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Debate teórico
¿A qué llamamos políticas
públicas?
LA UBICUIDAD DE LA POLÍTICA
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¿A qué llamamos políticas públicas?
(Meny y Thoenig, 1992: 91-92; además, una existencia fluctuante, corre por
Bobbio, 1989: 11-38; y De Cabo de la todos los hilos de conexión entre los go-
Vega, 1997). bernantes y los gobernados de manera
El estatuto de la política es así modi- bidireccional, y a veces con la posibi-
ficado cualitativamente, pues de un tipo lidad de muchas interrupciones, cortes
de acción o práctica común y corrien- y retornos. Esta visión remarca la difi-
te de un actor social en medio de una cultad de localizar el origen espacial de
constelación de intereses se pasa a un una política específica, pero además
tipo de acción que privilegia lo colectivo. apunta a subrayar la ingenuidad de
Sin embargo, esta transición no es me- quienes pretenden localizarla sólo en
cánica ni directa. El papel de filtro que algún texto o discurso. Es posible iden-
representa el sistema político ha teni- tificarla y localizarla analítica y empírica-
do que operar en un primer momento: mente, pero esto no está predeterminado,
organiza esos intereses según meca- porque la política pública desborda con
nismos de “conexión” y “desconexión” mucho el discurso gubernamental o
en trayectorias ascendentes —pero no público y no puede ser contenida en las
precisamente lineales— hacia “puntos estrechas fronteras del control jurídico
de decisión” estratégicos situados en el y burocrático-administrativo.
escenario de la autoridad pública (Gar- En la medida en que la política se
cía de la Cruz Herrero, 1995); o bien traduce como la orientación de la acción
según mecanismos de “selectividad es- o la no-acción en el espacio público,
tructural” que facilitan la organización puede decirse que “se extiende a cual-
de los diversos intereses en compati- quier área de la vida” (Landau, 1992:
bilidad con la determinación de priori- 276) o “está presente en todas partes”,
dades y contraprioridades, de intereses y ciertamente se convierte en un área
inmediatos y de largo plazo, etcétera común de preocupación de los gober-
(cf. Poulantzas, 1979 y 1977: 45 y 46; nantes y los ciudadanos, y en “un campo
Hirsch, 1977: 134-138 y Bachrach y Ba- de estudio consagrado por las ciencias
ratz, 1970). Lo público, a su vez, parece sociales” (Thoenig, 1997: 19).
operar en un segundo momento, pero Es evidente que, en los tiempos ac-
en el sentido de la formación visible y tuales de protagonismo social, ya no es
accesible de las preferencias colectivas suficiente una noción de política públi-
(Rabotnikof, 1997). El problema de la ca centrada sintomáticamente en la
formación de intereses públicos en el ám- función gubernamental del ordena-
bito de la conexión contradictoria entre miento de los intereses sociales o de la
la selectividad y la publicidad será abor- formulación de una oferta guberna-
dado en otra parte. mental a la sociedad. Del mismo modo,
La política (en su doble connotación la sociedad no puede ser una vaga y
de policy y de politics), entonces, tiene simple constelación equiprobable de
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actores que exigen cada vez su tajada académico norteamericano por 1940
de poder, ni un simple telón de fondo (Navarro Reyna, 1995: 9).
que sirve a la aplicación y socialización Laswell mostró en 1951, en un ar-
de políticas. La cuestión es compleja y tículo acerca de “La orientación de las
requiere nuevas propuestas analíticas, políticas”, una singular preocupación
tanto como evidencias empíricas. Aquí por alejarse de los especialismos y, en
optamos por lo primero, y nuestros consecuencia, por alentar el trabajo de
argumentos tratan de sustentarse en equipos multidisciplinarios en las áreas
aportaciones recientes de algunos auto- del dominio político-administrativo: la
res en torno a la complejidad y varia- cuestión era “cómo crear una integra-
bilidad de las intermediaciones que se ción completa de los objetivos y métodos
registran entre lo gubernamental y lo de la acción pública y privada”, en el
no gubernamental. Por otra parte, pen- contexto de la reconstrucción política y
samos que la noción de lo público es económica exigida por los impactos de
fundamental para construir la de po- la Segunda Guerra Mundial. Para él, el
lítica pública, pero requiere también trabajo integrador y multidisciplinario
ciertas adecuaciones. A pesar de estas iba ganando terreno en la academia y
sugerencias, nuestro intento de cons- en las administraciones públicas contra
truir una noción nueva de políticas pú- tendencias, en el pasado inmediato, al
blicas es modesto y apunta a propor- aislamiento y la especialización; pero
cionar algunos elementos para próximos hacía falta además que la academia y
análisis. las administraciones públicas llevaran
a cabo un trabajo conjunto, sin menos-
cabo de la autonomía y la objetividad
LA POLÍTICA PÚBLICA Y LOS EXPERTOS científica. Treinta y cinco años después,
William Ascher constataba, sin em-
La constitución de la política pública, bargo, que paradójicamente las policy
como algo distinto de la tradicional y sciences estaban amenazadas justo por
deshilvanada intervención guberna- la “insidiosa especialización técnica” o
mental que caracterizó al Estado liberal, el “enfoque unidisciplinario” (Ascher,
fue percibida particularmente a través 1992: 192-195).
de las investigaciones pioneras de Ha- Mediante la conjunción señalada se-
rold D. Laswell en torno a los reque- ría posible lograr dos cosas: a) conocer
rimientos de racionalidad del trabajo mejor el “proceso de la política”; y b)
conjunto de los políticos y los adminis- “aumentar la racionalidad de las deci-
tradores, desde principios de los cin- siones” (Laswell, 1992a: 80). Con la pro-
cuenta; aunque el propio término de puesta de Laswell estaban naciendo las
política pública había sido sugerido en “ciencias de política” (policy sciences):
algunos trabajos publicados en el medio una multidisciplina que se ocuparía de
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“los problemas fundamentales del hom- ción de ese tipo de escenarios se facili-
bre en sociedad” con la mayor raciona- taba. La política pública adquiría así
lidad posible y el uso de técnicas y mé- un contenido social, pero también valo-
todos eficaces para la formulación y rativo. El diseño de la política pública
análisis de las alternativas posibles de era ya una tarea de filtración y ordena-
acción (Dror, 1992: 121 y 122). Para- miento fino del ser y de las posibilidades
lelamente a esa orientación multidis- del ser, en compatibilidad con la percep-
ciplinaria fue reconocida una cierta ción analítica de las preferencias socia-
preferencia empírico-pragmática en el les. Las policy, en consecuencia, eran
estudio de los problemas sociales que producto de la racionalidad alojada en
se heredaba de Charles Merriam y de el seno de los equipos multidisciplina-
“John Dewey y de otros filósofos nortea- rios de los expertos y en los centros de
mericanos”) (Laswell, 1992a: 89 y 98), colaboración entre el gobierno y la aca-
Es evidente que Laswell se sentía demia, y se distinguían claramente de
fascinado por el avance de la ciencia y las politics propias de los intereses uni-
direccionales de actores sociales par-
la técnica, así como por la aparición
ticulares (Laswell, 1992a: 83).
espectacular de equipos gubernamen-
Debe observarse que, a pesar de su
tales de planificación social y económica
presentación sofisticada y su orienta-
y la conformación de una sociedad
ción a problemas sociales, las policy
plural e informada. Según Laswell, los
sciences estaban atrapadas en el es-
cambios que requerían los norteame-
trecho ámbito de las intervenciones gu-
ricanos no podían depender ya de de-
bernamentales, tanto en la concepción
cisiones desastrosas ni de la influencia
laswelliana como en las de otros precur-
unidireccional del “patrón revoluciona-
sores. En su trabajo de 1951 Laswell
rio” ruso dominante en la época. De ahí
es incapaz de evadir el fundamenta-
una sugerencia que ocupa un lugar lismo de las intervenciones guberna-
central en las policy sciences, y prácti- mentales de la época, mientras que
camente en todas las variantes de estu- Yehezkel Dror extrapola el desarrollo
dio de las políticas públicas: la cons- técnico-científico de las políticas a un
trucción de “hipótesis globalizadoras”, desarrollo de las cualidades y la forma-
es decir, de escenarios probables (más ción de los tomadores de decisiones, e
o menos factibles y viables) de cons- incluso a una conversión de las “unida-
trucción futura de la realidad social (cf. des de expertos en ciencias de política”
Laswell, 1992a: 96-97). en unidades constitucionalmente facul-
Siendo la multicausalidad una de las tadas para presentar directamente sus
premisas metodológicas de las policy “análisis y recomendaciones” a “los
sciences, contra cualquier tipo de deter- cuerpos de autoridades electas y al pú-
minismo, principalmente económico blico en general” (Dror, 1992: 138-144;
(Ascher, 1992: 190-191), la construc- además, 1990 y 1994).
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Sin duda, esa es una versión mejora- administración gubernamental (la vida
da de la idea del mejor gobierno de los “pública” gubernamental) (Laswell,
filósofos o de los científicos: el gobierno 1992: 106), Torgerson sugiere “desa-
de los tecnócratas. Hacia los años cin- rrollar no sólo un conocimiento de la so-
cuenta y sesenta, la ciencia y la técnica ciedad, sino también un conocimiento
aparecen unificadas en la política, bajo en la sociedad” (Torgerson, 1992: 210).
una clara orientación positivista que ¿Qué significa esa propuesta de
persigue la conexión de hechos para Torgerson? Significa que es necesario
“facilitar” la toma de decisiones sobre volver la mirada hacia el contexto social,
cursos posibles de acción. El cono- ya no precisamente para percibir (me-
cimiento aparece bajo el dominio de la dir, cuantificar) de lejos los impactos
política o, mejor dicho, del interés de de las políticas, la que sería “una visión
las burocracias y los políticos. Así, se- tecnocrática estrecha”, sino ante todo
gún Douglas Torgerson: para estimular la “participación pública”
o “ciudadana” en la investigación de po-
En el contexto del estado administrativo líticas (Torgerson, 1992: 220-223 y ss.,
moderno, el análisis [de políticas] tiende en donde ejemplifica con la llamada “In-
a proyectar un aura tecnocrática, refor- vestigación Berger”, llevada a cabo en
zando la vieja noción positivista de que 1974 sobre los impactos del gasoducto
la ciencia proporcionará, de alguna ma- del valle de Mackenzie, al noroeste del
nera, las soluciones precisas y certeras territorio norteamericano). Pero, si se
que necesitamos para mantener el pro- observa bien, Torgerson está hablando
greso del orden existente (Torgerson, de un tipo de participación que apenas
1992: 206). permite a amplios sectores de habitan-
tes afectados por una política deter-
La crítica de Torgerson a la concep- minada comunicar sus testimonios y
ción “ilustrada” y “tecnocrática” de la po- sentimientos con respecto “a los errores
lítica pública es contundente, y tiende pasados y a las esperanzas futuras”.
entonces a considerar la relevancia del La investigación referida tuvo el
ámbito de la sociedad. Trata de ofre- mérito de obtener información testimo-
cer una alternativa plausible y comien- nial acerca de los impactos de una po-
za por construir una propuesta análoga lítica concreta, mediante “audiencias
a la que Laswell hizo en un artículo públicas” “formales y comunitarias”. No
publicado en 1970: de manera similar obstante, si se tiene en cuenta todo el
a la necesidad de conocer también cómo proceso de políticas —desde la cons-
afecta la vida “civil” (la de los organis- trucción del problema público hasta la
mos empresariales, religiosos, sindica- evaluación de políticas, pasando por
les y otros) el diseño de la política que la formulación de cursos de acción y la
se hace en los círculos políticos de la puesta en marcha del curso de acción
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DIAGRAMA 1
El proceso de políticas públicas
▲ ▲
Creación de una
Demanda de la coalición [redes
acción pública públicas de poder] Resultados
Posibilidad de
agendar el Legitimación de la Acción política o
problema política elegida Efectos o impactos reajuste
▲ ▲ ▲
Resolución de un problema
o final de una política
Fuente: Adaptado de Meny y Thoenig, 1992: 106, con aportaciones tomadas de Díaz de Santos ediciones,
1995: 255-260, y Aguilar Idáñez y Ander-Egg, 1994: 44.
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