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Fragmento:
EL ZORRO MUTILADO
Por la calle vi a una niña aterida y tiritando de frío dentro de su ligero vestidito y
con pocas perspectivas de conseguir una comida decente. Me encolericé y le dije
a Dios: "¿Por qué permites estas cosas? ¿Por qué no haces nada para
solucionarlo?".
"Si hacemos el bien por interés, seremos astutos, pero nunca buenos."
"A nuestros amigos y enemigos los buscamos nosotros, pero Dios nos da
nuestros vecinos."
"No hay cosas sin interés. Tan solo personas incapaces de interesarse."
"No sé cual es la clave del éxito, pero la clave del fracaso es intentar agradar a
todo el mundo."
"Todo el mundo trata de realizar algo grande, sin darse cuenta de que la
vida se compone de cosas pequeñas."
Frank CLARK
En cierta ocasión mostró Buda una flor a sus discípulos y les pidió que dijeran algo acerca
de ella.
Ellos estuvieron un rato contemplándola en silencio.
Uno pronunció una conferencia filosófica sobre la flor. Otro creó un poema. Otro ideó una
parábola. Todos tratando de quedar por encima de los demás.
LA VERDADERA ESPIRITUALIDAD.
Le preguntaron cierta vez a Uwais, el Sufí: «¿Qué es lo que la Gracia te ha dado?». Y les
respondió:
«Cuando me despierto por las mañanas, me siento como un hombre que no está seguro de
vivir hasta la noche».
Le volvieron a preguntar:
«Pero esto ¿no lo saben todos los hombres?». Y replicó Uwais: «Sí, lo saben, Pero no todos
lo sienten».
Cuando, cada tarde, se sentaba el gurú para las prácticas del culto, siempre andaba por allí
el gato del ashram distrayendo a los fieles. De manera que ordenó el gurú que ataran al gato
durante el culto de la tarde.
Mucho después de haber muerto el gurú, seguían atando al gato durante el referido culto. Y
cuando el gato murió, llevaron otro gato al ashram para poder atarlo durante el culto
vespertino. Siglos más tarde, los discípulos del gurú escribieron doctos tratados acerca del
importante papel que desempeña el gato en la realización de un culto como es debido.
4
NO CAMBIES.
Durante años fui un neurótico. Era un ser angustiado, deprimido y egoísta. Y todo el mundo
insistía en decirme que cambiara. Y no dejaban de recordarme lo neurótico que yo era.
Y yo me ofendía, aunque estaba de acuerdo con ellos, y deseaba cambiar, pero no acababa
de conseguirlo
por mucho que lo intentara.
Lo peor era que mi mejor amigo tampoco dejaba de recordarme lo neurótico que yo estaba.
Y también insistía en la necesidad de que yo cambiara.
Y también con él estaba de acuerdo, y no podía sentirme ofendido con él. De manera que
me sentía impotente y como atrapado.
Pero un día me dijo: «No cambies. Sigue siendo tal como eres. En realidad no importa que
cambies o dejes de cambiar. Yo te quiero tal como eres y no puedo dejar de quererte».
Aquellas palabras sonaron en mis oídos como música: «No cambies. No cambies. No
cambies... Te quiero...».
Entonces me tranquilicé. Y me sentí vivo. Y, ¡Oh, maravilla!, cambié.
Todo el mundo se asustó al ver al Mullah Nasruddin recorrer apresuradamente las calles de
la aldea, montado en su asno.
«¿Adónde vas, Mullah?, le preguntaban. «Estoy buscando a mi asno», respondía Nasruddin
al pasar.
.
Publicado por Richard Mesones
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