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SÍMBOLOS DE FRATERNIDAD
(Sacramentología para empezar)
Jose I. González Faus

A. LA REALIDAD SACRAMENTAL......................................................................... 5
1. Sacramentos para los hombres .......................................................................... 5
2. Sacramento y rito ................................................................................................ 6
3. Pluralidad de Dios, sacramentalidad de lo real ............................................... 7
4. Sacramentos e Iglesia .............................................................................. 9
5. En conclusión .......................................................................................... 10
B. DOS SACRAMENTOS Y CINCO METÁFORAS VIVAS .................................... 15
1. Bautismo: sacramento de la filiación divina ...................................................
15
2. Eucaristía: sacramento de la fraternidad ..........................................................
20
3. La metáfora del cuajar ......................................................................................
28
4. La metáfora del abrazo al que regresa ...................................................
30
5. La metáfora de las manos ......................................................................
36
6. La metáfora del beso .............................................................................
39
7. La metáfora de la noche ........................................................................
41
C. CONCLUSIÓN: GRATUIDAD Y LUCHA POR LA JUSTICIA ............................ 43
Tomo prestados el título y subtitulo de este Cuaderno. El primero
a Pepe Castillo que habló hace ya tiempo de “símbolos de liber-
tad”: aquí quisiera indicar que la verdadera libertad es la de la
fraternidad. Y el subtítulo a J. R. Busto (“Cristología para empe-
zar”): para subrayar que el Cuaderno no es un tratado completo
sino sólo una iniciación, atenta sobre todo a dos cosas: recupe-
rar aquello más medular de la tradición teológica sobre los
sacramentos, despojándolo de muchas adherencias no tan
necesarias, y destacar lo que me parece más necesario para
hoy, y capaz de reavivar la lánguida vida sacramental del
momento.

Extraordinario
25 años de Cristianisme i Justícia

José I. González Faus, S.J. es Responsable del Área Teológica de


Cristianisme i Justícia.

INTERNET: www.fespinal.com • Dibujo de la portada: Roger Torres • Edita CRISTIA-


NISME I JUSTÍCIA • R. de Llúria, 13 - 08010 Barcelona • tel: 93 317 23 38 • fax: 93
317 10 94 • info@fespinal.com • Imprime: Estilo Estugraf Impresores, S.L. • ISSN: 0214-
6509 • ISBN: 84-9730-128-5 • Depósito Legal: M-4366-2006 • Febrero 2006
PARTE 1ª
A. LA REALIDAD SACRAMENTAL

Esta primera parte es un poco más teórica que la siguiente; pero razones
de lógica expositiva exigen comenzar por ella. El lector menos avezado a
consideraciones teóricas puede comenzar el Cuaderno por la segunda
parte y pasar luego a ésta. Por si se hace así, resumo en cinco tesis lo que
intenta decir este capítulo:
1. La realidad es intrínsecamente simbólica (se la podría llamar “sacra-
mental” en un sentido muy lato).
2. Por eso la vida humana está plagada de acontecimientos significativos
(o “sacramentos” laicos) que, en horas densas y ricas de la vida, señalan
más allá de su materialidad.
3. Por eso, nuestra relación con Dios, en los momentos más significati-
vos de la vida de fe, se activa de manera sacramental (en sentido estricto
del término).
4. Si las cosas son así, los sacramentos no pueden ser ritos con los que
“comprar” a Dios. Son dones de Dios a los hombres que se reciben al cele-
brarlos.
5. Y si las cosas son así, la inevitable regulación que todo acto comuni-
tario necesita, no puede convertirse en un ritualismo rubricista y leguleyo,
que impida cumplir la voluntad de Dios, por acogerse a tradiciones huma-
nas.

1. Sacramentos para los hombres Fijémonos en las palabras subraya-


das en la cita: el misterio oculto de Dios,
“La esencia de los sacramentos con-
que ha participado y participa en el dra-
siste en manifestar mediante signos sen-
ma de la historia, y anuncia en él un
sibles el misterio oculto de Dios, en pro-
más-allá invisible. Cuando ese anuncio
clamar ante la faz del mundo la
se verifica a través de signos sensibles,
participación de Dios en el drama de la
se llama a esos signos sacramentos, pa-
historia y en anunciar en el reino de las
labra en la que se conjugan hoy dos sig-
cosas visibles al Invisible, mostrando el
nificados: el de misterio y el de señal.
camino hacia Él”1.
5
De ese texto se sigue una primera ye un poder particular para volver pro-
consecuencia fundamental: los sacra- picia a la divinidad2, mientras que el sa-
mentos no son ritos para agradar a cramento actúa a través de su signifi-
Dios y conseguir así algo de Él. Esa es cado y de lo que simboliza (con otro
la concepción pagana del culto que per- axioma clásico: “sacramenta significan-
dura en las cabezas de muchos cristia- do causant”). Porque, en el sacramento,
nos, y que intereses de poder clerical el símbolo no es algo diferente de la re-
descuidan corregir. alidad simbolizada, sino la forma de
Pero esa concepción contradice un aparecer de ésta.
axioma fundamental de la teología clá-
Entre los humanos es normal que los
sica: “sacramenta propter homines”: los
grandes símbolos acaben ritualizándo-
sacramentos son para los hombres (no
se muchas veces: un beso de llegada o
para Dios quien, según otro axioma de
despedida es un mero rito cortés que
la teología clásica, “no está ligado a los
deriva de un símbolo muy expresivo
sacramentos”). Los sacramentos son
pero que en el rito se ha trivializado.
símbolos que nos expresan y nos comu-
Esto ha ocurrido también con fre-
nican la dimensión más honda de la re-
cuencia en los sacramentos: unas ve-
lación de Dios con nosotros y de nues-
ces (en sociedades más creyentes) por
tra vida con Dios. Y esa dimensión es
la rutina de la repetición. Otras veces
doble: Dios es nuestra condición de po-
(en sociedades más paganas) por la
sibilidad (“en Él vivimos, nos movemos
presencia vg. en bodas y bautizos, de
y existimos”), pero además Dios ha que-
gentes a las que la dimensión simbó-
rido dársenos amorosamente y ese
lica creyente de los gestos no les dice
Amor acabará triunfando y realizándo-
–ni les importa– nada; y acuden allí
se, por lo menos al final de la historia.
sólo para celebrar una etiqueta social,
para lucir un vestido (nuevo o alquila-
do para la ocasión) o para participar en
los sacramentos una buena comida que seguirá... Esto
deja planteada la pregunta de si, para
no son ritos recuperar la dimensión significativa
para agradar a Dios de los sacramentos, no sería impres-
y conseguir así cindible reinstaurar una cierta “disci-
algo de Él plina del arcano” que permitiese vivir
auténticamente los símbolos3.

Una última aclaración: al decir que


los sacramentos actúan “al significar”,
2. Sacramento y rito no se está negando la otra tesis de la te-
ología clásica conocida como “opus
La diferencia fundamental entre el operatum”: los sacramentos actúan por
sacramento y el rito es que a éste, aun- sí mismos, por lo que hacen. Esta tesis
que no nos signifique nada, se le atribu- mal entendida contribuyó sin querer a
6
esa concepción mágica de los sacra- 1) Desde la concepción trinitaria (o
mentos que hemos denunciado. Pero en mejor: triunitaria) de Dios, debemos
la teología clásica, el opus operatum no decir que a la Plenitud del Ser le perte-
se contraponía al significado del gesto, nece necesariamente el expresarse to-
sino a lo que se llamó opus operantis: talmente a Sí mismo y el poseerse ple-
se quería decir así que los sacramentos namente en esa comunicación de Sí.
actúan por lo que en ellos se hace y no Esto nos enseña además que la suma
por quién lo hace. Ahora bien: el signi- simplicidad y unidad de Dios no es la
ficado del gesto o de los elementos em- carencia de pluralidad, sino que en la
pleados en él, pertenece a lo que se ha- plena unidad de Dios se da una diferen-
ce, no a quien lo hace. ciación relacional (Padre, Hijo y
Y si los sacramentos no son ritos aje- Espíritu decimos con nuestras pobres
nos a los hombres sino que son para los palabras) y, en este sentido, una plurali-
hombres, y actúan significando, se com- dad.
prende la verdad y la seriedad de estas
palabras de Joan Chittister: “No tene-
mos derecho a reducir los sacramentos,
en nombre de la tradición, a una rutina hay sacramentos
cuya seguridad deja al pueblo seco”4. porque todo
Cumplir eso es lo que intenta este es más de lo que es
Cuaderno. y porque Dios
es como es
3. Pluralidad de Dios: sacramen-
talidad de lo real
Para ese intento necesitamos recu- De ahí se deduce que, si el Ser
perar teológicamente la dimensión sim- Creador es así, el ser creado tiende tam-
bólica del sacramento. Esta no se debe bién a expresarse a sí mismo y, por eso,
a una arbitrariedad de Dios o de la es necesariamente simbólico: “referen-
Iglesia, sino 1) a la constitución misma cial”. Esto se percibe mejor en los nive-
de nuestra realidad que, en su última les más altos de ser, como es la vida: vi-
profundidad, es siempre simbólica. Y 2) vir es expresarse y encontrarse a sí
a que Dios, en su absoluta Trascen- mismo al hacerlo. Pero es importante
dencia (que no desaparece por Su en- destacar que todo lo que percibimos co-
trega a los hombres) no puede ser con- mo real remite a algo más allá de sí mis-
ceptualizado por nosotros, pero sí mo, y que sin esa referencia y ese algo,
puede ser simbolizado. Podríamos decir lo real no tendría su atractivo, pues per-
que hay sacramentos porque todo es dería su promesa5. Entendido desde
más de lo que es y porque Dios es co- aquí, el símbolo es “la forma más alta
mo es. Eso es lo que intentaremos ex- de representación de una realidad por
plicar en este apartado. otra”6.

7
Pues bien: cuando esta referencia de Por la misteriosa interrelación de to-
las cosas, señala hacia su dimensión do, la realidad sugiere preguntas, evoca
más profunda, hablamos simplemente relaciones, abre novedades, promete
de simbolismo; el ejemplo más manido metas. Y cuando más calidad tiene
es el de la relación sexual auténtica, co- aquello que nos atrae, a más grandes co-
mo símbolo, expresión y también causa sas remite. Cuando Nietzsche escribe
del amor. Pero cuando esa referencia se- aquella frase tan citada: “todo placer pi-
ñala hacia la inmersión de las cosas en de eternidad” da un ejemplo de lo que
Dios (del que san Agustín decía aquello estamos diciendo: la realidad tiene cier-
de “más hondo en nosotros que nuestro to carácter de misterio abierto, de pro-
yo más hondo”), entonces hablamos de mesa sugerida, si conseguimos mirarla
sacramentalidad. Esto es lo que nos que- no como una mera presa sino con una
da por ver en este apartado. mirada respetuosa y atenta. A muchas
gentes, la experiencia del mar inagota-
ble o del desierto sobrecogedor, les sue-
na como un vago rumor de inmensida-
el cura des (“un goût d'éternité” cantaba una
en los sacramentos película francesa sobre el amor). Y es
no es precisamente esa constitución simbóli-
ca de la realidad la que hace que nos
un administrador sagrado aparezca como tan rica pero, a la vez,
de ritos mágicos que sea tan equivocado quedarse en ella
sola, sin intentar trascenderla hacia
aquello a que remite. La famosa frase de
Dostoievsky: “la belleza salvará al mun-
2.) Lo que ahora nos importa desta- do”, quiere decir en realidad que la be-
car es que, como ocurre tantas veces en lleza es anuncio de que el mundo tiene
las relaciones entre lo humano y lo salvación y puede ser salvado, a pesar
Divino, éste se inserta en la dimensión de su crueldad y su dificultad. Piénsese,
más profunda de aquél. Leonardo Boff como único ejemplo, en el “milagro”
habló con razón de que hay una “vida que ha podido llevar a cabo con la mú-
de los sacramentos” porque antes hay sica Carlinhos Brown en la “favela” de
unos “sacramentos de la vida”: pero aún Candeal.
podemos añadir que éstos no son sólo Pues bien: esa referencia a algo más,
unos momentos o gestos especiales y tan constitutiva de nuestra realidad (en
aislados, sino que toda la constitución un beso, en una música, en un recuerdo,
de la vida y de la realidad, entre noso- en un objeto bello) se actúa casi por ne-
tros, es referencial, simbólica. La reali- cesidad cuando queremos hablar de
dad es una “metáfora viva”, para decir- Dios. Dios que sigue siendo absoluta-
lo con un título afortunado de P. mente Trascendente en Su entrega, no
Ricoeur. Y lo es porque “el ser es sim- tiene otra manera de dársenos y de de-
bólico” (K. Rahner). círsenos que a través de signos7. Es útil
8
evocar aquí el título de la tesis doctoral cal”: el Vaticano II la definió como “sa-
de E. Schillebeeckx publicada en 1952: cramento de salvación”. Por eso recor-
“La economía sacramental de la salva- dábamos en un Cuaderno anterior que
ción”. Ese título significa: la relación Iglesia no significa “sinagoga” (o insti-
salvadora de Dios con los hombres se tución simplemente cúltica) sino
verifica de manera “sacramental”: mis- “asamblea”: pueblo reunido para hacer
teriosamente simbólica. presente en la historia la intervención
Se percibe desde aquí que el ejem- salvadora de Dios en ella. Por eso hay
plo antes puesto del acto amoroso no es en la Iglesia sacramentos: señales que,
del todo suficiente a pesar de su pro- en medio de esta dura historia permiten
fundidad, porque es demasiado particu- celebrar “los gozos y las esperanzas” y
lar: falta en él un elemento fundamental acompañar “los dolores y las angustias”
en la teología de los sacramentos, cual (GS 1) del caminar de los hombres por
es la referencia a la historia y al pueblo el tiempo; señales que brotan, por así
o la comunidad. Más pedagógico puede decir, de la conjunción y de la presencia
ser el ejemplo de una fiesta popular: si del ser de la Iglesia en los momentos
a alguien le sirve, recuerde aquellas an- más hondos y más decisivos de la vida
tiguas “fiestas del PC”, sobre todo las humana y creyente.
celebradas (si era posible celebrarlas) en
Pero ya dijimos que nuestra condición
situaciones de clandestinidad: todos los
humana y la naturaleza misma de lo
actos que constituían la fiesta (cantos,
simbólico, conllevan además la pre-
discursos, comidas en común...) se con-
sencia de toda una constelación de ri-
vertían allí en símbolos de un mañana
tos, o un “universo simbólico” en tor-
con paz, libertad, justicia y alegría para
no a cada símbolo. Estos rituales no
todos, un mañana que anunciaba una de
deberían degradarse en rutina sino
las dimensiones más hondas y verdade-
más bien ayudar a adentrase en el co-
ras del ser humano. Así se ponía en ac-
razón mismo del símbolo, potencian-
to aquello que poetizó Víctor Jara: “si se
do su expresividad y su capacidad sig-
calla el cantor, mueren las rosas”. La sa-
nificativa. Por decirlo con el ejemplo
cramentalidad es como la luz que, en el
antes evocado: la relación sexual de
túnel angosto y oscuro de nuestra histo-
amor, conlleva toda una constelación
ria cruel y plagada de víctimas, señala
de signos y ritos (preparación, caricia,
hacia otra dimensión diferente.
acercamiento progresivo, palabras ca-
riñosas...) que configuran todo un uni-
verso expresivo, y dan realce simbóli-
4. Sacramentos e Iglesia co al hecho de la unión.
Porque nuestra realidad es así, y así Pues bien: algo parecido ocurre en los
es la relación de Dios con los hombres, sacramentos: el símbolo suele ir
por eso la Iglesia (en cuanto es Palabra acompañado y orquestado por mil pe-
y realidad que apuntan a una relación queños ritos o metáforas menores. Por
salvadora de Dios con los hombres) ha ejemplo: el agua en el bautismo suele
sido llamada también “sacramento radi- ir acompañada por la luz, la sal, la ves-
9
tidura blanca. La Cena del Señor va por razones meramente prácticas quien
siempre acompañada de la escucha administra el bautismo, pero la Iglesia
previa de la Palabra; muchas veces, ha reconocido siempre la validez del
además, de un abrazo y cantos... Este bautismo administrado por cualquier
ritual debe mantener su funcionalidad cristiano. También la unción de los en-
y no convertirse en una especie de re- fermos (en la medida en que pueda fun-
ceta o fórmula mágica con que “agra- darse en el texto de la carta de Santiago
dar al dios”. Precisamente por eso, los sobre los enfermos) es descrita allí co-
antiguos se ocuparon de buscar en ca- mo “oración de la Iglesia”... etc.
da sacramento ese “corazón mismo
del símbolo” al que llamaron materia
y forma del sacramento, es decir: 5. En conclusión
aquello que le da toda su realidad, y al Hemos intentado recuperar en esta
que los otros ritos sólo deben dar más primera parte tres axiomas de la teolo-
relieve sin opacarlo nunca. Por raras gía clásica: que los sacramentos son pa-
que sean las palabras (materia y for- ra los hombres, que Dios no está ligado
ma) podemos entender que no es bue- a ellos y que los sacramentos causan
no que un ceremonial recargado des- “significando” (o: son eficaces mani-
víe la atención de aquello que es festando su significado). Pero hemos
medular en los sacramentos: sería co- aplicado esos principios desde la teolo-
mo si la flecha que nos señala un ca- gía postconciliar que ve a los sacra-
mino estuviera tan llena de adornos, mentos brotando de la constitución sa-
colores, grafitti o arabescos, que nos cramental de la misma Iglesia (y de la
hiciera olvidar por dónde y a dónde realidad, hemos añadido nosotros en un
hemos de ir. sentido más amplio).
De lo dicho se deduce algo impor- En la parte siguiente vamos a ver
tante: el cura en los sacramentos no es cómo todo eso se actúa de manera es-
un administrador sagrado de ritos má- pecial en los momentos decisivos, o en
gicos: es mas bien un testigo o repre- la toma de actitudes y orientaciones de-
sentante necesario para garantizar la cisivas, que caracterizan toda vida hu-
eclesialidad del sacramento, al empal- mana creyente. Encontraremos allí los
marlo con el Sacramento originario que clásicos “siete sacramentos” que ahora
es la Iglesia total. Por eso, no es el cura pasaremos a exponer. Por lo que hace al
el que casa (ni puede tener ningún sen- número de siete, no entramos en las dis-
tido esa frase), sino los contrayentes los cusiones de la tradición que, ante la di-
que se administran el sacramento del ficultad de mostrar por los textos bíbli-
matrimonio. Tampoco es el cura solo el cos que Jesús instituyó expresamente
que consagra sino toda la comunidad siete sacramentos, acabó fijándolo con
con él. Ni es el cura solo el que absuel- un argumento de “prescripción teológi-
ve sino que en la penitencia actúa como ca” (“siempre fue así” y ahora ya ha
representante de la Iglesia que reconci- prescrito). Un argumento que no puede
lia al pecador consigo. El cura suele ser tener valor cuando nunca se ha pregun-
10
tado nada en sentido contrario. zadoras y más santificadoras de toda vi-
Quedémonos pues simplemente con da humana). Los otros cinco sacramen-
que siete era en la simbología antigua el tos son como resonancias que brotan de
número de la totalidad: suma del tres esos dos. Por eso, y aunque no negue-
que representa a Dios y el cuatro que re- mos su carácter sacramental en el senti-
presenta al mundo por los cuatro puntos do clásico, vamos a reservar la palabra
del horizonte. Es un modo de decir que sacramento para los dos primeros (bau-
la realidad sacramental envuelve la to- tismo y eucaristía) a los que dedicare-
talidad de nuestra vida creyente. mos mucho más espacio. De los otros
Pero entre esos siete hay dos fun- cinco hablaremos en este Cuaderno co-
damentales. Santo Tomás los llamó sa- mo “metáforas vivas” (pero, repito, no
cramento de la fe, y sacramento de la por razones teológicas sino sólo por ra-
caridad (las dos actitudes más humani- zones pedagógicas).

Es peligroso promover a las dignidades eclesiásticas a quien todavía no


ha adquirido una caridad plena, por más virtudes que parezca tener en
lo demás

(San Bernardo, In Canticum, 18,6)

11
PARTE 2ª
B. DOS SACRAMENTOS Y CINCO METÁFORAS VIVAS

Hemos dicho en la parte anterior que los sacramentos no eran propia-


mente ritos sino celebraciones. Puede surgir entonces la pregunta que
atraviesa toda la novela más conocida de A. Camus (La Peste), que es una
parábola de nuestro mundo: ¿Es posible celebrar algo en una ciudad infes-
tada por la peste? Una de las respuestas a esa pregunta nos dice que al
menos es posible celebrar la posibilidad y el anuncio del fin de la peste.
Con eso entramos en los dos primeros sacramentos.

1. BAUTISMO: SACRAMENTO DE LA FILIACIÓN DIVINA

A la teología bautismal le ha hecho tiano en el arca de Noé: pues en ella los


un enorme daño la imagen, derivada de hombres fueron salvados del agua del
la explicación agustiniana del pecado diluvio, y se salvaron “por el agua” (es
original, que miraba al agua como agen- decir: porque era el agua la que hacía
te de limpieza, por el lavado. En el flotar al arca en medio de la inundación:
mundo antiguo el significado principal cf. 1 Pe 3,20-21).
del agua no era el de la limpieza de man- El agua es pues un símbolo elemen-
chas, sino el de fuente de muerte y de vi- tal y universal de muerte y de vida. En
da. La primera carta de Pedro (conside- ella puedes ahogarte (como muchos
rada por muchos como una catequesis otros); pero de ella brota la vida (y aho-
bautismal), rechaza esa imagen del la- ra nuestros astrónomos buscan agua por
vado y ve un símbolo del bautismo cris- otros planetas como la mejor prueba de
15
que allí puede haber o quizás hubo vi- (Hch 2,38). El bautismo, en el medio de
da). En el agua se muere y del agua se la frase, vincula la vida vieja que se de-
renace. Esta experiencia tan humana pa- ja, con la nueva forma de vida en Cristo.
sa en el bautismo a simbolizar que ha- Y de aquí brotan dos observaciones
cerse cristiano es morir a una forma de importantes.
vida contraria a Dios y renacer a una a) En primer lugar: todo el ceremo-
vida en Dios (la cual no se refiere sólo nial restante del bautismo: la luz, el ves-
al más allá de nuestra muerte, sino tam- tido blanco (“revestíos de la nueva con-
bién a la anticipación de ese más allá en dición humana creada a imagen de
nuestra vida de hoy). Dios” dice la carta a los Efesios 4,23)...,
Por eso la forma primitiva del bau- tiene este mismo significado de la dia-
tismo –y la más exacta aunque menos léctica entre renuncia y recuperación
práctica– era la inmersión: sumergirse renovada. Fijémonos sólo en el rito que
hasta ser tragado por el agua, y resurgir más perdura y que es el de las llamadas
de ella revivido8. “promesas del bautismo”: éstas tienen
un primer elemento que suele designar-
se como “renuncia a Satanás”, es decir:
1.1. Ritual para adultos abolición de un modo de vivir centrado
en torno al egoísmo y la autoafirmación
En este contexto, y teniendo en absoluta, a costa de todo y de todos. Y
cuenta que en los comienzos del cristia- acompaña a esa renuncia una profesión
nismo el bautizo era siempre de adultos, de fe en el Dios que es amor y don de
entenderemos ahora la explicación que Sí (comunión de Padre, Hijo y Espíritu)
da san Pablo a los romanos9: y que por eso es vida y fuente de toda
– al bautizarse, el creyente muere a vida verdadera. El Dios, en cuyo nom-
una forma egoísta de vivir que había bre ha sido bautizado el niño (cf. Mt 28,
constituido su vida pagana anterior; 1911).
– y muere sumergiéndose en la vida b) Pero además: desde lo dicho se
entregada (= en la muerte) de Jesús. comprende el significado que tenía en
– Pero, igual que Cristo resucitó de ese bautismo de adultos el perdón de los
la muerte, el bautizado aparece renaci- pecados: es inseparable del cambio de
do a una forma nueva de vida que es la vida.
vida del Resucitado: la vida de “hijo de Pero ¿qué ocurrió? Al desaparecer el
Dios, que ahora “no ha nacido de la car- bautismo de adultos, la expresión “bau-
ne ni de la sangre ni del deseo sino de tizarse para remisión de los pecados”
Dios” (Jn 1,13). (Hchs 2,38) perdió sentido; y hubo que
Se muere, pues, al pecado y se rena- buscar un “pecado original” que quitar
ce a la vida en el Espíritu Santo de Dios. al niño, para que la expresión bíblica pu-
Es lo mismo que Lucas pone en labios diera seguir vigente. El pecado original
de san Pedro en la primera predicación es una realidad innegable; pero sólo
de la era cristiana: “cambiad de vida, y puede llamarse “pecado” en un sentido
bautizaos vinculándoos a Jesucristo”10 metafórico y, desde luego, no necesita
16
en el niño ningún perdón que le recon- mento en que éste podrá salir como tal
cilie con Dios. Dios no está enemistado y por sí mismo, a la vida humana.
con el niño, sino que le ama incondi- En ambos casos (adultos o niños)
cionalmente desde el primer instante de ése es el significado del símbolo del
su vida. agua. Pero con la diferencia de que el
adulto “se bautiza” y el niño “es bauti-
zado, es decir: en el bautismo de adul-
1.2. El bautismo de niños tos, es el bautizando el que decide mo-
Todo ese significado, tan vivo como rir a su vida anterior y el que contrae su
audaz y espléndido, queda enormemen- compromiso con la vida de Cristo.
te amortiguado en el actual bautismo de Mientras que el bautizo de los niños es,
infantes. Con esto no quiero decir que el en realidad, un compromiso que con-
bautismo de adultos sea la única forma traen los padres, de gestar aquella vida
posible: la iglesia primitiva aprendió incipiente como vida de un hijo de Dios.
que decisiones muy serias de la persona Si vale la expresión, en este caso son los
adulta están condicionadas por su in- padres los que “se bautizan como per-
fancia y su historia. Sólo afirmo que hay sona interpuesta”, para la cristificación
que ver cómo se devuelve al bautismo de su hijo.
de niños su verdadero significado, para
evitar esa concepción del pecado origi-
nal como si fuera una mancha misterio-
sa que el recién nacido carga consigo (y sumergirse
para que no se busque agustinianamen- hasta ser tragado
te la causa de esa mancha en el placer por el agua,
sexual unido al acto generador). y resurgir de ella
El agua está muy presente en el na- revivido
cimiento de la vida humana: sostenido
en el líquido amniótico durante el em-
barazo, el niño (a su nivel) siente algo
así como una muerte cuando la madre
“rompe aguas”; y lo expresa llorando, al
1.3. Consecuencias
aparecer en esta forma de vida que re-
sultará ser para él una vida nueva y muy Lo dicho hasta aquí, permite perci-
superior a la deficiente que poseía en el bir dos cosas:
seno materno. a) El poco o casi ningún sentido que
En paralelismo con eso podemos de- tienen muchos bautizos que se reducen
cir que, en el bautismo, los padres en- al rito insignificante e incomprensible
gendran una forma de vida nueva para de derramar un chorrito de agua sobre
su hijo, en la que éste habrá de vivir in- el niño, para explotar después en unas
merso como en un agua del amnios. Y formas de celebración configuradas con
desde el bautismo, van a ir gestando un criterios totalmente ajenos a los de la vi-
“hijo de Dios”, hasta que llegue el mo- da nueva en Cristo Jesús: consumo
17
desaforado, ostentación, superficiali- expresión más dura, pero jesuánica, de
dad... La iglesia debería ir procurando “no echar margaritas a los puercos” (Mt
que desaparezcan esas formas casi pa- 7,6), como si se hace mediante la fór-
ganas de bautismo, sin tranquilizarse mula ya citada Bonhoeffer, de una “dis-
con el argumento aparente de que, a tra- ciplina del arcano”, necesaria para los
vés de ellas, aumenta su número de fie- creyentes en un mundo no cristiano. Es
les (que no son tales). Y muchos cre- aquí donde la Iglesia no debe tener mie-
yentes indecisos (que a lo mejor do, sabiendo que Dios es mucho más
bautizan al niño “por si acaso” y pen- grande que ella.
sando que, aunque no sea verdad, “mal
tampoco le hará”), deberían ser tranqui- Con lo dicho no pretendemos reducir
lizados por la Iglesia respecto a la suer- los bautizos exclusivamente a la di-
te del niño aunque quede privado de ese mensión religiosa. Una noticia tan
rito: el niño no es un pecador ni, si mu- buena y tan increíble como la de nues-
riera, iba a ser juzgado como tal: es ob- tra filiación divina, es algo que mere-
jeto del amor de Dios aún más que del ce ser celebrado, y esa celebración de-
de sus padres; y su único pecado está en be llegar hasta lo corporal y lo
su total vulnerabilidad ante el egoísmo, material. De lo que se trata en las re-
incrustado y estructurado en mil formas flexiones anteriores es de que ese ele-
de convivencia sociales, familiares, cul- mento material no ahogue ni se coma
turales etc. Por eso también, y dado que ni sustituya a la verdadera dimensión
razones de demanda obligan a celebrar del bautismo; que no sustituya la li-
muchos bautizos a la vez (en los que bertad de los hijos de Dios por la es-
buena parte de asistentes ya no son cre- clavitud de los seguidores del “Corte
yentes y van allí a lucir un vestido o a Inglés”, creando muchas veces pro-
sacar fotos con su móvil y charlar en la blemas y angustias económicos a fa-
iglesia sin respeto alguno para la asam- milias que temen no estar “a la altura”
blea), sería recomendable al menos que de los criterios de “este mundo”, cuan-
el bautizo de niños no se haga sino a par- do lo que se celebra es precisamente
tir de los dos o tres años, cuando el ni- la muerte a esos criterios y la adop-
ño ya no llora por cualquier motivo y sin ción de los de la fraternidad cristiana.
saber por qué, arrastrando además al Así se evitaría que el sacramento del
mismo llanto estremecedor a todos los bautismo se convierta en lo que hoy es
infantes presentes... Y además tantas veces: un cuerpo sin alma.
b) se percibe a partir de lo dicho que Luego queda ya en manos de las fa-
la aparición en sociedad de formas de milias ir abriendo caminos en este sen-
“bautizo civil” (o celebraciones laicas tido (a lo mejor separando a veces la
del nacimiento del niño), no debe ser ceremonia cristiana del bautizo de una
vista por los cristianos como un ataque celebración material más amplia que
sino más bien como una preservación de englobe a creyentes y no creyentes).
la calidad y el significado del bautismo Volvamos ahora a la teología del bau-
cristiano, tanto si eso se formula con la tismo.

18
1.4. Dimensión eclesial del bautismo nos allí donde sean muchos los candi-
datos al bautismo puesto que, como
Y ¿qué pasa cuando el hombre “se hemos dicho, tiene el peligro de ir a
reviste de Cristo” que es lo mismo que dar a una ceremonia gregaria y rutina-
revestirse de la filiación divina? La res- ria, cuando puede haber circunstan-
puesta a esta cuestión se la daba san cias particulares que hagan aconseja-
Pablo a los gálatas: entonces “ya no hay ble una celebración más personal del
varón o mujer, señor ni esclavo, de mi bautismo. Ocurre aquí como con el ac-
religión y de la otra” (= judío o griego: to de fe: tan legítimo es decir “creo”,
Gal 3,28)12. La igualdad y la fraternidad, como “creemos”; en este caso la auto-
los dos ideales que traicionó la revolu- ridad romana ha preferido últimamen-
ción francesa brotan de la filiación divi- te la recitación de la fórmula de fe en
na del hombre, no de su señorío sobre singular, para garantizar la total liber-
el mundo (que siempre será fuente de tad de la profesión de fe. Pero la reci-
diferencias y enfrentamientos). Por eso tación comunitaria sigue siendo legí-
el bautismo nos constituye en comuni- tima y a veces conveniente. Lo que en
dad de hermanos o, como suele decirse, cualquier caso habría que evitar es que
los bautizos llamados “comunitarios”
implica nuestra “entrada en la Iglesia”.
se hagan así sólo por comodidad de los
Y al recolocar al niño en una comuni-
ministros de la Iglesia encargados de
dad de hijos de Dios y hermanos, se ellos. Pues ese grupo de familias que
compensa la participación de éste en el van a bautizar a sus hijos, tampoco
“pecado de origen” del género humano. significan suficientemente a la comu-
En cuanto comunidad de bautizados, nidad que recibe al nuevo “hijo de
la Iglesia es la comunidad de los que se Dios”: son ellos los que necesitan ser
saben hijos de Dios: de ahí que el deber recibidos y (en este sentido) el ideal
de la fraternidad sea en ella mucho ma- hoy imposible sería que los bautizos
yor que en cualquier otro grupo huma- tengan lugar en alguna reunión de la
no. Esto pedirá que en la Iglesia haya un asamblea parroquial: ello evitaría ade-
“sacramento de la fraternidad”, como más el protagonismo del ministro que
veremos ahora mismo. Y además: esto imparte el sacramento.
hace teológicamente razonable que el En cualquier caso, el sacramento de
bautismo pueda celebrarse no por sepa- la filiación nos lleva al sacramento de la
rado sino en grupo, visibilizando así el fraternidad. No ha sido infrecuente en la
carácter del bautismo como entrada en Iglesia que, cuando se trataba de un bau-
esa asamblea fraterna de los hijos de tizo de adultos convertidos, la celebra-
Dios que llamamos Iglesia. ción del bautismo fuera unida para el
Pero esta forma comunitaria no debe- candidato a su primera participación en
ría imponerse como ley, y mucho me- la eucaristía.

19
2. EUCARISTÍA: SACRAMENTO DE LA FRATERNIDAD DE CRISTO

San Juan concluye su relato de la pa- nuestro, sino porque nosotros, si acep-
sión diciendo que al ser atravesado por tamos el don que Él nos da, somos glo-
la lanza el costado de Jesús, salió de allí rificados al ofrecerlo (AH IV, 18,1). En
“sangre y agua” (19,34). Dada la so- este sentido, la eucaristía no es simple-
lemnidad con que lo narra y lo testifica, mente un acto cualquiera de culto, ni si-
y dada la constante intención simbólica quiera el más excelso: pues el culto que
del cuarto evangelio, algunos Padres de damos en ella lo hemos recibido y por
la Iglesia vieron ahí una alusión a la eu- eso lo agradecemos. Eso es lo que san
caristía y el bautismo. Del corazón de Pablo llamaba “un culto espiritual”
Jesús brota el agua que es fuente y se- (Rom 12,1).
ñal de vida, con la sangre, expresión de Según Ratzinger “la estructura cris-
la vida que se entrega hasta el final. Vida tiana del sacrificio viene dada por la re-
recibida y vida entregada equivalen a la cepción unida a la acción de gracias”13.
filiación y la fraternidad: el resumen de No es por tanto algo que damos nosotros
la obra de Dios en Jesucristo. sino que recibimos y agradecemos. Y
Quizá se comprenda más ahora la esto no se refleja hoy en el uso “anti-
palabra Eucaristía que etimológicamen- guo” de la palabra sacrificio, y en la es-
te significa acción de gracias. Este sig- tructura misma de la liturgia.
nificado sorprenderá a quienes conciban
la eucaristía primaria o exclusivamente
como una ofrenda o un sacrificio en los 2.1. Eucaristía y vida de Jesús
que, más que agradecer, obtenemos al- Efectivamente, en la eucaristía agra-
go. Sin embargo, el Nuevo Testamento decemos que aunque, de parte nuestra,
aclara repetidas veces que la eucaristía no tenemos nada que ofrecer a Dios dig-
sólo es acto de culto en cuanto que ce- no de Él, podemos ofrecerle la vida en-
lebra y agradece la superación de todos tregada de Jesús: vida entregada hasta la
los actos de culto que puede intentar el muerte, por amor a los hombres y con
hombre y que, según la carta a los la fuerza del Espíritu. Esa vida entrega-
Hebreos, no son más que “sombras”. da puso en acto una enseñanza funda-
La liturgia católica reza en uno de mental de los Profetas y del mismo
sus Prefacios o introducciones a la Jesús: “Dios quiere misericordia, no sa-
Plegaria Eucarística: “aunque Tú no ne- crificios”, aunque la misericordia pueda
cesitas nuestra alabanza ni te enriquecen exigir al ser humano los mayores sacri-
nuestras bendiciones, Tú mismo inspi- ficios (y en este mundo empecatado los
ras nuestra acción de gracias”. Y ya en exige muchas veces).
el siglo II, san Ireneo explicaba que la En la Eucaristía, por tanto, ofrece-
ofrenda de la Iglesia es agradable a Dios mos a Dios la Persona y la Vida de
no porque Él necesite ningún sacrifico
20
Jesús, y las ofrecemos a Dios recibién- único pan, del mismo modo los seres
dolas nosotros. Persona y Vida que el humanos, con nuestras distancias y di-
lenguaje semita designaba como versidades nos encontramos formando
Cuerpo y Sangre. Es doctrina estableci- un mismo cuerpo gracias a la Eucaristía
da que el pan y la copa, (el cuerpo y la (cf. Didachê, 10).
sangre) no fragmentan ni parcializan la Por tanto, si los cristianos no somos
realidad única del Señor, sino que son ante el mundo una señal visible y per-
dos símbolos de una misma realidad. La ceptible de fraternidad, algo muy serio
eucaristía es igualmente plena cuando falla en nuestras celebraciones eucarís-
se recibe bajo una o bajo las dos espe- ticas.
cies, como ha enseñado siempre la
Iglesia, y aunque la participación bajo
las dos especies de pan y vino, actuali- 2.3. Eucaristía y esperanza
za de manera mucho más visible todo el
Como sacramento de la fraternidad,
significado de la vida entregada del
la eucaristía es también un sacramento
Señor, por lo que diremos ahora mismo.
de esperanza, en un mundo donde la fra-
ternidad se halla destrozada y pisoteada
2.2. Eucaristía y fraternidad por el pecado. En efecto: no es casual
que Jesús celebre la Ultima Cena en la
Esa vida entregada de Jesús queda hora más desesperada de su vida, “la no-
condensada en el gesto de despedida che en que iba a ser entregado” como re-
que Jesús nos dejó y nos mandó actua- cuerda también la liturgia. Entregado
lizar. Como recapitulación, y como re- por uno de los suyos y condenado a
cepción, de la vida entregada de Jesús, muerte por los sacerdotes, en nombre de
la eucaristía es el sacramento de la fra- Dios y como blasfemo.
ternidad, igual que el bautismo es el sa- Pues bien: precisamente en esa no-
cramento de la filiación. che oscura, Jesús toma la decisión de ce-
La Iglesia, en efecto, ha calificado lebrar una cena con los suyos. Tanto si
siempre al Jueves Santo, que conme- Jesús aprovechó para eso la cena pas-
mora la institución de la Eucaristía, co- cual como si (según la cronología del
mo “ día del amor fraterno”. Y para san cuarto evangelio que parece más proba-
Pablo era muy importante destacar la ble) se trató de una comida distinta, la
profunda unidad (“corporal”) de todos invitación a una cena es siempre un ac-
los que participan en la Eucaristía, pre- to de celebración. Y la celebración, en
cisamente porque en ella “el pan que se momentos objetivamente desesperados,
parte no es más que uno”: la persona en- expresa una actitud de esperanza.
tregada del Señor (cf. 1 Cor 10, 17). Esa esperanza la fundamenta y la vi-
Según una oración muy conocida del si- sibiliza Jesús en el gesto que realiza du-
glo II, los primeros cristianos celebra- rante la Cena y que convierte a ésta en
ban agradecidos que así como los gra- memorial de su vida entregada, que ha-
nos de trigo desperdigados por los bía transcurrido “haciendo el bien y cu-
campos han sido unidos para formar un rando a los oprimidos” (Hchs 10,38):
21
aliviando el dolor humano y difundien- estableciendo cierta continuidad entre el
do la paz de Dios. dato de que al partir el pan éste se mul-
tiplica y la afirmación creyente de que
al partir el pan éste se cristifica: por eso,
2.4. Pan y vino dos discípulos que habían perdido la fe,
Por eso, para condensar su vida, “reconocen a Jesús al partir el pan”. Y
Jesús echa mano de los dos símbolos “la fracción del pan” queda en el Nuevo
más profundos y universales en las re- Testamento como una expresión delibe-
laciones humanas: el pan, símbolo de la radamente ambigua, de la que no siem-
necesidad, y la copa de vino, símbolo de pre es fácil adivinar si alude a la euca-
la alegría. Partir el pan equivale a com- ristía o a una mesa compartida.
partir la necesidad humana. Y pasar la El cuarto evangelio ha querido su-
copa equivale a comunicar la alegría14. brayar esa importancia del gesto, susti-
Ese doble gesto que es profundamente tuyendo la alusión al pan y al vino (que
humano y que simboliza tan bien la vi- ya había evocado antes, en su cap. 6),
da entregada de Jesús, se convierte en el por un gesto inequívoco de servicio co-
símbolo eficaz –sacramento– de Su pre- mo es el lavatorio de los pies. Sin servi-
sencia real entre los suyos, más allá de cio no hay eucaristía, nos quiere decir
la voluntad de quienes quieren acabar el cuarto evangelista, reaccionando con-
con Él y quitarlo de en medio. tra cualquier absolutización unilateral
Gracias a ese gesto el pan y el vino de la materia del pan y el vino. En esa
se “transubstancian”15 en aquello que es inversión de las relaciones humanas, que
la presencia del Dios Amor entre noso- dejan de ser relaciones de superioridad y
tros: la necesidad compartida y la ale- de dominación o exclusión para pasar a
gría comunicada. La liturgia católica ha ser relaciones de igualdad y servicio, es
vinculado siempre la transformación donde el pan y el vino cobran su carác-
del pan y el vino no sólo a la invocación ter de materia para el sacramento.
del Espíritu (epiclêsis) sino también a la
narración del doble gesto de Jesús: “to-
2.5. La eucaristía como
mó el pan, lo partió... tomó la copa y la
transformación de las relaciones
pasó”.
humanas
El gesto del pan empalma además
con toda la tradición bíblica y con va- Por eso San Pablo, cuando en
rios recuerdos de la vida de Jesús. La na- Corinto se tropezó con unas celebracio-
rración llamada de la multiplicación de nes eucarísticas que discurrían en medio
los panes, es quizá el pasaje evangélico de la insolidaridad y tolerando desi-
del que más testimonios diversos se han gualdades entre los participantes, re-
conservado, lo que es un indicio fuerte prendió duramente a aquellos cristia-
de su historicidad. Y esa escena está na- nos: “eso que hacéis ya no es celebrar la
rrada por los evangelistas con pincela- Cena del Señor” (1 Cor 11, 17ss). Esa
das muy semejantes a las del Cena (“to- reprensión seguirá vigente para noso-
mar los panes, dar gracias, repartirlos”), tros, siempre que concibamos la euca-
22
ristía como la ofrenda de algo exterior y convierte en una ambigüedad de rico
ajeno a nosotros, que agrada a Dios sin significado teológico.
que nos haga sentir la necesidad de cam- La comunión no es pues simple-
biar nuestras vidas y nuestras relaciones mente un acto de piedad o de enrique-
entre nosotros. “Nuestro modo correcto cimiento personal; es además un com-
de pensar es el que responde a nuestra promiso y una toma de conciencia por
eucaristía” escribía también san Ireneo el que ofrecemos nuestra solidaridad y
en el siglo II (AH IV, 18.5). nuestra acogida a todos los hombres:
Esa correspondencia implica algo por eso, en la celebración eucarística
muy importante: a la vez que la Iglesia nos damos todos el abrazo de fraterni-
celebra la Eucaristía, es rehecha y trans- dad y nos deseamos la paz unos a otros,
formada por ella. La eucaristía debe ha- inmediatamente antes de recibir el
cer “eucarística” a la Iglesia, es decir, Cuerpo del Señor.
convertirla en un espacio donde las re- Finalmente, es muy importante al
laciones humanas están transformadas celebrar la eucaristía no olvidar que es-
de relaciones de dominación en relacio- tamos actualizando la Cena de Jesús en
nes de fraternidad, de relaciones de es- cumplimiento de un mandato suyo: co-
clavitud en relaciones de libertad, un es- mo memoria suya y no como iniciativa
pacio donde “ya no hay varón ni mujer, nuestra. Conviene no olvidar esto por-
judío ni griego, señor ni esclavo”. O, co- que la masificación de los asistentes im-
mo reza la misma Iglesia en su celebra- pide dar hoy a nuestras eucaristías el
ción eucarística: “un recinto de verdad formato de una cena entre un grupo de
y de amor, de libertad, de justicia y de amigos y hermanos en Jesucristo.
paz, para que todos encuentren en ella Esta masificación requerirá además
un motivo para seguir esperando” una normativa mínima. Pero sería una
(Plegaria V, c): aquí tenemos el mismo traición al mandato del Señor reducir la
círculo entre fraternidad y esperanza fidelidad eucarística a esa “normativa
que antes hemos encontrado: la espe- mínima”, dejando de lado lo que tiene
ranza anima a construir fraternidad, y verdadero peso en el mandato del
la fraternidad es un motivo para la es- Señor: la comunión y la fraternidad” (cf.
peranza. Mt 23,23,): sería, otra vez con palabras
En esa transformación, la Iglesia se de Jesús: “colar el mosquito y tragarse
convierte también en sacramento (en el camello”. El Maestro calificó de “hi-
señal y realización) de la presencia de pócritas” a quienes actuaban así.
Dios entre los hombres. “Sacramento de Esta masificación impide también
comunión” la definió el Vaticano II alu- que los gestos eucarísticos que acompa-
diendo a la comunión de todos los hom- ñan al pan y al vino sean exactamente
bres con Dios y entre sí. La ambigüedad los de Jesús: partir el pan y pasar la co-
de la palabra “comunión” en muchas pa. Por eso la Iglesia autoriza la comu-
lenguas latinas, donde significa a la vez nión en la mano para acercar más la eu-
recepción de la eucaristía y calidad su- caristía a la Cena del Señor que se
prema de las relaciones humanas, se actualiza en ella: pues no es imaginable
23
que Jesús partiera el pan metiéndolo en totalidad de nuestro ser humano con es-
la boca de sus discípulos. La comunión ta “medicina de inmortalidad”, ha que-
en la mano no es por consiguiente una rido Dios valerse de Su creación mate-
falta de respeto ni una negación de la rial que queda así elevada hasta el rango
presencia real del Señor. En todo caso de mediadora del Don divino.
negaría el “respeto” que nosotros que- Por eso, la transubstanciación ho-
remos dar a Dios pero no el que Dios dierna del pan y el vino son como un
quiere recibir de nosotros. Por eso, se- anuncio de la “transubstanciación” fu-
mejante acusación podría merecer otra tura de nuestros cuerpos mortales al par-
vez el calificativo jesuánico de hipócri- ticipar en la Resurrección de Jesús (S.
ta a que acabamos de aludir. Ireneo: AH III, 11, 5 y 6). Hoy en día,
cuando los problemas ecológicos preo-
cupan con razón a toda la humanidad, el
2.6. Eucaristía y dignificación de cristiano debería saber que una razón
la naturaleza decisiva para tratar con respeto al uni-
Finalmente, en la eucaristía no se da verso material es el significado que la
sólo una transformación de las relacio- eucaristía da a toda la creación de Dios.
nes humanas por la asimilación de la En resume: de lo aquí expuesto se
Persona y la Vida (el cuerpo y la sangre) deduce que la eucaristía no termina
de Jesús, que configura nuestras rela- cuando concluye nuestra celebración si-
ciones más a imagen divina. Se da ade- no que, en cierto sentido, comienza en-
más una transformación de la materia de tonces: pues la celebración eucarística
esta creación, la cual fue elegida por el debe devolvernos transformados a la vi-
Señor para dársenos, en la forma de pan da. San Pablo concluye su exhortación
y vino. La transubstanciación de los ele- a los corintios avisando que “cada vez
mentos por la presencia real del que comemos el pan y bebemos la copa
Resucitado, no anula su materialidad anunciamos la muerte del Señor hasta
sino que la eleva hasta Dios: el Nuevo que vuelva” (cf. 1 Cor 11,26). También
Testamento define al Resucitado como nosotros debemos concluir como él es-
cabeza no sólo de todo el género huma- ta breve reflexión: cada vez que cele-
no sino “de toda la creación” que está bramos la eucaristía, anunciamos la re-
recapitulada en Cristo. Ello convierte a dención del mundo en un mundo que
la creación en sujeto de una dignidad parece no tener redención: anunciamos
nueva. un motivo para la celebración en una
San Ireneo lo expresaba muy bella- ciudad de “apestados” (aludiendo otra
mente: en la eucaristía anunciamos la vez a Camus). Y esto significa no darse
comunión y la unidad de la materia y nunca por vencidos. No abdicar, cre-
del Espíritu (IV, 18,5). Pues Dios podía yendo que ya no hay nada que hacer pa-
haber alimentado a los hombres direc- ra que este mundo sea más de acuerdo
tamente, pero quiso valerse para ello de a como Dios lo quiso.
Su creación, incorporándola así a Su De esta manera toda verdadera eu-
obra. Y del mismo modo, para nutrir la caristía lleva a la vida en lugar de apar-
24
tarnos de ella. Y ésta puede ser para Iglesia no puede aceptar esa inversión
nosotros una sencilla verificación de la de la jerarquía de valores en la que “el
calidad eucarística de nuestras celebra- tener de algunos puede ser a expensas
ciones. del ser de tantos otros”.
Esa es una sencilla consecuencia
subversiva, de la eucaristía. Porque, co-
2.7. Conclusión mo dijo el profeta Samuel: “los hombres
De todo lo anterior se desprende una miran sólo lo exterior, pero Dios mira el
enseñanza importante que nos servirá corazón” (1 Sam 16,7). Por eso, lo que
para concluir esta reflexión. Al igual necesitan nuestras eucaristías no es oro
que ocurrió en aquella aldea perdida, ni plata sino corazones dispuestos a
llamada Nazaret de Galilea, lo más abrirse al Señor y dejarse transformar
grande de Dios se nos da en lo más sen- por Él.
cillo y menos aparente, en la cotidiani- Tenemos así convertidos en “carne
dad del pan, del vino y de la mesa com- de sacramento” al agua que es fuente de
partida. Y es que Dios no necesita vida nueva, al alimento que conserva la
nuestras apariencias grandiosas: ni vida y al vino que la celebra. De ese mo-
nuestro oro ni nuestra plata ni nuestras do, la teología de los sacramentos se
joyas, ni nuestras custodias superlujo- puede ir estructurando en torno a la ca-
sas... sólo busca la transformación de tegoría de vida y a Dios como Vida ple-
nuestros corazones. na y fontal. En los otros sacramentos
Por eso sigue teniendo plena vigen- (que vamos a llamar metáforas) nos ire-
cia la enseñanza, cuidadosamente olvi- mos encontrando con la amenaza a la vi-
dada, de Juan Pablo II: “ante los casos da que supone nuestra complicidad con
de necesidad, no se debe dar preferen- el mal, con dos caminos distintos del
cia a los adornos superfluos de los tem- amor como verdad de la vida (ministe-
plos y a los objetos preciosos del culto rio eclesial y matrimonio) y, finalmen-
divino: al contrario, podría ser obligato- te, con la fragilidad y finalización de
rio enajenar estos bienes para dar pan, nuestra vida que también, para el cre-
bebida, vestido y casa a quien carece de yente, queda asumida en la donación de
ello” (SRS 31). Y sigue diciendo que la Dios a los hombres.

La Iglesia no es una pirámide que culmina en Roma. La función papal


de construir unidad, no es la única función de la “Católica”, aunque sea
una función indispensable.

(Urs von Balthasar, Herder Korrespondenz, dic. 1982)

25
APÉNDICE PARA BAUTISMO Y EUCARISTÍA:
HACER FECUNDOS LOS SÍMBOLOS DE FILIACIÓN Y FRATERNIDAD

Casi todos los lectores de este tentes a aportar algo a ese fondo.
Cuaderno podrán alimentar y educar Tengamos en cuenta que, aunque sea
bien o suficientemente a los hijos que poco, en cada parroquia hay fácilmente
llevarán a bautizar y a comulgar. Hay unos diez bautismos cada mes, y que la
que dar gracias por esta posibilidad di- cantidad que cada uno de los invitados
chosa, pero sin olvidar que tiene lugar aporte, multiplicada por todos los bau-
en un mundo donde unos diez millones tizos parroquiales, por todas las parro-
de niños mueren de hambre cada año, y quias de una ciudad y por todas las ciu-
donde unos 200 millones pasan su in- dades de una diócesis llegaría
fancia en condiciones de esclavitud (la- fácilmente a una cifra millonaria.
boral, sexual o militar). Este dato no Esta es una posibilidad. Si el lector
puede ser ajeno a los sacramentos de contacta por internet con una red como
bautismo y eucaristía si los miramos www.infanciasinfronteras.org, y se co-
con los ojos de Dios, (aunque quizá lo munica con sus directores, recibirá se-
sea a los ojos de muchas personas y je- guramente otras sugerencias o, al me-
rarquías religiosas). nos, podrá concretar el nombre y lugar
Sugiero en este apéndice cómo po- del bebé al que van a intentar rescatar
drían fructificar los signos sacramenta- de la muerte.
les en las condiciones de este mundo. El Pero lo importante no es sólo lo que
bautismo podría significar la decisión se haga, sino que, en cuando el hijo co-
de retirar de la alimentación y cuidado mience a creer, habrá que irle explican-
del hijo todo aquello que sea superfluo do que, gracias a él y a pequeñas re-
(no necesario ni conveniente) y dedi- nuncias de las que él al principio no
carlo a prohijar a uno de esos niños con- supo nada, ha ido dando vida a otro ni-
denados a morir de hambre. ño desde que vino a este mundo; que,
Esa decisión puede ampliarse y co- además de los hermanitos a los que co-
menzar ya en la ceremonia misma del noce, tiene otro hermanito lejano y des-
bautismo: los padres pueden explicar a conocido pero hermano suyo porque es
los invitados que, de la fiesta posterior, hijo de Dios como él y se ha visto ayu-
han detraído una parte (que podría ser la dado por él, como el niño menor de una
orquesta, o la tarta final o el cava…) pa- familia se ve ayudado por los hermanos
ra ir creando un fondo que rescate de la mayores. Esta práctica será fundamental
muerte por hambre a un bebé descono- para ir educando al recién nacido en la
cido pero tan hijo de Dios como el nues- solidaridad, conforme vaya creciendo.
tro. Se puede incluso invitar a los asis-
26
Esto por lo que toca al bautismo. mente a la eucaristía, a pesar de lo inex-
Una parte de la celebración eucarística presivo y distante de casi todas nuestras
afecta también a los niños en la fiesta de misas dominicales. Como es sabido, a
la primera comunión, que los introduce lo largo del año se hacen en las iglesias
en este sacramento. La práctica descri- algunas colectas ya habituales
ta puede repetirse pero, ahora, dedicán- (Domund, jornada contra el hambre, o
dola no tanto a la alimentación de un ni- alguna colecta especial que se monta a
ño, destinado si no a morir de hambre, raíz de alguna catástrofe…). Pues bien:
cuanto a rescatar de la esclavitud a al- sería muy de desear que lo que aporte-
gún pequeño que estará entrando en ella mos a esas colectas –mucho o poco– no
cuando nuestro hijo haga la primera co- sea fruto de una decisión puntual de úl-
munión. Rescatarle del trabajo esclavo tima hora, sino que haya sido preparado
en multinacionales primermundistas, por pequeñas aportaciones que se iban
donde cose balones o calzado para nues- acumulando cada domingo al asistir a la
tros deportes, y facilitarle además el ac- eucaristía (y que quizá pueden brotar
ceso a la escuela que se le ha hecho im- también de algún recorte: vg. en el ape-
posible porque a veces su sueldo ritivo para quienes tienen aún la cos-
ridículo es el único que entra en la fa- tumbre de reunirse en él después de la
milia (las empresas multinacionales misa, o de otra forma que cada cual co-
prefieren emplear a los niños antes que nocerá). De este modo, el sacramento
a sus padres, porque pueden pagarles de la fraternidad “se pondría en ejerci-
menos). Tengamos en cuenta otra vez cio” cada vez que lo celebramos.
que la aportación necesaria para este
proyecto es mucho más reducida de lo Este sería uno de los mejores testi-
que sería para un niño del mundo desa- monios que podemos dar los cristianos
rrollado: lo que gana uno de esos niños de la realidad sacramental. Sería ade-
esclavos gira en torno a un euro diario. más una forma de convertir en realidad
De este modo la fiesta de la primera la petición que hacemos en todas las eu-
comunión puede tener una estructura caristías: “que nuestra ofrenda sea gra-
parecida a la del bautismo: una modera- ta a Dios Padre Todomisericordioso”.
ción en vestido y consumo que pretenda Bien entendido que esa aceptación por
otra vez capitalizar medios para prohijar Dios, no se deberá sólo a nuestra gene-
la educación de otro niño o niña. rosidad, escasa por lo general, sino a que
Esto por lo que hace a la comunión la unimos al sacrificio de la vida y muer-
de los niños. En el caso de los adultos te de Jesucristo. Pero también que ese
cabe sugerir también algo, si es que tie- sacrificio hará visible su eficacia a tra-
nen la heroicidad de asistir periódica- vés de nuestra solidaridad.

27
3. LA METÁFORA DEL CUAJAR

La aparición del bautismo de los ni- existenciales y compromisos vitales que


ños que ya explicamos, más la innega- contraemos, necesitan no sólo un pro-
ble ausencia de alusiones a la confirma- ceso previo, sino ser renovados festiva-
ción en las Fuentes cristianas, hizo que mente de vez en cuando, tanto para que
algunos consideraran este sacramento no se apaguen como para robustecerlos
como un mero duplicado o prolonga- y para que vayan cuajando mejor. Como
ción del bautismo, en el que el antiguo los esposos deben decirse que se quie-
bautizado, al llegar a la adultez reafirma ren no sólo antes del matrimonio, sino
el compromiso cristiano que sus padres sobre todo, cuando ya están casados. En
contrajeron por él cuando su nacimien- esta renovación festiva es donde más se
to. Ya vimos cómo el bautismo de adul- cobra conciencia de que el resultado de
tos era el fin de un proceso de iniciación una gran decisión humana no es fruto
y conversión, que no se da en el bauti- meramente del esfuerzo propio, sino
zo de los niños. Y sin embargo la inicia- también don del Cielo (el “ex opere ope-
ción cristiana del niño ha de cuajar tam- rato” de que hablábamos en la intro-
bién en alguna decisión creyente ducción).
responsable. b) Además, el rito de la confirma-
Hans Küng ha sido, por ejemplo, un ción presenta dos variantes importantes
defensor acérrimo de esta identificación respecto al del bautismo: para la iglesia
entre confirmación y bautismo. Sin em- católica, el administrador “ordinario”
bargo, y sin negar valor a los argumen- de este sacramento es sólo el obispo16.
tos dados, hay rasgos que pueden orien- Y en segundo lugar está la presencia del
tar en otra dirección. Por ejemplo: aceite y la unción (que reaparece tam-
bién en la unción de los enfermos).
El símbolo de la unción es más fácil
el resultado de entender: la frecuente retransmisión
de programas deportivos (y nuestra mis-
de una gran decisión humana ma práctica) nos hacen saber hasta qué
no es fruto meramente punto aceites y cremas pueden hidratar
del esfuerzo propio, o proteger la piel, fortificar los tejidos o
sino también distender y relajar la musculatura. Este
es otro de esos símbolos ancestrales en
don del Cielo la historia humana. Y por eso, el Espíritu
Santo había sido designado ya desde an-
tiguo como el “aceite de la unción divi-
a) En primer lugar, un rasgo antro- na” que hace posible, facilita y embe-
pológico: todas las grandes decisiones llece la bondad moral17.

28
c) La necesaria presencia del obispo simplemente imponer su propias ideas
podemos entenderla desde una óptica particulares, sino asegurar la unión en
doble: toda la comunidad, y la representación
De parte del pastor recuerda a éste de sus fieles en el colegio episcopal de
su obligación de “conocer a sus ovejas” la llamada iglesia universal. Esto lleva
sin limitar su círculo de relación a unos a lo que luego diremos en el sacramen-
pocos que bloquean el acceso a él, y to del orden.
condicionan sus informaciones y su ma-
nera de pensar y actuar. Esto es hoy muy De momento puede ser útil comparar
necesario cuando (por el sistema de lo dicho aquí con lo que sucede en la
nombramiento) la mayoría de los obis- celebración de este sacramento. Algo
pos parecen más bien “mercenarios que no acaba de funcionar, si muchachos
no han entrado por la puerta de las ove- y muchachas que se confirmaron en
jas”: peones y fichas del poder central un colegio confesional al acabar el ba-
mucho más que pastores: responsables chillerato, abandonan tranquilamente
la fe en el primero o segundo año de
de la unidad de una comunidad que es
universidad. O si, en el seno de ese
pueblo de Dios. mismo colegio, y sin haber abandona-
De parte del confirmando, así como do la fe, dicen unos a otros ante la ofer-
en el bautismo la entrada en la Iglesia se ta de la confirmación y la falta de cre-
hacía a través de la entrada en una co- dibilidad de la estructura eclesial de
munidad, ahora se le recuerda la obli- hoy: “¡No lo hagas! No sabes dónde te
gación que él también tiene de conocer metes” (ambas anécdotas son verídi-
y ayudar a su pastor, cuya misión no es cas).

Llamamos a la confirmación sacramento de la robustez de la fe y de la


profesión de la fe ante el mundo.

(K. Rahner, Iglesia y Sacramento)

29
4. LA METÁFORA DEL ABRAZO AL QUE REGRESA

En su obra Contra Celso (III, 56) ex- manteniendo siempre una sana descon-
plica Orígenes que en los ritos de ini- fianza en nosotros.
ciación paganos se oía proclamar so- Este sacramento necesitaría un tra-
lemnemente: “que se acerquen sólo los tamiento más largo que aquí no es posi-
que tengan las manos limpias y la len- ble. Hemos de limitarnos a dar aquellos
gua prudente”. Mientras que en los mis- datos de su historia y aquellos trazos de
terios cristianos se oye: “el que sea pe- su contenido teológico que puedan ayu-
cador, el que no tenga inteligencia, el dar a superar su crisis actual
que sea débil de espíritu, en una pala- Dos observaciones previas: en pri-
bra, el que sea miserable, que se acer- mer lugar, la palabra penitencia nos sue-
que al Reino de Dios: le pertenece”. na hoy a “castigo”, precio a pagar o al-
Efectivamente: en mi opinión, y en go parecido (un refrán habla de que “en
mi experiencia, una de las cosas que el pecado llevan la penitencia”). En su
más hay que agradecer al cristianismo origen, sin embargo, penitencia signifi-
es que da al hombre la capacidad para ca arrepentimiento (del latín “poenite-
reconocer con valentía el propio pecado re”: saber mal) y cambio de rumbo
o la propia miseria, sin que tenga que (cuando traduce al griego metanoia).
negarlo o banalizarlo por un lado, ni que Este corrimiento semántico pone bien
derrumbarse por el otro. (Y hablo de re- de relieve lo que se ha desenfocado en
conocer el propio pecado: que para el de el sacramento del perdón.
los demás todos nos bastamos solos sin En segundo lugar, la penitencia es el
necesidad de ninguna ayuda sobrenatu- sacramento que más ha evolucionado a
ral…). lo largo de la historia de la Iglesia. Esa
Para la debilidad y la ceguera del ser evolución abre el imperativo de buscar
humano, la buena noticia del Evangelio los cambios que hoy necesita el sacra-
resulta muchas veces una sobreexigen- mento del perdón, para recuperar su
cia. De ahí un doble peligro fatal: la función imprescindible.
desesperación del que se sabe impoten-
te, o el fariseísmo fanático del que se
cree superior. Este doble peligro sólo se
4.1. Atentado a la comunidad
orilla si la filiación y la fraternidad son
vividas desde la seguridad del perdón, y En la iglesia que refleja el Nuevo
desde la experiencia de ser sólo un per- Testamento parece no existir la peniten-
donado más al lado de los otros. cia: el bautismo de adultos tras la con-
Aquí entra en juego el llamado sa- versión, más el fervor inicial, sugerían
cramento “de la penitencia”. Su misión que los pecados eran perdonados de una
es ayudarnos a vivir la vida de fe sin vez para siempre. La recaída en el pe-
abandonar nunca la empresa, pero cado se consideraba como imposible o
30
casi imperdonable: pues es un daño de reunión, sin entrar en él, para que lue-
enorme causado a “la comunidad de los go, cuando se les consideraba purifica-
santificados”, a la familia de Dios. El dos, vuelvan a entrar en la iglesia, sien-
extraño episodio de Ananías y Safira en do recibidos por ésta. Esta forma de
el libro de los Hechos, orienta en esta lí- penitencia pública se reducía a unas po-
nea: la pareja cae fulminada18 no por su cas acciones (sobre todo: apostasía,
avaricia, sino por haber mentido a la adulterio y asesinato)20.
comunidad: pues la ofensa a ésta (a la
“iglesia”) ya no es ofensa “a los hom-
bres sino a Dios” (Hchs 5,5). 4.2. La confesión auricular
El pecado es pues ofensa a la Iglesia Esa forma de penitencia acabó en-
(y, por eso, a Dios). Y la reconciliación trando en crisis. No sólo por su dureza
es primariamente reconciliación con la sino, como es comprensible (sobre todo
Iglesia (y a través de ella con Dios). Por en el caso del adulterio), porque puede
extraño que suene hoy el episodio de despertar recelos y sentimientos de ven-
Hchs 5 que acabamos de citar, es una ganza. En este contexto, hacia el siglo
pena que en la Iglesia se haya perdido VI, los monjes irlandeses comienzan a
casi del todo ese sentimiento de intan- difundir una forma de penitencia menos
gibilidad y de respeto a la santidad del rigurosa: en una Iglesia ya más clerica-
pueblo de Dios. lizada, el presbítero o el obispo son vis-
Sin embargo, la realidad se impuso tos como “representante” de toda la co-
rápidamente, también en la primitiva munidad; bastará por tanto con que sean
iglesia: por pronto que esté el espíritu, ellos los que conocen la exclusión de la
flaca sigue siendo la carne. La Iglesia comunidad y los que reintegran a ella
constatará que el pecado sigue presente (los que “atan y desatan”, con lenguaje
en ella19, y también que el perdón de de los evangelios). El tiempo de purifi-
Dios sigue ofrecido no una o dos veces, cación (que antaño se pasaba a la puer-
sino “setenta veces siete” (Mt 18,22). El ta de la iglesia antes de ser readmitido
rigorismo inicial acaba poniendo de re- en ella) queda relegado ahora a alguna
lieve la ineficacia de todos los rigoris- forma de purificación posterior (lo que
mos: sólo consiguió que mucha gente hoy nosotros llamamos “la penitencia
retrasara su bautismo hasta la hora de la impuesta”).
muerte… Esta forma de reconciliación fue en
Aparece entonces una primera for- sus inicios enormemente criticada y
ma de penitencia que expresa cómo el hasta prohibida, porque se la considera-
pecado aparta por sí mismo de la co- ba laxa y distante de las exigencias
munidad eclesial y el perdón se recibe a evangélicas. A la larga sin embargo, la
través de la reconciliación con ésta misericordia se impone sobre el excesi-
(“pax cum Ecclesia” dirá la teología tra- vo rigor, y la llamada “confesión auri-
dicional). Esto se expresa con el símbo- cular” cuaja en toda la Iglesia, y hacia
lo de dejar a los pecadores durante un el s. XII es ya prácticamente la única co-
tiempo a las puertas del templo o lugar nocida. En los comienzos se mantiene
31
la conciencia heredada de que el pres- gar para recibir el perdón. La acusación
bítero actúa sólo como representante de brotaba lógicamente de la psicología
la Iglesia, hasta el extremo de que, en la del que está verdaderamente dolido por
Edad Media, estuvo muy extendida la lo que ha hecho y necesita comunicar-
opinión de que, caso de no haber pres- lo, para descargarse del peso que lleva
bítero, puede uno confesarse con un en la conciencia. La psiquiatría conoce
cristiano cualquiera, que supliría en esa esta necesidad también en niveles me-
situación la representación de la comu- ramente laicos. Pero, al hacer esta ob-
nidad: pues el ministro de la penitencia servación, conviene aclarar que es ne-
no es el cura sino la iglesia toda. cesario distinguir entre la necesidad
En el Concilio de Trento quedará de- que brota de un arrepentimiento cre-
finitivamente abolida esta costumbre de yente ante la comunidad y ante Dios, y
excepción, y ello contribuirá a difundir la necesidad (obsesiva por lo general)
tácitamente la impresión de que el pres- que brota de neurosis de culpabilidad,
bítero absuelve por un poder especial las cuales son más frecuentes de lo que
del que está dotado, y no por su repre- parece, pero tienen poco que ver con el
sentatividad eclesial. arrepentimiento cristiano.
La acusación por tanto, debería ser
comparada a la disposición del hijo pró-
digo, que antes de pedir a su padre un
la acusación perdón mínimo (ser tratado sólo como
nunca fue al principio jornalero y no como hijo) se sentía im-
una especie de pelido a reconocer ante él su pecado. Y
que, para su gran sorpresa, se encuentra
“peaje vergonzoso” con que el padre ha concedido ya su per-
que haya que pagar dón antes de oír aquella confesión, y no
para recibir el perdón en grado mínimo sino máximo. Y esto
es precisamente lo que acaba por cam-
biar totalmente la psicología y la con-
ciencia del hijo.
En el IV concilio de Letrán (1215),
4.3. Juridización del perdón la Iglesia declaró obligatoria la confe-
Una vez impuesta esta forma de ce- sión para todos los adultos, sólo una vez
lebración del sacramento, moralistas y al año; y Santo Tomás limita esa obli-
canonistas de la Edad Media van re- gación sólo a los pecados graves (III,
glamentándola hasta extremos absur- 84,5). Pero el IV de Letrán (por razones
dos, clasificando los pecados en géne- jurídicas de control de los llamados
ros, especies y números, para perfilar “clérigos vagos”), decretó también que
exactamente todo lo que se ha de de- la confesión había de ser “ante el propio
clarar. Y sin embargo, la acusación sacerdote” (DH 812). Y esto, en socie-
nunca fue al principio una especie de dades pequeñas y carentes de la anoni-
“peaje vergonzoso” que haya que pa- midad de nuestras megápolis modernas,
32
resultaba discriminatorio: pues acudir al vada de la confesión tal como se prac-
confesionario era reconocerse en peca- ticaba entonces. Además, este concilio
do mortal ante toda la comunidad. Para (como muestran también las actas) uti-
evitar eso, la norma canónica se fue le- lizó en tres o cuatro sentidos diversos
yendo como obligatoria para todos, y la expresión “derecho divino”: lo ex-
no sólo para quienes estuvieran en pe- presamente dicho por la Escritura; lo
cado mortal. que deriva necesariamente de ella, y lo
Esa extensión de la obligatoriedad que procede de la práctica de la Iglesia
era fácil de explicar dado el desvío de lo o de la enseñanza de Padres y conci-
sacramental hacia una concepción má- lios21.
gico-ritual, a que aludimos en nuestra Pues bien: la necesidad de la confe-
introducción, y que en la Edad Media sión “numérica y específica” es de de-
estaba ya bastante extendido: aunque no recho divino en un sentido lato (o “se-
fuera necesaria, la confesión era muy cundum quid” según el lenguaje del
conveniente por la gracia que en ella se aula conciliar), lo que deja un margen
recibe. (Desde el punto de vista peda- de movimiento a la autoridad eclesiás-
gógico había otra fundamentación de tica en la determinación de las faltas que
más valor y que también actuó: y es la tienen que someterse al rito penitencial.
necesidad imprescindible de reexami- Sobre todo cuando se ha recuperado la
narse constantemente y de estar atento a distinción de san Pablo entre el pecado
los engaños de la propia psicología: “con como actitud interior del alma (hamar-
temor y temblor” había recomendado tía en las cartas de Pablo) y como mero
san Pablo trabajar por la salvación). acto exterior (paraptôma en el lenguaje
paulino) y, con el Apóstol, se hace resi-
dir la esencia del pecado más en el pri-
4.4. Integridad de la acusación mer elemento que en el segundo.
Poco después, y sin mucho conoci- Orígenes, por ejemplo, enseñaba tam-
miento de toda esta historia, el Concilio bién que la gravedad del pecado se mi-
de Trento definió que es necesario por de más por cómo está radicado en el in-
derecho divino acusarse de todos los pe- dividuo que por el acto mismo, aunque
cados que uno recuerde, incluso con las este último se preste más a clasificacio-
circunstancias que cambian su espe- nes y subdivisones22.
cie… (ver DH 1707). Este es otro de los Por ser algo profundamente perso-
puntos que hoy suscitan preguntas y nal, el pecado (como la persona) nun-
que, aunque de manera demasiado rápi- ca puede ser del todo objetivado. La
da, nos piden alguna palabra ahora. clasificación escolástica de actos, nú-
Cuando Trento habla de la “necesi- meros y especies tanto puede ayudar a
dad de la confesión”, superpone un do- objetivarlo como falsificarlo. Y a la
ble nivel de lenguaje que sólo las actas vez, la resistencia a la acusación puede
del Concilio permiten distinguir: por un ser en algunos casos muestra de una
lado la confesión en general, como sa- falta de arrepentimiento auténtico,
cramento y, por otro lado, la forma pri- mientras que otras veces la acusación,
33
por completa que parezca, no llega a significado bíblico del término (rib en
brotar de una conversión auténtica y, hebreo), no el significado jurídico ro-
por tanto, falta algo esencial para la mano. Es decir: es un juicio en el que
“materia” del sacramento (pensemos Dios tiene siempre razón perdonando,
por ejemplo en confesiones para que le no es un litigio sobre los méritos o de-
vean comulgar a uno en Pascua o en se- méritos del penitente23.
gún qué fiestas, romerías etc). Así es de b) Otro efecto negativo fue que se
compleja nuestra psicología y por eso generalizó la repetición mecánica de la
es de agradecer que hoy la falta de pre- confesión “para recibir más gracia”. A
sión sociológica evite esos problemas, la larga, eso tenía que entrar en crisis
aunque nos plantea otros que hemos de porque sustituyó la alegría de una no-
saber afrontar. vedad regalada, por la rutina aburrida de
una repetición estéril. Trento había en-
4.5. Desenfoques
señado con finura que los pecados in-
ternos “a veces hieren más gravemente
Hoy nos encontramos, como míni- al alma y son más peligrosos que los que
mo, con dos efectos negativos de toda se cometen abiertamente” ((DH 1680):
la evolución descrita: pero se olvidó lo de “a veces” y se con-
virtió la confesión en una especie de
a) por un lado se desfiguró la con- charla que podría servir para analizar,
cepción del sacramento que dejó de ser orientar o consolar al penitente, pero no
una celebración del perdón incondicio- era propiamente una celebración sacra-
nal de Dios (“la omnipotencia hecha mental del perdón de Dios24.
ternura” según verso de J. B. Bertrán) el
cual, por su gratuidad inmerecida, es lo Esta crisis, provocada por la rutina,
que más nos mueve a cambiar, como de- el desenfoque de la acusación y la mi-
cíamos del hijo pródigo. Y pasó a ser nuciosa obsesión por las acusaciones
compra de un perdón reticente de un sexuales (cuando los pecados sociales
Dios Juez antes que Padre. quedaban tan enormemente vagos), fue
Pero el perdón de Dios es algo que llevando a una crisis más amplia del sa-
tiene que ser recibido (y celebrarlo es la cramento, parecida a la que tuvo lugar
forma de recibirlo): no puede ser com- en los primeros siglos, cuando estaba
prado. apareciendo la forma de celebración vi-
Con este corrimiento, el poder evan- gente hasta ahora.
gélico de “retener” los pecados (Jn Por lo que hace a la sexualidad, la
20.23) “se sale” de la comunidad ecle- práctica habitual del confesonario, des-
sial (donde estaba en la iglesia primiti- pués de Trento, se alejaba claramente de
va), y pasa a ser un poder personal del lo enseñado por la moral más clásica
presbítero. Se argumentaba para ello cuando explicaba que, para un pecado
que la penitencia es un “juicio”; pero ol- mortal, hacen falta “materia objetiva-
vidando que (como explicaba L.A. mente grave, advertencia plena de la
Schökel en sus clases), el juicio tiene el mente y consentimiento pleno de la li-
34
bertad”. En el caso de la sexualidad se 4.6. Conclusión
daba por sentado que la materia siempre
Ya dijimos que no hay más espacio
era objetivamente grave, y la plena ad-
y que este sacramento necesitaría mu-
vertencia y consentimiento se le supo-
cho más. Sólo convendría recordar, al-
nía a cada cristiano, como el valor al sol-
go que dijimos en la Introducción: en el
dado… Esto fue causa de mil torturas y
tema de los sacramentos funcionó anta-
escrúpulos que provocaron la reacción
ño demasiadas veces el argumento que
actual, la cual, como suele ocurrir en los
se llamaba de “prescripción teológica”:
procesos históricos, se ha ido también al
si durante siglos se ha hecho así sin pro-
otro extremo.
testas, es señal de que ahí está la volun-
De esta crisis sólo será posible sa- tad de Jesucristo. Como declaró hace ya
lir si la autoridad eclesiástica pierde el años K. Rahner, hay varios puntos en los
miedo y deja experimentar y buscar que ese argumento no se sostiene25: el
fórmulas que combinen a la vez la ce- silencio puede ser a veces una respues-
lebración de la Misericordia de Dios y ta pero otras veces sólo significa que no
la necesidad de no abusar de esa mi- se ha planteado la pregunta.
sericordia. Si se impide la creatividad,
Pero lo importante ahora es sólo des-
y la crisis no se supera, será grave pa-
tacar la necesidad de trabajar mucho pa-
ra toda la comunidad eclesial: porque
ra que el sacramento de la reconcilia-
el intento de vivir como cristiano, sin
ción recupere y visibilice dos cosas: que
la conciencia aguda de ser un perdona-
el perdón es un don gratuito de Dios y
do y nada más que eso, acaba fomen-
no una “compra” humana. Y que ha de
tando tanto el fariseísmo como la laxi-
quedar mucho más destacada la dimen-
tud de conciencia.
sión comunitaria de pecado y perdón.

Jamás nos está permitido olvidar lo que la tradición católica ha acen-


tuado siempre para escándalo de todos los integristas: malitia non apre-
hensa non contrahitur (no se contrae la malicia no percibida). La culpa
personal... sólo puede ser cometida sabiéndola.

(K. Rahner, Escritos... III, 231)

35
5. LA METÁFORA DE LAS MANOS

Un poema ya aludido de J. Bautista. nombres más bien laicos (supervisores,


Bertrán decía: “manos sacerdotales / cuidadores, enviados…). Y esto inten-
¿qué llama os ha trocado / qué fuerza os cionadamente: como expresión de la
transfigura?”… verdad fundamental del cristianismo, de
En efecto: el sacramento del orden que “sólo hay un mediador, o puente
puede ser llamado sacramento de las (pontífice) entre los hombres y Dios”.
manos, en un doble sentido: las manos Aunque la palabra sacerdote podría te-
son impuestas sobre el candidato (y és- ner un sentido válido, derivado y oca-
ta era para buena parte de la teología clá- sional, su presencia primaria y abruma-
sica “la materia” del sacramento); pero dora en el uso cotidiano oscurece y
además las manos del candidato son un- niega tanto la unicidad del sacerdocio
gidas. de Cristo, como la participación en ese
La imposición de manos es símbolo sacerdocio de todo el pueblo de Dios.
de un envío, de una misión que se con- Lo cual es gravísimo.
fía26. La unción de las manos concreta En cuanto a la segunda expresión,
esa misión: las manos trabajan, entre- “alter Christus”, da al presbítero la dig-
gan, transmiten, tranquilizan a veces y nidad del Resucitado sin hacerlo pasar
acompañan otras (la manos sobre el por la renuncia de Jesús a su dignidad
hombro, o el niño o enfermo llevados de divina tal como la expresa el conocido
la mano). Las manos a las que un poe- himno de la carta a los filipenses (2,6ss).
ma de J. L. Blanco Vega pide que el En el Antiguo Testamento la unción a
Señor convierta en “una herramienta los reyes se hacía para transmitir un po-
constructiva, cura su fiebre posesiva, y der, mientras que en el Nuevo la unción
ábrela al bien de mis hermanos”. es para el servicio (en este contexto la
El presbítero es así enviado a crear expresión “alter Iesus” sería más co-
y sostener una comunidad de hijos y rrecta): “yo estoy entre vosotros como
hermanos, a ser responsable de la fe y la el que sirve” había dicho Jesús. Pero no-
caridad de esos hombres y mujeres. El temos que ya en el Primer Testamento
presbiterado es por tanto un “ministerio el poder se otorgaba para que “defienda
eclesial”27. a los humildes del pueblo, socorra a los
Por eso, debe evitarse en teología hijos del pobre y quebrante al explota-
tanto la palabra sacerdote, como su de- dor” (salmo 71). La experiencia fue en-
finición como “otro Cristo” (alter señando a los creyentes y a todos los
Christus). La primera por obediencia al hombres, la dura lección de que los po-
Nuevo Testamento que nunca designa deres de esta tierra no están de hecho pa-
como sacerdotes a los ministros de la ra quebrantar al explotador; ni siquiera
Iglesia, sino que busca para designarlos los poderes religiosos: pues unas veces

36
son puestos por aquél, y otras necesitan “Por mucho que valga un hombre, nun-
pactar con él… ca tendrá un valor más alto que el de ser
La identificación precipitada del hijo de Dios” podríamos decir paro-
presbítero como “otro Cristo” ha sido diando al Mairena de A. Machado. Ese
por eso fuente de un insuperable cleri- respeto brota, o debería brotar, más bien
calismo eclesiástico y de la concepción de un agradecimiento lúcido hacia
del ministerio como fuente de privile- quien no quiere ser su señor sino su ser-
gios. vidor.
El presbítero no es pues un “minis- No hay espacio para tratar aquí el as-
tro del culto” o, en todo caso, es minis- pecto episcopal de este sacramento.
tro del único culto “espiritual” que re- Vaticano II enseñó con cierta novedad
conoce el Nuevo Testamento y que es la que la consagración episcopal era un
entrega de la propia vida. Su misión sacramento. Parece claro que, con
queda mejor designada con palabras ello, el Concilio no quería añadir un
simples como “pastor” o “cura” que de- sacramento más a la lista de siete, si-
riva del “cuidado”: el amor como servi- no completar la teología del sacra-
cio creador de comunidad. En el matri- mento del orden: éste consiste en que
monio la unión lleva al servicio mutuo; en la Iglesia hay un único ministerio
aquí el servicio a la comunidad engen- que es el “apostolado” (etimológica-
dra la profunda unión con ella. mente: el envío)28. Y resulta significa-
tivo que mientras la consagración del
En este contexto, el celibato minis- obispo tiene carácter sacramental, no
terial puede tener un innegable sentido lo tenga la “coronación” del papa: el
y riqueza simbólicos; pero no se le pue- obispo recibe su misión del sacra-
de imponer negando a las comunidades mento y no del papa; y éste, aunque
el derecho mucho más primario a la eu- sea cabeza del colegio apostólico, es
caristía. Además, quienes mantienen su un obispo más (como Pedro era un
imposición desconocen los terribles ni- apóstol más): “obispo de Roma, pero
veles de soledad que pueden soportar al- no de Colonia o de Breslau”29. A par-
gunos ministros en determinadas situa- tir de ahí es como debe entenderse su
ciones. Ello, si no degenera en ministerio al que Vaticano II (siguien-
infidelidad, se pervierte en compensa- do en esto a Trento) señala “el anun-
ciones de carrerismo. Y no se sabe cuál cio del Evangelio como una de sus ta-
de las dos deformaciones es peor: re- reas principales” (LG 25). Se pregunta
sulta casi sacrílego que todavía se hable uno entonces por qué, para nombrar
en algunos sectores de la “carrera ecle- obispos, se buscan principalmente
siástica”. doctores en derecho canónico….
En este contexto, el innegable res- Pero, si el orden es un sacramento de
peto que muchas gentes sencillas suelen misión y de envío cuya principal res-
tener hacia el cura no debe ser visto co- ponsabilidad es el anuncio del Evan-
mo expresión de una “dignidad” supe- gelio, hay que añadir que, en el seno del
rior (pues unos y otro no tienen más dig- cristianismo, la misión soporta una car-
nidad que la excelsa de hijos de Dios). ga muy seria, que expresó muy bien
37
Pablo: por un lado, los enviados llevan tiempo, pero ahora se ha hecho tras-
su tesoro “en vasos de barro” (2 Cor nochada y no puede exhibir pretensión
4,7). Y aún más grave: el enviado ha de alguna de eternidad. Escándalo secun-
anunciar la locura y el escándalo de “un dario de propia fabricación y, por tan-
Mesías crucificado” (1 Cor 1,23). Al te- to, culpable es también que, so pre-
ner que anunciar “un escándalo”, hay el texto de asegurar la totalidad de la
enorme peligro de confundir este “es- verdad, se eternicen sentencias de es-
cándalo primario” con otros escándalos cuela que se impusieron como evi-
dentes en un tiempo, pero que ya ne-
ajenos a él y que derivan sólo de la fla-
cesitan de revisión y de un
queza de sus portadores. Confundir, co- replanteamiento en busca de las ver-
mo expresó Berdiaeff, “la dignidad del daderas exigencias de lo primigenio.
cristianismo con la indignidad de los El que repasa la historia de la Iglesia
cristianos”. O como ha desarrollado encontrará muchos escándalos secun-
más detenidamente el papa actual en darios como esos: no todo “non pos-
uno de sus mejores libros: sumus” valientemente mantenido fue
un sufrimiento por los límites inalte-
“El escándalo primario insuprimi-
rables de la verdad, y muchos de ellos
ble… recubierto con frecuencia a lo
no fueron sino un encasillamiento en
largo de la historia por el escándalo se-
la propia voluntad que se oponía pre-
cundario de los predicadores de la fe,
cisamente al llamamiento de Dios.
que no es esencial al cristianismo pe-
Pero lo peligroso es que este escánda-
ro que, de buena gana, se hace coinci-
lo secundario se identifica una y otra
dir con él, y se complace en una pos-
vez con el primario y lo hace así inac-
tura de martirio cuando, en realidad,
cesible, ocultando las exigencias pro-
sólo es víctima de su propia cerrazón
piamente cristianas y su gravedad, tras
mental”...
las pretensiones de sus mensajeros30.
Y pone Ratzinger los siguientes
A estas palabras tan fuertes podemos
ejemplos, dignos de ser meditados:
añadir aún otro escándalo secundario
Escándalo secundario de propia fabri- que afecta directamente a este sacra-
cación y, por tanto, culpable es que, so mento, y contradice profundamente a la
pretexto de defender los derechos de voluntad de Dios: conferir el episcopa-
Dios, sólo se defienda una determina- do como forma de promoción y de dig-
da situación social y las posiciones de nidad personal. Como ocurre por ejem-
poder en ella conquistadas. Escándalo plo con la consagración episcopal de los
secundario de propia fabricación y, miembros de la curia romana (“envián-
por tanto, culpable es que, so pretexto dolos” hipócritamente a una iglesia que
de proteger la invariabilidad de la fe, no existe), pero en realidad para poner-
sólo se defienda el propio trasnocha- los al mismo nivel del episcopado uni-
miento, no la fe misma que existía mu-
versal sobre el que ellos se arrogan en
cho antes del ayer y sus formas… la
nombre del papa una dignidad que no
forma que se creó un día por el inten-
to justificado de ser moderna en su tienen.

38
6. LA METÁFORA DEL BESO

Cuando no es un mero rito de salu- alegría que encuentra el marido con su


do o despedida, el beso es expresión de esposa, la encontrará tu Dios contigo”.
unión en un sentido pleno: entre aman- Esta fe inaudita es la que hizo que el
tes o entre padres e hijos. El castellano Cantar Supremo (cantar de los cantares
es gráfico en su ambigüedad, cuando a según la forma semita del superlativo),
veces se atreve a decir: “te comería a be- el cual era un simple poema erótico de
sos”. Hay también algo válido en la bro- los que inundan la literatura humana,
ma popular que, al salir de una ceremo- fuera releído (sin perder su carácter pri-
nia de boda suele gritar “que se besen”. mero) como parábola de la posible rela-
Más allá de la posible intención erótica ción del ser humano con Dios.
del grito es posible ver el deseo de que b) Hablando horizontalmente, la
el “sí” incondicional que acaban de dar- constitución del matrimonio en sacra-
se los novios se haga visible de manera mento implica una transformación de la
simbólica. sexualidad humana en la que se saca la
Por eso elegimos la metáfora del be- mejor posibilidad de ésta: el paso del
so para designar al matrimonio, sacra- placer de la posesión al placer del don,
mento de la unión a que todo amor as- y la conversión del amor que tiende a
pira, y que refleja la aspiración anónima ser “posesión”, en llamada al amor co-
o explicitada de toda creatura humana mo servicio mutuo. El pecaminoso pa-
por la unión plena con Dios. Habríamos triarcalismo (más claramente: el ma-
de ser más conscientes de que la eleva- chismo) de nuestra sociedad ha
ción del matrimonio a sacramento su- impedido muchas veces percibir eso
pone una audacia enorme porque: con toda su nitidez.
a) Hablando verticalmente empalma Y vale la pena añadir que, entendido
con la típica audacia de la tradición bí- así resulta evidente que el matrimonio
blica (única que yo sepa en todo el uni- “¡no es para la tropa!”, ni muchísimo
verso religioso de la humanidad), de uti- menos. Es el proyecto de convertir la
lizar el amor esponsal como expresión profunda experiencia humana de “carne
de las relaciones de Dios con su pueblo de mi carne y hueso de mis huesos”
y con el género humano. Sin descono- (Gen 2,23) en señal (sacramento) de la
cer por eso los enormes fracasos y aun alianza y amor de Dios, donde otra vez,
ofensas que la relación esponsal lleva a como en la eucaristía, lo más hondo de
veces consigo; sino convirtiéndolos la experiencia humana es elevado a se-
más bien en parábola de la tozudez del ñal divina. Es pues una meta utópica,
amor de Dios, perdonador y fiel31. (entre tantas como pueblan la existencia
Evoquemos sólo las palabras del tercer cristiana) por las características del
Isaías: “como un joven se casa con su Amor que pretende simbolizar: totali-
novia, así te desposará el que te creó. La dad del don e irrevocabilidad. Hasta el
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punto de que quizás la Iglesia debería ando en nuestro entorno el neoliberalis-
dar más espacio incluso dentro de sí al mo económico. Pero si concebimos la
mero matrimonio civil o, al menos, a la familia sólo así, como un refugio, nos
que los orientales llamaron “disciplina encontraremos con la sorprendente con-
de misericordia”, cuando por la inma- ducta de Jesús ante la familia: incom-
durez juvenil y la ligereza ambiental, las presiblemente despegado de ella en apa-
cosas funcionaron mal. Y esto para sal- riencia. Y digo que en apariencia porque
vaguardar la seriedad del casarse “por la en Jesús no se trataba de negar o redu-
Iglesia” e impedir que se reduzca a un cir, sino de ampliar el círculo familiar a
simple casarse en la iglesia, porque és- todos los hombres y mujeres. “Amar al
ta es mas bonita, o tiene mejor música padre o a la madre más que a Él” equi-
o más espacio... Casarse por la Iglesia valía para Jesús a considerar que “mi
debería ser celebrar la unión de otra ma- madre y mis hermanos son todos los que
nera, no menos festiva pero sí más hon- cumplen la voluntad del Padre” (Lc
da: y si a algo se opone el casarse “por” 14,26 y Mt 12,48-49).
la Iglesia no es a casarse por lo civil, si- Lo cual quiere decir que la rica ex-
no a casarse “por el Corte Inglés”. periencia “carnal” de la paternidad-ma-
c) Y finalmente porque de toda esa ternidad y de la fraternidad, no se da pa-
transformación de la sexualidad deriva ra encerrarse en ella, sino para abrirse
también una transformación de la fami- a todos los hombres (y, sobre todo a los
lia que hoy resulta muy revolucionaria: hermanos “más pequeños”): la familia
la concepción de la familia no como re- como iglesia doméstica no puede ser un
fugio sino como pequeña –o primera– gueto sino que lleva abierta la exigencia
iglesia (ecclesia domestica). La familia imposible de abrirse a ser iglesia uni-
vuelve a estar hoy muy revalorada ante versal: la inmensa familia de todos los
la intemperie y el desarraigo que va cre- hombres, hermanos e hijos de Dios.

El matrimonio puede compararse con la alianza entre Cristo y la Iglesia


pero, además, contribuye a que la Iglesia concreta... en su dimensión
histórica... dé testimonio de que Cristo se ha desposado definitivamen-
te con la humanidad.

(K. Rahner, Iglesia y sacramentos)

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7. LA METÁFORA DE LA NOCHE

Cuando el Vaticano II, y para evitar yo de ese regalo? Pero esta pregunta no
la acusación de que la Iglesia presenta- es una cuestión de rendimientos. Su res-
ba un cristianismo muy centrado en la puesta cristiana es que el sentido de ese
muerte, se cambió el nombre de la “ex- regalo es la entrega o el abandono con-
tremaunción”, convirtiéndola en una fiado. Si la vida, en su provisionalidad
“unción de los enfermos”. Aun apre- y precariedad, era un regalo del Amor,
ciando lo que la objeción pudiera tener la entrega confiada a ese Amor cambia
entonces de peso, soy de la opinión de el sentido de la muerte y permite con-
que hoy ya no lo tiene, y que el verda- cebirla no como un salto hacia la nada,
dero sentido de la unción tiene mucho sino como un parto hacia otra vida me-
que ver con uno de los actos más serios jor y absolutamente plena. Con todas las
(y hoy en día menos conscientes por la angustias y dolores del nacimiento, pe-
situación de la medicina) de la vida hu- ro también con todas sus promesas y es-
mana: la muerte y la importancia de su peranzas.
asunción activa. Está bien cambiar el La unción cobra aquí su sentido: no
color negro por el morado, pero sin que pretende sustituir mágicamente a la me-
esto signifique un olvido de la negrura dicina, a ver si devuelve la salud al en-
de la muerte, sino una transformación fermo32, sino capacitar, vigorizar para
de su significado. morir creyentemente, como en la con-
Por eso, aunque mantengamos el firmación vigorizó para vivir creyente-
nombre de unción de los enfermos, con- mente. El ritual clásico mandaba para
vendrá distinguir entre dos clases de en- eso ungir todos los sentidos del enfer-
fermedad: aquella que es un percance o mo, orando para que “por esta santa un-
dificultad pasajera, y aquella que es una ción te perdone el Señor lo que hayas
amenaza o aviso, a través del cual se de- pecado” (con la vista, los oídos…). Esta
ja ver el final de la vida, y todo lo que visión quedaba un poco estrecha, por
este final significa para el enfermo y muy evidente que sea que para el salto
para quienes le quieren. La unción se re- al más allá necesitamos la acogida mi-
fiere sólo al segundo tipo de enferme- sericordiosa de ese Todopoderoso “que
dad: sea o no sea última (“extremaun- ejerce su poder perdonando y teniendo
ción”). Y aunque la llegada de la muerte misericordia” (como reza espléndida-
pueda retrasarse por capacidad del or- mente la liturgia católica).
ganismo o de la medicina, lo que no de- Pero esa visión queda corta porque
be retrasarse es el situarse activamente el significado de la unción es más am-
ante ella. plio: se trata de facilitar el salto más
La hora del adiós nos sitúa ante una arriesgado que tiene que dar el ser hu-
observación fundamental: la vida no es mano. Se trata de poder superar y trans-
mía, ha sido un regalo; ¿qué he hecho formar el tácito miedo a la muerte que
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nuestra cultura ambiental niega y repri- dencia y acabamiento, todo eso puede
me, y que la gente suele sufrir en silen- ser paradójicamente cantando con una
cio, culpabilizándose por sentirlo y sin de las mas bellas estrofas de la poesía
atreverse a confesarlo. castellana: aquella en que el creyente,
La unción puede seguir llamándose convencido de que camina por la noche
extrema, pero no porque anuncie un fin “a donde me esperaba / quien yo bien
definitivo sino porque anuncia un co- me sabía / en parte donde nadie pare-
mienzo definitivo, no porque vincule cía”, se atreve a clamar desde su fe:
con la muerte sino porque la convierte “¡Oh noche que guiaste! – ¡oh noche
en resurrección y transforma el adiós amable, más que la alborada! – Oh no-
definitivo en un “hasta luego”: hasta los che que juntaste – Amado con amada –
brazos del Padre. amada en el Amado transformada”.
De esta manera, todo lo que la muer-
te tiene de noche oscura, y que se va an- Efectivamente: que la muerte haya
ticipando en el envejecimiento, en la cambiado totalmente su significado es
pérdida del vigor y calidad de vida, en algo que merece ser celebrado y simbo-
los mil sustos y enfermedades que la lizado. “La noche [de esta vida] está pa-
preceden, o en el paso inexorable del sando; el día está ya encima” (Romanos,
tiempo que se va concretando en deca- 13,12).

Cristo no fue sacerdote sino laico. Considerado desde el punto de vista


del israelita, no poseía jurídicamente ningún ministerio.

(J. Ratzinger, El nuevo pueblo de Dios)

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CONCLUSIÓN: GRATUIDAD Y LUCHA POR LA JUSTICIA

El agua, el pan, el vino, el aceite, el abrazo, el perdón, la noche... He


aquí realidades de nuestro vivir cotidiano que son, a la vez, triviales y
capaces de vehicular un significado tan profundo, como para que el
Dios de Jesucristo pueda darse y hacerse presente a través de él. Por
eso puede decirse de cada una de esas realidades convertidas en sím-
bolos lo que san Pablo decía del amor humano: “hay aquí un gran
Misterio” (Ef. 5,32).

No queda ya espacio para otras mil cuestiones más técnicas de la teología


sacramental. El objetivo de estas páginas era sólo purificar todas las concepcio-
nes meramente cúlticas o mágicas, para acercar a los creyentes a la rica expe-
riencia de los sacramentos. Facilitar objetivamente el acceso a esa experiencia
requeriría hoy más creatividad y una serie de reformas que la autoridad eclesiás-
tica teme abordar, no sabemos si porque sigue creyendo que los hombres son
para los sacramentos y no al revés, o porque confunde, como decía Ratzinger, la
rutina perezosa con la voluntad de Dios. En cualquier caso, un acercamiento más
“sacramental” a la espiritualidad de los sacramentos ayudará a vertebrar mejor la
vida creyente en torno a la doble experiencia fundamental cristiana: la experien-
cia de la gratuidad que deriva del don de la filiación divina, y la profunda convic-
ción de la necesidad de justicia e igualdad entre los hombres que responda a
nuestra condición fraterna.

Desde una sacramentología renovada podrá ir haciéndose visible lo que decía-


mos en un Cuaderno anterior de esta misma colección (121) sobre la Iglesia: ésta
no es una institución cúltica (o "sinagoga”), sino una comunidad a la que Dios
envía a servir amorosamente a la historia humana desde la fe en Jesucristo y el
anuncio de su evangelio. Por eso los sacramentos tampoco son meros actos de
culto que apartan de la vida, sino señales que en medio de esta dura historia per-
miten celebrar los gozos y las esperanzas, o acompañar las angustias y dolores
del caminar de los hombres por el tiempo.
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NOTAS

1. Transcribí ese texto, no recuerdo de dónde, con 9. Ver el cap. 6 de la carta a los romanos, sobre
la referencia a J. RATZINGER Introducción al todo el v. 4.
cristianismo, p. 118. La referencia no es exac- 10. “Vinculándoos” es la traducción que da Juan
ta: no sé si me equivoqué yo al copiarla o si el Mateos a la expresión bautizarse “en nombre
error venía de mi fuente. de”, para no perder la densidad de significado
2. Con cierta ironía podemos añadir que un rito de la palabra nombre, en el mundo semítico.
clásico de la piedad antigua era el "padrenues- 11. Este texto de Mateo zanja una lógica discusión
tro a san Antonio" para encontrar un objeto que se planteó a la iglesia naciente, sobre si
perdido. había que bautizar en nombre de Jesucristo o
3. La disciplina del arcano es una expresión del en nombre del Dios (trino) revelado en
cristianismo primitivo que D. Bonhoeffer recu- Jesucristo.
peró en tiempo de la persecución nazi: busca 12. Nótese que esto lo afirma la carta tras decir, en
proteger el sentido de lo religioso reservándo- el verso anterior, que hemos sido sumergidos
lo a solos los creyentes, para evitar que se tri- en Cristo.
vialice (vg. con adherencias comerciales). 13. “La eucaristía ¿es un sacrificio?”, en
4. Joan CHITISTER, La regla de San Benito, p. 153. Concilium 24 (1967), p. 75. Unas líneas antes
5. Esto ha sabido captarlo bien el mundo de la había escrito: "el culto cristiano no puede con-
publicidad, que convierte a infinidad de obje- sistir en el ofrecimiento de los propios dones
tos poco importantes en promesas de algo más sino que, por su propia esencia, es la acepta-
grande. Sin que ahora importe el que esas pro- ción de la obra salvífica de Cristo que nos fue
mesas sean casi siempre engañosas. dispensada una vez".
6. Ver K. RAHNER, Escritos de teología, IV, pp. 288 14. El profundo enraizamiento humano del pan y l
y 289. vino aparece ya en el Génesis cuando explica
7. Puede ser bueno recordar que a las primitivas que Melquisedec ofreció a Abraham “pan y
profesiones de fe (que hoy llamamos “cre- vino” como expresión de acogida y bendición
dos”) se las llamaba en la antigüedad “símbo- al regreso de una batalla (Gen. 14,18). Al
los”: era una manera de expresar que los cre- autor de la Carta a los Hebreos no se le pasó
dos, más que encerrar, señalan a un “más allá” por alto este detalle, al hablar de la unicidad
de ellos. Y por eso pudo escribir santo Tomás del sacerdocio de Cristo (Heb. 7,1ss).
que el acto de fe no termina en un enunciado 15. Uso la palabra en sentido deliberadamente alu-
(como parecen creer hoy muchos católicos) sivo e impreciso. Si se trata de una transubs-
sino en una Realidad. tanciación, o de una "transubstantivación"
8. Se me hace inevitable evocar la frase "esto es como enseñaba X. Zubiri, es cuestión muy
vida!", oída a amigos y dicha por mí mismo al técnica que no hace ahora al caso. Aunque sí
emerger de una buena zambullida en alguna podemos indicar que la mentalidad moderna
piscina, en un día caluroso. "Esto es vida!" es no entiende ya la antigua distinción entre
lo que querría decirnos también el bautismo. substancia y accidentes: entendemos que la
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sustancia no es más que el conjunto de notas día en que una religiosa se fue a confesar, y se
(color, sabor,, peso, extensión y, en todo caso, acusó de la siguiente manera: "me acuso de lo
los componentes químicos). mismo que me acusé la semana pasada y de lo
16. El presbítero puede serlo en las iglesias orien- mismo que me acusaré la semana que
tales; y en la católica sólo por delegación epis- viene"…
copal. 25. Ver en Sacramentum Mundi, la palabra "magis-
17. También en el bautismo puede hacerse una terio".
unción, pero no es necesaria para la validez 26. En la confirmación hay también una primera
del sacramento. imposición de manos porque, en realidad,
18. Importa destacar que no es Pedro quien los todo cristiano es un enviado. Ese envío es el
mata o los condena a muerte, sino que "al oír que se intensifica (y casi se absolutiza) en el
sus palabras, Ananías, desplomándose, expi- orden.
ró". 27. Remito para esto a mi libro: Hombres de la
19. Recordemos que acabará siendo llamada “la comunidad. Apuntes sobre el ministerio ecle-
casta meretriz”. sial. Tuve durante un tiempo el propósito de
20. P. Johnson cita una sorprendente tesis de san completar esos apuntes con un estudio compa-
Ambrosio que se apoya en Orígenes para rativo entre el decreto del Trento y el texto de
explicar que, en el caso excepcional de una acuerdo entre las iglesias cristianas conocido
confesión privada, los confesores no podrían como Documento de Lima. Pero ya dudo de
absolver sino sólo interceder y aconsejar. que ese propósito sea posible alguna vez.
(Historia del cristianismo, p. 310). Pero no da 28. En línea con lo que dijimos en la nota 21 sobre
referencia alguna de fuentes. la poca información histórica de Trento, es
21. Véanse las expresiones repetidas: "entendió sabido cómo el Vaticano II modificó un canon
siempre la Iglesia" o "de aquí se colige", del tridentino que hablaba de "una jerarquía
"habiendo sido siempre recomendada por san- instituida por disposición divina, que consta
tísimos y antiquísimos padres (DH 1679-83), de obispos presbíteros y diáconos" (DH
frases que no siempre son exactas desde el 1776); y habló de un "ministerio eclesiástico
punto de vista histórico. Ver lo que diremos de divina institución, ejercitado en diversas
más adelante en la nota 28. categorías por aquellos que, ya desde antiguo,
22. Remito, para todo este apartado a Ricardo se llamaron obispos, presbíteros y diáconos"
Franco: La confesión en el concilio de Trento. (LG 28). Lo que es de derecho divino es pues
Exégesis e interpretación. En: "El sacramento el ministerio eclesiástico y no su venerable
de la penitencia. XXX semana española de configuración posterior.
teología", Madrid 1972, pgs. 303-316. 29. DH 3113. Eso declararon los obispos alemanes
23. La expresión "dar la absolución" (o "yo te en una carta dirigida al canciller Bismarck, tras
absuelvo") resulta en este contexto poco evan- el Vaticano I, y que fue aprobada por Pío IX.
gélica: pues convierte la celebración en "con- 30. El nuevo pueblo de Dios, pgs. 351-52.
cesión" del perdón. Jesús nunca dijo "yo te Subrayado mío.
perdono tus pecados" (y era el único que podía 31. Léanse los capítulos pertinentes de Jer 2, Oseas
decirlo) sino Dios te perdona (con el clásico 2 o Ezequiel 16.
pasivo hebreo usado para referirse a Dios). 32. El catecismo antiguo no conseguía renunciar
24. Bromeando, pero no sin parte de verdad, he del todo a esa visión y explicaba que la extre-
contado algunas veces que la crisis del sacra- maunción era también "para dar salud al cuer-
mento de la penitencia comenzó en realidad el por si conviene".

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ALGUNAS PISTAS PARA PODER COMPARTIR EN GRUPO

Este cuaderno, como dice el autor, no pretende ser un tratado sobre los sa-
cramentos, sino una iniciación... quiere recuperar puntos medulares y olvida-
dos de la tradición teológica, dando un paso hacia adelante. La eclesiología
del Vaticano II está en la base de cada una de sus proposiciones. El lector de-
be preguntarse si ha transitado por él con confianza, y qué caminos se le abren
que puedan reavivar la vida sacramental.

1. Nuestra condición humana y la naturaleza misma de lo simbólico conllevan la pre-


sencia de toda una constelación de ritos, y un "universo simbólico" en torno a cada
símbolo. Estos rituales no deberían degradarse en rutina sino más bien ayudar a aden-
trase en el corazón mismo del símbolo, potenciando su expresividad y su capacidad
significativa.

De lo contrario, como dice Gérard Fourez que los sacramentos están "en cautividad"
y su poder liberador se manifiesta con dificultad en nuestra sociedad técnica, alérgi-
ca a los ritos y a los lenguajes simbólicos.

Para ayudar a liberarlos preguntémonos:

– ¿Qué signos llevan una carga expresiva para el hombre de hoy?


– ¿Cómo crees que se tienen que vivir para rescatarlos de la cautivi-
dad, y que sean capaces de expresar los conflictos, las contradiccio-
nes y las esperanzas de la existencia individual y colectiva?
– ¿Tienes alguna experiencia de que los símbolos hayan sido lugar pri-
vilegiado donde Dios se manifiesta? ¿Podrías recordarlas y compar-
tirlas?

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2. Una noticia tan buena y tan increíble como la de nuestra filiación divina, es algo
que merece ser celebrado, y esa celebración debe llegar hasta lo corporal y lo ma-
terial. El bautismo nos constituye en comunidad de hermanos o, como suele decirse,
implica nuestra "entrada en la Iglesia". Entonces:

– ¿Se percibe eso en las celebraciones habituales del bautismo?


– ¿Cómo te parece que la comunidad de los que se saben hijos d e Dios
debería acoger, celebrar y ayudar a los padres para vivir la experiencia
de fe?
– ¿Qué habría que potenciar en las celebraciones del Bautismo? ¿Crees
que las sugerencias que se dan en el Cuaderno pueden cambiar nues-
tra mentalidad y hacernos más hermanos?

3. Partir el pan equivale a compartir la necesidad humana. Y pasar la copa equivale a


comunicar la alegría. Ese doble gesto que es profundamente humano y que simboliza
tan bien la vida entregada de Jesús, se convierte en el símbolo eficaz –sacramento–
de su presencia real entre los suyos.

– ¿Qué te sugiere "compartir” la necesidad humana?


– ¿Crees que el pan y el vino "se transubstancian" en aquello que es la pre-
sencia misteriosa de Dios entre nosotros?
– ¿Vives eso en tu participación habitual en la eucaristía?

4. El cuaderno señala cinco metáforas cotidianas: la del cuajar de la fe, la del abra-
zo al que regresa, la de las manos, la del beso, y la de la noche... Son expresiones
certeras y reales de "la sacramentalidad de la vida", y nos remiten a la profundidad
de los Sacramentos: el de la Confirmación, el Perdón, el Servicio a la Comunidad, el
Matrimonio como sacramento de la unión al que todo amor aspira, y la entrega con-
fiada que puede cambiar el sentido de la Muerte.

– Podríamos reflexionar sobre cada una de las metáforas que se pro-


ponen para entrar en su significado y compartir la manera cristiana de
celebrar trascendiéndolas, las alegrías y miedos , los gozos y las som-
bras de nuestra existencia humana.
– ¿Qué te ha aportado el Cuaderno en general? ¿En qué ha cambia-
do tu visión de los Sacramentos?

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