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Son nuestras actuales sociedades contemporáneas, cada vez más plurales, complejas y
especializadas, como también conscientes de sus derechos y deberes, en las que se ha desarrollado
una crítica espontánea a la relación simbiótica entre democracia liberal y sistema económico
neoliberal, que han instalado por mucho tiempo un falso supuesto esencialista: la ampliación e
igualdad de oportunidades, especialmente para asegurar, y luego acrecentar, mayores y mejores
niveles de vida, con especial atención a los menos favorecidos a través de la redistribución de la
riqueza generada por los particulares. No obstante, esta relación ha sido más bien contradictoria,
pues el sistema económico neoliberal -a groso modo-, incentiva la concurrencia entre particulares,
empresas e individuos, actores que han tenido oportunidades desiguales –capital económico,
cultural, educacional, etc.-, dando como resultado una competencia desigual, expulsando del
mercado a los menos capaces o competitivos y reproduciendo la desigualdad como circulo vicioso.
Lo anterior repercute en el descredito de la democracia como redistribuidora de oportunidades y
beneficios, toda vez que se sustenta y avala en un sistema económico que tiende a la concentración
de la riqueza, la desigualdad, la exclusión y marginación de los menos acreditados y competentes,
pero fundamentalmente, como sostenedor de un orden sociopolítico reproductor de élites que se
legitiman en base a sus recursos de poder.
1
promotor del orden y seguridad de la colectividad, no obstante su rol, desde las políticas públicas,
tiene por objetivo (…) limitar los efectos desintegradores resultantes de las contradicciones
sociales inherentes a todos los procesos de integración. Ella no orquesta la reproducción social
pero actúa sobre sus fallas3. De aquello se desprende que el Estado, desde las políticas públicas,
persigue establecer límites a los conflictos que permitan alcanzar niveles aceptables de cohesión
social.
Chile resulta ser un claro ejemplo de las relaciones conflictuales al interior de una sociedad
en creciente conciencia de sus intereses y demandas, que contrasta con un sistema democrático
representativo limitado a los mecanismos de participación en procesos eleccionarios, y por ende,
incompatible para incorporar y canalizar institucionalmente las multitudinarias y sistemáticas
manifestaciones sociales ocurridas durante el mes de mayo del presente año 2011 4, que bogan por
una participación más directa en los asuntos de interés colectivo y alejada de la representatividad de
una élite política que se asume como vanguardia nacional.
Lo interesante de las movilizaciones, de esta nueva pero embrionaria sociedad civil chilena,
es que en apariencia es un reclamo espontáneo de la sociedad civil ante la lentitud de respuesta e
integración del Estado a la emergencia de nuevas temáticas que la ciudadanía ha instalado en la
agenda país. No obstante, estos movimientos sociales en el fondo evidencian el surgimiento de
nuevos actores, de mayor complejidad y dinamismo, caracterizados por una heterogeneidad de
intereses, al tiempo que mucho más sensibles, informados y espontáneamente activos sobre los
actúales problemas que les convocan5 y que en su mayoría, corresponden a estudiantes y jóvenes
profesionales que conforman un dinámico sector de la sociedad chilena, poseedora de un
significativo capital cultural especializado y sofisticado, símbolo de la gran promesa de la
democracia liberal, que tiende hacia la consecución de la igualdad de oportunidades y acceso a una
educación de mayor y mejor calidad. Es justamente esta generación, hija de las redes de protección
social, y seguridad social, implementadas y fortalecidas en democracia desde 1990 a la fecha, la que
representa un malestar colectivo asociado tanto al alejamiento, descredito, deslegitimación y crisis
de la Democracia Representativa como instancia resolutiva válida para toma de decisiones de la
colectividad nacional –debate de fondo sobre HidroAysén- y la indignación con el sistema
económico neoliberal que tiende a acentuar la desigualdad al interior de la sociedad chilena como
producto de la concentración de la riqueza en unos pocos, no siendo capaz de superar la pobreza, y
que paralelamente estratifica a los individuos espacial, social, y culturalmente por sus ingresos –
debate de fondo sobre la Educación Superior-, al tiempo que ralentiza el proceso de movilidad
social al masificar empleos de baja calidad y estabilidad.
En suma, los movimientos sociales, y los nuevos actores de la sociedad chilena representan
un renovado desafío histórico a las capacidades adaptativas del Estado -desde la Democracia
Liberal y la economía Neoliberal-, para construir y desplegar nuevos o renovados mecanismos de
integración a sectores sociales que, desde las Políticas Públicas, poca relación tienen con la pobreza
material, sino más bien con un reclamo generalizado a las contradicciones del mismo sistema.
tecnología base que soporta el desarrollo de las telecomunicaciones, la informática y el audiovisual. Disponible en:
http://www.gtic.ssr.upm.es/demo/curtic/1tl101.htm
3
Bruno Jobert, Estado, Sociedad, Políticas Públicas (Santiago de Chile: LOM, 2004), 20
4
Las movilizaciones sociales –marchas- durante el presente mes de mayo, tanto por el petitorio de los estudiantes de la educación
secundaria y superior para conseguir una reforma en el sistema de financiamiento y calidad de la educación universitaria, como por el
caso HidroAysén, que convocó a más de 40 mil personas en Santiago el viernes 05 de mayo del año en curso, evidencian el malestar y el
descontento evidente y generalizado por el actual modelo político y económico de desarrollo que no es capaz de dar cabida ni respuesta a
las problemáticas de la sociedad.
5
Las redes sociales como Facebook, Twitter y MSN, le han agregado a los movimientos sociales convocados a través de dichas redes
instantaneidad, dinamismo, espontaneidad y capacidad de gestión de la sociedad civil, sustentada en el impersonalismo no dirigencial,
con capacidad de aglutinar enormes grupos sociales informadas y conscientes de su reclamo no institucionalizado por los canales
tradicionales e inmediatos del sistema político, como lo son los partidos políticos.
2
BIBLIOGRAFÍA
- Barba Solano, C (1995), La política social desde una perspectiva sociológica, en Espiral.
Estudios sobre Estado y Sociedad, Vol II Nº 4, sep/dic.
- CEPAL (2010), El progreso de América Latina y el Caribe hacia los objetivos de desarrollo
del milenio. Desafíos para lograrlos con igualdad, capitulo 1: Los objetivos de desarrollo
del milenio en la agenda de la igualdad para América Latina y el Caribe p. 5-22, Santiago,
CEPAL, en http://www.cepal.cl/publicaciones/xml/1/39991/2010-622-ODM-
ESPANOL_CapI.pdf
- CEPAL (2010), Cohesión social en América Latina. Una revisión de conceptos, marcos de
referencia e indicadores, Introducción y capitulo 1: Revisión crítica del enfoque de
cohesión social de la CEPAL y desafíos para su operacionalización. Santiago, CEPAL, en
http://www.cepal.cl/publicaciones/xml/9/42239/LCG2420e.pdf