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Revista www.teatroenlinea.150m.com; No.8 (Ene-2008) Beliza Castillo. E.

Peña

El teatro de desintegración postmoderno en


“El Circulo” de Edilio Peña

Beliza Castillo
Rec. 12Dic2006; Aprob. 25May2007

RESUMEN
Edilio Peña comienza a escribir a principios de los años 70 y muy
pronto desarrolla textos de gran relevancia como es el caso de la
obra El Circulo, cercana al absurdo y con fuertes rasgos del teatro
postmoderno. Según Osvaldo Pellettieri (2001) existen tres
categorías del teatro postmoderno argentino: moderno
existencialista, político y de intertexto postmoderno. Este último
posee también una subdivisión en el teatro de desintegración, con
situaciones pequeñas fracciones con análisis abierto, al mismo
tiempo que emplea el discurso que construye y desconstruye a los
personajes. La intertextulidad en El Circulo va más ligada a la
necesidad de establecer un género o tendencia que a especificar una
individualidad o referente especifico. En el presente trabajo
trataremos de conocer aquellos niveles de significación, estructura y
temática, que nos muestren la cercanía a un posible teatro
postmoderno de desintegración.
Palabras claves: teatro, moderno, político, posmoderno, deconstruir.
SUMMARY
Edilio Peña begins to write at the beginning of the years 70, and
soon he develops texts of great relevance, as it is the case of the play
The circle, close to the absurd and with strong characteristics of
postmodern theater. According to Osvaldo Pellettieri (2001) three
categories of the Argentine postmodern theater can occur: the
modern existencial theatre, the political one, and the postmodern
intertext. This latter also has a subdivision as disintegration theater,
with small dramatic situations fractioned with opened analysis, at the
same time that uses the dialog to construct and deconstruct the
characters. Intertextuality in The circle goes linked to the necessity
to establish a genre or tendency than to specify an individuality or
specific referent. In the present work we will try to know those levels
of meaning, structure, and themes showing the proximity to a
possible postmodern theater of disintegration.
Key words: theatre, modern, politic, postmodern, deconstruct.

Introducción.

Hablar de Edilio Peña es hablar de una de las personalidades más polifacéticas de

Venezuela. La amplitud de su producción literaria abarca gran cantidad de ensayos,

novelas, obras teatrales y guiones cinematográficos. Nace en Puerto la Cruz en el año de


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1951 comienza a escribir a principios de los años 70 a muy temprana edad con la obra

Resistencia, ganando la aceptación de los círculos más exigentes del quehacer teatral

venezolano. Sin embargo, su juventud no le impidió desarrollar textos de gran

relevancia y de propuestas, que hasta ahora, se pueden considerar vigentes. Tal es el

caso de la obra El Circulo, en la que podemos observar un acercamiento al absurdo, con

fuertes rasgos de lo que más adelante se convirtió en las características más resaltantes

de teatro postmoderno.

Según la definición de Osvaldo Pellettieri (2001) en su artículo sobre

“Modernidad, Posmodernidad y Teatro Argentino”, Pellettieri señala que existen tres

categorías o momentos del teatro postmoderno argentino: Momento moderno

existencialista, momento político y momento de intertexto postmoderno. Este último

posee también una subdivisión: el teatro de desintegración caracterizado por una puesta

en escena tomada más por un simulacro que como una dicotomía de verdadero-falso, las

situaciones son presentadas como pequeñas fracciones o secuencias, junto a un texto

dramático de varios sentidos con análisis abierto, al mismo tiempo que emplea el

discurso que construye y desconstruye a los personajes.

La intertextulidad en El Circulo va más ligada a la necesidad de establecer un

género o tendencia que a especificar una individualidad o referente especifico. En el

presente trabajo trataremos de conectar específicamente aquellos niveles de

significación, estructura y temática, que nos muestren la cercanía a un posible teatro

postmoderno y encontrar aquellas similitudes que lo acerquen al teatro de

desintegración descrito por Pellietteri.

El teatro de intertexto postmoderno-teatro de desintegración.


Osvaldo Pellettieri (2001:10) define el teatro argentino entre 1985 y 1997 como teatro

de intertexto postmoderno. Para él en Argentina se lleva a cabo una modernidad tardía o


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marginal cuya última etapa sería el teatro emergente de los noventa o teatro

antimoderno y una de sus tendencias el intertexto postmoderno:

Caída la dictadura, se produce un renacimiento del cuestionamiento a esa


modernidad marginal, que se relaciona con los cambios en el contexto
social (aceptación de la democracia liberal, la desaparición del enemigo
representado por el Proceso Militar). Este cambio obedece a necesidades
internas: se ha mezclado con algunos elementos de la semántica del
postmodernismo (cuestionamiento de la historia “como relato
verdadero”, adhesión al teatro de resistencia, culto de la nostalgia, la
ironía y la ambigüedad […] y la inclusión del simulacro como base de la
representación. (Pellettieri, 2001: 11)

La intertextualidad postmoderna rechaza lo verosímil y busca romper con el realismo

del modernismo. Pellettieri divide en dos este tipo de teatro: el teatro de resistencia y el

teatro de desintegración.

El teatro de resistencia: esta conformado por aquellos textos que suspenden los

opuestos como contenido-forma, realismo-formalismo, cultura alta-popular. Buscaba

hacer de la postmodernidad algo propio, con particularidades argentinas. Para ello se

esforzó por hacer una critica a la modernidad marginal, al realismo, a la negación del

pasado y a lo elitesco.

El teatro de desintegración: abocados al estudio de grandes autores europeos y

cada vez más acercándose a la esencia del teatro argentino, esta tendencia nace de la

mezcla de todo este proceso y el teatro del absurdo y la neovanguardia:

Ese teatro de la desintegración es, a nuestro juicio, la continuidad


estético-ideológica del absurdo, como éste, a su vez, era la continuidad
de la tradición irracionalista-pesimista del grotesco. […] El teatro de
desintegración toma del absurdo lo abstracto del lenguaje teatral y la
disolución del personaje como ente psicológico, pero no pretende
demostrar nada, cree que el sentido del texto, que es absolutamente
arreferencial, lo debe aportar casi en forma exclusiva el espectador. El
personaje sólo “dice” el discurso, está descontruido y psicológicamente
desintegrado. (Ibíd.:20)
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En Venezuela, Edilio Peña realiza en sus primeras obras un marcado estilo

neovanguardista o neoabsurdo, en donde se encuentra una marcada critica al

irracionalismo social. Para ello empleo un estilo poco elitesco, para el momento,

pero con una visión emprendedora de lo que más adelante serian los rasgos del

teatro postmoderno. A través del análisis de la pieza dramática “El Círculo”

escrita en 1975, trataremos de conectar las características señaladas por

Pelliettieri, que denotan la búsqueda de un nuevo discurso que se ajustara a la

necesidad de exponer la realidad en Venezuela de los años 70.

El Círculo de Edilio Peña

Escrita en 1975, El Circulo presenta una estructura de un Acto sin divisiones. En ella

dos personajes: Hombre, Mujer, son descritos vestidos de gris y de edad indefinible,

quienes se encuentran atrapados en un tiempo y espacio también indefinidos, en donde

recuerdan un pasado de manera circular. La obra parece girar en círculos, ya que desde

el comienzo hacen alusión a encontrarse otra vez en el mismo lugar:

HOMBRE: (Abre los ojos) Gris.


MUJER: (Sin abrir los ojos) ¿Lo mismo?
HOMBRE: (Moviendo los ojos de un lado a otro) Lo mismo. ¿No acabas
de oír?
MUJER: (Sin abrir los ojos) ¿Igual?
HOMBRE: (Girando y quedando a espaldas de la mujer) ¡Si! ¿no
oyes?...El mismo día. Aunque amanezca y anochezca. Así que abre los ojos,
no verás nada nuevo.
[…]
HOMBRE: (…) Estamos encerrados. (Observa el círculo. Mira de donde
proviene. La luz incandescente hace que se lleve una mano al rostro y se lo
cubra. Esto lo repite hasta que se resigna) Somos poderosamente tristes.
Sufridos. (Peña: 1999, pág. 45)

Los personajes al parecen repiten constantemente la misma situación. Señalan estar

atrapados en el tiempo, donde reiterativamente manifiestan su tristeza y su angustia por

perpetuar su sufrimiento.
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Las señales de teatralidad que encontramos en el texto nos sumergen en una

atmósfera extraña, un espacio en la nada controlado por luces blancas y violetas. El

autor nos señala como éstas irán apareciendo a media que las emociones y sensaciones

de los personajes emergen.

(El escenario a oscuras. Gradualmente, un círculo de luz violácea,


concentrado, comienza a hacer presencia en el centro del escenario, y a
crecer con lentitud al compás de una música profunda. Luego se detiene;
hay un silencio, y van bajando lentamente al hombre y la mujer de donde
proviene el círculo e luz, sentados apretadamente en una silla giratoria, sin
espaldar (o en un pequeño banco) le sostiene una gruesa cuerda que sube al
centrarse el hombre y la mujer en el círculo de luz. Desaparee la luz violácea
a medida que entra una luz encendidamente blanca.) (Ibid,.45)

El autor nos sitúa en ese espacio indefinido, pero con rasgos de un espacio aislado,

vació y carente de sentido, que se irá llenando de palabras y recuerdos a los que los

personajes aluden en medio de su desolación y tristeza. Cabe preguntarse que es

exactamente lo qué hacen estos personajes, qué es lo que esperan, por qué y en donde

están atrapados.

La música también juega un papel importante dentro de la obra, ya que recrea

viejas situaciones, que serán dramatizadas por los personajes en su intento por

mantenerse o mantener el círculo abierto. Si embargo, las unidades de significación del

texto nos llevan a encontrar distintas propuestas de análisis. Podemos reconocer que se

encuentran atrapados en una especie de hades, un espacio de muertos y ultratumba en la

que se vive y revive cada día. Personajes en pena en un limbo desconocido.

HOMBRE: ¿Por qué te empeñas en limpiar unos dientes que no son míos,
eh?
MUJER: ¿De quién son, entonces?
HOMBRE: De uno que murió.
MUJER: Y tú ¿por qué tienes unos dientes ajenos? ¿Los expropiaste?
HOMBRE: No. Los compré.
MUJER: ¿Al muerto?
HOMBRE: No.
[…]
MUJER: (…) Dime, ¿alguna vez tuviste unos dientes de tu propiedad?
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HOMBRE: Si (Melancólico) Pero se pudrieron.


MUJER: (Lejana) Recuerdo…Me dabas unos besos podridos.
HOMBRE: Por eso los cambié; no los soportabas. Ahora, cada vez que te
beso, sientes la sensación de que te besa alguien que existió
hace mucho tiempo… (Ibíd.,. 47)

Si bien la acción transcurre en un espacio que no muestra ninguna referencialidad, pero

que a través del diálogo podemos encontrar algunas pistas, que guían hacia un posible

análisis.

Podemos entender, en primer lugar, en una primera lectura y mediante el diálogo

de los personajes, que se trata de una relación sentimental:

HOMBRE: […]…¿Acepta usted, a esta mujer por esposa?...El,


ligeramente emocionado, después de limpiarse la voz ronca con pastillas
mentoladas, responde: la acepto..[…] (Peña: 1999, 49)

Esta relación de pareja se irá fusionando con un alto nivel de pesimismo e indiferencia,

que hace presumir ha pasado a un nivel mas amistoso y hasta de inconformidad. Lo

interesante en esta relación es el constante juego de poder. La MUJER constantemente

manipula al hombre para que éste, a regañadientes recuerde momentos del pasado en

los que ella fue feliz. Sin embargo, y pese a que el HOMBRE se molesta, en los

momentos de silencio hace que ella comience a hablar para evitar que el círculo se

cierre. Sin El HOMBRE agotado y conciente de su constate vivir en el círculo sede ante

ella para evitar confrontación, hasta que comprende que el círculo debe expandirse

durante el día y cerrarse durante la noche, dando paso a otro tiempo, pero en el mismo

círculo. Es decir, el círculo no se cierra sólo descansa. Utiliza a los personajes para

llevarlos a los constantes recuerdos y al final del proceso, en la ansiedad y el

agotamiento mental, este se cierra, para dar paso a otro día gris.

Los personajes no se presentan como vivos ni como muertos. Parecen esperar

por algo, esperan la reacción del dueño del círculo. Una especie de dios que señalará
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cual será su destino. Podemos relacionar esta característica a la búsqueda por

desintegrar a los personajes del teatro de desintegración postmoderno. En donde

reiterativamente los personajes van adquiriendo significado y referencialidad, pero que

en un momento dado el autor los va desdibujando, haciendo que el espectador-lector

trate de encontrar significados. En un determinado momento se presentaron como una

pareja de esposos recordando su pasado, pero poco a poco comienzan a enfrentarse en

un constante debatir sobre la manera como esos recuerdos son recordados.

La MUJER se presenta como un ser infeliz por su imposibilidad de tener hijos.

Le reclama al HOMBRE su pesimismo y el hecho de no haberla hecho feliz. Su

infertilidad la hace sentir irrealizada. Busca constantemente recrear situaciones de la

vida que nunca vivió. La MUJER pareciera entonces estar condicionada a un

pensamiento paradigmático de lo que es la felicidad femenina. Pensamiento apoyado y

motivado por la sociedad o el mundo que los abandonó en ese vacío en el que se

encuentran.

MUJER: No me digas amor: eso no existe. Quizás si me hubiera


casado con otro si hubiese unido mi cuerpo a otro, sería distinto.
[…]
MUJER: (…) Ahora hemos vivido con el recuerdo de un pedacito del
pasado y con las migajas legañosas del presente. Por eso, sólo por eso, y por
ese final sombrío y desconocido que llegará tarde o temprano, inventemos
una realidad, inventemos una realidad que no hemos vivido. (Ibíd., 62)

Discurso existencial y pesimista, que muestra el sentimiento de derrota que siente una

mujer al no cumplir con las líneas establecidas por una sociedad que les exige procrear.

Su única realidad es la no conciencia del hecho de su vida en círculos y es por ello su

permanencia. Así puede comenzar una segunda lectura que va dirigida a la critica

social.

HOMBRE: Tu vives el pasado como si fuese el presente. (Pausa corta)


Los dos… los dos somos vestigios del pasado ¿sabes?
(Ibíd., 48)
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En “El Círculo”, Peña deja entrever que sus personajes, quienes van dando el sentido al

texto, son almas atrapadas en un mundo de pesimismo que constantemente los hace

transcurrir por su debatir de situaciones existenciales. Es decir, son personajes

atrapados en un universo social cargado de pesimismo, en donde el hombre es

explotado, subyugado e imposibilitado a defenderse o modificar su destino.

HOMBRE: Si, el dueño del círculo es muy hábil y terrible. La clase


obrera es la clase más condicionada; es la más importante para ese dueño y
señor. Fíjate, usa estructuras y superestructuras para crear toda una serie de
círculos complicadamente incomprensibles.
[…]
(Al hablar del obrero)
MUJER: Tenía conciencia. ¿No?
HOMBRE: Murió. (Ibíd., 60)

Peña, mantiene una crítica a la condición del hombre y de su pensamiento circular

condicionado por una sociedad explotadora. Habla de estructura y superestructura para

referirse a ese intento del poder-estado (en el caso de la obra: el dueño del círculo) para

manipular a través de teorías sociales a las clases más débiles y que éstas son

explotadas por su falta de conciencia ante esta situación. Entonces podemos notar como

el sistema social y político en esta obra, es expuesto como una constante que mantiene

atrapados a los personajes y que busca que éstos actúen de forma mecánica

diariamente, al recordar en vano, situaciones pasadas que los alejan de nuevos

pensamientos y así evitar reacciones que atenten con la seguridad del círculo:

HOMBRE: Escucha: aquella noche en que me levante y caminé por aquel


sueño, descubrí que podía encontrar la existencia múltiple de los círculos.
Todo es un problema de interrelaciones; allí estriba todo. Matemático.
MUJER: Caminar por los sueños de todos.
HOMBRE: Eso.
MUJER: ¿Y hasta qué punto son sueños?
HOMBRE: No sé diferenciar los sueños de la realidad, ni la realidad de
los sueños.
MUJER: La realidad se ha convertido en sueños y el sueño en realidad,
¿no?
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HOMBRE: No descarto esa posibilidad. Más aún, el clímax es tal que


parece una aterradora pesadilla.

Los personajes atrapados en esa pesadilla de sistema sólo esperan ser atacados por el

dueño del círculo. Esperan el momento de su muerte. El problema de interrelaciones es

un problema de conciencia del hombre con su semejante, es un problema de

comunicación respeto y hasta de libertad, es La imposibilidad para soñar y liberarse de

una realidad de pesadilla:

MUJER: No quiero morir.


HOMBRE: Estas muerta.
MUJER: Pesimista.
HOMBRE: No. El comenzó a matarnos desde que nacimos. Inclusive, me
atrevería a decir antes de nacer. Es una posibilidad desconocida. Pero es una
posibilidad. (Ibíd., 71)

Para Peña, el círculo se presenta como el estado inconsciente del hombre. En donde

éste es manipulado por las convenciones sociales que castran su espontaneidad y su

libertad, en un mundo dividido en clases y “círculos complicadamente

incomprensibles”:

HOMBRE: (Desde el fondo. Casi superpuesto en el grito final de la


mujer) Vivimos, y no conocimos la vida…Morimos, y no conocemos la
muerte. (Ibíd., 74)

Cabria preguntarse si para Peña los personajes tendrían alguna salida. La muerte de

éstos por el cierre del círculo, nos hace pensar en qué medida podrían salvarse mientras

entran en conciencia de su estado. O por el contrario, al estar en el círculo nada se puede

hacer para liberarse. Si buscamos una explicación por el lado pesimista podemos decir

que jamás se rompe el círculo: nacer, vivir, morir. Que el estado de conciencia social

sólo nos ayudaría a multiplicar el diámetro del círculo y no a eliminarlo. Que el dueño

del círculo, que condiciona: la vida, la muerte y la realidad, será quien decida cuanto

vivir y cuanto tiempo esperar en la muerte.


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La imagen del círculo y el juego de luces se acercan más que a un mundo de

referencialidad a un simulacro. Los personajes sentados sobre bancos giratorios

muestran el desprendimiento hacia una contextualizad y que estimula la imaginación.

No alcanzamos a aprehender cuál es la realidad, qué es lo verdadero y qué es lo falso.

Emplean un discurso que los construye y desconstruye, en donde no sabemos quienes

son, qué hacen allí. Sólo sabemos que son una pareja o ¿no?, también podríamos decir

que son almas en pena que juegan, dramatizan. Lo que si es cierto es que no podemos

especificar quienes son y que buscan. Ambos personajes como marionetas son

manejados por el dueño de círculo (su autor) quienes reviven viejas situaciones que

nunca vivieron. Recuerdan una infancia por la que nunca pasaron y que viven en espera

de sobrevivir cuando ya están muertos.

Conclusiones.

El Círculo presenta un marcado estilo postmoderno. Sin embargo, su autor en su

madurez escribe “Ese espacio peligroso” en 1989. Ésta no es más que la continuidad de

“El Círculo”. En este caso los diálogos son más cortos y el final, no es resuelto con la

muerte o el cambio, es un final continuo y termina con los primero diálogos de “El

Círculo”, mostrando una marcada referencialidad al teatro postmoderno de final

continuo y abierto. En ambas se juega con distintos niveles de sentido y trama hasta

deconstruirse, rompiendo así con la certidumbre: Esta situación hace que el espectáculo

se presente como fragmentario, inconcluso, complejo. (Pellettieri, 2001: 23)

Es interesante ver como Edilio Peña a comienzos de los años 70ª ya estaba

experimentando con un nuevo discurso y en ese proceso pudo fusionar el estilo del

absurdo y la ironía, al mismo tiempo que abrió un nuevo sentido de construcción y

desconstrucción de la trama y de los personajes, que junto a un final inacabado,

pesimista y de múltiples significados, marcó el comienzo del desarrollo de una


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producción dramática, que llegaría a su clímax ya mediados los años 80ª. Con “Ese

espacio peligroso” Peña, logra abarcar todas las características del teatro postmoderno,

al emplear el intertexto que vincula la obra con “El libro de Arena” de Borges.

Relacionando la infinitud del libro del personaje de Borges, con la infinitud del círculo

apoderado de los personajes.

A partir de este breve análisis de la obra “El Círculo”, pudimos encontrar aquellas

características que lo relacionan con el discurso del teatro de intertexto y de

desintegración postmoderno. Un discurso reflexivo y crítico de una realidad agobiante

para los ojos de Peña, pero digna de ser contada a través del juego absurdo y pesimista

de los personajes.

Bibliografía.

PELLETTIERI, Osvaldo (2001), Modernidad, posmodernidad y teatro argentino, Caracas,


Escritos en arte, estética y cultura. III Etapa, No. 14.
PEÑA, Edilio (1999), Obras de teatro, Mérida, Universidad de los Andes, Consejo de
Publicaciones.

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