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DESERCIÓ N ESCOLAR EN COLOMBIA


Má s cupos pero menos promoció n

El pasado 20 de octubre fue dado a conocer un doloroso informe sobre la


deserció n escolar en Colombia por parte de la Contraloría General de la Nació n. El
Informe revela no solamente el nú mero de estudiantes que se desvinculan del
sistema escolar y el costo social que ello representa, sino también el costo
econó mico que tal situació n tiene para el país.

Por: Esteban Salgar

Las cifras y la realidad suponen una alarma para que la comunidad educativa actú e
diligentemente, frente a la ausencia de futuro que supone dicha realidad de la
escuela. Las causas, a pesar de mostrar una aparente diversidad, convergen en la
pobreza que afecta a una gran franja de connacionales.

Como quiera que el desarrollo de un país y la aparició n de las oportunidades para


sus individuos dependen de los avances que éste y estos logren en su educació n,
las acciones, segú n el informe, demandan la participació n de actores como la
familia, la escuela y las autoridades locales para desarrollar estrategias concretas y
enfrentar el problema.

«Tan solo en 2004 abandonaron el servicio educativo casi 760 mil estudiantes, lo
cual implicó que el Estado y la sociedad perdieran, por causa de este fenó meno,
má s de $680 mil millones invertidos, señ aló en su exposició n el Vicecontralor
General de la Repú blica, Luis Bernardo Fló rez Enciso, en la instalació n de la
Agenda Nacional Ciudadana en Educació n, dedicada a «La deserció n escolar en la
educació n bá sica y media».

Del total de niñ os y jó venes matriculados en educació n bá sica y media en 2004


(10'524.547 estudiantes) y ante una tasa de deserció n promedio de 7% anual, se
concluye que solamente terminaría el ciclo completo de educació n el 47% de los
estudiantes que lo iniciaron. El informe señ ala como una variable institucional con
efecto en estos resultados, que la política educativa en Colombia ha sido la
bú squeda de la universalizació n de la educació n preescolar, bá sica y media que en
general se circunscribe al logro de la matrícula universal, sin observar, por
ejemplo, si los alumnos matriculados permanecen en el sistema escolar. Las
estadísticas sobre eficiencia interna son alarmantes, má s aú n si se tiene en cuenta
que los niveles de cobertura son insuficientes.

Entre las causas má s comunes de deserció n se ubican las restricciones de


demanda. Un alto porcentaje de los jó venes en el decil de ingresos má s bajo (má s
pobres) no asiste a la escuela. Esa inasistencia se explica por la falta de recursos, la
necesidad de trabajar, falta de tiempo o falta de interés, y la falta de cupos
originada, en parte, por el flujo de estudiantes del sector privado al pú blico debido
a la crisis econó mica de finales de la ú ltima década.
«El marco regulatorio para la educació n preescolar, bá sica y media en Colombia, ha
generado una institucionalidad que impacta sobre el fenó meno de la deserció n
escolar. Por una parte, la bú squeda de la eficiencia fiscal y de asignació n
establecida en la Ley 715 ha llevado a incrementos significativos en la cobertura de
matrícula en el sector oficial contrastado con una dramá tica disminució n de la
misma del sector no oficial, tanto a nivel agregado, como en la mayoría de las
entidades territoriales del país». Ver cuadro

«El comportamiento territorial de la deserció n en Colombia, indica que las


regiones má s proclives a este fenó meno son los departamentos, elevados a tal
categoría territorial por la Constitució n de 1991 (antiguos territorios nacionales),
que se caracterizan por una alta dispersió n poblacional, alto grado de
desplazamiento y economías de enclave. También presenta alto porcentaje de
deserció n escolar el eje cafetero regió n bastante diferente de la anterior
caracterizada por una densidad de població n media y un grado de desarrollo
medio».

Plantea el informe de la Contraloría ademá s, que «los criterios de asignació n


establecidos por la Ley 715 de 2001 para el sector educació n se fundamentan por
unidades de costeo (població n atendida, població n por atender) y residualmente
para equidad. Esta asignació n tiende a favorecer a las regiones de mayor
concentració n poblacional y desarrollo econó mico e institucional, sacrificando a
las regiones má s pobres las cuales a la postre son las que presentan mayores
niveles de deserció n.

El «desinterés» es otra causa que explica la deserció n de la escuela (20%) y si los


estudiantes encuentran que en su institució n no hay espacios deportivos,
biblioteca, laboratorio ni medios de informá tica como herramientas para su
proceso de aprendizaje, probá blemente no les resulte atractiva esa escuela. Si a
esto se le adiciona -como puede ocurrir- ausencia de estrategias pedagó gicas en el
trabajo de sus maestros, es explicable que no se sientan atraidos.

Y ya que «la escuela es el escenario institucionalizado de la formació n educativa,


debe ser el lugar que sirva para observar las necesidades de los niñ os y desde
donde hay que mitigar el fracaso de los estudiantes con la debida atenció n a la
diversidad de causas. En este sentido, la atenció n personalizada es un factor
fundamental para el buen funcionamiento del proceso educativo. Sin embargo, las
medidas de «mejor utilizació n de la capacidad instalada» y «racionalizació n de la
planta docente» propias de los gobiernos anterior y actual, se basan en pará metros
tales como: 25 alumnos por docente en el nivel preescolar, 32 en primaria y 29 en
secundaria. Esto es particularmente difícil en las á reas rurales (se necesitan
mínimo 22 alumnos por aula), con lo que se requiere de concentraciones en las
cabeceras urbanas superiores (mínimo 32 alumnos) para alcanzar los promedios
establecidos. Con esto se pierden las ventajas de la personalizació n del servicio
escolar y docente en aras de un eficientismo del tipo costo-beneficio.

Los datos sobre desnutrició n, sobre deficiencias auditivas y visuales, el


desplazamiento forzado, el reclutamiento para grupos armados, para pandillas, la
«escuela mamona», sin atractivo para niñ os y jó venes y, por supuesto la necesidad
de ganar algú n dinero para la casa, serían las cosas a cambiar en este país para
acabar con la deserció n. ¿Se le mide?

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