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GENERALIDADES
La estrategia de una empresa describe por tanto de qué forma intenta la misma
crear valor para diversos grupos de personas con las que se relaciona. En concreto,
en el campo el sector privado se centra en crear valor para clientes y accionistas,
mientras que en el del sector público lo hace para los ciudadanos y otros grupos de
interés.
Por último, de los diferentes modelos de gestión estratégica que han ido
surgiendo hace algunas décadas, el más aceptado e implantado en las empresas y
organizaciones a nivel mundial es el “Balanced Scorecard”, que a continuación pasa a
analizarse en detalle.
A principios de los años noventa del pasado siglo, los profesores Robert Kaplan
y David Norton, pertenecientes a la Harvard Business School, introdujeron el concepto
de “Balanced Scorecard”, traducido al español como “Cuadro de Mando Integral”(CMI)
al objeto de establecer un sistema de medición basado en la estrategia de las
empresas en el sector privado que aumentara el valor de las mismas.
Por todo ello, podemos definir el CMI, siguiendo a Robert Kaplan, como “un
modelo de gestión que ayuda a las organizaciones a transformar la estrategia en
objetivos operativos, que a su vez constituyen la guía para la obtención de resultados
de negocio y de comportamientos estratégicamente alineados de las personas de la
compañía”.
Así, el CMI contempla un conjunto de medidas que aporta una visión rápida,
pero global, de la actividad empresarial, incluyendo las medidas financieras que
expresan los resultados de las acciones ya adoptadas. Éstas se complementan con
medidas operativas, de satisfacción del cliente, de los procesos internos y de las
actividades de innovación y mejora de la organización, que serán las impulsoras del
futuro rendimiento financiero.
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¿Nos hemos de ceñir a esas cuatro? Rotundamente no. Hay empresas que
separan en dos perspectivas distintos tipos de clientes, como por ejemplo
distribuidores y clientes finales. Otras incluyen perspectivas adicionales, como la de
proveedores, la de la comunidad o sociedad, la de regulación -útil, por ejemplo, en
organizaciones que están pasando de entornos regulados a desregulados.
Ordinariamente, las perspectivas pueden ser cuatro o cinco y, a ser posible, no más
de seis.
• Indicadores y sus metas: Los indicadores son valores numéricos que tenemos
para visualizar si estamos cumpliendo o no los objetivos estratégicos.
• Iniciativas: Las iniciativas estratégicas son las acciones en las que la organización
se va a centrar para la consecución de los objetivos estratégicos. En nuestras
empresas hacemos cosas, pero ¿están realmente enfocadas hacia el cumplimiento
de la estrategia? En muchas organizaciones encontramos un exceso de iniciativas y
proyectos con falta de recursos y tiempo para llevarlas a cabo.
Otro aspecto clave para una implantación con éxito del CMI es asignar los
recursos necesarios para el buen desarrollo de las iniciativas estratégicas. Es el
primer paso para el cumplimiento de la estrategia. Por ello es necesario establecer los
equipos a cargo de cada iniciativa, así como el papel que diferentes personas van a
jugar en ellos. Y también dotar a las iniciativas de los recursos necesarios para su
cumplimiento. Se recomienda que el presupuesto contenga una partida de recursos
asignados a las iniciativas estratégicas. Estos recursos deben estar diferenciados del
presupuesto operativo, del presupuesto de inversiones y de otros presupuestos que
utilizan las empresas. Así podremos evitar que otras actividades engullan esos
recursos que debieran dedicarse al cumplimiento de las iniciativas críticas definidas
en el CMI.
Durante todo el desarrollo anterior, se han ido desgranando las características del
CMI. A modo de conclusión, se resumen los aspectos positivos más importantes del
mismo, así como los riesgos que puede comportar.
Por lo que respecta a los riesgos que se pueden correr, son de destacar:
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BIBLIOGRAFÍA