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pedagogía institucional.
PEDAGOGÍA NO DIRECTIVA
El buen educador necesita saber transmitir, saber relacionarse. Hay muchos tipos de relació n:
autoritaria, democrá tica, libertaria, autogestionaria, etc. ¿Cuál es la mejor? La
pedagogía tradicional era intelectualista, directiva, autoritaria, individualista... Modernamente
hay muchas corrientes de signo contrario1. Existe también la no directividad de Carl Rogers, en
la que nos vamos a centrar2.
Respecto de Rogers, hay que dejar bien claro lo siguiente: 1) Que la expresió n no directividad
(la que todos usamos) es poco acertada; sugiere rechazo de todo magisterio y autoridad,
distanciamiento o desinterés, permisividad3. Pero lo que Rogers propone es «centrarse en el
cliente», en el sujeto: propone cercanía, presencia auténtica, valiosa y difícil, puesta al servicio
de la autenticidad y crecimiento del otro, por sí mismo y desde dentro. 2) Que muchísimo má s
que las técnicas y métodos, importa una determinada visió n de las cosas (el hombre, la
maduració n, la educació n) y la implicació n profunda y personal en las actitudes
correspondientes. 3) Que Rogers se mueve dentro de los límites de la experiencia
psicoterapéutica (de la que prescindiremos) y de la pedagogía, que también le apasionó . No es
filó sofo ni mucho menos teó logo (no trata de la estructura metafísica de la persona, ni del
sentido ú ltimo de la vida, del dolor y la muerte).
La no directividad debe modularse segú n la edad y las circunstancias; es una orientació n, una
utopía nunca plenamente alcanzable. Esto supuesto, nos vamos a plantear dos cuestiones: ¿Qué
interrogantes y aportaciones ofrece Rogers a la educació n? ¿Tiene algo que ver todo esto con la
educació n de la fe?
La madurez consiste en llegar a funcionar libremente con todas las potencialidades del propio
organismo; comprometerse de manera total en el proceso de ser uno mismo má s plenamente.
La consecuencia principal es lacreatividad: maduro es el que aprende siempre a aprender; no
es adaptado ni conformista; no sigue ningú n modelo rígido de conducta; evoluciona de
continuo.
Este optimismo de Rogers se basa en que el proceso humano de valoració n es obra de la
persona entera: «tiene una base organísmica», es parte del proceso vital de cualquier
organismo sano, que recibe realimentació n desde el exterior y adapta continuamente su
conducta y sus reacciones, para lograr su autoenriquecimiento. La persona psicoló gicamente
madura confía en la sabiduría de su organismo; tiene presente que «sus sentimientos e
intuiciones pueden resultar má s sabios que su mente. Confía en la totalidad de su ser» (LCE
188).
Pero todo esto requiere una condició n previa, la libertad de experiencia: que el individuo esté
abierto a sus vivencias má s íntimas y personales, a sus reacciones y sentimientos (aunque sean
negativos). Esta receptividad no es fá cil. Para lograrla es buena ayuda una relació n humana de
calidad, como veremos.
En la persona madura, el criterio de valoració n se centra en la propia experiencia; es flexible y
diferenciado; está abierto a las informaciones provenientes de fuentes externas diversas, «las
toma como lo que son —pruebas ajenas a su experiencia— y que no son tan importantes como
sus propias reacciones» (LCE 187). Para ella, lo valioso es lo que enriquece su yo y lo hace má s
completo y desarrollado. «Esto puede parecer un criterio algo mezquino y asocial, pero está
comprobado que no es así, puesto que las relaciones profundas y de colaboració n con los
demá s se viven como realizadoras del yo» (LCE 188). Ciertamente nos podemos equivocar.
Pero quien está abierto a la realidad y a sus propios sentimientos y experiencias puede
corregir sus errores. Cuando el ser humano es internamente libre de elegir sus valores, tiende a
valorar lo que contribuye a la supervivencia, al crecimiento y desarrollo de sí mismo y de los
demá s. «Para mí, esta es una conclusió n ineludible de má s de 30 añ os de experiencia en
psicoterapia» (LCE 215).
En síntesis: el educador crea el clima inicial; ayuda a despertar y esclarecer los propó sitos
individuales y los objetivos generales; confía en el grupo; ofrece una variada gama de recursos
para el aprendizaje; tiende gradualmente a ser miembro activo del grupo y expresa sus propias
opiniones, como los demá s.
He aquí algunos métodos que pueden dar má s libertad para el propio crecimiento: trabajar
sobre problemas reales que afecten a los educandos (descubrir qué cosas constituyen un
desafío para los jó venes y darles la oportunidad de enfrentarse a ellas). Proporcionarles
muchos recursos: muy variados y muy al alcance de su mano (aunque siempre el recurso
principal es el educador). Valerse de contratos de trabajo: cada educando planifica qué quiere
hacer y se fija un lapso de tiempo; método muy flexible que puede servir de transició n entre el
modelo tradicional y la no directividad. Establecer dos modos de funcionamiento: los que
prefieren ser dirigidos y los que escogen mayor libertad. Promover la autoevaluació n: es
capital, puesto que asumir responsabilidades es fijar criterios, precisar objetivos y juzgar
resultados. Desde luego, los métodos «só lo será n eficaces si el maestro desea realmente crear
un clima de libertad para aprender» (LCE 115).
Mucho má s recientemente, Poeydomenge señ ala puntos como los siguientes: la preocupació n
de Rogers por lo observable y por la sencillez le lleva a descuidar o minimizar las variables
genéticas y ambientales, las ataduras al pasado y el complejo mundo del inconsciente o
«rostros nocturnos de la persona»; faltan algunos cuestionamientos filosó ficos y metafísicos:
noció n de persona, noció n y fundamento de la libertad, sentido de la vida, etc. Hay fuerte
contraste entre la visió n de Rogers y las dé Freud y de Skinner. La metodología de Freud
comporta instancias psíquicas conflictivas. En cuanto a Skinner, la polémica era inevitable, ya
que Rogers rechaza los fá ciles determinismos del refuerzo positivo (aunque esto no significa
que haya que renunciar a las modernas tecnologías de la enseñ anza).
Otro frente de batalla: la pedagogía por objetivos, si es reductora, uniformadora y neodirectiva.
En fin, la ayuda pedagó gica es difícil: no es só lo relació n interpersonal (como la ayuda
psicoló gica); también es relació n institucional; requiere, pues, cierta autoridad y directividad;
no basta escuchar; a veces hay que motivar y estimular, aconsejar, prohibir, imponer..., puesto
que el formando no está maduro todavía. Aquí la no directividad tiene que ser de tipo
dialéctico; algo delicado y difícil. Quizá Rogers ha subestimado la necesidad de una formació n
especial para el educador; confía má s en las cualidades del corazó n; privilegia el sentimiento
sobre el intelecto y la escucha sobre la mirada. No analiza suficientemente el peso de la
institució n y de la burocracia, etc.
Muchos educadores comparten hoy los puntos siguientes (¡no necesariamente exclusivos de la
no directividad!): importancia de la creatividad, de la afectividad, de la singularidad de toda la
persona, de la libertad y de la experiencia personal (como fuente de conocimiento
verdaderamente humano); urgencia de replantearse muy claramente el fin de la educació n;
una visió n má s optimista del hombre y del educando.
Un nú mero menor de educadores defiende los puntos siguientes: para caminar hacia
la madurez, lo mejor no es la pasividad, la repetició n, la dependencia, la agresividad, el
dirigismo, la imposició n. No hay que imponer saberes ni valores, por muy valiosos que sean,
porque bajo la imposició n vemos la vida con criterios ajenos en vez de verla con los ojos
propios, tomamos como sustancia viva lo que no hemos vivido. Es preferible la libertad de
experiencia, que permite desarrollar la autonomía y la responsabilidad. Así hay maduració n
profunda, porque los criterios no vienen de fuera, sino de lo experimentado y valorado.
2. ACENTUACIONES. Desde esa pedagogía no directiva, ¿qué aspectos cobran especial relieve
en la educació n de la fe?: 1) Superar toda antropología negativa o dualista (lo humano como
neutro o peligroso, olvidando que Dios mismo ha hecho al hombre racional y libre). 2)
Fidelidad al sujeto, no só lo a los contenidos. Só lo hay comunicació n si el otro recibe la palabra y
en la forma en que él la recibe (i no precisamente en la forma en que se habla!). Gran cantidad
de mensajes no se reciben o se reciben mal. Asimilar no es mero trasvase. Es hermenéutica,
reinterpretar y reestructurar lo recibido, en funció n del propio ser, de la biografía propia y de
las circunstancias personales. En la liturgia, ciertas maneras de entender el ex opere
operato pueden rondar el mecanismo de la magia; en la predicació n y en la catequesis puede
ocurrir otro tanto. El alimento es importante, pero la asimilació n, mucho má s. 3) Fidelidad a la
comunicació n profunda. La relació n interpersonal y de grupo es mediació n cristiana (i no só lo
humana!) de la acció n de Dios. El modo de comunicar un mensaje es ya un mensaje que
condiciona lo demá s. Hacernos totalmente a todos es ya el primer mensaje cristiano y, en cierta
manera, el má s indispensable. Sin amor (aceptació n incondicional) no hay apostolado. Ser
cristiano es centrarse en el otro, como Jesú s (Jn 15,12; 13,15); «el buen pastor da su vida por
las ovejas» (Jn 10,11). Y no olvidar que la relació n educador-educando acentú a cierta asimetría
que dificulta un poco el diá logo profundo; hay que saberlo y subsanarlo. 4) La autenticidad es
indispensable; querer dar testimonio o servir de modelo no sería vá lido, en la medida en que la
funció n o el personaje suplantaran a la persona; de aquí nace la exigencia de ir siendo lo que
decimos que somos: adultos, cristianos, religiosos, educadores de la fe. También las
instituciones deben mostrar autenticidad, comprensió n y empatía. No basta tener
autoridad; necesitamos credibilidad. 5) Primacía de la experiencia y de la vida, sobre las
nociones y la teoría. 6) Dar libertad y responsabilidad. Nadie puede pensar, madurar, creer y
optar por otro. No hay fe sin libertad. No hay libertad sin respeto incondicional ni sin riesgos.
La imposició n oscurece los valores, porque no es el mandato el que crea el bien, es el bien el
que justifica el mandato; o sea, las cosas no son buenas o malas porque Dios las manda o
prohíbe, sino que Dios las manda o prohíbe porque son buenas o malas.
Autodirecció n
Otros autores han hecho planteamientos en el mismo sentido: “proceso personal de aprender
a aprender, a cambiar, a adaptarse” (C. R. Roger). La enseñ anza es una “situació n provisional
que tiene por objetivo hacer al estudiante… autosuficiente” (j. S. Bruner). “El objetivo de la
educació n de adultos o de cualquier tipo de educació n es convertir al sujeto en un estudiante
continuamente dirigido desde adentro y que opera por sí mismo” (J. R. Kidd). “Autodirecció n
es la capacidad que tiene el estudiante adulto de asumir la responsabilidad de la planificació n
y direcció n del curso de su aprendizaje” (A.M. Tough).
También plantea Knowels que la capacidad de aprender por uno mismo, se ha convertido de
repente en un requisito previo para vivir en este nuevo mundo.
Reflexione por un momento. ¿En qué ocasiones o aspectos es usted realmente autó nomo? ¿Le
gustaría tener mayor autonomía? ¿En que aspectos? ¿Que logros adicionales obtendría?.
Cuando hablamos de aprendizaje autó nomo nos referimos al grado de intervenció n del
estudiante en el establecimiento de sus objetivos, procedimientos, recursos, evaluació n y
momentos de aprendizaje. En la práctica, en un programa educativo, no es usual que exista un
grado absoluto de autonomía en dichos aspectos y posiblemente tampoco es muy aconsejable;
sin embargo, la experiencia ha demostrado que cuando el estudiante tiene una mayor
participació n en las decisiones que inciden en su aprendizaje, se facilitan la motivació n y
efectividad en el proceso educativo.
Hoy en día son comunes las ideas y conceptos alrededor de términos afines como
autodirecció n, autoeducació n, aprendizaje andragó gico, aprendizaje autó nomo, aprendizaje
planificado por uno mismo, educació n a distancia; sin embargo, los planteamientos,
desarrollos conceptuales y prá cticas específicas al respecto no son nada recientes. Por el
contrario, antes de la organizació n de centros educativos formales, la autoeducació n fue casi
la ú nica opció n que tuvieron las personas para instruirse o comprender las cosas que
sucedían en su entorno inmediato.
Diversos historiadores afirman que la autoeducació n fue importante en la vida de los filó sofos
griegos. Só crates se consideraba un autodidacta y reconocía que aprendía continuamente de
quienes le rodean. Plató n consideraba que el fin ú ltimo de la educació n de los jó venes era el
de desarrollar sus capacidades para actuar como autodidacta durante la edad
adulta. Aristó teles explicó la autorrealizació n como una sabiduría potencial que podía
desarrollarse ya fueses con la orientació n de un maestro o sin esta.
Cada vez es má s fuerte y radical el desplazamiento de las prá cticas pedagó gicas hacia un
aprendizaje centrado en el estudiante y por tanto se presenta un cambio en el papel del
maestro: ya no se dedica a transmitir conocimientos o a instruir, sino a orientar el proceso
educativo en ambientes en los cuales el estudiante sea capaz de identificar y decidir lo que
quiere aprender y las condiciones en que va a hacerlo.
Este cambio de explica en parte en la aceptació n generalizada de principios bá sicos como los
siguientes:
Como respuesta a los incesantes cambios que se presentan en todos los á mbitos, el
aprendizaje debe ser permanente, o sea que se realiza durante toda la vida, por tanto toda
persona debe desarrollar habilidades para la adquisició n de nuevos conocimientos de manera
continua e independiente.
Una opció n adecuada para responder a estas realidades es la de aumentar la autonomía del
estudiante en su propio proceso de aprendizaje, de tal manera que esté en capacidad de
relacionar problemas por resolver y destrezas por desarrollar con necesidades y propó sitos
de aprendizaje, así como de buscar la informació n necesaria, analizarla, generar ideas para
solucionar problemas, sacar conclusiones y establecer el nivel de logro de sus objetivos.
Cuando usted está desarrollando una tarea o actividad y procede a solucionar los problemas
que va encontrando, sin solicitar ayuda, está empleando su independencia instrumental. Si
considera que no necesita aprobació n por parte de otra u otras personas para estar seguro de
la calidad de trabajo que ha realizado o del grado de dominio que tiene sobre dicha tarea, está
empleando su independencia emocional.
Los comportamientos motivados por la necesidad de aprobació n por parte de otras personas
son sintomá ticos de dependencia emocional. En realidad está comprobado que todos los seres
humanos requerimos, en menor o en mayor grado, de alguna forma de aprobació n externa
como un mecanismo de refuerzo o de validació n de nuestros conocimientos y destrezas.
Cuando un estudiante autó nomo está desarrollando un programa de aprendizaje valora por si
mismo el nivel de avance o de logro en sus propó sitos de formació n (auto aprobació n) y por
tanto es emocionalmente independiente. En la medida en que acuda al profesor en busca de
aprobació n estará empleando un menor grado de autonomía.
Knowles plantea que en la medida en que un niñ o empieza a formar su propia identidad va
descubriendo que puede tomar decisiones por si mismo. Pero, desafortunadamente, en la
mayoría de los casos el ingresar en un programa educativo se debe acostumbrar a que las
decisiones y la responsabilidad por su propio proceso formativo las asuman sus profesores y
sus padres. De esta manera se inhibe el desarrollo de su capacidad autó noma. En
consecuencia el llegar a la edad adulta presente dificultades para realizar aprendizajes
autodirigidos. Cuando una persona se da cuenta de que puede comportarse de manera
totalmente autodirigida puede afirmar que ha llegado a ser psicoló gicamente adulta.
Knowles también afirma que el comportamiento autó nomo es adulto y por tanto una
educació n apropiada de adultos debería basarse en el restablecimiento y apoyo de la
autonomía del estudiante a través de metodologías de aprendizaje adecuadas. Explica el
aprendizaje autó nomo como un proceso en el cual las personas asumen la iniciativa, con o sin
ayuda de otras, en el diagnó stico de sus necesidades de aprendizaje, la formulació n de sus
objetivos, la identificació n de los recursos necesarios para aprender, la elecció n y aplicació n
de las estrategias adecuadas y la evaluació n de los resultados de su aprendizaje.
Brockett y Hiemtra plantean que el concepto de auto direcció n en el aprendizaje involucra dos
dimensiones distintas, pero relacionadas: aprendizaje autodirigido y auto direcció n del
estudiante. El término aprendizaje autodirigido se refiere a un método de instrucció n
mediante el cual el estudiante asume responsabilidad primaria en la planificació n, elaboració n
y evaluació n de su proceso de aprendizaje, aun cuando pueda intervenir un agente educativo
como facilitar de este proceso. El término autodirecció n del estudiante involucra las
características de la personalidad del individuo y se centra en las preferencias del estudiante
por asumir la responsabilidad de su aprendizaje.
Al asumir que el punto de partida para todo proceso de aprendizaje está en el propio
individuo, no se puede desconocer la importancia del contexto social en el cual se realiza el
aprendizaje, ya que dicho contexto proporciona el escenario en que este se va a
desarrollar. En el entorno en el cual el adulto desarrolla sus actividades cotidianas se
encuentran diversos elementos y recursos que pueden ser utilizados como parte de redes de
aprendizaje con el propó sito de efectuar intercambios informales de aprendizaje.
De igual manera se considera que quien asume la responsabilidad personal como individuo se
encuentra en posició n má s favorable para realizar actuaciones sociales má s responsables y
para asumir las consecuencias de sus acciones.
En el mismo sentido D.D. Pratt considera que la auto direcció n es una condició n situacional
influida tanto por variables contextuales como por las características del estudiante y las del
profesor o facilitador. La mayor o menor necesidad de direcció n de un adulto en situació n de
aprendizaje se relaciona con su nivel de competencia o sea con los conocimientos y
habilidades para tomar decisiones y con el grado de dependencia, es decir, la capacidad de
autodirigirse en situaciones específicas.
Es claro que no todos los adultos poseemos el mismo nivel de desarrollo de las habilidades
para el aprendizaje autó nomo y aparentemente esta es una condició n que varía dependiendo
de las circunstancias y de las situaciones de aprendizaje. McCambs afirma que “hasta que los
estudiantes no desarrollen, en un sentido estable, una autoidentidad positiva que sea
reforzada por una experiencia de aprendizaje exitosa, no será posible para ellos
comprometerse en aquellos procesos de autoevaluació n que generen una posible disposició n
afectiva y motivació n para ser estudiantes autorregulados”.
Es indiscutible que en los ú ltimos añ os, especialmente en la segunda mitad del siglo XX, han
retornado gran interés las investigaciones, debates y controversias, alrededor de las bondades
y limitaciones de los procesos relacionados con el aprendizaje autó nomo; de igual manera se
han venido compartiendo los resultados mú ltiples experiencias que se han adelantado en
diversos países alrededor del mundo. Cada día es mayor es el nú mero de partidarios o de
personas convencidas de estas formas de aprendizaje; sin embargo, también es necesario
reconocer que hay quienes todavía son escépticos sobre los resultados y el grado de
generalizació n de las prá cticas autó nomas.
A manera de síntesis se exponen a continuació n algunas de las conclusiones que se han venido
elaborando a partir de dichas investigaciones y experiencias:
Los estilos, enfoques y resultados varían dependiendo de las personas y de las situaciones de
aprendizaje. Cada vez que iniciamos un proceso de aprendizaje nos encontramos con nuevas
necesidades de asistencia externa, iniciativa y reflexió n personal en relació n con nuestra
actividad de aprendizaje.
Todas las personas poseemos y podemos desarrollar, aun cuando en diferente grado,
capacidades para la autodirecció n en nuestro aprendizaje. Esto implica tratamientos o
atenció n diferenciada por parte de los profesores, orientadores o tutores.
Aun cuando un medio bá sico para este tipo de aprendizaje es el escrito, las actividades no se
concentran exclusivamente en éste y se pueden emplear mú ltiples opciones alternas:
participació n en grupos de estudio, viajes de estudio, visitas a entidades u organizaciones,
colaboració n con expertos, participació n en debates, entrevistas, investigaciones, foros
electró nicos, etc.
La autodirecció n no implica pasividad, comodidad o inactividad por parte del tutor o maestro,
por el contrario, exige asumir un papel activo, acciones de negociació n con el estudiante,
intercambio de puntos de vista, preparació n de recursos y de medios, convalidació n de
resultados, fomento de actitudes analíticas y críticas en el alumno y demá s acciones que
favorezcan un aprendizaje de alta calidad.
Cuando se logra una adecuada comprensió n del potencial que ofrece la autodirecció n en el
aprendizaje y cada uno de los elementos interactuantes (estudiante, tutor, institució n
educativa) asumen con responsabilidad sus respectivas funciones, se deben obtener
resultados de excelente calidad. Está demostrado que la mayoría de los estudiantes ponen en
acció n sus capacidades plenas y aplican el má ximo esfuerzo con el propó sito de lograr
aprendizajes de alta calidad, cuando se les otorga confianza.
Entre las diversas opciones de aprendizaje que está n al alcance de los adultos, aquellas que
privilegian acciones de autonomía en la toma de decisiones con respecto a su propio
aprendizaje se constituyen en la alternativa má s adecuada para estos.
Un elemento importante para facilitar el aprendizaje autó nomo lo constituyen los recursos,
los cuales se pueden agrupar en: audiovisuales,, individualizados, institucionales y con el
docente.
Entre los recursos audiovisuales que se puede emplear está n: mó dulos de autoinstrucció n,
textos educativos, revistas, perió dicos, videos educativos, videos interactivos, computadores,
tutoriales interactivos por computador, redes electró nicas, televisió n, radio.
Las ayudas que se pueden emplear en interacció n con el docente también pueden ser de
distinto tipo: tutoría presencial y a distancia, orientació n para la realizació n de actividades de
aprendizaje, debates en grupos de estudio, comunicació n telemá tica, informes de actividades
realizadas.
¿Pero qué es la institució n para nuestro autor? La Institució n: "… es la forma que adopta la
reproducció n y la producció n de las relaciones sociales en un momento dado de producció n,
como el lugar en que se articulan las formas que adoptan las determinaciones de las
relaciones sociales".**
Para los institucionalistas franceses la Institució n tiene tres momentos, la institució n como
lo Instituido, es decir, el momento de la universalidad, la institució n tal como les es dada a los
que a ella pertenecen.
¿Có mo se analiza la institució n educativa? Desde lo grupal, el Aná lisis Institucional estudia
las instancias estructurales del grupo, en cuyo interior tienen lugar fenó menos educativos.
Tiene como objetivo desentrañ ar el conjunto de fuerzas que operan en una situació n
aparentemente regida por normas universales, evidenciar en su realidad concreta el carácter
dialéctico, positivo a la vez que negativo, de cualquier agrupació n organizada; desenmascara
el complot de las instituciones, que consiste en imponer por la constricció n material
(econó mica o física) e ideoló gica, una visió n falsa de las relaciones de producció n. Este
desenmascaramiento se produce porque la actividad instituyente -el segundo momento del
que hablá bamos- pone de manifiesto lo oculto tras lo instituido, primer momento. El elemento
que permite el desenmascaramiento es el analizador.
Cada vez que las instituciones internas de la clase se convierten en medios instituyentes,
cada vez que se utilizan para cambiar la estructura instituida, se está haciendo pedagogía
institucional. El trabajo de los pedagogos institucionales se centra, precisamente, en el
esfuerzo instituyente frente a la inercia de lo instituido para generar una nueva
institucionalidad.
Caracteristicas de un grupo
Sin embargo, diversas evaluaciones promovidas por la SEP indican que el promedio general
está por debajo de lo esperado, especialmente en lo que se refiere al desarrollo de las
habilidades intelectuales bá sicas, la solució n de problemas y la comprensió n de conceptos
fundamentales de la ciencia, de la historia y de la geografía. ¿Por qué, a pesar de las acciones
de reforma educativa, los cambios en el aula y en el funcionamiento cotidiano de la escuela
siguen siendo débiles, cuando no imperceptibles?
2. Una escuela donde la enseñ anza y el trabajo educativo sistemá tico con el grupo de alumnos
sea la tarea má s importante
3. Una escuela que funcione como unidad educativa (y no só lo como unidad administrativa)
b) Que existan estilos de enseñ anza y de relació n de los profesores con los alumnos
congruentes entre sí y con los propó sitos educativos.
c) Que en la escuela existan normas acordadas entre los profesores y el personal directivo
y, en la medida de lo posible, con los alumnos y padres de familia, que establezcan claramente
los derechos, las responsabilidades y las obligaciones de todos los que conviven en ella, así
como las conductas permitidas y las prohibidas.
Hacer de cada escuela una unidad educativa con metas comunes, con estilos de trabajo
congruentes entre sí y con los propó sitos educativos, con formas de relació n estimulantes
para el aprendizaje no só lo de conocimientos, sino también de habilidades y valores exige una
colaboració n entre todos los integrantes de la comunidad escolar y una nueva forma de
ejercicio de la funció n directiva.
4. Una escuela donde exista una eficaz colaboració n profesional entre el personal docente
5. Una escuela donde el conjunto del personal docente y directivo asuma su responsabilidad
por los resultados educativos al concluir un ciclo escolar o nivel educativo (preescolar,
primaria o secundaria) y rinda cuentas a los usuarios del servicio
Está todavía má s ausente la evaluació n de los resultados que obtiene cada escuela; cuando se
trata de identificar problemas y sus causas, un hecho que hemos constatado en muchas
escuelas es que la primera reacció n de los profesores y directivos es explicar las
deficiencias en los resultados como producto exclusivo de factores externos a la escuela:
desnutrició n, violencia, medios de comunicació n, desintegració n familiar, pobreza o miseria,
sin calibrar la influencia de la escuela y del trabajo del maestro. Al explicar los resultados
educativos por la influencia de factores externos, en realidad se mantiene implícita la idea de
que la escuela y el trabajo del maestro tiene poca influencia sobre los resultados que obtienen
los alumnos; ello permite "desresponsabilizarse" de los resultados del trabajo docente y
educativo en general.
En este campo es necesario que el personal docente y directivo de las escuelas y zonas
escolares asuma que gran parte de los resultados que obtienen los alumnos depende del
trabajo cotidiano que se realiza en cada escuela y en cada grupo. Una vez establecido este
reconocimiento, es indispensable establecer en nuestras escuelas la evaluació n sistemá tica
del aprendizaje, centrada en los propó sitos bá sicos; esta evaluació n debe abarcar aspectos del
trabajo educativo tradicionalmente no sujetos a evaluació n: el desempeñ o docente y dentro
de éste, las formas de enseñ anza, la funció n directiva, la organizació n y funcionamiento de la
escuela, entre otros.
6. Una escuela que reconoce el interés y el derecho de las madres y los padres de familia a
participar en la tarea educativa y establece mecanismos para involucrarlos en la misma, sin
delegar en ellos las responsabilidades profesionales.
Gran parte de lo que se hace o deja de hacerse en las escuelas depende de las formas de
ejercicio de la funció n directiva. No es exagerado decir que la construcció n de una nueva
escuela depende en gran parte del trabajo de los directores, supervisores y jefes de sector.
Desde cuestiones elementales como el cumplimiento de las responsabilidades laborales
(asistencia y puntualidad), el acceso a los recursos educativos de la escuela (libros y otros
materiales) y el uso del tiempo escolar, hasta cuestiones menos observables pero de igual
importancia como la jerarquía entre las tareas (por ejemplo, la importancia que se concede a
los concursos frente al trabajo sistemá tico y cotidiano con los alumnos en el grupo), la
administració n de los derechos laborales y de las sanciones que corresponden al
incumplimiento de las normas laborales, el tipo de relació n que se promueve entre los
integrantes de la planta docente y entre éstos y las madres y los padres de familia. El ejercicio
de la funció n directiva define, en muchos casos, la imagen y el ambiente escolar.
Una nueva escuela requiere que los directores conozcan a fondo la misió n de la escuela, sus
implicaciones para cada gradoescolar, para el trabajo de cada maestro y para la
organizació n escolar en su conjunto y que, con esta base, tengan capacidad para: a) promover
y coordinar la evaluació n y el seguimiento sistemá tico de la tarea educativa, y usar los
resultados de la evaluació n para estimular el buen desempeñ o y para corregir las deficiencias
observadas; b) promover la colaboració n profesional entre los profesores y la solució n de
conflictos, sin afectar la calidad del servicio, y c) promover y encabezar una relació n de
colaboració n entre la escuela y las familias de los alumnos.
Transformar los rasgos de la cultura establecida, construir una nueva escuela, es una tarea
que requiere de un esfuerzo decidido. Implica primeramente reflexionar sobre los aspectos
arriba señ alados como base para definir nuevos rumbos ennuestro quehacer docente. Para
ello, sin duda un paso fundamental es hacer conciencia de aquellos por los que vale la pena
luchar, identificar elementos clave para que, convencidos de que una transformació n se hace
necesaria, concentremos nuestros esfuerzos justamente en lo que, tal y como señ alan los
autores de este texto, se constituya como puntos centrales para la construcció n de una mejor
escuela.
Paradojas no directivas
Los pedagogos discípulos de Descartes y de Rousseau no pueden menos que dejarse seducir
por el optimismo y la generosidad de la teoría rogeriana de la personalidad, que aparece en la
forma de tres sentimientos íntimamente ligados a saber: “un sentimiento positivo a propó sito
de si mismo, el descubrimiento de sentimientos positivos de otros hacia nosotros y de
nuestros propios sentimientos positivos hacia algú n otro. “Rogers escribe: “el nú cleo intimo
de la personalidad es de carácter positivo”.
Esta teoría se basa en el hecho de que el individuo es capaz de dirigirse a si mismo, esta
capacidad de autodirecció n, Rogers la llama growth, esta designa un conjunto de dos sistemas
acoplados: un sistema motivacional unificado, esto es, la tendencia actualizante y un segundo
sistema de evaluació n de la experiencia que funciona como regulador del primero.
Los hipercivilizados, los hipermorales y los inhibidos sexuales o sociales no pueden menos
que apreciar la permisividad del terapeuta y esta basta en muchos casos para curar.
Los maestros descubren que hablar no constituye el mejor medio de hacerse oír tienen
experiencias interesantes. El niñ o, el estudiante y el adulto en el periodo preparatorio, en una
relació n no directiva, ya no siguen siendo el objeto del maestro, sino que son considerados, de
buenas a primeras como sujetos capaces de despertar a la investigació n.
El maestro aprende a escuchar, a callarse y los niñ os hablan y trabajan. El maestro abandona
su papel de magister para ocupar en su clase su verdadero lugar, que es el de un adulto
responsable de sus actos y maestro de técnicas.
Una no directividad mal controlada amenaza con provocar desagradables fenó menos de
histerizacion o de pasaje al acto, resulta fácil para la no directividad bien dirigida transformar,
bajo pretexto de facilitar la comunicació n y de luchar contra la toma de poder, en donde se
diluyan las competencias y responsabilidades, sin que en ningú n momento el aparato de
dominació n econó mica resulte objetado.
Esta pedagogía puede definirse: desde un punto de vista está tico, como la suma de los medios
empleados para asegurar las actividades y los intercambios de toda suerte, en la clase y fuera
de esta; y desde un punto de vista diná mico, como una corriente de transformació n del
trabajo dentro de la escuela.
Para G. Michaud, la institució n se define como una estructura elaborada por la colectividad,
tiende a mantener su existencia asegurando el funcionamiento de algú n intercambio, del
cará cter que sea.
Para el Dr. Jean Oury la noció n de reciprocidad es esencial: un medio para facilitar el
establecimiento de relaciones reciprocas consideradas equitativas: es la institució n de
sistemas de mediació n en los cuales las personas ya no se encuentran cara a cara, sino que
hablan de algo que existe y actú an sobre algo que existe fuera de ellos y de los que son
responsables.
El maestro esta demasiado ocupado para poder estar atento, en todo momento, a todo lo que
ocurre, si lo estuviera, esto no facilitaría en modo algú n no ipso facto las comunicaciones entre
alumnos.
En esta lectura los autores hacen referencia a lo esencial y ú til que es conocer los medios no
directivos que se aplican en una clase: exposició n del profesor.
Nuestra pedagogía esta fundada en: la superioridad del aprendizaje sobre la enseñ anza. La
enseñ anza mata el aprendizaje. El maestro en su clase es el agente principal de un nú mero de
informaciones. Sabe cosas que los alumnos no saben y recibe un status de experto.
2.1.- ¿Hay que suprimir la lecció n magisterial?
La primera conversació n del maestro para por las “vías del silencio” y la tentació n de “hablar
sobre” es siempre amenazante. Comparar no-directividad y no-didactismo es el rol de alguna
forma expectativo del profesor.
Estudios de los ultimo treinta añ os en psicología social han manifestado que tanto en los
grupos restringidos como en los mas vastos, junto a los lideres (cuyo status y cuyo papel en la
diná mica de los grupos son bien conocidos) existe otra categoría de personajes, cuya
presencia tiene un peso considerable en la evolució n de las relaciones dentro de un grupo: la
categoría de “expertos”
Cualquier grupo informado sobre datos del problema o sobre los elementos de su solució n se
convierte en objeto de atracció n para otros miembros. En términos de psicología este
personaje goza de un status de “prestigio”.
Volviendo al tema maestro-alumno. Ningú n profesor debe perder de vista la ambigü edad de
su status dentro del grupo humano que es la clase. El profesor debe de hacer honor a su status
de experiencia dentro del grupo, y no tiene porque desempeñ ar otro papel que este.
El profesor dispone de medios para poner su saber a disposició n del grupo que lo solicita. En
el régimen no-directivo, donde la confecció n de los programas y la elecció n de los temas
dependen en gran parte de la decisió n de los alumnos, el profesor se vera obligado a
multiplicar este tipo de intervenció n.
Por esa razó n, ya había desataca, en 1959, un ensayo sobre al funció n pedagó gica del Training
Group, la necesidad de formació n de los formadores con una técnica de formació n que
permita analizar el médium educativo. La reflexió n original sobre esta posibilidad me permití,
luego, proponer, en 1962, en el coloquio de Royaumont sobre el psicosociología en la Cuidad,
el concepto de autogestió n pedagó gica.
Es necesario un cierto tiempo antes de que los alumnos encaren con calma y racionalmente
modos de organizació n validos y que cesen, ya que de pedir el retorno al sistema tradicional,
ya sea de lanzarse a una organizació n cualquiera, que los satisfaga en su necesidad de
actividad y les calme la angustia.
Trabajo dicho, toma formas de una extrema variedad, en equipos especializados y funcionales,
en equipos homogéneos, sin equipos. El pedagogo encuentra, el dialogo con los miembros del
grupo, este era imposible en el sistema tradicional. La crítica de las ideas o de las funciones del
pedagogo es mucha mas frecuente que el antiguo sistema.
1. El del analista.
3. El del educador que posee un saber y debe entregarlo por obligació n profesional (esta
es la razó n de su presencia en el grupo).
3. Preparar a sus alumnos para el aná lisis del sistema social en que viven, es decir, el
sistema burocrá tico.
También en este texto se encuentra la descripció n de los canales por los que pasan las
influencias educativas, ellos son: El canal de la oferta-solicitació n, El canal de la comunicació n
y El canal de la decisió n y de la coordinació n.
Por ultimo el canal de cooperació n y trabajo en el cual el profesor efectú a su rol: enseñ ar, lo
que significa que debe trabajar y hacer trabajar. Aquí la intervenció n del profesor es de estilo
Socratico, es decir responde a las preguntas mediante preguntas, lo que hace que el grupo
descubra por si mismo la solució n del problema.
El educador debe responder a las preguntas y a las necesidades de forma congruente, así
como aportar material, documentos e instrumentos en lugar de discursos.
El profesor responde a las formas anteriores mediante una serie de reflexiones y estudios
profundos, indicando algunos ejemplos de aplicació n que inciden en la institució n escolar y la
sociedad.
Este gran movimiento pedagó gico progresista que ha desembocado en cambios importantes
en nuestros métodos de enseñ anza, encontró , en Estados Unidos, la psicología social, la cual se
encuentra en el punto de partida de la invenció n de la no-directividad. Se estableció en un
principio un puente entre los modelos pedagó gicos y los modelos políticos.
En la pedagogía tradicional, el educador hace cosas exteriores a si mismo y a los niñ os,
inspiradas e un programa anó nimo y respetando una estricta neutralidad en todos los
campos, el educando acepta entregarse, mostrarse tal y como es, quitarse la mascara de su
status y de su rol. Una institució n educativa autentica es una institució n en la cual las
comunicaciones seas posibles entre todos y a todos los niveles. La forma como puede el
profesor responder a ellas es una cuestió n delicada que merece una reflexió n y un estudio
profundo.
El educador debe ser siempre de estilo socrá tico, responde a las preguntas mediante
preguntas. Las preguntas que plantea prolongan las preguntas que se la plantean. Esto
permite que el grupo descubra por si mismo la solució n del problema, en lugar de que esta se
le sirva en bandeja. El educador responde a las preguntas y a las necesidades de una manera
congruente. El educador tiene a menudo interés en responder a las peticiones aportando
material, documentos, instrumentos, en vez de hacer discursos.
Por otra parte, los programas que aplican en la escuela, no toman en cuenta el grado
de diferencia de los niñ os a los que van destinados, que obliga a los alumnos a retener y
memorizar y la mayoría de los alumnos terminan realizando una retenció n sin coordinació n,
que se da porque hay excesiva materia abstracta que es adelantada para el grado de madurez
que posee los alumnos.
Tenemos como efecto que las reglas escolares irracionales, programas inflexibles e
inadecuados, métodos restrictivos hacia los alumnos, horarios inflexibles, exá menes
destructores de toda individualidad, han venido causando que exista una conciencia de los
alumnos destruida a causa de dos realidades separadas, la escolar y la extraescolar, donde
conductas y há bitos de una no concuerdan con los de la otra.
Esto es fá cil de ver cuando ponemos atenció n en le comportamiento del niñ o cuando esta en la
escuela y cuando esta fuera de la escuela, el niñ o actú a con naturalidad, con libertad de
expresarse y decir lo que piensa, sin temor hacer reprimido o castigado por las autoridades de
la escuela.
Ademá s en mi escuela hay demasiada tutela de los adulto sobre el niñ o, tanto en lo intelectual
(con su dogmatismo) como en los moral (con la disciplina ejercida arbitrariamente y ex
cá thedra ejercida por el maestro).
Es necesario terminar con todos estos vicios de la escuela, si queremos avanzar debemos
poner en practica los valores, esto es por parte de los alumnos y profesores. Es bien
mencionar que se debe transforma la educació n pero para la mejoramiento de la calidad, por
que si ya se cambiaron los contenidos, ahora toco a los maestros cambiar sus formas de de
enseñ ar.
Las aportaciones que hace la Pedagogía Institucional, es que la educació n tenga como base la
Psicología del desarrollo infantil y que se imponga entonces la obligació n de los docentes de
tener una imagen justa del niñ o, tratar a cada uno segú n sus aptitudes, permitirle al niñ o dar
toda su propia medida. La educació n debe garantizar una infancia feliz para todos los niñ os.
No hay aprendizaje efectivo que no parta de alguna necesidad o interés del niñ o, ese interés
debe ser considerado el punto de partida para la educació n.
Con la nueva reforma que se aplico en primaria en ciclo 2009-2010, ya hubo un cambio en los
contenidos, ahora debe darse también un cambio en la forma de transmitirlos. Ese cambio se
puede dar al introducir una serie de actividades libres para desarrollar la imaginació n, el
espíritu de iniciativa y la creatividad. No se trata só lo de que el niñ o asimile lo conocido sino
que se inicie en el proceso de conocer a través de la bú squeda, respetando su individualidad.
Esto hace necesario que el maestro debe tener un conocimiento má s a fondo de la inteligencia,
la atenció n, la comprensió n, la memoria, la invenció n, la visió n, la audició n y la destreza
manual de cada niñ o, para tratar a cada uno segú n sus aptitudes. Se propone la
individualizació n de la enseñ anza.
El papel de la escuela será activo, en el sentido de incluir todas las formas de la actividad
humana: la intelectual, pero también la manual y la social. Todo esto es para utilizar la energía
de los niñ os para fines educativos.
El interés del alumno será como punto de partida para la educació n, es innecesaria la idea de
un programa impuesto. La funció n del maestro será descubrir las necesidades o el interés de
sus alumnos y los objetos que son capaces de satisfacerlos. Está n convencidos de que las
experiencias de la vida cotidiana son má s capaces de despertar el interés que las lecciones
proporcionadas por los libros.
Todo esta propuesta pedagó gica, trata de penetrar la escuela plenamente en la vida; la
naturaleza, la vida del mundo, los hombres, los acontecimientos será n los nuevos contenidos.
En todo caso los libros será n só lo un suplemento de las demá s formas de aprender. La
educació n es un proceso para desarrollar cualidades creadoras en el niñ o.
El educador debe responder a las preguntas y a las necesidades que tengan los alumnos de
forma congruente, así como aportar material, documentos e instrumentos en lugar de
discursos.
El profesor responde a las formas anteriores mediante una serie de reflexiones y estudios
profundos, indicando algunos ejemplos de aplicació n que inciden en la institució n escolar y la
sociedad.
CONCLUSIÓ N
Con este pequeñ o aná lisis, considero que ya nos dimos cuenta que ser un maestro
tradicionalista resulta ser no viable, o como lo expresan los autores resulta inú til y nocivo
para el proceso de enseñ anza aprendizaje. Esta pedagogía va a colocar a los niñ os en
situaciones nuevas y variadas, propone rescatar nuevos ambientes, ya que afirma que el
medio ambiente es el que forma al individuo, desarrollar nuevos escenarios educativos, que
las clases sean activas y que tengan situaciones variadas.
En este sentido recordemos que una institució n educativa es aquella que permite a sus
alumnos trabajar de la manera que mejor les convenga, es aquí donde el rol de nosotros como
educadores se hace importante. Ademá s como bien lo dicen los autores, si en una institució n
se logrará aplicar los principios de la No-directividad seria un ambiente enriquecido y a su
vez enriquecedor lo que traería como resultado una formació n autentica.