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La definición de delegar es traspasar de una persona a otra la potestad de decidir que tiene por
su cargo para que haga unas tareas o conferirle su representación.
Con estos tendremos el proceso que nos va a permitir conferir a un colaborador el encargo de
realizar una tarea, concediéndole la autoridad y libertad necesarias.
- Reduce considerablemente costes a nuestra organización (ya que el gerente puede dedicarse
a otras funciones más acordes a su puesto).
- La mala delegación puede llevarnos al fracaso, y hacernos pensar que estamos perdiendo
autoridad o dar la impresión de que no confiamos en nuestros subordinados o compañeros.
Para que la delegación sea efectiva, debemos tener muy en cuenta los siguientes aspectos, si
queremos conseguir el efecto positivo de la misma:
- Saber establecer claramente la tarea a realizar, los objetivos que queremos conseguir, plazos
con los que cuenta y autoridad que cedemos a la persona en la cual delegamos.
- Tenemos que supervisar la tarea delegada según sea su importancia y dificultad al final de la
misma o durante su proceso en diferentes etapas.
Muchas veces, las personas que tenemos que delegar, tenemos dudas sobre si la forma en la
que delegamos es la correcta, y para saberlo, va bien hacerse las siguientes preguntas, para
poder valorar objetivamente la calidad de nuestra delegación:
¿Nos llevamos trabajo habitualmente a casa?
¿Trabajamos muchas más horas que nuestros colaboradores o compañeros?
¿Dedicamos gran parte de nuestro tiempo a preparar para los demás los que podrían hacer
ellos mismos?
Cuando volvemos a nuestra oficina tras una ausencia, ¿Nos encuentra la bandeja de entrada
demasiado llena?
¿Seguimos realizando actividades y resolviendo problemas que teníamos antes de nuestro
último ascenso de puesto?
¿Nos interrumpen a menudo con consultas y encargos sobre proyectos en marcha y trabajos
que ya hemos asignado a colaboradores?
¿Gastamos nuestro tiempo en tareas rutinarias que otros podrían resolver?
¿Nos entusiasma mantener el control sobre todos los temas?
¿Siempre se nos echan encima los plazos establecidos para cumplir las tareas?
Si la respuesta a la gran mayoría de las preguntas han sido afirmativas, tengo malas noticias,
ya que tus aptitudes para delegar son nefastas, y confundes la delegación con la supervisión
de tareas que encargas a otros dándoles todas las directrices a seguir, y lo único que estamos
consiguiendo es quemar a tus colaboradores.
No tenemos que olvidar que el que cedamos tareas nuestras a otras personas en la que
tenemos plena confianza, consiste en traspasar a estos la autoridad y responsabilidad para
desarrollar ciertos trabajos con total libertad.
La satisfacción de la misma implica, que aquellos en los que delegamos ciertas tareas nos han
demostrado que, saben lo que se han de conseguir, quieren lograrlo, tienen medios para
hacerlo y capacidad para conseguirlo.
Además con la delegación vamos a conseguir diferenciar quienes son las personas en las que
podemos confiar y en cuales no, ya que todas alguna vez hemos confiado en la persona
equivocada, por que a veces los mas cercano o con los que más relación personal tenemos no
son para nada los mas adecuadas para encomendar estas tareas tan importantes.
Tenemos que plantearnos que muchos directivos de bastantes empresas españolas tienen a su
alrededor un cuello de botella por no saber delegar, y toman decisiones cuando ya es
demasiado tarde, y no por culpa de sus colaboradores, sino por su mala gestión, ya que
muchas veces sus subordinados les envían las cosas con suficiente plazo, pero ellos por exceso
de carga de trabajo no llegan a todo, pero aun así se niegan a delegar.
Así que pido por favor que nos tomemos en serio esto, por que no solucionar este tipo de
errores en nuestros responsables, puede conllevar al fracaso de muchas organizaciones.
Un hombre joven, fue nombrado presidente de un banco. Él no había soñado ser
presidente a tan corta edad. Se acercó al miembro de la junta directiva de mayor
antigüedad y le dijo:
“Sabes que he sido nombrado presidente. Me preguntaba si puedes darme algún
consejo”.
El anciano sólo le dijo dos palabras: “¡Delegación efectiva!”
El hombre joven esperaba algo más que esa respuesta, así que le preguntó:
“¡Ah! Me ayudará eso?, pero , ¿podrías ser más específico? ¿Cómo hacer
delegaciones efectivas?”
Al sabio anciano le bastó una palabra esta vez: “Experiencia”.
El hombre joven replicó:
“Bueno, ese es precisamente el objetivo de mis preguntas. No tengo la clase de
experiencia que necesito. ¿Cómo la obtengo?
La respuesta no se hizo esperar: “¡Haciendo malas delegaciones!”
James S. Hewett
Hay una emoción asociada con el delegar ,que es la confianza , y que nos muestra el
nivel de vulnerabilidad que sentimos frente a alguien.
La confianza es un juicio que se apoya en tres patas:
Juzgo que sos sincero. Quiero reconocer que lo que decís no se contradice con lo que
pensás.
Juzgo tu competencia o habilidad para hacer tal o cual cosa en determinado dominio
Juzgo la credibilidad de lo que decís a partir de tener que en cuenta tu pasado cumpliste
con tu palabra