Professional Documents
Culture Documents
El mando Concepto
Es la "Actitud que asume una persona que directamente gobierna a otras personas".
Definido así este concepto es sumamente amplio porque abarca tanto al director de una
institución como al capataz de una planta industrial; al jefe de una oficina que dirige a un grupo
de empleados subalternos.
Mando es: Lograr que las cosas se hagan a través de otras personas, dando órdenes e
instrucciones.
El mando no crea equipo su presencia es imprescindible ya que la respuesta de sus
subordinados es la evasión y dispersión; tiende a provocar la insubordinación, solo superada
por temor, en consecuencia podemos decir que al área que va mandar es:
Las Relaciones Humanas son las enderezadas a crear y mantener entre los individuos
relaciones cordiales, vínculos amistosos, basados en ciertas reglas aceptadas por todos y,
fundamentalmente, en el reconocimiento y respeto de la personalidad humana.
La actitud burocrática
Consiste en regirse exclusivamente por normas rígidas establecidas por los reglamentos de la
institución, con lo que quedan a salvo la seguridad y su responsabilidad personal como jefe.
Los hombres de esta clase tienen poco contacto con su gente por lo cual muestran escaso
interés. Las comunicaciones son de carácter oficial y con frecuencia por escrito.
La actitud autocrática
Se caracteriza por motivar, principalmente la necesidad de asegurarse el prestigio y el poder.
Los Individuos que actúan de esta forma tienen un gran concepto de su personalidad. Son tipos
de carácter egocéntricos y que, en el fondo, solo buscan prestar servicio a su yo personal.
El jefe autocrático exige una obediencia ciega de sus subordinados, cuyas necesidades y
sentimientos no le interesan mayormente.
La actuación simpática
Tiene como motivación el interés por cada uno de los subordinados. Es una actitud casi
paternal del jefe, quien trata de desarrollar en ellos sus potencialidades, estimula sus
ambiciones de progreso y otorga recompensas adecuadas pero escapa de aplicar sanciones y
castigos según los casos.
La actitud democrática
Se caracteriza por estar concentrado en el interés del grupo. El jefe democrático aspira el
perfeccionamiento del equipo al cuál dirige. Se integra con él en forma igualitaria y solo le exige
una sincera cooperación.
Las correlaciones
Debemos partir del principio de que jefe y subordinado son dos entes correlativos. Ninguno de
ellos puede existir sin el otro. No es posible que haya un jefe sin un subordinado, ni un
subordinado sin un jefe. Esa correlación tiene una importancia capital en la vida de una
institución
Basta una pequeña alteración del comportamiento de uno de los miembros del binomio para
que se produzca también una alteración en la conducta del otro. La repercusión de la conducta
del uno sobre la del otro puede tener, en determinados casos, consecuencias benéficas, pero
es posible que acarree también consecuencias funestas como reacción a disposiciones
absurdas, a ordenes injustas, o bien por la acción de simples palabras hirientes.
No debemos olvidar que en el fondo del inconsciente anidan las grandes virtudes del alma:
La caridad, la piedad, la consideración, la generosidad, la abnegación y el sacrificio y a su lado
se enroscan la serpiente de la envidia, de los celos, del rencor, del odio y de la sed de
venganza. Las puertas del inconsciente son así sumamente vulnerables.
Basta un acto, un gesto o una palabra para que se rompan y despierten entonces las bestias
dormidas. Las modalidades individuales en las relaciones con nuestros semejantes, en la vida
cotidiana, solemos tomar en cuenta determinadas actitudes y rasgos para caracterizar a las
personas con las cuales entramos en contacto. Esto es porque cada ser humano se manifiesta
exteriormente por una serie de formas expresivas.
Estas formas expresivas, que constituyen las modalidades individuales, pueden ser de diversas
índoles: gestos, mímica, reflexiones de la voz, actitud corporal, forma de caminar, entre otras.
Todas estas modalidades pueden agruparse en dos grande categorías, de acuerdo con la
actitud que adopta el sujeto con respecto a sus semejantes y con la vida:
La Actitud Objetivista
A Actitud Objetivista: Adaptación a las circunstancias, es decir, por una acomodación serena a
la situación imprevista, sin desplantes, sin explosiones de ira o de desesperación.
El individuo se da al mundo, o como dice Kunkel, cuando hace algo lo lleva a cabo por el
interés en la cosa misma. Trata de servir y no solamente de ser servido.
La Actitud Egocéntrica: Es un servicio al yo, es decir, al sujeto. El individuo egocéntrico, trata
siempre de satisfacer su propia estimación. Cuando realiza una buena acción no lo hace por la
acción misma, sino para recibir una alabanza o un aplauso. Se puede decir que todos sus
pensamientos giran en tomo de sí mismo.
Algunos ejemplos de modalidades individuales con sus formas opuestas:
Es un documento donde se recaban los indicadores más relevantes para realizar el control de
la gestión al nivel que se desee, bien sea de una unidad administrativa, un Área de un
ayuntamiento o toda la institución o toda la Organización.
Los Cuadros de Mando son muy útiles para controlar procesos regulares con un flujo de
información continuo. Permiten agrupar la información más relevante (esto es, útil para tomar
decisiones) necesaria para tener un conocimiento permanente de la situación de la gestión y su
evolución en el tiempo.
Los Cuadros de Mando son informes para el Control de la Gestión cuyo contenido está
orientado, normalmente, a la Dirección (al nivel de mando correspondiente) y responde a un
análisis de las necesidades de información de la misma para identificar las desviaciones
transcendentales en las distintas líneas de actuación de la Organización y sus causas, que
permita realizar las acciones de corrección que sean necesarias para alcanzar los objetivos
previstos.
El término "autoridad" tiene origen romano y era comúnmente concebido como parte de una
trilogía que incluía la religión y la tradición. El vocablo autoridad –autoritas--, proviene del verbo
augure que significa aumentar. En este primer significado, se considera "que los que están en
posición de la autoridad hacen cumplir, confirman o sancionan una línea de acción o de
pensamiento"
En el sentido moderno del término, la autoridad se ha definido de varias formas: como atributo
de una persona, cargo u oficio que otorga un derecho a dar órdenes; como una relación entre
los cargos de superior y subordinado; como una cualidad que hace que una orden se cumpla, y
como base de un comportamiento.
Poder y autoridad
En términos generales el poder ha sido considerado como un concepto más amplio que el de
autoridad, entendido como un caso especial de poder.
Al tratar el poder varios autores han retomado la definición de Max Weber, como la probabilidad
de tomar decisiones que afecten la vida de otro(s) pese a la resistencia de éstos. En la medida
en que el poder se ejerce por medio de la fuerza y la coerción, Weber distingue entre el mero
ejercicio del poder y la relación de dominación:
El concepto de dominación tiene por eso, que ser más preciso y sólo puede significar la
probabilidad de que un mandato sea obedecido. En su análisis sobre el poder, D. M. Wrong
estudia y clasifica las diferentes modalidades de ejercicio según la diversidad de sus
fundamentos. Para hacer que su poder sea efectivo, un individuo o grupo puede apelar a los
temores, a sanciones físicas, al ejercicio de la persuasión, a la manipulación o al compromiso
que los no-poderosos tienen con el "sentimiento del deber". Dependiendo de sus bases, Wrong
distingue las relaciones que son asimétricas de las que exigen reciprocidad. Dentro de las
primeras están la fuerza y la manipulación; dentro de las segundas la persuasión y la autoridad
Mientras que el poder que se ejerce por la fuerza tiene su sustento en la violencia, la
manipulación es un poder que se ejerce ocultando las intenciones mediante un esfuerzo
deliberado y exitoso de influir en las respuestas de individuos o grupos a los que no se les
comunica explícitamente las intenciones del poderoso. Este "lavado de cerebro" induce tanto a
la compra irreflexiva de determinados productos como a votar por ciertos candidatos.
Por su parte, debe entenderse por persuasión aquella forma de poder que intenta convencer
mediante argumentos que se aceptan sólo después de ser evaluados independientemente e
integrados como base del comportamiento propio.
Lo anterior no implica que la autoridad renuncie al ejercicio de la fuerza y la violencia sino que,
como Weber ha señalado, ésta se ejerce con un sustento legítimo y en esta medida se
minimiza la necesidad de mantener los medios de coerción en alerta constante: "Sólo cuando
un sistema de autoridad se desmorona, o un individuo dado pierde su autoridad, debe
recurrirse al poder para asegurar su conformidad..."
Al respecto algunos autores como Easton y Arendt, han señalado la necesidad de diferenciar
entre el ejercicio efectivo de la fuerza y la mera amenaza de su utilización. Conviene no perder
de vista la distinción significativa entre la exclusión efectiva de una persona del sistema político
(ya sea mediante la eliminación física o el encarcelamiento) de la mera "advertencia" de su
posible supresión. A diferencia del mero poder, la autoridad previene la aplicación de la fuerza
como tal: "cuando se usa la fuerza es que la autoridad ha fallado".
En la medida en que es legítima, toda autoridad se sustenta en las leyes. Así la autoridad se
distingue del poder coercitivo y del liderazgo basado en la capacidad de influir y en la
persuasión por la legitimidad. La relación de autoridad es una relación de órdenes y obediencia
en la cual la autoridad tiene el derecho de mandar y los otros la obligación de obedecer. Esta
definición de la legitimidad como sustento de la dominación está basada en los planteamientos
y es compartida por varios autores.
En este sentido, Winch afirma que "hay una conexión conceptual íntima entro la noción de
autoridad, por una parte, y la noción de que hay una forma correcta y otra incorrecta de hacer
las cosas, por la otra. El que se somete a la autoridad -a diferencia del que se somete al mero
poder coactivo- no está sujeto a una voluntad ajena. La aceptación de la autoridad es
conceptualmente inseparable de la participación en las actividades gobernadas por reglas en
función de las cuales la libertad adquiere sentido: ... sólo en el contexto de las actividades
gobernadas por reglas tiene sentido hablar de la libertad de elección; librarse de todas la reglas
no sería obtener la libertad perfecta, sino crear una situación donde la noción de la libertad ya
no podría encontrar asidero..." Por lo tanto resulta contradictoria la afirmación de que para
asegurarse la libertad de elección, es necesario renunciar a la autoridad (Winch,). Como
también lo afirma Herbert Marcuse basándose en los planteamientos de los clásicos de la
filosofía política, las nociones de autoridad y de libertad están unidas en la misma concepción y
en la persona del sujeto. Al respecto, preocupado por la vinculación entre libertad, autoridad y
democracia, Giovanni Sartori afirma que:
Así, en la medida en que la autoridad implica que la obediencia a los ordenamientos no sea
impuesta sino que tenga sustento legítimo se puede afirmar que la crisis de la democracia es
una crisis de autoridad. Lejos de repugnar a la democracia, puede decirse que la autoridad es
la fórmula de poder por excelencia. La idea que realza la democracia no es la conquista de
poder, sino por el contrario, su minimización y por lo tanto, la sustitución de los "poseedores de
poder" por los "poseedores de autoridad".
De ahí que, para Sartori la mejor forma de conceptualizar el autoritarismo es como un sistema
político en el cual, a diferencia de la autoridad democrática, apenas hay sitio, si es que lo hay,
para la libertad.
Una vez hechas estas reflexiones sobre poder, autoritarismo y democracia abordaremos la
diferenciación entre liderazgo y autoridad.
Autoridad y liderazgo
Es común que el concepto de líder se vincule con el de "héroe", en la medida en que se trata
de un individuo cuyas acciones tienen tal impacto social que "hace que sucedan cosas que de
otra forma no hubieran sucedido". Desde esta perspectiva, hay un gran entrelazamiento entre
las teorías de la revolución y las teorías de liderazgo en tanto que ambas presuponen una
teoría del cambio social.
Los estudiosos que comparten lo que se podría considerar el "paradigma carismático" que
Weber introduce como modelo de líder, consideran en términos generales que los grandes
líderes tienden a aparecer en las épocas de mayor conflicto político y causan un impacto
excepcional sobre los eventos sociales. Ante una crisis de valores (Smelser) aparece un héroe
carismático (Weber, Hook), cuyas características psicológicas, aunadas a sus acciones
públicas lo llevan a tomar decisiones críticas que a su vez serán el sustento de una nueva
identidad social, de nuevas estructuras permeadas por nuevas ideologías. En este sentido,
como señala Weber "el carisma es la gran fuerza revolucionaria en las épocas vinculadas a la
tradición"
Los orígenes del liderazgo se han situado comúnmente en el marco de las pequeñas
comunidades y de las sectas religiosas. El proselitismo que aparece en la génesis de los
movimientos religiosos se inspira frecuentemente en figuras proféticas como la de Moisés,
Mahoma, Jesús o Calvino. "La personalidad única e irresistible que moviliza y arrastra a las
masas hacia nuevas metas y nuevos caminos de salvación religiosa se convierte en prototipo
de liderazgo". Al respecto MacFarland analiza cómo en el Viejo Testamento se encuentra el
prototipo del paradigma carismático. En las relaciones de los judíos con Moisés aparecen los
tres elementos de los procesos psicológicos y sociológicos de liderazgo: el líder, los seguidores
y la situación de grupo
Maquiavelo hace énfasis en la virtud del líder que incluye tales características como el coraje,
la convicción, el orgullo (prestigio) y la fuerza. Por su parte Robert Michels destaca entre las
características de los líderes la 'Tuerza de voluntad", el empeño y la capacidad de oratoria.
A diferencia de la autoridad que demanda o exige que se cumplan sus disposiciones con base
en el fundamento legítimo y en el orden jerárquico, el líder sólo puede pedir o "esperar" que lo
sigan y a su vez esto depende de sus cualidades personales y de la situación misma -lo que
nos hace pensar en la clásica diferencia entre la virtud y la fortuna en el pensamiento de
Maquiavelo. Mientras la relación de autoridad es de subordinación jerárquica, la de liderazgo es
de sumisión personalizada.
Aquellos que ejercen la autoridad -especialmente en una gran asociación- muchas veces no
tienen conciencia de la identidad de sus seguidores, quienes pueden perder de vista quién está
en la cúspide. Por ejemplo, un ejército obedece al oficial de más alto rango sin siquiera
conocerlo (Bierstedt).
Se plantea entonces el problema de cómo trasladar los estudios sobre liderazgo en pequeñas
comunidades al análisis del mismo en las grandes asociaciones políticas, donde "la prensa
constituye un elemento fuerte para la conquista, la preservación y la consolidación del poder
por parte de los líderes".
La preocupación por el análisis del liderazgo se extiende a las situaciones de estabilidad social
que, como tales, no son esencialmente conflictivas y en donde los políticos están limitados por
la propia rutina y por las directrices gubernamentales. Sin embargo, como apunta MacFarland,
las acciones de los líderes siguen siendo importantes para estudiar las posibilidades del cambio
social. En las sociedades plurales, el liderazgo se ejerce en el marco de "conflictos
multilaterales y limitados" dentro de un sistema de estratificación social que ya no corresponde
al modelo dualista, un tanto simplista, de la élite y la masa.
En este contexto, las acciones de los líderes son interdependientes con las de una multiplicidad
de individuos, lo que da lugar a un nuevo tipo de liderazgo "pluralista" y de carácter "ejecutivo".
A diferencia de lo que ocurre en los pequeños grupos, en el marco institucional ampliado el
dirigente tiene que mantener el equilibrio mediante fórmulas de compromiso con sus
seguidores más cercanos, con los integrantes de otros partidos y asociaciones políticas, y con
los diversos grupos de funcionarios y el público en general.
El líder ejecutivo tiene así un carácter "colectivo" por el cual -a semejanza de lo que ha ocurrido
tradicionalmente cuando se habla de autoridad- el propio cargo no depende exclusivamente de
quien lo ocupa. El legado histórico y las expectativas, en cierta medida permiten predecir la
conducta del ejecutivo, y la institucionalidad garantiza la continuidad de forma que, en caso de
muerte repentina, el cargo funciona en ausencia del titular.
Una vez hechas estas observaciones en torno a los puntos en donde los conceptos de
autoridad y liderazgo confluyen y se diferencian, a continuación de analizará cómo algunos
autores han reflexionado en torno al papel de los líderes en los procesos democráticos
modernos.
Los principios del don de mando han demostrado su utilidad a lo largo del tiempo en la vigencia de
la organización policial “Todo jefe debe estar enterado o familiarizado con ciertos principios
del Don de Mando, los cuales debe aplicar para controlar o guiar a sus subalternos. Un
verdadero jefe hará de estos principios una parte de sí mismo; ellos serán los factores
guías para su respuesta normal a cada nueva situación en el ejercicio del mando"
Para conocer su trabajo, el jefe debe poseer un amplio campo de conocimientos y tratar
constantemente de mejorarlos mediante el estudio y la experiencia.
Un autoanálisis objetivo es el primer requisito para el jefe. Este no puede dirigir a otro si no se
domina así mismo. No es suficiente para el jefe el estar meramente enterado de sus
capacidades y limitaciones. Una vez que éstas han sido determinadas, debe hacerse un esfuerzo
sincero para retener y mejorar sus capacidades, eliminar sus limitaciones y debilidades.
Por medio de la observación y el contacto personal, el líder reconoce las diferencias entre los
individuos, y está más capacitado para saber cómo sus hombres reaccionarán en diversas
circunstancias. El conocimiento y comprensión de cómo actuarán sus hombres lo capacita para
un empleo más efectivo de ellos. Mediante este conocimiento, el Líder puede anticiparse a
proveer sus necesidades y ganar su confianza, respeto y cooperación, si hace un esfuerzo
sincero en pro de su bienestar.
Los miembros de la organización desean, por lo regular, saber lo que van a hacer y qué tal
lo hicieron una vez que su tarea ha sido ejecutada. El ejecutante es mucho más efectivo cuando
comprende su misión, la situación y el objetivo de la tarea que le ha sido asignada. La
información motiva a los hombres y los capacita para ejercitar una mayor iniciativa en
cualquier situación que pueda presentarse. El estar informado aleja los rumores.
5.- Dé el ejemplo.
Haga usted mismo lo que espera de sus hombres. Estos, en una forma instintiva, hacen de
la conducta de sus jefes el patrón de la suya. Mediante el ejemplo suyo, usted será capaz de
establecer normas para su unidad y ganar el respeto y la subordinación espontánea de sus
hombres. Si el jefe ha destruido el respeto mutuo que debe existir entre él y sus subordinados
habrá poca oportunidad para que ejerza su Don de Mando.
Pocas tareas son apropiadamente cumplidas, si no han sido impartidas órdenes claras y
precisas. No es suficiente el solo hecho de entregar las órdenes. El Jefe debe cerciorarse de
que sus órdenes han sido entendidas. Una vez que la dirección ha sido indicada, el jefe debe
cumplir la difícil tarea de supervisar. Debe emplear buen juicio para evitar demasiada o muy
poca supervisión. Debe interferir sólo cuando sea necesario, debido a errores considerables. Si
la supervisión no se realiza en forma eficiente, se corre el riesgo de coartar al subordinado y
hacerle perder la confianza.
El trabajo en equipo es la llave para el éxito de las operaciones. Por tanto, es deber de todo
Líder desarrollar el trabajo en equipo. Comenzando por los escalones más bajos y progresando
en ascenso hasta las unidades superiores; ello permitirá una operación eficiente y exitosa en su
unidad.
La habilidad para tomar decisiones se basa en la capacidad del jefe para pensar en forma lógica
y ordenada. Requiere una comprensión plena de la situación y un respaldo intelectual suficiente
que lo capaciten para reconocer y evaluar todos los aspectos de las circunstancias que
enfrenten. Un jefe alerta practica y hace estimaciones objetivas de todas las situaciones nuevas o
cambiantes. Se prepara así para reaccionar rápida y eficientemente cuando las circunstancias lo
requieran.
Los objetivos que le sean asignados serán logrados si la eficiencia y la moral de la unidad son
desarrolladas y mantenidas, y si el jefe conoce las capacidades y limitaciones de su Unidad. La
práctica juiciosa en la asignación de objetivos, estimulará la confianza y el desarrollo de las
habilidades en la Unidad. En ocasiones, ciertas situaciones pueden hacer que el jefe demande
de sus hombres más de lo que ellos normalmente puedan dar. La eficiencia y la moral no se
perderán a menos que esa práctica se haga un proceder común.
El Comandante de una Unidad es responsable por todo lo que la Unidad haga o deje de hacer.
Es importante que el jefe se esfuerce por asegurar que su Unidad haga las cosas de una
manera aceptable, pero siempre deberá asumir la responsabilidad de ellas aun cuando no
salgan bien. Si el jefe falla en asumir esta responsabilidad, su posición y ascendiente ante
sus hombres se verán afectadas, y las posibilidades del logro exitoso de la misión serán
reducidas.
Por lo general en el servicio el individuo espera ser tratado de un modo firme. La firmeza no
significa, de modo alguno, un tratamiento tiránico para los subordinados. Como una forma firme
debe haber imparcialidad y justicia Tal proceder es muy efectivo en el trato con los
subalternos, pero demanda mucho sentido común y buen juicio por parte del jefe. Debe evitar las
parcialidades y la tendencia a formar corte de favoritos.
La efectividad de un mando
El mando ejercen en las personas que tengan la habilidad necesaria para influir en los
elementos y lograr la realización de los objetivos propuestos, las responsabilidades de las
personas que ocupan cargos de liderazgo tienen la capacidad de asociar fundamentalmente las
competencias técnicas, conceptuales y humanas. El estilo de liderazgo es el patrón de
comportamiento que exhibe un individuo para influenciar en la conducta de un grupo, en el
esfuerzo de lograr una meta en una situación dada.
El poder está íntimamente relacionado con la capacidad de mandar, ordenar, disponer, señalar
qué hay que hacer, dónde, cuándo, cómo y quién, por medio de la actuación más típica, que es
la autoridad que se ejerce.
Las personas que ocupan cargos en los niveles estratégicos, tácticos y operativos, si desean
ser exitosos desarrollan diferentes estilos, que pueden variar desde un estilo eminentemente
democrático a un estilo totalmente totalitario.
Ordenar y mandar se ejecuta en un escenario social que está representado por dos
componentes inseparables: el que influye y los que son influidos. La gente por naturaleza es
sociable y el fenómeno de liderazgo está directamente relacionado con el estilo transaccional
entre él y sus más cercanos colaboradores.
Estilos de mando.
El estilo del don mando, va en función del grado de madurez profesional del subordinado,
compuesta por una parte, por el nivel de formación y adiestramiento frente a una tarea
determinada y por otra, por su actitud y predisposición
Y van desde el autoritario, entendido como aquel que pone el énfasis en marcar de cerca al
subordinado la forma de hacer las cosas, vigilando estrictamente el cumplimiento de sus
tareas, hasta el que delega autoridad y permite la plena participación y autoevaluación del
subordinado mismo en la realización de sus tareas, “despreocupándose” de su rendimiento.
Estilo autócrata
El director asume todas las responsabilidades y decisiones del personal que tiene bajo su
mando, así como el control de todas las operaciones: el resto del personal no participa en esto
y la única vía de comunicación es descendente. Tampoco se valora la creatividad del personal.
Estilo burocrático
Estilo consultante
El líder consulta al grupo sobre los asuntos que son del interés específico de estos, pero se
reserva siempre la decisión final que debe de ser acatada por el personal sin ningún tipo de
discusión.
Estilo participativo
El director recurre a la consulta continuamente con sus subordinados, procurando que el grupo
se implique y participe en los intereses y objetivos de la empresa, las decisiones se adoptan en
consenso y se estimula la creatividad del personal.
Estilo permisivo
El líder se limita a señalar las directrices generales y delega toda la autoridad en el grupo, para
que estos se organicen tomen las decisiones utilizando sus propios criterios
Son varios los estilos de mando conocidos y sus variantes y se pueden estudiar bajo distintos
modelos y clasificaciones más o menos complejas, pero hay algunos conceptos básicos
comunes a la cultura, Se sabe lo que es un mando autoritario y también las diferencias con el
estilo participativo o de dirección por objetivos.
También existe el mando de Laissez Faire de las oficinas públicas, donde la burocracia
monstruosa es más importante que las personas y sus problemas
Algunas personas creen que ser jefe es ser más; que ser colaborador equivale a inferior y que
por lo tanto el subordinado debe obediencia total limitándose a ser receptor y ejecutor de
órdenes. Esta idea errónea de superioridad e inferioridad (mando y obediencia), es la que
comparten los jefes autoritarios.
El mando autoritario parte de la idea de que él lo sabe todo, mejor que sus dirigidos, y lo
curioso es que cuando no sabe algo, se ve forzado a dar la imagen de enterado, presionando,
gritando o imponiendo su autoridad para que los colaboradores no tengan oportunidad de
poner en tela de juicio sus conocimientos.
La relación con los colaboradores es buena solo cuando éstos a su vez se consideran
inferiores, y que el jefe (por el solo hecho de serlo) sabe más que ellos y es un ser superior.
Estas imágenes de jefe y subordinado no solo son anticuadas sino que son propias,
lamentablemente, de la falta de cultura y preparación de las personas.
Algunas personas creen que ser jefe es ser más; que ser colaborador equivale a inferior y que
por lo tanto el subordinado debe obediencia total limitándose a ser receptor y ejecutor de
órdenes. Esta idea errónea de superioridad e inferioridad, mando y obediencia, es la que
comparten los jefes autoritarios.
La relación con los colaboradores es buena solo cuando éstos a su vez se consideran
inferiores, y que el jefe, por el solo hecho de serlo, sabe más que ellos y es un ser superior.
Estas imágenes de jefe y subordinado no solo son anticuadas sino que son propias,
lamentablemente, de la falta de cultura y preparación de las personas.
Estilo autoritario paternalista.
Otros jefes, que comparten las mismas ideas básicas de superioridad, en lugar de imponer sus
órdenes venden sus ideas de forma paternalista, dando consejos e insinuando de lo peligroso
de no cumplir con el deber. Este tipo de actuación responde al mando autoritario paternalista.
La teoría de las relaciones humanas que floreció por los años 60 como técnica de mando, y
cuyo más destacado y persistente defensor fue Dale Carnegie, se basa en controlar y
manipular la conducta del trabajador por medios psicológicos. Hacemos que trabajen más y
mejor, insinuando, prometiendo, dejando ver posibles premios, medidas con las cuales, en un
principio, los trabajadores se motivan e ilusionan, pero que posteriormente les hacen caer más
en el desánimo, sintiéndose engañados y frustrados con las falsas promesas.
Esto encierra una posición existencial negativa respecto a los trabajadores: Yo estoy bien, los
otros están mal, que se traduce en pensar que yo mando porque tengo la verdad y los
trabajadores deben obedecerme por las buenas o por las malas.
Los trabajadores que reciben algún reconocimiento son los fieles, buenos, sumisos,
cumplidores, que dedican toda su vida y esfuerzo a la empresa.
El estilo de mando laissez faire (dejar hacer, en francés), parte de un concepto también erróneo
sobre las personas y el trabajo: por más que te empeñes, las cosas no salen bien.
Las conclusiones subsiguientes son que: la culpa de los errores la tiene la organización, la
empresa como ente abstracto, el gobierno, la política, la sociedad o el país. Las cosas no
marchan bien, ya se sabe, pero es imposible mejorarlas.
Con esta idea de imposibilidad de lograr cosas, se dejan de hacer, se deja correr el tiempo,
esperar hasta que las soluciones vengan, se den o las cosas cambien. Es un estilo burocrático
donde la gente oculta su incompetencia entre montañas de papeles; se crean nuevos papeles
para controlar a los anteriores, impresos, certificados inútiles, firmas, sellos y todo lo que
significa la antítesis de la calidad.
La gestión por calidad persigue hacer bien las cosas a la primera como objetivo
prioritario. La gestión laissez-faire pone todos los impedimentos y trabas posibles, evitando que
las cosas se hagan de forma rápida y eficaz.
Hay que aclarar que las personas no proceden de una u otra forma porque sean malas, o
tengan una patología determinada. Cada uno actúa según su cultura, preparación y
entrenamiento, refugiándose en lo que se conoce bajo el nombre de nivel de incompetencia.
Las personas pueden crecer, desarrollarse, adquirir la cultura y conocimientos a los que no
tuvieron acceso en su oportunidad, para aspirar a la categoría de un mando.
Ser un buen mando, no es algo que se trae de nacimiento; al igual que ser ingeniero o abogado
se aprende. Curiosamente, algunas personas creen erróneamente que siendo ingeniero,
abogado o economista ya se tienen los conocimientos para la difícil tarea de conducir un
equipo humano.
Para mandar hay que estudiar técnicas de mando y conducción del equipo humano
independientemente del nivel académico que se tenga.
Al igual que para ser médico se estudian cinco años o mas, ser un mando participativo implica
unos estudios mínimos de tres años y posteriores reciclajes.
Yo estoy bien, tú estás bien. Se considera que la gente es buena en general, aspira a lo mejor
y la manera de llegar a grandes logros es encaminar los esfuerzos de todos hacia un fin
común.
Las personas tienen sus valores, motivaciones, necesidades y sentimientos ya sean mandos o
colaboradores; lo importante radica en entender y encauzar las relaciones del equipo.
• Humanamente los superiores y colaboradores están al mismo nivel. El grupo o los grupos con
vida interior individual y el superior al propio tiempo, en jefe del grupo.
La tarea de mando será más difícil para el incapacitado y más fácil para el capacitado
humanamente.
• Es evidente, que la organización debe fijar y mantener en este estilo de mando determinados
límites; dar margen a la necesidad de desarrollo de los colaboradores, teniendo en cuenta su
motivación para el rendimiento y su necesidad de información, y de organizar la colaboración y
la delegación.
Si la organización es un medio de mando, entonces antes de organizar, habrá que decidir para
qué forma de mando debe ser creada, es decir, el armazón exterior, la estructura visible en la
que se realiza el mando.
Esta forma de mando cooperativa y cooperadora será la de mayor éxito en los años futuros. El
que por lo pronto es aún raro de encontrar, no demuestra lo contrario, sino precisamente que
es difícil de practicar.
La moral
La definición de moral se puede abarcar desde diversas perspectivas, ya que su ámbito abarca
desde el sentido, pasando por la filosofía hasta una postura más religiosa. En términos amplios,
desde el punto de vista filosófico, se trata de aquel conjunto de creencias y valores, que dictan
normas y costumbres que guían el actuar de las personas hacia el bien, ya se trata del conjunto
de creencias que permiten distinguir entre el bien y el mal al realizar un determinado acto.
Desde una perspectiva más bien religiosa, se hace el intento de que los fieles no piensen la
moral como aquellas prohibiciones impuestas por Dios, sino más bien, que se trate de vivir y
desarrollar nuestras vidas en el amor a Dios y al prójimo. A fin de lograr comprender mejor lo
anterior, se presentan como guía los 10 mandamientos, ya que indican lo que es el amor
auténtico: el desear y hacer el bien al prójimo y a si mismo.
Por otra parte, la moral, al hacer referencia a la persona, hace imprescindible el considerar la
dignidad humana. De este modo, la moral sería el modo de ser y de vivir respetando y
promoviendo la dignidad del hombre en todo momento.
Desde otro punto de vista, menos ligado a la fe, la moral continúa siendo algo bastante similar,
constituyéndose como aquella conciencia de libertad propia del ser humano, a través de la cual
sus actos son juzgados como buenos o malos. En términos generales, la moral se constituye
como aquel conjunto de valores esperables en toda persona, en el que incluyen el respeto a la
dignidad humana y la igualdad de las personas, en torno a su género y ante la ley.
Todas las religiones y creencias desarrollan modos particulares pero similares de ver y llevar a
cabo la moralidad, sin embargo, en todos los casos, existen tres elementos fundamentales de
la moral: el objeto elegido, el objetivo que se persigue y el contexto en el que se desarrolla. Si
bien las circunstancias no cambian en esencia la bondad o maldad de un determinado acto, lo
que si logran es aumentar o disminuir su calidad moral.
La palabra "Moral" tiene su origen en el término del latín "mores", cuyo significado es
"costumbre". Moralis (< latín mos = griego (costumbre)). Por lo tanto "moral" no acarrea por sí
el concepto de malo o de bueno. Son, entonces, las costumbres las que son virtuosas o
perniciosas. Podría definirse también como: la suma total del conocimiento adquirido con
respecto a lo más alto, bueno y noble a lo que una persona se apega.
Los antiguos Romanos concedían a las Mores Maiorum, las constumbres de sus ancestros
fijadas en una serie continuada de precedentes judiciales, una importancia capital en la vida
jurídica, a tal grado que durante más de dos siglos (aproximadamente hasta el siglo II a.C) fue
la principal entre las fuentes del Derecho. Su vigencia perdura a través de la codificación de
dichos precedentes en un texto que llega hasta nosotros como la Ley de las XII tablas,
elaborado alrededor de 450 a.C.
Los conceptos y creencias sobre moralidad son generalizados y codificados en una cultura o
grupo y, por ende, sirven para regular el comportamiento de sus miembros. La conformidad con
dichas codificaciones es también conocida como moral y la civilización depende del uso
generalizado de la moral para su existencia.
La moral también es identificada con los principios religiosos, eróticos, orientaciones o valores
que una comunidad está de acuerdo en respetar.
Espíritu de cuerpo.
Espíritu. Milicia. En sentido figurado se emplea esta palabra en el lenguaje militar, y. así se
dice espíritu de cuerpo, espíritu guerrero o bélico, espíritu militar,. Tomamos del Diccionario de
Ciencias Militares, de Rubió, los párrafos siguientes:
«Espíritu de cuerpo.
Carácter íntimo, modo de ser de cada uno de los cuerpos u organismos del Ejército, en virtud
del cual se diferencian en lo esencial de sus análogos. Por extensión, la tendencia de los
individuos de cada cuerpo a levantar el prestigio del organismo de que forman parte, mejorando
sus condiciones morales y materiales, ocultando o disimulando sus errores y defectos,
exagerando el valor de sus cualidades recomendables. Cuando el espíritu de cuerpo se limita a
lo dicho; cuando es verdaderamente la tendencia al progreso y al esplendor del organismo a
que se refiera, cuando es, en resumen, hijo de la emulación noble, que, a modo de aguijón,
hace marchar a las colectividades como a los individuos por la vía cierta de las grandes
acciones y de los sacrificios por la patria, no hay palabra para ponderar como se merece ese
aliento moral, que forma la verdadera alma de las corporaciones.
Pero, si el espíritu de cuerpo toma el carácter agresivo, si es baluarte para menospreciar a las
demás colectividades semejantes, si es la suma de esfuerzos egoístas para conseguir ideales
bastardos, si a través de sus declamaciones se vislumbra la rastrera y baja envidia, si en vez
de tender al progreso propio quiere poner trabas al progreso ajeno, si se vale de la hermosa y
grande palanca del compañerismo para ligar con lazos bastardos nobilísimas aspiraciones, si
más tiende a desarrollar el amor propio que el amor de la patria, entonces no puede más que
abominarse de ese espíritu maligno, soplo infernal que se introduce en las colectividades para
cegarlas, esencia maléfica que deben repudiar todas las personas que piensan y sienten como
Dios quiere que debe pensarse y sentirse.
«Espíritu guerrero o belicoso. Refiriéndose a los pueblos es el modo especial de ser de los
mismos que se manifiesta por una marcada tendencia a acudir a las armas para ventilar los
asuntos de política interior o exterior. El espíritu guerrero de los pueblos se asemeja al espíritu
pendenciero de los individuos, y suele nacer de un estado de civilización imperfecto o del
hábito adquirido a costa de largas guerras. El espíritu belicoso no es el espíritu militar, pues, a
diferencia de éste, hijo de la educación y del pleno conocimiento de los deberes, aquél es
puramente espontáneo, constituye el carácter de una raza, y sólo a costa de profundas
transformaciones sociales se llega a modificar.
El espíritu belicoso de algunos pueblos les hace impropios para la guerra seria, trascendental,
tanto como son adecuados para la guerra de partidarios, de asechanzas, de sorpresas, de
golpes de audacia. Una mano, firmísima, una inteligencia superior, un hombre que sepa y
pueda rodearse de esa aureola que envuelve a los héroes legendarios, está en el caso de
sacar partido del espíritu belicoso, del instinto guerrero de un pueblo, para llevarlo a la victoria.
«Espíritu militar. Principio esencial, naturaleza moral de los pueblos, de las instituciones
armadas y de los individuos, por lo que a la guerra, y sobre todo a la guerra ordenada, se
refiere. Así como la eficacia militar es debida a la suma de todos los factores morales y
materiales, el espíritu militar depende nada más que de los caracteres psicológicos, de modo
que es tanto mayor cuanto más desarrolladas están las virtudes militares, y desaparecen
cuando estas virtudes se desconocen o se olvidan.
Como todos los principios esenciales, el espíritu militar es difícil de definir y de explicar. Existe
en las sociedades y en los individuos, como existe el patriotismo en los pueblos, como el alma
en los hombres. No es una pauta, es una fuerza; no es la brújula que señala el camino del
deber, es el fluido magnético que impele a seguir este mismo camino.
Las manifestaciones del espíritu militar, como sucede con todas las manifestaciones del
espíritu, son tan variadas como son distintas las circunstancias en que se da a conocer.
Cuando el amor a la vida dice al oído del hombre que se separe del peligro, le dice el espíritu
militar que se mantenga en su puesto de honor, despreciando la existencia en aras de la patria;
cuando la libertad humana le grita que se rebele contra la orden mal dictada, el espíritu militar
le obliga a doblegarse y a someterse a quien la ley le señala como un superior; cuando la
vanidad humana le induce a oponerse violentamente a la opinión del jefe inepto, el espíritu
militar le sujeta a respetar lo que la inteligencia de ningún modo aceptaría; pues el espíritu
militar es unas veces valor, otras abnegación, muchas veces entusiasmo por la profesión
abrazada, no pocas anhelo de gloria para la colectividad, afán de esplendor para la patria; es,
en fin, el conocimiento pleno del deber y la voluntad decidida de llegar hasta el sacrificio para
cumplirlo.»
Espíritu de las tropas. «Para el que cree de buena fe, dice Almirante en su Diccionario Militar,
que un ejército es una máquina, esta expresión espíritu de las tropas será vacía de sentido;
pero componiéndose los ejércitos de hombres, y siendo en éstos lo principal el espíritu, a él se
ha de tender con preferencia. Desde luego esta expresión no puede referirse a la milicia, sino a
un ejército, o parte de él, en campaña abierta.
Disciplina
Se define como un deseo de aceptar, en convicción y sin reservas, la necesidad de una ley
común que rija y coordine el esfuerzo. En el ámbito militar se define como la práctica de
los deberes militares en todo momento y circunstancia, aun estando alejado el subalterno del
superior. La disciplina está valorada como uno de los pilares fundamentales de la
organización militar.
La disciplina se enseña por medio del ejemplo: la soberbia, el falso orgullo, la apatía, la desidia y la
rebeldía son sus peores enemigos. La disciplina se muestra de forma inequívoca cuando en la
Institución hay cohesión, cuando el trabajo en equipo es armónico, diligente y cuando reina la
justicia en los integrantes de la organización.
La disciplina es una fuerza moral importante que mueve los ejércitos al combate aún en las
condiciones más adversas.
Antiguamente se creía que el lado derecho tenía relación con Dios, y el izquierdo con el Diablo.
En algunas lenguas romances, como el italiano, se mantiene todavía el vocablo "siniestro" para
el zurdo.
Por lo tanto, la palabra "destreza" puede herir la sensibilidad de los zurdos, y conllevar
prejuicios de antaño. Aunque en la actualidad esa palabra ya no tiene el mismo significado de
antes, también las personas de ahora ya ni siquiera se toman la molestia de saber si están en
lo correcto o no.
El liderazgo es un tema crucial hoy en día en donde las fronteras se han abierto al comercio
global; donde las organizaciones permanentemente se encuentran en una constante lucha por
ser cada vez más competitivas, lo que ha generado que las personas que las conforman sean
eficientes y capaces de dar mucho de si para el bienestar de la organización. Al hablar de
organizaciones y personas es indispensable mencionar a los conductores, los líderes de hoy,
aquellos que logran el éxito de sus organizaciones y que orientan a sus subordinados a
conseguirlo.
El líder como toda persona posee muchos defectos y virtudes que debe conocer; esto implica
mirar primero dentro de uno mismo, conocerse para luego entender a los demás y reflejar lo
que quiere lograr, lo que busca alcanzar con los demás para conseguir el éxito. Este análisis
nos llevara a entendernos para luego conocer a los demás y de esta forma mejorar nuestro
desempeño como líderes que somos, sea para beneficio personal y/o de nuestra organización.
Aunque hay para quienes "administración " y "liderazgo" son sinónimos, debe hacerse una
distinción entre ambos términos. Para efectos reales, puede haber líderes de grupos no
organizados en absoluto, mientras que sólo puede haber administradores, tal como los
concebimos aquí, en condiciones de estructuras organizadas generadoras de funciones.
La esencia del liderazgo son los seguidores. En otras palabras, lo que hace que una persona
sea líder es la disposición de la gente a seguirla. Además, la gente tiende a seguir a quienes le
ofrecen medios para la satisfacción de sus deseos y necesidades. El liderazgo y la motivación
están estrechamente interrelacionados. Si se entiende la motivación, se apreciará mejor qué
desea la gente y la razón de sus acciones.
Definición de liderazgo
El diccionario enciclopédico edición 1995 de Barcelona España se define como líder a impulsor
o iniciador de una conducta social. Dirigente, jefe con la aceptación voluntaria de sus
seguidores. El que va en cabeza de una clasificación.
También se define como una inferencia, el arte o proceso de inferir sobre las personas de
modo que éstas se esfuercen voluntariamente hacia el logro de las metas del grupo.
El liderazgo es conducir, dirigir y preceder. El líder actúa para ayudar a un grupo a lograr sus
objetivos mediante la aplicación máxima de sus capacidades.
Es el arte de influir sobre la gente para que trabaje con entusiasmo en la consecución de
objetivos en Pro del bien común.
Otras definiciones son: -"El liderazgo es un intento de influencia interpersonal, dirigido a través
del proceso de comunicación, al logro de una o varias metas"
Rallph M. Stogdill, en su resumen de teorías e investigación del liderazgo, señala que "existen
casi tantas definiciones del liderazgo como personas que han tratado de definir el concepto.
Aquí, se entenderá el liderazgo gerencial como el proceso de dirigir las actividades laborales
de los miembros de un grupo y de influir en ellas. Esta definición tiene cuatro implicaciones
importantes.
"Liderazgo es la influencia interpersonal ejercida en una situación, dirigida a través del proceso
de comunicación humana a la consecución de uno o diversos objetivos específicos".
Cabe señalar que aunque el liderazgo guarda una gran relación con las actividades
administrativas y el primero es muy importante para la segunda, el concepto de liderazgo no es
igual al de administración. Warren Bennis, al escribir sobre el liderazgo, a efecto de exagerar la
diferencia, ha dicho que la mayor parte de las organizaciones están sobre administrado y
sublidereadas. Una persona quizás sea un gerente eficaz (buen planificador y administrador)
justo y organizado-, pero carente de las habilidades del líder para motivar. Otras personas tal
vez sean líder eficaces – con habilidad para desatar el entusiasmo y la devolución --, pero
carente de las habilidades administrativas para canalizar la energía que desatan en otros. Ante
los desafíos del compromiso dinámico del mundo actual de las organizaciones, muchas de
ellas están apreciando más a los gerentes que también tiene habilidades de líderes.
Concepto de liderazgo:
Con las definiciones vistas anteriormente vemos que el liderazgo va asociado a los puestos de
mando y la esencia son los seguidores que tienden a seguir a quienes les ofrecen medios para
lograr la satisfacción de sus deseos y necesidades.
Para ser un líder no es necesario tener un título académico ni un puesto importante, ni siquiera
disponer de dinero, pudiendo ser un líder cualquier persona y dependerá de nuestra capacidad
de trabajar y colaborar con los demás en base del respeto y la consideración mutua; no
esperando a que se elaboren los grandes planes estratégicos, se promulguen nuevas layes o
se alcancen consensos, tomando siempre la iniciativa.
Características Fundamentales
El conocimiento de sí mismo es una parte esencial de la formación del líder, que tiene que ser
un mismo conociendo sus fortalezas, debilidades, mantiene coherencia entre lo que dice
sostener y lo que practica. En caso de no hacerlo aparece la falta de integridad que hace
decaer el ánimo de los componentes del grupo y por ende la productividad en general.
Para ser íntegro debe conocerse muy bien a sí mismo debiendo ser honesto consigo mismo
primero y después con sus seguidores.
El buen líder tiene carácter, dominio de sí mismo, estudia analiza, se observa y se perfecciona
permanentemente, se autodisciplina, se aplica primero a sí mismo mayores exigencias que les
reclamará a sus seguidores, no falseará ni defraudará a nadie.
Arieu define al líder como "la persona capaz de inspirar y asociar a otros con un sueño". Por
eso es tan importante que las organizaciones tengan una misión con alto contenido
trascendente, ya que es una manera muy poderosa de reforzar el liderazgo de sus directivos.
Líder: Es una persona que tiene la capacidad de conducir a otros, en un proceso, que permitirá
alcanzar un determinado objetivo, meta o propósito.
Analizando esta definición, podemos desglosar varias características específicas que debería
tener una persona que se considera Líder:
Definiremos en primer término que los rasgos que caracterizan o identifican al líder son innatos,
que en un 40 % aproximadamente son destrezas innatas, agregándose al total los
comportamientos aprendidos y/o entrenados.
Así enumeraremos estos rasgos como predisposición, valentía, dominar y enfrentar las
situaciones, decisión, mayor capacidad verbal y gestual, ser proactivo, etc.; los rasgos son
innatos, los comportamientos se aprenden.-
Visión de futuro;
Plantea metas;
Hay que señalar que no es líder quien quiere sino quien puede.
Características básicas:
Visionario;
Inconformista;
Persona de acción;
Quiere resultados;
Contagia entusiasmo;
Gran comunicador;
Gran negociador;
Capacidad de mando;
Características complementarias:
Trabajador;
Vida equilibrada;
Prudente;
Realista;
Humilde;
Justo;
Humano;
Generoso;
Optimista;
Culto; etc...-
No se centra en el líder sino en las funciones que cumple en el seno del grupo. Para que el
grupo opere se deben cumplir o desempeñar dos funciones básicas:
Las relacionadas con las tareas ó con la solución de las tareas, siendo ésta una función
básicamente operacional y funcional a los fines de la organización y explotada básicamente
por las políticas organizacionales en tanto y cuanto valoren y potencien adecuadamente el
papel del líder.
Si un líder debe lograr eficazmente las metas que se espera que logre, debe tener autoridad
para actuar de manera que estimule una respuesta positiva de aquellos que trabajan con él
hacia el logro de las metas. La autoridad para el Liderazgo consiste en tomar decisiones o en
inducir el comportamiento de los que guía.
Existen por lo menos dos escuelas de pensamiento acerca de las fuentes de autoridad del
líder. La posición tradicional con respecto a la selección de líderes y al otorgamiento de
autoridad para éstos afirma que la función del líder se otorga a individuos a los que se
considera capaz y deseoso de servir, de tal modo que logren la respuesta a quién recibirá la
autoridad formal la toman los representantes de línea. La fuente de toda autoridad proviene de
la gerencia de la organización, desde esta fuente se delega progresivamente y en descenso la
autoridad a los líderes que ocupen un puesto esencial para lograr los resultados necesarios.
Investigadores que estudian el comportamiento de los líderes los han ubicado en diferentes
estilos cada uno de ellos con componentes muy particulares que conllevan a una gran
diferencia en la forma cómo comportarse dentro de la organización. Tal vez muchos de las
personas que ocupan una posición de Liderazgo no tengan un estilo totalmente identificado y,
por consiguiente en su comportamiento organizacional .
Estilos de liderazgo
El líder autócrata:
Un líder autócrata asume toda la responsabilidad de la toma de decisiones, inicia las acciones,
dirige, motiva y controla al subalterno. La decisión y la gula se centralizan en el líder. Puede
considerar que solamente él es competente y capaz de tomar decisiones importantes, puede
sentir que sus subalternos son incapaces de guiarse a sí mismos o puede tener otras razones
para asumir una sólida posición de fuerza y control. La respuesta pedida a los subalternos es
La obediencia y adhesión a sus decisiones. El autócrata observa los niveles de desempeño de
sus subalternos con la esperanza de evitar desviaciones que puedan presentarse con respecto
a sus directrices.
El líder participativo:
Cuando un líder adopta el estilo participativo, utiliza la consulta, para practicar el liderazgo. No
delega su derecho a tomar decisiones finales y señala directrices específicas a sus subalternos
pero consulta sus ideas y opiniones sobre muchas decisiones que les incumben. Si desea ser
un líder participativo eficaz, escucha y analiza seriamente las ideas de sus subalternos y acepta
sus contribuciones siempre que sea posible y práctico. El líder participativo cultiva la toma de
decisiones de sus subalternos para que sus ideas sean cada vez más útiles y maduras.
Impulsa también a sus subalternos a incrementar su capacidad de auto control y los insta a
asumir más responsabilidad para guiar sus propios esfuerzos. Es un líder que apoya a sus
subalternos y no asume una postura de dictador. Sin embargo, la autoridad final en asuntos de
importancia sigue en sus manos.
El líder que adopta el sistema de rienda suelta o líder liberal:
Mediante este estilo de liderazgo, el líder delega en sus subalternos la autoridad para tomar
decisiones Puede decir a sus seguidores "aquí hay un trabajo que hacer. No me importa cómo
lo hagan con tal de que se haga bien". Este líder espera que los subalternos asuman la
responsabilidad por su propia motivación, guía y control. Excepto por la estipulación de un
número mínimo de reglas, este estilo de liderazgo, proporciona muy poco contacto y apoyo
para los seguidores. Evidentemente, el subalterno tiene que ser altamente calificado y capaz
para que este enfoque tenga un resultado final satisfactorio.
Desde luego, existen diversos grados de liderazgo entre estos estilos; sólo se analizaron tres
de las posiciones más definidas .En una época, algunos autores y administradores separaban
uno de estos estilos de liderazgo y lo promovían como el remedio para todas las necesidades
de supervisión. La mayoría dio énfasis a la administración participativa, aunque el estilo
autócrata tuvo varios defensores que lo promovían como la única técnica eficaz.
Ocasionalmente existen promotores del estilo de rienda suelta que afirman que es un estilo
singularmente provechoso. Las tendencias más recientes enfatizan la necesidad de adaptación
y flexibilidad en el uso de los estilos de liderazgo, como oposición al perfeccionamiento de uno
solo de dichos estilos." Se cree que en la sociedad dinámica actual son raros los
administradores cuyos pensamientos y preferencias sean completamente iguales y los
trabajadores que tengan idénticas capacidades y necesidades. Y casi nunca hay dos
organizaciones que tengan metas y objetivos idénticos. Debido a esto, por lo general se
recomienda que el administrador tome en cuenta una serie de factores para determinar qué
estilo de liderazgo es apropiado para cada situación.
En pocas palabras, un estilo de liderazgo será más eficaz si prevalecen determinados factores
situacionales, en tanto que otro estilo puede ser más útil si los factores cambian.
El liderazgo es el proceso de influir en otros y apoyarlos para que trabajen con entusiasmo en
el logro de objetivos comunes. Se entiende como la capacidad de tomar la iniciativa, gestionar,
convocar, promover, incentivar, motivar y evaluar a un grupo o equipo. Es el ejercicio de la
actividad ejecutiva en un proyecto, de forma eficaz y eficiente, sea éste personal, dirigencial o
institucional
Tipos de liderazgo
tomar la iniciativa, gestionar, convocar, promover, incentivar, motivar y evaluar a un grupo o equipo. El liderazgo implica que haya una persona (líder) que pueda
influir y motivar a los demás (seguidores). De ahí que en los estudios sobre liderazgo se haga énfasis en la capacidad de persuasión e influencia. Tradicionalmente,
a la suma de estas dos variables se le ha denominado carisma. Sin embargo, los estudios actuales en psicología y sociología han concluido que el carisma no tiene
la importancia que históricamente se le había otorgado y que hay otros factores que son más determinantes a la hora de construir el liderazgo.]
Liderazgo autoritario:
El líder es el único en el grupo que toma las decisiones acerca del trabajo y la organización del
grupo, sin tener que justificarlas en ningún momento.
Los criterios de evaluación utilizados por el líder no son conocidos por el resto del grupo. La
comunicación es unidireccional: del líder al subordinado.
Liderazgo democrático:
El líder toma decisiones tras potenciar la discusión del grupo, agradeciendo las opiniones de
sus seguidores.
Cuando hay que resolver un problema, el líder ofrece varias soluciones, entre las cuales el
grupo tiene que elegir.
En ningún momento juzga ni evalúa las aportaciones de los demás miembros del grupo.
Los miembros del grupo gozan de total libertad, y cuentan con el apoyo del líder sólo si se lo
solicitan.
Liderazgo transaccional:
Los miembros del grupo reconocen al líder como autoridad y como líder.
El líder tiene la capacidad de modificar la escala de valores, las actitudes y las creencias de los
seguidores.
Las principales acciones de un líder carismático son: discrepancias con lo establecido y deseos
de cambiarlo, propuesta de una nueva alternativa con capacidad de ilusionar y convencer a sus
seguidores, y el uso de medios no convencionales e innovadores para conseguir el cambio y
ser capaz de asumir riesgos personales.
Liderazgo en el trabajo
En los negocios se evalúan dos características importantes en los ejecutivos, con la intención
de verificar su capacidad de dirección: por un lado, la aptitud y, por otro, la actitud. La primera
se obtiene con el aprendizaje de nuevos métodos y procedimientos; por ejemplo, la capacidad
de construir un balance, un flujo de caja, distribución de planta o un plan de marketing. Pero en
muchos casos estos conocimientos no son aplicables, porque los gerentes carecen de una
buena actitud, es decir, de un comportamiento adecuado que intente implementar dichos
métodos.
Entre las actitudes más solicitadas y requeridas está la habilidad de liderazgo, la misma que
puede cultivarse pero que, según muchos autores, es parte de la personalidad individual.
¿Cómo saber si nosotros estamos configurados como líderes y, en caso contrario, cómo
desarrollar estas habilidades en nuestra persona? Es un tema de amplio debate y estudio, pero
es necesario descubrir si tenemos algo de líderes y qué cosas nos faltan para lograr serlo a
cabalidad.
Liderazgo institucional
Personalidad
Expectativas
Cultura
Políticas organizacionales
Reconocimiento y actitudes de colegas
Los líderes aprenden que algunos estilos dan mejor resultado que otros, los que
intentan adoptar un estilo muy incompatible con su personalidad básica no tienden a
utilizarlo con eficacia
Las expectativas del líder son otro componente más. El estilo del liderazgo que
aprueban los superiores es muy importante al determinar la orientación que éste
seleccionará
Las expectativas de los seguidores constituyen otro factor que determina lo adecuado
de un estilo particular
El liderazgo en la policía
Desde hace unos años atrás el Liderazgo en la Policía ha estado sometida y quizás nunca
mejor empleado el verbo a sucesivos cambios, transformaciones ó al menos intentos de ello,
mayormente por influencias y conceptos que se extrapolaban (aplicación de un criterio
conocido a otros casos similares para extraer conclusiones o hipótesis). Hacia el interior de la
organización, generando muchas de ellas resistencia, debido entre otras cosas, a un liderazgo
formal ineficiente, que no transmitió adecuadamente la visión.
Entonces, hoy ante los conocimientos recibidos, podemos asimilar y comprender de mejor
forma, la génesis de estos acontecimientos y evaluar de otra forma, los nuevos procesos de
esta índole que experimentamos en la actualidad, las nuevas posturas de la ciudadanía hacia
su policía, los ámbitos políticos que recogen esas inquietudes, etc.
Sin embargo, no debemos considerar que una institución ú organización policial no ha estado
signada por el "liderazgo" desde sus inicios como tal, aunque sin plena conciencia del pleno
uso moderno del término y teniendo en cuenta su estructura altamente jerarquizada y
estructurada en forma piramidal.
Aunque el líder eficaz pueda en ocasiones señalar un destino específico que la gente se sienta
obligada a buscar, es más probable que su eficacia resida, sobre todo, en su capacidad de
poner en marcha un proceso de orientación"
Es necesario establecer objetivos personales que coincidan con los fines de la organización,
aprovechar talentos personales.
La disciplina se debe mantener al igual que las jerarquías, pero se debe evitar el autoritarismo,
no se pueden dar ordenes caprichosas; se debe evitar tener ídolos, tratar de ser objetivos,
modelar conductas dentro de la Institución; de modo que es imprescindible el Liderazgo en esta
profesión porque de alguna manera, la actividad humana es factible de ser desordenada y el
líder lo que tiene que hacer es focalizar esa actividad y lograr que los objetivos se cumplan.
En una corporación Policía se necesita un líder que indique el camino a seguir, que oriente a
los integrantes hacia donde se deben dirigir, marcando cuales son los objetivos que
pretendemos para la policía.
Es fundamental para un verdadero líder en la policía tener en cuenta los principios del mando;
conocerse a si mismo y tratar de mejorar; ser técnicamente un profesional eficiente; buscar y
tomar responsabilidades; dar el ejemplo; conocer al personal y velar por su bienestar;
entrenarlo con sentido de equipo y asegurarse que la misión sea entendida, supervisada y
cumplida.
Las necesidades en un mercado global cada vez más competitivo, nos obligan a optimizar
recursos, ser más eficientes y productivos de cara al mercado y los clientes, por ello cada vez
más organizaciones abordan la metodología del Cuadro de Mando Integral o Balance
Scorecard (BSC), pero no encuentran soluciones informáticas capaces de dar seguimiento para
su implementación. Otras quieren poner en práctica esta metodología, pero todavía no
encuentran el instrumento y el apoyo más adecuado para hacerlo.
Los ejecutivos de muchas Empresas, a nivel mundial, utilizan el Cuadro de Mando Integral
como la estructura organizativa central de los procesos de gestión importantes tales como:
establecimiento individual y por equipos de los objetivos, compensación, formación y
retroalimentación, distribución de recursos, presupuestos y planificación, así como estrategia.
Concepto
El concepto de cuadro de mando integral – CMI (Balanced Scorecard en ingles – BSC) fue
presentado en el número de Enero/Febrero de 1992 de la revista Harvard Business Review,
con base en un trabajo realizado para una empresa de semiconductores.
Sus autores, Robert Kaplan y David Norton, plantean que el CMI es un sistema de
administración o sistema administrativo (Management system), que va más allá de la
perspectiva financiera con la que los gerentes acostumbran evaluar la marcha de una empresa.
Se considera como el antecedente del Cuadro de Mando Integral, al “Tableau de Bord”, que por
los años sesenta se utilizó en Francia., que traducido de manera literal, vendría a significar algo
así como tablero de mandos, o cuadro de instrumentos. El tablero de mando se incorporaba en
un documento las diversas razones para el control financiero de la Empresa.
Según el libro "The Balanced ScoreCard: Translating Strategy into Action", Harvard Business
School Press, Boston, 1996:
"El BSC es una herramienta revolucionaria para movilizar a la gente hacia el pleno
cumplimiento de la misión, a través de canalizar las energías, habilidades y conocimientos
específicos de la gente en la organización hacia el logro de metas estratégicas de largo plazo.
Definición
CMI es una herramienta dinámica que permite visualizar, en tiempo real, el rendimiento de una
organización
También es una herramienta que ayuda a la compañía a expresar los objetivos e iniciativas
necesarias para cumplir con la estrategia.
Implementar en una empresa un modelo CMI ayudará a visualizar y describir con precisión a
donde se quiere llegar.
Y permite visualizar de forma clara cuales son las prioridades y los procesos a mejorar.
Otras de las ventajas es, que proporciona valor añadido en los procesos ya que la
comunicación, la capacidad de transmitir que se quiere conseguir y como medirlo se
incrementa así como mejorar y controlar los sistemas de calidad implantados.
El Cuadro de Mando Integral (CMI), nace para relacionar de manera definitiva la estrategia y
su ejecución empleando indicadores y objetivos en torno a cuatro perspectivas.
Los beneficios de la implantación del Cuadro de Mando Integral se pueden integrar en cuatro
conceptos:
1.- Relacionar la estrategia con su ejecución definiendo objetivos en el corto, medio y largo
plazo.
2.- Tener una herramienta de control que permita la toma de decisiones de manera ágil.
3.- Comunicar la estrategia a todos los niveles de la organización consiguiendo así alinear a las
personas con la estrategia.
4.- Tener una clara visión de las relaciones causa-efecto de la estrategia. Esto es, hallar una
correlación entre la variación de las métricas de un objetivo y las de otro a lo largo del tiempo.
Esto permite predecir cómo se comportarán algunas métricas en el futuro a partir del análisis
de otras en el momento actual; y tomar alguna decisión que permita cambiar el rumbo de los
acontecimientos Para conseguir estos beneficios, el Cuadro de Mando Integral usa un modelo
basado en indicadores y objetivos que gira en torno a cuatro perspectivas: financiera, clientes,
procesos internos y aprendizaje y crecimiento.
En base a las relaciones de causa-efecto, se elabora un Mapa estratégico (Si bien la traducción
literal de Strategy Map es Mapa de la estrategia) que permite ver de un pantallazo la evolución
de los indicadores y tomar acciones tendientes a modificarlos.
Perspectivas
Permite tanto guiar el desempeño actual como apuntar el desempeño futuro. Usa medidas en
cuatro categorías -desempeño financiero, conocimiento del cliente, procesos internos de
negocios y aprendizaje y crecimiento- para alinear iniciativas individuales, organizacionales y
trans-departamentales e identifica procesos enteramente nuevos para cumplir con objetivos del
cliente y accionistas.
El CMI sugiere que veamos a la organización desde cuatro perspectivas, cada una de las
cuales debe responder a una pregunta determinada:
El CMI es por lo tanto un sistema de gestión estratégica de la empresa, que consiste en:
Formular una estrategia consistente y transparente.
Por otra parte, dichas perspectivas se encuentran interrelacionadas entre sí, por lo que deben
estudiarse de forma conjunta. Dicha interrelación, queda patente, a modo de ejemplo, a partir
de un gráfico donde se establecen posibles relaciones, propuesto por Amat y Dowds (1998),
donde una mejora en la capacitación de los empleados acaba repercutiendo en los resultados
económicos de la empresa, a través de las otras dos perspectivas, la de procesos internos y la
de los clientes. Es evidente que una mejora en la formación de los empleados, ocasiona una
mejora sustancial en los procesos internos de la empresa, lo que a la larga acaba beneficiando
a los clientes, hecho que se percibe a través de la medición del grado de satisfacción que
presentan. Finalmente, si los clientes se encuentran satisfechos, sin duda, es obvio que los
resultados de la empresa se verán obviamente mejorados.
Así, se define un cuadro de indicadores con objetivos en cada una de las perspectivas que
sirven para ejecutar, comunicar y controlar la estrategia.
Además también se emplea el mapa estratégico que es un esquema de las relaciones causa-
efecto de la estrategia a través de las cuatro perspectivas y que sirve para plasmar de una
manera gráfica el despliegue de la estrategia para tener una visión más clara para la toma de
decisiones.
Perspectiva financiera
Índice de liquidez.
Índice de endeudamiento.
Índice DuPont.
Para lograr el desempeño financiero que una empresa desea, es fundamental que posea
clientes leales y satisfechos, con ese objetivo en esta perspectiva se miden las relaciones con
los clientes y las expectativas que los mismos tienen sobre los negocios. Además, en esta
perspectiva se toman en cuenta los principales elementos que generan valor para los clientes,
para poder así centrarse en los procesos que para ellos son más importantes y que más los
satisfacen.
El conocimiento de los clientes y de los procesos que más valor generan es muy importante
para lograr que el panorama financiero sea próspero. Sin el estudio de las peculiaridades del
mercado al que está enfocada la empresa no podrá existir un desarrollo sostenible en la
perspectiva financiera, ya que en gran medida el éxito financiero proviene del aumento de las
ventas, situación que es el efecto de clientes que repiten sus compras porque prefieren los
productos que la empresa desarrolla teniendo en cuenta sus preferencias.
Una buena manera de medir o saber la perspectiva del cliente es diseñando protocolos básicos
de atención y utilizar la metodología de cliente incógnito para la relación del personal en
contacto con el cliente (PEC).
Perspectiva de Procesos:
El modelo plantea los valores de este bloque como el conjunto de guías del resto de las
perspectivas. Estos inductores constituyen el conjunto de activos que dotan a la organización
de la habilidad para mejorar y aprender. Se critica la visión de la contabilidad tradicional, que
considera la formación como un gasto, no como una inversión.
Para entonces, los principios básicos sobre los que se sostenía el Cuadro de Mando ya
estaban estructurados, es decir, se fijaban unos fines en la entidad, cada uno de éstos eran
llevados a cabo mediante la definición de unas variables clave, y el control era realizado a
través de indicadores.
A la hora de disponer una relación de Cuadros de Mando, muchos son los criterios que se
pueden entremezclar, siendo los que a continuación se describen, algunos de los más
indicativos, para clasificar tales herramientas de apoyo a la toma de decisiones.
El horizonte temporal.
Otras clasificaciones:
La situación económica.
En una primera etapa, la empresa debe conocer en qué situación se encuentra, valorar dicha
situación y reconocer la información con la que va a poder contar en cada momento o
escenario, tanto la del entorno como la que maneja habitualmente.
Esta etapa se encuentra muy ligada con la segunda, en la cual la empresa habrá de definir
claramente las funciones que la componen, de manera que se puedan estudiar las necesidades
según los niveles de responsabilidad en cada caso y poder concluir cuáles son las prioridades
informativas que se han de cubrir, cometido que se llevará a cabo en la tercera de las etapas.
Por otro lado, en una cuarta etapa se han de señalizar las variables críticas necesarias para
controlar cada área funcional. Estas variables son ciertamente distintas en cada caso, ya sea
por los valores culturales y humanos que impregnan la filosofía de la empresa en cuestión, o ya
sea por el tipo de área que nos estemos refiriendo. Lo importante en todo caso, es determinar
cuáles son las importantes en cada caso para que se pueda llevar a cabo un correcto control y
un adecuado proceso de toma de decisiones.
En último lugar, deberemos configurar el Cuadro de Mando en cada área funcional, y en cada
nivel de responsabilidad, de manera que albergue siempre la información mínima, necesaria y
suficiente para poder extraer conclusiones y tomar decisiones acertadas.
Los responsables de cada uno de los Cuadros de Mando de los diferentes departamentos, han
de tener en cuenta una serie de aspectos comunes en cuanto a su elaboración. Entre dichos
aspectos cabría destacar los siguientes:
Los Cuadros de mando han de presentar sólo aquella información que resulte ser
imprescindible, de una forma sencilla y por supuesto, sinóptica y resumida.
No se puede olvidar la importancia que tienen tanto los gráficos, tablas y/o cuadros de
datos, etc., ya que son verdaderos nexos de apoyo de toda la información que se
resume en los Cuadros de Mando.
De alguna manera, lo que incorporemos en esta herramienta, será aquello con lo que
podremos medir la gestión realizada y, por este motivo, es muy importante establecer en cada
caso qué es lo que hay que controlar y cómo hacerlo. En general, el Cuadro de Mando debe
tener cuatro partes bien diferenciadas:
Una primera en la que se deben de constatar de forma clara, cuáles son las variables o
aspectos clave más importantes a tener en cuenta para la correcta medición de la
gestión en un área determinada o en un nivel de responsabilidad concreto.
Una segunda en la que estas variables puedan ser cuantificadas de alguna manera a
través de los indicadores precisos, y en los períodos de tiempo que se consideren
oportunos.
No deben perderse de vista los objetivos elementales que se pretenden alcanzar mediante el
Cuadro de Mando, ya que sin unos fines a alcanzar, difícilmente se puede entender la creación
de ciertos informes. Entre dichos objetivos podemos considerar que:
Por último y como objetivo más importante, esta herramienta de gestión debe facilitar la
toma de decisiones. Para ello, el modelo debería en todo momento:
Facilitar el análisis de las causas de las desviaciones. Para ello se precisaría de una
serie de informaciones de carácter complementario en continuo apoyo al Cuadro de
mando, además de la que pudiera aportarle el Controller, ya que en muchas ocasiones
disfruta de cierta información de carácter privilegiado que ni siquiera la Dirección
conoce.
Proporcionar los medios para solucionar dichos problemas y disponer de los medios de
acción adecuados.
Saber decidir como comportarse. En cierto modo, estaríamos haciendo referencia a un
sistema inteligente, a un sistema que se iría nutriendo de la propia trayectoria de la
empresa, y que cada vez mejor, suministraría una información y un modo de actuar
óptimo
Los principales elementos que pueden hacer que el Cuadro de mando muestre notables
diferencias con respecto a otras herramientas contables y de gestión:
Otro aspecto que cabe destacar, es la relación mutua que ha de existir entre el Cuadro de
Mando y el perfil de la persona a quien va destinado. Precisamente, las necesidades de cada
directivo, han de marcar la pauta que caracterice y haga idónea a esta herramienta en cada
caso y situación, sobre todo con respecto al nivel de mayor responsabilidad de la jerarquía
actual de la empresa, debido a que se precisa un esfuerzo mucho mayor de generalidad y
síntesis.
Un rasgo más del Cuadro de Mando es la solución de problemas mediante acciones rápidas.
Cuando se incorporan indicadores de carácter cualitativo al Cuadro de Mando, en cierto modo,
éstos están más cerca de la acción que los propios indicadores o resultados financieros.
Asimismo, estos indicadores nominales nos dan un avance en cuanto a qué resultados se van
a alcanzar.
Con respecto a los indicadores, éstos son elementos objetivos que describen situaciones
específicas, y que tratan de medir de alguna manera las variables propuestas en cada caso. Al
analizar los indicadores necesarios, establecíamos una distinción básica entre los financieros y
los no financieros.
El Cuadro de Mando se nutre de todo este tipo de indicadores, tiene en cuenta los aspectos
prospectivo y retrospectivo, configurando un punto de vista global mucho más completo y
eficaz. Su función es conjugar una serie de elementos para suministrar una visión de conjunto y
ofrecer soluciones en cada caso.
No obstante, los indicadores tratados hasta aquí se encargan de valorar elementos con un
carácter cuantificable, pero cada vez más, es mayor la importancia que van adquiriendo las
variables cualitativas, aunque su desarrollo siga todavía estando por debajo del alcanzado en
los financieros.
La mayoría de las técnicas tienen como elemento común, el mostrar las relaciones que existen
entre las categorías de las variables más que entre las propias variables. El Cuadro de mando,
no debe profundizar tanto en estas técnicas, sino en la obtención de la información mínima
necesaria, para que junto a las variables de carácter monetario, pueda llevar a cabo la ya
mencionada gestión globalizada.
El cuadro de Mando Integral es algo más que el cuadro de mando tradicional, ya que se trata
de un conjunto de indicadores estratégicos y de gestión (sistema de información) que permiten
analizar la ligazón entre la misión-visión, a medio y largo plazo, y los objetivos operativos a
corto plazo.
1. Adopta una perspectiva global, equilibrando objetivos del corto plazo con los del largo plazo,
y los indicadores monetarios con los monetarios. Por ello, con el CMI el control de gestión
adquiere una dimensión estratégica.
Así, la diferencia entre el cuadro de mando tradicional y el cuadro de mando integral es que
deja de ser un conjunto de indicadores que informan de aspectos concretos de la organización
de una entidad. Por tanto, ahora, la visión global, o sea, la estrategia de la entidad debe
revisarse y tenerse en cuenta en la elaboración del CMI.
Otras de las diferencias fundamentales que plantea el CMI y el Cuadro de Mando tradicional;
La importancia que genera el CMI es que permite relacionar indicadores entre sí, por lo que las
perspectivas o áreas determinadas en el cuadro de mando reproducen relaciones del tipo
causa-efecto. De esta forma, se recibe información de lo que sucede y se sabe la causa de
porqué sucede. La novedad, sin duda, es que no se trata de presentar una batería de
indicadores clave de la empresa sin una conexión entre ellos, sino de ver precisamente las
relaciones causales existentes entre los mismos, de tal manera que se pueda evaluar cómo las
variaciones unitarias en los diferentes indicadores afectan (son la causa) a los otros, de tal
manera que podamos simular como hemos de lograr el objetivo último y finalista de nuestra
organización.
En general, las aportaciones que plantea la utilización de un CMI son las siguientes:
4. La utilización del CMI obliga a coordinar las tareas de planificación con la estrategia. Orienta
la organización hacia objetivos estratégicos.
5. Contribuye a la redefinición permanente de la estrategia. El entorno donde se mueve una
organización es cambiante, por lo que se consigue un efecto feedback entre las experiencias y
las decisiones de la visión global de la empresa.
Podemos concluir que la gran diferencia entre el CMI y el cuadro de mando tradicional, tal y
como hemos visto en las páginas anteriores, es que el CMI implica la generalización de los
indicadores no financieros, elimina la obsesión por el corto plazo y además permite y plantea el
análisis de las relaciones causa-efecto entre indicadores.
Por otra parte, el CMI introduce la posibilidad de utilizar variables que no son de tipo financiero
pero que son de gran interés en las administraciones públicas. Para el caso de las entidades
públicas, los resultados financieros, aún siendo útiles, deben complementarse con muchos
otros. Lo que realmente interesa optimizar es el grado de producción final, que en realidad son
servicios para los ciudadanos (clientes de las administraciones públicas). Parece que las
Organizaciones Públicas, prestadoras de servicios, donde los ciudadanos son a la vez clientes
y accionistas, no pueden permanecer impasibles frente a mejoras de gestión como las que
representa una herramienta de éstas características.
Las cuatro perspectivas en las que se divide un cuadro de mando integral: formación e
innovación, procesos internos, clientes y finanzas, reflejan las áreas más relevantes de
actividad en los entes públicos, pero parece razonable dar mayor insistencia en la perspectiva
del clientes-ciudadanos, dado que la razón de ser de los organismos públicos radica en la
necesidad de proveer servicios a los ciudadanos que el mercado nunca proveería, o que si lo
hace lo haría a precios no razonables.
A parte de las ventajas que supone la utilización del CMI a un nivel general, de cara a la
Administración pública, tenemos que señalar tres ventajas adicionales. Dadas las
características de dichas entidades y la posibilidad de mejora, Azúa (1998) señala las
siguientes características:
C) TOMA DE DECISIONES
La teoría de la decisión
Es un estudio formal sobre la toma de decisiones. Los estudios de casos reales, que se sirven
de la inspección y los experimentos, se denominan teoría descriptiva de decisión; los estudios
de la toma de decisiones racionales, que utilizan la lógica y la estadística, se llaman teoría
preceptiva de decisión. Estos estudios se hacen mas complicados cuando hay más de un
individuo, cuando los resultados de diversas opciones no se conocen con exactitud y cuando
las probabilidades de los distintos resultados son desconocidas.
La toma de decisión es también un proceso durante el cual la persona debe escoger entre dos
o más alternativas. Todos y cada uno de nosotros pasamos los días y las horas de nuestra vida
teniendo que tomar decisiones. Algunas decisiones tienen una importancia relativa en el
desarrollo de nuestra vida, mientras otras son gravitantes en ella.
En los administradores, el proceso de toma de decisión es sin duda una de las mayores
responsabilidades.
La toma de decisiones en una organización se circunscribe a una serie de personas que están
apoyando el mismo proyecto. Debemos empezar por hacer una selección de decisiones, y esta
selección es una de las tareas de gran trascendencia.
Con frecuencia se dice que las decisiones son algo así como el motor de los negocios y en
efecto, de la adecuada selección de alternativas depende en gran parte el éxito de cualquier
organización; Una decisión puede variar en trascendencia y connotación (relación).
Es la selección de un curso de acción entre varias alternativas por lo tanto constituye la base
de la planeación.
Esta constituye una parte importante en la labor de todo gerente, sobra decir que todos
tomamos decisiones, lo que diferencia el ejercicio de esta en la administración es la atención
sistemática y especializada que los gerentes o administradores prestan a la misma.
Definición
Es una elección consciente y racional, orientada a conseguir un objetivo, que se realiza entre
diversas posibilidades de actuación (o alternativas).
Antes de toma runa decisión deberemos calcular cual será el resultado de escoger una
alternativa. En función de las consecuencias previsibles para cada alternativa se tomará la
decisión. Así, los elementos que constituyen la estructura de la decisión son: los objetivos de
quién decide y las restricciones para conseguirlos; las alternativas posibles y potenciales; las
consecuencias de cada alternativa; el escenario en el que se toma la decisión y las
preferencias de quien decide.
En el momento de tomar una decisión es importante ya que por medio de esta podemos
estudiar un problema o situación que es valorado y considerado profundamente para elegir el
mejor camino a seguir según las diferentes alternativas y operaciones.
La toma de decisiones, se considera como parte importante del proceso de planeación cuando
ya se conoce una oportunidad y una meta, el núcleo de la planeación es realmente el proceso
de decisión, por lo tanto dentro de este contexto el proceso que conduce a tomar una decisión
se podría visualizar de la siguiente manera:
a. Elaboración de premisas.
b. Identificación de alternativas.
Naturaleza de la decisión.
La toma de decisiones es el proceso mediante el cual se realiza una elección entre las
alternativas o formas para resolver diferentes situaciones de la vida, estas se pueden presentar
en diferentes contextos: a nivel laboral, familiar, sentimental, etcétera., es decir, en todo
momento se toman decisiones, la diferencia entre cada una de estas es el proceso o la forma
en la cual se llega a ellas.
La toma de decisiones consiste, básicamente, en elegir una alternativa entre las disponibles, a
los efectos de resolver un problema actual o potencial, (aún cuando no se evidencie un
conflicto latente).
Es caracterizada por que una persona haga uso de su razonamiento y pensamiento para elegir
una decisión a un problema que se le presente en la vida; es decir, si una persona tiene un
problema, ésta deberá ser capaz de resolverlo individualmente a través de tomar decisiones
con ese especifico motivo.
Por ejemplo: Muchas empresas se inician como pequeñas compañías establecidas por un solo
hombre, que es el que toma las decisiones, o por lo menos las principales. A medida que la
empresa crece la tendencia de este individuo es seguir manejando las decisiones, ya que
íntimamente cree que los demás sean menos competentes que el.
La decisión para hacer frente a una emergencia es típicamente del tipo de gerente individual,
en una emergencia no hay tiempo para hablar sobre ella, buscar consejo, o resolver muchas
ideas diferentes sobre lo que podría hacerse. La decisión debe ser tomada sin demoras. Sin
embargo antes de llevar a cabo la decisión, o por lo menos durante las primeras etapas de
implementación, el gerente debe comunicarse con los afectados por la decisión para ayudarlos
a comprender dicha decisión.
Para tomar una decisión, no importa su naturaleza, es necesario conocer, comprender, analizar
un problema, para así poder darle solución; en algunos casos por ser tan simples y cotidianos,
este proceso se realiza de forma implícita y se soluciona muy rápidamente, pero existen otros
casos en los cuales las consecuencias de una mala o buena elección puede tener
repercusiones en la vida y si es en un contexto laboral en el éxito o fracaso de la organización,
para los cuales es necesario realizar un proceso más estructurado que puede dar más
seguridad e información para resolver el problema. Las decisiones nos atañen a todos ya que
gracias a ellas podemos tener una opinión crítica.
(Toda mala decisión que tomo va seguida de otra mala decisión. Harry S. Truman)
Actualmente se le concede cada vez una mayor importancia a la participación de todos los
elementos que integran un grupo o equipo de trabajo, en la toma de decisiones, no porque se
haya prescindido totalmente de la toma de decisiones hecha exclusivamente por el líder del
grupo (gerente, jefe, supervisor, etc.,) sino porque hay ocasiones en que se debe aprovechar el
conocimiento y la experiencia de un mayor número de personas, para tomar mejores
decisiones, además de que cuando la gente participa en la toma de la decisión, se siente más
comprometida a lograr los resultados deseados, convirtiéndose en un poderoso motivador para
los trabajadores el que se les tome en cuenta en el momento de decidir.
VENTAJAS DESVENTAJAS
Algunos puntos que se sugieren para lograr que funcione la Toma de Decisiones en Grupo:
Sin embargo, en la práctica real, la toma de decisiones en grupos esta sujeta a muchas
limitaciones. Algunos miembros contribuirán mucho mas que otros, tanto el status como el
poder de algunos de los miembros excederá al de otros miembros. Además en algunos casos,
ciertos miembros rara vez difieran de las opiniones expresadas por otros miembros del grupo y,
en otros casos, cuando difieren, pueden ejercer poca influencias sobre lo que al final se decide.
Clases de decisiones
Decisiones programadas
Son aquellas que se toman frecuentemente, es decir son repetitivas y se convierte en una
rutina tomarlas; como el tipo de problemas que resuelve y se presentan con cierta regularidad
ya que se tiene un método bien establecido de solución y por lo tanto ya se conocen los pasos
para abordar este tipo de problemas, por esta razón, también se las llama decisiones
estructuradas. La persona que toma este tipo de decisión no tiene la necesidad de diseñar
ninguna solución, sino que simplemente se rige por la que se ha seguido anteriormente.
Por ejemplo, los gerentes rara vez tienen que preocuparse por el ramo salarial de un empleado
recién contratado porque, por regla general, las organizaciones cuentan con una escala de
sueldos y salarios para todos los puestos. Existen procedimientos rutinarios para tratar
problemas rutinarios.
Las decisiones programadas se usan para abordar problemas recurrentes. Sean complejos o
simples. Si un problema es recurrente y si los elementos que lo componen se pueden definir,
pronosticar y analizar, entonces puede ser candidato para una decisión programada. Por
ejemplo, las decisiones en cuanto a la cantidad de un producto dado que se llevará en
inventario puede entrañar la búsqueda de muchos datos y pronósticos, pero un análisis
detenido de los elementos del problema puede producir una serie de decisiones rutinarias y
programadas. En caso de Nike, comprar tiempo de publicidad en televisión es una decisión
programada.
En cierta medida, las decisiones programadas limitan nuestra libertad, porque la persona tiene
menos espacio para decidir que hacer. No obstante, el propósito real de las decisiones
programadas es liberarnos. Las políticas, las reglas o los procedimientos que usamos para
tomar decisiones programadas nos ahorran tiempo, permitiéndonos con ello dedicar atención a
otras actividades más importantes. Por ejemplo, decidir cómo manejar las quejas de los
clientes en forma individual resultaría muy caro y requeriría mucho tiempo, mientras que una
política que dice “se dará un plazo de 14 días para los cambios de cualquier compra” simplifica
mucho las cosas. Así pues, el representante de servicios a clientes tendrá más tiempo para
resolver asuntos más espinosos.
Decisiones no programadas
Contexto empresarial:
En las organizaciones en general y en las empresas en particular suele existir una jerarquía
que determina el tipo de acciones que se realizan dentro de ella y, en consecuencia, el tipo de
decisiones que se deben tomar, es frecuente dividir una empresa en 3 niveles jerárquicos (a
veces 4):
A medida que se baja en esta jerarquía, las tareas que se desempeñan son cada vez más
rutinarias, por lo que las decisiones en estos niveles serán más estructuradas (programadas).
Adicionalmente, una organización también estará dividida en varias secciones funcionales, son
varias las propuestas de división que se han planteado para una empresa de forma genérica,
aunque la más aceptada es la que considera los siguientes departamentos o unidades
funcionales:
1. Dirección
2. Marketing
3. Producción
4. Finanzas
5. Recursos Humanos
Las situaciones, ambientes o contextos en los cuales se toman las decisiones, se pueden
clasificar según el conocimiento y control que se tenga sobre las variables que intervienen o
influencian el problema, ya que la decisión final o la solución que se tome va a estar
condicionada por dichas variables.
Se tiene conocimiento total sobre el problema, las alternativas de solución que se planteen van
a causar siempre resultados conocidos e invariables. Al tomar la decisión solo se debe pensar
en la alternativa que genere mayor beneficio.
En este tipo de decisiones, las posibles alternativas de solución tienen cierta probabilidad
conocida de generar un resultado. En estos casos se pueden usar modelos matemáticos o
también el decisor puede hacer uso de la probabilidad objetiva o subjetiva para estimar el
posible resultado.
Ambiente de incertidumbre
Se posee información deficiente para tomar la decisión, no se tiene ningún control sobre la
situación, no se conoce como puede variar o la interacción de la variables del problema, se
pueden plantear diferentes alternativas de solución pero no se le puede asignar probabilidad a
los resultados que arrojen.
un ejemplo de esta es una empresa que decide ampliar sus operaciones a un país
extranjero, por ejemplo quizás sepa muy poco acerca de la cultura, leyes, condiciones
económicas y políticas de este país.
Muchas decisiones gerenciales implican incertidumbre de varios grados, pero por lo general no
una ignorancia total. Los gerentes desde hace mucho tiempo han buscado minimizar el grado
de incertidumbre en sus decisiones, para este fin utilizan investigaciones de varias clase,
incluyendo materiales, procesos y mercado, otro método es tratar sistemáticamente con la
incertidumbre, evaluando la posibilidad de que un evento ocurra, según se revela por la
aplicación de la teoría de la posibilidad siempre que es posible.
No estructurada: No se sabe que puede ocurrir ni las probabilidades para las posibles
soluciones, es decir no se tienen ni idea de que pueda pasar.
Es probable que haya una situación basada en hechos, la cual sin embargo puede ser
completa. Para una mejor toma de decisiones pueden estimarse las probabilidades objetivas de
ciertos resultados con base en, por ejemplo, modelos matemáticos, por otra parte también
puede hacerse uso de la probabilidad subjetiva, basada en el juicio y la experiencia.
Afortunadamente, los administradores disponen de varios instrumentos para la toma de
decisiones más efectivas.
Los riesgos se presentan siempre que es posible pronosticar con certeza el resultado de una
alternativa, aunque se cuente con suficiente información para pronosticar las probabilidades
que conducirán al estado deseado.
Sin embargo se han desarrollado nuevas técnicas para una visión mas precisa del riesgo.
Prácticamente las decisiones se basan en la interacción de diversas variables importantes,
muchas de las cuales poseen un elemento de incertidumbre, pero también, quizás un alto
grado de posibilidad. De este modo el acertado de o no lanzar un nuevo producto podría
depender de ciertas variables básicas:
Su costo de producción.
Árbol de decisiones.
Uno de los mejores métodos para el análisis de una decisión es el llamado árbol de decisión,
en estos se describen gráficamente en forma de árbol los puntos de decisión, hechos aleatorios
y probabilidades de los diverso cursos de acción que podrían seguirse. Uno de los mayores
problemas, mas comunes de las empresas es la introducción de nuevos productos.
Este es una técnica muy útil en la toma de decisiones debido a que el árbol representa un
diagrama de un número de eventos posibles que podrían afectar una decisión. Se toman en
cuenta valores relativos para los resultados que se prevén de cada decisión. El resultado de
valor del valor mas alto indica el curso que probablemente producirá el mas alto rendimiento
monetario.
Los métodos del árbol de decisiones permiten al menos determinar las principales alternativas
y el hecho de que decisiones subsecuentes pueden depender de acontecimientos futuros, dado
que el árbol contiene las probabilidades de varios acontecimientos, también por este medio los
administradores pueden deducir la probabilidad real de que una decisión conduzca a los
resultados deseados. Lo que los árboles de decisiones y técnicas similares reemplazan juicios
generales por la consideración de los elementos mas importantes de una decisión, vuelven
explicitas premisas a menudo ocultas y ponen de manifiesto el proceso racional para la toma
de decisiones en condiciones de incertidumbre.
La separación del proceso en etapas puede ser tan resumida o tan extensa como se desee,
pero podemos identificar principalmente las siguientes:
Esta etapa consiste en comprender la condición del momento visualizar la condición deseada,
es decir encontrar el problema y reconocer que se debe tomar una decisión para llegar a la
solución de este. El problema puede ser actual, porque existe una brecha entre la condición
presente real y la deseado, o potencial, porque se estima que dicha brecha existirá en el futuro.
Consiste en identificar aquellos aspectos que son relevantes al momento de tomar la decisión,
es decir aquellas pautas de las cuales depende la decisión que se tome.
Para generar gran cantidad de alternativas es necesaria una cuota importante de creatividad.
Existen diferentes técnicas para potenciar la creatividad, tales como la lluvia de ideas, las
relaciones forzadas, la sinéctica, etcétera.
Consiste en hacer un estudio detallado de cada una de las posibles soluciones que se
generaron para el problema, es decir mirar sus ventajas y desventajas, de forma individual con
respecto a los criterios de decisión, y una con respecto a la otra, asignándoles un valor
ponderado.
Como se explicó antes según los contextos en los cuales se tome la decisión, esta evaluación
va a ser más o menos exacta.
En esta etapa del proceso es importante el análisis crítico como cualidad del tomador de
decisiones.
En este paso se escoge la alternativa que según la evaluación va a obtener mejores resultados
para el problema. Existen técnicas (V.gr. Análisis Jerárquico de la Decisión) que nos ayudan a
valorar múltiples criterios. Los siguientes términos pueden ayudar a tomar la decisión según el
resultado que se busque:
Implementación de la decisión
Poner en marcha la decisión tomada para así poder evaluar si la decisión fue o no acertada. La
implementación probablemente derive en la toma de nuevas decisiones, de menor importancia.
Si el resultado no es el que se esperaba se debe mirar si es por que debe darse un poco más
de tiempo para obtener los resultados o si definitivamente la decisión no fue la acertada, en
este caso se debe iniciar el proceso de nuevo para hallar una nueva decisión.
El nuevo proceso que se inicie en caso de que la solución haya sido errónea, contará con más
información y se tendrá conocimiento de los errores cometidos en el primer intento.
Además se debe tener conciencia de que estos procesos de decisión están en continuo
cambio, es decir, las decisiones que se tomen continuamente van a tener que ser modificadas,
por la evolución que tenga el sistema o por la aparición de nuevas variables que lo afecten.
El proceso de toma de decisiones utiliza como materia prima información. Esta es fundamental,
ya que sin ella no resultaría posible evaluar las alternativas existentes o desarrollar alternativas
nuevas.
La toma de decisiones en una organización invade cuatro funciones administrativas que son:
planeación, organización, dirección y control.
Planeación: Procedimientos
Presupuestos
Programas
Políticas
Estrategias
Objetivos
Propósitos
Departamentalización
Jerarquización
Comunicación
Motivación
Integración
Control: Retroalimentación
Corrección
Medición
Componentes de la decisión
Información:
Estas se recogen tanto para los aspectos que están a favor como en contra del problema, con
el fin de definir sus limitaciones.
Conocimientos:
Si quien toma la decisión tiene conocimientos, ya sea de las circunstancias que rodean el
problema o de una situación similar, entonces estos pueden utilizarse para seleccionar un
curso de acción favorable.
Experiencia:
Cuando un individuo soluciona un problema en forma particular, ya sea con resultados buenos
o malos, esta experiencia le proporciona información para la solución del próximo problema
similar.
Análisis:
Juicio:
La estructura preconizada debe procurar que las decisiones con poca distancia a la
acción sean tomadas rápidamente.
Debe procurar que las decisiones complejas, con gran cantidad de información a
considerar sean tomadas con la participación de las diferentes funciones implicadas.
Debe procurar que las decisiones sean compatibles entre sí y no sean contradictorias.
2. La estructura debe movilizar al máximo las energías de los participantes y tener al personal
motivado y entusiasmado con su trabajo. Para esto debe considerarse especialmente que los
conflictos ocasionados por la estructura o las relaciones interdepartamentales sean reducidos
al mínimo.
4. Estas exigencias, que deben ser difíciles pero alcanzables con los medios de que se
disponga, deben ir acompañadas por un sistema de incentivo.
5. La estructura debe ser capaz de preparar, fomentar y responder a las futuras estrategias de
la corporación. Debe tener capacidad de generación y renovación.
6. Debe ser flexible y adaptable a las futuras exigencias. Es decir, debe ser pensada no para
las necesidades del día sino pensada para el futuro.
nunca se podrán centralizar aquellas funciones que no estén suficientemente organizadas. Por
lo tanto, a mayor organización, mayor capacidad de centralización y de dirección a distancia.
9. Para profundizar en las tareas a corto y para desarrollar las funciones que cuiden los
aspectos futuros de la corporación, deben separarse siempre aquellos departamentos que
realizan rondines a corto de aquellos que realizan rondines a medio o largo plazo.
Estructura y mando
Podríamos definir la estructura en un sentido amplio como “la fijación de esperas mutuas de
comportamientos” entre las personas comprendidas. Por tanto, no bastará con definir las
tareas, las atribuciones, las responsabilidades de las diferentes unidades. Sabemos que la
realidad está regida por personas y por esta razón ninguna estructura puede vivir sin el
adecuado sistema de mando y dirección de elementos.
En este sentido, llamamos mando a la totalidad de las medidas, a través de las cuáles, los
superiores inducen o dirigen a grupos de colaboradores, que son los dirigidos, a realizar
esfuerzos comunes para alcanzar objetivos determinados.
Todos sabemos que hay diferentes estilos de mando, algunos tienen ventajas e
inconvenientes.
a) Insuficiente delegación Cuando esto se produce, los elementos no tienen iniciativas propias,
en parte porque desconocen los objetivos a alcanzar y sus atribuciones para decidir. Por tanto,
tampoco están incentivados, se reservan muchas decisiones o se inhiben ante sus obligaciones
y quedan siempre a la expectativa de que se les diga siempre, clara y explícitamente lo que
deben hacer. Es la mejor manera de desaprovechar la capacidad creativa y la iniciativa de los
elementos.
En algunas estructuras, los conflictos son pasados por alto, Es decir, en lugar de tratarlos
abierta y rápidamente de corregir los diferentes comportamientos que dan lugar a dificultades
de funcionamiento, lo que se trata es de separar a los participantes conflictivos y tapar el
problema, no resolverlo.
c) Abandono de la formación
Más adelante trataremos la función pedagógica del mando. Ahora solamente queremos resaltar
que la estructura y los mandos deben procurar la formación de los elementos policiales.
Integrar los equipos entre los que dirigen y colaboran y con los departamentos
relacionados.
No basta edificar en los elementos la capacidad para futuros trabajos. Como tarea más
importante del mando debe estar el despertar en ellos motivos para rendimientos personales.
En esta labor los responsables deben contar con los motivos directos de cada
persona, sus deseos de realización, auto confirmación, conciencia de valor propio, deseo de
desarrollo propio y también otros motivos indirectos como son ingresos, ambición, deseo de
prestigio, de promoción, etcétera; En el pasado, muchas veces se ha sobrevalorado el papel de
los ingresos como factor de motivación. Sin embargo, si la motivación se limita al incentivo
pecuniario, puede llegarse a la atrofia de todos los demás motivos del desarrollo personal.
Una vez superado el nivel de necesidades directas de su estrato social, busca mucho más el
reconocimiento, la realización de su personalidad que el salario.
Se puede decir que no es caro motivar con estas satisfacciones pero que es carísimo no darlas
porque entonces no sirven ni siquiera los salarios más altos.
Pertenece a las tareas del que dirige el controlar los resultados. Esta función significa que debe
medir el éxito y averiguar las desviaciones de los objetivos previstos, analizar las causas y
tomar medidas correctoras para el futuro. Medidas correctoras que deben ser discutidas por el
equipo y entre todos buscar soluciones aceptadas por todos y en las que todos se vean
comprometidos.
En un sistema dinámico, el que dirige, parte del hecho de que el éxito es la primera fuente de
motivación de los colaboradores y que, por tanto, es imprescindible medir tanto los éxitos como
los fracasos. Asegurando la constatación de los éxitos de cada grupo se consigue tenerlos
constantemente motivados, que descubran nuevos objetivos y tenerlos en tensión para seguir
colaborando.
Cabe siempre preguntarse ante las desviaciones acerca de sus causas y manera de reaccionar
ante ellas: Pueden ser debidas a que las condiciones o
Otras desviaciones pueden originarse en que las esperas sobre la ejecución no fueron
correctas (fallos en la fijación del método: por lo tanto también debe mejorar el mando en este
aspecto).
Una causa frecuente de desviaciones es que los medios de ejecución o los datos necesarios no
fueron suficientes (falta de organización y por lo tanto razón de más para mejorar al mando en
este aspecto).
Visto desde esta perspectiva el control cambia de sentido. Todas las posibles causas, en última
instancia, pueden ser atribuidas a insuficiencias o deficiencias del mando y en este sentido, el
control sirve en primer lugar para mejora del propio mando.
A la larga, los colaboradores son aquello que el mando hizo de ellos o serán lo que el mando
ha hecho de ellos. El control es, por tanto, desde este prisma un control del propio mando y una
iniciativa para su mejora.
En resumen, con estos principios, muy generales, de un sistema de mando y de estructura,
queremos indicar que ambas cosas deben progresar de manera paralela y coherente para
realmente llegara tener ventajas y obtener resultados eficaces. Sabemos que el verdadero
capital de una empresa son los hombres que la integran. La introducción de un sistema de
mando que evite los defectos enunciados no es sino el principio, la condición indispensable.
Más adelante comentaremos los aspectos positivos a conseguir en una filosofía de dirección
que potencia el capital humano de sus equipos colaboradores.
La importancia del mando en la organización incluye en ellos el significado que encierran para
la satisfacción y rendimiento de los colaboradores, para la eficacia y por lo tanto para la mejora
de la sociedad.
Entre mando y organización existe una estrecha relación. La organización puede ser
considerada como un medio importante del mando porque: Crea en todos los niveles
adecuados para que el mando pueda conocer y dirigir los acontecimientos.
Procura mejores condiciones de trabajo. Ordena las relaciones y crea resúmenes útiles para
informar y decidir en todos los niveles.
Al dejar claras las relaciones, condiciones y consecuencias de los hechos, hace posibles
decisiones acertadas. Ordena las cosas, las personas y los hechos de tal forma, que todo ello
sea manejable y gobernable, tanto en los aspectos personales como materiales.
En este caso, la única organización que funciona es la que corresponde a la opinión del jefe y
que no se oponga a su general competencia.
La libertad de movimientos del individuo, al ser innecesaria, es limitada y con ello queda
mermado el rendimiento y crece la apatía. Existe el “estilo de laissez faire” donde casi todo el
mundo tiene libertad. Tal estilo raras veces es intencionado, pero es una realidad cuando el
mando es débil.
En este caso apenas es posible una organización razonable. Apenas habrá nadie que
mantenga la firmeza necesaria. Cada cual se proporcionará los medios organizativos que le
parezcan adecuados. De esta forma resulta un sistema de orden nunca cerrado ni definido.
Evidentemente, tal procedimiento es posible; sólo que me pregunto si será racional y si tiene
algo que ver con el mando. En los comités y votaciones no hay mucho sitio para la
responsabilidad y el mando pedagógico.
Organizativamente tal estilo es fácil de manejar, pero debe ponerse en tela de juicio la
rentabilidad y aplicación de tal forma de dirigir. Finalmente, hay un estilo de mando que
llamamos “cooperativo” o “participativo” y se corresponde con la intención de conseguir la plena
integración interna de la empresa. En este estilo se manda inteligente e intencionadamente.
Humanamente los superiores y colaboradores están al mismo nivel. El grupo o los grupos con
vida interior individual y el superior al propio tiempo, en jefe del grupo. La tarea de mando será
más difícil para el incapacitado y más fácil para el capacitado humanamente. Es evidente, que
la organización ha de mantener en este estilo de mando determinados límites.
Esta forma de mando cooperativa y cooperadora será la de mayor éxito en los años futuros. El
que por lo pronto es aún raro de encontrar no demuestra lo contrario, sino precisamente que es
difícil de practicar.
Si la organización es un medio de mando, entonces antes de organizar, habrá que decidir para
qué forma de mando debe ser creada la organización, es decir: el armazón exterior, la
estructura visible en la que se realiza el mando. Nosotros recomendaríamos siempre la última
forma: el estilo cooperativo. De una relación entre el mando y organización se deduce que la
organización no produce ningún efecto si carece del adecuado sistema de mando.
La organización depende del mando, es decir: del mando que sepa servirse de ella. La mejor
organización no tiene sentido, si no existe el mando que con ella sea capaz de llevar la
institución. En el campo de la organización se ha hecho mucho.
vayan paralelamente. Generalmente, hoy por hoy, el mando va cojeando detrás. El problema
radica en que el mando no lo ha aprendido casi nadie. No es ninguna asignatura de formación
ni de examen. Se considera un arte, etcétera y no obstante, es más importante y más difícil que
cualquiera otra tarea de la organización.
b) Unas metas u objetivos conocidos por estas personas y aceptados como dignos de ser
pretendidos y que hay que alcanzar aunque sea con dificultades.
c) La capacidad y disposición para el esfuerzo común, con el fin de alcanzar estas metas.
e) El asegurar el éxito de esta actividad, para que se conozcan los resultados y que se sientan
como satisfacción para el grupo, con el efecto de mantener la buena disposición para la
actividad común.
No tiene mayor importancia, si en primer lugar hay un grupo de personas que buscan un
objetivo adecuado para la actividad común, o si en primer lugar está el objetivo por cuyo motivo
se reúne el grupo. Lo importante es que ambas cosas existan. Tampoco tiene mayor
importancia hasta qué punto existe de antemano la disposición para una actividad común en
este grupo de personas, o si primero hay que crearla De los cinco puntos enumerados, el
segundo ocupa un puesto destacado. De los objetivos se deriva la finalidad de la existencia de
este grupo de personas. Los objetivos son al mismo tiempo decisivo para la predisposición de
la actividad, para la organización de la misma y para ser objeto de conquista y base del éxito.
Sin establecer meta u objetivo alguno, tampoco harían falta las demás tareas del mando. Las
cinco tareas básicas indicadas pueden ser atribuidas a los correspondientes medios
fundamentales con cuya ayuda el mando realiza su función:
2. La fijación de metas u objetivos es labor primordial del mando superior, al fijar la estrategia
de la corporación.
3. Capacitar y disponer hacia la actividad común misión de guiar a las personas. La primera de
un jefe.
Organización
El hombre, como organismo natural, biológico, está sometido a una evolución continua. Esta
evolución significa preferentemente el despliegue de sus dotes, crecimiento de sus fuerzas,
ensanche de posibilidades de acción y realización frente al ambiente que le rodea. Este
desarrollo es una de las primeras necesidades del hombre y de las más primitivas.
El hombre quiere y ha de poder crecer. Para este desarrollo necesita, por una parte, cierto
espacio de libertad; por otra parte nuevas exigencias, más estímulos, mayores cometidos,
deseos insatisfechos, no realizados, que provoquen su actividad creadora y en los que puedan
crecer sus dotes y sus fuerzas.
La “tarea pedagógica” que le corresponde al mando es, en el fondo, ser una ayuda en el
desarrollo de sus elementos creando condiciones favorables para ello. El superior debe
esforzarse en satisfacer esta necesidad de crecimiento y desarrollo de sus colaboradores, en
ofrecerles todas las posibilidades de despliegue y no sólo por la mejora del colaborador sino
también para beneficio y desarrollo potenciada por el incremento de sus fuerzas activas. Se
puede argumentar que hay colaboradores donde han sido alcanzados los límites de
crecimiento o en los que la necesidad de crecimiento está prácticamente satisfecha.
Aparte de que son casos raros, habría mucho que analizar en estas situaciones: ¿Hacia dónde
enfocan estas personas sus intereses y deseos de realización y desarrollo? ¿Por qué no
coinciden los intereses de estos hombres con los intereses de desarrollo de la empresa? La
mayoría de las personas siempre siguen teniendo la necesidad, aun siendo mayores, y la
posibilidad de progresar en su desarrollo.
Se puede decir exageradamente que los colaboradores de un superior son lo que se ha hecho
de ellos o bien lo que se ha omitido hacer con ellos. Pero lo que sí es cierto es que su
capacidad es la contestación adecuada a la capacidad del mando.
El resultado de este esfuerzo por el desarrollo depende de la relación de las facultades mutuas
y de las condiciones para este proceso. Es decir, depende de las facultades del superior para
guiar, ayudar, fomentar y provocar al colaborador y depende también de cómo responda el
colaborador. Puesto que la necesidad de realización y desarrollo personal es una necesidad
original, los colaboradores suelen reaccionar positivamente en cuanto notan las nuevas
posibilidades que les ofrece el superior. Aparecen fuerzas, motivaciones, intereses nuevos que
antes permanecían ocultos o apagados.
Esta reacción positiva se pone de manifiesto en una confianza creciente frente a este superior,
así como también en una identificación del colaborador con los objetivos y tareas propuestas
por el superior, porque el afrontar estas tareas lo percibe como beneficio personal. Aparece una
postura más positiva frente al entorno, más motivación para el rendimiento y mayor satisfacción
personal.
El esfuerzo que emplee a través de los mandos para el desarrollo de sus colaboradores es una
de las transformaciones más seguras, acertadas y eficaces.
El superior tiene la obligación y la misión de llevar a sus colaboradores cada vez más hacia el
límite superior de sus posibilidades de desarrollo. Ha de auscultar cómo se encuentran de altas
o de bajas estas posibilidades y ha de dosificar y administrar sus esfuerzos en consonancia
“personal e individualmente”. Por lo tanto no es bastante que un superior realice su tarea
material de forma satisfactoria. Tiene además la misión de sacar lo mejor, de obtener lo mejor
de sus elementos en todos los aspectos.
Esto sólo es posible si cada superior trata de hacer también de sus colaboradores unos futuros
superiores. El desarrollo del colaborador a largo plazo es la misión más destacada del superior.
Esto exige mandos exigentes consigo mismos, seguros de sí mismos.
Seguros de que su fuerza radica en la fuerza de su equipo de trabajo. Mandos que toman su
trabajo con una misión ética, que prevén su sustitución, que no juegan a fuertes haciendo
débiles a sus colaboradores o negándoles la formación y el progreso. La fuerza de un mando
es la suma de sus colaboradores y de sus capacidades multiplicadas por una adecuada
motivación.
Repercusiones en la Organización
El desarrollo del colaborador a largo plazo es la misión más destacada de cada superior.
El tener en cuenta esta exigencia del crecimiento del colaborador tiene consecuencias
organizativas y metódicas para su aplicación práctica. El espacio de libertad de cada
colaborador ha de ser medido y atribuido individualmente y de tal forma que siempre sea un
poco mayor que el espacio que puede ocupar en la actualidad. El crecimiento del espacio de
libertad ha de ser para él un continuo estímulo y motivación para poner en marcha sus energías
creadoras. Incluso fijando claramente los límites de las tareas en la distribución de las
funciones, debe hacerse una estimación elástica del espacio libre personal del colaborador;
esto pide un manejo hábil de las limitaciones entre superior y colaborador, en la mutua
realización de la tarea común claramente delimitada. Esto exige delegación, control, corrección
oportuna, formación adecuada y sobre todo “derecho al error”. El subordinado tiene el derecho
a equivocarse. Esto traerá consigo también el aprendizaje de los propios errores, muchas
veces la enseñanza más importante. Quien no hace no se equivoca. El superior tiene que
corregir a tiempo enseñando. La capacidad de dirección está en la capacidad de corregir a
tiempo y adecuadamente. La acción pedagógica del mando debe tener presente también la
labor organizativa. No se puede ni hace falta organizar y formalizar hasta las últimas acciones.
Las tareas deben asignarse a los colaboradores de tal forma que se aprovechen el mayor
número de sus capacidades importantes. Las facultades no aprovechadas se descomponen.
Con ello iríamos en dirección contraria al desarrollo. En pocas palabras, a los colaboradores se
les debe dar cada vez misiones nuevas y mayores y deben ser alentados para atreverse con su
cometido y para crecer más con él. Un importante medio auxiliar para ello es el cambio
sistemático de puesto de trabajo. Esto último, en el caso de nuestras sucursales, es el único
método para luchar contra ¡a rutina y falta de aliciente de un trabajo repetitivo y llegara tener
empleados polivalentes. Una de las principales tareas del superior debe ser el probar y
despertar las facultades de sus colaboradores, muchas veces
En los hombres sus debilidades o deficiencias son casi siempre más decisivas para su
aportación y su aprovechamiento que sus fuerzas unilaterales. Por tanto hay que considerar a
tiempo estas limitaciones del colaborador.
La principal parte pedagógica deja tarea del mando consiste esencialmente en la educación de
sus colaboradores para determinada actitud de cooperación y un clima de trabajo en común.
De este clima nacerán disciplina, responsabilidad frente al ambiente, motivación, colaboración y
rendimiento.
En la tarea pedagógica hay que considerar algunas reglas elementales: Toda educación es, en
el fondo, autoeducación.
La pedagogía siempre suele ser una ayuda para la autoeducación. Autoeducación significa
desarrollo y disciplina. Ambos significan crecimiento.
Las personas se comportan por regla general de la misma forma como se las trate.
La educación de otros comienza por la del propio superior a sí mismo. El mando de otros
comienza en la propia autoeducación. Sólo quien haga una buena siembra recogerá una buena
cosecha. Como mando no hay que fiar en cosechar de sus colaboradores sólo aquello que, tal
vez, otros mandos mejores han sembrado con anterioridad. Tal cosecha será pobre e injusta.
En el esfuerzo educativo para el colaborador es esencial no dirigirse tanto a su razón, sino más
bien a lo inconsciente. Porque las personas somos los seres más ilógicos, quizá, porque somos
los animales más racionales. El hombre en general muchas veces no actúa guiado por la
inteligencia, sino por sensaciones inconscientes.
Con estas sensaciones o sentimientos se toman todas las decisiones previas importantes en
las que a la inteligencia le corresponde, luego, la misión de suministrar argumentos que
justifiquen las decisiones. El mundo inconsciente del sentimiento tampoco es abordable a
través de la inteligencia, sino sólo por el efecto inconsciente de lo propiamente vivido. En estos
casos las apelaciones que vayan dirigidas sólo a la inteligencia consciente, quedarán sin
efecto. En cambio es perfectamente posible, y a menudo útil, hacer conscientes, también para
la inteligencia en momentos posteriores, el efecto formador de experiencias o hechos
anteriores. Los hechos positivos en este sentidos y más importantes que puede proporcionar
un mando a sus colaboradores pueden llegar desde tres campos:
c) Experiencias del propio incremento de fuerzas y facultades por dominar nuevas tareas y
superar dificultades. (Experiencia de la propia eficacia y crecimiento personal).En los tres
sectores de experiencias es el propio mando quien debe abrir y guiar intencionada y
personalmente estas posibilidades de desarrollo.
En el triángulo de relaciones “superior colaborador tarea material” a realizar hay que reconocer
que el interés directo del superior debe estar no en la tarea material, no en el interés directo
sobre las tareas a realizar, sino en el colaborador. El colaborador es quien debe ser el centro
de atención y preocupación del mando.
1. Ha de mostrarse dominador de su tarea material como mando. Ha de dejar bien claro, por
ejemplo, que conoce la materia, que tiene capacidad y criterio, disposición para tomar
decisiones y posiciones adecuadas, acierto en las decisiones y sentido para lo esencial. Ha de
plantear objetivos y medidas correctas. Ha de saber reconocer, defender y conseguir
justificados asuntos materiales y personales de su unidad de mando y de sus colaboradores.
Ha de estar dispuesto a asumir responsabilidades.
Ha de dar a conocer su modo de ser sin falsificaciones, de tal forma que se pueda ver y se le
pueda con ceder confianza. Ha de portarse con libertad y franqueza y debe poseer la medida
necesaria de seguridad en sí mismo y equilibrio en sus contactos. Ha de saber decir lo justo en
el momento oportuno. Ha de buscar el suficiente contacto con su gente. Con una persona
excesivamente introvertida apenas podrá tomar confianza nadie, porque no se da a conocer.
No se puede dirigir sólo desde la mesa y, por lo tanto, el contacto con sus colaboradores debe
abarcar también otras esferas diferentes de las del trabajo. Las debilidades personales no
tienen que ser motivo de falta de confianza y no es razonable tratar de camuflarlas de manera
enfermiza.
casos. Esta necesidad de seguridad ha de quedar satisfecha para que el colaborador pueda
progresar hacia nuevas fases de desarrollo motivacional.
La confianza necesita tiempo para su desarrollo y está sujeta a la persona. Sólo cuando hay
confianza existe el verdadero mando y, por consiguiente, hay capacidad de obtener
rendimiento. Esto trae también como consecuencia los peligros de los cambios frecuentes de
mando. Las personas que tienen personas a su cargo no pueden cambiarse con frecuencia y a
discreción, sin que ello cree siempre preocupaciones, molestias y una ralentización en el
desarrollo de las tareas.
b) Efectos de la confianza
La confianza es apreciada por ambas partes como un gran valor y fomenta el deseo, por
ambas partes, y también el esfuerzo por conservarla no decepcionando a las otras personas.
se basa en ser apreciado y respetado por él. Por lo tanto, se comporta de tal manera que se
puede tener la cabeza levantada ante sus conocidos objetivos de trabajo y sistemas de medida.
Se comporta de tal forma que no sea decepcionada su confianza. Por el inconsciente deseo de
no decepcionar la confianza de su superior estimado, se admiten y aceptan las durezas de las
exigencias del trabajo. La confianza constituye una importante base deja propia conciencia
como colaborador y de la propia posición dentro del grupo. Entonces se hace todo lo posible
por mantener esta aceptación y confianza.
A la inversa, también el mando nota que su influencia sobre el equipo se basa exclusivamente
en la confianza que él brinda y que se le otorga a él. Para el mando, la confianza en su equipo
es la base más importante de su posición, porque significa la disposición de sus colaboradores
en seguirle. Por lo tanto, también él hace lo posible para no poner en peligro esta confianza,
sino para conservarla.
Debe saber, no obstante, que muchas veces estará obligado a aprovecharla y utilizarla en
actos o medidas poco populares. Así pues, también él se portará de manera disciplinada,
corresponderá a las exigencias que él mismo establece y en cumplir las tres exigencias básicas
de la confianza que hemos enumerado al principio. Se verá obligado a convertirse en un
ejemplo. He aquí otro importante aspecto pedagógico de la función del mando.
Todos los que participan viven esta confianza como un elemento portador de fuerzas
adicionales, beneficio humano y satisfacción personal. Para ambas partes es fuente de energía
para la disciplina para la autoeducación, para la responsabilidad activa y para el rendimiento en
la tarea común a desarrollar.
El mando necesita influencia sobre los mandados, para ello necesita el poder. Este poder del
mando puede tener diversas procedencias: Puede basarse en el poder de su posición
jerárquica y su poder coercitivo (poder disciplinario).
Este poder le viene de la delegación o transferencia del mismo por los superiores. Se basa en
la confianza que deposita en la persona autorizada (apoderado). Es el poder de arriba, el poder
formal, la autoridad “de oficio”.
También puede basarse el poder en una situación general determinada que condiciona todavía
más las dos fuentes de poder que hemos dicho. Me refiero al caso que se da cuando hay una
impotencia especial de los colaboradores. Por ejemplo, la dependencia del económicamente
más débil en tiempos de gran paro; la del recluta forzoso que debe renunciara su libertad civil y
someterse a disciplina., puede ser también debida a deliberada y consentida falta de formación
y por tanto falta de la debida competencia. En estos casos el uso del poder es algo muy
parecido al chantaje.
El uso del poder es algo muy parecido al chantaje Si existe el suficiente poder formal y además
dependencia de los subordinados por otras razones que la confianza mutua, el mando se
basará preferentemente en la obligación y su éxito será reducido. Con mucha frecuencia se ha
interpretado así el mando en el pasado.
Pero no es este el tipo de mando que preconizamos, en el mejor de los casos, se trata
simplemente del mero ejercicio de los derechos y obligaciones del superior, del poder de dar
órdenes y de la obediencia forzosa. En estos casos no es probable que haya la suficiente
satisfacción de los objetivos y necesidades personales, la motivación es baja o nula, el mando
es malo.
La autoridad o poder más importante del mando es la confianza de los subordinados. Esta
confianza hace posible el mando eficaz y exigente, activa e incrementa las potencias
personales existentes y desarrolla otras nuevas. Solamente este poder es pedagógicamente
eficaz.
El inevitable poder del mando no es más que un anticipo para el momento en que se haya
conseguido la confianza. El fiarse continuamente del poder del cargo, incluso invocarlo, es algo
estúpido. Con el poder sólo no se puede dirigir nunca. Puede ser válido en todo caso como
última salida en casos de emergencia, contra una mala intención, etcétera. Cuando se hace
frecuentemente uso de este poder, es señal de que el mando en sí ha fracasado. Incluso
cuando se deban tomar medidas disciplinarias contra individuos, deben ser llevadas adelante
por la confianza y el consentimiento de una positiva mayoría de la unidad de mando.
Quien continua o habitualmente infrinja los cálculos comunes, se coloca a sí mismo fuera de
ellos. Entonces es precisa la medida disciplinaria y ésta es solamente una mera ejecución de la
voluntad del grupo a través de su superior autorizado.
El mando no debería basarse en la falta de libertad de los mandados. Al contrario, la confianza,
hemos dicho, es mutua. Si el mando no empieza por dar confianza, por delegar parte de su
poder, por repartir su capacidad de hacer cosas, tampoco recogerá confianza, realizaciones,
satisfacción del equipo. El auténtico mando confía en sus hombres, “errores
Incluidos”. Quiere decir esto que los errores servirán para aprender y corregir. Donde más
aprende el hombre es en los propios errores debidamente analizados. Los errores son
subsanables, las malas actitudes son el cáncer de
las relaciones de trabajo. Probablemente será en las actitudes donde el mando tendrá que
esforzarse más en cantidad de tiempo y en calidad de acciones.
La libertad de los subordinados tiene su tope en las actitudes no conformes con el espíritu de
colaboración, interdependencia, etcétera, la relación de confianza del mando se debe
transformar en autoridad coercitiva en los casos recalcitrantes de actitudes no convenientes,
desconsideradas para con el grupo humano de trabajo.
Un problema básico del mando consiste en que es responsable de cosas que él mismo no
realiza, que realizan otros por él y que además tienen la libertad de hacerlo de forma distinta a
la deseada por el mando, o diferente de como él las hubiese hecho. Esta concepción plantea
dos preguntas inmediatamente:
a) ¿Hasta qué punto el superior es responsable de tareas cuya realización ha delegado en los
subordinados?
b) ¿Cómo puede asumir responsabilidad por tareas que él mismo no lleva a cabo? Ambas
cuestiones apenas podrían contestarse satisfactoriamente con la habitual idea que se tiene de
la responsabilidad. Si se ve la responsabilidad directa e inseparablemente unida a los hechos,
un superior no puede tener la responsabilidad que haya delegado. No puede ser responsable
de cosas que él no ha hecho. Esta manera de pensar descargaría al superior de toda
responsabilidad en las tareas delegadas. Pero esta manera de pensar no satisface hoy a nadie.
Ahora bien, tal división de la responsabilidad es, sin duda, factible, pero no satisface
enteramente y sólo es posible teóricamente. Porque ¿quién puede juzgar en cada caso
individual, qué funciones del mando fueron aplicadas correctamente o no, y en qué grado de
suficiencia? Pueden ocurrir multitud de casos y por menores.
¿Quién puede juzgar, por ejemplo, y comprobar si el superior se ha comportado de tal forma
que pudo originar o no la confianza necesaria para el correcto comportamiento del
colaborador? ¿Quién va a juzgar si está lo suficientemente capacitado para infundir confianza?
Existiendo una buena colaboración entre ambas partes, será difícil distinguir dónde empieza la
responsabilidad de uno y dónde acaba la del otro. Hay que considerarla la mayoría de las
veces como una responsabilidad común. Probablemente es, por lo tanto, correcto no dividirla
responsabilidad por el contenido, sino diferenciarla por la causa, hablando quizá de una
responsabilidad indirecta del que manda y directa del que realiza Se renuncia entonces a
aclarar qué componentes de la responsabilidad pertenecen a la indirecta y cuáles a la directa.
No se efectúa ninguna limitación al contenido de la responsabilidad.
Ambos afectados son responsables de todos los aspectos parciales de la realización, sólo que
cumplen con una responsabilidad desde diferentes puntos y por diferentes vías. En este
sentido la responsabilidad es común.
Hacia fuera sólo responde de lograr con sus colaboradores los objetivos propuestos. Todo
superior debe sentirse responsable de las cosas que hagan sus colaboradores, incluso si les ha
delegado la responsabilidad en gran escala. Un superior que no piense así, ni sienta así, no
podrá con su tarea.
Concibiendo así la responsabilidad del mando, no es posible que un superior de nivel inferior,
por un fallo dentro de su sector, trate de disculparse señalando la mala calidad de sus
colaboradores. Para dirigir dentro de su departamento no hay disculpas, a no ser que se basen
en condiciones deficientes que le haya sido negada desde arriba, a pesar de solicitarlas a
tiempo. Con la advertencia a cerca de la mala calidad de sus colaboradores, demuestra que no
supo solucionar el problema o detectarlo a tiempo y formar a los hombres y, por lo tanto, que
tiene deficiencias como superior.
En la cuestión de la responsabilidad de un superior, hay que tener en cuenta que alguien sólo
puede ser responsable de las cosas o sucesos en los que puede influir, frente a los cuáles
tenga la libertad y tal vez la obligación de influir de un modo constructivo. Existe
responsabilidad cuando, aparte de la libertad, se ha dado también la orden para tal influencia.
El superior debe tomar y aprovechar toda influencia que sea necesaria para asegurar el éxito
de su tarea. En este sentido justamente puede ser responsabilizado por todo lo que exista en
su sector. Un límite a sus responsabilidades habría que verlo únicamente cuando su inmediato
nivel haya decidido en contra de sus intenciones o ideas, asumiendo, por lo tanto, las
responsabilidades ellos mismos.
El éxito material depende mucho más de estas condiciones que de otras muchas porque todas
las demás sólo pueden ser creadas y realizadas precisamente a través de los colaboradores. El
reconocimiento de esta relación se diferencia notablemente de la opinión y costumbres
tradicionales admitidas hasta ahora de forma general en las empresas. Hasta hace muy poco
se consideraba generalmente la tarea material en primer plano de la actividad de los
superiores. El superior, el mando, se identifica en primer lugar con la tarea material. El foco de
su atención estaba dirigido hacia el rendimiento material de forma directa, demasiado directa,
con la consecuencia inmediata de que en el triángulo de relaciones “mando-colaborador-tarea
material” se producía un círculo vicioso que arrinconaba cada vez más al colaborador (mando-
tarea-Colaboradores).
Con frecuencia se dejaba de toda atención la condición más importante para una solución
satisfactoria de la tarea material. Como es evidente la tarea material se resentía y salía cada
vez peor, entonces, el mando se preocupaba más intensa y directamente por la causa material
y se dirigía al colaborador con más intensidad y énfasis, sólo desde el lado de la materia, sólo
por la tarea material y frecuentemente en sentido negativo. Las dificultades se acentuaban. En
estos casos el mando sólo veía al colaborador a través de la tarea, detrás de las cosas
mismas. Sólo hablaba al colaborador cuando la tarea material, la cosa, lo exigía.
El colaborador percibía inmediatamente que él estaba y contaba sólo por la tarea, a causa de la
cosa, y que el mando por todo lo demás apenas se interesaba por él. Su papel exclusivo como
“medio” para conseguir la finalidad material, como mero funcionario, se le restregaba
(involuntaria e irreflexiva pero realmente) por su cara. Esto le hería y todavía infería más en
sentido negativo.
La motivación de] colaborador frente a la tarea material, su bienestar y correcta posición frente
a la tarea, exigen que se sienta también reconocido, estimado y visto en relación con la tarea
como persona en su integridad.
Cualquier otra forma de dirigirse al colaborador ha de herir humanamente y, por tanto, influye
en su motivación, en cuantos seres humanos, todos somos creadores de seres humanos y
siempre tendremos entre nosotros el tipo de seres humanos que nosotros mismos hagamos.
Con frecuencia se dejaba de toda atención la condición más importante para una solución
satisfactoria de la tarea material. Como es evidente la tarea material se resentía y salía cada
vez peor, entonces, el mando se preocupaba más intensa y directamente por la causa material
y se dirigía al colaborador con más intensidad y énfasis, sólo desde el lado de la materia, sólo
por la tarea material y frecuentemente en sentido negativo. Las dificultades se acentuaban. En
estos casos el mando sólo veía al colaborador a través de la tarea, detrás de las cosas
mismas. Sólo hablaba al colaborador cuando la tarea material, la cosa, lo exigía.
El colaborador percibía inmediatamente que él estaba y contaba sólo por la tarea, a causa de la
cosa, y que el mando por todo lo demás apenas se interesaba por él. Su papel exclusivo como
“medio” para conseguir la finalidad material, como mero funcionario, se le restregaba
(involuntaria e irreflexiva pero realmente) por su cara. Esto le hería y todavía infería más en
sentido negativo.
La motivación de] colaborador frente a la tarea material, su bienestar y correcta posición frente
a la tarea, exigen que se sienta también reconocido, estimado y visto en relación con la tarea
como persona en su integridad.
Cualquier otra forma de dirigirse al colaborador ha de herir humanamente y, por tanto, influye
en su motivación. En cuanto a los seres humanos, todos somos creadores de seres humanos
y siempre tendremos entre nosotros el tipo de seres humanos que nosotros mismos hagamos.
Es preciso un desplazamiento de los centros de gravedad de la atención del mando. El superior
no ha de ver al hombre, a la persona, a través de la cosa, sino la cosa, la tarea, a través del
hombre. Su interés ha de retroceder de la orientación directa (primero hacia la tarea material, la
cosa) y dirigirla preferentemente al hombre como condición de la tarea de las cosas, de los
objetivos.
Para que las cosas salgan bien, primero, se han de establecer lazos con los hombres incluso
pactos, compromisos, retos y obligaciones mutuas, en este enfoque es natural que el
colaborador sea visto en su integridad humana y tomado en serio y esto quiere decir que ha de
ser visto y ha de hablarse directamente con él por ser, hombre o mujer, persona humana.
También hay que decir que, antes de este desplazamiento del interés, se cometió el error de
juzgar al mando de un modo “corto de vista”, demasiado directamente, sólo por el resultado de
la tarea material que le fue confiada y a veces para terminar de estropear las cosas únicamente
a corto plazo. De aquí
resultó que al mando sólo se le juzgó y era seleccionado únicamente por sus conocimientos
materiales y su capacidad para el rendimiento material, y este énfasis por colocar
exclusivamente en primer plano el interés “material” en la selección de superior, en su
tratamiento y en su juicio valorador, tenía una serie de consecuencias negativas:
Los mandos sabían exactamente que sus anteriores éxitos en el resultado material les habían
proporcionado generalmente su ascenso y su promoción. De esta forma seguían muy
ocupados en demostrar su capacidad de rendimiento material colocándola en primer plano. De
este modo no podían salirse de su forma de pensar como encargados de una especialidad
correcta. Creían que debían su posición de superior únicamente al hecho de que su
rendimiento material personal fue mejor que el de sus colegas. Ello acarreaba inevitablemente
la creencia de tener que seguir demostrando que seguía poseyendo aquella superioridad
material. La consecuencia inmediata era que ahora como superior tenía que ser siempre
también frente a sus colaboradores el que mejor sabía y dominaba las materias objetivas a
realizar. Esto se creía que era la prueba esencial de la calidad del superior.
Esta forma de saberlo mejor es, sin embargo, la cualidad más inaguantable del superior en
relación con los colaboradores porque no deja desarrollar la participación.
El superior está tentado de demostrar al colaborador continuamente que todo lo hace mal,
quizá, aunque sólo sea para demostrarle al mismo tiempo que él sabe hacerlo mejor y puesto
que, tal vez, sepa hacerlo mejor, le gusta además hacérselo mejor él mismo en lugar de dejar
que se lo hagan sus colaboradores.
De este modo, éstos casi nunca podrían desarrollarse adecuadamente porque, como mejor se
aprende, es por el análisis de los propios errores.
Cuando se actúa de la manera que hemos descrito, el superior es y sigue siendo, tanto en su
forma de pensar como en su forma de actuar, real y exclusivamente, el encargado de una
especialidad y nunca será un superior en su verdadero sentido. Las fuerzas y valores de los
colaboradores quedarán sin desarrollar ni explotar. Se impide su desarrollo personal y se les
condena a la resignación. Cuando existan talentos se irán descomponiendo en lugar de hacer
desarrollarse y extenderse. La resignación y el rechazo se convierten en la postura natural del
colaborador. Con ello ha fallado la tarea del mando esencialmente. La capacidad más
importante del colaborador (dentro de este esquema) consistía, hablando claro, en ser siempre
más tonto que el superior. Y la realidad es que el arte del mando consiste en apañarse con sus
colaboradores de tal modo que éstos entiendan de sus materias y las dominen bastante más
que el mismo superior. Este no debe sentir siquiera la tentación o el deseo de entender mejor
las cosas o hacer mejor las tareas materiales individuales o las cuestiones especiales que sus,
colaboradores.
El mando debe saber soportar el depender en estas cosas de sus colaboradores porque, sólo
entonces, trabajará con ellos de forma correcta y enriquecedora y les dejará el “margen de
libertad” necesario para el desarrollo de su creatividad, iniciativa y capacidad de adquirir
compromisos y correr riesgos con valentía.
El superior siempre tendrá una posición fuerte y siempre podrá soportar, en determinadas
cuestiones especiales, algo esencial, dada su visión más amplia, para llegar en conjunto, a
decisiones más acertadas.
Naturalmente que tampoco puede objetarse nada en los casos en que verdaderamente el
mando entienda de ciertas cosas más que sus colaboradores. Esto debe ser incluso la regla
deseada. Pero con una advertencia: el superior no debe jugar con ello sin necesidad. Los
colaboradores ya se dan cuenta de ello sin que se les haga notar ni reconocer. Y en estos
casos si el superior ha de hacer caso de ello, si ha de explotar alguna vez sus mejores
facultades o experiencia, entonces, que lo haga con un sentido de ayuda y participación y no
con el tono de “saberlo mejor”. En este caso estoy seguro que sus facultades y cualidades
siempre serán reconocidas por sus colaboradores con alegría, sin reservas y con cierta
admiración positiva y beneficiosa.
Cuando un mando piensa y actúa como encargado de una determinada especialidad, le induce
también a ocuparse él mismo de determinadas cuestiones materiales concretas.
Esto, con toda seguridad, conducirá a una sobrecarga y al aislamiento ya que la colaboración
de sus gentes se reducirá y limitará. La inevitable ansia, en estos casos, del superior por
demostrar siempre que es imprescindible, por apoyarse en sus mayores conocimientos en la
materia intensificará el incremento hacia lo negativo.
Una característica esencial de la tarea de mando consiste en ser responsable de cosas que
hagan otros y para las cuáles, aquellos, los colaboradores, tengan la libertad de hacerlo mal
(“error incluido”). En este punto se sitúa el verdadero problema de las relaciones mando
colaborador tarea. Pero esta responsabilidad del superior, siempre y exclusivamente, se lleva a
cabo a través del aparente “rodeo” de la tarea pedagógica con el colaborador. Este no está
detrás, sino delante de la cosa, de la tarea, mirando desde el superior.
Por lo tanto el colaborador se convierte en la primera y más importante tarea personal del
mando. Porque sólo a través de la adecuada solución de la primera y esencial “tarea”, a
realizar en el colaborador, podrá realizarse la segunda: la tarea material.
Pero debe colocarse en primer plano la capacidad del mando para crear condiciones en el
colaborador para que éste afronte con ganas su tarea, con compromiso y con ciertos riesgos,
La unidad de la función de mando no sólo exige que se creen y dispongan las adecuadas
condiciones personales de rendimiento en los colaboradores. Hay que poner a punto y con
suficiencia, racionalmente y a tiempo, las condiciones materiales para realizar con éxito la tarea
en forma de medios auxiliares, instalaciones, información, condiciones ambientales de espacio
y otras muchas más. En todo ello hay componentes de la tarea del mando. Las condiciones
materiales deficientes pueden ser compensadas hasta cierto punto, por buenas condiciones
humanas. Al revés es imposible.
Este papel dominante de la fijación de objetivos trae consigo y pone de manifiesto también la
importancia tan destacada que tiene el asignar a cada colaborador tareas y objetivos
específicos. La fijación de estos objetivos debe reunir una serie de condiciones:
a) Deben estar pensados. Planeados hasta el final, tanto en las condiciones y circunstancias
previas como en sus consecuencias. Han de aclarar las preguntas de “qué es lo que se quiere
alcanzar”. Las circunstancias y limitaciones previas han de estar aclaradas, previstas.
c) Deberán ser comprendidos y aceptados por quienes han de ejecutar los diferentes trabajos.
Y también deben ser reconocidos, aprobados y aceptados por todos ellos. Este reconocimiento
y aceptación es la condición definitiva y decisiva para motivar a la persona frente a la tarea y
por tanto para favorecer un buen rendimiento.
En toda empresa, mando quiere decir por lo tanto, mando hacia el rendimiento.
En este caso la misión del mando consiste en proporcionar y fomentar las condiciones
necesarias para lograr un buen rendimiento y optimizarlas (condiciones organizativas,
informativas, espacio, medios, técnicas, etcétera)
En las condiciones humanas del rendimiento. Aquí hay que distinguir entre la aptitud, la
capacitación y capacidad para rendir (resultante de las dotes existentes, de la formación,
experiencia, etcétera.) y la actitud, disposición interior para rendir (actitudes ante el esfuerzo
solicitado y buena voluntad frente a la causa que siempre son resultado de la motivación
adecuada ante la tarea marcada.
Así pues, una tarea esencial del mando es la de asegurar y optimizar las condiciones para el
rendimiento y al mismo tiempo es casi todo lo que puede hacer para que rindan sus
colaboradores.
Las condiciones materiales para el rendimiento no se crean sino que se van haciendo, poco a
poco, preparando los medios necesarios para la activación y por medio de la organización del
trabajo. Crear buenas condiciones materiales para el rendimiento es, al mismo tiempo, una
aportación importante para la motivación frente a los objetivos y exigencias.
La capacitación de los colaboradores quiere decir que hay que formar y cuidar minuciosamente
la preparación personal de todos ellos, Esto incluye:
Selección y colaboración de las personas de acuerdo con aptitudes frente a las exigencias de
su cometido.
Desarrollo de aptitudes.
Desarrollo de actitudes.
Ambas fases sirven para capacitar al colaborador para futuras tareas de mayor rango y
envergadura.
Únicamente este trabajo seguido día a día garantiza la sucesión adecuada de sus mandos y
superiores. Y son al mismo tiempo la mejor prueba de si una persona tiene o no elevadas dotes
de mando. Tanto más forma y capacita un mando a sus colaboradores tanto mejor mando es.
Quien más forma y capacita a sus hombres es el más apto para promocionar. Cuanto más
formados y capacitados tiene un mando a sus colaboradores más fuerte y valioso es para la
institución. Por tanto es al que se deben dar más o futuras responsabilidades.
La motivación de los colaboradores significa cuidar que los colaboradores tengan voluntad de
rendir, que estén dispuestos a emplear sus facultades. Significa despertar el deseo de rendir (si
es que no existe o al menos no suficientemente), cultivar, fomentar, acrecentar la ilusión y el
entusiasmo, la disposición para rendir. La motivación del colaborador frente al rendimiento que
se le exige se realiza abordando todos los incentivos adecuados para el rendimiento en el
colaborador y creando condiciones adecuadas para rendir.
En cada persona duermen un gran número de motivos para el rendimiento, Por ejemplo:
Motivos directos para rendir: Ambición de trabajar, voluntad de realizar cosas, deseos de
aprender, ambición en sí misma, confirmación de sí mismo, conciencia de valor, necesidad de
desarrollo, necesidad de responsabilidad.
Motivos indirectos para rendir: beneficio, ingresos, afán de dominio, seguridad, etcétera.
La tarea del mando en este aspecto consiste en no dejar dominar ninguno de estos motivos
unilateralmente sino llevarlos, a ser posible, en unas proporciones compensadas para que
actúen correctamente.
En el pasado muchos mandos cometieron el error de pensar que en el beneficio estaba el único
motivo eficaz para rendir. Fue un gran error dirigir con este concepto y dedicarse
exclusivamente a este motivo. Ello llevó a que todos los demás motivos, los más positivos para
el rendimiento, quedaran ocultos, cubiertos y acabaron finalmente sucumbiendo,
Contrariamente a esta opinión nos consta que la mayoría de las personas posee un volumen
considerable de buena voluntad y buenos motivos para rendir en su misma contextura humana.
Ambas cosas son también condiciones importantes para un buen rendimiento, cuando los
mandos no tienen en cuenta estas cosas que hemos dicho, el resultado más triste de un mando
que falla en este sentido es que la buena voluntad de los colaboradores no llega a dar frutos.
Lo que es lo mismo, produce RESIGNACION. Significa destrucción y frustración de todos los
motivos de rendimiento a excepción del más pobre y elemental: el ir por el beneficio material.
Cuántos colaboradores, sobre todo en empresas grandes, hasta en posiciones elevadas,
existen que han abandonado ya desde hace mucho tiempo la fe en la utilidad de su trabajo, o la
esperanza del éxito de sus esfuerzos y que en su trabajo sólo se mantienen con el consuelo de
que al final de mes, al menos, habrá la paga.
Organización significa preparación de una actividad eficaz conjunta, toda actividad en conjunto
exige:
- Reparto del trabajo en tareas parciales, objetivos parciales y directrices para las tareas
delegadas.
- Asegurar las condiciones materiales óptimas para el rendimiento (en otra forma de material,
máquinas, equipos, herramientas, métodos, etcétera).
Todas ellas son tareas específicas de cada mando y en ellas los especialistas de la
organización o de la preparación del trabajo sólo juegan un papel auxiliar y siempre a
instancias y bajo petición del mando responsable.
Por otra parte es la mejor manera de que el trabajo de los especialistas en organización sea
aprovechado al máximo. Cuando es solicitado por el responsable, cuando cuenta con su
respaldo, cuando el propio mando es el impulsor de toda la organización de su área todo el
personal lo asume como algo propio y no como una imposición ajena al equipo.
Comprobación, garantía y comunicación de los éxitos Significa en primer lugar que han de
alcanzarse los objetivos propuestos de una manera razonable y suficiente. El conseguir los
objetivos es imprescindible para mantener la cohesión y la existencia de un equipo motivado
frente a la tarea común.
Los objetivos han de resultar alcanzables en el tiempo. La satisfacción del equipo por el éxito al
alcanzar los objetivos es una condición indispensable para mantener la motivación en toda
actividad.
El control, en este caso, aparece aquí bajo otra óptica que la habitual. El control es, en este
caso, una condición necesaria para el rendimiento y no sólo y meramente como un a vigilancia
del rendimiento. No es un control “de”, sino un control “para” el rendimiento y la motivación.