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Diseño y arte
Inés Estrada
inechi.com
Índice
Abigail Rodríguez Contreras
Autobiografía de la hipérbola .......................................................................... 6
Rita Dahl
San Antonio .............................................................................................................. 7
Rosario Loperena
El corte ....................................................................................................................... 9
Aurora Zúñiga
Acto fallido .............................................................................................................. 16
Elena Medel
Árbol genealógico ............................................................................................... 18
4
Rafael García Godos
Noche irreversible ................................................................................................ 26
Oráculo impresora ................................................................................................ 27
Joselin González
En reversa (fragmento) ....................................................................................... 29
Tino Quiroz
Orla, Cenefa ............................................................................................................ 36
Diana Ferreyra
Lo que debería ser la escopeta ........................................................................ 39
Siglos de los demás siglos (...) .......................................................................... 42
Carlos Jasso
Suspender la noche ............................................................................................. 40
Augusto Enrique
La inteligencia de la piel ..................................................................................... 46
Antonio Calera-Grobet
Oración (camino al colegio) .............................................................................. 48
5
Abigail Rodríguez Contreras
Puebla, México, 1990
Autobiografía de la hipérbola
6
Rita Dahl
Finlandia
San Antonio
7
8
Rosario Loperena
Ciudad de México, 1985
El corte
Pensé en la fortuna
de que el pelo
no doliera,
y en lo caro
del arreglo.
9
Sebastián del Pino Rubio
Puente Alto, Santiago de Chile, 1987
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pues cualquier condena es irrisoria ante el desprecio de Cristo
No soy la adúltera que contempló al Mesías escribir en el suelo
aunque conozco el mensaje que ha borrado el tiempo
soy la princesa de Magdala que renunció a su corona por creer en ese
mensaje olvidado
soy la santa ramera que gusta del desprecio.
11
Davo Valdés de la Campa
Córdoba, México, 1988
Restaurant
Escucho una cuchara chocar contra una taza de porcelana tin tin tin
Huele a café
Es hermosa
Me siento veo la calle: no hay coches, ni personas, no hay nada sólo silencio
12
Esta soledad es distinta a cualquier soledad
Esta soledad tiene una erección bajo la mesa y una mesera muerta de
tanta belleza
Estoy en el fin del mundo y tengo una cámara polaroid en mis manos
y nada me importa
sin rumbo
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como esas paredes que escuchan y se condenan a callar
el vacío
en la banqueta
y apago la música
es tiempo de nacer.
14
Luis Arnulfo Medina Lira
Ciudad de México, 1984
Tu cadera
si lo fuera entendería
sin que nada hiciera falta
la forma de la poesía.
15
15
Aurora Zúñiga
Ciudad de México, 1988
Acto fallido
16
He despertado a la mesa en la celebración de tu cumpleaños.
El nacimiento de tus ojos en la soledad de mis senos
y el acento tuyo en el arete de mi vientre;
la Voz que me prohibió abandonarme entre tus brazos.
El beso que no te dí se muere de ausencia,
muere de insolación en el baúl de los amores
que por la luz del sol nunca florecieron.
17
Elena Medel
Córdoba, España, 1985
Árbol genealógico
Un espectáculo.
Presbiopía
la NASA
enviaba una misión
multimillonaria al espacio
mientras
el niño las observaba
desde su ventana
rectángulo escapado de la miseria
tan inútiles
19
Juan Carlos Urtaza Abarca
Santiago de Chile, 1982
K.O
Knock Out
I
Mientras la cuerda va girando
Como un aura de rápidos movimientos
El boxeador repasa lo que ha sido su vida
En un par de segundos
No sabe si la conclusión es alegre
O triste
La cuerda gira alrededor de su cuerpo
Como el mundo
Como una imagen devastada del mundo
Y como tantas cosas que giran
Sin sentido
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II
Este largo y angosto país
no es más que un ancho y hondo cuadrilátero
donde no existen reglas
y se puede golpear por la espalda
-con secreta inmunidad-
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Después
el gran estadio como un ojo asfixiante
va quedando vacío
las luces se apagan (reflejos y pupila)
y ese hombre
que no pestañea
-recuerdas-
No puede ganar ni perder
III
A Manuel
22
23
María Teresa Irazaba González
Ciudad de México, 1970
Mi madre en la cocina
sólo mira
y para sobrevivir
En su fragilidad
y sin protestar
En mi casa lo único
se fugó
24
Y yo giré
prendida de mi triciclo
Una vez
y otra
otra vez
25
Rafael García Godos
Lima, Perú, 1979
Noche irreversible
a medianoche
esta vez en el sueño
quizá esté loco pero estoy seguro de lo que hablo hermanos míos. esa
NOCHEIRREVERSIBLE aparecieron las heridas. por más que traté de
ocultarme encontraron mi corazón y las heridas sabían muy bien del
único consejo. venían tras él. se habían acercado cuatro veces antes de la
última iluminación. eso lo sé porque pude verlo escrito en la lengua de la
máscara de barro. las heridas tomaron el único consejo que he atendido y
dejaron la caja junto a mis huesos casi deshechos.las heridas tomaron mis
pies. salieron corriendo. eso es todo lo que pude ver. antes de que el perro
me pusiera a dormir de un ladrido.
esa mañana
las máquinas comenzaron a trasmitirnos sus propias ficciones
las máquinas ensayaban junto a todos nosotros un libreto que no escribieron
entonces quise
cerrar los ojos por cincuenta días y que los peces de fuego regresaran
quise cerrar los ojos y ver que regresabas
27
NO VOLTEES
LAS RESTITUCIONES DE LA ILUMINACIÓN
EMPEZARON POR LOS CUERPOS AUNQUE EN REALIDAD
HACE MUCHO TIEMPO
HABÍAN COMENZADO POR LAS MENTES
28
Joselin González
Canelones, Urugay, 1975
En reversa
fragmento
29
El devenir… como un bebe creyendo estar seguro
sintiendo la mirada de
brazos conocidos de:
Sombras desmembradas
de copas embrujadas
de furias acabadas
de penas masticadas
de glorias venideras;
de
ganas de nacer.
Si
simples y sencillos
como la flor
a la que dejamos vivir.
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El pedazo obscuro
sonriendo siempre
de que nuestras uñas
¡ muertas igual crezcan!.
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armoniosos suenan;
con gritos chulecos
con llantos quemados,
vomitando todo lo que allí vivía…
¿ Has estado triste ?
Que pregunta ¡no!
Si a pesar de todo
aquí estamos vivos
sintiendo al que escucha
sintiendo al que escucha.
Así debe ser.
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Destajo
Escoliosis múltiple
tristeza infinita
nostalgia
tardecitas
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Puñadito pobre…
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32
Álvaro Manuel Concha Díaz
Quintana Roo, México, 1992
I
Sé bien que hay un edificio gris de paredes sucias y grises.
Sé que alguien camina por sus pasillos con plantas sardónicas y sátiras
bajo los vidrios inmensos sobre polvo. Sé las canciones que las puertas
cantan cuando lloran. Sé los graves himnos que los pies aluden. Pero
no sé qué vidrios empolvados, qué edificios tristes o llantos invisibles
estará escribiendo un loco desde ese manicomio.
II
De todos los días de mi vida, de los que al final no recordaré un
carajo, pretendo retener a cierta niña que ha recogido una flor esta mañana.
III
Leyendo algún libro de Historia he descubierto sucesos extraños y
grises que golpean los relojes y detienen el tiempo, como la pureza
terca en el cuello de una mujer, como la aproximación de una mano, tal
vez, terrible y voraz acercándose al rey. Pero qué más son. Yo diría que
no distintos ángulos y terraplenes que los demás fragmentos eternos
del tiempo.
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IV
Como andar oscuros páramos de tierras secas y olvidadas…
Hortelanos muertos, vergeles quemados,
tertulias ardientes que se retuercen una sobre otra
de una vez y para siempre,
de una vez y para siempre…
V
¿Quién demonios va a poblar con su aliento esta noche?
¿Quién, de manos limpias, puede demostrar que la vida vale? Y sin
embargo, pablo neruda creía que podía escribir los versos más tristes;
pero no, él no sabe un carajo, él no podría escribir una mierda.
VI
El aroma doloroso de la leña, tal vez el rumor del río y su
incansable verbo; una estrella deprimida de la madrugada o quizá
el más callado de los inviernos… Verbigracia de saber quién me ha
besado la frente mientras dormía.
VII
Encerrado quince años en el laberinto, por fin he encontrado
una variación particular de un habitación respecto de las millones que
he revisado en estos años. Todas, en general, están cubiertas de un
denso y pegajoso polvo, y para abrir la puerta de una habitación es
necesario que las demás en todo el laberinto estén cerradas. Ésta, en
cambio, tiene dos terribles virtudes; primero, puedo abrir una puerta
aunque la de este cuarto también lo esté, es decir, de los tres lustros
que llevo aquí jamás tuve la fortuna divina o fatal de encontrar dos
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puerta abiertas. Lo otro, es que al entrar he descubierto, deprimido
y viejo, un espejo en el que he podido reflejar mis ropas y mi lámpara,
pero en el que no he acertado con mirar mis manos ni mi rostro.
VIII
Frenesí, belleza perpetua del mar.
IX
-¿Por qué has escrito de aquella forma tan cruel y tan siniestra
los poemas que debieron ser encantos de proezas y el folclor?- Preguntaba
mi viejo Maestro a un discípulo de lo más callado y taciturno.
-Ha sido Dios quien ha mandado a una gigante a pisar la
poesía para hacerla breve y significante. Mi culpa no es otra que haber
coincidido con él para escuchar decir de su ronca voz que Dios está
harto de la literatura y de ti, Maestro.
X
…Y es que el amor, según la religión católica, es el mayor
acto de odio posible.
35
Tino Quiroz
Mazatlán, México, 1988
Orla, Cenefa
A Moisés Vega
quítate de ahí
muévete al sur o al este
levántate de aquí,
hay una gotera sobre tus poemas
ve hacia la izquierda, o en aquél rincón
¡levántate de aquí!
muerte
hastío
persecución
lástima
36
pronuncia mi nombre
tu nombre
su nombre
haz que cada lengua vibre con un recuerdo
con un recuerdo lúgubre, hambriento, ojeroso
viejo, malhumorado
cada sílaba
viene por ti
aquél reflejo viene por ti
¿ya lo viste?
taciturno, fumando tabaco negro en la mesa de la esquina,
con un café bien cargado,
sin nada, ni leche ni azúcar,
ni compasión, sin-nada
cruza las piernas,
espera a que cierres los ojos
a que digas ya no puedo, me rindo
esto es todo, dices
mi cuerpo exhausto ya no soporta un día, una hora, un aliento
no queda nada para los perros,
tenías hambre
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dices y rezas
piensas y no planeas
38
Diana Ferreyra
Morelia, Michoacán, 1990
39
Carlos Jasso
Ciudad de México, 1991
Suspender la noche
40
41
Diana Ferreyra
Morelia, Michoacán, 1990
42
Fernando Pérez Alarriba
Mazatlán, México, 1983
Gabriela avanza con torpeza sobre la acera roja. La noche guarda cantos
de grillos y ronquidos de ancianos en su silencio. Por la tarde llovió
mucho, la carretera estaba empapada; las luces de los automóviles
y semáforos se mezclan para escurrirse hasta los ojos de Gabriela. A
su derecha, el océano se arrastra con pesadez: venía avanzando con
paso firme al medio día, pero sintió hambre, sueño, náuseas y hastío;
decidió estancarse en una franja plateada para estar entre huellas,
miradas, sombras y orines.
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Da un salto, luego otro y luego otro; escucha el berrido del mar, ese
extraño sonido que escuchó al nacer. Cada salto la acerca y aleja, no
sabe si está entrando o saliendo. Escucha y no ve nada. El mar, en sus
once años, siempre la ha desilusionado por las noches. Nunca ha visto
el color blanco que tanto le gusta tiñendo el mar: un cielo negro y un
mar muy blanco con olas que estallen y se revuelquen vestidas de
blanco; con la arena espesa que surja de las entrañas rocosas y muera
en un grito blanco; con sus ojos partiéndose en la eternidad blanca;
con su cuerpo brincando, sudando y emborrachándose en esa extraña
leche acuosa. El mar siempre la ha desilusionado por las noches. Ha
visto muertos sobre un mar amarrillo, perros en las olas cafés, ha olido
a su madre y a John en medio de una soledad azul o verde; ha sido
gris, rojo e incluso negro, pero jamás, y mucho menos por la noche,
será blanco.
- Me llamo Jonás.
- ¿Tienes la garganta quemada o cortada Jonás?, ¿Por qué hablas así?
- Por esto- Jonás muestra una botella a Gabriela- no me gusta mi voz;
huye, escapa, también cambia.
-A veces yo tampoco quiero escuchar mi voz – dijo Gabriela mientras
lanzaba arena sobre su cabeza.
Ella ve las manos de John pasando por sus nalgas, sonríe y trata de
seguir viendo el televisor. Siempre ha sentido asco al comer aguacate,
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al ver un espejo o al mirar agua estancada; siempre ha detestado su
reflejo. Él ve a su madre, sonríe y trata de seguir viendo el televisor.
Siempre ha sentido asco al ver el televisor, al escuchar a Bach, o al
dirigirse al banco.
45
Augusto Enrique
San Miguel, Argentina, 1977
La inteligencia de la piel
46
Otros simplemente por ser un niño.
El amor te inmuniza, es cierto, el amor te inmuniza.
Aunque tu cuerpo vibre y respire
confuso como un fugitivo.
Ya no imitaba los gestos aprendidos
ahora empezaba a crear los míos.
Inventaba nuevas formas para luego caer
hacia el fondo del pozo conocido.
Necesito una mujer con la piel inteligente
porque la verdad
a veces estoy harto de la poesía.
47
Antonio Calera-Grobet
Ciudad de México, 1972
Oración
(camino del colegio)
a Samantha
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