía nos queda mañana… me
divertiré planeando algo para la última noche.

Asentí con la cabeza. Desde detrás de la espalda de Red y de la confianza de Jayne,


Frankie Perino, asesina de diarios y virgen mentirosa por dos veces… que va a la
escuela media conmigo, me saca la lengua.

El tiempo para pensamientos se ha terminado.

Voy a matarla.

De vuelta en la casa, Frankie pasa más de una hora en el baño preparándose para la
cama. Puedo usar la oportunidad para poner la alarma vibrante en mi teléfono
celular. No quiero que ella les avise cuando esté tratando de escabullirme… lo
último que necesitamos es otra estúpida pelea que podría despertar a Red y Jayne.

FORO PURPLE ROSE 170


Twenty Boy Summer Sarah Ockler
Con la alarma puesta, puse mi teléfono debajo de la almohada, apagué la luz de
noche, y tiré de la sábana sobre mi cabeza, así no tendría que verla esta noche.

No recuerdo haberla oído regresar del cuarto de baño, pero de repente mi teléfono
estaba zumbando sobre mi mejilla, sacudiéndome de un sueño ligero. Usé la luz de
la pantalla para localizar las chanclas y una sudadera que había escondido debajo
de la cama más temprano y observé que la cama de Frankie seguía hecha.

Eso significaba que quizás ella se había dormido en el sofá o la planta baja porque
no podía soportar el hecho de que tuviera relaciones sexuales antes que ella y se
entregaría a Jake en este mismo instante, decidida a recuperar ser el centro del
escenario.

En la planta baja, el sofá estaba vacío y abrí la puerta delantera para confirmarlo.
Abrigué la idea de encerrarla afuera y acercarme sigilosamente por la ventana de
la cubierta, pero podía imaginarme cómo se desarrollaba esa escena. Ella vino
desde detrás y se dio cuenta de lo que pasaba, golpeó salvajemente en la puerta
para despertar a sus padres, y convencerlos de que me amenazaran por escaparme
al encuentro con el chico de “Smoothie” y ella sólo trataba de ir en pos de mí y
impedirme hacer algo estúpido —sorbiendo los mocos—, así como una mejor
amiga debe —sorbiendo los mocos—, cuando accidentalmente cerró la puerta
detrás de ella —sorbiendo los mocos, sorbiendo los mocos—, suspirando.

Sigo el camino que he tomado tantas veces este verano… a través de la parte
delantera, por la calle, atajando a través del patio de un vecino, por las escaleras a
la playa, pasando por el muelle, a través del laberinto del campamento, hasta la
cubierta de “Shack”, para introducirme en los brazos de Sam.

Sin hablar, él me besa fuerte en la boca y le beso la espalda, sollozando y arrugada


en su pecho como un muñeco roto.

FORO PURPLE ROSE 171


Twenty Boy Summer Sarah Ockler

Capítulo 28
Traducido por Maggih
Corregido por Tibari

—A
nna, ¿qué pasa? ¿Qué pasó?

—Frankie… y… yo... no estamos… hablando —dije en una cadena


de hipo.

—¿Tuviste una pelea?

Asiento con la cabeza, abrí la boca para contarle, pero mi cerebro intercepta con un
telegrama urgente: Oye, tonta. Para. Sam no sabe nada de Matt. Para. Cubre el
golpe. Para.

—Hay tantas cosas que no te he dicho, Sam. Yo no sé ni por dónde empezar. —Me
retiro y me apoyo en la barandilla de la cubierta para tomar una respiración
profunda, mirando la luna sobre el océano. Quería que todo fuera diferente aquí.
Yo quería ser alguien más. Anna, la viajera trans-continental, ¡la mujer de la pasión
y la aventura! No Anna, amiga patética que rompe sus promesas y escribe cartas a
los niños muertos.

—Vamos a pasear —dice, con su mano cálida y tranquilizadora en el hombro—. Y


cuando te sientas bien, me puedes decir lo que quieras decirme.

—Está bien.

Paseamos todo el camino hasta la casa de Eddie antes de que yo trabajara lo


suficiente en mi cabeza para comenzar a hablar.

—Es una historia larga y loca, Sam.

—Está bien, Anna Abby. Estoy aquí.

—Muy bien. Hace poco más de un año, había un chico que realmente me gustaba,
de veras... desde que era niño.

—¿Sabe sobre él Frankie?

—Nosotros tres fuimos los mejores amigos. Básicamente, nos criaron juntos.

—Complicado.

FORO PURPLE ROSE 172


Twenty Boy Summer Sarah Ockler

—Mucho. Así que de todos modos, el año pasado en mi cumpleaños, por fin me
besó. —Sam se queda quieto, centrándose en sus pies caminando por la arena. Se
siente raro hablarle de esto por muchas razones, pero las palabras están llegando
demasiado rápido para que me detenga, incluso si quiero.

—Nosotros empezamos a salir todo el tiempo… incluso más que antes. Todas las
noches. Sólo que nosotros no sabíamos cómo decírselo a Frankie, porque no
queríamos que ella se sintiera mal o que la dejábamos de lado o cualquier cosa.

—Tiene sentido —dice Sam.

—Él pensó que sería mejor que se lo contara él mismo, así que le prometí que no
diría nada. Pero antes de que pudiera hablar con ella acerca de esto… —Estuve a
punto de atragantarme con la palabra, tomando mi mano contra el brazo de Sam
para detener nuestra marcha hacia adelante a lo largo de la costa.

—¿Qué hizo él? —Sam pide.

—Él simplemente… él… Lo siento. Espera. —Las palabras de esta historia han
pasado mil veces de mi mano a las páginas de mi diario, pero nunca de mis labios a
los oídos de otro ser viviente.

Tomé unas cuantas respiraciones profundas antes de que fuera capaz de encontrar
los ojos de Sam y decirlo. —Murió, Sam. Murió de un defecto del corazón que nadie
conocía.

Le hablé del accidente de coche y esperé por la disculpa automática. El torpe


silencio, la despedida que no pude darle. Pero Sam sólo me limpia las mejillas con
los pulgares y me abraza.

—He cumplido mi promesa con él. Nunca le hablé a Frankie sobre de nosotros.
Pero cuando estábamos en el Vista la noche anterior, ella leyó mi diario y se enteró.

Sam se aleja de mí. —Espera, ¿está enojada contigo por eso? Pero ¿qué pasa con…

—Hay más, Sam. —Sacudo mi cabeza—. Frankie estaba en el coche, también. Así es
como ella consiguió la cicatriz en su ceja. Nosotros tres somos totalmente
inseparables. Matt es… Matt era… el hermano de Frankie.

Sam me mira, con los ojos y la boca abierta. —Oh mier… quiero decir, whoa.

—Iba a contárselo aquí en sus vacaciones, cuando tuvieran un tiempo a solas.


Estaba tan preocupado por cómo se sentiría ella… quería asegurarse de que ella
estaba bien con él. Se suponía que iban a salir, como, en un mes más. Lo odiaba a
escondida, pero se lo prometí. Un mes no parecía tanto tiempo para guardar un
secreto.

FORO PURPLE ROSE 173


Twenty Boy Summer Sarah Ockler
—Cuando murió, eso fue todo. Cualquier sentimiento se detuvo… Frankie perdió a
su hermano, y yo era su mejor amiga. Era muy sencillo. Me gustaría mantener el
secreto para siempre. —Pude tomar una respiración profunda, centrada en los ojos
suaves de Sam.

—Anna, yo no lo puedo creer —dice suavemente—. No sé qué decir. No tenía ni


idea.

—Frank y yo no queríamos contárselos a ustedes chicos. Que iba a ser… no sé,


diferente aquí.

—¿Qué quieres decir?

—Es difícil de explicar. Supongo que la gente se asusta de toda la cosa de la muerte,
y una vez que saben de él, es, lo único que asocian contigo, y todo lo que pueden
hacer es sentir lástima por ti. Toda tu existencia es reducida a un solo evento.

Una nueva ola de tristeza chocó en mí cuando pienso sobre todas esas noches en la
habitación de Frankie, ni hablando ni haciendo cualquier cosa. A veces después de
la escuela nosotras literalmente nos sentábamos en el suelo aún con nuestras
mochilas puestas, mirando fijamente la pared y llorando.

—Los primeros meses en la escuela eran los peores… la gente murmurando y


poniendo caras compasivas a nuestro paso por los pasillos. Los maestros y las
niñas dejando flores y notas enfrente del armario de Matt y mirando para otro lado
cuando nos saltábamos las clases. La mayoría de la gente en nuestro curso —
incluyendo a nuestros supuestos amigos—, nos evitó como si la muerte y la
tristeza se contagiaran. La mayoría de ellos no sabía nada de su corazón, y nadie
puede decidir lo que es peor… la pérdida de un hermano y amigo, o sobrevivir al
accidente de coche que supuestamente lo mató. Nadie conocía las reglas… qué
decir, si estaba bien reírse o quejarse de cosas como los padres y los cursos y
zapatos nuevos cuando Frankie y yo teníamos "graves" problemas. Pero a
mediados de año, Frankie estaba en el modo de chica lujuria, las cosas volvieron a
la normalidad para todos los demás, y el recuerdo de la muerte de Matt se
desvaneció como las flores secas atrapadas en los respiraderos de su casillero.

—Dios, Anna —dice Sam, sus ojos siguen siendo amplios.

Asiento con la cabeza.

—Perdimos un montón de amigos después de que ocurriera. Durante el último año


básicamente hemos sido sólo ella y yo. Y ahora, ¿quién sabe?

—Ella probablemente está sólo sorprendida. Tal vez deberías tratar de hablarle.

—Sam, ella robó y leyó mi diario. Luego lo tiró al agua. Y después, supe que me
mintió sobre… Bueno, sobre un montón de cosas que ella no debió haber mentido.
No creo que podamos solucionarlo. Creo que estamos… rompiendo. —Mi voz
tembló, oleando entre el duelo de los reinos de la ira y tristeza.

FORO PURPLE ROSE 174


Twenty Boy Summer Sarah Ockler

—Ven aquí. —Sam pone sus brazos alrededor de mí, envolverme en el olor de él.
Estuvimos frente al mar un largo tiempo, con la mano haciendo círculos en la
espalda al escuchar a su corazón latir… fuerte y entero, como las olas.

—Gracias —dije. Alejándome para limpiar mis ojos y dejando escapar catorce
meses de detener el aliento—. Tú eres la única persona a la que le he contado lo de
Matt. Irónico, ¿no?

Sam sonríe.

—Definitivamente “Lo hice en Vacaciones de Verano” no es a lo que estoy


acostumbrado.

Estuvimos en silencio, mirando las olas durante un tiempo, de la mano. Su pulgar


tocaba mi mano con suavidad, arrullándome como el balanceo del agua antes de
nosotros.

En el camino de vuelta, Sam me dice que debo darle otra oportunidad a Frankie.

—No estoy inventando excusas para ella, pero piensa en ello. Son las mejores
amigas, Anna.

—No sé si puedo. Ella me mintió acerca de cosas muy importantes. Y violó y


destruyó totalmente mi privacidad.

—Lo único que digo es han dañado tanto la una a la otra. Y las dos perdieron a
alguien amado. No se pierdan la una a la otra, también.

—Seguro. Creo que he visto eso en la escuela especial.

Él sonríe.

—Sólo piensa en ello, ¿de acuerdo?

Hacemos planes para reunirnos mañana por la noche para nuestro último adiós.
Hasta en la calle cerca de la casa, Sam me besa y espera hasta que esté segura en la
puerta y gira hacia su extremo de la playa.

La puerta está todavía abierta, y supongo que Frankie no ha vuelto todavía, aunque
me sorprende que no corriera con ella y Jake en nuestro caminar hacia atrás. Pero
cuando llego arriba, Frankie estaba durmiendo en su cama como si hubiera estado
allí todo el tiempo, su cuerpo subía y bajaba debajo de la sábana blanca y delgada.
La luz de la luna lanza su silueta contra la pared y me hace recordar cuando
éramos niñas, cuando en el techo hacíamos títeres de sombra y nuestras manos
con las linternas, charlando y riendo hasta que Matt llamaba a la pared de su
habitación y nos decía que fuéramos a dormir.

FORO PURPLE ROSE 175


Twenty Boy Summer Sarah Ockler

Capítulo 29
Traducido por Maggiih
Corregido por Selene

—D
espierten mis amores —Red se colocó en nuestra puerta.
Llamando gentilmente hasta que abrimos nuestros ojos.

Frankie y yo nos incorporamos lentamente, desenredándonos para retorcemos de


nuestras sábanas y remeras. Los primeros momentos al despertar son neutrales,
como siempre lo son, esperando para ordenar la memoria y el significado del día
anterior. En esta zona en blanco casi me olvido de que estoy enojada con Frankie.
Pero todo vuelve, y detuve el progreso de la sonrisa automática a través de mis
mejillas, justo a tiempo.

—Buenos días, pequeñas —dijo Red—. Mamá está haciendo un gran desayuno,
espero que tengan hambre.

Él cerró la puerta, el silencio golpeó alrededor del espacio de la habitación.

Frankie y yo salimos de la cama y tiramos de nuestras sudaderas. No hay nada que


decir de la desagradable noche anterior, simplemente no hablamos. Quiero
preguntarle en donde estuvo la última noche, y si ella se acostó con Jake, y lo que
está pasando con él. Pero no estoy a punto de romper la regla fundamental de no
hablar con la otra, sólo para regodearme en la gloria de mi conocimiento superior y
experiencia en las grandes ligas que, gracias a mi crisis nerviosa cerca de la casa
anoche, se me olvido completamente a los segundos.

En la planta baja, nosotras nos llenamos con el que es probablemente el mejor, el


más extravagante desayuno que la Tía Jayne haya preparado. La mesa está cubierta
con frutas frescas, vainilla mágica de Jayne, tostadas francesas, huevos, patatas,
tocino, pan tostado, panecillos, todo lo que no se puede empaquetar o dejar atrás.
Durante la comida, todos nos reímos con facilidad, gordos y felices, hablando de lo
divertido que ha tenido el viaje. Todo el mundo está bronceado y relajado, y los
minutos pasan y Frankie y yo nos olvidamos de estar enojadas la una con la otra.
Empieza con: —¿Puedes pasarme la mantequilla? —Y llegamos hasta reír juntas
sobre esa primera noche en la playa, haciendo ángeles de arena con la Tía Jayne.

Hay pequeñas fracturas de tiempo en el que quiero abrazarla, decirle que lo siento,
decirle de mi promesa, poner todo detrás de mí. Pero luego veo un flash —su
lectura de mi diario con esa voz burlona, sujetándose en el océano como una
piedra plana para saltar—, y la demente herida vuelve atrás otra vez. Por el bien de
Red, Jayne, y nuestro último día en la playa, ayudo a guardar mis sentimientos.

FORO PURPLE ROSE 176


Twenty Boy Summer Sarah Ockler

Pero no puedo desaparecer las marcas.

Después del desayuno. Estamos absorbidos por las mareas de remolino de tortura
conocida como “el día de diversión del Tío Red”.

Primero: La dura batalla de ping-pong. Red y yo v/s Frankie y Jayne.

—Vamos, papá. —Frankie ve como Red saca las paletas de madera plana. —¿No es
esto un poco infantil?

—Claro —dice, sonriendo—. Pero la última vez que lo comprobé, todavía eres mi
niña.

—Pero, paaaa… —Frankie arruga las cejas y trata de hacer algo de Mágica simpatía
con el tío Red, pero él es inmune en la actualidad.

—El humor de tu viejo padre, Francesca —dice, lanzando la pelota de goma en su


dirección.

Después de media hora de diversión familiar forzada, en el cual anoté cincuenta


puntos y saque fuera el mínimo de setenta y cinco por ciento de mi ira tratando de
darle a Frankie con la bola. Nuestro juego se vio interrumpido. La princesa
consigue una buena picadura en su pie de un pequeño bebe recién nacido de una
medusa y se va como un tiburón nadando solo con su torso.

Por un breve momento me pregunto si es el fantasma de mi diario, reencarnado


después de su muerte acuosa para reclamar venganza por apuñalar a su espiral de
metal fino. La idea me hace sonreír en el interior, sólo un poco.

Hay tanto lloriqueo y cojera que incluso me empiezo a sentir mal por ella. Ayudo a
Red a llevarla hasta la casa donde pueda ser debidamente alimentada y adorada.

Mi reino del terror de ping-pong se interrumpió por el trágico incidente de las


medusas, pasamos el resto de la tarde jugando Monopolio, lejos de las habitantes
de las profundidades peligrosas. Frankie no me da un gran tiempo extra. Ella
mantiene su pierna apoyada sobre almohadas en una silla, mantiene un hielo del
tamaño de una moneda de diez centavos en su pie con mucha fanfarria y
aprovecha al máximo mi simpatía temporal preguntándome con una sonrisa dulce
por la azúcar para reabastecer su limonada, ajustar su almohada, o encontrar su
lápiz de labios.

—Siempre cuidas bien de ella, Anna. —Tía Jayne me da una palmada en la rodilla y
nos trae tazas con helado de chocolate—. Frankie, estas teniendo un poco de
suerte.

—Sí, suerte —dice Frankie—. Um, ¿Anna?

FORO PURPLE ROSE 177


Twenty Boy Summer Sarah Ockler
Miro hacia arriba de mi tazón de helado, con el corazón un poco descongelado,
considerando la posibilidad de aceptar la disculpa atrasada que seguramente va a
emanar de su boca en cualquier momento.

—¿Anna?

En cualquier momento.

—Sí, ¿Frank?

Aquí viene.

—Tengo hoteles en Broadway y Park. —Ella mueve sus manos y revolotea sus
ojos—. Me debes mil doscientos dólares.

—¿Cómo está la paciente? —pregunta el tío Red cuando nos cansamos del
Monopolio.

Frankie hace un espectáculo de reajustar la almohada del pie, agitando el hielo en


su vaso a la señal de una solicitud de recarga de limonada.

—Estoy bien, supongo —dice—. Pero, todavía tengo picaduras.

—¿Crees que puedes caminar? —pregunta el Tío Red.

—No sé, papá. Probablemente no debería correr el riesgo. No quiero que empeore.

Es demasiado. Tengo que resistir. El Impulso. De volcar la limonada en su linda


cabecita.

—Eso es una vergüenza —Red dice encogiéndose de hombros—. Supongo que


tendremos que cancelar nuestros planes esta noche.

—Supongo que sí —dice Frankie, arrebatando la limonada de mi mano y


suspirando como si estuviera llevando el peso del mundo sobre sus hombros
bronceados

—Eso es muy malo —dice Tía Jayne—. ¿Qué vamos a hacer con esas entradas de
quinta fila, cariño?

—¿Qué boletos? —dijimos Frankie y yo al unísono.

—Oh, solo una péquela demostración de Fillmore en san Francisco, ¿Aeroplane


Pilots? —Red saca cuatro billetes de un sobre en la cocina—. Oh, Helicopter Pilots,
eso es todo. Es probable que sea un grupo local. Estoy seguro de que ustedes no
han oído hablar de ellos.

—¿Qué? —Frankie y yo suspendemos temporalmente nuestro odio mutuo lo


suficiente para intercambiar unas sonrisas radiantes.

FORO PURPLE ROSE 178


Twenty Boy Summer Sarah Ockler

—¡HP es sólo, como, nuestra primera banda favorita en el universo! —Frankie


dice—. Ni siquiera están de gira ahora mismo. ¿Cómo consiguieron las entradas?

—Es un concierto de beneficencia —dice—. Mamá se enteró el mes pasado y pensó


que les gustaría ir. Es desafortunado que estés inmóvil. Tendré que llamar a la
taquilla y ver si podemos obtener un reembolso.

—¡No! —Frankie y yo prácticamente saltamos una sobre la otra para derribarlo


antes de que tomara el teléfono.

—Pero, mi querida hija, estás gravemente herida. —Red apuntó a la pequeña


mancha rosa en su pie.

—Desde luego, no pueden ir a un concierto en su condición, y mucho menos llegar


bien vestidas para la cena en “Fleur de Lys”. Todo el mundo podrá ver su
extremidad casi amputada.

—¡Papá! —Frankie protesta—, no está amputada. Y espero… —Ella se acerca con


cautela a través de la sala de estar, con su cojera desvaneciendo con cada paso
hasta que desaparece completamente—. Sí, me siento mucho mejor ahora. Fue
probablemente el hielo y todo. Estoy completamente convaleciendo.

—Convaleciente —le digo.

—¡Vamos, papá! —Frankie dice, haciendo caso omiso de mí.

—Por favor, Río Red. —La lealtad al diablo.

Estoy completamente preparada para salir de la casa con Frankie, si eso es lo que
se necesita para poder ir a una comida francesa de lujo y un concierto en San
Francisco con mi banda favorita número uno en el universo. Al ver el pelo rizado
loco del guitarrista Barry Brandon desde la quinta fila tiene prioridad sobre las
lesiones falsas provocadas por medusas.

Él Tío Red se abanica con los boletos y toma una respiración profunda. —Mejor
empiecen a moverse, salimos en una hora y media.

—¡Sí! —Yo saltaba hacia arriba y abajo como una niña pequeña. Frankie siguió mi
ejemplo, pero se detuvo a mitad de camino recordando su lesión dolorosa.

—¡Quiero decir genial!, gracias papá. —Beso al Tío Red en la mejilla y ella me sigue
arriba para empezar el proceso de embellecimiento que una cena de fantasía y el
concierto de mi banda favorita requieren.

Nos las arreglamos para trabajar alrededor de la otra en las duchas, el cabello y el
maquillaje, pero incluso una loca Frankie no puede salir con un vestuario al azar.

FORO PURPLE ROSE 179


Twenty Boy Summer Sarah Ockler
—Anna, sé que las cosas no son grandiosas en este momento —dice—. Pero
necesitamos prestarnos ayuda. Tenemos que coordinar en el tono y el estilo. Y
también, Necesito que me prestes tus pendientes colgantes de plata.

—Lo que tú digas. —Me resigne a la hora de la moda de Frankie. Por lo menos
puedo consolarme con el hecho de que no me va hacer quedar mal. Ya que podrían
hacerla quedar mal por asociación.

Decidimos sobre todo negro con accesorios de color rosa y plata. En realidad, ella
decide sobre todo negro con accesorios de color rosa y plata. Soy un guiño y una
sonrisa. Asiento con la cabeza y sonrío. Pronto estaremos en la quinta fila en el
concierto de HP y este asunto no importara.

Frankie se pone un vestido apretado con un escote ligeramente redondo, una


bufanda rosada diadema, y mis aretes colgantes de plata. Por supuesto ella se ve
impresionante.

A mí me viste de negro y una mini camiseta con una bufanda rosa atada alrededor
de mi cintura, un collar de plata con un pequeño corazón cayendo en el centro, y
pendientes a juego de corazón. —Debes usar el pelo hacia arriba —ella dice,
mirándome de arriba abajo—. Tienes los hombros muy bonitos, tienes que
mostrarlos.

Giró mi cabello hacia arriba con una pinza negra y tiro un poco de mi flequillo hacia
el frente.

—Perfecto —dice ella, en realidad me sonreía—. ¿Y yo? ¿Es correcto? —Se alisa las
manos sobre el vientre en el espejo, y por un segundo veo un destello de la
vulnerabilidad en Frankie. Me golpea como un puño, y tengo que mirar hacia otro
lado para abstenerme de abrazarla y pedirle disculpas como se debe.

—Te ves genial, Frank —le digo, centrándose en sus zapatos—. De verdad.

—Gracias, Anna. Tú también. Oye no podemos llevar la cámara al concierto, pero


quizás podamos tomarnos unas aquí. Nos vemos realmente bien.

—Seguro. Frank toma. —Coge la cámara de su bolso y obtiene fotos de su figura en


unos pocos ángulos diferentes. Ella hace lo mismo conmigo y me narra el plan de
resto de la noche antes de apagar la cámara y guardarla en el estuche.

—Bien, eso debe ser suficiente —dice ella—. ¿Listo?

San Francisco se ve totalmente diferente en la noche, especialmente cuando no


está lloviendo todo es encendido y mágico. Tío Red y la Tía Jayne nos mostraron
los sitios que Frankie y yo vimos en nuestro viaje en bus, pero yo sonreía y
preguntaba y miraba como una niña.

—Ustedes dos se ven hermosas —dijo Jayne—. Esta va hacer una gran noche.

FORO PURPLE ROSE 180


Twenty Boy Summer Sarah Ockler
***

La cena en el “Fleur de Lys” es una mezcla cremosa de los alimentos y decadentes


que no puedo pronunciar, pero que no tengo problema en comer. Nunca he visto
este tipo de alimentos en los menús de casa, probablemente porque la gente le
gusta nuestra salsa de tomate en mostaza, y porque los vecinos amantes de los
festivales realizarían una protesta. ¡Traigan de vuelta nuestra carne! ¡Abajo con
caracoles!

Frankie y yo nos las arreglamos para poner toda la maldad a un lado esta tarde,
solamente por el bien de Red, Jayne y los chicos lindos de HP. No somos
exactamente amigas, pero no estamos tramando maneras de envenenarnos en la
cena, tampoco.

—Chicas están tremendamente tranquilas —dice Red después de que sirven el


postre—. Pensé que estarían más habladoras ya que van a ver a su banda favorita.

—Solo estamos comiendo. —Frankie nos cubre. Forzando una sonrisa hacia mí
mientras cucharea un poco de crème brulée28.

El Fillmore está lleno, y él Tío Red tiene que escoltarnos a una fiesta estrellada
donde estaban los asientos de primera en la quinta fila. Nos instalamos justo a
tiempo para cuando se apagaron las luces.

—Señoras y señores —una voz suena por todas partes—, vamos a oír a los que
abren esta noche, ¡Plazma!

Todo el auditorio alrededor de nosotros rugen de vida, bombeando sus puños


colectivamente a Plazma. El publico rockea y espera HP con un montón de riffs de
guitarra y efectos de iluminación muy cools. Frankie y yo nos quedamos sentadas
durante la mayor parte del tiempo de la presentación, guardando nuestra energía
para el evento principal. Algunas veces siento que me mira, pero cuando vuelvo a
mirarla a los ojos, ella mira hacia otro lado.

Después de la última canción de Plazma. Aparece el staff mientras el personal se


prepara para HP. Pienso brevemente en arrastrar a Frankie al baño y, finalmente,
resolver esta cosa, pero cambio de idea cuando la veo charlando tranquilamente
con sus padres y les dijo todo lo que necesitan saber sobre nuestra banda favorita.

Matt fue quién nos presentó a HP hace unos años. Ellos aún no eran populares,
pero él había sido un gran fan desde los primeros años antes de que formaran un
grupo, mucho atrás desde cuando Joe sólo rellenaba en las barras de “Búfalo”. Nos
llamaba a su cuarto y jugaba con estos temas al azar que encontró en línea, notas
de voladura y el ritmo en sus altavoces. Si ya era tarde en la noche, él se ponía sus
audífonos y meneaba la cabeza hasta que caímos y lo seguimos. A Frankie y a mí
nos gusto inmediatamente, aunque no recuerdo si era porque realmente nos

28 Es un postre cremoso que consiste en crema pastelera cuya superficie se ha espolvoreado de azúcar con el
fin de quemarlo y así obtener una fina capa crujiente de caramelo.

FORO PURPLE ROSE 181


Twenty Boy Summer Sarah Ockler
gustaba la música o porque nosotras creíamos en Matt. Tirándonos con su
contagiosa luz y entusiasmo sin cuestionamientos.

De cualquier manera, no pasó mucho tiempo para que HP se convirtiera en nuestro


grupo favorito. En el momento en que lanzó su primer álbum mainstream,
nosotras viejas fans, le agradecimos a Matt.

En el momento en que lanzaron su segundo álbum, Matt y yo ya nos habíamos


besado. Me sorprendió con una copia al día siguiente, con todas las letras impresas
y grapadas.

Léelos Anna realmente léelos.

En el momento en que lanzó su tercer álbum, Matt se había ido. Nunca los llegué a
ver en concierto.

—Muy bien, todos —Plazma cantante de plomo vuelve al escenario, casi ronca
después de su intensa presentación—. Pongan sus manos juntas para los mejores
rockeros de la costa por lo que estamos todos aquí para ver… ¡Joe, Brandon, Jay, y
Scotty! ¡Helicopter Pilot! ¡Hagan un poco de ruido!

Frankie y yo estamos frente a nuestros asientos con el resto del auditorio,


aplaudiendo y gritando y gritando a nuestro amor no correspondido. Incluso Red y
Jayne están aplaudiendo, chocando las caderas y riendo en esa danza torpe que los
padres hacen cuando están tratando de ser geniales, pero estoy contenta de estar
aquí con ellos.

Durante tres horas, Frankie y yo cantamos, bailamos y reímos hasta que nuestro
aliento se agotó, nuestro cabello se nos cayó y se desvaneció nuestra constitución.
Nada importa ni mi diario ahogado o Matt o Johan o Jake o algún secreto y
mentiras entre nosotras. Sólo nosotras y la música, el lenguaje universal del amor y
la esperanza y la pérdida y todo lo demás.

Después de dos ovaciones de pie y dos bises, Helicoper Pilot finaliza con su clásico
primer single, “La sombra del corazón”. Cuando Matt murió, Frankie y yo la
escuchábamos una y otra vez en su habitación, ahogando el alboroto de simpatías
que murmuraban abajo. No he sido capaz de escucharla, ya que esos días largos y
oscuros día, me llevan de nuevo exactamente como en el principio, como dos
muñecas rotas que se caen en el suelo contra la cama.

Sombra negra del corazón,


Prenden fuego a mi mente, asfixiada por las cenizas.
Sombra negra del corazón,
Da vueltas riendo, como el espacio a llenar que se derrumba,
Haciendo girar en círculos el espacio derrumbado que tú dejaste.

Cuando pienso en el año pasado, aquellos tiempos en la habitación de Frankie


cuando sólo quería el fin del mundo, no puedo creer lo mucho que han cambiado.

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Twenty Boy Summer Sarah Ockler
Tal vez Papá tenía razón al decir que Red y Jayne no trataban con ella. Pero quizás
Frankie Perino no necesita que sus padres traten con ella.

Observo mientras cierra los ojos y se mece al compás de la canción más dolorosa
de nuestra historia compartida, a la deriva a ese lugar lejano donde no la puedo
seguir.

Puedo ver los brazos saludando y los pendientes prestados que cuelgan en el pelo
castaño rojizo.

La veo y pienso, tal vez Frankie Perino no me necesita.

—Encuéntrense con nosotros en el frente tan pronto como hayan terminado —Tío
Red dice mientras se dirige al estacionamiento después de la feria. Frankie y yo nos
alineamos en las cabinas de recuerdos de HP para obtener remeras, de pie en
silencio, avanzando unas pulgadas hacia adelante todavía zumbando vivas por el
concierto. No hay mucha rabia entre nosotras, solo una gran división como los
mejores amigos en la escuela secundaria que van a universidades diferentes.
Perder el contacto, y seguir adelante en vidas paralelas que nunca se cruzaran
hasta años más tarde, en un bar al azar o en una tienda de comestibles, y después
de un breve abrazo y cinco minutos de charla, ambos se dan cuenta de que los hilos
que les conectaban hace tanto tiempo se han desgastado y quemado, dejando nada
que discutir.

Entonces ellos cabecean y ríen.

Y realizan otra despedida.

Paseando por mis propios pensamientos, pierdo a Frankie cuando la línea se divide
en varios grupos por una larga mesa de sudaderas, camisetas, CDs, y pegatinas.
Puedo comprar una camisa negra de HP y caminar hasta el otro extremo de la
mesa llena de gente en busca de Frankie. Más allá de un grupo de niñas de la
escuela media intentando peleando por una sola camiseta en el montón, veo la
parte posterior de la cabeza de Frankie que se inclina a la posición indiscutible de
un beso. Veo impreso un tatuaje en su brazo. La otra mano firmemente sobre su
trasero.

He visto ésta desaparición antes… en la noche de la Fiesta de Primavera, cuando


ella me dejo por Johan durante dos horas. Siento que debería esconderme en la
oscuridad de la mesa ponchera hasta que ella haya terminado. Desde donde veo,
ella está yendo más allá con el chico tatuado cerca de las remeras, que con Johan en
el campo de fútbol.

Le doy dos minutos más antes de emitir un disparo de advertencia en forma de tos.
Se desengancha de los labios de su nuevo amigo el tiempo suficiente para un… —
¿Qué?

—Nuestro paseo es aquí —digo.

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Twenty Boy Summer Sarah Ockler
Ella se vuelve hacia el hombre. —Al chofer de la limosina no le gusta esperar —le
dice.

Se encoge de hombros y la deja ir, una mano aún revoloteando cerca de su culo. —
Esta es la rata —me dice—. Él es el bajista de Plazma. ¿Ya sabes, el abrelatas? Es,
como, totalmente estrecho con Jay Garra en HP. Él nos iba a presentar, antes de
interrumpirnos.

—Um, de acuerdo. Genial.

No me moleste diciéndole que bajista de Plazma no tiene tatuajes. —Algo que salta
a la vista desde nuestro punto de vista de quinta fila.

—Garra tiene una especial habilidad con las damas. —Él aspirante a Plazma
anuncia con un guiño—. Es una cosa de bajistas. ¿Cuál es tu nombre?

—Mi nombre es salir. Ahora. —Agarró la mano de Frankie y tiró de ella hacia una
fila de coches en fila en frente de la salida mientras soplaba un beso a la rata.

***

—¿Esto hace… qué… siete para mí? ¿Y para ti, un solo? —Ella tira de su mano lejos
y me da una mirada de satisfacción.

—Si claro, Frank, uno por mí, solo uno. —Le sonrió y meto cabeza en el coche con
la camisa HP de forma segura bajo el brazo, los golpes de la batería de Scotty’O son
intensos y siguen golpeando en mi pecho.

FORO PURPLE ROSE 184


Twenty Boy Summer Sarah Ockler

Capítulo 30
Traducido por Maggiih
Corregido por Kanon ♪♫♪

E
s hora de dormir en la víspera de nuestra partida. Me cambio a mi nueva
camisa y unos pantalones cortos de jean y me deslizo entre las sábanas, pero
no tengo ninguna intención de pasar mis últimas horas en Zanzíbar para
dormir cerca de Frankie. Antes de apagar la luz, volví a poner mi alarma del
teléfono en vibrador y lo metí cuidadosamente debajo de mi almohada, para una
hora y cuarenta y cinco minutos más.

Estoy totalmente despierta cuando zumba en mi mejilla. Esta vez, Frankie está en
su cama, quieta en las sabanas donde pertenece.

Ya vestida agarro mis sandalias y me escapo de la habitación. Hago un rápido


cabeceo y aliento e inspecciono el baño del primer piso y me voy lejos por el
familiar camino a “Shack” donde veré a Sam una última vez.

Sam y yo caminamos de vuelta a la Vista y extendió una manta en la arena, con la


esperanza de aislarnos como la otra noche. Le hablé sobre la cena y el concierto de
Helicopter Pilot, de la que todavía estoy radiante.

—¿Significa que tú y Frankie están hablando otra vez?

Él juega con un aro de mi pelo, a envolver y desenvolver alrededor de su dedo.

—Más o menos —le digo—. Bueno, no… en realidad no. Era una especie de una
estancia temporal antes de la ejecución.

—Estoy seguro de que van a solucionarlo con el tiempo.

Suspiro. —No vamos a hablar de Frankie en este momento.

Sam asiente con la cabeza y tira de mí más cerca. Nos acurrucarse juntos en la
manta, mirando las estrellas y sin hablar. Estoy perdida en el cielo nocturno,
fantaseando y viéndonos desde el cielo, siguiendo el polvo de una estrella fugaz.

—Va a ser extraño cuando te vayas —dice Sam, apretando los dedos y tirando de
mí a la Tierra.

—No pensamos en ello todavía. Todavía tenemos un par de horas.

FORO PURPLE ROSE 185


Twenty Boy Summer Sarah Ockler
Él sonríe y me besa, poco a poco nos movemos en la misma posición de la otra
noche. Esta vez, no lo olvidaré. Esta vez, el se echa encima de mí, presionando su
estómago desnudo contra el mío, presionándome contra la manta y la manta
contra la arena, me doy cuenta que ya no es algo que deba soportar, no es un largo
misterio pasando del punto A al punto B que me permita moverme hacia delante
en una vida diferente.

El aire es cálido, las olas tiran besos a nuestros pies, afuera en el horizonte, el sol
comienza a aparecer, pero la luna brilla todavía, su luz momentáneamente ocupaba
el mismo espacio, cada uno haciendo al otro más encantador. Las estrellas se
desvanecen lentamente para dejar espacio al rosa de la mañana, sé que esta es
probablemente la última vez que lo veré, y que no importa lo que traiga a mi vida,
eso nunca a ser más especial que este momento, día y noche simultáneamente
iluminándose sobre el negro océano para nosotros.

Me pongo la sudadera de Sam sobre mi piel desnuda y me encuentro a su lado en la


manta, mirando al cielo.

—Es extraño —le digo, frotando mis pies contra los suyos—. Me siento como si
estuviera triste, pero no lo estoy. No es que yo no te vaya a echar de menos, pero
solo se siente como…

—… todo estará bien de todas formas —dice, terminando mi pensamiento.

Sonrío. —Sam, gracias por escucharme ayer. Ya sabes, sobre Frankie y Matt y todas
esas cosas que sucedieron.

—No me des las gracias —dice Sam.

—¿Sabes que ella tiene una picazón de una medusa? —Me rio, pensando de nuevo
en el teatro.

—¿La invencible Frankie fue derribada por una medusa?

—Como un bebé, pero cuando Red nos dijo sobre el concierto, se le curó como por
arte de magia. Fue un milagro de verdad.

Sam se ríe, cierra los ojos conmigo antes de que yo me tire encima de el por última
vez. Después, la luz del cielo me dice que es hora de volver. Todavía tengo que
empacar, Red y Jayne despertaran pronto para empezar a cargar el coche para
nuestro viaje de regreso.

Me deslizo de nuevo en mi propia ropa y le devuelvo la sudadera a Sam. —


Quédatela —dice—. Para que tengas algo que te acuerde a mí.

—No necesito una sudadera para eso —digo

—Entonces quédatela porque es genial.

FORO PURPLE ROSE 186


Twenty Boy Summer Sarah Ockler
—De acuerdo.

Sam toma su manta como un paquete y se da vuelta en dirección a nuestra casa de


playa, tomando mi mano.

—Voy a pasear sola esta vez —le digo—, quiero decirle adiós a la playa. Además
van a venir pronto.

Sam asiente con la cabeza, deslizando sus manos detrás de mi cuello y tirando de
mí en un beso profundo.

—Mira a tu alrededor, Anna Abby de Nueva YAWK —susurra.

Coloco mis dedos en sus labios, y lo miro a los ojos por última vez y me alejo de la
orilla. Me doy vuelta una sola vez, al verlo pasar por la playa hasta que se
desvanece en una fina línea de col beige, un punto negro en su camiseta.

Realmente no te conozco y, sin embargo, en mi vida, siempre te enredaste; en mi


historia, inexplicablemente atado.

Devuelta en la casa, todos estaban durmiendo. Mi cuerpo está exhausto, pero en


este momento me siento demasiado viva para dormir. En su lugar, caminé por la
zona, cruzando el piso principal, y abriendo la puerta corredera de la cubierta al
exterior.

El sol no está totalmente todavía y el aire está frío, infundido con pequeñas gotas
de niebla del océano. Camino descalza por la hierba húmeda como lo hice en
nuestro primer día y me gano en el mismo último peldaño, dejándome hipnotizar
por la calma de las olas.

Una gaviota solitaria pasó por la costa frente a mí como si estuviera esperando
noticias, pero todos los residentes de otras tierras, aire y mar en la clandestinidad
se fueron, dejándome solo con la gaviota pensando en todas las veces en que pude
haberle dicho a Frankie acerca de cómo accidentalmente me enamore de su
hermano.

La noche de mi fiesta de cumpleaños, antes de la promesa, yo tire de su espalda


hacia la casa, debajo de la apariencia de una crisis femenina y le hable sobre mi
deseo y como podría ser verdad.

Todas esas veces en la casa, robando miradas a Matt durante la cena. Tomaba sus
libros prestados. Me colgaba fuera de su habitación, esperándolo para interrumpir,
así podríamos sentarnos y hablar.

Yo podría haberle dicho después del funeral, mientras nos encerramos en su


dormitorio y escuchamos el CD de Helicoter Pilot.

O cuando me contó esa historia inventada acerca de Johan.

FORO PURPLE ROSE 187


Twenty Boy Summer Sarah Ockler
Todas esas veces, yo no podía protegerla, no de lo único que realmente importaba
Yo sólo podía protegerla del secreto. Yo sólo podía protegerla de saber, desde la
imaginación, de los sufrimientos inevitables inherentes a dichas sin fin de los “que
tal sí”.

¿Y si no murió?
¿Y si no quería decir nada?
¿Y si lo era todo?

Una noche, Matt me besó. Las próximas semanas disparó a través de mí en un


borrón, una bala en el cielo sin fin a la vista. Cuando él me atrajo hacia él detrás de
la casa la primera noche, vi toda nuestra vida juntos en el destello de sus labios
sobre los míos; viendo en la siguiente puerta a Frankie y su futuro esposo y a
nuestros niños creciendo como mejores amigos y todos nosotros brillando.

Pero cuando murió, yo vi… nada. No quedaba nada que ver. Sucedió lo que era
imposible y hermoso, y luego terminó incluso antes de que realmente comenzara,
sin dejar nada atrás, sólo los secretos y los corazones rotos.

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Twenty Boy Summer Sarah Ockler

Capítulo 31
Traducido por Masi
Corregido por Selene

E
l sol se asoma a través de la bruma de la mañana detrás de mí, volviendo el
cielo de color naranja claro. Todavía hace frío, y estiro las mangas de la
sudadera de Sam sobre mis manos para calentar mis dedos. Cuando una
silenciosa sombra aparece sobre las escaleras y derrama la arena a mi lado, me
sobresalto.

—¿Frankie? ¿Cuándo has llegado hasta aquí?

—Ahora mismo —dice, con los brazos desnudos cruzados sobre su camiseta de
algodón fino, con ojos rojos—. Me desperté anoche y te habías ido. Cuando no
regresaste a primera hora esta mañana, me asusté.

Reduje el paso, haciendo una seña para que se sentara a mi lado. Ella inspira
profundamente, provocando una reacción en cadena de sollozos.

—Lo siento, Anna. Lo siento mucho. Yo vine aquí la otra noche para ver si tu diario
fue arrastrado hacia la orilla, pero no hubo suerte. Nunca quise que ocurriera algo
como eso.

Me quema por dentro, y quiero alejarme. Dejar que todo salga. Para olvidar.

Pero Frankie y yo estamos esencialmente en la misma posición. A ella le debo tanto


una explicación al igual que ella me la debe a mí.

—¿Por qué lo has leído, Frankie? ¿Por qué lo cogiste, en primer lugar?

Me dice que cuando saco la cámara lejos de la fiesta, vio el diario saliendo de mi
mochila. Ella estaba borracha y quería ver si yo había escrito alguna cosa acerca de
Sam.

—Nunca esperé encontrar cosas acerca de… bueno, lo que encontré.

—Frankie, sé que debería haber hablado de Matt. Pero él quería decírtelo él


mismo, y me hizo prometer que no te diría nada. Quería estar seguro de que
estuvieras bien con ello. Pensó que sería mejor esperar hasta que tuvieran algo de
tiempo a solas en California. Esa es la única razón por la cual no te lo dije antes.

FORO PURPLE ROSE 189


Twenty Boy Summer Sarah Ockler
—Entonces, la noche antes de que te fueras a California, todo sucedió tan rápido…
Yo no quería decepcionarlo. No quería romper mi promesa. No quería hacerte más
daño. Quería estar allí y…

—No importa, Anna… —dice ella—. Matt era mi hermano. Y se supone que somos
las mejores amigas. Me duele que mantuvieras un secreto como ese. Deberías
habérmelo dicho.

Miró hacia abajo hacia la orilla mientras el sol se extiende sobre nosotros. Los
corredores están afuera ahora, siguiendo a sus familiares por rutas a lo largo de la
arena apisonada cerca del agua. Dos mujeres nos pasan de un lado al otro, serias,
con intención y sin aliento.

—Sé que debería habértelo dicho Frankie. Yo quería decírtelo. Y yo… Matt…
nosotros… deberíamos habértelo contado, pero entonces... Cuando le prometí a
Matt que no diría nada, no sabía que sería para toda la eternidad. Si hubiera
pensado que iba a morir antes de confesarse a su hermana pequeña, yo habría
añadido alguna letra pequeña a nuestro acuerdo.

—Lo siento, Frank. Debería habértelo dicho. Pero…

—Un mes entero —continúa Frankie—, y no sólo eso, sino que todo el tiempo
anterior, todo el tiempo que lo amaste. Nunca me hablaste de tus sentimientos
hacia él. Es como todas las veces que nosotros hubiéramos estado pasando el rato,
él no era tu amigo. Siempre fue algo más para ti. Siempre fue una mentira.

¿Una mentira? Eso me golpea como un martillo, liberando todo el dolor y la tristeza
y la confusión que he guardado dentro durante los últimos catorce meses. Salto sin
hablar y me desboco hacia la orilla, incapaz de resistirlo por más tiempo.

—¿Cómo pudiste dejarnos así? —Grité al cielo, con mis lágrimas derramándose
hacia mi boca, haciendo caso omiso de los borrosos corredores que pasan detrás
de mí sin reducir su paso. Sólo otra joven muchacha borracha, deben pensar—.
¡Dile! —gritó—. ¡Dile que me hiciste prometerlo! ¡Dile que es tu culpa! ¡Dile que era
una mentira para ti, también! ¡Dile que me amabas!

Dime que me amabas.

Miro por encima del océano, en dirección hacia Japón, esperando una respuesta.

Shhh, ahhh. Shhh, ahhh.

Nada.

—Anna, lo siento, ¿de acuerdo? —Frankie se sitúa en el borde de la marea con


lágrimas, tirando de la manga de la sudadera de Sam contra mi muñeca. Sus ojos
están pesados, parecen viejos, con la ceja rota hundida y lánguida.

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Twenty Boy Summer Sarah Ockler
—Por favor, Anna. No —dice ella, secándose los ojos con la mano libre. Y tan
rápido como surgió, la lucha en mí se ha ido.

—¿Cómo puedes decir que fue todo una mentira? —pregunto, casi en un susurro—
. Matt era mi mejor amigo. Yo lo amé de esa manera siempre. “Tenemos que tener
cuidado por ella”. Eso fue lo último que me dijo a solas. Y luego murió. ¿Qué se
supone que tenía que hacer, Frank? ¿Dime?

Se cruza los brazos sobre el pecho y mira hacia abajo de la orilla. Las olas han
llegado a nuestros pies, heladas y azules. Me duelen mis dedos de los pies, pero es
real, y aquí y ahora necesito sentirlo.

—No necesito que me protejas, Anna. Estoy bien. —Da un paso atrás para quitar
los pies de las olas, temblando en su camiseta HP de color rosa y blanco,
sujetándose las rodillas para bloquear el frío, con su pelo desordenado
metiéndosele en sus ojos.

—¿Sobre qué estás hablando? —le pregunto—. Tu vida está totalmente fuera de
control, Frankie. No has dicho la verdad sobre una sola cosa desde que Matt murió.

Frankie asiente con la cabeza lentamente, negándose a mirarme. Se dobla en la


arena, envolviendo sus brazos alrededor de sus rodillas y frotándose su pulsera
como lo hizo en el hospital cuando murió Matt.

Me siento a su lado y meto mis pies dentro de la arena, soplando mis manos para
calentarme los dedos.

—La verdad —dice Frankie, asintiendo con la cabeza.

—La verdad.

—Cuando Johan y yo salimos al campo, me dijo todo acerca de María y cómo su


corazón estaba roto. Al final, traté de darle un beso. Pensé que eso era lo que
quería, pero él me rechazó. Me dijo que lo sentía, pero que aún estaba enamorado
de ella. Estaba tan avergonzada que no quería ni volver al baile. Cuando entramos a
dentro, todo el mundo estaba haciendo comentarios y bromas y sólo suponiendo
que lo hicimos… incluso tú. Era más fácil dejarlo pasar que decir la verdad, de que
no era lo suficientemente buena para él. Iba a decírtelo, pero las historias iban una
y otra vez y no podía lidiar con eso.

—Con Jake, nos liábamos mucho al principio, en las noches que nos escapábamos.
Casi dormimos juntos unas cuantas veces, y pensé que lo haríamos más pronto o
más tarde de todos modos. Así que una noche cuando le pregunte sobre ello, fue un
poco más fácil para mí decir que sí. Se supone que debía ser una experiencia única,
¿verdad?

Me encojo de hombros, haciendo hoyos en la arena con mis dedos de los pies. —
Supongo.

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Twenty Boy Summer Sarah Ockler
—Entonces, él quería hacerlo en la fiesta, pero estaba borracha, y yo no quería. Le
dije que podíamos hacerlo a la noche siguiente. Pero cuando llegué allí, yo todavía
no quería. No sé por qué, quiero decir, nos quedamos solos en la playa y él es muy
sexy y todo eso. Yo solo… algo me detuvo. Tal vez sea como tú has dicho… las cosas
estaban fuera de control, tú y yo estábamos peleándonos, y no podía realmente
pensar en otra cosa. Pero eso fue básicamente todo. No quería verme después de
eso.

Está llorando otra vez, y mi corazón se rompe por ella. Todo es tan jodido. No sé
cómo hacer que las cosas mejoren.

—Frankie, estoy verdaderamente arrepentida. Nunca quise hacerte daño. Matt y


yo…

—No, Anna. No tienes que decir nada. —Niega con la cabeza—. He leído el diario.
No tienes que contármelo. No importa ya. Es sólo que Matt está… está muerto.

—No hay un segundo que pase que yo no lo sepa. Sólo estoy tratando de decirte
que yo…

—No puedo —susurra, apretando mi mano—, por favor, Anna. No.

No quiero continuar haciéndole daño, así que hago lo que hago mejor.

Sólo trago fuertemente.

Asiento y sonrió.

Un pie delante del otro.

Estoy bien, gracias por no preguntar.

Nos levantamos y sacudimos la arena húmeda de nuestras piernas, ligeramente


agradecida por intentarlo. Por aceptar. Por seguir adelante. Por no hablar de ello.

—Deberíamos entrar —dice—, ya van a levantarse, y ni siquiera hemos


comenzado a empacar.

Asiento, siguiéndola de vuelta hacia las escaleras y hacia la casa.

Después de empacar nuestras maletas, limpiar nuestro cuarto, y comer un


desayuno ligero con el Tío Red y Tía Jayne, doy un último paseo hasta el mar, el
guardián triste y azul de secretos. Ella fue testigo de todo en este viaje, del albatros
abandonado, de los secretos desatados, de la historia destruida, amor y amistad
encontrado y roto… sin embargo, ella sigue siendo la misma. Tranquilizadora.
Eterna.

Shhhhhhhhh. —Adiós —le susurro a muchas cosas a la vez. El agua me besa los
pies, y los fantasmas de nuestros recuerdos se desvanecen de la casa como huellas

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Twenty Boy Summer Sarah Ockler
mojadas, con las cortinas de la habitación del ático de Matt encima de la playa bien
cerradas contra el sol.

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Twenty Boy Summer Sarah Ockler

Capítulo 32
Traducido por Dani
Corregido por Anne_Belikov

E
l viaje de regreso a casa es como ver un rollo de película con los momentos
destacados de nuestra llegada al revés rápidamente. Desde el coche, nos
giramos para mirar las llameantes ventanas anaranjadas de la casa
desapareciendo detrás de las palmeras hasta que sólo quedaba la punta del tejado
de madera. El camino cambió de rumbo alejándose y la casa está casi desaparecida,
de regreso a las fotografías y cuentos de hadas de los cuales surgió.

No nos detenemos en el Boulevard Luz de Luna, para despedirnos de “Brisa” o de


“Sweet Caroline” o del puesto de postales o de los excursionistas en sus trajes
elásticos verde limón, pero Red baja la velocidad para que Jayne pueda tomar una
foto de la señal que anunciaba el fin del pueblo.

Está dejando la Bahía de Zanzíbar.


¡Gracias por parar aquí!

A lo largo de la carretera, Red se detiene al costado del camino del mirador donde
primero vimos las focas del puerto en nuestra llegada, insistiendo en sacar otra
foto oficial de las vacaciones familiares para poder compararlas.

Las focas están justo dónde las dejamos, ladrando y jugando en la costa.

La barandilla, el letrero de información y la desgastada mesa de picnic están justo


donde siempre han estado.

Las grandes piedras de dolomita todavía protegen la colina de derrumbarse en el


mar como ha hecho por decenas de miles de años.

Toda mi vida ha cambiado en el espacio de tres semanas, pero como las focas
aúllan contra el Pacífico, todo a mí alrededor me recuerda exactamente a lo mismo.

—¿Chicas están bien? —nos pregunta el tío Red cuando nos abrochamos el
cinturón de regreso dentro del coche—. Estoy sorprendido de que no estén
documentando esto.

—Sólo cansadas —dice Frankie, ignorando la cámara en su mochila.

—No nos queremos ir, tampoco —dice la tía Jayne—. Pero apuesto a que haremos
otro viaje el próximo año.

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Twenty Boy Summer Sarah Ockler

Asentimos como robots y miramos por nuestras ventanas separadas en el asiento


trasero.

En el aeropuerto, devolvimos el coche arrendado, facturamos el equipaje, y nos


apresuramos por la seguridad entre el mismo flujo de reuniones y rupturas que
presenciamos de camino aquí. Las mismas personas. Los mismos saludos y
despedidas. Los mismos comienzos y finales. Los mismos antes y después.

Llegamos a la puerta con tiempo para una corrida al Jack Java, pero Frankie y yo
pedimos por separado. No hacemos ninguna entrevista simulada. No creamos
historias sobre los otros pasajeros esperando. Nos bebemos nuestros caros batidos
de café y tratamos de permanecer despiertas el tiempo suficiente para abordar el
avión sin caer muertas.

Pronto estamos en nuestros asientos, escuchando las instrucciones del miembro


del equipo, seguido con la tarjeta de información de seguridad para los pasajeros
convenientemente colocada en los bolsillos del respaldo de nuestros asientos.

Frankie me deja tener el asiento de la ventana otra vez y prontamente se queda


dormida contra mi hombro, escuchando su nueva lista de reproducción de HP que
puso en su iPod después del concierto. Mientras observo los puntos blancos de los
veleros desaparecer en el enorme océano azul, el puente Golden Gate llega a ser
una serie de cerillas rojas suspendidas, y pienso sobre Mamá y Papá,
preguntándome si notarán cuanto he madurado en estas tres cortas semanas. ¿Me
veré, hablaré o caminaré diferente? ¿Ellos sabrán?

Si, Anna era una chica tan dulce, pero eso fue antes del incidente. Preferiríamos no
hablar sobre eso.

Llegamos a casa después de medianoche en el horario de la Costa Este y tomó toda


mi energía restante decir adiós a los Perinos, saludar a Mamá y Papá con un
abrazo, y llevarme a mí misma hacia mi habitación. Salvo por un conjunto de
sábanas limpias sobre mi cama, mi habitación está exactamente como la dejé:
familiar, acogedora, y esperada. Sé que tablas en el piso crujirán bajo mis pies. Sé
en qué cómoda guardo mis calcetines. Sé que monstruos viven en mi armario y
cuales bajo mi cama, y cuando me arrastro entre mis sábanas y pongo mi cabeza
contra mi vieja y grumosa almohada, subo mis sábanas hasta mi barbilla, cierro
mis ojos, y me dejo a mí misma pensar que tal vez nunca dejé este lugar seguro y
aburrido con sus viejos fantasmas predecibles.

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Twenty Boy Summer Sarah Ockler

Capítulo 33
Traducido por Elamela
Corregido por Kanon ♪♫♪

L
a mañana llega demasiado pronto, con Mamá zumbando alrededor de mi
habitación para despertarme de un profundo sueño para que podamos tomar
el desayuno juntos y hablar sobre el viaje. Me incorporo y asimilo las paredes
familiares, recordando que ya no estoy más a dos mil millas al otro lado del país en
una casa de playa de alquiler.

El reloj marca las 11 a.m. Diez horas no es apenas suficiente para compensar el
déficit de sueño que he acumulado estas últimas semanas, pero mamá está
demasiado entusiasmada con recuperar el buen tiempo perdido.

Abajo, Papá está en la mesa con el periódico, rodeado por platos cubiertos. En
honor de un retorno tan triunfante de unas vacaciones en familia tan saludables en
las que no experimenté con el alcohol, los chicos, rompiendo el toque de queda, o
saliendo a pasear sin unas generosas aplicaciones de protección solar, Mamá
preparó un desayuno adecuado para los reyes y la hija ángel.

Me siento en mi silla de siempre, cargo un plato, y les cuento todo sobre el viaje.
Más bien, la versión abreviada, centrándome en las actividades coordinadas por
Red y Jayne y algunos lugares estratégicamente mencionados por Jackie y
Samantha (cuyos padres eran por supuesto muy estrictos). Hablo sobre el marisco
que comimos y esa noche cuando el camarero volcó la jarra de agua sobre la
quemadura solar de Frankie. Incluso les cuento sobre los ángeles de arena que
hicimos con la tía de Jayne. Describo el océano y la casa y el Bulevar Rayo de Luna
con su mezcla ecléctica de turistas y locales, resultando sumamente difícil el
recordarlo sin mencionar a Sam y al batido de piña que planeo recrear en la
licuadora más tarde.

—Suena hermoso, Anna —dice mamá, echándose más café.

—Así que, ¿nada nuevo por aquí? —pregunto, esperando no mencionar


accidentalmente a Sam.

—Papá tiene algunas noticias. —Mamá sonríe a papá a través de la mesa—.


¿Recuerdas bien que antes de que te fueras gané la lista de la casa Hoover, esa
antigua mansión fuera de la Ruta Cinco? —Papá pregunta—. Bueno, la vendí. En
una semana decisiva, y tuvimos una gran guerra de ofertas, justo como predije.

—Papá, ¡eso es genial! Felicidades.

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Twenty Boy Summer Sarah Ockler

—Voy a sacar a todos para celebrarlo esta noche. Los Perinos, también. ¿Suena
divertido?

Me sorprendo encogiéndome de hombros y rápidamente vuelvo a asentir


felizmente. —¿Dónde está Frankie, de todos modos? —Papá pregunta—. Es casi
mediodía. Estoy sorprendido de que las dos podáis aguantar la separación.

Respiro hondo y trago un poco de zumo de naranja.

Bueno, Papá, primero Frankie me mintió acerca de perder su virginidad con el


estudiante extranjero de intercambio en el campo de fútbol, y acerca de cómo tu
primera vez no puede ser especial y todo eso. Entonces decidimos tener esta
competición de veinte chicos pero solo conocimos, como, la mitad, y mintió de
nuevo sobre dormir con uno de ellos cuando en realidad solo fue un poco
divertirse desnuda y terminó. Mientras tanto, cuando me estaba deshaciendo de mi
virginidad con el chico número cinco (¿o era el seis?), Frankie leyó mi diario y
descubrió que estaba enamorada de Matt durante un millón de años y por cierto,
justo después de que tomaste esa foto de nosotros con todo el pastel y merengue,
me besó y comenzó todo este largo asunto del que no nos estaba permitido
hablarle. Frankie estaba tan furiosa que tiró mi diario al fondo del océano, donde
esta desterrado por toda la eternidad con una sirena enamorada que llora trozos
de vidrio de mar. ¿Vas a comerte ese bacón?

Papá prepara su tostada, con cuidado de no dejar migas en la mantequilla,


esperando cortésmente mi respuesta.

—Probablemente la veré más tarde —digo—. Bien. Ya le dijimos a Red y a Jayne lo


de la cena. Sabes, Anna, te ves diferente. —Me mira un instante más largo de lo
habitual.

—¿Qué quieres decir? —Espero que mi voz no deje traslucir ninguna culpa por el
ya mencionado "incidente", el cual evadirá completamente los sensores de su
Padre, pero Mamá lo pondrá por todas partes.

—Hmm. Bronceada. Y relajada.

Mamá asiente con la cabeza. —Deberíamos haberte enviado lejos hace mucho
tiempo.

—Ja, ja. —A veces pienso que soy un extraterrestre, que accidentalmente se cayó
de la nave nodriza, destinada a vagar entre despistados padres terrestres por toda
la eternidad.

Después del secuencial desayuno, es el momento de la enorme tarea de


desempacar el precio de sucios secretos de tres semanas. Me refiero a la ropa. La
ropa sucia.

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Twenty Boy Summer Sarah Ockler
Empiezo por vaciar todo el contenido de mi maleta —incluyendo casi los cinco
galones de arena—, en mi cama.

Separo afuera toda la no ropa, un surtido al azar de cristales de playa, conchas,


erizos de mar, la piedra de la playa rayada que Frankie me dio en nuestro primer
día, el iPod, el móvil, las postales que nunca envié, un imán de San Francisco para
mi taquilla para el año próximo, el libro de poemas del mar de City Lights, y el
menú para llevar de “Smoothie Shack” con la dirección de e-mail de Sam
garabateada en la esquina inferior.

Empiezo un nuevo frasco para mis cristales de playa y meto el menú en el fondo
del cajón de los calcetines donde Mamá no lo verá. Todo lo demás encuentra un
lugar en mi cuarto como si hubiera estado aquí todo el tiempo, incluso la sudadera
de Sam se dobla sin ningún esfuerzo en mi cajón entre los otros como si fueran
viejos amigos juntándose después de una larga separación.

Todavía huele como a él. Lo dejo cerca de la parte superior para que pueda usarla
esta noche después de que Mamá y Papá estén a buen recaudo en su dormitorio
felizmente despistados.

Abro mi ventana y deslizo hacia arriba la mampara, esperando que pueda sacudir
la arena de algunas de mis ropas sin la brisa soplándola de regreso a mi cara.
Diviso a Frankie tendida afuera en su patio trasero, perpetuando su bronceado
espectacular. Hojea un ejemplar de Celeb Style y lo deja caer en la pila del sillón
adyacente anteriormente conocido como mío.

La revista causa una avalancha, deslizándose fuera de la silla y yendo a la hierba,


tomando otras tres o cuatro con ella. Se inclina para agarrarlas, pero no puede
alcanzarlas sin salir de su silla, optando en su lugar por golpear el resto de la pila a
la hierba y darse la vuelta sobre su costado.

No hay un experto posando con un vientre plano, brillantes labios entreabiertos,


unas piernas ligeramente dobladas, o levantamiento de pecho.

No hay una arena brillante.

Ni un mar rugiente.

Ni chicos babeando y silbando.

Sólo Frankie y mi sillón vacío.

Duele verlo, y me siento culpable por permanecer en las sombras de mi habitación


como un acosador.

—¡Frank! —Grito hacia ella—. Voy para allá.

Frankie se reúne conmigo en su cocina, agarrando dos Coca-Cola Cero en nuestro


camino escaleras arriba.

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Twenty Boy Summer Sarah Ockler

Parece que hace años que he estado aquí, y los granates y violetas de su habitación
marroquí son un confortable regreso a casa.

Me siento en la cama, tirando de mis piernas debajo de mí. Su cámara de vídeo está
conectada al ordenador de su escritorio, transfiriendo la evidencia de nuestro
Absoluto Mejor Verano de Siempre a su disco duro.

—Podemos verlo más tarde, si quieres —dice, señalando a la cámara mientras se


pone un par de boxers encima de su traje de baño y se sienta enfrente de la
cómoda. La última vez que estuve aquí, la vi llegar ataviada por el viaje
planeándolo por la noche delante del gran espejo detrás de ella.

Me encojo de hombros. Nos miramos, entonces no. Si. Luego no. Abrimos nuestras
Coca-Cola Cero y tomamos unos sorbos. No hablamos. Entonces ambas al mismo
tiempo.

—Frankie, yo… —Y

—Anna, yo. —Torpe y forzado. Nunca hemos estado de esta manera antes. No
sabemos cómo manejarlo.

Es su cuarto, así que la dejó ir primero. —Me alegro de que hayas venido, Anna. Sé
que ya hablamos de esto, pero todavía se siente raro. Hay algo más que tengo que
decirte.

—Sí, yo también.

—Muy bien, entonces... —Respira hondo, dejando escapar el aire lentamente, un


débilmente—. Matt. —El final flotando en su suspiro como el vapor.

—Entiendo por qué no quería que me lo dijeras de inmediato —dice—. Siempre


estaba preocupándose por mí, aún cuando éramos niños. Si me raspaba mi rodilla
o me caía de mi bicicleta, era el primero que me ayudaba a levantarme y se
aseguraba de que mamá tuviera una tirita.

—Lo recuerdo. —Sonrío—. Era el hermano mayor por excelencia.

—Lo era. Pero eso es sólo eso… no está aquí para protegerme más, Anna. Y
tampoco lo tienes que ser. Sé que dejé que las cosas se volvieran locas. No
significaba que fuera así… sólo paso. No podía haber cambiado eso. Yo… era algo
por lo que tenía que pasar.

Mi garganta se cierra. —Me sentí como si lo defraudé —digo—. Todas esas cosas
de fumar y Johan y Jake… no te cuide. No pude ni siquiera mantener esa simple
promesa.

—Anna, mi hermano murió. No hay manera de que me pudieras proteger de eso.


Depende de mí, ahora. Le defraude. Me defraudo.

FORO PURPLE ROSE 199


Twenty Boy Summer Sarah Ockler

Metió la mano en el cajón superior de su escritorio por el paquete rancio de


cigarrillos.

—Sé que puedo hacerlo mejor —dice, aplastándolos en su mano y dejándolos caer
en la papelera. No la he visto tan convencida de nada, desde que escogió nuestros
bikinis en Bling e inventó lo del verano con veinte chicos.

—Frankie…

—Hay más, Anna. Cuando llegamos primero a California —dice—, me preguntaste


si recordaba tu fiesta de cumpleaños.

Asiento con la cabeza, recogiendo un hilo de su edredón. —Lo recordé. Matt estaba
actuando como un cadete espacial esa noche después de que llegamos a casa, como
si estuviera flotando. No puedo creer que no lo averigüé, pero de todas las cosas en
las que podría haber estado pensando, tú eras lo último… quiero decir, mi mente ni
siquiera solo iba allí. Eras como nuestra hermana.

—Pero yo…

—Espera, déjame sacar esto. —Me mira duramente, su ceja de ala rota estaba
temblando por contener las lágrimas de nuevo—. Después de que me cepille mis
dientes, entré a su habitación. Estaba sentado en su cama, jugando con ese collar
de cristal azul que siempre llevaba, con una gran sonrisa en su rostro. ¿Recuerdas
el collar?

El collar. —Por supuesto.

—Le pregunté qué era tan gracioso. Saltó un poco, sin saber que lo había estado
viendo sonreír allí como un pequeño niño tonto. Dijo que no era nada… sólo que se
había divertido en la fiesta. Y le creí, todo el camino hasta el día en que leí tu diario.
Fue entonces cuando todo cobro sentido. Todas las veces que me había preguntado
sobre quien te gustaba en la escuela, o quien querías que te llevara al baile.

Esta tranquila como digiriendo su historia, poniendo las piezas juntas para formar
un todo completo de la parte que faltaba que me ha perseguido desde esa noche.
¿Cómo realmente se sentía por mí? ¿Fue sólo un momento estúpido, perpetuado un
poco demasiado largo, sólo para ser olvidado tan rápidamente como llegó? ¿Tan
pronto como se fuera de la escuela?

—Estaba enamorada de él desde siempre… desde que tenía, como, diez. —Confesé.

—Sí —dice—. Ambos estabais enamorados. Ahora lo sé. Estábamos todos tan
unidos, ¿sabes? Solo no lo vi venir hasta que leí tu… Lo siento, Anna.

Cierro mis ojos, luchando de nuevo contra la imagen de su mano en mi diario. —


Está bien.

FORO PURPLE ROSE 200


Twenty Boy Summer Sarah Ockler
—La noche que volvimos del hospital —dice—. Cuando Mamá y Papá estaban
abajo con tus padres después de que te llevaran a casa, entré a su habitación.
Todavía no sé por qué… se sentía como si estuviera llamándome o algo así.

—Adentro, todo estaba exactamente como lo había dejado esa mañana. Su cama
sin hacer. La ropa sucia en el suelo. La camiseta con merengue de vuestra pelea de
tu pastel semanas antes, al igual que la tienes tú en tu armario. Estaba colgada en el
interior de la puerta de su armario, azul y dura. Probablemente todavía está allí.

Sonrío, imaginando a Matt colgando su camisa con merengue detrás de la puerta


esa noche, al mismo tiempo que estaba metiendo la mía en su bolsa de plástico en
mi habitación de al lado, totalmente alucinada sobre lo que acababa de pasar.

—No pensé que te diste cuenta —digo—. Ese día fuimos a mi armario antes del
viaje. Me lo querías tirar a la basura.

—No me di cuenta ese día. Pero una vez que vi la foto en tu diario, se empezó a
juntar todo.

—De todos modos —continúa—, esa noche después del accidente, su cuarto aún
olía como él, ¿sabes? Era como si pudiera encerrarme allí para siempre, y seguir
respirando y diciéndome que volvería.

—Me senté en el extremo de su cama y miré a través de las cosas de su mesita de


noche. El despertador. El vaso de agua medio vacío. Calderilla. Algunos libros que
estaba medio leyendo. Y el collar.

—¿Hablas en serio? —le pregunte—. Siempre pensé que se había perdido en el


hospital o en el accidente.

—No, debe haberse olvidado de ponérselo esa mañana. Y la noche del accidente,
algo me dijo que lo cogiera, así que lo hice. Lo encerré en mi puño y lloré hasta
quedarme dormida en su cama. La mañana siguiente, me desperté en mi cama con
el collar alrededor de mi mano. Ni siquiera podía recordar por qué lo cogí, o cómo
llegué desde su habitación a la mía.

—Algunos días más tarde, Mamá estaba vagando por la casa en trance,
murmurando sobre el collar azul, quería que lo pusieran en él. No le dije que lo
tenía. Lo escondí en el bolsillo de un viejo abrigo donde sabía que no lo vería,
incluso con un alboroto de decoración. La misma cosa que me dijo que lo cogiera,
me dijo que lo mantuviera en secreto. Me sentí muy mal porque Mamá pensara que
estaba perdido, pero sabía que había alguna razón por la que se suponía que no lo
enterrara con mi hermano. Solo no sabía por qué… hasta ahora.

—¿Qué quieres decir? —pregunto, todavía sorprendida de que haya tenido el


collar todo este tiempo, que todo el tiempo, sabía mucho sobre el secreto.

Pone en el suelo su refresco y saca algo del cajón del escritorio donde solía guardar
los cigarrillos.

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Twenty Boy Summer Sarah Ockler

—Quiero decir que, es tuyo, Anna. Siempre ha sido el tuyo. —Aprieta sus dedos en
mi palma.

Mis ojos se mueven lentamente de su rostro al objeto plano, fresco de mi mano. Ahí
está, pequeño y sin modesto, dos cuerdas de cuero sosteniendo un triángulo de
cristal azul. La historia se reproduce a través de mi cabeza como una película, el
pastel, el fregadero de la cocina, el collar, el beso, los mensajes de texto, la parte
trasera de la casa, el segundo beso, el siguiente y el siguiente y el siguiente, las
estrellas, los libros, el armario del vestíbulo, el helado, el coche, el hospital. Mis
mejillas arden. Espero por la tristeza que me ahoga, las lágrimas que empiezan.

Espero.

Espero.

Espero.

Pero... nada.

Estoy… bien. Pienso en Matt y en el triángulo azul siempre en su clavícula y siento


una opresión en mi pecho, pero no lágrimas. No una aplastante sensación de
pérdida. No un deslizamiento de rocas triste.

Estoy bien.

Cierro mi mano alrededor del collar y siento una abrumadora oleada de… calma,
supongo. Y amor. Y perdón. Y cierre. Un comienzo, un final, y un nuevo comienzo.

—Gracias —susurro, estirándome para poner mis brazos alrededor de ella para un
largamente esperado abrazo.

—Así que supongo que no llegamos a los veinte, ¿eh? —Frankie sonríe, secándose
sus ojos.

—No exactamente, no.

—Ah, bueno. Consigues al menos cinco puntos extra para Sam.

Sam. El sonido de su nombre me recuerda el olor de su piel, y el pelo de mi cuello


se levanta.

—Te das cuenta de que voy a necesitar todos los detalles de esta pequeña
rendezvous29, ¿no? —pregunta Frankie.

—¡Francesca, estoy sorprendida!

29
Palabra francesa que significa “cita amorosa”.

FORO PURPLE ROSE 202


Twenty Boy Summer Sarah Ockler
—Oh, vamos. ¡Sabías que te lo haría sacar todo con el tiempo!

—No… ¡Me sorprende que utilizaras una palabra como "rendezvous"


correctamente! E incluso lo pronunciaste…

—Y estás tratando de cambiar de tema. —Se ríe, borrando una lágrima residual
con la punta de su dedo. Es diferente esta vez… su risa. Triste y un poco seria, pero
natural y con esperanza y honesta, también. Mientras el cristal rojo de su pulsera
brilla contra su piel bronceada, por fin lo entiendo. Nunca hubo una vieja o nueva
Frankie. Todo lo que alguna vez ocurrió es sólo parte de quién es; de quien soy; la
mejor amistad que siempre he amado.

Presiono el triángulo de cristal azul contra mis labios y sonrío a Matt, mi mejor
amigo que es un chico, mi último adiós a la descorazonada promesa que cargué
como mi diario durante tanto tiempo. En algún lugar bajo el océano negro y
espumoso, una sirena desterrada lee mis palabras y llora sin cesar por un amor
que nunca conocerá, no durante un solo momento.

Antes del viaje, Frankie y yo nos propusimos tener el absoluto mejor verano de
alguna vez, el verano de los veinte chicos. Nunca estaremos de acuerdo en el
conteo final, si los chicos de Caroline deberían ser incluidos en el recuento, si el
hombre del batido era demasiado viejo para ser considerado un "chico", si
interludio con el chico tatuado estrella de rock era otra cosa que un rebote. Pero al
final, sólo había dos chicos que realmente importaban.

Matt y Sam.

Cuando cierro mis ojos, veo a Sam tendido a mi lado en la manta que la primera
noche miramos las estrellas, la noche en que me hizo ver todo de una manera
diferente; la brisa en mi piel y la música y el océano en la noche. Pero también veo
a Matt, su beso de glaseado de mazapán. Todos los libros que me leía. Sus cuentos
de hadas de postal de California, finalmente llegando a la vida en la Bahía Zanzíbar.

Cuando besé a Sam, tenía tanto miedo de borrar a Matt. Pero ahora sé que nunca
podría borrarlo. Siempre será parte de mí… simplemente en una manera diferente.
Al igual que Sam, haciendo batidos en la playa a dos mil millas de distancia. Al igual
que Frankie, mi mariposa de magia vudú encontrando su camino de vuelta a casa
en la oscuridad. Como las estrellas, desvaneciéndose con el aura de la luna
desaparecida. Como el océano, cayendo y susurrando contra la orilla. Nada que
realmente alguna vez se va… sólo se transforma en otra cosa. Algo hermoso.

***

Frankie sonríe, arqueando su ceja de ala rota expectante. En este momento,


sentada en su edredón púrpura con el sol brillando sobre nosotras a través de la
ventana, me doy cuenta de que tenemos suerte… suerte de estar vivas, al igual que
todo el mundo decía.

Deslizo el collar en mi bolsillo y respiro hondo.

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Twenty Boy Summer Sarah Ockler

No te muevas, Anna Reiley. En este momento, todo es perfecto.

Fin

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Twenty Boy Summer Sarah Ockler

SOBRE LA AUTORA….

Sarah Ockler

Sarah Ockler escribió e ilustró su primer libro a


los 6 años—una adaptación de E.T de Steven
Spielberg. Todavía recuperándose de su
propia adolescencia, Sarah escribe ahora
novelas para jóvenes adultos. Después de
varios años vagando entre Nueva York y
Denver, ella y su marido, Alex, viven ahora en Nueva York con una
colección cada vez mayor de cristales de mar. Twenty Boy Summer es
la primera novela publicada de Sarah.

Para más información visitar su página web:


http://sarahockler.com.

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Twenty Boy Summer Sarah Ockler

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http://purplerose1.activoforo.com/

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