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El Concepto de Suelo y sus Representaciones

La Calidad del Suelo

Ciencia o Teleología. Los Conceptos de Calidad,


Funciones y Salud del suelo.
Enviado el lunes, 13 de marzo de 2006 11:41
La calidad del suelo es un concepto intuitivo que, con distintas denominaciones, ha sido
utilizado desde antiguo para referirse a la percepción de diferentes cualidades en los
suelos de cultivo. En cualquier caso el concepto ha estado ligado tradicionalmente con
aspectos que tienen que ver con el manejo y la productividad de los suelos agrícolas ("suelos
ricos", "suelos ligeros", etc, son acepciones que hacen referencia a cualidades). Pero en los
últimos años el concepto de calidad del suelo se encuentra estrechamente asociado a las
funciones del suelo establecidas por Blum y Aguilar Santelises.
 
Ciencia o Teleología. El concepto de calidad del suelo.
 
Ciencia (D.R.A.E.): Conjunto de conocimientos obtenidos mediante la observación y el
razonamiento, sistemáticamente estructurados y de los que se deducen principios y leyes
generales. (1ª acepción); Cuerpo de doctrina metódicamente formado y ordenado, que
constituye un ramo particular del saber humano (2ª acepción).
Teleología (D.R.A.E.): Doctrina de las causas finales.
Calidad (D.R.A.E.): Propiedad o conjunto de propiedades inherentes a algo, que permiten
juzgar su valor. (1ª acepción).
 
Las definiciones anteriores, recogidas en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua
Española en su 22ª edición (2001), ponen de manifiesto que existe una gran diferencia
entre el conocimiento, sistemáticamente estructurado, que permite el establecimiento de
principios y leyes generales, y aquel que proporciona criterios utilitarios vigentes en un
determinado contexto cultural y que varían con el transcurso del tiempo. Tampoco el
conocimiento científico es inmutable y todos los días se "queman" hipótesis y teorías para,
sobre sus cenizas, construir nuevas hipótesis y teorías. Pero eso forma parte del método
científico y es asumido plenamente como uno de sus primeros fundamentos.
 
Sirva el preámbulo anterior para situar el debate que ha originado la aparición en los
últimos años de nuevos conceptos que tratan de abordar el estudio del suelo, especialmente
cuando se encuadra en el ámbito de la agricultura o el medio ambiente. Muchos de esos
conceptos tienen el propósito de aportar nuevas bases teóricas con las que hacer frente a
la evidencia, cada vez más aceptada, de la complejidad que tiene el suelo como sistema. Sin
embargo, muchos de los neologismos acuñados sólo suponen una nueva imagen de viejos
conocimientos, mientras que otros se proponen con vocación de sustituir antiguos
postulados, como es el caso del paradigma de la calidad del suelo
 
La calidad del suelo es un concepto intuitivo que, con distintas denominaciones, ha sido
utilizado desde antiguo para referirse a la percepción de diferentes cualidades en los
suelos de cultivo. En cualquier caso el concepto ha estado ligado tradicionalmente con
aspectos que tienen que ver con el manejo y la productividad de los suelos agrícolas ("suelos
ricos", "suelos ligeros", etc, son acepciones que hacen referencia a cualidades). Pero en los
últimos años el concepto de calidad del suelo se encuentra estrechamente asociado a las
funciones del suelo establecidas por Blum y Aguilar Santelises.
 
El concepto de calidad del suelo carece de una definición precisa, que ha sido modificada en
el transcurso del tiempo. Entre las más citadas en la bibliografía cabe mencionar la de
Doran y Parkin (1994), que definen la calidad del suelo como:
 
"La capacidad del suelo de funcionar, dentro de las fronteras del ecosistema y el uso de
la tierra, manteniendo la calidad ambiental y fomentando la salud de plantas, de los
animales y del hombre"
 
La definición anterior matiza algo más a la que aparece en la edición de Junio de 1995 de
Agronomy News, afirmando que la calidad del suelo es "su capacidad de funcionar". Tal
simplificación puede resultar una obviedad y equivale a decir que la calidad de ser bacteria,
hongo, nematodo o colémbolo, es su "capacidad de vivir", sin olvidar que los biólogos tienen
también grandes dificultades para definir que es la vida.
 
Ligada estrechamente a la definición de calidad del suelo aparece la necesidad de su
evaluación cuantitativa. Algunos autores proponen la medida actual de un indicador y
compararla con valores conocidos o deseados. Con ello se pretende responder a dos
preguntas: (i) ¿como funciona el suelo? y (ii) ¿que indicadores son apropiados para hacer la
evaluación?. Pero probablemente quedan muchas más preguntas por responder, como: ¿Un
indicador o un conjunto restringido de indicadores puede explicar el funcionamiento global
del suelo?, ¿tiene siempre la misma interpretación el estado de un indicador?, ¿cuál es y
qué significación tienen las condiciones de referencia con las que se pretende comparar un
indicador?. Éstas son algunas de las preguntas que pueden hacerse.
 
Se acepta mayoritariamente que la medida de la calidad del suelo puede establecerse a
partir de indicadores apropiados, que sean reflejo de procesos esenciales (físicos, químicos
y biológicos) que transcurren en el suelo, a la vez que sean sensibles para detectar
diferencias en el espacio y el tiempo, estableciendo con claridad una relación causa-efecto.
A partir de tales indicadores se puede obtener un índice de calidad del suelo (ICS o SQI
en su terminología inglesa) para conocer el estado del suelo. La propuesta de índices
aparece con bastante frecuencia en la literatura científica y varía según la percepción que
tienen los diferentes autores en la identificación de índices relevantes. En la medida que
aumenta el conocimiento sobre los procesos biológicos que tienen lugar en el suelo, son más
las propuestas de índices que incluyen la actividad microbiológica o enzimática, a partir de
parámetros como la respiración basal, la biomasa microbiana, el contenido de ATP o la
actividad de enzimas como las fosfomonoesterasas, ß-glucosidasa o arisulfatasa. Otros
autores han propuesto índices más generalistas, como Doran y Parkin (1994) que incluyen
seis elementos:
 
SQ = f (SQE1, SQE2, SQE3, SQE4, SQE5, SQE6)
 
donde cada elemento corresponde a:
 
SQE1 = Producción de fibra y alimento
SQE2 = Erosividad
SQE3 = Calidad del agua subterránea
SQE4 = Calidad del agua superficial
SQE5 = Calidad del aire
SQE6 = Calidad del alimento
 
Si recordamos la ecuación de los factores de estado propuesta por Jenny (1949) para
establecer los factores de formación del suelo:
 
S = f (cl, o, r, p, t.)
 
podemos comprobar la estrecha analogía que existe entre ambas expresiones que, aunque
no constituyen un algoritmo matemático, tratan de formalizar desde el aparente rigor de
una función matemática, la intervención de elementos entre los que resulta muy difícil
establecer conexiones horizontales (en el mismo nivel de la jerarquía), ya que se
manifiestan en diferentes escalas espacio-temporales.
 
Algunos autores reconocen la complicación de una medida directa de la calidad del suelo y
consideran que el concepto debe contemplarse como un paraguas bajo el cual pueden
examinarse e integrarse las conexiones entre distintos parámetros físicos, químicos y
biológicos. Otros indican la gran dificultad que existe para obtener conclusiones a partir de
un determinado índice, cuando se comparan diferentes regiones. A lo anterior debe
añadirse la heterogeneidad metodológica utilizada en la determinación de una misma
variable o factor, que es diferente según la escala de observación adoptada. Como
consecuencia, evaluar la calidad del suelo ha sido objeto de diferentes propuestas, que
incluyen distintos indicadores y parámetros edáficos. No obstante, parece que existe un
consenso en la necesidad de disponer de un conjunto mínimo de datos ( minimum data set o
MDS en terminología inglesa) que permita cuantificar la calidad de un suelo.
 
Recientemente algunos autores han considerado que indicadores e índices de calidad del
suelo deberían seleccionarse de acuerdo con las funciones del suelo que se quieren estudiar
y los objetivos de manejo definidos para el sistema, aunque esta vía puede propiciar la
proliferación de índices e indicadores y saturar la literatura científica, convirtiéndola en
desinformación. Una circunstancia parecida sucedió en la década de los setenta del siglo
pasado en el ámbito de la ecología, en la que se multiplicaron los índices para la medida de la
diversidad, hasta el extremo de que cada autor proponía su propio índice. Transcurrido el
tiempo sólo cuatro o cinco han perdurado. En este sentido hay que mencionar que los
trabajos sobre calidad del suelo apenas tienen en cuenta la biodiversidad edáfica, a pesar
de que ésta sea en ocasiones mucho mayor que la que puede encontrarse en la parte aérea.
 
El concepto de calidad del suelo ha sido fuertemente criticado desde diferentes ámbitos
de las ciencias del suelo. Algunos de los argumentos en contra destacan entre otros
aspectos que:
 
(i) Está basado en el análisis de una agricultura regional y asociado mayoritariamente a un
tipo de suelo (Mollisoles); (ii) La evaluación de la calidad del suelo emplea una gran variedad
de medidas y percepciones empíricas y subjetivas; (iii) Incluye juicios de valores sociales,
económicos, etc., de dudosa validez científica; (iv) Es un término ambiguo y no un atributo
científico objetivo; (v) Está concebido en función del uso final, ya que generalmente se
aplica a suelos agrícolas en el contexto de una agricultura sostenible y (vi) Confunde
propiedades y servicios que presta el suelo, con las denominadas "funciones".
 
Algunos autores reconocen la subjetividad del término y la complicación que tiene su
definición y valoración. Sin embargo se utiliza cada vez con más frecuencia y, en ocasiones,
con un efecto contrario al que se persigue, de incrementar la colaboración entre las
diferentes disciplinas que integran las ciencias del suelo.
La salud del suelo es un término recurrente que se utiliza en muchas ocasiones como
sinónimo de calidad del suelo, aunque hace referencia a propiedades descriptivas y
cualitativas. Por ello su uso esta más extendido entre los agricultores, que utilizan juicios
de valor para distinguir entre suelos "sanos" e "insanos", frente a la utilización del término
calidad del suelo, mucho más utilizada por los científicos.
 
La salud del suelo refleja la idea de un organismo vivo y dinámico que funciona
holísticamente, aunque no hay una definición precisa del término y existen fuertes
controversias en la literatura, quizás como consecuencia de la subjetividad con la que se
utilizan los juicios de valor que, inevitablemente, están asociados al concepto. Un suelo sano
sería aquel que carece de limitaciones físicas, químicas o biológicas para el desarrollo
vegetal y es por tanto un suelo productivo, desde el punto de vista agronómico. Por ello los
suelos ácidos, salinos y sódicos o los que tienen episodios de encharcamiento (pseudogley),
deben ser considerados "insanos" a pesar de que son muy frecuentes en la naturaleza y
"funcionan" dentro de los límites que imponen los factores ambientales que les afectan. Del
mismo modo, un manejo inadecuado puede facilitar la aparición de plagas y enfermedades
que eventualmente pueden desaparecer en el momento que se restituya un manejo
adecuado (rotaciones, barbechos, etc.). Así, sería el manejo el que delimitaría la frontera
entre un suelo sano o insano.
 
Se admite en general la imposibilidad de una medida directa de la salud del suelo por lo que
se deben valorar componentes o procesos del sistema, aunque hay autores que proponen la
necesidad de buscar un grupo de síndromes-indicadores cuya presencia ponga en evidencia
la falta de salud de un suelo. No obstante, el Agricultural Research Service del USDA ha
desarrollado el Soil Health Kit y lo propone como herramienta para valorar la calidad y
salud del suelo (USDA-ARS 1999). En el paroxismo de la aproximación teleológica yo
pensaba que no se podía llegar mucho más lejos. Me equivocaba, en realidad el secreto está
en desvelar el alma del suelo (Fig. 1, ver fotografía en galerías \ artículos y material
adicional sobre edafología).

 
Perspectivas actuales en el estudio del suelo
 
La proliferación de neologismos en el ámbito de las ciencias del suelo está motivada
probablemente por dos circunstancias que tienen una casuística diferente, pero que han
actuado de forma sinérgica en el desarrollo actual de éstas disciplinas. Por un lado, se debe
hacer frente al fenómeno cada vez más preocupante de degradación y pérdida de suelo,
mientras que por otro existe una conciencia, cada vez más extendida, de la complejidad que
ofrece el suelo como objeto de estudio. En ese contexto, el escenario actual en el que
transcurre la actividad de los científicos parece corresponder a la búsqueda de nuevas
teorías, olvidando frecuentemente toda la observación y experimentación que se ha
realizado hasta el momento. Desde el conocimiento científico, se intenta dar respuesta a
una situación social y económica muy preocupante, que debe hacer frente a la pérdida
progresiva de un recurso esencial como es el suelo. Pero la solución parece buscarse en la
reducción a un algoritmo, de la complejidad estructural y funcional del medio edáfico, en el
que los modelos reduccionistas fracasan ante pequeñas variaciones de las condiciones
fijadas para el escenario en el que han sido descritos. Las perturbaciones a las que está
sometido el suelo originan respuestas diferentes si tenemos en cuenta la dimensión
espacial, pero para un mismo suelo también se observan efectos distintos según el momento
en el que tenga lugar la perturbación. Un episodio de precipitación intensa tiene
consecuencias totalmente distintas en un suelo seco, cerca del punto de marchitamiento y
con una hidrofobicidad elevada, que si el suelo se encuentra a capacidad de campo.
 
Se considera que las variables biológicas del suelo manifiestan una respuesta rápida frente
a las perturbaciones a las que pueda estar sometido, produciéndose generalmente un
descenso de los valores finales, ya sean poblaciones, actividades o concentraciones,
respecto a los valores iniciales. Sin embargo también pueden producirse incrementos
significativos, como ocurre con el aumento de las poblaciones de patógenos en los
agrosistemas, ya sea por manejo inadecuado o por la eliminación de elementos clave para el
funcionamiento del suelo.
 
Volviendo a considerar la complejidad del suelo y la jerarquización de sus componentes
estructurales y funcionales (que varía según el escenario considerado), y frente a la
demanda de soluciones para abordar el problema de la degradación, la proliferación de
neologismos parece ir encaminada a la búsqueda de una "teoría del todo" que permita
explicar todos los fenómenos que tienen lugar en el medio edáfico. Algunos de esos
neologismos están basados en percepciones que tienen una proyección claramente finalista
(aumentar o mantener la producción), otros se subordinan al ámbito metafórico o rescatan
conceptos ambiguos de otras disciplinas.
 
Pero para profundizar en el conocimiento del suelo es necesario conciliar la observación con
la teoría y fijar los límites de ésta ultima en su dimensión actual. Se estima que conocemos
menos de un diez por ciento de la biodiversidad edáfica y muchos aspectos de sus
mecanismos funcionales son todavía desconocidos. Por otro lado, muchas de las
determinaciones de variables edáficas analizan la capa más superficial y suelen ignorar lo
que sucede a una profundidad mayor de veinte o treinta centímetros.
 
En las circunstancias anteriores, la búsqueda de algoritmos, ecuaciones o sistemas de
ecuaciones que tengan una proyección universal y puedan describir el sistema suelo en su
conjunto, está sujeta a numerosas restricciones. Es bastante probable que el proceso de
autoorganización en el medio edáfico se encuentre condicionado por grupos de variables,
que son diferentes según la situación, espacial y temporal, considerada. Por ello es
fundamental conservar los atributos de referencia en los diferentes tipos de suelo, que
permitan la comparación con situaciones en las que la intervención humana ha modificado las
condiciones iniciales. La constitución de "reservas de suelo" sería equivalente a la
conservación del registro fósil, que permite a los paleontólogos reconocer los elementos de
partida en los diferentes caminos evolutivos que han seguido los seres vivos. En el futuro
más próximo las ciencias del suelo deben seguir profundizando en la observación y el
análisis que permita construir una teoría más acorde con la complejidad del escenario y el
anidamiento de jerarquías que admita la generalización y la construcción de un modelo
holístico consistente.
 
Como corolario valga la siguiente reflexión. Si aplicamos el concepto de calidad a los
ecosistemas terrestres, en los que no hay que olvidar que el suelo regula el ciclo de
materiales, ¿cuáles serían los de mayor calidad?¿los ecosistemas boscosos frente a los no
boscosos? ¿la selva frente a los desiertos? ¿los ecosistemas con escasa intervención
antrópica o los agrosistemas?. Podía continuar ad libitum y, sin embargo, estaría dando
vueltas sobre el mismo marmolillo. Esos ecosistemas son construcciones de nuestro
intelecto, que forman parte de un sistema mucho más complejo y jerárquicamente superior
en cuanto a nivel de organización, para cuyo conocimiento todavía existen grandes lagunas
desde el punto de vista teórico y conceptual. Pero las aproximaciones desde ámbitos
diferentes a la consistencia del método científico pueden proporcionar más ruido que
claridad. O, ¿hay alguien por ahí que este en condiciones de explicarlo?.
 
Avelino García Álvarez

Comentarios

# re: Ciencia o Teleología. Los Conceptos de Calidad,


Funciones y Salud del suelo.
27/03/2006 4:59 por amalio
deberian definir todo tipo de suelos como suelos agricolas etc

# re: Ciencia o Teleología. Los Conceptos de Calidad,


Funciones y Salud del suelo.
27/03/2006 14:31 por Juanjo Ibáñez
Amalio,

No se entiende la pregunta. En todo caso, lo que se defiende en esta weblog es


justamente lo contrario. Hay que relegar a un segundo lano el utilitarismo. Los suelos
son lo que son y no pueden analizarse desde un único punto de vista. Con el utilitarismo
en la mente no se puede construir el edificio científico de una disciplina

En cualquier caso gracias por tu comentario.

Juanjo Ibáñez
# re: Ciencia o Teleología. Los Conceptos de Calidad,
Funciones y Salud del suelo.
28/03/2006 0:27 por dayana diaz toscano
necesito que por favor me den significado avanzado sobre las funciones del suelo como
deposito de sus nutrientes para asi poder relacionarme con el medio ambiente
y darme a conocer mas del suelo

# re: Ciencia o Teleología. Los Conceptos de Calidad,


Funciones y Salud del suelo.
30/03/2006 17:53 por Juanjo Ibáñez
En las weblogs no se contesta (por término general).
Hola amigo,

Vuelvo a reiterar que una bitácora no es un foro de discusión. Entiendo que algunos no
lo comprendáis. Insisto, no es una actividad retribuida y lleva mucho tiempo. Si
tuviéramos que contestar todas las preguntas que nos hacen no avanzaríamos en los
contenidos. No os enfadéis si no contestamos. Espero que lo entendáis. Si no veis más
notas es porque las borramos. Eso no significa que no tomemos nota para en su
momento sacar temas que estáis planteando.

Un abrazo

El Administrador Principal

PD. Son los coloides del suelo: sustancias húmicas unidas a arcillas las que retienen los
nutrientes y los liberan a las soluciones del suelo

# re: Ciencia o Teleología. Los Conceptos de Calidad,


Funciones y Salud del suelo.
17/04/2006 23:01 por renan arturo rivera
la salud es una ciencia muy inportante para la humanidad por la propiedad de salvar
vidas , ayudar a quienes lo nesecitan y muy esencial en los lugares llenos de pobresa ,
mal igiene del agua alimentos lo cual produce desnutricion y diversas enfermadades y
que gracias a la medicina se pueden solventar

# re: Ciencia o Teleología. Los Conceptos de Calidad,


Funciones y Salud del suelo.
17/04/2006 23:03 por renan arturo rivera
saludes a todos de parte de renan desde olanchito , yoro , honduras mi correo es
renan_arthur@latinmail.com
# re: Ciencia o Teleología. Los Conceptos de Calidad,
Funciones y Salud del suelo.
18/04/2006 13:14 por Juanjo Ibáñez
Renan, hablábamos de la salud del suelo, que no nos parace un vocablo afortunado para
un recurso "no" biológico.

Otra cosa es, por supuesto, la salud humana y como el suelo (por ejemplo su
contaminación) puede afectarla via la cadena trófica.

Gracias por tu comentario

Juanjo Ibáñez

# Funciones del Suelo, Calidad del Suelo y


Representaciones del Sistema Ed
04/05/2006 16:48 por Un Universo invisible bajo nuestros pies

# Funciones del Suelo, Calidad del Suelo y


Representaciones del Sistema Ed
04/05/2006 16:51 por Un Universo invisible bajo nuestros pies

# re: Ciencia o Teleología. Los Conceptos de Calidad,


Funciones y Salud del suelo.
09/05/2006 17:19 por jon
hola mellamo jon y quiero saber sobre la definicion tierra y agua responda gracias

# re: Ciencia o Teleología. Los Conceptos de Calidad,


Funciones y Salud del suelo.
01/06/2006 16:25 por Wagner Peña Cordero
La calidad del suelo tiene su impacto en la capacidad de la poblacion de organismos en
degradar el sustrato organico eficientemente, es la funcion degradativa del suelo según
Odum (1984).
No cualquier materia organica se degrada de igual forma, hay muchos factores externos
que influyen en la cinetica de mineralizacion por lo que la calidad del medio edafico se
ve influenciada.

# re: Ciencia o Teleología. Los Conceptos de Calidad,


Funciones y Salud del suelo.
01/06/2006 16:39 por Juanjo Ibáñez
Perdona Wagner pero no estoy de acuerdo.

"Calidad" y "Función" son vocablos y como palabras no tienen impacto sobre nada,
excepto sobre nuestras mentes. Y que decir que la "calidad tiene función". Odum no fijo
eso. En cualquier caso la palabra función de los ecosistemas ha sido reemplazada por
"Servicios Ecosistémicos". Los Suelos no tienen cualidades ni funciones, por mucho
que moleste a algunos. Confundir lenguaje con naturaleza es muy serio.

Otra cosabien distinta es lo que dices sobre la materia orgánica, funciones degradativas,
etc. Estamos de acuerdo. Pero los vocablos calidad y función son abusos del lenguaje y
pura teleología, es decir fuera de los cánones de la ciencia. No atacamos los estudios
que pretenden investigar la biología y la ecología del suelo. Lo que sí atacamos es lo
desafortunado y a científico del lenguage utilizado y que todo esto sea nuevo. Mentira
donde las haya.

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