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Apuntes de Clases
Juan Christian Jiménez
UAHC
En esta tesis conservadora, los procesos ideológicos tienen una gran importancia.
En última instancia ello se debe a que, como en el caso de Vial, se parte por
afirmar que la unidad social sólo puede ser asegurada por la religión. Si no hay
solidaridad –como Durkheim llamaba mecánica- no puede el cuerpo social
sobreponerse a las tensiones centrifugas. De modo que para que la dominación
pueda ser estable, un grupo tiene que liquidar a su contendiente o, en caso
contrario, debe al menos ofrecer a la sociedad una visión de mundo que sustituya
a la religión, pero que cumpla su misma función.
En este sentido, el problema que enfrentaban los “incrédulos” era que no había
<verdades laicas absolutas>. En estas condiciones, difícilmente podía el partido
laico constituir, ni siquiera para si mismo, <un sistema común>, ni menos llenar <el
vacío dejado por la fe religiosa que se desintegraba>.
Los integrantes del partido laico eran pues, relativistas, “ninguna especie faltó a
esta fauna ideológica”. Había seguidores de Voltaire; otros tenían como evangelio
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lesionan el ideal liberal>; son los heterodoxos o escuela del positivismo liberal, a la
que habría pertenecido Valentín Letelier.
Por su parte Subercaseaux, reconoce tres tendencias a partir de la divulgación de
la Lastarria. La primera la denomina Liberalismo positivista, de doctrina más
política que filosófica correspondiente a la heterodoxa de Zea, con Lastarria a la
cabeza. Luego está el pequeño grupo de los positivistas ortodoxos, que este autor
llama comtianos, ya que hacen del filósofo francés un apóstol y del grupo que lo
sigue una suerte de secta religiosa. Finalmente están los que habiéndose iniciado
en el liberalismo positivista, como Valentín Letelier, Alejandro Fuenzalida Grandón
y otros, evolucionan en la década del ochenta a “un positivismo más sólido,
vinculado de modo más coherente a los intereses de las capas medias y provisto
de un espíritu analítico que no se encuentra entre los liberales positivistas. (60,61)
autoritario, ya que su gran bandera de lucha será la del Estado docente: gobernar
es educar.
Para sustentar este programa, Letelier partía de un diagnóstico de la situación
político-cultural del país que nos recuerda superficialmente a la tesis conservadora
sobre la pérdida de la unidad nacional. Pensaba que el orden social estaba
fraccionado por la diversidad de creencias y doctrinas. Ya que al no existir esta
unidad, los gobiernos se encuentran “sujetos a cambios continuos”; no poseen
“fijeza de miras”; y en fin, no existe un “interés social que ligue a todos en una
cooperación común”. La solución pasaba por Letelier en la educación, pues decía
que “el fin social de la enseñanza es justamente ése, la convergencia de todos los
corazones a un propósito común y de todos los entendimientos a una misma fe,
con el deliberado intento de producir el desarrollo armónico de todas las fuerzas
activas de la sociedad”
Aunque el planteamiento se encontraba inspirado en Comte, no cualquier
enseñanza cumpliría ese propósito de convergencia espiritual. Letelier buscaba un
tipo de educación que pudiera integrar a la nación bajo condiciones de una
emancipación intelectual y moral. “Entre todo lo que nos divide, una cosa nos
une… la ciencia”.
El Estado docente encarnaba precisamente la posibilidad de realizar esa política
educacional que llevaría a una enseñanza “sin tendencias oligárquicas, sin
distinciones sectarias, sin propósitos de lucro”. De paso suponía el autor, asegurar
la hegemonía de las ideas liberales en la sociedad. (73).
En 1879 clamaba por una historia que no quedara reducida “a los peregrinos
cuadros cronológicos” ni a una “ociosa exposición de hechos sin causas que las
ocasionen, de tremendas revoluciones sin antecedentes, y de nombres resonantes
sin significación moral”. Sostenía por el contrario, que “la historia no es ciencia ni
sirve para nada su estudio, si no se pone de manifiesto el desarrollo de las ideas,
de las artes, y de la industria; si no hace ver como las formas de gobierno se
modifican con los cambios del estado social; sino se descubre las relaciones
ocultas que encadenan los fenómenos sociales y hacen de cada acontecimiento
un simple eslabón de una cadena interminable; si no se averigua, en fin, las
causas invisibles que producen los grandes sucesos, los trastornos
trascendentales, la decadencia y la prosperidad de las naciones”. (79)