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V PARCIAL Dr.

Cutz
DOLOR RENAL (PAG 537 a 544)
DOLOR RENAL

Se experimenta en el flanco, hipocondrio y, sobre todo, en la región lumbar


correspondiente, debajo del reborde costal. El pte lo señala con el pulgar hacia atrás y los demás
dedos apoyados en el abdomen.

El dolor suele ser sordo y tenaz, aumenta con la marcha, los movimientos y disminuye en
el reposo (eso si se trata de un cálculo alojado en la pelvis), pero si en el momento de la micción
aparece el dolor se debe casi siempre a una dilatación ureteral consecutiva a obstáculos en las vías
urinarias bajas (hipertrofia prostática o estenosis uretrales), permitiendo el reflujo ascendente de
orina hasta el riñón.

La clínica del infarto arterial renal viene denominada por:


 dolor lumbar,
 la hipertensión y
 la hematuria.

El dolor suele ser tan intenso que tiene repercusión vegetativa con:
 palidez
 sudación
 taquicardia

hay gran hemiparestesia lumbar y obedece a una trombosis intraarterial o a embolia, siendo la
endocarditis aguda las más embolígenas.

DOLOR PIELOURETERAL

Suele manifestarse en forma del llamado cólico nefrítico, este tipo de dolor se observa
cuando se presenta un obstáculo, tanto en la desembocadura pieloureteral como a cualquier nivel
del úreter. Suele aparecer de manera brusca, sin horario fijo, incluso en pleno sueño.

El dolor, se inicia y experimenta al máximo de agudeza en la región lumbar, y de aquí se


irradia, por el flanco el abdomen, hasta el ombligo, región inguinal, testículo, labio mayor, meato
uretral y cara interna del muslo.

Su intensidad es variable, aunque puede ser tan fuerte que puede provocar un colapso. Es
de tipo cólico y su intensidad aumenta y disminuye.

El punto de máximo dolor no siempre corresponde al nivel del obstáculo. El cálculo en el


uréter pelviano puede dar dolor exclusivo lumbar por distensión de la pelvis renal. Su duración es
variable, entre 2-3 hrs a varios días.

Las crisis intensas se acompañan de:

1. Trastornos de la micción: como son la polaquiuria con disuria y una necesidad imperiosa e
infructuosa de orinar (estranguria).
2. Signos digestivos: náuseas, vómitos, cierto grado de íleo paralítico con abdomen
distendido y meteorizado, estreñimiento con supresión de la emisión de gases, pero sin
contractura ni hiperestesia cutánea. La puñopercusión de la región renal y palpación de
los riñones suele ser dolorosa, así como la presión de los puntos pieloureterales superior,
medio e inferior.

3. Signos generales: sudor frío, palidez y sensación de angustia con bradicardia.

4. Orina: turbia, hematúrica o clara y transparente, con discreta albuminuria, abundantes


hematíes y elementos inorgánicos cristalizados.

Las diarreas de tipo colítico y molestias rectales son frecuentes en la litiasis ureteral
izquierda, y un cólico nefrítico derecho puede plantear una confusión con una apendicitis aguda
(apendicitis hematúrica).

Una forma llamativa es aquella en que priva un cuadro obstructivo intestinal con
meteorismo, vómitos, paro de materias y gases con dolor mínimo y difuso, y manifestaciones
urinarias (polaquiuria; disuria) discretas, pero orientadoras. En este cólico nefrítico con síndrome
de abdomen agudo, llama la atención un íleo paralítico que en el transcurso de varios días
mantiene un estado de gravedad estacionario.

las enfermedades del riñón y del uréter, análogamente a los procesos hepatovesicales,
dan lugar con cierta frecuencia a cuadros clínicos anormales, lo cual nada inclina al médico a
pensar más en el riñón o uréter. Ello sucede:

1. Cuando la localización de las sensaciones dolorosas es paradójica y de tipo tan anómalo


que ni remotamente se sospecha del riñón.

2. Cuando la presencia del cálculo es completamente indolora y sólo se manifiesta por signos
generales inespecíficos (febrícula o fiebre, emaciación, etc.) o por reflejos a distancia. Los
mas importantes son los reflejos digestivos, que pueden manifestarse:

a. Por dolores cólicos intestinales más o menos intensos que cesan tras la expulsión
de gases o de la emisión de unas deposiciones pastosas.
b. Por un meteorismo persistente y difícil de tratar, al ignorarse su causa.
c. Por diarreas tenaces con dolores cólicos o sin ellos.
d. Por un síndrome rectal, sí el cálculo se encuentra en el tercio distal del uréter.

Todos estos reflejos son más frecuentes, si no exclusivos, de la litiasis del riñón o uréter
izquierdos.

DOLOR VESICAL

Suele localizarse sobre el área de la vejiga urinaria, en la región hipogástrica o en la


profundidad de la pelvis, pero puede reflejarse a distancia, con mucha frecuencia en el glande, en
el hombre, y en el meato uretral, en la mujer. Sufre variaciones en relación con la micción y los
movimientos. El dolor que se produce antes de la evacuación vesical se debe a distensión de la
vejiga urinaria inflamada (cistitis), y el experimentado al comienzo de aquélla, a alguna dificultad
en el cuello vesical (hipertrofia prostática).

La evacuación vesical difícil o dolorosa (disuria), junto con la micción frecuente


(polaquiuria) y alteraciones objetivas de la orina por la presencia de pus (piuria) o de éste y sangre
(hematopiuria), integran el Síndrome clínico de la CISTITIS.

En la cistitis calculosa, el dolor experimenta grandes variaciones, en la posición erguida, los


cálculos se colocan sobre el trígono, cerca de la embocadura uretral, y producen notable irritación,
y sobre todo un agudísimo tenesmo al paso de las últimas gotas de orina.

Los niños buscan su alivio estrujando el pene, particularmente el glande, o tiran del
prepucio, mientras que las niñas se restregan el meato uretral externo, constituyendo el llamado
signo de la mano (Brun) de los cálculos vesicales en los niños.

El dolor al terminar la micción, no acompañado de polaquiuria, que persiste bastante


tiempo, corresponde a una pericistitis.

DOLOR PROSTATOVESICAL

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