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El Quinteto de los Milagros 2006
EL
QUINTETO
DE LOS
MILAGROS
Carlos Rodero
Chanfalla, cómico
La Chirinos, cómica
Escipión, cómico
Panini, la orquesta
Quiñones, ausente
que, a su vez, interpretan otros personajes como Teodoro Quilates el director de la oficina de
impuestos, el presidente, su mujer Leonarda, el predicador Panduro, Pancracia, Algarrobo
Ortigosa el insigne crítico de arte y otros que ellos quieran.
1. La llegada
El escenario, en penumbra, está completamente vacío. Al fondo, desde lejos se ve un pequeño
grupo de personajes que va avanzando con pasos pequeños, muy lentamente, hacia el centro del
escenario. Al principio, vienen envueltos en sombras y parecen remotos. Apenas podemos
distinguirlos. A medida que se van acercando a nosotros podemos ver que son cuatro, dos
hombres y una mujer, y el cuarto de sexo indeterminado. Es una pequeña compañía de cómicos
en estado lamentable. Sucios, hambrientos, cubiertos de harapos, casi podemos percibir como
las pulgas van saltando de unos otros. Vienen cargados de maletas y bultos diversos. Cada uno
de ellos lleva una silla de tijera plegada, excepto Chanfalla que lleva dos. Uno arrastra un viejo
arcón. Llevan tantos cachivaches que andar se convierte en algo lento y pesado. Vienen muy
juntos, formando una masa compacta y se desplazan como una gran oruga perezosa. Chanfalla,
con la vista fija en el horizonte, mastica ortigas. La Chirinos, siempre con la mirada en el suelo,
busca lagartijas. De vez en cuando encuentra alguna y la caza con gran agilidad, agarrándola
por la cola y metiéndosela en el bolsillo. Escipión va dejando una pipa de girasol en el suelo
cada veinte centímetros. Panini anda dormido, como si fuera sonámbulo y lleva su violín atado
a la cintura.
No se sabe de dónde vienen ni a dónde se dirigen.
Caminan.
ESCIPIÓN: ¿Falta mucho?
Nadie contesta.
¿Cuánto tiempo llevamos caminando?
Silencio.
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ESCIPIÓN: ¿Era por aquí? Quiero decir si este es el camino. El buen camino. Si hemos
pasado antes por aquí... porque si no quiere decir que nos hemos perdido y, si
nos hemos perdido... ¿Cómo vamos a saber si hemos llegado o no?
CHANFALLA: Cállate.
Silencio.
CHIRINOS: ¿Falta mucho?
CHANFALLA: Eso ya lo has dicho antes.
ESCIPIÓN: Lo he dicho yo.
CHANFALLA: Da igual.
ESCIPIÓN: Si supiéramos al menos cuando salimos y, por qué no, quizás también sería útil
saber de dónde, aunque no tenemos ni idea de cuánto tiempo llevamos
caminando y ese sí que es un dato importante.
CHIRINOS: Algún tiempo.
ESCIPIÓN: ¿Algún tiempo?
CHIRINOS: Llevamos así algún tiempo.
ESCIPIÓN: ¿Y no puedes ser más concreta?
CHIRINOS: Antes no hacías tantas preguntas. Simplemente ibas.
ESCIPIÓN: ¿Antes?
Silencio.
CHIRINOS: ¿Cantamos algo para entretenernos?
ESCIPIÓN: ¿Por qué crees que necesitamos entretenimiento?
CHIRINOS: Y Panini siempre está dispuesto a complacernos. ¿No es verdad, Panini?
Se paran. Panini abre los ojos y bosteza.
CHANFALLA: Panini es un inútil.
ESCIPIÓN: El problema es que no tiene... que le falta un... un objetivo concreto, ¿me
explico? Algo en lo que concentrarse...
Entre los tres tratan de animar a Panini a tocar. La Chirinos y Escipión empiezan a tararear una
melodía popular y Panini se pone a tocar mecánicamente. Continúan caminando al ritmo de la
música. De pronto se detienen bruscamente. Chanfalla se pone a gritar como un energúmeno.
CHANFALLA: ¡Me cago en la puta que me parió! ¡Ya está! Algo tenía que salir mal. Lo sabía.
Sabía que algo saldría mal. Llevamos caminando... ¡Mierda! Nosotros camina
que te camina. Todos. Sin parar, y ahora... ¡Esto! Me cago en mis muertos, esto
no hay quien la aguante...
CHIRINOS: Una piedra.
ESCIPIÓN: ¿Es la misma de antes?
CHIRINOS: No es tan grande.
ESCIPIÓN: Chanfalla, es algo más pequeña...
CHANFALLA: ¿Y a mi que demonios me importa? ¿Eh? ¿Tú crees que a mi me importa una puta
mierda encontrarme una piedra en el camino? ¿Crees que significa algo para mí
una jodida piedra?
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ESCIPIÓN: ¿Quiñones?
CHANFALLA: ¿Dónde está ese hijo de puta?
CHIRINOS: Se habrá perdido.
ESCIPIÓN: Pero, ¿de qué estáis hablando? Quiñones, ¿qué Quiñones?
CHIRINOS: ¿No te acuerdas de Quiñones?
ESCIPIÓN: No me acuerdo de Quiñones.
CHANFALLA: Quiñones, imbécil, es el que te da la réplica en esta escena.
ESCIPIÓN: ¿Y dónde está?
CHANFALLA: ¿Qué?
ESCIPIÓN: Que dónde está.
CHIRINOS: No está.
CHANFALLA: Eso ya lo veo.
CHIRINOS: Habrá desaparecido.
ESCIPIÓN: Si no está es porque ha desaparecido.
CHANFALLA: Bien. Seguiremos sin él.
ESCIPIÓN: ¿Pretendes que interprete la escena sin Quiñones?
CHIRINOS: Ya se nos ocurrirá algo. No es la primera vez que Quiñones se ha esfumado.
ESCIPIÓN: ¿Interpretar? ¿Pero qué es lo que estoy diciendo? ¿Interpretar qué? (Coge de
nuevo el cuaderno y lee la primera página.) Retablo de las Maravillas.
CHANFALLA: (Muy contento.) ¡Eso es! ¡Que alivio! No me acordaba del título.
ESCIPIÓN: ¿Pero eso no es del siglo XVI?
CHIRINOS: Siempre hemos hecho lo mismo.
ESCIPIÓN: ¿Siempre? ¿Quieres decir que ya lo interpretábamos... entonces?
CHIRINOS: Al menos es lo que se espera de nosotros. O lo que se esperaba de nosotros. Ya
lo hemos hecho otras veces. Simplemente tenemos que recordar.
ESCIPIÓN: Habéis perdido el juicio.
CHANFALLA: Hemos venido hasta aquí para interpretarlo. Y vamos a hacerlo.
ESCIPIÓN: Pero si no hay nadie. ¿Para quién vamos a interpretar?
CHIRINOS: Ya vendrán.
CHANFALLA: Venga. A trabajar.
Vuelven a la actividad. Mientras están montando lo que parece un telón, Escipión no dejará de
hablar.
ESCIPIÓN: Que obsesión con eso de trabajar. El trabajo es una cosa que no tiene ningún
sentido. De hecho me atrevería a decir que es incluso pernicioso y ha
perjudicado notablemente al ser humano llamado civilizado que ha enarbolado
sin dudarlo el estandarte de una idea turbadora y perversa. Aquella que ensalza
el trabajo como una de las actividades más nobles...
Terminan de montar el telón que colocan entre ellos y el público como cuarta pared.
CHANFALLA: Y ahora a esperar.
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ESCIPIÓN: Esperar.
CHANFALLA: A que vengan.
CHIRINOS: Vamos a sentarnos y esperar a que vengan.
Se sientan todos. Largo silencio. Cambian varias veces la disposición de las sillas, el orden y la
posición en los que están sentados.
ESCIPIÓN: No viene nadie.
CHIRINOS: No. No vienen.
CHANFALLA: Esperemos.
ESCIPIÓN: ¿Durante cuánto tiempo?
CHANFALLA: Esperaremos lo que haga falta. Esperaremos tanto tiempo como sea necesario.
Si es necesario esperaremos eternamente.
CHIRINOS: Eternamente.
ESCIPIÓN: ¿Eternamente?
Pausa.
CHIRINOS: ¿Hacemos algo?
ESCIPIÓN: ¿Mientras esperamos?
CHANFALLA: Podríamos.
ESCIPIÓN: Esperar ya es en sí misma una actividad agotadora.
CHANFALLA: En eso te doy la razón.
Silencio.
ESCIPIÓN: ¿Algo como qué?
Silencio.
CHIRINOS: A mi no se me ocurre nada.
CHANFALLA: A mi tampoco.
Silencio.
CHIRINOS: A Panini tampoco se le ocurre nada.
ESCIPIÓN: ¿Por qué no lo dice él eso?
Todos le miran.
¿Es mudo?
CHIRINOS: Es perezoso.
CHANFALLA: (Hojeando el cuaderno.) No han escrito su texto.
ESCIPIÓN: Claro.
CHIRINOS: Por eso.
Silencio.
ESCIPIÓN: Pues si no se nos ocurre nada no hagamos nada.
CHIRINOS: Será lo mejor.
CHANFALLA: No hagamos nada.
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Silencio.
Esperemos.
2. La preparación
Hay un largo silencio. Cada uno de los personajes se distrae como puede.
CHIRINOS: ¿Seguro que no te acuerdas de nada?
ESCIPIÓN: Es muy molesto. Esta situación es realmente molesta. Y lo más molesto en
realidad es que... que... En realidad, no sabemos... no sabemos lo que, lo que
tenemos que hacer. Y esta incertidumbre es... es molesta. Muy molesta. (Poco
a poco empieza a tener convulsiones que desembocan en un ataque terrible de
epilepsia. Los demás tratan de ayudarle. De pronto se calma repentinamente,
aunque ya no parece el mismo.) «¡Oh tú, quienquiera que fuiste, que fabricaste
este retablo con tan maravilloso artificio, que alcanzó renombre de las
Maravillas por la virtud que en él se encierra, te conjuro, apremio y mando que
luego incontinente muestres a estos señores algunas de las tus maravillosas
maravillas, para que se regocijen y tomen placer sin escándalo alguno!»
CHANFALLA: Me cago en la puta.
CHIRINOS: Se ha ido otra vez.
CHANFALLA: ¿A dónde?
CHIRINOS: Está allí.
ESCIPIÓN: «Ea, que ya veo que has otorgado mi petición, pues por aquella parte asoma la
figura del valentísimo Sansón, abrazado con las colunas del templo, para
derriballe por el suelo y tomar venganza de sus enemigos.»
CHIRINOS: Escipión...
ESCIPIÓN: «¡Tente, valeroso caballero; tente, por la gracia de Dios Padre! ¡No hagas tal
desaguisado, porque no cojas debajo y hagas tortilla tanta y tan noble gente
como aquí se ha juntado!» (Se desmaya.)
CHANFALLA: Pero que mierda es esta...
CHIRINOS: Escipión...
CHANFALLA: «...que alcanzó renombre de las Maravillas por la virtud que en él se
encierra...»
Poco a poco Escipión va recuperando el conocimiento.
CHIRINOS: ¿Quieres ayudarme?
CHANFALLA: Pero eso... Pero eso... ¡Lo decía yo!
CHIRINOS: ¡Chanfalla!
CHANFALLA: ¡Maldito cabrón! ¡Está diciendo mi texto!
ESCIPIÓN: «Ahora bien, ¿contentarse ha el señor autor con que yo le dé adelantados
media docena de ducados? (Trata de encontrar algo en sus bolsillos sin éxito.)
CHIRINOS: Eso era de su personaje.
ESCIPIÓN: (Angustiado.) ¿Dónde está?
CHIRINOS: Tranquilo.
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CHANFALLA: «¡Atención, señores, que comienzo. ¡Oh tú, quienquiera que fuiste, que
fabricaste este retablo con tan maravilloso artificio, que alcanzó renombre de
las Maravillas por la virtud que en él se encierra, te conjuro, apremio y mando
que luego incontinente muestres a estos señores algunas de las tus maravillosas
maravillas, para que se regocijen y tomen placer sin escándalo alguno!»
ESCIPIÓN: ¿Pero por qué hablas así?
CHANFALLA: ¿Así cómo?
CHIRINOS: La verdad es que suena un poco... arcaico. (Imita la actuación de Chanfalla,
repitiendo algunas de las frases que ha dicho éste.)
CHANFALLA: ¿Arcaico? Así se escribió, así me lo aprendí y así lo he dicho siempre.
CHIRINOS: Pero ahora es diferente.
ESCIPIÓN: ¿Ahora?
CHIRINOS: Llevamos mucho tiempo caminando.
ESCIPIÓN: (Sin entender.) Ya.
CHANFALLA: ¿Qué pretendes? ¿Que lo diga de otra manera?
CHIRINOS: Podemos intentarlo. (Mirando fijamente a Escipión.) El primero en llegar era...
A ver... era... ¡Sí! ¡El director de la oficina de impuestos!
ESCIPIÓN: ...de la oficina de impuestos. Pero, ¿cómo lo hago?
CHIRINOS: Déjate llevar. Algo moderno.
Escipión improvisa una escena disparada.
Escipión... ¿Qué haces?
ESCIPIÓN: ¡Es un símbolo!
CHANFALLA: (A Chirinos.) Tú dale cuerda...
CHIRINOS: No, no. Es demasiado... alternativo. Ven, mira. (Le muestra cómo hacerlo.
Escipión copia sus movimientos.) Eso. Así. Venga.
Rápidamente, Escipión se convierte en Teodoro Quilates, tesorero del estado y director
principal de la oficina de impuestos.
QUILATES: Señores, no perdamos tiempo.
CHANFALLA: Le estábamos esperando, señor...
QUILATES: Teodoro Quilates. (Les da una tarjeta que coge la Chirinos.) Soy el responsable
de las cuentas del estado. No pretenderán ustedes que el señor presidente se
pague las diversiones de su bolsillo.
CHANFALLA: Claro que no.
CHIRINOS: Aquí dice Eufrasio Barbanegra.
QUILATES: Era mi predecesor en el cargo. Pero como bien sabe usted, señorita, el estado
es deficitario y es preciso llevar una política de ahorro. Las usaré hasta que se
acaben y después mandaré imprimir las mías.
CHANFALLA: ¿Ha traído usted lo que acordamos?
QUILATES: Trescientos mil.
CHANFALLA: Eso no es lo que acordamos.
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QUILATES: Claro que no. Sería un cretino si le pagara lo que acordamos. El precio lo pongo
siempre yo. Si a usted le hace ilusión pensar que está regateando conmigo...
No, no. Yo le pago trescientos mil ahora, en calidad de adelanto y otros
doscientos mil cuando hayamos terminado. Usted acepta o no acepta.
CHANFALLA: Acepto.
QUILATES: ¿Ha traído usted la factura?
CHANFALLA: ¿Qué factura?
QUILATES: No ha traído usted la factura.
CHANFALLA: Pues...
QUILATES: No hay problema. Yo prepararé una.
CHANFALLA: ¿Usted?
QUILATES: Yo mismo. No se preocupe. Tengo mucha práctica. (Empieza a escribir en un
talonario.) Habrá que calcular un porcentaje por debajo del Impuesto sobre el
valor añadido y otro por encima del impuesto de sociedades que cubra parte
del valor que perdemos con la diferencia entre los dos porcentajes y descontar
el otro porcentaje que tendrán ustedes que desembolsar el mes que viene sin
olvidarnos de la retención fiscal necesaria para afrontar este terrible año de
inflación que se nos viene encima. Esto, descontando la Ayuda para la pronta
liquidación de la Deuda Externa y aplicando los cálculos pertinentes nos queda
en... (Garabatea en el papel, lo arranca y se lo da a Chanfalla.)
CHANFALLA: ¿Cuarenta mil?
QUILATES: Oh. Perdone. Que despiste. He olvidado descontar la cantidad proporcional
para la Seguridad Social. (Corrige algunos datos en la factura.) Tenga.
CHANFALLA: Pero, hombre, no siga usted descontando...
CHIRINOS: (Que ha cogido el papel.) Si esto sigue así al final tendremos que pagarle
nosotros.
QUILATES: En ese caso pueden ustedes hacerlo en cantidades fragmentadas. Aquí tienen.
(Les de una bolsa de monedas. Estupor general.)
CHANFALLA: (Abre la bolsa y comprueba que son monedas antiguas.) ¿Pero qué mierda es
esto? ¿Es que quiere usted estafarnos? Estas monedas ya no sirven.
QUILATES: Yo...
CHANFALLA: Haga el favor de pagarnos en billetitos de uso corriente o tendremos un
disgusto.
QUILATES: Claro, claro. Disculpe. No sé lo que habrá ocurrido. (Le da algunos billetes.)
Bien. Entonces, ¿ya está todo preparado?
CHANFALLA: Sí. Sí. Bueno. Estamos esperando que llegue el camión. Con los decorados. Ya
sabe.
QUILATES: ¿Decorados?
CHIRINOS: Algo único de verdad.
QUILATES: ¿Es necesario?
CHANFALLA: Por supuesto. Nuestro espectáculo no sería lo mismo sin unos decorados...
CHIRINOS: ...fastuosos...
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CHANFALLA: ...elegantes...
CHIRINOS: ...costosos...
CHANFALLA: ...rutilantes...
QUILATES: Basta, basta. No se cansen conmigo. Pero actores... ¿Hay actores?
CHANFALLA: Vaya pregunta. ¿Cómo se puede entender el teatro sin actores? Los mejores.
QUILATES: Verá, yo no entiendo mucho de teatro.
CHIRINOS: Ni falta que hace.
QUILATES: ¿Cómo?
CHANFALLA: Mi colega quiere decir que no es necesario conocer los entresijos de nuestro
arte para apreciarlo como es debido. Para disfrutar de semejante espectáculo
tan sólo es necesario...
CHIRINOS: Un par de ojos.
CHANFALLA: Eso es. Y algo de... de...
CHIRINOS: Imaginación.
CHANFALLA: Imaginación. ¿Es usted un hombre imaginativo?
QUILATES: Desde luego que no.
Pausa.
CHANFALLA: Ah.
QUILATES: ¿Qué pasa? ¿Hay algún problema?
CHANFALLA: Para disfrutar de nuestro espectáculo se necesita... se necesita imaginación.
QUILATES: Pues yo, por suerte, he nacido sin ese defecto.
CHIRINOS: Qué suerte.
CHANFALLA: Bueno, en realidad, con, digamos, sólo un poquito sería suficiente.
QUILATES: Nada.
CHANFALLA: ¿Nada de nada?
QUILATES: Ni lo más mínimo. Soy un hombre sano, señorita. La imaginación es una de las
peores lacras de la humanidad. Qué digo. La peor. Ha causado siempre los
peores desastres. Un hombre de nuestro tiempo no puede permitirse
semejantes debilidades.
CHIRINOS: Pues entonces creo que no va a disfrutar nada con nuestro espectáculo.
CHANFALLA: Chirinos, estamos aburriendo a este señor.
QUILATES: No se preocupe por eso. De todos modos difícilmente hubiera podido apreciar
su espectáculo.
CHANFALLA: ¿Ah, no?
QUILATES: Soy miope. Profundamente miope.
CHANFALLA: (A Chirinos.) Miope.
CHIRINOS: (A Quilates, cogiéndole las gafas y poniéndoselas.) Pero... ¿miope miope?
QUILATES: Es imprescindible para hacer bien mi trabajo. (Chanfalla empieza a imitar los
ruidos de un camión que se va acercando.) ¿Qué es ese ruido?
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Silencio.
¿Preparados? Panini. Música. (Panini interpreta algo así como un himno.) “El
señor presidente, después de que el implacable partido de la oposición haya
presentado su moción de censura, se dispone a hacer su comparecencia en el
Parlamento para defender su gestión.”
CHANFALLA: (Interpretando al Presidente que lee de un papel a gran velocidad.) Señoras y
señores diputados. Agregando a la coyuntura su supuesta iniciativa de
resolución que con el debido respeto me dispongo a cotejar con las insalvables
y arduas prerrogativas del acuerdo, no sanciono sin la carga de significados que
pueda contener la presente reivindicación de derechos y libertades, sino que,
con la consabida referencia a los marcos legales y administrativos vigentes,
confirmo la línea de prestaciones al requerimiento haciendo constar mi pronta
adhesión a la decisión bilateral irrenunciable, así como a la aprobación de las
medidas consabidas en un plazo de algún tiempo poco más o menos. Y con esto,
dejo clara mi postura y la de mi partido.
La Chirinos y Escipión se convierten en periodistas que empiezan a acosar al presidente a
preguntas.
PERIODISTA 1: Señor presidente, ¿qué tiene que decir ante las constantes acusaciones de
malversación de fondos para la financiación de su partido...
PERIODISTA 2: ...manipulación ilegal del resultado de las últimas elecciones...
PERIODISTA 1: ...y encumbramiento de algunos cargos dentro del gobierno para devolver
antiguos favores?
El presidente tratará de responder todas las preguntas fracasando estrepitosamente.
PERIODISTA 2: ¿Son ciertos los rumores de que durante su juventud defendía la legalización de
la marihuana y su promoción entre los miembros de la tercera edad?
PERIODISTA 1: ¿Tiene una idea aproximada de lo que vale una barra de pan?
PERIODISTA 2: ¿Se han agotado los fondos del estado por culpa de sus constantes desmanes en
centros comerciales, salas de juego y locales de alterne?
PERIODISTA 1: ¿Un billete de autobús?
PERIODISTA 2: ¿Es cierto que ha humillado y maltratado en más de un ocasión a Horacio, el
gatito de su hijo pequeño?
PERIODISTA 1: ¿Una botella de lejía?
PERIODISTA 2: ¿Tiraba cubiertos y otra clase de utensilios de cocina al jardín de su vecino a
altas horas de la madrugada?
Chanfalla, agotado, termina con la intervención.
CHIRINOS: ¡Bravo! Escipión. Tu turno. Panini. (Se repite la misma música.) “El señor
presidente, después de que el implacable partido de la oposición haya
presentado su moción de censura, etc., etc., etc.”
ESCIPIÓN: (Pretende cogerle el papel del discurso a Chanfalla, pero este lo rompe
delante de sus narices.) Sí. Bien. Señores diputados. Y señoras. En las actuales
circunstancias sólo puedo decir que mi gestión ha sido limpia y honrada. Todas
las medidas que hemos tomado han sido largamente meditadas y ahora hay que
tener paciencia para comprobar los resultados. Pueden creer que mi interés es
el bien de nuestro país y que todo lo que hago lo hago pensando en mejorar la
situación de los ciudadanos y, que, con su apoyo y ayuda, creo que lograremos
superar todas las dificultades y...
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ESCIPIÓN: Realista.
CHIRINOS: Sí. Es muy realista.
ESCIPIÓN: Excepcionalmente realista.
CHIRINOS: Lleno de momentos sugerentes.
ESCIPIÓN: De ideas profundas.
CHIRINOS: Muy profundas.
ESCIPIÓN: De... de... personajes de carne y hueso con una tragedia que contarnos. Una
tragedia muy... muy...
CHIRINOS: Trágica.
ESCIPIÓN: Y realista.
CHIRINOS: Sí. Realista también.
Pausa.
PRESIDENTE: Me gustan mucho las obras realistas.
CHIRINOS: ¿Ah, sí?
PRESIDENTE: Mis obras también son realistas.
CHIRINOS: Qué bien. Pero, señor presidente, tiene usted que saber algo.
PRESIDENTE: ¿Es una obra triste?
CHIRINOS: Eso no es lo peor. La obra tiene también momentos cómicos.
PRESIDENTE: Qué pena.
CHIRINOS: Bueno. Cómicos pero en realidad muy tristes.
PRESIDENTE: Eso es otra cosa.
CHIRINOS: Ya sabe usted que la tragedia y la comedia son las dos caras de la misma
moneda.
PRESIDENTE: Una moneda que siempre cae por la misma cara.
CHIRINOS: Ya veo que me entiende. Usted es el espectador ideal.
PRESIDENTE: ¿Usted cree?
CHIRINOS: Estoy segura. Es que, verá, nos ha pasado algunas veces, pero pocas, eso
también hay que decirlo, no muy a menudo, pero sí a veces, algunas veces,
pues han habido algunos espectadores que... que al final de la obra, cuando ya
habíamos terminado de representarla...
PRESIDENTE: Siga, señorita.
CHIRINOS: Pues nos han dicho...
PRESIDENTE: ¿Qué?
CHIRINOS: Qué no habían visto nada.
PRESIDENTE: No me diga.
CHIRINOS: Se lo juro.
PRESIDENTE: ¿Pero cómo es posible?
CHIRINOS: Este es el problema de nuestro tiempo, señor presidente. El ciudadano medio
se ha entregado sin remedio a la tecnología hasta el punto de que su mente se
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CHIRINOS: Pues es que resulta muy extraño, pero no se puede negar... No. No se lo puedo
decir.
PANDURO: Venga, hija mía que estoy perdiendo la paciencia. Habla sin miedo. Nosotros,
en el ejercicio de nuestra misión, hemos visto ya muchas cosas. Estamos
acostumbrados a todo.
CHIRINOS: ¿A todo, monseñor?
PANDURO: ¿Qué intentas decirme?
CHIRINOS: Pues resulta que... que algunas personas con... con problemas, digamos,
venéreos...
PANDURO: ¿Venéreos?
CHIRINOS: Sí, ya sabe. Del sexo.
PANDURO: Pobre gente. Afectados de enfermedades venéreas...
CHIRINOS: Sí, muy afectados. De enfermedades venéreas. Por masturbarse tanto...
PANDURO: Hija mía, las enfermedades venéreas no son producidas por la masturbación.
CHIRINOS: ¿Ah no?
PANDURO: Claro que no. Hoy en día ya nadie cree en esas cosas. El abuso de la
masturbación como mucho, provoca pérdida de la visión.
CHIRINOS: Eso. Pérdida de la visión. Es eso lo que pasa. ¿Las enfermedades venéreas no
provocan también pérdida de la visión?
PANDURO: Sí, tal vez tengas razón.
CHIRINOS: Y es que hay más.
PANDURO: Muchacha, me estás asustando.
CHIRINOS: El Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida.
PANDURO: Jesús. La terrible plaga de nuestro siglo.
CHIRINOS: También afecta terriblemente a la visión.
PANDURO: ¿Y qué quieres decir con todo eso? ¿A dónde vas a parar?
CHIRINOS: Pues que los que padecen enfermedades venéreas, se masturban demasiado y
tienen el... el Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida no pueden disfrutar de
nuestro espectáculo.
PANDURO: ¿Y por qué no?
CHIRINOS: Porque no lo ven.
Silencio.
PANDURO: El señor tenga piedad de nosotros. No lo ven. Pobrecitos.
CHIRINOS: Sí, pobrecitos.
PANDURO: Estoy seguro de que eso tendrá alguna explicación científica. Prometo
ayudarte.
CHIRINOS: Gracias, monseñor. Qué reconfortante es hablar con usted.
PANDURO: (Se sienta.) Bueno, bueno. ¿No ha llegado el señor general?
Chanfalla entra a grandes zancadas por la alfombra con una gorra de general.
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GENERAL: Trece. (Pausa.) He contado trece. Trece hombres. ¿Usted cree que son
suficientes? ¿Trece? Incrementamos el presupuesto para seguridad. Y sólo hay
trece hombres. Seguridad. Hay poca. Ninguna. No hay seguridad. Trece
hombres son pocos. Trece. Es un número horrible. Es muy poco seguro.
CHIRINOS: General, ya estamos todos. Siéntese aquí, por favor. No. En esa silla no. En esa
tampoco. Tampoco, tampoco. En ésta. Siéntese en esta silla. Cuando quieran
empezamos con la representación.
GENERAL: ¿Teatro? El teatro me pone nervioso. Más que la ópera. Es inseguro. La ópera es
más segura. Puedo dormir más tranquilo. En un rinconcito del palco. En el
teatro estoy tenso. Cuando duermes eres vulnerable. También me duermo en el
teatro. Pero es un sueño intranquilo. No me siento seguro.
CHIRINOS: Pero si se duerme, mi general, no disfruta usted del espectáculo.
GENERAL: Yo no disfruto. Al contrario. Me pongo nervioso. Todo es confuso. Es irreal. Una
vez vi una obra despierto. Fue espantoso. Una experiencia terrible. Me dejó
trastornado. Los personajes. ¿Eran hombres? ¿Eran mujeres? Todavía no lo sé.
Los hombres parecían mujeres. Las mujeres parecían hombres. Todo era
inseguro. No tengo nada contra el cambio de sexo. Soy un hombre moderno.
Pero aquello. Aquello era una pesadilla.
CHIRINOS: Tal vez eran hermafroditas.
GENERAL: ¿Usted cree? Hermafroditas. Eso está bien. Todos deberíamos ser
hermafroditas. Mi cuñado el general de división es hermafrodita. Y Jenaro
Céspedes. El jefe del Estado Mayor. También es hermafrodita. Buenos
patriotas. Yo no soy hermafrodita. Es una lástima. Pero me gustaría. Sí. Me
gustaría mucho.
CHIRINOS: Antes de empezar vamos a ofrecerles una copita de vino.
GENERAL: Vino. Buena idea. El vino es cosa de soldados. Nos alegra la vida. Yo siempre
tomo vino antes de ir al teatro o a la ópera. Si no hay aguardiente.
CHIRINOS: Tenemos un vino excelente.
Chirinos repartirá copas e irá sirviendo a todos los personajes que serán los espectadores de la
farsa. El presidente, su mujer, Pancracia, Panduro y el general. Cada uno de ellos reaccionará
de forma distinta y se preparará para ser sugestionado.
CHIRINOS: Señoras. Señores. Prepárense. La representación va a comenzar. La Filarmónica
dará la entrada. (Panini despierta de su letargo y empieza a tocar. Chirinos
cierra el telón y se sube a una silla.) “En aquella ciudad gris sin límites,
envuelta en la niebla, a cuyas calles y plazas nunca llegaba la luz del sol...” (Se
va abriendo el telón lentamente. Chanfalla, sentado, parece ser el único
espectador. Al fondo, por la cortina roja, llega Escipión encarnando un
siniestro personaje.)
ORTIGOSA: Un momento. Un momento. Detengan la representación.
CHANFALLA: ¿Qué pasa? Ya está bien de tantas interrupciones. Tenemos que seguir.
CHIRINOS: Es Ortigosa.
CHANFALLA: ¿El crítico?
ORTIGOSA: Ya empezamos mal con esa música. Demasiado blanda. (Le quita el violín a
Panini y mira concentrado en su interior.) A ver, pruebe otra cosa.
CHANFALLA: Escipión. Si no recuerdo mal, el personaje del crítico lo habíamos quitado.
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GENERAL: Seguridad, señor presidente, seguridad. Hay que gastarlo todo en seguridad.
QUILATES: ...y la negociación sobre créditos exteriores.
GENERAL: Eso no era lo prometido. Nuestras infraestructuras se están quedando
obsoletas.
PANDURO: Tenemos tantas cosas que atender... Pero las almas son lo primero...
CHIRINOS: “Pero ahora, después de un trabajo tan intenso, nuestro hombre busca un
momento de intimidad con la mujer amada. Aquella que con sus caricias sabe
recompensar la extenuante jornada de duro trabajo, la que con sus besos
puede transformar la debilidad en fortaleza, la que con su lengua... Pero lo que
él de verdad aprecia en ella es su consejo y su apoyo.
LEONARDA: No sé cómo sigo aguantando todo esto. (Silencio.) Es una de mis obligaciones.
Sí. Una de mis obligaciones.
PRESIDENTE: Estás siempre a mi lado.
LEONARDA: Estar a tu lado.
PRESIDENTE: Eso es.
LEONARDA: No creas ni por un momento que lo hago por ti.
PRESIDENTE: ¿No?
LEONARDA: Claro que no. Lo hago por mí.
PRESIDENTE: Lo haces por los dos.
LEONARDA: A pesar del olor. El olor a tripa. A tripa de perro. El olor a tripa de perro
enfermo. El olor a tripa podrida y sarnosa. El nauseabundo e insoportable olor a
tripa podrida y sarnosa de perro enfermo. Enfermo de peste bubónica. El olor
nauseabundo e insoportable a tripa podrida y sarnosa de perro enfermo de
peste bubónica.
PRESIDENTE: ¿Olor?
LEONARDA: El olor que emana de tu cuerpo. De tu boca. Tus oídos. De tus axilas. Del ojo
del culo. El olor que emana de todos los poros de tu cuerpo.
PRESIDENTE: Yo siempre te he querido mucho.
LEONARDA: ¿También es una de mis obligaciones?
PRESIDENTE: Siempre hemos estado muy unidos tú y yo.
LEONARDA: ¿Que tengo que hacer con ese olor? (Pausa.) Sí. Una de mis obligaciones.
PANDURO: Qué firme es la alianza sagrada del matrimonio. Un ejemplo para todos.
CHIRINOS: “Y empieza la lucha. Todo está preparado para la aparición de nuestro hombre
en los últimos momentos de una campaña electoral que, por primera vez en la
historia de esta ciudad, parece traer un rayo de esperanza en el futuro. La
espléndida sonrisa de nuestro candidato se ha multiplicado por todos los
rincones de la ciudad, llenándola de luz. Esa sonrisa es una promesa. Esa
sonrisa es una verdad. Esa sonrisa...”
LEONARDA: Esa sonrisa te costó lo indecible. (El presidente va ensayando distintos tipos de
sonrisa.) Dos días interminables de rodaje y sesiones fotográficas. Que si esa
no, señor presidente. Que si pruebe algo más natural. No, no, cariño.
Acuérdate de cuando jugabas al parchís y ganabas haciendo trampas.
PANCRACIA: Te acuerdas de cuando... (Le susurra algo al oído.)
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3. La representación
ESCIPIÓN: Chanfalla.
Silencio.
Chanfalla.
CHANFALLA: Qué.
ESCIPIÓN: No te lo vas a creer.
CHANFALLA: ¿Y ahora qué te pasa?
ESCIPIÓN: Están ahí.
CHANFALLA: ¿Están? ¿Quiénes?
ESCIPIÓN: Ellos.
Chirinos se levanta en silencio y se acerca a la boca del escenario y observa.
CHANFALLA: ¿Ellos? ¿Quienes son ellos?
ESCIPIÓN: No sé. Pero están ahí.
CHANFALLA: ¿Dónde? (Escipión señala hacia el otro lado del telón.) Mierda. Escipión, te
estás pasando. Ya no tengo paciencia para aguantar ni una sola de tus
estupideces. ¿Me oyes? Así que cierra la boca, estate quieto y espera.
ESCIPIÓN: ¿Esperar qué?
CHANFALLA: Esperar que vengan.
CHIRINOS: Ya han venido.
CHANFALLA: ¡Basta!
CHIRINOS: Siempre han estado ahí.
ESCIPIÓN: ¿Siempre?
CHIRINOS: Sí. Desde el principio.
CHANFALLA: Chirinos...
CHIRINOS: Están... donde no los esperábamos.
ESCIPIÓN: Mira, Chanfalla. Mira bien.
CHANFALLA: Ya lo entiendo. Estáis jugando, ¿no? Pretendéis que pique como los pobres
imbéciles a los que engañamos. Porque se trata de eso. Nosotros pretendemos
hacer creer que ahí hay algo. Que ahí pasa algo. Pero no. No hay nada. Y ahora
queréis tomarme el pelo a mí con el mismo cuento. Pero, ¿es que os pensáis
que soy idiota?
ESCIPIÓN: Yo necesito descansar.
CHIRINOS: Acércate. Mira.
Chanfalla se acerca a la boca del telón y mira fijamente. Silencio.
CHANFALLA: Pero mira, vaya sorpresa... Si ha venido... y aquel de allí es... (Empieza a
enumerar nombres por orden alfabético. Pausa.) No veo nada.
ESCIPIÓN: No es posible.
CHANFALLA: Te digo que no veo nada. Está... oscuro.
ESCIPIÓN: Claro que está oscuro. Pero aún así se puede ver... se puede ver...
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CHANFALLA: ¿Qué, Escipión? A ver, dime, ¿qué se supone que se puede ver, eh?
Pausa.
ESCIPIÓN: Gente.
CHANFALLA: Pues yo no veo nada.
CHIRINOS: Chanfalla, fíjate bien. ¿Tampoco escuchas nada?
Silencio largo.
ESCIPIÓN: ¡Escucha! Alguien ha tosido.
CHIRINOS: Y eso ha sido...
ESCIPIÓN: ¡Una carcajada!
CHIRINOS: No exageres, Escipión, una carcajada no, ha sido algo... algo más discreto.
Como una risita.
ESCIPIÓN: Una risita, sí.
CHANFALLA: Una risita... ¿Pero qué mierda os pasa? ¿Os estáis riendo de mí?
CHIRINOS: Claro que no, Chanfalla. Están ahí. Sólo tienes que fijarte un poco. Y se
manifiestan. Tímidamente, es cierto, pero se manifiestan. Quizá si no fueran
tan pasivos... se... se manifestarían de una forma más... más ruidosa.
ESCIPIÓN: Pero a mi no me apetece nada que se manifiesten de una forma más ruidosa.
De hecho ya me molesta bastante que estén ahí, mirándonos.
CHANFALLA: Ah. Nos miran.
CHIRINOS: Es cierto. Nos están mirando.
CHANFALLA: Y si están ahí, mirando, ¿por qué no los hemos visto antes?
ESCIPIÓN: Yo te juro, Chanfalla, que hasta ahora no había visto a nadie.
CHIRINOS: Quizá no los esperábamos.
ESCIPIÓN: A lo mejor acaban de llegar.
CHANFALLA: Y se han sentado todos juntos... ahí... y se han puesto a mirarnos.
CHIRINOS: Exacto.
CHANFALLA: ¿Todos?
Chirinos y Escipión miran.
CHIRINOS: Sí.
ESCIPIÓN: Sí. Todos. (Pausa.) Bueno. Eso parece. Quizá haya alguno distraído.
CHIRINOS: O mirando hacia otra parte.
CHANFALLA: Y según tú, ¿qué están mirando?
ESCIPIÓN: Eso. ¿Qué están mirando?
CHIRINOS: A nosotros.
ESCIPIÓN: ¿A nosotros?
CHANFALLA: ¿A nosotros?
CHIRINOS: Sí, a nosotros.
ESCIPIÓN: ¿Por qué?
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Chirinos se acerca a la boca del telón y lentamente la atraviesa ante la mirada expectante y
aterrorizada de los otros. Largo silencio.
CHANFALLA y ESCIPIÓN: ¡Chirinos!
Pausa.
CHIRINOS: (Desde el patio de butacas.) Esto es... es...
CHANFALLA y ESCIPIÓN: ¿Qué?
CHIRINOS: Que esto es increíble.
ESCIPIÓN: Chirinos, te oímos muy mal.
CHIRINOS: Pues yo os oigo perfectamente.
ESCIPIÓN: Chirinos, ¿qué te pasa? Estás muy rara. Por favor, vuelve ahora mismo. Esto no
me gusta nada.
CHIRINOS: Aquí se está muy bien. Y vosotros... vosotros... ¿Por qué os habéis cambiado de
ropa? ¿Por qué lleváis esos calzones y esas botas tan antiguas?
ESCIPIÓN: Chirinos. ¿Qué hay ahí?
CHIRINOS: Vamos, venid. No tengáis miedo.
Se levantan los tres.
CHANFALLA: Tú, no, Panini. Quédate aquí.
Panini se sienta muy enfadado. Escipión y Chanfalla se deciden por fin a cruzar el telón para
reunirse con Chirinos.
ESCIPIÓN: Me siento como más... ligero.
CHANFALLA: ¿Dónde estás, Chirinos?
ESCIPIÓN: ¡Quiñones!
CHANFALLA: ¿Qué dices, imbécil? Este no es Quiñones.
ESCIPIÓN: ¿Ah, no? Claro que es Quiñones.
(Improvisación con el espectador que toman por Quiñones.)
CHIRINOS: Escipión. Parece que no es él.
ESCIPIÓN: Pues si no es él, es igual que él.
CHIRINOS: Vamos.
Los tres personajes se repartirán por la sala, mezclándose con el público y se sentarán en las
sillas vacías que encuentren.
CHIRINOS: Desde aquí las cosas se ven diferentes.
ESCIPIÓN: Muy diferentes.
CHANFALLA: Entonces, ¿están aquí?
ESCIPIÓN: ¿Quién?
CHANFALLA: Nuestros personajes.
CHIRINOS: Seguro. Tenemos que buscar bien.
(Improvisación. Cada uno de ellos, desde sus posiciones, irá encontrando entre el público
candidatos para el presidente, a Leonarda, Pancracia, el secretario de la oficina de impuestos,
el general, etc. A medida que los vayan “encontrando” se lo irán diciendo unos a otros.
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Tratarán de hacerles subir al escenario para interpretar la farsa. Uno de ellos, por ejemplo
Escipión, puede acompañarles al escenario. Chanfalla y Chirinos se convierten en “directores”
que dan instrucciones a los espectadores sobre lo que tienen que hacer. Puede haber una pelea
entre ellos sobre como se tiene que abordar una escena, dejando desvalidos a los que están en
el escenario. Escipión se va poniendo nervioso y al ver con impotencia como los espectadores no
hacen nada, los echa del escenario volviendo a bajar con ellos.)
Desde el escenario, Panini empieza a hojear las páginas finales del cuaderno.
CHIRINOS: Chanfalla. Creo que no son personajes.
CHANFALLA: ¿Tampoco?
ESCIPIÓN: Pero si no son actores y tampoco son personajes, entonces ¿Qué son?
CHIRINOS: Espectadores.
Silencio.
ESCIPIÓN: ¿De teatro?
CHIRINOS: O de cualquier otra cosa.
ESCIPIÓN: Quieres decir que quizá ni siquiera hayan venido a vernos a nosotros.
CHIRINOS: Es posible.
Pausa.
ESCIPIÓN: Chirinos. Me estoy mareando.
CHANFALLA: Yo tampoco me encuentro bien.
Panini se levanta con el cuaderno en la mano y se acerca a la boca del escenario. Con un
movimiento en los labios irá siguiendo las siguientes réplicas de los personajes a medida que
estos las vayan diciendo.
ESCIPIÓN: Deberíamos volver.
Poco a poco todos los tres personajes irán perdiendo la energía.
CHANFALLA: ¿Qué está haciendo Panini?
CHIRINOS: No sé si llegaremos a tiempo.
ESCIPIÓN: No llegaremos a tiempo.
CHANFALLA: Claro que sí. Tenemos que intentarlo.
ESCIPIÓN: ¿Lo conseguiremos?
CHIRINOS: Depende.
ESCIPIÓN: ¿De qué?
CHIRINOS: De cómo esté escrito.
Pausa.
El final.
Panini pasa la última hoja del cuaderno y muy lentamente se va cerrando el telón.
ESCIPIÓN: ¡Panini!
CHIRINOS: Panini, no.
CHANFALLA: Ni se te ocurra, Panini. ¡Estate quieto!
ESCIPIÓN: No, Panini, no.
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La música que está tocando Panini se va alejando y se hace cada vez menos audible al mismo
tiempo que se hace el
Oscuro.
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