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Memoria presentada en
la Universidad de Zaragoza
para la obtención del grado de Doctor
en el programa Optimización Energética
del Departamento de Ingeniería Mecánica
Zaragoza, julio de 1991
Antonio Valero Capilla, Catedrático de Máquinas y Motores del Centro
Politécnico Superior de Ingenieros de la Universidad de Zaragoza,
CERTIFICO:
Capítulo 1: Introducción.
1.1 Perspectiva.
2.6 Conclusiones.
4.4 Conclusiones.
Referencias
NOMENCLATURA Y TERMINOS ABREVIADOS.
Modelo teórico de los sensores de flujo de calor (Capítulo 2)
2D modelo bidimensional (tubo inalterado)
3D modelo tridimensional (medidor)
d distancia entre puntos de medida de temperatura
C calor específico
D diámetro interno del tubo
e espesor del depósito sobre el radio exterior del tubo
e 1, e 2 fuerzas electromotrices para medida de qa (e 1 > e 2 )
hA coeficiente de convección con el aire ambiente
hB coeficiente de convección con el agua-vapor
hG coeficiente de convección con los gases
k conductividad térmica
K, K' constante de calibración de un sensor de flujo de calor
constante genérica
l espesor del depósito sobre la corona del tubo
n, n dirección y vector normal unitario
P presión en el interior del tubo
q vector flujo de calor
qa flujo de calor absorbido en la corona del tubo
qi flujo de calor incidente desde la llama
qR flujo de calor absorbido por radiación en la superficie del tubo
Qa flujo de calor promedio absorbido por el fluido
r radio
T temperatura
TA temperatura ambiente
T1 , T2 temperaturas para medida de qa (T1 > T2 )
TB temperatura de saturación del fluido
TF temperatura aparente de llama
TG temperatura de los gases sobre la superficie del tubo
x, y, z coordenadas espaciales
Caracteres griegos
σ constante de Stefan-Boltzmann
incertidumbre de medida
ρ densidad
Subíndices
S sobre una superficie
O punto en la corona del tubo
α, β, γ, δ, ε, ξ puntos para medida de T1 y T2
tmp cables del termopar
MgO aislante del termopar envainado
Modelo elemental de caldera de potencia (Capítulo 4)
P presión en el circuito
pc potencia calorífica del combustible
m caudal de vapor principal
ma caudal de atemperación
mc caudal de combustible
me caudal en el circuito evaporador
mg caudal de gases
Cp calor específico de los gases de combustión
Tad temperatura adiabática de llama
Ts temperatura de gases a la salida de la cámara de combustión
Tg temperatura de gases
Ti temperatura de gases a la salida del sobrecalentador final
Trc temperatura de gases a la salida del recalentador
Tec temperatura de gases a la entrada del economizador
Tpa temperatura de gases a la salida del economizador
T1 temperatura del agua de alimentación
h1 entalpía del agua de alimentación
T2 temperatura del agua a la salida del economizador
h2 entalpía del agua a la salida del economizador
TSAT temperatura de saturación
hSAT entalpía de saturación
T4 temperatura del vapor a la salida del sobrecalentador primario
h4 entalpía del vapor a la salida del sobrecalentador primario
Ta temperatura del agua de atemperación
ha entalpía del agua de atemperación
T5 temperatura del vapor tras atemperación
h5 entalpía del vapor tras atemperación
T temperatura del vapor principal
h entalpía del vapor principal
(PF)H σL constante de transferencia del hogar, W/K4
(UAF) constante de transferencia bancos de convección, W/K
Abreviación de equipos y flujos. Subíndices
H hogar
SC1 sobrecalentador primario
SC2 sobrecalentador final
EC economizador
RC recalentador
Caldera de la central térmica Teruel (General y Capítulo 4)
Q potencia absorbida en MW
PCS potencia calorífica superior del carbón
LT lignito triturado
H hulla
Convenciones generales
A lado izquierdo
B lado derecho
D, C, E, B, F, A designación (de arriba a abajo) de los niveles o planos de
quemadores
designación de molinos y alimentadores
1, 2, 3, 4 designación (de izquierda a derecha) de los quemadores en un
nivel
A, B, ... F, V designación (de arriba a abajo) de los niveles o planos de
sopladores
designación general de niveles en la cámara de combustión
1, 2, ... 8 designación (de izquierda a derecha) de los sopladores en un
nivel (planos B al V)
Abreviación de equipos y flujos. Subíndices
C ciclo
H hogar
I zona instrumentada en las paredes del hogar
ATMP1 atemperación inferior
ATMP2 atemperación superior
SC1 sobrecalentador primario o de convección
SC2 sobrecalentador secundario, radiante o paredes divisorias
SC3 sobrecalentador final
EC1 economizador primario
EC2 economizador secundario
RC recalentador
ZRC zona de recuperación de calor
PA precalentador de aire
PAP precalentador de aire primario
PAS precalentador de aire secundario
PEL precipitadores electrostáticos
CAV calentador de aire por vapor
CAVP calentador de aire primario por vapor
CAVS calentador de aire secundario por vapor
VTF ventilador de tiro forzado
VAP ventilador de aire primario
VTI ventilador de tiro inducido
TBAA turbobomba de agua de alimentación
Siglas de empresas, organismos e instituciones.
ASINEL Asociación de Investigación Industrial Eléctrica
ASME American Society of Mechanical Engineers.
ASTM American Society for Testing and Materials.
CECA Comunidad Europea del Carbón y del Acero.
CEGB Central Electricity Generating Board.
CERL Central Electricity Research Laboratories.
CISE Centro Informazioni Studi Esperienze.
ENDESA Empresa Nacional de Electricidad, Sociedad Anónima.
ENEL Ente Nazionale per l'Energia Elettrica.
EPRI Electric Power Research Institute.
ITA Instituto Tecnológico de Aragón.
OCIDE Oficina de Coordinación de la Investigación y Desarrollo
Electrotécnico.
CAPITULO 1: INTRODUCCION
1.1 PERSPECTIVA
Pero la combustión en polvo representó además otra ventaja respecto a los antiguos
métodos de combustión sobre parrillas. Todos los carbones poseen una determinada fracción de
materia mineral, que en su mayor parte es incombustible y origina lo que genéricamente se
denomina ceniza. Los contenidos típicos en ceniza se sitúan en torno al 10 % en el caso de las
antracitas y superan el 30 % para los lignitos. Aunque los diseños actuales han sido notablemente
mejorados (Babcock &Wilcox, 1978), un lecho de carbón ardiendo implica en general mayores
temperaturas del combustible y sus residuos y peor distribución del oxígeno. Ambos factores
pueden influir negativamente sobre el comportamiento de la materia mineral, lo que conlleva
posibles problemas de ensuciamiento de las superficies de intercambio. Por su propia naturaleza,
la tecnología del carbón pulverizado permite una mezcla eficaz con el aire y reduce a segundos el
tiempo de exposición de la ceniza a las temperaturas de llama. A consecuencia de ello, los
fenómenos de deposición son en principio mucho menos acusados o inexistentes.
Sin embargo, uno de los aspectos de la producción de energía eléctrica a partir de carbón
que necesita hoy en día de las mayores mejoras es precisamente la acumulación de ceniza en el
lado gas del generador de vapor. En efecto, los diseños de calderas de gran capacidad pecaron
de un exceso de optimismo al tratar la cuestión. Citando a Raask (1985): Con el advenimiento
del carbón pulverizado, los ingenieros de combustión y proyectos pensaron que tenían la
panacea para todos los problemas de ensuciamiento y escorificación. Quedaron
encantados al comprobar que los carbones con alto contenido en cenizas podían quemarse
con éxito; se pensaba que la naturaleza de las especies minerales del carbón no tenía
ninguna importancia significativa cuando el combustible ardía bajo la forma de una nube
de partículas portadora de la llama. No obstante, conforme se fue incrementando la
intensidad de la combustión, resultando así mayores temperaturas y potencia volumétrica
liberada, grandes cantidades de escoria fundida deslizaban por las paredes del hogar al
utilizar ciertos carbones.
Como han señalado Barrett et al. (1986), la capacidad de los generadores de vapor de
potencia comenzó a incrementarse desde los años 50 con el objeto de obtener un mayor
rendimiento y reducir la inversión por MWe instalado. Los datos muestran que el ritmo de
escalación durante la década del 60 y principios de los 70 era muy rápido. En el momento de
diseñar a un determinado nivel de carga, la casa fabricante sólo contaba con experiencia real en
unidades de capacidad un 35 % inferior. La combustión de carbón en polvo dentro de un hogar
refrigerado con paneles de agua liberaliza el criterio para fijar la intensidad volumétrica del
proceso de combustión, o lo que es lo mismo, el ritmo de transferencia de la potencia
evaporadora. De esta manera, no es extraño que se tendiera a diseñar cámaras de tamaño
relativo más pequeño para capacidades mayores. Al llevar a cabo esta extrapolación, no se
valoraron adecuadamente los efectos sobre la evolución de la especies incombustibles1 .
1 Una solución basada en la tendencia a la fusión de las escorias del carbón es justamente provocarla
mediante altas intensidades de combustión y evacuar los residuos en su fase líquida. Este es el principio de
funcionamiento de los hogares de fondo húmedo (wet bottom o slag tap furnaces), de tipo ciclónico o con
quemadores de carbón pulverizado. El concepto está unido a diversas características desfavorables: gran
sensibilidad al tipo de carbón, altas emisiones de óxidos de nitrógeno y mala regulación, entre otras, v. p. ej.
Singer, 1981. Por ello, este tipo de unidades nunca tuvieron tanta aceptación como el diseño usual
denominado por contraste hogar de fondo seco (dry bottom furnace). La introducción de normas más
restrictivas para la limitación de las emisiones de NOx ha reducido en gran medida las perspectivas de
desarrollo de esta tecnología (Barrett et al., 1986).
problemas graves de deposición, pero siguen presentándose excepciones.
Por otro lado, el fenómeno depende fuertemente de la naturaleza del combustible que se
quema. Aunque el contenido en ceniza no es por cierto el único determinante, el comportamiento
es lógicamente más desfavorable para carbones de bajo rango. Tras la crisis del petróleo, el
carbón se convirtió en el principal combustible fósil económicamente utilizable para la generación
de energía eléctrica. A raíz de ello, se generalizó la tendencia a utilizar exhaustivamente
yacimientos de baja calidad y menor coste de extracción. Según comentan entre otros Wall et al.
(1979), las peores características de ensuciamiento de un carbón de peor rango se combinaron
así con los factores a que antes se ha aludido para configurar una tendencia creciente hacia los
problemas de deposición en calderas de potencia.
Finalmente, hay que considerar que en la actualidad ya no es posible mantener las mismas
características en el carbón consumido por un determinado generador de vapor (Sotter, 1988).
A menudo es preciso cambiar el suministro, mezclar el carbón original o lavarlo, todo ello con el
fin de adecuarse a la calidad decreciente del combustible en el mercado, a la oscilación de
precios o a la necesidad de cumplir con regulaciones medioabientales cada vez más estrictas.
Igualmente, las características de los carbones de bajo rango pueden variar dentro de un mismo
tipo según la mina de procedencia. En relación con esta situación, Mehta & Dooley (1987)
indican que la calidad del carbón tiene un efecto muy complejo sobre el funcionamiento de una
central térmica, existiendo pocos medios para evaluar a priori el resultado de un cambio. Los
fenómenos que se señalan como más importantes incluyen la escorificación y el ensuciamiento: la
necesidad de cambiar la naturaleza del carbón procesado constituye en definitiva otra
circunstancia que explica la alta incidencia actual de este tipo de dificultades.
La deposición de ceniza sobre los tubos del circuito de vapor de una caldera de potencia
engloba varios fenómenos de distinta naturaleza y diferentes efectos sobre el comportamiento
térmico. En términos de operación, la clasificación mayoritariamente aceptada (v. p. ej. Attig &
Duzy, 1969; Winegartner, 1974; Moore & Ehrler, 1976) se representa en la figura 1.1. Hay dos
claras categorías de depósitos problemáticos.
(C)
B
(C)
A Fusión de escorias.
A B Ensuciamiento.
La clasificación del grupo de fenómenos marcado como (C) en la figura 1.1 es más incierta.
Existen observaciones (Barrett et al., 1987, Jackson & Jones, 1981) de fuerte acumulación de
depósitos a gran altura sobre las paredes evaporadoras o en los tubos de los sobrecalentadores
suspendidos radiantes. Estas formas de deposición parecen ser independientes de la fusión de
escorias. Pacer & Duzy (1978) señalan que la escorificación en las partes altas del hogar
aparece debido al contenido en álcalis de la materia mineral de ciertos carbones. Raask (1985)
propone una teoría consistente de compatibilidad térmica entre materia mineral y metal que
explica por qué determinadas cenizas se adhieren mejor sobre los tubos de un sobrecalentador,
más calientes que los del hogar. Asimismo, la deposición en las primeras filas del primer
sobrecalentador convectivo en el camino de los humos tiene un carácter especial. Algunos
autores admiten la influencia de las mayores temperaturas de gases o de la componente de
radiación sobre los procesos de ensuciamiento convectivo en estas zonas (Moore & Ehrler,
2 La nomenclatura inglesa de la que deriva la terminología que hemos adoptado está generalizada entre los
autores estadounidenses. La bibliografía británica, australiana, canadiense y europea tiende con frecuencia a
evitar los términos slagging y fouling, refiriéndose indistintamente a todos estos fenómenos bajo el nombre
de fouling.
1976; Barrett et al., 1986).
1) Las partículas de materia mineral que emergen de la llama penetren la capa límite y hagan
contacto con la superficie de los tubos.
La situación de un capa de escoria sobre los paneles del hogar se muestra cualitativamente
en la figura 1.2. El espesor total puede estar en el rango de varios centímetros, con irradiaciones
hasta 600 kW/m2 (Neal et al., 1980b). La capa primaria (enamel, esmalte) es indistinguible del
propio material del tubo, habiéndose formado a largo plazo por oxidación y reacción química del
metal con los depósitos de ceniza; esta superficie extendida sirve de anclaje para el grueso de la
deposición (Raask, 1985; Hazard et al., 1980). Mulcahy et. al. (1966a), Boow & Goard (1969)
y más recientemente Anderson et al. (1987), han medido la conductividad térmica de una gran
variedad de cenizas obtenidas de instalaciones reales, tratadas o en su morfología original, y
sintéticas. El parámetro depende de la estructura física y de la composición química, pero el
orden de magnitud para su valor máximo (ceniza fundida) puede establecerse en 1 W/m.K. Dada
la fuerte transferencia radiante desde la llama, ello implica un gradiente térmico muy pronunciado
en el espesor de la escoria. De esta manera, si bien los primeros depósitos pueden retener su
estructura original de partículas individuales, conforme el espesor crece se producen la
sinterización y finalmente la fusión en la capa más exterior. Como corresponde a una mezcla de
diversos constituyentes, el punto de fusión no es definido. Más propiamente debe decirse que la
viscosidad del depósito disminuye tanto que comienza a deslizar por gravedad. La evolución
puede equipararse a la del vidrio fundido (Nicholls & Reid, 1940): la escoria pasa por una serie
de gradaciones en que fluye como un plástico hasta alcanzar la fase plenamente líquida de
comportamiento newtoniano.
Deposición
Radiación
agua-vapor
poroso
sin terizado
parcialmente fundido (plástico)
fundido (líq uido)
Existe un segundo lazo de realimentación térmica. Mulcahy et al. (1966b) han calculado en
primera aproximación el efecto máximo sobre la transferencia de calor en la cámara que resulta
de las propiedades aislantes de los depósitos. Las estimaciones indican una reducción del 40 %
en la potencia absorbida y un incremento superior a 300 °C en la temperatura de salida de gases:
los efectos térmicos pueden llegar a ser de gran importancia. Pero además, esto significa que el
aislamiento de las paredes debido a la fusión de escorias provoca aumentos significativos de la
irradiación y temperatura de gases, lo que a su vez agrava la tendencia a la escorificación.
La capa de escoria alcanza finalmente su estado de equilibrio cuando se deposita tanta masa
como la que fluye por su propio peso. La severidad del problema dependerá pues de las
características de la materia mineral del carbón y del diseño del sistema de combustión. En
general, un caso de fusión de escorias grave estará caracterizado por un depósito permanente de
gran espesor formado a causa de los altos valores del calor incidente o, lo que es equivalente,
altas intensidades de combustión o bajo dimensionado del hogar. Nótese que el problema reside
en la fuerza de adherencia y en el espesor. Como han indicado Pollock et al. (1983), una
delgada película de escoria fundida no provoca graves efectos aunque sea difícil de desalojar por
soplado, e inversamente, grandes acumulaciones de depósitos débilmente adheridos puede ser
desprendidos con facilidad obteniéndose un comportamiento promedio aceptable.
1.3 APROXIMACION A LOS PROBLEMAS DE FUSION DE
ESCORIAS.
Parámetros de predicción.
Existe una gran variedad de estudios que exploran este aspecto de la cuestión. En la tabla
1.1 se resumen las cuatro principales revisiones de que ha sido objeto el tema. Para explicar los
fundamentos y aun a riesgo de simplificar en exceso, estableceremos de acuerdo con Barrett et
al. (1986) cinco grupos distintos de predictores.
REVISION INCLUIDA POR Nº aproximado de criterios. Nº de referencias.
Winegartner, 1974 20 32
Raask, 1985 (Cap.9-10) 16 16
Barrett et al., 1986 40 125
Barrett et al., 1987 25 -
Debido a que los métodos experimentales son costosos y los resultados poco
reproductibles salvo en la fase plenamente líquida, ha habido numerosos intentos de relacionar la
curva viscosidad-temperatura o alguno de sus puntos con los ensayos de fusión, la composición
de cenizas o índices derivados (Reid & Cohen, 1944; Watt & Fereday, 1969; Barrick &
Moore, 1976, Thompson & Gibb, 1988).
Los óxidos del denominador son ácidos en el sentido piroquímico del término, lo que
significa que disuelven o hacen fundir una mezcla de los óxidos básicos del numerador. Por ello,
el valor del cociente es un indicador del comportamiento de fusibilidad o de la viscosidad de la
ceniza. Puesto que la relación no es monótonamente creciente o decreciente, el ratio sólo puede
utilizarse para predecir la escorificación si se combina con otros indicadores, como por ejemplo
el muy extendido factor de escorificación desarrollado por Attig & Duzy (1969) para carbones
de ceniza bituminosa:
RS = (B/A).S (1.2)
donde S es el azufre total en carbón, que "mide" de esta forma la influencia de las fracciones
piríticas. A partir del tratamiento estadístico de observaciones empíricas, se establece una escala
de cuatro grados de severidad, creciente a mayor magnitud de RS.
5) Otros métodos. Trabajar a partir de las cenizas elaboradas en laboratorio lleva implícita
la suposición de que éstas representan de alguna forma el comportamiento de los depósitos en el
hogar. Si se tienen en cuenta los factores que razonablemente pueden influir, parece que sólo el
tipo de carbón es el mismo en el laboratorio y en la instalación real; considérense los diferentes
ritmos de calentamiento, temperatura, evolución física de las partículas, pérdida de volátiles (y
por tanto composición química), etc. Está generalmente reconocido que estos procedimientos de
obtención y ensayo de cenizas (y por tanto, la mayoría de los predictores derivados) pueden
pasar por alto efectos importantes. Por otra parte y como ya se ha comentado, los ensayos
convencionales de fusión no reflejan la realidad de los fenómenos de sinterizado y microfusión;
Barrett et al. (1986) señalan además la subjetividad y gran incertidumbre en la determinación de
la temperatura de deformación inicial. En consecuencia, ha habido continuos esfuerzos por
desarrollar métodos más avanzados pero manteniendo a la vez un grado de complejidad
aceptable. Cumming & Sanyal (1981) han determinado el principio de la fusión de la ceniza a
través de la medida de la resistencia eléctrica, encontrando que se produce a temperaturas
bastante más bajas que las nominales. Los investigadores soviéticos emplean el punto "de inicio
de la escorificación", definido como la temperatura de gases a la que comienza a aglomerarse
depósito sobre una sonda especial (Dik et al., 1980; Alekhnovich & Bogomolov, 1988). Otra
técnica es usar las fracciones separadas por tamaño y densidad del carbón pulverizado. Esta es
una forma de tomar en cuenta los procesos de selección aerodinámica y consiguiente deposición
selectiva que sufren las partículas de materia mineral en el hogar. Bryers (1978) ha mostrado
cómo las predicciones son más fiables que las de los indicadores clásicos.
El éxito de todos estos parámetros ha sido relativo; una buena indicación de ello es el
elevado número de criterios diferentes que se encuentra en la bibliografía, tabla 1.1. La
predicción de tendencias a la escorificación incluye naturalmente todas las limitaciones de la
investigación fisicoquímica básica, más las que resultan adicionalmente al simplificar mecanismos
de alta complejidad. Una vez más, hay que añadir que la generalidad de los resultados es
comprometida por la fuerte influencia del tipo de carbón y del diseño de caldera. Como ha
manifestado Bryers (1988a), el enfoque adolece de un exceso de empirismo. La encuesta
realizada para el EPRI (Barrett, 1987), permite formar una idea sobre el estado actual. Se
examinaron un total de 103 casos de calderas reales, documentados con todos los datos
disponibles sobre carbón y cenizas, diseño, operación y evaluación de los problemas de
deposición. Mediante técnicas de estadística multivariante, se determinó la correlación entre la
severidad del fenómeno y más de 25 de estos parámetros. Uno de los objetivos era estudiar a
posteriori la capacidad predictiva de los índices habituales. Como resultado, los mejores
predictores de escorificación clasificaron adecuadamente sólo el 73-77 % de los casos, con
excepciones significativas de diagnóstico totalmente erróneo.
Diseño de hogares.
Otro de los hallazgos de la encuesta fue que la combinación de un indicador de carbón con
un parámetro de diseño del hogar (por ejemplo, el cociente entre caudal principal de vapor y
área transversal) resulta en un criterio mejorado: de un 80 a un 89 % de aciertos, con manifiesta
ausencia de errores graves. Esto expresa en realidad un hecho fundamental: la principal causa de
los problemas de escorificación es un diseño inadecuado de la cámara de combustión en relación
con el tipo de carbón a quemar.
El primer paso es estimar la tendencia a la escorificación, para lo que se usan en este orden
de preferencia las temperaturas de fusión, el análisis de cenizas y los índices empíricos. Los
factores de diseño del hogar a considerar son
1) Intensidad de la combustión o de la transferencia de calor: tamaño de la cámara.
Como ya se ha explicado, la fusión de escorias es fundamentalmente de origen térmico. Por ello,
es preciso elegir tamaños de hogar para una determinada carga que resulten en niveles térmicos
adecuados a la fusibilidad estimada para el depósito. Este factor se expresa como cocientes de la
entrada total de potencia (o lo que es equivalente, cualquier otra definición de la carga, como la
producción de vapor principal) dividida por diversas áreas y volúmenes del hogar: sección
transversal, superficie total de intercambio, superficie del cinturón de quemadores, volumen total
y volumen de la zona de quemadores, principalmente. Los cocientes son el promedio para toda
la cámara o para el cinturón de quemadores de la intensidad de combustión y de la transferencia
de calor radiante. El valor adecuado se selecciona por criterios empíricos, lo que explica hasta
cierto punto la diversidad de ratios. Algunos de ellos son complementarios; no existe suficiente
información acerca de los matices que representa la elección de un ratio determinado frente a
otro. Lo mismo puede afirmarse acerca de las dimensiones relativas, otros detalles geométricos y
la inclusión de sobrecalentadores radiantes, aspectos que varían según el diseñador.
2) Nivel térmico global y local: quemadores. Los criterios de elección en lo que respecta
a los depósitos son los mismos. Los procedimientos están menos definidos, pero es posible
enumerar varios puntos. Así, la capacidad individual, número, distribución y espaciado influencian
los niveles generales de temperatura, siendo estos menores a mayor número, menor tamaño
individual y mayor espaciado. El diseño de cada quemador y su distancia a las superficies de los
paneles determina el perfil de temperaturas local. Se recomienda especialmente dar una forma
adecuada a la llama para que no toque los tubos.
Cuando estos factores no se han elegido apropiadamente en función del carbón quemado,
aparecen los fenómenos de fusión de escorias. Aunque la acumulación de depósitos tenaces
puede deberse a fallos de proyecto u operación de los sopladores, el origen está
primordialmente en los demás criterios. En resumen, las causas del problema son unas altas
temperaturas en el interior del hogar (geometría de la cámara y sistema de combustión), y/o una
mala distribución del aire (sistema de combustión).
Soluciones basadas en el carbón.
Como es evidente, una solución para los problemas de fusión de escorias en un determinado
generador de vapor es cambiar el carbón. Como comentan Pollock et al. (1983), La forma más
fácil de mejorar el funcionamiento global es pagar un sobreprecio por un carbón mejor. El
estado actual de las técnicas de predicción parece asegurar algo menos del 80 % de
probabilidad de acierto en lo que a escorificación se refiere. Entre esta solución extrema y la
situación inicial caben por supuesto otros compromisos:
- Mezclas. La bibliografía contiene pocos trabajos específicos sobre el efecto de una mezcla
con un carbón de menor propensidad a la escorificación. Raask (1985) hace notar que un
carbón con alto contenido en cenizas, y por tanto baja potencia calorífica, agrava los problemas
de escorificación por el simple hecho del mayor flujo de materia mineral y aporte de potencia a la
cámara de combustión. De esta forma, siempre será beneficioso (en lo que a fusión de escorias
se refiere, no así para el ensuciamiento) mezclarlo con carbones de rango mayor. Se recomienda
la selección en base a los índices predictivos de las diferentes cenizas. Buxmann (1983) ha
evaluado la mezcla de lignitos negros con carbón bituminoso, concluyendo que las mejores
características de la ceniza de éste último suponen en principio una reducción de la tendencia a la
fusión de escorias. Sin embargo, advierte del riesgo de obtener mayores temperaturas en el
hogar por el cambio en el proceso de combustión. No es posible, según Buxmann, estimar
detalladamente este efecto. Según Lee et al. (1983) los indicadores empíricos pueden aplicarse a
la ceniza promedio, pero es obligado verificarlos experimentalmente. Ninguno de los estudios
considera las consecuencias de una mezcla sin homogeneizar.
- Lavado. Otra solución es tratar el carbón antes de su combustión. Para el problema del
ensuciamiento, es conocido que las técnicas de reducción del contenido en sodio por intercambio
iónico han dado un buen resultado con lignitos americanos (Paulson et al., 1981; Zobeck et al.,
1988). Si nos referimos a problemas de escorificación y a procesos más convencionales, de
acuerdo con Levasseur et al. (1988) los efectos son beneficiosos, pero su alcance depende del
tipo de lavado y del tipo de carbón. Raask (1985) revisa algunos estudios y concluye que la
eliminación de las fracciones piríticas pesadas (es decir, del hierro) que en general suponen esta
clase de tratamientos es altamente eficaz en reducir la escorificación. No obstante, se presenta
una excepción en que el incremento en concentración de sodio (que no se elimina) explica un
empeoramiento del fenómeno. Harding et al. (1988) han informado de resultados muy
satisfactorios especificamente referidos a la fusión de escorias.
En resumen, las soluciones basadas en carbón parecen ofrecer buenas posibilidades. Por
supuesto, hay que tener en cuenta que el cambio, mezcla o lavado del combustible estarán
sujetos a otros tipos de condicionantes, incluyendo consideraciones técnicas y económicas.
Blake (1988) da un ejemplo de cómo deben hacerse las estimaciones de costos detallando un
caso de implantación de carbón lavado. Por otro lado, es importante notar que a veces existe
más de un incentivo para estas actuaciones. Así por ejemplo, un programa de reducción de
emisiones de SO2 mediante mezcla o lavado aplicado a un carbón rico en piritas resultará
también en un alivio de los problemas de fusión de escorias.
Rediseño.
En cualquiera de los casos, cabe la situación en que no sea rentable o conveniente tratar o
cambiar el combustible. Puede entonces resultar beneficioso llevar a cabo cambios menores en el
diseño de la unidad. Las soluciones de rediseño se basan en las causas antes apuntadas, es decir,
intentan reducir el nivel térmico dentro del hogar, mejorar la mezcla de aire combustible y/o la
efectividad del sistema de limpieza en carga. Así, se han descrito modificaciones de diverso
alcance en el sistema de quemadores (Marcus, 1979; Rau, 1980) y de aire a quemadores (Hein,
1978, 1979a; LaRue, 1986; Harrington et al., 1988; Technika, 1989). Estas últimas pueden
agruparse bajo la intención común de superar el concepto de caja de vientos y registros
tangenciales de aire secundario. Otra solución es recircular gas frío (Kuznetsov, 1972; Raask,
1985; Osintsev et al., 1990), lo que reduce los ratios de liberación y absorción de calor en la
cámara (Babcock & Wilcox, 1978).
Mención aparte merecen los sistemas de limpieza en carga. Intentar mejorar la capacidad de
desalojo de depósitos sin atacar las causas del problema parece en principio menos aconsejable,
pero ha sido una solución muy ensayada. Buckley et al. (1974) revisan los diseños tradicionales
de aire, vapor saturado, vapor recalentado y agua y sus principios de funcionamiento. Estos son
empíricos; los parámetros más importantes en el caso de sopladores de pared son la presión en
el punto de impacto, el radio efectivo y, como ya se ha mencionado, el número o espaciado de
equipos. Todo ello se elige de acuerdo con la severidad estimada del problema. Así, incrementar
la presión del medio de soplado y/o aumentar la densidad de la red son posibles soluciones para
casos de escorificación grave. Con escoria fundida, otro factor es la temperatura y por ello,
parece reconocida la inefectividad para su desalojo del vapor o el aire. Tradicionalmente se han
especificado sopladores de agua, a los que se le supone la capacidad de solidificar los depósitos
para así desprenderlos con facilidad. Esta ha sido una posibilidad muy estudiada por los
ingenieros soviéticos, que han desarrollado "lanzas" de agua (Pachenko et al., 1981; Ots et al.,
1987) para impactar sobre la superficie fundida de la escoria desde la pared opuesta. Technika
(1989) recomienda por su parte el cambio a sopladores de agua convencionales para un caso de
fusión de escorias muy grave. El problema con todos los tipos de limpieza por agua es qué
sucede cuando un chorro de agua fría barre los tubos desnudos. Dadas las formas de operación
y el comportamiento de los depósitos, es prudente considerar que esto sucederá inevitablemente
con cierta frecuencia. O'Brien & Melksham (1984) y Maidanik et al. (1988, 1989) han
estudiado teórica y experimentalmente el daño al metal por fatiga y shock térmicos. Sus
conclusiones están el rango que va de moderadamente optimistas a inconclusivas. Como es
evidente, el impacto térmico es superior a lo usual y por tanto el desarrollo y ampliación de
grietas en el tubo se acelera, pero se considera que ello no debería afectar a su vida útil. O´Brien
insiste en que debe cuidarse el diseño y la experiencia de Ots et al. (1987) les induce a
recomendar para las lanzas un intervalo entre operaciones no inferior a 12 horas.
Nuevos conceptos de "soplado" descritos como muy efectivos son la limpieza por pulsos
neumáticos de alta frecuencia (Vorovna & Nesterov, 1982; Raask, 1985) y vibraciones
(Pachenko et al., 1981).
Soluciones de operación.
Finalmente, los cambios en las prácticas usuales de manejo pueden ser la solución menos
costosa para un problema grave de fusión de escorias. De nuevo, las técnicas se corresponden
con los tres grupos de factores antes identificados. Siguiendo el excelente compendio de Raask
(1985), es posible intentar:
- Incrementar el exceso de aire. Esto tiene un doble efecto. Por un lado, reducir la
temperatura dentro de la cámara. Por otro y según ya se ha explicado, se aumenta el punto de
fusión de la escoria. Por contra, el rendimiento de caldera se reduce y se incrementa la erosión
en los bancos con la mayor velocidad de gases. Tal vez debido a su sencillez, la solución ha sido
la más empleada. Es descrita entre otros por Attig & Duzy (1969); Burbach et al. (1977); Hein
(1978, 1979a); Marcus, (1979); Rau, (1980) y Jones & Riley (1988).
- Manejo de los sopladores. Al igual que sucede con el rediseño, también puede adoptarse
el enfoque directo de optimizar la operación de los sopladores. En general, la bibliografía
recomienda una frecuencia de soplado adecuada para evitar causar la fusión de escorias, pero
pocos trabajos se han hecho para concretar el punto óptimo: aparentemente. las espectativas en
este aspecto se centran en el diseño. Cantieri & Locke (1963) y Chappell & Locke (1965) han
estudiado el lazo de control de los sistemas de sopladores. Según estos autores, los soplados
deben guiarse por señales de planta, que en definitiva miden la absorción térmica de las diversas
secciones. En último término se trata de un equilibrio económico entre el coste del medio de
soplado y el coste de la suciedad en las superficies de intercambio. Sus ideas sobre control
automático no han sido aplicadas todavía y, en cualquier caso, no ofrecen recomendaciones
sobre casos de escorificación grave. Sin embargo, presentan interesantes conexiones con el tema
de detección en tiempo real que comentaremos más adelante.
Evaluación de los efectos de la fusión de escorias.
Por lo explicado hasta el momento sobre la naturaleza del fenómeno, no es de extrañar que
la predicción de efectos térmicos a través de modelos de caldera esté actualmente poco
adelantada. Wall et al. (1989) y Mulcahy et al. (1966b) han dado estimaciones de primera
aproximación sobre el cambio en la transferencia de calor al hogar. Anderson (1985) y la
Babcock & Wilcox (v. Makanski, 1987) han construido con éxito modelos transitorios
semiempíricos del proceso local de deposición, que dejan fuera la importante cuestión de la
adherencia de la escoria y su resistencia al soplado. La potencia de modelado de caldera que
poseen las casas fabricantes y compañías eléctricas se detiene igualmente ante los fenómenos de
escorificación: éstos son tenidos en cuenta al calcular la absorción, pero sólo como parámetros
ajustados externamente (Chappell & Locke, 1965; Bueters & Habelt, 1977; Vetterick et al.,
1980; Mobsby, 1981; Levy, 1984). En este aspecto, el modelo de hogar desarrollado por
Vrublevska et al. (1987) ofrece un camino más prometedor, todavía por explorar.
Si bien estos técnicas representan un gran logro al permitir la detección continua de los
depósitos, el desarrollo no se ha cerrado todavía. Como muestra el estudio de Neal et al.
(1980b), aunque no es posible controlar o simular experimentalmente las condiciones reales de
trabajo de los detectores de flujo de calor, tampoco se ha intentado modelar teóricamente
grandes acumulaciones de escoria. Chojnowski (1984) advierte sobre la alta incertidumbre en
los valores de absorción medidos con estos sensores y la poca fiabilidad de la calibración de
laboratorio. Por otro lado, los procedimientos de interpretación de datos no han sido
especificados y aparte de análisis muy preliminares de los efectos del soplado (Davidson, 1986;
Anson, 1988) y de los breves estudios de Marr et al. (1984), no se ha publicado información
sobre evaluaciones concretas y en cualquier caso, ninguna referida a dificultades de
escorificación grave. Las condiciones de operación de una caldera de potencia son cambiantes;
además y como señalan Neal et al. (1980b) los fenómenos de deposición severa introducen una
fuerte variabilidad adicional en los valores instantáneos de flujo de calor. Anson (1988) comenta
asimismo la aleatoriedad que mediante este método se detecta en la respuesta de la escoria al
soplado. En suma, se tiene un complejo sistema dinámico para el que hay que averiguar sus
modos de respuesta, es decir, las consecuencias de la fusión de escorias sobre el
comportamiento térmico en función de la operación de la caldera. Este problema aún no ha sido
planteado. Debe considerarse también que el gran número de datos tomados en tiempo real
dificultará el diagnóstico de los fenómenos básicos; en este sentido, Kosvic et al. (1988) han
realizado algunas aportaciones sobre el tratamiento estadístico de esta información. Sin embargo,
faltan en general tanto cálculos detallados de los efectos térmicos del problema y su relación con
las variables de funcionamiento como la metodología necesaria para llevarlos a cabo.
Resumen
Cabe resumir el estado actual del conocimiento sobre escorificación en calderas de potencia
en los puntos siguientes.
- En los últimos años, se ha desarrollado la herramienta necesaria para evaluar los efectos en
planta de este tipo de dificultades. Los nuevos sistemas instrumentales y de adquisición de datos
ofrecen un grado de aproximación excelente, ya que permiten seguir en continuo el
comportamiento del generador de vapor y el desarrollo de los depósitos. Sin embargo, no han
sido suficientemente descritos ni el funcionamiento de la instrumentación detectora del flujo de
calor ni el proceso de evaluación de los datos tomados en tiempo real. Dadas las condiciones de
trabajo de una caldera de potencia, la variabilidad en la limpieza de sus superficies y el gran
número de datos necesarios, esta última tarea no es trivial. En correspondencia, faltan también
estudios concretos sobre las formas de evolución y repercusiones térmicas en casos de
escorificación severa.
La importancia absoluta del problema puede quedar de manifiesto con algunas cifras. Más
del 40 % de la energía eléctrica se genera en España a partir del carbón (UNESA, 1991a), lo
que representa hoy en día unos 60000 millones de kWh. La tendencia actual en los paises de la
OCDE muestra el mantenimiento e incluso el crecimiento del porcentaje de participación de la
energía termoeléctrica clásica (UNESA, 1991b). Aunque no hay datos globales sobre la
incidencia de la escorificación referidos a nuestro entorno inmediato, sí existe una estadística
significativa: la reciente encuesta del EPRI, realizada en los Estados Unidos sobre 103 calderas
de fondo seco y capacidad superior a 300 MWe (Barrett et al., 1987), señala que más del 32 %
de las unidades tienen frecuentes dificultades de este tipo y que en casi un 30 % se informa de
escorificación ocasional.
El caso de los lignitos negros turolenses es muy representativo de una situación de fusión de
escorias grave. Las reservas probables y muy probables de lignito negro alcanzan más de 350
millones de toneladas (Menéndez, 1987). Actualmente, este combustible se utiliza en la Central
Térmica "Teruel" (3 grupos, 1050 MWe nominales); su combustión en equipos convencionales
de carbón pulverizado se extenderá al menos hasta mediada esta década.
Primeramente, hay que tener en cuenta que este tipo de carbones difiere de lo que las
clasificaciones por rangos entienden por lignito. En la tabla 1.2 se comparan un lignito clase A
según la norma ASTM (tomado del artículo de Hensel & Skowyra, 1977) y un lignito negro
típico turolense según LaRue et al. (1986).
Lignito clase ASTM A. Lignito negro turolense.
(Hensel & Skowyra, 1977) (LaRue et al., 1986)
De acuerdo con estos últimos autores, el lignito negro de Teruel se distingue por su alto
contenido en cenizas (aunque el lignito standard puede llegar a equipararse según casos) y bajas
potencia calorífica y humedad. Pero el análisis de óxidos en ceniza indica además que su materia
inorgánica es de tipo bituminoso, es decir, predomina el contenido en hierro frente a calcio y
magnesio.3 De esta forma, se tiene un carbón de baja clasificación cuyas especies minerales se
asemejan de alguna forma a las de carbones de mejor calidad.
3 Nos referimos al combustible principal, compuesto de diversas variedades que pueden representarse, salvo
matices más específicos, con el ejemplo de la tabla 1.2. Existe la excepción del carbón de Mequinenza, que se
consume en la central en baja proporción y cuya ceniza sí es típicamente lignítica.
de las fracciones separadas por tamaño y densidad, Bryers (1978) identifica el hierro pirítico
como causante de una alta tendencia a la fusión de escorias. Buxmann (1983) predice igualmente
posibles problemas de escorificación con mezclas de lignito y hulla, más un probable alivio en
caso de lavado. LaRue et al. (1985) auguran mediante índices clásicos altas tendencias tanto de
escorificación como de ensuciamiento para el carbón ejemplificado en la tabla. Martín et
al.(1989) han aplicado diversos predictores de escorificación a 20 variedades extraídas de otras
tantas minas y 6 muestras de polvo tomadas en planta. Dependiendo de la mina y del criterio, se
predijeron así desde una tendencia inexistente hasta muy severa, sin poderse llevar a cabo
contrastaciones experimentales. Las técnicas actuales de caracterización de carbones no
permiten pues combinar a priori las diferentes variedades. Martin et al. concluyen que los índices
estudiados no logran predecir adecuadamente el comportamiento de las cenizas de los
carbones, aunque pueden proporcionar una base para la selección de los carbones a
utilizar. No obstante, las predicciones obtenidas con algunos de ellos pueden ser
diametralmente opuestas, conduciendo a una confusión que sólo la experiencia anterior de
la central puede resolver.
15000
10000
5000
0
E F M A M J J A S O N D
Figura 1.3 Indisponibilidad por escorificación en la central térmica Teruel (Tomás, 1986)
1) Estudio teórico de los sistemas de medida del flujo de calor aplicados a casos de
escorificación grave. Validación de los modelos con la información adquirida en continuo a través
de una red de sensores en las paredes del hogar, equipo que debe diseñarse e instalarse en
campo.
2) Desarrollo de métodos de análisis fiable de los datos adquiridos en tiempo real, con
especial atención a la evaluación de fenómenos de escorificación en calderas de potencia
detectados a través de redes sensoras del flujo de calor.
3) Aplicación de estos desarrollos al caso antes descrito, matizando las causas, la relación
con parámetros de funcionamiento y los efectos térmicos.
4) Estudio en planta sobre las estrategias de operación más adecuadas para mitigar el
problema o reducir sus consecuencias.
En el capítulo 2 se revisa en primer lugar la situación actual en el ámbito de los detectores de
flujo de calor en el hogar. A continuación, se detalla un modelo de elementos finitos desarrollado
a fin de simular un sensor cubierto con diversos espesores de depósitos, incluyendo condiciones
de gran acumulación. La discusión de los resultados teóricos permite establecer nuevas bases de
diseño de este tipo de aparatos. Posteriormente se describe la instalación experimental realizada
en el grupo 1 de la central térmica "Teruel" y los criterios utilizados para definir la disposición.
Finalmente, se comparan las predicciones teóricas con las medidas reales, acotando el
significado y utilidad de la información obtenida. El capítulo 3 está dedicado a la metodología
para el tratamiento de datos experimentales. Las pasos más importantes del proceso son la
validación y el fraccionamiento del registro en periodos de operación estable y según la historia
térmica pasada. Se estima igualmente la incertidumbre asociada a las variables medidas en
continuo y se resumen los cálculos de transferencia y balance a utilizar para elaborar esta
información. El diagnóstico de la escorificación severa se divide en dos partes incluidas en el
capítulo 4. En primer término, la evaluación de los perfiles de absorción total por secciones
muestra el grado de validez de la medida directa y una forma de diagnóstico global del balance
térmico. Este se lleva a cabo a la luz de un modelo elemental de la transferencia de calor en los
distintos subsistemas de caldera. En segundo lugar, se desarrollan métodos para procesar el
mapa local de flujos de calor, a fin de cuantificar las distintos grados de respuesta al soplado
según zonas de las paredes. Entre ambos puntos de vista es posible clarificar los efectos térmicos
del problema, matizar sus causas y establecer la relación con las acciones habituales de
operación. La última parte del capítulo contiene las perspectivas sobre estrategias óptimas de
manejo, describiéndose las experiencias realizadas con la redistribución de fuegos y los
esquemas de soplado. La evaluación de los resultados se lleva a cabo a través de los métodos
desarrollados anteriormente.
La fusión de escorias comienza y se desarrolla sobre los tubos evaporadores que dan forma
a la cámara de combustión de la caldera. Como es lógico, el parámetro de funcionamiento más
directamente afectado es el calor absorbido por los tubos, que se reduce notablemente debido a
las propiedades aislantes de los depósitos. Si esto llega a suceder en gran parte de las paredes
del hogar, el funcionamiento térmico de la unidad es deficiente y entonces se dice que la caldera
sufre de fusión de escorias. Sin embargo, no hay que olvidar que tal comportamiento global se
origina a consecuencia de la transferencia local de calor en la cámara.
Debido al tamaño de las instalaciones de este tipo y a las características del sistema de
combustión, las condiciones en el interior del hogar varían ampliamente de unas zonas a otras. La
deposición de cenizas, resultado de complejos procesos fisicoquímicos, es una de estas
condiciones. Si se intenta un estudio detallado del problema a la par que su detección precoz en
tiempo real, es necesaria una medida local. Sólo de esta forma se puede identificar el fenómeno
desde su origen e investigar sus variaciones espaciales y su evolución temporal.
Así pues, el método que se ha seguido ha hecho uso de una red de medidores de flujo de
calor absorbido permanentemente instalada en los tubos del hogar. El estado actual del arte de
este tipo de medidas es avanzado, pero como se verá, basta un primer análisis para que surjan
dudas ineludibles sobre la nueva instrumentación. Aunque la red de sensores proporciona
abundante información sobre el fenómeno bajo estudio, el significado de la magnitud medida y la
calibración de los aparatos no están claramente definidos en la información disponible y parecen
variar de unos modelos de aparatos a otros, respondiendo a diferentes conceptos de diseño.
En una caldera de potencia moderna, los tubos evaporadores del hogar se encuentran
alineados formando paneles ("paredes de agua"). Hablando genéricamente, las condiciones a las
que están sometidos los tubos son las siguientes. La cara interior del panel recibe la radiación de
la llama y de los gases calientes (más una pequeña contribución convectiva) que están a la
presión atmosférica y a temperaturas adiabáticas en torno a los 1500 - 2000 °C. Dependiendo
del diseño particular, la irradiación toma valores de hasta 600 kW/m2. Por el interior de los tubos
circula una mezcla de agua y vapor en ebullición a presiones del orden de los 180 bar para ciclos
subcríticos.
A pesar de la dureza del entorno, es posible fabricar instrumentos sensores del flujo de calor
recibido. Como es conocido, el principio básico es la medida de dos temperaturas en la pared
del tubo expuesta a la llama y el cálculo aproximado del correspondiente gradiente térmico en
virtud de la ley de Fourier:
qa -k dT
dx
kd (Τ1- T2) K(T1- T2) K' (e1- e2)
q(x,y,z)= 0 = -k∇T= 0 ≅ 0 = 0 ≅ 0
0 0 0 0 0 (2.1)
El vector flujo de calor q debe tener sólo una componente o bien el aparato ha de modificar
el campo térmico para que así sea. Por razones de tamaño, los sensores son obligadamente
termopares. La calibración puede hacerse en función de la diferencia de temperaturas o
directamente a través de la diferencia de fuerzas electromotrices en el circuito termoeléctrico. Un
instrumento bien diseñado debe mantener K ó K´ constante en las condiciones reales de
funcionamiento. Respecto a la definición de qa, hay que tener en cuenta todas las alteraciones
producidas por el montaje. Obsérvese que, según la fórmula y si T1 y T2 son las temperaturas
medidas, qa es una aproximación al calor absorbido por el aparato y lo que se busca medir es el
calor absorbido en la situación original. Dicho en otras palabras, no basta con calibrar el
instrumento teórica o experimentalmente, sino que hay que estimar además en cuánto altera la
medida el propio medidor. En la práctica esto puede lograrse corrigiendo adecuadamente la
constante de calibración o bien demostrando que la corrección necesaria es despreciable.
La utilización del tipo disco ha sido amplia. La tabla 2.1 resume las referencias más
importantes.
REFERENCIA ANALISIS UTILIZACION
Anson & Godridge, 1967 Variación tipo placa. Real en pruebas.
Central Electricity Generating Calibración teórica Hasta 220 kW/m2
Board, U. K. aproximada y experimental
Northover & Hitchcock, 1967 Calibración teórica Real en pruebas.
Central Electricity Generating aproximada y experimental Hasta 320 kW/m2
Board, U. K.
Pavlović et al., 1974 Calibración y respuesta Real en pruebas.
Boris Kirdich Institute, Yugoslavia dinámica. Teórico y Hasta 150 kW/m2
experimental
Chambers et al., 1981a, 1981b Diseño CEGB. No se Real en pruebas.
University of Waterloo, Canada discute. Hasta 500 kW/m2
Por supuesto, la dificultad estriba en conducir los cables fuera del hogar y dar al conjunto la
robustez necesaria: piénsese en la elevada presión interior y la delgadez del material. Las bases
de diseño están establecidas desde hace tiempo. Así se explica en la tabla 2.2, junto con la
evolución última de este tipo de medidas.
REFERENCIA ASPECTOS RELEVANTES
Baker et al., 1975 Técnicas para la inserción de termopares en
pared.
El diseño fue desarrollado por la CEGB para sustituir al antiguo medidor tipo disco. Según
el cilindro se inserte en el tubo o se suelde sobre su superficie resultan dos variaciones distintas,
que fueron denominadas Fluxtube y Dometer respectivamente. Neal et al. (1980a, 1980b, 1982)
describen su calibración teórica por métodos numéricos y su calibración experimental. Los
aparatos fueron probados en instalaciones reales con flujos de hasta 600 kW/m2. Desde
mediados de los años 80, ambas clases de aparatos son comercializados por la compañía Land
(Clay & Davidson, 1987) bajo los nombres de Fluxtube y Fluxdome. Cada aparato servido es
sometido a una calibración individualizada.
Los primeros trabajos referentes al medidor tipo disco o placa ignoran por completo el
hecho de que el medidor no representa al tubo y se detienen tras una calibración teórica y su
contrapartida experimental, siempre referidas solamente al medidor. Northover & Hitchcock
(1967) son conscientes del efecto de la rerradiación debida a la temperatura del disco, más
elevada que la del tubo. Sin embargo, no presentan métodos adecuados para corregir la
calibración. En una crítica a sus colegas de la CEGB, Morgan (1974) establece de forma
semicuantitativa la larga lista de todos los errores que pueden presentarse. Aunque creemos que
sus cifras son ciertamente exageradas, los conceptos son válidos para todo tipo de aparatos y
por ello se resumen a continuación. Al insertar un medidor en un tubo de hogar, el flujo de calor
absorbido se verá alterado debido principalmente a los siguientes factores:
- Elevación de la temperatura superficial del sensor respecto a la del tubo original. Error por
rerradiación y por el consiguiente cambio de las propiedades (radiativas y conductividad térmica)
de los depósitos de ceniza.
El último punto resulta ser importante4 e invalida en principio la utilización del medidor tipo
disco. Precisamente para resolver estas cuestiones la CEGB desarrolla los dos nuevos diseños
de aparatos conocidos como Fluxtube y Fluxdome. Según Neal et al. (1980a, 1980b, 1982), la
guarda térmica que rodea al cilindro de medida minimiza el efecto de la no uniformidad del
campo y asegura una calibración estable. Además, se evalúa el efecto de la rerradiación para el
4 Lo que fue probado teóricamente por Northover & Hitchcock (v. Davidson, 1987). Incluso mediante una
aproximación unidimensional, puede verse que los depósitos pasan a ser térmicamente parte del medidor e
invalidan de esta forma la calibración, pues su espesor y propiedades no pueden predecirse.
Fluxtube en sólo un ±5 % de error, mediante un estudio por elementos finitos. El funcionamiento
del Fluxdome (cuya temperatura superficial es mayor y además puede acumular depósitos no
representativos) es validado por comparación con la señal del Fluxtube en una aplicación real.
Para ambos modelos se ofrece calibración experimental y teórica.
Los aparatos de gradiente libre han seguido una evolución bien distinta. En el manual de
Babcock & Wilcox (1978) se propone un cálculo de qa muy aproximado: Se recomienda aplicar
la fórmula de conducción del calor en una pared cilíndrica simétrica utilizando la conductividad
térmica del material del tubo. Aun aceptando que el campo de temperaturas se asemeje al del
caso simétrico, este planteamiento no es correcto pues ignora el error debido a la propia
presencia de los termopares. El CISE (1988) sigue el mismo proceder y reconoce (1986b) la
dificultad de cualquier calibración experimental del tubo instrumentado. Los efectos de la
inserción de termopares son de nuevo despreciados sin análisis previo.
En efecto, los montajes de gradiente libre, tipo cordal de Babcock & Wilcox o tipo
tronchetto del CISE, fueron concebidos para detectar el ensuciamiento interno y no se concede
importancia al calculo del calor absorbido, utilizándose sólo las diferencias de temperatura. Por
su parte, los estudios teóricos de la CEGB sobre los modelos Fluxtube y Fluxdome suponen tan
sólo un milímetro de depósitos sobre los aparatos, ya que el desarrollo original se hizo para
calderas de fuel-oil, en las que la capa de depósitos es mucho más ligera. Aunque las
calibraciones teórica y experimental consideran flujos tan altos como los encontrados en calderas
de carbón, el efecto real de grandes espesores de escoria es desconocido. De hecho, Neal et al.
(1980a, 1980b, 1982) dejan abierta la cuestión de la fusión de escorias severa, con el criterio
aparente de que su análisis teórico es imposible. Por otro lado, la calibración comercial por el
método de radiación (Clay & Davidson, 1987) se limita a valores en torno a los 100 - 200
kW/m2 en condiciones limpias.
No obstante lo explicado hasta ahora, todas estas clases de aparatos se utilizan para la
detección de depósitos en aplicaciones reales. Aparentemente, la validez de las medidas se
deduce de las propias medidas en ensayo real.
Sin embargo, el significado del calor absorbido se vuelve confuso cuando los resultados
experimentales revelan ciertas curiosas anomalías. Como veremos en el estudio que nos ocupa,
al utilizar distintos tipos de instrumentos calibrados según los respectivos fabricantes se obtienen
a su vez comportamientos distintos. Las diferencias superan el ±10% de incertidumbre que es
razonable exigir, e incluso el ±15% que consideran aceptable algunos diseñadores (Neal et al.,
1980b). El valor y la evolución del flujo de calor absorbido parecen depender del instrumento
con que se mide, lo que revela diferentes conceptos de diseño y calibración.
Los hechos sugieren por tanto que lo que en realidad se busca es una medida relativa del
grado de cobertura y espesor de la capa de escoria antes que el valor del calor absorbido por el
tubo. El uso del medidor tipo disco (por lo demás inadecuado como ya se ha visto) por parte de
Chambers et al. (1981a, 1981b), Marr (1984) y Winship (1985) parece confirmar este punto de
vista: cada medida es comparada con el "calor disponible" absorbido por un aparato idéntico que
se mantiene libre de depósitos por diversos medios. (Comentemos al margen que, por desgracia,
el método no es practicable en casos de fusión de escorias grave.)
Suponiendo resuelta la cuestión anterior, queda todavía el problema fundamental: definir con
precisión qué significa el valor que se intenta medir. En todos los estudios tal definición está
implícita: la magnitud medida , qa, es la componente normal del vector flujo de calor en el
punto del tubo más próximo a la llama. A partir de ello surgen varias preguntas. El efecto final
de la transferencia de calor es su absorción por parte del agua-vapor sobre la circunferencia
interior del tubo. ¿Podemos calcular este calor a partir de la medida de qa? La pregunta es
importante, pues de esa forma se relacionarían las medidas de la red del interior del hogar con el
comportamiento global de la caldera. Por otra parte, la presencia de grandes espesores de
escoria alterará el campo de temperaturas. Luego cabe plantearse además si la relación entre
ambos calores se verá asimismo alterada. Otra cuestión quizá menor, es la conveniencia de
utilizar aparatos de gradiente libre o controlado, dado que la forma de los depósitos puede ser
irregular y el vector flujo de calor no será en general perpendicular a la superficie del tubo.
Chojnowski (1984) hace notar que que los valores proporcionados por aparatos medidores
de flujo de calor en las paredes deben considerarse indicativos y aconseja compararlos con el
calor absorbido por el agua en el hogar, lo que representa un incentivo más para aclarar este
aspecto. Godridge & Morns (1981), Abraham & Rajaram (1983) y Lowe (1984a) informan de
resultados satisfactorios en este sentido, aunque existen importantes desviaciones y en todos los
casos se trata de situaciones sin deposición o deposición muy ligera.
Puesto que las condiciones en el interior del hogar son muy variables y no pueden
controlarse con precisión, nada puede deducirse a priori de las propias medidas. Previamente es
preciso realizar un estudio teórico. En una primera parte se ha estudiado mediante la técnica de
elementos finitos (Huebner & Thornton, 1982) la transferencia de calor por conducción en una
sección bidimensional del tubo evaporativo, intentando reproducir el rango de condiciones reales.
Posteriormente, se ha modelado un medidor sencillo compuesto de una sección tridimensional de
tubo instrumentado con termopares. Como herramienta de trabajo, se ha usado el sistema
ANSYS (Konkhe, 1987) y las condiciones de contorno se han introducido mediante las
correlaciones apropiadas. El resultado de los análisis nos proporciona una definición más precisa
de la variable medida, su relación con las condiciones que existen sobre las paredes del hogar y
en el interior de los tubos y otros aspectos adicionales de importancia.
Con ese conocimiento asentado, es posible hasta cierto punto extender el análisis a los
datos reales y concluirlo para los tipos de medidores que se usaron. El examen de las lecturas de
la red de medidores durante 147 días completa y amplia el estudio teórico con la ventaja de que
se trata de valores reales.
Como subproducto de la investigación, se tendrán además las bases sobre el diseño térmico
de este tipo de instrumentación. Dado que éste no es el objetivo último de la Tesis, esta vía de
investigación debe quedarse abierta una vez cumplidos los objetivos de este Capítulo.
Resulta imposible reproducir exactamente las condiciones reales a las que está sometido un
tubo evaporativo mediante un modelo teórico. Por un lado hay parámetros desconocidos (por
ejemplo, las propiedades de la escoria de carbón) y además, alguno de los procedimientos de
cálculo es aproximado (por ejemplo, la condición de contorno con radiación). En consecuencia,
lo que se debe buscar es reproducir un rango amplio de condiciones que incluya las de
funcionamiento real, es decir que produzcan en el modelo el valor y distribución adecuados de la
magnitud medida, es decir, el flujo de calor absorbido. Esto se consigue utilizando
cuidadosamente un conjunto de datos extraídos de la bibliografía sobre el tema y de lo que se
sabe sobre la planta real, a la par que afinando la representación de las condiciones de contorno.
Como resultado se obtendrán criterios cualitativos sobre la ecuación de calibración y las
influencias de la escoria en el funcionamiento real.
El calor absorbido por las paredes depende del tiempo y del espacio. Hay dos
condicionantes independientes entre sí. El primero es el flujo de calor que llega de la llama y los
gases calientes (por radiación térmica en su mayor parte). En segundo lugar, el calor absorbido
por las paredes es sólo una fracción de este calor incidente debido sobre todo a la gran
resistencia térmica de la capa de depósitos de ceniza. El espesor y forma de esta capa son
resultado de procesos harto complicados, por lo que en apariencia se trata de variables
aleatorias. Por lo tanto pueden considerarse como un segundo condicionante independiente del
primero. El resto de condiciones del problema dependen exclusivamente de estas dos y, de esta
forma, obtenemos el rango de situaciones de operación que debe estudiarse haciendo variar
cartesianamente la geometría de la escoria y la transferencia de calor desde la llama.
El problema se resolverá en estado estacionario. Esto es válido salvo para dos situaciones:
1) súbitas limpiezas en carga y 2) grandes cambios en la transmisión desde los fuegos con
grandes espesores de escoria.
Cuando sobre el tubo tenemos un gran espesor de depósitos, la inercia térmica del conjunto
será mucho mayor debido a la baja conductividad térmica de la escoria. Para estimar la
diferencia puede bastar un sencillo estudio de orden de magnitud.Supóngase una pared plana
infinita de espesor d que en régimen estacionario absorbe un flujo de calor q estando la superficie
fría a temperatura TB. Si el flujo de calor en la superficie caliente cambia súbitamente a Q > q, el
flujo de calor medio que se obtendría a través de la diferencia de temperaturas entre las dos
superficies puede calcularse a partir de la solución analítica como
∞ (2n -1)2π2k
k (T(0, t) - T ) = Q - 8 (Q - q)
d B
π2
∑ 1
2
exp -
4ρCd
2
t
n= 1 (2n -1) (2.2)
En otras palabras, la señal se comporta como una suma de sistemas de primer orden. La
constante de tiempo mayor viene dada por τ = 4ρCd2/π 2k. Para valores característicos del
metal del tubo (d= 7 mm, ρ= 8000 kg/m3, C= 650 J/kgK, k= 40 W/mK) se obtiene τ= 2,6 s, lo
que es más rápido que los valores rigurosos dados por Pavlović et al, pero entra dentro del
orden de magnitud. Si se considera ahora una capa de 50 mm de escoria (ρ= 2400 kg/m3, C=
1005 J/kgK, k= 1 W/mK) τ pasa a ser de unos 40 minutos o unas 900 veces mayor.El
comportamiento paso bajo se ha desplazado hasta frecuencias muy pequeñas.
Considerando el calor incidente constante y la geometría variable, hay que decir que el
proceso de deposición se desarrolla con lentitud, tardando varias horas hasta alcanzar el estado
estacionario en el que se deposita tanta escoria como desliza de la superficie. Así lo predice
Anderson (1985) teóricamente y se observa en la práctica a través de las medidas (Cortés et al.,
1989). Hay una excepción: la limpieza súbita del tubo (debida o no a soplado en carga) puede
quizás implicar constantes de tiempo muy rápidas. Por consiguiente, el estudio será
aproximadamente válido desde este punto de vista, salvo posiblemente después de una caída
repentina de gran cantidad de depósitos.
Geometría y discretización.
La figura 2.1 muestra los tres tipos de geometría analizados. La figura 1a representa el tubo
limpio. Para incluir la escoria en el análisis se siguieron varios criterios:
5 Lo que puede ser un buen método para detectar los depósitos independientemente del valor absoluto del
flujo de calor como puntualizan Chambers et al. (1981a, 1981b). Respecto a la medida dinámica del espesor del
depósito, véase la descripción de la Sonda de Respuesta Térmica que incluyen Anson et al. (1988)
- En realidad, la forma y el espesor varían aleatoriamente para nuestros propósitos.
Pequeños espesores pueden simularse aproximadamente por una capa que siga la forma del
tubo, figura 1b, con un espesor e. El caso límite de grandes acumulaciones se representa
mediante una capa de superficie plana y altura l sobre la corona del tubo, figura 1c.
95.25 mm
e
D
D
C Ø 60.8 mm
Ø 76.2 mm
(a) (b)
D
l
(c)
No es sencillo decidir qué valores se usarán para la conductividad térmica de los depósitos
de ceniza de carbón. Para nuestro caso en particular se carece de datos, aunque
afortunadamente el tema ha sido objeto de numerosos estudios. Véanse por ejemplo los trabajos
de Anderson (1985), Anderson et al. (1987), Mulcahy et al (1966) , Boow & Goard (1969), la
CEGB (Morgan, 1974) y el manual de Combustion Engineering (Singer, 1981). La
conductividad térmica de la escoria es una conductividad aparente, ya que puede haber
fenómenos de radiación y convección en huecos llenos de gas. En consecuencia, no sólo
depende de la composición química, sino también del tamaño de grano y de la estructura física.
Igualmente, depende de la historia térmica del depósito, presentando histéresis. Por todo ello se
ha considerado adecuado tomar un comportamiento medio que, como muestran las gráficas
comparativas de Anderson et al. (1987), queda bien representado por los datos de Singer
(1981). La figura 2.4 los reproduce. Se ha de aceptar que la mayor parte de la capa de escoria
está en estado aglomerado y (para altos espesores) pastoso, por lo que se ha tomado la curva
correspondiente a los depósitos fundidos.
La experiencia con los tubos de las paredes del hogar enseña que éstos siempre retienen
una capa de escoria de pequeño espesor que oculta el metal y no puede separarse de él si no es
aplicando un tratamiento superficial. Posiblemente, el hecho está relacionado con la capa
primaria o enamel, que sirve quizás de anclaje a la anterior. En cualquier caso, la superficie del
tubo limpio estará en realidad compuesta de depósitos, por lo que se ha desestimado el uso de
datos de emisividad de superficies metálicas pulidas u oxidadas para esta geometría. En su lugar,
se ha supuesto que la emisividad de las superficies limpias sigue siendo la misma que la de la
escoria.
Como tal vez se haya advertido, sólo hemos hablado de emisividades totales porque nos
proponemos imponer la hipótesis gris para el intercambio de radiación con la llama. Esto
responde principalmente al hecho de que no existen datos en la bibliografía acerca de
propiedades radiativas espectrales de la escoria. Como comentan Wall et al. (1979), los
depósitos están compuestos de óxidos, para los que la emisividad espectral (igual a la
absortividad) aumenta con la temperatura. Puesto que, en principio, se absorbe radiación térmica
proveniente de la llama y se emite desde superficies mucho más frías, la absortividad total es
menor que la emisividad: el depósito no es gris. Mulcahy et al. (1966) lo confirman
experimentalmente. Otra consecuencia es que los valores de emisividad total a utilizar en un
análisis gris deben ser en realidad absortividades totales, a fin de minimizar el error en el
intercambio principal, que va de la llama a los tubos. Por desgracia, medir la emisividad es más
fácil y frecuente que medir la absortividad, por lo que tampoco existe bibliografía sobre esta
propiedad de la escoria. De todas formas, se ha trabajado con un dato promedio de emisividad,
siendo que la dispersión en datos particulares es mayor que las diferencias entre emisividad y
absortividad apuntadas por Wall et al. (Boow & Goard, 1969). Además, para los casos de gran
deposición, la temperatura de las superficies que emiten radiación se aproxima al orden de
magnitud de la temperatura de llama.
200 mm
aislante
0,00 0,00
0,00
0,00 0,00
0,00
0,00 0,00
0,00
0,02 0,00
Figura 2.7. Error en temperaturas debido a la simplificación del aislante, %.
Convección con el agua - vapor.
La transferencia de calor al fluido de trabajo se modela mediante un coeficiente de convección
para la ebullición por contacto de la mezcla bifásica. Así, sobre la superficie C de la figura 2.1 la
condición de contorno es
ŽT
-k Žn = h (T - T )
S B S B
(2.5)
El problema se reduce a estimar hB. Aparte de las condiciones nominales de presión y
temperatura (en nuestro caso: TB = 350 °C, P= 168,81 kgf/cm2) y del hecho de que se trata de
una mezcla de agua y vapor en ebullición, no se dispone de más datos sobre el fluido que circula
por el interior de los tubos del hogar. Para resolver esta cuestión, se han revisado y comparado
varias aproximaciones.
a) La bibliografía proporciona rangos generales para el coeficiente de convección del agua en
ebullición dentro de tubos en hogares. Por ejemplo, Annaratone (1975) habla genéricamente de
valores comprendidos entre 6 y 23 kW/m2K, mientras que Singer (1981) da un rango de 11 a
91 kW/m2K en relación con el campo térmico de tubos de hogar en grandes calderas de
potencia.
b) Una estimación rigurosa de hB mediante correlaciones precisa primero de una estimación del
rango de títulos y de flujo másico de agua-vapor. Hay que tener en cuenta además que variarán
con el calor absorbido, especialmente si se trata de una unidad de circulación natural. Puesto que
no es razonable entrar en un estudio teórico de la circulación en los tubos del hogar, la única
posibilidad es recurrir al conocimiento empírico de fabricantes. De la norma soviética de diseño
hidráulico (Lokshin et al., 1988) se deduce para calderas de gran capacidad un intervalo de
factores de circulación de 5 a 8, con variaciones en el vapor generado por tubo de ± 25 %.
Aceptadas estas cifras, y teniendo en cuenta los datos de caudal principal de diseño (545 a 1090
T/h según cargas), se tiene para cada uno de los 582 tubos de las paredes de agua un título
máximo (llegada al calderín) de 0,2 y un flujo de agua-vapor comprendido entre 3500 y 19000
kg/h.
En estas condiciones y según Collier (1981), los regímenes de ebullición dentro de un tubo del
hogar se ajustarán al siguiente esquema general:
1. Convección 2. Nucleación en 3. Nucleación en 4. Flujo anular. 5.(No puede
líquido el líquido el líquido Convección a llegarse al secado
subenfriado subenfriado. saturado. través de la capa del tubo o al
Burbujas Burbujas o slugs. líquida. DNB)
Si no tenemos en cuenta las fases 1 y 2, considerando que el proceso comienza con líquido
saturado, existen dos mecanismos para la evaporación: nucleación saturada y evaporación
superficial con convección a través del líquido. La mejor correlación disponible (Collier, 1981)
es la correlación de Chen, que obtiene hB como suma de ambas contribuciones. Así, se ha
calculado el coeficiente para diversos valores del título y del caudal másico en función de la
diferencia de temperaturas TS - TB.
El procedimiento tiene varios inconvenientes. En primer lugar, se está extrapolando la correlación
de Chen para presiones unas cinco veces mayores que la máxima contemplada por los datos
experimentales correlados. (Las demás condiciones entran no obstante dentro del rango.) En
segundo lugar, aunque se introduce la dependencia de hB con el calor absorbido a través de la
diferencia de temperaturas, quedan dos condiciones independientes. Puesto que se carece de los
modelos hidráulico y térmico del circuito, no es posible expresar el título y el caudal másico en
función del calor absorbido y construir de esta forma la curva de hB, sino sólo calcular diversas
curvas en forma paramétrica. Por último, la correlación fue obtenida para calentamiento
uniforme, condición que no se cumple en los tubos evaporadores de la pared del hogar.
c) Finalmente, existen correlaciones "más empíricas", como la correlación modificada de Jens &
Lottes, que permite estimar el coeficiente en función sólo de la presión en el circuito y de la
diferencia de temperaturas TS - TB.
1,436
0,25 q q
(qS/103) S S
T - T = 25,04 + 7, 05 3 + 13,04 3
S B
e
P/63,3 10 10
(2.6a)
q
S
hB=
T -T
S B (2.6b)
Se trata de una correlación que incluye todos los efectos de circulación del fluido. La fórmula se
considera válida para las condiciones que existen en el circuito evaporador de una caldera de
potencia moderna. Abraham y Rajaram (1983) obtienen buenos resultados de su aplicación a un
hogar real. Por ello parece la más indicada para este estudio. Sin embargo, hay que decir que no
existe una correlación rigurosa de datos experimentales y que de nuevo se está suponiendo
calentamiento uniforme.
La figura 2.8 muestra las diversas estimaciones del coeficiente de convección en el interior de los
tubos. De los resultados de aplicar la correlación de Chen sólo se ha dibujado la banda de
valores obtenidos para títulos de 0 a 0,2 y caudales másicos entre el mínimo y el máximo antes
citados. Puede observarse como la correlación modificada de Jens & Lottes concuerda sólo
marginalmente con la extrapolación de la correlación de Chen, que el rango para calderas
modernas comprende a ambas, y que los valores de Annaratone resultan demasiado moderados.
100
80
Singer, 1981
h B , kW/m 2 K
60
Jens & Lottes
40
Chen
20
Annaratone, 1975
0
0 2 4 6 8 10 12
T S - TB , ° C
Figura 2.8a. Estimación del coeficiente hB.
Habida cuenta estas discrepancias y con objeto de asegurar que la condición de contorno queda
bien representada de cara a nuestros propósitos, se han determinado los errores que se
cometerían si la correlación de Jens & Lottes estuviera en realidad mayorando el coeficiente de
convección. Considérese el caso de geometría limpia y valor medio de irradiación qi= 350
kW/m2. Las diferencias entre tomar como coeficiente de convección local las fórmulas 2.6 y el
hipotético caso en que el coeficiente real resultara ser sólo el 50 % de estos valores se muestran
en la figura 2.8b. En el gráfico se observa que la distribución del flujo de calor en la superficie
interior apenas se altera; la reducción máxima es de tan solo un 0,5 % sobre el valor original:
como cabía esperar dado el orden de magnitud de hB, la resistencia térmica dominante sigue
siendo la del metal. Consecuentemente, tampoco se alteran apreciablemente el flujo de calor en
la corona del tubo (0,25 % ó 0,741 kW/m2 de reducción), el calor total absorbido por el fluido
(0,19 W/m) y la diferencia de temperaturas en la sección de simetría (0,03 °C)6 .
En conclusión, la correlación modificada de Jens & Lottes, fórmula 2.6, se considera adecuada
para construir el modelo de la transferencia en la superficie interior de los tubos. Obsérvese que
al depender hB de la diferencia TS - TB, se incluye en el modelo su dependencia con el calor
absorbido, y que la correlación empleada tiene la ventaja de incluir todos los parámetros de
circulación del fluido dentro del circuito del hogar, evitando un modelo paramétrico según títulos
y caudales másicos. Por último, nótese como su aplicación local simula un perfil razonable de
absorción en la superficie interior, figura 2.8b.
Figura 2.8b. Efecto de alterar el coeficiente de convección con el agua-vapor sobre el perfil de
absorción en la superficie interior del tubo.
6 Es preciso hacer notar que, como es lógico, la temperatura del metal aumenta al reducirse el coeficiente. En el
caso estudiado, la temperatura del punto en la corona del tubo es 7,6 K (2 %) mayor, diferencia que disminuye
hasta anularse en la parte fría. Este hecho tiene algunas implicaciones especiales que se discutirán la sección
siguiente.
circundantes. Sin embargo, una formulación más rigurosa es considerablemente más compleja y
por tanto no está justificada ya que sólo se busca reproducir el rango de condiciones de trabajo.
Las medidas de la irradiación sobre la linea que une las coronas de los tubos proporcionan
valores entre 100 y 600 kW/m2 (v. anexo 3). Esto facilita el criterio para elegir la temperatura
aparente de llama TF: Con objeto de conservar el valor de irradiación sobre la corona del tubo
debe tomarse
q
TF = 4 σi (2.8)
puesto que qi se supone irradiada desde un plano negro.
El modelo de la cavidad es resuelto por el programa ANSYS. El procedimiento formula
matricialmente la relación entre qR y TS (Siegel & Howell, 1981), incluyendo el cálculo de
factores de forma. La formulación para las superficies planas que componen la cavidad se
convierte a una formulación para los nodos de la superestructura que, convenientemente
linealizada, es resuelta junto con las ecuaciones de conducción. El procedimiento completo es
descrito por Kohnke (1987).
negra
grises
(a)
negra
negra
grises
gris
(b) (c)
Figura 2.9. Cavidades para el cálculo de la condición de contorno radiativa.
Pocos autores dan el coeficiente de convección con los gases del interior del hogar. En general,
la transferencia se supone predominantemente radiativa y el efecto es despreciado. Neal et al.
(1980b) y Chojnowski (1984) estiman el segundo término de la ecuación 2.7 entre el 5 y el 10
% del total en calderas modernas con altos flujos de calor. La tabla 2.5 resume algunas
estimaciones del coeficiente hG, incluyendo un breve estudio propio.
Referencia Características del estudio hG, W/m2K
Estudio propio Correlación de flujo externo sobre pared 10 a 25
plana (Incropera & DeWitt, 1985). Estudio
de orden de magnitud.
Anderson, 1985 Valor para estudio general. Gases a la 40
temperatura aparente de llama negra.
∫
S
πD ∫
Qa = 1 q (x, y). n dl = 1 hB (TS - TB) dl
πD
S (2.10)
O
n
q
q
Qa q
a
Figura 2.11 Definiciones de calor absorbido.
Los resultados de aplicar ambas definiciones se muestran en la figura 2.12. Para una geometría
fija, la relación entre Qa y qa es prácticamente lineal, lo que concuerda con otros modelos de la
conducción en tubos de pared (Abraham & Rajaram, 1983). Sin embargo, la pendiente depende
de la geometría de los depósitos. Así, los casos analizados se dividen en dos grupos: tubo limpio
o con escoria siguiendo la forma del metal (casos A - D, figura 2.1a y b) y gran acumulación de
escoria (casos E - H, figura 2.1c). A igualdad de flujo de calor en la superficie del metal, la
absorción del fluido para geometrías del primer grupo supera el doble de la absorción para
geometrías del segundo: lógicamente, cuanto mayor es la acumulación de suciedad entre los
tubos, menor es el valor de Qa para un mismo valor de qa. (Además, en los casos de capa
plana, la pendiente aumenta ligeramente con la altura de la capa, pues la resistencia térmica
aumenta proporcionalmente menos para el calor absorbido por el agua - vapor que para el calor
absorbido en la corona del tubo. No obstante, la totalidad de los casos se ajustan
razonablemente a una recta como muestra la figura 2.12).
Este resultado muestra el carácter relativo de la medida usual del calor absorbido. Puesto que la
geometría de los depósitos no puede predecirse y el valor que miden los sensores existentes es
qa, el calor absorbido localmente para la evaporación permanece desconocido. Sólo en casos de
geometría fija (tubo limpio o deposición "ligera") tiene sentido comprobar las medidas en las
paredes del hogar con el balance en el lado vapor. Si se dan situaciones de gran acumulación de
depósitos, no es posible medir Qa a través de qa puesto que la relación cambiará de unas zonas
a otras y también al cambiar las condiciones de combustión y las características del carbón. Las
consecuencias que este hecho tiene sobre el concepto de la detección de la fusión de escorias
son muy importantes y se seguirán discutiendo a la luz de los resultados experimentales a lo
largo del Capítulo 4.
300
A
B
C
200 D
Qa, kW/m2
E
F
G
H
100
0
0 100 200 300 400 500
qa, kW/m2
AJUSTE Qa = Kqa
K, m % correlación
CASOS A, B, C, D 0,5410 ± 0,0010 99,9983
CASOS E, F, G, H 0,2194 ± 0,0030 99,6390
Figura 2.12. Relación entre el calor absorbido por el fluido y en la superficie del tubo.
La figura 2.13 muestra la respuesta de la sección del tubo a los dos condicionantes externos: qi
(que representa la transmisión de calor por radiación y convección desde la llama) y geometría
de los depósitos. Incluso para pequeños espesores de escoria, el modelo predice reducciones
significativas del calor absorbido incluso para altas irradiaciones, lo que confirma las
posibilidades de detección precoz. Sin embargo, de nuevo hay que notar la diferencia de
concepto entre qa (figura 2.13a) y Qa (figura 2.13b). El flujo de calor qa sólo informa del
espesor de la capa de depósitos situada directamente encima de la corona del tubo. Así queda
demostrado si observamos en la figura 2.13a la coincidencia de los casos B y E (espesor de 1
mm sobre la corona), D y G (espesor de 10 mm) y la tendencia del caso F (espesor de 5 mm.).
Pese a ello, la respuesta final en términos de Qa, figura 2.13b, disminuye con la cantidad total de
depósitos sobre el tubo.
500
400
A
B
C
qa, kW/m2
300
D
E
200 F
G
H
100
0
0 100 200 300 400 500 600
qi, kW/m2
Figura 2.13a. Flujo de calor en la superficie del tubo vs. irradiación y depósitos.
300
A
B
200
C
Qa, kW/m2
D
E
F
100 G
H
0
0 100 200 300 400 500 600
qi, kW/m2
Figura 2.13b. Flujo de calor absorbido por el fluido vs. irradiación y depósitos.
Los resultados sobre la distribución de temperaturas en el metal del tubo (figura 2.10)
proporcionan un criterio preliminar para situar los puntos de medida, figura 2.14. La primera
opción es obvia: dos puntos α y β en la linea de máxima absorción. Debido a su facilidad de
instalación, también pueden considerarse los puntos de medida δ y γ en la membrana, por donde
pasa un camino térmico secundario desde la llama hasta el fluido, pero no hay que esperar
buenos resultados dada la falta de uniformidad del campo en esa zona. La temperatura del pozo
térmico puede medirse en la parte fría, punto ε. Finalmente, si se desea un promedio de la
absorción de calor por parte del fluido es razonable considerar la medida en un punto intermedio
de la circunferencia, como es el punto ξ. El objetivo es estudiar si a través de combinaciones en
forma de diferencias (punto caliente -punto frío) de las temperaturas señaladas puede obtenerse
un valor del calor absorbido y determinar cuáles son las combinaciones óptimas.
β ξ
δ γ
plano de
simetría
ε
Para cada posibilidad es preciso comprobar los siguientes aspectos: 1) la relación entre
calor absorbido y la diferencia de temperaturas ha de ser lineal, 2) a diferencia de temperaturas
nula debe corresponder un calor absorbido nulo, 3) la pendiente debe mantenerse sensiblemente
constante para todas las condiciones de trabajo y 4) hay que estimar cualitativamente el efecto
de las simplificaciones y supuestos no incluidos en el estudio, posibles perturbaciones debidas a
los termopares, facilidad o dificultad de la instalación y otras circunstancias. El análisis se ha
llevado a cabo tratando estadísticamente los resultados de cada caso mediante la técnica de
correlación lineal con intercepción nula (previa aceptación al 95 % de la hipótesis de intercepción
cero, v. Draper & Smith, 1966; IMSL, 1984). La bondad del ajuste se estima mediante el
coeficiente de regresión expresado en tanto por ciento, mientras que la desviación típica de la
pendiente nos da una medida del cambio que podrá esperarse en la calibración debido al
cambio en las condiciones exteriores, especialmente en la geometría del depósito.
Adicionalmente, para cada opción se ha estudiado cada geometría por separado. El estudio se
ha repetido para los dos conceptos de calor absorbido qa y Qa.
500
400
A
qa, kW/m2
B
300
C
D
200 E
F
G
100 H
0
0 10 20 30 40 50 60
Τα −Τβ, °C
AJUSTE qa=K(Tα-Tβ)
K, kW/m2°C % correlación
CASOS A, B, C, D 9,7578 ± 0,0065 99,9990
CASOS E, F, G, H 10,6301 ± 0,0239 99,9901
TOTAL 9,9928 ± 0,0435 99,9214
400
A
qa, kW/m2
300 B
C
D
200 E
F
G
100 H
0
0 20 40 60 80 100
Τα −Τε, °C
AJUSTE qa=K(Tα-Tε)
K, kW/m2°C % correlación
CASOS A, B, C, D 5,4978 ± 0,0043 99,9987
CASOS E, F, G, H 6,0826 ± 0,0249 99,9674
TOTAL 5,6518 ± 0,0297 99,8855
Puesto que hemos visto que el calor absorbido por el vapor Qa no queda representado por
qa en casos de deposición severa, es interesante considerar qué opciones existen para medirlo a
través de diferencias de temperatura. La tabla 2.9 presenta el ajuste obtenido para las diferencias
de temperatura ya consideradas en relación con la medida de qa. El resultado es ya conocido en
virtud de la relación entre qa y Qa (figura 2.12): ninguna de las opciones proporciona una
medida de Qa independiente de la geometría de la escoria en condiciones de deposición grave.
Pero obsérvese que el sentido de cambio de la constante es opuesto. Para medidas en la corona
del tubo, K en condiciones de gran acumulación es aproximadamente la mitad que en
condiciones de deposición leve, mientras que para medidas en la membrana resulta ser mucho
mayor. (Esto no es sorprendente. Si medimos en la corona, a igual ∆T, igual qa, y por lo tanto e
≅ l y se absorberá menos Qa en los casos de capa plana, debido al depósito entre tubos. Para
las opciones de membrana, a igual Qa, la magnitud de ∆T es menor para los casos E a F por la
misma razón.)
AJUSTE Qa= K(Tα -Tβ) AJUSTE Qa= K(Tα -Tε)
K, kW/m2°C % corr. K, kW/m2°C % corr.
CASOS A, B, C, D 5,2784 ± 0,0105 99,9914 2,9739 ± 0,0069 99,9883
CASOS E, F, G, H 2,3348 ± 0,0281 99,7179 1,3365 ± 0,0156 99,7343
Estas deducciones sugieren que sí existe una forma de medir el calor absorbido por el fluido:
sumar los dos tipos de medida, lo que equivale a tomar Qa como el promedio de absorción por
los dos caminos térmicos existentes. La tabla 2.10a muestra los resultados. También sería
interesante medir este promedio directamente a través de la temperatura en un punto intermedio
ξ y, finalmente, la medida óptima puede consistir en combinar a su vez las dos opciones
anteriores, con lo que el promedio de calor absorbido quedará mejor aproximado. Los
resultados se resumen en la tabla 2.10b. Todas estas posibilidades se comparan frente a diversos
factores en la tabla 2.11.
Para concluir este estudio de primera aproximación sobre la medida del calor absorbido, es
obligado mencionar los aspectos térmicos relacionados con una aplicación real. Deliberadamente
hemos dejado estos comentarios para el final del apartado. Tanto las hipótesis del modelo que
pudieran resultar demasiado simplistas, como ciertas características especiales que debería reunir
la instalación de los sensores se comentan en la tabla 2.12. El estudio teórico referido a la
instrumentación convencional que se usó (medida de qa) continua en la sección 2.3. Dado que el
objeto de la Tesis es precisamente el análisis de estos datos, dejamos abierto todo un campo de
investigación en torno a la medida de Qa y medidas en la membrana, algunas de cuyas
posibilidades se indican asimismo en la tabla 2.12.
PUNTOS ASPECTOS ASPECTOS
AFECTADOS
PROBLEMA TEORICOS PRACTICOS
Perturbación debida a los α, β, ξ Estudiado en sección
termopares. 2.3 para α y β en
medida de qa
Efectos del depósito o ε Estudio experimental en
limpieza internos. sección 2.5
Variación de la
convección con el fluido.
El aislamiento del tubo no γ, δ, ¿ε? Debe estudiarse un Debe cuidarse el
es perfecto. modelo con aislante aislamiento de la sección
real y efectos de instrumentada.
aislamiento deficiente.
Membrana de material γ, δ Incluir en el modelo. En un entorno de la
distinto al del tubo. sección instrumentada, la
Cordones de soldadura en membrana y tubo deben
membrana y entre ser de una pieza.
membrana y tubo. Calibración por
Contacto térmico entre la comparación de qa en
membrana y el tubo situación limpia.
imperfecto.
Gradientes altos y bajos γ, δ Estudio de Precisión en la posición de
en la membrana sensibilidad. los termopares.
Posiblemente, renunciar a
Tδ. Calibración por
comparación de qa en
situación limpia.
Escoria asimétrica Todos Estudio experimental en
(medida de qa). sección 2.5.
Escoria asimétrica Todos Duplicación de medidas a
(medida de Qa). ambos lados del tubo.
Estudio experimental.
Tabla 2.12. Posibles factores para el análisis de la medida del calor absorbido.
Una vez aclarado el concepto de calor absorbido y estudiados cualitativamente los métodos
para su medida, en este apartado se avanza hacia un modelo del medidor de flujo de calor
convencional (medida de qa) mediante el cálculo de una sección tridimensional de tubo
instrumentada con termopares. El objetivo es estimar la influencia que los propios sensores tienen
sobre el funcionamiento del medidor así construido, paso necesario para el análisis de los datos
experimentales. Dadas las características del problema y finalidad del estudio, el modelo
elaborado responde al concepto de diseño más sencillo existente: medidor de gradiente libre con
dos termopares en la linea de máxima absorción. De esta forma, no se pierde generalidad ni se
gana complicación, pero deberá completarse el análisis examinando a su vez las medidas de
campo.
La perturbación del campo térmico que resulta de la instalación de los termopares convierte
el problema bidimensional en tridimensional. Se seguirán suponiendo condiciones exteriores
uniformes en una gran extensión de pared, de modo que la sección instrumentada esté sometida a
unas condiciones medias, como se hizo con el estudio bidimensional. Esto plantea entonces dos
dificultades al concepto del modelo.
Una solución razonable consiste en suponer las superficies R negras a la misma temperatura
TF que el plano que representa la bola de fuego, es decir, cerrar completamente la cavidad con
una superficie negra a la temperatura aparente de llama, con lo que estaremos sobrevalorando la
irradiación. Si de esta forma se calcula una longitud de tubo a la que se ha impuesto la condición
de contorno aislado en los extremos, y las demás características del modelo son idénticas, las
diferencias con el caso bidimensional correspondiente son los errores cometidos por la
aproximación de la cavidad.
R
La figura 2.17 resume los resultados para 25 mm de tubo, geometría limpia y qi= 600
kW/m2, condiciones que aseguran un error máximo. Las cifras son la diferencia absoluta en %
sobre el valor bidimensional correcto y se refieren al plano de mayor error, que, naturalmente,
resulta ser el plano extremo. El error en el flujo de calor absorbido en la corona del plano medio
es solamente un 1,02 %. Si las superficies R se sustituyen por planos ficticios grises con la misma
emisividad que las demás superficies y a temperaturas del orden de las del metal del tubo (460
°C), estas cifras de error no se reducen significativamente. Con ello queda demostrado que la
mejor aproximación posible consiste en ignorar la interacción radiativa de las superficies del
dominio bajo estudio con las superficies del resto del tubo supuesto infinito, cerrando
simplemente la cavidad con una superficie negra a la temperatura aparente de llama.
0,70 0,55
0,64
0,50 0,35
0,18
0,17 0,32
0,38
0,15
0,30
0,14 0,75 2,61
0,66 3,08
0,14
0,14 0,64 0,71 2,50 2,95
0,13
0,62 2,86
0,09 0,69 2,46
0,04 0,21
0,35
0,01 0,11
0,00
0,02 0,20
0,00
0,00 0,04
(a) (b)
25 mm D
A
B
Se adoptó como base el termopar tipo K con vaina de aislante mineral, normalizado por la
ASTM (1988), de diámetro nominal 1,016 mm. Este tamaño es posiblemente el mayor que
puede emplearse en este tipo de instrumentos (CISE, 1986a; Neal et al., 1980b). La influencia
térmica de los termopares insertados en el material del tubo puede dividirse en dos efectos:
distorsión del campo de temperaturas por la propia alteración de la geometría y efectos del calor
evacuado desde la zona caliente a través del cable del sensor. Ambos efectos se han modelado
siguiendo la práctica usual descrita por Baker et al. (1975), McGee (1988), Attia & Kops
(1986, 1988), Weber (1989) y otros.
inconel 600
cromel Mg0
Mg0 cromel+alumel Ø 1 mm
alumel
Ø 0.15 mm Ø 0.21 mm
(a) (b)
Figura 2.21. Termopares envainados. (a) Geometría real. (b) Geometría simplificada.
Los casos estudiados tienen la unión sensible en contacto térmico perfecto con el material
del tubo, con lo que la discretización es más sencilla. Este supuesto se corresponde con el
termopar de unión caliente puesta a tierra. Sin embargo, en la práctica real es preferible usar
termopares con la unión aislada de tierra, pues se obtiene una señal libre de tensiones parásitas y
facilita la conexión de dos sondas como termopar diferencial. Salvo montajes especiales, el
termopar envainado aislado de tierra supone también la unión caliente aislada térmicamente del
material del tubo, lo que a priori es perjudicial para la medida. Así pues, el análisis se repitió para
geometrías con el material del termopar aislado térmicamente del metal del tubo, encontrándose
que las consecuencias para la medida del flujo de calor son despreciables: la relación qa vs. Tα -
Tβ sigue siendo lineal y el cambio de la constante de calibración inferior al 4 %.
Tabla 2.13. Datos para la conductividad térmica de los materiales del termopar.
El calor evacuado por los cables puede estimarse e integrarse en el modelo de elementos
finitos de la siguiente forma. En primer lugar es preciso suponer que
1) En su recorrido externo, los termopares sólo están aislados con la vaina propia, lo que
tiene dos consecuencias sobre el modelo. En primer lugar, el calor evacuado de la parte fría del
tubo por cualquier vaina metálica de protección se considera de efectos despreciables. Por otro
lado, se sobrevalora el calor sustraído de la corona del tubo a través del material del termopar, y,
por tanto la situación real queda acotada por este modelo y el caso de cables aislados
térmicamente de las conexiones. Como veremos, las diferencias entre ambas situaciones no son
significativas, por lo que la hipótesis es conveniente por su simplicidad y generalidad.
3) Al ser el diámetro del cable mucho menor que su longitud, la distribución de temperaturas
es aproximadamente unidimensional (axial) en el cable. Por contra, se supone que el aislante no
evacúa calor en dirección axial, por lo que el flujo es también unidimensional pero en sentido
radial. El cable se extiende una longitud tan grande que al final la temperatura del material del
termopar se iguala con la del ambiente.
Con estas hipótesis, el problema se corresponde (v. McGee, 1988; Baker et al., 1975) con
el de la clásica aleta unidimensional con condición de contorno en el infinito (Incropera &
DeWitt, 1985). Si x= 0 es la sección de salida del termopar en la superficie fría del tubo, la
solución analítica viene dada por
donde
m2 = UC ; U = 1
r Mg0 ; C = 2π rMg0 ; A = π rtmp
2 (2.10b)
ktmpA rMg0
1 + ln ( r )
hA kMg0 tmp
dT UCktmp
qtmp= -ktmp dx = ktmpm (T(0) - TA) = (T(0) - TA) (2.10c)
x = 0 A
Es decir, de cara al modelo de elementos finitos, el calor evacuado por el cable puede
integrarse como una condición de contorno de convección con el ambiente. En la superficie de
salida del termopar sobre la superficie trasera del tubo se tiene entonces (?T/?n) S = 0 para la
superficie del óxido de magnesio, y
ŽT
- ktmp Žn =
htmp(T - T )
S S A (2.10d)
UCktmp
htmp=
A (2.10e)
Con un valor característico del coeficiente de convección natural del cable con el ambiente
hA = 8,7 W/m2°C, dado por Attia & Kops (1988) y con las dimensiones y conductividades
térmicas correspondientes, se obtiene en nuestro caso un rango para el coeficiente equivalente de
convección htmp entre 4800 y 5500 W/m2°C. Al ser la sección A de los termopares muy
pequeña, la pérdida de calor correspondiente se cifra en tan sólo 1,7 - 1,9.10- 4 W/°C y, en
consecuencia, suponer la sección de salida de los termopares perfectamente aislada no conduce
prácticamente a ningún error en los resultados, como pone de manifiesto la tabla 2.14. La
perturbación introducida por los termopares envainados es meramente geométrica, no térmica.
CASO LIMPIO, qi = 600 kW/m2
htmp = 5500 W/m2°C htmp = 0 (aislado) Error
Tα, °C 439,41 439,41 < 0,005 °C
Tβ, °C 383,52 383,52 < 0,005 °C
qa, kW/m2 451,63 451,76 0,03 %
Tabla 2.14. Diferencia en los resultados bajo la hipótesis de termopar aislado térmicamente.
- Sección tridimensional de tubo con dos ranuras de termopar toroidales. Tubo limpio y con
las dos familias de geometrías del depósito.
- Modelo de los termopares como aleta unidimensional de sección circular y con aislante.
Punta sensible en contacto térmico con el material. Conductividades dependientes de la
temperatura. Cables aislados térmicamente de las conexiones.
Casos analizados.
500
A 3D
400 A 2D
C 3D
C 2D
qa, kW/m2
300 D 3D
D 2D
200 F 3D
F 2D
H 3D
100
H 2D
0
0 100 200 300 400 500 600
qi, kW/m2
300
200
100
0
0 10 20 30 40 50 60
Τα−Τβ, °C
AJUSTE qa=K(Tα-Tβ)
K, kW/m2°C correlación, %
CASOS A, C, D 8,9120 ± 0,0154 99,9975
CASOS F y H 9,6979 ± 0,0616 99,9819
TOTAL 8,9738 ± 0,0435 99,9683
Figura 2.25a. Relación qa vs. Tα-Tβ para el medidor de flujo de calor.
En las figuras se muestran los parámetros habituales del ajuste y el intervalo de confianza al 95 %
para las respuestas individuales. De nuevo, la presencia de grandes espesores de escoria afecta a
la calibración aumentando la constante, pero a todos los efectos, puede considerarse que existe
una relación lineal para la totalidad de los datos, es decir, en cualquier condición de trabajo. Se
confirma así el método convencional de medida para condiciones de deposición severa. Al igual
que indicaban los resultados bidimensionales, la diferencia Tα-Tε proporciona valores de qa sólo
ligeramente peores que la opción Tα-Tβ. Sin embargo, hay que recordar lo ya mencionado
acerca de la variación del coeficiente hB y las condiciones de la superficie interior: la calibración
real y sus variaciones en carga se apartan significativamente del modelo, según se estudia en la
sección 2.5.
600
• limpio
500 e= 3 mm
e= 10 mm
l= 5 mm
400 ² l= 50 mm
qa, kW/m2
300
200
100
0
0 20 40 60 80 100
Τα−Τε, °C
AJUSTE qa=K(Tα-Tε)
K, kW/m2°C correlación, %
CASOS A, C, D 5,6257 ± 0,0657 99,8844
CASOS F y H 6,4495 ± 0,0494 99,9736
TOTAL 5,6846 ± 0,0652 99,8230
Figura 2.25b. Relación qa vs. Tα-Tε para el medidor de flujo de calor.
En la tabla 2.16 se valora relativamente la ventaja conseguida con el estudio para el caso de un
medidor convencional basado en la diferencia Tα-Tβ. La primera fila muestra el valor obtenido
del análisis tridimensional del medidor, considerándolo correcto. A continuación, se tiene el
resultado del estudio bidimensional. Este resultado puede muy bien representar la calibración
aproximada que se hace de algunos sensores tomando en cuenta sólo el tubo sin perturbar.
Finalmente, la correlación predicha por el modelo tridimensional entre el incremento de
temperaturas medido y el calor absorbido por el aparato proporciona el error que se obtendría
con una calibración experimental perfecta. Según se observa, podemos esperar reducir el error
en la constante en un orden del 11 % sobre la calibración grosera, y se cometería
aproximadamente el mismo error en sentido contrario usando calibraciones experimentales del
instrumento sin efectuar ninguna corrección.
Opción Tα-Tβ
K, kW/m2 error en K, %
Modelo 3D 8,9738 0
Modelo 2D (Calibración aproximada) 9,9928 11,36
Experimental (Predicción modelo 3D) 7,9793 11,08
Tabla 2.16. Calibraciones del medidor convencional de flujo de calor.
Por último, es preciso acotar la incertidumbre asociada a nuestros valores teóricos del coeficiente
K para la opción Tα-Tβ. Dado el planteamiento del análisis, la precisión en las condiciones
exteriores carece de importancia y los resultados muestran que el error que introduce la propia
presencia de la escoria es despreciable. Sin embargo, la incertidumbre en el coeficiente no puede
reducirse por cálculos teóricos. Para demostrarlo, basta considerar variaciones del ± 20 % en la
conductividad térmica del acero del tubo, cifra más que razonable, ya que se utilizaron datos
normalizados y no medidas en el material. Un estudio bidimensional de geometría limpia e
irradiación media de 350 kW/m2 muestra que la variación que resulta en la constante de
calibración es del orden del 13 %. La influencia de otros factores (como son las simplificaciones
del modelo 3D, la geometría real del tubo y, sobre todo, la verdadera posición de las sondas) no
puede cuantificarse fácilmente sin duplicar el estudio. Puede afirmarse que, en lo que respecta a
una utilización experimental de los resultados de calibración, se ha ganado aproximación (tabla
2.16), pero no precisión. Por ello, se admitirá para la incertidumbre en K el valor habitual para
este tipo de instrumentos, cifrado en un ± 10 %.
Como paso previo a la discusión de resultados experimentales sobre la medida directa del
calor absorbido en los paneles de agua de una caldera de potencia, cubrimos en este apartado la
descripción de la instalación realizada en el grupo 1 de la central térmica "Teruel". Se incluye
toda la información de partida referente a los medidores, su montaje y la señal que se obtiene de
ellos, así como el diseño de la red en su conjunto y una breve historia de su funcionamiento. El
lector puede dirigirse a los capítulos 3 y 4 para una información más completa.
Tipos de sensores.
El primer objetivo del estudio práctico consistió en determinar el modelo de sensor de flujo
de calor absorbido más adecuado. Aunque en principio no cabía esperar diferencias, la
comparación del funcionamiento de diferentes conceptos de sensor no había sido descrita
anteriormente. Se consideraron y sometieron a ensayo los tres tipos de instrumentos disponibles
comercialmente ya mencionados en la sección 2.1, que ahora se describen en mayor detalle.
1) Fluxtube, figura 2.26a. Desarrollado (Neal et al. 1980a, 1980b, 1982) por los CERL
(Central Electricity Research Laboratories), pertenecientes a la CEGB, y comercializado por
Land Pyrometers (Clay & Davidson, 1987). Se trata de una sección (˜ 0,5 m de longitud) del
tubo aleteado instrumentada con termopares para configurar un aparato de gradiente controlado.
Esto se consigue mediante un cilindro de conductividad térmica conocida y aislado en su
superficie lateral. Hay un total de cuatro sondas (dos en cada punto de medida de la
temperatura) que aseguran cierta redundancia. Se utilizan termopares envainados tipo E de Ø 0,5
mm, clase de precisión normal (ASTM, 1989) y con la unión sensible aislada del metal mediante
cemento cúprico. Los cables se alojan en ranuras protegidas practicadas en la pared expuesta
del tubo y se conducen hacia la caja de conexiones convenientemente acoplada a la parte fría. El
acabado superficial en el lado llama lo hace indistinguible del tubo inalterado. La única diferencia
consiste en el abultamiento interior que sirve de base al cilindro de medida.
El aparato es manufacturado a partir de tubo y aleta originales y se monta reemplazando
secciones de tubo normal por los procedimientos habituales (C.T. Teruel, 1986), modificados en
tres puntos (Land, 1988a,b): 1) ejecución especial del aislante térmico, 2) ausencia de soldadura
en las membranas para evitar daños a los cables y 3) cuidado de la caja de conexiones situada
fuera del aislamiento durante cualquier operación de precalentamiento e instalación.
2) Fluxdome, figura 2.26b. Diseñado y comercializado por las mismas entidades que el
Fluxtube (Neal et al. 1980a, 1980b, 1982; Clay & Davidson, 1987). Funciona de acuerdo con
el mismo principio de medida, pero el cilindro con guarda térmica y la guía de los cables se
montan sobre la superficie caliente del tubo, por lo demás inalterado. La unión de la base del
cilindro y el tubo se lleva a cabo por un procedimiento mejorado de soldadura por fusión que
asegura el buen contacto térmico con el pozo frío. Para evitar acumulaciones no representativas
de depósitos, se añaden cordones de soldadura al cilindro y guía configurando así una forma
exterior suave. Se utilizan dos termopares envainados tipo K precisión normal y Ø 0,5 mm.
asegurados en su posición mediante presión en los extremos del cilindro. El instrumento está
concebido como una versión de menor precisión, vida útil y coste que el anterior.
El aparato puede fabricarse en planta soldando todos los elementos directamente sobre los
paneles o bien fabricarse a partir de secciones de 0,5 m del carrete original y montarse luego de
la misma forma que se explicó para el Fluxtube. La manufactura requiere personal y herramientas
especializados por lo que la segunda opción resulta más sencilla y barata y fue la que se escogió.
Los Tronchetti se construyen sobre el tubo central de un montaje de tres tubos, a fin de
evitar daño a los termopares durante la soldadura del aparato a la pared (CISE, 1986b, 1988).
Inicialmente se sometieron a prueba trece sensores: cinco del tipo Fluxtube, cinco Tronchetti
y tres Fluxdomes. Sus posiciones se determinaron como compromiso de los siguientes criterios
de aplicación general.
- Debe someterse cada modelo a las condiciones más severas de irradiación (zona central
de la pared) y soplado y situar los instrumentos preferentemente en el área con mayor incidencia
del problema. Esta zona es en principio la parte central del cinturón de quemadores y, más
especificamente y según se desprende de los informes de operación, por debajo del plano E de
sopladores. Las acumulaciones de depósitos pueden llegar hasta las tolvas del hogar (plano V).
- Para estimar la variabilidad del fenómeno, hay que situar aparatos a diversas alturas y en
posición lateral. La ubicación cerca de los portillos de observación permite correlar las medidas
con las observaciones visuales. Colocar sensores a ambos lados permite detectar posibles
asimetrías.
- Con objeto de estudiar la respuesta al soplado, los aparatos se sitúan cerca de las bocas
de los sopladores. Los informes de mantenimiento sobre el número de tubos laminados por el
vapor que han de reemplazarse alrededor de dichas bocas permiten estimar la distancia mínima
que es conveniente. Resultó ser aproximadamente un metro horizontal (diez tubos), lo que
concuerda con otras utilizaciones prácticas (Chambers et al., 1981a,b). Un aparato se situó lo
más alejado posible de las bocas de soplado de la pared trasera para comparar su respuesta
frente a la de los aparatos próximos.
- Dos aparatos de distinto tipo se situaron en la misma localización (un tubo de separación)
con el doble propósito de comparar las señales de modelos de distintos suministradores y
estimar la representatividad de la medida local.
- Un sensor se instaló en la pared de quemadores encima del plano A, pues según informes
de operación, esta zona no presenta prácticamente acumulación de depósitos (lo que por otra
parte es natural, dado el camino de los gases de combustión). De esta forma se dispondría de
una señal de referencia medida con un instrumento permanentemente limpio.
También las zonas por encima del plano E presentan fusión de escorias (aunque en menor
grado), por lo que es preciso cubrir todas las alturas del hogar. La variabilidad de la señal entre
zonas y asimetrías del fenómeno aconsejan una cobertura máxima. La representatividad de las
medidas locales es en apariencia adecuada y la respuesta al soplado no depende fuertemente de
la distancia a la boca del soplador. Por todo ello, la red se configura a semejanza de la red de
sopladores, con los sensores alejados la distancia mínima de cada boca. No obstante y por
motivos obvios, es necesario cubrir la parte de la pared lateral carente de sopladores. La señal
del aparato "limpio" no resulta de utilidad pues se comprueba su ocasional ensuciamiento y por
otra parte el nivel medio correla bien con la carga de la unidad. Por ello, se descarta situar más
instrumentos en localizaciones similares. Es altamente deseable no mezclar instrumentos de marca
distinta, ya que los diferentes conceptos de diseño y calibración conducen a valores del flujo de
calor absorbido sospechoso de diferir más que la incertidumbre máxima de las medidas.
De cara a la vida útil de la instalación, parece evidente al considerar las diferentes opciones
que el modelo más adecuado es el Tronchetto, de vida virtualmente tan larga como la del tubo.
Sigue el Fluxtube y, finalmente, el Fluxdome. Sin embargo, el compromiso entre todas las
consideraciones técnicas y las limitaciones presupuestarias a corto plazo condujo a la red de
cobertura parcial que se muestra en la figura 2.27, habiéndose ampliado la instalación de prueba
con veinte Fluxtubes y veinte Fluxdomes. Con el fin de alargar la vida útil de la red en su
conjunto, se alternaron uniformemente los aparatos Land de mayor y menor resistencia.
Otros detalles sobre la toma de datos pueden consultarse en el capítulo 3, así como el censo
de datos adquiridos. La tabla 2.18 presenta una historia resumida del funcionamiento y fallos de
la red de sensores. La avería del TO-EC3 fue debida a rotura del termopar durante la revisión
para su instalación definitiva. Un fallo inadvertido en la etapa de amplificación de uno de los
termopares del FD-DC2 es la causa de su mal funcionamiento durante el periodo indicado. Los
otros cinco aparatos que fallaron pertenecen todos al modelo Fluxdome de la segunda entrega y
se cree que la avería en la señal eléctrica se debe a destrucción de uno o los dos termopares por
excesivo calentamiento, aunque no es posible asegurarlo ni tampoco explicar la causa con
precisión. Nótese el alto porcentaje de averías: 25 % de sensores inutilizados en los primeros
cuatro meses.
SENSORES EN CARGA DETECCION DE FALLOS
DESDE
Tronchetti 05 abril 1988 22may89 108 TO-EC3 Circuito abierto
T2
Fluxtubes a ensayo 16 agosto 1988
Fluxdomes a ensayo 16 agosto 1988 22may89 130 FD-DC2 ee Deriva del amplificador
23abr90 130 FD-DC2 ee Reparado
Fluxtubes 22 mayo 1989
Fluxdomes 22 mayo 1989 14sep89 140 FD-B1 Circuito abierto
145 FD-C2
154 FD-D3
168 FD-F3
139 FD-A4 Circuito a tierra
El criterio de validez que se aplica al modelo teórico rige también para las medidas
experimentales: carecerán de significado durante los transitorios, que comprenden dos
situaciones: 1) súbitas limpiezas en carga y 2) fuertes variaciones de irradiación cuando existe
gran acumulación de depósitos. La primera de estas situaciones significa que se tendrán unos diez
segundos de periodo transitorio tras la caída de los depósitos, dado el orden de magnitud de las
constantes de tiempo de metal y termopares. Puesto que el periodo de muestreo es de dos
minutos, la posibilidad de obtener un dato erróneo es muy remota y por tanto se descarta
cualquier tratamiento especial de la señal. La bondad de esta forma de proceder queda
demostrada más adelante en el estudio sobre picos de soplado. En cuanto a la segunda
posibilidad de medida incorrecta, hay que decir que los grandes espesores necesarios para
retardar la respuesta al orden de minutos implican lógicamente una señal muy baja de flujo de
calor absorbido, por lo que posiblemente su validez o invalidez no resultará significativa para
propósitos prácticos. A pesar de ello, en el tratamiento sólo se han tomado en consideración los
datos pertenecientes a periodos con carga, configuración de fuegos y consumo de gas natural
constantes, que son los tres factores principales que determinan el estado aproximadamente
estacionario de la irradiación en el hogar y de la unidad en conjunto. El detalle de la clasificación
del registro continuo en periodos estables (categorías de datos) puede leerse en el siguiente
Capítulo.
La señal de flujo de calor absorbido localmente en las paredes de agua de una caldera con
problemas de fusión de escorias posee unas características distintivas muy acusadas. No
entraremos aquí en una discusión pormenorizada de los comportamientos observados; baste
decir que el valor obtenido en un momento preciso y en una localización dada puede estar en
cualquier punto del rango esperado y, además, varía con rapidez. Esto no es sorprendente si en
realidad la medida refleja con sensibilidad el comportamiento de los depósitos, como puso de
manifiesto el estudio teórico. La señal evoluciona con decaimiento exponencial, en diente de
sierra o, en determinadas circunstancias, también permanece constante. Responde de esta forma
a la deposición rápida o lenta de escoria, a las caídas totales o parciales, espontáneas o bajo
soplado, y a todo ello se superpone el ruido debido a las fluctuaciones de la llama. Sobre los
métodos necesarios para deducir patrones de este comportamiento en apariencia caótico
volveremos más adelante, pero es preciso tener en cuenta la naturaleza de la señal a la hora de
llevar a cabo el tratamiento que nos proponemos. También hay que considerar la enorme
cantidad de información recogida que constituye el registro adquirido en tiempo real.
Consecuentemente, los análisis de este apartado se han centrado en la inspección general de
rangos, valores medios, mínimos y máximos durante periodos estables en general o
especialmente escogidos y en el valor instantáneo en situaciones especiales, como por ejemplo,
los picos debidos a la limpieza en carga. De esta forma, se examina la totalidad de los datos y es
posible verificar o refutar tendencias observadas eliminando comportamientos particulares.
La tabla 2.19a resume la estadística general para los sensores Tronchetti durante todos los
periodos a carga (superior a 150 MWe), fuegos y consumo de gas estables registrados. La
duración de los periodos está comprendida entre 1 y 24 horas. De cara a la comparación con la
teoría, se ha considerado en primer lugar la diferencia T1-T2, proporcional al calor absorbido, y
por tanto directamente comparable, salvo por la diferencia en el posicionado relativo de los
termopares que existe realmente en cada aparato.
Según se observa, los valores medios entran prácticamente en todos los casos dentro del
rango que predice el modelo. No obstante y tenida en cuenta la incertidumbre máxima, para los
sensores situados en en el centro de la pared trasera existen picos de flujo de calor superiores al
valor máximo predicho. Igualmente, el resto de los sensores presentan valores mínimos puntuales
inferiores a los teóricos. Esto quiere decir que el modelo tal y como fue concebido deja fuera
situaciones ocasionales de alto y bajo calor absorbido. Obsérvese que no puede deducirse de
ello que el espesor del depósito y la irradiación reales sean superiores a los teóricos, ya que las
propiedades térmicas y radiativas reales son desconocidas. Los sensores presentan error de
cero, como pone de manifiesto la existencia de valores negativos de T1-T2 . El número total de
periodos en que esto sucede es de sólo cuatro, que pertenecen al segundo periodo de
experimentos, lo que sugiere deriva de los propios termopares o de las etapas de amplificación.
El mínimo absoluto de -2,51 °C no implica un valor negativo (y por tanto erróneo) dado que el
error máximo que se le estima a la medida es mayor, pero sí que la diferencia de temperaturas
puede llegar a ser inferior al mínimo teórico.
qa = k
r 1 (T1 - T2 )
r e ln r
2 (2.12)
Así se ha hecho para los cinco instrumentos empleados y se ha repetido la estadística, esta
vez con los valores de qa, según refleja la tabla 2.19b. Restan todavía valores pico fuera de
rango para los sensores situados en la zona de irradiación máxima, pero en proporciones mucho
más moderadas. Por otra parte, el lógico aumento del número de ocasiones en que el valor
obtenido no alcanza el límite inferior teórico es muy ligero.
En conclusión, queda demostrado que puede utilizarse la calibración teórica bajo la forma
corregida de la ecuación 2.12 para las medidas de flujo de calor absorbido con aparatos de la
clase Tronchetti. Así se ha procedido en todos los análisis efectuados en esta Tesis y además se
han eliminado como es lógico las medidas negativas, forzando un valor nulo del flujo, ya que el
verdadero valor mínimo en carga es desconocido. Finalmente, la incertidumbre en los valores de
qa utilizando esta instrumentación se calcula (Ríos, 1977) como
2 2
σq = (T1 - T2) σ2K + 2K σ2T
a (2.13)
La figura 2.29b muestra los resultados durante todo el periodo de toma de datos para la
constante K´ del mismo medidor. Las cifras se han obtenido por correlación lineal con
intercepción nula (Draper & Smith, 1966) de todos los registros de datos de cada día a carga
(superior a 150 MW), fuegos y gas estables. La numeración de los días se corresponde con la
tabla 3.3. La gráfica refleja un promedio diario de la situación que acabamos de exponer. Pero
se observa además una clara variación a largo plazo del valor medio de K', que disminuye unos
0,5 kW/m2K para los días del segundo periodo de experimentos respecto a los días del primer
periodo. El resultado confirma la influencia a largo plazo de la suciedad de la superficie interior
para este aparato, aunque la magnitud de la diferencia no empeora tanto la precisión en la
medida de qa como las variaciones a corto plazo. Recíprocamente, queda también demostrada
la utilidad de la medida T1-T3 para detectar la condición de la superficie interior (CISE, 1986a).
Sin embargo es necesaria una nota de precaución. De los cuatro aparatos estudiados, dos se
ajustan a este comportamiento (TO-CC2 y TO-AC1) y en los otros dos casos no se observa
una variación estacional clara (TO-VC4 y TO-EB5). La causa podría estar en distintos ritmos de
7 No presentamos la comparación entre la temperatura T medida con los sensores y la presión de saturación,
3
que indica hasta que punto T3 mide la temperatura "bulk" del fluido. La correlación es altamente satisfactoria
en todos los casos, lo que confirma nuestras conclusiones teóricas y las de otros (CISE, 1988; Neal et al,
1980b, 1982).
deposición interior, pero nada puede afirmarse sin más datos. De cualquier modo, nótese que la
detección del depósito interior debe basarse en datos promedio durante largos periodos de
operación, al menos si existe fusión de escorias y, por tanto, fuertes variaciones del flujo de calor
en cortos intervalos de tiempo.
Se ha seguido el mismo método y fuentes de información que para las medidas con
Tronchetto. La menor incertidumbre para los Fluxtubes resulta de admitir mayor precisión en la
constante de calibración.
Examinaremos las medidas de los ocho aparatos de prueba, cuya estadística general en
kW/m2 según la calibración del fabricante se presenta en la tabla 2.21a. Con objeto de
compararlos con el comportamiento de los Tronchetti, se han tomado como referencia los
valores máximo y mínimo teóricos.
Tabla 2.21a. Inspección general de las medidas de qa con Fluxtube (aparatos a ensayo).
Calibración según fabricante.
Tabla 2.21a (continuación). Inspección general de las medidas de qa con Fluxdome (aparatos a
ensayo). Calibración según fabricante.
Si se comparan las estadísticas globales de las dos clases de aparatos empleados (tablas
2.19b y 2.21a) se nota una discrepancia más importante. En efecto los Fluxtubes y Fluxdomes
calibrados según el fabricante proporcionan una medida de flujo de calor notable y
sistemáticamente más baja que los Tronchetti calibrados según el modelo teórico, incluso cuando
se sitúan en el mismo punto de las paredes. Lo reflejado en la tabla es sólo el resumen de un
comportamiento experimental ampliamente observado. Conviene recalcar las implicaciones de
este hecho desde una perspectiva más general: es evidente que las medidas de flujo de calor
absorbido dependen del modelo de aparato que se usa, a pesar de que la variable medida es
nominalmente la misma
La variabilidad espacial del calor absorbido obliga en nuestro caso a tomar sólo en
consideración los aparatos TO-EC3 y FT-EC2, cuya situación virtualmente idéntica permite una
estimación rigurosa de las diferencias de calibración. La figura 2.30 es un ejemplo representativo
de las señales obtenidas durante el trabajo diario. A semejanza de lo informado por Anson et al.
(1988) las señales de instrumentos próximos siguen en general la misma tendencia8 . En nuestro
caso, se observa adicionalmente una clara diferencia de nivel. Con valores máximos del gradiente
de calor incidente se obtiene según la teoría que la diferencia máxima debería estar en el orden
de los 20 kW/m2, lo que no explica la totalidad de la discrepancia, ni como es obvio el hecho de
que ésta sea sistemática. Como no puede asegurarse que la capa de depósitos sobre ambos
sensores es idéntica en ausencia de grandes diferencias, no es posible comparar todos los datos
adquiridos. Sólo existe certeza de que las condiciones exteriores son las mismas (despreciando
diferencias de irradiación) en el instante en que ambos aparatos están limpios. Estos instantes
vienen señalados en el registro continuo por picos característicos como los que se observan en la
figura 2.30. Así pues, el análisis pasa por la selección de estos picos de limpieza.
El método a seguir debe estar cuidadosamente diseñado, ya que la evolución de las señales
es de naturaleza cambiante y aleatoria. De la totalidad de las dos series de datos
correspondientes a los dos aparatos y calibraciones se seleccionan aquellos valores instantáneos
que cumplen todas estas condiciones:
4) Los valores alcanzan al menos el 80 % del máximo absoluto del periodo para cada
medidor.
De los cincuenta días examinados se extrajo un total de 112 valores, con sólo 14
ocurrencias desechadas por dudosas en lo que respecta al segundo criterio. El conjunto de
puntos esta representado en la figura 2.31a. Los datos pertenecen a un amplio rango de valores
puesto que fueron obtenidos a diversas cargas de la unidad. La gráfica es una evidencia definitiva
8 Y también como informa Anson, existen alteraciones, como la que se observa en el gráfico entre las 6:30 y
las 7 h. La cuestión de la representatividad de la medida local será objeto de consideración en el Capítulo 4.
de la existencia de un error sistemático en la constante de calibración. Nótese por otra parte que
la tendencia demuestra dos supuestos hasta ahora implícitos: la extrapolación del rango teórico
(494,6 kW/m2) para los Tronchetti y la validez de las medidas tras limpieza en carga.
Con el propósito de delimitar la magnitud del error, los valores deben someterse a posterior
análisis. En primer lugar, es preciso determinar la bondad de los datos, dado que en definitiva
nada asegura que ambos instrumentos estén en las mismas condiciones externas. Definiendo la
variable r = qa(TO-EC3)/qa (FT-EC2) la muestra así construida pasa el test χ2 de adherencia a
una distribución normal (Ríos, 1977). Los tests de puntos aberrantes (Ríos, 1977; Hamilton,
1990) eliminan dos puntos extremos. Los 110 valores restantes de r están representados en la
figura 2.31b.
De acuerdo con el tratamiento estadístico, nada induce a pensar que la distribución en torno
a un valor medio de r= 1,206 no es aleatoria. Las lineas discontinuas del dibujo muestran los
limites de incertidumbre experimental para r (calculada de acuerdo con la estimación de σq de
ambas clases de sensores). El límite inferior del intervalo se sitúa justamente en un entorno del
valor 1,0, que queda incluido en 72 ocasiones, es decir en el 65 % de los casos. Por lo tanto, la
incertidumbre experimental explica sólo marginalmente las diferencias, aunque tampoco puede
afirmarse que uno de los procedimientos de calibración sea decididamente incorrecto.
Puesto que las discrepancias son sistemáticas y, como prueba la estadística general, afectan
a toda la instrumentación, es necesario no obstante corregir la calibración con el objeto de
homogeneizar las medidas de la red. De esta forma, y con el criterio de referir todos los datos a
las condiciones dadas por la teoría y la instrumentación más conocida, se ha corregido la
calibración de los aparatos Land multiplicando la calibración de fábrica por el valor medio de r
antes calculado. La corrección se corresponde con lo sugerido por la figura 2.31a. Nótese que
se está suponiendo que las medidas del sensor tipo Fluxtube son coherentes con las del sensor
tipo Fluxdome (Neal et al., 1981b). Esta hipótesis es razonable y no hay evidencia experimental
en su contra. La medida del flujo de calor mediante Fluxtubes y Fluxdomes es según nuestro
análisis un 20 % (sobre el valor instantáneo) superior a la recomendada. Como se acaba de ver,
esto entra marginalmente dentro de los límites de error, pero también hay que concluir que la
incertidumbre en la medida con Fluxtube no es obviamente tan baja como la inicialmente
estimada: en adelante se aceptará más bien un ± 10 % para la constante de calibración. La
estadística global corregida se presenta en la tabla 2.21b. Aclaremos que se le ha dado al error
de cero el mismo tratamiento que se explicó para los sensores CISE.
qa (corregido) SENSOR FT-FB1 FT-EC2 FT-FB3 FT-EA4 FT-VB5
Nº DE PERIODOS TRATADOS 594
Mínimo, kW/m2 (Valor teórico: 24,4) 0,0
Valor medio, kW/m2 104,6 129,9 112,5 82,1 187,7
Máximo, kW/m2 (Valor teórico: 494,6) 452,7 683,4 558,2 519,3 413,8
Número de periodos en que el máximo 0 75 4 3 0
supera al teórico (13 %) (0,7 %) (0,5 %)
Número de periodos en que el valor 0
medio supera al máximo teórico.
Número de periodos en que el valor 135 5 127 201 21
medio es inferior al mínimo teórico. (23 %) (0,8 %) (21 %) (34 %) (3,5 %)
Número de periodos en que el mínimo es 232 17 239 307 35
inferior al teórico. (39 %) (2,9 %) (40 %) (52 %) (5,9 %)
Tabla 2.21b Inspección general de las medidas de qa con Fluxtube (aparatos a ensayo).
Calibración corregida.
Tabla 2.21b (continuación). Inspección general de las medidas de qa con Fluxdome (aparatos a
ensayo). Calibración corregida.
Por brevedad se omiten las estadísticas generales de los 40 aparatos con que se completó la
red, que presentan todas y cada una de las particularidades explicadas para los 13 primeros y
que no aportan por tanto ninguna observación adicional a los resultados obtenidos a este nivel. El
tratamiento de los datos de flujo de calor absorbido se resume en la tabla 2.22.
1 Según se había informado anteriormente (v. p. ej. Neal et al, 1908b), medir el flujo de calor
absorbido en la corona del tubo es un método efectivo para detectar la presencia de depósitos.
Como se vio en el desarrollo teórico, incluso pequeños espesores hacen notar fuertemente su
influencia, por lo que la detección es precoz y de alta sensibilidad. Los datos experimentales
prueban asimismo esta afirmación, encontrándose además que el proceso de deposición varía
fuertemente en el tiempo y el espacio, lo que justifica una red de instrumentos funcionando en
continuo. Así pues, el estudio de niveles absolutos y evolución de esta variable pueden servir
convenientemente al diagnóstico de la fusión de escorias en una cámara de combustión.
5 Finalmente, hay que mencionar las conclusiones derivadas del propio método de análisis que,
aunque no afectan a la cuestión objeto de esta tesis, son interesantes desde una perspectiva
general. En los estudios desarrollados se observa como el diseño óptimo del instrumento
medidor del flujo de calor debe ser diferente para casos de tubo con poco depósito y con gran
acumulación: la magnitud medida cambia de significado, se invalidan ciertos métodos y es
conveniente considerar otros nuevos dependiendo de las condiciones exteriores. Por ejemplo, un
medidor basado en diferencias de temperatura metal-saturación implica una mayor incertidumbre
en casos de escorificación severa que los modelos de gradiente en el tubo. Igualmente, el diseño
y el tratamiento de datos han de cambiar en función del efecto a medir, como por ejemplo sería
el caso si se quisieran detectar el depósito o la limpieza internos al tubo en lugar de la
escorificación. Por lo tanto, el diseño térmico de esta instrumentación no sólo ha de incorporar
las condiciones reales de funcionamiento sino que además es a su vez función del problema bajo
estudio. A diferencia de lo que sugieren los suministradores, un medidor diseñado para un
objetivo determinado no es necesariamente el mejor modelo posible para otras aplicaciones. Un
primer análisis de posibilidades concretas ya se dio en secciones anteriores; este camino de
investigación se deja abierto una vez cerradas todas las cuestiones en torno a la medida en casos
de fusión de escorias.
Pero además, un registro aislado de una tendencia experimental (confirmada en cierto grado
por la teoría o inesperada por completo) no basta para llegar a conclusiones. A las
observaciones individuales hay que añadir la estadística, que cuantificará en qué medida la
tendencia es general y eliminará factores subjetivos. En este sentido, consideramos necesario el
siguiente criterio: una conclusión no es firme si no viene apoyada por el examen estadístico
9 Por ejemplo, se refiere al lector a diversas publicaciones de la Babcock & Wilcox Co., (B&W, 1978; Heil et
al., 1981; LaRue et al., 1986), la Combustion Engineering Inc. (CE, 1984; Singer, 1981), el EPRI (Levy et al.,
1984), la CEGB (Godridge & Morns, 1981; Mobsby, 1981) y a la normativa soviética (Blokh, 1988; Lokshin et
al., 1988).
10 Por otro lado, es preciso señalar que la toma de datos en continuo con fines de análisis se combina con una
ventaja adicional. Las señales pueden procesarse en tiempo real y utilizarse como guía directa a la hora de
ensayar estrategias de operación contra la fusión de escorias. El sistema diseñado para la central térmica
Teruel es descrito por Cortés et al. (1989). Anson (1988), revisa desde un punto de vista general la utilidad de
tales sistemas como medio de información al operador.
de la totalidad de los datos. Ahora bien, la estadística no puede aplicarse directamente a todo
el censo. Por ejemplo, es obvio que el promedio de todos los valores registrados del caudal en el
circuito evaporador carece de significado si la unidad trabaja a carga variable y si además se
incluyen los periodos transitorios. No obstante, esta señal puede ser una buena medida de la
escorificación. Se precisa pues clasificar los datos en categorías, esto es, periodos con
condiciones estables y conocidas de operación, de forma que los valores puedan compararse e
identificarse las relaciones causa-efecto. Paralelamente, también es necesario ordenar la
información, y en este aspecto, la teoría básica sirve de ayuda; considérese como ejemplo un
balance de energía y los datos de presión, temperatura y caudal del circuito agua-vapor: es
evidente que la cantidad de información es igual pero el cierre del balance ha aumentado la
calidad.
Finalmente, hay que hacer notar que las posibilidades y limitaciones que hemos expuesto se
refieren a las variables de proceso que pueden medirse directamente. En calderas de carbón
pulverizado resulta imposible conocer el valor instantáneo de muchos otros parámetros y es
preciso manejar observaciones y datos no automáticos, de los cuales el más importante es
precisamente la calidad del carbón quemado.
Dada la complejidad del problema y su entorno, todos estos métodos de análisis han de
desarrollarse según criterios especiales que en ocasiones son aplicables a sistemas térmicos en
general y a veces responden a las características particulares del problema de la fusión de
escorias en calderas de potencia. Por las mismas razones, no es posible diseñar un tratamiento
perfecto, sobre todo si se tiene en cuenta que la complicación del esquema debe mantenerse en
un nivel razonable: hay que diseñar también criterios de aproximación. En cualquier caso, es
imprescindible una descripción completa del camino que va de las medidas en bruto a los
resultados antes de discutir estos últimos. Ello constituye el objeto del presente capítulo.
Como ya se vio en el capitulo 2, para diagnosticar los efectos de la fusión de escorias sobre
el comportamiento térmico de la caldera en su conjunto se necesitan más datos además de los
valores de flujo de calor absorbido en las superficies del hogar. Las medidas usualmente
disponibles en un generador de vapor de potencia moderno pueden satisfacer esta necesidad.
Dados los requerimientos de su sistema de control, existen sensores y transmisión remota para
gran parte de las variables del proceso. Sin olvidar los aspectos de precisión y completitud que
luego trataremos, será posible por tanto aproximar el estado de la unidad mediante la
instrumentación ya instalada. El primer objetivo es especificar las medidas necesarias, en qué
condiciones se tomarán y en qué instantes de tiempo.
Procedimiento y criterios de adquisición.
Puesto que los métodos de análisis son empíricos, cabe preguntarse primeramente qué
medidas de entre todas las disponibles hay que recuperar. Lógicamente, ello depende del
alcance del estudio que se quiera llevar a cabo. Si, como suele suceder, la mayor parte de las
señales se refieren a la caldera, un criterio puede consistir en la recuperación indiscriminada de
todos los datos de planta. La fracción de información "inútil" es relativamente pequeña y de esta
forma se tiene la seguridad de incluir a priori todas las posibilidades. Realizando por contra una
selección previa, se corre el riesgo de eliminar magnitudes que luego pueden resultar de utilidad,
por motivos de redundancia, por ampliación de objetivos o al refinar el estudio de tendencias. En
nuestro caso, el índice se muestra en la tabla 3.1, junto con el área general de análisis en que se
ha usado cada variable. Sobre un total de 184 posiciones ocupadas, sólo 23 no se utilizaron. No
obstante, en general será preciso desarrollar criterios de selección. El seguimiento de los efectos
térmicos de la fusión de escorias necesitará de todas las medidas que permitan cerrar el balance
de energía del generador de vapor, además de aquellas que expresen los parámetros de
operación. El nivel de detalle deseado en el análisis energético (Lozano, 1987) y los modos de
operación habituales o por ensayar dictarán entonces los datos que es preciso tener en cuenta.
Una vez determinadas las magnitudes a recuperar y puesto que es preciso hacerlo de forma
continua, el método debe utilizar un sistema de adquisición de datos (SAD) en el que estén
disponibles las variables de proceso y las señales de los detectores de flujo de calor absorbido
más cualquier otro instrumento adicional. Para recuperar ambos tipos de información deben
diseñarse los programas necesarios, con el fin de que funcionen de continuo con un intervalo de
muestreo dado. Los datos almacenados durante largos periodos de tiempo en condiciones de
operación libres y controladas permitirán el posterior análisis de los comportamientos
experimentales.
El tiempo de muestreo debe elegirse de forma que se satisfagan varios criterios opuestos
entre sí. En primer término, si se quiere usar la propia toma de datos como guía a las
observaciones y ensayos de operación, el intervalo tendrá que estar en el rango de pocos
minutos. En segundo lugar, la cantidad de información que puede manejarse eficazmente impone
un límite práctico. Por otro lado, puesto que algunas señales son flujos de contadores discretos,
el máximo error aceptable determina un valor mínimo concreto. Y finalmente, alargar el periodo
reduce el ruido en las señales analógicas promediadas. Dependiendo de las circunstancias
particulares, el compromiso puede establecerse en uno u otro sentido. En nuestro caso, se tomó
como criterio el del error debido a los contadores, tendiendo conservadoramente a reducir en lo
posible el intervalo de muestreo. Los flujos de error máximo son los calculados a partir del
desplazamiento de los alimentadores volumétricos, ya que su factor de calibración es el mayor.
Para mantener su incertidumbre en torno al 5 % del rango (v. tabla 3.6), el límite es dos minutos,
y éste fue el valor escogido.
- Los contadores que expresan variables de planta se utilizan como es lógico con fines de
contabilidad técnica o económica. Así por ejemplo, existe un contador que acumula a cada
momento la energía eléctrica bruta producida. Para que este tipo de información sirva de utilidad
a nuestro análisis, es preciso calcular su flujo, es decir, aproximar el valor de la derivada durante
la duración del muestreo. En el ejemplo, el resultado sería una estimación de la potencia eléctrica
bruta instantánea.
- Con el fin de reducir la oscilación de alta frecuencia, las señales analógicas deben
promediarse en el lazo de toma. Puede plantearse la excepción de las medidas de flujo de calor,
en respuesta a dos criterios: 1) las señales presentan fuertes variaciones debidas a la limpieza en
carga (una evolución típica podría ser de 50 a 500 kW/m2 para el flujo de calor en menos de
dos minutos), que de otra forma quedarían alisadas; y 2) si se quiere llevar a cabo el estudio de
esta instrumentación, será más conveniente almacenar los datos sin alterar. En nuestro caso, se
ha preferido trabajar con valores instantáneos. Nótese sin embargo, que con esta forma de
proceder, la precisión será en principio menor y el valor obtenido es más susceptible a fallos
puntuales.
- Dado que las variables lógicas significan soplador en actividad o parado, lo que realmente
ha de almacenarse es una codificación de todos los sopladores que estuvieron en actividad
durante el ciclo, es decir, la composición or de los valores instantáneos. Naturalmente, es preciso
diseñar un lazo de duración inferior al tiempo de actuación de los equipos.
AREA COMPARTIDA
ESCORIAS.DAT
valor en unidades PROGRAMA 001 00:00
número de impulsos TOMAESC 002 00:02
estado lógico 003 00:04
...
719 23:56
720 23:58
ddmmmaa-d.dat
CALCULOS EN 001 00:00 COPIA
TIEMPO DIFERIDO 002 00:02 DIARIA
003 00:04
...
719 23:56
720 23:58
Medias Medias
Lógicas Instantáneas Lógicas Instantáneas
Tiempo Tiempo
Aunque la situación es distinta, podemos seguir el trabajo de Marín (1986) y definir así
estado estacionario como aquel en el que todas las variables se mantienen en sus valores
habituales y las desviaciones son de pequeña magnitud, es decir del orden de la desviación típica.
Esta definición permitiría idealmente discriminar si una variable analógica se encuentra o no en
estado estacionario mediante un análisis de varianza de las muestras individuales. Sin embargo,
dada la complejidad del método y el hecho de que es preciso llevarlo a cabo en tiempo real,
puede considerarse irrealizable en la práctica. Por lo tanto, la toma ha de ser continua y la
identificación de los estados transitorios debe llevarse a cabo a posteriori, trabajando sobre los
valores almacenados, según se explica en la sección 3.4.
Los datos para nuestro estudio del fenómeno de la fusión de escorias se recogieron durante
dos periodos. El primero (de mediados de noviembre de 1988 a febrero de 1989) coincidió con
las pruebas del sistema y de la instrumentación de hogar, por lo que la secuencia no es continua.
Además, sólo 13 de los 53 medidores de flujo de calor habían sido instalados. No obstante, la
totalidad de los datos que se guardaron son correctos. El periodo de toma de datos propiamente
dicha va de mediados de febrero de 1990 a mediados de mayo del mismo año. Incluye ocho
semanas a carga base y con ensayo de maniobras en operación, según se detalla más adelante.
El censo de datos esta listado en la tabla 3.3. Cada archivo corresponde a un día, para el que se
señala el periodo o los periodos de tiempo durante los que estuvo en actividad la toma de datos.
Hay un total de 147 días (57 de la primera época y 90 de la segunda), de los cuales 92
contienen las 24 horas completas y 60 son consecutivos. Se incluyen paradas y arranques del
grupo, con dos días completos (24 y 25 de marzo de 1990) a caldera apagada. El total de
valores almacenados es en promedio de unos 70 x 103 para cada variable, lo que supone unos
15 x 106 datos.
Número y variable Tipo Análisis
001 PRESION VAPOR SALIDA SC FINAL, kgf/cm2
002 PRESION VAPOR SALIDA SC PRIMARIO, kgf/cm2
003 PRESION AGUA ENTRADA EC, kgf/cm2
004 PRESION VAPOR ENTRADA RC, kgf/cm2
005 PRESION IMPULSION TBAA, kgf/cm2
006 P. VAPOR AUXILIAR, kgf/cm2 Media Balance térmico
007 INTENSIDAD VTF A, A
008 INTENSIDAD VTF B, A
009 INTENSIDAD VAP A, A
010 INTENSIDAD VAP B, A
011 INTENSIDAD VTI A, A
012 INTENSIDAD VTI B, A
013 POSICION VACIA
014 POSICION VACIA
015 POSICION VACIA
016 TEMPERATURA AMBIENTE SECA, °C
017 PUNTO DE ROCIO, °C Media Balance térmico
018 VELOCIDAD DEL VIENTO, m/s
019 POSICION VACIA
020 POSICION VACIA
021 CAUDAL VAPOR SOBRECALENTADO, T/h
022 CAUDAL VAPOR RECALENTADO, T/h Balance térmico
023 CAUDAL AGUA ATEMPERACION SUPERIOR, T/h
024 CAUDAL AGUA ATEMPERACION INFERIOR, T/h
025 P. VAPOR SC ADMISION TURBINA, kgf/cm2
026 PRESION CALDERIN, kgf/cm2
027 PRESION VAPOR SALIDA RC, kgf/cm2 Balance térmico
028 OXIGENO GASES SALIDA VTI, % base húmeda
029 PRESION ABSOLUTA CONDENSADOR, mm Hg
030 O2 SALIDA CALDERA LADO A, % base húmeda Varios
031 O2 SALIDA CALDERA LADO B, % base húmeda
032 P. DIFERENCIAL AIRE PA SEC. A, mm H20 Media
033 P. DIFERENCIAL AIRE PA SEC. B, mm H20
034 P. DIFERENCIAL AIRE PA PRIM. A, mm H20
035 P. DIFERENCIAL AIRE PA PRIM. B, mm H20
036 P. DIFERENCIAL GAS PA SEC. A, mm H20
037 P. DIFERENCIAL GAS PA SEC. B, mm H20
038 P. DIFERENCIAL GAS PA PRIM. A, mm H20
039 P. DIFERENCIAL GAS PA PRIM. B, mm H20
040 NUMERO DE MOLINOS EN SERVICIO Balance térmico
041 NIVEL TANQUE RESERVA CONDENSADO, m
042 CAUDAL CONDEN. ENT. DESGASIFICADOR, mm Hg
043 POSICION VACIA EXPLORADA
044 POSICION VACIA EXPLORADA
045 CAUDAL AIRE PRIMARIO A, T/h Balance térmico
1) Datos manuales.
2) Errores groseros (fallo de la señal).
Sensor inexistente.
Otra técnica muy recomendable es manejar las estadísticas durante periodos estables de las
variables calculadas por un balance térmico. Fallos en el proceso de cálculo o valores claramente
fuera de diseño a cada carga señalan inequívocamente un error en los datos. El método, que se
ha empleado para todos los registros estables, tiene la ventaja de asegurar la fiabilidad de la
información en su forma final y es de hecho un paso necesario para realizar el cierre de balance
de la totalidad del censo. Análogamente, debe utilizarse para validar los otros tipos de cálculos
descritos en el apartado 3.5.
Siempre que el fallo no es general, puede intentarse recuperar las señales. Cabe agrupar en
varias categorías las situaciones que se presentan:
- Fallos en señales lógicas. Constituyen una excepción, pues son indetectables a posteriori.
Así pues, es preciso extremar la vigilancia durante las pruebas. Para el caso de los sopladores, la
recuperación es fiable, ya que se activan normalmente en secuencias preestablecidas. De esta
manera, puede conocerse el estado de un soplador a través del estado de sus consecutivos en la
secuencia, salvo caída de todas las transmisiones.
- Fallos en señales correladas con la carga. Como es lógico, muchas variables dependen
fuertemente de la carga del grupo. Esto proporciona otro criterio para la recuperación de fallos,
pero hay que precisarlo. Veamos el ejemplo de un caudal de atemperación. Para el mismo tipo
de combustible, las mismas condiciones de operación y el mismo régimen de cargas, el caudal de
atemperación estará en función de la potencia, puesto que su única dependencia adicional es el
estado de limpieza de las superficies y éste será similar al serlo el combustible, el plan de cargas y
las condiciones de funcionamiento. En consecuencia, los datos históricos y de diseño correlarán
con la potencia. No obstante, durante la operación diaria las condiciones cambian y no están
sujetas a control, así que la predicción de este parámetro como función de la carga es poco
fiable; en la práctica se observa que la correlación es muy pobre.
Pero hay otras señales para las cuales la correlación se mantiene incluso para datos
adquiridos en continuo. Existe en realidad una cierta redundancia en algunos grupos de variables.
Así sucede con las presiones en el circuito de agua-vapor. El método adoptado en este trabajo
para recuperar fallos en estas variables (por otra parte no muy importantes en cuanto al análisis
térmico se refiere) ha consistido en lo siguiente. Cada presión a recuperar se ha correlado
linealmente y con intercepción cero (Draper & Smith, 1966; IMSL, 1984) con la presión más
cercana en el circuito. La correlación se ha hecho en base a los datos correctos más próximos al
fallo y se han distinguido 4 escalones de carga (350, 280, 210 y 180 MWe), con una
correlación distinta en cada uno de ellos. La tabla 3.2 resume los resultados. Se observa un
coeficiente de correlación siempre superior al 99,99 %.
Esta clase de error es difícil de detectar a posteriori, pues el sesgo en la calibración suele
deberse típicamente a fallo en componentes electrónicos, cuya deriva es gradual. En la medida
de lo posible, es necesario confirmar mediante recalibración las señales dudosas y comparar los
valores obtenidos antes y después. Por lo común, pequeñas diferencias en la calibración son
indistinguibles del ruido habitual en la señal y por lo tanto no es recomendable intentar
recuperarlas. Quedan incorporadas como componente sistemática a la incertidumbre de la
medida, hecho sobre el que volveremos más adelante.
Sin embargo, sí pueden aparecer fallos importantes de esta clase. En nuestra base de datos,
sólo ha habido un caso en el que el sesgo era marcado y ha sido necesaria su corrección. La
señal de caudal de vapor recalentado cambió su valor absoluto tras una caída a cero. Así, de sus
valores habituales de 960 -980 T/h a carga plena paso al rango de 870 -900 T/h en las mismas
condiciones de funcionamiento. A pesar de ello, seguía correlando con la carga de la caldera
(caudal de vapor principal) con similar porcentaje de regresión (superior al 99,99%).
Obviamente, se trataba de un fallo en la reparación de la circuitería: la señal seguía siendo válida,
pero con diferente constante de calibración. A partir de los datos del día del suceso, se calculo
un factor multiplicativo con el que se corrigió el fallo, restableciendo para todos los días de datos
el rango original de la señal. El error cometido (estimado en un 3 %) está dentro del orden de
magnitud de la incertidumbre en la señal.
En la tabla 3.3, que constituye el censo completo de datos, se indican las señales que han
sido introducidas a partir de datos manuales, señales cuyos fallos pudieron recuperarse por los
procedimientos anteriormente descritos y señales de las que no se tienen datos o no pudieron
recuperarse. La repetición de un mismo número de variable en columnas distintas indica que cae
en dos categorías distintas durante periodos de tiempo diferentes del mismo día. No se consignan
los fallos ya comentados en las señales de medidores de flujo de calor, que se extienden durante
todo el periodo perteneciente al año 90. La última columna (marcada Q) indica la extensión de la
red: 13 ó 53 aparatos.
PERIODO DE TOMA SEÑALES
DIA INICIO FINAL TOMA MANUAL REC. INEXISTENTES Q
FALLOS
1 15NOV88 00:01:37.18 06:49:37.51 16 - 18, 205 - 208 41, 200 - 208 13
06:52:57.59 13:54:57.84
2 16NOV88 00:01:37.06 12:55:37.90 16 - 18, 205 - 208 41, 200 - 208 13
3 17NOV88 00:01:34.63 17:03:35.63 16 - 18, 205 - 208 176 41, 200 - 208 13
19:18:27.93 23:58:28.08
4 18NOV88 00:00:28.08 10:58:28.53 16 - 18, 205 - 208 41, 200 - 208 13
5 21NOV88 00:01:44.16 12:23:44.88 16 - 18, 205 - 208 41, 200 - 208 13
6 22NOV88 00:01:28.60 19:07:29.83 16 - 18, 205 - 208 16-18,41, 200-208 13
7 23NOV88 00:01:27.47 23:58:33.87 16 - 18, 205 - 208 6, 176 16-18,41, 200-208 13
8 24NOV88 00:00:33.87 14:16:34.30 16 - 18, 205 - 208 6 41, 200 - 208 13
9 25NOV88 00:01:43.81 13:43:44.48 16 - 18, 205 - 208 6 41, 200 - 208 13
10 28NOV88 00:01:28.61 14:55:29.27 16 - 18, 205 - 208 6 16-18,41, 200-208 13
11 29NOV88 00:01:30.80 14:35:31.65 16 - 18, 205 - 208 6 41, 200 - 208 13
12 30NOV88 00:01:43.64 16:59:44.89 16 - 18, 205 - 208 6 41, 200 - 208 13
13 01DIC88 07:31:35.14 16:41:35.35 16 - 18, 205 - 208 6 41, 200 - 208 13
14 02DIC88 00:01:28.92 16:29:29.79 16 - 18, 205 - 208 6 41, 200 - 208 13
15 07DIC88 14:08:19.63 22:28:19.88 16 - 18 16-18,41, 200-208 13
16 08DIC88 13:36:24.02 22:29:29.94 16 - 18, 205 - 208 16-18,41, 200-208 13
17 09DIC88 00:31:14.02 14:59:14.88 16 - 18, 205 - 208 176 16-18,41, 200-208 13
18 12DIC88 10:46:54.30 22:30:54.71 16 - 18, 205 - 208 16-18,41, 201-204 13
19 13DIC88 00:31:13.94 14:41:16.11 16 - 18, 205 - 208 16-18,41, 200-208 13
20 14DIC88 00:31:10.45 23:59:11.99 16 - 18 41, 200 - 208 13
21 15DIC88 00:01:12.01 07:29:12.42 16 - 18, 205 - 208 41, 200 - 208 13
07:33:52.49 14:45:52.73
22 16DIC88 00:31:11.07 13:39:12.22 16 - 18, 205 - 208 41, 200 - 208 13
23 20DIC88 00:31:10.93 14:29:11.83 16 - 18, 205 - 208 41, 200 - 208 13
24 21DIC88 00:31:10.93 14:57:11.85 16 - 18, 205 - 208 41, 200 - 208 13
25 22DIC88 00:01:21.27 14:35:22.60 16 - 18, 205 - 208 41, 200 - 208 13
26 28DIC88 00:01:29.89 18:45:31.39 16 - 18, 205 - 208 6 41, 200 - 208 13
27 30DIC88 00:01:29.88 14:29:30.70 16 - 18, 205 - 208 6 41, 200 - 208 13
28 03ENE89 00:01:32.14 14:37:33.02 16 - 18 6 23,41, 200 - 208 13
29 04ENE89 00:01:25.90 20:01:27.11 16 - 18, 205 - 208 6 16-18, 23,41, 13
200-208
30 10ENE89 00:01:34.22 17:35:35.11 16 - 18, 205 - 208 6 23,41, 200 - 208 13
31 11ENE89 00:35:06.73 07:30:52.16 16 - 18, 205 - 208 6, 176 23,41, 200 - 208 13
07:45:22.81 17:47:23.27
32 12ENE89 00:01:32.22 08:05:32.67 16 - 18, 205 - 208 6 23,41, 200 - 208 13
08:08:35.91 17:30:36.31
33 13ENE89 00:28:22.04 07:52:22.29 16 - 18, 205 - 208 6 41, 200 - 208 13
07:56:47.51 17:00:47.91
34 17ENE89 00:31:11.06 14:47:11.67 16 - 18 41, 200 - 208 13
35 18ENE89 00:01:28.65 14:53:29.49 16 - 18, 205 - 208 41, 200 - 208 13
36 19ENE89 07:26:59.43 16:30:59.76 16 - 18, 205 - 208 41, 200 - 208 13
37 20ENE89 00:31:10.87 11:39:11.65 16 - 18, 205 - 208 4 41, 200 - 208 13
38 24ENE89 00:31:12.09 14:47:12.79 16 - 18, 205 - 208 41, 200 - 208 13
Para conocer de antemano con qué sensibilidad puede apreciarse el efecto de la fusión de
escorias sobre el funcionamiento térmico de la caldera es necesario un análisis de la
incertidumbre asociada a los datos recogidos11 . Al tener que trabajar con instrumentos de planta,
un análisis preciso es imposible: hay que recurrir a métodos aproximados. A causa de ello, es
conveniente asignar valores de incertidumbre altos dentro de lo razonable, a fin de estimar
siempre la peor de las situaciones.
Como ya se comentó, es seguro que muchos de los datos llevan incorporado un pequeño
sesgo en la calibración. Este error sistemático se considera incluido en los valores de
incertidumbre que damos aquí. Por otro lado, la circunstancia es favorable, pues significa que
pueden compararse datos con mayor sensibilidad que atendiendo sólo a su valor aislado.
1º) Antes de hacer ninguna otra consideración, hay que asegurarse de que la disposición
física del sensor es tal que la medida representa verdaderamente lo que se desea medir. Un sólo
caso es dudoso: todas las medidas en gases y aire se basan usualmente en un único sensor. Sin
embargo, lo adecuado es una red de puntos de medida, dado que al tratarse de secciones de
paso amplias tendremos fenómenos de estratificación (Crim, 1986; Heil et al., 1981; Lowe,
1984a; Mobsby, 1981; Chojnowski, 1984; Sotter, 1988). Así pues, las medidas de oxígeno en
gases y temperatura en aire y gases vendrán afectadas de un error debido a esta circunstancia
que será preciso estimar.
2º) En segundo lugar, tenemos la incertidumbre propia del sensor. Su estimación es sencilla,
si nos basamos en las especificaciones del proyecto de la instalación y en trabajos de referencia.
Los resultados se muestran para el caso que nos ocupa en la tabla 3.4.
11 Excluimos de este apartado los datos de medidores de flujo de calor absorbido, cuyo error ya se ha
discutido anteriormente.
Según esta tabla, el error en las medidas de planta sería en la mayor parte de los casos muy
pequeño. Posiblemente estas cifras sean válidas para el primer día de funcionamiento. Sin
embargo, los instrumentos de planta sufren continuamente de deterioros, derivas, recalibraciones
y cambios, por lo que no pueden aceptarse sin más estos valores.
3º) Por último, es preciso considerar (Crim et al., 1986) el error debido a las tarjetas de
entrada, el proceso de muestreo que efectúan el SAD y el programa de toma y la calibración de
todo el sistema en campo. Usualmente, estas contribuciones serán despreciables. Para mostrarlo,
considérense los parámetros del sistema que se ha utilizado. Con conversores de 12 bits y
tomando los puntos extremos del rango, la incertidumbre en los valores instantáneos es de tan
sólo 1/212, es decir ± 0,025 % del alcance del sensor. La calibración real no emplea por
supuesto aparatos tan precisos, pero se efectúa con al menos 0,05 unidades de resolución,
mediante señal simulada en los puntos extremos (C. T. Teruel, 1989,1990). Claramente, este
error es despreciable frente a los demás y puede pasarse por alto en la estimación del error
total.12
12 Respecto al programa de toma, hay que decir que en el caso de las señales que se promedian, la
Tabla 3.5. Análisis del error de estratificación según datos de Foster Wheeler (1987).
Otro caso que que hay que evaluar en forma distinta es de los flujos de los contadores. Para
esta clase de datos el sensor es preciso, pues a base de estas medidas se elabora la contabilidad
de producción eléctrica y consumo de combustibles del grupo. En consecuencia, es aceptable
suponer como único error el debido al programa de toma de datos. Con nuestro algoritmo
(figura 3.3) y para valores estacionarios, el error máximo cometido en el flujo de un contador es
±1/2 impulso en dos minutos, es decir ± 15.F unidades, donde F es el factor de conversión en
unidades.hora/impulso del contador. Nótese que el error absoluto en los flujos de contadores es
constante13 , luego el error relativo en % del alcance de la escala no está acotado, y será muy
grande cuando el valor del flujo sea pequeño, es decir, cuando el contador cuente lentamente. La
señal obtenida consiste en una banda alrededor del valor verdadero y de anchura igual al doble
de la incertidumbre. Cuando ésta es grande, como por ejemplo en el caso de las revoluciones de
los alimentadores, será preciso filtrar el registro. La señal número 200 (Variación en T/h del
contenido del depósito de agua de aportación) es calculada por el sistema como flujo medio de
la señal analógica nº 41 (Nivel del depósito en metros). Su incertidumbre puede calcularse
aproximadamente según la fórmula de transmisión de errores como σ200= 30.F. 2 σ41, donde
13 E inversamente proporcional al tiempo de muestreo, lo que impide reducirlo por debajo un mínimo si se
quiere limitar la incertidumbre máxima en las señales de flujo de contador, como ya se explicó.
F es el factor de conversión en toneladas de agua por metro de altura del depósito. Con σ41= ±
0,08 m y F= 50,19 T/m se obtiene σ200= ± 170 T/h. Teniendo el cuenta que el rango es ± 100
T/h, concluimos que la señal no es de ninguna utilidad.
La tabla 3.6 presenta los valores de incertidumbre para todos los datos recogidos. Se
notará que son considerablemente superiores a los requeridos para cualquier tipo de prueba de
funcionamiento, lo que es consecuencia directa de haber utilizado la instrumentación normal de
planta. Este análisis añade un matiz muy importante al método general. Dada la alta incertidumbre
de los datos, (y por tanto de los resultados de cualquier cálculo que se base en ellos), la
comparación de valores puntuales puede conducir a comportamientos erráticos o a enmascarar
los efectos: hemos de proceder por estadística global, analizando antes bien tendencias
promediadas y variaciones a corto plazo.
LT LB MQ LV H
ANALISIS Carbono fijo 27,77 23,38 15,00 25,14 53,41
APROXIMADO Humedad 21,56 21,22 24,08 29,11 8,28
% peso Volátiles 25,10 24,10 35,04 23,24 26,94
Cenizas 25,57 31,30 25,88 22,51 11,37
ANALISIS Carbono 38,86 33,07 36,22 34,22 70,72
ELEMENTAL Hidrógeno 2,56 2,30 2,77 2,22 3,74
% peso Oxígeno 5,98 5,44 4,27 6,62 3,87
Nitrógeno 0,47 0,40 0,50 0,40 1,49
Azufre 5,00 6,27 6,28 4,92 0,53
PCS, kcal/kg 3646 3101 3492 3136 6578
Tabla 3.7. Clases de carbones y propiedades promedio. Fuente: informes de laboratorio sobre
entrada de carbones al parque y salida de lavadero desde julio de 1988 a mayo de 1990,
Central Térmica Teruel. Clave: LT= Lignito triturado, LB= Lignito bruto, MQ= Lignito de
Mequinenza, LV= Lignito lavado, H= Hulla.
La alimentación base la constituye una parva homogeneizada de la que en general forman parte
carbones de todas las clases genéricas. También se alimentan directamente hullas, lignitos brutos
y lignitos triturados. Se efectúan dos llenados de tolvas por turno, cuya composición puede
variar incluso dentro de un mismo turno y, de hecho, lo hace frecuentemente. La información
recuperada del Servicio de Carboneo consiste en el porcentaje en peso estimado de una
determinada parva y de lignito triturado, lignito bruto y hulla, con una resolución de cuatro horas.
Puesto que no es posible seguir el balance de materia a las tolvas, se ha aplicado cada llenado
con un retraso promedio de ocho horas. Por lo tanto, en torno a cada cambio nominal de
combustible, existe como máximo este periodo de tiempo durante el cual la composición puede
ser errónea. Por otra parte, los porcentajes son estimaciones, ya que se basan en calibraciones
gravimétricas aproximadas de elementos de alimentación volumétrica. De la misma manera, la
práctica usual de alimentar con lignito triturado uno de los molinos se ha tenido en cuenta a través
del registro de velocidad del alimentador correspondiente. Sí se dispone de la composición
rigurosa de parva y de las características de cada componente, así como del promedio.
Toda la información se ha incorporado a los archivos de la base de datos, como resume la tabla
3.8. Se muestran asimismo los rangos característicos en que se encuentra cada porcentaje.
Nótese que aunque el esquema se ha adaptado para que cubriera todo el periodo de ensayos, la
pauta seguida durante el primer periodo (noviembre de 1988 a febrero de 1989) es diferente a la
del segundo (febrero a mayo de 1990). Durante el año 88 y principios del 89, no se utilizaba
hulla en parva ni funcionaba la planta de lavado. A partir de entonces, todas las clases están
incluidas en la mezcla homogénea y los lignitos brutos alimentan casi exclusivamente el lavadero,
siendo su porcentaje en parva muy pequeño y nulo fuera de ella. Durante ambos periodos se
utilizaron hullas y lignitos triturados fuera de la mezcla para situaciones especiales, como por
ejemplo, el caso frecuente de un molino fuera de servicio. En el año 90 fue masivo el consumo de
lignitos triturados fuera de la parva para ajustar las condiciones de operación.
1988/89 1990
190 ESTIMACION % PESO DE PARVA EN CARBON 25 - 80 60 -
100
191 % PESO DE LIGNITO LAVADO EN PARVA 0 25 - 60
192 % PESO DE LIGNITO TRITURADO EN PARVA 40 - 75 30 - 50
193 % PESO DE LIGNITO MEQUINENZA EN PARVA 3-6 3-5
194 % PESO DE HULLA EN PARVA 0 10 - 20
132 % PESO DE LIGNITO BRUTO EN PARVA 25 - 50 0-3
195 ESTIMACION % PESO DE HULLA EN CARBON 15 - 25 0 - 25
196 ESTIMACION % PESO DE LIGNITO TRITURADO EN CARBON 0 - 60 0 - 20
100 ESTIMACION % PESO DE LIGNITO BRUTO EN CARBON 0 - 20 0
Tabla 3.8 Datos sobre alimentación de carbones.
Se poseen datos para casi todos los días de toma automática (v. tabla 3.3). De esta forma, los
registros creados pueden utilizarse directamente para identificar la composición en clases
genéricas o bien combinarlos con los análisis tipo de la tabla 3.7 o con análisis de días y/o
carbones en concreto para obtener una aproximación a las características del carbón quemado
en cada instante. Para ello es preciso suponer que la mezcla total que constituye el carbón
procesado es homogénea. Se habrá advertido no obstante que se ha conservado la separación
entre el mismo tipo de carbón dentro y fuera de la parva en lugar de calcular un porcentaje
global. Aparte de que la procedencia de la información es distinta, la parva sí es homogénea
mientras que la alimentación fuera de parva consiste en una simple mezcla, lo que pudiera resultar
significativo.
Evaluación de datos sobre alimentación de carbones.
Considerando el método de obtención, parece evidente el carácter meramente indicativo de este
tipo de datos sobre el carbón quemado. El propósito básico al utilizar esta información deberá
ser la comparación de distintas situaciones de funcionamiento. Hay que observar que en este
aspecto existe una ventaja sobre la manera habitual de manejar datos de carbón aplicados a
gestión diaria de operación. Los análisis diarios rutinarios utilizan un número limitado de muestras
tomadas de la cinta general. Si la variabilidad en la alimentación es grande, las muestras no son
representativas de la mezcla, por lo que si bien proporcionan un orden de magnitud, no pueden
usarse para comparaciones. Puesto que nuestra elaboración parte de datos de operación,
resultará en principio más adecuada desde este punto de vista.
Obviamente no existe forma de evaluar a priori la fiabilidad de las composiciones de mezcla. Sin
embargo, sí es posible investigar cualitativamente su grado de aproximación a la realidad a través
de datos de operación grabados en continuo. Esto permite también averiguar hasta que punto los
valores son utilizables en un balance de energía. Para ello considérese que, en condiciones
estables y sin consumo de combustible de apoyo, se cumple aproximadamente
.
η. ρ. mv. pcs = QC = cte. (3.1a)
donde η es el. rendimiento energético de la caldera, ρ la densidad aparente del carbón
pulverizado, mv su caudal volumétrico, pcs su potencia calorífica superior y QC el calor neto
entregado al ciclo. El caudal volumétrico puede medirse en cada momento a través de la
velocidad de los alimentadores y se sabe por experiencia de operación que refleja fuertemente
variaciones en la PCS de la mezcla alimentada. Para cuantificar en orden de magnitud esta
relación, puede diferenciarse la ecuación. anterior, obteniendo
∆mv ∆ρ ∆pcs ∆η
. = - ( ρ + pcs + η ) (3.1b)
mv
Se está suponiendo que la PCS del carbón y su densidad son independientes. El término ∆η/η
se estima a partir de pruebas de rendimiento y puede estar en torno al 1 - 2 %. A fin de
establecer un rango para las variaciones de ρ ha de recurrirse a estadísticas de consumo en
parque comparadas con la velocidad de alimentadores integrada, ya que la densidad aparente
del carbón en polvo depende de muchos factores que se desconocen. En nuestro caso, la
contabilidad muestra (C.T. Teruel, 1989, 1990) que la densidad del carbón sin lavar (LT+H,
años 88-89) está próxima a 0,06 T/h.rpm, mientras que para mezclas con carbón lavado (año
90), desciende a 0,0522 T/h.rpm. Esto es debido a la mayor humedad y a la eliminación de
fracciones pesadas. La densidad aparente se moverá pues entre estas dos cifras, de forma que el
término ∆ρ/ρ puede estimarse como inferior a un 15 %. Así, según la ecuación 3.1b, toda
variación observada en el caudal volumétrico del carbón superior al 15 - 17 % no puede deberse
sólo a cambios de densidad del carbón o comportamiento térmico de la caldera, sino que señala
inequívocamente un cambio en la PCS de alimentación.
Por lo tanto, la suma de las velocidades de los alimentadores responde a la calidad del
combustible procesado14 . Una curva representativa puede verse en la figura 3.5. La gráfica
escalonada representa un cambio registrado manualmente en la alimentación, pasando de un 60
% de parva con lignito triturado a un 100 % de parva. Se observa como el caudal volumétrico
de carbón cambia claramente dentro del plazo previsto. En este caso, la nueva mezcla entra
nominalmente a las 18 h pero realmente comienza a llegar a partir de las 20 h. La transición es
por supuesto gradual y no abrupta. Por tanto, los datos de operación de carboneo son al menos
aproximados, si descontamos la ventana de ocho horas centrada en torno a la variación nominal.
No obstante, dentro de los periodos nominalmente estables existen también (aparte del ruido de
14 En realidad se trata de un hecho bien conocido en diseño de calderas de carbón pulverizado. El sistema de
control considera el flujo de carbón proporcional a la suma de velocidades de alimentadores y utiliza una
señal tacométrica como demanda principal a los sistemas de aire total y aire primario. El diseño se basa
lógicamente en una calidad de carbón constante, pero el lazo de consigna del exceso de oxígeno y otros lazos
de regulación que actúan en paralelo permiten que el sistema funcione incluso con mezclas de propiedades
muy variables.
alta frecuencia de los contadores) variaciones a corto plazo inexplicadas. Por ejemplo, nótese en
la figura el descenso del caudal a partir de las 12 h. Estos cambios pueden deberse a alteraciones
menores no registradas o heterogeneidades en la alimentación, pero al ser inferiores al 15 %
estimado anteriormente, nada puede afirmarse categóricamente. De cualquier forma, es preciso
tomar en cuenta que muy posiblemente los datos manuales pasan por alto alteraciones en la
calidad del carbón.
Respecto al valor de la PCS y el análisis elemental para su utilización en balances de energía, es
imposible asignar valores concretos de incertidumbre, pero el examen de datos en continuo hace
también posibles ciertas acotaciones. En principio podría utilizarse la fórmula 3.1a para obtener
el verdadero valor de la PCS del carbón que se quema en condiciones estacionarias, ya que QC
es calculable a través de las medidas del circuito agua-vapor e incluso el aporte energético con
gas natural puede descontarse, pues se mide su caudal. Sin embargo, nuestros cálculos arrojan
resultados erráticos y tan alejados de los nominales que deben deshecharse por erróneos. El
motivo principal es que el valor instantáneo de la densidad del carbón es desconocido. Las
estadísticas sobre ρ antes citadas no pueden usarse con los datos adquiridos en continuo, pues
las mezclas utilizadas contienen carbones dentro de un amplio rango de densidades, sobre todo
debido a la utilización de carbones lavados. Por otra parte, aun conociendo la PCS instantánea,
el análisis elemental promedio de la mezcla supuesta homogénea dificilmente puede deducirse a
partir de esta cifra, dado que están presentes cinco clases diferentes de carbones, tabla 3.7. En
general, el método puede ser efectivo dependiendo de las características de cada caso, y
resultaría por ejemplo prácticamente exacto con alimentaciones basadas en la mezcla homogénea
de un máximo de dos clases de carbones con poca variabilidad en sus características.
Para este estudio, sin embargo, hemos de utilizar los datos nominales. Es fácil responder con un
simple ejemplo a la cuestión de su fiabilidad genérica y de cara a un balance de energía. El
cambio de alimentación típico visto en la figura 3.5 está registrado nominalmente como el paso
de una mezcla compuesta de un 60 % de parva de 3846 kcal/kg más un 40 % de lignito triturado
de 3207 kcal/kg a una mezcla al 100 % de parva de 3723 kcal/kg. La PCS promedio nominal
ha aumentado pues de 3590 kcal/kg a 3723 kcal/kg. Sin embargo, el caudal volumétrico de
carbón aumenta un 24 %, lo que indica que en realidad, la PCS promedio ha disminuido. Los
datos nominales son por tanto bastante sospechosos en lo que a su valor absoluto se refiere y
posiblemente no tiene mucho sentido trabajar con propiedades promedio.
Para precisar más esta cuestión hay que llevar a cabo una comparación con datos escogidos de
la totalidad del censo. Así, por un lado se han seleccionado periodos de tiempo en los que el
valor de la PCS nominal posee a priori un grado de fiabilidad máximo, de acuerdo con los
siguientes criterios:
1) Se esta quemando nominalmente un 100 % de parva y nada más que un 100 % de parva
según consta en el parte diario. Los valores se toman del parte de composición de parvas, de
forma que la PCS es un promedio efectuado directamente a partir de fracciones en peso de
carbones concretos, incluyendo el producto de la planta de lavado.
2) Se eliminan 16 horas antes y después de cada cambio nominal en la alimentación. De los
periodos restantes, se eliminan los inferiores a 8 horas.
Por otro lado se consideran todas las categorías a carga, configuración de fuegos y consumo de
gas estables (v. sección 3.4) que cumplan
1) Carga superior a 345 MW.
2) Molinos igualados y sin consumo de lignito triturado en ninguno de ellos.
3) Caudal de gas natural nulo.
De la intersección de ambos conjuntos se obtiene un total de 54 periodos, que se muestran en la
tabla 3.9. Corresponden a tan sólo 8 parvas diferentes, lo que puede dar una idea de la
variabilidad en la alimentación. La representación de la PCS nominal frente al valor medio del
caudal volumétrico de carbón durante esos intervalos de tiempo puede verse en la figura 3.6. El
resultado no es muy satisfactorio si consideramos los estrictos criterios de selección. Aunque
parece existir una correlación lineal, aproximadamente un 30 % de los puntos se aparta de ella
notablemente. Las 17 categorías que presentan esta desviación vienen indicadas en la tabla 3.9.
Se observa el hecho significativo de que siempre se trata o bien de todos los periodos
correspondientes a una misma parva o bien de periodos situados al comienzo de una parva. Esto
sugiere un desacoplo entre la alimentación real y la nominal, quizá resultado de los errores e
imprecisiones que caracterizan la información de partida. La evidencia es no obstante demasiado
débil como para llegar a conclusiones. Por otra parte, los datos del carbón correspondientes a
los 37 periodos restantes pueden considerarse en cierto sentido como los más fiables de todos
los compilados.
DIAS CONDICIONES
COMIENZO FINAL CARBON CARGA MEDIDA qa
21DEC88
07FEB89 10FEB89 Sin lavar Cíclica 13
14FEB89 17FEB89 Sensores
17MAR89 Base 35 h
26FEB90 02MAR90 Base 5 días
05MAR90 08MAR90 Base 2,5 días
19MAR90 23MAR90
26MAR90 30 MAR90 Red
02ABR90 06ABR90 Lavado completa
16ABR90 20ABR90 Base 5 días
24ABR90 27ABR90
01MAY90 04MAY90
07MAY90 09MAY90
Tabla 3.10 Días de ensayo de estrategias.
Durante la primera etapa, y con objeto de contrastar la indicación de los sensores de flujo de
calor, se confeccionó un parte de cámara de combustión para ser cumplimentado por el personal
de operación. El modelo se muestra en la figura 3.7. La información requerida consiste en las
apreciaciones del fogonero respecto al estado de suciedad observado por los portillos laterales
del hogar a diversas alturas cuatro veces por turno.Se compiló un total de 53 partes, que cubren
aproximadamente los mismos intervalos de tiempo que los archivos de datos de la primera
época.
FUSION DE ESCORIAS CAMARA DE COMBUSTION GRUPO 1
Fecha: de de 198 Turno:
OBSERVACIONES ESCORIA
PLANO HORA LADO DERECHO LADO IZQUIERDO
SOPLA. ESPESOR FLUIDEZ BRILLO ESPESOR FLUIDEZ BRILLO
C
E
V
C
E
V
C
E
V
C
E
V
C
E
V
FOGONERO FIRMA
Contemplemos la unidad y su sistema de control como una caja negra con entradas y
salidas. Las entradas son aquellas variables cuya magnitud viene prefijada desde el exterior de la
caldera, es decir, son independientes (dentro un rango y con las lógicas limitaciones) del propio
comportamiento térmico de la instalación. Las salidas son todos los parámetros que constituyen
la respuesta a estas entradas independientes. El objeto de cualquier análisis empírico es explicar
cómo y por qué cambia esta relación, es decir, identificar los mecanismos que alteran la
respuesta cuando la excitación es fija. Obviamente, es preciso concretar mucho más, para lo cual
habrá que tener en cuenta a lo largo del estudio: 1) los modos habituales de operación, 2) los
datos disponibles, 3) el efecto de las aproximaciones que será necesario realizar, 4) el carácter
general de las relaciones que se busca explicar, y 5) la influencia de otros mecanismos sobre las
tendencias que se observen. El planteamiento es en realidad muy complejo.
La tabla 3.11 es una lista de todas las variables medidas en continuo que pueden
contemplarse como independientes. Se han agrupado en cuatro clases. Por un lado, se tiene el
ambiente atmosférico y las condiciones en que el fluido de trabajo llega desde el ciclo de
potencia. El resto son variables determinadas directamente por la compañía explotadora o por el
operador: potencia que se desea (expresada por los caudales de vapor o la potencia eléctrica
bruta) y condiciones de operación: exceso de oxígeno, caudal de gas natural, calidad del carbón,
soplado en carga y distribución de fuegos de carbón. Obviamente, la lista es una simplificación:
se están tomando en cuenta únicamente los factores más importantes, dejando fuera parámetros
como el manejo individual de cada quemador o multitud de actuaciones y correcciones manuales
a los lazos de regulación automática. Hay que proceder así debido a que es imposible disponer
de todos los datos sobre acciones de operación: el tratamiento es aproximado desde su
principio. En algunos casos, se podrá contar no obstante con observaciones en campo utilizables
fuera de la sistemática general, como por ejemplo, la situación de cada quemador durante
determinadas experiencias. Por otra parte, hay que precisar que la clasificación es discutible
desde un punto de vista general. El exceso de oxígeno es una mezcla de variable independiente y
respuesta, ya que el punto de consigna es fijado por el operador pero la variable responde
también a la demanda de combustible. Igualmente, podría argumentarse que los soplados
constituyen realmente una respuesta a la carga deseada y a la calidad del carbón. Puesto que el
estudio se enfoca a operación se ha preferido clasificar a ambas como parámetros
independientes.
En lo que respecta al objeto de nuestro análisis, es posible simplificar aún más este esquema
general. La influencia que sobre los fenómenos de escorificación en el hogar tienen las
condiciones atmosféricas y del ciclo de potencia será en efecto despreciable frente a la de los
demás factores. Además, cabe la posibilidad de mantener algún otro parámetro en un valor fijo.
Así por ejemplo, durante las pruebas en campo realizadas no pudo llevarse a término un ensayo
riguroso de la modificación del caudal de aire de combustión, lo que permite eliminar también el
exceso de oxígeno, pues permaneció en sus niveles normales durante todo el registro de datos.
Por lo tanto, estos factores no se considerarán como variables independientes, quedando sólo la
carga, la configuración de filas de quemadores de carbón, el caudal de gas natural, los soplados
y las características nominales del carbón quemado.
Las señales no consideradas como independientes (v. tablas 3.1 y 3.15) expresan la
respuesta del sistema y contienen por consiguiente la información que se quiere analizar. Así por
ejemplo, las variaciones en la presión del circuito alrededor de la consigna reflejan directamente
variaciones en la carga. Las temperaturas del vapor sobrecalentado y recalentado están limitadas
a un valor fijo por el sistema de control, aunque pueden presentar desviaciones debidas a
desequilibrios térmicos. Otras magnitudes, como las caídas de presión en precalentadores, son
consecuencia de los condicionantes de operación pero también resultan de mecanismos ajenos,
como son en este ejemplo la deposición ácida y las fugas de aire. Las respuestas que más
interesan de cara al estudio de la fusión de escorias incluyen naturalmente la señal de los
instrumentos medidores de flujo de calor absorbido, las señales que describen el balance térmico
instantáneo de la unidad según se indica en la tabla 3.1 y todas las variables calculadas a partir de
éstas.
Nuestro tratamiento partirá de clasificar los datos según los diferentes valores que pueden
tomar las señales excitación. De esta manera, es posible procesar estadísticamente las variables
respuesta para cada grupo así obtenido. La información resultante está organizada y facilita por
tanto la observación de relaciones causa-efecto. Además, puesto que cada tendencia es la
composición de un gran número de comportamientos experimentales bajo las mismas
condiciones objetivas, los resultados poseerán un grado de fiabilidad mayor que los derivados de
observaciones aisladas.
Otra circunstancia que hay que tener en cuenta al tratar los datos es que el registro es
continuo, por lo que contiene situaciones transitorias. Como ya se hizo observar, el significado de
las variables almacenadas (excepción hecha de las señales lógicas) se altera durante los
transitorios. El registro refleja en estas condiciones el retraso propio del sensor y el promedio
alisado de la evolución temporal. Para algunas señales, la variable almacenada se altera por
completo, como por ejemplo, el caudal volumétrico de carbón. La medida instantánea del flujo
de calor absorbido puede incorporar retrasos principalmente a causa de la inercia térmica de los
depósitos. A consecuencia de todo ello, las técnicas de medición y cálculo se utilizan bajo la
hipótesis básica de estado estacionario, como es el caso de los detectores de flujo de calor o el
cierre del balance térmico. Por otro lado, tal y como se ha planteado el tratamiento de datos, es
obvio que lo que se quiere y puede analizar es la respuesta estable de la caldera a los parámetros
estables de operación.
Será preciso en consecuencia desarrollar procedimientos para eliminar del registro las
situaciones transitorias. Definiendo estado estacionario (Marín, 1986) como aquel en que la
variación de todas las señales es del orden de su desviación típica, cualquier alteración de una
variable implica falta de estabilidad según el criterio más estricto. Sin embargo, se posee registro
de un gran número de parámetros de funcionamiento, por lo que no es practicable un estudio
previo de variaciones señal por señal. En su lugar, deben aplicarse criterios más amplios a la hora
de clasificar una situación como transitoria o estacionaria: la distinción ha de ser aproximada. Así
por ejemplo, Heil et al. (1981) consideran válidos los cálculos de transferencia de calor salvo
durante rápidas variaciones de carga.
Para este estudio, se han tenido en cuenta las diversas circunstancias que provocan
transitorios fuertes en la caldera. Estas son, lógicamente, las variaciones en los parámetros
independientes de operación ennumerados en el punto anterior. Así, es preciso descartar los
datos registrados durante todas las subidas o bajadas de carga, ya que éstas provocan la
alteración de la mayoría de las variables medidas. En lo que respecta a las condiciones de
transferencia de calor en el hogar, es preciso además deshechar las situaciones con configuración
de molinos o caudales de gas natural variables, puesto que aun manteniendo constante la carga,
la alteración de las condiciones globales dentro la cámara de combustión puede conducir a
medida errónea del flujo de calor o a resultados erráticos en el balance térmico. Por tratarse de
datos manuales, no pueden detectarse situaciones transitorias provocadas por un cambio en las
características nominales del carbón. Como ya se puso de manifiesto en la sección 3.3, la
transición en el tipo de carbón procesado es lenta, por lo que está justificado prescindir de este
factor para este aspecto del tratamiento.
Quedarán sin marcar los transitorios originados por el resto de las variables, que afectarán a
los resultados de los balances de energía. En cuanto a los medidores de flujo de calor absorbido
conviene decir que se comportan en la mayor parte de las ocasiones como áreas tampón (Marín,
1986) respecto al comportamiento térmico de la totalidad de la caldera. Dicho en otras palabras,
los continuos transitorios debidos a la limpieza de zonas sobre las paredes del hogar son
absorbidos por otras partes de la pared y el balance global de la instalación no se altera. Por
supuesto, existe la excepción de una limpieza generalizada en todas las zonas, pero esta
ocurrencia sólo es común durante los transitorios en carga, luego es admisible pasar por alto la
situación. Por otro lado, el proceso de deposición es en sí mismo un transitorio, pero las
constantes de tiempo son del orden de varias horas, por lo que tampoco es preciso considerar
este aspecto. La influencia de variaciones en otros parámetros puede despreciarse
aproximadamente ya que para algunos la variación es lenta (p. ej., el exceso de oxígeno) y para
otros el efecto es de pequeña magnitud (p. ej., los pequeños incrementos en caudales de agua de
atemperación).
Finalmente, es necesario determinar la amplitud de la ventana a eliminar del registro tras una
variación de la carga, los fuegos de carbón o el consumo de gas natural. Al tratarse de un
seguimiento continuo de la operación real, no es apropiado adoptar intervalos de estabilización
tan largos como los que se aplican a pruebas específicas (Sotter, 1988). La amplitud de la
ventana dependerá de las constantes de tiempo de la caldera, cuyo modelado está obviamente
fuera de consideración. No obstante, los propios datos almacenados proporcionan una primera
aproximación. Analizando el retraso entre velocidad de los alimentadores y carga eléctrica en el
alternador (variaciones normales lentas y rápidos accidentes de pérdida de molino), se tiene un
orden de magnitud del tiempo máximo que puede durar un transitorio. Este tiempo resulta ser en
nuestro caso de 2 a 5 minutos. Si por seguridad se amplia la ventana a 10 - 15 minutos, se tiene
la certeza de eliminar totalmente los datos grabados durante un transitorio.
2) Eliminar periodos durante los que las condiciones cambian con lentitud. (Nótese que no
es totalmente equivalente al punto anterior.)
3) Marcar todos los intervalos estables así definidos con un valor único de las variables
independientes.
2) Caso contrario, se asigna el valor promedio durante todo el intervalo estable a que
pertenece el registro.
Los algoritmos utilizados a fin de cumplir los objetivos para el caso de la carga, filas de
quemadores de carbón y caudal de gas natural se derivan directamente de los modos habituales
de operación y de los ritmos de variación consecuencia de ellos. Dado que sus oscilaciones
instantáneas son más previsibles, se escogió manejar las variables en su forma de flujos de
contadores. Puesto que se trata también de eliminar transiciones lentas, no basta con descartar
variaciones instantáneas superiores a la desviación típica. El procedimiento de marcado de
periodos inestables debe detectar también aquello intervalos en que la magnitud guía está
cambiando lentamente y en consecuencia no viola el criterio de la desviación típica. Para ello es
preciso examinar una ventana de registros consecutivos y analizar las variaciones absolutas
dentro de ésta. El algoritmo diseñado es el siguiente:
Variable escalón = 0
Para n registros consecutivos de la variable guía, avanzando de 1 en 1:
Fin de lazo
Un resultado típico para la potencia bruta se presenta en la figura 3.8. Nótese como el
método elimina también los registros que preceden a cada variación. De esta forma, los
intervalos con fuertes oscilaciones en ambos sentidos se marcan en su totalidad, con el
inconveniente menor de eliminar un reducido número de valores correctos. Hay que precisar que
debido al carácter empírico del procedimiento, la clasificación es aproximada. No obstante y por
la misma razón, el número de registros transitorios no descartados se mantiene en un mínimo y su
efecto en los resultados finales se juzga despreciable. También puede observarse que el
algoritmo produce categorías de muy corta duración que en consecuencia son nominalmente
estables, pero obviamente hay que eliminar de la estadística general por no ser significativas. Los
periodos estables determinados duran en raras ocasiones más de 24 horas; se procesan
indiscriminadamente todos los registros de días consecutivos.
Por último, damos cuenta del tratamiento especial para la distribución de filas de
quemadores de carbón. Las velocidades de las cintas de los alimentadores de los molinos indican
en cierta medida cuál es esta configuración, ya que en nuestro caso cada molino distribuye
combustible a una fila. Así, el modo habitual de trabajo consiste en manejar los seis molinos a la
misma carga y con la misma mezcla (se dice entonces "alimentadores o molinos igualados"). A
cargas parciales y durante las estrategias de redistribución de llama, parte de los molinos se
hacen funcionar a menor carga, absorbiendo los demás la diferencia ("alimentadores X e Y
parados" o "bajos"). En el siguiente capítulo se matizará adecuadamente lo que se sabe acerca de
la configuración de fuegos y su relación con la transferencia de calor en el hogar. Antes es
preciso expresar sistemáticamente los distintos valores que toma este parámetro independiente.
La naturaleza esencialmente experimental del análisis obliga a hacerlo en los términos de
operación que acabamos de indicar. El objetivo es pues construir una única variable que,
partiendo de las seis señales de velocidad, exprese numéricamente el valor "operacional" de la
configuración de fuegos de carbón por filas.
Por motivos de estabilidad, las señales guía han de ser el filtrado de los flujos digitales
correspondientes. La situación instantánea de cada alimentador-molino-fila se clasifica según tres
estados distintos: parado, bajo o normal. En primer lugar, es necesario definirlos de acuerdo con
un criterio común. Puesto que, como fácilmente se imaginará, el caso límite con todas las
velocidades diferentes no es imposible, hemos de referirnos desde un principio a las condiciones
habituales de funcionamiento: en realidad, son estas condiciones las que permiten discriminar
estados discretos. Examinada la totalidad de casos disponibles en el censo de datos, la definición
formal de los tres estados es como sigue.
1) Alimentador parado. El significado de este estado es claro. Aunque por encima de unas
150 rpm el molino ya está procesando carbón, ésta no es una situación estable. Teniendo en
cuenta que la señal pierde su calidad de caudal volumétrico en transitorios, se ha fijado el límite
ligeramente por debajo de la mínima velocidad estable de funcionamiento. Así, se considera que
el alimentador está parado cuando su señal es menor o igual que 250 rpm. Esta definición cubre
los modos de funcionamiento a cargas parciales, en que uno o dos molinos están fuera de
servicio.
2) Alimentador bajo. Dentro de los márgenes de trabajo a carga nominal, es posible como
máximo disminuir significativamente el consumo de dos filas de quemadores. Salvo en
circunstancias especiales, las posibilidades de maniobra se reducen pues a molinos igualados, un
molino bajo o dos molinos bajos. La maniobra normal consiste en reducir la carga del
alimentador o alimentadores deseados hasta alcanzar su límite inferior de operación estable o
bien hasta llegar al límite superior en los demás molinos. En consecuencia, a pesar de que estos
límites dependen de las características de molienda y humedad del carbón, es posible dotar de un
significado riguroso a la expresión "alimentador(es) bajo(s)" . Para ello hay que basarse en las
velocidades relativas: el alimentador se considera en estado bajo cuando su velocidad es igual o
menor que el 85 % del promedio de todos los alimentadores en funcionamiento.
3) Alimentador igualado o normal. Es el estado tal que no ha sido clasificado como bajo o
parado y, naturalmente, existe registro de todos los datos base.
Varios ejemplos típicos listados en la tabla 3.13 muestran como se aplican las definiciones a
nuestros datos. Según cabía esperar, el procedimiento tiene sus matices. Por ejemplo, el estado
registrado el día 7 de mayo (consecuencia de una limitación del molino E durante ensayos de
estrategias con las filas F y B) no puede clasificarse como B, E y F bajos. De la experiencia y
medidas en campo se sabe que las configuraciones con tres filas a carga reducida muy
posiblemente no tienen efecto alguno, por lo que no se utilizan durante el trabajo habitual. El
estado correspondiente es por tanto filas igualadas: aunque la situación no corresponda
exactamente si se expresa en caudales volumétricos, todo indica que sí produce condiciones
equivalentes en el interior de hogar. Las irregularidades semejantes a la presentada en el ejemplo
serán tratadas en uno u otro sentido según la definición empírica.
El procedimiento permite así unificar y aislar parámetros de operación sobre los que no se
posee evaluación teórica. La codificación es obviamente aproximada, pero se adapta a las
maniobras habituales y sólo distingue aquellas configuraciones claramente distintas del modo
normal. El efecto de las posibles irregularidades incluidas bajo una etiqueta común queda por
tanto diluido, al tratarse de ocurrencias ocasionales. Los resultados se expresarán directamente
en términos de operación y la influencia del parámetro podrá estimarse a través del promedio de
todas las situaciones semejantes desde el punto de vista operacional, lo que constituye el objetivo
fundamental.
La codificación numérica de estados se realiza en base tres con seis posiciones ordenadas
como las filas de quemadores en la instalación real. Así, 222222 = 728 significa molinos
igualados, 222211 = 724 corresponde a molinos A y F bajos, 222022 = 710 a molino B parado
y etcétera. Se necesita como es lógico una decodificación para interpretar los resultados. El
algoritmo codificador utiliza las rutinas de determinación de estado estable descritas más arriba,
de forma que simultáneamente se realiza el marcado de categorías. Al tratarse de estados
discretos, el valor límite es cero, como indica la tabla 3.12. Durante el marcado son eliminadas
todas las situaciones que, incluso en valores filtrados, oscilan en torno a las definiciones de
estado, lo que permite descartar situaciones indeterminadas de funcionamiento.
Todo lo explicado supone igual calidad de carbón en todos los alimentadores. Aunque
probablemente la situación real se aparte de esta idealización, podemos aceptarla para la
mayoría del censo. Existen no obstante en la instalación bajo estudio periodos en los que se
alimenta mezcla de distinta calidad a una de las filas inferiores. Puesto que las características de
combustión de los diversos tipos de carbón son diferentes, esta práctica equivale a priori a
cambiar la configuración de fuegos. A fin de tomar en cuenta la diferencia, la codificación normal
se modifica sumando 729.f al código, donde f es el numero de fila que quema diferente carbón.
Como se utilizan los datos manuales, no es posible marcar periodos transitorios, pero tampoco
está justificado, pues las transiciones son lentas. Las rutinas de análisis incluyen la posibilidad de
desestimar esta modificación.
Uno de los aspectos básicos de la teoría sobre fusión de escorias se pone de manifiesto
incluso mediante una observación casual de los datos experimentales. En su momento veremos
como dos situaciones con idénticas condiciones independientes de operación no son equivalentes
si su historia térmica pasada es diferente; en realidad, pueden ser completamente distintas. Una
situación en apariencia estable es en realidad parte de un largo proceso transitorio de deposición.
Por ello y con objeto de un diagnóstico adecuado de los fenómenos de escorificación, es
necesario un paso más en la clasificación de datos. Por supuesto, incluso si se consigue definir
con precisión qué significa "historia térmica", incorporarla por completo a cada registro de la
base de datos no es posible. De nuevo hay que desarrollar criterios de aproximación.
Un tratamiento global del censo sólo puede realizarse de forma razonable centrándose en
aspectos concretos de un número reducido de variables. La magnitud que mejor "mide"
genéricamente la historia térmica pasada de toda la unidad es su carga. En realidad, es la variable
que permite observar cómo la escoria cambia su comportamiento dependiendo de las horas
transcurridas a determinada potencia. Puesto que la irradiación sobre los depósitos es parte del
lazo de realimentación que explica este efecto, es necesario considerar también la distribución de
fuegos con objeto de incorporar el parámetro tiempo al análisis de estrategias. Desde este punto
de vista, también sería preciso incluir el caudal de gas natural, pero puesto que su consumo se
limita durante la mayor parte del censo a apoyos esporádicos, no se ha juzgado necesario para
nuestro análisis incorporarlo a la descripción de la historia pasada.
Estos aspectos del tratamiento se han llevado a cabo calculando a partir del escalón de
carga y la codificación de alimentadores dos nuevas variables que cuantifican el número de
minutos transcurridos desde el último cambio en los correspondientes parámetros
independientes; el algoritmo es un simple contador. Sin embargo, no es razonable tener en cuenta
todas las oscilaciones de corta duración que tienen lugar en la operación diaria, como la que
muestra a carga plena la figura 3.8. Es preciso atender sólo a las grandes variaciones. La
cuestión reside en precisar qué es una gran variación en carga o configuración de fuegos.
Dados los objetivos del cálculo, los cambios a considerar deberían ser estrictamente sólo
aquellos que provocan una vuelta al estado inicial de hogar completamente limpio. Por ejemplo,
durante las noches a carga cíclica, los soplados de hogar consiguen desalojar la mayor parte del
depósito. De esta forma, la evolución del fenómeno comienza de nuevo y el contador debe
ponerse a cero. Sin embargo, este criterio ideal implica un alto coste y por otra parte, se presta a
nuevas ambigüedades al definir hogar "completamente" limpio. Hay que basarse exclusivamente
en las variables de operación. Esto matiza el carácter que debe tener el tratamiento: lo que se
quiere comparar es el promedio de todas las situaciones tras el mismo tiempo en determinadas
condiciones de operación, no la historia completa de los fenómenos de deposición.
El criterio práctico se concreta de esta forma: Puesto que los transitorios de corta duración
no conducen a variación en el estado de limpieza de las superficies de hogar, deben pasarse por
alto. El lapso mínimo que transcurre hasta que la escoria deja de ser tenaz se estima
aproximadamente en una hora, lo que comprende cualquiera de los incidentes leves que afectan a
la carga o a los fuegos. El contador se pone a cero sólo cuando el escalón estable supera los 60
minutos de duración y su valor es distinto del anterior periodo estable en más de un valor crítico.
Para el caso de la carga, no tiene sentido diferenciar escalones por menos de 25 MW; el caso de
los fuegos es exacto ya que se trata de un código.
Esto permite reflejar en cada registro el régimen de cargas previo (cíclico o base) y el
tiempo acumulado bajo determinada estrategia de fuegos, salvando adecuadamente las habituales
incidencias que alteran la estabilidad pero no el comportamiento posterior de los depósitos. La
información correspondiente a periodos no registrados se ha recuperado para la carga de las
estadísticas de producción, con una incertidumbre de ± 30 minutos en el instante de cada
cambio.
La estadística básica (valor medio, desviación típica, correlación lineal) basta en general
para llevar a cabo el tratamiento. Previamente, es preciso definir el procedimiento de selección
de los subconjuntos de datos a los que puede aplicarse, según las bases puestas en los anteriores
apartados. El método debe garantizar que se tienen en cuenta todos los datos disponibles
clasificados según se ha visto y permitir la máxima flexibilidad, ya que la predicción de tendencias
es muy aproximada. Esto obliga a desarrollar un procedimiento especial. La herramienta
diseñada con estos fines se esquematiza en la figura 3.9. No entraremos más que en la
descripción general de las rutinas, y por brevedad citaremos los procedimientos de cálculo por el
nombre del programa que los realiza.
BASE DE DATOS *
ddmmmaa-d.dat CORR
CAT
archivo.cor
archivo.cat
PROGRAMAS
Series
Gráficos históricos
Valores instantáneos ESTA
PROGRAMAS
Representación archivo.est
gráfica
El primer paso consiste en generar a partir de la base de datos y mediante el algoritmo CAT
los periodos en condiciones estables que son susceptibles de análisis. Las opciones son cuatro,
según lo que se desee estudiar:
1) Categorías con carga, molinos y gas estables, que son la intersección de las tres variables
escalón y, por tanto los únicos periodos que es lícito procesar. Para incorporar la historia pasada
al estudio se tienen las opciones:
4) La intersección de 2) y 3).
CAT produce una lista de todas las categorías que satisfacen la condición deseada dentro
de un mismo día de datos. Los periodos son inevitablemente de diferente longitud, pues ésta
depende de las condiciones de operación. Se acepta por conveniencia la componente de
arbitrariedad que supone dividir el registro en días. Para asegurar la representatividad de los
resultados, se descartan todas las categorías de extensión inferior a una hora.
Los archivos de categorías constituyen en primera instancia una clasificación de los datos, lo
que permite revisar directamente la operación diaria de una forma ordenada, guiándose por
condiciones específicas de funcionamiento. Para el tratamiento riguroso se dispone de rutinas de
estadística básica (ESTA) y correlación lineal (CORR) que se aplican a todos los valores
pertenecientes a cada periodo estable de cualquier variable o variables (v. tablas 3.1 y 3.15) que
se desee. Ambos procedimientos tienen en cuenta la posibilidad de datos inexistentes,
descartando de nuevo los resultados obtenidos partiendo de menos de 30 valores individuales.
Finalmente, MERGE actúa sobre los archivos EST para obtener la estadística global
compuesta de todas las categorías que se especifiquen.
Los cálculos a realizar incluyen la expresión global de las medidas de flujo de calor
absorbido, los cierres de balance térmico del circuito vapor y del conjunto de la unidad y
diversas transformaciones de la señal de medidores de flujo de calor absorbido y sopladores.
Todo ello tiene el objeto de expresar en forma adecuada al análisis la información contenida en la
base de datos. Para seguir gran parte de la discusión resulta conveniente consultar la descripción
de la caldera bajo estudio y su instrumentación incluida en el Anexo 2, así como la sección 2.5
sobre la red de instrumentos sensores instalada en el hogar.
A fin de validar la medida del flujo de calor absorbido y enlazar los análisis espacial (dentro
de la cámara de combustión) y global del problema de la fusión de escorias, es necesaria una
medida del calor que absorbe en total la red de aparatos sensores. La integración bidimensional
directa de los valores en kW/m2 proporciona una medida relativa, pero carece en principio de
sentido físico, por lo que conviene recurrir al análisis teórico. Según éste, figura 2.12, el flujo de
calor promedio en el lado del agua-vapor es aproximadamente proporcional al flujo de calor qa
que miden los instrumentos. Por lo tanto, y en concordancia con la definición de la fórmula 2.10,
podrá calcularse la potencia total absorbida por el agua-vapor en la zona instrumentada del
hogar de la siguiente forma:
n n
QI = ∑ ∫ KπD. qa dx = KπD
i = 1 TUBO i
∑ ∫ ∫∫ZI
qa dx - KπD qa ds
i =1 TUBO i (3.2)
El algoritmo empleado estima por regla de Simpson (Demidovich & Maron, 1981) la
integral unidimensional de qa sobre un tubo, para luego sumar todas las contribuciones. Se
utilizan valores interpolados mediante splines cúbicos (IMSL, 1984) de las medidas de flujo de
calor absorbido en kW/m2. El dominio de integración es la superficie plana limitada por las
posiciones de los instrumentos mostradas en la figura 2.27a (a excepción del TO-AC1 situado
en la pared frontal), pero se define mediante el número de tubos incluidos y la longitud a
considerar para cada uno. Se eliminan las esquinas con objeto de evitar extrapolaciones y la
homogeneidad en qa del procedimiento numérico fue comprobada. El algoritmo considerado
como exacto utiliza 177 puntos por 327 tubos, siendo éstos últimos todos los que pertenecen a
la zona instrumentada en la instalación real. La precisión conseguida no compensa el tiempo de
cálculo, por lo que se prefiere un esquema de 17 puntos por 17 tubos que comete como máximo
un error del 4 % procesando datos reales. Las rutinas se comprobaron mediante funciones de
prueba bidimensionales. El resultado se expresa en MW y con el fin de acortar el tiempo de
proceso durante el análisis, fue grabado permanentemente de la base de datos.
Contrástense las definiciones con el esquema del circuito incluido en la figura A1.1, notando
los matices en la acotación de cada subsistema para el que es posible hallar su absorción. En
general, un desglose completo no será posible trabajando sólo con las medidas de planta, aunque
el nivel de desagregación puede bastar como veremos a los objetivos del análisis. El
procedimiento consiste en un simple cierre estacionario del balance de energía bajo las
suposiciones habituales, y no se describirá en detalle. Las variables necesarias son todas las
medidas de presión, temperatura y caudal en el circuito a presión de la caldera (v. tabla 3.1).
Para las propiedades del vapor se usa la fórmula IFC 1967 en la versión implementada por
Millán y Valero (1982).
No es preciso disponer de datos de los circuitos secundarios. Para el circuito que nos
ocupa, sólo se han aproximado dos magnitudes típicamente no medidas en continuo. Estas son
los caudales de agua de purga continua y de vapor auxiliar que se toman del calderín. En
principio, es posible hallarlas por balance de materia al tanque de aportación la primera y de
energía al conjunto (Lozano, 1987) la segunda. Sin embargo, el resultado no tiene ninguna
utilidad, debido a la imprecisión en la medida de la variación del tanque (v. sección 3.2) y a la
falta de fiabilidad en el cálculo energético global con los datos de que se dispone. En
consecuencia, las dos variables desconocidas se asignan por correlación con la carga según
pruebas de rendimiento (Lozano, 1987). Las cifras de incertidumbre de la tabla 3.14 incluyen la
suposición de un error del 30 % en ambas estimaciones. Según puede observarse (p.ej., QH,
que incorpora el error en los caudales, frente a QSC3, que no es afectado), las aproximaciones
no introducen incertidumbre adicional, como cabía esperar dada la reducida magnitud de ambos
flujos en comparación con el de vapor principal. Por otro lado, adviértase como el error que
transmiten las variables dato, tabla 3.6, sitúa las incertidumbres máximas por debajo del límite de
lo aceptable trabajando con instrumentación de planta.
Dado que la instalación bajo estudio es la misma, remitimos al lector al trabajo de Lozano
para una descripción completa del esquema simplificado y su adecuación a la planta real. En
nuestra aplicación se usaron las variables que indica la tabla 3.1 según los mismos criterios. Las
únicas adaptaciones consisten en la ya mencionada aproximación de la purga continua y el
cambio en la fuente del vapor de soplado (Valero et al., 1986), modificación puesta en servicio a
partir de la segunda parte de nuestro censo.
Otra circunstancia que reclama examen es la poca precisión de las medidas de planta. Con
los valores dados en la tabla 3.6 y los coeficientes de sensibilidad propios del método (Lozano,
1987), la incertidumbre máxima en el rendimiento energético supera el 1 % estimado como la
diferencia típica a detectar. Las principales contribuciones son los errores esperados en las
medidas referentes a flujos de aire y gases, donde por otra parte se están haciendo las
aproximaciones más marcadas.
Pero la limitación principal atañe en nuestro caso a los datos del carbón. En la sección 3.3
se vio que el error que puede resultar al usar la composición de mezcla nominal no está acotado.
Asimismo, quedó demostrado que cuando la variabilidad del combustible es amplia, tampoco es
fiable utilizar magnitudes medidas en continuo para una estimación aceptable. Sin necesidad de
cuantificar se concluye que el análisis energético necesario no puede basarse en cálculos de
rendimiento global, pues no se podrá comparar situaciones ni referirlas en rigor a datos de diseño
o pruebas en las mismas condiciones. Según se puso de manifiesto en el apartado precedente, sí
es fiable y útil cerrar el balance al circuito de vapor; añadimos ahora que, por contra, carecerá de
sentido el análisis del circuito aire-combustible-gases. Esto matiza la extensión de los efectos de
la escorificación que pueden estudiarse a través del intercambio principal: la influencia en el
funcionamiento global de fenómenos ajenos (como son por ejemplo la suciedad de los
precalentadores de aire o la operación de los pasos de gases) no puede discernirse.
En cualquier caso, la experiencia con el sistema en tiempo real muestra como ciertos
aspectos de la evolución a corto plazo sí pueden cuantificarse mediante estas técnicas (Abadía et
al., 1990). Por otro lado, se dispone (tabla 3.9) de una selección de datos sobre alimentación de
carbones que son la mejor aproximación posible al combustible real. Ambas circunstancias
permiten que parte del censo de datos pueda procesarse con cierto grado de fiabilidad. Como
ya se indicó, el objetivo debe ser siempre la estimación de diferencias a corto plazo y en
condiciones estables: los valores absolutos son sospechosos incluso a través del filtro de una
estadística global.
Datos
manuales
BASE DE DATOS
Cálculos
Recuperación
de errores
Tratamiento
previo Clasificación Análisis
en categorías estadístico
Figura 3.10 Resumen general del tratamiento de datos.
Cabe señalar que las técnicas de categorización y eliminación de transitorios parten
obligadamente de consideraciones muy generales. Por ello, son aplicables (salvo detalles
particulares de cálculo) a sistemas térmicos genéricos que se deban estudiar bajo las condiciones
listadas más arriba. Obviamente, su desarrollo general precisa de posteriores estudios, pero el
esquema base diseñado se considera apropiado para el nivel de análisis requerido por el
presente estudio.
La tabla 3.15 es el índice de las variables calculadas a incorporar en nuestro censo. Estas son
resultado de una modificación o de la creación de magnitudes derivadas. Precisemos que, según
convenga en cada caso, este resultado se almacena permanentemente en la base de datos o es
una magnitud virtual creada sólo en el instante en que se necesita por los programas de
representación y análisis. Para las nuevas variables, se han usado posiciones originalmente vacías
y posiciones virtuales con número de índice superior a 210.
Todo el tratamiento de los archivos en bruto que se describe en los apartados 3.2, 3.3, 3.4 y 3.5
se llevó a cabo mediante los programas apropiados. Las operaciones de modificación
permanente de la base de datos se realizaron bajo estrictos criterios de seguridad, procesando
archivos copia y sometiendo posteriormente a cada pareja a una rutina de comparación, con el
objeto de evitar la destrucción de datos por error.
superficie
A instrumentada
B
C
cinturón de D
quemadores E
F
V
tolvas de
hogar
La fusión de escorias altera por completo la transmisión de calor a todas las secciones que
componen la caldera. Se discutirán más adelante los resultados experimentales que cuantifican
esta alteración y sus implicaciones en lo que respecta al rendimiento térmico y al funcionamiento
en general. La evaluación de estas tendencias observadas necesita al menos de un marco de
referencia teórico. Por ello, conviene en primer lugar explicar qué efectos pueden esperarse y
cómo se desarrolla el encadenamiento de causas que los provocan.
15 Por otro lado, una reducción tan drástica del calor absorbido en el cinturón de quemadores alteraría los
regímenes de ebullición y circulación de la mezcla agua-vapor. Muy posiblemente, el factor de circulación se
reduce en casos de deposición extrema y circulación natural, originando así las variaciones observadas en h B
a plena carga, figura 2.29a. En una primera estimación este coeficiente parece oscilar de 15 a 50 kW/m2K,
tendencia inexplicable según la teoría básica a caudal constante (Collier, 1981). No obstante es evidente que el
circuito evaporativo puede mantener su producción. La correlación de medidas de temperatura en el lado frío
de los tubos con la presión del calderín indica además que no existe subenfríamiento a ninguna de las alturas
instrumentadas. Por tanto y desde este enfoque, es razonable suponer que la medida de q a es incorrecta en
condiciones de gran acumulación de depósitos; obsérvese que de esta forma el cambio real del coeficiente de
convección es menor y los efectos sobre la circulación más limitados. Lamentablemente, no es posible por
falta de datos y de modelos teóricos un estudio riguroso en esta dirección.
consecuencia, las repercusiones de un simple cambio en la absorción de uno de los subsistemas
no pueden explicarse sencillamente.
Tengamos en cuenta una vez más que no es posible trabajar con modelos precisos del
funcionamiento térmico. Sin embargo, sí puede construirse un esquema elemental que permita
seguir cualitativamente la distribución de la potencia absorbida y sirva como guía a la
interpretación de comportamientos experimentales. Lo llamaremos modelo "conceptual" o
"cualitativo" de la transferencia de calor en la caldera y está representado en la figura 4.4.
mPTh
(UAF)
SC2
SC2
Ti
Ts m T 5 h5
Q
RC
ma
RC
ATMP
P T ah a
Trc
TSAT m eT 4 h4
h SAT
TP
SC1 (UAF) SC1
HOGAR
(PF)H σL Tec
me
agua
T2 h2 EC P T 1h 1
(UAF) mg
mg EC
Tpa
Cp Tad
gases gases
4) Con todas estas condiciones, el modelo puede formularse mediante las ecuaciones de
balance de materia, balance de energía y transferencia de calor de cada subsistema. La ecuación
de transmisión para las secciones convectivas es (Incropera & DeWitt, 1985): q= (UAF)∆Tlm,
donde U es el coeficiente global de transferencia, A el área de intercambio, ∆Tlm la diferencia
logarítmica media de temperaturas en flujo a contracorriente y F el factor de corrección para el
flujo real. Puesto que no se desea incluir efectos de limpieza de los bancos convectivos se
supone que el producto UAF es constante. Nótese que en cualquier caso se trata una primera
aproximación, ya que en realidad esta cantidad cambia con las temperaturas y los caudales.
dTg 4 4
mg Cp = - (PF)H σL (Tg - Tp )
dx (4.1a)
que integrada entre las temperaturas de gases a la entrada (Tad) y a la salida (Ts) resulta en
Tg= Ts
T -T Tg
1 g p
mg Cp 1 ln T + T - atan T = - (PF) σ L
2Tp
3 2 g p p H
Tg= T
ad (4.1b)
En primer lugar, se altera la distribución del calor absorbido, figura 4.5e. El aislamiento de
las paredes de la cámara de combustión aumenta la temperatura de los humos, por lo que la
disminución en QH implica un incremento notable de la absorción en todos los bancos de
convección. Posiblemente, el reparto de este exceso de calor convectivo responde más a las
diferencias en superficie de intercambio que al nivel de temperaturas, como sugiere la distinta
pendiente de la curva del sobrecalentador 1 frente a las de economizador y sobrecalentador 2.
La redistribución general tiene el siguiente significado. Reordenando los términos de los balances,
puede demostrarse que, para cualquier caldera y a igualdad de producción, condiciones de
alimentación, soplado, purgas y vapor auxiliar,
∆QT = ε (4.2c)
donde Σ indica suma extendida a todos los subsistemas del mismo tipo y ε es el producto del
incremento de caudal de atemperaciones por la diferencia de entalpías entre el agua de
16 Se prefiere la representación normalizada por tratarse de un esquema elemental cuyo objeto es identificar
cualitativamente tendencias. A pesar de que se han usado parámetros reales, los resultados del cálculo
expresados como valores dimensionales no pretenden aproximar variables de funcionamiento de ninguna
instalación.
alimentación al economizador y el agua de atemperación. Los balances expresan que la potencia
absorbida en exceso por los sobrecalentadores a consecuencia de los depósitos se emplea en
vaporizar el caudal no generado en el hogar. Este caudal es suministrado por los sprays, figura
4.5 c; las ecuaciones 4.2a y b son otra forma de expresar el control de temperatura del vapor
principal.
Como indica la ecuación 4.2b, la potencia transmitida en las paredes de agua disminuye
también debido al aumento en la absorción de los economizadores. En total, el circuito recibe la
misma energía, expresión 4.2c, ya que la producción es constante. El término ε expresa que sólo
hay diferencias si la temperatura del agua de atemperación difiere de la de entrada al
economizador. En el modelo, ε está en torno a + 13 MW, siendo QT del orden de 1000 MW.
Atemperar en peores condiciones que la alimentación (en casi todos los diseños este flujo se
toma de la impulsión de la bomba, antes de los últimos calentadores del ciclo) conduce a
pérdidas de rendimiento en principio significativas.
Otros efectos de la escorificación en este aspecto se ponen de manifiesto en las figuras 4.5a
y 4.5b. Debido a la estructura del equipo, evaporar por transferencia radiante en la cámara de
combustión no cuesta lo mismo que hacerlo en los subsistemas convectivos: el consumo de
combustible debe aumentar o, lo que es equivalente, se producen más humos y se expulsan con
mayor contenido de energía: el rendimiento térmico disminuye. En la evaluación real, hay que
tener en cuenta no obstante la recuperación mediante precalentamiento del aire con ahorro de
vapor auxiliar.
La pendiente de las curvas de temperatura de humos disminuye al avanzar aguas abajo con
el flujo, figura 4.5b, lo que ofrece una interpretación distinta del proceso de regulación arriba
explicado. En efecto, la unidad es autoequilibrada respecto a la escorificación, en el sentido de
que un cambio en la absorción del hogar no se transmite linealmente a la temperatura de los
gases, ni por tanto a las pérdidas. Esto revela la intención general del diseño de un generador de
vapor de potencia: con una apropiada estimación de la tenacidad del depósito, los efectos son
mínimos y se limitan en caso de deposición grave. La magnitud de la autorregulación depende del
valor relativo de las constantes de transferencia, del número de secciones y del esquema en que
se disponen. Señalemos que para una disposición de bancos real, con pasos en paralelo y
sobrecalentadores o recalentadores radiantes o mixtos, pueden esperarse mejores características
de autorregulación que para nuestro modelo cualitativo. Hay que recalcar que pesar de ello, las
pérdidas siempre aumentan en caso de escorificación incontrolada.
Otros efectos.
Toda esta alteración del comportamiento térmico, junto a la propia presencia de depósitos
tenaces y el soplado en carga y demás maniobras de operación relacionadas son causa de otros
problemas de funcionamiento que es preciso explicar al margen de nuestro modelo elemental.
Según describen entre otros Tomás (1986), Barrett et al. (1986), Anson et al. (1988), y Sotter
(1988), cabe esperar los siguientes efectos.
Por último, la fusión de escorias no sólo afecta a la caldera y sus auxiliares; también
repercute en el consumo específico del ciclo de potencia principalmente a través de las
excursiones en las temperaturas del vapor y el consumo de agua de atemperación. Torne et al
(1986) estudian exhaustivamente estos aspectos, que no se discutirán aquí en profundidad.
Su relación con el calor de evaporación ya ha sido examinada, figura 4.3. La figura 4.6
resume los resultados para el cierre de balance de los demás subsistemas. En la tabla 4.3 se
comparan las situaciones "limpia" y "sucia", representadas arbitrariamente por los valores
promedio durante los periodos en que respectivamente ocurren el máximo y el mínimo para el
valor instantáneo de QI. Como referencia, se incluyen en la tabla los datos de diseño disponibles
(Foster Wheeler, 1974) y los de funcionamiento de primer día (Foster Wheeler, 1980).
MW DISEÑ 1er DIA LIMPIA SUCIA
O
QH 348 339 - 347 341 295
QSC1 137 - 150 127 162
QSC2 84 - 90 43 55
QSC3 97 - 104 81 84
QATMP1 26 24 -31 0 36
QATMP2 (total) 28 - 29 5 6
QRC 118 118 - 121 115 114
QEC 68 59 - 60 76 100
- Aunque el estado "limpio" escogido induce a creer que nunca se alcanza la potencia
evaporativa de diseño, podemos observar en la figura 4.3 como QH ronda este valor y lo supera
en ausencia de depósitos; la caldera se diseña teniendo en cuenta suciedad permanente en las
superficies de intercambio. Una absorción máxima de 371 MW confirma este hecho. Sin
embargo, el efecto de la escoria es muy marcado y en gran parte de los periodos estables se está
generando en el hogar menos vapor; el promedio global para QH es de 318 MW.
- La variación de QSC1 (figura 4.6a) y QSC3 (figura 4.6c) parece responder según lo
esperado al exceso de calor convectivo. No obstante, hay que considerar otros factores; ello
permitirá dar cuenta también del funcionamiento en apariencia anómalo del sobrecalentador
radiante, figura 4.6b: su absorción media oscila en una ancha banda sin relación alguna con QI.
La explicación sugerida para el conjunto de estos tres comportamientos es la siguiente.
Podemos usar la estadística general a carga plena para cuantificar estos efectos. Así, la
figura 4.7a revela que con poco depósito acumulado en el hogar, el exceso de calor convectivo
se reparte entre SC1 y SC3 sin ninguna influencia adicional. Por contra, la banda superior (entre
145 y 163 MW en QSC1 y a partir de 82 MW en QSC3) indica que la alta absorción del primario
puede deberse también a suciedad del final; la proporción en potencia absorbida se mantiene
para peores condiciones de escorificación gracias a las estrategias de soplado que se han
mencionado. El uso del sobrecalentador radiante como regulador de la transferencia al primario
aparece claramente en la figura 4.7b, ya que la suciedad de aquel no está relacionada con la del
hogar. Los puntos dispersos por debajo de la tendencia general resultan coincidentes con
situaciones de alto QI.
17 El hecho de que la única sección de sobrecalentamiento afectada por deposición severa sea precisamente el
sobrecalentador radiante tiene un significado propio. Como demuestra la ausencia de correlación entre las
potencias transferidas, figura 4.6b, no se trata de un fenómeno de escorificación similar al que se produce a
alturas inferiores del hogar ni guarda relación con él. El estudio de la evolución local del flujo absorbido en las
paredes (v. apartados siguientes) identifica sólo la parte inferior del cinturón de quemadores como la más
problemática, lo que refuerza esta conclusión. Generalmente se cree que el origen de esta clase de depósitos
es el lignito de Mequinenza utilizado en la mezcla. Martín et al. (1989) hacen notar la diferente composición
química de la ceniza de estos carbones y relacionan genéricamente los altos índices empíricos que resultan
con esta suposición operacional. Raask (1985) ha mostrado que este tipo de cenizas explica el desarrollo de
depósitos sobre las superficies más calientes de tubos sobrecalentadores. No obstante, los datos de
operación no permiten confirmar ni refutar ninguna de las hipótesis apuntadas. Por otro lado, la baja
proporción en la mezcla combustible (inferior al 10 % en peso con total seguridad y al 5 % según datos
nominales) constituye un elemento de duda adicional. Nuestro análisis no profundizará en estos aspectos,
recalcándose únicamente la necesidad de distinguir entre fenómenos distintos de deposición.
control recae sobre el spray inferior mientras que el superior completa la regulación aumentando
mucho menos respecto a la situación limpia. La figura 4.8 representa los valores medios de las
dos temperaturas controladas. Se observa, figura 4.8a, que la del vapor principal se mantiene en
su valor nominal, con sólo una leve tendencia a crecer bajo condiciones de alta escorificación.
Cuando el hogar está limpio, existen ligeros problemas para mantener el sobrecalentamiento,
como señala la dispersión de puntos a la derecha de la gráfica. La temperatura promedio a la
salida del sobrecalentador 2, figura 4.8b, se sitúa (salvo ocasionales excursiones) muy por
debajo de los 490 °C que corresponderían como consigna a un reparto equitativo de la
atemperación nominal. Esto muestra que el diseño y ajuste del sistema de regulación imponen la
asimetría observada. Por otro lado, se comprueba que la temperatura de salida del SC2 está
sujeta según cabía esperar a una mayor oscilación en ausencia de depósitos de escoria.
En cuanto a los efectos sobre el rendimiento del ciclo, la fusión de escorias favorece el
mantenimiento de las temperaturas del vapor y por tanto no influye negativamente en este
aspecto. Por el contrario, el incremento del caudal de atemperaciones que supone la situación de
alto sobrecalentamiento sí implica un aumento en el consumo específico del ciclo. Esta pérdida
puede estimarse mediante las curvas nominales de corrección (ENDESA, 1980) en torno a un
0,15 %.
- Debido a la regulación por compuertas del flujo de gases, la absorción del recalentador se
mantiene constante en el valor de diseño dentro de los límites de incertidumbre, figura 4.6f. Los
puntos aberrantes corresponden a cargas estables en torno a 330 MWe y sólo ponen de
manifiesto que la transferencia al recalentador depende fuertemente de la carga del ciclo de
potencia, como es lógico. La prioridad del control enmascara las posibles tendencias de
deposición: el grado de ensuciamiento es desconocido pero los problemas no son graves ya que
hay exceso de potencia para recalentar. Correspondientemente, la temperatura de salida
permanece en cualquier condición próxima a su valor nominal de 540 °C; la tendencia es similar
a la de la temperatura del vapor principal, pero sin situaciones de bajo recalentamiento.
- Por último, la figura 4.6g muestra la variación del calor absorbido para el precalentamiento
del agua en los economizadores. Estas son posiblemente las secciones más alteradas; la
absorción se mueve permanentemente por encima de las cifras de diseño. La temperatura de
entrada del agua al calderín presenta un máximo absoluto de 325 °C respecto a la situación
limpia de 295 °C.
Otros aspectos del fenómeno pueden estudiarse mediante la relación de QI con las variables
de funcionamiento. Explicaremos en primer lugar por qué se intenta limitar la absorción del
sobrecalentador primario y cuál es el resultado de estas maniobras.
El diseño de sobrecalentadores y recalentadores convectivos es función entre otros muchos
factores (v. Babcock & Wilcox, 1978; Singer, 1981) de la temperatura máxima de trabajo. La
especificación de aleaciones, espesores y diámetros depende de este parámetro y se realiza en
función de estimaciones previas. Puesto que una de las consecuencias de la deposición severa en
el hogar es calentar en exceso todos los bancos de convección, las previsiones de diseño en este
sentido se verán alteradas.
Resulta difícil establecer criterios que permitan al operador saber a cada momento si está
trabajando dentro de los límites admisibles de temperatura de los materiales. El sondeo directo
de las temperaturas del metal es una técnica de reciente desarrollo (CISE, 1986), todavía no
implantada y probablemente de alto costo. La complicación de la medida de altas temperaturas
en grandes pasos de gases sucios determina que, salvo para propósitos de I+D, la primera
medida en el flujo de humos se realice a la entrada de los precalentadores de aire o,
excepcionalmente, a la salida del economizador. La única temperatura habitualmente disponible
que indica un grado anormal de sobrecalentamiento es por tanto la del vapor sobrecalentado
antes de su atemperación. En la instalación a estudio, la temperatura de salida del
sobrecalentador primario se adapta particularmente bien a esta función ya que incluye respecto a
saturación no sólo la absorción del propio banco sino también la de las tres paredes y techo de la
zona de recuperación de calor; la ZRC encierra gran parte del trayecto convectivo de los humos.
De esta forma, el fabricante trabaja con dos valores máximos para la temperatura de salida. El
material del SC1 se escoge bajo la hipótesis de una temperatura de vapor de 470 °C (Foster
Wheeler, 1974). En operación y puesto que este parámetro representa las temperaturas de
trabajo de todos los bancos convectivos, se recomiendan límites más conservadores: 435 °C
durante menos de 4 horas y 425 °C para periodos más largos (C.T.Teruel, 1989,1990).
La tabla 4.4 resume el seguimiento sección por sección de las roturas en el circuito de vapor
de la caldera bajo estudio en los últimos 5 años. A pesar de que el régimen predominante desde
1984 es carga cíclica, resulta significativo el hecho de que el banco de convección más afectado
sea el sobrecalentador final, sometido a mayores temperaturas de humos y número de soplados,
según se ha explicado. Sigue en importancia el recalentador, posiblemente también influenciado
por las altas temperaturas debidas a la escorificación, aunque la velocidad del flujo de gases
debe ser menor a consecuencia de su control. EC2 y SC1 no presentan por contra casi ninguna
incidencia. La relativamente alta frecuencia de pinchazos en las paredes de la zona de
recuperación de calor es quizá debida tan sólo a su mayor extensión.
Tabla 4.4 Estadísticas de rotura de tubos en carga.Fuente: Oficina Técnica de la Central Térmica
"Teruel". Grupo 1. Datos actualizados hasta la revisión de mayo - junio de 1991.
Los efectos sobre la temperatura de gases tras economizador pueden inferirse a través de
las medidas a la entrada de los precalentadores secundarios, cuya estadística se presenta en la
figura 4.10a. Aparentemente, las características de autorregulación son excelentes; la
acumulación de escorias en las paredes origina sólo una tendencia creciente casi imperceptible.
La respuesta frente QH, QSC1, QSC3 y QEC es acorde con esta relación. Puesto que la medida
es de poca fiabilidad, conviene considerar los datos durante cortos intervalos de tiempo. El
ejemplo representativo de la figura 4.10b muestra que efectivamente el incremento durante
incidencias severas de escorificación a carga nominal está en el rango máximo de 10 a 15 °C,
con un picos ocasionales de unos 20 °C. Obsérvese no obstante que la tendencia no es
totalmente definida y se presentan también retrasos y posibles influencias de limpieza o soplado
de otras secciones. Igualmente, las medidas de planta reflejan a veces asimetrías inexplicadas.
Las pérdidas por temperatura de gases serán limitadas: estos ligeros aumentos se reducen aún
más tras el paso por precalentadores de aire. En campo se comprueba que la temperatura a la
salida de los ventiladores de tiro inducido presenta una respuesta errática frente a QI. La
elaboración de los valores medios, figura 4.10c, presenta en consecuencia una gran dispersión,
pero sugiere sin embargo un probable incremento en el orden de 5 °C.
Como corresponde a una instalación de carbón pulverizado con amplia variabilidad en las
mezclas utilizadas, no existe ninguna medida de planta que indique directamente el consumo de
combustible. La traducción del comportamiento anómalo de la caldera a cifras de rendimiento
térmico puede intentarse cerrando aproximadamente el balance de energía a partir de variables
de proceso. Es preciso contar con estimaciones fiables de las características del carbón, referir el
precalentamiento del aire a una misma temperatura ambiente (ASME, 1974) y comparar
únicamente situaciones con las mismos parámetros de operación (v. tabla 3.11; básicamente,
carga, combustibles, vapor de soplado y exceso de oxígeno). Nuestros resultados para las series
de categorías con datos de carbón más fiables de la tabla 3.9 no contienen ninguna tendencia
clara. Dada la incertidumbre que se le estima al procedimiento aun en las condiciones explicadas,
se ha de concluir que las diferencias en rendimiento térmico debidas a los fenómenos de
escorificación no superan el 1%. Esto es válido para idénticas condiciones de funcionamiento; el
estudio de la variación del rendimiento con los cambios de operación tales como el soplado,
imputables por completo a la fusión de escorias, se lleva a cabo más adelante.
18 Por carga base se entiende carga nominal mantenida indefinidamente. Carga plena, nominal o máxima son
sinónimos del MCR (maximum continuous rating, carga estable máxima a la que puede manejarse la unidad
durante largos periodos de tiempo) especificado por el fabricante; en el caso que nos ocupa, 350 MWe ó unas
1090 T/h de vapor sobrecalentado en sus condiciones nominales. Aunque los diseños de grupos térmicos se
realizan en la hipótesis de carga base, la actual estructura energética obliga no obstante a operarlos a carga
cíclica, es decir, a cargas parciales durante las horas valle de la demanda eléctrica. Estas coinciden con las
horas nocturnas (típicamente de 12 de la noche a 8 de la mañana) extendiéndose durante el día los fines de
semana. Como ya se indicó, los datos adquiridos en este estudio incluyen 9 semanas de carga base durante
un máximo de unos cinco días y medio, además de igual volumen de información a carga cíclica.
funcionamiento térmico (figuras 4.3 y 4.6 a 4.10), es posible resumir las observaciones
experimentales mediante una única variable: el calor total detectado por la red, QI, calculado en
MW por integración de las medidas locales. Consideremos primeramente los datos en bruto a
través de un ejemplo. La serie de figuras 4.11 muestra la respuesta dinámica de los depósitos
durante una semana completa de lunes a viernes a carga base. La evolución típica que
experimenta el calor absorbido total es a grandes rasgos como sigue. Partiendo de la situación
limpia provocada por el aumento de carga, la variable disminuye debido al ensuciamiento hasta
alcanzar valores mínimos en el estado de equilibrio o saturación del proceso de deposición; la
tendencia a la formación de depósitos es pues permanente y responde básicamente al modelo de
realimentación. Salvo en los grandes picos de limpieza, el perfil es siempre exponencial
decreciente. El valor máximo alcanzado el lunes (figura 4.11a) no se repite en toda la semana:
siempre hay depósitos tenaces a carga plena. Igualmente, las gráficas muestran como la repuesta
al soplado empeora conforme avanza el tiempo a carga constante y hogar sucio. Sin embargo,
esta evolución general está sujeta a varios tipos de oscilaciones. A alta frecuencia, se observan
incrementos súbitos de pequeña amplitud que corresponden (v. apartado 4.2) a limpiezas
parciales ocasionadas por la acción de los sopladores de pared sobre zonas localizadas. Nótese
como estos últimos son operados prácticamente de forma continua. Pero se presentan también
grandes alteraciones (en este caso, la más notable se produce el viernes, figura 4.11e), que
señalan limpieza de gran extensión y parten de la situación de absorción mínima. También existen
variaciones estacionales de periodo largo; compárese el aparente nivel de saturación del
miércoles (figura 4.11c) con el más reducido observado el día anterior (figura 4.11b). Por lo
tanto, un modelo de decaimiento exponencial con oscilación de alta frecuencia peca de
simplicidad. Resulta evidente que existen factores ajenos al propio régimen de carga que están
alterando la respuesta obtenida.
- El depósito evoluciona con el tiempo a carga máxima según resume la figura 4.12a, que
representa los valores medios del calor absorbido por los instrumentos para todas las categorías
estables a potencia superior a 330 MWe consideradas por intervalos de dos en dos horas desde
el cambio de régimen. La estadística demuestra definitivamente que siempre hay depósitos
tenaces a carga nominal, ya que la limpieza total (promedios máximos) sólo se observa recién
establecida la potencia plena y ya no vuelve a alcanzarse ese mismo valor de calor absorbido si
se mantiene la producción. Para muchos de los puntos, el decaimiento es exponencial hasta
alcanzar la saturación, lo que prueba en general que el soplado de las paredes es de efectos
limitados. La dispersión de buena parte de los valores tiene su explicación. Un examen más
detallado muestra que los promedios están ordenados por series correspondientes a diferentes
semanas de carga plena continuada. La mayoría muestra un decaimiento muy rápido, pero
durante algunos periodos la tendencia es más ligera. La figura 4.12b representa sólo los puntos
de las dos semanas límite. Del 26 al 30 marzo del 90 (curva superior) hay que concluir que la
escorificación era mucho más leve que del 30 de abril al 4 de mayo del mismo año (curva
inferior).
- La figura 4.12b pone de manifiesto que en el peor de los casos es posible alcanzar el valor
mínimo de QI dentro de los primeros dos turnos a carga nominal. El ritmo de formación de
depósitos es en ocasiones extremadamente rápido, como también pudo observarse
repetidamente en operación diaria. En consecuencia, un régimen cíclico de cargas no significa
necesariamente escorificación reducida, aunque existe la ventaja de la limpieza segura a carga
parcial y/o en el momento de la vuelta a carga plena.
A pesar de la mala calidad de nuestros datos sobre carbones, es posible presentar algunos
ejemplos representativos. Las estadísticas utilizadas pertenecen al periodo entre 24 y 48 horas
tras el establecimiento de la carga nominal. En concordancia con lo establecido en el tratamiento
previo, se han eliminado aquellas categorías que presentan
Los resultados para la composición de parva son menos definidos. Los datos sugieren,
figura 4.15b, que existe un porcentaje óptimo de hulla en parva; podría inferirse de aquí una
curva en U: la fusión de escorias podría deberse bien a la gran proporción de lignitos o bien (con
menor severidad) a su activación por parte de un alto porcentaje de hullas. Recíprocamente,
parece existir una proporción óptima de lignito lavado en parva.
4.2 COMPORTAMIENTO LOCAL DEL FLUJO DE CALOR
ABSORBIDO EN EL HOGAR.
Hasta este punto, la medida directa del calor absorbido en la cámara aparece simplemente como
un medio de detección y diagnóstico equivalente al cierre de un balance de energía en el lado
vapor. No hay que olvidar por contra que la información hasta ahora analizada es realmente la
suma de numerosos componentes individuales que dan cuenta del comportamiento local de los
fenómenos de fusión de escorias. El estudio de los flujos de calor medidos aporta de esta manera
nuevos matices al análisis del problema. No obstante, la información transportada por este tipo
de señales es de alta complejidad. Su tratamiento no es sencillo, interviniendo en él diversos
factores que hay que considerar por separado. Entre ellos se cuentan las formas de evolución,
los valores de absorción máxima y la actuación del sistema de sopladores. En esta sección se
desarrolla en primer lugar el método general que debe seguir el análisis riguroso de la incidencia
local de los depósitos. Posteriormente, la herramienta se aplica al diagnóstico local de los
problemas de fusión de escorias.
Observaciones de operación.
Ya indicamos que en casos de fusión de escorias severa, las señales obtenidas por una red
detectora del flujo de calor absorbido en la cámara de combustión presentan un comportamiento
altamente variable tanto temporal como espacialmente y, en un examen casual, poco sujeto a
patrones definidos.
La variabilidad de la medida entre unas zonas y otras de las paredes de hogar es muy acusada.
En primer lugar, hay que notar que los valores de qa pueden presentar un gradiente espacial alto,
ya que reflejan un parámetro en realidad discontinuo: el espesor de escoria depositada sobre el
tubo. En la instalación bajo estudio, esto se pone de manifiesto al comparar las señales de los
dos aparatos próximos. Con una frecuencia aproximada de una vez cada dos turnos, uno de los
detectores presenta un claro pico de limpieza que no aparece en el otro. La figura 4.16a muestra
un ejemplo representativo. La diferencia máxima es del orden del rango de la variable, pero sólo
se mantiene durante menos de una hora. Incidencias de este tipo únicamente pueden deberse a la
existencia de una frontera de limpieza parcial entre los dos puntos de medida. Esto demuestra
que adaptar la disposición de la red a la del sistema de sopladores no sobredimensiona el
número de aparatos necesario si se quiere detectar en detalle la evolución del fenómeno.
Igualmente se concluye que el análisis debe hacer uso de la estadística, ya que aun con esta
densidad de red, un valor instantáneo de qa puede no ser representativo de las condiciones
locales.
Otras conclusiones preliminares pueden deducirse del contraste sistemático con las
observaciones realizadas por los fogoneros, que constituyen de hecho la única medida
independiente de la severidad local del depósito. En nuestro caso, se han utilizado las
anotaciones recogidas según el parte de la figura 3.8. La figura 4.16b resume para un
determinado portillo de inspección los resultados. Los promedios de qa corresponden al registro
de los dos medidores localizados en la zona durante un intervalo estable de una hora de duración
centrado en el momento de cada observación. La coincidencia en situaciones extremas parece
clara, con la excepción de algunos puntos aberrantes. La puntuación 2 ("capa ligera, se ve la
forma de los tubos") comprende en apariencia una gran variedad de condiciones, lo que quizá
indica que son sólo tres las situaciones que un observador experimentado es capaz de distinguir
cualitativamente. En general, la comparación es positiva si descontamos los factores subjetivos,
por lo que puede afirmarse que la medición del flujo de calor detecta adecuadamente la
incidencia local de los depósitos y cuantifica la observación visual. Sin embargo, no hay que
olvidar que con llamas de carbón pulverizado sólo es posible observar unos pocos metros
cuadrados de superficie en torno a las esquinas de la cámara. La determinación visual del estado
de suciedad o limpieza de las paredes es por tanto engañosa pese a la experiencia del fogonero.
En la figura 4.16c se muestra la misma estadística para medidores situados a la misma altura pero
al otro lado de la cámara y en el centro de la pared trasera. La tendencia aparece mucho más
diluida. En conclusión, la red de aparatos sensores de flujo de calor no sólo cuantifica la
información visual, sino que es necesaria para una detección completa.
A la variabilidad espacial se une la variabilidad de la evolución temporal. La observación
prolongada revela que en realidad sí existe un modelo de respuesta tras este comportamiento
cambiante. En otras palabras, los valores instantáneos son poco significativos: es más bien la
evolución a largo plazo la que muestra tendencias. Esta última debe dictar en consecuencia la
interpretación de los datos experimentales. Como primer paso, resumiremos las observaciones
realizadas durante los experimentos ajustándolas a un sencillo esquema idealizado. Esto
permitirá, además de formar una idea general sobre la respuesta, explicar algunas características
peculiares del fenómeno bajo estudio.
Partiendo de superficies limpias y conforme avanza el tiempo a carga constante, podemos
esquematizar la evolución del flujo de calor absorbido en un tubo cualquiera de las paredes del
hogar como se muestra en la figura 4.17. Los comportamientos observados se ajustan en lo
esencial a tres tipos diferentes.
qa, kW/m2
tiempo
En primer lugar, la información estadística debe examinarse de una manera especial. Los
intervalos estables fragmentan el registro continuo de la señal de una forma aleatoria en lo que a
la propia señal se refiere. Ello permite interpretar los valores de media, máximo y desviación
típica durante cada categoría estable en términos de la clasificación idealizada por tipos vista en
el apartado anterior.
Así por ejemplo, se observa en la figura 4.19a como a potencia plena (superior a 330
MWe) el valor medio obtenido con el aparato FT-E4 sólo es igual al máximo para bajos niveles
de flujo de calor. Ello se corresponde con una evolución prolongada de tipo 3. A esa carga y
para ese sensor no se presentan comportamientos de tipo 1, ya que el promedio se aparta
significativamente del máximo por encima de unos 120 kW/m2. La zona de alto valor máximo
corresponde pues a situaciones tipo 2 completamente incluidas en la categoría estable. La parte
intermedia de la gráfica contiene evoluciones tipo 2-3 y tipo 2 fragmentadas. La relación entre
desviación típica y máximo es otra interpretación de este paralelismo, figura 4.19b. El tipo 3
aparece claramente señalado por bajos valores de la desviación típica y el máximo, mientras que
altos valores de los dos estadísticos indican perfiles del tipo 2. El mismo detector evolucionando
a 210 MWe (195-225 MWe) se representa en las figuras 4.19c y 4.19d. Además de la lógica
reducción en el nivel de absorción máxima, el cambio de respuesta a carga parcial puede
distinguirse marcadamente. Se advierte que son relativamente más escasas las situaciones de tipo
3 y que efectivamente existe evolución tipo 1, correspondiente a bajos valores de la desviación
típica y altos valores del máximo. A una misma potencia, la diferencia de comportamientos queda
reflejada igualmente en la estadística general; comparese un sensor en posición lateral a 350
MWe (FT-FB1, figura 4.19e) con el anterior en posición central (figura 4.19b). Como
corresponde a una zona lateral, se alcanzan menores máximos; pero además se experimenta
menor tendencia a la escorificación: la curva desviación-máximo presenta mayor número de
periodos tendentes a tipo 1, lo que se manifiesta en una característica concavidad.
Mediante esta sencilla ordenación es posible por tanto evaluar gráficamente la historia de
funcionamiento de un sensor determinado y clasificar comparativamente cada zona como
propensa o no propensa a la escorificación a determinada carga. Esta forma de análisis es
obviamente de poca utilidad, y sigue residiendo en factores subjetivos. Sin embargo, proporciona
el criterio para establecer valores absolutos de referencia. Nótese la evolución del
comportamiento que muestran las figuras. El límite de absorción alcanzado históricamente por un
medidor con perfiles tipos 1 y 2 aparece como una banda de valores de alto valor máximo y
amplio rango de desviaciones, figuras 4.19d y e. La anchura es del orden de magnitud de la
incertidumbre experimental. Por lo tanto, puede aceptarse que el flujo de calor máximo
absorbido en una zona es aproximadamente constante para cada carga. Puesto que siempre
existen situaciones en que la limpieza completa es segura, este valor máximo es la absorción local
en condiciones de tubo limpio y constituye por tanto la referencia buscada.
Establecido este hecho, la asignación de valores numéricos del flujo de calor máximo ha de
llevarse a cabo mediante un procedimiento de selección de la banda de categorías tipo 1 y 2
para cada sensor y cada escalón de carga. El procedimiento debe tener en cuenta que existirán
casos más difusos debido a la ausencia de situaciones tipo 1, figura 4.19b, y manejar
adecuadamente la gran dispersión que siempre aparece. Los valores de media, máximo y
desviación típica pueden considerarse como provenientes de distribuciones estadísticas distintas
en función de la tenacidad del depósito. En consecuencia, los métodos tradicionales de
clasificación de datos son de poca utilidad. Es evidente que si se quiere automatizar el proceso,
es preciso un algoritmo sofisticado. En cualquier caso, puede recurrirse a procedimientos
aproximados.
Uno de ellos consiste en retener sólo los periodos de alta desviación típica y tomar como
absorción máxima la media de los máximos que restan. De esta forma, se están eliminando
también las situaciones tipo 1, pero ello no tiene lógicamente ningún efecto sobre el resultado
final. El valor crítico de desviación típica a utilizar puede deducirse de las gráficas máximo-
desviación para cada detector. Puesto que conforme aumenta la carga desaparecen las
situaciones tipo 1 y la curva tiende a ser más lineal, la desviación crítica debe crecer con el
escalón. En nuestro caso, se ha encontrado un criterio empírico satisfactorio basado en la
desviación típica σq de todos los valores instantáneos en condiciones estables, según se muestra
en la tabla 4.5a.
Tabla 4.5a Criterios de selección de los valores máximos de flujo de calor según cargas.
Los resultados a 350 y 210 MWe se muestran en la figura 4.20. La distribución espacial es
en general coherente con lo esperado, presentándose un máximo en el centro del cinturón de
quemadores. Compárese cualitativamente con los mapas de irradiación en condiciones limpias
del anexo 3. Parecen existir asimetría y valores puntuales aberrantes. Ello no es significativo, ya
que el cálculo se adapta a la medida individual de cada sensor con un alto margen de
incertidumbre. La variación con la potencia se presenta en la figura 4.21 para el sensor FT-E4.
Podemos comprobar que el procedimiento conduce a resultados coherentes. Se nota no
obstante cierta oscilación que cabe achacar a las categorías menos frecuentadas (180, 240 y 310
MWe). Este hecho afecta en general a todos los puntos de medida. Ello indica que es
conveniente contar con gran número de datos con objeto de determinar adecuadamente la
absorción máxima según cargas. El periodo de tiempo que sería necesario en un caso cualquiera
sólo puede estimarse aproximadamente, ya que depende de la propia respuesta. Para nuestra
instalación parecen suficientes unas 290 categorías estables de una hora de duración mínima, es
decir, un mes a carga base o unos dos meses con carga cíclica.
Hay que puntualizar que no se está afirmando mediante esta discusión que el flujo de calor
absorbido en las paredes del hogar sea únicamente función de la carga y los depósitos. En
realidad, dependerá también de todas las condiciones de combustión, incluyendo los
combustibles y la disposición de fuegos. Sin embargo, las estadísticas no permiten distinguir
estas tendencias; para comprobarlo, basta repetir el proceso según otras condiciones de
operación dentro de cada escalón de carga. Así se ha hecho en nuestro caso para los periodos a
350 MWe, comparando el valor obtenido en total con el calculado para categorías estables
seleccionadas según diversas condiciones. Para la distribución de fuegos y la calidad general del
carbón utilizado, tabla 4.5b, las diferencias máximas son en todos los casos aceptables y no se
observan tendencias susceptibles de explicación razonada: el valor máximo es insensible a estos
factores dentro, claro está, de los amplios márgenes de error experimental. Podemos concluir
por tanto que efectivamente es lícito utilizar la hipótesis con el propósito de referir los valores de
absorción. Por otra parte, las formas habituales de evolución en casos de escorificación grave
son tales que el valor indicativo de limpieza completa sólo se alcanza durante breves instantes de
tiempo, figura 4.22. A causa de ello, el error cometido en la valoración de una situación limpia
carece de peso real en el tratamiento estadístico del registro completo19 .
19 El procedimiento sí es sensible a un importante factor: los fallos en el sistema de tratamiento de señal. Dado
el amplio margen de variación instantánea de la medida, es difícil detectar derivas en los elementos de
compensación y amplificación. Por contra, el hecho aparece netamente destacado en la estadística global por
un valor diferente de absorción máxima. En nuestro caso, esta circunstancia fue detectada y comprobada en
campo para el sensor FD-DC2.
En resumen, queda demostrado que con el grado suficiente de aproximación y para el
objetivo que se busca, el valor máximo del flujo de calor en un punto dado de las paredes
depende solamente de la carga de la unidad. Su determinación para cada sensor puede realizarse
a partir de la estadística general durante un periodo prolongado de tiempo en condiciones típicas
de operación. De esta forma se eliminan además las peculiaridades de la instrumentación utilizada
y se trabaja con parámetros deducidos de la propia instalación bajo estudio.
Una de las primeras aplicaciones es inmediata. En la figura 4.21 puede verse como la
variación del máximo es aparentemente lineal con la potencia bruta promedio; el coeficiente de
correlación resulta en todos los casos superior al 99 % con intercepción nula. Esto permite
predecir en tiempo real cuál debe ser aproximadamente el flujo de calor sin depósitos, qa,max,
utilizando exclusivamente la señal de carga de la unidad que se desee. Un ejemplo cualquiera se
reproduce en la figura 4.22. Calculada a cada instante la condición limpia de referencia, los
valores medidos pueden traducirse a porcentaje de limpieza, construyendo así un sistema de
detección de depósitos en tiempo real (v. Anexo 2) basado en criterios objetivos, adaptado a la
instalación en particular y sin necesidad de medidas de calor disponible. El conocimiento del
valor máximo que estadísticamente alcanza cada sensor es imprescindible para el análisis de
datos. Aparte de constituir también un valor de referencia para las estadísticas de absorción,
permite un tratamiento más riguroso de la respuesta al soplado, lo que en definitiva hace posible
el estudio de la tendencia local a la escorificación. Estos aspectos se abordan en el siguiente
apartado.
Es posible formular la cuestión de la siguiente forma. Considérese la figura 4.18. Los tres
ejemplos de comportamiento representan diversas gradaciones en la tendencia al fenómeno de la
escorificación. Sin embargo, las correspondientes estadísticas de absorción promedio no
expresarán adecuadamente toda la información que contienen las señales. Ello se debe a dos
causas. En primer lugar, prescindir de la información sobre el manejo de los sopladores falsea el
diagnóstico local. Es evidente que distintas frecuencias de soplado actuando sobre una misma
tendencia tipo 2 darán como resultado diferentes valores medios, que no reflejan por contra
diferencias de respuesta. Pero los perfiles observados raramente responden a tipos de evolución
puros. Refiriéndonos al ejemplo, resulta difícil decidir objetivamente si el comportamiento del
sensor FD-EB1 (figura 4.18a) es "mejor" o "peor" que el del TO-EB5 (figura 4.18b) y tener en
cuenta la alteración que experimenta el FT-EC2 (figura 4.18c) al final del día. En general, la
cuestión es cómo cuantificar las diferentes formas de evolución que se observan.
El método más directo que a la par incluye todas estas consideraciones consiste
simplemente en contar el número de veces en que un soplador determinado provoca o no
provoca la limpieza del medidor o medidores adyacentes. Los valores de referencia calculados
en el apartado anterior permiten establecer qué significa en términos absolutos la "limpieza" de
una zona . De esta forma, se usan las propias señales de actuación del sistema de soplado como
medida de la propensión al desarrollo de depósitos tenaces: la tenacidad se define como facilidad
de limpieza en carga. Hay que aclarar que la implementación concreta del procedimiento sí está
sujeta a asignaciones arbitrarias. Ello se debe como veremos a la especial mecánica del proceso
de desalojo de depósitos de las paredes, pero carece en definitiva de importancia, pues el
objetivo final es la comparación de respuestas. El procedimiento general, junto con nuestra
aplicación particular, se describen a continuación.
1) Asignación de niveles de limpieza. A partir del valor máximo estadístico que presenta
cada detector, es necesario definir una escala discreta de grado de limpieza de la zona en
cuestión. El número de estados puede elegirse arbitrariamente a partir de un mínimo de 3.
Asignar más de 4 ó 5 estados discretos no aumenta posiblemente las ventajas del método. En el
caso que nos ocupa, se definen:
Con este fin, se definen primeramente tres variables contador para cada instrumento:
20 Este tipo de algoritmos son también los utilizados por los sistemas de detección para presentar en tiempo
real al operador el estado de limpieza de las paredes mediante claves de colores, v. Anexo 2.
ne = contador de soplados que habiendo sido necesarios resultaron eficaces.
detector X
soplador Y
0
INICIAL FINAL FINAL FINAL FINAL
(transición más favorable)
n= n +1
ESTADO FINAL
INICIAL 1 2 3
1 nn= nn nn= nn nn= nn
ne= ne ne= ne ne= ne
2 nn= nn+0,5 nn= nn+0,5 nn= nn+0,5
ne= ne+0,5 ne=ne ne= ne
3 nn= nn+1 nn=nn+1 nn=nn+1
ne= ne+1 ne= ne+0,5 ne=ne
pn= 100.nn/n pe= 100.ne /nn
El diseño de una caldera para quemar carbones de bajo rango incluye una red densa de
desescoriadores. Como vimos, conviene adaptar a ésta la red de puntos de medida del flujo de
calor. Por motivos obvios, el espaciado de los equipos es menor que su radio real de acción. En
consecuencia, resulta ingenuo suponer que los efectos de un soplador se limitan a una zona
restringida de los paneles y que éste afecta por tanto sólo a su medidor adyacente. En el caso
que nos ocupa (figura 2.27), las observaciones experimentales muestran que es muy frecuente la
limpieza provocada por el segundo soplador más cercano en el mismo nivel, y que no es inusual
constatar la influencia directa del tercero o cuarto situado en un plano inferior o superior. Por
otro lado, este tipo de maniobras se realizan normalmente en secuencias preestablecidas. Salvo
que sea escaso el medio de soplado, se tendrán de esta forma varios sopladores en operación
simultáneamente. Debido al desfase entre el tiempo de actividad y el más prolongado intervalo de
muestreo, el registro podrá contener aún más coincidencias. Con nuestros parámetros, se obtiene
típicamente un mínimo de 4 sopladores activos al mismo tiempo (realmente sólo son simultáneos
dos de ellos); debido a la forma de la secuencia, estos sopladores son adyacentes por parejas.
Si lo que se desea es medir la tenacidad del depósito tipificando el comportamiento del flujo
de calor absorbido bajo soplado, las anteriores consideraciones obligan a plantear para cada
detector de la red cuál debe ser el soplador o los sopladores a incluir en el conteo. Dicho en
otras palabras, hay que definir la matriz de conexión medidores-sopladores antes de aplicar los
algoritmos descritos. La cuestión puede enfocarse desde dos puntos de vista opuestos.
De una parte, las posibilidades del método serán mayores si se toman en cuenta para cada
zona todos los sopladores que pudieran influir: así se examina un mayor número de situaciones y
se obtiene una mayor resolución en la medida de la tenacidad. Los datos recogidos durante un
periodo de tiempo lo suficientemente largo permiten demostrar si un soplador dado (y sólo ese
soplador) es capaz de actuar sobre uno de los medidores. En caso afirmativo, este criterio
obligaría a incluir la conexión en la matriz, así como todas las correspondientes a situaciones
geométricamente idénticas. Naturalmente, no es posible durante el conteo asignar una limpieza a
un soplador determinado cuando varios de los que pueden haberla causado están activos en el
momento correspondiente. La estadística debería hacerse por tanto en base al número total de
operaciones de todos los sopladores conectados al sensor en cuestión, imputando los efectos a
todos los sopladores activos.
Pero por otro lado, la propia frecuencia de las limpiezas observadas indica que para una
tenacidad de depósito dada, la respuesta al soplado depende como es lógico de la distancia a la
boca del soplador. Por lo tanto, no parece conveniente incluir todas las conexiones verificadas
sin hacer alguna distinción.
5) Otros aspectos. Las cifras obtenidas para la necesidad y eficacia del soplado son
relativas, ya que como es obvio, las magnitudes carecen de una definición física precisa. Por ello,
los resultados pueden utilizarse para el análisis local en una misma caldera pero no serán
directamente transportables a otra unidad sin un estudio previo de la respuesta. En este sentido,
conviene igualmente que el número de operaciones sobre cada sensor sea aproximadamente el
mismo, lo que se cumple en el caso habitual de soplado en secuencia. No obstante, si
determinadas zonas se soplan con mayor frecuencia, sólo cabe esperar alteraciones importantes
en los porcentajes de necesidad. En casos de fusión de escorias grave, veremos más adelante
como el soplado repetido no provoca efectos mejores. El hecho de que el procedimiento no
discrimine el espaciado de las maniobras no reviste pues mayor importancia.
Si se tiene en cuenta que el algoritmo considera cada soplado como una medida de la
tenacidad, puede afirmarse desde este punto de vista que el número de soplados sobre las
paredes de agua es reducido. El límite máximo en una unidad diseñada para carbón de bajo
rango puede situarse en torno a una operación por hora sobre cada zona. En consecuencia,
nuestro método produce resultados fiables sólo aplicado a registros de gran duración o al total
de gran número de periodos. La implementación en tiempo real es posible sin embargo, pero los
porcentajes serán erráticos si se inicializan a corto plazo o, alternativamente, reflejarán gran parte
del comportamiento precedente si se desean cifras estables.
Nótese que esta forma general de análisis es aproximada. La experiencia indica que siempre
existirán ocasionales desprendimientos sin que opere ningún soplador (limpieza espontánea) o
ninguno de los que razonablemente pudieran influir. Estas incidencias puede interpretarse también
como retrasos en la respuesta más largos de lo habitual. Los procesos de desalojo de depósitos
de las paredes responden a veces a comportamientos extraños que no es posible tener en cuenta
aún adaptando el método al comportamiento registrado. Afortunadamente, en caso de fusión de
escorias severa, tales incidencias son lo suficientemente raras como para no influir en la
evaluación final de tendencias, sobre todo si se examinan amplios conjuntos de datos.
El método propuesto hace uso de las propias señales provenientes de la red de instrumentos
y del sistema de sopladores. De esta forma, el análisis se adapta a las peculiaridades de la
instrumentación utilizada y de la instalación a estudiar. Como resultado se obtiene directamente
una referencia para la medida y una cuantificación de la tendencia al desarrollo de depósitos
tenaces utilizable para comparaciones.
Hay comentar que no se han explorado a fondo todas las posibilidades. Dada la
complejidad de la información a interpretar, caben diversos enfoques para los dos pasos del
proceso, habiéndose desarrollado únicamente una implementación concreta. Este tipo algoritmos
de reconocimiento de patrones de evolución han de basarse necesariamente en la propia forma
de la respuesta, por lo que necesitan de parámetros arbitrarios definidos a priori. Una posibilidad
de eliminarlos consiguiendo a la vez un análisis más avanzado es integrar directamente los
procedimientos en el sistema de adquisición de datos, de forma que se autoajusten en repuesta a
las señales obtenidas a partir de unos valores iniciales razonables. El campo parece pues abierto
a las técnicas de inteligencia artificial, aspecto sobre el que volveremos al discutir las estrategias
óptimas de soplado.
Diagnóstico local.
Una vez tipificada la relación entre flujo de calor y depósitos, puede llevarse a cabo el
estudio de la respuesta local, es decir, el diagnóstico del problema según diferentes zonas de las
paredes. La distribución espacial de la incidencia del fenómeno a carga plena queda reflejada
genéricamente en la figura 4.24, que representa los valores promedio de flujo de calor para todas
las categorías estables durante las experiencias en nuestra instalación.
Este hecho se demuestra mejor mediante las estadísticas de soplado en carga. Igualmente
esto indicará diversos aspectos del perfil de tendencias. Los porcentajes de eficacia del soplado
se han calculado en nuestro caso en base a unas 1700 operaciones durante todas las categorías
estables a carga plena (superior a 330 MWe) y a partir de aproximadamente 250 soplados a
210 (entre 195 y 225) MWe.
Dejando aparte las causas genéricas, la detección local puede revelar más detalles acerca
del funcionamiento del sistema de combustión. Para la instalación bajo estudio, se advierte por
ejemplo que los sensores de la pared lateral izquierda en los niveles D, E y F presentan peor
comportamiento que los del lado opuesto. Es posible que este matiz esté relacionado con un
hecho observado en operación: el desvío hacia la pared lateral de la llama procedente del
quemador A1 (y posiblemente, también del A2), causado por el mal funcionamiento de los
registros de aire. La anomalía estuvo presente presumiblemente hasta la sexta semana a carga
base.
Pero resulta obvio que el factor más susceptible de evaluación a través del diagnóstico local
es la actuación del sistema de soplado. Así por ejemplo, bajos valores de eficacia limitados a una
zona determinada indicarán un mal funcionamiento del soplador o sopladores próximos. Este
pudiera ser el caso de los sensores antes mencionados o de otras asimetrías observadas. En
casos de mala respuesta generalizada o fusión de escorias grave como el que nos ocupa, es
evidente que las dificultades provienen del diseño de la cámara. Aun así, se pueden precisar
algunos puntos respecto al diseño del sistema de limpieza en carga.
Como es lógico, la eficacia de limpieza del sensor situado a distancia máxima de sus
sopladores próximos (FT-FB3) es comparativamente baja a cargas parciales. Sin embargo, a
carga nominal, y especialmente en situación de fusión de escorias severa, la respuesta no es
acusadamente peor. Esto revela que para escoria tenaz, la distancia a la boca del soplador no es
un factor determinante y que una mayor densidad de equipos de soplado no resolvería el
problema. Igualmente, las estadísticas muestran que una columna adicional de sopladores en las
paredes laterales no supondría posiblemente grandes mejoras a potencia plena, si bien se dan las
mismas condiciones de escorificación en esas zonas. En cuanto al área inferior del cinturón (plano
V), el hecho de que su respuesta sea mejor que la de los niveles inmediatamente superiores
indica tendencias más favorables pese a la falta de sopladores próximos. El depósito es menos
persistente debido en apariencia a su situación alejada del núcleo de la bola de fuego. El diseño
original de la unidad incluía por contra sopladores de agua en este plano, lo que indica que se
esperaban grandes acumulaciones de escoria tenaz en la zona. Las estadísticas presentadas
demuestran que este criterio no es acertado. Recíprocamente, los mapas pueden señalar dónde
sería apropiado situar sopladores más enérgicos. En zonas de buena respuesta, como las
esquinas de la cámara, la primera fila del cinturón o (en menor medida) las partes altas, ello
supondría mayor daño a los tubos que en las partes centrales de las tres paredes.
Hay un paso previo a cualquier programa de optimización. Como acabamos de ver, parte
del problema puede atacarse mediante un mantenimiento adecuado de los sistemas de
sopladores y combustión. En el peor de los supuestos, la situación no empeorará. A partir de
entonces, debe considerarse un plan de experimentos en operación. Los desarrollos teóricos o
semiempíricos acerca del comportamiento del depósito no son de utilidad en este sentido: la
tenacidad no puede predecirse con la suficiente aproximación como función de condiciones
concretas de manejo. Los ensayos reales constituyen pues el único método para evaluar nuevas
maniobras. De esta manera, los efectos se observan directamente en la propia planta, aunque es
preciso seguir una sistemática de ensayos y evaluación de efectos. La guía para establecer
esquemas a priori ha de consistir básicamente en indicaciones cualitativas derivadas de los
modelos generales sobre el fenómeno y el funcionamiento térmico de la caldera.
Selección de combustibles.
Como ya se hizo notar, está no es propiamente una estrategia de operación, ya que las
características del carbón a procesar vendrán fijadas en general por condicionantes externos. Sin
embargo, si cabe la selección de distintos tipos de carbón o carbones para utilizar en mezclas, se
trata sin duda del mejor método a fin de aliviar el problema. Los procedimientos de selección y
algunos ejemplos experimentales han sido expuestos con anterioridad. En resumen, las
recomendaciones generales y resultados son:
- Los índices empíricos proporcionan una cierta guía sobre la propensidad de carbones
específicos e incluso mezclas. Sin embargo, estos criterios no son seguros, existiendo al menos
un 10-20 % de probabilidad de error (Barret, 1987). Los resultados consisten en estimaciones
cualitativas de tendencia; la cuantificación de efectos no puede llevarse a cabo por este método.
Para el caso particular de los lignitos, negros se obtienen algunas predicciones contradictorias; lo
que no ha sido confirmado en la instalación. (Martín et al., 1989). El efecto de una mezcla no ha
sido analizado.
- El ensayo experimental es el método más fiable. Para ello se requiere por un lado
información precisa sobre la alimentación de las mezclas utilizadas durante las pruebas. Esta debe
contrastarse con los datos continuos de un sistema de detección de depósitos basado en
medidas directas o en cierre del balance al lado vapor. Para el caso estudiado, la comparación
de absorciones promedio en el hogar permite detectar claramente el efecto negativo de los
lignitos no tratados frente a la parva que incluye lignitos lavados (figura 4.15a). Las tendencias
para la composición de parva (figura 4.15b), aunque menos definidas, sugieren que también es
posible su optimización partiendo de mejores datos.
Exceso de oxígeno.
Distribución de quemadores.
- Comprobar que las maniobras son realizables con los equipos actuales. La capacidad de
reserva depende del tipo de carbón, por lo que ha de ensayarse el límite de operación real de los
equipos de alimentación y molienda cuando el combustible quemado difiere sustancialmente del
nominal. También es preciso asegurar que la distribución de aire secundario a los quemadores
puede manejarse adecuadamente a los nuevos esquemas. Este será normalmente un caso
previsto en el diseño de la unidad.
La instalación que nos ocupa sufre por contra de una escoria de muy alta tenacidad. Como
ha quedado de manifiesto durante el diagnóstico del problema, la respuesta al soplado a carga
nominal es muy deficiente y no puede puede predecirse. Por ello, en casos de fusión de escorias
severa, no son de utilidad los criterios generales de uso de un sistema de detección de depósitos.
Hay que cambiar radicalmente los conceptos: el objetivo debe ser básicamente la reducción en el
número de operaciones. Dada la baja efectividad, ello no empeorará el problema de deposición,
pero conducirá siempre a ahorro en coste de funcionamiento. El incentivo puede quedar claro
con el ejemplo de la figura 4.29. Aunque en esta planta no se utiliza vapor sobrecalentado para
soplar, los efectos sobre el rendimiento térmico son importantes, debido al incremento de
pérdidas en gases. El registro mostrado pertenece a uno de los días con datos fiables de carbón.
La reducción absoluta en el porcentaje de rendimiento de caldera se estima para el total de
incidencias pertenecientes a ese censo en un 0,4 con soplado de hogar y en un 0,7 con
sopladores retráctiles.
- En el escalón de carga máxima y sobre todo a carga base, es preciso reducir el número de
operaciones realizadas. Incluso si la absorción cae por debajo del valor de consigna dado en el
primer punto, de nuevo es preferible espaciar las maniobras. Contrariamente a la práctica
habitual, el soplado intensivo no es una forma de operación apropiada a la fusión de escorias
grave. Durante las pruebas, se llevaron a cabo soplados localizados sobre escoria tenaz en el
centro de la pared, repetidos de forma continua hasta un total de 10 actuaciones. En ningún caso
hubo resultados inmediatos y sólo en aproximadamente la mitad de las ocasiones se observó
alguna limpieza retardada posiblemente atribuible a la estrategia. Claramente, los efectos
obtenidos no compensan el mayor costo y desgaste de materiales y equipos. El usual régimen
continuo de soplados a carga base no mejora significativamente la respuesta a largo plazo, figura
4.11. En la instalación bajo estudio, la reducción de frecuencia podría suponer el paso de un
régimen de 6-8 secuencias por turno a un ritmo de 3 ó 4. Los efectos sobre el
sobrecalentamiento deben vigilarse, pero en virtud de lo observado, no se esperan superiores a
los que ya existen. La espera entre soplados puede tener además un efecto beneficioso adicional.
En algunas ocasiones, fueron registradas limpiezas mayores tras un intervalo en ausencia de
operaciones. Esto sugiere que una mayor acumulación de escoria facilita su posterior
desprendimiento. No obstante, se observan igualmente excepciones a esta regla, por lo que el
efecto no está comprobado.
- El soplado convectivo puede utilizarse como ya se indicó (apartado 4.1) para desplazar la
absorción hacia las zonas altas del hogar, sobrecalentador radiante y primer sobrecalentador
convectivo. Ello tendrá un efecto positivo sobre materiales y rendimiento, pero el consumo de
vapor a sopladores retráctiles supone pérdidas más elevadas que el soplado de pared.
Determinar el punto de equilibrio es una tarea compleja en la que interviene también el equilibrio
de potencias absorbidas en los propios bancos de sobrecalentamiento. Estos aspectos necesitan
más investigación.
A partir de datos tomados en continuo (tabla 3.1) y mediante las técnicas de tratamiento
desarrolladas en el capítulo 3, se han examinado para la instalación bajo estudio:
- La potencia total integrada sobre la red de medida del flujo de calor en el hogar que se
muestra en la figura 2.27.
- Las potencias totales absorbidas en los distintos subsistemas de caldera, calculadas por
balance térmico al circuito de agua-vapor, tabla 3.14.
- El flujo de calor absorbido en cada uno de los puntos de la red en relación con las
acciones del sistema de soplado.
El censo procesado (tabla 3.3) incluye condiciones típicas de explotación, con variedad de
regímenes de carga y alimentación de carbones, así como estrategias especiales de manejo de la
unidad (tabla 3.10).
3 En cualquier caso, es preciso notar que el diagnóstico global puede llevarse a cabo
igualmente por los métodos indirectos. El procedimiento desarrollado a partir de medidas de
planta es también útil para la detección y análisis de fenómenos como la deposición en secciones
radiantes y convectivas. Otras malfunciones, como por ejemplo el ensuciamiento de baja
temperatura en precalentadores, requerirían sistemas instrumentales más fiables en el lado gas,
según se analiza en el apartado 3.2.
Un algoritmo de este tipo ha sido implementado por primera vez en esta tesis. Como
veremos posteriormente, su aplicación hace posible el diagnóstico local preciso de las
dificultades de escorificación en las pantallas del hogar.
En primer lugar, se ha demostrado que a carga base y para todas las mezclas de carbones
utilizadas, los perfiles de absorción convergen a la situación de saturación, con progresivo
empeoramiento de la respuesta al soplado, figura 4.12b. Aunque no se observó indisponibilidad
por motivos térmicos, las observaciones sólo permiten garantizar el funcionamiento a potencia
nominal continuada durante los cinco días a que como máximo se ensayó la operación. La
convergencia de todas las series de pruebas a la condición extrema aconseja no extrapolar este
valor sin comprobación experimental. A carga cíclica, las peores situaciones encontradas
demuestran que es posible la escorificación grave dentro de un plazo de dos turnos a plena
potencia. La influencia de la historia térmica pasada se comprueba durante las horas valle: la
tenacidad del depósito permanece tras un máximo de cuatro horas a partir de la reducción de
carga, figura 4.13b.
El mapa de eficacias revela igualmente otros aspectos referentes al ajuste del sistema de
combustión y al diseño y funcionamiento del sistema de sopladores. En la unidad bajo estudio, se
ha comprobado de esta manera:
- Que situar sopladores de agua en la primera fila del cinturón (plano V, actualmente fuera
de servicio) no es un criterio de diseño acertado, pues la eficacia de los soplados distantes ya es
mayor que en las partes más altas.
- Que la distribución de posibles equipos de soplado más enérgico no debe ser homogénea,
sino adaptada a las tenacidades observadas. Se desaconseja con especial énfasis su uso en las
esquinas de la cámara, pero la solución tiene posibilidades a priori en la parte central de los
planos B al F en la pared trasera y laterales.
- El cierre del balance de energía en periodos estables prueba que el soplado de pared
provoca una disminución instantánea de 0,4 puntos en el rendimiento de caldera. Por otra parte,
se ha visto a carga nominal que el soplado intensivo de determinadas zonas o el régimen habitual
de secuencias en continuo no mejoran la respuesta. Por ello, la estrategia recomendada a
potencia plena es la reducción en el número de soplados, fácilmente optimizable a partir de los
resultados de este trabajo. En cualquier caso, el criterio rector genérico para iniciar las acciones
de soplado debe ser un valor de la absorción global de la red inferior a cierta consigna,
establecida en nuestro caso en unos 75 MW. A cargas parciales, las maniobras adecuadas
consisten en esperar tras el escalón de potencia máxima a que el depósito pierda su tenacidad. El
intervalo está en torno a las 2-4 horas y puede ser prefijado o determinado periódicamente
mediante ensayo. Sólo después de este periodo son posibles estrategias de soplado selectivo
según el estado de las diferentes zonas; el objetivo a carga cíclica ha de ser la limpieza
exhaustiva. Otro momento óptimo para soplar es la transición de vuelta a la potencia plena.
Síntesis
- El análisis y diagnóstico completo del problema real en planta ha de pasar por los nuevos
procedimientos de detección a través de la medida del flujo de calor en las paredes. Sin
embargo, a fin de avanzar en esta dirección, ha sido preciso estudiar previamente los propios
métodos de medida, ya que esta tarea no se había emprendido antes para condiciones de grave
escorificación.
A través del estudio completo de un caso específico, nuestra tesis es un modelo para la
evaluación de situaciones de fusión de escorias severa en base a las técnicas actuales de
detección. Se han puesto de manifiesto los detalles concernientes a las causas del fenómeno, sus
efectos térmicos y operacionales y la posible optimización de las formas habituales de manejo.
Aportaciones
Capítulo 2
- La magnitud detectada por los instrumentos convencionales debe definirse con precisión
como la componente normal del flujo de calor en el punto exterior de la corona del tubo. Esta
variable puede medirse sin gran influencia de los depósitos (incertidumbre estimada entre el 10 y
el 15 % del rango) mediante las técnicas habituales con doble termopar en el espesor del
material. Su relación con la absorción en el lado vapor se ha examinado teóricamente para casos
extremos de geometría de la escoria, encontrándose que no es posible establecer una calibración
en estos términos, debido a la variabilidad de las condiciones reales. La comparación
semicualitativa de la medida experimental con el balance al lado vapor muestra únicamente la
validez relativa de la indicación.
Capítulo 3
Capítulo 4
Un algoritmo de este tipo ha sido implementado por primera vez en esta tesis. Como
veremos posteriormente, su aplicación hace posible el diagnóstico local preciso de las
dificultades de escorificación en las pantallas del hogar.
Para la situación de fusión de escorias grave que nos ocupa, se ha demostrado en primer
lugar que a carga base y con todas las mezclas de carbones utilizadas, los perfiles de absorción
convergen a la saturación, con progresivo empeoramiento de la respuesta al soplado. Aunque no
se observaron indisponibilidades por motivos térmicos durante intervalos de cinco días, puede
afirmarse que el fenómeno imposibilita el funcionamiento indefinido a carga máxima. A carga
cíclica, las peores situaciones observadas demuestran que también es posible la escorificación
grave dentro de un plazo de dos turnos a plena potencia. La influencia de la historia térmica
pasada se comprueba durante las horas valle: la tenacidad del depósito permanece tras un
máximo de cuatro horas después de la reducción de carga.
- El mapa de eficacias ha revelado asimismo otros aspectos referentes al ajuste del sistema
de combustión y al diseño y funcionamiento del sistema de sopladores, lo que demuestra la
capacidad de diagnóstico del procedimiento de conteo de soplados.
Perspectivas
El equipo más conflictivo en una planta de generación de energía eléctrica a partir de carbón
es la caldera, y dentro de ella, el hogar, donde tiene lugar la combustión y la transferencia de
calor radiante al fluido de trabajo. Dejando aparte los procesos de combustión, existen
complejos fenómenos de deposición en el lado gases que afectan a la transmisión de la potencia
y por tanto al funcionamiento térmico de toda la unidad. El desconocimiento que se tiene de
estos problemas de escorificación por falta de una instrumentación adecuada no es razonable en
función de la importancia del equipo y de las alteraciones que provocan los depósitos. Los
instrumentos destinados a la detección de estas malfunciones así como aquellos diseñados para
paliar las consecuencias deben ser y serán con toda probabilidad desarrollados en un próximo
futuro.
La presente tesis inicia esta dirección en el doble aspecto del diseño de los procedimientos
instrumentales y de la mejor explotación de la información obtenida. Sin embargo, esto no es más
que el principio de un nuevo camino. La futura instrumentación debe ser más fiable y más rica en
información. En este sentido, han de diseñarse sensores que utilicen los métodos aquí aportados:
hay que investigar el diseño local y la integración con objeto de disponer de una red óptima para
el diagnóstico de la situación en las paredes del hogar. De la misma manera, deben desarrollarse
los métodos de tratamiento de datos y explotar al máximo la información de forma global y local.
Y no en estado estacionario, sino como una situación dinámica que, según hemos visto, depende
también de la historia previa.
- A corto plazo, la mejora de las estrategias de operación tendrá como resultado un mayor
rendimiento y disponibilidad de los grupos térmicos existentes.
- Es preciso un mayor estudio teórico de los sensores de flujo de calor, en orden a unificar
su respuesta bajo condiciones de deposición extrema. En este sentido, puede partirse de las
aportaciones previas sobre nuevos conceptos de medida realizadas en el capítulo 2. El estudio
teórico debe completarse con la prueba experimental, para lo que es deseable el desarrollo de
nuevos métodos de calibración en campo o en laboratorio que incorporen la presencia de una
acumulación variable de depósitos.
- La respuesta obtenida para la absorción de las diversas secciones de la caldera es, junto
con el modelo conceptual de transferencia de calor, el punto de partida de posibles modelos
semiempíricos para la propagación de malfunciones dentro del esquema de la unidad. Estos
modelos permitirían el estudio de las consecuencias que tiene una modificación en la respuesta de
un subsistema determinado, lo que ofrece interesantes posibilidades tanto en relación con
parámetros de diseño como para su aplicación en la predicción en tiempo real de las causas
últimas de las disfunciones.
ANEXO 1: DESCRIPCION DE LA CALDERA DE LA CENTRAL
TERMICA TERUEL.
Con objeto de proporcionar al lector una referencia sobre el generador de vapor cuyo
comportamiento de escorificación se estudia, incluimos en este apéndice una breve descripción
del equipo.
b1 b2 b3 b4 b5 b6 b7 b8
c1 c2 c3 c4 c5 c6 c7 c8
d1 d2 d3 d4 d5 d6 d7 d8
e1 e2 e3 e4 e5 e6 e7 e8
f1 f2 f3 f4 f5 f6 f7 f8
d4 d3 d2 d1
c4 c3 c2 c1
e4 e3 e2 e1
b4 b3 b2 b1
f4 f3 f2 f1
a4 a3 a2 a1
frontal
La instalación experimental y gran parte de los programas utilizados en esta tesis configuran
el sistema de detección de la fusión de escorias instalado en el grupo 1 de la central térmica
Teruel. El esquema de funcionamiento informático en tiempo real se muestra en la figura 3.2,
siendo común con el proceso de adquisición de datos. A cada instante están disponibles 720
registros correspondientes a las últimas 24 horas. El listado de variables medidas y calculadas en
continuo coincide con las tablas 3.1 y 3.15. La diferencia principal en el proceso de cálculo
radica en la estimación de la calidad del carbón, que en tiempo real se realiza a partir del caudal
volumétrico, con un valor fijo de la densidad en t/h.rpm y un rendimiento de caldera del 82 %. La
información de que cada dos minutos dispone el operador de grupo y el personal investigador
consta de
- Pantallas gráficas con las lecturas de los flujos de calor absorbidos en hogar, carga,
absorción total y sopladores en actividad en cada zona de las paredes. Los valores locales
pueden presentarse numéricamente o a través de una clave de colores que codifica los estados
"limpio", "intermedio" y "sucio" de cada sensor. La figura A2.1 muestra un ejemplo de la pantalla
utilizada en operación.
- Pantallas numéricas editables con cualquiera de las lecturas o resultados de los cálculos,
con posibilidad de revisar valores pasados y generar series históricas.
Las pruebas iniciales del sistema concluyeron en octubre de 1988, con 13 sensores de flujo
de calor en funcionamiento. Tras la ampliación de la red, la versión final quedó completada en
noviembre de 1989 y ha estado funcionando hasta la fecha.
ANEXO 3: MEDIDAS DE IRRADIACION SOBRE LAS PAREDES
DE AGUA.
La predicción teórica de la irradiación sobre las paredes del hogar no es posible salvo que se
disponga de un modelo sofisticado de la cámara. Sin embargo, existen diversos motivos que
hacen necesario el conocimiento de este parámetro. En primer lugar, su magnitud permite
caracterizar la transferencia de calor a los tubos evaporadores, según vimos en el Capítulo 2. Por
otro lado, la distribución del flujo de calor incidente sobre las superficies es función a cada
instante de las condiciones en que se realiza la combustión, que a su vez dependen de la
operación de la caldera: carga, combustibles, flujos de aire, configuración de fuegos. Puesto que
el nivel de irradiación constituye, como ya se explicó, una de las variables que más afectan al
comportamiento de los depósitos, el estudio de los diferentes mapas de calor incidente según los
diferentes esquemas de funcionamiento conviene también al análisis de estrategias contra la
escorificación. De esta forma, podrá determinarse a priori qué maniobras de operación conducen
a condiciones térmicas más favorables para evitar o paliar la presencia de depósitos tenaces.
Con estos objetivos, parte del trabajo experimental ha consistido en el desarrollo y aplicación de
procedimientos de medida de la distribución de la irradiación en el hogar bajo estudio.
Lamentablemente, medir cuando existen graves problemas de fusión de escorias resulta costoso
y no puede asegurarse la fiabilidad de los datos obtenidos. Los resultados del análisis son en
consecuencia limitados, aunque merecen presentarse en este Anexo.
A3.1 PROCEDIMIENTO EXPERIMENTAL
Instrumentación.
Definamos en primer lugar la magnitud objeto de medida. Suponiendo que la transferencia de
calor desde la llama a la superficie de los tubos se produce únicamente por mecanismos de
radiación, existe una magnitud que cuantifica el calor "disponible" para ser absorbido por los
tubos. La llamaremos indistintamente irradiación (Incropera & DeWitt, 1985) o (flujo de) calor
incidente (Siegel & Howell, 1981), qi. Una de sus definiciones es el calor por unidad de
superficie receptora (kW/m2) procedente de una fuente de radiación desde todas las direcciones
y a todas las frecuencias que absorbería una superficie negra plana mantenida a 0 K. En nuestro
contexto, la fuente de radiación es el interior del hogar. Puesto que la superficie de los tubos no
es plana, la irradiación debe referirse al punto de la corona del tubo limpio, cuya visión del
interior de la cámara es de 2π estereoradianes. La distribución del calor incidente en una cámara
de combustión de gran tamaño debe presentar máximos relativos en el centro de cada pared.
Esto es debido a que conforme nos acercamos a las esquinas, el factor de visión con la zona
central y más caliente de la llama disminuye; los tubos laterales "ven" preferentemente la envoltura
de llama y la pared adyacente, fuentes de radiación más frías. En cifras absolutas, el máximo
puede llegar a unos 600 kW/m2 para llamas de carbón de calderas de potencia modernas (Neal
et al., 1980a).
La medida del flujo de calor radiante ha de realizarse mediante aparatos montados en una caña
refrigerada que atraviesa la membrana entre tubos y alinea la superficie sensora con sus coronas.
El sensor se denomina radiómetro (Land, 1984a; Sotter, 1988). Consiste en un sumidero de
calor controlado y medido con termopares provisto de una cavidad que elimina la componente
convectiva y simula condiciones de cuerpo negro frente a la radiación incidente. Se incorporan
las correcciones necesarias para tener en cuenta la emisión propia. El aparato es similar a un
pirómetro de radiación (McGee, 1988), sólo que carece de filtros y de sistema óptico puesto
que no se intenta una selección espectral o direccional: la magnitud medida no puede relacionarse
rigurosamente con la temperatura de ningún punto del interior del hogar.
Existe otra opción más sencilla que ha sido la utilizada para nuestro trabajo. Si se juzga
despreciable la contribución convectiva, puede emplearse un medidor de "flujo de calor incidente
total" (Land, 1984a; Sotter, 1988), que mide de la misma forma que el anterior el calor
absorbido por un extremo sensor negro (corrigiéndolo por emisión propia) pero carece de
cavidad evacuada. Un aparato adecuadamente calibrado es sensible por tanto a la irradiación y
al calor transferido por convección de los gases calientes al extremo sensor. Sobre superficies de
tubo limpio, esta última contribución ha sido estimada teóricamente en la tabla 2.6. En porcentaje
sobre irradiación, la convección está entre un 7 % a 600 kW/m2 y alrededor de un 20 % a 100
kW/m2. Los fabricantes (Land, 1984c) dan una cifra más optimista: inferior al 5 % para
irradiaciones superiores a 200 kW/m2. Puesto que la temperatura superficial del sensor de calor
incidente es superior a la del tubo (Neal et al., 1980b), el valor real estará posiblemente entre
ambas estimaciones. Nótese que un instrumento insertado en forma de lanza prácticamente no
altera el campo radiante del interior de una gran cámara de combustión, pero sí altera el flujo
local de gases en contacto con la pared, y en consecuencia, la componente convectiva. En otras
palabras, tampoco es un medidor de flujo de calor incidente total, si por éste entendemos la
irradiación más el flujo de calor por convección a los tubos.
La magnitud que se mide es por tanto la irradiación más la convección a la punta sensora o bien
sólo la irradiación con una incertidumbre dada por los porcentajes antes citados. En cualquier
caso, las lecturas proporcionan un rango y una distribución para el calor incidente dentro de la
cámara, lo que constituye nuestro propósito básico. El modelo de aparato empleado se
denomina Fluxprobe (Land, 1984b, 1984c; Neal et al, 1980a, 1980b, 1982). Es un instrumento
portátil que combina los conceptos anteriormente explicados con un cilindro instrumentado con
dos termopares, guarda térmica lateral y cubierta de barniz de alta absortividad y un caloducto
para proveer la refrigeración adecuada, figura A3.1. La emisión propia se tiene en cuenta al
calibrar mediante horno negro, ya que depende de la temperatura en la superficie sensible, que a
su vez puede calcularse a partir de las dos temperaturas medidas. Igualmente se corrigen
desviaciones de la absortividad unitaria. La circuitería incorporada proporciona directamente la
magnitud medida en kW/m2.
Protocolos de medida. Fiabilidad de los datos.
A fin de determinar la distribución de la irradiación mediante un aparato Fluxprobe, se diseñó e
instaló una red de medida de cobertura total, mostrada en la figura A3.2a. Comprende 105
taladros en las aletas de los tubos, dotado cada uno de su correspondiente aislamiento térmico
acabado en forma de cono. La figura A3.3 muestra el aspecto exterior de uno de los orificios
durante una lectura. La superficie total de los orificios es de tan sólo 1,4 x 10-2 m2, de forma que
la alteración debida a pérdidas de calor y entradas de aire a la cámara se considera despreciable.
La experiencia acumulada en campo puso de manifiesto aspectos no triviales sobre el protocolo
a seguir, la utilidad de los resultados y las limitaciones del método. Podemos resumirlos en los
siguientes puntos.
1) Planes de medida. Es importante acortar el tiempo que dura una serie de medidas, ya que se
pretende que el mapa obtenido refleje la distribución instantánea de la irradiación sobre las
paredes. Al disponerse de un único instrumento, la lectura en todos los orificios consume
demasiado tiempo (en torno a las dos horas, con dos operarios). Consecuentemente, sólo se
debe medirse en la red completa en ocasiones seleccionadas y con el propósito de obtener
perfiles de referencia. Para una determinación rápida del mapa de calor incidente, se diseñó un
plan simplificado que utiliza 40 orificios en la pared trasera y está representado en la figura
A3.2b. Si lo que se intenta detectar es la posición vertical del máximo de irradiación, el esquema
rápido resulta equivalente al completo y el intervalo de medida se reduce a menos de una hora. A
su vez, el análisis de los datos obtenidos demuestra que un plan de 20 orificios en la pared
trasera es prácticamente equivalente al plan anterior con un tiempo de lectura inferior a media
hora. En otras palabras, la relación tiempo y recursos consumidos frente a información obtenida
es favorable a los planes simplificados, que permiten determinar el perfil vertical de irradiación.
Obviamente, sí se están perdiendo ciertos matices (asimetrías, distribución en paredes laterales),
pero se gana fiabilidad al poder realizarse mayor número de lecturas.
2) Estabilidad. Mientras dura una lectura, las condiciones en el interior del hogar han de
permanecer estables. Un control completo de todos los parámetros que pueden intervenir es por
supuesto irrealizable. Es posible no obstante aproximar los requerimientos de estabilidad en
términos de magnitudes medidas en caldera, como resume la siguiente tabla.
CONDICIONES DATOS
Carga de la unidad. Potencia eléctrica bruta
Distribución de fuegos Velocidad relativa de los alimentadores.
Estabilidad en por filas y quemadores Quemadores aislados según parte manual.
aislados.
Combustibles Caudal volumétrico de carbón.
Caudal de gas natural.
Aire de combustión. Exceso de oxígeno salida caldera.
Quemadores aislados según parte manual.
Soplados de pared Codificación de sopladores de pared
Ausencia de Grandes variaciones en Integral o promedio del flujo de calor
el depósito sobre los absorbido.
tubos.
Tabla A3.1. Condiciones de estabilidad durante las medidas de irradiación.
Los criterios de estabilidad en carga, distribución de filas de quemadores de carbón y caudal de
gas natural son los explicados en la sección 3.4. Para el caudal volumétrico de carbón y el
exceso de oxígeno se define la estabilidad como la ausencia de variaciones superiores al 10 % en
la señal. Para el estado de ensuciamiento, la condición es la ausencia de picos característicos de
caída de escoria en la señal global (promedio durante la primera etapa con 13 medidores,
integral para la red completa, v. apartado 3.5). Finalmente, los soplados de hogar se controlan a
través de las correspondientes señales lógicas y es preciso registrar la operación individual de los
quemadores (encendido/apagado, gas/carbón, posición del registro de aire) en un parte diseñado
para ello.
Dado que todos estos parámetros pueden variar rápidamente, la estabilidad es el motivo
principal para acortar la duración de las series. Como tiempo durante el que deben cumplirse los
criterios explicados se toma por exceso un intervalo que comienza media hora antes de la
primera lectura y termina al realizarse la última. Se anota cada medición y la hora en que ésta se
lleva a cabo. La aplicación de los requerimientos de estabilidad se realiza a posteriori, de forma
que se validan todas, parte o ninguna de las lecturas individuales. El orden de medida carece por
tanto de importancia, estableciéndose una secuencia de arriba a abajo por razones de
comodidad y tiempo.
3) Condiciones de referencia. Puesto que uno de los objetivos del estudio es determinar la
relación entre los parámetros de operación y el mapa de calor incidente que resulta, cada serie
de lecturas no está completa sino se especifican las condiciones bajo las que se midió. Estas son,
como ya se ha indicado en el punto anterior: carga (potencia bruta), distribución de fuegos por
filas (velocidades de alimentadores), estado de los 24 quemadores, consumo de gas natural,
exceso de oxígeno, características nominales del carbón y suciedad de las superficies dada por la
medida global de la red de aparatos. A pesar de no ser un parámetro de operación, es preciso
incluir esta última variable, ya que el aislamiento térmico que supone la acumulación de escoria
altera sin duda el perfil de temperaturas de llama y modifica en consecuencia el perfil de
irradiación.
- 5 mm
α °1
(a) (b)
(c)
Figura A3.4 Esquema de las fuentes de error en la medida de la irradiación.
4) Errores. La figura A3.4 esquematiza las diferentes fuentes de error que pueden intervenir en el
procedimiento de medida del calor incidente. En primer lugar (figura A3.4a) el diseño del aparato
no es totalmente adecuado a nuestra geometría de tubos de agua: el factor de visión del extremo
sensor con el interior del hogar no es la unidad: la caña se queda corta. En segundo lugar (figura
A3.4b), se observó tras cada medida un depósito pulverulento de ceniza que llega a ocultar
parcialmente la superficie sensible. Asimismo, también se detectó un visible deterioro a largo
plazo del barniz de absortividad unitaria. Todas estas circunstancias sugieren que la cifra obtenida
es en realidad ligeramente inferior a la magnitud real, ya que la electrónica del aparato supone
alta absortividad (>0,9, Land, 1984c) y una visión completa de 2π estereoradianes. Aunque no
es posible dar una estimación realista del error cometido, estos inconvenientes no alteran la
utilidad de la medida para determinar la distribución relativa del calor incidente, ya que la
desviación será aproximadamente constante para todas las lecturas de una misma serie.
No ocurre lo mismo con el inconveniente más importante. La gran acumulación de depósitos
sobre las paredes hace necesario limpiar los orificios mediante una pértiga metálica antes de
tomar la lectura. Dejando aparte las ocasiones en que la limpieza es imposible debido a la propia
tenacidad o plasticidad del depósito, la escoria que queda situada alrededor del orificio (figura
A3.4c) puede reducir el factor de visión de la superficie sensora, por lo que puede obtenerse una
lectura inferior a la real. El hecho se puso de manifiesto al encontrarse medidas de irradiación
claramente inconsistentes para orificios próximos. Se da además la circunstancia de que no
siempre es fácil apreciar la presencia de estos "túneles" de escoria desde fuera del hogar. Dada la
naturaleza del efecto, la magnitud del error variará desde cero hasta alterar por completo la
medida y será distinta según el grado de deposición en cada zona. En esto reside el problema: no
es posible discernir hasta qué punto una lectura en concreto es incorrecta, salvo que se trate de
un caso extremo o se observe suciedad en el punto de medida. La fusión de escorias severa
añade por tanto una fuerte componente de incertidumbre a la determinación del perfil de
irradiación. Con objeto de minimizarla, el protocolo de medida debe tener las siguientes
características:
1) El plan de medida ha de ser redundante, con más de un orificio en posición central a cada
altura del hogar, figura A3.2.
2) Hay que inspeccionar la limpieza de cada punto de medida e introducir en cualquier caso una
pértiga a fin de desalojar posibles acumulaciones de depósitos.
3) La serie ha de realizarse preferentemente en condiciones de superficies limpias o con poca
acumulación de depósitos. De las características de los fenómenos de escorificación (v. Capítulo
4) se deduce que un momento óptimo para realizar medidas es tras un soplado a carga inferior a
280 MWe mantenida tras carga plena durante más de cuatro horas, pues la limpieza de las
superficies está prácticamente asegurada. A potencia nominal, el único instante aconsejable es
tras la primera media hora a carga estable, momento en que la acumulación de depósitos en las
paredes es todavía limitada. Antes de comenzar las lecturas, es conveniente tomar en cuenta las
medidas de flujo de calor absorbido dadas por la red de sensores, que proporcionan una
distribución por zonas del grado de acumulación de los depósitos. Nótese que se elimina del
estudio la posibilidad de analizar el perfil de irradiación al aumentar la severidad de la
escorificación.
Señalemos que las perturbaciones en la medida del calor incidente o disponible debidas a la
acumulación de depósitos han sido descritas en otros trabajos (Anson et al., 1988; Marr et al,
1984; Winship et al., 1985), pero al parecer, se trata de situaciones de fusión de escorias mucho
más leve y los efectos negativos sobre el funcionamiento del sensor no han sido observados en
toda su extensión. Nuestra experiencia permite afirmar que en calderas con fusión de escorias
severa, cualquier tipo de instrumento sensor del calor incidente que implique una caña de medida
insertada en el hogar presentará el mismo inconveniente que se han encontrado para el Fluxprobe
y, como ya se indicó en la sección 2.1, la utilización en continuo se juzga a priori impracticable.
Censo de datos y evaluación previa.
Los datos disponibles comprenden un total de 40 series, tal como indica la tabla A3.2. Están
divididos en tres etapas. Antes de disponer de la instrumentación fija y de los datos del SAD se
tomaron 15 series de 40 lecturas y 1 medida completa. La segunda etapa coincide con la
primera fase de experimentos y consta de 14 series rápidas de 40 orificios y una de 105 lecturas.
Finalmente, se llevaron a cabo 9 series de 20 orificios durante las pruebas finales. La utilidad de
los datos según los estrictos criterios explicados más arriba se comenta a continuación.
La tabla A3.2a resume las condiciones de estabilidad durante la realización de cada serie. Salvo
excepciones, se observa que son dos las condiciones que frecuentemente no se cumplen. En
efecto, dada la larga duración de los planes de 40 y 105 lecturas, es muy difícil conseguir
condiciones estables en el flujo de calor absorbido en el hogar, es decir, en el estado de limpieza
de las paredes. Igualmente, el modo de operación casi continua de los sopladores agrava este
problema de inestabilidad. Puesto que nunca se toma una lectura junto a un soplador en
funcionamiento, es razonable despreciar la influencia propia del soplado sobre la medida. Sin
embargo, no es posible estimar a priori la alteración debida a la caída de depósitos, lo que obliga
a considerar con reservas la mayor parte de las series de 105 y 40 lecturas. Otras causas de
inestabilidad que obligan a rechazar parte o toda la serie son la pérdida de un molino
(relativamente frecuente en 1990 debido a las mezclas de carbón lavado) y oscilaciones del
exceso de oxígeno que indican un posible cambio de los flujos de aire. La variación de las
características del carbón (estimada por su caudal volumétrico) resultó despreciable en todos los
casos para los que se tienen datos en continuo, por lo que parece justificado suponer estabilidad
también para los datos de la primera etapa.
Las condiciones de operación bajo las que fue obtenida cada distribución se muestran en la tabla
A3.2b. Por brevedad, sólo se explicitan la carga y la disposición de fuegos de carbón por filas.
Es obvio que la cantidad de información disponible no basta para un análisis profundo de cada
uno de los factores que en principio entran en juego, lo que puede dar idea del alto coste que
supondría un estudio de esta clase. Para condiciones como las características del carbón o la
operación separada de cada quemador, este planteamiento carece de sentido. La influencia de
los depósitos en el mapa de irradiación tampoco puede tratarse rigurosamente, ya que la mayor
parte de los datos provienen de observaciones visuales o de la medida promedio de la red
parcial de 13 sensores. A causa de los motivos ya comentados, las series de la última etapa
fueron tomadas nada más alcanzar la carga estable, por lo que todas corresponden a condiciones
de hogar limpio y tampoco reflejan la evolución según el estado de deposición. La mayoría de
las series se llevaron a cabo a carga nominal con distintas distribuciones de quemadores, lo que
permitirá en principio el análisis de las estrategias de redistribución de fuegos que se pretendía.
Será preciso tomar en cuenta para este análisis las demás condiciones de operación, que al variar
de unas series a otras pueden enmascarar las tendencias. También es posible el estudio de
rangos generales para la irradiación sobre las paredes de la cámara. Sólo en este último análisis
podemos esperar certeza estadística, dado el reducido número de datos para cada situación.
La principal limitación de los datos obtenidos se debe al efecto de los depósitos que fue descrito
antes. Después de eliminar las lecturas rechazadas en campo debido a suciedad en el orifico de
medida, casi todas las series presentan además valores incoherentemente bajos si se comparan
con la distribución conjunta. En principio, existe cierto criterio para determinar cuando una
lectura es incorrecta. El mapa de irradiación sobre cada pared debe ser similar a un paraboloide,
con un máximo próximo al centro y disminuyendo suavemente hacia la periferia. Cualquier
depresión centrada en torno a un punto de lectura indica por tanto un posible error. Sin
embargo, nada asegura que la distribución real no presente desviaciones de este comportamiento
teórico idealizado. Mediante un estudio de las medidas positivamente rechazadas debido a
suciedad, se adoptó el criterio de eliminar todos aquellos valores que violaran la condición en
más de unos 150 kW/m2. Esto permite eliminar errores, como el que presenta por ejemplo la
siguiente serie, obtenida de izquierda a derecha en los orificios del plano E (plan de 40 lecturas)
el 6 de julio de 1989: 290, 310, 295, 190, 350, 310 kW/m2. La tabla A.3.2 indica el número
total de medidas descartadas en cada serie.
Como fácilmente se comprenderá, el procedimiento no da ninguna seguridad acerca de la
bondad de las lecturas retenidas. Además, la magnitud de los posibles errores no eliminados
variará de unos puntos a otros según el grado de acumulación de los depósitos. Por otro lado, la
alteración es casi exclusiva de los orificios centrales por debajo del plano D de sopladores (103
de un total de 108 lecturas deshechadas), y el efecto se sigue observando incluso en condiciones
de caldera limpia según la medida global (planes de 20 lecturas). Aunque la cantidad absoluta de
información perdida es pequeña (7%), resulta que pertenece precisamente a los puntos más
representativos. Todas estas circunstancias hacen que incluso la determinación de los perfiles
relativos de calor incidente sea dudosa y las conclusiones se limiten a estimaciones cualitativas.
Finalmente, una nota positiva. La obstrucción u ocultamiento parcial de orificios de medida de la
irradiación es un indicador del grado de acumulación de los depósitos. Aun no poseyendo la
información necesaria para llegar a conclusiones sistemáticas, nótese como el comportamiento
espacial y temporal descrito en el párrafo anterior constituye la confirmación experimental más
directa del análisis de los fenómenos de escorificación efectuado en el Capítulo 4 a través de las
las medidas de flujo de calor absorbido.
CONDICIONES DE ESTABILIDAD
Nª DIA HORAS PLA ND MW F Q C GN O2 DEP SOP
N
1 22AGO88 11:15 13:29 40 4 NO ? ? ? ? NO ? ?
2 24AGO88 11:32 12:46 40 5 SI ? ? ? ? SI ? ?
3 25AGO88 11:23 13:50 105 4 SI ? ? ? ? SI ? ?
4 26AGO88 11:38 12:46 40 0 SI SI ? ? ? SI ? ?
5 31AGO88 12:16 13:36 40 2 SI ? ? ? ? SI ? ?
6 01SEP88 11:49 12:54 40 0 SI ? ? ? ? SI ? ?
7 12SEP88 11:40 12:42 40 0 SI SI SI ? SI SI ? ?
8 12SEP88 12:54 13:55 40 0 SI SI SI ? SI SI ? ?
9 15SEP88 12:19 13:17 40 2 ¿SI? ¿SI? ¿SI? ? ¿SI? ¿SI? ? ?
10 15SEP88 13:22 14:12 40 1 NO NO NO ? NO NO ? ?
11 16SEP88 11:24 12:22 40 1 SI SI SI ? SI SI ? ?
12 20SEP88 12:13 13:06 40 0 SI NO NO ? NO ? ? ?
13 21SEP88 11:51 12:49 40 0 SI ˜ SI ˜ SI ? NO SI ? ?
14 21SEP88 13:01 13:56 40 2 SI SI SI ? SI SI ? ?
15 23SEP88 11:17 12:21 40 1 SI SI SI ? SI SI ? ?
16 04OCT88 12:43 13:47 40 8 SI SI SI ? SI SI ? NO
17 29NOV88 11:47 12:40 40 0 SI SI SI SI SI SI NO NO
18 29NOV88 12:43 13:25 40 0 SI SI SI SI SI SI SI SI
19 02DIC88 08:50 09:41 40 2 SI SI SI SI SI SI NO NO
20 07DIC88 20:32 21:34 40 4 SI SI P SI P SI NO ?
21 08DIC88 17:35 18:42 40 3 SI SI SI SI SI SI NO NO
22 13DIC88 13:10 14:09 40 4 SI NO NO SI NO NO SI NO
23 28DIC88 13:06 14:06 40 6 SI SI P SI P SI NO NO
24 09FEB89 13:19 14:16 40 2 SI SI SI SI SI SI NO NO
25 10FEB89 11:43 12:47 40 3 SI SI SI SI SI NO SI SI
26 14FEB89 10:54 12:28 40 6 SI SI SI SI SI NO SI SI
27 15FEB89 12:12 13:10 40 3 SI SI SI SI SI SI NO NO
28 16FEB89 12:25 13:51 40 4 SI SI SI SI SI SI NO NO
29 17FEB89 10:50 11:50 40 4 SI SI SI SI SI SI NO NO
30 19APR89 10:50 14:15 105 7 SI SI SI SI SI SI NO NO
31 06JUL89 10:49 12:03 40 4 SI SI SI SI SI SI ? ?
32 26FEB90 07:55 08:41 20 0 P P P SI P P SI SI
33 26FEB90 11:25 12:04 20 2 P P P SI P P SI SI
34 05MAR90 09:25 10:00 20 0 SI SI SI SI SI SI SI SI
35 07MAR90 19:28 20:00 20 2 SI SI SI SI SI SI SI SI
36 19MAR90 18:13 18:50 20 2 SI SI SI SI SI SI SI SI
37 26MAR90 10:15 10:40 20 0 SI SI SI SI SI NO SI SI
38 02ABR90 09:29 10:08 20 8 SI SI SI SI SI SI SI SI
39 02ABR90 11:48 12:24 20 7 SI SI SI SI SI SI SI SI
40 16ABR90 10:44 11:21 20 5 SI SI SI SI SI SI SI SI
Tabla A3.2a. Censo de datos: estabilidad. Clave: P: parte de las lecturas en condiciones
estables; ND: número de medidas rechazadas; MW: carga de la caldera; F: quemadores de
carbón por filas; Q: quemadores aislados; C: características del carbón; GN: caudal de gas
natural; O2: concentración de oxígeno a la salida de la caldera; DEP: estado de suciedad de las
paredes; SOP: soplados de hogar.
CONDICIONES DE OPERACION
Nª DIA HORAS PLA ND MW F Q C GN O2 DEP
N
1 22AGO88 11:15 13:29 40 4 ? ? ? ? MAN
2 24AGO88 11:32 12:46 40 5 350 ? ? ? ? CON MAN
3 25AGO88 11:23 13:50 105 4 350 ? ? ? ? CON MAN
4 26AGO88 11:38 12:46 40 0 300 A ? ? ? CON ?
5 31AGO88 12:16 13:36 40 2 350 ? ? ? ? CON MAN
6 01SEP88 11:49 12:54 40 0 350 ? ? ? ? CON MAN
7 12SEP88 11:40 12:42 40 0 350 I CON ? CON CON MAN
8 12SEP88 12:54 13:55 40 0 350 I CON ? CON CON MAN
9 15SEP88 12:19 13:17 40 2 350 I CON ? CON CON MAN
10 15SEP88 13:22 14:12 40 1 ? MAN
11 16SEP88 11:24 12:22 40 1 210 a,c CON ? CON CON ?
12 20SEP88 12:13 13:06 40 0 210 ? ? ?
13 21SEP88 11:51 12:49 40 0 350 E CON ? CON MAN
14 21SEP88 13:01 13:56 40 2 350 E CON ? CON CON MAN
15 23SEP88 11:17 12:21 40 1 350 E CON ? CON CON MAN
16 04OCT88 12:43 13:47 40 8 350 I CON ? CON CON MAN
17 29NOV88 11:47 12:40 40 0 285 F CON CON CON CON CON
18 29NOV88 12:43 13:25 40 0 285 F CON CON CON CON CON
19 02DIC88 08:50 09:41 40 2 354 I CON CON CON CON CON
20 07DIC88 20:32 21:34 40 4 353 I CON CON CON CON CON
21 08DIC88 17:35 18:42 40 3 353 I CON CON CON CON CON
22 13DIC88 13:10 14:09 40 4 350 CON CON
23 28DIC88 13:06 14:06 40 6 354 I CON CON CON CON CON
24 09FEB89 13:19 14:16 40 2 352 B CON CON CON CON CON
25 10FEB89 11:43 12:47 40 3 354 E,B CON CON CON CON
26 14FEB89 10:54 12:28 40 6 353 F,B CON CON CON CON
27 15FEB89 12:12 13:10 40 3 353 I CON CON CON CON CON
28 16FEB89 12:25 13:51 40 4 353 I CON CON CON CON CON
29 17FEB89 10:50 11:50 40 4 353 F CON CON CON CON CON
30 19APR89 10:50 14:15 105 7 353 I CON CON CON CON CON
31 06JUL89 10:49 12:03 40 4 350 I CON CON CON CON MAN
32 26FEB90 07:55 08:41 20 0 350 I CON CON CON CON CON
33 26FEB90 11:25 12:04 20 2 351 I CON CON CON CON CON
34 05MAR90 09:25 10:00 20 0 352 I CON CON CON CON CON
35 07MAR90 19:28 20:00 20 2 353 F,B CON CON CON CON CON
36 19MAR90 18:13 18:50 20 2 354 E CON CON CON CON CON
37 26MAR90 10:15 10:40 20 0 354 A CON CON CON CON
38 02ABR90 09:29 10:08 20 8 353 I CON CON CON CON CON
39 02ABR90 11:48 12:24 20 7 353 F CON CON CON CON CON
40 16ABR90 10:44 11:21 20 5 353 I CON CON CON CON CON
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