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La Ciudad de Dios  

 
Las costumbres, prácticas, reglas y valores que tienen en conjunto las
comunidades son lo que denominamos la cultura, es con la que se identifica un grupo
mayoritario. Hay un grupo de personas con creencias y comportamientos distintos a los
de la cultura dominante; cuando esas personas realizan conductas que la cultura siente
que merecen un castigo, son una subcultura delictiva. Es impresionante observar como
en la película “Ciudad de Dios” desarrollada en una barriada de Brasil, por falta de
oportunidades y facilidades para el ingreso a estos medios delictivos, la mayoría o
pertenece o apoya a estas bandas juveniles, como método de supervivencia, y las que
no, se acostumbraron tanto a rodearse de esas prácticas criminales, que ya se volvieron
rutina para ellas; como ejemplo el porte ilícito de armas, y el hecho de que la mayoría
de la población consume drogas; da la impresión de que, según la definición de cultura
y subcultura, ya las bandas delictivas pertenecientes a “La ciudad de Dios” eran parte de
la cultura de ese pueblo. El único que se mostro en desacuerdo en un momento dado y
trato de enfrentar el problema fue Paraíba, y sin embargo también era una persona
violenta, asesina a su esposa tras descubrir su infidelidad.

Si bien son grupos de personas que suelen tener un fin común, en la película
cada quien tenía intereses individuales, y solo ingresaban a la banda como modo de
obtener los medios (armas) y apoyo para realizar sus crímenes, otros; solo buscaban los
medios para sustentar su adicción; eran hostiles entre ellos, en la Ciudad de Dios, las
posibilidades de que los bandidos llegaran a los 25 años de edad eran mínimas, se
asesinaban entre ellos con solo caer en alguna contradicción, puesto que no sabían
resolver sus conflictos de una forma socialmente aceptada.

Proporcionaban sufrimiento a sus víctimas, sin importar sexo ni edad; son


personas que se forman desde su niñez en una especie de “escuela del crimen” y pierden
total sentimiento de piedad hacia los demás seres humanos; acostumbran tomar por
medio de violencia todo lo que desean, ya sean objetos materiales o contacto humano.

La mayoría de las personas que habitan “La ciudad de Dios”, son de clase
obrera, las únicas personas adineradas de la favela son las que se dedican al tráfico de
drogas; por la distancia que tiene con la ciudad, no hay posibilidad de que sus habitantes
obtuvieran sus grandes aspiraciones de forma lícita. Esto se relaciona con la explicación
que da Cohen acerca del origen de las subculturas delictivas y el problema de status que
genera la pobreza, que, según Cohen, el joven trata de superar a través de la subcultura.

Es asombroso observar la figura de “Zé Pequeño” en su infancia; el placer que


sentía con la maldad, y el sufrimiento que infringía a sus víctimas sin tener ni un poco
de compasión. En contraposición se muestra el personaje “Buscapé”, que intenta por
todos los medios posibles tener una vida decente, fundamentada en el trabajo; sin
embargo se le presentan muchas dificultades, debido al medio en el que se rodea;
afortunadamente lo logra al final de la historia. Al analizar la película según las
subculturas expresivas de Cohen y Cloward-Ohlin notamos que no responden a un solo
grupo; una mezcla. Al inicio empiezan a realizar actividades delictuales
correspondientes a la delincuencia expresiva, buscando obtener placer, estatus y desafiar
las normas dominantes.

La cultura instrumental la notamos al tener consciencia de la existencia de la


delincuencia adulta, que les muestra las posibilidades de conseguir éxito económico, en
la comunidad hay modelos de delincuentes, que han alcanzado el éxito de forma ilícita
al cometer delitos, hay suficiente motivación para delinquir y las personas del mundo
convencional que habitan en el barrio apoyan esas conductas delictuales.

Sin embargo, durante el desarrollo de la película, una persona entra a esta


subcultura por una causa distinta a las ya mencionadas, la satisfacción del deseo de
venganza, tal es el caso de “Manuel el mujeriego”, cuya novia fue violada por “Zé
Pequeño”, además también mata a su hermano y a su tío. Cuando una comunidad está
aislada tanto geográfica como socialmente y no hay respuestas ante tales violaciones de
los derechos humanos; se da la ley del “ojo por ojo, diente por diente”, el problema es
determinar el grado de sufrimiento que merece la otra persona.

La respuesta que debería dar el Estado Brasilero con respecto a este problema,
en mi opinión, debe darse de tres formas; tomar previsiones con respecto a los grupos
policiales que se encargan de vigilar las favelas y rotarlos constantemente de acuerdo a
periodos de tiempo, para que no tengan tanto contacto con los delincuentes y se cree
confianza y en vez de tomar acciones los protejan y faciliten el hampa. Con respecto a
los adultos que conforman estas bandas, detenerlos y realizar el proceso correspondiente
para que se les impute los delitos que han cometido y aislarlos de la comunidad. Y
desarrollar un proyecto educativo y asesoría psicológica para los menores, sus madres y
demás personas de la comunidad; ofreciéndoles oportunidades de desarrollo y empleos
cuyo salario sea equivalente al esfuerzo que realizan y satisfaga sus necesidades; y
promover actividades deportivas, culturales, artísticas que den ánimo a los niños y los
mantengan ocupados.

Autora: Krisbel Pestana Goncalves

CI: 19.583.582

Caracas, 07 de Abril de 2011

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