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Esto es importante ya que en muchas ocasiones los desarrollos
teóricos se ven afectados de forma negativa por una incapacidad
para apreciar las diferencias culturales que existen entre los distintos
casos, ya que se dejan de lado particularidades, creando grupos
excluidos y elementos olvidados. En general, pues, todo feminismo
debe estar atento a los temas que la gente tiene realmente ante sí, y
a la historia actual de esos temas, probablemente más compleja.
Por lo tanto, la controversia que debe contestar el feminismo
queda configurada de la siguiente manera: si bien no es posible evitar
considerar las particularidades de los sistemas que se estudian, es
preciso que ciertos términos de caracterización de los mismos sean
comunes.
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movimientos de liberación que apoyan tanto hombres como mujeres.
Uno podría intentar restaurar el argumento de la cultura refiriéndose
a la idea del relativismo cultural, según la cual los conceptos que se
aplican a cada cultura tienen que provenir necesariamente de ella
misma, a lo que Nussbaum contesta que el relativismo es una idea
demasiado flexible, ya que, por ejemplo, las ideas marxistas nacieron
en la British Library, pero influyeron de forma incontestable en Rusia,
Cuba, Camboya, etc.1El relativismo sufre además de una importante
desconexión con la realidad física, ya que impide conectarse con los
medios con los que se organiza actualmente la sociedad. Además,
presenta la siguiente pregunta:¿por qué seguir ideas locales en lugar
de las que consideremos las mejores?
Claramente el argumento de la cultura falla. Pero es necesario
estudiar otras dos objeciones que surgen a la utilización de conceptos
universales.
El primero de los dos es el argumento del bien de la diversidad.
Esta idea sostiene que el mundo es bello gracias a la pluralidad
cultural que hay en él (comparable a la variedad lingüística),
entendiendo que limitar esa variedad supone un empobrecimiento del
mundo en general. Nussbaum empieza a rebatir esta idea afirmando
que, a diferencia de los idiomas, las pautas de conducta culturales sí
que pueden dañar a la gente, por lo que su relevancia es obviamente
mucho mayor que la de las lenguas, pudiéndose además querer que
se preserven las particularidades lingüísticas y no por ello apoyar
prácticas degradantes a inhumanas. Es preciso, por lo tanto, ver si los
valores en cuestión merecen ser preservados en pos de un mundo
más rico, o cual precisa de un conjunto de valores que apoye esta
identificación, lo cual es un argumento que justifica claramente la
búsqueda de valores universales que propone la autora.
El último argumento es el argumento del paternalismo, que
afirma que la utilización de una serie de normas pretendidamente
universales que se imponen al resto de individuos supone una
limitación de su libertad como agentes, ya que son ellos mismos los
que mejor pueden decidir sobre lo que les concierne. Nussbaum
afirma, para empezar, que este argumento, lejos de ser incompatible
con la teoría de los valores universales, apoya uno que resulta
primordial: la libertad de cada uno para pensar y elegir por sí mismo.
Retomando el ejemplo de India, la autora afirma que todo el sistema
resulta “paternalista” al no permitir que determinados grupos elijan
cómo vivir su vida. La libertad, resumiendo, no acaba cuando se
tienen derechos plasmados en un papel, sino que es necesario estar
en una posición que permita hacer uso de los derechos que se
tengan, lo cual, a su vez, exige una serie de desarrollos
institucionales que incluyen la aceptación de las reivindicaciones de
las mujeres. Esta idea está vinculada con el pensamiento Rawlsiano
de que una sociedad justa es aquella en la que el Estado interviene
para igualar a las personas en el punto de partida sobre el que luego
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En este punto, cita a Aristóteles: “En general, todos buscan el bien, y no lo que acostumbraban sus
antepasados”.
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edificarán por sí solos su futuro. Por lo tanto, Nussbaum vuelve a
presentar la idea de los conceptos universales afirmando que la
libertad pasa por reconocer a todos una serie de derechos comunes
sobre los que luego puedan desarrollarse de manera diferente. Como
Kant, ve a cada persona como un fin en sí misma, pro lo que las
consideraciones que deban hacerse sobre la sociedad deben hacerse
sobre cada individuo del mismo modo. Si aceptamos esta idea,
debemos consagrar que la política no debe poder instrumentalizar a
los individuos, sino que debe respetarlos por su valor absoluto como
individuos.