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ESTRUCTURA METAFÓRICA CONCEPTUAL Y PRÁCTICA


ARGUMENTATIVA
PRAXIS, 9; 121-135, 2006.

Jorge Osorio
Universidad de Concepción

0. Introducción.

Es a partir de la publicación de Metaphors we live by, de Lakoff y Johnson (1980),


que una parte sustantiva de la bibliografía de los estudios de la metáfora ha estado
dedicada a describir su papel fundamental en la organización del conocimiento y su
relación con la expresión lingüística.
Se trata, sin duda, de la propuesta teórica más influyente de la actualidad, al punto
de constituirse en referencia obligada no sólo para las ciencias humanas, sino también
para otras disciplinas1. Se explica esta centralidad de la metáfora en la ciencia actual, en
parte, por la atractiva idea de que este fenómeno no está restringido sólo a las palabras y
de que no es sólo un asunto de retórica prescindible, sino que –por el contrario- se trata
de una estructura de conocimiento, un concepto, con una configuración y lógica
internas.
Dentro de esta concepción, conocida como teoría cognitivista o conceptual, la
metáfora funciona como principio de comprensión, en la medida en que la cognición
humana parece requerir de la mediación de los conceptos metafóricos para satisfacer la
necesidad de comprensión del mundo. Es por ello que se afirma que la metáfora es una
herramienta poderosa que permite conocer lo nuevo mediante lo conocido, lo abstracto
mediante lo concreto, lo continuo mediante lo discreto, lo elusivo mediante lo tangible.
En palabras de Lakoff y Johnson (1995 [1980]: 41), la “esencia de la metáfora es
entender y experimentar un tipo de cosa en términos de otra”; es decir, la metáfora
trasciende lo meramente lingüístico y alcanza también tanto el pensamiento como la
acción.

En el presente trabajo nos abocamos, preliminarmente, a la caracterización de la


metáfora como estructura conceptual, mediante el análisis de un caso de expresión
metafórica aislada y su relación con los aspectos conceptuales implícitos. En segundo
lugar, nos detenemos en la constatación del papel articulador de la metáfora en la

1 La perspectiva conceptual de la metáfora ha alcanzado niveles relevantes de expansión, lo que

se refleja en una amplísima bibliografía. Para una revisión del impacto de la perspectiva
conceptual de la metáfora y de sus conexiones con otras áreas de las ciencias cognitivas, véase
Lakoff y Johnson (1999). Para visiones panorámicas de los diferentes programas de
investigación en lingüística cognitiva, pueden consultarse Ungerer y Schmidt (1996), Taylor
(2002), Cuenca y Hilferty (1999), Inchaurralde y Vázquez (2000). Para exposiciones detalladas
sobre la naturaleza de la semántica cognitiva, resulta indispensable conocer el texto de Lakoff
(1987) sobre categorización. También recomendable es la lectura de Taylor (1989). Sobre los
estudios en metáfora conceptual, además de Lakoff y Johnson (1980), puede revisarse Lakoff
(1993), Rivano (1997), Kövecses (2002), Alarcón y otros (2004).
elaboración discursiva. Finalmente, nos concentramos en la participación de tales
estructuras en la práctica argumentativa. En la medida en que describimos la presencia
de los conceptos metafóricos en la argumentación y constatamos sus efectos retóricos,
podemos concluir que la lógica metafórica contribuye a la elaboración discursiva
argumental, proporcionando las garantías o supuestos según los cuales se extraerán las
conclusiones y poniendo a disposición del productor del discurso la red de
correspondencias, la lógica esquemática que la determina y la gama de expresividad
lingüística asociada.

1. La metáfora como estructura conceptual.

El giro cognitivista de los estudios sobre metáfora ha implicado para el analista


centrarse en un objeto de estudio algo más complejo que la expresión lingüística per se.
El concepto metafórico es un entramado de correspondencias regido por un tipo de
lógica que deriva del conocimiento de los diferentes dominios de experiencia. Esta
lógica experiencial permite explicar el hecho lingüístico, pero también lo trasciende. El
hecho lingüístico, la ocurrencia de una expresión, no compromete sólo la asignación de
un significado particular, sino que pone en juego todo un marco de conocimiento, cuyo
resultado es la expresión y sus significados convencionales. Así, si en el hecho
lingüístico en el que está involucrada una expresión metafórica, ésta constituye un acceso
a ese marco de conocimiento, conformado por la estructura metafórica conceptual.
Piénsese, por ejemplo, en la expresión “patudo(a)”, como la designación
cotidiana en el español de Chile del comportamiento social, generalmente inaceptable,
relativo a la injerencia no solicitada en asuntos privados. En el marco de la lingüística
cognitiva, preguntarse por el origen de una expresión metafórica es preguntarse por el
dominio de origen en el que la expresión ha tenido lugar y en el cual puede relacionarse
con otras expresiones. Así, llegamos rápidamente a que “patudo” refiere a una persona
con sus pies grandes, más allá de lo normal. Luego, nos preguntamos por el dominio
meta, es decir, el dominio en el cual se aplica la expresión, en el contexto que nos
interesa. Así, una persona “patuda” es aquella que realiza acciones sin contar con la
aprobación previa de las personas a las que su acción afecta. Podemos llegar a esta
formulación general, ejemplificando con casos específicos: un desconocido que aborda
intempestivamente a una muchacha y le da un beso; alguien que asiste a una fiesta de
matrimonio sin contar con invitación, bebe y come sin límite, e incluso baila con la
novia; un subordinado que le pide al jefe un aumento injustificado de sueldo, etc.

El apareamiento metafórico puede emerger a consecuencia de la observación de


una lógica implícita. Esta lógica nos puede decir qué papel juega el atributo ‘pies
grandes’ en un marco mayor, que sea significativo en el habla cotidiana. Este marco
mayor es la metáfora conceptual.
Podemos esbozar un análisis, a partir del supuesto anterior. En un plano
genérico, la metáfora LAS RELACIONES SOCIALES SON MOVIMIENTOS EN
UN TERRITORIO (es decir, el apareamiento entre el dominio de origen
MOVIMIENTOS EN UN TERRITORIO y el dominio meta LAS RELACIONES
SOCIALES) subordina, en un plano básico, a las metáforas LOS INTERCAMBIOS
VERBALES SON MOVIMIENTOS EN UN TERRITORIO y LAS ACTITUDES
SOCIALES SON MOVIMIENTOS EN UN TERRITORIO. Podemos encontrar
amplia expresividad dentro de las metáforas básicas: "ir directo al punto", "andar con rodeos",

2
"dar vueltas sobre lo mismo", "avanzar en la discusión", etc., refieren a aspectos de la
comunicación en términos espaciales; por otro lado, "este tipo es entrador", "es movido", "no
se mueve adecuadamente", "copa todos los espacios sociales", etc., son expresiones relativas a
movimiento físico que figuran comportamiento social.
El dominio conceptual de origen posee una configuración tal que permite
delinear el dominio meta. En la metáfora LAS ACTITUDES SOCIALES SON
MOVIMIENTOS EN UN TERRITORIO, podremos visualizar en el dominio de
origen a una persona y un terreno que le es propio. Además, existe un radio de acción,
regulado socialmente de acuerdo a un criterio de tolerancia. Cuando el nivel de tolerancia
es superado, el movimiento es considerado una invasión, esto es, un ingreso no
autorizado al terreno de otro. Podemos reconocer variada expresividad para este
concepto, por ejemplo: "siento que ellos me invaden", "no me conviene meterme en un terreno que
me es ajeno", "no tolero que te metas en mi vida". Ser "patudo" es, entonces, salirse de su radio
de acción (el socialmente aceptado) ingresando, a la vez, al terreno de otra persona2.

La posibilidad de articular una explicación más allá del ámbito lingüístico es una
de las propiedades del análisis cognitivista en general. Sin embargo, será siempre
necesario entregar más evidencia conceptual (con su correlato en expresiones comunes)
para respaldar tales afirmaciones. Baste, por ahora, con afirmar que nuestro
acercamiento conceptual nos permite vincular "patudo" con otras expresiones como
"balsudo" y su variante "balsa"3, expresión metafórica basada en una imagen hiperbólica
del tamaño de los pies; de modo que "balsudo" es en rigor un sinónimo de "patudo". Las
propiedades conceptuales que permiten conectar "patudo" con la metáfora LAS
ACTITUDES SOCIALES SON MOVIMIENTOS EN UN TERRITORIO se
mantienen constantes también para "balsa" y "balsudo".

En general, el estudio de la metáfora desde la perspectiva conceptual requiere admitir


el supuesto de que las formas lingüísticas se encuentran motivadas por cogniciones
particulares que obedecen, también, a necesidades expresivas específicas. En lingüística
cognitiva, la expresión lingüística no es arbitraria en el sentido de que está motivada,
“anclada”, en alguna conceptualización particular: los significados de las expresiones
están motivadas en la experiencia conceptualizada. El uso, deliberado o no, de una
expresión metafórica remite a una conceptualización particular (el apareamiento entre
dos dominios) y responde a una necesidad expresiva consecuente.

2 Esta es una constatación basada en las observaciones más generales presentadas por Hall
(1976), quien ha definido a la especie humana como un animal de "no contacto". Si se considera
que nos movemos en el mundo evitando los peligros que son inherentes al contacto, es posible
entender que constantemente debemos hacer ajustes a la extensión de nuestro radio de acción
con el fin de no invadir el territorio de los otros. Si alguien transgrede la distancia personal sin la
aprobación del otro, estará violando el principio regulador del no-contacto. Existen situaciones
límite en las que factores físicos impiden el mantenimiento de la distancia personal y el contacto
se acerca peligrosamente a la distancia íntima. Por ejemplo, en un bus repleto, las personas
deben hacer muchos esfuerzos para que la cercanía no sea percibida como invasión.

3 En el español de Chile actual, la forma “barsa” ha desplazado a la original “balsa”, tras una
etapa de alternancia, característica de algunos sociolectos (cfr. “espalda” vs. “esparda”).

3
En lo que sigue, proponemos una mirada al fenómeno del uso del lenguaje
metafórico en el discurso, en términos de una elaboración conceptual. Tal como ha sido
observado por Gibbs (1994), entre otros autores contemporáneos, los conceptos
metafóricos pueden ser extensamente explotados con fines retóricos y constituirse en la
estructura esquemática central de los discursos (Gibbs, 1996; Allbritton, 1995). En
efecto, en la actualidad contamos con estudios en el ámbito del análisis del discurso que
se orientan principalmente a la determinación de los recursos lingüísticos que
manifiestan determinadas conceptualizaciones, potencialmente reveladoras de estructuras
de pensamiento de importancia social, política o científica. Es el caso de los trabajos de
Lakoff (1991; 2001) sobre el discurso gubernamental norteamericano, que ofrecen una
completa descripción del modo en que los conceptos metafóricos actúan en el marco de
la producción discursiva política e ideológica. Con el supuesto de que la metáfora, más
allá de su posición tradicional como figura retórica, es una poderosa herramienta para
“crear realidades” (Lakoff y Johnson, 1980), el autor se aboca a la dilucidación de los
objetivos implícitos en los discursos citados. También se pude observar el mismo marco
teórico y metodológico en los estudios de Turner (1999) sobre el uso de categorías y
metáforas en los discursos sobre pornografía; los trabajos sobre metáforas de la internet
(Druick, 1995; Sørenssen, 1996); la propuesta de Judge (1998) en relación con las
metáforas “militares” en el discurso medioambientalista; el análisis de Lizcano (1996) en
relación con las metáforas más recurrentes para los cambios tecnocientíficos; entre
muchas aplicaciones.

2. La metáfora conceptual en la elaboración discursiva

Dos aspectos resultan relevantes, si hemos de requerir extender el acercamiento


conceptual de las expresiones metafóricas individuales hacia el ámbito discursivo. En
primer lugar, la determinación del significado figurativo se realiza a partir de principios
de funcionamiento general. La polisemia de “patudo”, por ejemplo, obedece a un
principio de proyección metafórica y no a un mecanismo ad hoc, ni menos aleatorio, de
asignación de significado al léxico. En segundo lugar, la interpretación semántica de la
unidad léxica del caso permite un acceso a todo un sistema interno de relaciones
conceptuales regidas por procesos inferenciales. En efecto, si un “patudo” es quien ocupa
más espacio del que le corresponde, podemos inferir que de ese modo invade territorio
ajeno, incluso “pasando por sobre los demás”, los dueños del espacio. Es este último aspecto
el que tiene importancia en la eventual explotación retórica de los conceptos
metafóricos, en la forma de una elaboración discursiva.
Una elaboración discursiva, por un lado, constituye una posibilidad expresiva
coherente de las correspondencias de una metáfora; por otro, hace explícitos y vincula
coherentemente variados aspectos de la misma. Ambas propiedades hacen de las
elaboraciones metafóricas un producto privilegiado para el estudio del fenómeno
metafórico en su dimensión comunicacional y particularmente en sus usos retóricos.

El proceso de elaboración discursiva metafórica se basa en las relaciones


conceptuales implicadas en uno o más mapeos metafóricos. Para proveer de coherencia
a las unidades de sentido dentro de un discurso, el hablante hace uso de su conocimiento
de la metáfora, la explora y determina sus límites. Puede, entonces, hacer uso de
expresiones metafóricas convencionales y de otras que aun siendo novedosas calzan en
la conceptualización (Osorio, 1998). El uso de expresiones metafóricas, consideradas

4
aisladamente, está ligado muchas veces a una necesidad expresiva o comunicacional que
raramente responde a una planificación. Esta necesidad expresiva no se suprime al
asumir la elaboración metafórica como una actividad discursiva; sin embargo, nuestro
foco está puesto precisamente sobre el carácter planificado de estos discursos. De algún
modo, los hablantes, y con mayor frecuencia los comunicadores sociales (periodistas,
profesores, políticos), utilizan un apareamiento metafórico más allá de lo habitual,
siguiendo un derrotero conceptual que los lleva a buscar la coherencia discursiva en la
gama de correspondencias que el mapeo le ofrece.
Las denominadas metáforas de la salud y la enfermedad suelen estar muy
disponibles en los ambientes políticos y periodísticos. El dominio de origen SALUD-
ENFERMEDAD se ofrece muy productivo en proyecciones metafóricas hacia dominios
meta que requieran parámetros de contraste del tipo ESTADO POSITIVO-ESTADO
NEGATIVO, con estadios intermedios (sanidad, alivio, malestar, enfermedad) o
procesos graduales (mejoramiento, empeoramiento). Es así como cualquier sistema
complejo (economía, gobierno, educación, sociedad, iglesia, etc.) puede ser comprendido
parcialmente en términos de la oposición SALUD-ENFERMEDAD. Las metáforas
resultantes capturan, por lo tanto, la experiencia cotidiana de los sujetos, como parte
interesada, con estos sistemas. Si la economía “goza de buena salud” o, por el contrario,
está “agripada”, es un asunto relevante para el ciudadano, quien se ve comprometido
vitalmente en la conceptualización que sea el caso. De allí que estos mapeos metafóricos
ofrezcan toda una perspectiva sobre el fenómeno, y que su elección, de parte de
comunicadores profesionales, sea usualmente estratégica.
El extracto de texto que sigue ilustra la disponibilidad de este tipo de metáforas
(el destacado es nuestro).
Cheyre: Antuco es un tumor que debemos extirpar4

El comandante en jefe del Ejército analizó los hechos ocurridos en la Octava Región
ante unos 1.300 oficiales y suboficiales de la institución.El general Juan Emilio Cheyre
destacó que la tragedia en que murieron 44 conscriptos y un sargento en Antuco es un
"tumor" que afecta al Ejército, que debe ser extirpado incluyendo lo que llamó sus
"ramificaciones".

Ante cerca de 1.300 oficiales y suboficiales del Ejército en el Auditorio de la Escuela


Militar, el comandante en jefe, destacó que "lo de Antuco lo veo como un hecho local. Si
lo ponemos como un tumor cerebral, ¡claro!, es un tumor y lo vamos a sacar. Lo
vamos a mirar por todos lados, pero creo que no es sólo el temor lo que tenemos que
ver, porque los tumores se ramifican tienen proyecciones. Y a mí me interesa no
solamente la mirada del tumor, sino que las proyecciones del efecto del tumor".

El extracto es una elaboración discursiva basada en la metáfora de fondo LAS


INSTITUCIONES SON ORGANISMOS. Como hemos indicado, una metáfora es un
apareamiento de dos dominios, cuyo resultado es una red de correspondencias
conceptuales. En este caso, el cuadro de correspondencias puede definirse como sigue:

4 Radio Cooperativa. Diario Electrónico. [On-line]. Disponible en: http://www.cooperativa.cl.


[2005, 6 de junio].

5
DOMINIO DE ORIGEN DOMINIO META
UN ORGANISMO LAS INSTITUCIONES
Un organismo que crece Una institución que se desarrolla
Un organismo que decae Una institución que declina
Un organismo sano Una institución en buen estado
Un organismo enfermo Una institución en mal estado

El cuadro no es exhaustivo. Otros aspectos del dominio de los organismos


pueden proyectarse sobre el de las instituciones, y desplegar de ese modo la lógica del
origen. En el nivel básico nos encontramos con el Ejército como una institución a la
que es aplicable la misma estructura proyectada, es decir, podemos referirnos al Ejército
en términos de un organismo. El texto en estudio presenta lo que el General Cheyre ha
destacado de esta metáfora: el aspecto que se refiere a la susceptibilidad de los
organismos vivos de perder su estado natural de sanidad y enfermar, incluso gravemente.
Las palabras del general, recogidas en el texto periodístico, constituyen un caso de
elaboración discursiva con base metafórica. Lo que se ha elaborado es un discurso a
partir de una cierta perspectiva provista por la metáfora conceptual. Tal perspectiva está
anclada en una conceptualización de naturaleza metafórica, lo que implica un
compromiso con una determinada lógica. El uso retórico de la metáfora conceptual en
este contexto está ligado a un sistema de implicaciones, determinado por las
correspondencias del caso. En ese sentido, se explota un tipo de coherencia anclada
exclusivamente en la naturaleza de la metáfora seleccionada5.

3. Un caso de práctica argumentativa

Como hemos señalado hacia el final de la primera sección, los intentos por
caracterizar los discursos con base metafórica conceptual han cristalizado en múltiples
propuestas de análisis, en los más diversos campos discursivos. Consideramos, sin
embargo, que un aspecto aún no desarrollado del todo es el que se refiere a la inclusión
de conceptos metafóricos en el proceso de construcción de argumentos y su
funcionamiento dentro de la estructura global de los discursos. A pesar de que,
ciertamente, la metáfora no ha estado ausente de los estudios sobre argumentación y
retórica, su presentación habitual es la de un recurso, una figura al servicio de la
expresión y no la de una estructura, en el sentido al que nos hemos referido aquí. Por
contrapartida, de mayor provecho ha resultado la extensa y, por momentos, apasionada
controversia que ha tenido lugar entre filósofos de corte empirista, que defendían la
evitación de la metáfora en el discurso filosófico y científico, y su consecuente “daño

5 Es necesario agregar que resulta muy probable la existencia de un componente emotivo en las
palabras de quien es responsable político de una tragedia institucional, ya que la elección de este
aspecto de la metáfora parece buscar el impacto emocional: la tragedia fue un hecho de la
máxima gravedad. Esto puede explicar, en parte, la elección de la metáfora, pero no cómo se usa
ni cuánto de ella se explota.

6
epistemológico”, y quienes consideraban el lenguaje metafórico como inevitable, en la
medida en que parece ser consustancial a toda expresión del pensamiento6. Esta última
orientación se puede encontrar contemporáneamente en diversos autores que parten por
declarar la existencia de “metáforas constitutivas” (cfr. Boyd, 1993) del pensamiento
científico, es decir, metáforas que están en la base de la formulación de las teorías
científicas y que sirven a su ampliación y desarrollo, así como también a su eventual
extinción7.

Johnson (1987) ha advertido la existencia de supuestos metafóricos en el marco


de una explicación razonada, los que junto a otros conocimientos (en la forma de
creencias, prejuicios, modelos populares) dotan de coherencia a ciertos discursos. En su
mayoría, estos elementos no son explícitamente considerados por quien lee o escucha un
discurso, pero es posible reconstruir cierta lógica que, aunque inadvertida, debe
necesariamente operar para que consideremos tal explicación como coherente o sensata.

El aspecto más relevante de la propuesta de este autor es que le otorga a los


conceptos metafóricos un lugar central en la construcción del significado de los
discursos; en contraste con la tradición objetivista, según la cual este tipo de
conocimiento sólo forma parte del significado en la medida en que pueda estar
proposicionalmente representado.

Desde la perspectiva asumida por el autor, es posible que un concepto


metafórico supere el estatus de mero presupuesto y pase a formar parte sustancial del
significado de un discurso, ofreciendo conexiones relevantes para el desarrollo
argumental. A nuestro juicio, esta potencialidad de las metáforas conceptuales justifica el
que atendamos más seriamente a su participación en los mecanismos de razonamiento
que se observan en los discursos argumentativos. Desarrollamos aquí una primera
aplicación de estos presupuestos, en el campo de los discursos públicos sobre economía.

La economía (mundial, nacional, familiar, individual) es un ámbito de


preocupaciones especialmente susceptible a la perspectivización. Como dominio
complejo que es, muchas de sus dimensiones no pueden ser explicadas (ni siquiera
expresadas) mediante un único modelo conceptual. Además de esta complejidad
conceptual, la multiplicidad de perspectivas es una consecuencia también de las múltiples
formas en que se experimenta la economía y del tipo de conocimiento con el que se
relaciona. Es así como la situación económica puede ser conceptualizada cotidianamente
sobre la base de algunas metáforas que rescatan ciertas dimensiones del dominio que
importan básicamente en la comunicación. Estas conceptualizaciones forman parte de
los que se conocen como modelos folk o naive, los cuales no presentan grandes
compromisos técnicos ni científicos, pero resultan vitales para dar cuenta del dominio.
Frente a ellos se encuentran los modelos científicos o modelos de experto, de naturaleza

6 De Man (1979) interpreta el esfuerzo de filósofos como Locke por neutralizar este “daño”
como una paradoja, que termina por ubicar al lenguaje figurado en el centro del lenguaje y el
pensamiento. Con ello pone de relieve lo ingenuo e inútil que resulta el control sobre el discurso
no literal.
7 Véase, por ejemplo, Sternberg (1990) y su interesante panorama acerca de las metáforas que

cubren el universo de la explicación científica en la psicología.

7
más sofisticada, que muchas veces también hacen uso de metáforas conceptuales,
integrándolas a un marco explicativo provisto de relaciones más o menos complejas,
para cuya comprensión el conocimiento metafórico resulta altamente efectivo (vid.
Taylor, 1989; Ungerer y Schmidt, 1996).

Como ha ocurrido en múltiples otras áreas, la teoría conceptual de la metáfora ha


sido aplicada también a la esfera de la economía. Esto no implica que la metáfora en los
discursos sobre economía no haya sido estudiada desde otras perspectivas. Serón
(2005:5) recuerda que “los primeros estudios de los que se tiene constancia son de
carácter histórico y se centran en metáforas concretas, tales como la de la circulación del
dinero (Viner, 1937)” y “la noción de la rueda de la riqueza (Patinkin, 1973), que trata de
explicar los intercambios que tienen lugar entre las empresas y las familias”. Estudios
como los citados, que se centran en el tema del lenguaje metafórico de los discursos
científicos (incluidos los de divulgación, periodísticos y pedagógicos) fueron una
constante hasta no hace mucho tiempo. Velasco Sacristán (2005) cita un estudio de
Henderson en el que se sostiene que las metáforas en los discursos sobre economía y
negocios pueden ser de distinto tipos: a) las usadas con fines ornamentales o ilustrativos;
b) las que constituyen un principio de organización central de todo el discurso; c) las
metáforas que permiten explorar problemas económicos específicos. Tanto la frecuencia
con que son utilizadas las expresiones metafóricas como el hecho de que aparezcan en
un nivel estructural de los discursos son datos consistentes con la propuesta de alcance
general acerca del funcionamiento de las elaboraciones discursivas metafóricas, a las que
hemos hecho referencia.

En el vasto universo de la comunicación pública, no es poco habitual observar la


interrelación entre conceptualizaciones cotidianas y modelos sofisticados en la
elaboración discursiva metafórica. En términos generales, nuestra observación es que
los especialistas y los divulgadores de los temas económicos intentan compatibilizar la
complejidad del dominio con un modelo de fácil acceso. De este modo, proveen al
oyente o lector de un marco de comprensión basado en metáforas que resultan útiles
para los propósitos descriptivos o argumentales. Por ejemplo, una metáfora de buen
rendimiento es LA ECONOMÍA ES UNA MÁQUINA. Cierta terminología, en
principio técnica, se deriva de esta metáfora: “la desaceleración”, “el recalentamiento”,
“economía en rodaje”, en fin, “la marcha de la economía”. Al apelar al conocimiento implícito
en estas expresiones, el hablante o escritor puede activar un mecanismo de razonamiento
inferencial que permita hacer coherentes otras dimensiones del fenómeno, muchas de
ellas también expresables lingüísticamente: dado que la economía puede desacelerarse,
también es posible acelerarla; existe un motor de la economía, que sobre-exigido puede
recalentarse y fundirse; hay piezas que funcionan bien y otras están desajustadas; hay
engranajes, circuitos, etc.

Resulta conveniente reparar en el tipo de lógica que se está intentando sostener


cada vez que un productor de discurso ocupa el espacio público para referirse a algún
aspecto de la economía o de la política asociada a ella. Es así como derivamos en la
necesidad de caracterizar este tipo de prácticas como casos de producción argumental
regidos por la denominada lógica práctica o factual, descrita por Toulmin (1958) y
propuesta como un modelo para describir el tipo de racionalidad desplegada en cada
intervención de naturaleza argumentativa. Una de las estipulaciones iniciales del autor

8
remite a las esferas o ambientes en los que operamos con argumentos, creándolos,
reproduciéndolos, desarmándolos o reconstruyéndolos. La noción de campo argumental
es relevante para considerar la práctica argumentativa en su especificidad, esto es, en
cada campo serán aplicables criterios específicos, convencionalmente pertinentes, y no
parámetros pretendidamente universales.
Dentro del campo argumental relativo a la economía, podemos caracterizar un
cúmulo de discursos que elaboran argumentos, a partir de un concepto metafórico. El
caso que exponemos a continuación (Textos 1 y 2) corresponde al intercambio público
que sostuvieron un dirigente empresarial y el presidente de Chile sobre un tema
económico contingente, en marzo de 2001.

Texto 1
El Mostrador (www.elmostrador.cl)
28 de Marzo del 2001
(extracto)

Lamarca: receta económica está obsoleta


El Presidente de la Sociedad de Fomento Fabril (Sofofa), Felipe Lamarca, llamó al gobierno a tomar nuevas medidas
económicas y a desechar el antiguo remedio, "la píldora es mala y hay que cambiarla".

El titular de la Sofofa recalcó que el momento económico por el que atraviesa el país no dista mucho del
panorama vivido inmediatamente después de la crisis asiática, donde el empleo, la pobreza y el menor
crecimiento siguen siendo los temas más graves que enfrenta el país.

El país se contagió con una gripe oriental y la receta que le dio el doctor no le ha permitido recuperarse.
Me tomó el doctor y cada día estoy peor. Por favor cambien el tratamiento porque está mal aplicado",
sostuvo con ironía Lamarca.

Sin dar una receta alternativa específica ya que dijo que "no puedo pelear con el doctor porque es el que
hay y no quiero culpar a nadie ni pelear con nadie", el dirigente empresarial ofreció su colaboración al
gobierno para buscar una fórmula que permita a la economía salir de la fase de estancamiento en que se
encuentra.

“La píldora es mala, hay que cambiarla”, sostuvo el líder de los industriales y agregó que el gobierno debe
llamar a todos los especialistas y dejar de lado los intereses personales, gremiales porque si no se cambia la
receta el deterioro va a ser peor y se va a reflejar en el crecimiento y en el empleo.

"Debemos unirnos el gobierno y los empresarios para encontrar una nueva receta que permita crecer
lento pero crecer más", afirmó el presidente de la entidad gremial quien agregó que "tenemos que tener
confianza, queremos colaborar con el cambio de receta".

Con respecto a las medidas que deberían adoptarse, Lamarca sostuvo, “sabemos que hay que hacer,
conocemos las medidas que son pro empleo, pro crecimiento, las autoridades no deben cerrarse porque
hay que hacer todo lo que sea necesario”.

9
Texto 2
El Mostrador (www.elmostrador.cl)
Jueves, 29 de Marzo de 2001

(extracto)

Lagos: crecimiento del país desmiente a Lamarca


El Mandatario afirmó que considera difícil decir que la economía del país está enferma cuando muestra
un crecimiento anual a una tasa del 5,4%.

De esta forma, el Mandatario respondió a los juicios emitidos ayer por el presidente de la Sociedad
de Fomento Fabril (Sofofa), Felipe Lamarca, quien señaló que la economía chilena es un paciente que
tras tres años no presenta mejoría, por lo cual se le debería cambiar la receta.

Frente a que aún no se ha podido aminorar la tasa de desempleo, que en febrero pasado fue de un
8,4%, Lagos dijo que el problema de los países desarrollados que incorporan nueva tecnología es que
aumentan su productividad y, por esto, no se generan nuevos empleos.

Como plantea Rivano (1997), un uso de la metáfora conceptual es aquel en el que


aparece vinculada al despliegue argumentativo como un “mecanismo instalador de
supuestos”, esto es, como un procedimiento para inferir verdades particulares a partir de
principios o garantías, aceptados en un ámbito y comunidad determinados. Llevado al
plano del intercambio público al que nos referimos, un concepto metafórico sirve, por
un lado, para establecer como verdad algo y, por otro, para inferir consecuencias de esa
verdad, extendiendo la lógica del concepto. Observemos en el Texto 1 que se toma
como supuesto el hecho de que la economía del país está enferma, antecedente que
permite un desarrollo argumental centrado en la necesidad del cambio de receta o
tratamiento. La verdad que se está estableciendo responde a una perspectiva de la
situación económica, sobre la base de una evaluación negativa. Afirmar que una
economía está enferma es utilizar una posibilidad expresiva, pero por sobre todo es
instalar un supuesto conceptual, a partir del cual es posible formular conclusiones. Este
supuesto conceptual metafórico permite entender la economía o un país como un
organismo vivo susceptible de enfermarse. En buena medida, la opción retórica puede
explicarse precisamente porque el concepto es un respaldo para la argumentación: la
economía está enferma, luego el tratamiento no ha funcionado, luego el médico no ha
hecho bien su trabajo. Podemos formalizar el despliegue argumentativo mediante un
esquema simple, en el que se integran los roles y acciones del dominio de origen dentro
de un argumento:

Argumento 1
SUPUESTO: los tratamientos médicos pueden sanar a los organismos enfermos
DATO1: un organismo vivo permanece enfermo
DATO2: el médico ha aplicado un tratamiento
CONCLUSIÓN: el tratamiento no ha sido efectivo

10
La conclusión de este argumento se manifiesta en el texto en diversas
expresiones: “la receta económica está obsoleta”, “la píldora es mala”, “el tratamiento está mal
aplicado”. Este es un rasgo importante de considerar, porque en un intercambio verbal
como el referido en el texto periodístico, a diferencia de las elaboraciones discursivas
escritas, la selección expresiva no es tan estricta y sus variaciones pueden alterar la
planificación argumental. Sin embargo, en el Texto 1 se observa que las declaraciones de
Lamarca mantienen un apego a la conceptualización metafórica, que se expresa en otro
argumento, absolutamente coherente con el anterior, mediante el recurso de tomar como
dato la conclusión previa:

Argumento 2
SUPUESTO: el trabajo del médico es aplicar tratamientos efectivos
DATO: el tratamiento no ha sido efectivo
CONCLUSIÓN: el médico no ha hecho (bien) su trabajo

Finalmente, un tercer argumento se deduce de la afirmación de Lamarca de que,


dada la imposibilidad de cambiar al médico, lo que debe operar es un cambio de
tratamiento.
La práctica argumental parte por traer al primer plano un ordenamiento
conceptual cuya fuente es el dominio de experiencias relativo a la enfermedad. Este
ordenamiento puede representarse en términos escénicos: hay un enfermo y un médico
que aplica un tratamiento o, alternativamente, entrega una receta para el tratamiento de la
enfermedad. Este dominio de origen y sus escenas nutren una estrategia argumentativa
que, por un lado, instala supuestos y permite conclusiones, mientras que por otro abre
un campo para la contra-argumentación. En el Texto 2 podemos observar cómo el
supuesto principal de que la economía del país está enferma es rechazado. A partir de
una implicación lógica dentro del mismo dominio de la enfermedad, el presidente de
Chile afirma que los síntomas no apoyan tal supuesto, sino que por el contrario, tales
síntomas respaldan la idea de salud económica. En este argumento, es central la
exploración de la lógica del dominio de origen: un organismo vivo presenta síntomas de
enfermedad y síntomas de buena salud; el crecimiento es entendido como un síntoma de
buena salud, luego todo organismo que crece no está enfermo.
En estos ejemplos existe un grado mayor de elaboración metafórica, que cobra
importancia cuando el despliegue argumental se hace evidente en la contra-
argumentación. Las metáforas funcionan, entonces, como organizadores argumentales,
pero fundamentalmente como promotoras de una forma de razonamiento que se puede
aceptar o refutar. En ambos casos, se ofrecen como un marco dentro del cual se pueden
formular conclusiones que tienen importantes consecuencias prácticas. La convicción de
que la economía está enferma determina un plan de acciones que son mejor
comprendidas por su ajuste a la metáfora privilegiada.

4. Comentario final

El ejercicio de desplegar la lógica de una metáfora en un discurso puede


vincularse directamente con el uso de las expresiones metafóricas aisladas, por cuanto
puede en ambos casos responder a alguna función específica. Ortony (1975; citado en

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Gibbs, 1996) se refiere a tres hipótesis sobre la motivación del uso de expresiones
metafóricas: a) la hipótesis de la inexpresibilidad, según la cual los hablantes producen
metáforas para expresar ideas que no pueden manifestarse mediante el lenguaje literal; b)
la hipótesis de la compactación, es decir, la función de la metáfora que sirve a la expresión de
información que por su volumen requeriría muchos recursos expresivos literales; y c) la
hipótesis de la experiencia vívida, esto es, que la metáfora permite capturar de manera vívida
la experiencia de cada fenómeno.
La práctica argumentativa puede ser observada, también, a la luz de estas
hipótesis. Si bien es probable que encontremos casos en los que la motivación proviene
de más de una fuente, en el caso estudiado parece cobrar mayor relevancia la motivación
basada en la idea de que la metáfora permite compactar ideas. Afirmar que la salud está
enferma es una pretensión argumental que se sostiene en un complejo entramado de
relaciones conceptual internas de una metáfora, con sus alcances lingüísticos (la
posibilidad a acudir a múltiples expresiones convencionales y novedosas) y lógicos (en
especial, el puente que se levanta entre la dinámica de la lógica factual y la de naturaleza
esquemática, provista por el dominio de origen).
Si bien aún queda por determinar la extensión de este fenómeno, así como sus
implicaciones en el amplio espectro de la argumentación, es en los aspectos señalados
que radica el particular estatus de los conceptos metafóricos como mecanismos de
razonamiento. A partir de una pretensión argumental (v. g., “la salud está enferma”)
surgen preguntas y respuestas que remiten, todas ellas, a la lógica metafórica. De este
modo se constituye un marco lógico en el que la factualidad alcanza otra dimensión, por
la vía metafórica. Como todas las pretensiones argumentales, las de carácter metafórico
también están abiertas a la controversia; y, sabiéndolo o no, a los interlocutores no les
resulta fácil escapar de la jaula metafórica.

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