En el año de 1953 las mujeres mexicanas ejercieron por primera vez su
derecho al voto. El próximo mes de octubre se cumplirán 50 años de que los
legisladores reformaron la constitución en este sentido. La exigencia del voto de las mujeres la encontramos desde los mismos años de los inicios de la revolución francesa; y en México, desde la década de 1880, cuando varias mujeres se agrupaban en torno de revistas y periódicos como Siempre Viva, Violetas del Anáhuac y Álbum de la Mujer. Para 1935, sectores significativos de mujeres organizadas se habían coordinado en el Frente Único Pro Derechos de la mujer, FUPDM, para exigir el sufragio.
En México, aun en el constituyente de 1917 —con el fragor de la lucha
revolucionaria— se discutió el derecho al voto de la mujer: él artículo que hacía referencia a la ciudadanía permaneció igual al existente en la Constitución de 1857. Éste señalaba que son “ciudadanos de la República todos los que teniendo de la calidad de mexicanos reúnan además los siguientes requisitos: I. Haber cumplido 18 años siendo casados y 21 si no lo son, y II. Tener un modo honesto de vivir”. En el artículo siguiente se estipulaba que una de las prerrogativas del ciudadano era “votar en las elecciones populares”.
La Carta Magna de 1917 no negaba específicamente el derecho a voto a las
mujeres o lo volvía exclusivo de los hombres. Pero como durante todo el siglo XIX se identificó el “sufragio universal” con el sufragio masculino, los constituyentes del 17 no creyeron necesario especificar quién debería arrogarse el título de ciudadano al cumplir determinada edad.