Uno de mis lugares favoritos es la playa al atardecer.
Me gusta pisar la cálida arena, caliente después de un día de sol, y jugar con ella, sentirla deslizarse entre mis dedos como si de harina se tratase. Sentir la suave brisa en mi rostro, que me revuelve el pelo, juguetear con las olas y que su suave espuma me persiga, pero no me pueda alcanzar, me hace sentir ligera, fresca y libre. Me encanta sentarme a contemplar la puesta de sol, ver ese espectáculo divino que nos regala la naturaleza, por un instante maravilloso, me hace sentir que soy dueña del mundo.