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HISTORIA Y DESARROLLO DE LOS SALMOS.

1 UNA INTRODUCCIÓN.
Hablar de los Salmos no es una cosa sencilla pues, aunque estamos familiarizados
con ellos, considerando que representan el culmen de la experiencia religiosa de un
pueblo1, la oración dictada por el mismo Dios, la poesía y el canto religioso de una
comunidad creyente y, definitivamente, una lengua y un uso de la misma, ajenos a
nuestra cultura occidental, los Salmos, su consideración y su estudio son difíciles de
digerir.

Se me ha invitado a que comparta con este selecto grupo de personas algunos


datos sobre la historia y desarrollo de los Salmos y he aceptado este encargo con temor y
temblor, ya que no me considero especialista en este tema, pero sí con mucho entusiasmo
ya que me ayudará a refrescar algunos conocimientos y a compartir con Ustedes algunas
reflexiones.

Si damos una mirada rápida al Salterio nos damos cuenta inmediatamente de


algunas cosas fundamentales.

a) Es una obra compuesta integrada por 150 poemas individuales muy distintos
en su contenido. Casi la mitad de ellos tienen un encabezado que parece
darnos la pista de supuestas autorías (David, Asaf, Etán, etc.), dato que ya de
por sí hablaría de un origen plural; en la misma línea se puede mencionar un
dato, puesto también al comienzo de algunos poemas, que indica el tipo de
salmo (sir, mizmor, miktam, maskil, etc.). Algunos salmos se refieren a la
piedad individual, otros ofrecen características más bien de piedad colectiva;
algunos parecen poemas escolares (por su estructura mecánica y formal), otros
parecen piezas poéticas hechas por cantores o escritores que sólo pretendían
el reconocimiento de sus cualidades artísticas (por ejemplo Sal 45,2) y,
finalmente, cabe señalar que hay numerosos salmos en los que se notan
huellas de reelaboración, principalmente debido a su falta de uniformidad (Sal
19; 22; 29; 50; 108; 133; 136).
b) Es poesía cultual por excelencia. El Sal 102 declara que se trata de una plegaria
del afligido cuando desfallece y derrama su queja ante Yahvé. Se percibe como
una nota litúrgica en un caso particular, como si se tratara de una pieza de un

1
A. González afirma: “Los salmos, en efecto, son la cima religiosa y literaria del genio de Israel”. A. González,
El Libro de los Salmos (Barcelona 1984) 9.
muestrario litúrgico. Por su parte el autor del Sal 40 nos informa de la
sorprendente liberación de que fue objeto como respuesta a su plegaria y de su
deseo de proclamarla (vv. 2-4). La proclamación es definida como “canto nuevo
de alabanza”, cuyo contenido se contagia a quienes acompañan al orante
(“muchos al verlo”), provocando su confianza en Yahvé. La mención que se
hace en el v. 7 de un “libro” (manuscrito, rollo) parece hacer referencia a la
presentación de un documento que habla de su propia experiencia de
salvación y que contendría el himno compuesto para ser recitado por el orante
y sus acompañantes. Es probable que estos documentos se conservaran en el
santuario sea como memorial o bien para ser utilizados por otras personas en
situaciones semejantes a la descrita, o con ambas finalidades. Con esta misma
intención (poemas sálmicos para el culto) podemos encontrar numerosas
referencias, como: Sal 5,8; 35,18; 42,5; 43,4; 51,18; 66,13; 69,31s; 101,7, etc.
c) Son fruto de una experiencia religiosa. Notamos como los Salmos hacen una
continua mención del Señor (o de Dios) que ponen de manifiesto su carácter
religioso, muchas veces lleno de ternura (Sal 131). Sin embargo, no somos
capaces de captar la naturaleza de dicha experiencia religiosa ya que se trata
de la experiencia de unas personas que tenían una visión del hombre, del
mundo y de Dios ciertamente muy distinta a la nuestra. Por lo demás hemos de
decir que el campo de la piedad del salmista no sólo se refiere a la divinidad,
sino que abarca múltiples aspectos, como la Ley (Sal 1; 119), el cosmos (Sal 8),
la ciudad santa y su templo (Sal 122); la fraternidad (Sal 133); el ungido real (Sal
2; 72), etc. Además se trata de una experiencia religiosa bastante heterogénea
pues a lo largo del salterio descubrimos poemas que reflejan una experiencia
dolorosa para cuya solución se solicita la presencia o la ayuda de Dios (Sal 5;
57); a veces el salmista percibe la ausencia de Dios (Sal 10; 22); en ocasiones se
descubre culpable (Sal 50) o inocente (Sal 73,13). También existen salmos en
los que la experiencia religiosa se expresa mediante una alegría incontrolable
(Sal 18), o la contemplación (Sal 8; 19) o también la confianza (Sal 23; 27; 42).
Podemos decir que todos los sentimientos humanos (tristeza y alegría, temor y
confianza, desasosiego y serenidad, introspección y contemplación cósmica)
están presentes en los salmos y son signo de esa multiforme experiencia
religiosa.
2 CARACTERÍSTICAS GENERALES.
2.1 EL NOMBRE DEL LIBRO.

El nombre castellano, Salmos, se remonta al término griego psalmoi, que significa


canciones para instrumentos de cuerda y es utilizado por la traducción griega de los LXX.
En el NT se menciona varias veces el biblos psalmorum, referido a esta obra canónica (Lc
20, 42: 24,44; Hch 1,20; 13,33). Entre los judíos, el libro de los salmos era conocido como
sefer tehillim, libro de cantos.

2.2 LA NUMERACIÓN EN EL TM Y LXX.

Ambas versiones tienen el mismo número de salmos, pero difieren en la


numeración. La razón de esto es la siguiente: Sal 9 y 10 TM, así como 114 y 115 TM,
comprenden en cada caso un solo salmo en LXX. Además Sal 116 y 147 TM son divididos
en dos partes en LXX. El Esquema de estos desajustes lo visualizamos así:

TM LXX
1-8 1-8
9-10 9
11-113 10-112
114-115 113
116 114-115
117-146 116-145
147 146-147
148-150 148-150

2.3 TEXTO Y VERSIONES.

La lengua original de los salmos es el hebreo. Los manuscritos son más bien
tardíos, hacia finales del primer milenio d.C. El texto de numerosos salmos refleja un
complicado proceso de transmisión que no siempre es fácil detectar. Podemos mencionar:
las dudas que nacen de la misma lectura del texto consonántico, las alteraciones
voluntarias o negligentes de algunos copistas, la transmisión oral en un primer momento
(de 6 a 8 siglos) que dio lugar a cambios en el texto.

Por lo que se refiere a las versiones, la traducción más antigua es la griega de los
LXX, de finales del siglo II a.C., cuyo valor reside en ser el testigo más significativo de un
primitivo texto hebreo, no tanto por su calidad de traducción. Al decir de algunos
estudiosos es una traducción muy servil al original hebreo y al parecer los traductores no
conocían bien ni el griego ni el hebreo. Sin embargo, los desajustes de los LXX respecto del
TM se pueden explicar pensando que el texto hebreo utilizado por los traductores era un
poco diferente del TM. Las grandes recensiones del texto de los LXX, en torno al 300 d.C.
fueron obra de Luciano en Antioquía y de Hesiquio en Alejandría. Otras versiones griegas,
según citas de algunos Padres, sobre todo de San Jerónimo, fueron: la de Aquila (primera
parte del s. II), la de Teodoción (segunda parte del s. II) y la de Símmaco (por el año 200).
La primera traducción latina a partir de los textos originales fue hecha por San Jerónimo y
es conocida como Psalterium juxta hebreos o Salterio de San Jerónimo.

2.4 LAS CABECERAS DE LOS SALMOS.

Antes del comienzo de un salmo, nos encontramos con una serie de indicaciones que
pueden concentrarse en cinco apartados: términos referentes a colecciones, términos
técnicos musicales y melódicos, instrucciones para el uso litúrgico, nombres propios y
datos históricos.

a) TÉRMINOS REFERENTES A COLECCIONES. Los más comunes son SIR y MIZMOR,


usados en 37 ocasiones, a veces juntos en el mismo salmo (30; 65; 75, etc.). El
primero significa “canción” y hace referencia probablemente al canto cultual del
templo de Jerusalén, lugar por excelencia de la presencia de Yahvé. En ocasiones el
término SIR aparece acompañado de especificaciones: SIR HAMMALOT 2, Canción
de las subidas (Sal 123). La diferencia entre sir y mizmor no se percibe con claridad.
Algunos piensan que Mizmor subraya el acompañamiento instrumental, mientras
que Sir indica sobre todo la interpretación vocal o también que ambos términos
tienen un valor intercambiable. También aparece el término MASKIL (13 veces; por
ejemplo en Sal 32; 42). Es traducido como “canción artística” o “canción didáctica”.
Lo más probable es que el término señale la calidad del salmo en cuestión:
“canción artísticamente concebida”. Otro término es MIKTAM (Sal 16; 56-60), del
cual se ofrecen dos posibles interpretaciones: según el significado “cubrir-ocultar”
(de la raíz KTM en acádico), habría que traducir como “salmo expiatorio”, en
cuanto que cubre o expía los pecados; o también como “plegaria secreta”, no
publicada. Otra línea de interpretación, que se fundamenta en la traducción del
término en los LXX como “inscripción pétrea” (stelographia), se traduciría como
“ser imborrable” y, en tal caso, indicaría el salmo en cuanto escrito, por
contraposición a la práctica habitual, consistente en la recitación. Otro término de
significado dudoso es SIGGAYON, que suele traducirse por lamentación o súplica.
2
Se han sugerido diversas explicaciones de este título. Subida se referiría no tanto a desplazamiento en el
espacio, sino más bien a un escalonamiento (canciones en serie o canciones en secuencia). Una
interpretación cultual señalaría una escalinata en el templo donde se recitarían esta clase de salmos. Más
razonable sería pensar que el término se refiere a las actividades de los peregrinantes que subían
procesionalmente al templo de Jerusalén con ocasión de ciertas festividades. Cf. V. M. Asensio, Libros
sapienciales y otros escritos, (Verbo Divino 1994) 300.
También aparece TEHILLAH (en la cabecera del Sal 145 y en el primer versículo de
33; 34; 65; 147; 149) y se refiere al canto de alabanza individual y al himno.
b) TÉRMINOS TÉCNICOS MUSICALES Y MELÓDICOS. Aparece el término BINGINOT
(Sal 4; 6; 54; 55; 67; 76), que hace referencia a instrumentos de cuerda. También
encontramos EL HANNEHILOT que puede significar una indicación melódica o, por
su cercanía al término halil, flauta, puede traducirse “con acompañamiento de
flauta”. Otro término es AL MAHALAT (presente sólo en Sal 53 y 88) que se podría
traducir como “melancolía” (si derivara de la raíz hlh, estar enfermo) o bien como
“danza cultual” (si proviniera de Mahol, danza en corro). Los términos
mencionados son los más importantes, aunque aparecen otros como: “según la
paloma de los terebintos lejanos” (Sal 56); “según la cierva de la aurora” (Sal 22),
“según las azucenas” (Sal 45 y 69), “para las doncellas” (Sal 46) y más. Todos hacen
referencia a melodías de significado desconocido.
c) INSTRUCCIONES PARA EL USO LITÚRGICO. Las palabras que aparecen para
referirse al uso en la liturgia son: LAMeNASSEAH, del cual no se tiene una
explicación satisfactoria. Basados en textos tardíos de Crónicas y Esdras, la raíz
NSH significa “sobresalir”, “ir a la cabeza” o “dirigir”, en cuyo caso haría referencia
al “maestro de coro” o “a quien sobresale” (por ser poeta o cantor”). LeTODAH (Sal
100,1) tiene relación con la ofrenda de acción de gracias. LeANNOT (Sal 88) está
relacionado con los verbos “cantar” o “tocar”. LeHAZQUIR (Sal 38 y 70) con
cercano parentesco con la raíz ZKR, que significa “recordar” y en algún caso (Is
66,3) con valor de “ofrecer” y, entonces, significa “canción para recordar, para
rememorar” o “canción para una ofrenda”.
d) NOMBRES PROPIOS. Con frecuencia encontramos nombres propios de personas
en las cabeceras de los salmos: DAVID (73 veces); ASAF (12 veces. Cf. Sal 50; 73-
83); SALOMON (dos veces; Sal 72 y 127); LOS HIJOS DE CORÉ (11 Veces. Cf. Sal 42-
49; 84s; 87s). Una ocasión HEMÁN (Sal 88); ETÁN (Sal 89) y MOISÉS (Sal 90). La
mayor parte de estos nombres llevan la preposición lámed como prefijo, con un
valor discutido. Los LXX le reconocen un valor material de dativo (para David); la
Vulgata, en cambio, le da un valor de genitivo (de David) reconociéndole un valor
de autoría (lámed auctoris). En opinión de especialistas en la materia, la
preposición lámed no se refiere originalmente al autor del salmo en cuestión, sino
a su categoría o a su pertenencia a una colección determinada. Por lo que se
refiere a los nombres de Asaf, Hemán y Etán (cantores del templo) y a los Hijos de
Coré (relacionados con los levitas y porteros del templo), los salmos que los tienen
en en su encabezado estarían en relación con los gremios y músicos del segundo
templo como autores, recopiladores o supervisores de las tareas de composición o
adaptación.
e) DATOS HISTÓRICOS. Existen también algunos salmos que tienen en sus cabeceras
supuestas situaciones históricas que dieron origen a dichos poemas. En Sal 3,
después de su atribución a David se dice: “cuando huyo de Absalón, su hijo”; en Sal
51: “cuando se presentó a él el profeta Natán a causa de su pecado con Betsabé;
en Sal 57: “cuando huyó de Saúl en la caverna”. Otros semejantes son: Sal 7; 18;
34; 52; 54; 56; 59; 60; 63; 142. Habremos de decir que estas cabeceras históricas
no corresponden a la época de composición de los salmos mencionados, sino que
se trata de adiciones posteriores hechas por exegetas posteriores al exilio que
buscaban así ayudar a su comprensión.

3 LA FORMACIÓN DEL SALTERIO.


Entramos aquí a lo que viene a ser nuestro tema, después de las notas
introductorias. Los puntos que trataremos nos ayudarán a comprender cómo se formaron
los salmos, es decir, su desarrollo histórico.

3.1 Colección de colecciones.

Sin mucho esfuerzo podemos ver que el Salterio ni constituye la obra de un solo
autor ni es fruto de una sola recopilación, sino que se trata de una colección de
colecciones. Es imposible prácticamente reconstruir las etapas de formación del Salterio
que es el resultado de un largo y complicado proceso en el culto sinagogal y que dio
comienzo en torno al año 200 a.C. Se pueden dar las siguientes razones: hay una amplia
serie de duplicados (P. ej. Sal 14 y 53; 40,14-18 y 70; etc.). Sorprende el uso no
indiscriminado del nombre de Dios: Yahvé y Elohim; así: en el bloque Sal 42-83 se usa casi
exclusivamente Elohim (200x; Yahvé solo 43x), mientras que en el resto del Salterio se usa
con toda naturalidad el nombre de Yahvé (642x; Elohim sólo 29x). Esto, desde luego, no es
accidental; algunos opinan que se debe a una revisión elohísta del Salterio; otros suponen
(y es lo más probable) la existencia de al menos dos colecciones, una yavista y otra
elohísta, pues es incomprensible que la revisión elohísta afectase sólo al bloque 42-83. La
nota de Sal. 72,20 (“Aquí terminan las plegaria de David”) significa que el editor no
conocía otros salmos de David o que esa colección en concreto acababa ahí; de cualquier
forma debe tenerse en cuenta que otros salmos catalogados después (p. ejemplo 86; 138-
145) también se atribuyen a David. Otro dato está en relación con los títulos de los
salmos: mientras que el bloque 90-150 es anónimo en su mayor parte, en 1-89 los poemas
son atribuidos a David,Asaf, Etán, los hijos de Coré. Estos datos mencionados confirman
que el Salterio es una gran colección de colecciones menores.

3.2 Grupos de salmos en la colección.

Sal 4-41: Salmos atribuidos a David (excepto el 10 y el 33).


Sal 42-83: Colección elohísta.

Sal 84-89: Salmos atribuidos a diversos cantores.

En el grupo 90-150 se pueden descubrir otras pequeñas colecciones, como salmos de


entronización (90-104), aleluyáticos 146-150), de peregrinación o de las subidas (120-134).

3.3 Evolución del Salterio.

Se puede decir que la evolución del Salterio es una progresiva unión de otras
colecciones a 3-41, que sería la más antigua. Se trata de poemas relacionados en su mayor
parte con las necesidades del individuo, más que con intereses comunitarios. Se supone
que junto al bloque mencionado circulaba una segunda colección davídica (51-72) con una
historia distinta e independiente a la anterior. Con el paso del tiempo se añadió a ésta el
grupo asafita (74-82, enmarcados por 73 y 83); el salmo 50 sería el poema introductorio a
la unión de esas colecciones menores. En un tercer momento se incluyó el bloque coraíta
(42-49). Los salmos 84-89 constituyen una especie de apéndice, y el 2 un prólogo.

La historia del conjunto 90-119 es bastante complicada; es un conjunto de salmos


bien distintos con algunos apéndices hímnicos; el Sal 1 y 119 vendrían a ser una gran
inclusión (carácter sapiencial de ambos; “la expresión feliz el hombre” y la mención de la
ley); por su parte el bloque 120-150 se fue incorporando gradualmente a todo el conjunto
anterior.

Conforme se fue imponiendo el uso de los salmos en la sinagoga, el Salterio acabó


siendo dividido en cinco libros: 1-41; 42-72; 73-89; 90-106; 107-150. Se trata de una
división arbitraria más que de carácter literario.

3.4 Datación del Salterio.

Se trata de la datación del Salterio, no de los salmos individuales, ya que de éstos


no es posible conocer ni aproximadamente la fecha de su composición. Tenemos que
decir que no hay acuerdo entre los estudiosos. Algunos autores opinan que la mayor parte
de los salmos fueron compuestos en la época macabea. Mowinckel y la Escuela Mito-ritual
piensan que la monarquía fue la época dorada de los salmos, pero ninguno de los
principios metodológicos manipulados por los autores ha sido suficientemente
convincente.

No hay duda que, con anterioridad a David, se cultivaba la poesía religiosa en Israel
(Ex 15,1-18; Jue 5). Además, debemos decir que la mayor parte de los salmos son, al
menos en su origen, poemas cultuales; algunos ejemplos de los mismos pueden
remontarse a los comienzos de la institución del culto en Jerusalén con David y Salomón.
También hemos de notar que otros salmos nos hablan del destierro en Babilonia (Sal
137). Otros tienen mucha relación con la literatura sapiencial que nos hacen pensar en el
avanzado periodo postexílico. Como consecuencia el Salterio es una colección de poemas
compuestos en un arco de tiempo de varios siglos. Como término ad quem de la primera
recopilación de los salmos habrá que pensar en los siglos III-II a.C.

Finalmente, es indudable la existencia de un proceso histórico de reinterpretación


de estos poemas religiosos. Numerosos salmos constituyen el resultado de la actividad de
los escribas durante el periodo exílico o postexílico, quienes estaban más preocupados por
los aspectos pietistas de la Torah o por la sabiduría que por la dimensión cultual (Cf. Sal
23; 33; 34; 103; 119; etc.).

4 LA POESÍA HEBREA Y EL SALTERIO.


Este punto me parece importante para entender mejor la oración sálmica y su
desarrollo ya que, como hemos dicho, el Salterio es una colección de poemas religiosos.
Conviene aquí hacer algunas consideraciones: 1) que la expresión poética no es exclusiva
del Salterio, ya que, prácticamente, la tercera parte del AT está escrito en forma poética;
2) que el salmista escogió la poesía por ser el vehículo expresivo religioso por excelencia;
3) para el hombre del Próximo Oriente antiguo la poesía es una auténtica forma de
conocimiento. Si los salmos buscan dar a conocer la experiencia del hombre ante Dios, la
poesía es el medio más adecuado para expresarla, transmitirla e interpretarla.

Pero hemos de tener en cuenta que la poesía del AT es distinta de cualquier otro
tipo de poesía, por lo menos de nuestra cultura occidental y, desde luego, de nuestra
tradición castellana. Hemos de decir que la rima es virtualmente inexistente; el ritmo se
fundamenta en un extraño sistema tonal; puede decirse que lo fundamental de la poesía
hebrea está constituido por el paralelismo entre versos o entre hemistiquios
(parallelismus membrorum), conocido también como paralelismo semántico, ya que se
trata de correspondencia de contenidos más que de formas.

4.1 PARALELISMO DE MIEMBROS.

La forma de trabajar del poeta hebreo consiste en presentar paralela y sucesivamente


pensamiento frente a pensamiento y frase frente a frase. Si el paralelismo se da entre
hemistiquios de un mismo verso, se llama interno; si se da entre versos, se llama externo.
El pensamiento puede ser repetido (paralelismo sinonímico), contrastado (paralelismo
antonímico) o prolongado (paralelismo sintético o formal).

a) Paralelismo interno.
Con unos ejemplos podemos ilustrar esta clase de paralelismo. Adviértase que los
hemistiquios están separados por una barra; los versos, por barra doble.

Señor, no me corrijas con ira/

No me castigues con cólera//

Ten piedad de mí, Señor, que estoy destrozado/

Sáname, Señor, que están secos mis huesos// (Sal 6,2-3).

Se trata de dos versos con paralelismo interno (entre hemistiquios) sinonímico:


corregir = castigar; ira = cólera; tener piedad = sanar; estar destrozado = estar secos los
huesos.

No litiga eternamente/

No tiene rencor para siempre//

No nos trata según nuestros pecados/

No nos paga según nuestras culpas// (Sal 103,9-10).

Litigar = tener rencor; eternamente = para siempre; tratar = pagar; pecado = culpa.

Otros ejemplos en los que el poeta utiliza compensaciones al estricto paralelismo:


Sal 98,5; 103,7; 43,3; 16,8.

Tenemos ejemplos de paralelismo interno antonímico:

El Señor conoce el camino del justo/

Pero el camino del malvado perecerá// (Sal 1,6).

Prefiero pisar el umbral de mi Dios /

Antes que habitar en las tiendas de los impíos// (Sal 84,11).

Quien desprecia al hombre abyecto/

Pero honra a los temerosos del Señor// (Sal 15,4).

Más difícil de detectar es el paralelismo sintético; en los ejemplos siguientes el


segundo hemistiquio avanza sobre el pensamiento del primero, completándolo.

He invocado al Señor/
Y me encuentro a salvo de mis enemigos// (Sal 18,4).

Eres terrible: ¿quién puede resistir/

Ante la vehemencia de tu ira?// (Sal 76,8).

¡Qué hermoso y agradable/

Que los hermanos vivan unidos!// (Sal 133,1).

b) Paralelismo externo. Se trata del paralelismo existente entre versos sucesivos.

Líbrame de mis enemigos, Dios mío,/

Ponme a salvo de mis agresores//

Líbrame de los malhechores/

Ponme a resguardo de los sanguinarios// (Sal 59, 2-3).

Encontramos aquí paralelismo externo sinonímico en dos versos que, a su vez,


cada uno tiene paralelismo interno sinonímico.

4.2 RECURSOS SONOROS.

Ya hemos dicho que la poesía hebrea carece de rima, sin embargo, es tal su fuerza
en sonidos e imágenes que no se percibe este supuesto defecto. El poeta hebreo tenía un
oído finísimo para apreciar la textura de las palabras y sabía cómo utilizar éstas para
provocar efectos brillantes. No nos detendremos en esto, ya que supone un elevado
conocimiento de la lengua hebrea, simplemente mencionamos que utiliza la aliteración
(consonancia de sonidos al comienzo de palabras o sílabas); la asonancia
(correspondencia de sonidos en las vocales acentuadas); la paronomasia (juegos de
palabras); la onomatopeya (una palabra o grupo de palabras suena como aquello que
describe).

5 GÉNEROS LITERARIOS DE LOS SALMOS.


Para entender el desarrollo del Salterio es necesario mencionar también los
géneros literarios que en él se utilizan. Una simple lectura del salterio nos permite
apreciar que los salmos pertenecen a géneros literarios diversos. H. Gunkel fue el primero
que codificó los géneros literarios; su sistema fue completado por G. Castellino (menciona
hasta 11 géneros diferentes). Hemos de reconocer que es sorprendente la gran variedad
de géneros; por otra parte, los géneros que tratamos de definir no son siempre
perfectamente delimitados; muchos salmos quedan más o menos fuera de toda
clasificación, mientras que en otros parecen entremezclarse o confundirse diversos
géneros. Los resumimos en los siguientes:

a) HIMNOS: El género hímnico aparece en toda la historia de la poesía religiosa de


Israel, desde el canto de María (Ex 15,21), pasando por el de Débora (Jue 5), hasta el NT,
donde el Benedictus y el Magnificat son Himnos inspirados totalmente en la antigua
poesía israelita. Con relación a los salmos, se trata de composiciones destinadas a cantar a
Dios, celebrando sus atributos y sus manifestaciones en la creación, en el hombre, en el
pueblo de Israel, en el gobierno de los pueblos. Este género se halla en buena parte del
Salterio, por ejemplo en Sal 8; 19; 29; 33; 67; 100; 104; 105; 111; 113; 114; 136; 145; 146;
147; 148; 149; 150. Lo que caracteriza al himno es el tono de alabanza, de glorificación,
pero sobre todo que esta alabanza es esencialmente desinteresada; no hay peticiones a
favor del orante, nada que lleve a pensar en él mismo: el himno es ante todo teocéntrico,
se orienta totalmente hacia Yahvé y su gloria. Su estructura es quizá la más firme y
constante en el salterio: tiene una introducción, invitación a alabar a Yahvé. El desarrollo
expresa más ampliamente los motivos de la alabanza; generalmente Yahvé es
directamente el motivo de esa alabanza, aunque se da también el caso de himnos
dirigidos a Sión (48; 84, etc.). Los himnos terminan con una conclusión que repite, a veces,
la fórmula de introducción o expresa una bendición o un voto.

b) LAS SÚPLICAS: Para designar este género se emplea con frecuencia el término
de lamentaciones. Las suplicas pueden ser colectivas (44; 79; 80; 83; etc.) o individuales
(3; 5; 13; 22; 25; etc.). Este género manifiesta la reacción del creyente en presencia de los
enemigos o de las desgracias que le asaltan. Perseguido o probado duramente, el salmista
se vuelve a Dios para describirle sus desgracias y solicitar su ayuda. Su estructura es muy
parecida a la de los himnos. Tiene una introducción, apenas esbozada; es un llamamiento
a Dios, reducido en ocasiones a un simple vocativo. El desarrollo es siempre concreto y
personal; se trata de describir una situación, de confesar la propia impotencia; para ello el
orante se pone en primer término, hablando en primera persona, describiendo su
desgracia, juzgando a sus enemigos, entremezclando sus gritos de angustia. Lo que
pretende el salmista es obtener la intervención de Yahvé en su favor. La conclusión
expresa casi siempre la confianza, la certeza de ser escuchado y, en ocasiones, se cierra
con palabras de acción de gracias.

c) CANTOS DE AGRADECIMIENTO: Estos cantos acompañaban el sacrificio de


acción de gracias que el fiel israelita, después del cumplimiento de sus peticiones debía
realizar en el templo. Es probable que algunos de estos cantos hayan sido compuestos
como expresión de piedad o de sentimientos privados e individuales (18; 32; 34; 40; etc.),
y sólo en un segundo momento hayan sido adaptados al uso litúrgico (66; 67; 124; 129).
Estos salmos de acción de gracias participan al mismo tiempo del himno y de la súplica. La
introducción se parece mucho a la de los himnos. El desarrollo es generalmente narrativo.
El salmista comienza recordando los peligros que ha corrido, los ataques o las
persecuciones de que ha sido objeto, unas veces reconoce su falta y confiesa su debilidad,
otras proclama su inocencia y protesta contra la persecución injusta. Luego menciona su
oración, que recuerda los salmos de súplica; finalmente cuenta la intervención salvadora
de Dios. La conclusión, cuando la hay, mira al porvenir; en ella renueva su confianza y la
promesa de glorificar a Yahvé para siempre.

d) SALMOS REALES: Son oraciones de buen augurio e imprecatorias a favor del rey;
o también celebraciones de alegres acontecimientos reales, como bodas o grandes
empresas (2; 20; 21; 45; 89; 110; 132). Entra también en esta designación los salmos que
cantan la realeza de Yahvé, subrayando que Él es rey sobre toda la tierra y sobre todos los
pueblos (47; 93-99;).

e) SALMOS MESIÁNICOS: Se trata de salmos que insisten en la gloria de la casa de


David y de sus representantes, insisten en las virtudes morales y en las prerrogativas
sacerdotales del hijo de David, de tal manera que, los autores del NT, al aplicarlos a Jesús,
los ven como profecías mesiánicas realizadas en Jesús mismo. (Sal 118, 22 ver Mt 21,42;
Sal 110,1 ver Mt 22,44; Sal 41,10 ver Jn 13,18; Sal 16,8-11 ver Hch 2, 25-28).

f) SALMOS DE SIÓN: Tiene la estructura de los himnos y celebran la gloria de


Jerusalén, con rasgos más o menos idealizados (Sal 46; 48; 76; 87; 132). Proclaman la
elección de Sión por Dios como lugar privilegiado de su presencia y como centro de su
culto. Expresan los sentimientos de veneración, de confianza del pueblo de Israel para con
su santuario nacional.

g) SALMOS SAPIENCIALES: Son oraciones que tienen como objeto la ley, la


sabiduría, la vida moral. Parece que estos salmos estaban destinados a la instrucción más
que al uso litúrgico (Sal 9-10; 25; 34; 37; 111; 112; 119; 145).

6 ALGUNOS TEMAS DOCTRINALES DE LOS SALMOS (TEOLOGÍA).


6.1 DIOS.

Dios, por su grandeza y perfecciones es el objeto principal del salterio. Todos los
salmos se dirigen a Dios; hasta se puede decir que sólo se dirigen a Dios y sólo hablan de
Dios. Todos los demás temas son referidos a Él: el mundo que le debe su existencia y
canta su gloria; Israel al que Dios ha escogido; el hombre, objeto de la cercanía amorosa
de Dios.

Podemos enunciar las siguientes ideas sobre Dios que aparecen en los salmos:

- Dios es único. Este es el punto de partida de toda oración israelita. No


encontramos en los salmos afirmaciones teóricas del monoteísmo israelita; lo que
encontramos en cada página es la afirmación de la grandeza de Dios, su carácter
incomparable, su superioridad sobre todos los ídolos, que ante Él son nada y
vanidad (115,4-8; 135,15-18; 81,10); que han de postrarse ante Yahvé, pues Él es
“el Dios de los dioses”, “el Señor de los señores” (136,2-3) y, por eso, sólo Él debe
ser adorado.
- El lugar de Dios es el cielo (104,2-4; 115,3), Él cabalga por las nubes (68,5.34) y, sin
embargo, no deja de estar en relación con el mundo y el hombre. Dios es creador
del mundo (8; 33,6-7; 104) y es en la creación donde, ante todo, Dios revela su
grandeza. El mundo entero y sus maravillas cantan la gloria de Dios (19; 89; 93;
111; 147,8-9; 148). Dios aparece poderoso, “más temible que todos los dioses”
(95), se muestra a través de los cataclismos, los terremotos, las tempestades (29).
Todo esto engendra temor, pero también confianza. El Sal 104 manifiesta un
extraordinario optimismo, pareciera que Dios ha puesto la naturaleza al servicio
del hombre y que todo lo haya creado en paz y armonía y, si se hace alusión al
temor cuando Yahvé “oculta su faz”, o “cuando retira su soplo” (v. 29), no es más
que una posibilidad que se enuncia para hacer sentir mejor el poder vivificante del
soplo divino.
- El poder de Dios se manifiesta también en la historia, en particular, en su solicitud
por Israel. Con frecuencia se evocan los grandes acontecimientos de la historia
pasada: la salida de Egipto (114; 147,2-4); el traslado del Arca de la Alianza (68;
132); la destrucción del templo (74; 80); el retorno de la cautividad (126). A veces,
con ocasión de un acontecimiento importante, como una victoria (47) o una
derrota (44), el salmista se abandona a una meditación sobre la historia. Sobre
todo en épocas tardías, se cultivó este género: 77; 78; 105; 106; 107; 135; 136.
-

6.2 DIOS Y EL HOMBRE.

Dios es justo y se preocupa del hombre para orientarlo, para recompensarlo o


castigarlo. Aunque es un Dios oculto (10,1-5), aunque los impíos se burlan de Él y
proclamen un éxito paradójico (73; 123; 140), este escándalo es sólo pasajero, pues Dios
se manifestará un día como juez de la tierra (58); manifestará a un tiempo su poder y su
bondad (18) contra los enemigos de la nación (79; 82; 83) y contra los pecadores en
general. Hunde a los impíos y salva a los humildes (9-10; 46; 75).

Es extraño, pero la idea de paternidad divina no está expresada con frecuencia en


los salmos (103,13; 89,27; 2,7, en donde se proclama a Dios padre del rey mediante una
fórmula de adopción). Sin embargo, el recuerdo de su bondad para con Israel (121), para
con los justos (146), en particular los más desamparados (68,6), demuestra perfectamente
bien que la idea de paternidad está subrayada en ellos. La bondad de Dios, el amor para
con los hombres, se expresa en todo el salterio (136: el estribillo “eterno es su amor”;
100,5; 118,2.3; 33,6; 106,1; 107,1), Más aún, en ciertos salmos, especialmente ricos en
sentimientos, Dios se presenta como “coronando (al hombre) de amor y de ternura”
(103,4.8.17).

6.3 CONFIANZA EN DIOS.

Todos los salmos de súplica y de acción de gracias son salmos de confianza.


Sabemos que toda plegaria supone la esperanza de ser escuchada; pero los salmos
expresan esta confianza con especial insistencia, bajo formas muy diversas. Así: se invoca
a Dios en auxilio contra los malos y los pecadores (14); también en forma de
imprecaciones (109; 142). Son también muy interesantes las súplicas dirigidas a Dios en las
situaciones de apuro nacional (79; 82; 83): “¿Hasta cuándo, Yahvé, será tu enojo? ¿Para
siempre arderá tu furor igual que el fuego?... Venga tu misericordia de prisa a nuestro
encuentro, que estamos extenuados” (79,5.8). Es significativa también esta plegaria de un
rey: “Tu que das a los reyes la victoria, y el que libra a David, su servidor, de la espada
funesta, arráncame y líbrame del poder de los hijos de extranjeros… Dichoso el pueblo
cuyo Dios es Yahvé” (144,10-11.15).

Encontramos estos mismos sentimientos y expresiones en los salmos de acción de


gracias después de toda clase de favores recibidos: de una victoria (66; 138; 124; 149), de
una cosecha abundante (67), pero sobre todo después de la liberación individual de un
desgraciado, hundido por la enfermedad, la calumnia, la persecución (30; 40; 41-43; 65;
116; 144). Algunas de estas plegarias hacen referencia a casos particulares: un desterrado
(61; 137); el rey que ora en ocasión de la unción real (110), o de una revuelta de sus
súbditos (2), o de su matrimonio (45).

6.4 EL CULTO Y EL TEMPLO.

Todos los salmos fueron introducidos en la liturgia, de forma que todos fueron,
tarde o temprano expresión de la vida cultual de Israel; pero, cuando hablamos de culto,
notemos que no puede tratarse más que de Jerusalén y de su templo; la unidad de
santuario aparece como una ley absoluta en el salterio; esto no excluye que los salmos se
compusieran y emplearan antiguamente en otros santuarios. Algunos son especialmente
interesantes.

Ante todo debemos mencionar los salmos de peregrinación que evocan para
nosotros los que los israelitas piadosos sentían cuando subían a Jerusalén para adorar a
Yahvé. Así se expresa la alegría que se apoderaba del peregrino a la vista de Jerusalén
(122) y las manifestaciones litúrgicas que lo acompañaban (134). Algunos salmos se
consideran como adaptados para festividades precisas, por ejemplo, los salmos 81 y 118
para la fiesta de los Tabernáculos; otros para la Pascua (114 y los salmos del hallel: 113-
118).

6.5 LA PIEDAD INDIVIDUAL.

Dios conoce lo interior del hombre, sus pensamientos más secretos, nada se le
escapa (7; 44; 64; 139); el salmista, tomando conciencia de esto, vive una especial relación
de piedad con Dios. Algunos salmos nos revelan la actitud tradicional del fiel israelita
frente a su Dios. Los dos caminos que se abren ante él y entre los que tiene que elegir (1;
15; 16; 92; 112) y la recompensa que Dios le tiene reservada de acuerdo a su conducta
(49; 94; 129). El hombre no tiene más objetivo, más alegría, que buscar a Dios y descansar
en Él (63).

En época reciente, la piedad israelita tomo formas nuevas: veneración de la Ley y


la Palabra de Dios (119); un ideal de pobreza y humildad (40; 109; 142: se repiten los
términos hebreos que significan pequeñez, pobreza, debilidad, desvalimiento).

7 A MODO DE CONCLUSIÓN: PROYECCIONES DE PASTORAL LITÚRGICA.


Espero que este recorrido por la poesía sálmica nos ayude a valorar esta forma de
orar tan propia del pueblo judío y, desde los comienzos de la Iglesia, convertida también
en oración y contemplación. Efectivamente, los Salmos se han leído en el campo del culto
cristiano, como profecías que se refieren al misterio de Cristo, el cual permite, a su vez,
interpretar el sentido último de los Salmos. La tradición cristiana, patrística y litúrgica, ha
aprendido a leer a Cristo en los Salmos y a los Salmos en Cristo

Para Ustedes que tienen ese cometido de hacer hermosa y viva la Liturgia con este
ministerio de la música y, ahora que tienen la oportunidad de aplicar su arte y su
experiencia a la Liturgia de las Horas, en donde los Salmos ocupan un lugar privilegiado,
podemos hacer algunas sugerencias:

7.1 Esforzarnos por conocer cada día más el salterio dentro de la Historia de la Salvación
que se hace viva en la Liturgia.
7.2 Tener en cuenta lo referente a la interpretación celebrativa de los Salmos. Conviene
recordar aquí lo que dice la OGLH en el N° 103: “Los Salmos no son lecturas ni preces
compuestas en prosa, sino composiciones poéticas de alabanza… Con razón se les llama en
hebreo Tehillim, es decir, cánticos de alabanza, y en griego Psalmoi, es decir, cánticos que
han de ser entonados al son del salterio…”. De aquí que, la interpretación celebrativa de
los salmos en la liturgia ha sido y sigue siendo un campo amplio de investigación para los
pastores y para los especialistas en la música litúrgica en orden a encontrar las formas
musicales más adecuadas a los diversos tipos de comunidades y a las diversas
celebraciones; por eso, se deben revitalizar y dar a conocer las melodías propiamente
sálmicas.

7.3 Buscar nuevas melodías siempre acordes con la espiritualidad de los salmos, teniendo
en cuenta el género de cada uno.

Agradezco a todos su amable atención.

BIBLIOGRAFÍA.

1.- A. González, El Libro de los Salmos, (Barcelona 1984).


2.- W. H. Schmidt, Introducción al Antiguo Testamento, (Salamanca 1990).
3.- V. M. Asensio, Libros sapienciales y otros escritos, (Estella 1994).
4.- AA. VV., Nuevo Diccionario de Liturgia, (Madrid 1987).
5.- L. Alonso, Salmos I, (Estella 1994).
6.- AA. VV., Comentario al Antiguo Testamento, (Estella 1997).

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