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para su detección
Infantil y primer abordaje
APOYA:
Embajada de Canadá
en Uruguay
Hoy día nos encontramos abocados a llevar adelante estrategias de abordaje del tema
desde lo comunitario, desde lo local, intentando disminuir la generalizada construcción
punitiva de la demanda de atención, lográndose así una menor re-victimización del
niño(a), tratamientos breves, desjudicialización de las situaciones y en épocas de
escasez de recursos, intervenciones menos costosas.
Esperamos que esta publicación arroje un poco de luz sobre una realidad
sistemáticamente silenciada y olvidada como lo es el trato que recibe la infancia por
parte de los adultos responsables de su cuidad, y conspire para que podamos
prontamente consolidarnos como sociedad más respetuosa y garantista de los
Derechos Humanos de niños y niñas.
Gabriel Rebollo
Coordinador Gral.
Programa ARCOIRIS
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MALTRATO INFANTIL:
MANUAL BASICO PARA SU DETECCION
Y PRIMER ABORDAJE
INDICE: Pag.
Se permite la reproducción total o parcial de este manual siempre que sea sin fines de
lucro, revistas, folletos y diarios con la condición de mencionar la fuente y enviar una
copia al Programa ARCOIRIS
©ISBN 9974-7579-0-8
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Perspectiva histórica de la violencia y del maltrato infantil
Cuando surgen los estados premodernos, con sus primeros sistemas judiciales los
cuales también estaban impregnados de los códigos de honor y venganza, no se percibe
un suavizamiento de las costumbres sino que por el contrario la crueldad se
transforma en un divertimento público (p.ej. circo romano). En esta época el ejercicio
de la violencia por la fuerza pasa a estar legitimado en el Estado manteniéndose así
hasta hoy.
Más tarde, a partir del siglo XVI, en que comienza un lento proceso de
individualización de la sociedad llegándose a su máxima expresión en nuestros días,
comienzan a desaparecer los códigos de honor y venganza de los discursos políticos y
sociales constructivos de la sociedad (p.ej. abolición del duelo). No obstante esto, las
relaciones interpersonales aún están lejos de dejar a un lado éstos dos códigos de
comportamiento, visualizado claramente en las vendettas que por esa época mantenían
a familias enteras en pugna durante varias generaciones.
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Mause (1994) haciendo referencia a las situaciones de abandono, mutilaciones, filicidio
y abuso sexual que se han infligido sobre niños y niñas.
Un largo camino, “... una pesadilla de la que hemos empezado ha despertar poco a
poco...” nos dice De Mause, un largo sueño que abarca a la Grecia de los tiempos
homéricos, 800 años AC., donde se educaba a los niños para ser guerreros honorables.
Los niños aprendían estos códigos de honor, los privilegiados claro esta, los otros
nacían en el campo o en la esclavitud, destinados al trabajo de la tierra u otros oficios
para el amo que había vencido en combate.
Sin olvidar lo que sucedió en la Esparta del siglo VI y V AC., los niños eran formados
como soldados, sometidos a la ley de sobrevivencia del más fuerte desde un comienzo.
A su vez, aquellos niños nacidos deformes eran arrojados al monte Taigeto,
condenados a una muerte temprana; los sanos se veían sometidos al entrenamiento
militar desde los seis años, alejados del hogar, conviviendo con soldados que les
enseñaban a luchar, cazar, soportar el clima y endurecer el espíritu y el cuerpo
necesarios para el ejército. El soldado espartano lo era desde los seis años. Los ilotas,
esclavos, eran arrojados cada tanto en campos donde estos “soldaditos” los perseguían,
cazaban y mataban desde los 13 años para terminar de conocer el sabor de la sangre.
Llegando a la edad media encontramos relatos de las hambrunas y de los villanos que
ocultos en el bosque seducían con manzanas o pan a los niños que se comerían. La ley
del más fuerte sigue primando. Aún hoy leemos como Pulgarcito y sus hermanos son
abandonados por unos padres hambrientos, como Hansel y Gretel deben escapar de la
bruja dispuesta a comerlos luego de engordarlos. Los cuentos de hadas, así como
pinturas a lo largo de la historia y mitos nos muestran al niño oculto y privado de su
historia, de su cuerpo y de su identidad como ser en crecimiento y desarrollo. “Entre
los siglos XV y XVIII, el niño disfrazado de adulto es una constante en la pintura.” …
“De la Edad Media a la época clásica, el cuerpo del niño es verdaderamente
encarcelado, ocultado. Solo se descubre para zurrarlo. Lo cual debería ser una gran
humillación, porque se trataban de las partes que tenían que estar ocultas.” (Dolto,
1994)
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Heterogénea y universal, la violencia hacia niños/as ha estado presente en diferentes
sectores económicos y culturales.
Sin ir muy atrás en la historia, en el Uruguay de fines del siglo XIX, cuando en 1875 la
reforma Vareliana intenta hacerse extensiva a todos los niños, E. Méndez Vives (1993)
apunta en este sentido: “Muchos padres creían tener un derecho de propiedad sobre
sus hijos, derecho que el Estado no debía limitar haciendo obligatoria la enseñanza
primaria. Algunos intelectuales, como Prudencio Vázquez y Vega, basaban su posición
en la defensa a ultranza de los derechos individuales.”
En la misma línea, J. P. Barran (1994) nos ilustra con relación al trato que recibía la
infancia en el Uruguay de principios del siglo XX de esta forma: “Médicos alemanes, -
era de esperarse en 1913-, trataron incluso de combinar el culto a la salud con el
castigo correctivo de los niños. Ese año, el Cuerpo Médico Escolar uruguayo publicó
estos consejos prusianos: ‘si un niño requiere castigos corporales, se respetará la
cabeza: esto podría ocasionar trastornos graves; las bofetadas pueden provocar el
desgarro del tímpano’.”
En nuestro país, hace tan solo ocho años que el Art. 313, referido al Infanticidio
Honoris Causa, es derogado de nuestro Código Penal por la ley 16.707 de Seguridad
Ciudadana. Hasta 1995, nuestra legislación penal contenía este artículo 313, el cual
absolvía de responsabilidad penal en aquellas situaciones donde el asesinato de un
recién nacido, se hacía por causas de honor. Lo mismo sucedió con el artículo 331,
derogado por la misma Ley de Seguridad Ciudadana, el cual también por causa de honor
justificaba el abandono de niños.
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el avance de esta ciencia y por ser el más fácilmente visible. El primer tipo de maltrato
que se estudia es el físico, accediendo con posterioridad a las otras formas y al
estudio de las posibles causas, medidas de protección y tratamiento específico.
Médicamente el maltrato fue descrito por primera vez en 1868 por Ambroise Tardieu,
Catedrático de Medicina Legal de Paris, quien se basó en los hallazgos realizados en
autopsias descubriendo treinta y dos niños golpeados y quemados hasta producirles la
muerte. En ese mismo año Athol Johnson, del Hospital de Londres, llamó la atención
sobre la frecuencia de fracturas múltiples en los niños, atribuyéndolas al estado de los
huesos ya que en aquella época el raquitismo era general entre los niños.
Siguiendo la misma línea, en 1946 John Caffey informó sobre las primeras
observaciones relativas a la hasta entonces no explicada asociación entre hematomas
subdurales y alteraciones radiológicas anormales de los huesos largos, dilucidando y
postulando prontamente junto con Frederick Silverman, el origen de dichas lesiones
por malos tratos en 1953. Ya en 1961 se oficializa la temática; Henry Kempe organizó
un simposio interdisciplinario en la reunión anual de la Academia de Pediatría
Norteamericana sobre "Síndrome del Niño Golpeado", producto de un trabajo
interdisciplinario donde aparece el punto de vista pediátrico, psiquiátrico, radiológico y
legal. A partir de este momento, paulatinamente el tema cobra mayor interés por
parte de profesionales de distintas disciplinas.
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Algunas conceptualizaciones acerca del maltrato infantil.
DEFINICIÓN:
Negligencia
Abandono
Físico
1. INTRAFAMILIAR: Psíquico o emocional
Sexual
Síndrome de Münchausen por Poderes
Prenatal
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2. EXTRAFAMILIAR:
Sanitario
Escolar Laboral
Jurídico b) Explotación:
a) Institucional: Fuerzas de seguridad Sexual
Servicios sociales
Medios de comunicación
c) Consumismo
Nosotros agregaríamos una categoría más dentro del maltrato infantil extrafamiliar
que es la exclusión social. En cualquier sociedad, todo niño o niña que pertenezca a los
sectores sociales excluidos es plausible de ser considerado en situación de maltrato
según la definición dada ya que sufre las consecuencias directas del maltrato social a
través del hambre, las guerras, la venta o trata de personas, la discriminación, la
persecución y el exterminio, la explotación, el analfabetismo y la pobreza cultural,
sumado a la gran negligencia social que no les ofrece iguales oportunidades.
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El Maltrato Infantil es posible encontrarlo en todos los sectores socioeconómicos, ya
que no es patrimonio exclusivo de la población más desfavorecida socialmente. Sin
embargo es importante tener en cuenta que las condiciones de vida en las que existen
necesidades básicas insatisfechas son un factor de alto riesgo para desencadenar el
maltrato infantil (Pelton, 1994). Sí varía levemente en cada sector social la forma en
como se presentan los malos tratos o la violencia. En los niveles socio-económicos más
bajos, predomina el maltrato físico, emocional, y las conductas negligentes; en los más
altos el emocional con abandono afectivo y/o sobre-exigencia. El abuso sexual suele
darse con igual frecuencia en un sector y otro.
MALTRATO FISICO:
Golpes en las piernas, la cabeza, la cara, los glúteos, la zona abdominal, hechos con
la mano abierta (pudiendo reconocer los dedos en la región golpeada), el puño, u
otro objeto como vara, palo, cinto, zapatilla, o cualquier objeto que aleatoriamente
se encuentre en ese lugar. Pero lo frecuente es un estilo para el castigo y un objeto
reservado para ese fin. Éstos golpes pueden provocar fracturas diversas, lesiones
con secuelas física de diversa índole, retardo mental, e incluso la muerte.
Quemaduras que pueden ser con cigarrillos (generalmente encontradas en manos y
pies), con fuego o artefactos calientes como cocinas, plancha, estufas, parrilla, con
el objetivo de que el niño aprenda a no tocar. También se pueden dar quemaduras
con agua caliente especialmente en glúteos como forma de educación para el control
de esfínteres.
Intoxicaciones con psicofármacos, jarabe para la tos, bebidas alcohólicas, drogas,
etc.
Mordeduras especialmente en extremidades
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Tirones de pelo, del lóbulo de la oreja hasta producir un desgarro de ésta
Empujones y sacudones. Medidas habituales para que los niños "tomen conciencia",
de lo que los adultos esperan de ellos, generalmente están asociados a otras formas
de maltrato. Constituyen las formas menos grave, pero cuando los niños son muy
pequeños las consecuencias resultan importantes.
Síndrome del bebé sacudido: de consecuencias graves a corto y largo plazo por las
lesiones irreversibles que produce. Lo padecen niños de entre 0 y 2 años y presentan:
desgarro de la retina ocular, hematoma subdural, y hemorragia subaracnoidea
interhemisférica (estas dos últimas son lesiones a nivel cerebral). Está asociado en
general a otras fracturas de costillas y/o cráneo, hematomas debajo de los brazos que
corresponden a las manos de los adultos al sostenerlos. En general ocurre con padres
jóvenes que reaccionan de ésta forma ante el llanto de los niños, y los sacuden con tal
intensidad que les producen las lesiones específicas ya nombradas.
MALTRATO EMOCIONAL:
Refiere a actos o conductas que por acción u omisión se dirigen hacia el/la niño/a para
degradarlo/la, controlar su comportamiento y decisiones sin caer por ello en
agresiones físicas. Se sitúa en el núcleo mismo del maltrato (J. Garbarino, 1999)
pudiendo darse aislado de otras formas de maltrato (físico, sexual, negligencia) y sin
embargo, como contraposición estas tres formas de manifestarse el maltrato infantil
sí aparecen siempre asociadas al maltrato emocional.
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Su riesgo radica en la frecuencia e intensidad en que se da. Se perciben distintas
formas de ejercer este tipo de maltrato las cuales tienden a coexistir varias de ellas o
incluso todas:
⇒ Aislar: Es no permitir que el niño o la niña mantenga lazos sociales con la excusa
de que el mundo es hostil y peligroso (sobre protección). Privarlo de jugar con sus
pares. Cuando lo ponen en un cuarto oscuro por mucho tiempo, o más grave aún,
atarlo o tenerlo bajo llave permanentemente. Menoscabar intencionalmente los
vínculos con otros ámbitos de socialización (familia ampliada, amigos, la escuela).
⇒ Explotar: En su grado máximo sería el uso del niño para beneficio de terceros,
tanto en actividades sexuales como aquellas que traspasan los límites de la dignidad
del trabajo. También se da cuando le son atribuidas responsabilidades exageradas.
⇒ Manipular: Inducir la opinión y los sentimientos del/la niño/a con fines propios de
manera de sacar ventaja o venganza de terceros, sobre todo en disputas conyugales.
Utilizarlos/as como intermediarios/as para controlar a otro/a.
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⇒ Rechazar: El no reconocimiento de su condición de sujeto. No tener en cuenta su
opinión. Sus pedidos de ayuda no son oídos. Su limitación como persona en desarrollo
no es considerada. Los castigos con indiferencia, los “silencios” por horas, días y
meses. Cuando se lo/la trata diferente que sus hermanos/as. Se da tanto antes
como después del nacimiento.
NEGLIGENCIA:
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La negligencia o el descuido, contraponiéndose a lo que mucha gente se imagina, es la
forma de maltrato que ocasiona mayor daño social (Garbarino, 1999), estudios afirman
que proporcionalmente causa mayores muertes de niños/as (muerte accidental
prevenible y que sucede por descuido del adulto responsable) que el propio maltrato
físico.
ABUSO SEXUAL:
• “Una conducta sexual forzada, engañosa, coercitiva, entre una persona de mayor
edad y de otra de menor edad, entendiéndose que la fuerza está siempre
presente en cualquier abuso sexual.” (Conte, 1988)
• “Todo acto en el que una persona, en una relación de poder - entendido éste tipo
de relación como aquella que nace de una diferencia de fuerza, edad,
conocimiento, o autoridad entre la víctima y el ofensor -, involucra a un menor
en una actividad de contenido sexual que propicia su victimización y de la que el
ofensor obtiene gratificación.” (Fundación Paniamor, 1999)
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Podríamos agregar una lista muy amplia de definiciones de abuso sexual, pero vamos a
encontrar siempre como constante la gratificación sexual del ofensor o victimario a
través de un abuso de poder.
El abuso sexual es un problema social cuya magnitud sólo comienza a ser reconocida
tenuemente y aún encuentra fuertes obstáculos para su plena aceptación por la
sociedad en su conjunto, principalmente por lo que ya mencionamos referente al tabú
social que rodea el tema y por su ocurrencia en el ámbito privado de la familia,
tradicionalmente espacio inviolable de su intimidad por parte del Estado.
Los distintos tipos de abuso sexual según J. R. Conte (1988) podrían describirse de la
siguiente manera:
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genitales mientras se baña o se está vistiendo. Con respecto a la forma menos
explícita vale la pena hacer la aclaración de ser cuidadosos y ver dentro de qué
contexto se produce, pues muchas veces dentro de la privacidad de la familia la
desnudez es una situación que puede considerarse normal entre sus miembros.
• Voyeurismo: cuando un adulto, para gratificarse sexualmente, mira a un niño/a
desnudo, bañándose, o usando el baño. Igual que la conducta anterior observar el
contexto es muy importante y poder determinar así si existe intencionalidad.
• Beso: cuando un adulto da besos prolongados e íntimos, especialmente en la boca.
Para decidir si esta conducta es abusiva o no es importante tener información
acerca de las conductas familiares, pues algunas prohíben el beso sobre los labios y
otras lo permiten.
• Manoseo: cuando se acaricia, frota, roza o toca los genitales o el pecho de un
niño/a, o el abusador pide que lo toquen a él con la intención de estimularse
sexualmente.
• Fellatio o Cunnilingus (sexo oral): cuando el adulto estimula los genitales del
niño/a con la boca u a su vez lo/la obliga a estimular sus órganos genitales
oralmente.
• Penetración anal o vaginal: Cuando existe por arte del adulto penetración del ano
o la vagina de un niño/a con el dedo, el pene u otro objeto.
• Pornografía: cuando se utiliza a niños/as para la realización de fotos, videos o
películas con escenas sexuales explícitas. Hoy día difundido masivamente a través
de internet. También es abuso el mostrar material pornográfico a niños/as.
• Explotación sexual infantil (prostitución infantil): cuando se utiliza a niños/as
para satisfacer sexualmente a adultos a cambio de remuneración en especie o en
efectivo, en donde otros adultos a veces ofician de intermediarios. Actualmente se
le suma el negocio de la pornografía infantil en internet como ya mencionáramos.
Es bueno hacer la aclaración que en aquellas conductas donde se nos pueden plantear
dudas, para determinar el abuso, debemos tener en cuenta lo que el niño o la niña
sienta ante ellas.
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(J. Garbarino, 1999) Esto implica que antes de develarse el abuso puedan haber pasado
años de haberlo sufrido, e incluso nunca poder llegar a hacerlo y mantener el secreto
toda la vida.
Debemos siempre tener en cuenta que la participación con adultos en una relación
sexual, no implica que el niño o la niña hayan consentido su propio abuso. Aún bajo el
aparente consentimiento sea por exponerse, no haber contado a otros el abuso o
hacerlo tardíamente (luego de años), no significa que han consentido en ser
abusados/as. El abuso sexual es siempre un abuso de poder, la fuerza que se utiliza no
es necesariamente física, sino que hay otras formas más sutiles de violencia, frente a
la cual los/as niños/as no tienen ni el poder ni la autoridad de un adulto para
defenderse y negarse. El abusador siempre tiene la intención de gratificarse
sexualmente, atribuirle responsabilidad en el hecho al niño o la niña es un error; el
secreto y el chantaje emocional son los pilares de los que se vale el abusador para
perpetuar el abuso.
Podemos hablar de mayor o menor gravedad de los abusos sexuales, teniendo en cuenta
interrelacionadamente tres variables: según el tipo de contacto que el niño/a haya
tenido, según el grado de conocimiento (vínculo) del agresor y según el tiempo que lleva
dándose el abuso.
Este tipo de abuso se da cuando el abusador es parte del núcleo familiar (padre,
madre, padrastro, madrastra, hermanos, tíos, abuelos, etc.), constituyendo la
categoría de abusos sexuales incestuosos, siendo la que más temores causa en la
sociedad por transgredir el tabú más fuerte de la cultura occidental y a su vez la
salida a la luz del incesto implica en la mayoría de los casos el riesgo de la
desintegración de la familia.
Dado el contexto en el que se produce este tipo de abuso (la familia), representa para
la víctima un grave daño psicológico y social, siendo muy compleja la intervención ya
que en estos casos la revinculación de la víctima con el victimario es un posible eje de
trabajo a mediano plazo, debiéndose en estos casos partir de dos premisas básicas: la
aceptación por parte de la víctima a vincularse con el abusador y la aceptación por
parte del abusador de haber cometido el abuso, sino están dadas ambas premisas,
seguramente la revinculación redundará en una revictimización del niño o la niña.
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Existe un porcentaje mínimo de los abusos extra familiares que son cometidos por un
desconocido para el/la niño/a; en estos casos el abusador goza sometiendo a la víctima
por la fuerza y el terror, haciéndola sufrir.
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El/la niño/a víctima de abuso sexual puede presentar los siguientes indicadores físicos
los cuales deben tenerse en cuenta junto al resto de indicadores de carácter y
comportamiento que se detallarán más adelante y que también corresponden a otras
formas de maltrato:
CONSECUENCIAS:
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El maltrato ya sea por acción o por omisión afecta al niño en su desarrollo afectivo,
mental, físico y moral, produce una interrupción grave en su desarrollo psico-sexual,
compromete su educación y su desenvolvimiento social. Castigar al/la niño/a y a sus
conductas positivas propias de su correspondiente etapa evolutiva entorpece y limita
el desenvolvimiento de las competencias individuales y sociales del niño/a.
“Las personas a las que desde un principio se les permitió, en su infancia, reaccionar
adecuadamente a los dolores, ofensas y rechazos que se les infligiera de manera
consciente o inconsciente, conservarán esta capacidad para reaccionar adecuadamente
también en la edad madura. De adultos, sentirán el mal que se les haga y podrán
expresarse verbalmente sobre él, pero apenas tendrán necesidad de saltarle al otro al
cuello. Esta necesidad se presentará sólo en la gente obligada a vigilar siempre que
sus diques de contención interna no se resquebrajen. Cuando esto ocurre, todo se
torna impredecible.” “...Un ser humano capaz de comprender e integrar su ira como
parte de sí mismo, no será violento. Sólo tendrá necesidad de golpear a los demás
precisamente cuando no pueda comprender su ira, cuando de niño no le permitieron
familiarizarse con este sentimiento y no pudo vivirlo como parte integrante de sí
mismo porque aquello era totalmente impensable en su entorno.” (Miller, 1992)
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escuela no se vive como un espacio de construcción de conocimientos y de aprendizaje
de su sociabilidad, sino que la vive estrictamente como el lugar seguro, su refugio.
También podemos encontrar una explicación en el hecho que seguramente estos/as
niños/as han sufrido un déficit importante en su desarrollo cognitivo y del lenguaje
desde la perspectiva de la teoría del aprendizaje de Vigotsky (1977).
Los efectos en la salud mental y social de las víctimas de abuso sexual pueden ser más
traumatizantes cuando la duración y la frecuencia del abuso son mayores, cuando el
abusador es un familiar cercano, y mayor trauma aún se genera cuando el agresor es el
padre e involucra contacto genital.
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INDICADORES:
Para la mayoría de las personas, expresar lo que sienten, no siempre es fácil; para los
niños/as víctimas de malos tratos es aún más difícil. Sus sentimientos no han sido
considerados, así como tampoco la expresión de los mismos; el temor y el miedo a la
represalia, así como el afecto que sienten muchas veces por quienes les inflingen el
maltrato, los llevan a guardar silencio sobre lo que viven e incluso lo justifican
sintiéndose responsables de haberlo provocado.
La expresión directa mediante la palabra que el/la niño/a haga sobre las situaciones
que ha sufrido o sufre, dependerá de múltiples factores dentro del que se incluye
como fundamental, un vinculo de confianza.La siguiente lista de indicadores nos puede
ser útil a la hora de establecer hipótesis presuntivas de la presencia de una situación
de maltrato. Es importante tener en cuenta el contexto familiar o educativo donde se
observan, las situaciones particulares que puedan estar viviendo y la edad o fase del
desarrollo que atraviesa:
⇒ Abuso en el consumo de alcohol, fármacos o drogas ilegales. (*)
⇒ Actitudes de abierto sometimiento
⇒ Alteración de la alimentación (anorexia o hiperfagia, negarse a comer o provocarse
el vómito)*
⇒ Alteraciones del sueño (insomnio, pesadillas, hipersomnia)
⇒ Angustia
⇒ Apatía y aletargamiento
⇒ Ausencia sin razón aparente a la escuela o centro infantil (especialmente los lunes)
⇒ Baja autoestima
⇒ Cambios bruscos en la conducta para bien o para mal
⇒ Comerse las uñas, los dedos, los labios, rascarse hasta provocar lastimaduras
⇒ Comportamiento desafiante y hostil
⇒ Comportamiento extremadamente tímido
⇒ Comportamiento muy seductor u obsesivo con relación al sexo, en conversaciones
dibujos, televisión, bromas, películas(*)
⇒ Comportamiento regresivo, propio de un niño de menos edad
⇒ Comportamiento seudomaduro o sobreadaptado
⇒ Comprensión detallada e inapropiada para la edad de comportamientos sexuales
⇒ Conducta autodestructiva
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⇒ Conductas agresivas con tendencia a externalizar la culpa del conflicto
⇒ Conductas incendiarias
⇒ Demanda excesiva de atención
⇒ Desconfianza, en especial hacia figuras significativas
⇒ Deseo de establecer pareja o salir de la casa muy precozmente (*)
⇒ Dificultad de concentración
⇒ Dificultad para jugar solo o en grupo
⇒ Encopresis
⇒ Enuresis
⇒ Evade o teme a alguien en particular, o a un lugar, o dice querer pasar demasiado
tiempo con esa persona en especial
⇒ Fallas de memoria
⇒ Falta de participación en actividades escolares y sociales
⇒ Fugas del hogar
⇒ Hematomas, contusiones y lesiones diversas inexplicables
⇒ Hiperactividad
⇒ Homofobia marcada en varones (*)
⇒ Ideación suicida
⇒ Inhabilidad para tornarse independiente
⇒ Involucramiento en pornografía o prostitución(*)
⇒ Ir temprano y retirarse tarde de la escuela o centro infantil.
⇒ Juegos sexuales compulsivos, persistentes e inadecuados con niños de la misma
edad, con juguetes o con sus propios cuerpos, o conductas sexualmente agresivas
hacia los demás.
⇒ Llanto fácil o lamentos sin razón aparente
⇒ Mala auto imagen, habla de sí mismo en forma despectiva
⇒ Mala relación con sus pares y dificultades para entablar relaciones
⇒ Masturbación excesiva, generalmente hasta lastimarse
⇒ Mentir
⇒ Problemas de higiene y aseo personal, usan a veces doble ropa interior o ninguna (*)
⇒ Promiscuidad (*)
⇒ Rendimiento escolar mucho peor o mejor que lo usual
⇒ Robar
⇒ Sentimientos de suciedad, necesidad de ducharse varias veces al día y cambios
constantes de ropa interior. (*)
⇒ Somnolencia diurna
⇒ Temor a la oscuridad u otros temores
⇒ Temor hacia los adultos en general
⇒ Tics nerviosos
⇒ Vergüenza de su propio cuerpo o de cambiarse frente a los demás
Los ítems marcados (*) se observan fundamentalmente en adolescentes.
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Análisis del maltrato infantil desde el modelo ecológico.
MODELO ECOLOGICO:
a) MACROSISTEMAS:
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a este modelo, es considerado inferior, no completo, de menor jerarquía. La
persistencia de este modelo patriarcal que hemos heredado, en su lógica de superior e
inferior, de dominador y dominado, donde lo diferente es valorizado como inferior,
deja fuera y en condiciones de ser sometidos a aquellos grupos de personas sub-
valorados socialmente como: mujeres, niños/as, personas de la tercera edad,
discapacitados, personas pertenecientes a minorías étnicas y personas pertenecientes
a sectores sociales de pobreza. Es así como podemos observar aquellas construcciones
sociales que sustentan ideológicamente la violencia simbólica ejercida sobre niños y
niñas, aunque paradójicamente, se contrapongan a la sensibilidad de nuestra sociedad
posmoderna que rechaza toda manifestación de crueldad.
Podemos inferir que no es casual el hecho que, en nuestro país, a pesar de haberse
ratificado CDN, la cual recoge como ya hemos mencionado en otro capítulo la doctrina
de la protección integral del niño como sujeto de derechos, nuestro Código del Niño
vigente data del año 1934, sustentado en la vieja doctrina tutelar de la situación
irregular.
En nuestra cultura, las relaciones humanas atravesadas por estas asimetrías de poder
son reproducidas acríticamente de generación en generación en la vida cotidiana a
través de creencias, mitos y expectativas de como se debe criar a un/a niño/a. (A.
Heller, 1987) Generalmente quienes trabajamos con la infancia y sus familias
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escuchamos frases elocuentes expresadas como verdades absolutas en lo referente a
educación, autoridad y disciplina:
“Le hace falta una buena paliza” / “Cuando venga tu padre vas a ver” / “Los trapos
sucios se lavan en casa” / “Lo hice por tu bien... ¡ya me los vas a agradecer cuando seas
grande!” / “Yo soy tu padre (madre) y tenés que obedecerme” / “El castigo endurece el
carácter” / “Vos no sos mi padre (madre) para pegarme” / “Me pegó porque me lo
merecía” / “La letra con sangre entra” / “En la Biblia autorizan a darle una paliza
cuando se lo merece”
Varón Mujer
Duros, poco emotivos, no lloran, no Frágiles, emotivas, lloronas, muy
susceptibles, firmes, agresivos, susceptibles, inseguras, maternales,
reflexivos, independientes, valientes, irreflexivas, dependientes, temerosas,
rebeldes, aptos para dirigir, callados, obedientes, no aptas para dirigir,
inteligentes y realistas. conversadoras, intuitivas e idealistas.
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Estas construcciones nos hablan de los lugares que se espera que ocupen hombres y
mujeres dentro de una categorización de las relaciones, de lo esperable y lo aceptable
en lo que a genero se refiere, transmitiéndosele a la infancia como un deber ser.
Comienza así desde el nacimiento un proceso de fragilización en las niñas, por
pertenecer a un género devaluado social e históricamente. Las niñas son socializadas
para seducir, educar (juego de muñecas, a la maestra), cumplir con las tareas
hogareñas y cuidar de los demás, distribuyendo afecto y promoviendo el desarrollo de
los demás a costa de su propio desarrollo (tareas maternales o de extensión del rol
maternal). Y para los varones comienza un proceso de endurecimiento del carácter, el
valor de sus compromisos (“palabra de hombre”), con énfasis en la fuerza, la
inteligencia y el éxito económico, además de proveedor económico de otros y protector
o defensor, aún sin la necesidad de visualizar las reales necesidades sentidas por los
demás, ya que lo que vale es solo su propia percepción.
Por otro lado, como ya hemos visto también en la retrospectiva histórica (Cáp. 1.),
pertenecemos a una cultura que desde las sociedades primitivas ha legitimado y
legitima aún la crueldad y la violencia, no siempre justificada por la lucha de la
sobrevivencia de la especie o de determinado grupo social. En el caso de esta última (la
lucha por la sobrevivencia), ha dado paso en las sociedades modernas a la violencia
social, materializada hoy día en modelos y políticas económicas, sustentadas en
ideologías que no logran cumplir la promesa de resolver la situación de grandes masas
de seres humanos que viven en condiciones de pobreza extrema a lo largo y ancho del
planeta. En nuestras sociedades latinoamericanas podemos ver como: “... la falta de
humanidad de los ajustes y de las ‘reingenierías’, la exclusión y la prescindibilidad, la
precarización del empleo, las privatizaciones que nos privan de los servicios sociales, el
debilitamiento de los sindicatos como órganos de defensa de los trabajadores, la
economía del apartheid emergente de las diferencias abismales de remuneración que
existen entre quienes están en la cima y en la base de la pirámide organizacional...”
(Schvarstein, 1998), viene siendo parte de un modelo de desarrollo que más que
soluciones, ha dado como resultado que valores como el individualismo, la ambición, la
competencia desleal, el consumismo exacerbado y el egoísmo emerjan imperantes
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sobre otros valores como la solidaridad, el respeto, la equidad y la ternura en las
relaciones humanas.
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b) MICROSISTEMAS:
Del mismo modo, la familia (o el internado), como institución que reproduce y re-crea
las pautas culturales propias de cada contexto social histórico (macrosistema), porta
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en sí misma una determinada carga ideológica, explícita o no, del modelo de familia
nuclear patriarcal, en donde el pater pautaba jerárquicamente las expectativas y
conductas apropiadas para cada miembro; lo deseado y lo temido, lo inamovible y lo
negociable, los amores y los odios, las palabras y los silencios, incluso por aquella época
decidía sobre la vida, la muerte o el abandono de los miembros de la familia.
El sostén que el microsistema reciba frente a estos factores de riesgo sociales va ser
decisivo para el desarrollo ulterior del/a niño/a y para evitar situaciones de maltrato
infantil.
Como ya hemos visto en la familia como primer y más importante grupo al cual
pertenecemos los seres humanos, dentro de la cual tenemos contacto con las primeras
personas que conformarán nuestro microsistema, donde cada uno establece contacto
con gran variedad de expresiones y valores que van conformando su subjetividad,
idealmente tiene como función primordial cuidar de todos sus miembros, asegurar a
sus personas menores de edad el pleno goce y desarrollo de sus facultades psíquicas e
intelectuales, guiarles con afecto de un estado natural, de dependencia e inmadurez, a
uno de progresiva independencia, madurez social y emocional.
Estos factores de riesgo constituyen lo que adultos y niños traen al sistema. Cabe
aclarar que por sí mismos no determinan el maltrato, siendo que aún en presencia de
varios de ellos asociados el maltrato puede no darse.
En los adultos:
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Como factores de riesgo en los adultos para que particularmente pueda ocurrir un
abuso sexual a un/a niño/a agregaríamos a los anteriores:
En los/as niños/as:
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figura parental. fluidez en la comunicación.
Como pareja adultos se relacionan de Mantienen relacionamiento fluido con
forma amorosa, respetuosa y se amigos/as, con el resto de la familia y/o
complementan en sus responsabilidades con la comunidad barrial.
familiares.
Capacidad de autosostén familiar, Roles familiares claros, flexibles y
necesidades básicas satisfechas, establecidos democráticamente.
seguridad económica y laboral.
Experiencias gratificantes con otros adultos que funcionan como apoyo, sintiéndose
amado/a sin condiciones.
Desarrollo de la capacidad de superar la adversidad del/la niño/a que le permite
tolerar situaciones traumatizantes y recuperarse creativamente.
Tener amigos y amigas que representan un relacionamiento estimulante y positivo.
Niños/as que al adulto le reviven experiencias con adultos significativamente positivos
para ellos en su propia infancia.
Mantener relacionamiento fluido con el resto de la familia.
Estar informados, con buena autoestima y seguros/as de sí mismos/as.
Estar escolarizado y/o participar en alguna institución deportiva, recreativa, cultural,
religiosa, etc.
c) EXOSISTEMAS:
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Pero también inciden en otros ámbitos en los cuales el/la niño/a no interactúa
directamente, pero si lo pueden influir a través de sus padres como por ejemplo el
ambiente de trabajo de éstos.
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Uno de los riesgos que radica en los exosistemas es justamente la falta de
participación de la infancia en la toma de las decisiones que surgen en estos ámbitos.
Si bien los discursos políticos actuales sobre infancia sostienen que la participación
infantil es parte fundamental del proceso de construcción de la ciudadanía y de la
consolidación de nuestras democracias, en este sentido A. Cussianovich (2002) insiste
en que: “Es preciso contribuir a la vigencia del respeto al derecho a una imagen positiva
de la infancia en la opinión pública, en el imaginario social. Todo lo que refuerce
visiones que consideran al niño incapaz, víctima, sin criterio, etcétera, no abonan a
favor de su derecho a participar con personalidad propia, a que su opinión tenga peso
social, a ser escuchado”. Sigue siendo un déficit muy importante en los distintos
exosistemas que inciden en la vida de niños y niñas la generación de verdaderos
espacios para la participación, no solo escuchándolos, también tomando en cuenta sus
opiniones en todos los temas que les afecten y actuando en consecuencia. (Art. 12 de la
CDN)
Dentro del modelo ecológico se sitúan también como exosistemas el Sistema Policial y
Judicial que en sí mismos conllevan prácticas institucionales que responden a modelos
normativos de tutelaje de larga tradición, dejando en evidencia muchas veces
prácticas y resoluciones más respetuosas de los derechos de los padres (y madres) que
el de hijos e hijas.
Del mismo modo, en la medida que se den los factores de protección en los
macrosistemas, los exosistemas que inciden en el desarrollo de cada niño o niña
mejorarán su capacidad protectora ante el maltrato. Lo mismo ocurre con relación a la
evolución y consolidación del protagonismo infantil (Cussianovich, 2003); en la medida
34
que la infancia logre acceder con poder de decisión a los exosistemas que inciden
directamente sobre él o ella, dichos exosistemas mejorarán su rol protector.
d) MESOSISTEMAS:
Los mesosistemas estarían dados por aquellas conexiones existentes entre los
distintos ámbitos donde niños y niñas transitan su vida cotidiana. El modelo de
Bronfenbrenner sostiene que los mesosistemas son básicos para el desarrollo del/a
niño/a. Deben tomarse conjuntamente el número de conexiones que existen en
cantidad y en calidad, y es a partir de esta evaluación que se mide la riqueza de estos
mesositemas.
El ejemplo que el citado autor da, es referente a la conexión entre los padres y la
escuela. Que el/la niño/a vaya siempre solo/a (aún el primer día), que los padres no
asistan a reuniones en la escuela, que no vayan a las celebraciones, o al revés que desde
la escuela no se tome la iniciativa de convocar a los padres, de involucrarlos en
actividades de la escuela, e incluso de visitar el hogar del/a niño/a en determinadas
situaciones particulares, dan como resultado un mesosistema pobre que va a incidir
desfavorablemente en el desarrollo de ese niño o esa niña.
La calidad de estos mesositemas, es decir la calidad de los vínculos entre los distintos
espacios cotidianos del/a niño/a, actúa tanto como factor de riesgo si es mala como
factor protector si es buena frente al maltrato infantil.
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referencia a este tema con mayor profundidad enseguida cuando describamos los
factores protectores dentro de los mesosistemas.
♦ Escasa o nula conexión entre los distintos ámbitos cotidianos del niño o de la niña.
Situamos aquí al apoyo social efectivo, que pueda brindar a la familia la red social de
servicios en caso de existir en el barrio o comunidad, en el nicho ecológico, como se le
denomina desde la ecología al ambiente en el que se desarrollan los individuos.
Brindando apoyo no solo frente a acontecimientos vitales estresantes como podría ser
una situación misma de maltrato, sino también como recursos eficaces que contribuyan
a la apropiación de los bienes materiales y culturales de su tiempo. La satisfacción
plena de las necesidades básicas es un factor altísimo de prevención del maltrato
infantil.
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Premisas básicas para el abordaje del maltrato infantil.
CONCEPTO DE RESILIENCIA:
La resiliencia, concepto muy conocido en las ciencias físicas, fue aplicado a las ciencias
humanas por primera vez por Emy Werner (1982) observando como se daba el
desarrollo de niños/as pertenecientes a familias con problemas en Hawai, donde
algunos de ellos/as a pesar de las circunstancias difíciles, se convertían en adultos
felices y competentes socialmente. Si bien la definición de resiliencia aplicada a los
procesos humanos no es tan mecánica como en la física, podemos decir que sería la
habilidad que cada persona puede desarrollar para influir en su propio destino,
primordialmente mediante el mecanismo de crear nuevos marcos de referencia,
confiando en la capacidad latente de superar situaciones traumatizantes.
Todo niño o niña como seres humanos conllevan la capacidad de ser resilientes, aunque
no todos/as logran desarrollarla por sí mismos/as ya que esto no se da
espontáneamente y también depende de la interacción con el entorno. Podría afirmarse
que ésta sería una explicación posible de que muchas veces observamos grupos de
hermanos/as que reaccionan en forma dispar frente a situaciones de malos tratos
similares. Y es por ello además que si bien el maltrato infantil es un fenómeno social de
gran extensión y de larga data en la historia de nuestra sociedad, muchas veces las
personas logran sobreponerse por sí mismas a estas circunstancias de crianza
desfavorables y construir un proyecto personal de vida con felicidad.
Igualmente a pesar de la capacidad de ser resilientes que a muchos niños y niñas les
permite superar el maltrato, como sociedad tenemos el imperativo moral y jurídico de
brindar asistencia adecuada a aquellas personas que sufren distintas formas de
maltrato y que solas no logran reponerse de este tipo de situaciones. (Arts. 19 y 39 de
la CDN) Para poder efectivizar esto las instituciones de socialización secundaria
vienen a jugar un rol importantísimo, como actores integrados a la red social desde las
cuales se pueden emprender acciones preventivas en diferentes niveles y las cuales
veremos a continuación.
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PREVENCION PRIMARIA:
Los pilares esenciales de la resiliencia y que deben estimularse para potenciarla son:
PREVENCION SECUNDARIA:
Las instituciones y quienes trabajan en ellas son parte importante en la vida cotidiana
de los niños/as constituyéndose en referentes estables para ellos/as y sus familias,
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por lo cual éstos ámbitos se tornan privilegiados para acciones de prevención
secundaria, entendiendo por esta a la detección e intervención en situaciones de
maltrato infantil. Tanto para impedirlo como para disminuir el daño, logrando que los
niños y las niñas afectados/as por este problema reciban la atención adecuada a la que
tienen derecho. Dado los niveles de confianza y atención que se establecen con los/as
niños/as y en menor o mayor medida con los adultos, les permite a las personas que
trabajan en estas instituciones inferir a través de conductas o de relatos, posibles
situaciones de maltrato.
Es frecuente que una madre se acerque a la escuela o el centro infantil para pedir
ayuda y revele una situación de violencia domestica. Lo mismo sucede con muchos/as
niños/as, que en la relación de confianza y afecto que generan con el/la educador/a
trasladan situaciones que están viviendo.
Seguramente muchos indicadores de los que hemos visto estén presentes en varios/as
niños/as con los/as que nos relacionamos diariamente y en sus familias. Frente a una
situación de riesgo, ya sea por sospecha o revelación del maltrato, podemos sentir la
necesidad imperiosa de actuar ya. Obviamente nos motiva el proteger a ese/a niño/a
tan cercano/a. Es frecuente que muchas personas después de actuar sientan
impotencia y dolor frente a una intervención. Muchos trasladan que no sucedió nada,
que todo siguió igual o peor.
Saber que podemos hacer y hasta donde, es necesario reconocer frente a estas
situaciones nuestras propias limitaciones y saber que lo podemos ayudar dentro de
ciertas posibilidades. Esto nos evitará (solo en cierta medida) frustraciones y cargas
emocionales injustas y muy difíciles de sobrellevar.
39
necesariamente llamarlo queja, porque puede que todavía no sienta esta relación como
conflicto explícito.
Cuando estamos escuchando o percibiendo conductas que nos dicen que el abuso
ocurrió, tenemos que recordar que el niño/a todavía está dentro de la relación de
poder o sometimiento y que no tiene todavía la capacidad de separarse de la situación.
Por lo tanto necesita de nuestra apertura sin juicios sobre el agresor, hasta que
ayudemos a que clarifique qué es lo que los hace sentir diferentes, incómodos o
desbordados. Siempre debemos hacerlo/a sentir orgulloso/a y valeroso/a por haberlo
dicho. Enseguida comunicar el abuso a los padres o al menos a algún referente familiar
cercano. Primariamente siempre exceptuando al supuesto abusador, ya que hay veces
que la única alternativa protectora con el/la niño/a, es dejarle claro al abusador que
sabemos o sospechamos lo que esta ocurriendo.
Si un/a niño/a nos habla de una situación de maltrato sea cual sea, debemos
escucharlo/a, creerle y actuar en consecuencia. Si por alguna razón más adelante su
relato no es verdad, podremos trabajar con el/ella la mentira. Pensemos que sucedería
dentro de ese/a niño o niña si no le creemos o desestimamos el riesgo de lo que nos
cuenta y efectivamente el maltrato existe.
Al tener la charla recordemos que para el/la niño/a el que lo escuchemos es muy
importante. No nos olvidemos que somos a quien el o ella a elegido para depositar su
confianza y pedir ayuda. Escucharlo/a calmadamente, sin interrumpirlo/a, atendiendo
que nuestros gestos no develen desagrado o alarma. Los/as niños/as suelen prestar
mucha atención a los gestos y una actitud así podría llevarlo/a a callar.
Al hacer preguntas, estas deben estar dirigidas a como se siente, que piensa que
podemos hacer, que desea y preguntarle si tiene miedo; a que y a quien si responde
afirmativamente.
Debemos permitir que responda libremente, sin pedirle detalles ni hacer comentarios
que lo/a hagan sentirse culpable. En caso de que no comprendamos claramente la
situación, debemos de decírselo con franqueza para que nos explique con más claridad.
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Dejemos que el o ella cuente lo que necesita, no nos apresuremos ni saquemos nuestras
conclusiones; el niño o la niña nos dirá lo que considera importante para que podamos
comprenderlo/a.
Hay que ser respetuosos de la información que nos brinda el/la niño/a, de su
privacidad, de su mundo de emociones y su dolor. Confidencialmente podemos
compartirla con nuestro equipo de trabajo o la dirección del centro y así poder referir
la situación detectada a aquellos servicios que se especializan en el abordaje de la
temática como ámbitos de denuncia o de tratamiento según el caso en cuestión.
En casos de abuso sexual, cuando un niño o una niña necesite hablar, sin dilatarlo en el
tiempo tendremos que crear un clima de intimidad y receptividad. En estos casos la
respuesta rápida y eficaz es fundamental. Puede que este momento no se vuelva a
repetir. Lo más importante es el compromiso real con el o ella y su situación, pues si no
para él/ella seremos un adulto más que lo/la traicione. Enfatizar en que podrá salir
adelante. Demostrarle con hechos que no seremos cómplices del secreto.
41
Denunciar un delito es una responsabilidad ética, moral y jurídica. En los casos de
maltrato debemos ver con el niño o la niña, en caso de que su edad lo permita, su
consentimiento a denunciar penalmente el hecho cuando no hay una respuesta positiva
de los adultos responsables, como también poder valorar esta alternativa con algún
referente familiar adulto que actúe como factor protector. Sí es imprescindible, ante
el conocimiento de una situación de lesiones físicas o de abuso sexual, tomar medidas
de protección para la víctima coordinando con recursos sociales disponibles. En estos
casos la judicialización del hecho a veces no hay forma de evitarla.
El aspecto legal:
El dar ese paso, el paso de la denuncia, implica que la persona tenga bien claro,
explicándole el funcionamiento del sistema, la viabilidad que puede tener después, ósea
que es lo que puede pasar, y estar también para contener después frente a la posible
frustración.
¿Por qué se sugiere siempre denunciar cuando se han agotado los mecanismos de
persuasión? Porque en muchos casos permite al abusador o al maltratador que se
resiste a aceptar lo que ocurre, hacer una transacción con la realidad, al menos en un
primer momento, y es ese primer momento el que hay que aprovechar para lograr el
contexto de protección del niño o la niña.
Las dificultades para probar un maltrato son muchas, nos debemos un proceso de
transformación cultural, de cambio de mentalidad ya que no es solamente un problema
de leyes como ya lo vimos al analizar los macrosistemas.
Volviendo al principio no podemos comprometer el trabajo que se pueda hacer con el/la
niño/a quedándonos embretados en esas dificultades legales. Debemos plantearnos
trabajar con contextos, donde el primer objetivo sea trabajar apuntando a crear un
contexto de seguridad para el/la niño/a. Y posteriormente un contexto que garantice
la rehabilitación del adulto responsable y de la asistencia técnica adecuada a quien
sufre las consecuencias del maltrato.
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¿Qué diferencia hay entre una denuncia escrita y una denuncia oral? Aquí estamos
frente a lo que es el deber ser y lo que es el ser. A la tan mentada denuncia oral, es lo
que se llama la queja, que de hecho como que ya no existe. Si se va a denunciar de
modo verbal la obligación que tiene quien la recibe es transcribirla por escrito y el
denunciante firmarla. Entonces eso constituye una denuncia. En la práctica se toma
como una queja, por eso el consejo es siempre que la denuncia vaya escrita, que la
lleven ya escrita, si se tiene firma letrada mejor, firmada por un abogado. Si se lleva
personalmente para que pase a juez le van a exigir a la persona la firma de un abogado.
En una comisaría cualquiera lo mejor es llevarla escrita y firmada por un abogado, y
sacar una copia la cual se selle, de esa forma se lleva el control del día en que entró, y
pasa de inmediato a juez.
No hay que hacer una panacea de la intervención policial o de una denuncia escrita
judicial, como cese de la situación. Si se está denunciando un abuso sexual al abusador
se lo va a detener, y al estar detenido ya se está obligando a aportar la prueba en 48
horas. Pero se puede hacer cesar la situación de otra manera, se puede apartar al niño
del abusador, crear el contexto que lo sostenga mientras se recaban las pruebas.
Una denuncia de maltrato o abuso provoca la detención y allí hay solamente una tregua
temporal finita, por lo que hay que ser muy cuidadoso al elaborar la denuncia, ésta
tiene que inducir un modo de ver el problema, en el relato lógico de los hechos,
cronológico, ordenado y encadenado, donde se proponga una manera de ver las cosas, y
que facilite la investigación.
En las comisarías tienen la orden de no interrogar a los niños, y esto lo debemos tener
muy presente. No hay un impedimento legal, pero es importante saberlo.
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Debemos recordar que:
◊ Las únicas normas válidas de cuidado y educación son aquellas que consideran el
bienestar de la infancia, de ello depende su adecuado desarrollo.
◊ Los/as niños/as son personas con derechos y que por su grado de vulnerabilidad
debemos cuidar y velar por que éstos sean respetados.
◊ Cuanto más tiempo se prolongue la situación de maltrato o abuso, más graves serán
sus consecuencias.
◊ No estamos solos frente a esta problemática.
◊ Existe una red de instituciones públicas y privadas que cuentan con recursos y
herramientas para abordar estas situaciones.
◊ Nos pueden ayudar frente a la incertidumbre de no saber como actuar y/o a
quedarnos paralizados/as por ello.
◊ La construcción de una red social pertinente que coordine la forma de abordaje
actúa como sostén de quien es víctima de una situación de maltrato y también de
aquellos que lo detectan e intervienen.
◊ El abandono, el castigo físico y el abuso sexual son delitos.
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