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REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

MINISTERIO DEL PODER POPULAR PARA LA EDUCACIÓN UNIVERSITARIA


UNIVERSIDAD NACIONAL EXPERIMENTAL
“SIMÓN RODRÍGUEZ”
VALLE DE LA PASCUA – EDO. GUÁRICO

LOS APORTES LINGÜÍSTICOS DEL SIGLO XX

Participantes:

COELLO, Karen C.I. 13.681.347


INFANTE, Rosana C.I. 18.697.271
Valle de la Pascua, Febrero de 2011.
LOS APORTES LINGÜÍSTICOS DEL SIGLO XX

Hay quien piensa que enseñar lengua en un contexto comunicativo es

algo que rebaja la calidad docente y que devalúa el nivel de los contenidos

enseñados. Ante tal falacia yo pregunto: ¿Qué es más fácil? ¿Enseñar el

adverbio o enseñar a hablar de una manera fluida y adecuada? ¿Enseñar la

estructura interna de una oración simple o enseñar a escribir con corrección,

coherencia y cohesión? ¿Enseñar la vida y obra de un autor consagrado por

la tradición literaria o enseñar a apreciar la expresión literaria y contribuir a

formar lectores críticos? La tarea del profesorado en el contexto de un

enfoque comunicativo es más compleja ya que para enseñar en esta

dirección no basta con tener una cierta formación lingüística (casi siempre de

orientación estructuralista o generativista) sino que hay que utilizar otros

saberes lingüísticos (pragmática, lingüística del texto, semiótica...) y otras

metodologías: frente a la clase magistral y a la calificación académica del

texto elaborado por un alumno o una alumna, hay que actuar como

mediador e intervenir en el proceso de elaboración de los textos orales y

escritos con estrategias concretas de ayuda pedagógica.

El aprendizaje lingüístico aún se orienta de forma exclusiva en

algunas aulas al conocimiento, a menudo efímero, de un conjunto de

conceptos gramaticales y de hechos literarios cuyo sentido, a los ojos de los

alumnos y de las alumnas, comienza y concluye en su utilidad para superar


con éxito (o no) la calificación académica de los aprendizajes escolares. ¿Y

por qué es así? ¿Es el profesorado de lengua y literatura en España

especialmente insensato desde un punto de vista pedagógico? ¿O son otras

las razones que nos ayudan a entender esta evidente inadecuación entre lo

que se piensa en teoría sobre los objetivos de la educación lingüística y lo

que en la práctica se hace en algunas aulas?

Por otra parte, no conviene olvidar en qué tradición didáctica se

inserta la experiencia docente de la mayoría del profesorado español de

lengua y literatura en la educación secundaria. No hace falta ir demasiado

atrás en el tiempo para recordar cómo el programa oficial de la materia,

debidamente traducido por las editoriales en forma de manual o libro de

texto, se convertía en una guía de actuación pedagógica que indicaba con

absoluta precisión qué hacer (y cómo, cuándo y de qué manera hacerlo) en

cada momento. En cuanto a los contenidos de los programas de enseñanza

de la lengua castellana y literatura (y de los libros de texto que los

ilustraban), unos y otros eran casi siempre una larga retahíla de conceptos

lingüísticos y de hechos literarios cuya selección se efectuaba teniendo en

cuenta las aportaciones de las teorías gramaticales (tradicional, estructural y

generativa), del formalismo y estructuralismo literarios y de la historia de la

literatura. De esta manera, las clases de lengua y literatura se convierten a

menudo en una tupida hojarasca de saberes gramaticales, o en un sendero


interminable de hechos literarios en detrimento de otras tareas orientadas a

la adquisición y al desarrollo de competencias comunicativas.

Sin embargo, es justo señalar que, pese al enfoque formal de los

programas de enseñanza y al tipo de contenidos habituales en los libros de

texto, han sido bastantes los profesores y profesoras en España que con

una enorme sensatez pedagógica han entendido que enseñar lengua no es

enseñar una de las corrientes lingüísticas al uso, sino mejorar las

habilidades comunicativas del alumnado, y que enseñar literatura no es

empeñarse contra viento y marea en que los alumnos y las alumnas

conozcan la vida y obra de decenas de autores y autoras, sino intentar crear

hábitos lectores, desarrollar sus capacidades de comprensión lectora,

estimular el disfrute de la lectura y animar al ejercicio del placer de la

escritura de intención literaria.

La lingüística se ocupa tanto del lenguaje oral como del escrito. La

fonética se ocupa de estudiar el lenguaje oral. Éste, siempre se produce a

través de una lengua determinada, sujeta a un espacio, un tiempo y un tipo

de hombre. Estas tres condicionantes son fundamentales en la vida del

lenguaje y son los que originan las variedades de las lenguas. La filología,

por su parte, en general se encarga de estudiar el lenguaje escrito. Los

medios que utiliza el ser humano para expresarse son de una variedad

asombrosa: la literatura, la pintura, la danza y las señales de tránsito, son


sólo algunos de los muchos que existen y pueden existir. En todos estos

ejemplos de la capacidad de comunicación, el ser humano utiliza signos.

La lingüística se dedica al estudio de los signos verbales, se interesa

por la pronunciación, la selección, la ordenación y la significación relativa de

todos ellos, mediante el análisis del mayor número de datos que sea posible

aportar. La lingüística y la gramática tradicional estudian el mismo objeto,

pero desde puntos de vista diferentes.

Los signos por su parte son manifestaciones, de alguna manera

codificada, bajo principios más o menos convencional. Para que se produzca

la comunicación lingüística es indispensable que existan dos sujetos

sometidos a un código común que les sirve de nexo. Los elementos de este

nexo son las palabras, que a su vez, pertenecen de antemano a la

experiencia vivida por cada uno de los interlocutores. El emisor selecciona y

combina las palabras que estima adecuadas para transmitir su mensaje al

receptor.

Los estudiosos de la gramática han creado una serie de postulados,

primeramente para la Gramática tradicional, entre estos es importante tomar

en cuenta a la gramática tradicional.

Se define como el arte de hablar y escribir correctamente, responde a

los siguientes postulados:

a. Mayor importancia de la lengua escrita sobre la lengua hablada.


b. Creencia de que la lengua alcanza una etapa de máxima perfección a la

que es necesario ajustarse.

c. La gramática enseña a hablar y a escribir.

d. Las categorías del lenguaje corresponden a las del pensamiento lógico.

e. La gramática tradicional trata los aspectos relativos a:

1. La ortografía o estudio de la escritura correcta.

2. La ortología o estudio de la pronunciación correcta.

Han ido apareciendo, por otro lado, otros postulados, desde el siglo

XIX, un a de ellas es la gramática diacrónica, o histórica, se ocupa de

investigar la evolución que experimentan las formas de una lengua en el

transcurso del tiempo, en tanto que la sincrónica se detiene en el estado de

una lengua en una época determinada sin preocuparse del origen de los

hechos gramaticales que estudia.

La gramática estructural tuvo como gran iniciador al citado Saussure

con la publicación en 1916 del Cours de lingüistique générale (Curso de

lingüística general), texto que recogía sus ideas sobre el lenguaje. Lo que se

conoce como estructuralismo lingüístico está formado en realidad por un

conjunto muy heterogéneo de tendencias y escuelas. Como denominador

común de todas ellas cabe señalar una serie de actitudes apuntadas por

Saussure: conceder prioridad al estudio del lenguaje hablado; considerar la

lingüística como una ciencia descriptiva y no prescriptiva -según ya se


apuntó-; abarcar en la investigación lingüística a todas las lenguas, y no sólo

a aquéllas con una gran tradición cultural -este hecho llevó a desechar

muchas de las categorías gramaticales tradicionales, que solían estar

basadas en las lenguas europeas-; otorgar prioridad a la descripción

sincrónica; y estudiar el lenguaje desde su consideración como estructura.

Para este autor el lenguaje es un inventario sistemático de elementos

negando la existencia del aporte del sujeto al hablar o expresarse.

Es una corriente que se caracteriza por concebir cualquier objeto de

estudio como un todo cuyos miembros se interrelacionan entre si y con el

todo de tal manera que la modificación de uno de ellos modifica los

restantes. Las unidades se definen en relación a la estructura.

Según De Saussure la dicotomía entre lengua y habla se explicaría de

la siguiente manera:

La lengua es el aspecto social, sistemático; mientras que el habla es el

aspecto individual, lo concreto.

Hasta Noam Chomsky, la lingüística se preocupaba por el análisis

estructural de la lengua, a la que consideraba como una realidad

independiente de las habilidades del sujeto; este afán le llevaba, por ejemplo,

a buscar métodos rigurosos para extraer los fonemas y los morfemas, pero
no a estudiar los usos del lenguaje ni los significados. Cuando se quería

comprender cómo un sujeto era capaz de adquirir y desarrollar un lenguaje

se acudía a la psicología. Los psicólogos conductistas (Skinner de modo

destacado) consideraban que el niño aprende el lenguaje como

consecuencia de los refuerzos que los educadores realizan en su conducta

verbal correcta. Cuando emite enunciados mal formados se le reprende y

cuando los construye bien se le premia. A partir de 1957 con la obra

"Estructuras sintácticas", Noam Chomsky se enfrentará a esta concepción

conductista, y en último término empirista, relativa a la capacidad o

competencia lingüística, indicando que dicha explicación es insuficiente

porque no puede explicar:

• cómo, disponiendo de un número finito de morfemas y de fonemas,

podemos construir potencialmente un número infinito de oraciones;

• la rapidez en el aprendizaje de una lengua, aunque la estimulación

verbal de los padres o educadores sea pobre y desordenada;

• la existencia de estructuras comunes en todas las lenguas.

Con estas críticas Chomsky revoluciona la lingüística; en primer lugar,

mostrando que no se puede separar la investigación del lingüista de la del

psicólogo, antes bien, llegará a considerar a la lingüística como una parte o

rama de la psicología del conocimiento; en segundo lugar -aunque vinculado


con lo anterior- proponiendo, frente a la gramática estructural anterior, una

gramática generativa. La idea básica de esta gramática es que la

competencia que posee cualquier hablante para emitir o proferir frases con

sentido se fundamenta en el hecho de que el hablante domina una serie de

reglas para la formación o generación de frases bien construidas. La tarea de

la gramática consiste en pasar de lo observable -el uso o ejecución del

lenguaje- a lo no observable –la competencia-, en descubrir las reglas

gramaticales que le permiten al sujeto producir las oraciones

gramaticalmente bien construidas en un lenguaje. Junto con las reglas

específicas de construcción de oraciones propias a cada lengua -inglés,

alemán, español-, la gramática generativo-transformacional creerá que

existen unas reglas más básicas, de carácter innato y comunes a todas las

lenguas, y que explican la facilidad para el aprendizaje del lenguaje por parte

del niño, defendiendo con ello un punto de vista más racionalista que

empirista.

La obra de Chomsky es importante para el desarrollo de la psicología,

primero por su crítica al conductismo, en particular a las explicaciones que

dio Skinner del lenguaje, y segundo por la defensa de la existencia de

procesos mentales que consisten en la aplicación de reglas y cuyo

funcionamiento es casi de tipo automático y gracias al cual disponemos de

lenguaje. Esta idea está muy cerca de la psicología cognitiva.

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