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Universidad de Valparaíso

Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas


Administración Pública Diurno

Desinterés de los Jóvenes Chilenos sobre la


Política Nacional
Disminución de la Participación Electoral

Metodología de la Investigación
Profesor Ariel Ramírez Orrego
Ángelo Durán Riveros
29 de noviembre de 2010
Desinterés de los Jóvenes Chilenos sobre la Política Nacional: Disminución de la
Participación Electoral

Es indudable señalar que en el último tiempo, tanto el área política como socioeconómica de
Chile ha pasado por periodos muy complejos. Crisis económicas, inestabilidad política y
desigualdad social, han sido las principales tónicas que han aquejado a nuestra sociedad en
general. Lamentablemente, éstos sucesos son los que mayoritariamente han perdurado en la
memoria colectiva de los chilenos, sobre todo en un grupo que últimamente se ha caracterizado
por estar en desacuerdo con los efectos que ha generado la política nacional: Los Jóvenes.

Hoy en día se relaciona a este grupo con individualismo, apatía, desinterés y desencanto político.
La propia realidad en la cual estamos insertos va dando cuenta de su alejamiento paulatino de la
actividad política nacional. Cuando se aborda el tema de la política nacional en los medios
masivos de comunicación, suele ocurrir que las opiniones vertidas por los adolescentes sean
categóricamente negativas. Un ejemplo de ello puede revelarse cuando se realizan encuestas:
Cuando se les pregunta por ejemplo, que piensan de sus representantes y como es manejado el
sector público, es recurrente escuchar que “los políticos no sirven para nada, mienten” y que “el
sector público no funciona, es de pésima calidad y no sabe distribuir los recursos”.

Es una realidad preocupante, la respuesta es categórica: Los jóvenes han perdido confianza en la
política actual. Aquello ha derivado en descontento general por parte de los adolescentes,
actuando como un grupo de presión importante en la nación, a partir de manifestaciones que se
intensificaron con el retorno de la democracia en Chile. De forma paralela, la participación
electoral de este grupo ha disminuido considerablemente es más, los temas referentes sobre
política les son indiferentes y lejanos de su realidad cotidiana.

Esta investigación intenta entregar información relevante a partir de análisis previos que
determinan el comportamiento que toman los jóvenes respecto a la política, dando énfasis a los
factores que influyen en su desinterés y los métodos que se pueden llevar a cabo para resolver
aquellas problemáticas que se generan ante esta situación, que por cierto no deja de preocupar a
las autoridades de nuestra nación y a toda una sociedad que está pendiente ante la falta de
responsabilidad que tienen sus jóvenes sobre la política.

El distanciamiento de los jóvenes hacia la política se ha visto reflejada con la disminución de la


inscripción de éstos en los Registros Electorales. Pero... ¿porque cuando a los jóvenes se les da la
posibilidad de elegir a sus representantes, renuncian a tal derecho?.

Objetivo General de la Investigación:


Analizar los factores por los cuales, los jóvenes chilenos no se sienten interesados en ejercer
participación política, como la inscripción voluntaria de este grupo en los Registros Electorales.

Objetivos Específicos de la Investigación:


Mencionar antecedentes históricos chilenos referentes a hechos ocurridos en los últimos 40 años.

Describir los factores por los cuales los jóvenes demuestran desinterés y falta de participación en
actividades políticas como la participación electoral.

Plantear soluciones que puedan resolver el problema de la pérdida de credibilidad y lejanía de los
jóvenes respecto a la política en Chile.
Marco Teórico

La comprensión de este tema no puede visto desde una sola perspectiva, pues posee distintos
enfoques disciplinarios, lo que la hace un estudio bastante complejo y profundo. La noción que se
tiene sobre lo “juvenil”, ha presentado diferencias entre el mundo vivido en décadas anteriores y
el actual o sea, uno de los factores influyentes en este caso es la temporalidad.

Por ejemplo en los años 60, la imagen que se tenía de los jóvenes era la de un “revolucionario,
rebelde, estudiante universitario y politizado”. Con ello se estigmatizó al adolescente de la época
con que les interesaba la política, que militaban en partidos políticos y que luchaban por el
cambio social, a pesar de que no todos cumplieran ese perfil (Sandoval 2005, p. 148). Esta noción
de juventud se da fuertemente en los 80. Los jóvenes de la época se organizaron como un grupo
de presión cohesionado, debido a que existían ciertos “elementos comunes que estaban en
juego” como por ejemplo, derrocar el Régimen Militar chileno. El impacto social fue tal, que
nunca se había dado tanta efervescencia y ánimo de votar como en aquellos tiempos.

Sin embargo, la noción actual que se tiene sobre los jóvenes es más bien la de un individuo
“poco crítico, conformista y consumidor”, el cual sus intereses privilegian acciones individuales
por sobre intereses colectivos (Sandoval 2005, p. 148). Este paradigma comienza a surgir en los
90 y se debe principalmente al anquilosamiento del Sistema Económico Neoliberal, heredado del
Régimen Militar, el cual busca que el mercado sea la principal esfera de la vida social, a partir del
consumo de sus ciudadanos (Arrau y Avendaño, 2001 p. 32). Paralelo a ello, las circunstancias
también afectan esta postura: Los jóvenes de ahora “no tienen objetivos claros por el cual
luchar”, carecen de sentido de pertenencia, lo que permite la paulatina división de este grupo.

Debido a este último caso, es que podemos formar otra clasificación que puede darse a partir de
las transformaciones sociales vividas en estos últimos años. La juventud, en este caso puede ser
vista como instrumento de modernización capaz de generar cambios sociales importantes en el
país o como elemento marginal, imposibilitado de poder integrarse a la sociedad. A este último
tipo pertenecen generalmente un sector amplio de la sociedad chilena que se siente directamente
identificado con este concepto. aquellos jóvenes postulan que “no hay cabida para ellos en una
sociedad limitada, llena de exclusiones y desigualdades” (Touraine 1999, p. 73). Para ellos en
general, la política está muy lejana de su realidad social, no se sienten representados, mucho
menos disponen de los medios necesarios para generar cambios, aislándose del resto de la
sociedad. Parte importante del descontento y desazón que existe en la población juvenil, es
expresada a los “partidos políticos” por la poca preocupación y énfasis que que se le da a los
jóvenes y el Estado, en cuanto cumple una función de carácter represor en torno a la sociedad
(Sandoval 2005, p. 149). Existen teorías en que se plantea que mientras más alejado esté alguna
organización política de la realidad juvenil, esta tendrá menor aprobación, no así aquellas que
están más cercanas al contexto en que viven los jóvenes como las juntas vecinales.

La baja participación de los jóvenes ha dado paso a la formación de prejuicios en torno a este
grupo, y que se ha vuelto una costumbre en nuestra sociedad: relacionar a los jóvenes como
“flojos y apáticos” con respecto a la política, junto con ello, aún se juzga y se comprende a la
juventud actual con parámetros regidos desde la década del 60 y 70. Por último, la voluntad de
participación ciudadana en los jóvenes tiene como base la confianza en las instituciones, cuestión
que está lejos de darse, así como la posibilidad de ser escuchados, lo que resulta difícil demandar
a la población la participación necesaria para que vuelvan a ser considerados como el porvenir
del mundo y no como amenaza y población al margen de la sociedad (Sandoval 2005, p. 151).
Antecedentes Históricos Contemporáneos en Chile

El Instituto Nacional de la Juventud (INJUV), señala que el promedio general en Chile para
hablar de jóvenes va de los 15 a 29 años de edad, dividido en tres categorías: Adolescentes,
clasificados como aquellas personas que tienen entre 15 a 19 años de edad, Jóvenes propiamente
tal, que van desde los 20 a 24 años y Adultos Jóvenes, entre 25 y 29 años.

En el Chile de los años 60 y comienzo de los 70, la juventud se asociaba principalmente a los
estudiantes. Estos comienzan a jugar un rol importante en la sociedad como protagonista de
cambios sociales y formador de una nueva sociedad (Garretón 2005, p. 6), manifestando su
interés en partidos políticos y organizaciones sociales como sindicatos o juntas vecinales.

Debido a ello es que en el año 1970, los jóvenes mayores de 18 años tuvieron la posibilidad de
votar por primera vez, pues antes sólo se podía sufragar a la edad de 21 años. Como ha sido
señalado por Concha Cruz (2002, p. 326), aquel hito, tuvo influencia importante en los resultados
que dieron por ganador a Salvador Allende con un 36,2% de los sufragios, contra su más cercano
contendor, Jorge Alessandri, quien obtuvo un 34,9%. Con la llegada del Golpe Militar, liderada
por Augusto Pinochet el 11 de septiembre de 1973, todo habría cambiado: El grupo más golpeado
en este periodo fueron precisamente los jóvenes. El 62% de las víctimas reconocidas oficialmente
entre muertos y desaparecidos, tenían entre 16 y 30 años. En los años ochenta, muchos de ellos
comenzaron a rebelarse ante las diversas circunstancias establecidas en aquel periodo, actuando
como un grupo de presión cohesionado en sus ideales e inquietudes; siendo la fuerza que lideró
las acciones de protesta y subversión contra el Régimen Militar en Chile (Fernández 1999, p. 89).

A partir del Plebiscito efectuado el 5 de octubre de 1988, y desarrollado en un clima de gran


participación con un 93% de la población nacional inscrita, el conglomerado del “No” logra la
victoria al recibir un 57% de los votos sobre la opción del “Si”, hecho que significó la derrota de
Augusto Pinochet en su opción a un nuevo periodo como mandatario de la República de Chile
(Concha 2002, p. 367). El 11 de Marzo de 1990, Pinochet deja el cargo político, el cual le es
otorgado a Patricio Aylwin Azócar. En base a lo anteriormente mencionado, los jóvenes fueron
fundamentales a la hora de lograr el retorno al sistema democrático en el país, que muchos sólo
conocían por opiniones o testimonios, y que ahora, se les anunciaba como el mundo de la
libertad, de la igualdad de oportunidades y de la libre expresión.

Pero los hechos serían muy distintos a los esperados: El comportamiento electoral de los jóvenes
entre 18 y 29 años de edad fue cambiando a tal punto de que éste disminuyó entre 1988 y 2006.
En 1988 estaban inscritos 2.676.878 jóvenes entre 18 y 29 años, representando el 36% del total
electoral y que a su vez correspondía al 91% de la población juvenil de Chile. En el año 2006 en
cambio, estaban inscritos 687.182 jóvenes, representando el 8,5% del total electoral, que
corresponde al 22% de la población nacional.

Según la Quinta Encuesta Nacional de Juventud (2006, p. 11), en relación con la Inscripción
Electoral, se mantiene la tendencia de los jóvenes de no ejercer tal responsabilidad con un amplio
espectro de un 68,1 %, frente a un 30,7% que plantea lo contrario, pero disminuye en
comparación al 2003 de un 72,7% a un 27,3%. A partir de la misma fuente se pudo determinar la
intención que tienen los jóvenes no inscritos o que tienen menores de 18 años de participar en los
registros electorales, solo un 29,9% manifiesta intenciones de participar en ella, frente a un
55,3% que se niega ante tal acción. Esta tendencia es mayor en niveles socioeconómicos altos y
grupos etáreos de mayor edad.
Factores influyentes en el desinterés de los jóvenes chilenos sobre la política y la disminución
de éstos en la participación electoral

¿Qué ha pasado para que un derecho que hace un tiempo atrás era muy buscado por los jóvenes,
haya derivado en un deber indeseado, "una perdida de tiempo" o algo "inútil"?. Sin dudar,
podemos decir que se han gestado cambios importantes en el último tiempo de distintos tipos:

1. A través del contexto Histórico-Social Chileno:


Los tiempos actuales no son los mismos que hace 20, 40 u 80 años atrás. Los jóvenes de antes
tenían tradiciones, distintos intereses y necesidades a los que se desarrollan hoy en día.

Las circunstancias no siempre fueron las óptimas para la participación y reconocimiento de este
grupo. Por ejemplo en el siglo XIX, los jóvenes que podían votar, debían tener 25 años y bienes
en común. Con el tiempo derivó en que no era necesario tener bienes para ejercer este derecho y
que podían votar aquellos que cumplían los 21 años de edad. Actualmente, los que cumplen 18
años tienen la posibilidad de ejercer su derecho. Es más, en Chile ya ni siquiera es una obligación
inscribirse en los registros electorales, ahora la inscripción electoral es de carácter voluntario.

Debido a este último factor y a la apertura de la libertad de expresión y masificación de los


medios de comunicación (elementos manipulados o restringidos en el periodo Militar y que
fueron restablecidos al llegar la Democracia), ha permitido la revelación de diversos temas de
interés, antes desconocidos por los jóvenes. No obstante, aquello también ha permitido la
generación de varias corrientes de pensamiento y diversidad de opiniones, lo que ha generado
desintegración de este grupo a partir de sus propias tendencias e intereses, sobre todo en
temáticas como la Política, junto con la disminución en la participación electoral.

2. A través del paradigma de la juventud:


Ésta definía al joven como figura protagónica de variados cambios sociales, desde un marco
político. La falta de ideas concretas y de objetivos que permitan la cohesión y participación de
este grupo en la política nacional, ha permitido la división y quebrantamiento de este grupo
amplio a través de intereses meramente personales o que favorecen a ciertos sectores de ella.
Ahora no hay más que diversas corrientes de carácter sociocultural, que han generando una
pérdida progresiva en la identidad de los adolescentes. Actualmente la juventud es signo de
diversidad, lo que hace más difícil encontrar explicaciones que valgan para todo el universo de
este grupo (Garretón 2005, p. 7).

3. A través de la política:
Este grupo históricamente, nunca se ha sentido de acuerdo con las bases que organizan nuestra
nación, debido a que la política era aquella que actuaba como actor social, participando e
involucrándose en las decisiones del país, quitando participación e influencia a la población
juvenil a través de la negación de muchas acciones que fueran en contra del Status Quo, e
ignorando muchas veces sus demandas e inquietudes. Actualmente, la política “es más
accesible” en torno a los recursos y entidades destinadas al servicio del Estado, sin embargo,
aquella permanece atrapada en una estricta burocracia e institucionalidad, que no permite llegar a
consensos plenos o acuerdos entre los políticos en Pro de la sociedad, heredado del Régimen
Militar (Garretón 2005, p. 1). Puede plantearse que existe un serio “distanciamiento” de carácter
ético-histórico que los jóvenes realizan hacia la política chilena, que se debe principalmente a
que en esta nueva “etapa democrática” (al igual que en otros periodos) se han entramado malas
acciones por parte de los políticos como la “falsa política de consenso”, donde se polarizan los
partidos políticos y se encubren ciertos acuerdos entre algunos funcionarios participantes,
permitiendo que la política se vea viciada, desmoralizada y que prevalezca una imagen negativa
de los jóvenes respecto a todo lo que esté intrínsecamente relacionado a ello, como lo son las
instituciones públicas y las autoridades políticas competentes que participan directamente en
ellas. Se ha perdido la Ética en la Política, hecho que es muy criticado por la sociedad y sobre
todo, por parte de los jóvenes, que demuestran su abstención tanto en la participación activa
(ejercer responsabilidades políticas y sociales) como pasiva (por ejemplo, inscribirse en los
registros electorales y poder ejercer libre acción popular).

Medidas que podrían resolver el problema

El desinterés de los jóvenes se podría evitar si existiera una regulación de este tema a través de la
inscripción automática en los registros electorales y que el voto ciudadano fuera obligatorio,
introduciendo en ella, la opción de opinión u objeción si no se está de acuerdo, antes de ser
considerado como “nulo o blanco”. Ello significa entender la participación electoral no sólo
como un derecho, sino también como un deber ciudadano.

Es importante que los jóvenes puedan expresar sus opiniones por cierto de forma responsable, no
desmesurada. Sin embargo, no se puede pretender que por el hecho que los jóvenes voten y no
estén obligados a inscribirse previamente, cambie aquella subjetividad respecto al
distanciamiento y a la severidad de las críticas hacia la política Chilena en general. Siempre va a
existir descontento por parte de los jóvenes, ante la búsqueda de intereses y soluciones. No puede
pretenderse que la resolución de aquellos problemas sea mejorar las relaciones entre los jóvenes
con la política, si se sabe que aquello es “irreconciliable”, por no decir “imposible”. Tampoco se
puede solucionar implementando gran cantidad de políticas públicas que intenten resolver
completamente sus problemas (Garretón 2005, p 1).

Lo que se puede hacer en primer lugar, es renovar la “desgastada” clase política con personas
que tengan interés y conocimientos previos sobre aquellos temas. En segundo lugar, se puede
realizar una adecuada política social dirigida a los jóvenes, que resulta mejor sí se hace creando
instancias de participación en la implementación y elaboración de las políticas dirigidas a este
grupo. Sin embargo, sería un error creer que esto va a resolver el problema sobre la importancia y
significación que tiene la política para todos ellos. Existen ciertos ámbitos donde se podría actuar
para producir un cambio en la relación entre jóvenes y política, distinguiendo entre los jóvenes
que están interesados y todos en general. Se puede dar, por ejemplo:

A través de la expansión de los espacios de participación ciudadana y política de los jóvenes.


Esto significa, por ejemplo, el reemplazo del servicio militar obligatorio por un servicio social o
ciudadano, la generación de espacios como los consejos juveniles a nivel local y regional, y la
creación de un parlamento juvenil a nivel nacional (Garretón 2005, p.2).

También pueden generarse espacios de participación organizados y responsables, debido a que


habría una mayor preocupación por parte de las autoridades, buscando la forma de integrar a
este grupo las decisiones políticas de gran relevancia. Además, se debe considerar que se
mejoraría la calidad política de Chile, pues su universo referente a temas de interés serían más
amplios, pudiendo facilitar su resolución.
Una reforma educacional que considere el desarrollo de conocimientos en materia de educación
cívica y política. Esta se aplicaba años anteriores en escuelas y liceos, pero por efecto del
régimen militar fue derogado. Sí bien se reconoce la falta sobre este tema, resulta hasta ahora
insuficiente el poder implantar nuevamente estos programas en colegios de enseñanza básica y
media o universidades (Garretón 2005, p. 2).

Sin embargo, en este punto es clave la participación ciudadana, pues si no se complementa con
las ideas mencionadas anteriormente, aquellas no serán efectivas ni viables, pues al no haber
motivación por parte de los jóvenes, sería más difícil generan nuevas ideas o proyectos que
puedan mejorar y complementar la calidad de nuestra política. Para ello también se necesita un
mayor apoyo de los medios de comunicación, como radio emisoras o canales de televisión, que
puedan influir a los jóvenes en participar en la política, entregando elementos necesarios para su
formación cívica. También se deben valorar sus propios intereses, a partir de espacios de
sociabilidad atractivos que permitan encuentros varios, para así lograr un sentimiento de
pertenencia e identidad en entre los jóvenes chilenos. Finalmente, se espera que ellos integren
espacios políticos y que los partidos estén dispuestos a compartir. Además, que tomen conciencia
del poder que tienen, como para definir el resultado de una elección. Por último, se planea que
ellos posean una amplia formación cívica, sentido de compromiso y responsabilidad social, que
los impulse hacia la transformación del medio que los rodea, con un estilo de vida que incorpore
valores hasta hoy, poco tomados en cuenta.

La relación entre los jóvenes y la política está debilitada por malas prácticas y acciones que se
han llevado a cabo a través de toda su historia entre estos conglomerados. Este tema se ha
vuelto un referente de discusión sin consenso y por ende, ha dividido y quebrantado las
relaciones de nuestra sociedad. Actualmente es muy difícil que se establezcan acuerdos no sólo
entre políticos y quienes participan en ella, sino que también, entre los mismos jóvenes, con el
objeto de lograr diversas temáticas y proyectos que sean en beneficio del desarrollo del país y
para el bien común de la sociedad chilena. Pero aún existen oportunidades que no se deben
reprochar, siempre y cuando, los jóvenes no pierdan la fe en la política, pues ellos serán algún
día, los que manejen la situación de nuestro país.

Ángelo Durán Riveros


Estudiante de Administración Pública
Universidad de Valparaíso, Chile
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