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Globalización y Desarrollo Metropolitano EPA

CONTROL 18
Sobrino, J. (2003) Competitividad de las ciudades en México, Colegio de México, Capítulo II.3: Dimensión
metropolitana del desarrollo urbano. pp.183 – 210

En este texto el autor analiza el fenómeno de metropolización, algunas definiciones,


y los procesos metropolitanos en la ciudad d e México. El autor inicia diciendo que el
fenómeno de metropolización ocurre cuando una ciudad rebasa su límite político
administrativo territorial para conformar un área urbana ubicada en dos o más
municipios (tiene lugar cuando en su proceso de expansión utiliza para su desarrollo
urbano suelo que pertenece a uno o más municipios en los cuales no se ubica la
ciudad central). Así mismo el autor define que el fenómeno metropolitano conjuga
tres elementos: 1. Componente demográfico, crecimiento de la población,
movimientos intraurbanos de tipo centro-periferia y la creación de nuevas familias. 2.
Distribución del empleo, en cuanto a la marcha de la economía urbana, los ritmos de
desconcentración del empleo, la tasa de crecimiento por tipo de actividad económica
y los patrones de relocalización espacial para cada sector económico, y 3. Territorial,
determinado por el grado de fragmentación de las entidades federativas en
municipios.

Por otro lado definió en el capítulo anterior, el concepto de área metropolitana que
alude a la estructura urbana que se extiende en el territorio de dos o más municipios
con usos del suelo de naturaleza no agrícola y que, partiendo del núcleo o centro
comercial y de negocios, presenta continuidad física en todas direcciones hasta que
se interrumpe en forma notoria por terrenos de uso no urbano como bosques,
sembradíos, o cuerpos de agua (se conforma con el agrupamiento de localidades
que pertenecen a distintos municipios).

Por otro lado distingue que la zona metropolitana difiere de la anterior porque su
límite constituye un envolvente de la primera y su forma es más regular porque
incluye los límites de las unidades político administrativas menores, que para el caso
mexicano son los municipios (integra municipios contiguos).

El autor dice que estos conceptos son claros, pero la delimitación concreta no es
fácil, pues para ello se necesita información estadística, cartográfica y de campo.
Para lo cual desarrolla diferentes subcapítulos para analizar las principales áreas
metropolitanas de México.

En el primer subcapítulo analiza diferentes metodologías para definir la delimitación


de zonas metropolitanas. Para definirlas una primera delimitación fue planteada por
Unikel, Ruiz y Garza (1978), cuyo método consistió en agrupar municipios contiguos
que manifestaran un carácter predominantemente urbano y una interdependencia
mayor con la ciudad central que con cualquier otra, para esto utilizaron cinco
variables cuantitativas de los municipios de estudio: 1. Porcentaje de la PEA no
agrícola, 2. Grado de urbanización, 3. Valor agregado industrial, 4. Incremento
medio de la población y 5. Distancia entre el centro de la ciudad central y la
cabecera municipal. A estas variables se les aplicó en primer lugar un análisis
factorial y posteriormente uno de discriminantes, lo cual dio como resultado la
definición de 12 zonas metropolitanas (ciudad de México, Monterrey, Guadalajara,
Puebla, Orizaba, Veracruz, Chihuahua, Tampico, León, Torreón, Mérida y San Luis
Potosí). Un segundo ejercicio de delimitación fue elaborado por Negrete y Salazar

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(1986), seleccionaron los municipios que contenían una localidad con al menos 50
mil habitantes en 1980, y posteriormente configuraron un agrupamiento cartográfico
de municipios contiguos a los primeros que potencialmente integrarían un primer,
segundo o tercer contorno a la ciudad central; utilizaron cinco variables: grado de
urbanización, tasa de crecimiento demográfico, elasticidad de crecimiento de la PEA
agrícola, densidad de población y productividad industrial; el resultado fue la
delimitación de 26 zonas metropolitanas las 12 definidas con el proceso anterior
para 1970, más otras 14 (Toluca, Coatzacoalcos, Cuernavaca, Xalapa, Poza Rica,
Monclova, Oaxaca, Córdoba, Zamora, Zacatecas, Guaymas, Cuautla, Colima y
Tlaxcala).

El autor destaca que la delimitación más utilizada en los noventa fue elaborada por
el Consejo Nacional de Población (Conapo), que estableció 4 zonas metropolitanas
y 30 conurbaciones; éstas últimas correspondientes al concepto de área
metropolitana (este método no especifica la metodología utilizada para su
delimitación) en esta clasificación incluye 25 de las 26 metrópolis definidas por
Negrete y Salazar, excluyendo a Chihuahua y delimitando a León como conurbación
y no como región metropolitana del Bajío, se incorporaron 9 localidades a la lista de
metrópolis (Aguascalientes, Cancún, Celaya, Chilpancingo, Guanajuato, Irapuato,
Querétaro, Reynosa y Saltillo). Una segunda delimitación durante la década de los
noventa apareció en el Programa Nacional de Desarrollo Urbano (1995-2000), y
específicamente en el programa estratégico de 100 ciudades, cuyo objetivo consistía
en garantizar la continuidad del desarrollo urbano ordenado; este programa se
complementaba con otro de consolidación para las zonas metropolitanas de las
ciudades de México, Guadalajara, Monterrey u Puebla.

Con este análisis el autor deduce dos conclusiones: 1. Es innegable el avance del
fenómeno de metropolización en el país, porque los datos de población, la
información cartográfica y los trabajos de campo muestran que un número cada vez
mayor de ciudades centrales rebasan su límite político administrativo; y 2. La
delimitación de dichas metrópolis no ha sido homogénea en cuanto a la metodología
utilizada y los resultados propuestos.

Tomando en cuenta estas conclusiones el autor propone una metodología de


análisis para delimitar las áreas metropolitanas existentes en el país en el 2000. El
resultado del ejercicio dio como resultado 38 áreas metropolitanas en México para el
año 2000, abarcan 16 delegaciones del DF y 254 localidades de 189 municipios. El
autor destaca que también se tomó en cuenta las conurbaciones internacionales
Tijuana-San Diego, Mexicali-Caléxico, Nogales-Nogales, Ciudad Juárez-El Paso,
Nuevo Laredo-Laredo y Matamoros-Brownsville. En estos casos se desenvuelven
procesos transfronterizos de carácter territorial, origen y destino de flujo
transfronterizo y frecuencia e intensidad de flujos. Al 30 de junio de 2000 las 38
áreas metropolitanas albergaban 41.2 millones de habitantes equivalentes a 42% de
la población nacional y 67.7 de la urbana. Es importante mencionar que en el 2000
la Ciudad de México representaba el 42.2% de la población metropolitana del país.

En un segundo subcapítulo el autor describe que el análisis sobre la estructura y la


dinámica de las áreas metropolitanas permite avanzar en el conocimiento de sus
episodios de organización interna y en el del papel de éstas en el sistema urbano
nacional, elementos que contribuyen a la formulación de programas que son

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indispensables para alcanzar una mejor distribución espacial de la población y de las


actividades colaterales, así como para planear adecuadamente el desarrollo
territorial de tales centros de población.

Este análisis se inicia con la consideración de categorías económicas


y demográficas y prosigue con el uso de una serie de variables cuantitativas y
cualitativas. Las categorías incluyen conceptos y modelos de la teoría económica
y la demografía instrumental, y se dividen en exógenas (giran en torno al patrón y a
los tipos de movimientos migratorios, y destacan los factores de expulsión y
atracción de la población, así como las decisiones de localización de las actividades
económicas en las expectativas de riesgo y ganancia) y endógenas (se relacionan
con las formas de ocupación del espacio determinadas por la conjunción e
interdependencia de los distintos mercados urbanos y la acción de sus agentes
sociales). La dinámica demográfica de las áreas metropolitanas ubica a éstas dentro
del contexto del sistema urbano nacional, a la vez que explica la emergencia del
fenómeno de conurbación. La comparación de la dinámica demográfica entre las
décadas de los ochenta y los noventa muestra que la situación más frecuente fue el
dinamismo moderado en ambos periodos, con 11áreas metropolitanas, seguida por
el tránsito de una condición elevada en los ochenta a una moderada en los noventa,
encontrada en 10 metrópolis.

En un tercer subcapítulo analiza el nivel y etapas de metropolización, así menciona


que el nivel de metropolización se relaciona con el patrón de distribución intraurbana
de la población y de las actividades económicas, en términos del tamaño de la
ciudad central y su periferia metropolitana en un momento determinado. Define que
el nivel de metropolitanismo se asocia con la noción de suburbanización y está en
función de una serie de factores entre los que figuran: la fecha de conformación
metropolitana, el tamaño de la ciudad central, el número de municipios
metropolitanos, la superficie de los municipios central y metropolitanos, y la densidad
de población del municipio central. Se puede medir cuantificando el porcentaje de la
población y de la demanda ocupacional que concentra la ciudad central en un
momento determinado. Las etapas de metropolitanismo son los procesos de
urbanización intrametropolitana en que transcurre la dinámica de crecimiento de las
distintas partes de una ciudad, que de manera general se inicia con el
desplazamiento de la población y sigue posteriormente con el de las actividades
económicas del centro hacia la periferia. Se clasifica en cuatro etapas: 1.
Urbanización, 2. Suburbanización, 3. Desurbanización y 4. Reurbanización. La
comprensión del fenómeno metropolitano implica, la concentración de conocimiento
entre el papel y la participación de éstas en el sistema urbano nacional, t la actividad
productiva, con sus procesos de organización interna en cuanto a su estructura y
dinámica: su nivel y etapa de metropolitanismo. Todos estos elementos deben se
considerados al proponer fórmulas para la planeación metropolitana, lo que implica
un estilo de planeación de corte espacio-sectorial.

En el último subtitulo llamado: Expansión Metropolitana y Estructura de la Ciudad de


México, el autor destaca que la ciudad de México ha experimentado un
ininterrumpido proceso de expansión física al abarcar cada vez mayor número de
municipios metropolitanos. Después analiza que este proceso inició en la década de
los cuarenta, así en los albores del tercer milenio su área urbana se extendía sobre
las 16 delegaciones del DF, 40 municipios del Estado de México y uno más de

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Hidalgo. Estas 57 unidades político-administrativas conforman la Zona Metropolitana


de la Ciudad de México (ZMCM), la segunda metrópoli más grande del mundo se
extiende sobre el suelo de tres entidades federativas del país.

El autor cita algunas teorías que explican la estructura urbana, enfocadas al análisis
de la utilización del suelo. Una de ellas es la teoría concéntrica formulada por
Burguess (escuela de Chicago), la cual establecía que el crecimiento de una ciudad
ocurría por los procesos ecológicos de concentración, centralización,
descentralización, segregación, invasión y sucesión. De manera general se plantea
que la ciudad se estructura en 5 zonas concéntricas: 1. Un anillo central en donde se
concentran los comercios, oficinas, la vida civil y los nodos de comunicación; 2. Una
zona de transición que corresponde a un área de deterioro residencial con invasión
de actividades urbanas más rentables; 3. Un anillo dominado por el uso de
habitacional donde viven familias de trabajadores que prefieren permanecer cerca
de sus lugares de trabajo; 4. Un círculo concéntrico ocupado por la clase media; y
5. Una zona periférica de espacios dormitorios. Esta teoría ha sido criticada por su
generalidad, sin embargo, ha sido utilizada como punto de partida para otras
proposiciones como la teoría sectorial, la de centros múltiples, los análisis de
densidad y las etapas de metropolitanismo.

La teoría concéntrica ha sido utilizada generalmente para estudiar el crecimiento y el


grado de consolidación urbana, en tanto que la teoría sectorial permite establecer
patrones de diferenciación económica, social, cultural y urbanística al interior de la
ciudad.

El autor deduce que conjuntando las propuestas metodológicas y la conformación de


la ZMCM para 2000, se concluye que ésta se integra por un anillo central y cuatro
contornos. Describe que municipios conforman cada anillo y analiza cada zona
mediante datos de población y cantidad de superficie que abarca, así como el
proceso de formación. Finalmente sintetiza que la estructura de la ZMCM durante la
segunda mitad del s. XX mostró el desarrollo de tres etapas de metropolitanismo al
tiempo que conformó plenamente su primero, segundo y tercer anillos, e inició el
poblamiento sobre la superficie de unidades político-administrativas integrantes en
un cuarto contorno.

Cristian Villa Fuerte

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