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ADOLESCENCIA
DEFINICIÓN
Los padres se siente incapaces de modificar las conductas de sus hijos y, cuando
llegan a la consulta, ya lo han intentado todo, incluso la humillación. Sin embargo,
y a pesar de lo habitual de los fracasos terapéuticos, cabe la satisfacción de ver
como algunos salen de este torbellino emocional y conductual, algo que suele
llenar de inmensa satisfacción al terapeuta y al propio paciente y su familia.
CLASES
Destrucción de la propiedad.
Fraudulencia o robo.
I. Depresión.
II. Ansiedad.
III. Reacciones adaptativas.
IV. Trastorno por Déficit Atencional con Hiperactividad.
V. Psicosis.
VI. Trastorno bipolar.
VII. Déficits neurocognitivos: retraso mental y trastornos específicos del
desarrollo.
VIII. La epilepsia pude en algunos casos dar lugar a problemas de
conducta.
También hay que considerar la posible asociación de los anteriores trastornos con
el Trastorno de Conducta. Por ejemplo: en el retraso mental pueden aparecer
problemas de conducta en un 15-20%, síntomas depresivos en el 20%. Para
algunos autores, la asociación del Trastorno de Conducta con la Hiperactividad
sería del 50%, contraste que no ha sido abordado por estudios pertinentes.
ETIOLOGÍA
Se habla que detrás de comportamientos violentos del tipo que aquí tratamos,
existen variables individuales, familiares y sociales.
Variables individuales:
1. Genéticos:
Se cree que existe una cierta vulnerabilidad. Sabemos que en los gemelos
monocigóticos la concordancia es del 70 % y entre los heterocigóticos del 30 %.
Sin embargo, también sabemos que, si bien en los hijos adoptados con padres
biológicos disociales la presentación de conductas violentas son más frecuentes,
cuando los padres adoptivos son disociales, aunque no los padres biológicos,
también los trastornos de conducta son más frecuentes. Por tanto, vulnerabilidad
pero mediada fundamentalmente por el ambiente.
2. Neuroquímicos:
3. Endocrinos:
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EVOLUCIÓN
Los casos menos graves suelen mejorar a lo largo del tiempo. Los más graves
siguen un curso crónico que "hipoteca" la vida social y laboral del paciente. En
estos casos, lo que comienza tempranamente siendo un temperamento difícil con
problemas en el ámbito escolar y familiar llega a la adolescencia con consumo de
alcohol y otras drogas, actos delictivos, incursiones sexuales con, a veces,
promiscuidad y falta de compromiso escolar y laboral.
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TRATAMIENTO
El niño agresivo
Es alrededor de los 6-7 años, cuando el niño ya tiene conciencia de haber mentido
y se siente mal por ello, aunque no se le haya descubierto.
- por imitar a los adultos: El niño se da cuenta que los adultos mienten cuando les
interesa:
- al niño tímido se le estimulará más, se hablará con él para que al "conocer" esas
cosas que le producen tanto miedo se sienta con más dominio sobre ellas.
- para evitar un castigo: la mayoría de las mentiras vienen producidas por este
miedo. Suele responder a unos padres demasiado rígidos y moralizadores, y a un
hijo con miedo de perder el amor de éstos. Es conveniente averiguar qué imagen
tienen estos hijos de los padres, pues a veces es muy distinta de la que creemos.
EL NIÑO AGRESIVO
Antes de esta edad, lo que muestra el niño es rabia, mediante pataletas y gritos.
Es a partir de los 4 años, cuando esta agresividad pasa a ser expresada
verbalmente.
Esto ocurre en el desarrollo normal de todo niño. Lo que sucede es que algunos
continúan mostrándose agresivos, y esto sí que se convierte en una conducta
problemática. El grado de agresividad, la edad de aparición, así como su
permanencia en el tiempo hará determinar la intervención de un psicólogo infantil
que abarque el problema desde su globalidad.
Generalmente, tras este comportamiento hay una baja autoestima, un ser que
lucha por autoafirmarse y/o la expresión de un exceso de tensión o angustia que
no encuentra otra vía de escape. Para unos, la agresión es una forma de dominar
al grupo y para otros es imitar lo que han visto o vivido en casa,...
Para lograr algún cambio en dicho comportamiento, habrá que incidir directamente
sobre las causas que lo originan, además de educarle en el control de sí mismo.
Son casos que requieren una rápida intervención, pues están poniendo en peligro
su propia vida y la de los demás.
- perder el apetito
- .....
Estos datos deben alertarnos, y hacen necesario buscar las causas (hablando con
el propio niño).
rabietas frecuentes
discutir excesivamente con los adultos
desafío activo y negación a cumplir con lo que los adultos le piden que haga
y a las reglas
intentos deliberados de molestar y fastidiar a la gente
culpar a otros por sus propios errores y mal comportamiento a menudo
ponerse quisquilloso o enfadarse fácilmente con otros
irritación frecuente y resentimiento
usar palabras hirientes y odiosas cuando está alterado
buscar vengarse.
Los síntomas se pueden usualmente ver en múltiples situaciones, pero pueden ser
más evidentes en el hogar o en la escuela. De un cinco a un quince por ciento de
todos los niños de edad escolar tienen TDO.
Las causas del TDO se desconocen, pero muchos padres informan que su niño
con TDO era más rígido y demandante que sus hermanos desde su temprana
edad.
A un niño que presenta los síntomas del TDO debe de hacérsele una evaluación
comprensiva. Es importante buscar otros desórdenes que puedan estar presentes,
tales como: el trastorno de déficit de atención e hiperactividad (TDAH), problemas
con el aprendizaje, desórdenes del humor (depresión, desorden bipolar) y
desórdenes de ansiedad. Puede que sea difícil mejorar los síntomas del TDO sin
tratar el trastorno Los coexistente. Algunos niños pueden llegar a desarrollar lo
que se conoce como trastorno de la conducta.
Tratar con un niño con TDO puede ser muy difícil para los padres. Estos padres
necesitan respaldo y conocimiento.
Los padres pueden ayudar a su niño con TDO de las siguientes maneras:
Muchos niños con TDO pueden responder a las técnicas positivas de los padres.
Los padres pueden pedirle a su pediatra o médico de familia que los refiera a un
siquiatra de niños y adolescentes, quien puede diagnosticar y tratar el TDO y
cualquier condición siquiátrica co-existente.
El niño ansioso
Todos los niños sienten ansiedad. Es de esperar y es normal que el niño se sienta
ansioso en ciertos momentos específicos de su desarrollo. Por ejemplo, entre los 7
meses y la edad pre-escolar, los niños saludables pueden sentir ansiedad intensa
cuando se separan de sus padres o de otros seres queridos.
Los niños pueden tener temores de corta duración, (como el miedo a la oscuridad,
las tormentas, los animales o los desconocidos). Sin embargo, cuando las
ansiedades se vuelven severas y empiezan a interferir con las actividades diarias
de la infancia, tal como separarse de los padres para ir a la escuela y hacer
amigos, los padres deben de considerar el solicitar una evaluación de un
psiquiatra de niños y adolescentes y su asesoramiento.
Los problemas de ansiedad severa en los niños se pueden tratar. Los tratamientos
incluyen una combinación de lo siguiente: psicoterapia individual, terapia familiar,
medicamentos, tratamientos del comportamiento y consultas con el personal de la
escuela.
"No siempre puedes controlar los que pasa fuera, pero sí puedes controlar
siempre lo que pasa dentro" Wayne W. Dyer
Para nosotros la mejor definición es la que dan Safer y Allen en 1979 " trastorno
del desarrollo concebido como retraso en el desarrollo, que constituye una pauta
de conducta persistente, caracterizada por inquietud y falta de atención excesivas
y que se manifiesta en situaciones que requieren inhibición motora. Aparece entre
los dos y los seis años y comienza a remitir durante la adolescencia
."El problema real de los niños hiperactivos se plantea ante aquellas situaciones
en las que se les exige control de los movimientos y mantenimiento de la atención.
Los síntomas definitorios del trastorno por déficit de atención con hiperactividad
según la clasificación nosológica DSM3-R son: actividad motora excesiva, falta de
atención y de control de impulsos.
En sí, se trata de niños desordenados, descuidados, que no prestan atención en
clase, que cambian continuamente de tarea y presentan una actividad permanente
e incontrolada sin que vaya dirigida a un determinado objetivo o fin.
Tienen dificultades para permanecer quietos, sentados, suelen responder
precipitadamente incluso antes de haber finalizado la formulación de las
preguntas, además se muestran impacientes y no son capaces de esperar su
turno en las actividades en las que participan más individuos.
Además de las diferencias cuantitativas, varios autores han señalado que en los
niños los comportamientos impulsivos, la excesiva actividad y la falta de atención,
persisten durante más tiempo, se mantienen constantes a través de sucesivos
cursos escolares y se incrementan al aumentar las exigencias escolares.
Los indicadores de hiperactividad en los distintos momentos evolutivos son los
siguientes:
Los niños que son hiperactivos en todos los ambientes tienen un peor pronóstico
porque sufren con más frecuencia las consecuencias negativas que sus
comportamientos alterados provocan en la familia, colegio y grupo de amigos; de
este modo, se vuelven más vulnerables y, por tanto, aumenta el riesgo de que
desarrollen comportamientos antisociales.
Evaluación de la hiperactividad
Factores biológicos.
Tratamiento de la hiperactividad
Los porcentajes indican que aproximadamente entre un 60-70 y 90 por 100 de los
niños tratados con estimulantes mejoran, sobre todo, en cuanto a su atención e
impulsividad. El médico suele decidir el estimulante más adecuado para cada niño
a partir de los siguientes criterios: tiempo que tardan en producirse los efectos
sobre el comportamiento infantil, duración de los mismos, efectos secundarios no
deseados, confianza que el profesional tiene en el fármaco y con el que está más
familiarizado.
También pueden aparecer alteraciones del estado de ánimo, están tristes, tienen
más sensibilidad a las críticas, se muestran irritables.
Por último, los expertos no olvidan los posibles efectos negativos sobre la
autoestima y competencia del propio niño. Aquellos que toman fármacos pueden
sentirse diferentes a los demás y considerar que sus éxitos en el colegio se deben
a la acción de los fármacos más que a su propio esfuerzo y habilidad.
Es habitual que al principio del tratamiento las tareas que el niño ha de realizar
para obtener ganancias sean de escasa complejidad, que irá en aumento a
medida que progresa la terapia. El tratamiento de la hiperactividad tendrá lugar en
el ambiente natural, es decir, en casa y en el colegio con lo cual deberá contarse
con la participación de los padres y maestros quienes, en último caso y siguiendo
las instrucciones del profesional, van a administrar las recompensas tras los
comportamientos adecuados y extinguir las conductas no apropiadas.
Las técnicas cognitivas parten de la base de que los niños hiperactivos tienen
déficit en las estrategias y habilidades cognitivas que se requieren para ejecutar
satisfactoriamente las tareas escolares. Por tanto, se considera que sus
perturbaciones y comportamientos alterados son secundarios a las deficiencias
cognitivas que les caracterizan. El entrenamiento en Autoinstrucciones consiste en
modificar las verbalizaciones internas que un sujeto emplea cuando realiza
cualquier tarea y sustituirlas por verbalizaciones que son apropiadas para lograr su
éxito. El objetivo de la técnica no es enseñar al niño qué tiene que pensar sino
cómo ha de hacerlo.
Así pues, el método consiste en aprender un modo apropiado, una estrategia para
resolver los fracasos y hacer frente a nuevas demandas ambientales.
Orientaciones prácticas
Sin embargo, no basta con ser más tolerantes y pacientes; los expertos coinciden
en aconsejar que los adultos, además de estas actitudes, deben adoptar normas
apropiadas de actuación que incluyen tanto establecer reglas explícitas para
regular la convivencia como administrar castigos cortos pero eficaces.
CAUSAS
1- Introducción
3- Evolución
-Existen evidencias que los trastornos de conducta severos que presentan los
preescolares sitúan a estos niños en un alto riesgo de presentar trastornos de
conducta en edad escolar, adolescencia y edad adulta. Lo cual indica la
importancia de una detección e intervención precoz.
-Agresividad.
-Impulsividad.
-Carácter manipulador.
6- Etilogía
-Muchos de los niños afectados por T.C. presentan un Cociente Intelectual (C.I.)
límite. Esta asociación entre T.C. y C.I. límite no sería consecuencia del fracaso
escolar ya que se da a edades muy tempranas.
-Los T.C., pueden aparecer asociados con otros trastornos clínicos cómo
depresión, ansiedad, retraso mental, epilepsias, trastorno bipolar y dificultades del
aprendizaje en áreas específicas como la lectura, escritura o cálculo.
8- Pautas de intervención
-La entrevista con los padres es fundamental, en un primer momento, para obtener
información, pero ésta, no suele estar expresada en términos conductuales sino
en términos de su propia interpretación. Puede ocurrir también que haya
discrepancias entre diferentes miembros de la familia acerca del origen y/o
mantenimiento del problema. Igualmente, puede darse la situación de que el niño
sea etiquetado como "problemático", "gamberro", "rebelde", "no tiene respeto por
nada"..., sin asumir, los padres, ningún compromiso. A estas alturas ya se habrán
establecido un marco de interacciones verbales coercitivas y desafiantes entre
ambos lados que llevan sólo a la perpetuación del problema.
-Con los niños que presentan T.C. la conversación no es fácil ni por parte de los
padres, de maestros o incluso el terapeuta. Están acostumbrados a que sus
intercambios verbales se realicen de una forma conflictiva, de oposición a los
interlocutores. En el proceso de escolarización de estos alumnos suele producirse
aquello que Tanen (1994; 2004) define como "ritualización del conflicto". Ello hace
referencia a que se da una cierta cristalización de las representaciones, actitudes
y presuposiciones que cada uno de los interlocutores tiene sobre el otro (niños
T.C./Profesores, educadores, padres). Las propias posiciones subjetivas (los
respectivos marcos de referencia personal y situacional), de los participantes los
empuja hacia la confrontación. Las representaciones que tienen de sí mismos y
del otro llevan a cada uno de los interlocutores a definir e interpretar la situación
sobre la base de sus propias sospechas y perjuicios, percibiendo que atentan a su
imagen y sentimientos. En definitiva se obstaculiza el establecimiento de bases
contextuales comunes y, en consecuencia, se imposibilita la construcción de un
marco de referencia compartido por las dos partes.
-Al hablar con un niño con T.C. siempre deberemos tener presente este substrato
subjetivo, pues, los participantes al hablar, se comportan de acuerdo con sus
interpretaciones, conocimientos y sentimientos vitales que constituyen sus marcos
de referencia personal.
-Suele ser frecuente que nos encontremos con niños o niñas que no respeten una
mínima estructura de participación. Voces superpuestas entre los interlocutores,
interrupciones, bloqueos y rupturas que se manifiestan de muchas maneras
(negativa a hablar en un primer momento, tonos de voz elevados hasta llegar a
chillar, silencios.....). De esta forma se crea y se consolida un contexto de conflicto,
hipotecando cualquier posibilidad de generar acuerdos y elementos compartidos.
Por tanto se cierra la oportunidad a la confianza mutua.
-Así pues, el reto principal para padres, educadores o maestros será encontrar las
formas y los medios mediante los cuales podamos transformar este contexto de
conflicto, donde imperan los puntos de referencia de cada una de las partes, por
un contexto mental donde la experiencia común sirve de base para establecer un
sistema de interpretación e interacción más compartido.
1º-Cual es la conducta o conductas que deben modificarse (lo que hace y cómo).
5º-Evaluar la motivación hacia el "cambio" no tan solo del niño sino también de la
familia. Sus expectativas, nivel de colaboración, habilidades y recursos
personales, etc...Hay que establecer sistemas de comunicación más eficaces
entre las partes, evitando las interacciones coercitivas.
6º-Escoger de inicio las técnicas más simples, con alta probabilidad de eficacia,
pero adaptados al funcionamiento de la familia.
1-Moldeamiento de la conducta.
2-Economía de Fichas.
3-Coste de la respuesta.
4-Tiempo Fuera.
6-La Relajación.
La relajación puede ser útil, en algunos casos, como complemento del tratamiento
terapéutico. Se enseña al niño estrategias cuyos resultados contrarrestan los
elevados niveles de activación fisiológica que suelen preceder a la conducta
agresiva.
7-Contrato Familiar.
8-Habilidades Sociales.