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Los Problemas del

Arca
En el arca de Noé los animales llevaban tanto tiempo que empezaron a organizar juegos y actividades para divertirse. Pero no
tuvieron mucho cuidado, y en uno de los juegos, un pájaro carpintero terminó haciendo un agujero en el fondo del arca. El
agujero empezó a crecer, y en poco tiempo comenzó a entrar muchísima agua.

Uno a uno, distintos animales trataron de arreglarlo, peleándose incluso por ser los que salvaran el barco, pero ni siquiera la
presa del castor pudo hacer nada. Empezaron a asustarse y pensaron que el barco se hundiría, pero entonces la abeja explicó
a todos cómo ellas siempre trabajaban todas juntas y en equipo, cada una haciendo lo que mejor sabía, y todos comenzaron a
organizarse y ayudarse: los pájaros tiraban todos juntos del barco hacia arriba, los elefantes y otros animales grandes
llenaban sus bocas de agua para sacarla del barco, los más rápidos iban de acá para allá juntando materiales que los que
construían nidos y madrigueras utilizaban para arreglar el boquete cada vez mayor.

Así, todos trabajando, consiguieron frenar un poco el hundimiento, pero no pararlo. Desesperados, siguieron buscando si
faltaba algún animal por ayudar. Buscaron y buscaron,
pero en el barco no había nadie más.

Pero de repente, un pez se coló en barco, y los animales se dieron


cuenta de que ¡aún no habían pedido ayuda a todos los animales
del mar! Pidieron al pez que buscara ayuda para salvar el barco,
y acudieron peces y peces, y hasta una gran ballena que terminó
por cubrir el agujero mientras el resto de animales reparaban
el barco. Y así fue como todos los animales se salvaron con la
ayuda de todos.
Las Gafas de Susana
Susana era una niña lista y tímida. Pero como no veía muy bien, llevaba gafas desde que podía recordar, y algunos de sus
compañeros de clase se burlaban de sus gafas de grandes cristales. Un día Luis empezó a llamarla Cuatro Ojos, y como era un chico
muy popular en la clase, todo el mundo terminó conociéndola por Susana Cuatro Ojos.Ella hacía como que no le importaba, pero
realmente no le gustaba nada.

Cierto día hicieron una excursión con el colegio para visitar unas cuevas muy famosas. Todos caminaban en fila india, cuando Luis
resbaló y metió el pie en un agujero. En su caída sólo pudo agarrarse a Susana, que caminaba a su lado, y ambos resbalaron durante
un buen rato hasta que fueron a parar a una gran caverna. Estaba muy oscuro, y sólo se veía un rayito de luz procedente del techo de
la caverna, muchos metros por encima, y algunas raíces y troncos que habrían caído por aquella apertura. Llamaron a voces y gritos,
pero nadie acudió. Agazapados y muertos de frío, pasaron una noche oscurísima dentro de la cueva.

A la mañana siguiente, seguían sin haberles encontrado, y sólo el pequeño rayo de luz les dejó ver algo. Luis aprovechó para gritar
con más fuerza y tratar de buscar alguna salida, pero no consiguió nada en horas, y empezó a sentir miedo. Debía ser mediodía,
porque entonces Susana vio que el rayo entraba recto, directamente hasta el suelo. Rápidamente fue hacia él tomando uno de los
troncos, y haciendo una lupa con sus gafas, convirtió aquel rayito en una pequeña llama que encendió la antorcha.

Luis, sorprendidísimo y emocionado, tomó algunos troncos y juntos comenzaron a explorar la cueva.
Tardaron algún tiempo y quemaron unos cuantos troncos, pero finalmente encontraron una salida.
Entre abrazos y gritos de alegría, Luis le dio mil gracias a Susana. Él sabía que no le gustaba nada
que le llamara "Cuatro Ojos", y ahora se arrepentía de haberla llamado así, sobre todo después de que
gracias a aquellas gafas hubieran podido salir de allí...

Así que cuando por fin vieron a todos los que les buscaban, incluida la policía, y los periodistas les
abordaron con preguntas, Luis se adelantó y dijo:
- ¡Qué suerte he tenido! ¡No podía tener mejor compañera de aventuras que Susana Rayo Láser!
Así comenzó a contar la historia, y desde aquel día, no hubo ningún otro "cuatro ojos" en aquel colegio.
Eso sí, no preguntes por los "Rayo Láser", porque hay unos cuantos.
Los Duendes Malvados
Había una vez un grupo de duendes malvados en un bosque, que dedicaban gran parte de su tiempo a burlarse de un pobre
viejecito que ya casi no podía moverse, ni ver, ni oir, sin respetar ni su persona ni su edad.

La situación llegó a tal extremo, que el Gran Mago decidió darles una lección, y con un conjuro, sucedió que desde ese
momento, cada insulto contra el anciano mejoraba eso mismo en él, y lo empeoraba en el duende que insultaba, pero sin que los
duendes se dieran cuenta de ello.

Así, cuanto más llamaban "viejo tonto" al anciano, más joven y lúcido se volvía éste, al tiempo que el
duende envejecía y se hacía más tonto. Y con el paso del tiempo, aquellos malvados duendes
fueron convirtiéndose en seres horriblemente feos, tontos y torpes sin siquiera saberlo.

Finalmente el mago permitió a los duendes ver su verdadero aspecto, y éstos comprobaron
aterrados que se habían convertido en las horribles criaturas que hoy conocemos como trolls.

Y tan ocupados como estaban faltando al respeto del anciano, no fueron capaces de descubrir
que eran sus propias acciones las que les estaban convirtiendo en unos monstruos, hasta que
ya fue demasiado tarde
.

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