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Rosario, 2011
La república extraordinaria: Tucumán en la primera mitad del siglo XIX
compilado por Gabriela Tío Vallejo.
1a ed. - Rosario : Prohistoria Ediciones, 2011.
336 p. ; 23x16 cm.
ISBN 978-987-1304-74-5
Este libro recibió evaluación académica y su publicación ha sido recomendada por reconocidos espe-
cialistas que asesoran a esta editorial en la selección de los materiales.
Prohibida la reproducción total o parcial de esta obra, incluido su diseño tipográfico y de portada, en
cualquier formato y por cualquier medio, mecánico o electrónico, sin expresa autorización del editor.
Este libro se terminó de imprimir en ART Talleres Gráficos, Rosario, en el mes de abril de 2011.
Tirada: 500 ejemplares.
Impreso en la Argentina
ISBN 978-987-1304-74-5
Índice
Introducción
Gabriela Tío Vallejo............................................................................................. 9
INTRODUCCIÓN
E
ra primavera el 3 de octubre de 1841 en Metán. Lejos de los azahares de San
Miguel, la cabeza de Marco Avellaneda era separada de su cuerpo por un sol-
dado bajo las órdenes del Coronel Maza; otra embriaguez nublaba la razón. No
muy lejos de allí, contra el muro exterior de la iglesia de San Joaquín de las Trancas
había sido fusilado Bernabé Aráoz diecisiete años antes, por orden de Javier López.
En esos casi veinte años, las muertes políticas se habían cargado de una violencia
extraordinaria. Don Bernabé había podido fumarse su último cigarro y su cuerpo ha-
bía caído en lugar sagrado, había escrito unas cartas y cumplido los últimos rituales.
El ensañamiento con el cadáver de Avellaneda era el punto de llegada de veinte años
de guerras bárbaras.1
Desde la Revolución, la guerra se había instalado en Tucumán dando apenas
breves treguas.
Región de frontera, de abundancia e indolencia, de desmesura. El exceso en el
lenguaje y en la fiesta, en el crimen y la borrachera... país de contradicciones y de ins-
tituciones extraordinarias. Así veían Tucumán los viajeros y ocasionales huéspedes.
Buscarían la explicación, con espíritu romántico, en el paisaje de la selva, el calor, la
efervescencia de verdes, el ensordecedor ruido de las cigarras en el ocio de la siesta
embriagada de azahares.2
1 Un gaucho del ejército de Oribe se había hecho una manea con la piel de Avellaneda (una manea es un
utensilio que sirve para reducir los movimientos de caballos o asnos). El relato de la muerte de Avella-
neda proviene del diario de uno de los capitanes de Oribe.
2 Puede leerse en las crónicas y memorias que esta percepción de la exuberancia y el exceso remite
también al trato social, a las costumbres y al lenguaje. Llama la atención de los viajeros el festejo del
carnaval incluso entre las damas de la elite. Véase al divertido relato del Dr. Juan H. Scrivener en sus
Memorias; SCRIVENER, Juan H. Memorias del Sr. Juan H. Scrivener. Impresiones de viaje: Londres-
Buenos Aires-Potosí, Buenos Aires, 1937; Paolo Mantegazza, por su parte, escribía sorprendido por la
manera de hablar de las tucumanas “…la dicción española en sus bocas adquiere un acento rastreador y
voluptuoso…”, MANTEGAZZA, Pablo Viajes por el Río de la Plata y el interior de la Confederación
Argentina, Coni Hnos., Buenos Aires, 1916.
10 La República extraordinaria
3 Esta extrañeza hacia una realidad contradictoria aparece en muchos viajeros; el italiano Mantegazza
opinaba también como Andrews “…la inercia de los habitantes los adormece sobre tesoros que apa-
recerían prontos y espontáneos, apenas arañaran la tierra…”. ANDREWS, Joseph Las provincias del
norte en 1825, UNT, Tucumán, 1967. Véanse también las reflexiones de BURMEISTER, Germán
Descripción de Tucumán, Coni Hnos., Buenos Aires, 1916.
4 ANDREWS, Joseph Las provincias…, cit., p. 43.
5 Son reconocidas las contribuciones pioneras sobre estos temas para el área rioplatense de José Carlos
Chiaramonte, Marcela Ternavasio y Noemí Goldman.
Introducción 11
la “retroversión” fue como un big bang que produjo una fragmentación en múltiples
soberanías, como ha señalado Antonio Annino. En el Río de la Plata este proceso llevó
a un concepto extremo de reasunción de la soberanía por parte de fracciones de cada
una de las comunidades territoriales. En segundo lugar, si la soberanía popular era el
cimiento que sostenía la legitimidad de las autoridades políticas resultantes de la Re-
volución, era una legitimidad nueva que había que construir. Y se edificaría también a
partir de la guerra, de una idea de sacrificio por el bien común ahora contenido en “la
patria” y de los vínculos y jerarquías de origen militar que explican los liderazgos de
gobernadores y caudillos.
Pero el colapso del orden institucional de la monarquía, sumado al quiebre de la
unidad de las provincias en los años 1820, ponía sobre la mesa otra cuestión: ¿cómo
definir una forma de gobierno que diera lugar a esas soberanías múltiples sin debilitar
la figura de un estado y sin perder los lazos entre las provincias?
En cada una de las viejas ciudades y sus jurisdicciones, esta agenda de problemas
se planteó con componentes particulares que se relacionaban estrechamente con el lu-
gar que habían ocupado en la guerra de independencia y con el vínculo que sostenían
sus regiones con la ciudad portuaria.
Los años que transcurrieron entre la Revolución y la aceptación del orden cons-
titucional común son años de “anarquía”, pero también de organización. Cómo ar-
monizaron ruptura y construcción en los acordes políticos de estos años es lo que los
estudios reunidos en este libro intentan mostrar para el caso tucumano.
Si la discusión acerca del concepto de soberanía y sus efectos prácticos des-
pués de la Revolución ha echado luz sobre las primeras décadas posrevolucionarias
y el análisis de las situaciones provinciales ha ganado en complejidad desde que se
abandonó la mirada centrada en “los tropiezos de la construcción del estado nación”,
hay algunas cuestiones ya clásicas de la historiografía que aún esperan una respuesta
convincente.
¿Qué pasó entre la muerte de Aráoz y la de Avellaneda? ¿Cuáles son las razones
que explican la “barbarización de la política” y qué relación hay con la ruralización?
Halperin Donghi en Revolución y Guerra,6 un libro cuya relevancia para los
estudios argentinos sobre el tema no requiere justificación, cierra su estudio acerca de
la Revolución rioplatense con una serie de pronósticos respecto de la cultura política
de la primera mitad del siglo XIX. Una de sus hipótesis centrales es la barbarización
de la política. Esta idea tiene, en la propia lectura de Halperin, varios sentidos. Se
refiere tanto a un estilo de vida política marcado por una violencia considerada rústica
o primitiva, como al predominio de una economía basada en las haciendas y sus ca-
6 HALPERIN DONGHI, Tulio Revolución y guerra. La formación de una elite dirigente en la Argentina
criolla, Siglo XXI, Buenos Aires, 1972.
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7 El tema está relacionado con una hipótesis más general de Halperin Donghi que planteaba que la Re-
volución había significado el paso de la hegemonía mercantil a la terrateniente. Hay un buen camino
recorrido sobre esta discusión a la que los estudios agrarios han contribuido mucho. Ellos muestran una
situación mucho más compleja: un patrón de inversiones diversificado, una economía rural mercantili-
zada en donde las unidades familiares combinaban producción de subsistencia con producción mercan-
til y trabajo salariado y, en todo caso, un panorama tan distante de una clase terrateniente consolidada
como de una burguesía mercantil. Véase el balance que de esta discusión y de los aportes de la historia
agraria hace FRADKIN, Raúl “¿Qué tuvo de revolucionaria la Revolución de independencia?”, en
Nuevo Topo, 5, septiembre-octubre 2008.
8 Una de las claves interpretativas más poderosas de la historiografía argentina ha sido la dicotomía
civilización-barbarie acuñada por Domingo F. Sarmiento.
9 Véase al respecto el artículo pionero de GOLDMAN, Noemí “Legalidad y legitimidad en el caudillis-
mo Juan Facundo Quiroga y La Rioja en el interior rioplatense”, en Boletín del Instituto de Historia
Argentina y Americana “Dr. Emilio Ravignani”, tercera serie, núm. 7, 1993, pp. 31-58.
10 TERNAVASIO, Marcela “Expansión de la frontera política, Buenos Aires, 1820-1840”, en ANNINO,
Antonio Historia de las elecciones en Iberoamérica, siglo XIX, FCE, Buenos Aires, 1995, p. 84.
11 A pesar de que la circular de octubre de 1812 reglamentaba la elección de diputados para la Asamblea
Constituyente, sólo preveía la votación en los cuarteles de la ciudad. Uno de los diputados electos, el
cura Nicolás Laguna, se negó a aceptar la diputación si no se solicitaba la aprobación de los habitantes
de la campaña.
Introducción 13
elecciones la representación a las ciudades. Juan Carlos Garavaglia señala que en las
tempranísimas elecciones para enviar el diputado que debía incorporarse a la Primera
Junta en octubre de 1810 en la provincia de San Juan, se solicitó incluso a las peque-
ñas villas dependientes de Jáchal y Valle Fértil que dieran su opinión y participaran en
la nominación del diputado.12
Claro que por ruralización podríamos entender también la movilización sin pre-
cedentes que la Revolución y la guerra provocaron.13 Raúl Fradkin, al preguntarse qué
tuvo de revolucionaria la Revolución de Mayo, pone el acento en la masiva movili-
zación de los sectores subalternos, que canalizó conflictos preexistentes asignándoles
un nuevo sentido y dándoles un encuadre político; esta movilización tuvo que ver en
parte con la militarización desencadenada por la guerra y también con la participación
electoral.14
Poco se ha estudiado en el caso tucumano acerca de la participación de la plebe.
Esporádicamente aparece la gente de la campaña en alguna asamblea o cabildo abierto
pero, hasta ahora, ni los escasos trabajos sobre el tema ni las fuentes disponibles au-
torizan conclusiones sobre ello.15
del liberalismo” y convocaba a salirse de la esfera del estado y de las elites para cons-
truir una historia “desde abajo” del liberalismo.16
En los últimos años la historia de las ideas ha recibido críticas epistemológicas a
sus modos de abordaje y se ha transitado hacia una historia de los lenguajes políticos,
una historia más atenta a relacionar un texto con las condiciones de enunciación y
menos seducida por la idea de cotejar modelos inmutables con aplicaciones imper-
fectas.17 La nueva historia intelectual sostiene el carácter plenamente histórico de las
formaciones discursivas.18
Superada la visión teleológica de la preexistencia de la nación y cuestionadas
también las lecturas evolutivas del paso de la tradición a la modernidad, tales revisio-
nes nos dejan en terreno libre para la explicación de los rasgos de la cultura política
posrevolucionaria sin la obsesión por las etiquetas o la identificación de fases en una
evolución dada.
16 Véase la entrevista publicada en 1993 en Entrepasados y más recientemente ANNINO, Antonio “El
voto y el siglo XIX desconocido” [en línea] http://foroiberoideas.cervantesvirtual.com/foro/data/4864.
PDF. Por esta visión acerca del liberalismo soy deudora también de las clases impartidas por Marcello
Carmagnani en El Colegio de México en el año 1992.
17 Véase PALTI, Elías El tiempo de la política. El siglo XIX reconsiderado, Siglo XXI, Buenos Aires,
2007.
18 La revisión, cuyos orígenes suelen situarse en los trabajos de J. G. Pocock y Quentin Skinner, ha contri-
buido a cuestionar el paradigma liberal como predominante en la primera mitad del siglo XIX y a situar
en el centro de la escena un republicanismo que provendría de una lectura de Maquiavelo y del despla-
zamiento de Locke a la periferia de la historia de las ideas de la Europa occidental. Esta relectura, que
ha influido sobre todo en la historiografía norteamericana y que ya se veía en obras como la de Gordon
Wood, ha tenido un amplio impacto en los últimos años en nuestras tierras donde el vocablo liberal ha
sido reemplazado por republicano en buena parte de la producción y se ha generalizado una actitud de
prudencia respecto al uso del concepto de liberalismo/liberal. Para esta discusión véase, PALTI, Elías
El tiempo..., cit.; AGUILAR, José Antonio y ROJAS, Rafael –coordinadores– El republicanismo en
Hispanoamérica. Ensayos de historia intelectual y política, FCE-CIDE, México, 2002; SAZBON,
José Nietzsche en Francia y otros estudios de historia intelectual, Universidad Nacional de Quilmes,
Bernal, 2009; GOLDMAN, Noemí –editora– Lenguaje y Revolución. Conceptos políticos clave en el
Río de la Plata, 1780-1850, Prometeo, Buenos Aires, 2008.
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En las últimas décadas del siglo XVIII la ciudad de San Miguel y su jurisdicción
era un espacio densamente poblado de alrededor de 20.000 habitantes.19 De esta pobla-
ción, algo menos de una quinta parte residía en la ciudad que, según Concolorcorvo,
se reducía a “cinco cuadras perfectas”.20 Los poblados de la campaña eran pequeñas
aglomeraciones; el cronista decía de San Joaquín de Trancas que apenas tenía “veinte
casas unidas”21 y éste debió ser uno de los más importantes ya que a principios de
XIX sólo Trancas y Monteros solicitaron que se les reconociera la condición de villas.
En el siglo XVI y parte del XVII las piezas de algodón habían ocupado un lugar
significativo en las exportaciones tucumanas, este cultivo y su manufactura decaye-
ron en el siglo XVIII, cuando comenzaron a destinarse al autoconsumo y al mercado
interno de la jurisdicción. Desde principios del siglo XVII los principales rubros de
la producción de la jurisdicción de San Miguel eran la ganadería, carretería y flete-
ría. Por su ubicación en la ruta comercial, las estancias tucumanas estuvieron en el
lugar óptimo para invernar mulas y criar y amansar bueyes, productos destinados a la
feria de Salta y al Alto Perú. Tucumán fue también un importante centro de curtiem-
bres, ya que la distancia del puerto obligaba a curtir los cueros antes de exportarlos;
19 Es la cifra que da el Censo de 1778. De este Censo sólo se han conservado para Tucumán los totales,
en un cuadro que incluye LARROUY, Antonio en Documentos del Archivo de Indias para la Historia
de Tucumán, Santuario de Nuestra Señora del Valle, Tolosa, Vol. VI, 1927. La información proveniente
de este Censo sólo nos permite una mirada general a la población ya que no contamos con los registros
sino con las cifras totales. Véase una crítica del censo y el estudio a partir de fuentes parroquiales en
BASCARY, Ana María Familia y vida cotidiana. Tucumán a fines de la colonia, Universidad Nacional
de Tucumán-Universidad Pablo de Olavide, Tucumán, 1999.
20 Para una descripción de la ciudad véase BASCARY, Ana María Familia y vida cotidiana…, cit.
21 CONCOLORCORVO El lazarillo de ciegos caminantes, Emecé, Buenos Aires, 1997, p. 76.
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“…el cuero curtido y crudo servía a la vez de materia prima a los numerosos talabar-
teros que confeccionaban las riendas, cinchas, sillas, aperos, lazos y demás enseres de
montar…”.22 Otra producción sucedánea de la ganadería era la de sebo y jabón que
aparecían como rubros destacados de la exportación.
Los bueyes conducían las famosas carretas tucumanas que eran el medio de
transporte obligado de las mercancías que iban al Alto Perú y a Buenos Aires, favore-
cida su construcción por la abundancia de buenas maderas. Completamente hechas de
madera y cuero, no tenían ni una sola pieza de hierro; por su función y los materiales
de que estaban hechas, son un símbolo de la actividad económica de la jurisdicción.23
En la segunda mitad del siglo XVIII la región reorientó parte de sus actividades
productivas: el Potosí había dejado de ser el único polo de la actividad económica.
Aunque la vinculación con el Litoral ya era un hecho, la creación del Virreinato y las
nuevas reglamentaciones comerciales consolidaron este diseño de redes económicas
y sociales. El tráfico mercantil en el puerto de Buenos Aires aumentó de modo tal
que las tradicionales actividades se intensificaron, pero no hubo una transformación
radical,24 las principales exportaciones serían desde este momento cueros y pellones
de lana y se complementaban con los nuevos cultivos de arroz y de tabaco cuya siem-
bra se había autorizado a fines del siglo XVIII. Los lazos comerciales con el litoral
se consolidaron; el proceso fue acompañado por la formación de redes comerciales
familiares; fue en esta situación en la que se insertaron los inmigrantes peninsulares
que comenzaron a llegar desde principios del siglo XVIII y se integraron a las familias
de vecinos tucumanos.
Las familias de la elite repartían sus actividades entre las haciendas, principal-
mente ganaderas, y el comercio. La riqueza de las familias de hacendados-comer-
ciantes provenía de la producción local pero también de las utilidades procedentes de
la intermediación como las invernadas, la recepción de productos ultramarinos y el
servicio de transportes.
Los trabajos de Cristina López muestran que si bien la propiedad legal de la
tierra acarreaba sus privilegios había un complejo mundo de arrendatarios, agregados
y ocupantes que participaban de la producción. Pese a las estrategias de las familias
principales para mantener sus patrimonios unidos “…el fraccionamiento fue inevita-
22 Se aprovechaba el tanino del cevil y la cal de Córdoba y Catamarca. BLISS, Horacio W. Del virreinato
a Rosas. Ensayo de Historia económica argentina.1776-1829, Richardet, Tucumán, 1959, p. 61.
23 Concolorcorvo ha descripto las carretas tucumanas con detalle en El lazarillo…, cit., p. 69.
24 Klauss Müller sostiene que la reorientación de la economía hacia el Atlántico no reportó cambios
substanciales. La composición de importaciones y exportaciones, en la que este autor centra su estu-
dio, no sufrió cambios significativos; en cambio, la producción agropecuaria y de carretería sí recibió
un impulso adicional; MÜLLER, Klauss “Comercio interno y economía regional en Hispanoamérica
colonial. Aproximación cuantitativa a la historia económica de San Miguel de Tucumán, 1784-1809”,
en Jahrbuch für Geschichte von Staat, Wirtschaft und Gesellschaft Lateinamerikas, 24, pp. 265-333.
Introducción 17
25 LÓPEZ, Cristina Los dueños de la tierra. Economía, Sociedad y poder en Tucumán (1770-1820),
Universidad Nacional de Tucumán, Tucumán, 2003, p. 353.
26 LÓPEZ, Cristina Los dueños…, cit.
27 Véase BASCARY, Ana María Familia y vida cotidiana…, cit.
18 La República extraordinaria
28 López estudia los efectos de la Revolución en la economía en “Revolución, libre comercio e importa-
ciones en Tucumán, 1809-1819”, en LÓPEZ, Cristina –compiladora– Identidades, representación…,
cit., pp. 103-120; también véase NICOLINI, Esteban “El comercio de Tucumán 1810-1815. Flujos de
mercancías y dinero y balanzas comerciales”, en Población y Sociedad, núm. 2, Yocavil, Tucumán,
1994.
29 Véase NICOLINI, Esteban “El comercio de Tucumán...”, cit.
30 Véase el análisis de HORA, Roy Historia económica de la Argentina en el siglo XIX, Siglo XXI, Bue-
nos Aires, 2010.
31 HORA, Roy Historia económica…, cit, p. 58.
Introducción 19
de las fiestas y los discursos públicos, la imagen de la Revolución y del nuevo régimen
que fue representada al pueblo, en tanto nuevo sujeto de la soberanía.
Dos ámbitos de deliberación son analizados en el libro, el congreso de las provin-
cias en 1816 y la legislatura provincial, puede verse allí el papel de las viejas corpo-
raciones y de sus individuos, los lenguajes políticos y la coexistencia de imaginarios.
Facundo Nanni analiza la actuación de la legislatura provincial, la gran novedad
que la Revolución trajo al gobierno, la institución que corporizaba la soberanía popu-
lar. La estudia como órgano de gobierno y espacio de opinión, entrelazando el análisis
con un panorama de los principales actores políticos de la época.
De entre estos actores, los eclesiásticos han jugado un rol fundamental en la
primera mitad del siglo XIX. Cecilia Guerra estudia el lugar de los clérigos en la
Revolución, sus recorridos educacionales y adscripciones intelectuales, mostrando la
fuerza que tuvo la idea monárquica en el Congreso y los conflictos entre república y
monarquía.
El artículo de Norma Ben Altabef hace un recorrido por la educación en Tucu-
mán desde la colonia hasta mediados de siglo, analizando la pervivencia del modelo
colonial y las novedades traídas por la Ilustración y el liberalismo. Estudia el papel
de corporaciones y gobiernos en la educación de los tucumanos y el límite constante
que la guerra impuso a su expansión. El capítulo de Ben Altabef, con su panorama
de más de medio siglo cierra, en cierto sentido, el itinerario político de una provincia
signada por la guerra.
Cada capítulo enfoca un mismo espacio y un mismo tiempo, con lentes que au-
mentan en cada caso diversos aspectos de la política posrevolucionaria, la presencia
de lo nuevo y lo viejo, la profunda imbricación entre la cultura política colonial, las
novedades de la ilustración y el liberalismo y las particulares formas de comprender y
organizar lo político que encuentra esta comunidad rioplatense.
Finalmente, Jovita Novillo ofrece un capítulo que reúne una descripción y crítica
de las fuentes disponibles en el Archivo Histórico de Tucumán para el estudio del
período.