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INVESTIGACIÓN CON CELULAS MADRE

Bancos de esperanza

Ayer, el trasplante de médula ósea en el Hospital Garrahan graficó la


utilidad de los bancos de sangre de cordón umbilical. Etica y
negocio, ejes del debate entre prestadores públicos y privados.

Por Florencia Gilardón. Especial para Clarin.com.


informedeldia@claringlobal.com.ar

La sangre del cordón umbilical... ¿Hay que guardarla? ¿Para qué sirve? ¿En quién confiar? En un banco
público o en uno privado. ¿Quién y cómo se hace la extracción? ¿No cuesta nada o cuesta mucho?
¿Estamos hablando del presente o del futuro de nuestros hijos por nacer? Estas y otras preguntas les
surgen a miles de mujeres embarazadas que reciben durante los 9 meses de gestación, un bombardeo
considerable de información respecto del tema. Lo cierto es que el debate de esta práctica médica en
expansión no se circunscribe a nuestro país, sino que es mundial. “En realidad no hay ninguna duda, la
única utilidad que tiene –por el momento– la sangre del cordón umbilical es la de ser utilizada para
el trasplante de médula ósea. Y de hecho, se usa con este propósito desde el año 1988”, aclara la Dra.
Ana del Pozo, Jefa del Servicio de Hemoterapia del Hospital Garrahan, el sitio donde se inauguró el
primer banco público de sangre de cordón umbilical en la Argentina, para donantes y receptores no
familiares.

La sangre del cordón umbilical de los bebés contiene gran cantidad de células progenitoras
hematopoyéticas para el tratamiento de ciertas enfermedades hematológicas, oncológicas y genéticas.
Con el trasplante de médula realizado ayer en el Garrahan a un nene jujeño de 10 meses, que padece una
grave enfermedad que afecta su sistema inmunológico, ya son cuatro las intervenciones realizadas en esta
institución pública. Aunque, la principal diferencia que hace inédita a esta operación, es que la sangre de
cordón umbilical provino de la donación anónima y altruista de una madre guatemalteca al New York
Blood Center. En tanto, el banco familiar del hospital pediátrico posee otras 116 muestras que fueron
tomadas por prescripción médica para chicos que potencialmente pueden necesitar un trasplante. Por otra
parte, el banco público –se podrán hacer donaciones en dos meses– proyecta colectar unas 500
muestras anuales que completarán un total de 3.624 extracciones en los próximos años. Cuando se trata
de repoblar la médula ósea, la eficacia está probada clínicamente. Pero, otras aplicaciones para regenerar
tejidos –por ejemplo– aún están en una fase experimental. “Las otras utilizaciones que pueda tener son
hipotéticas. Carecen de ensayos clínicos suficientes y ninguna tiene una indicación absoluta y específica”,
explica Del Pozo.

En el futuro, la posible cura a una larga lista de enfermedades como: infartos, cáncer de ovario, de
mamas, de testículo, de pulmón, tumores del cerebro, melanomas, diabetes, Alzheimer, Parkinson y hasta
Sida, se presentan como promesas desde varios sitios de bancos privados que publicitan sus servicios a
través de Internet. Sin embargo, es fundamental aclarar que nada de todo esto es hoy una realidad para
los seres humanos. Los beneficios para un hijo a punto de nacer o para sus familiares cercanos, en torno
a la preservación de la muestra para uso propio (trasplante autólogo), crean las principales diferencias y
plantean la gran polémica entre los médicos e investigadores. La otra aplicación (trasplante alogénico) se
realiza de un donante a otra persona. Lograr la compatibilidad histoidéntica entre enfermo y donante no
es tan fácil como a veces se cree. “El punto es la utilidad que tiene esa sangre. Si el bebé que nace tiene
una leucemia, esa sangre no le sirve ni al bebé, ni a la familia”, dice la Dra. Mariana Bonduel, Jefa de la
Unidad de Trasplante de Médula Osea del Hospital Garrahan. En estos casos, las posibilidades de
encontrar un donante familiar ronda entre el 20 y el 30 por ciento y habría que recurrir a un banco
público.

“El objetivo es que las familias argentinas tengan una información clara y precisa para tomar una
decisión, entre un banco público o privado”, afirma Bunduel. Mientras que en Europa y Estados Unidos
ya existen regulaciones, en la Argentina todavía no existe una normativa específica. Más allá de los
costos que implican contratar los servicios privados: unos 1.000 dólares (inscripción, procesamiento y
criopreservación), más otros 90 dólares anuales (almacenamiento). El debate se concentra en que no se
mal informe para obtener réditos económicos, esta cuestión es la que pone en el tapete diversos planteos
éticos. En esto, coincide el Dr. Pablo Argibay, Director del Instituto de Ciencias Básicas y Medicina
Experimental del Hospital Italiano de Buenos Aires, “ambos son lícitos en la medida que expliquen
claramente a la madre, la real poseedora y dueña, qué van a hacer con ese cordón y qué van a hacer con
ella. De ninguna manera, estoy de acuerdo en que promocionen utilidades que no están comprobadas en
el área clínica, aunque tengan un fundamento científico muy sólido, porque no tienen aplicación real”.

Por su parte, el Dr. Claudio Chillik, asesor científico de Mater Cell, el primer banco privado de la
Argentina asegura: “A nosotros nos gusta definir esto como un seguro biológico por si ese chico o alguien
la necesita. Pero hay que ser muy claros en si existe una aplicación futura. La aplicación cardiaca puede
ser la más inmediata junto a la regeneración de huesos y cartílagos; las aplicaciones en enfermedades
neurológicas y diabetes, en cambio, van a tardar más”. Desde que fue inaugurado en 2003, este banco
privado conserva 1.400 muestras de sangre. “Todavía nadie las utilizó y va a faltar bastante tiempo para
que eso ocurra. Sólo dos o tres muestras de hermanos con enfermedades tienen más posibilidades de ser
trasplantadas”, dice Chillik y aclara que ellos no son dueños, sino custodios de esas células madre. A la
vez, añade: “Sí, por supuesto, hace falta una ley”.

Todos los profesionales coinciden en que los beneficios de un banco público argentino pueden proveer
muestras de grupos étnicos latinoamericanos minoritarios. Hasta el momento en el mundo se han
realizado entre 2.500 y 3.000 trasplantes de sangre de cordón umbilical, que muestran “una mayor
supervivencia en niños que en adultos”, según un documento publicado por la Comisión Europea de Ética
y Nuevas Tecnologías, en marzo de 2004. Hasta el momento, existen unos 100 bancos en todo el mundo
(40% en Europa, 30% en EE.UU. y Canadá, 20% en Asia, 10% en Australia y ninguno en África).
También señalan que “la posibilidad de usar células madre del cordón umbilical del propio individuo para
la medicina regenerativa es puramente hipotético”. Por este motivo, países como Francia o Italia optaron
por prohibir los banco privados y sólo autorizan las estructuras públicas de conservación. Otra cuestión
relevante son las normas de “calidad y seguridad que se apliquen en la recolección, análisis,
procesamiento y preservación”, señalan.

“Los bancos nacionales me parecen tremendamente correctos, siempre que expliquen quién va a enfrentar
los costos (el estado o las obras sociales) y que garanticen qué se va a hacer dentro del marco de los
cuidados técnicos que manejan cualquier regulación internacional de bancos de tejidos”, afirma el Dr.
Argibay, quien clasifica en cuatro las opciones actuales que tiene una madre frente al momento del
parto: el banco público, el privado, donarlo para investigación básica o tirarlo. “Con la que no estoy para
nada de acuerdo es que este material, que tiene una gran riqueza, tanto la placenta como el cordón y su
sangre, sean tirados a la basura como se hace habitualmente en decenas de miles de partos
mensualmente”, señala el médico. Sólo para tomar conciencia, la principal maternidad pública en
Argentina (Sardá), realiza unos 8.000 partos anuales.

La extracción de sangre no implica ningún riesgo para el bebé ni para la madre. Se puede realizar “in
útero”, cuando se cortó el cordón umbilical, o “ex útero”, una vez que la placenta salió (la más
recomendada). La sangre se recolecta en una bolsa o kit de preservación. La cantidad obtenida puede
variar entre 40 ml o 200 ml de sangre, en la cual luego se identifican las células madre y se procesan en
un descenso paulatino de temperatura hasta los -80º C, para finalmente almacenarla en un tanque de
nitrógeno líquido a -196º C. En todos los casos, las garantías de asepsia deben ser perfectas. “Entre 10
millones de médulas y cordones de dadores que hay en los bancos del mundo a veces no se consiguen
muestras”, señala el Dr. Eduardo Dibar, Jefe de Servicio de trasplante de Médula Ósea del Hospital
Italiano. “Sólo indicamos la criopreservación de sangre de cordón en los hermanos de pacientes
oncohematológicos para trasplantes alogénicos o lo enviamos a un banco para donación voluntaria dado
el aumento del requerimiento continuo de esta modalidad terapéutica. No hay en este momento
indicaciones para uso autólogo”, define Dibar.

Es importante aclarar que uno de los principales beneficios es que las células madres obtenidas de sangre
de cordón umbilical no necesitan una histoidentidad tan exacta para ser aceptada en un trasplante de
médula ósea y que produce menos reacciones inmunológicas en los pacientes. Como afirman los
expertos, el campo de aplicación está en expansión, pero la proyección de hipótesis médicas no es seria.
Frente al parto, el momento clave y único de recolección de la sangre, y si no hay una indicación médica
preventiva, la toma de una decisión sobre qué hacer es íntima y muy personal. Y por ahora, está en
manos de los padres.

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