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La Lira

Una reflexión sobre los espacios y las luchas

Por Hecmilio Galván


Email:triunfaremos@gmail.com
08 de abril de 2010

El parquecito de la Lira, ubicado entre las avenidas Abraham Lincoln y


Lope de Vega, en el centro comercial y económico de la ciudad de
Santo Domingo, que algunos gustan llamar Polígono Central, se ha
venido convirtiendo en un centro para la “movilización” de una parte
de los sectores sociales para manifestar su descontento. Pero lo que
hoy es La Lira es hoy, en cierta medida, la consolidación de un
proceso de articulación de sectores juveniles que no ha madurado.

En cierta medida, como he sido uno de los propulsores de esta


corriente, sin proponérmelo, y como he podido madurar con la
experiencia, siento la responsabilidad de verter mis opiniones en aras
de lograr un debate critico, no sobre La Lira, sino sobre los espacios
físicos, sus composiciones y contextos sociales, pero sobretodo, los
mensajes que nos conectarán con los actores sociales de los cambios
que proponemos.

En el año 2003, en plena crisis económica, y cuando el Gobierno de


Hipólito Mejía, que había enviado tropas a Irak violando nuestra
constitución y nuestra historia, se volvía cada vez más impopular, se
inició un significativo y ascendente proceso de movilización popular
que generó la famosa huelga del 11 de noviembre. Para esa fecha,
estudiaba en INTEC, una universidad privada que no parecía
conmoverse por los barrios prendidos en candela, ni los muertos de la
huelga, pero tampoco por la represión de Hipólito Mejía.

Mientras que los barrios de la Zona Norte ardían en fuego y eran


ocupados militarmente, un orden y una normalidad extraña reinaba
por las zonas ricas de la ciudad. La Sarasota, la Lincoln, la Churchill y
la 27, para citar algunas, parecían no estar en huelga. Los centros
comerciales vendían normalmente, mientras que la PUCMM, UNIBE e
INTEC, obligaban a los estudiantes asistir, a pesar de que la partes
importantes de la ciudad eran peligrosas en una huelga con carácter
insurreccional contra un gobierno bochornoso.

En aquel momento, un análisis del espacio me llevó a una conclusión


simple: había que llevar cierto mensaje a la zona que parecía normal
de la ciudad. La misión era sencilla, debíamos realizar algún tipo de
manifestación en el Polígono Central, que llamase la atención y
transmitiese el descontento popular.
Acompañado de una decena de jóvenes, en ese entonces todos
miembros de Juventud Rebelde, nos dirigimos a la Churchill con 27 de
Febrero, pancartas en mano, para “protestar” contra el gobierno de
Hipólito y sus desmanes. En ese tiempo la idea no era protestar en la
zona de los ricos para que estos la vieran, si no, para que el país
viese que mientras los barrios de la zona norte peleaban por la vida,
alguna solidaridad vendría de esos sectores. Quizás estábamos
equivocados.

Como sospechábamos, la prensa nacional encontró peculiar y “cool”


esta forma de protesta poco común en la República de las grapas y
las gomas quemadas. Tuvimos buena cobertura, aunque uno que otro
periodista no llamó “los jevitos” que protestábamos. ¡Qué lejos de la
verdad estaban aquellos periodistas!

Poco tiempo después, pero sin ninguna conexión que yo conozca, se


generó un movimiento de jóvenes que periódicamente protestaban
en la Av. Churchill con Paseo de los Locutores. Se trató de un espacio
llamado “Yatabueno”, protestas en las cuales participé activamente y
en solidaridad con estos jóvenes de las clases medias. Allí conocí y
me relacioné con Gisellita Fiallo, Marel Alemany, Carlos Sánchez,
Sara, Crystal, Albertico, entre otros. Esto sirvió de inspiración para
que poco tiempo después otro grupo de jóvenes comenzara a
manifestarse en esa misma zona vestidos de negro, creo que se
llamaban “Luto” o algo así. Ambas expresiones se esfumaron
lamentablemente una vez ganó Leonel Fernández en Mayo de 2004.

Dos actividades promoví después en la zona, a saber: cuando la


lucha contra la devastación de Roberto Salcedo en 2007, nos
amarramos a las caobas ubicados en el mismo bulevar, cerca de
plaza Central. Poco tiempo después, cuando se produjo la
complaciente sentencia a Báez Figueroa, Báez Coco y Álvarez Renta,
realizamos una pequeña actividad que llamamos “Plantón contra la
Impunidad”. El Juicio Político y Moral contra alejandrina Germán,
realizado en 2008, pensamos en algún momento montarlo en ese
lugar.

Desde ese tiempo, la experiencia en el trabajo social en los rincones


del país, el afinamiento del análisis espacial, me ha conducido a
preferir otros espacios para el accionar político-social.

En diciembre de 2009, los organizadores de la protesta contra los


indultos a Vivian Lubrano y a los implicados en el Plan Renove
optaron por hacer su convocatoria en la Lira, desde entonces muchos
grupos, incluyendo sindicalistas y políticos han optado por realizar sus
convocatorias en esta pequeña plaza, hasta convertirla en la
actualidad en un lugar de referencia.

Sin menospreciar sus ventajas, que están vinculadas a la facilidad de


acceso para los sectores de la clase media, la cantidad de vehículos
que por ahí transitan, el pequeño tamaño de la plaza, su acceso fácil
para los medios de comunicación y su ubicación frente a una
cafetería frecuentada por políticos, así como la no necesidad de
permisos, creo que los luchadores de la República Dominicana
debemos realizar análisis espaciales correctos para profundizar
nuestra conexión con la sociedad a través de mensajes más efectivos.

La Lira es una placita donde los jóvenes de clase media alta


acostumbraban a ir a compartir y a beber cervezas, amenizados por
la música en sus vehículos, situación que se daba particularmente de
noche, en la estación de Gasolina del frente que tiene el mismo
nombre.

La Lira era como toda la Lincoln, una discoteca pública para los
jóvenes acomodados. Sin embargo un hecho hizo llamar la atención
de los “puritanos” de siempre. Hace unos años, por allá por mayo de
2003 un grupo de cinco jóvenes decidió pasear desnudos a bordo de
una jeepeta por la zona para llamar la atención. Como si fueran
buitres, Cardenal, Medios de comunicación, empresarios y políticos,
se ensañaron contra esta acción y hasta les sometieron a la Justicia.
La misma Justicia que ha perdonado a tantos corruptos.
Posteriormente en diciembre de 2004, Nuria transmitió unas
imágenes de dos mujeres haciendo un acto sexual encima de la
capota de un vehículo estacionado en la misma calle. Como nada es
más importante que la sexualidad en la sociedad capitalista, estos
hechos aislados provocaron una cacería de brujas y militarización de
la Lincoln, calle a la que usted va hoy y encuentra pocos o casi ningún
joven disfrutando. Les expulsaron de la Lincoln, que poco a poco fue
la sustitución del Malecón, desde donde también habían expulsado a
la juventud. . Pronto verá usted las campañas mediáticas contra la
avenida Venezuela, porque en esta sociedad donde manda la Santa
Iglesia, la diversión de la juventud es un delito.

La policía dominicana y los "puritanos" desarrollaron una persecución


contra la Lincoln y sobre todo contra los alrededores de la Lira, para
que esta dejara de ser el espacio de diversión que era.

Ahora la Lincoln ya no tiene esas características, sin embargo, sigue


siendo la Lincoln, una de las tres calles más elitistas del país. La Lira
ocupa dos de esas tres calles, a saber la Lope de Vega y la Lincoln.
Esta última calle divide a dos de los "sectores" más enriquecidos del
país a saber Naco y Piantini.

La Lincoln es una calle tan poco popular que ni siquiera tiene


transporte público. A penas una línea ocasional de "carritos" públicos
recorre sus esquinas, pero se desvían en la Lope de Vega. Incluso, los
vehículos públicos que van hacia el sector de Los Ríos, que deberían
recorrer la Lincoln, cuya prolongación se llama "Los Próceres", evaden
esta calle para tomar la Av. Winston Churchill, que sería la tercera av.
de elite del Polígono Central, pero que sin embargo es más popular.
Sin duda alguna que la Av. Lincoln, desde la Av. John FF. Kennedy que
comienza, hasta la Av. George Washington que termina es el símbolo
urbanístico de las clases oligárquicas de la República Dominicana.

Como símbolo es también, que las principales calles de la ciudad


tengan nombres extranjeros. San Vicente de Paul, Ortega y Gasset,
Winston Churchill, Abraham Lincoln, Charles de Gaulle, Nicolás de
Ovando, John F. Kennedy, George Washington, entre otros.

ES por tanto que considero que reforzar al parque La Lira como lugar
de encuentro para la política alternativa, es a mi juicio reforzar una
visión light de la política, una muestra de nuestra falta de visión y
estrategia.

Ninguna de nuestras acciones, incluyendo la decisión de los lugares


de concentración, los actores a invitar, los mensajes y el público meta
a transmitirlos, debe ser producto de la improvisación o el capricho.
Al contrario, deben ser parte de una estrategia diseñada y consiente.
Una decisión por banal que parezca, debe ser coherente con el
sentido y el objetivo que contenga.

Con esta reflexión no sostengo un rechazo per sé a este espacio,


como me negaría a rechazar cualquier espacio público para la acción
política. Creo que es un espacio de las clases medias altas y sus
posiciones políticas, que en todo el mundo son de derechas. Es un
espacio de ellos, que tarde o temprano reclamaran.

Tampoco hago un llamado a largarnos a protestar hacia Capotillo o la


Zurza (que debiéramos). Más bien propongo una verdadera transición
en nuestro mensaje y método para que nos conecte con las clases
medias y los sectores desposeídos, en primer lugar, pero sobretodo
que nos vincule a las clases medias bajas.

El análisis de los espacios, los mensajes y las consignas son vitales


para construir la comunicación que necesitamos. A mi juicio, este es
el tipo de análisis que deberíamos hacer los revolucionarios para
conectarnos cada vez más con la gente y romper el encantamiento
tradicional que nos mantiene al margen del poder.

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