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Biografía literaria

Alfonso X (1221-1284) heredó unidos los reinos de León y Castilla a la muerte de su padre, Fernando III,
en 1252. A tal unión, que ya no se disolvería, Fernando III había agregado nuevos territorios en el sur de
la Península Ibérica, conquistados a los musulmanes, que incluían Córdoba, Murcia y Sevilla, y el propio
Alfonso había participado, junto a su padre, en la toma de estas dos últimas ciudades. Poco se sabe acerca
de su formación, pero puede al menos detallarse el nombre de algunos intelectuales ligados a él desde su
juventud. Jacobo de Junta, un importante hombre de leyes, le dedicó siendo infante las Flores de derecho,
según afirma un prólogo a esta obra. Pedro Gallego, autor de algunos textos científicos, fue su confesor, y
recibió el obispado de Murcia a la conquista de esta ciudad. Parece haber sido el destinatario de un ars
dictaminis a cargo de Pedro de Provenza en 1252, lo que podría indicar que este importante personaje
tuvo parte en su educación. Por fin, uno de los colaboradores más activos y relevantes de Alfonso, Judá
ben Moisés ha-Cohen, figura ligado a él al menos desde 1243, como informa el prólogo al Lapidario. Por
lo demás, Fernando III parece haber cuidado en detalle la educación de sus hijos y, uno de ellos, el infante
Felipe, estudió en París con San Alberto Magno. Cabe así la posibilidad también de que Rodrigo Jiménez
de Rada participara en la formación de Alfonso, aunque ello no pasa de ser, a falta de datos al respecto,
una mera conjetura.

A su subida al trono, Alfonso X heredaba el reino más importante de la Península Ibérica, y lo hacía en
unas circunstancias de indudable optimismo, por las cuales parecía que se estaba llegando al
cumplimiento de un destino histórico, sin duda relacionado con una ideología que pretendía recobrar la
forma y el esplendor del poder visigodo desaparecido a comienzos del siglo VIII con la invasión
musulmana. Se trata de una percepción que sin duda debió de favorecer el amplio programa cultural
puesto en marcha por el rey ya desde los inicios de su reinado, cuyos pilares fueron, en principio, la
ciencia (incluyendo astronomía, astrología y magia) y el derecho, incorporándose después la historia y la
poesía. Este proyecto está gobernado por la idea de la difusión de los textos y su aprovechamiento por
parte de los súbditos, algo que trataba de propiciar una visión favorable de tal programa en base a su
implícito carácter benéfico. Es por ello que la lengua fundamental en dicho programa fue el romance
castellano, algo encaminado también a dotar de una identidad textual, por decirlo así, a sus destinatarios.
Sin embargo, no es fácil determinar con exactitud cuál fuera la audiencia real de los textos y tampoco
cuáles hayan sido las condiciones concretas de la recepción de la obra alfonsí. En todo caso, debe tenerse
en cuenta que el rey aspiró no sólo a lograr una recepción inmediata, sino también a proporcionar un
legado cultural para su propio reino, como muestra su cuidado en encargar ejemplares de sus obras, y en
este sentido no cabe duda de que logró su objetivo, pues su obra constituye la base lingüística e
intelectual de la cultura en castellano.

En lo político, el optimismo con el que Alfonso X accedió al trono de León y Castilla no se vio
refrendado por el curso de los hechos. La enorme expansión territorial y los problemas estructurales y
sociales que acarreaba precisarían de mucho tiempo antes de que pudiera alcanzarse ese destino histórico
soñado por el rey, y que sólo se lograría, bajo premisas muy distintas ciertamente, con los Reyes
Católicos. Varias revueltas nobiliarias, crisis económicas endémicas, paralización de las conquistas
territoriales y un azar no siempre favorable dan una imagen de su reinado un tanto sombría, aunque la
valoración histórica de Alfonso X debe permanecer sin duda abierta al debate. Por otro lado, Alfonso fue
elegido Rey de Romanos en 1256 y propuesto como candidato al Imperio, aunque no llegó a obtener esta
dignidad. En el momento más propicio, el de su elección por las ciudades italianas, el rey no pareció dar
demasiada importancia a estos hechos, y cuando lo hizo, diez o quince años después, fue demasiado tarde,
obligado a renunciar a sus aspiraciones por el papa Gregorio IX en 1275. Ello supuso una indudable
decepción para el rey, aunque el revés más doloroso y significativo en sus planes fue la muerte, en ese
mismo año, de su heredero, Fernando de la Cerda, con quien estaba estrechamente unido. Este imprevisto
dio lugar a un complejo y conflictivo proceso de sucesión, en el que acabó triunfando el partido que
apoyaba al infante Sancho, el segundo hijo del rey, en torno a quien se agruparon los sectores más
descontentos con Alfonso. En 1282 se inició una guerra civil que confinó al rey en Sevilla, donde moriría
en 1284.

Como observó Antonio G. Solalinde, uno de los mayores especialistas en la obra alfonsí, la biografía del
rey, al menos con los datos de que disponemos, no permite intuir ni presuponer el extraordinario impulso
que dio a la cultura. Esta consideración, por sencilla que sea, apunta a una cierta distancia entre los
hechos y los textos, e invita también a entender la obra de Alfonso X como un proyecto con una
ineludible raigambre histórica pero sin circunscribirlo estrechamente a los vaivenes o conflictos
inmediatos de su reinado. En otras palabras, parece que el proyecto alfonsí se gestó con una mirada a
largo plazo, por lo que no es susceptible de una contextualización puntual o unidireccional. Y quizá valga
la pena no perder de vista este aspecto a la hora de interpretar los textos y sus variaciones. Por ejemplo,
uno de los rasgos más característicos de la producción alfonsí estriba en que nos ha legado, en varias
ocasiones, diversas redacciones de una obra. En este sentido, y aunque las revisiones tengan que ver en
algunos casos con los problemas políticos enfrentados por el rey, tampoco debe olvidarse que la mejora
de los textos fue una exigencia constante para éste. De esa forma, es posible que la revisión de las obras
tenga que ver también en otras ocasiones con la necesidad de adaptarlas a la imagen ideal del proyecto
que las sostenía.

La producción cultural de Alfonso X puede agruparse en torno a varios bloques: obras científicas y
paracientíficas, obras doctrinales y didácticas, obras legales, historiografía y poesía. En general, tiene una
eminente vocación práctica y constituye, en su conjunto, un magnífico elogio del saber, como una
condición liberadora, que puede llevar al hombre a coronar con éxito todas sus iniciativas. Se encuentra
encaminada a conocer y actuar sobre la naturaleza y el destino (ciencia), a ofrecer una serie de consejos
sobre moral y conducta (didactismo), a sentar las bases de una organización social fundamentada en el
bien común (obras legales) y a proporcionar los pilares de una identidad colectiva y de una conciencia
histórica (historiografía). No todos los textos son reductibles a este esquema, pues hay algunos, como los
poéticos, que tienen que ver con prácticas cortesanas que no son exclusivas del contexto alfonsí, aunque
la inclinación mariana del rey, con sus Cantigas de Santa Maria, resulta bastante singular. Tampoco es
sencillo saber qué líneas de fuerza ligan los diversos componentes de este proyecto, pues no existen
indicaciones al respecto en los textos. Cabe adelantar, de forma tentativa, que su coherencia no sólo debe
buscarse en argumentos internos, sino en las necesidades históricas que Alfonso X quiso cubrir para su
reino.

El rey y sus colaboradores

Aunque el mecenazgo artístico y literario de la realeza es un hecho bien documentado y conocido, con
importancia creciente a partir del siglo XII, la forma en que Alfonso X se encargó de impulsar la cultura
tiene unos rasgos netamente distintivos. Como señaló la investigadora Evelyn S. Procter, en la que es aún
una de las mejores visiones de conjunto de la producción alfonsí, la corte de Alfonso se singulariza frente
a otras próximas, como la de Federico II en Sicilia, por el uso de la lengua vernácula y por la existencia,
implícita al menos, de un programa cultural destinado a proporcionar una serie de obras de referencia.
Además, como indica esta misma estudiosa, la posición de Alfonso como mecenas presenta igualmente
caracteres propios: las obras no fueron, por lo general, elaboradas por tal o cual autor, que después las
dedicaba al rey, sino que parecen haber sido el fruto de un esfuerzo colectivo, de labores en equipo,
llevadas a cabo bajo la supervisión, más o menos directa, del propio rey. Es en la definición del papel
desempeñado por Alfonso donde resulta más difícil ofrecer precisiones. El prólogo al Libro de la ochava
espera afirma que el rey revisó el resultado final, aunque no está claro si se refiere a los contenidos o al
lenguaje. Más allá de esta declaración, se diría que Alfonso tuvo un estrecho contacto con sus
colaboradores y que fue en buena medida responsable del diseño global de su producción, así como del
diseño general de las obras más importantes y originales, como las históricas, las legales, las
compilaciones mágicas o las Cantigas de Santa Maria. Para las obras más técnicas, como las Tablas
alfonsíes, cabe suponerle una intervención menos decisiva. En este sentido, parece que Alfonso decidió el
comienzo de las observaciones astronómicas y sus objetivos, pero no tuvo una implicación directa en
ellas, pues tales observaciones se llevaron a cabo en Toledo entre 1262 y 1272, y el rey residió en Sevilla
entre 1260 y 1268.

Hacia esa forma de dirección y supervisión general apunta, en efecto, un conocido pasaje incluido en la
General estoria, donde se explica el sentido de una afirmación como la de que el rey hace un libro: «el
rey faze un libro non porque él escriva con sus manos, mas porque compone las razones d'él, e las
enmienda e yegua e enderesça, e muestra la manera de cómo se deven fazer, e desí escrívelas qui él
manda; peró por esto dezimos por esta razón que él faze el libro». Don Juan Manuel escribió que el rey
encontraba tiempo para dialogar con sus intelectuales, y para planear sus obras con ellos. Uno de sus
colaboradores, Bernardo de Brihuega, nos ha dejado un precioso testimonio de la exigencia del rey, que
afecta también a la definición de sus tareas, pues parece que se encargaba de supervisar los materiales con
los que se redactaban sus obras, con el objetivo, típicamente alfonsí, de que fueran lo más completas
posibles. Dice Bernardo que nadie debe maravillarse si ha acabado escribiendo varios volúmenes sobre
las vidas de los mártires y los santos, obra que ha emprendido por encargo del rey, pues éste le hizo reunir
muchos libros, y aun después de ello, le obligó a recorrer su reino en otras dos ocasiones en busca de
varios textos más que faltaban en su obra. Por otro lado, han llegado hasta nosotros dos documentos de
1270 en que Alfonso reconoce que los monasterios de Nájera y Albelda le han prestado una serie de
libros, que parecen en general ligados a sus intereses históricos y legales, y confirma que los devolverá
cuando se haya procurado una copia de los mismos.

Ahora bien, la obra alfonsí es una obra de equipo, y resulta inimaginable sin los colaboradores.
Desafortunadamente, sólo conocemos bien los nombres y el trabajo de los colaboradores científicos y de
algunos de los traductores. Entre los colaboradores científicos destacan especialmente dos, ambos judíos:
Judá ben Moisés ha-Cohen e Isaac ben Sid. El primero, ligado a Alfonso desde su juventud, al menos
desde 1243, parece haber tenido una importancia decisiva en las obras astrológicas y mágicas, y estuvo
implicado en casi todos los textos en estos dos campos. Su perfil intelectual es el que hoy conocemos
mejor, merced en especial a los trabajos de Gerold Hilty. Participó, junto a Isaac ben Sid, en la
elaboración de las Tablas alfonsíes, aunque su tarea en esta obra ha sido caracterizada por Julio Samsó
como la de un astrónomo de biblioteca. Isaac ben Sid fue, en cambio, el científico de Alfonso X: a él se
debe en su mayor parte la traducción de los tratados sobre instrumentos y la redacción de aquellos para
los que no existían originales árabes disponibles. Es posible que desarrollara el Tratado del cuadrante
señero, para el que no se han descubierto fuentes posibles. Y copió, en 1268, un manuscrito árabe sobre
autómatas, quizá construyendo algunos de los mecanismos que en él se detallan. La actuación de estos
dos intelectuales fue sin duda brillante. En torno a ellos se sitúan otros colaboradores, que en unas
ocasiones trabajaron a su lado y en otras de forma independiente. Con alguna excepción, su perfil
intelectual es más difuso. Sólo en el caso de Álvaro de Oviedo, que llevó a cabo la primera traducción al
latín del Libro conplido en los iudizios de las estrellas, nos ha llegado una obra personal, y sabemos que
trabajó, hacia 1280-1290, para el arzobispo de Toledo, Gonzalo Pérez Gudiel. Es sin duda un individuo
que merece un trabajo monográfico, pues puede revelar aspectos interesantes del entorno alfonsí y su
relación con otros proyectos contemporáneos.

Mientras que para el caso de las obras científicas y de ciertas traducciones disponemos de estos datos y
nombres, para el resto de la producción alfonsí debemos movernos entre conjeturas. Este hecho no parece
casual, pero no resulta fácil de explicar. Se diría que los conocimientos técnicos requeridos por los textos
científicos propiciaron la mención de sus responsables directos, y también parece que en la mayor parte
de las traducciones del árabe se hizo consignar el nombre del traductor o traductores. No así para los
textos de raigambre latina, que constituye el fondo cultural de donde proceden las obras legales,
historiográficas y poéticas, y que el rey asume sin distancia. En todo caso, pueden ofrecerse algunos
nombres que seguramente estuvieron implicados en estos trabajos, aunque sus tareas concretas no puedan
delimitarse en la mayoría de los casos. Es muy posible que Jacobo de Junta, que habría dedicado al joven
Alfonso las Flores de derecho, tuviera un peso importante en la producción legislativa. Lo mismo se ha
sugerido a propósito de Fernando de Zamora, autor de un tratado sobre derecho procesal, y que participó
en varias misiones diplomáticas de Alfonso. Por último, un tal maestro Roldán, de quien no se tienen más
datos, compuso por orden del rey el Ordenamiento de las tafurerías en 1276, y cabe pensar que
participara en otras obras legales.

En cuanto a los textos históricos, sólo dos nombres pueden rescatarse. El de Bernardo de Brihuega, a
quien el rey encargó una compilación sobre las vidas de los apóstoles, los mártires y los santos,
compilación que está íntimamente conectada con la General estoria. Es probable que el propio Bernardo
haya participado en otras fases de esta obra, quizá desde un momento muy temprano, o en otros textos,
pues el rey le hizo una donación en Sevilla en 1256. Por otro lado, Juan Gil de Zamora compuso en 1278
una obra histórica en latín para la formación del infante Sancho, titulada De preconiis Hispanie, que
muestra a veces una estrecha relación con los trabajos del taller historiográfico alfonsí. El propio Juan Gil
es autor de una amplia producción, aún por detallar, editar y estudiar en su mayoría, que muestra otras
conexiones con las obras alfonsíes, como sucede con su Liber Marie, en la misma tradición de las
Cantigas de Santa Maria. Finalmente, en relación con las propias Cantigas, se han rescatado los nombres
de Arias Núñez y de un tal Bonamí, aunque de nuevo desconocemos el papel exacto de estos
colaboradores. Sabemos que algunos intelectuales estuvieron ligados a la cancillería, como por ejemplo el
italiano Egidio de Tebaldis, por lo que resulta muy probable que quienes trabajaran en la redacción de
documentos pudieran haberlo hecho en ocasiones también en la copia de textos, o a la inversa. Sin
embargo, es preciso constatar que el propio Egidio es un mero traductor (del castellano al latín), y que la
redacción de las obras históricas y legales hubo de precisar de una larga dedicación y de unas
competencias bastante especializadas, por lo que no parece probable en principio, al menos de forma
general y más allá de la posible copia de manuscritos (por ejemplo, Millán Pérez de Ayllón, de la
cancillería regia, copia en 1255 el original del Fuero real), un simple trasvase entre la cancillería y el
escritorio regio.

Todo ello tiene que ver también con los lugares donde se llevó a cabo la producción alfonsí. Entre todos
los que se han aducido (Burgos, Sevilla, Murcia y Toledo), esta última ciudad parece haber tenido un
peso muy significativo, y cabe pensar que allí se encontrara el escritorio regio. Toledanos eran varios de
los colaboradores alfonsíes, en Toledo se llevaron a cabo las observaciones astronómicas, y allí se
documenta la traducción de algunas obras, como el Libro conplido. Que el rey compensara a sus
colaboradores en ciertas ocasiones con posesiones en Murcia o Sevilla parece tener que ver con la
disponibilidad de tal patrimonio, pero no presupone necesariamente la residencia fija allí de estos
individuos. Por otro lado, aunque tenemos constancia de que la revisión del Libro de la ochava espera se
llevó a cabo en Burgos en 1276, donde se encontraba el rey, no cabe pensar que todos los colaboradores
se desplazaran con él en todo momento, pues algunas obras requerían de una ingente bibliografía, cuya
constante movilización resulta inimaginable. Que algunos colaboradores se desplazaran en algún
momento con el rey y trataran de algún texto en particular es algo que coincide con el testimonio de don
Juan Manuel, pero sólo debió de producirse en casos puntuales o en las fases de concepción o de revisión
de los textos. El hecho de que Alfonso X, al reemprender en Sevilla la Estoria de España hacia 1282, lo
hiciera a partir de un borrador bastante primitivo y con un acceso muy parcial a las fuentes, apunta a que
el escritorio que había producido esta obra años atrás no estaba de hecho en Sevilla. Las referencias del
propio Alfonso en estos años, tanto en su maldición al infante Sancho como en su testamento, a ciertos
objetos que habían quedado en Toledo, sugiere que allí se ubicó su escritorio, sólo desplazado a Sevilla a
causa de la guerra civil que se inició en 1282 y que confinó al rey en tal ciudad a partir de esa fecha hasta
su muerte.

Obra científica

Una preocupación constante del rey, y sin duda distintiva, fue la ciencia, o los diversos discursos que bajo
este rótulo pueden agruparse en la Edad Media. El primer texto impulsado por Alfonso del que tenemos
noticia fue el Lapidario, rescatado en 1243, cuando contaba con 22 años, y que terminó de traducirse al
castellano en 1250. La ciencia alfonsí abarca tres grandes campos: astronomía, astrología y magia. Parte
de la tradición científica andalusí, aunque no sólo se compone de traducciones, sino que llegó a alcanzar
notables desarrollos originales. Es posible, por otro lado, que deban colocarse también bajo su
mecenazgo, como propuso José M.ª Millás Vallicrosa, editor de los textos, las traducciones de dos
tratados árabes sobre agricultura, de las que sólo han llegado hasta nosotros algunos fragmentos. La idea
motriz de la obra científica alfonsí parece residir en la correspondencia, de amplias resonancias aunque
encuadrada en la tradición aristotélica, entre macrocosmos y microcosmos, entre el universo y el hombre.
Alfonso X se apoya en esta idea desde una perspectiva práctica, con el objetivo de conocer los secretos
del destino y prepararse para afrontarlos en las mejores condiciones, o con el objetivo de transformar la
realidad mediante procedimientos mágicos. No debe sorprender en exceso esta confianza en tales
proyectos pues, como se ha señalado en más de una ocasión, resulta plenamente coherente con los
presupuestos intelectuales de la época. Los textos astrológicos dan la pauta para levantar un horóscopo y
para interpretarlo, y la magia alfonsí es en gran medida una magia astral, dirigida fundamentalmente a la
construcción de talismanes en las condiciones astrológicas adecuadas.

La producción alfonsí en todos estos dominios es completa y coherente. Encargó la traducción de tres
distintos tratados astrológicos (Libro conplido en los iudizios de las estrellas, Libro de las cruzes y
Quadripartitum), dos de los cuales (el primero y el tercero) tuvieron una amplísima influencia en Europa
a través de traducciones latinas encargadas por el propio Alfonso. Por su parte, los textos mágicos se han
conservado muy precariamente, y son conocidos en su mayor parte gracias a traducciones latinas, que
tuvieron asimismo una repercusión extraordinaria en la tradición intelectual europea, en especial el
Picatrix y el Liber Razielis. Como he señalado antes, Alfonso X ordenó tempranamente la traducción de
un Lapidario cuyas fuentes aún no han sido aclaradas. Se trata de un lapidario astrológico, que muestra la
relación de las piedras con cada grado de los signos zodiacales, lo que habría de favorecer el
aprovechamiento de sus virtudes y propiedades. Junto a este lapidario se conservan otros tres, más breves,
pero el Libro de las formas e imágenes, que vendría a ser una summa de esta literatura, se ha perdido, y
apenas puede reconstruirse gracias al índice de la obra, lo único que se conserva. Una suerte parecida le
cupo al Libro de astromagia, en el que se recogen partes del Picatrix, del Liber Razielis y de otros textos
mágicos, y que se ha conservado muy fragmentariamente, pues han llegado hasta nosotros sólo 36 folios.
Por fin, Alfonso X ordenó traducir otros textos como una versión de las Cyranides (traducción
conservada gracias a una versión francesa del siglo XIV, el Livre des secrez de nature), y el Miftah al-
Hikma, un texto de carácter alquímico (traducción conservada también gracias a una versión latina de
ella, con el título de Clavis sapientiae).

Las traducciones alfonsíes se relacionan con las formas de trabajo desarrollas en Toledo anteriormente,
entre los siglos XII y XIII, y que dieron a conocer en Europa un corpus filosófico y científico
trascendental. Como sucedía en aquellos casos, fueron intelectuales judíos quienes llevaron a cabo las
versiones del árabe, y con ellos colaboraban maestros cristianos que mientras en el contexto anterior se
habían encargado de la redacción latina, en el caso de Alfonso X parecen haberse ocupado de la
capitulación de los textos y tal vez de su revisión. Una diferencia de raíz es obviamente la lengua, pues si
las traducciones anteriores se sirvieron en todos los casos del latín, el mecenazgo de Alfonso X determinó
el uso del castellano. Por lo demás, el rey no parece haberse servido nunca de traducciones latinas
anteriores, y el conjunto de su producción en este sentido resulta bastante diferenciado si se compara con
ellas, lo que sin duda apunta a que servía a horizontes bien distintos. Los rasgos de todas estas
traducciones, en cuanto a su relación con los originales, aún no son bien conocidos, con la excepción del
Picatrix, muy bien estudiado desde que el influyente historiador del arte Aby Warburg reparara en este
texto a comienzos del pasado siglo. En general, se diría que los traductores actuaron con cierta libertad,
resumiendo cuando lo creían oportuno e incorporando diversos materiales nuevos, aunque el más singular
de estos textos parece ser el Liber Razielis, un texto de magia cabalística cuya forma se debería a los
colaboradores alfonsíes. Desafortunadamente, las grandes compilaciones, el Libro de las formas e
imágenes y el Libro de astromagia, en donde cabría esperar la mayor intervención y originalidad, ya que
su diseño es plenamente alfonsí, o bien se han perdido o bien se conservan muy deficientemente, lo que
dificulta de forma muy grave su estudio.

La parte más canónicamente científica se cifra en la astronomía, centrada en la observación, en el cálculo


de las posiciones planetarias y en la determinación de la hora. La investigación astronómica está
íntimamente ligada a los intereses astrológicos, ya que en general servía al objeto de obtener de la forma
más precisa los datos para levantar un horóscopo. Sin embargo, este interés, por importante que sea, no
parece que pueda agotar plenamente las investigaciones de los colaboradores alfonsíes. Alfonso ordenó
efectuar una serie de observaciones entre 1262 y 1272, y encargó la construcción de los instrumentos
necesarios a tal efecto, en lo que significaría la creación del primer observatorio del occidente cristiano.
Tales investigaciones condujeron a la elaboración de unas tablas astronómicas, las Tablas alfonsíes, que
sustituyeron a las Tablas toledanas y que se difundieron en toda Europa, dominando este campo hasta
Copérnico. Es posible que en la elaboración de las tablas influyeran, al margen de los astrológicos,
motivos simbólicos y políticos, como deja ver el hecho de que el punto de partida de las mismas fuera la
creación de un parámetro, tomado del inicio del reinado de Alfonso X, al que sus colaboradores
denominaron «era alfonsí». Como señaló Jerry Craddock, existe una estrecha relación entre los
parámetros de las Tablas y la nota cronológica del segundo prólogo de las Partidas. Asimismo, las obras
historiográficas, cuya redacción se inició en este momento, hacia 1270, se basan en una rigurosa y
original estructuración cronológica, fundamentada en el señorío, cuyas implicaciones parecen
relacionadas con una aguda percepción del tiempo histórico. Al margen de los problemas en la
transmisión de las Tablas alfonsíes, y que sólo es de esperar que se resuelvan con el estudio de la
tradición manuscrita, aún por hacer, parece hoy fuera de duda que deban atribuirse al impulso de Alfonso
X, aunque en su difusión tuviera un papel muy destacado un grupo de astrónomos parisinos que
trabajaron sobre ellas en torno a 1320.

Aparte de las Tablas, la astronomía alfonsí ha legado dos importantes obras, que conocemos además a
través de dos códices salidos del escritorio regio: los Libros del saber de astronomía (o Libro del saber
de astrología, que es el título alfonsí) y un manuscrito, por desgracia muy incompleto y muy poco
estudiado, que recoge la traducción de los cánones y tablas del astrónomo Albateni, la de las tablas de
Azarquiel y el Tratado del cuadrante señero, conservado fragmentariamente. Los Libros del saber, sin
duda la obra científica mejor conocida actualmente, gracias a los trabajos de la escuela barcelonesa de
historiadores de la ciencia, constan de 15 tratados, entre los que se cuentan secciones originales (debidas
en su mayor parte a Isaac ben Sid, llamado Rabiçag), adaptaciones más o menos libres de textos árabes o
traducciones fieles de tratados en esta lengua. El primero, el Libro de la ochava esfera, consiste en una
descripción de las estrellas y constituye una revisión muy intervenida de un tratado árabe sobre las
constelaciones. El resto forma una completa colección de instrumental astronómico (esfera, astrolabios,
ecuatorio, cuadrante y relojes), del cual sólo una pequeña parte está ligada a la observación, mientras que
los demás son computadores analógicos, útiles para la construcción de las tablas, pero también necesarios
para la actividad astrológica. Por último, se debe al escritorio alfonsí la traducción de una obra
astronómica de carácter teórico, que se ha conservado a través de una traducción latina con el título de De
configuratione mundi.

Francisco Bautista Pérez

D. AFONSO X, O SÁBIO

(1221-1284)

D. Afonso X, o Sábio, rei de Castela e Leão (1252-1284). Filho de


Fernando III e de Beatriz de Saboia. À morte de seu pai, retomou a
ofensiva contra os muçulmanos, ocupando as fortalezas de Jerez
(1253) e de Cádis (1262).

As grandes realizações do monarca no campo da cultura


mereceram-lhe com justiça o cognome de o "Sábio". Escreveu em
castelhano as obras históricas, políticas e filosóficas, mas as poesias
fê-lo em galaico-português (e não em galego, como escrevem os
autores espanhóis). De facto, o galaico-português (língua comum à
Galiza e a Portugal) era o verdadeiro idioma literário da Península
Ibérica na Idade Média.

Note-se, porém, que, em obras em prosa monumentais, D. Afonso X


deu também um enorme impulso à língua castelhana, pondo de
lado o latim nos documentos oficiais. Chegou mesmo a dirigir-se a
outros soberanos em língua vernácula.

OBRAS:

Legislação:

El fuero real concedido a Castela em 1255 .

Setenario antecipa partes das Siete Partidas.

Siete Partidas - vasto codex de leis, 1251; 1256-65

El espéculo 1255.

Obras científicas: (cerca de 23 tratados)


Magia:

Tradução do Liber Picatrix (1256), um tratado Andaluz sobre magia e talismãs do XI


século.

Astronomia:

Libros del saber de la astrología. Colecçãotion de 16 tratados reunidos entre 1276 e


1279

Los IIII libros de las estrellas de la ochava esfera, 1256 -1276.

Libro del astrolabio redondo.

Libro del ataçir

Libro de las armellas o de la açafeha, 1255-56, 1277.

Libro de las estrellas fijas, 1255-6, 1276.

Libro de la alcora, 1259, 1277.

Lamina Universal.

Libro de quadrante pora rectificar, 1277.

Libro de la Constitucion (Construction) del Universo.

Libro del relogio de la piedra de la sombra.

Libro del relogio dell agoa.

Libro del relogio dell argen uiuo.

Libro del relogio del palacio de las oras.

Libro del relogio de la candela

Astrologia:

Lapidario, 1250 - 1279

Traduções:

Ibn al-Haytam's Astronomía

al-Battani's Cánones, 1250's

Ptolemy's Quatriparito, with Ali b. Ridwan's comentário, 1271-75


Aben Ragel's De judiciis Astrologiae

Libro de las cruces, 1259, 1270's.

El libro del cuadrante sennero

Libro de las Tablas Alfonsíes, 1256-1277;

Obras históricas:

General Estoria

Estoria de España

Obras literárias:

Prosa:

Calila e Digna 1251/2.

Poesia e música:

Cantigas de Santa María (1264-1284). São 430 poesias respeitantes a outros tantos
milagres, com a respectiva música derivada ao mesmo tempo de música sacra e
profana (popular).

Cantigas profanas..

Sobre jogos:

El libro de Ajedrez, dados, e tablas. Sevilla, 1283.

CANTIGAS DE SANTA MARIA

n.º 7

Esta é como Santa Maria livrou a abadessa prenhe,


que adormecera ant' o seu altar chorando.

Santa Maria amar


devemos muit' e rogar
que a ssa graça ponha
sobre nós, por que errar
non nos faça, nen pecar,
o demo sen vergonha.
Porende vos contarey O Bispo lle diss' assi:
dun miragre que achei «Donna, per quant' aprendi,
que por hua badessa mui mal vossa fazenda
fez a Madre do gran Rei, fezestes; e vin aquí
ca, per com' eu apres' ei, por esto, que ante mi
era-xe sua essa. façades end' amenda.»
Mas o demo enartar- Mas a dona sen tardar
a foi, por que emprenhar- a Madre de Deus rogar foi;
s' ouve dun de Bolonha, e, come quen sonha,
ome que de recadar Santa Maria tirar-
avia e de guardar lle fez o fill' e criar-
seu feit' e sa besonha. lo mandou en Sanssonha.
Santa Maria amar... Santa Maria amar...

As monjas, pois entender Pois s' a dona espertou


foron esto e saber e se guarida achou,
ouveron gran lediça; log' ant' o Bispo vêo;
ca, porque lles non sofrer e el muito a catou
queria de mal fazer, e desnua-la matidou;
avian-lle mayça. e pois lle vyu o sêo,
E fóron-a acusar começou Deus a loar
ao Bispo do logar, e as donas a brasmar,
e el ben de Colonha que eran d'ordin d'Onha,
chegou y; e pois chamar- dizendo: «Se Deus m'anpar,
a fez, vêo sen vagar, por salva poss' esta dar,
leda e mui risonha. que non sei que ll'aponha.»
Santa Maria amar... Santa Maria amar...

N.º139

Como Santa Maria fez que falasse o Fillo que tia nos braços ao da bхa
moller, que lle disse
«papa!»
Maravillosos

e piadosos Cabo do Fillo daquela omagen


e mui fremosos e diss' o menynno: «Queres papar?»
miragres faz Mais la figura da Virgen mui sagen
Santa Maria, diss' a seu Fillo: «Di-lle sen tardar
a que nos guia que non ss' espante,
ben noit' e dia mais tigo jante
e nos dá paz. u sempre cant' e

aja solaz

E dest' un miragre vos contar quero e seja quito

que en Frandes aquesta Virgen fez, do mui maldito

Madre de Deus, maravillos' e fero demo que scrito

por hua dona que foi ha vez é por malvaz.»

a sa eigreja Maravillosos...

desta que seja Quand' esto diss', a omagen de Cristo


por nos, e veja- Respos´ ao menynno: «Paparás
mo-la sa faz cras mig' en Ceo; e pois que me visto
no Parayso, ouveres, senpre pois migo seerás
u Deus dar quiso ú ouças quanto
goyo e riso cada un santo
a quen lle praz. canta, que chanto
Maravillosos... e mal desfaz.»

Esto comprido
Aquesta dona levou un menynno, foi, e transsido
seu fillo, sigo, que en offreçon o moç' e ydo
deu aa Virgen, mui pequeno, a Deus viaz.
que de mal llo guardass' e d' oqueijon Maravillosos...
e lle fezesse

per que dissesse Encontrei esta Cantiga num


magnífico CD (n.º7) com o
sempr' e soubesse título de Alcantara (A Ponte,
em árabe) cantado pela
intelectual marroquina Amina
de ben assaz, Alaoui, publicado por Audivis
(n.º de catalogo B 6872) em
que, com' aprendo, 1998. No disco, ela junta
seu pan comendo
músicas árabes a andaluzas do
sec. XII, com esta Cantiga e
foi. Mui correndo
ainda uma canção judeu-
espanhola (Hija Mia - pista
parou-ss' en az 11), tudo músicas da Península
Ibérica da altura.
Maravillosos...

n.º 160
Esta é de loor de Santa Maria.

Quen bôa dona querrá Poren cabo del está,


loar, lo' a que par non á, u sempre por nos rogará
Santa Maria. Santa Maria

E par nunca ll' achará, U por nós lle rogará


pois que Madre de Deus foi ja. e del perdon nos gâará.
Santa Maria Santa Maria

Pois Madre de Deus foi ja, E perdon nos gâará


e Virgen foi e seerá. e ao demo vencerá.
Santa Maria Santa Maria

E Virgen foi e seerá; E o demo vencerá


porende cabo del está. e nos consigo levará.
Santa Maria Santa Maria

- 57 -

Esta é como Santa Maria fez guareçer os ladrões que foran tolleitos porque
roubaran a
dona e ssa conpanha que yan en romaria a Monsarrat.
Mui grandes noit' e dia
devemos dar porende
nos a Santa Maria
graças, porque defende
os seus de dano
e sen engano
en salvo os guia.

E daquesto queremos
un miragre preçado
dizer, porque sabemos
que será ascuitado
dos que a Virgen santa
aman, porque quebranta
sempr' aos soberviosos
e os bõas avanta
e dá-les siso
e Parayso
con tod' alegria.
Mui grandes noit' e dia...

En Monsarrat vertude
fez, que muy longe sõa,
a Virgen, se mi ajude
ela, por hua bõa
dona que na montanha
d' i muy grand' e estranha
deçeu a hua fonte
con toda sa companha,
por y jantaren,
des i folgaren
e yren sa via.
Mui grandes noit' e dia...
U seyan comendo
cabo daquela fonte,
a eles muy correndo
sayu ben desse monte
Reimund', un cavaleiro
roubador e guerreiro,
que de quanto tragian
non lles leyxou dinneiro
que non roubasse
e non fillase
con sa compannia.
Mui grandes noit' e dia...

A dona mantenente,
logo que foy roubada,
foi-ss' ende con sa gente
muy trist' e muy coitada;
a Monsarrat aginha
chegou essa mesquinha,
dando grandes braados:
«Virgen santa, Reynna,
dá-me vingança,
ca pris viltança
en ta romaria.»
Mui grandes noit' e dia...

E os frades sayron
aas vozes que dava;
e quand' esto oyron,
o prior cavalgava
corrend' e foi muy toste,
e passou un recoste
e viu cabo da fonte
de ladrões grand' hoste
jazer maltreitos,
cegos, contreitos,
que un non s' ergia.
Mui grandes noit' e dia...

Entr' esses roubadores


viu jazer un vilão
desses mais malfeitores,
ha perna na mão
de galinha, freame
que sacara con fame
enton d' enpãada,
que so un seu çurame
comer quisera;
mais non podera,
ca Deus non queria.
Mui grandes noit' e dia...

Ca se ll' atravessara
ben des aquela ora
u a comer cuidara,
que dentro nen afora
non podia saca-la,
nen comer nen passa-la;
demais jazia çego
e ar mudo sen fala
e muy maltreito
por aquel preito,
ca xo mereçia.
Mui grandes noit' e dia...

O prior e seus frades,


pois que assi acharon
treitos por sas maldades
os ladrões, mandaron
que logo d' i levados
fossen, atravessados
en bestias que trouxeran,
ant' o altar deitados
que y morressen,
ou guareçessen
se a Deus prazia.
Mui grandes noit' e dia...

E pois que os ladrões


ant' o altar trouxeron,
por eles orações
e pregairas fezeron.
E log' ouveron sãos
ollos, pees e mãos;
e porende juraron
que nunca a crischãos
jamais roubassen,
e se quitassen
daquela folia.
Mui grandes noit' e dia...

- 302 -
Como Santa Maria de Monsarrat descobriu un furto que se fez na sa ygreja.

A Madre de Jhesu-Cristo, que é Senhor de nobrezas,


non soffre que en sa casa façan furtos nen vilezas.

E dest' un mui gran miragre vos direi que me juraron


omees de bõa vida e por verdade mostraron
que fezo Santa Maria de Monssarrat, e contaron
do que fez un avol ome por mostrar sas avolezas.
A Madre de Jhesu-Cristo, que é Senhor de nobrezas...
Este con outra gran gente vo y en romaria,
e acolleu-ss' a un ome con que fillou conpania;
e quando chegou a noite, os dinheiros que tragia
lle furtou da esmolneira por crecer en sas requezas.
A Madre de Jhesu-Cristo, que é Senhor de nobrezas...

Outro dia de manhãa, des que as missas oyron,


os que ali albergaron da eigreja sse sairon;
mas el en sair non pode, e esto muitos o viron,
ca non quis Santa Maria, que é con Deus nas altezas,
A Madre de Jhesu-Cristo, que é Senhor de nobrezas...

Ata que ben repentido foss' e ben mãefestado


e todo quanto furtara ouvess' ao outro dado,
e que dissess' ante todos de com' avia errado,
e sayss' en con vergonha por sas maas astruguezas.
A Madre de Jhesu-Cristo, que é Senhor de nobrezas...

Tod' aquest' assi foi feito, ca o quis a verdadeira


Madre de Deus piadosa, santa e mui justiceira,
que non quis que en ssa casa fossen per nulla maneira
feitas cousas desguisadas nen cobiiças per pobrezas.
A Madre de Jhesu-Cristo, que é Senhor de nobrezas...

As Cantigas n.ºs 57 e 302 foram incluídas


no CD LLIBRE VERMELL DE
MONTSERRAT, da Opus 111 (n.º de
Catálogo OPS 30-131), de 1995, cantadas
numa bela interpretação do conjunto
ALLA FRANCESCA.

Sites sobre D. Afonso X:


Projecto Vercial - Portugal - pequena biografia:

Página de Suzanne H. Petersen

Sobre a linguagem das cantigas, ver este estudo:


Questões de linguagem nas Cantigas de Santa Maria, de Afonso X, de Ângela Vaz Leão,

Biografia
Directório

Transcrição de mais de 300 cantigas

Tradução para inglês de 8 Cantigas

Cerca de 40 cantigas

Continuação desta página

Aver non poderia (Festa da Virgem 7)

Esta .Lª. é dos sete pesares que viu Santa


Maria do seu Filo.

Aver non poderia


lagrimas que chorasse
quantas chorar querria,
se m’ante non nenbrasse
como Santa Maria
viu con que lle pessasse
do Fillo que avia
ante que a levasse.

Un daquestes pesares
foi quando a Egito
fugiu polos millares,
segund’ achei escrito,
dos minos a pares,
que Erodes maldito
fez matar a logares
por seu rein’ aver quito.

O segundo foi quando


seu Fill’ ouve perdudo
tres dias, e cuidando
que judeus ascondudo
llo tian, e osmando
que morto ou traudo
foss’, e por el chorando,
ant’ ela foi vudo.

E o pesar terçeiro
foi mui grand’ aficado,
quando ll’ un mandadeiro
disse que recadado
seu Fillo verdadeiro,
Jesu-Crist, e liado
levavan mui senlleiro,
dos seus desanparado.

Do quarto foi coitada


u seu Fillo velido
viu levar a pesada
cruz, e el mal ferido
d’açoutes e messada
a barva e cospido,
e a gent’ assada
sobr’ el en apelido.

O quinto pesar forte


foi quando o poseron
na cruz e por conorte
azed’ e fel lle deron;
sobre seus panos sorte
deitaron e fezeron
per que chegou. a morte,
onde prazer ouveron.

O sesto foi sen falla


quando o despregaron
da cruz e con mortalla
a soterrar levaron,
e temendo baralla
o sepulcro guardaron;
mais pois, se el me valla,
ali nono acharon.

Segund’ a Escritura
conta, foi o seto
pesar de gran tristura
e de gran doo cho
quando viu na altura
Deus sobir, onde vo,
e ficou con rancura
pois en poder allo.

Beneita es Maria
(Festa da Virgem
10)

Esta decima é no
dia aa proçession,
como as
proçessiões do çeo
reçeberon a Santa
Maria
quando sobiu aos
çeos.

Beyta es, Maria,


Filla, Madr’ e criada
de Deus, teu Padr’ e
Fillo, est’ é cousa
provada.
Beyta foi a ora en
que tu gerada
fuste e a ta alma de
Deus santivigada,
e beyto, [o dia] en
que pois fuste nada
e d’Adam o peccado
quita e perdõada,
e beytos los panos u
fust’ envurullada
e outrossi a teta que
ouviste mamada,
e beyta a agua en
que fuste bannada
e a santa vianda de
que fust’ avondada,
e beyta a fala que
ouviste falada
e outrossi a letra de
que fust’ ensinada.

E beyta a casa u
feziste morada
e outrossi o tenpro u
fuste presentada,
e beyta a seda que
ouviste fiada
e outrossi a obra
que end’ ouv[i]ste
obrada,
e beyta u fuste con
Joseph esposada,
non que tigo
casasse, mas que
fos[s]es guardada;
e beyta a ora u
fuste saudada
pelo angeo santo, e
ar de Deus
pren[n]ada,
e beyta a culpa de
que fust’ acusada,
onde ficaste quita e
santa e salvada,
e beyta a ta carne
en que jouv’
enserrada
a de teu fillo Christo
e feita e formada.

E beyta u fust[e] a
Beleem chegada
e por parir teu Fillo
ena cova entrada,
beyta u pariste om’
e Deus sen tardada,
sen door que
ouvesses del, nen
fosses coitada,
e beyta a tua
virgidade sagrada
que ficou como
x’era ant’ e non foi
danada;
beyta a ta leite onde
foi governada
a carne de teu Fillo
e creçud’ e uviada,
beytas las tas mãos
con que foi faagada
a ssa pes[s]õa santa
e benaventurada,
beyta foi a vida que
pois con el usada
ouviste, macar fuste
mui pobr’ e
lazerada.

E beyta, beyta, u
ouvist’ acabada
a vida deste mundo
e del fuste passada,
e beyta u vo a ti a ta
pousada
teu Fillo Jhesu-
Christo, e per el foi
tomada
a ta alma beyta e do
corpo tirada,
que a San Miguel
ouve tan tost’
acomendada;
beyta a conpanna
que t’ ouv’
aconpan[n]ada,
d’angeos mui
fremosos
preçis[s]on ordada,
e beyta a outra
d’archangeos
onrrada
que te reçeber vo,
de que fuste loada,
e beyta a oste que
Tronos é chamada
e Dominationes, que
te foi enviada.

Beyta u ouviste en
sobind, encontrada
Princepes,
Podestades deles
grand’ az parada,
beyta u Cherubin e
Seraphin achada
t’ouveron, ca tan
toste deles fust’
aorada,
e beyta u fuste das
vertudes çercada
dos çeos, e per eles
a ta loor cantada;
beyta u teu Fillo vo
apressuradament’
a ti muit, agyn[n]a
con toda sa
masnada,
beyta u el disse aos
santos: «Leixada
logo seja mia
Madr[e] a mi, ca ven
cansada.»
Beyta u t’ el ouve
dos braços
abraçada,
e tu con piedade
sobr’ el fuste
acostada.

Beyta u os santos
en mui gran voz
alçada
disseron: «Ben
vennades, Sennor
mui desejada.»
Beyta u teu Fillo a
Deus t’ouve
mostrada
dizendo: «Padr’,
aquesta madre
m’ouviste dada.»
Beyta u Deus
quis[o] que ta carne
juntada
fosse cona ta alma e
per el corõada.
Beyta es por esto,
amiga e amada
de Deus e ar dos
santos, e nossa
avogada.
E porende, Beyta, te
rog, eu
aficadament[
e] que a ta graça
me seja outorgada,
por que a ta merçee
beita mui grãada
aja en este mundo,
e me dés por
soldada

Que quando a mi’


alma daqui fezer
jornada,
que a porta do çeo
non lle seja vedada.

Nembressete Madre (Festa da Virgem 11)

Esta .XI., en outro dia de Santa Maria, é de como lle


venna emente de nos ao dia do juyzio e rogue a seu
Fillo que nos aja merçee.
Nenbre-sse-te, Madre
de Deus, Maria,
que a el, teu Padre,
rogues todavia,
pois estás en sa compania
e es aquela que nos guia,
que, pois nos ele fazer quis,
sempre noit’ e dia
nos guarde, per que sejamos fis
que sa felonia
non nos mostrar queira,
mais dé-nos enteira
a ssa grãada merçee,
pois nossa fraqueza vee
e nossa folia,
con ousadia
que nos desvia
da bõa via
que levaria
nos u devia,
u nos daria
sempr’ alegria
que non falrria
nen menguaria,
mas creçeria
e poiaria
e compriria
e ‘nçimaria
a nos.

Muito bon
miragre a Virgen
(Cantiga 225)

Como hu clerigo ena


missa consomiu ha
aranna que
lle caeu no calez, e
andava-lle ontr’ o
coiro e a carne
viva, e fez Santa
[Maria] que lle
saysse pela unna.

Muito bon miragr’ a


Virgen faz estranno
e fremoso,
porque a verdad’
entenda o neicio
perfioso.

E daquest’ un gran
miragre vos será
per mi contado,
e d’oir maravilloso,
pois oyde-o de
grado,
que mostrou a
Santa Virgen, de
que Deus por nos
foi nado,
dentro en Cidad-
Rodrigo. E é mui
maravilloso
Muito bon miragr’ a
Virgen faz estranno
e fremoso...

Ontr’ os outros que


oystes, e tenn’ eu
que atal éste
o que vos contarei
ora que avo a un
preste
que dizia senpre
missa da Madre do
Rei celeste;
e porque a ben
cantava, era en mui
desejoso
Muito bon miragr’ a
Virgen faz estranno
e fremoso...

O poblo de lla
oyren. Mas un dia,
sen falida,
ena gran festa
d’Agosto, desta
Sennor mui
conprida
estava cantando
missa; e pois ouve
consomida
a Osti’, ar quis o
sangui consomir do
glorioso
Muito bon miragr’ a
Virgen faz estranno
e fremoso...

Jhesu-Crist’. E viu no
caliz jazer ha grand’
aranna
dentro no sangui
nadando, e teve-o
por estranna
cousa; mais mui
grand’ esforço fillou,
a foro
d’Espanna,
e de consomir-lo
todo non vos foi mui
vagaroso.
Muito bon miragr’ a
Virgen faz estranno
e fremoso...

E pois aquest’ ouve


feito, non quis que
ll’ enpeecesse
Deus o poçon da
aranna nen lle no
corpo morresse;
e pero andava viva,
non ar quis que o
mordesse,
mas ontr’ o coir’ e
[a] carn’ ya aquel
bestigo astroso.
Muito bon miragr’ a
Virgen faz estranno
e fremoso...

E andava muit’
agynna pelo corp’ e
non fazia
door nen mal, por
vertude da Virgen
Santa Maria;
e se ss’ ao sol
parava, log’ a
aranna viya,
e mostrando-a a
todos dizend’: «O
Rei piadoso
Muito bon miragr’ a
Virgen faz estranno
e fremoso...

Quis que polos


meus pecados
aqueste marteir’
ouvesse;
poren rogo aa
Virgen que se a ela
prouguesse,
que rogas[s]’ ao seu
Fillo que cedo mi a
morte désse
ou me tolles[s]’ esta
coita, ca ben é en
poderoso.»
Muito bon miragr’ a
Virgen faz estranno
e fremoso...

Esta aranna
andando per cima
do espaço
e depois pelos
costados e en
dereito do baço,
des y ya-ll’ aos
peitos e sol non
leixava braço
per que assi non
andasse; e o corpo
mui veloso
Muito bon miragr’ a
Virgen faz estranno
e fremoso...

Avia esta aranna. E


un dia, el estando
ao sol, ora de nõa,
foi ll’ o braç’
escaentando,
e el a coçar fillou-ss’
e non catou al
senon quando
lle sayu per so a
unlla aquel poçon
tan lixoso.
Muito bon miragr’ a
Virgen faz estranno
e fremoso...

E tan toste que


sayda foi, o crerigo
fillou-a
e fez logo dela poos
e en sa bolssa
guardo[u]-a;
e quando disse sa
missa, consumiu-a e
passou-a,
e disse que lle
soubera a manjar
mui saboroso.
Muito bon miragr’ a
Virgen faz estranno
e fremoso...

As gentes que y
estavan, quand’
ouveron esto visto,
loaron muito a
Madre do Santo Rei
Jesu-Cristo;
e des ali adeante foi
o crerigo por isto
mui mais na fe
confirmado, e non
foi luxurioso.
Muito bon miragr’ a
Virgen faz estranno
e fremoso...

Quantos me creveren loaran (Cantiga 120)

Esta é de loor de Santa Maria.

Quantos me creveren loarán


a Virgen que nos manten.

Ca sen ela Deus non averán


Quantos me crevreren loarán...
nenas sas fazendas ben farán
Quantos me creveren loarán...
neno ben de Deus connocerán;
e tal consello lles dou poren.
Quantos me creveren loarán...

E con tod’ esto servi-la-an


Quantos me creveren loarán...
e de seu prazer non sayrán
Quantos me creveren loarán...
e mais d’ outra ren a amarán,
e serán per y de mui bon sen;
Quantos me creveren loarán...

Ca en ela sempre acharán


Quantos me creveren loarán...
mercee mui grand’ e bon talan,
Quantos me creveren loarán...
per que atan pagados serán
que nunca desejarán al ren.
Quantos me creveren loarán...

A Virgen S. Maria
(Cantiga 8)

Esta é como Santa


Maria fez en
Rocamador
decender ha candea
na viola do jograr
que
cantava ant’ ela.

A Virgen Santa
Maria
todos a loar
devemos,
cantand’ e con
alegria,
quantos seu ben
atendemos.

E por aquest’ un
miragre | vos direi,
de que sabor
averedes poy-l’
oirdes, | que fez en
Rocamador
a Virgen Santa
Maria, | Madre de
Nostro Sennor;
ora oyd’ o miragre, |
e nos contar-vo-lo-
emos.
A Virgen Santa
Maria...

Un jograr, de que
seu nome | era
Pedro de Sigrar,
que mui ben cantar
sabia | e mui mellor
violar,
e en toda-las
eigrejas | da Virgen
que non á par
un seu lais senpre
dizia, | per quant’ en
nos
aprendemos.
A Virgen Santa
Maria...

O lais que ele


cantava | era da
Madre de Deus,
estand’ ant’ a sa
omagen, | chorando
dos ollos seus;
e pois diss’: «Ai,
Groriosa, | se vos
prazen estes meus
cantares, ha candea
| nos dade a que
cemos.»
A Virgen Santa
Maria...

De com’ o jograr
cantava | Santa
Maria prazer
ouv’, e fez-lle na
viola | ha candea
decer;
may-lo monge
tesoureiro | foi-lla da
mão toller,
dizend’:
«Encantador sodes,
| e non vo-la
leixaremos.
A Virgen Santa
Maria...

Mas o jograr, que na


Virgen | tia seu
coraçon,
non quis leixar seus
cantares, | e a
candea enton
ar pousou-lle na
viola; | mas o frade
mui felon
tolleu-lla outra
vegada | mais toste
ca vos dizemos.
A Virgen Santa
Maria...

Pois a candea fillada


| ouv’ aquel monge
des i
ao jograr da viola, |
foy-a põer ben ali
u x’ ant’ estav’, e
atou-a | mui de rrig’
e diss’ assi:
«Don jograr, se a
levardes, | por
sabedor vos
terremos.»
A Virgen Santa
Maria...

O jograr por tod’


aquesto | non deu
ren, mas violou
como x’ ante
violava, | e a candea
pousou
outra vez ena vyola;
| mas o monge lla
cuidou
fillar, mas disse-ll’ a
gente: | «Esto vos
non
sofreremos.»
A Virgen Santa
Maria...
Poi-lo monge
perfiado | aqueste
miragre vyu,
entendeu que muit’
errara, | e logo ss’
arrepentiu;
e ant’ o jograr en
terra | se deitou e
lle pedyu
perdon por Santa
Maria, | en que vos
e nos creemos.
A Virgen Santa
Maria...

Poy-la Virgen
groriosa | fez este
miragr’ atal,
que deu ao jograr
dõa | e converteu o
negral
monge, dali adeante
| cad’ an’ un grand’
estadal
lle trouxe a ssa
eigreja | o jograr
que dit’ avemos.
A Virgen Santa
Maria...

http://www.arlindo-correia.com/080805.html

Cantigas de Santa Maria

Autoria: Afonso X
Data de publicação: segunda metade do século XIII

Cancioneiro galego-português composto por Afonso X, o Sábio, na segunda


metade do século XIII. Existe na Biblioteca Nacional de Madrid um manuscrito
que testemunha uma primeira redação da coletânea constituída apenas por 100
composições. Do cancioneiro, na sua versão definitiva, conservam-se três
códices: um completo, na Biblioteca do Mosteiro do Escurial, e duas "edições"
que correspondem a dois tomos de um volume conjunto mais luxuoso e
magnificamente iluminado, conservados um na Biblioteca do Escurial e outro na
Biblioteca de Florença. O cancioneiro mariano, constituído quer por cantares
líricos em louvor da Virgem quer por poemas narrativos que evocam os milagres
obtidos por intercessão de Santa Maria, é precedido por um prólogo e encerrado
por um epílogo, dedicados a Nossa Senhora. Num total de 420 composições, de
uma extraordinária variedade métrica, que atestam a habilidade artística e
musical de Afonso X, as Cantigas de Santa Maria oferecem nestes códices a
respetiva notação musical.

http://www.infopedia.pt/$cantigas-de-santa-maria

Las Cantigas de amigo de Martin Codax. Música profana medieval.

Martín Codax (o Martim Codax) fue un juglar gallego, posiblemente de Vigo, por las
continuas referencias a dicha ciudad en sus poemas, de entre mediados del siglo XIII y
comienzos del siglo XIV. No nos ha llegado ningún documento que pueda aportarnos
datos en torno a su vida, únicamente las siete cantigas de amigo que se han conservado
hasta nuestros días.

1. Ondas do mar de Vigo

2. Mandad'ei comigo

3. Mia irmana fremosa

4. Ai Deus, se sab'ora meu amigo

5. Quantas sabedes amare amigo

6. Eno sagrado, en Vigo

7. Ai ondas que eu vin veere


Estas cantigas se en encuentran en el pergamino Vindel (Nueva York, Pierpont Morgan
Library, Vindel MS M979), es un pergamino copiado a finales del siglo XIII o
comienzos del XIV que contiene siete cantigas de amigo del juglar gallego Martín
Códax.
El descubrimiento de este pergamino se debió al azar. El comerciante de libros antiguos
Pedro Vindel lo encontró en su librería, en 1914, en la guarda interior de un ejemplar
del libro «De officiis» de Cicerón.
La música de estas canciones constituye, junto con las siete cantigas de amor de Don
Denís, halladas en el Pergamino Sharrer, las únicas muestras que se han encontrado
hasta la fecha de la canción profana galaico-portuguesa. La música de las cantigas está
escrita en notación cuadrada, con ligaduras muy similares a las Cantigas de Santa
María.
El descubrimiento del pergamino vino a confirmar la hipótesis de la existencia de hojas
volantes, con el texto y la música de las poesías trovadorescas que eran entregadas por
los trovadores a los juglares para su interpretación.

http://koldomusica.blogspot.com/2010/10/las-cantigas-de-amigo-de-martin-
codax.html

Martim Codax
Origem: Wikipédia, a enciclopédia livre.

Ir para: navegação, pesquisa


Cantigas de Amigo (Pierpont Morgan Library, New York, Vindel MS M979)

Martim Codax foi um jogral galego medieval (do século XIII e inícios do XIV).

Índice
[esconder]

• 1 Vida
• 2 Obra
• 3 Ver também

• 4 Ligações
externas

[editar] Vida
A sua origem não é clara, o jogral procede provavelmente do sul da Galiza, de Vigo (já
que há numerosas referências a esta cidade), ou da Ilha de São Simão, em Redondela.
Viveu entre a segunda metade do século XIII e começos do século XIV. Não há muitos
dados sobre a identidade deste jogral.

[editar] Obra
As suas cantigas de amigo estão consideradas as mais importantes da lírica trovadoresca
galaico-portuguesa, muito embora o corpus literário a ele atribuído se limite a sete
cantigas de amigo que figuram em dois dos três cancioneiros da lírica galego-
portuguesa (o Cancioneiro da Vaticana e o Cancioneiro da Biblioteca Nacional), bem
como no pergaminho Vindel, onde que figura o seu nome como autor das
composições.

A descoberta deste pergaminho deveu-se à sorte: ocorreu quando Pedro Vindel a


princípios do século XX o encontrou na sua biblioteca, servindo de forro a um exemplar
do De officiis de Cícero.

Os poemas de Martim Codax que figuram no pergaminho são os seguintes (sem título,
citam-se pelo seu primeiro verso):
• Ondas do mar de Vigo
• Mandad'ey comigo
• Mha irmana fremosa treydes comygo
• Ay Deus se sab'ora meu amado
• Quantas sabedes amar amigo
• 'En o sagrad' em Vigo
• Ay ondas que eu vin veer

No pergaminho Vindel conserva-se também a notação musical destas cantigas. Durante


largo tempo fui este o único testemunho conservado da música dos trovadores galego-
portugueses. Em 1990, a estas músicas se veio juntar um outro testemunho musical, o
das sete cantigas de amor de D. Dinis conservadas no chamado Pergaminho Sharrer
(encontrado pelo Prof. H. Sharrer na Torre do Tombo de Lisboa).

Na Galiza dedicou-se-lhe o prémio do Dia das Letras Galegas do ano 1998 (junto com
Joam de Cangas e Meendinho).

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http://pt.wikisource.org/wiki/Autor:Martim_Codax

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