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El Quinteto de los Milagros 2006

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El Quinteto de los Milagros 2006

EL
QUINTETO
DE LOS
MILAGROS
Carlos Rodero

a partir del entremés


El Retablo de las Maravillas de Miguel de Cervantes

Personajes que intervienen

Chanfalla, cómico
La Chirinos, cómica
Escipión, cómico
Panini, la orquesta
Quiñones, ausente

que, a su vez, interpretan otros personajes como Teodoro Quilates el director de la oficina de
impuestos, el presidente, su mujer Leonarda, el predicador Panduro, Pancracia, Algarrobo
Ortigosa el insigne crítico de arte y otros que ellos quieran.

1. La llegada
El escenario, en penumbra, está completamente vacío. Al fondo, desde lejos se ve un pequeño
grupo de personajes que va avanzando con pasos pequeños, muy lentamente, hacia el centro del
escenario. Al principio, vienen envueltos en sombras y parecen remotos. Apenas podemos
distinguirlos. A medida que se van acercando a nosotros podemos ver que son cuatro, dos
hombres y una mujer, y el cuarto de sexo indeterminado. Es una pequeña compañía de cómicos
en estado lamentable. Sucios, hambrientos, cubiertos de harapos, casi podemos percibir como
las pulgas van saltando de unos otros. Vienen cargados de maletas y bultos diversos. Cada uno
de ellos lleva una silla de tijera plegada, excepto Chanfalla que lleva dos. Uno arrastra un viejo
arcón. Llevan tantos cachivaches que andar se convierte en algo lento y pesado. Vienen muy
juntos, formando una masa compacta y se desplazan como una gran oruga perezosa. Chanfalla,
con la vista fija en el horizonte, mastica ortigas. La Chirinos, siempre con la mirada en el suelo,
busca lagartijas. De vez en cuando encuentra alguna y la caza con gran agilidad, agarrándola
por la cola y metiéndosela en el bolsillo. Escipión va dejando una pipa de girasol en el suelo
cada veinte centímetros. Panini anda dormido, como si fuera sonámbulo y lleva su violín atado
a la cintura.
No se sabe de dónde vienen ni a dónde se dirigen.
Caminan.
ESCIPIÓN: ¿Falta mucho?
Nadie contesta.
¿Cuánto tiempo llevamos caminando?
Silencio.

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ESCIPIÓN: ¿Era por aquí? Quiero decir si este es el camino. El buen camino. Si hemos
pasado antes por aquí... porque si no quiere decir que nos hemos perdido y, si
nos hemos perdido... ¿Cómo vamos a saber si hemos llegado o no?
CHANFALLA: Cállate.
Silencio.
CHIRINOS: ¿Falta mucho?
CHANFALLA: Eso ya lo has dicho antes.
ESCIPIÓN: Lo he dicho yo.
CHANFALLA: Da igual.
ESCIPIÓN: Si supiéramos al menos cuando salimos y, por qué no, quizás también sería útil
saber de dónde, aunque no tenemos ni idea de cuánto tiempo llevamos
caminando y ese sí que es un dato importante.
CHIRINOS: Algún tiempo.
ESCIPIÓN: ¿Algún tiempo?
CHIRINOS: Llevamos así algún tiempo.
ESCIPIÓN: ¿Y no puedes ser más concreta?
CHIRINOS: Antes no hacías tantas preguntas. Simplemente ibas.
ESCIPIÓN: ¿Antes?
Silencio.
CHIRINOS: ¿Cantamos algo para entretenernos?
ESCIPIÓN: ¿Por qué crees que necesitamos entretenimiento?
CHIRINOS: Y Panini siempre está dispuesto a complacernos. ¿No es verdad, Panini?
Se paran. Panini abre los ojos y bosteza.
CHANFALLA: Panini es un inútil.
ESCIPIÓN: El problema es que no tiene... que le falta un... un objetivo concreto, ¿me
explico? Algo en lo que concentrarse...
Entre los tres tratan de animar a Panini a tocar. La Chirinos y Escipión empiezan a tararear una
melodía popular y Panini se pone a tocar mecánicamente. Continúan caminando al ritmo de la
música. De pronto se detienen bruscamente. Chanfalla se pone a gritar como un energúmeno.
CHANFALLA: ¡Me cago en la puta que me parió! ¡Ya está! Algo tenía que salir mal. Lo sabía.
Sabía que algo saldría mal. Llevamos caminando... ¡Mierda! Nosotros camina
que te camina. Todos. Sin parar, y ahora... ¡Esto! Me cago en mis muertos, esto
no hay quien la aguante...
CHIRINOS: Una piedra.
ESCIPIÓN: ¿Es la misma de antes?
CHIRINOS: No es tan grande.
ESCIPIÓN: Chanfalla, es algo más pequeña...
CHANFALLA: ¿Y a mi que demonios me importa? ¿Eh? ¿Tú crees que a mi me importa una puta
mierda encontrarme una piedra en el camino? ¿Crees que significa algo para mí
una jodida piedra?

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ESCIPIÓN: ¿Y entonces qué hacemos?


CHANFALLA: Eso. A ver. Qué hacemos. Puta vida.
CHIRINOS: Podemos hacer lo mismo que hemos hecho antes.
Pausa.
ESCIPIÓN: La Chirinos ha encontrado una solución. ¿Qué hemos hecho antes, Chirinos?
Pausa. Todos la escuchan expectantes.
CHIRINOS: Sortearla.
Pausa.
ESCIPIÓN: Sortearla.
CHANFALLA: Sí. Vamos a sortearla.
Con gran habilidad, cada uno de ellos sobrepasa la supuesta piedra y siguen caminando en
silencio. De pronto, cuando ya han llegado más o menos al centro del escenario, se paran. Muy
despacio, van dejando los bártulos en el suelo y miran con avidez y curiosidad a su alrededor. Se
separan y todos, menos Panini que se queda inmóvil en el centro, se aventuran a explorar el
espacio vacío que los envuelve.
CHIRINOS: ¿Es aquí?
CHANFALLA: Probablemente.
ESCIPIÓN: ¿Cómo lo sabes?
CHANFALLA: No lo sé.
CHIRINOS: Es como las otras veces. Más o menos igual.
ESCIPIÓN: Pero, realmente, ¿es aquí?
CHANFALLA: Es más o menos aquí.
ESCIPIÓN: ¿Más o menos? Quieres decir que te da igual si es aquí o no.
CHIRINOS: Escipión, no es necesario que seamos tan precisos.
ESCIPIÓN: ¿Ah, no? Si es aquí entonces es el sitio correcto. Si no es aquí, significa que
podemos estar en cualquier otro lugar y por lo tanto, estar en el lugar
equivocado. Estar en el lugar equivocado sería una catástrofe de dimensiones
incalculables. ¿Has pensado en eso?
CHIRINOS: En realidad, todos los sitios son iguales. ¿No te recuerda a nada?
CHANFALLA: Sí. Es como los otros. Aquí está bien. Venga, Escipión, a trabajar.
ESCIPIÓN: ¿A trabajar?
Todos, menos Panini que, aunque sigue de pie, se ha dormido profundamente, empiezan un
movimiento frenético en el que empiezan a desempaquetar sus cosas y a colocarlas por el
escenario. Abren el arcón y sacan una enorme tela gastada de terciopelo rojo que dejan en el
suelo y unos andamios que irán montando progresivamente.
CHANFALLA: Hay que prepararlo todo lo más rápido posible.
CHIRINOS: Como lo hemos hecho siempre.
ESCIPIÓN: ¿Prepararlo todo?
CHANFALLA: Venga, no te quedes ahí parado.
ESCIPIÓN: (Por Panini.) ¿Y éste?

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CHIRINOS: Que toque algo para espantar a los mosquitos.


ESCIPIÓN: ¿Que toque algo? ¿De verdad confiáis en que este gandul toque algo? Déjame
preguntarte algo, Chanfalla. Permíteme aprovechar la ocasión para preguntarte
cuánto tiempo vamos a seguir cargando con... con éste que, aunque es pequeño
come por dos y la comida no es precisamente algo que abunde entre nosotros,
ya sabes lo que quiero decir... No hay mucha y éste... pues a éste si le dejaras
se la comería, se la comería toda. Parece que no piensa en otra cosa.
CHIRINOS: Que toque, que toque... algo.
ESCIPIÓN: ¿Algo como qué? Si ni siquiera sirve para eso.
Discuten. Panini ataca una pieza barroca de extrema dificultad con su violín. Todos se quedan
un momento parados, escuchando, sorprendidos.
CHANFALLA: Servirá.
ESCIPIÓN: ¿Y que se supone que tenemos que hacer exactamente?
CHIRINOS: Tú obedece a Chanfalla, que él siempre sabe lo que se hace.
Continúan preparando las cosas.
CHANFALLA: Exacto. Obedece.
ESCIPIÓN: Bueno, tú eres el director de la compañía, de eso no hay duda. Estás
acostumbrado a dar órdenes. Incluso puede deducirse por tu actitud que te
gusta mandar, que disfrutas enormemente cuando dices «Haced esto haced lo
otro» con esa cara de perro hambriento recién abandonado en cualquier
esquina por un amo que lo ha maltratado durante décadas...
CHANFALLA: Escipión, ponte en movimiento ahora mismo.
ESCIPIÓN: ¿A qué viene tanta prisa?
CHANFALLA: Pronto empezará la representación.
ESCIPIÓN: ¿Qué representación?
Chirinos saca de una de las maletas un voluminoso cuaderno de papel amarillo muy manoseado.
Chanfalla y Escipión tratan de apoderarse de él, sin éxito.
CHIRINOS: (Leyendo del cuaderno.) “La muchedumbre exaltada espera ansiosa la llegada
del señor presidente. Todos han venido a recibir a este hombre egregio y no
cabe ni una aguja en la plaza central de la ciudad. Aplausos y gritos de
bienvenida...”
ESCIPIÓN: ¿Qué dices? ¿De dónde son esas palabras?
CHIRINOS: Las has oído miles de veces, compañero.
CHANFALLA: A ver, Chirinos, eso lo habíamos quitado.
CHIRINOS: Pero lo volvimos a añadir.
CHANFALLA: Página 36. (Leyendo de corrido.) “La muchedumbre exaltada espera ansiosa la
llegada del señor presidente. Todos han venido a recibir a este hombre egregio
y no cabe ni una aguja... etcétera, etcétera, etcétera...”
Escipión le coge el cuaderno y lee, atónito.
CHIRINOS: ¿Lo ves?
CHIRINOS: Entonces Quiñones, que interpreta el papel de...
Silencio. Todos miran hacia la silla vacía.

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ESCIPIÓN: ¿Quiñones?
CHANFALLA: ¿Dónde está ese hijo de puta?
CHIRINOS: Se habrá perdido.
ESCIPIÓN: Pero, ¿de qué estáis hablando? Quiñones, ¿qué Quiñones?
CHIRINOS: ¿No te acuerdas de Quiñones?
ESCIPIÓN: No me acuerdo de Quiñones.
CHANFALLA: Quiñones, imbécil, es el que te da la réplica en esta escena.
ESCIPIÓN: ¿Y dónde está?
CHANFALLA: ¿Qué?
ESCIPIÓN: Que dónde está.
CHIRINOS: No está.
CHANFALLA: Eso ya lo veo.
CHIRINOS: Habrá desaparecido.
ESCIPIÓN: Si no está es porque ha desaparecido.
CHANFALLA: Bien. Seguiremos sin él.
ESCIPIÓN: ¿Pretendes que interprete la escena sin Quiñones?
CHIRINOS: Ya se nos ocurrirá algo. No es la primera vez que Quiñones se ha esfumado.
ESCIPIÓN: ¿Interpretar? ¿Pero qué es lo que estoy diciendo? ¿Interpretar qué? (Coge de
nuevo el cuaderno y lee la primera página.) Retablo de las Maravillas.
CHANFALLA: (Muy contento.) ¡Eso es! ¡Que alivio! No me acordaba del título.
ESCIPIÓN: ¿Pero eso no es del siglo XVI?
CHIRINOS: Siempre hemos hecho lo mismo.
ESCIPIÓN: ¿Siempre? ¿Quieres decir que ya lo interpretábamos... entonces?
CHIRINOS: Al menos es lo que se espera de nosotros. O lo que se esperaba de nosotros. Ya
lo hemos hecho otras veces. Simplemente tenemos que recordar.
ESCIPIÓN: Habéis perdido el juicio.
CHANFALLA: Hemos venido hasta aquí para interpretarlo. Y vamos a hacerlo.
ESCIPIÓN: Pero si no hay nadie. ¿Para quién vamos a interpretar?
CHIRINOS: Ya vendrán.
CHANFALLA: Venga. A trabajar.
Vuelven a la actividad. Mientras están montando lo que parece un telón, Escipión no dejará de
hablar.
ESCIPIÓN: Que obsesión con eso de trabajar. El trabajo es una cosa que no tiene ningún
sentido. De hecho me atrevería a decir que es incluso pernicioso y ha
perjudicado notablemente al ser humano llamado civilizado que ha enarbolado
sin dudarlo el estandarte de una idea turbadora y perversa. Aquella que ensalza
el trabajo como una de las actividades más nobles...
Terminan de montar el telón que colocan entre ellos y el público como cuarta pared.
CHANFALLA: Y ahora a esperar.

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ESCIPIÓN: Esperar.
CHANFALLA: A que vengan.
CHIRINOS: Vamos a sentarnos y esperar a que vengan.
Se sientan todos. Largo silencio. Cambian varias veces la disposición de las sillas, el orden y la
posición en los que están sentados.
ESCIPIÓN: No viene nadie.
CHIRINOS: No. No vienen.
CHANFALLA: Esperemos.
ESCIPIÓN: ¿Durante cuánto tiempo?
CHANFALLA: Esperaremos lo que haga falta. Esperaremos tanto tiempo como sea necesario.
Si es necesario esperaremos eternamente.
CHIRINOS: Eternamente.
ESCIPIÓN: ¿Eternamente?
Pausa.
CHIRINOS: ¿Hacemos algo?
ESCIPIÓN: ¿Mientras esperamos?
CHANFALLA: Podríamos.
ESCIPIÓN: Esperar ya es en sí misma una actividad agotadora.
CHANFALLA: En eso te doy la razón.
Silencio.
ESCIPIÓN: ¿Algo como qué?
Silencio.
CHIRINOS: A mi no se me ocurre nada.
CHANFALLA: A mi tampoco.
Silencio.
CHIRINOS: A Panini tampoco se le ocurre nada.
ESCIPIÓN: ¿Por qué no lo dice él eso?
Todos le miran.
¿Es mudo?
CHIRINOS: Es perezoso.
CHANFALLA: (Hojeando el cuaderno.) No han escrito su texto.
ESCIPIÓN: Claro.
CHIRINOS: Por eso.
Silencio.
ESCIPIÓN: Pues si no se nos ocurre nada no hagamos nada.
CHIRINOS: Será lo mejor.
CHANFALLA: No hagamos nada.

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Silencio.
Esperemos.

2. La preparación
Hay un largo silencio. Cada uno de los personajes se distrae como puede.
CHIRINOS: ¿Seguro que no te acuerdas de nada?
ESCIPIÓN: Es muy molesto. Esta situación es realmente molesta. Y lo más molesto en
realidad es que... que... En realidad, no sabemos... no sabemos lo que, lo que
tenemos que hacer. Y esta incertidumbre es... es molesta. Muy molesta. (Poco
a poco empieza a tener convulsiones que desembocan en un ataque terrible de
epilepsia. Los demás tratan de ayudarle. De pronto se calma repentinamente,
aunque ya no parece el mismo.) «¡Oh tú, quienquiera que fuiste, que fabricaste
este retablo con tan maravilloso artificio, que alcanzó renombre de las
Maravillas por la virtud que en él se encierra, te conjuro, apremio y mando que
luego incontinente muestres a estos señores algunas de las tus maravillosas
maravillas, para que se regocijen y tomen placer sin escándalo alguno!»
CHANFALLA: Me cago en la puta.
CHIRINOS: Se ha ido otra vez.
CHANFALLA: ¿A dónde?
CHIRINOS: Está allí.
ESCIPIÓN: «Ea, que ya veo que has otorgado mi petición, pues por aquella parte asoma la
figura del valentísimo Sansón, abrazado con las colunas del templo, para
derriballe por el suelo y tomar venganza de sus enemigos.»
CHIRINOS: Escipión...
ESCIPIÓN: «¡Tente, valeroso caballero; tente, por la gracia de Dios Padre! ¡No hagas tal
desaguisado, porque no cojas debajo y hagas tortilla tanta y tan noble gente
como aquí se ha juntado!» (Se desmaya.)
CHANFALLA: Pero que mierda es esta...
CHIRINOS: Escipión...
CHANFALLA: «...que alcanzó renombre de las Maravillas por la virtud que en él se
encierra...»
Poco a poco Escipión va recuperando el conocimiento.
CHIRINOS: ¿Quieres ayudarme?
CHANFALLA: Pero eso... Pero eso... ¡Lo decía yo!
CHIRINOS: ¡Chanfalla!
CHANFALLA: ¡Maldito cabrón! ¡Está diciendo mi texto!
ESCIPIÓN: «Ahora bien, ¿contentarse ha el señor autor con que yo le dé adelantados
media docena de ducados? (Trata de encontrar algo en sus bolsillos sin éxito.)
CHIRINOS: Eso era de su personaje.
ESCIPIÓN: (Angustiado.) ¿Dónde está?
CHIRINOS: Tranquilo.

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CHANFALLA: ¿Dónde está qué?


ESCIPIÓN: La bolsa. Yo tenía una bolsa.
CHANFALLA: ¿De qué mierda estás hablando?
CHIRINOS: La bolsa con el dinero.
ESCIPIÓN: Media docena de ducados.
CHANFALLA: Joder. ¡Basta ya! Déjate de historias y vuelve ahora mismo, ¿me oyes? ¡Ahora
mismo! O te parto la cara.
ESCIPIÓN: ¿Qué pasa? ¿Por qué nos hemos parado?
CHIRINOS: Escipión...
ESCIPIÓN: ¿Qué?
CHIRINOS: Te has ido otra vez.
ESCIPIÓN: ¿Y ya he vuelto?
CHANFALLA: Eso parece.
CHIRINOS: Dime, Escipión, ¿cómo era?
ESCIPIÓN: Era... era en un lugar... como éste.
CHIRINOS: ¿No recuerdas nada más? ¿No has visto a nadie?
ESCIPIÓN: Sí. Pero era... distinto.
CHIRINOS: ¿Distinto?
ESCIPIÓN: Sus ropas...
CHIRINOS: ¿Cómo eran sus ropas?
ESCIPIÓN: Antiguas. Muy antiguas.
CHANFALLA: Déjale, Chirinos. Sabes de sobra que no es la primera vez. Nunca nos cuenta
nada concreto. Además, siempre se confunde y se apropia de mi texto. Esa
parte siempre la he dicho yo.
CHIRINOS: Se la sabe de memoria.
CHANFALLA: Quién sabe cuántas veces la habremos repetido. Siempre pasaba lo mismo.
(Pausa.) Más o menos.
ESCIPIÓN: ¿Qué pasaba, Chanfalla?
CHIRINOS: Llegábamos.
ESCIPIÓN: (Haciendo un esfuerzo por recordar.) Llegábamos.
CHIRINOS: No importaba dónde. Cualquier lugar servía. Eran todos iguales.
ESCIPIÓN: No importaba dónde.
CHIRINOS: Y preparábamos el retablo.
ESCIPIÓN: (Recordando.) El retablo.
CHIRINOS: Cuando ya habíamos preparado el retablo, Panini ponía las candilejas. (Panini
empieza a colocar una hilera de velas en el suelo, frente al telón, y las va
encendiendo.) Y tú, Chanfalla, gritabas aquello de...
Chanfalla, de pronto, tiene un ataque parecido al de Escipión y de un salto, se sube a una silla y
empieza a pregonar.

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CHANFALLA: «¡Atención, señores, que comienzo. ¡Oh tú, quienquiera que fuiste, que
fabricaste este retablo con tan maravilloso artificio, que alcanzó renombre de
las Maravillas por la virtud que en él se encierra, te conjuro, apremio y mando
que luego incontinente muestres a estos señores algunas de las tus maravillosas
maravillas, para que se regocijen y tomen placer sin escándalo alguno!»
ESCIPIÓN: ¿Pero por qué hablas así?
CHANFALLA: ¿Así cómo?
CHIRINOS: La verdad es que suena un poco... arcaico. (Imita la actuación de Chanfalla,
repitiendo algunas de las frases que ha dicho éste.)
CHANFALLA: ¿Arcaico? Así se escribió, así me lo aprendí y así lo he dicho siempre.
CHIRINOS: Pero ahora es diferente.
ESCIPIÓN: ¿Ahora?
CHIRINOS: Llevamos mucho tiempo caminando.
ESCIPIÓN: (Sin entender.) Ya.
CHANFALLA: ¿Qué pretendes? ¿Que lo diga de otra manera?
CHIRINOS: Podemos intentarlo. (Mirando fijamente a Escipión.) El primero en llegar era...
A ver... era... ¡Sí! ¡El director de la oficina de impuestos!
ESCIPIÓN: ...de la oficina de impuestos. Pero, ¿cómo lo hago?
CHIRINOS: Déjate llevar. Algo moderno.
Escipión improvisa una escena disparada.
Escipión... ¿Qué haces?
ESCIPIÓN: ¡Es un símbolo!
CHANFALLA: (A Chirinos.) Tú dale cuerda...
CHIRINOS: No, no. Es demasiado... alternativo. Ven, mira. (Le muestra cómo hacerlo.
Escipión copia sus movimientos.) Eso. Así. Venga.
Rápidamente, Escipión se convierte en Teodoro Quilates, tesorero del estado y director
principal de la oficina de impuestos.
QUILATES: Señores, no perdamos tiempo.
CHANFALLA: Le estábamos esperando, señor...
QUILATES: Teodoro Quilates. (Les da una tarjeta que coge la Chirinos.) Soy el responsable
de las cuentas del estado. No pretenderán ustedes que el señor presidente se
pague las diversiones de su bolsillo.
CHANFALLA: Claro que no.
CHIRINOS: Aquí dice Eufrasio Barbanegra.
QUILATES: Era mi predecesor en el cargo. Pero como bien sabe usted, señorita, el estado
es deficitario y es preciso llevar una política de ahorro. Las usaré hasta que se
acaben y después mandaré imprimir las mías.
CHANFALLA: ¿Ha traído usted lo que acordamos?
QUILATES: Trescientos mil.
CHANFALLA: Eso no es lo que acordamos.

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El Quinteto de los Milagros 2006

QUILATES: Claro que no. Sería un cretino si le pagara lo que acordamos. El precio lo pongo
siempre yo. Si a usted le hace ilusión pensar que está regateando conmigo...
No, no. Yo le pago trescientos mil ahora, en calidad de adelanto y otros
doscientos mil cuando hayamos terminado. Usted acepta o no acepta.
CHANFALLA: Acepto.
QUILATES: ¿Ha traído usted la factura?
CHANFALLA: ¿Qué factura?
QUILATES: No ha traído usted la factura.
CHANFALLA: Pues...
QUILATES: No hay problema. Yo prepararé una.
CHANFALLA: ¿Usted?
QUILATES: Yo mismo. No se preocupe. Tengo mucha práctica. (Empieza a escribir en un
talonario.) Habrá que calcular un porcentaje por debajo del Impuesto sobre el
valor añadido y otro por encima del impuesto de sociedades que cubra parte
del valor que perdemos con la diferencia entre los dos porcentajes y descontar
el otro porcentaje que tendrán ustedes que desembolsar el mes que viene sin
olvidarnos de la retención fiscal necesaria para afrontar este terrible año de
inflación que se nos viene encima. Esto, descontando la Ayuda para la pronta
liquidación de la Deuda Externa y aplicando los cálculos pertinentes nos queda
en... (Garabatea en el papel, lo arranca y se lo da a Chanfalla.)
CHANFALLA: ¿Cuarenta mil?
QUILATES: Oh. Perdone. Que despiste. He olvidado descontar la cantidad proporcional
para la Seguridad Social. (Corrige algunos datos en la factura.) Tenga.
CHANFALLA: Pero, hombre, no siga usted descontando...
CHIRINOS: (Que ha cogido el papel.) Si esto sigue así al final tendremos que pagarle
nosotros.
QUILATES: En ese caso pueden ustedes hacerlo en cantidades fragmentadas. Aquí tienen.
(Les de una bolsa de monedas. Estupor general.)
CHANFALLA: (Abre la bolsa y comprueba que son monedas antiguas.) ¿Pero qué mierda es
esto? ¿Es que quiere usted estafarnos? Estas monedas ya no sirven.
QUILATES: Yo...
CHANFALLA: Haga el favor de pagarnos en billetitos de uso corriente o tendremos un
disgusto.
QUILATES: Claro, claro. Disculpe. No sé lo que habrá ocurrido. (Le da algunos billetes.)
Bien. Entonces, ¿ya está todo preparado?
CHANFALLA: Sí. Sí. Bueno. Estamos esperando que llegue el camión. Con los decorados. Ya
sabe.
QUILATES: ¿Decorados?
CHIRINOS: Algo único de verdad.
QUILATES: ¿Es necesario?
CHANFALLA: Por supuesto. Nuestro espectáculo no sería lo mismo sin unos decorados...
CHIRINOS: ...fastuosos...

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CHANFALLA: ...elegantes...
CHIRINOS: ...costosos...
CHANFALLA: ...rutilantes...
QUILATES: Basta, basta. No se cansen conmigo. Pero actores... ¿Hay actores?
CHANFALLA: Vaya pregunta. ¿Cómo se puede entender el teatro sin actores? Los mejores.
QUILATES: Verá, yo no entiendo mucho de teatro.
CHIRINOS: Ni falta que hace.
QUILATES: ¿Cómo?
CHANFALLA: Mi colega quiere decir que no es necesario conocer los entresijos de nuestro
arte para apreciarlo como es debido. Para disfrutar de semejante espectáculo
tan sólo es necesario...
CHIRINOS: Un par de ojos.
CHANFALLA: Eso es. Y algo de... de...
CHIRINOS: Imaginación.
CHANFALLA: Imaginación. ¿Es usted un hombre imaginativo?
QUILATES: Desde luego que no.
Pausa.
CHANFALLA: Ah.
QUILATES: ¿Qué pasa? ¿Hay algún problema?
CHANFALLA: Para disfrutar de nuestro espectáculo se necesita... se necesita imaginación.
QUILATES: Pues yo, por suerte, he nacido sin ese defecto.
CHIRINOS: Qué suerte.
CHANFALLA: Bueno, en realidad, con, digamos, sólo un poquito sería suficiente.
QUILATES: Nada.
CHANFALLA: ¿Nada de nada?
QUILATES: Ni lo más mínimo. Soy un hombre sano, señorita. La imaginación es una de las
peores lacras de la humanidad. Qué digo. La peor. Ha causado siempre los
peores desastres. Un hombre de nuestro tiempo no puede permitirse
semejantes debilidades.
CHIRINOS: Pues entonces creo que no va a disfrutar nada con nuestro espectáculo.
CHANFALLA: Chirinos, estamos aburriendo a este señor.
QUILATES: No se preocupe por eso. De todos modos difícilmente hubiera podido apreciar
su espectáculo.
CHANFALLA: ¿Ah, no?
QUILATES: Soy miope. Profundamente miope.
CHANFALLA: (A Chirinos.) Miope.
CHIRINOS: (A Quilates, cogiéndole las gafas y poniéndoselas.) Pero... ¿miope miope?
QUILATES: Es imprescindible para hacer bien mi trabajo. (Chanfalla empieza a imitar los
ruidos de un camión que se va acercando.) ¿Qué es ese ruido?

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El Quinteto de los Milagros 2006

CHANFALLA: Chirinos, el camión. Los decorados.


QUILATES: Señorita, devuélvame mis gafas.
CHIRINOS: El camión. El camión. (Chanfalla va reproduciendo todos los sonidos: el motor,
los frenos, etc.)
CHANFALLA: Chirinos, cuidado con las gafas del señor. Si se caen al suelo las ruedas del
camión pueden aplastarlas.
QUILATES: ¡No! Cuidado con mis gafas. Valen un dineral.
CHANFALLA: ¡Chirinos!
Entre los dos pisotean las gafas de Quilates haciendo el ruido necesario para hacerle creer que
las ha aplastado el camión imaginario.
QUILATES: ¿Qué ha pasado?
CHANFALLA: Ya te lo dije, insensata. Devuélvele las gafas al señor.
La Chirinos le da a Quilates lo que ha quedado de las gafas.
CHIRINOS: No sabe cuánto lo siento...
QUILATES: Mis gafas...
CHANFALLA: Estamos consternados...
CHIRINOS: Bueno, bueno. No es para tanto. Hay que ser optimista. Con lo que se ha
quedado usted de comisión se compra otras.
QUILATES: Mis gafas...
CHANFALLA: Ahora, con su permiso, vamos a descargar el camión y a montar los decorados.
¡Chirinos! ¡Escipión! ¡Rápido!
ESCIPIÓN: Pero yo no puedo. Estoy interpretando a Quilates. Eso tendría que hacerlo
Quiñones.
CHANFALLA: No digas estupideces. Quiñones no está.
ESCIPIÓN: ¿Y qué hago con Quilates?
CHANFALLA: ¿Y a mí qué me explicas? Siéntalo ahí.
CHIRINOS: (A Quilates.) Siéntese aquí, señor Quilates, hasta que hayamos terminado.
Entre los tres representarán la pantomima de descargar y montar los aparatosos decorados
imaginarios antes la presencia de Quilates, que “observará” impasible, haciendo alguna
pregunta de vez en cuando, lo que obligará a Escipión a desdoblarse continuamente.
CHANFALLA: ¿Qué le parece, señor Quilates? No me diga que no es digno de admiración.
QUILATES: Estoy convencido de que al señor Presidente le va a impresionar.
CHANFALLA: Y no ha visto a usted la orquesta.
QUILATES: No he visto nada.
CHANFALLA: Nuestra Filarmónica. (Señala a Panini que está sentado sacándole brillo a su
violín.) Más de 90 músicos. Todos ellos perfectamente compenetrados. Con una
sección de cuerda de altísima calidad. Por no hablar de la sección de viento
que... que... Y los percusionistas ¡mundialmente reconocidos!
Va describiendo la composición de esta orquesta imaginaria, ayudado por la Chirinos, que con
sus palabras y su pantomima la recrearán para Quilates interpretando una conocida sinfonía.

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El Quinteto de los Milagros 2006

(A Escipión.) Ayúdanos, demonios.


Escipión deja su papel de Quilates para unirse al juego de Chanfalla y la Chirinos. Termina la
música. Escipión que ha terminado haciendo el papel del director de orquesta, totalmente
extenuado, recupera el personaje de Quilates.
CHIRINOS: ¿Qué?
CHANFALLA: ¿Qué le ha parecido?
QUILATES: Verá usted. Schubert me deja frío. Siempre tengo la sensación de que era un
ser desquiciado, incapaz de controlar sus fluctuantes estados de ánimo, que
componía como consecuencia de sus ataques maníaco-depresivos y terminaba
con los nervios destrozados. A nuestro presidente le va a encantar.
CHIRINOS: Entonces llegaba el gobernador. No. El presidente.
ESCIPIÓN: No. No podemos continuar.
CHANFALLA: ¿Qué te pasa ahora?
Escipión recupera el guión de la obra y se lo muestra a Chanfalla.
ESCIPIÓN: Mira. No podemos seguir sin Quiñones. Él era el que siempre hacía de
gobernador. De presidente.
CHIRINOS: Eso es verdad.
CHANFALLA: No vamos a pararnos por una insignificancia como esa... Además, pensad en la
de veces que hemos actuado sin Quiñones. No le necesitamos para nada.
CHIRINOS: Eso es verdad.
ESCIPIÓN: Muy bien. ¿Y entonces quién va a interpretar al presidente? ¿Eh?
Pausa.
CHANFALLA: Yo.
ESCIPIÓN: ¿Tú?
CHANFALLA: Sí. Yo.
ESCIPIÓN: No me hagas reír.
CHANFALLA: ¿Qué insinúas?
ESCIPIÓN: ¿Quieres saberlo?
CHANFALLA: Claro que quiero saberlo.
ESCIPIÓN: Olvídalo.
CHANFALLA: Ni hablar.
ESCIPIÓN: Es mejor que me calle.
CHANFALLA: Di lo que estás pensando.
ESCIPIÓN: ¿En serio?
CHANFALLA: En serio.
Pausa.
ESCIPIÓN: Tú no eres un buen actor. (Pausa.) Quiero decir que eres bastante malo.
(Pausa.) No, Chanfalla, no me mires así. De hecho ni siquiera eres actor. Tus
interpretaciones siempre han sido mediocres, insulsas. Te falta... chispa. Eres

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El Quinteto de los Milagros 2006

más bien mediocre. Y el personaje del presidente tiene que interpretarlo un


buen actor.
Pausa.
CHANFALLA: ¿Conoces alguno?
ESCIPIÓN: Bueno. Sí. Desde luego. Sí. Veamos. (Pausa.) Yo.
Silencio.
CHANFALLA: ¿Y conoces alguna otra compañía que se muera de ganas de contar contigo?
ESCIPIÓN: ¿Qué quieres decir? Vamos, vamos. No te lo tomes así.
CHANFALLA: Escipión.
ESCIPIÓN: Dime.
CHANFALLA: ¿Quién es el empresario de esta compañía?
ESCIPIÓN: Pero hombre...
CHANFALLA: ¿Quién, Escipión?
ESCIPIÓN: Tú.
CHANFALLA: Y dime, Escipión, ¿qué piensas de mí como empresario?
ESCIPIÓN: Eres el empresario perfecto.
CHANFALLA: ¿Quién procura explotarte sin tener en cuenta tus necesidades?
ESCIPIÓN: Tú.
CHANFALLA: ¿Quién te paga lo menos posible?
ESCIPIÓN: Tú.
CHANFALLA: ¿Y quién toma las decisiones sin importarle una mierda lo que tú opinas?
CHIRINOS: Vamos, Chanfalla. Estás siendo demasiado duro con él. El pobre chico merece
una oportunidad después de tanto tiempo.
CHANFALLA: Chirinos, cierra tu maldita boca podrida ahora mismo.
CHIRINOS: ¿Por qué las cosas siempre tienen que ser iguales? ¿Por qué no pueden cambiar?
CHANFALLA: Chirinos, se me está acabando la paciencia.
CHIRINOS: ¿Tienes miedo?
CHANFALLA: ¿Miedo? ¿De qué?
CHIRINOS: De que Escipión le de una, digamos, una nueva visión al personaje. Más actual,
más... más fresca...
CHANFALLA: ¿Crees que tengo miedo de que este pedazo de mierda lo haga mejor que yo?
CHIRINOS: Es una posibilidad.
CHANFALLA: Muy bien. De acuerdo. Vale. Vamos a ver. Haremos una prueba. Y el mejor de
los dos se queda con el personaje. ¿Os parece bien?
ESCIPIÓN: Por mi, perfecto. Pero, ¿quién juzgará el que lo haga mejor?
CHIRINOS: Yo.
CHANFALLA y ESCIPIÓN: ¿Tú?
CHIRINOS: (Por Panini.) ¿No pretenderéis que lo decida este tarado? Seré justa.

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El Quinteto de los Milagros 2006

Silencio.
¿Preparados? Panini. Música. (Panini interpreta algo así como un himno.) “El
señor presidente, después de que el implacable partido de la oposición haya
presentado su moción de censura, se dispone a hacer su comparecencia en el
Parlamento para defender su gestión.”
CHANFALLA: (Interpretando al Presidente que lee de un papel a gran velocidad.) Señoras y
señores diputados. Agregando a la coyuntura su supuesta iniciativa de
resolución que con el debido respeto me dispongo a cotejar con las insalvables
y arduas prerrogativas del acuerdo, no sanciono sin la carga de significados que
pueda contener la presente reivindicación de derechos y libertades, sino que,
con la consabida referencia a los marcos legales y administrativos vigentes,
confirmo la línea de prestaciones al requerimiento haciendo constar mi pronta
adhesión a la decisión bilateral irrenunciable, así como a la aprobación de las
medidas consabidas en un plazo de algún tiempo poco más o menos. Y con esto,
dejo clara mi postura y la de mi partido.
La Chirinos y Escipión se convierten en periodistas que empiezan a acosar al presidente a
preguntas.
PERIODISTA 1: Señor presidente, ¿qué tiene que decir ante las constantes acusaciones de
malversación de fondos para la financiación de su partido...
PERIODISTA 2: ...manipulación ilegal del resultado de las últimas elecciones...
PERIODISTA 1: ...y encumbramiento de algunos cargos dentro del gobierno para devolver
antiguos favores?
El presidente tratará de responder todas las preguntas fracasando estrepitosamente.
PERIODISTA 2: ¿Son ciertos los rumores de que durante su juventud defendía la legalización de
la marihuana y su promoción entre los miembros de la tercera edad?
PERIODISTA 1: ¿Tiene una idea aproximada de lo que vale una barra de pan?
PERIODISTA 2: ¿Se han agotado los fondos del estado por culpa de sus constantes desmanes en
centros comerciales, salas de juego y locales de alterne?
PERIODISTA 1: ¿Un billete de autobús?
PERIODISTA 2: ¿Es cierto que ha humillado y maltratado en más de un ocasión a Horacio, el
gatito de su hijo pequeño?
PERIODISTA 1: ¿Una botella de lejía?
PERIODISTA 2: ¿Tiraba cubiertos y otra clase de utensilios de cocina al jardín de su vecino a
altas horas de la madrugada?
Chanfalla, agotado, termina con la intervención.
CHIRINOS: ¡Bravo! Escipión. Tu turno. Panini. (Se repite la misma música.) “El señor
presidente, después de que el implacable partido de la oposición haya
presentado su moción de censura, etc., etc., etc.”
ESCIPIÓN: (Pretende cogerle el papel del discurso a Chanfalla, pero este lo rompe
delante de sus narices.) Sí. Bien. Señores diputados. Y señoras. En las actuales
circunstancias sólo puedo decir que mi gestión ha sido limpia y honrada. Todas
las medidas que hemos tomado han sido largamente meditadas y ahora hay que
tener paciencia para comprobar los resultados. Pueden creer que mi interés es
el bien de nuestro país y que todo lo que hago lo hago pensando en mejorar la
situación de los ciudadanos y, que, con su apoyo y ayuda, creo que lograremos
superar todas las dificultades y...

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El Quinteto de los Milagros 2006

Chirinos y Chanfalla le abuchean.


CHIRINOS: Ya. Y lo siguiente es que bajará los impuestos, subirá los salarios y las
pensiones, mejorará el sistema educativo, privatizará los hospitales y la
Seguridad Social y llenará la capital de zonas verdes.
ESCIPIÓN: Estoy hablando completamente en serio.
CHIRINOS: Muy bien. Hemos terminado. No hay preguntas.
CHANFALLA: ¿Entonces?
CHIRINOS: ¿Qué?
ESCIPIÓN: ¿Quién?
CHIRINOS: ¿Quién qué?
CHANFALLA: ¡Pues a quién coño eliges!
CHIRINOS: Ah. (Silencio.) A Chanfalla. Tú no sirves como presidente.
ESCIPIÓN: Pero...
CHANFALLA: ¡Basta! Ya lo has oído. Yo interpretaré al presidente. Venga. Tú a lo tuyo.
Escipión retoma el personaje de Quilates.
QUILATES: Señores. El señor presidente está a punto de llegar.
Chanfalla se prepara para interpretar el papel del presidente y, entre Escipión y la Chirinos
organizan las cosas para recibirle. Extienden una larga alfombre roja y montan en el extremo
un pequeño podium y un micrófono.
CHIRINOS: “La muchedumbre exaltada espera ansiosa la llegada del señor presidente.
Todos han venido a recibir a este hombre egregio y no cabe ni una aguja en la
plaza central de la ciudad. Aplausos y gritos de bienvenida.” (Chanfalla, ya
como presidente, recorre la alfombra roja. La Chirinos, que se ha
caracterizado como la puta Pancracia, camina junto a él, cogida de su brazo.
Junto al micrófono les espera Quilates.)
QUILATES: Señor presidente, por aquí... (Descubriendo a Pancracia.) Pero, ¿quién es esta?
PANCRACIA: (Al presidente.) Como te has portado muy bien conmigo tengo un regalito para
ti.
PRESIDENTE: ¿Un regalo?
PANCRACIA: Ya verás como te gusta.
PRESIDENTE: ¿Para mí? ¿Dónde está?
PANCRACIA: Qué impaciente es mi tigre.
PRESIDENTE: Dime donde está, gatita.
Pausa.
PANCRACIA: Aquí. (Señala su escote.)
PRESIDENTE: ¿Aquí dentro?
PANCRACIA: Está muy bien guardado.
PRESIDENTE: ¿Qué es? Venga, dime qué es.
PANCRACIA: Tienes que cogerlo tú solito.
PRESIDENTE: Sí. Voy a cogerlo.

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El Quinteto de los Milagros 2006

PANCRACIA: (Se ríe.) Me haces cosquillas.


PRESIDENTE: Te gustan las cosquillas.
PANCRACIA: Me gustan tus dedos grandotes.
QUILATES: Señor presidente, los actores nos están esperando...
PRESIDENTE: Qué suave estás, gatita.
PANCRACIA: Qué fuerte eres, tigre mío.
PRESIDENTE: Yo también tengo algo para ti.
PANCRACIA: ¿De verdad? ¿Dónde?
PRESIDENTE: Donde siempre.
Pancracia mete la mano en el bolsillo del pantalón del presidente y saca una papelina de droga.
ESCIPIÓN: Bueno, basta.
CHANFALLA: ¿Qué pasa ahora?
ESCIPIÓN: Esta no puede ser la mujer del presidente.
CHIRINOS: ¿Por qué no?
ESCIPIÓN: Porque es... porque... Vamos, que es una... cualquiera.
CHIRINOS: ¿Qué te pasa? ¿Estás celoso?
ESCIPIÓN: Necesitamos otro tipo de mujer. Una mujer inteligente y calculadora, capaz de
apoyar a su marido en los asuntos de estado, independiente y decidida, que
realice todo tipo de actividades paralelas a la gestión del jefe del estado.
Paralelas, pero complementarias, que impulse la obra social y cultural y que le
de hijos sanos capaces de sustituir a su padre si fuera necesario. Si el señor
presidente quiere divertirse, no debe preocuparse porque eso podemos
solucionarlo. En privado. Pero para los actos públicos necesitamos otro tipo de
mujer. ¿Es esta en la que está usted pensando?
Chanfalla mira a Pancracia contrariado.
CHIRINOS: Pues interprétala tú que eres tan listo. (Le tira la peluca a Escipión. Este se la
pone y se convierte en la auténtica mujer del presidente.)
LEONARDA: (Al presidente.) Rodrigo, La representación está a punto de empezar y tienes
que decir unas palabras. Lo que hemos preparado en casa, ¿de acuerdo?
PRESIDENTE: Claro, claro.
Se acerca al micrófono. Leonarda se coloca a su lado y saca unos apuntes. Silencio. Parece que
al presidente le cuesta mucho trabajo hablar. Se congestiona y empiezan a aparecer algunos
tics. Finalmente empieza a farfullar cosas que son imposibles de entender.
La mujer del presidente empieza a soplarle a su marido el discurso que debe decir.
LEONARDA: Queridos contribuyentes.
PRESIDENTE: Mayonesa en las lentes.
LEONARDA: Estoy orgulloso de estar hoy aquí con vosotros, después de haber recibido en las
últimas elecciones vuestro apoyo y confianza.
PRESIDENTE: Amenizo el parto de ciento veintidós potros, aunque no haya rezumado nada de
ese enano ni su inexplicable adivinanza.
LEONARDA: Prometo liberar a este país de la opresión económica...

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El Quinteto de los Milagros 2006

PRESIDENTE: Amaso prolijo la crema de una berenjena ergonómica...


LEONARDA: ...rebajar los impuestos y anular la deuda externa...
PRESIDENTE: ...recrear los tiestos y romperme otra vez la pierna...
LEONARDA: Muchas gracias a todos.
PRESIDENTE: Tengo un saco de codos.
QUILATES: Señor presidente, permítame que le presente a la compañía de actores... El
señor presidente en sus ratos libres escribe dramas.
CHIRINOS: ¿En serio? Tal vez nosotros podamos interpretar alguno.
PRESIDENTE: Bueno... yo, no sé. Es un pasatiempo. Pero, sí. No está bien que yo lo diga...
pero hay alguno bastante bueno. Y eso que van a representar ustedes... ¿Quién
es el autor?
CHIRINOS: ¿Autor? No tiene autor.
PRESIDENTE: Eso tiene mucho mérito.
LEONARDA: ¿Y qué es exactamente lo que vamos a ver, señorita?
Silencio. Parece que la Chirinos no sabe muy bien qué decir.
CHIRINOS: El mayor... y más... increíble espectáculo del mundo. (Se queda parada, muy
deprimida. Largo silencio.)
CHANFALLA: ¿Qué pasa?
ESCIPIÓN: Lo nunca visto. Ahora dice “Lo nunca visto”. Después de “El mayor y más
increíble espectáculo del mundo”.
CHANFALLA: No, no. Después de “El mayor y más increíble espectáculo del mundo” venía
eso de “Alabado unánimemente por la crítica”.
ESCIPIÓN: Te confundes. Dice “Lo nunca visto.” Lo de “Alabado unánimemente por la
crítica” es en la segunda parte.
CHANFALLA: Maldita sea. (Va a buscar el guión y lo consulta.) Aquí está. (Lee en voz alta.)
“El mayor y más increíble espectáculo del mundo. Se queda parada, muy
deprimida. Largo silencio. CHANFALLA: ¿Qué pasa? ESCIPIÓN: Lo nunca visto.
Ahora dice “Lo nunca visto”. Después de “El mayor y más increíble espectáculo
del mundo”. CHANFALLA: No, no. Después de “El mayor y más increíble
espectáculo del mundo” venía eso de “Alabado unánimemente por la crítica”.
ESCIPIÓN: Te confundes. Dice “Lo nunca visto.” Lo de “Alabado unánimemente
por la crítica” es en la segunda parte. (Pausa.) Maldita sea.
Silencio. Desconcierto general. Se miran unos a otros con desesperación. Chanfalla arranca una
página del guión. Y lee el principio de la siguiente.
CHANFALLA: (A Escipión.) “¿Y qué es exactamente lo que vamos a ver, señorita?”
LEONARDA: ¿Y qué es exactamente lo que vamos a ver, señorita?
CHIRINOS: Es un espectáculo único, señores. Pueden creerme. Allí donde lo hemos
representado ha tenido un éxito sin precedentes.
PRESIDENTE: ¿Y por qué es tan bueno?
CHIRINOS: Es muy...
QUILATES: Tiene que ser muy bueno. No me atrevo a decirle lo que nos ha costado, señor
presidente.

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El Quinteto de los Milagros 2006

ESCIPIÓN: Realista.
CHIRINOS: Sí. Es muy realista.
ESCIPIÓN: Excepcionalmente realista.
CHIRINOS: Lleno de momentos sugerentes.
ESCIPIÓN: De ideas profundas.
CHIRINOS: Muy profundas.
ESCIPIÓN: De... de... personajes de carne y hueso con una tragedia que contarnos. Una
tragedia muy... muy...
CHIRINOS: Trágica.
ESCIPIÓN: Y realista.
CHIRINOS: Sí. Realista también.
Pausa.
PRESIDENTE: Me gustan mucho las obras realistas.
CHIRINOS: ¿Ah, sí?
PRESIDENTE: Mis obras también son realistas.
CHIRINOS: Qué bien. Pero, señor presidente, tiene usted que saber algo.
PRESIDENTE: ¿Es una obra triste?
CHIRINOS: Eso no es lo peor. La obra tiene también momentos cómicos.
PRESIDENTE: Qué pena.
CHIRINOS: Bueno. Cómicos pero en realidad muy tristes.
PRESIDENTE: Eso es otra cosa.
CHIRINOS: Ya sabe usted que la tragedia y la comedia son las dos caras de la misma
moneda.
PRESIDENTE: Una moneda que siempre cae por la misma cara.
CHIRINOS: Ya veo que me entiende. Usted es el espectador ideal.
PRESIDENTE: ¿Usted cree?
CHIRINOS: Estoy segura. Es que, verá, nos ha pasado algunas veces, pero pocas, eso
también hay que decirlo, no muy a menudo, pero sí a veces, algunas veces,
pues han habido algunos espectadores que... que al final de la obra, cuando ya
habíamos terminado de representarla...
PRESIDENTE: Siga, señorita.
CHIRINOS: Pues nos han dicho...
PRESIDENTE: ¿Qué?
CHIRINOS: Qué no habían visto nada.
PRESIDENTE: No me diga.
CHIRINOS: Se lo juro.
PRESIDENTE: ¿Pero cómo es posible?
CHIRINOS: Este es el problema de nuestro tiempo, señor presidente. El ciudadano medio
se ha entregado sin remedio a la tecnología hasta el punto de que su mente se

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El Quinteto de los Milagros 2006

ha atrofiado de tal manera que le impide disfrutar de cualquier obra artística


dejando su espíritu irremediablemente vacío y seco.
PRESIDENTE: Qué barbaridad.
CHIRINOS: Sí. Es horrible.
PRESIDENTE: ¿Y no se puede hacer nada?
CHIRINOS: Creo que no. (Pausa.) Sólo hombres como usted, señor presidente de la nación,
que todavía mantienen en su interior la llama de la creatividad encendida,
pueden redimir de tanta mediocridad a sus conciudadanos y dar ejemplo de
tener una amplia visión que todo lo abarque.
PRESIDENTE: Puede usted contar con ello.
CHIRINOS: No tenemos la menor duda de que usted podrá apreciar nuestro espectáculo
como se merece.
PRESIDENTE: Desde luego que sí.
QUILATES: La escenografía nos ha costado un riñón.
CHIRINOS: Acérquese, señor presidente.
Se acercan a la boca del telón. El presidente contempla absorto la nada. Largo silencio.
PRESIDENTE: Asombroso.
CHIRINOS: ¿Verdad?
PRESIDENTE: Es... Es...
CHIRINOS: Asombroso.
PRESIDENTE: Y realista.
CHIRINOS: ¿Qué le parecen esos telones sabiamente decorados con motivos renacentistas
pero al mismo tiempo rabiosamente contemporáneos?
PRESIDENTE: Pues...
CHIRINOS: Deliciosos.
PRESIDENTE: Eso.
CHIRINOS: ¿Y esas escalinatas que giran sobre sí mismas creando espacios continuamente
que se multiplican los unos a los otros?
Pausa.
Sublimes.
PRESIDENTE: Sublimes.
Panini se pone a tocar.
Es tan bonito que sólo con verlo es como... como si escuchara una música dulce
y celestial...
CHIRINOS: ¿De verdad?
PRESIDENTE: Sí, sí. La estoy oyendo ahora mismo.
Pausa.
CHIRINOS: Señor Presidente. Es usted nuestro hombre.
Por la alfombra, llega ahora Escipión convertido en monseñor Panduro. Camina despacio con un
alzacuello y un libro grande y pesado entonando algo así como cantos gregorianos.

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El Quinteto de los Milagros 2006

CHANFALLA: (A Chirinos.) Dejemos al señor presidente contemplando nuestros decorados y


demos la bienvenida a monseñor Panduro. (Caminan hacia él.) Ah. Bienvenido,
monseñor Panduro. Le estábamos esperando.
CHIRINOS: Ah. Bienvenido, monseñor Panduro. Le estábamos esperando.
Les hace un gesto para que guarden silencio y termina la canción.
PANDURO: La paz con vosotros, hermanos. Sí. El señor ha hablado. (Pausa.) El señor me ha
hablado. Oh, sí. (Pausa.) El señor habla conmigo. Y me dice... (Pausa.) ¿Que me
dices, señor? Oigo tu voz y sé que me hablas. Me hablas y me dices algo.
(Pausa.) Me dices que te escuche. Que te escuche cuando hablas. Y... (Pausa.)
Y me dice también, oh, sí, que os comunique, que os comunique a todos y cada
uno de vosotros aquello, aquello que me dice.
Chanfalla le da un manotazo a Escipión que sale de su personaje.
ESCIPIÓN: ¿Qué haces?
CHANFALLA: Me cago en la puta madre que te parió. (A Chirinos.) ¿Lo ves? Lo está haciendo
otra vez?
ESCIPIÓN: ¿Qué estoy haciendo?
CHANFALLA: Improvisar. Estás improvisando.
ESCIPIÓN: ¿Por qué dices eso?
CHIRINOS: Escipión, esta entrada era más corta. Estás improvisando.
ESCIPIÓN: Bueno, a lo mejor un poquito, pero muy poco.
CHANFALLA: Muy poco. Me he pasado la vida diciéndote que eso es lo último que hay que
hacer, que no se puede improvisar hombre, que te cargas la obra, que lo jodes
todo, maldito exhibicionista de mierda, todo menos improvisar, ¿entiendes?
Nada de improvisar.
ESCIPIÓN: Vale, vale.
CHANFALLA: Que no tenga que volver a decírtelo.
CHIRINOS: Monseñor, hemos preparado un espectáculo que estamos seguros será de su
agrado.
PANDURO: No lo dudo. No lo dudo.
CHIRINOS: Es muy edificante.
PANDURO: Eso está bien.
CHIRINOS: Es un ejemplo para todos nosotros.
PANDURO: Muy bien, hija mía. ¿De qué trata?
CHIRINOS: Mucha gente lo ha visto ya, monseñor, aunque, y eso sí que no nos lo
explicamos, se ha dado algún caso de... de... Mire usted que es raro.
PANDURO: ¿De qué? Habla, hija mía.
CHIRINOS: No me atrevo, ante su presencia.
PANDURO: Vamos, vamos.
CHIRINOS: Quizá pueda usted aconsejarnos, la verdad es que estamos perdidos.
PANDURO: El que se ha perdido se encuentra en los brazos del señor.

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El Quinteto de los Milagros 2006

CHIRINOS: Pues es que resulta muy extraño, pero no se puede negar... No. No se lo puedo
decir.
PANDURO: Venga, hija mía que estoy perdiendo la paciencia. Habla sin miedo. Nosotros,
en el ejercicio de nuestra misión, hemos visto ya muchas cosas. Estamos
acostumbrados a todo.
CHIRINOS: ¿A todo, monseñor?
PANDURO: ¿Qué intentas decirme?
CHIRINOS: Pues resulta que... que algunas personas con... con problemas, digamos,
venéreos...
PANDURO: ¿Venéreos?
CHIRINOS: Sí, ya sabe. Del sexo.
PANDURO: Pobre gente. Afectados de enfermedades venéreas...
CHIRINOS: Sí, muy afectados. De enfermedades venéreas. Por masturbarse tanto...
PANDURO: Hija mía, las enfermedades venéreas no son producidas por la masturbación.
CHIRINOS: ¿Ah no?
PANDURO: Claro que no. Hoy en día ya nadie cree en esas cosas. El abuso de la
masturbación como mucho, provoca pérdida de la visión.
CHIRINOS: Eso. Pérdida de la visión. Es eso lo que pasa. ¿Las enfermedades venéreas no
provocan también pérdida de la visión?
PANDURO: Sí, tal vez tengas razón.
CHIRINOS: Y es que hay más.
PANDURO: Muchacha, me estás asustando.
CHIRINOS: El Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida.
PANDURO: Jesús. La terrible plaga de nuestro siglo.
CHIRINOS: También afecta terriblemente a la visión.
PANDURO: ¿Y qué quieres decir con todo eso? ¿A dónde vas a parar?
CHIRINOS: Pues que los que padecen enfermedades venéreas, se masturban demasiado y
tienen el... el Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida no pueden disfrutar de
nuestro espectáculo.
PANDURO: ¿Y por qué no?
CHIRINOS: Porque no lo ven.
Silencio.
PANDURO: El señor tenga piedad de nosotros. No lo ven. Pobrecitos.
CHIRINOS: Sí, pobrecitos.
PANDURO: Estoy seguro de que eso tendrá alguna explicación científica. Prometo
ayudarte.
CHIRINOS: Gracias, monseñor. Qué reconfortante es hablar con usted.
PANDURO: (Se sienta.) Bueno, bueno. ¿No ha llegado el señor general?
Chanfalla entra a grandes zancadas por la alfombra con una gorra de general.

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El Quinteto de los Milagros 2006

GENERAL: Trece. (Pausa.) He contado trece. Trece hombres. ¿Usted cree que son
suficientes? ¿Trece? Incrementamos el presupuesto para seguridad. Y sólo hay
trece hombres. Seguridad. Hay poca. Ninguna. No hay seguridad. Trece
hombres son pocos. Trece. Es un número horrible. Es muy poco seguro.
CHIRINOS: General, ya estamos todos. Siéntese aquí, por favor. No. En esa silla no. En esa
tampoco. Tampoco, tampoco. En ésta. Siéntese en esta silla. Cuando quieran
empezamos con la representación.
GENERAL: ¿Teatro? El teatro me pone nervioso. Más que la ópera. Es inseguro. La ópera es
más segura. Puedo dormir más tranquilo. En un rinconcito del palco. En el
teatro estoy tenso. Cuando duermes eres vulnerable. También me duermo en el
teatro. Pero es un sueño intranquilo. No me siento seguro.
CHIRINOS: Pero si se duerme, mi general, no disfruta usted del espectáculo.
GENERAL: Yo no disfruto. Al contrario. Me pongo nervioso. Todo es confuso. Es irreal. Una
vez vi una obra despierto. Fue espantoso. Una experiencia terrible. Me dejó
trastornado. Los personajes. ¿Eran hombres? ¿Eran mujeres? Todavía no lo sé.
Los hombres parecían mujeres. Las mujeres parecían hombres. Todo era
inseguro. No tengo nada contra el cambio de sexo. Soy un hombre moderno.
Pero aquello. Aquello era una pesadilla.
CHIRINOS: Tal vez eran hermafroditas.
GENERAL: ¿Usted cree? Hermafroditas. Eso está bien. Todos deberíamos ser
hermafroditas. Mi cuñado el general de división es hermafrodita. Y Jenaro
Céspedes. El jefe del Estado Mayor. También es hermafrodita. Buenos
patriotas. Yo no soy hermafrodita. Es una lástima. Pero me gustaría. Sí. Me
gustaría mucho.
CHIRINOS: Antes de empezar vamos a ofrecerles una copita de vino.
GENERAL: Vino. Buena idea. El vino es cosa de soldados. Nos alegra la vida. Yo siempre
tomo vino antes de ir al teatro o a la ópera. Si no hay aguardiente.
CHIRINOS: Tenemos un vino excelente.
Chirinos repartirá copas e irá sirviendo a todos los personajes que serán los espectadores de la
farsa. El presidente, su mujer, Pancracia, Panduro y el general. Cada uno de ellos reaccionará
de forma distinta y se preparará para ser sugestionado.
CHIRINOS: Señoras. Señores. Prepárense. La representación va a comenzar. La Filarmónica
dará la entrada. (Panini despierta de su letargo y empieza a tocar. Chirinos
cierra el telón y se sube a una silla.) “En aquella ciudad gris sin límites,
envuelta en la niebla, a cuyas calles y plazas nunca llegaba la luz del sol...” (Se
va abriendo el telón lentamente. Chanfalla, sentado, parece ser el único
espectador. Al fondo, por la cortina roja, llega Escipión encarnando un
siniestro personaje.)
ORTIGOSA: Un momento. Un momento. Detengan la representación.
CHANFALLA: ¿Qué pasa? Ya está bien de tantas interrupciones. Tenemos que seguir.
CHIRINOS: Es Ortigosa.
CHANFALLA: ¿El crítico?
ORTIGOSA: Ya empezamos mal con esa música. Demasiado blanda. (Le quita el violín a
Panini y mira concentrado en su interior.) A ver, pruebe otra cosa.
CHANFALLA: Escipión. Si no recuerdo mal, el personaje del crítico lo habíamos quitado.

24
El Quinteto de los Milagros 2006

ORTIGOSA: Parece que está hueco.


ORTIGOSA: Debería usted poner algo aquí dentro.
Chirinos ha cogido el guión y se lo muestra a Chanfalla.
CHIRINOS: (Leyendo.) “Debería usted poner algo aquí dentro”.
CHANFALLA: Mierda. (Se sienta como antes.)
ORTIGOSA: ¡No! ¡Nada de dodecafonismo! ¡No soporto el dodecafonismo! Es dodecadente.
Me saca de quicio.
CHIRINOS: ¿Un vasito de vino?
ORTIGOSA: Yo no bebo jamás. Y menos antes de una representación. Anula mi espíritu
crítico. ¿A qué esperamos?
Silencio. Panini repite la melodía anterior.
CHIRINOS: “En aquella ciudad gris sin límites, envuelta en la niebla, a cuyas calles y plazas
nunca llegaba la luz del sol... (Se va abriendo el telón. Entre Chanfalla y
Escipión, cambiando de sillas, van mostrando la galería de personajes que
ahora son los espectadores de la farsa.) ...los habitantes caminaban sin rumbo
fijo, con la mirada perdida y los corazones vacíos. Nada parecía interesarles.
Nada podía alegrarles.”
Silencio.
ORTIGOSA: Nada nuevo. Es claramente una obra alegórica con esa detestable estética
decadente que está tan de moda. No parece que tenga mucha fuerza visual.
Veamos.
LEONARDA: Pero, ¿ha empezado ya?
CHIRINOS: “Durante décadas han estado bajo el yugo demoledor de una tiranía abyecta
que los ha sumergido en una existencia gris y rutinaria.”
PRESIDENTE: Pobrecitos.
PANCRACIA: Qué pequeñitos. Parecen hormigas.
PRESIDENTE: ¿Por qué visten todos igual?
LEONARDA: (En voz baja.) No seas imbécil. Ahí no hay nada. (Alzando la voz.) Sí. La verdad
es que no tienen muy buen aspecto.
PANDURO: Dios nos ayude.
QUILATES: ¿Usted ve algo padre?
PANDURO: Desde luego que sí. Son almas que necesitan de nuestra ayuda.
PRESIDENTE: Miradlos. Son hombres y mujeres que necesitan... que necesitan...
CHIRINOS: “Son hombres y mujeres que necesitan encontrar algo que de sentido a sus
vidas miserables. Necesitan a alguien que luche por ellos y les brinde ese futuro
de esplendor que ni siquiera se atreven a soñar.”
LEONARDA: ¿Qué le parece, general?
GENERAL: (Dormido.) Vivíamos tranquilos.
PRESIDENTE: ¿Y ese hombre?
LEONARDA: Calla.
CHIRINOS: ¿Sí?

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El Quinteto de los Milagros 2006

PRESIDENTE: El que está apoyado en aquella verja.


PANDURO: ¿El del abrigo?
QUILATES: ¿Qué hombre? ¿De qué están hablando?
PANCRACIA: Se parece muchísimo a ti.
CHIRINOS: “En uno de los grises edificios del centro de la ciudad, apoyado en una verja,
hay un hombre esperando.”
QUILATES: ¿El del abrigo?
CHIRINOS: “Lleva un abrigo negro y parece ansioso. Es joven, alto y corpulento. Todo él
emana un aura de fuerza y convicción. No hay ninguna duda de que es un
hombre carismático.
PRESIDENTE: Qué coincidencia. Mi última obra empieza más o menos así.
LEONARDA: Cállate.
PRESIDENTE: En serio. Hay una ciudad gris, con edificios grises, con hombres grises y un
hombre con un abrigo negro que espera a alguien.
PANCRACIA: Pues yo lo veo todo de colores.
ORTIGOSA: Esperemos que sólo sea ese principio lo que ambas obras tienen en común.
CHIRINOS: “Los habitantes de la ciudad todavía no lo saben, pero ese hombre, el del
abrigo, es aquel que por fin, tras tantas décadas de tristeza y podredumbre
moral, va a cambiar sus vidas. Aprovechando un momento en que la calle está
vacía...”
PRESIDENTE: Porque es de noche.
CHIRINOS: “...y se ha hecho de noche, llega otro hombre y se acerca despacio hacia la
verja. En cuanto lo ve, nuestro hombre empieza a caminar hacia él con paso
seguro, Camina con la tranquilidad de quien está seguro de sí mismo y tiene
mucho que ofrecer a sus semejantes. De pronto su rostro aparece bajo la luz de
un farol.”
PRESIDENTE: ¡Soy yo!
LEONARDA: ¿Cómo vas a ser tú, majadero?
PRESIDENTE: Quiero decir que es como yo.
QUILATES: ¿De veras?
PANCRACIA: Tú eres mucho más cool.
LEONARDA: Bueno, no vamos a negar que haya un parecido...
PANDURO: Desde luego, señora presidenta, su marido tiene esas y otras muchas
cualidades.
CHIRINOS: “Los dos hombres hablan brevemente. Se estrechan la mano. Se dan un abrazo.
Este encuentro culmina horas y horas de interminables encuentros en los que
juntos han elaborado el plan. Parece que el futuro de la ciudad está decidido.”
QUILATES: Si hay un descanso, señor presidente, no se olvide que tenemos que firmar la
nueva ley sobre los presupuestos generales...
PANDURO: Ahora que hablamos sobre presupuestos, señor presidente, ¿ha asignado ya una
cantidad para reforzar el apoyo espiritual de nuestros contribuyentes?
QUILATES: ...reforzar las bases para el nuevo decreto sobre el impuesto de sociedades...

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El Quinteto de los Milagros 2006

GENERAL: Seguridad, señor presidente, seguridad. Hay que gastarlo todo en seguridad.
QUILATES: ...y la negociación sobre créditos exteriores.
GENERAL: Eso no era lo prometido. Nuestras infraestructuras se están quedando
obsoletas.
PANDURO: Tenemos tantas cosas que atender... Pero las almas son lo primero...
CHIRINOS: “Pero ahora, después de un trabajo tan intenso, nuestro hombre busca un
momento de intimidad con la mujer amada. Aquella que con sus caricias sabe
recompensar la extenuante jornada de duro trabajo, la que con sus besos
puede transformar la debilidad en fortaleza, la que con su lengua... Pero lo que
él de verdad aprecia en ella es su consejo y su apoyo.
LEONARDA: No sé cómo sigo aguantando todo esto. (Silencio.) Es una de mis obligaciones.
Sí. Una de mis obligaciones.
PRESIDENTE: Estás siempre a mi lado.
LEONARDA: Estar a tu lado.
PRESIDENTE: Eso es.
LEONARDA: No creas ni por un momento que lo hago por ti.
PRESIDENTE: ¿No?
LEONARDA: Claro que no. Lo hago por mí.
PRESIDENTE: Lo haces por los dos.
LEONARDA: A pesar del olor. El olor a tripa. A tripa de perro. El olor a tripa de perro
enfermo. El olor a tripa podrida y sarnosa. El nauseabundo e insoportable olor a
tripa podrida y sarnosa de perro enfermo. Enfermo de peste bubónica. El olor
nauseabundo e insoportable a tripa podrida y sarnosa de perro enfermo de
peste bubónica.
PRESIDENTE: ¿Olor?
LEONARDA: El olor que emana de tu cuerpo. De tu boca. Tus oídos. De tus axilas. Del ojo
del culo. El olor que emana de todos los poros de tu cuerpo.
PRESIDENTE: Yo siempre te he querido mucho.
LEONARDA: ¿También es una de mis obligaciones?
PRESIDENTE: Siempre hemos estado muy unidos tú y yo.
LEONARDA: ¿Que tengo que hacer con ese olor? (Pausa.) Sí. Una de mis obligaciones.
PANDURO: Qué firme es la alianza sagrada del matrimonio. Un ejemplo para todos.
CHIRINOS: “Y empieza la lucha. Todo está preparado para la aparición de nuestro hombre
en los últimos momentos de una campaña electoral que, por primera vez en la
historia de esta ciudad, parece traer un rayo de esperanza en el futuro. La
espléndida sonrisa de nuestro candidato se ha multiplicado por todos los
rincones de la ciudad, llenándola de luz. Esa sonrisa es una promesa. Esa
sonrisa es una verdad. Esa sonrisa...”
LEONARDA: Esa sonrisa te costó lo indecible. (El presidente va ensayando distintos tipos de
sonrisa.) Dos días interminables de rodaje y sesiones fotográficas. Que si esa
no, señor presidente. Que si pruebe algo más natural. No, no, cariño.
Acuérdate de cuando jugabas al parchís y ganabas haciendo trampas.
PANCRACIA: Te acuerdas de cuando... (Le susurra algo al oído.)

27
El Quinteto de los Milagros 2006

PANDURO: ...de cuando el señor iluminó su interior.


Quilates le dice algo al presidente en voz baja.
CHIRINOS: Esa está bien, señor presidente. “Y por fin llegó el gran día. Millones de
ciudadanos llenaban la Gran Plaza frente al Parlamento para aclamar al que
había de ser su líder después de una victoria apabullante en las urnas.”
PRESIDENTE: ¡Mira cuánta gente! Como entonces. ¡Qué gran día! No se me borra de la
memoria. Queridos amigos del círculo de empresarios...
LEONARDA: (Le apunta.) Queridos ciudadanos.
PRESIDENTE: Sí, sí. ¡Queridos ciudadanos!
PANDURO: (Le apunta.) Queridos hermanos.
PRESIDENTE: ¡Queridos hermanos!
LEONARDA: Me habéis dado vuestra confianza y por eso no os defraudaré.
PRESIDENTE: Me habéis dado vuestra confianza y por eso no os defraudaré.
PANDURO: Desde mi cargo reforzaré las convicciones morales de nuestra ciudad.
PRESIDENTE: Desde mi cargo reforzaré las convicciones morales de nuestra ciudad.
QUILATES: ¿Por qué hay tanto ruido?
PRESIDENTE: ¿Por qué hay tanto ruido?
LEONARDA: No dudéis ni un momento en que sabré entregarme en cuerpo y alma a mi tarea
con esa voluntad de servicio que siempre ha guiado mis pasos desde que
comprendí que nuestra ciudad tenía una necesidad vital de abrir sus horizontes
y de mirar hacia el futuro con fe y esperanza...
PRESIDENTE: No dudéis ni un momento en que sabré entregarme en cuerpo y alma...
PANCRACIA: Pero que guapo estás, tigre mío.
PRESIDENTE: Pero que guapo estás, tigre mío.
PANDURO: Y que con espíritu de sacrificio devolveré a nuestros ciudadanos al camino de la
defensa de los valores tradicionales y eternos que son y han sido la enseñanza
de nuestro Señor..., ¡Dios mío no veo nada!
PRESIDENTE: ¡Dios mío no veo nada!
PANDURO: ...el único capaz de iluminarnos en un mundo entregado a la corrupción y a la
perversión de todo aquello que es sagrado...
PRESIDENTE: ...entregado a la corrupción y a la perversión...
QUILATES: Señor presidente, me está usted pisando...
PRESIDENTE: Señor presidente, me está usted pisando...
LEONARDA: ...que no dejaré que os opriman las leyes injustas, los impuestos desmedidos...
PRESIDENTE: ...dejaré que os opriman las leyes injustas, los impuestos desmedidos...
(Quilates murmura algunas palabras al oído del presidente.) Dejo estas
cuestiones a hombres rectos y honrados de mi confianza que conocen el
problema y cuya sabiduría sabrá enfocar las cosas con la debida corrección.
GENERAL: ¿Qué gritos son esos?
CHIRINOS: “Y aquel hombre que estaba destinado a cambiar el rumbo de la nación fue
elegido por sus conciudadanos para gobernar con su sabiduría aquella

28
El Quinteto de los Milagros 2006

desdichada ciudad. Y hubo muestras de alegría por todas partes y se celebró


una fiesta sin precedentes.”
Escena de alegría. Todos elevan al presidente. Panini ataca una música del lugar. Todos los
personajes entran en una especie de delirio que tiene algo de orgía.
CHIRINOS: “A partir de ese momento se puso a trabajar con un espíritu incansable, atento
siempre a las necesidades del estado.”
QUILATES: Señor presidente, antes de que me olvide. Recuerde que tiene usted que firmar
estos papeles.
PRESIDENTE: (Mirando fijamente al escenario donde se supone que se desarrolla la farsa.)
Ese hombre es un mártir. Sólo vive para sus obligaciones de estado.
Va firmando sin mirar los papeles que le pasa Quilates.
QUILATES: Una firmita aquí... Y otra más, aquí. Muy bien.
LEONARDA: Amor mío. Tienes que firmar esto. (Le va pasando algunos papeles que él firma
sin mirar.)
PRESIDENTE: Qué abnegación.
LEONARDA: Esto también.
PANCRACIA: ¿Qué te pasa últimamente, tigre mío? Ya no me haces caso. (Le pasa un
talonario de cheques para que lo firme.)
PRESIDENTE: (Firmándolo todo.) No estás prestando atención. Mira cómo trabaja ese gran
hombre.
PANDURO: Señor presidente, ya sabe que cuenta usted con todo mi apoyo... (Le pasa
también algunos papeles para firmar.)
CHIRINOS: “Aquella ciudad empezó una época de prosperidad hasta entonces desconocida
y se dedicó a disfrutar de la vida como nunca lo había hecho antes. Pero llegó
un día terrible. Un día triste y aciago que sería recordado por las generaciones
futuras. En una pequeña placita de la ciudad, recogida y tranquila, una mañana
soleada de entre semana un grupo de hombres encapuchados empezó a lanzar
gases contra la gente que paseaba tranquilamente por allí.”
Cunde el pánico entre los espectadores de la farsa. Todos corren, gritan y tratan de ponerse a
salvo.
PRESIDENTE: ¿Pero qué tienen en la cara?
PANDURO: ¡Señor, ayúdanos! ¡Mirad esas caras!
PRESIDENTE: Y no solamente en la cara... ¡Sus cuerpos!
PANDURO: ¡Es una plaga! Esos cuerpos contaminados por las enfermedades del pecado...
Llenos de llagas y bubones. Mirad que espectáculo horripilante. Está ante
nosotros. Oh, sí. Los enemigos del señor nos han declarado la guerra. Pero el
señor nos protege. Está de nuestro lado. Y nos protege.
PRESIDENTE: Es horrible.
GENERAL: (Se despierta sobresaltado.) ¿Qué pasa?
GENERAL: Señores. Tenemos que defendernos.
LEONARDA: ¿Y en qué está usted pensando?
GENERAL: En atacar. Atacar siempre. Devolverles el golpe. Es más seguro.

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El Quinteto de los Milagros 2006

PANDURO: La razón está de nuestra parte. El señor nos protege.


PRESIDENTE: Pues ataquemos.
LEONARDA: Que no quede con vida ni uno de esos miserables.
QUILATES: Esto nos va a costar un riñón.
CHIRINOS: “Entonces la ciudad envía sus aviones hacia la tierra que cobija a los traidores y
los cubre con sus sombras.”
Silencio. Por el aspecto que tienen todos, parece que se está desarrollando ante sus ojos un
espectáculo de horror y muerte. Largo silencio. Una explosión que parece que proviene del
escenario los tira de las sillas. Lentamente, se van recuperando y se acercan sigilosamente a la
boca del escenario.
LEONARDA: Ya te he dicho que no había nada.
PRESIDENTE: ¿Nada? ¿Pero cómo puedes decir eso?
ORTIGOSA: ¡Nada! ¡Nada de nada! ¡Admirable! Ni actores ni escenografía... ¡Teatro en
estado puro! ¡Es el espectáculo del año!
PANDURO: Yo juro por lo más sagrado que lo he visto todo.
QUILATES: ¿Sabe usted cuánto nos ha costado? (Le murmura una cifra al oído.)
PRESIDENTE: ¿Tanto?
QUILATES: No se atreva a decir que no ha sido real.
GENERAL: Es... es... indignante. No voy a volver. Al teatro. Así no se puede dormir
tranquilo. Qué vergüenza.
PRESIDENTE: Es casi como en mi obra... Tiene muchos puntos en común.
CHIRINOS: Me alegro de que le haya gustado, señor presidente.
Largo silencio. Parece que, poco a poco, los personajes van recuperando sus identidades.
Durante largo rato deambulan por el escenario sin saber qué hacer o qué decir.
ESCIPIÓN: ¿Estáis seguro de que era así?
CHANFALLA: Y si no, ¿qué pasa?
CHIRINOS: Era así o era como lo recordamos. Qué más da.
ESCIPIÓN: Pero... Quiero decir, ¿nunca descubrían el engaño?
CHIRINOS: Estaba todo delante de sus narices.
ESCIPIÓN: ¿Y ahora?
CHANFALLA: ¿Ahora qué?
ESCIPIÓN: ¿No van a venir? ¿Vamos a seguir esperándoles?
CHANFALLA: Escipión, empiezas a cargarme con tus preguntas. (Panini se pone a tocar.) Tú.
Cállate.
Largo silencio. Chanfalla y la Chirinos empiezan a recoger las cosas.
ESCIPIÓN: ¿Y si no vienen?
Silencio. Se sienta en una de las sillas que hay delante del telón, quedando así de cara al
público. Empieza a mirar con curiosidad. Parece que percibe algo.

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El Quinteto de los Milagros 2006

3. La representación
ESCIPIÓN: Chanfalla.
Silencio.
Chanfalla.
CHANFALLA: Qué.
ESCIPIÓN: No te lo vas a creer.
CHANFALLA: ¿Y ahora qué te pasa?
ESCIPIÓN: Están ahí.
CHANFALLA: ¿Están? ¿Quiénes?
ESCIPIÓN: Ellos.
Chirinos se levanta en silencio y se acerca a la boca del escenario y observa.
CHANFALLA: ¿Ellos? ¿Quienes son ellos?
ESCIPIÓN: No sé. Pero están ahí.
CHANFALLA: ¿Dónde? (Escipión señala hacia el otro lado del telón.) Mierda. Escipión, te
estás pasando. Ya no tengo paciencia para aguantar ni una sola de tus
estupideces. ¿Me oyes? Así que cierra la boca, estate quieto y espera.
ESCIPIÓN: ¿Esperar qué?
CHANFALLA: Esperar que vengan.
CHIRINOS: Ya han venido.
CHANFALLA: ¡Basta!
CHIRINOS: Siempre han estado ahí.
ESCIPIÓN: ¿Siempre?
CHIRINOS: Sí. Desde el principio.
CHANFALLA: Chirinos...
CHIRINOS: Están... donde no los esperábamos.
ESCIPIÓN: Mira, Chanfalla. Mira bien.
CHANFALLA: Ya lo entiendo. Estáis jugando, ¿no? Pretendéis que pique como los pobres
imbéciles a los que engañamos. Porque se trata de eso. Nosotros pretendemos
hacer creer que ahí hay algo. Que ahí pasa algo. Pero no. No hay nada. Y ahora
queréis tomarme el pelo a mí con el mismo cuento. Pero, ¿es que os pensáis
que soy idiota?
ESCIPIÓN: Yo necesito descansar.
CHIRINOS: Acércate. Mira.
Chanfalla se acerca a la boca del telón y mira fijamente. Silencio.
CHANFALLA: Pero mira, vaya sorpresa... Si ha venido... y aquel de allí es... (Empieza a
enumerar nombres por orden alfabético. Pausa.) No veo nada.
ESCIPIÓN: No es posible.
CHANFALLA: Te digo que no veo nada. Está... oscuro.
ESCIPIÓN: Claro que está oscuro. Pero aún así se puede ver... se puede ver...

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El Quinteto de los Milagros 2006

CHANFALLA: ¿Qué, Escipión? A ver, dime, ¿qué se supone que se puede ver, eh?
Pausa.
ESCIPIÓN: Gente.
CHANFALLA: Pues yo no veo nada.
CHIRINOS: Chanfalla, fíjate bien. ¿Tampoco escuchas nada?
Silencio largo.
ESCIPIÓN: ¡Escucha! Alguien ha tosido.
CHIRINOS: Y eso ha sido...
ESCIPIÓN: ¡Una carcajada!
CHIRINOS: No exageres, Escipión, una carcajada no, ha sido algo... algo más discreto.
Como una risita.
ESCIPIÓN: Una risita, sí.
CHANFALLA: Una risita... ¿Pero qué mierda os pasa? ¿Os estáis riendo de mí?
CHIRINOS: Claro que no, Chanfalla. Están ahí. Sólo tienes que fijarte un poco. Y se
manifiestan. Tímidamente, es cierto, pero se manifiestan. Quizá si no fueran
tan pasivos... se... se manifestarían de una forma más... más ruidosa.
ESCIPIÓN: Pero a mi no me apetece nada que se manifiesten de una forma más ruidosa.
De hecho ya me molesta bastante que estén ahí, mirándonos.
CHANFALLA: Ah. Nos miran.
CHIRINOS: Es cierto. Nos están mirando.
CHANFALLA: Y si están ahí, mirando, ¿por qué no los hemos visto antes?
ESCIPIÓN: Yo te juro, Chanfalla, que hasta ahora no había visto a nadie.
CHIRINOS: Quizá no los esperábamos.
ESCIPIÓN: A lo mejor acaban de llegar.
CHANFALLA: Y se han sentado todos juntos... ahí... y se han puesto a mirarnos.
CHIRINOS: Exacto.
CHANFALLA: ¿Todos?
Chirinos y Escipión miran.
CHIRINOS: Sí.
ESCIPIÓN: Sí. Todos. (Pausa.) Bueno. Eso parece. Quizá haya alguno distraído.
CHIRINOS: O mirando hacia otra parte.
CHANFALLA: Y según tú, ¿qué están mirando?
ESCIPIÓN: Eso. ¿Qué están mirando?
CHIRINOS: A nosotros.
ESCIPIÓN: ¿A nosotros?
CHANFALLA: ¿A nosotros?
CHIRINOS: Sí, a nosotros.
ESCIPIÓN: ¿Por qué?

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El Quinteto de los Milagros 2006

CHIRINOS: Tal vez incluso han pagado algo.


ESCIPIÓN: ¿Han pagado para vernos a nosotros?
CHANFALLA: Eso es absurdo. Yo no he visto ni un duro.
ESCIPIÓN: Pero... entonces, ¿cuánto rato hace que están ahí?
CHIRINOS: Desde el principio.
ESCIPIÓN: ¿El principio de qué?
CHIRINOS: De la obra.
ESCIPIÓN: ¿De nuestra obra?
CHIRINOS: No exactamente. (Coge de nuevo el cuaderno y lo consulta.) Faltan seis
páginas.
ESCIPIÓN: ¿Para qué?
CHIRINOS: Para que termine la obra.
CHANFALLA: (Fuera de control.) Esto es el colmo. Callaros de una puta vez o voy a perder
los nervios. No sé que es toda esa basura que sale de tu cerebro en
descomposición pero os digo que no voy a soportar ni una sola palabra más. Ya
está bien. Esto ha llegado demasiado lejos. No estoy dispuesto a creer que ahí
haya nadie ni que nadie haya venido a vernos y nos haya estado espiando
durante todo este tiempo. ¿Qué clase de broma de mal gusto es ésta?
¿Pretendes que crea que somos... personajes? ¿Que estamos actuando en alguna
obra de teatro? ¿Que no somos reales? Pues conmigo no cuentes. Se acabó.
Basta. Punto final.
Silencio.
ESCIPIÓN: Chirinos, tengo miedo.
CHIRINOS: ¿Miedo de qué?
ESCIPIÓN: Esta situación es muy... muy incómoda.
CHIRINOS: Es una situación típica.
ESCIPIÓN: ¿Qué quieres decir?
CHIRINOS: Bueno, tú estás interpretando y ellos te están mirando.
ESCIPIÓN: Yo, ahora, no estoy interpretando.
CHIRINOS: Eso es lo que crees.
ESCIPIÓN: De todas formas, si han venido a mirar se han sentado en el lugar equivocado.
Deberían estar aquí, con nosotros. Porque allí no debería haber nada. Nunca ha
habido nada. Siempre nos hemos inventado lo que se suponía que tenía que
estar ahí. No era real.
CHIRINOS: Exacto.
ESCIPIÓN: Entonces ahora tampoco es real. Quizá Chanfalla tenga razón y nos lo estamos
imaginando.
CHIRINOS: (A Escipión.) Coge una silla. (Pausa.) Que cojas una silla.
ESCIPIÓN: ¿Para qué?
CHIRINOS: La más pesada.
ESCIPIÓN: (Obedece.) ¿Esta?

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El Quinteto de los Milagros 2006

CHIRINOS: Esa está bien.


ESCIPIÓN: ¿Y ahora qué?
CHIRINOS: Tírala.
ESCIPIÓN: ¿Qué?
CHIRINOS: Contra ellos.
ESCIPIÓN: ¿Quieres que les tire una silla?
CHIRINOS: Con todas tus fuerzas.
ESCIPIÓN: Pero... pero...
CHIRINOS: Pero, ¿qué?
ESCIPIÓN: Que voy a... a herirles. A lo mejor muere alguien.
CHIRINOS: Si son producto de tu imaginación entonces no va a ocurrir nada.
ESCIPIÓN: ¿Y si no?
CHIRINOS: Entonces podremos demostrarle a Chanfalla que tenemos razón y que son
reales.
ESCIPIÓN: No sé si podré.
CHIRINOS: Claro que sí.
ESCIPIÓN: Puede que sean reales. Pero es posible que sean reales de otra... manera. Que
no sean reales como nosotros, que aunque somos reales, tenemos otra realidad
diferente a la suya... Quizá.
CHIRINOS: Escipión.
ESCIPIÓN: Qué.
CHIRINOS: Es el momento de pasar a la acción.
Resignado, Escipión se prepara para arrojar la silla contra el público. Toma impulso y con un
movimiento brusco tiene que provocar en el público la sensación de que efectivamente va a
tirarla con mucha fuerza. Chanfalla se sobresalta y se acerca a la boca del telón.
CHANFALLA: Me cago en...
ESCIPIÓN: ¿Lo ves? Están ahí... Están ahí. ¿Lo has oído?
CHANFALLA: Por todos los demonios...
ESCIPIÓN: Te lo hemos dicho, Chanfalla, te lo hemos dicho. Pero tú nunca quieres
escuchar...
CHANFALLA: ¿Qué es eso, Chirinos?
CHIRINOS: Te has puesto blanco.
ESCIPIÓN: Tú nunca nos haces caso...
CHANFALLA: Chirinos, por lo que más quieras... ¿qué significa esto?
CHIRINOS: Tranquilízate.
CHANFALLA: ¿Cómo quieres que me tranquilice? ¡Están en nuestro escenario! ¿Qué hacen ahí?
¿Quién los ha puesto ahí? Quiero que se vayan ahora mismo.
CHIRINOS: No creo que resulte tan fácil...
Pausa.

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El Quinteto de los Milagros 2006

CHANFALLA: ¿Son actores?


ESCIPIÓN: Quizá. Sí. Actores.
CHANFALLA: Pero es... es ¡fantástico! Nuestro escenario está lleno de actores. Nuestro
espectáculo es posible, puede hacerse realidad. Con actores de verdad. Bueno,
habría que echar a unos cuantos, no podemos permitirnos el lujo de pagar a
tanta gente... Pero podemos seleccionarlos, elegir a los mejores... y
entonces...
CHIRINOS: Espera, espera, espera. No sabemos si pueden actuar. Hasta ahora han hecho
ruiditos y cosas así. Pero todavía no han hablado. Ni siquiera No sabemos si
pueden hablar.
CHANFALLA: ¿Cómo que no? (Se acerca a la boca y empieza a gritar al público.) ¡Eh!
¡Vosotros! (Pausa.) ¿No me oís? Os estoy hablando a vosotros. Sí. A ver. Los
hombres a un lado y las mujeres a otro. Vamos a hacer grupos por edades.
¿Quién de vosotros tiene experiencia? (Silencio.) ¿Qué pasa? ¿No decís nada?
Silencio.
ESCIPIÓN: Por alguna razón no pueden hablar.
CHIRINOS: A lo mejor no tienen nada que decir.
CHANFALLA: No puede ser. Veamos. Dejadme pensar. Si les dejamos que se preparen
podrán... actuar. Nosotros lo único que tenemos que hacer es... sentarnos,
sentarnos aquí (Los personajes, incluyendo a Panini se sientan todos dispuestos
a convertirse en espectadores.) y darles algunas instrucciones. Vamos a ver.
Venga. Por ejemplo, la escena del ataque terrorista. (Chirinos lo va explicando
con gestos.) Estáis en el parque y de pronto, gas por todas partes. Os retorcéis.
Os caéis al suelo. Alguno puede vomitar. Pero sin exagerar. Poco a poco os vais
muriendo asfixiados. Va. ¿Preparados? De acuerdo.
Los cuatro observan muy atentamente al público a través del telón. Largo silencio. De vez en
cuando irán haciéndose algún comentario al oído. Tal vez reaccionarán con pequeños gestos o
risas. Pero, obviamente no ocurrirá nada especial. Se irán aburriendo, decepcionando o
preocupando.
CHANFALLA: ¿Pero qué demonios les pasa?
CHIRINOS: Hay algo que no funciona.
ESCIPIÓN: Eso está claro.
CHANFALLA: ¿Son inútiles o qué? ¡Qué desastre! Son malísimos.
ESCIPIÓN: Quizá no sean actores.
CHANFALLA: ¿Entonces qué son?
ESCIPIÓN: ¿Personajes?
Pausa.
CHIRINOS: Lo mejor será que vayamos a comprobarlo.
ESCIPIÓN: ¿Qué? Chirinos, por favor, no hagas algo de lo que puedas arrepentirte
después...
CHIRINOS: Si no nos movemos de aquí, no sabremos que es lo que pasa...
ESCIPIÓN: ¿Estás segura de que quieres ir... allí... con ellos?
CHANFALLA: Me parece buena idea. Va, Chirinos. Te esperamos aquí.

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El Quinteto de los Milagros 2006

Chirinos se acerca a la boca del telón y lentamente la atraviesa ante la mirada expectante y
aterrorizada de los otros. Largo silencio.
CHANFALLA y ESCIPIÓN: ¡Chirinos!
Pausa.
CHIRINOS: (Desde el patio de butacas.) Esto es... es...
CHANFALLA y ESCIPIÓN: ¿Qué?
CHIRINOS: Que esto es increíble.
ESCIPIÓN: Chirinos, te oímos muy mal.
CHIRINOS: Pues yo os oigo perfectamente.
ESCIPIÓN: Chirinos, ¿qué te pasa? Estás muy rara. Por favor, vuelve ahora mismo. Esto no
me gusta nada.
CHIRINOS: Aquí se está muy bien. Y vosotros... vosotros... ¿Por qué os habéis cambiado de
ropa? ¿Por qué lleváis esos calzones y esas botas tan antiguas?
ESCIPIÓN: Chirinos. ¿Qué hay ahí?
CHIRINOS: Vamos, venid. No tengáis miedo.
Se levantan los tres.
CHANFALLA: Tú, no, Panini. Quédate aquí.
Panini se sienta muy enfadado. Escipión y Chanfalla se deciden por fin a cruzar el telón para
reunirse con Chirinos.
ESCIPIÓN: Me siento como más... ligero.
CHANFALLA: ¿Dónde estás, Chirinos?
ESCIPIÓN: ¡Quiñones!
CHANFALLA: ¿Qué dices, imbécil? Este no es Quiñones.
ESCIPIÓN: ¿Ah, no? Claro que es Quiñones.
(Improvisación con el espectador que toman por Quiñones.)
CHIRINOS: Escipión. Parece que no es él.
ESCIPIÓN: Pues si no es él, es igual que él.
CHIRINOS: Vamos.
Los tres personajes se repartirán por la sala, mezclándose con el público y se sentarán en las
sillas vacías que encuentren.
CHIRINOS: Desde aquí las cosas se ven diferentes.
ESCIPIÓN: Muy diferentes.
CHANFALLA: Entonces, ¿están aquí?
ESCIPIÓN: ¿Quién?
CHANFALLA: Nuestros personajes.
CHIRINOS: Seguro. Tenemos que buscar bien.
(Improvisación. Cada uno de ellos, desde sus posiciones, irá encontrando entre el público
candidatos para el presidente, a Leonarda, Pancracia, el secretario de la oficina de impuestos,
el general, etc. A medida que los vayan “encontrando” se lo irán diciendo unos a otros.

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El Quinteto de los Milagros 2006

Tratarán de hacerles subir al escenario para interpretar la farsa. Uno de ellos, por ejemplo
Escipión, puede acompañarles al escenario. Chanfalla y Chirinos se convierten en “directores”
que dan instrucciones a los espectadores sobre lo que tienen que hacer. Puede haber una pelea
entre ellos sobre como se tiene que abordar una escena, dejando desvalidos a los que están en
el escenario. Escipión se va poniendo nervioso y al ver con impotencia como los espectadores no
hacen nada, los echa del escenario volviendo a bajar con ellos.)
Desde el escenario, Panini empieza a hojear las páginas finales del cuaderno.
CHIRINOS: Chanfalla. Creo que no son personajes.
CHANFALLA: ¿Tampoco?
ESCIPIÓN: Pero si no son actores y tampoco son personajes, entonces ¿Qué son?
CHIRINOS: Espectadores.
Silencio.
ESCIPIÓN: ¿De teatro?
CHIRINOS: O de cualquier otra cosa.
ESCIPIÓN: Quieres decir que quizá ni siquiera hayan venido a vernos a nosotros.
CHIRINOS: Es posible.
Pausa.
ESCIPIÓN: Chirinos. Me estoy mareando.
CHANFALLA: Yo tampoco me encuentro bien.
Panini se levanta con el cuaderno en la mano y se acerca a la boca del escenario. Con un
movimiento en los labios irá siguiendo las siguientes réplicas de los personajes a medida que
estos las vayan diciendo.
ESCIPIÓN: Deberíamos volver.
Poco a poco todos los tres personajes irán perdiendo la energía.
CHANFALLA: ¿Qué está haciendo Panini?
CHIRINOS: No sé si llegaremos a tiempo.
ESCIPIÓN: No llegaremos a tiempo.
CHANFALLA: Claro que sí. Tenemos que intentarlo.
ESCIPIÓN: ¿Lo conseguiremos?
CHIRINOS: Depende.
ESCIPIÓN: ¿De qué?
CHIRINOS: De cómo esté escrito.
Pausa.
El final.
Panini pasa la última hoja del cuaderno y muy lentamente se va cerrando el telón.
ESCIPIÓN: ¡Panini!
CHIRINOS: Panini, no.
CHANFALLA: Ni se te ocurra, Panini. ¡Estate quieto!
ESCIPIÓN: No, Panini, no.

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El Quinteto de los Milagros 2006

CHIRINOS: ¡No lo hagas!


LOS TRES: ¡¡Panini!!
Gritan e insultan agotando la energía que les queda. Se cierra el telón.
CHANFALLA: (Exhausto.) Me cago en su puta madre.
ESCIPIÓN: Panini, Panini, abre el telón. Por lo que más quieres.
CHIRINOS: ¡Panini!
ESCIPIÓN: No podemos volver.
CHANFALLA: ¿Cómo que no podemos volver?
CHIRINOS: No podemos volver.
ESCIPIÓN: ¿Vamos a quedarnos aquí?
CHIRINOS: Si no hacemos algo...
ESCIPIÓN: ¿Qué?
CHIRINOS: Panini, querido, abre el telón...
CHANFALLA: (Se ríe forzadamente.) Qué bueno, sí. Muy bueno. Me gusta tu sentido del
humor.
ESCIPIÓN: No es una broma.
CHANFALLA: Cállate, estúpido. Bueno, bueno. Ya está bien. Nos hemos divertido mucho,
¿verdad? Ahora... abre, ¿quieres?
Panini se pone a tocar desde el otro lado del telón.
ESCIPIÓN: Va a dejarnos aquí.
CHANFALLA: Me cago en la Virgen y en la puta madre que te parió cabrón de mierda abre
ese maldito telón ahora mismo o por mis cojones que te reviento el alma...
Panini sigue tocando.
CHIRINOS: Es inútil. Vamos a quedarnos aquí.
ESCIPIÓN: Siempre.
CHIRINOS: Hasta que ellos quieran.
ESCIPIÓN: Hasta que ellos quieran. ¿Y qué haremos mientras tanto, Chanfalla?
Silencio.
¿Chanfalla? ¿Dónde está Chanfalla?
CHIRINOS: ¿Ya no está?
ESCIPIÓN: ¿Cómo que no está? Chirinos...
Silencio. Panini sigue tocando.
CHIRINOS: Ya ves, Escipión, al fin y al cabo, bueno, tendríamos que improvisar algo,
...algo especial, no sé si me entiendes... ¿Escipión? Tenemos todavía algo de
tiempo para... o quizá podríamos seguir... caminando. ¿Escipión? ¿Ya no me
oyes?
Silencio.
¿Escipión?

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El Quinteto de los Milagros 2006

La música que está tocando Panini se va alejando y se hace cada vez menos audible al mismo
tiempo que se hace el

Oscuro.

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