Professional Documents
Culture Documents
Wilson Pavón
- Señora muy buenos días, ¿Qué hace usted, por acá?. nunca había tenido el
gusto de conocerla, ¿está de pasada? -La mama de Mauricio fue interrogada
por don Fulgencio, viejo lobo, divorciado dos veces, con un número de hijos
que no se sabía con certeza, que supo de la nueva habitante de la comunidad
y salió personalmente a recibirla.
- Buenas, me voy a quedar aquí indefinidamente.
- Pero, en donde están mis modales, puedo saber ¿Cuál es su nombre?
- Mi madre únicamente, se ponía triste y lloraba, tal vez por el amor, pero
siempre me quiso, luchaba por que tuviera todo, a veces me decía que le
recordaba a mi padre, al cual nunca conocí, pero me imagino que debe ser
una padre excelente, cada vez que me lo decía, si gritaba un poco, me
acariciaba un poco fuerte, pero me quiere, de eso si estoy seguro.
- Ese día conocí a mis amigos inseparables, nunca me había divertido tanto, que
hermoso- Recordaba Mauricio- aunque, no recuerdo muy bien que paso en la
tarde.
- Mi madre sufrió mucho, por eso es así, recuerdo que me grito y nada más.
Mauricio aquel día fue encontrado por doña Joyce en el camino al río lleno de
sangre, con golpes y moretones; según el Doctor de la comunidad fue golpeado
fuertemente con un garrote en la cabeza por ello el desmayo. Según testigos su
padrastro también participó.
- Una semana después, regrese a clases nadie se quería acercarse a mí, pero
solo eran unos pequeñitos moretones.
Dos años después, su hermanito creció. Mauricio, jugaba las tardes con otros
niños de la comunidad, eran de aquellas tardes en las cuales era magnifico estar
con los amigos y jugar a la pelota. La señora Georgina, comenta:”no sé lo que
sucedió, todos los niños se encontraban felices, y es ahí cuando paso el
accidente”. Los niños corrían detrás de un balón, cuando se escucho los gritos
de Carlitos, hermanito de Mauricio, había salido de su casa, salió detrás de su
hermano, perdió el equilibrio por estar aprendiendo eso siempre pasa, pero don
Fulgencio, no lo tomo así.
Toda la tarde y noche en Sahuangal fue una bullicio de insultos y los llantos solo
hasta dos horas después, toda la comunidad escuchaba como ese pequeño
cuerpo era agredido, sin más ni más. Por la cruel realidad del destino; “Cuida a
tu hermano, inservible” fue la acusación.
Mauricio no fue visto hasta una semana después, todavía cojeando, y con su ojo
derecho morado, y en su tierna mirada, se divisaba tristeza descomunal.
Las agresiones, se tornaban aun más violentas, con el paso del tiempo
inclemente, su madre y su padrastro, incitaban a su hijo menor a que golpee a
Mauricio, por las razones más estúpidamente justas que se podían inventar, por
estar jugando ”como niño”, o no estar sirviendo a su padrastro como esclavo.
Toda la comunidad quería hacer algo, por clemencia o por que no podían dormir
cada dos noches de las palizas proporcionadas a un niño indefenso.
- No fue una muy buena época - pensaba Mauricio- lo que más me dolía de
dejar la comunidad era dejar el monte, y este lugar, que siempre permanecía
jugando con los demás niños, sus padres, reían y comentaban que cuando
muriésemos teníamos que regresar a este lugar, para permanecer aquí y
disfrutar de la vida.
Mauricio salió del orfanato, tomó el primer bus que viajaba a la comunidad, su
madre sabía que iba, y lo esperaba, en la carta le prometió que todo iba a ser
diferente.
El bus era un verdadero suceso en Sahuangal, dos veces al día a las nueve de la
mañana y a las cinco de la tarde, todos, absolutamente esperaban algo, en
aquellos transportes de la esperanza. Después de cinco horas de viaje de los
cuales dos tres de caminos que recordaban las hazañas de los conquistadores
para descubrir el río Amazonas.
Era una tarde estaba por llegar Mauricio de diez años a reencontrarse con su
madre, para un segundo nuevo comienzo, llovía torrencialmente, era un
verdadero diluvio, los habitantes de la comunidad, especialmente una
arrepentida mujer se asomaban por sus ventanas de caña para ver la llegada del
bus. Esa tarde no llegó.
- Si tenían razón, aquí debía venir cuando deje mi cuerpo, y venga a disfrutar la
vida.